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Por supuesto, supone también lograr que esta cruzada, trascienda del impacto
público hacia la reflexión objetiva, que debe traducirse finalmente en una
actitud ética, definida, en una tarea incondicional asumida por todos estos
actores, respecto del futuro del país.
En ese sentido, una reflexión ética y de valores, a gran escala, debe tomar en
cuenta criterios de realismo y humanidad. Los valores deben expresarse en
ideales y aspiraciones concretas, con sentido para una gran mayoría, pero
sobre todo, basarse en un principio de realidad absoluta: si esos principios
rectores no calan, deberá pasarse a otros, que sí alcancen esta aceptación
pública, este entendimiento y aceptación que sí podemos concretar en
acuerdos de conductas y hechos verificables.
CORRUPCION EN EL PERU
CAUSAS
EFECTOS
Así mismo, algunos estudios econométricos nos indican que existe una
“correlación
negativa entre crecimiento y altos niveles de corrupción”, lo que significa
que a mayores niveles de corrupción menores serán los índices de
crecimiento económico de un país.
Como bien señala Díez Picazo, “es cierto que los gobernantes no encarnan
el Estado en su conjunto y es asimismo cierto que concretos casos de
criminalidad gubernativa no convierten al Estado en una organización
criminal; pero es incuestionablemente cierto que los gobernantes son
órganos del Estado, y sobre todo que representan la imagen visible del
mismo. La conclusión es evidente: la criminalidad gubernativa tiende a
difuminar la ecuación entre Estado y legalidad y, por consiguiente, tiende
a deslegitimar el Estado ante los ciudadanos”
EXPERIENCIAS COMPARADAS
otorga tipos de cambio preferencial, por ejemplo, no ofrece espacios para la corrupción.
Un ejemplo típico lo ofrece el primer Gobierno del presidente García: subsidios, tipos
Sin embargo, no quiero decir con ello que la ausencia del Estado en todos los sectores
también existen riesgos de que la corrupción se traslade al sector privado, sobre todo
Pero la transparencia en la actuación administrativa no sólo debe estar expuesta por los
mecanismos contables o denuncias internas dentro de la administración pública. Esta
transparencia sobre todo debe ser permanentemente fiscalizada por la sociedad civil
organizada, y en especial por la prensa de investigación. La lógica de la democracia y del
Estado de derecho debe materializarse en estos mecanismos de control que se practican desde
un ejercicio libre de la prensa. ¡Cuántas transacciones corruptas permanecieron en la
oscuridad debido a una prensa que en su mayoría renunció a su trabajo de crítica a la gestión
pública del régimen! Cuestión escandalosa resultó ser la forma en que los medios de
comunicación más importantes sujetaron su capacidad de fiscalización a los lineamientos del
régimen fujimorista.
En el ámbito del servicio civil se han sugerido una serie de reformas y modificaciones.
En primer término se asume la necesidad de contar con los agentes técnicamente más
capaces, pero a la vez honestos y confiables. Esto último aunque conlleve un cierto grado de
destinación de cierta capacidad técnica. El profesor Kirtgaard nos informa ya de la existencia
en el medio de pruebas psicológicas para investigar la honestidad, que han dado buenos
resultados en predecir la “integridad de la persona en el puesto”
Por otro lado, se sugiere en este campo la rotación de personal, a fin de evitar la formación de
connivencias y arreglos entre “colegas” en un distorsionado espíritu de cuerpo.
PROÉTICA
Considerada como una de las mediciones más relevantes sobre corrupción en el Perú,la
Encuesta Nacional sobre Percepciones de la Corrupción de Proética recoge desde el año 2002
las opiniones, actitudes y experiencias de la ciudadanía ante la corrupción.
Desde el 2002, Ipsos APOYO viene realizando, por encargo de Proética, la Encuesta Nacional
sobre Corrupción.
En el gobierno de Ollanta Humala, los casos más mediáticos han sido el escándalo del ex-
primer vicepresidente, Omar Chehade, quien supuestamente fue visto en un restaurante
negociando con militares un trato que favorecía a un grupo empresarial; y los escándalos de
los congresistas ‘Comeoro’, bautizado así por estar involucrado con la minería informal, y
‘Robacable’, quién debe su apelativo a un negocio ilegal de distribución de señal de cable.
Además de estos temas de corrupción, otros problemas han afectado al país en los últimos
meses, entre ellos, los conflictos sociales por temas medioambientales relacionados a la
minería (caso Conga) y la crisis en el VRAE por ejemplo, los cuales ocurrieron durante el
trabajo de campo de esta Séptima Encuesta Nacional sobre Corrupción.
La última encuesta de percepción ciudadana sobre corrupción, del año 2015, fue
presentada por PROÉTICA el 9 de diciembre último. Este importante instrumento de
análisis, arroja resultados sin duda muy interesantes toda vez que, no obstante
mantenerse en términos sustantivos las tendencias evidenciadas en las encuestas
anteriores, permiten apreciar sin embargo algunas diferencias o particularidades que la
distinguen de aquellas. Así, cabe destacar por ejemplo que, si bien se reitera la percepción
de que los dos problemas más graves que afronta el Perú son la delincuencia (62%) y la
corrupción (46%) - todos los demás, aparecen bastante distantes- la brecha entre ambos
tiende a acortarse.
En efecto, el hecho de que el nivel de percepción de la delincuencia arroje un punto menos
respecto de la anterior encuesta, publicada el año 2013, y suba en cambio dos puntos el
de la corrupción, parece anunciar, finalmente, un progresivo entendimiento acerca del
grado de vinculación existente entre ambos temas. De esta manera, aun cuando tales
variaciones resultan todavía menores, lo cierto es que terminan acortando en tres puntos
porcentuales la distancia que separaba estas dos problemáticas. En consecuencia, los 19
puntos de diferencia respecto del año 2013, se reducen a 16 el 2015, ofreciendo una
alentadora señal en la perspectiva de advertir la directa relación existente entre mayor
corrupción y mayor criminalidad.
Lo dicho se sustenta además en la percepción ciudadana de que la corrupción sigue
aumentando en nuestro país y que este incremento ha sido sostenido durante los últimos 5
años. En definitiva, la encuesta pone en evidencia que cerca de un 80% de peruanos y
peruanas, 4 de cada 5, piensa de esta manera, lo que corresponde al sombrío pronóstico
que arroja la respuesta a la interrogante referida a si este fenómeno seguirá o no en
aumento, durante los próximos 5 años. Esta última pregunta ha sido respondida
afirmativamente por un 53 % de los encuestados, en tanto que otro 27% opinó que el nivel
de la corrupción seguirá igual, con lo que la visión pesimista alcanza al 80%.
Pero quizá el dato más interesante y que brinda mayor soporte a las afirmaciones
anteriores es que, por primera vez, los partidos políticos aparecen en un cuarto lugar en el
ranking de las instituciones más corruptas en el país. Dato relevante, si consideramos que
estas organizaciones aparecen ahora inmediatamente después de las tres que
“tradicionalmente”, desde que PROÉTICA comenzó a publicar sus encuestas el año 2002,
han disputado los tres primeros lugares: El Poder Judicial (7 de las nueve encuestas), el
Congreso de la República y la Policía Nacional. Sorprende incluso que la posición en la
que resultan ahora ubicados los partidos políticos, los coloca a considerable distancia del
Gobierno Central, relegado a un séptimo puesto, nada menos que 14 puntos por debajo.
Destacamos entonces que la población no solamente ha comenzado a percibir los
indudables nexos que existen entre corrupción y criminalidad, sino la manera en que la
primera viene permeando a los partidos políticos, configurándose un escenario en el que, a
través de estas organizaciones, se produce un efecto corrosivo sobre las instituciones del
Estado peruano, cuya actuación termina mediatizada o instrumentalizada en favor de
intereses subalternos, cuando no directamente ligados al fortalecimiento de la criminalidad
organizada.