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DIPLOMADO VIRTUAL

PSICOLOGÍA INFANTIL
ACTIVIDAD #4

PRESENTADO POR:
SOL GERALDÍN GRANADA MONTOYA

DOCENTE:
NANCY GALLEGO
MÓDULO 4 – SEXUALIDAD INFANTIL

POLITÉCNICO SUPERIOR
OCTUBRE, 2019
ACTIVIDAD 4
Teniendo en cuenta la información encontrada en la guía didáctica 4, responda los siguientes
interrogantes

1. ¿Cuáles son los factores de riesgo para el abuso sexual infantil?

Se entiende por factores de riesgo aquellas variables que incrementan la posibilidad de


que determinado evento suceda. Frente a una sospecha de abuso sexual o una situación de
abuso sexual ya descubierta, la evaluación de factores de riesgo aporta más que nada a
una comprensión retrospectiva de la problemática, pero poco a la prevención de hecho, la
mayoría de los estudios sobre factores de riesgo para el abuso sexual han sido
retrospectivos en su naturaleza Tanto en el abuso sexual como en cualquier otra forma de
maltrato, es importante evitar la sobrevaloración y la subvaloración de los factores de
riesgo. La sobrevaloración se da cuando el profesional que entrevista o quien debe tomar
decisiones importantes en el plano de la intervención interpreta que la ausencia de uno o
varios factores de riesgo implica que el abuso no ha ocurrido.

Además, en una búsqueda por la web, se encuentran aspectos relacionados a algunos


factores de riesgo para los niños, donde se menciona el pobre desarrollo en destrezas
relacionadas con la seguridad personal, el sufrimiento de maltrato ya sea físico o
psicológico, el tener una vida familiar temprana caótica y disfuncional, sufrir negligencia
en el cuidado, escasa supervisión de las figuras parentales o contar con unos modelos
parentales próximos poco desarrollados, donde se presenten problemas emocionales, con
necesidades de afecto y atención. Con  pobre información acerca de la sexualidad normal
del niño y del adulto y presentar discapacidad física o mental en una o ambas figuras
parentales o que sean alcohólicos.

2. ¿Qué medidas se deben tomar frente a un caso de abuso sexual infantil?

El abordaje de estos problemas debe ser realizado por un equipo multidisciplinario que
abarca médico pediatra, psicólogo infantil, asistente social y un abogado que dé su aporte
legal. En esta etapa es fundamental resguardar al niño/a de todo riesgo ya sea en su
ámbito familiar si es posible o en una institución asistencial en caso de no contar con una
familia de referencia. Se solicita la protección del niño/a al defensor de menores. El
trabajo de la justicia dependerá del análisis del equipo de profesionales quienes
informarán al juez a cargo, el diagnóstico, la forma de resguardo del niño/a y la
terapéutica a realizar tanto al niño como a la familia o persona a cargo.

Se debe indagar acerca del posible abusador, y realizar las respectivas entrevistas para
obtener una caracterización, que permita verificar aspectos sobre su perfil como abusador,
donde se integren pruebas de personalidad, escalas de impulsividad, y se haga una
respectiva evaluación del riesgo de violencia sexual y del desarrollo del juicio moral. Por
otro lado, a la presunta víctima (el menor), se le debe hacer una entrevista muy bien
estructurada, que no sea sugerente y realizarla teniendo en cuenta la edad, sin mayor
tecnicismo pero sin caer totalmente en el exceso de cariño o “melosería”. Es importante
poner especial cuidado a la veracidad de los hechos, verificar la fuente una y otra vez,
porque está comprobado que los niños SÍ MIENTEN, y no se debe trabajar bajo sesgos.
Los niños, no entienden la magnitud de una mentira en un contexto de abuso, por lo cual,
la tarea primordial del psicólogo es verificar la veracidad de los hechos. Existen unas
pruebas ya constituidas que sirven de herramienta para llegar a la obtención de
información, como por ejemplo, el protocolo de Michigan, y además, verificar la
sintomatología asociada a abuso sexual.

3. Diseñe una propuesta formativa que permita hacer una intervención con las familias
para evitar el abuso sexual infantil

Las agresiones sexuales no ocurren de manera inesperada a niños/as y adolescentes que


están protegidos/as y con sus necesidades atendidas. Por el contrario, es bastante
frecuente que la victimización sexual ocurra en alguna etapa puntual de desprotección o
cuando esta situación está instalada de manera crónica, por lo que se hace preciso insistir
en que la familia acompañe a su hijo adecuadamente, brindando protección. La educación
sexual es vital al momento de criar un niño, no se deben manejar tabúes con respecto al
sexo, los órganos sexuales y todo lo que conlleva, pero tampoco se puede sobrepasar los
límites. Los niños deben conocer su cuerpo, las partes íntimas para que puedan identificar
cuándo un tocamiento es adecuado o inadecuado y de esta manera, desarrollar un
autocuidado.

Por otro lado, diversos autores han descrito características de familias en las que ocurren
las agresiones sexuales. Se mencionan familias donde el agresor/a, que desempeña un rol
parental, puede ser periférico/a o autoritario/a; donde el adulto/a no agresor/a se comporta
de manera distante y no tiene buena comunicación con la(s) víctima(s); se mencionan
familias estereotipadas y rígidas o desorganizadas y promiscuas, por lo que es preciso dar
una orientación en cuanto a los estilos y modelos de crianza, donde se logre una
reestructuración cognitiva a tiempo, que permita formar padres más sanos mentalmente y
con más herramientas para desenvolverse en tan importante labor. Además, fortalecer una
adecuada comunicación entre las familias es vital, creer en los niños y estar atentos a los
cambios que pueden presentar ayuda a identificar síntomas de un niño abusado. Sumado a
lo anterior, para que un episodio abusivo se transforme en una situación crónica es
necesario que exista una tendencia familiar a mantener secretos. Mediante la utilización
de estilos de comunicación basados en ocultamientos y mentiras se facilita la distorsión de
las percepciones de todos los miembros del grupo familiar (en aquellos casos en que
alguien puede advertir actitudes o comportamientos sospechosos) y la construcción de un
complejo sistema de creencias orientado a minimizar y a justificar hasta las situaciones de
suma gravedad, por esto, es necesario educar niños sinceros, no callados o tímidos,
dejarlos expresarse, motivarlos a hablar sobre su día, sobre su vida, sobre aspectos
cotidianos y prestar especial atención a lo que cuenten, no se debe inculcar el habito de
mantener en secreto o de guardar silencio, sino motivar mediante refuerzos y
condicionamientos el hablar, el expresarse honestamente y que se convierta en costumbre
dialogar abiertamente con sus padres.

Otro aspecto observado en los contextos familiares en los que ocurren agresiones sexuales
es la supresión de límites intergeneracionales: hijas que cumplen roles de la figura
materna (cuidado de hermanos/as; atención de las labores domésticas; atención de la
figura paterna, etc); niños/as y adolescentes involucrados/as en los conflictos conyugales;
ausencia de diferencias jerárquicas y de límites en la interacción entre el subsistema
parental y el subsistema de los/as hijos/as. Como contracara de lo anterior hay familias
que se presentan como excesivamente moralistas, rígidas o estrictas, en las que el agresor
controla a las víctimas con la justificación que les está “protegiendo” de “los peligros de
la vida” y que, con esta fachada de seudonormalidad, consigue aislarles y acceder a ellas
con facilidad, sin despertar sospechas.

Hay un aspecto importante que se debe tener en cuenta cuando se habla de prevención del
abuso infantil, y es que no viene solo desde el niño en cuestión sino, desde el niño que
creció y se convirtió en padre sin resolver eventos o situaciones conflictivas de su niñez.
Es decir, todos los adultos deberíamos acudir a algún método para superar los conflictos y
maltratos presenciados antes de tener que guiar a otra persona (un hijo), así,
aprenderíamos a identificar muchos aspectos de suma importancia, y seríamos más
tolerantes, tendríamos capacidad para controlar impulsos, prever contratiempos, controlar
adicciones, conflictos maritales, y evitar la desorganización. Un aspecto que suele ser
factor de riesgo es el nivel académico y económico sumado a una corta edad de los
padres, donde se continua precisando acerca de la importancia de una adecuada crianza de
los padres, para que ellos logren criar de forma asertiva y cuidadosa a sus hijos, aunque es
preciso aclarar que los factores de riesgo pueden serlo para una familia pero para otra no,
por lo que los métodos preventivos funcionaran de igual forma, por lo que se debe
establecer una determinada comunidad, para así, conocer a fondo sus características y
crear una intervención preventiva mucho más especializada.
Referencias:

-Anónimo. (S,f). Factores de Riesgo para el Abuso Sexual en Niñas y Niños. Programa de
educación sexual. Recuperado de: http://educacionsexual.uchile.cl/index.php/hablando-
de-sexo/acoso-y-abuso-sexual/factores-de-riesgo-para-el-abuso-sexual-en-ninas-y-ninos

-Intebi, I. (S,F). Estrategias y Modalidades de Intervención en Abuso Sexual infantil


Intrafamiliar. [Documento PDF]. Recuperado De:
Http://Www.Serviciossocialescantabria.Org/Uploads/Documentos%20e%20informes/
Estrategias%20y%20modalidades%20de%20intervencion%20en%20abuso%20sexual
%20infantil%20intrafamiliar%20%20marzo%202012.Pdf

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