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Unidad 1: Los inicios de la criminología

“Es tan inhumano ser totalmente bueno como totalmente


malvado. Lo importante es la elección moral. La maldad tiene
que existir junto a la bondad para que pueda darse esa
elección moral. La vida se sostiene gracias a la enconada
oposición de entidades morales.”

-Anthony Burgess (1962)

¿Cuáles son los motivos que llevan a las personas a cometer delitos? Esta ha
sido la interrogante sobre la cual se ha fundado la criminología. Los hechos delictivos
han sido percibidos, a lo largo de la historia, como fenómenos que no tienen cabida en
una sociedad saludable y para los cuales se requiere una solución (aunque veremos,
más adelante, como esto no es tan así); y el primer paso para encontrar esta solución
es conocer lo que llamaremos “la génesis criminal” o “el origen de la cuestión criminal”.

Es así que, con el fin de encontrar una respuesta a esta pregunta, los diferentes
profesionales que han intervenido en el campo de la criminología han ofrecido
respuestas desde diversos enfoques. Es así que a lo largo de este curso veremos
cómo fueron evolucionando estas teorías que buscan explicar el origen de la conducta
criminal, pasando desde un enfoque clínico a uno sociológico, a uno crítico, a uno
psiquiátrico, entre otros.

Daremos paso, entonces, a repasar los ejes más importantes de la presente unidad.

1. ¿Qué es la criminología?

Como ciencia social, la criminología es aquella que se encarga del estudio del delito y
el análisis de sus causas, pero no se detiene allí, puesto que la criminología también
tiene como propósito la prevención de estos hechos, así como la interacción con
aquellas personas que llevan a cabo un hecho delictivo (Hetherington, 2019).

Puede ampliarse este concepto incluyendo la diferenciación que realiza Zaffaroni


(2012): puede decirse que la criminología no se hace únicamente en las universidades
o en la “academia”, sino que vemos a nuestro alrededor como los medios de
comunicación utilizan argumentos y teorías criminológicas (aunque generalmente sin
saberlo) para explicar sus hipótesis en torno a los crímenes. Para el autor, esto es lo

1
que se denomina criminología mediática: una criminología creada a partir de la
información y desinformación, en convergencia con creencias y prejuicios (no solo
propias de los medios, sino de la sociedad en general) que desembocan en una
etiología criminal, en una causalidad del delito, sesgada y direccionada a la exclusión
de ciertos grupos.

2. El Estado

Antes de adentrarnos efectivamente en la criminología debemos dejar claros algunos


conceptos básicos sobre el Estado y el control social. Esto es fundamental debido una
razón: siempre se debe contar con el conocimiento básico que nos permita
entender cómo surge y funciona el Estado, como gran regulador de la vida de
los ciudadanos, para adentrarnos en el contexto. Los seres humanos somos seres
sociales, los cuales nos organizamos para vivir en comunidad, pero no nos
autogobernamos, no decidimos que conductas conforman delitos y cuáles no, sino que
hay un Estado, una entidad “superior” y “omnipresente”, que lo hace por nosotros. Al
deber unificar criterios con respecto a los delitos y las penas, los humanos decidimos
extender una cuota de poder hacia esta entidad para preservar nuestros bienes
jurídicos, como los conocemos hoy en día.

Así, con respecto al origen y fundamentación de la existencia del Estado, tomaremos


de referencia el conocido modelo iusnaturalista: dicho modelo establece que existen
leyes que no han sido creadas por el ser humano a través de legislaciones, sino que
están dadas de forma natural, ya existen antes de que las personas hayan decidido
categorizarlas como tales, por lo que este conjunto de normas es conocido como
leyes de la naturaleza o derechos naturales.

Para sentar las bases, aclararemos que este modelo se encuentra, como dice Bobbio
(1986), construido sobre la dicotomía “estado de naturaleza-estado civil”, es decir, que
todas las teorías que repasaremos toman como punto de partida que existen dos
tiempos o dos fases: una en donde los humanos se encuentran inmerso en un “estado
salvaje” o “de naturaleza”, en el cual no existe el Estado, ni las leyes, y una “sociedad
civil" o “estado civil” en el cual las personas se han unido para conformar un tejido
social regulado, a fin de proteger los intereses del mismo.

El autor también menciona seis elementos característicos que conforman estas


teorías:

2
1. El punto de partida de cualquiera de las teorías iusnaturalistas es lo que se
conoce como estado de naturaleza, el cual es por definición un estado “no
político”1.
2. El estado de naturaleza y el estado civil se contraponen, debido que el
segundo es la antítesis del primero.
3. Los elementos que constituyen el estado de naturaleza son los individuos,
tomados de forma singular y asocial.
4. Los individuos que conforman el estado de naturaleza son libres e iguales los
unos de los otros. Es por eso que este estado es representado, en teoría, como
el más igualitario y libre.
5. El paso de un estado de naturaleza a un estado civil no se da forma natural. Se
requiere de actos voluntarios y deliberados generados por individuos que
desean salir de ese estado de naturaleza, por lo que se crea la sociedad civil
como un ente “artificial” que regule la vida de éstos.
6. Lo que sostiene y legitima al Estado civil (a diferencia de cualquier otra forma
de organización social) es el consenso.

Esta idea del paso de una sociedad o estado de naturaleza a una civil o política, la
cual comenzó a gestarse en los tiempos de Aristóteles, abrió las puertas a los
pensadores que hoy catalogamos como contractualistas. Esta corriente (cuyo
nombre deriva de la palabra “contrato”) buscaría explicar los consensos o contratos
que realizan las personas en un estado de naturaleza para pasar a un estado civil. De
esta manera, se establece que el Estado no es una institución que aparece de manera
natural o divina, sino que los humanos han consensuado ceder algunos derechos
individuales a esta entidad, la cual estará encargada de gestionar la vida de los
ciudadanos para proteger sus derechos naturales.

Si bien al rebuscar información sobre este modelo aparecen varios autores que los
han influenciado, vamos a centrarnos en tres en concreto: Hobbes, Locke y
Rousseau2.

1
Pensemos, como ejemplo, en seres humanos en un estado los más prehistórico posible. Un
momento en el que los humanos no se habían organizado para vivir en sociedad, en donde no
existe la propiedad privada y no hay leyes escritas ni nadie que las regule. No hay legislación y
los individuos se autogobiernan, sin tener parámetros del “bien y el mal” y sin expectaciones de
organizarse políticamente para la gestión de la vida social. Algo así sería el estado de
naturaleza. Un estado civil sería, en cambio, todo lo contrario.

3
Comencemos por Thomas Hobbes: este teórico contractualista escribe su obra “El
Leviathán” en pleno Siglo XVII, en una época donde tuvo lugar la guerra civil inglesa
entre absolutistas y parlamentarios, siendo testigo, además, del desarrollo de la
conocida como Guerra de los 30 años.

En dicho libro, el autor hace referencia al estado de naturaleza de la forma que hemos
explicado con anterioridad, un estado en el cual no existen normas ni reglas, aunque sí
derechos y en el que reina la libertad absoluta, debido a que no hay leyes que limiten
el comportamiento humano. Es así que, en este contexto de libertad absoluta,
cualquier persona puede hacer lo que quiera, aún incluso sobre el cuerpo de otro. Sin
embargo, Hobbes destacaría que el ser humano es malo por naturaleza y que
buscará, mediante sus instintos, acercarse al placer y alejarse del dolor o de lo que les
provoca aversión. El proteger sus derechos naturales, como lo son la vida y la libertad,
le da placer al individuo, pero hay un problema: este estadio puede verse interrumpido
al momento en el que el ser humano se dé cuenta que puede, mediante riquezas y el
poder, mejorar su estatus y alzarse por sobre los demás, lo cual generaría en ellos
más placer. Y si el poder genera placer, todos los individuos buscarían acceder a
él, lo cual generaría conflicto entre pares, ya que el poder es algo que escasea entre
los humanos y solo unos pocos pueden acceder a este.

Es así que, si todos los individuos buscar el poder generando un conflicto, se gesta
una crisis generalizada, un momento de “todos contra todos”, en donde prevalece la
“ley del más fuerte”, en el cual las personas que “menos tienen” lucharían
constantemente para obtener más y, los que tienen, lucharían para mantener lo que ya
poseen, ya sea a costa de la vida humana3. Es aquí donde aparece la noción de ley
fundamental de la naturaleza: la libertad de que cada persona tiene para usar su

2
Centrémonos en las rupturas y continuidades entre los diferentes autores, para poder
identificar así los diferentes ejes en los cuales nos moveremos durante la cursada.
3
“La condición del hombre (…) es una condición de guerra de todos contra todos, en la cual
cada uno está gobernado por su propia razón, no existiendo nada, de lo que pueda hacer uso,
que no le sirva de instrumento para proteger su vida contra sus enemigos. De aquí se sigue
que, en semejante condición, cada hombre tiene derecho a hacer cualquiera cosa, Incluso en
el cuerpo de los demás. Y, por consiguiente, mientras persiste ese derecho natural de cada
uno con respecto a todas las cosas, no puede haber seguridad para nadie (por fuerte o sabio
que sea) de existir durante todo el tiempo que ordinariamente la Naturaleza permite vivir a los
hombres.” (Hobbes; 1651)

4
poder de la forma que quiera para la conservación de su vida y hacer todo lo que su
juicio y razón consideren como medios aptos para lograrlo.

Pero hay más leyes naturales: la conocida como segunda ley de la naturaleza
establece que, cuando las personas coincidan y accedan (siendo esto fundamental
para la manutención de la paz y la defensa de sí mismos) a ceder a este derecho o ley
fundamental a “todas las cosas” a una entidad “superior” que se encargue de proteger
la vida de aquellos que adhieren a este pacto o contrato, conservando así una cuota
de libertad, aunque siendo está limitada y no absoluta.

Ahora bien, entendemos que para mantener la paz en sociedad, todos debemos ceder
una parte de nuestra libertad a un “soberano” o a un Estado para que éste legisle
sobre aquellas conductas que podrían afectar nuestro derecho a la vida. Y a partir de
este deber del Estado de proteger nuestros derechos naturales nace la noción de
justicia: los miembros de la sociedad han hecho este pacto para mantener la paz, sin
embargo, si hay voluntad de alguna de las partes por romper este contrato social
aparece un poder coercitivo que las guíe a cumplir con los mismos, por medio de
algún castigo. Este castigo, dice Hobbes, debe generar más beneficios que el
quebrantamiento mismo del pacto y, a su vez, servirá para restablecer el mismo y
mostrar a las personas que no se ha debilitado. El fin último del Estado, como
soberano de la vida de las personas, es la seguridad.

Para ir cerrando con las ideas principales de este autor, hay que resaltar aquella que
define al delito como un pecado que consiste comisión de aquello que la ley prohíbe o
(en todo caso) de la omisión de lo que a uno se le ordena. No obstante, Hobbes
introduce una línea crucial para pensar al mismo: todo delito es pecado, pero no
todo pecado es delito. Pensemos, por ejemplo, en el suicidio, estando considerado
este como un pecado por diversas religiones, pero imposible de legislar como delito o
en una persona que piensa en matar a otra, lo cual consideraríamos “pecado”, pero
que jamás ejecuta el homicidio, por lo que no ha cometido un delito.

Posteriormente, también durante el Siglo XVII pero en un contexto más próspero que
el del autor anterior, escribe sus tratados sobre el gobierno civil John Locke.

Retomando las ideas iusnaturalistas de Hobbes, Locke establecería con éste una serie
de rupturas y continuidades: en primer lugar, este autor establecería que los humanos
son buenos por naturaleza, aunque también tienden a querer conservar la vida como
su bien fundamental, buscando (comunitariamente) el poder económico.

5
En segundo lugar, puede mencionarse que el autor percibía a la justicia no como algo
artificial, sino como algo dado de manera natural, ya que los humanos son una
creación divina y Dios conoce la noción de justicia.

Además, como tercer punto a señalar, Locke introduce a su pensamiento el concepto


de propiedad privada: las personas, mediante el uso de su fuerza de trabajo por
sobre un objeto, lo convierten en suyo4. Sin embargo, en un estado de naturaleza
donde no existen leyes de ningún tipo, no hay forma de proteger estas propiedades ni
a la percepción del capital. Y es de esta necesidad5 de proteger los bienes y el capital
de la que nace el contrato social, a partir del cual se conforma un Estado.

Y, por último, podemos observar que, para el autor, los humanos se reúnen para firmar
un pacto, no cediendo la libertad absoluta (como decía Hobbes) sino cediendo
únicamente el derecho de hacer justicia “por mano propia”, es el soberano ahora el
encargado de impartir justicia. Pero Locke llega un poco más lejos: se opone al
imaginario absolutista (donde reina un único soberano) de Hobbes estableciendo que
el Estado soberano debe estar conformado por tres poderes: el legislativo que crea las
leyes; el ejecutivo, que las ejecuta; y el federal, que se encargaría de las relaciones
internacionales. Para Locke, aquellos que crean las leyes no pueden ser los mismos
que las ejecutan, ya que esto puede derivar en un gobierno tiránico.

Para finalizar este apartado, repasaremos las ideas principales de Rousseau, quien
escribe su obra durante el Siglo XVIII, época en el que surge la Ilustración y momento
durante el cual en Europa existía una concentración del poder en Francia, por lo que
es de esperar que el pensamiento de este autor sea a favor de la monarquía.

Ahora bien, para Rousseau el ser humano es bueno por naturaleza y que existe en
estado primitivo (estado de naturaleza) en armonía; que lejos de tender a la
autoconservación individualista se centran en la colectividad. No obstante, son el
avance económico y la sociedad civil los que llevan a los humanos a una crisis

4
Locke pone a disposición el conocido ejemplo de la manzana: una manzana, que cuelga de
un árbol en un estado de naturaleza no tiene dueño, no es de nadie, pero una persona puede
poner su esfuerzo para alcanzarla y cosecharla. Una vez que aplicó sobre la manzana su
fuerza de trabajo, esta se convierte en su propiedad.
5
En realidad, Locke no habla de una “necesidad” de generar este pacto, sino de una forma de
prevenir y conservar la propiedad de las personas “no razonables” que deseen arrebatarlas.
¿Por qué seria una necesidad si los humanos son buenos por naturaleza y tienden a la paz?

6
general, como la que vimos anteriormente en Hobbes. La sociedad civil, dice
Rousseau, generará desigualdades e injusticias que son imposibles que existan en
un estado de naturaleza.

Por lo tanto, las personas se encuentran suspendidas entre dos mundos diferentes:

 Uno primitivo y puro, en el cual no existen nociones de capital ni propiedad


privada y en el que los individuos coexisten en perfecta armonía, apelando a la
colectividad.
 Y uno civil y corrupto, en el cual se ha introducido la propiedad privada,
llevando a los humanos a luchar los unos con los otros para protegerla y, con
ella, a su estatus de poder dentro de la sociedad.

Y es para evitar esta crisis sobre la sociedad civil que las persona se unen en un pacto
o contrato para ceder a un soberano una cuota de sus libertades, para así generar un
Estado más poderoso, que gobierne sobre ellas. Además, Rousseau añadiría que
unificarse a un pacto general les da libertad a los individuos: al unirse por un interés
general, dejando de lado el interés particular, es cuando las personas se vuelven libres
y se convierten en virtuosas6.

El autor también pensó en una división de poderes, donde el poder legislativo sería el
encargado de cumplir la voluntad del soberano (el pueblo), mientras que el ejecutivo
estaría dirigido a controlar al poder legislativo. Sin embargo, Rousseau tenía sus
propias dudas respecto a este concepto, por lo que no haremos tanto hincapié en esto.

Como último eje, hay que mencionar que para el autor el contrato social es necesario,
como fin para lograr la igualdad y la libertad de las personas sujetas a él.

HOBBES LOCKE ROUSSEAU

El ser humano es El ser humano es una El ser humano es bueno


malo por naturaleza, creación divina, por lo que es por naturaleza y existe
Estado de
si bien tienden a la bueno por naturaleza. en este estado en
naturaleza
conservación de la Tienen derecho a la vida, a armonía. Es la irrupción
vida y al placer, la la libertad y a la propiedad, de la sociedad civil y de

6
Podríamos decir, por simple deducción, que una persona no virtuosa es aquella que viola el
pacto general, poniendo por encima de los intereses generales de la sociedad sus intereses
particulares.

7
HOBBES LOCKE ROUSSEAU
búsqueda de poder la cual debe protegerse. la propiedad que se
los hará entrar en un corrompe, llevando
conflicto constante. desigualdad e
injusticias.

El contrato nace de la El contrato no nace como El contrato nace como


necesidad de una necesidad, sino como una necesidad de
preservar los una forma de prevenir preservar el interés
derechos naturales de posibles arrebatos de la general del individual.
las personas, por lo propiedad privada. Los Las personas pactan
El contrato que los individuos humanos pactan los unos entre ellas para
ceden una cuota de con los otros y con el someterse a las leyes,
su libertad para Estado, conservando su por lo que las mismas
obtener seguridad. libertad pero renunciando a leyes son obra de la
su derecho a ejercer justicia, voluntad general.
para cedérselo al soberano.

3. ¿Cuáles son los antecedentes de la criminología?

Para comenzar a comprender el desarrollo de la ciencia criminológica hay que


comenzar por el principio: como hemos visto anteriormente, con el comienzo de la
modernidad (en el Siglo XVII) y, sobre todo, con la llegada del iluminismo (en el Siglo
XVIII) comenzaron a aparecer diversas interpretaciones sobre el Estado, su génesis,
las leyes y los castigos. De esta manera, pueden rastrearse los antecedentes más
“prehistóricos” de la hasta el Siglo XVI, con la obra de Tomás Moro7.

Este autor escribe en el año 1561 su obra Utopía, el cual se compone de dos partes
claramente diferenciadas:

 En primer lugar, una parte real en la cual realiza una crítica la sociedad inglesa
de la época, en la cual gobernaba Enrique VII.
 Y en segunda instancia, una parte ficcional, en la cual proyecta su idea de una
sociedad mejor y más prospera.

7
En realidad, el tratado conocido como Malleus Maleficarum (El Martillo de las Brujas) es
considerado por muchos historiadores como el primer escrito de criminología. Éste fue
publicado durante el año 1487 en Alemania y era un libro/manual referido a la caza de brujas.

8
Teniendo en cuenta como está estructurada, comentaremos ahora que dicha obra se
cuenta en forma de narración, en la cual se relata lo observado por un explorador que
había visitado el continente americano al regresar a Europa. Al tener ambos
continentes de referencia, Moro planteará una dicotomía: existe el aquí y existe el allá.

Así, cuando el autor describe a Inglaterra (el “aquí”) lo hace criticando al gobierno
monárquico de la época, haciendo hincapié en el daño que la propiedad privada
genera en la vida de las personas, volviéndolos codiciosos y llevándolos a entablar
conflictos. Además, presenta una crítica al uso de la pena de muerte, aplicada para
los individuos que cometían delitos contra la propiedad y que, sin embargo, con el uso
de esta pena los delitos no parecían disminuir.

AQUÍ ALLÁ
 Inglaterra  Isla Utopía
 Monarquía despótica  “Gran familia”
 Propiedad privada, que lleva a  Propiedad común
conflictos  Desconocen la moneda
 Pena de muerte  Trabajo
 Codicia  Gran diversidad de religiones.
 Una única religión

Por otro lado, “existe” en América la isla Utopía, la cual es un islote creado de manera
artificial por sus habitantes, en forma de medialuna, y que posee en el medio una
desembocadura, y dentro de la cual existen cincuenta y cuatro ciudades-estado que
la componen.

La isla está organizada de tal manera que, a medida que los grupos de individuos que
conforman “familias” se van agrupando puedan elegir a sus representantes, por lo que
su política8 y Estado se encuentran definidos. Además, describe en ella una

8
El autor describe la organización política de la siguiente forma: cada 40 o más individuos
constituyen una familia; de cada 30 familias se elige a un filarca (un representante del grupo,
que es generalmente anciano); de cada 10 filarcas, se elige a un protofilarca, constituyendo
todos estos protofilarcas un consejo, el cual elegirá a un príncipe, el cual puede ser revocado
por causas de demencia, ancianidad o la amenaza de un gobierno despótico. Moro define a la
isla como una república.

9
antropología del trabajo que se asemeja mucho a la que persiste en nuestro contexto
actual9.

Ahora bien, lo que nos interesa de la obra de Moro es su enfoque, podríamos decir, al
derecho penal o la legislación de los
delitos. Este autor se opone a la pena de
muerte ya que afirma que es
desproporcionada y que no sirve para
disuadir a otras personas de cometer
delitos, por lo que no constituye una
solución real al problema. Dice, también,
que es contraria al mandato divino y
considera a la vida mucho más valiosa
que la propiedad privada. Sin embargo,
considera que la mejor forma de castigo
es la esclavitud o trabajos forzados: este
tipo de castigo (afirma el autor) repara el
daño hecho a la unión social por el delito,
devolviéndole a ésta lo que se le ha
Ilustración 1. Representación de la Isla Utopía quitado, representando un beneficio tanto
para el Estado en su conjunto como para los individuos particulares, que pueden
contratar a estos esclavos por un salario menor. Este castigo puede ser removido a
medida que el condenado gana méritos o, bien, por medio del voto popular que puede
acortarle la pena o perdonarlo.

En cuanto a las leyes, como último eje importante de este autor, las mismas deben
ser pocas, pero suficientes para mantener en paz la vida de los habitantes. También
deben ser claras y estar redactadas de forma simple para facilitar su entendimiento.
Además, las personas imputadas tienen derecho a defenderse en los tribunales por su
propia cuenta. En la isla de Utopía es el Consejo el que imparte la justicia y se alza por
sobre los demás poderes.

9
Moro describe jornadas de trabajo de 6 horas, rindiendo tres horas por la mañana y tres por la
tarde, mientras que el resto del tiempo es dedicado (como él lo describe) a “las tareas del
espíritu”. Este horario es rotativo y puede realizarse en el campo o en un oficio individual.
Además, el autor expresa que los habitantes encuentran en el trabajo un “actividad
gratificadora”.

10
Ahora dejemos a Moro y su obra para centrarnos en el Tratado de los Delitos y las
Penas escrito por el italiano Cesare Beccaria en el año 1774, ya en la segunda mitad
del Siglo XVIII.

Influenciado por el movimiento iusnaturalista, sobre todo por Rousseau y


Montesquieu10, realizaría una crítica al sistema penal de la época, tomando diferentes
ejes y describiendo cada uno según su pensar. Esto puede observarse en el momento
en el que describe la sociedad, estando fundada ésta sobre la base de un contrato
social, estando dividida en poderes y sobre la cual reina un soberano, quien es el
único con la legitimidad para defender la soberanía de la nación. Este tratado serviría,
junto con el trabajo de otros autores, para reformular teóricamente al sistema penal en
la segunda mitad del Siglo XVIII.

Analizaremos, así como lo hizo él, los ítems más importantes:

3.1. Las leyes

Como critica inicial, él hace alusión a que tanto las leyes como los “vicios” son
condiciones humanas, no divinas ni naturales, por lo que deben acatarse al espacio
terrenal, no debiendo involucrar a entidades religiosas. Son, además, la base jurídica
de la cual depende la conservación social y el contrato.
Únicamente las leyes, elaboradas exclusivamente por legisladores, pueden establecer
las penas, siendo un Juez el único capaz de juzgar la conducta de un individuo para
ver si este cumple con los parámetros de la ley.

3.2. El delito

Beccaria define al delito como un daño social, como una infracción que se contrapone
a los acuerdos a los que las personas han adherido para conservar la paz. Y,
dependiendo de la gravedad del delito, dependerá la gravedad de la pena
correspondiente.

Existen para el autor tres tipos de delito:

1. Las acciones contra la sociedad o sus representantes


2. Las acciones contra los ciudadanos (vida, propiedad, honor, etc.)

10
El Barón de Montesquieu fue un jurista y filósofo francés que vivió durante finales del Siglo
XVII y mediados del Siglo XVIII. Desarrollo su obra en medio del movimiento intelectual de la
Ilustración. Se le atribuyen escritos como “El espíritu de las leyes”, publicado en el año 1748.

11
3. Las acciones contra lo que cada uno está obligado a hacer.

3.3. Las penas

Los castigos correspondientes deben guardar proporción con los delitos


cometidos y deben ser más leves y humanas. Habla, también, de la prontitud de
las penas, lo cual servirá para que haya en el individuo una asociación mental de
causa/efecto entre delito y castigo. En el caso de que al condenado se le atribuya un
crimen violento, le corresponderán por pena castigos corporales. Mientras, aquellos
delitos contra la propiedad (como el hurto) serán castigados con penas pecuniarias
(multas) y, en el caso de que la persona no posea dinero, se lo enviará a realizar
trabajos forzados. Además, le añade el elemento que denomina “infalibilidad de las
penas”, lo cual quiere decir que éstas deben ser iguales para toda la ciudadanía.

Explica que la pena de muerte es inútil socialmente y que únicamente es admisible


en dos ocasiones: en primer lugar, para evitar la reincidencia de un individuo que
posea o que tenga relaciones de poder, por lo que su muerte es necesaria para
garantizar la seguridad de la nación; y, en segundo lugar, en tiempos de anarquía, los
cuales requieren “mano dura”.

3.4. ¿Cómo evitar los delitos?

Beccaria afirma que los delitos pueden evitarse mediante el fomento la ciencia y la
educación, la cual conducirá a las personas a la razón. Esto es así ya que los
delincuentes son vistos por el autor como individuos irracionales, los cuales quiebran
el acuerdo social.

Por otro lado, si las personas virtuosas son aquellas que cumplen las leyes, es
necesario premiar esa virtud para que éstas contemplen los beneficios de una vida
sin crimen.

Además, sería necesario aumentar el número de magistrados disponibles para


realizar tareas judiciales, debiendo estos conocer las leyes para aplicarlas
correctamente.

3.5. Cárcel

Para el autor, la cárcel es un medio para aplicar lo que ahora conocemos como
prisión preventiva, es decir, que es un lugar pensado para que el individuo sometido
a juicio permanezca hasta el momento en el que se dicta la sentencia. Solo podría ser

12
utilizada como pena para evitar la fuga del imputado o cuando exista la certeza de que
el individuo atentará otra vez.

4. El poder y el control social

Ya hemos visto y entendemos, entonces, los conceptos básicos de Estado y de cómo


se conforman: los individuos están unidos en sociedad para ceder un “trozo” de su
libertad, a cambio de una seguridad que proteja sus bienes (llámese vida, libertad,
propiedad, etc.). Para llevar a cabo esta tarea se conforma un Estado, compuesto por
diferentes poderes, como es en nuestro caso, siendo el legislativo el encargado de
crear leyes y el judicial el encargado de “hacerlas cumplir”.

Entonces, por simple deducción, diremos que el Estado tiene poder sobre los
ciudadanos. Esta entidad tiene el poder de hacer ciertas cosas que nosotros no somos
capaces: como gobernar, legislar y, un concepto que veremos mucho en este
apartado, castigar.

Solo el Estado es capaz de castigar a los individuos que quebrantan las leyes, aunque
no siempre lo ha hecho de la misma manera: durante el Siglo XVII y hasta la primera
mitad del SXVIII los castigos implementados para ciertos delitos era de suplicio, es
decir, que el castigo era ejercido mediante lesiones físicas. Sin embargo, la irrupción
del iluminismo en la segunda mitad del Siglo XVIII impacto en el desarrollo intelectual
de la época en torno a las leyes, preocupándose no tanto por el sufrimiento de los
individuos condenados, sino más bien enfocados en establecer los límites del derecho
penal.

Es entonces que comienza a plantearse esta reforma y reorganización del derecho,


impulsado por diversos autores, entre los que destacaron Beccaria y Bentham. Esta
reelaboración teórica del derecho se centrará:

 En primer lugar (y como principio fundamental), se establece que el delito o la


infracción no debe tener relación alguna como una falta moral o religiosa
(un pecado), puesto que existen conductas “pecaminosas” que no constituyen
delitos penales.
 En segundo lugar, la ley debe ser redactada para representar lo que es útil
para la sociedad. Esto quiere decir, que debe definir aquellas conductas que
son objeto de ser reprimibles, sin involucrar en ningún punto conceptos
religiosos.

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 Como tercer eje, se debe definir de manera clara y simple el concepto de
crimen, puesto que ya no es considerado un pecado o una falta. Se
conceptualiza así al crimen como una conducta que damnifica a la
sociedad.
 Seguidamente, y relacionado con lo anterior, corresponde definir nuevamente
al criminal: si sabemos que el crimen, de ahora en más, es definido como una
conducta que perjudica y daña al conjunto social, un criminal será un enemigo
social o un enemigo interno.

Con todas esta redefiniciones de conceptos y nuevas perspectivas teóricas de la ley


penal, surge una nueva cuestión: ¿Cómo se debe reaccionar frente a un hecho
delictivo? El castigo a imponer ya no tendrá como eje la venganza para lograr la
redención de un pecado, sino que los castigos impuestos por el sistema penal deberán
permitir el pago del daño que fue infringido al tejido social, con la intención de
repararlo e impedir que se cometan nuevos actos dañinos.

Con todo esto en mente, Foucault (1978) explica que los teóricos de la época llegaron
a plantear cuatro tipos diferentes de castigo:

 La afirmación: en la cual se identifica a la persona que ha cometido un delito


como propicia de ser desterrada o expulsada, puesto que ya no esta de
acuerdo con lo acordado con los demás miembros de la sociedad sobre lo que
constituye una conducta dañina para la misma.
 La exclusión: aunque similar a la afirmación, en este caso el individuo es
repudiado y excluido por el conjunto social, tratándolo como un paria, pero sin
ser desterrado.
 La reparación del daño: según la cual la mejor manera para reparar el daño
causado al pacto social es mediante la implementación del trabajo forzado.
 Asegurarse de que el individuo no vuelva a cometer crímenes: esto se logra
mediante la aplicación de la “Ley del Talión”, castigando con muerte a quien a
causado muerte.

Sin embargo, todos estos progresos teóricos en relación con el funcionamiento del
sistema penal comenzaran a presentar una desviación a principios del Siglo XIX,
apartándose de su objetivo de utilidad social y enfocándose en el individuo infractor,
de esta manera, la penalidad de esta época no centrará ya e la defensa general de la
población, sino en controlar y reformar psicológicamente el comportamiento de

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las personas. El problema con esto es que no se trata de actuar ante una persona
criminal, se trata de controlar lo que los individuos pueden llegar a hacer o lo que
están a punto de hacer, sin haber llegado a ejecutar acto delictivo alguno.

Nace entonces, durante la primera mitad del Siglo XIX la conocida noción de
peligrosidad, para la cual un individuo es juzgado y observado en torno a sus
pensamiento y actitudes (virtualidades) y no de sus actos11. Ya no se trata de que
existan infracciones efectivas a las leyes, sino de las desviaciones que los individuos
muestran en su comportamiento.

De esta manera, hace falta realizar un control “individual” de cada persona para
estudiar su comportamiento o dirigirlo, señalando en el camino a aquellas
consideradas “peligrosas”. Pero esta tarea no puede ser realizadas por la justicia, sino
que depende de una serie de poderes laterales, traducidos en una maquinaria de
instituciones. Estas pueden existir de varias maneras, presentándose principalmente
las de vigilancia (como, por ejemplo, la policía) y las de corrección (como los asilos,
las instituciones psicológicas, medicas o psiquiátricas), Se da paso, así, a la edad del
control social y a la sociedad disciplinaria.

En este tipo de sociedades (como la que estamos inmersos, paradójicamente,


actualmente) nuestras conductas son vigiladas constantemente y desde muy
pequeños: la familia nos enseña lo que es útil socialmente, generalmente nos enseña
a permanecer dentro del parámetro de normalidad establecido; después crecemos,
ingresamos al sistema educativo, dentro del cual nos dictan conocimientos y
conductas productivas para la sociedad; posteriormente, egresaremos de la escuela e
ingresaremos al merado laboral (“la fábrica”, como lo menciona Foucault), para el cual
debemos presentarnos productivos y seguir las normas, los horarios de ingreso, los
egresos, etc. En ningún momento quedamos por fuera de la mirada del sistema, la
vigilancia es individual y continua: vayamos a donde vayamos siempre tendremos
sobre nosotros el peso ser “productivos”, “normales”, “bien portados”.

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Puede observarse una relación con lo que en el campo del derecho se denomina “derecho
penal de autor”, en el cual un individuo es juzgado en torno a sus actitudes y sus
características personales, y no de sus actos. El concepto contrario a este se denomina
“derecho penal de acto”, para el cual solo se ejerce la ley penal sobre personas que hayan
cometido actos delictivos, independientemente de sus características individuales.

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Y es para graficar esta idea que Foucault hace uso del concepto del panóptico: este
hace referencia a una figura arquitectónica diseñada por Jeremy Bentham12, siendo
esta un edificio con forma de anillos, en el medio del cual se encontraba un patio, que
poseía una torre en el centro. Este anillo se encontraría dividido en celdas pequeñas,
las cuales dan al interior y al exterior, impidiendo que existan puntos de sombra dentro
de la misma. Dentro de la torre céntrica se encontraría un vigilante o un grupo de
vigilantes que observarían, entre postigos semicerrados, a todas las celdas que
componen el edificio, pudiendo observar a las personas allí alojadas impidiendo, a su
vez, que estas vean al vigilante. Dentro de esta institución “no hay indagación, sino
vigilancia” (Foucault; 1978).

Se convierte entonces, en una analogía


perfecta para el concepto que plantea el
autor: vivimos en una sociedad
panóptica, en la cual somos vigilados
constantemente (como vimos
anteriormente) sin poder ver a quien nos
vigila, puesto que el Estado relega esta
tarea a tal punto que se hace casi
imposible identificar a quien nos controla,
puesto que tenemos naturalizadas estas
conductas. Esta es la forma en el que el
Estado aplica su poder, no presentándose
directamente ante nosotros para Ilustración 2. Ilustración del modelo edilicio del
reprimirnos, sino de manera sutil, Panóptico.

haciendo que muchas veces los individuos se vigilen entre sí. Esto es lo que Foucault
llamaría “economía del poder” o “microfísica de poder”.

Encontramos así, luego de haber visto todo lo anterior, el punto de partida de la


criminología moderna, la cual tomó como objeto de estudio al individuo, a fin de
detectar su peligrosidad y su anormalidad.

12
Jeremy Bentham fue un conocido filosofo, economista y jurista, nacido en el año 1748 en
Londres. Es reconocido por muchos historiadores como el padre del utilitarismo moderno.

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