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Curso Virtual

Violencia Sexual contra Niñas, Niños y Adolescentes

Módulo 2 - Clase 1: Detección de los casos


Objetivos
Desarrollar competencias para la detección de situaciones de Violencia Sexual contra niñas, niños y
adolescentes.

Contenido
Objetivos .......................................................................................................................................1
Introducción ..................................................................................................................................2
Ámbitos propicios para la detección ..............................................................................................2
Indicadores para la detección ........................................................................................................4
El develamiento .............................................................................................................................4
El relato .........................................................................................................................................4
Características del relato en situaciones especiales ...................................................................6

Enfoques revictimizantes ...............................................................................................................7


Indicadores psico-fisio-emocionales de violencia sexual.................................................................8
¿A qué llamamos efecto traumático? ........................................................................................8

Estrategias de supervivencia y efectos traumáticos ........................................................................9


La disociación ............................................................................................................................9
Trastornos de la memoria ...................................................................................................... 10
Ideas y conductas autolesivas................................................................................................. 11
Conductas sexuales problemáticas y trastornos vinculados a la sexualidad ............................ 12
Otras consecuencias observables de orden emocional, cognitivo y fisiológico ....................... 13
Indicadores físicos de violencia sexual..........................................................................................16
A modo de síntesis.......................................................................................................................18

1
Introducción
Los actos de violencia interpersonal, especialmente los que ocurren en las relaciones familiares o
sociales (como sucede frecuentemente en la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes)
constituyen eventos con alta potencialidad traumátogénica que suelen desencadenar una variedad
de efectos físicos, emocionales y, en consecuencia, también sociales.
La comprensión y el abordaje socio-sanitario de las personas afectadas requieren conocer y
reconocer cómo impacta sobre la salud el hecho de crecer en un entorno violento, cuál es la
respuesta psico-neuro-fisiológica que se desencadena y cuáles son sus consecuencias a corto,
mediano y largo plazo.

Ámbitos propicios para la detección


Los equipos de salud desempeñan un papel esencial en la detección de todo tipo de violencias,
incluida la sexual a través de sus efectores, tanto del ámbito público como privado, ya sea en los
controles programados o en las consultas a demanda espontánea.

Cada contacto de una niña, niño o adolescente con el Sistema de


Salud, cualquiera sea el ámbito o la especialidad (consultorios
clínicos, vacunatorios, consultorios de psicología, servicio social,
odontología, fonoaudiología, psicopedagogía, terapia ocupacio-
nal, enfermería, espacios de promoción de la salud, etc.) es una
oportunidad para generar un vínculo empático, ejercitar la
escucha, dar pautas acerca del cuidado y respeto del cuerpo, así
como para detectar violencia sexual.

También otros dispositivos, programas o estrategias pueden ser apropiados para detectar vulnera-
ciones de derechos y para desarrollar tareas de cuidado de la salud de niñas, niños y adolescentes:
 conversaciones con familiares, amigos, vecinos, etc.;
 centros comunitarios de escucha, orientación y acompañamiento;
 organizaciones comunitarias;
 establecimientos educativos;
 dependencias gubernamentales vinculadas al tema (oficinas de violencia doméstica; organismos
dedicados a la mujer, la juventud, de desarrollo social, niñez, adolescencia y familia);
 comisarías u otras dependencias policiales;
 entidades religiosas;
 dependencias del Poder Judicial.

2
Si bien en situaciones como las arriba mencionadas a veces el develamiento “surge”, mientras que
otras veces está latente debido a algunas características propias de la violencia sexual (como el
ocultamiento, las amenazas, la coacción, el sentimiento de vergüenza, el miedo).

Quien toma conocimiento de un caso de violencia sexual


contra una niña, un niño o un adolescente no siempre
ni necesariamente es un especialista en el tema.

En ocasiones, los familiares o cuidadores de las niñas, niños o adolescentes afectados por un caso de
violencia sexual pueden buscar ayuda en un profesional de salud (durante una internación por salud
mental o por una consulta, programada o no, por cualquier motivo). Pero también pueden recurrir a
un maestro, a auxiliares de la escuela o a las maestras hospitalarias durante una internación. Esa
persona puede ser la única a la que se dirijan para contar lo que están viviendo. Nadie necesita
transformarse en “experto”. Sólo debe saber que su papel –el de generar las posibilidades para la
atención– siempre tendrá, en sí mismo, un efecto reparador.

Para ver spot del Ministerio Público


Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires
(2020),
Ctrl+clic sobre la imagen
(o bien pegue:
https://tinyurl.com/y69foxs6
en una nueva pestaña del
navegador).

Esta gran variedad de escenarios multiplica las oportunidades para el abordaje pero, al mismo
tiempo, lo vuelve más complejo.
 Algunas veces la Justicia solicita al sistema de Salud –a un efector en particular–, la realización de
un examen clínico o ginecológico a una niña, niño o adolescente, en el marco de una causa penal.
 Otras veces, las posibles situaciones de violencia sexual surgen en la Guardia, o en un
Consultorio, bajo la forma de urgencias o de indicadores altamente compatibles con un caso de
violencia sexual.

La constatación o la sola posibilidad de una situación de este tipo


impactan de manera especial sobre los profesionales de la salud,
quienes deben desplegar una serie de herramientas para abordar
la situación, sin quedar atrapados por el horror generado por la
sospecha o la constatación de que una niña, niño o adolescente
están siendo vulnerados de esa manera.
3
Indicadores para la detección
Los indicadores son señales que comprenden el conjunto de signos, síntomas y manifestaciones
quepermiten obtener información relevante y significativa sobre la posibilidad de ocurrencia de una
situación de violencia sexual.
Algunos indicadores físicos o psicológicos, resultan altamente compatibles con la posibilidad de
que la niña niño o adolescente sea víctima de violencia sexual, y permiten elaborar una sospecha
fundada sobre su ocurrencia.
Otros indicadores, de baja compatibilidad, pueden remitir a otro tipo de problemas, no necesaria-
mente de violencia sexual. No obstante, es necesario considerarlos como señales de alerta o
complementarias del diagnóstico.

Estos indicadores pueden no estar presentes en los casos de


violencia sexual. Su ausencia no significa que ésta no haya
ocurrido.

El develamiento
Se conoce como develamiento la detección de un caso de
violencia sexual sufrido por una niña, niño o adolescente
–ya se trate de un hecho único o de varios–.
Puede tener lugar en la escuela, en un consultorio, en un centro comunitario o en otro lugar. Puede
ser consecuencia de una revelación intencional o accidental. Puede expresarse a través del relato de
familiares, parejas, testigos o de la misma víctima. En este último caso, la manifestación puede no
ser necesariamente verbal o explícita y producirse a través de otros medios de expresión, o bien en
el campo actitudinal. El develamiento también se puede producir a raíz de indicadores físicos
específicos.

El relato
Es importante que quien toma conocimiento de un hecho de violencia sexual contra una niña, niño
o adolescente tenga la capacidad de habilitar o procurar espacios de escucha, ya que la víctima ha
decidido confiarle una situación silenciada hasta el momento.
El espacio físico en el cual se atenderá a la niña, niño o adolescente merece especial atención.
Deberá ser adecuado para que respete los criterios de privacidad (visual y auditiva) y de
confidencialidad.

4
Durante el relato no deben producirse interrupciones. La protección de la información debe estar
garantizada, se debe explicitar claramente que todo lo que allí ocurra forma parte del secreto
profesional.
Es recomendable hacer una escucha atenta, que transmita interés por el interlocutor; que favorezca
la expresión espontánea, en un espacio adecuado.
Es conveniente que la persona en que el niño, la niña o adolescente ha depositado su confianza,
lo/la acompañe hasta los servicios o equipos idóneos, sin desconocer que la persona agresora
puede ser la misma que lo acompaña en ese momento.
Se debe partir de la presunción de que el relato de la niña,
niño o adolescente es verdadero.
La detección de un caso de violencia sexual depende de escuchar
para saber qué pasó. Difícilmente un niño o niña podrían
generar los contenidos de una situación de violencia sexual si no
la hubieran vivido o no hubieran sido testigos directos.
La cultura patriarcal en que nos encontramos inmersos se caracteriza, entre otros rasgos, por la
desacreditación de los relatos en relación con el género de quien habla y la generación a que
pertenece. Así, un hecho narrado resulta menos creíble cuanto menor sea la edad de quien los
origina y si la persona que relata es mujer.
En muchos –e inclusive entre las mujeres– han calado prejuicios patriarcales acerca de que las
mujeres pueden estar mintiendo (sobre todo las madres); de que si se quejan o denuncian son
problemáticas, exageradas ; o se tiende a dar más crédito a la postura sostenida por un varón.
A tal punto que deberíamos preguntarnos: –¿Toda persona, en el Patriarcado, está en igualdad de
condiciones para que su palabra sea escuchada y creída? La respuesta es NO. De hecho en las
declaraciones realizadas en la cámara Gesell, se aplica la prueba de credibilidad al relato de niñas o
niños –partiendo del supuesto de que pueden mentir–, medida que no se aplica para los varones
adultos.
Si el relato es recibido en un ambiente de desconfianza, hostil y revictimizador, puede surgir la
retractación como estrategia de supervivencia de la víctima.
Por otra parte, las niñas, niños y adolescentes, con frecuencia, callan: por la afectación traumática,
por falta de recursos para expresar lo inexpresable, por miedo, culpa, impotencia, desvalimiento,
vergüenza, o bien a causa de la disociación frente a lo traumático. Suelen experimentar un trauma
peculiar y característico de este tipo de casos: se sienten cómplices, impotentes, humillados y
estigmatizados… (UNICEF, 2016)
Por ello, será fundamental que la persona adulta de confianza que ellas o ellos elijan para hablar del
tema les escuche de manera atenta, sin intervenir ni interrumpir el relato, sin señalar contradiccio-

5
nes ni forzar palabras o ideas no dichas, respetando las lagunas, brindando contención y transmi-
tiendo la seguridad de que su palabra es creída. De ello dependerá que el proceso pueda avanzar.
La dificultad de escuchar o de creer en los dichos, podría confirmar en la víctima la idea de que
haber hablado fue un error, o hacerle dudar de su propia percepción. Es necesario que quien
escucha transmita que fue muy importante hablar, que buscarán y encontrarán protección y
cuidado, sin prometer cosas que no es posible cumplir (por ej. que lo llevará a vivir con él o con
ella). La construcción de confianza es fundamental en un mundo en el que de quienes se debería
recibir cuidado se recibe avasallamiento y violencia.
Los equipos de salud deben buscar reducir al mínimo el trauma y toda dificultad adicional para las
niñas, niños y adolescentes que revelan un hecho de violencia sexual.

Características del relato en situaciones especiales


En el caso de las niñas, niños y adolescentes con discapacidad, con limitaciones en la comunicación
o comprensión, los actos de violencia sexual que padecieron pueden develarse de maneras
diferentes. Por ejemplo, a través de cambios en la conducta.
Es importante señalar que, al igual que en cualquier otro caso similar, se debe presuponer la
veracidad del relato. Las niñas, niños y adolescentes con discapacidad enfrentan múltiples
situaciones de discriminación, no sólo por motivos de género, sociales, culturales, sino a causa de la
discapacidad. A veces, la errónea idea de que por tener alguna discapacidad no pueden comprender
obstruye las necesarias intervenciones desde el equipo de salud.
Muchos de ellos dependen de sus cuidadores para la realización de actividades básicas de la vida
diaria como comunicarse, higienizarse, comer. Los equipos de atención, por su parte, suelen
reforzar esta situación de dependencia toda vez que se comunican directa y exclusivamente con el
familiar a cargo, sin generar instancias de comunación directa con la niña, niño o adolescente.

Teniendo en cuenta que muchas de las situaciones de violencia


se dan en el ámbito doméstico, es imprescindible que el equipo
de salud:
- reconozca la competencia de estas niñas, niños o adolescentes
para comprender las situaciones que les conciernen, y
- asegure todos los medios para adecuar la comunicación,
garantizando ámbitos de privacidad y confidencialidad.

El equipo de salud debe conocer las herramientas para asegurar la comunicación accesible: Lengua
de Señas Argentina (LSA), lectura de labios, y también el uso de dibujos, pictogramas, etc. Es
fundamental consultar con la niña, niño o adolescente, su familia, sus docentes y terapeutas cuáles
son las mejores estrategias para facilitar la comunicación.

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Enfoques revictimizantes
El supuesto Síndrome de Alienación Parental (SAP) constituye un discurso altamente victimizador.
Se trata de un fenómeno (conocido en inglés como backlash –contragolpe–) de reacción contra los
avances logrados en materia de violencia de género y violencia sexual contra niñas, niños y
adolescentes. Intenta cuestionar a los profesionales que demuestran la violencia en sus informes.
En la Argentina fue impulsado, a partir del año 2000, por padres violentos con poder económico y
político, cuando detectaron que las denuncias también se podrían realizar contra personas pertene-
cientes a las clases sociales medias y altas.
Este discurso invisibilizador de la violencia sexual, que sus promotores enmarcan en un supuesto o
real conflicto entre progenitores, presenta las siguientes características:
1. Sostiene que los niños mienten, inventan y fabulan. Se duda sobre la verosimilitud de su
relato, aduciendo que fue inducido por la madre.
2. Culpabiliza a las madres, favorece la impunidad de los agresores y silencia a las víctimas
(que resultan objetos, desprovistos de subjetividad, al ser considerados meros
reproductores de lo que dice la madre). Así, desplaza el foco de la atención y la sospecha
de la parte denunciada a la parte denunciante.
3. Persigue a los profesionales que, sobre la base de conocimientos científicos, avanzan en
la detección y abordaje de la violencia sexual.
Este supuesto “síndrome” fue muy bienvenido por algunos sectores –sobre todo por la Justicia
patriarcal–, ya que expresa los enunciados de clase y de género que ésta pregonaba y sigue
pregonando.
El SAP pretende:
 Invalidar la denuncia.
 Convertir a todo denunciante de maltrato en sospechoso.
 Diluir los límites que separan a las víctimas de los victimarios.
 Confundir, citando los pocos casos de violencia contra varones ejercida por mujeres.
 Desacreditar los servicios especializados que la propia ley reconoce.
Richard Gardner (psiquiatra estadounidense y reconocido pedófilo que, luego de escribir 40 libros,
terminó con su propia vida en 2003 y fue el creador de este falso síndrome) proponía
“desprogramar” a las niñas y niños, para lo cual habría que alejarlos de sus madres y “revincularlos”
con sus agresores, amenazando a las mujeres con sanciones judiciales, como multas o cárcel.

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En el marco del SAP, la "revinculación" surge como una
necesidad y una exigencia de quien ejerció la violencia…
…y no de quien la padeció. Promoviendo la distorsión
perceptiva, utilizando el sentimiento de culpa de la víctima y
hasta la negación de la percepción de lo vivido.

Juan Carlos Volnovich, psicoanalista argentino, alerta también acerca de nuevos y falsos ropajes con
los que se pretende encubrir actualmente la gravedad de la violencia sexual contra niñas, niños y
adolescentes. Una de estas máscaras consiste en considerar la pedofilia como una orientación
sexual más, entre otras; es decir, un modo de amor a los niños. Según esta postura, la prohibición
de las relaciones sexuales con este grupo etario sería un resabio de la antigua “moral victoriana”1.
Lo alarmante del caso es que ese discurso empezó a ser sostenido por instituciones que
supuestamente basan sus decisiones en el conocimiento científico.

Es importante aclarar que todos enfoques ignoran el espíritu y la


letra de la Convención sobre los derechos del niño y constituyen
maneras de revictimizar a las niñas, niños y adolescente,
negando sus derechos.

Indicadores psico-fisio-emocionales de violencia sexual


¿A qué llamamos efecto traumático?
El aparato psíquico de cada sujeto tiene la capacidad de procesar todo lo nuevo y hererogéneo que
le ingresa, transformándolo en algo homogéneo al propio aparato. Dicho metafóricamente, las
nuevas vivencias son masticadas, tragadas y metabolizadas, antes de ser agregadas a lo que ya
existía con anterioridad. Esto incluye la posibilidad de olvidar, para luego poder volver a recordar –
ya que sería imposible tener todos los contenidos siempre presentes–.
Cuando una vivencia resultó traumática, no puede ser masticada, tragada, ni digerida. Queda como
un cuerpo extraño atragantado. No se disuelve. Tampoco puede ser olvidada para recordarla luego.
Está siempre presente, provocando una indigestión. Entonces, para poder seguir viviendo, el
aparato psíquico tiene que poner a jugar defensas extremas, ya que es desesperante tener todo el
tiempo presente lo sucedido y sentir que podría volver a ocurrir en cualquier momento. Los
recuerdos traumáticos no logran ser almacenados en los archivos de la memoria y evocados

1 Inclusive grupos de pedófilos, encubiertos como organizaciones del tercer sector, estarían haciendo lobby
para incorporar sus reclamos a la agenda LGTBIQ+ de las Naciones Unidas. Abogan por derogar la ley que
establece una edad mínima para el consentimiento sexual y proponen permitir la pornografía infantil.
(Volnovich JC)

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voluntariamente. Irrumpen de manera intrusiva y desencadenan la respuesta neurofisiológica como
si se los estuvieran reviviendo en tiempo presente.
La especialista estadounidense en el trauma infantil Lenore Terr (1992), describe dos tipos de
incidentes que provocan trauma: los Incidentes de Tipo I, referidos a un suceso único, repentino e
inesperado que puede causar daño, y los Incidentes de Tipo II, que provocan traumas repetidos,
esperados, con exposición reiterada.
La violencia intrafamiliar, en todas sus formas, suele constituir un ejemplo de los incidentes
traumáticos Tipo II cuando existen acciones como el abandono, el maltrato infantil, la tortura y la
violencia sexual. Quien ejerce una relación de dominio avasalla (en una relación asimétrica de
poder) negándole a la víctima (niña, niño o adolescente) la condición de sujeto de derecho.
En ese contexto, una de las defensas que puede desarrollar la víctima es la disociación.

Estrategias de supervivencia y efectos traumáticos


La disociación
Durante los eventos estresantes, la mayor parte de las niñas, niños y adolescentes experimentan
una combinación de hiperactivación, –producto de estar bajo la percepción de amenaza activada
constantemente– y disociación. Las disociaciones son fenómenos de desdoblamiento que
presentan dos manifestaciones:
 La pérdida de la sensación de la identidad propia o despersonalización: la persona vive como si
lo que ocurre no le estuviera sucediendo a ella.

Un relato sin emoción por parte de la víctima pronostica una


evolución de tendencia desfavorable. Por lo mismo, la falta de
emoción al relatar el hecho no debe conducir a subestimar su
impacto en la evaluación postraumática.

 Un trastorno de la memoria que puede manifestarse como amnesia frente a hechos vividos y
que puede arrastrar también al olvido todo aquello que el sujeto vivió en la etapa en la cual se
enmarca la vivencia traumática.
Como se verá más adelante, esta amnesia puede ser generalizada o afectar únicamente algunos
fragmentos temporales. También puede ocurrir que la cronología de los relatos se vea alterada.
 Es frecuente que luego aparezcan ataques de ira o furia incomprensibles y fuera de contexto,
que expresan la extrema excitabilidad del estado hiperalerta.
 La “disociación” se trata del desacople del que hablan los investigadores y clínicos cuando el
pensar, el sentir y el actuar no están necesariamente integrados.

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Tanto los fenómenos disociativos como los de
despersonalización, que dan cuenta de las alteraciones de la
atención y la conciencia, son confundidos muchas veces con
síntomas psicóticos y tratados como tales cuando, en realidad,
responden a defensas aprendidas frente a vivencias crónicas
amenazantes.

Cuando los incidentes de violencia son reiterados, la persona queda atrapada en un entorno que
resulta constantemente amenazador, en el quizás permanezca durante años; así, permanece
expuesta a reiterados actos de violencia. Se instala entonces una vivencia de inescapabilidad o sin
salida, descripta como uno de los factores críticos que desencadenan el trauma. El mundo se torna
un lugar incierto y peligroso: no hay ámbito seguro al cual retornar.
La disociación, entonces, funciona como una desconexión que les permite –virtualmente– sortear
esa vivencia de inescapabilidad, como una suerte de escape mental. Tiende a crear un sentido
distorsionado del tiempo y de los sentimientos, como si lo que sucediera no fuese real,
disminuyendo la sensación de dolor psíquico.
La disociación se muestra muy claramente en el primer capítulo de la miniserie
Inconcebible (Unbelievable. Netflix, 2019) donde la protagonista, al volver a
atravesar una vivencia traumática, se escapa mentalmente viéndose a sí misma
en un entorno placentero.
Quien aprendió a lidiar con sus emociones a través de la disociación –o a desconectarse– difícilmente
haya aprendido a modularlas. La alteración en la modulación de los afectos y los impulsos se
encuentra presente en todos los pacientes con este tipo de padecimientos.

Trastornos de la memoria
La cancelación de los propios recuerdos como defensa mental
(que permite huir de la escena a través de la disociación) tiende
a transformarse en un síntoma indicador del padecimiento.
En los momentos de disociación, los archivos de la memoria
quedan casi vacíos y se convierten en retazos inconexos, con
formas sensoriales difíciles de articular en un relato hecho de
palabras.

Se reconoce que el trauma puede conducir a extremos de retención y olvido: las vivencias
aterrorizantes pueden ser recordadas con viveza extrema o bien resistirse totalmente a la integra-
ción en la memoria. Los individuos traumatizados pueden presentar una combinación de ambos
aspectos.

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El trauma puede afectar una variedad amplia de las funciones de la memoria: ocasionar su
debilitamiento global, provocar amnesia traumática, generar un proceso disociativo y afectar la
organización sensorio-motora.
Los recuerdos ligados a lo traumático suelen ser codificados de una manera diferente de los
acontecimientos ordinarios, ya sea debido a alteraciones en el foco de atención o a que el extremo
despertar emocional interfiere con las funciones de ciertos núcleos. Se pierde la posibilidad de
almacenar esa información y enviarla al archivo de la memoria al que se tiene acceso voluntario.
Entonces la persona queda inerme frente a la irrupción de retazos de vivencias ligadas al trauma,
que aparecen en cualquier momento con la intensidad del tiempo presente: –No lo estoy
recordando, lo estoy reviviendo –declaran algunas víctimas. De esa forma, se desencadena una
respuesta neurofisiológica, como si el evento sucediera en el presente.
No todas las amnesias traumáticas tienen la misma intensidad. Existen diferencias y gradaciones. La
violencia sexual en la niñez, el ser testigo de la violencia y la exposición al combate tienen el nivel de
incidencia más alto.
Las amnesias traumáticas son proporcionales a la edad (es decir al grado de constitución del aparato
psíquico), a la intensidad del trauma y a la protección que ofrece el ambiente inmediato, entre otros
factores Cuanto menor es la edad y mayor la exposición al acontecimiento disruptivo, mayor será
también la probabilidad de que se produzca una amnesia significativa.

ATENCIÓN: El hecho de que la víctima no pueda recordar


aspectos de un hecho no es indicio de que no haya sucedido.
Esta amnesia puede ser utilizada por el victimario para intentar
negar la percepción de la víctima, o por las instituciones cuando
su funcionamiento revictimiza.
Sería incorrecto afirmar que la memoria traumática actúa selectivamente. Lo que ocurre es que el
olvido es un intento fallido de olvidar –fallido porque el cuerpo tiene memoria–. No sólo quedan
borrados, borrosos o totalmente ausentes los eventos que desencadenaron el trauma; también,
como se explicó antes, puede perderse el recuerdo de otros hechos vividos durante esa etapa.
Cuando la violencia sexual es ejercida por alguien querido o cercano, resulta particularmente
intolerable el comprobar que la persona de quien debería recibirse amor y cuidado es la misma que
lastima y daña. Se genera así una suerte de estado de confusión.

Ideas y conductas autolesivas


En la desesperada búsqueda por aliviar sentimientos y sensaciones intolerables –que, por
momentos, desestructuran psico-fisiológicamente– se descubre que pueden ser bloqueados o
neutralizados al provocarse una injuria mayor al cuerpo (por ejemplo, la violencia autoinfligida).

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A nivel mundial, entre quienes padecieron violencia física se registran tasas de
intento de suicidio tres veces más altas que en la población general.
Entre quienes padecieron violencia sexual, dicha tasa es cinco veces mayor.
Y hasta diez veces mayor en los varones avasallados y violentados sexualmente.

Son frecuentes, sobre todo en adolescentes, los incidentes de autolesión (como los cortes en la piel)
resultan del intento de huir del dolor psíquico por medio de la provocación de un dolor físico que
pase a primer plano.
La pérdida de creencias fundantes, el sinsentido de la vida y la necesidad de calmar estos sentimientos
y sensaciones conducen a un aumento de intentos de suicidio que, muchas veces, en la adolescencia
no constituyen un verdadero deseo de muerte sino una necesidad de que cese el padecimiento.

Resulta vital que cualquier profesional de la salud que recibe


uno de estos casos indague sobre posibles situaciones de
violencia sexual en el pasado.

Conductas sexuales problemáticas


y trastornos vinculados a la sexualidad
Las conductas sexuales problemáticas derivadas de la exposición a la violencia sexual pueden
aproximarse a dos polos:
 Un polo transgresor, cuando violentan los límites sociales e interpersonales. (Ej. espiar a otros
niños o niñas en el baño, tocar partes de otros o mostrar gran interés por la pornografía).
 Un polo restrictivo, cuando limitan la exploración y el aprendizaje. (Ej. rechazar con aversión
hablar de sexualidad con figuras cercanas, vergüenza para conversar del tema, mantener ideas
rígidas homofóbicas o machistas sobre la sexualidad).

Sería tan relevante que una niña o niño manifestaran


conocimientos precoces no esperados para su edad, como que
evidenciaran desconocimiento de cuestiones básicas para su
etapa de desarrollo.

Con respecto al largo plazo, en las adolescentes mujeres que padecieron violencia sexual en su
infancia, a partir de una investigación2 se observa una imposibilidad de interesarse por el propio
cuerpo sexuado genitalmente. Esto puede manifestarse tanto en ofrecer su cuerpo para el goce del
partenaire, cuerpo anestesiado al placer y al juego sexual subjetivante, como en una inhibición
marcada al juego sexual y a sentir placer en vínculos con pares.

2
Franco A., Toporosi S. y equipo, UBACyT Fac. Psicología 2011-2013,

12
La metamorfosis corporal –especialmente de los genitales– y la aparición de los caracteres sexuales
secundarios en la pubertad exigen un trabajo psíquico de reconocimiento y apropiación subjetiva
del nuevo cuerpo. Para ello es necesario desinteresarse por el cuerpo infantil (desinvestirlo
libidinalmente) y por los padres de la infancia, y cargar de interés (investir libidinalmente) el cuerpo
púber. Es un trabajo que se realiza a partir de la identificación con los pares especialmente del
mismo sexo –primer enamoramiento, lo llamará Gutton Ph. (1993)– con la amiga o amigo íntimo,
con quien explorará sus potencialidades sexuales.
Es interesándose por el cuerpo púber del/la par y sintiéndose identificado con él o ella, como el
púber aceptará los cambios de su propio cuerpo. Y es por medio de la mirada deseante del
partenaire como arribará a elegir a alguien del afuera familiar como objeto sexual. Para que ello
ocurra, es necesario que los adultos significativos puedan alejarse, manteniendo la distancia física
necesaria para evitar el peligro del incesto.
Si la adolescente padeció violencia sexual –especialmente si dicha violencia fue cometida por una
persona de su entorno afectivo o familiar– toda mirada deseante del o de la par, al ligarse a la
mirada de la persona agresora, arrasará con lo placentero del cuerpo, de la sexualidad y del
encuentro con el otro u otra. Esto implica que la adolescente se sentirá probablemente imposibilitada
de procesar todos estos trabajos tan necesarios en esta etapa y, muchas veces, tenderá al aislamiento
social.

Otras consecuencias observables


de orden emocional, cognitivo y fisiológico
En las niñas, niños y adolescentes se manifiestan otros síntomas en relación con la incertidumbre, la
confiabilidad y la predictibilidad del mundo.
Experimentan problemas con los límites, sensaciones de desconfianza y sospecha, y un habitual
aislamiento social. También, dificultad para sentir empatía con los estados emocionales de otras
personas y para establecer alianzas interpersonales. La incapacidad de confiar, la propia
revictimización y la victimización de otros son constantes. (Este tema será profundizado en el
Módulo 3).
Pueden presentar dificultades en la auto-regulación de los afectos y emociones, tanto para
describir sentimientos y experiencias internas como para reconocer y especificar estados emocionales
(comunicar deseos o desagrados). Por esta razón, pequeños estímulos pueden desencadenar
reacciones desproporcionadas.
En cuanto al área cognitiva, la percepción continua de amenaza genera un aumento de la atención
involuntaria a expensas de la voluntaria, lo que también contribuye a perturbar el procesamiento de
la información, a disminuir la concentración y a las mencionadas alteraciones en los procesos de la
memoria.
Como consecuencia de las dificultades para sostener la constancia, para planificar y anticipar,
aparecen también inconvenientes en el aprendizaje y en el desarrollo del lenguaje.

13
Al mismo tiempo, problemas con la orientación en el tiempo y el espacio, alteraciones en la
percepción visual y acústica, y afectación en la comprensión de los esquemas viso-espaciales.
La autopercepción también acusa recibo en la ausencia de un sentido de sí mismo, sostenido y
predecible, un pobre sentido de individuación, alteraciones en la imagen corporal, baja auto-estima
y sentimientos de vergüenza y culpa.
Vivir en un entorno de persistente amenaza promueve una alteración basal de la vivencia del miedo.
Esta exposición repetida, genera un alto impacto somático y sensibiliza el sistema nervioso, como
resultado de un patrón repetitivo de activación o reexperiencias. Rápidamente, estímulos cada vez
menores pueden detonar un intenso estado de hiperalerta, o bien la disociación.
Por otra parte, de una u otra forma, el cuerpo tiene memoria. Uno de los sistemas en los que se
expresa claramente la memoria celular es el sistema inmunitario, dedicado a la defensa del
organismo frente a las infecciones. Una de sus primeras funciones es la de discriminar entre lo
propio y lo ajeno, para atacar lo que se considera extraño. En las personas afectadas por trauma
crónico, se observó una mayor presencia de las enfermedades denominadas autoinmunes, aquellas
en las que el sistema inmunitario pierde la capacidad de discriminar entre lo propio y lo no propio y
ataca a sus propias células3.
La respuesta disociativa explicada más arriba puede activar la liberación de opioides endógenos –es
decir, producidos por el mismo organismo– en un intento de disminuir la hiperactivación o el estado
de alerta. Así, se alteran la conciencia del dolor, la frecuencia cardíaca y la tensión arterial.
El desarrollo sensorio-motor puede verse influido por alteraciones que se manifiestan como las
siguientes:
 hipersensibilidad al contacto físico o analgesia;
 respuestas exageradas de sobresalto e hipervigilancia;
 problemas en la coordinación, el equilibrio y el tono muscular;
 dificultades para localizar el contacto con la piel;
 dificultades para conciliar o mantener el sueño;
 aumento en los problemas clínicos (asma, enfermedades autoinmunes, trastornos
dermatológicos, dolor pélvico entre otros),
 junto a otras diversas somatizaciones.

3
En mujeres víctimas de violencia sexual en la infancia, fue hallado un trastorno en el CD45 de los linfocitos,
que constituyen las células memoria del sistema inmune. Se observa el aumento del índice entre células
activadas / células no activadas, que produce una alteración del nivel de la tolerancia (como si se hubiera
recibido una vacuna contra las células propias y el sistema inmune considerara que debe agredirlas, como si
fueran ajenas). En ese estado, todo está programado para interpretar el mundo como un lugar peligroso.

14
Claramente, esta alteración psico-neuro-fisiológica basal desencadena cambios que se expresan en
diversos planos. Y las consecuencias de todo ello no sólo se manifiestan en el padecimiento psíquico.
Se encontró una significativa asociación estadística4 entre violencia sexual y negligencia en la
infancia e impactos físicos que incluyen:
 reflujo gastro-esofágico,
 colon irritable,
 dolor pélvico crónico,
 cefaleas,
 obesidad mórbida,
 enfermedades autoinmunes (artritis reumatoidea, fibromialgia, etc).

Los equipos de salud tienen un papel fundamental no sólo en la detección de situaciones de


violencia sexual en las infancias y adolescencias sino también en evitar otro tipo de maltrato
asociado a la desubjetivación del niño, niña o adolescente y la retraumatización. En los y las
profesionales de la salud mental se observa una preocupante tendencia a utilizar, en las infancias y
adolescencia, diagnósticos cuyo riesgo es el de invisibilizar situaciones de violencia y de alto sufri-
miento psíquico.
Las situaciones de violencia sexual que no fueron elaboradas o tratadas adecuadamente se detectan
en la clínica a través de indicadores que dan cuenta de cierta sintomatología y una calidad de vida
sufriente. Si el diagnóstico obtura la posibilidad de escuchar las causas de la sintomatología que
presenta el niño, niña o adolescente, produce un cierre de la escucha y una consecuente invisibiliza-
ción del sufrimiento subjetivo de la persona.
El desequilibrio basal, producto de sentirse siempre en peligro, resulta intolerable. Así, se torna
frecuente la búsqueda de vías para inducir algún estado de mayor anestesiamiento, a través de la
automedicación. Se trata, además, de un momento crítico en el que aumenta considerablemente el

4
Scarcini, McDonald-Haile, Bradley, & Richter, 1994, Walker, Katon, Neraas, Jemelka, & Massoth, 1992;
Walker, Katon, Roy-Byrne, Jemelka, Russo, 1993; Dickinson et al., 1999; Felitti et al., 1998; Freidman,
Schnurr, 1995.
5
Christofher L. Coe and Gabriele R Lubach 2003.

15
riesgo de que se instalen las conductas compulsivas asociadas al consumo (por ejemplo, consumo
de comida o sexual –entre otras posibilidades–).
Esto puede desembocar en una paulatina transformación de la personalidad del que padece el
sufrimiento: “–Es un chico muy inquieto…”, “–Está siempre distraído…”, “–Molesta a los compañeros…”
no son sino síntomas todos ellos, que denuncian el daño y el sufrimiento cotidiano al que se
encuentra expuesto el niño, niña o adolescente en alguno de los ámbitos en los que desarrolla su
vida. Entonces, a veces, el profesional se apura a dictaminar: “–El nene tiene ADD,o bien “–La
adolescente tiene TLP” (por Trastorno Límite de la Personalidad)…

No es raro el riesgo de revictimización y medicalización a través


de un diagnóstico de salud mental. Tales pronunciamientos
pueden resultar tranquilizadores para el entorno, contribuyendo
al ocultamiento y a la perpetuación de las verdaderas causas.

Indicadores físicos de violencia sexual

IMPORTANTE:
Actualmente, la clasificación clásica de los indicadores está siendo revisada. Algunas fuentes (Gil
Arrones R et al, 2006) proponen una clasificación entre alta, mediana y baja compatiblidad con
violencia sexual. Otros prefieren hablar de certeza, probabilidad, posibilidad o indicador incierto.
A continuación se enumeran los principales indicadores físicos de alta compatibilidad, que ofrecen
certeza acerca de la ocurrencia de un hecho de violencia sexual.
Los indicadores de mediana o baja compatibilidad y los indicadores psico-emocionales ya fueron
desarrollados en la parte introductoria de esta clase, al hacer referencia a los Efectos y
consecuencias de la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes.

Estos indicadores pueden no estar presentes en los casos de


violencia sexual. Su ausencia no significa que ésta no haya
ocurrido.

Lesiones en la zona genital o anal:


 Desgarros recientes o cicatrices del himen.
 Diámetro del himen mayor que 1 cm.
 Desgarro de la mucosa vaginal.
 Dilatación anal mayor de 2 cm sin materia fecal en la ampolla rectal y esfínter anal hipotónico.

16
 Sangrado por vagina o ano.
 Inflamaciones, enrojecimiento y lesiones por rascado (asociadas a los hallazgos anteriores).
 Marcas de dientes u otros signos traumáticos, como laceraciones o equimosis de la vulva.
Otros:
 Infecciones genitales o de transmisión sexual (sífilis, VIH-HIV / SIDA, hepatitis B, gonococcia,
neisseria, no preexistentes al momento del nacimiento).
 Flujo vaginal patológico, con presencia de gérmenes no habituales en la flora normal de la niña o
adolescente (clamidia, tricomonas).

El flujo vaginal en las niñas prepúberes no es normal. Si bien no


es un signo específico de violencia sexual, ante su presencia se
debe estudiar.
Las niñas en etapa puberal sí suelen presentar flujo (leucorrea
fisiológica propia de la edad): filante, blanco o transparente y sin
olor. Sin embargo ante el cambio de características del mismo
también debe estudiarse.
En ambos grupos, la aparición de sangrado (no asociado a
menstruación), la presencia de vulvovaginitis recidivante y de
lesiones compatibles con infecciones de trasmisión sexual (ITS),
deben orientar a su estudio.

 Condilomas por HPV vaginal o bucal.


 Presencia de espermatozoides o líquido seminal en la ropa o cuerpo de la niña, niño o
adolescente.
 El embarazo en niñas menores de 13 años siempre es considerado como resultado de la violencia
sexual. Entre los 13 y los 15 años es un indicador significativo. Cuanto menor es la edad de la
niña, mayor es la probabilidad de que el embarazo haya sido resultado de la violencia.

En caso de que existan dudas,


Siempre es preferible actuar
garantizando la protección de la
niña, niño o adolescente.

17
A modo de síntesis…
Tabla 1: Síntesis de los efectos de la violencia sexual sobre las víctimas.6

Áreas afectadas en niñas, niños y adolescentes


como consecuencia de traumas complejos

AREA IMPACTO

1. Vincular Incertidumbre sobre la confiabilidad y predictibilidad del mundo.


Problemas con los límites. Desconfianza y sospecha. Aislamiento social.
Dificultad para sentir empatia con los estados emocionales de otras
personas. Dificultad para establecer alianzas interpersonales.

2. Regulación de los Dificultad en la auto-regulación de los afectos. Dificultad para describir


afectos sentimientos y experiencias internas. Dificultad para conocer y describir
estados emocionales. Dificultad para comunicar deseos o desagrados.

3. Disociación Diversas alteraciones en los estados de conciencia. Amnesia.


Despersonalización y desrealización.

4. Conducta Pobre modulación de los impulsos. Conductas autodestructivas. Agresión


hacia otros. Alteraciones del sueño. Desórdenes alimentarios. Abuso de
sustancias. Sometimiento. Conducta oposicionista. Dificultad para
comprender y obedecer las normas. Comunicación del pasado traumático
por reactuación en la conducta cotidiana o el juego (sexual, agresión, etc.).

5. Cognición Dificultades en la atención y en las funciones ejecutivas. Ausencia o


disminución de la curiosidad sostenida. Problemas con el procesamiento
de información nueva. Problemas para concentrarse y completar las tareas.
Dificultades para sostener la constancia. Dificultades para planificar y
anticipar. Dificultades en el aprendizaje. Dificultades en el desarrollo del
lenguaje. Problemas con la orientación temporo-espacial Alteraciones en la
percepción visual y acústica. Afectación en la comprensión de los
esquemas viso-espaciales.

6. Auto-percepción Ausencia de un sentido de sí mismo, sostenido y predecible. Pobre sentido


de individuación. Alteraciones en la imagen corporal. Baja autoestima.
Sentimiento de vergüenza y culpa.

6
Adaptada a partir de la Guía sobre conductas sexuales problemáticas y prácticas abusivas sexuales. (2014)
Material de apoyo ONG Paicabi, de Chile y Aldeas Infantiles SOS Latinoamérica y el Caribe.

18
7. Biológica Alteraciones en el desarrollo sensorio-motor. Hipersensibilidad al contacto
físico. Analgesia. Problemas en la coordinación, el equilibrio y el tono
muscular.
Dificultades para localizar el contacto con la piel. Somatizaciones. Aumento
en los problemas médicos (asma, enfermedades autoinmunes, trastornos
dermatológicos, dolor pélvico).

Trabajos citados
Amigo CA, Oiberman A. (2018). De esto sí se habla. Indicadores por medio de instrumentos
de medición del apego y del desarrollo congnoscitivo-psicomotor. Buenos Aires:
Letra Viva.

Benassi F, Codina L. (2018). Desamparo violado. Traición a la dependencia. Acerca del abuso
sexual intrafamiliar. Trabajo presentado en el Congreso Internacional de
Psicoanálisis. Fac. de Psicología, Universidad Nacional de Rosario.

Freud, S. (1926). Inhibición, síntoma y angustia . En Obras Completas. (L. L. Ballesteros,


Trad., Vol. XX).

Gil Arrones R et al. (12 de 2006). Valoración médica de la sospecha de abuso sexual en
personas menores de edad. A propósito del estudio de tres casos. Cuad Med
Forense, 43-44.

Intebi, I. (2008). Abuso sexual infantil. En las mejores familias. Buenos Aires: Granica.

Rodríguez, J. (2015). Desamparo y dependencia. En Soñar con los dedos. Entre Freud y
Winnicott. Bueno Aires: Letra viva.

Terr, L. (1992). Too Scared to Cry: Psychic Trauma in Childhood. Basic Books.

UNICEF. (2016). Abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes: Una guía para tomar
acciones y proteger sus derechos.

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