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MÁSTER : EL MALTRATO INFANTIL:

ASPECTOS CLÍNICOS, PREVENCIÓN


Y TRATAMIENTO
Pruebas de Evaluación MÓDULO II

Máster. UNED 2022

Programa de Postgrado

FRANCISCO MIGUEL RODRIGUEZ RODRIGUEZ .


Abogado. https://orcid.org/0000-0002-6443-5842

CÓMO CITAR: 
Rodríguez Rodríguez, F. M.  (2022). “Prueba Evaluación Final. Máster “EL MALTRATO 
INFANTIL:  ASPECTOS  CLÍNICOS,  PREVENCIÓN  Y  TRATAMIENTO”.  MÓDULO  II  (Unida‐
des Didácticas 9‐14). Pag 1–50. https://uned‐es.academia.edu/FRODRIGUEZ. 

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Módulo II: (Unidades Didácticas 9-14)
EL ABUSO SEXUAL INFANTIL
Unidad Didáctica 9
CONCEPTOS FUNDAMENTALES DEL
ABUSO SEXUAL INFANTIL
Cuestionario de Evaluación

IMPORTANTE: RECOMENDAMOS AL ALUMNO QUE PUEDE SER DE UTI-


LIDAD PARA ESTE MÓDULO CONSULTAR LOS ENLACES Y EL DOCU-
MENTO EN pdf REFERIDOS A CONTINUACIÓN:
http://www.codajic.org/sites/www.codajic.org/files/ABUSO%20SEXUAL%20IN
FANTIL%20Manual%20Formaci%C3%B3n%20Profesionales.pdf (Abuso sexual 
infantil. Manual de Formación para profesionales) 

https://www.savethechildren.es/sites/default/files/imce/docs/informe_justicia_e
sp_abuso_sexual_infantil_vok‐2.pdf (La justicia española frente al abuso sexual 
infantil intrafamiliar. Casos prácticos) 

MALTRATO-2010-Det
eccionNotificacionCaso
 

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1.- Defina e indique las características diferenciales de los siguientes tér-
minos:

 Abuso sexual

El abuso sexual infantil implica la transgresión de los límites íntimos


y personales del niño o la niña.

Se define como “…Contactos e interacciones entre un niño y un


adulto cuando el adulto (agresor) usa al niño para estimularse sexualmente
él mismo, al niño o a otra persona. El abuso sexual puede ser también co-
metido por una persona menor de 18 años cuándo esta es significativa-
mente mayor que el niño (víctima) o cuando el agresor está en una posi-
ción de poder o control sobre otro.” Definición aportada por National Center
of Child Abuse and Neglect (1978).

Supone la imposición de comportamientos de contenido sexual por


parte de una persona (un adulto u otro menor de edad) hacia un niño o una
niña, realizado en un contexto de desigualdad o asimetría de poder, habi-
tualmente a través del engaño, la fuerza, la mentira o la manipulación.

 Explotación sexual

La explotación sexual infantil y la trata de niños y niñas con fines de


explotación sexual es la forma más extrema en que se manifiesta esta vio-
lencia. Supone la utilización de menores de edad en actos de naturaleza
sexual a cambio de una contraprestación, normalmente económica. La
aceptación por parte del niño o la niña de esta transacción resulta irrelevan-
te y así lo establecen las principales normas internacionales.

Cualquier forma de violencia sexual contra los niños y las niñas es


un problema social que tiene consecuencias en su vida, en su entorno y en
todos y cada uno de los contextos en los que el niño o la niña víctima se
desarrolla. De ahí que los ámbitos para la intervención en la protección de
los niños y las niñas contra este tipo de violencia incluyan, desde la familia
y su entorno social, a los ámbitos educativo, sanitario y policial, así como el
legislativo y de políticas públicas.

Desde esta perspectiva, el abuso y la explotación sexual infantil


en todas sus formas constituyen graves violaciones de los derechos fun-
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damentales y de los derechos del niño a la protección y los cuidados nece-
sarios para su bienestar y el derecho a ser protegido contra toda forma de
violencia, tal como establece la Convención sobre los derechos del niño, de
1989, (art. 19 y art. 34) y la Carta de los derechos fundamentales de la
Unión Europea, de 2000 (art. 24).

 Acto abusivo

Cualquier forma de contacto físico con o sin acceso carnal, con con-
tacto y sin contacto físico realizado sin violencia o intimidación y sin con-
sentimiento.

En definitiva, los actos abusivos sexual infantil puede incluir contacto


sexual, aunque también actividades sin contacto directo como el exhibicio-
nismo, la exposición de niños o niñas a material pornográfico, el grooming
o la utilización o manipulación de niños o niñas para la producción de mate-
rial visual de contenido sexual.

Puede incluir: penetración vaginal, oral y anal, penetración digital,


caricias o proposiciones verbales explícitas; aunque esos casos son mucho
menos frecuentes que los demás actos abusivos (Saldaña, Jiménez y Oli-
va, 1995).

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2.- Tras la detección de la existencia de abusos sexuales a menores:

a) Describa los síntomas “sospechosos” de abusos;

Las manifestaciones que pueden presentar un niño o una niña vícti-


ma de abuso sexual infantil son diversas. Es importante señalar que la au-
sencia o la presencia de algunas de estas manifestaciones o síntomas no
comprueban por sí mismas la existencia o no de un abuso sexual hacia un
niño o una niña.
Conocer las consecuencias y sintomatología originada por el abuso
sexual infantil, sin embargo, es muy importante para que los profesionales
tengan elementos para su detección y para una intervención adecuada.
Consecuencias físicas: Hematomas. Infecciones de transmisión se-
xual. Desgarramientos o sangrados vaginales o anales. Enuresis, encopre-
sis. Dificultad para sentarse o para caminar. Embarazo temprano.
Consecuencias psicológicas iniciales del abuso sexual infantil
Problemas emocionales: Miedos. Fobias. Síntomas depresivos. An-
siedad. Baja autoestima. Sentimiento de culpa. Estigmatización. Trastorno
por estrés postraumático. Ideación y conducta suicida. Autolesiones.
Problemas cognitivos: Conductas hiperactivas. Problemas de aten-
ción y concentración. Bajo rendimiento académico. Peor funcionamiento
cognitivo general. Trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
Problemas de relación: Problemas de relación social. Menor canti-
dad de amigos. Menor tiempo de juego con iguales. Elevado aislamiento
social.
Problemas funcionales: Problemas de sueño (pesadillas). Pérdida
del control de esfínteres (enuresis y encopresis). Trastornos de la conducta
alimentaria. Quejas somáticas.
Problemas de conducta: Conducta sexualizada: Masturbación com-
pulsiva. Imitación de actos sexuales. Uso de vocabulario sexual inapropia-
do. Curiosidad sexual excesiva. Conductas exhibicionistas.
–– Conformidad compulsiva.
–– Conducta disruptiva y disocial: Hostilidad. Agresividad. Ira y rabia.
Trastorno oposicionista desafiante.

b)Establezca las fuentes de información propuestas para validar el tes-


timonio de la víctima.
Los pasos que se siguen para realizar el análisis de la credibilidad
del testimonio de la víctima se componen de una técnica que utiliza tres
elementos principales como fuentes de información para la validación del
testimonio: en primer lugar, una entrevista al menor dirigida a obtener un
testimonio lo más extenso y preciso posible (Vázquez, Mezquita y Calle.
1997, Pérez Conchillo y Borrás, 1996) ; en segundo lugar, análisis del rela-
to del niño bajo los criterios de realidad (CBCA); en tercer lugar, los dibujos
utilizados, sobre todo en niños pequeños en los que el testimonio verbal es

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más limitado, y aplicación de la Lista de Validez que pondera factores ex-
ternos al relato.
Para obtener una valoración global del testimonio todos los datos ob-
tenidos deben ser puestos en relación, integrando los derivados del análisis
de la declaración con los derivados del análisis de la validez de la entrevis-
ta, datos que además deberán ser contrastados con los criterios de control
y cuyo resultado deberá integrarse con el resto de la exploración y, por úl-
timo, con las fuentes de información externas a la misma.

c) ¿Considera útil el empleo de los métodos psicofisiológicos (p.ej., po-


ligrafía) y los potenciales evocados como procedimiento de validación
del testimonio? Razone la respuesta.

Ha sido un método utilizado (el polígrafo), en las alteraciones fisioló-


gicas implicadas en la mentira (Riquelme y Martínez Selva, 1999), se trata
de evaluar la credibilidad del testigo, poco util ya que una persona mentiro-
sa puede en un momento determinado decir la verdad y, por el contrario,
una persona que habitualmente es sincera puede mentir en un momento
dado. Posteriormente se han usado los potenciales de evocación cognitiva
(Farwell y Donchin, 1991).
Para orientar la valoración de la credibilidad de un testimonio se ha-
ce imprescindible una recogida de información escrupulosa y exhaustiva.
Para ello se propone varios modelos de entrevista. Una vez obtenida
la información se procede a valorar las características de esta, en función
de los criterios propuestos por diversos autores, como Johnson y Raye1,
los criterios propuestos por Miller y Burgoon2, Köehnken3 y con las
C.B.C.A. y S.V.A4.

1
Johnson, MK; Raye, CL: Reality Monitoring. Psychological Review. Vol 88. pp 67-85.
En: Diges, M; Alonso Quecuty, ML: Psicología Forense Experimental. Editorial Promolibro.
Valencia. 1993.
2
Miller, RG; Burgoon, JK: Factors affecting assessment of witness credibility. En: Bray, R;
Kerr, N: The psychology of the courtroom. Plenum Press. New York. 1982. En: Manzanero,
AL; Diges, M: Evaluación subjetiva de la exactitud de las declaraciones de los testigos: la
credibilidad. Anuario de psicología jurídica, pp 7-27. Madrid. 1993.
3
Köehnken, G: Behavioral correlates of statement credibility: Theories, paradigms and re-
sults. En: H. Wegener, F. Lösel y J. Haisch: Criminal behaviour and the justice system.
Psychologycal perspectives. Springer Verlag. New York. En: Manzanero A.L: Evaluando el
testimonio de menores testigos y víctimas de abuso sexual. Anuario de psicología jurídica.
Vol. 6., pp. 13-34. 1997.
4
Undeutsch, U: The development of Statement reality analisys. En Yuille, JC: Credibility
asessment. NATO ASI Series, vol. 47. Kluwer Academic Publishers. Londres. 1988. En:
6
3.- Comente los supuestos más relevantes que plantea el modelo socio-
lógico de Finkelhor (1984) sobre la etiología del abuso sexual infantil.
¿Hasta qué punto podría integrarse con el modelo desarrollado por
Faller (1993)?

En los modelos explicativos centrados en criterios individuales hay


hipótesis que intentan superar la originaria suposición de que los abusado-
res sexuales muestran una cierta patología psíquica, señalando la presen-
cia de características personales tales como inmadurez, baja autoestima,
sentimientos de inutilidad y otras (Finkelhor, 1984).

Considero que podría integrarse con el modelo desarrollado por Fa-


ller (1993) dado que se tiene presente problemas de personalidad (baja au-
toestima, escasas habilidades sociales),etc.

El modelo teórico de Finkelhor genera hipótesis y organización de


los datos existentes. Este modelo intenta responder a dos cuestiones: la de
por qué algunas personas se interesan sexualmente en los niños, y la ra-
zón por la cual el interés sexual conduce al abuso. Según este autor, para
que ocurra el abuso sexual es necesaria la presencia de varios factores si-
multánea o sucesivamente: congruencia emocional (una importante inma-
durez en el abusador que se experimenta a sí mismo como un niño, mani-
fiesta necesidades emocionales infantiles y, por tanto, desea relacionarse
con niños), activación sexual ante los niños, bloqueo de las relaciones se-
xuales normales (sentimientos de inutilidad personal, inadecuación inter-
personal y distanciamiento sexual en sus relaciones de pareja) y desinhibi-
ción comportamental (de ello depende que el abuso sea estable o esporá-
dico).

Posteriormente afirmaba que el abuso sexual se produce realmente


cuando coinciden una serie de factores: motivación alta, asociado a la ca-
rencia de otras fuentes de gratificación sexual; superación de las motiva-
ciones internas; eliminación de las inhibiciones externas (estar a solas con
el menor); superación de la resistencia del menor mediante la seducción u
otras medidas de presión.

Alonso Quecuty, ML: Mentira y testimonio: El peritaje forense de la credibilidad. Anuario de


psicología jurídica, pp. 55-66. Madrid. 1991.
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El modelo integrador de Faller (1993) diferencia entre las condi-
ciones propiciatorias del abuso sexual y los factores que contribuyen a la
aparición del abuso sexual pero no lo provocan.

Como condiciones propiciatorias de abusos sexuales se encuentran


las siguientes: factores que se refieren al sistema social vigente (educación
específica para cada sexo, reparto rígido de papeles, relaciones de po-
der/dependencia y sexualización de relaciones), factores biográficos (situa-
ciones de la vida personal de víctimas y agresores que, en determinadas
circunstancias, pueden favorecer la aparición de una situación de abuso
sexual; en relación a las víctimas: relaciones familiares difíciles y servidum-
bre frente a la autoridad; en relación al abusador: antecedentes como víc-
tima de abusos sexuales, infravaloración personal y problemas para
desenvolverse en la sociedad); factores familiares, dada la frecuencia del
abuso familiar intrafamiliar (incesto).

Algunos de los factores que contribuyen a la aparición del abuso


sexual son personales (activación sexual del adulto en presencia de un ni-
ño y tendencia a actuar de manera congruente con dicha activación fisioló-
gica), culturales (dominio de los varones, sexualidad del varón, rol de la
mujer), familiares (conflictividad marital, malas relaciones sexuales, madre
no protectora, niño “seductor”), ambientales (aislamiento social, desempleo,
acceso no vigilado al niño), de personalidad (baja autoestima, consumo de
sustancias tóxicas, escasas habilidades sociales) y biográficos (experiencia
sexuales infantiles traumáticas, infancia sin cuidados afectivos, modelos
sexuales afectivos).

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4.- Resuma los factores de riesgo más característicos del abuso sexual
infantil relativos a: a) las víctimas; b) los agresores, y c) el contexto
familiar.

a) Factores de riesgo del abuso sexual infantil en niños o niñas


como víctimas:

–– Los niños o las niñas que presentan discapacidad son más vulne-
rables a ser víctimas de todas las formas de violencia.
–– Niños y niñas más pequeñas.
–– Niños o niñas que no tienen vínculos de apego seguro con sus
cuidadores o con carencias afectivas.
–– Niños o niñas que crecen en un entorno de violencia de género.
–– Niños o niñas que no tienen información sobre situaciones de
riesgo o que no tienen información clara sobre sexualidad.
–– Las niñas están en mayor riesgo de ser víctimas de abuso sexual
o de explotación sexual que los niños.
a) Respecto a los riesgos de los agresores:

–– Familias donde se ejerce la violencia de género y donde los este-


reotipos machistas influyen notoriamente en sus vidas.
–– Historias de infancia con presencia de maltrato físico, psicológico
o sexual.
–– Poca capacidad de empatía.
–– Distorsiones cognitivas.
–– Consumo de pornografía infantil.
–– Trastornos de la personalidad psicopática.

b) Respecto a los factores de riesgo familiares

–– Relaciones familiares en donde se ejerce el poder de manera


abusiva y no equitativa.
–– Dificultades en la comunicación.
–– Distancia emocional, incapacidad para responder a las necesida-
des del niño o la niña.
–– Falta de información sobre el desarrollo infantil y sobre el desa-
rrollo de la sexualidad.
–– Violencia de género.
–– Niños o niñas en situación de desprotección o presencia de otras
formas de violencia como negligencia, maltrato físico, etc.

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5.- ¿La paidofilia es siempre una conducta patológica?

El término Paidofilia viene de un tecnicismo derivado de la práctica


psiquiátrica, al punto que la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el
CIE 10, comprende la Paidofilia como "la preferencia sexual por los niños,
pudiendo ser esta atracción por niños o niñas, indiscriminadamente, de
edad pre puberal o de la pubertad temprana".
En el DSM IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales - American Psychiatric Association 1.994), esta situación viene
denominada como Pedofilia (F65.4) y supone actividades sexuales con ni-
ños pre púberes generalmente menores de 13 años. El individuo con este
trastorno por lo menos debe tener 16 años o ser mayor en 05 años que el
niño agredido.
De acuerdo con el DSM IV para considerar un trastorno o problema,
este debe estar "ligado al sufrimiento individual y a la reducción del funcio-
namiento ocupacional o afectivo", por lo tanto, una persona adulta que tu-
viese una relación sexual con un niño de nueve años, y no se sintiese limi-
tado en los planos social, ocupacional o afectivo no tendría ningún motivo
para pedir ayuda o acudir a una terapia especializada.
Es más, los pedófilos se organizan, casi de manera abierta en círcu-
los, clubes, muchas veces a nivel internacional, en esta época podemos
observar esta situación en el Internet, intercambian información, direccio-
nes, materiales y opiniones.
Inclusive en el campo del abuso sexual no existe solo la paidofilia,
sino también el sadismo sexual, el voyerismo, el exhibicionismo y otras pa-
rafilias o perversiones que se asocian a la condición de hiper sexualidad.
La perversión de por si no puede ser considerada como una en-
fermedad que hace estar mal.
Es un modo particular que nuestra sociedad define como perverso
en un sentido de desviación de la norma, en cuanto a vivir la relación se-
xual, asimismo, el hecho de experimentar una vivencia mala o buena, de-
pende no totalmente de la perversión, sino del contexto en el cual se vive.
G.Davidson y J.M Neale5 proponen el vocablo Paidofilia como la ac-
ción mediante la cual sujetos adultos obtienen satisfacciones sexuales me-
diante contacto físico y a menudo sexual con niños.
De otro lado P.C. Nathan y J.L. Harris6 la definen como "una desvia-
ción sexual limitada en gran parte a los hombres y consiste en una relación
sexual entre un adulto y un niño.

5
Davidson G. & Neale J.M. (1983) "Psicología de la Conducta Anormal – Enfoque Clínico
Experimental"Mexico : Limusa.
6
Nathan P.C. & Harris J.L. (1983) "Psicopatología y sociedad" México : Trillas.
10
6.- En relación con el abuso sexual madre-hijo, defina los siguientes tér-
minos:

Bolton, Morris y MacEachron (1989) distinguieron entre los incesto madre-niño


los: sutiles, seductores, perversos, manifiestos y sádicos.

 Abuso sutil

Los abusos sutiles se definen como conductas que puede que no


tengan una intencionalidad sexual, pero que sirven para satisfacer las ne-
cesidades emocionales y/o sexuales de los padres a costa de las necesi-
dades emocionales y/o evolutivas del niño. Ejemplos de esta conducta son
permitir que el hijo duerma en la cama de la madre; dar masajes al niño o
pedirle la madre que se los dé a ella; bañar al hijo durante o después de la
etapa de la tencia y/o bañarse con él. Las anteriores conductas pueden ser
apropiadas durante ciertos períodos del desarrollo o bajo ciertas condicio-
nes.

El incesto entre madre e hijo se considera que es sutil, involucrando


comportamientos que pueden ser difíciles de distinguir del cuidado normal
(por ejemplo, contacto genital), a pesar de las consecuencias potencial-
mente graves a largo plazo.

Es claramente necesaria una mayor conciencia pública de la natura-


leza potencialmente sutil del incesto madre-hijo, dada la tendencia hacia la
negación de esta forma de abuso sexual (Hetherton, 1999).

 Abuso seductor

El abuso seductor implica conciencia e intencionalidad de activar o


estimular sexualmente al niño. Como ejemplos se pueden incluir el exhibi-
cionismo del cuerpo desnudo o de conductas sexuales y la exposición a
materiales pornográficos o a posturas, gestos o mensajes verbales seduc-
tores.

 Abuso perverso

En la categoría de abusos perversos se incluyen las conductas de la


madre que pretenden mutilar o humillar la sexualidad del niño.

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Por ejemplo, forzar al niño a vestirse como una niña, criticar el desa-
rrollo sexual del niño, estimular el miedo a la homosexualidad y, en general,
desanimar la identificación del niño con los varones.

 Abuso sexual manifiesto

El abuso sexual manifiesto se define como un contacto abiertamente


sexualizado entre madre e hijo; suele implicar alguna forma de coacción y/o
amenazas al niño para que guarde silencio.

 Abuso sádico

El abuso sádico incluye conductas sexuales de la madre que tienen


la intención de dañar al niño, y que pueden formar parte de un patrón gene-
ral de abusos físicos y emocionales graves; se trata de un tipo más raro de
abuso sexual madre-hijo.

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Unidades Didácticas 10 y 11
VÍCTIMAS DE ABUSO SEXUAL INFANTIL
(I) CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
(II) EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO
Cuestionario de Evaluación

1.- Resuma las principales aportaciones que han analizado el impacto del
abuso sexual infantil sobre la conducta, atendiendo a las etapas del
periodo evolutivo (infancia, adolescencia, y edad adulta).

La relación entre la experiencia de abuso sexual y el desarrollo de una di-


versidad de problemas psicológicos, principalmente relacionados con la sin-
tomatología internalizante (depresión, ideación y conducta suicida, tras-
torno por estrés postraumático) y los problemas en el área de la sexuali-
dad.
En relación con la problemática sexual, la revictimización y la
transmisión intergeneracional del abuso sexual han sido dos de las
consecuencias encontradas con frecuencia en los estudios sobre este tema
que implican una mayor gravedad y controversia, así como importantes re-
percusiones a nivel social.
La revictimización, también denominada polivictimización, si bien és-
ta última tiende a aplicarse a aquellos menores que sufren diferentes tipos
de maltrato durante su infancia (Finkelhor, Ormrod y Turner, 2007), implica
el mayor riesgo que sufren las víctimas de abuso sexual de experimentar
otros acontecimientos violentos a lo largo de su vida. Esta consecuencia
del abuso sexual supone que las investigaciones deberían centrarse más
en evaluaciones amplias que tengan en cuenta la experiencia de diferentes
acontecimientos de violencia interpersonal a lo largo del desarrollo para
poder establecer los efectos reales y específicos de cada tipo de victimiza-
ción (Campbell, Greeson, Bybee y Raja, 2008).
El efecto acumulativo de la victimización a lo largo del ciclo vital y su
impacto en la salud mental ha empezado a analizarse recientemente y de-
bería ser una línea de trabajo a seguir en los años subsiguientes dado el
gran impacto que parece tener en las víctimas (Banyard, Williams y Siegel,
2001).
Respecto al fenómeno de la transmisión intergeneracional la crítica
principal a la obtención de información por parte de agresores sexuales es
que éstos pueden manifestar haber sufrido maltrato o abuso sexual infantil
como medio para explicar su propio comportamiento violento e incluso para
ganar la simpatía del terapeuta o del jurado, en caso de agresores en pro-
ceso penal, destacando su cuestionable naturaleza y apuntando a que
pueden conducir a una sobrevaloración de los porcentajes de maltrato. Los
autores, sin embargo, abogan por considerar el maltrato infantil un factor de
riesgo para que el individuo se convierta en posterior agresor, si bien de-
fienden que, por el momento, no puede establecerse una relación directa o
causal puesto que múltiples factores personales, familiares y sociales pue-
den llegar a mitigar ese riesgo (Cannon, 2001).

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Cabe añadir, la existencia de múltiples variables, relacionadas con
las características específicas de la experiencia abusiva, así como con fac-
tores individuales y psicosociales, que pueden influir en el desarrollo de
psicopatología en víctimas de abuso sexual infantil. Esta reciente línea de
estudio impide determinar un conjunto de síntomas característico de las
víctimas de abuso sexual infantil, así como no permite establecer una rela-
ción causal entre la vivencia de abuso sexual y la presencia de problemas
psicológicos, existiendo múltiples variables relacionadas con el tipo de abu-
so sufrido, la relación de la víctima con el agresor, determinados rasgos de
personalidad en la víctima, así como el apoyo social que ésta disponga al
revelar el abuso, entre otros, que influyen en esta relación.
Si bien es imposible intervenir sobre las variables relacionadas con
el agresor y con el abuso tras la vivencia de éste, otras variables referidas
a la víctima y a su entorno pueden cambiarse, abriéndose un importante
campo de trabajo de prevención terciaria (García Diéguez y Noguerol No-
guerol, 2007). Un mejor conocimiento de las variables mediadoras relacio-
nadas con la experiencia de abuso sexual infantil permitirá un mejor trata-
miento de estas víctimas, así como la prevención de problemas psicológi-
cos posteriores (Conte y Schuerman, 1987).
En síntesis, la experiencia de abuso sexual conlleva importantes re-
percusiones para sus víctimas en todos los periodos del ciclo evolutivo,
siendo necesario que los profesionales sean capaces de detectar estas
problemáticas para poder intervenir en estos casos de forma adecuada y
eficaz.

Etapa del ciclo vital  Manifestaciones más señaladas de los efectos  
   
Edad  preescolar  (3‐6  ‐ Expresión de algún tipo de conducta considerada como anormal. 
años)  ‐ Ansiedad. 
  ‐ Pesadillas. 
‐ Desórdenes del trastorno de estrés postraumáticos. 
‐ Problemas internalizantes y externalizantes de conducta. 
 
Edad escolar (7‐12 años)  ‐ Los problemas de conducta tanto a nivel interno como externo se hacen más paten‐
tes, especialmente depresión y agresión respectivamente. 
‐ Descenso en la autovaloración personal y niveles de autoestima. 
‐ Miedos. 
‐ Pesadillas. 
‐ Neurosis. 
‐ Baja autoestima. 
‐ Hiperactividad. 
‐ Efectos en el funcionamiento y desarrollo cognitivo y socioemocional (sobre todo en 
el caso de las niñas víctimas de tales abusos). 
‐ Problemas escolares: funcionamiento académico global deteriorado y mayores pro‐
blemas de aprendizaje. 
‐ Conductas sexuales inapropiadas (masturbación y preocupación sexual 
excesiva, exhibicionismo y agresión sexual). 
‐ Comienza aparecer el sentimiento de culpabilidad, sintiéndose las víctimas responsa‐
bles del abuso. 
Adolescente(13‐18  ‐ Depresión. 
años)  ‐ Retraimiento social. 
‐ Baja autoestima. 
‐ Ideas repetitivas de suicidio y conductas autolesivas. 
‐ Trastornos somáticos. 
‐ Conductas antisociales (consumo de drogas y/ o alcohol, escapadas del hogar, falta 
de asistencia a la escuela,…). 
‐ Comportamiento sexual precoz (embarazo). 
‐ Problemas de identidad sexual. 
Adultos +18 años  Físicas, conductuales, emocionales, sexuales, sociales. 
14
2.- ¿Cómo explicaría el fenómeno según el cual únicamente el 30% de las
víctimas de abuso sexual en la infancia exhiben alteraciones psicopa-
tológicas durante la edad adulta?

La explicación de tal situación la tenemos en la particularización de


la víctima, de cómo la víctima vive la agresión sufrida, por lo que se percibe
que no es posible generalizar el tipo de consecuencias en las víctimas de
abuso sexual, ya que se presentan de manera distinta dependiendo de las
características de la situación, así como de la forma particular de afrontar
tal experiencia por parte del niño y su entorno familiar.

Las consecuencias son diferentes si el abusador es un familiar, un


extraño u otro niño (aunque se habla de abuso cuando el agresor es signi-
ficativamente mayor que la víctima o cuando está en una posición de poder
o control sobre ella); también es diferente si la relación sexual ha sido vio-
lenta o no. Los abusos en familia suelen ser más traumáticos, ya que para
el niño suponen además sentimientos contradictorios en cuanto a la con-
fianza, la protección, y el apego que esperamos y sentimos con relación a
nuestros propios familiares, la importancia de los sistemas de apoyo fami-
liar y social.

Se ha planteado que un 20% y 30% de las víctimas permanecen es-


tables emocionalmente después de haber sufrido una agresión (Echeburúa
y Guerricaechevarría, 2000). Echeburúa (2004) sitúan ese porcentaje de
resistencia en un 30% de las víctimas a corto plazo y en un 70% a la largo
plazo.

Asimismo, López, (1994) afirma que un importante porcentaje de víc-


timas de abuso sexual infantil no presenta repercusiones psicológicas tras
esa experiencia, constatándose la existencia de víctimas asintomáticas, es-
tableciéndose que entre un 20 y un 30% de las víctimas de abuso sexual
infantil permanecerían estables emocionalmente tras esta experiencia.
Como consecuencia de lo relatado en el primer párrafo (dependiendo de
las características de la situación, así como de la forma particular de afron-
tar tal experiencia por parte del niño y su entorno familiar).

Sin embargo, estas víctimas podrían llegar a presentar problemas


posteriormente, configurando los llamados efectos latentes del abuso se-
xual infantil, en opinión de (Kendall-Tackett et al., 1993).
15
3.- Diseñe un protocolo dirigido a la evaluación psicopatológica del
niño abusado sexualmente de cara a la aplicación de un tratamiento
psicológico posterior.

PROTOCOLO EVALUACIÓN PSICOPATOLÓGICA

Pasos que seguir:

1º).- Cualificación profesional del entrevistador, al objeto final de no


sesgar las declaraciones del niño.

2º).- Análisis del Contenido Basado en Criterios objetivos.

3º).- cualificar los resultados del análisis y tomar la decisión final.

Representación Esquemática de la Evaluación de la Validez de las


Declaraciones (SVA).

Statement Validity Assesment (SVA). (Evaluación de la Validez de


las Declaraciones).

Una declaración es válida si se basa en hechos que el narrador ha


experimentado directamente. No lo es si se basa en invenciones (menti-
ras), sugestiones, o hechos narrados por una tercera persona que se han
memorizado.

Por ello el Protocolo de Entrevista para recoger la información, im-


plementa que la entrevista la debe hacer una persona entrenada. Se ex-
ploran sistemáticamente una serie de hipótesis, y se sigue un protocolo pa-
ra no sesgar las respuestas del niño.

Análisis del Contenido Basado en Criterios, para analizar la informa-


ción recogida con la entrevista. Se aplica sobre la transcripción de la entre-
vista. Consiste en una lista de criterios de realidad o de contenido cuya
presencia en la declaración es un indicador de la validez de esta.

Lista de Validez; para cualificar los resultados del análisis y tomar la


decisión final. Entre otras cosas, comprueba que la entrevista se haya he-
cho correctamente, que el desarrollo cognitivo y lingüístico del niño sea el
adecuado, y que la evidencia externa más sólida no contradiga los resulta-
dos del análisis de la declaración.

16
En relación con tratamiento psicológico posterior, de niños abu-
sados sexualmente, Echeburúa y Guerricaechevarría (2021) proponen
como objetivos de las intervenciones, los siguientes:

a) Como objetivo de la terapia psicoanalítica sería la “catarsis emo-


cional” que consiste en favorecer la comunicación del paciente de las ex-
periencias vividas.

b) Objetivos de la psicoterapia cognitiva serían: la reestructuración


cognitiva y el entrenamiento en habilidades específicas de afrontamiento de
estrés.

c) Objetivos del tratamiento conductual serían aumento o implanta-


ción de conductas deseables y reducción o eliminación de las indeseables.

17
4.- Según el modelo del procesamiento de la información:

a) ¿Qué parámetros explicarían los efectos del abuso sexual infantil


sobre la salud mental?

Existen parámetros que pueden incidir en el desarrollo de problemas


psicológicos en víctimas de abuso sexual infantil como es el ambiente fami-
liar disfuncional, si bien la mayoría de estudios siguen constatando una re-
lación directa entre la experiencia de abuso sexual y el posterior desarrollo
de problemas psicológicos.
El abuso sexual infantil constituye un importante factor de riesgo pa-
ra el desarrollo de una gran diversidad de trastornos psicopatológicos en la
edad adulta.
La relación entre la experiencia de abuso sexual y el desarrollo de
una diversidad de problemas psicológicos, principalmente relacionados con
la sintomatología internalizante (depresión, ideación y conducta suicida,
trastorno por estrés postraumático) y los problemas en el área de la sexua-
lidad.
Existencia de una relación lineal entre la experiencia de abuso se-
xual infantil y la presencia de problemas psicológicos en la edad adulta,
existiendo múltiples parámetros que parecen incidir en esta relación. Los
efectos a largo plazo del abuso sexual infantil han sido considerados espe-
culativos, destacando la dificultad que entraña su estudio, especialmente al
ser comparados con las consecuencias iniciales, y principalmente dada su
interacción con otro tipo de factores relacionados con el paso del tiempo
(López, 1993).

b) ¿Podría establecerse algún tipo de relación entre cada uno de


estos parámetros y la sintomatología observada en los niños que han
sufrido abuso sexual?

Las principales consecuencias psicológicas encontradas se agrupan


en cinco categorías: problemas emocionales, problemas de relación, pro-
blemas funcionales, problemas de adaptación y problemas sexuales.
Problemas emocionales.- los trastornos depresivos y bipolares; los
síntomas y trastornos de ansiedad, destacando por su elevada frecuencia
el trastorno por estrés postraumático; el trastorno límite de la personalidad;
así como las conductas autodestructivas (negligencia en las obligaciones,
conductas de riesgo, ausencia de autoprotección, entre otras); las conduc-
tas autolesivas; las ideas suicidas e intentos de suicidio; y la baja autoesti-
ma.
Problemas de relación.- un mayor aislamiento y ansiedad social,
menor cantidad de amigos y de interacciones sociales, así como bajos ni-
veles de participación en actividades comunitarias. Se observa también un
desajuste en las relaciones de pareja, con relaciones inestables y una eva-
luación negativa de las mismas, entre otras. También aparecen dificultades
en la crianza de los hijos, con estilos parentales más permisivos en vícti-
mas de abuso sexual al ser comparados con grupos control, así como un
más frecuente uso del castigo físico ante conflictos con los hijos y una de-
preciación general del rol maternal.

18
Problemas de conducta y adaptación social.- presencia de con-
ductas antisociales y trastornos de conducta. Kaufman y Widom (1999), por
su parte, constataron, mediante un estudio longitudinal (1989-1995), el ma-
yor riesgo de huida del hogar que presentaban las víctimas de maltrato in-
fantil, entre ellas, de abuso sexual infantil. A su vez, la conducta de huida
del hogar, así como el haber sufrido abuso sexual infantil, incrementaban el
riesgo de delinquir y de ser arrestado por delitos diversos.
Problemas funcionales.- Uno de los problemas que afecta a las
funciones físicas de estas víctimas de forma más frecuente son los dolores
físicos sin razón médica que los justifique. También se observan algunas
cefaleas, fibromialgias y trastornos gastrointestinales,(Walker, Unutzer,
Rutter, Gelfand, Saunders, VonKorff et al., 1999).
Los trastornos relacionados con el abuso de substancias también
aparecen frecuentemente en estudios sobre consecuencias del abuso se-
xual infantil. Otros trabajos han mostrado la relación existente entre la ex-
periencia de abuso sexual infantil y un peor estado de salud física general,
tanto mediante síntomas físicos reales como según la percepción de salud
subjetiva de las víctimas (Walker, Gelfand, Katon, Koss, Von Korff, Berns-
tein et al., 1999; Swanston, Plunkett, O"Toole, Shrimpton, Parkinson y
Oates, 2003).

Problemas sexuales.- Browning y Lauman (2001) defienden que la


sexualidad desadaptativa es la consecuencia más extendida del abuso se-
xual infantil, no obstante, destacan la no existencia de una relación causal
entre la experiencia de abuso sexual infantil y el desarrollo de este proble-
ma, si bien el abuso sexual infantil actuaría como un importante factor de
riesgo para tener en cuenta. Derivados de estos problemas de tipo sexual
y, particularmente de las conductas sexuales promiscuas y del precoz inicio
a la sexualidad que presentan estas víctimas, destaca también la prostitu-
ción y la maternidad temprana.

Revictimización.- consecuencia del abuso sexual infantil relaciona-


das con el área de la sexualidad que supone una mayor gravedad, dada la
experiencia posterior de violencia física y/o sexual en víctimas de abuso
sexual infantil por agresores distintos al causante del abuso en la infancia
(Maker, Kemmelmeier y Peterson, 2001).

Transmisión intergeneracional.- La posible transmisión intergene-


racional de las prácticas parentales, así como del maltrato y el abuso se-
xual infantil, dado que un niño maltratado tiene alto riesgo de ser perpetra-
dor de maltrato en la etapa adulta a su pareja o a sus hijos.

La hipótesis de la reproducción del maltrato de padres a hijos, con-


firman su posible existencia (Green, 1998), aunque los autores constatan la
enorme variabilidad en los porcentajes entre diversos estudios; se han ob-
tenido cifras de la posible transmisión intergeneracional situadas entre el
20% y el 30% de los casos, si bien la controversia sobre esta posible con-
secuencia del abuso sexual sigue existiendo y los resultados de las diver-
sas investigaciones no pueden considerarse definitivos.

19
5.- Indique qué tipo de tratamiento sería más adecuado, y cómo se lleva-
ría a cabo, cuando el niño manifiesta un trastorno de estrés postrau-
mático como consecuencia del abuso sexual.

El tratamiento más adecuado debe adaptarse a la metodología ba-


sada en el nivel del desarrollo evolutivo del menor víctima del abuso se-
xual. En niños muy pequeños o niños con discapacidad mental, resultan
especialmente útiles los dibujos, los juegos, el role-playing, y los cuentos o
materiales didácticos específicos.

Con víctimas menores de mayor edad, y mayores recursos cogniti-


vos, suele recurrirse a estrategias más verbales y elaboradas ( discusión
racional y reevaluación cognitiva, técnicas de auto exposición, relajación, y
control de la ira).

Tratamiento del trastorno por estrés postraumático:

Psicoterapias basadas en trauma.

Psicoterapia de apoyo.

Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y a ve-


ces antiadrenérgicos.

Se ha informado que las psicoterapias basadas en traumatismos son


eficaces en niños con TEPT (1–4).

La psicoterapia basada en el trauma implica intervenciones a corto


plazo que utilizan técnicas cognitivo-conductuales para modificar el
pensamiento distorsionado, las reacciones negativas y el comporta-
miento.

También puede incluir la educación de los padres en reducción del


estrés y en habilidades de comunicación.

La psicoterapia de apoyo puede ayudar a los niños que tienen pro-


blemas de adaptación asociados con trauma. Es posible recurrir a terapia
conductista para desensibilizar sistemáticamente a los niños de situaciones
que hacen que vuelvan a experimentar el evento (terapia de exposición).

Sin duda, la terapia conductista es eficaz para reducir la angustia y


la alteración en niños y adolescentes con trastorno por estrés postraumáti-
co.

20
Evaluación clínica.-

El diagnóstico del trastorno por estrés postraumático se basa en los


antecedentes de exposición a un trauma gravemente atemorizante y ate-
rrador, seguido de sentimientos de volver a experimentar el hecho, entu-
mecimiento emocional e hiperexcitación. Estos síntomas deben ser lo bas-
tante graves para causar alteración o angustia.

Los síntomas que duran > 1 mes se consideran trastorno por estrés
postraumático, que pueden ser una continuación de trastorno por estrés
agudo o puede manifestarse hasta 6 meses después del trauma.

21
6.- Señale los objetivos terapéuticos del tratamiento con las víctimas de
abuso sexual infantil.

Se centran en ayudar al menor a entender, integrar y resolver aque-


llas experiencias que afectan a su desarrollo, a sus pautas de interacción
con el entorno y, a su seguridad. En el contexto de la psicoterapia indivi-
dual, el terapeuta ejerce hacia el niño el rol de un adulto con el que se pue-
de relacionar de manera sana y segura. De esta manera se pretende que el
niño recupere la confianza básica en sí mismo y aprenda a relacionarse de
manera adaptativa con otros adultos y con sus iguales (Urquiza y Winn,
1994).

Gallardo (1997) indica además que el tratamiento debe ir encamina-


do a optimizar aquellas potencialidades que han quedado afectadas y a
eliminar aquellas que favorecen el descontrol.

Distingue tres niveles de intervención: a nivel físico, emocional y


comportamental. Para el nivel físico, aunque puede tratarse desde el punto
de vista psicológico, prefiero el diseño y la intervención médica. Esta inter-
vención puede ser de forma individual o en equipo, además de interdiscipli-
nar; en esta forma (en equipo e interdisciplinar), actuarían de modo conjun-
to: trabajador social, médico y psicólogo.

Echeburúa y Guerricaechevarría (2000) proponen como objetivos de


las intervenciones, los siguientes:

a) Como objetivo de la terapia psicoanalítica sería la “catarsis emo-


cional” que consiste en favorecer la comunicación del paciente de las ex-
periencias vividas.

b) Objetivos de la psicoterapia cognitiva serían: la reestructuración


cognitiva y el entrenamiento en habilidades específicas de afronta-
miento de estrés.

c) Objetivos del tratamiento conductual serían aumento o implanta-


ción de conductas deseables y reducción o eliminación de las indeseables.

Siguiendo a Echeburúa y Guerricaechevarría, (2000) la actuación


iría encaminada a los siguientes logros:

22
a) Reestructuración cognitiva, ya que las preocupaciones del niño
pueden distorsionar la percepción de la realidad y la creencia en sus pro-
pios recursos para afrontarla. Esta técnica iría pues, enfocada a detectar y
a modificar los pensamientos distorsionados en relación con la situación de
maltrato y abuso.

b) Entrenamiento en habilidades específicas de afrontamiento


dirigidas en primer lugar a reducir los niveles de ansiedad por medio de la
técnica de relajación muscular progresiva; en segundo lugar, a controlar las
preocupaciones mediante las técnicas de detención del pensamiento y de
distracción cognitiva y la programación de actividades incompatibles; y en
tercer lugar dar pautas de actuación.

En concreto las técnicas cognitivas más usuales serían:

a) Técnicas de habilidades específicas de control por una parte del


pensamiento en cuanto a preocupaciones, atribuciones causales negativas
y pensamientos distorsionados y por otra parte de control del cuerpo, me-
diante la relajación muscular .

b) Estrategias de entrenamiento en asertividad, que podría resumir-


se en que la persona tiene derecho a expresar y pedir lo que desea, a pedir
que se respeten sus derechos, a negarse a complacer a los demás; todo
esto teniendo en cuenta que también tiene que respetar los derechos de
los otros (Caballo, 1993). Para Nyman (1998) una persona cuyos territorios
espaciales, corporales y emocionales han sido violados necesita ayuda pa-
ra establecer y restablecer los límites de dicho territorio. Necesita ayuda
para positivos y negativos, sus zonas privadas, buenos y malos secretos.
Los límites o fronteras son un área de tratamiento importante.

c) Entrenamiento en habilidades de resolución de problemas que se


define según Rodríguez Naranjo y Gavino (1997) como un proceso cogniti-
vo comportamental que ayuda al sujeto a hacer disponibles una variedad
de alternativas de respuesta para enfrentarse con soluciones problemáticas
y a incrementar las respuestas más eficaces de entre esas alternativas.

23
7.- Principales módulos y postulados de la Terapia Cognitivo-Conductual
Basada en la Evidencia como intervención en casos de abuso sexual
infantil.

Técnicas cognitivas para la regulación emocional tras el abuso


sexual infantil:

Reestructuración cognitiva.- Parada del pensamiento e imaginación


positiva (llevar la atención del pensamiento doloroso a uno no doloroso).
Confeccionar una metáfora para dejar pasar los pensamientos (los
pensamientos son como nubes, como olas del mar, que vienen y van)
Aprendizaje de auto instrucciones. Diálogo positivo. Pensamiento
positivo focalizado en las fortalezas reales del niño.
Distracción.- Después de haber vivido una experiencia traumática no
suele haber un buen reconocimiento del cuerpo, el niño tiene que convertir-
se en observador de su cuerpo y aprender a detectar cómo empieza a
cambiar cuando se emociona. Reconocer sensaciones ya es terapéutico
(Linehan, 1993). En algunos casos este reconocimiento entraña también
una primera exposición a la sensación corporal, por lo que se realizará con
la atención terapéutica pertinente.

Modular la expresión corporal es una forma de modificar la duración


e intensidad de la emoción (Bloch, 2003; Ekman y Friesen, 2003). El patrón
de respiración caracteriza a la emoción, así pues, introducir una respiración
tranquila y pausada constituye una entrada directa al cambio emocional.

El patrón conductual en la presencia de una emoción es otro aspecto


importante. La tendencia a la acción de la emoción negativa constriñe al ni-
ño (Southam-Gerow y Kendall, 2002). Es necesario que aprenda a invertir
la tendencia específica a la acción propia de la emoción negativa. En el
trabajo con la ira, independientemente de su origen, el niño tiene que saber
que no es lícito causar daño ni a otras personas ni a propiedades, ni a él
mismo.
Se preparan actividades que ayuden a reducir el malestar y que
sean posibles: leer en voz alta, cantar, bailar, hacer manualidades, pintar,
jugar con la mascota, correr; no se recomienda descargar la ira o agresivi-
dad sobre algún objeto o cosa. Estas actividades se planean en función de
los lugares en los que hayan de realizarse. Si es posible se le animará a
buscar un grupo social.

El niño puede tener sentimientos mezclados, sentir emociones con-


trapuestas, (amor y rabia) (Southam-Gerow y Kendall, 2002), y para que el
niño pueda aprenderlo Cohén, Mannarino, Deblinger (2006) proponen utili-
zar diferentes colores, unos colores representa los sentimientos primarios y
los sentimientos secundarios puede tener mezclas de estos. Así aprenden
que es posible tener más de un sentimiento en una situación, incluso que
los sentimientos pueden aparecer opuestos. Ya con la «cabeza fría», el ni-
ño se dirigirá a la situación problema relacionada con la emoción para in-
tervenir, si ello es posible, sobre el problema (solución de problemas) dan-
do una solución informada y lo más adecuada para el momento y que
además no le genere nuevas dificultades. Al mismo tiempo no hay que ol-
vidar enseñarles a buscar apoyo social, el niño aprende, además, que ya
24
no está sólo, que existen adultos o compañeros en los que puede apoyarse
y confiar.

Habrá ocasiones en las que no se puede hacer nada (la situación de


abuso que el niño ha vivido es real y ya no puede ser cambiada) en ellas,
deberá aprender a aceptar y tolerar su emoción. El afrontamiento focaliza-
do en la emoción puede conllevar una reevaluación cognitiva de la situa-
ción, aunque ésta no cambie (Southam-Gerow y Kendall, 2002). El niño
aprende a tolerar su emoción intensa a través de exposiciones cortísimas
(30 ó 50 segundos), breves contactos con la emoción en el momento en el
que es detectada; contacto que se irá aumentando paulatinamente y de
forma controlada (Cohén, Mannarino, Deblinger, 2006). También se le pue-
de enseñar al niño técnicas de distracción o, mediante el juego infantil,
aprender a abrir el foco de atención, como una forma de vivir «aquí y aho-
ra», un presente claramente diferenciado del pasado, como forma de redu-
cir los pensamientos y evaluaciones negativas.

Las técnicas cognitivas antes comentadas, la comunicación de las


emociones o un entrenamiento en meditación pueden ser de gran ayuda. El
niño no sólo tiene que aumentar su autoconciencia sino que es también
importante aumentar su conciencia social (Lantieri, 2009), comprender la
emoción del otro, cómo los otros actúan y se expresan tanto de forma ver-
bal como no verbal, cómo responder a esta emoción de forma adecuada y,
cómo expresar su propia emoción, habilidad que se extenderá con el
aprendizaje de habilidades sociales y de comunicación, asertividad y esta-
blecimiento de límites sanos.

Es importante que el niño sepa que el abuso sexual es sólo una par-
te de su historia. Es imperativo dirigir la terapia no sólo al cambio y al con-
trol de la emoción negativa sino también a la implantación específica de
emociones positivas. Las emociones positivas abren nuevas rutas, amplían
la tendencia a la acción y permiten hacer exploraciones y decisiones nove-
dosas (Sahin y McViker, 2011). Favorecer las emociones positivas es otra
forma de intervenir en la autoestima, en el sentido de uno mismo y en las
relaciones interpersonales. Se lleva ahora la atención del niño hacia aque-
llos eventos agradables que están ocurriendo y a los que probablemente no
está prestando atención.
A través del recuerdo de un día en el que se sintió como él quería
ser, Levine (2005) enseña a identificar y familiarizarse con las sensaciones
corporales que aparecen cuando uno se siente o se ha sentido bien, pleno
o unificado.

Sahin y McViker (2011) proponen, desde la psicología positiva, tra-


bajar con las fortalezas del carácter del niño. Se comenzará evaluando es-
tas fortalezas. La evaluación puede realizarse mediante el cuestionario de
Nansook Park, VIA Suwey of Character for Youth, válido para edades entre
los 10 y los 17 años, El perfil obtenido ayudará a extender las fortalezas
presentes a otros ámbitos de interés y analizando las debilidades se exa-
minará cómo construir aquellas fortalezas que él quiera poseer o que le
puedan resultar útiles para conseguir sus metas.

25
Unidad Didáctica 12
OFENSORES SEXUALES DE MENORES
Cuestionario de Evaluación

1.- ¿En qué consiste la tipología multicomponencial relativa a los ofenso-


res sexuales de menores?

La tipología multicomponencial conlleva a la necesidad de abordar el


estudio de la agresión sexual desde un enfoque integral y multicausal, en el
que estén contemplados los aspectos históricos, sociales, psicológicos, bio-
lógicos y culturales. Además, resulta importante identificar la motivación la-
tente de los ofensores, lo que puede ayudar en el tratamiento y supervisión
diseñados específicamente para cada uno de estos (Robertiello y Terry,
2007).

Por otro lado, la heterogeneidad de las personas que cometen deli-


tos sexuales: con o sin desviación, parafilias, antisocial, con déficits neuro-
psicológicos, abusadores sexuales intrafamiliares, hombres, mujeres, etc.
(Robertiello y Terry, 2007).

Asimismo, la heterogeneidad de los enfoques de los tratamientos:


intervenciones psicosociales, terapias cognitivo-conductuales, terapia mul-
tisistémica y familiar, Registro y Notificación, programas de tratamientos
basados en la comunidad, farmacológicos, entre otros.

26
2.- ¿En base a qué procesos psicológicos se explicaría la presencia de
un nivel de activación sexual inadecuado ante los estímulos infantiles
característico de los ofensores sexuales de menores?

Los ofensores sexuales pueden o no tener trastorno de personali-


dad, con dificultad en el control de impulsos, y en lograr relaciones de inti-
midad, es un trastorno caracterizado por la impulsividad y la agresividad,
con presencia de rasgos de inhibición, pasivo-agresividad y de evitación del
peligro.

En estudios de investigación se ha demostrado que la influencia de


factores genéticos, hormonales y de neurotransmisores, podrían estar rela-
cionados con la impulsividad y un aumento del interés y excitación sexual
ante los estímulos sexuales en contacto con menores.

Asimismo, reseñar que las distorsiones cognitivas se han señalado


como un aspecto central de las características de los delincuentes sexua-
les:
 “Las caricias sexuales no son realmente sexo y por ello no se
hace ningún mal”, “los niños no lo cuentan debido a que les
gusta el sexo”, “el sexo mejora la relación con un niño”, “si no
hay violencia el menor no va a desarrollar trastornos” etc.
Las distorsiones cognitivas que tienen los abusadores sexuales ha-
cen que racionalicen su conducta, llegando en ocasiones a considerar que
los menores han sido los provocadores de esa situación.

Apuntar que el abusador sexual puede ser de cualquier clase social,


etnia, raza, religión, estado civil y poseer cualquier nivel educativo, su edad
promedio para cometer abusos sexuales es entre los 16 y 36 años y esta
patología se va desarrollando en la adolescencia o a inicios de vida adulta.

27
3.- Diferencie entre la paidofilia de preferencia y la paidofilia situacional.

La personalidad del pedófilo es polimorfa. Se pueden distinguir dos


grandes tipos de pedófilos: los primarios y los secundarios o situacionales7:

Los primarios muestran una inclinación sexual casi exclusiva por los
niños y su conducta compulsiva es independiente de su situación personal.

Se trata, clínicamente, de pedófilos en un sentido estricto del término


que presentan unas distorsiones cognitivas específicas: consideran su
conducta sexual como apropiada (no se sienten culpables ni avergonza-
dos), planifican sus acciones, pueden llegar a atribuir su conducta a un
efecto de la seducción por parte del menor o pueden justificarla como un
modo de educación sexual para este.

En cuanto a los secundarios o situacionales, estos se caracteri-


zan porque su conducta viene inducida por una situación de soledad o es-
trés (en estos casos, la experimentación de relaciones sexuales con niños
suele ser un medio de compensar la baja autoestima o de liberarse de cier-
ta hostilidad).

No son estrictamente pedófilos, en tanto que su inclinación natural


es hacia los adultos, con los que mantienen normalmente relaciones pro-
blemáticas (impotencia ocasional, tensión de pareja...); solo recurren ex-
cepcionalmente a los niños y lo hacen de forma compulsiva, percibiendo su
conducta como anómala y sintiendo posteriormente culpa y vergüenza.

7
Enrique Echeburúa y Cristina Guerricaechevarría, op. cit., págs. 83 y ss.
28
4.- Exponga los objetivos del tratamiento psicológico centrado en los
ofensores sexuales de menores.

Según Echeburúa (2011), los objetivos del tratamiento psicológico


van orientados a:

La prevención de nuevos episodios de abusos, mediante el control


de estímulos.

La modificación de las ideas distorsionadas en relación con el abuso


sexual, mediante la revaluación cognitiva.

La supresión o reducción de los impulsos sexuales inadecuados,


mediante técnicas aversivas, y fármacos antiandrógenos.

Aumento de la excitación sexual adecuada en relaciones adultas


consentidas y de las habilidades sociales requeridas, mediante recondicio-
namiento orgásmico, saciación de la masturbación, y enseñanzas de habi-
lidades sociales.

Entrenamiento en autocontrol y solución de problemas.

Mejora de la autoestima.

Estrategias de prevención de recaídas.

Según Santiago Redondo Illescas y Vicente Garrido Genovés


(2008)8, los objetivos del tratamiento psicológico se implementan mediante
los módulos terapéuticos siguientes:

Educación sexual sobre el funcionamiento de la sexualidad humana


en cuanto una actividad de gratificación, comunicación y respeto recíproco.

Conciencia emocional, cuyo objetivo es la mejora de la competencia


de los sujetos para apreciar emociones en sí mismos y en otras personas,
tanto positivas (esperanza, satisfacción, amor, alegría, compasión, ternura,
etc.) como negativas (ira, envidia, inseguridad, odio, humillación, remordi-
miento, etc.). El propósito de fondo es el reaprendizaje por los sujetos de la
experimentación adecuada de dichas emociones, de manera que su reper-
torio emocional sea más amplio y equilibrado. Se considera que es impres-

8
Redondo, S., y Garrido, V. (2008). Efficacy of a psychological treatment for sex ofender. Psi-
cothema, 20, 4-9.
29
cindible que sean capaces de "sentir" dichas emociones para poderlas
después identificar e interpretar correctamente en otras personas.

Empatía con la víctima. En este módulo se trabaja la capacidad del


sujeto para ser consciente y solidario con el sufrimiento de otras personas
en general y con el de sus víctimas en particular. Para ello se reflexiona
acerca de los diversos daños físicos y psicológicos que pueden sufrir las
víctimas de agresión sexual, tales como cortes, contusiones, mordeduras,
roturas, gran ansiedad, incapacidad para tomar decisiones, sentimientos de
pánico, deseo de venganza, pesadillas, culpabilización, disfunciones se-
xuales, depresión, etc.

Mecanismos de defensa, que atiende al trabajo sobre las justifica-


ciones del delito, a partir de un listado de 107 excusas frecuentemente utili-
zadas por los agresores sexuales, como por ejemplo las siguientes: "No
hubiese ocurrido si el niño no hubiese preguntado cosas sobre sexo", "todo
lo que hicimos fue porque a ella le apetecía", "ella me provocó", etc.

Distorsiones cognitivas, que profundiza en el trabajo sobre pensa-


mientos erróneos acerca del uso de la violencia, la conducta sexual, las
mujeres, etc.

Estilo de vida positivo, que enseña a los sujetos a programar su vida


cotidiana de un modo más ordenado (horarios, rutinas diarias, objetivos,
etc.), como base general para normalizar su vida prosocial.

Modificación del impulso sexual, módulo opcional integrado por téc-


nicas psicológicas de reducción del impulso sexual ante estímulos inapro-
piados que impliquen el uso de violencia o de menores. Para ello puede
usarse sensibilización encubierta o recondicionamiento masturbatorio.

Prevención de la recaída, en que se entrena en estrategias de anti-


cipación de situaciones de riesgo y posibles recaídas, para resolverlas lo
antes posible. Se enseña al individuo a considerar secuencias habituales
de recaída, aplicando la siguiente estructura: emoción – fantasía – distor-
sión cognitiva – plan – desinhibición – agresión sexual. Se trabaja espe-
cialmente a partir de los ‘fallos’ más comunes que pueden cometerse y ha-
cer más probable la recaída.

30
5.- Seleccione dos de los objetivos referidos por usted previamente e in-
dique el tipo de tratamiento que llevaría a cabo para abordar tales ob-
jetivos.

Objetivo de estrategias de prevención de recaídas.

Las actividades programadas como tratamiento deben ser todas


grupales (agresores de menores). El debate grupal y confrontativo como la
pieza central del programa. Es decir, cualquier actividad que se programe
estará estructura-da en una parte informativa-técnica, seguida de un deba-
te confrontativo sobre los contenidos de la información ofrecida.
El educador debe ser un moderador del debate, logrando un traspa-
se de información fluido. Así mismo, se pretende que la información veraz y
científica choque con la información errónea, defectuosa o inexistente. A
los ofensores se les ofrecerá, en cada actividad, información especializada
para que puedan modificar sus creencias erróneas, destruir mitos y eva-
luar la sexualidad desde un punto de vista más objetivo y realista.
Así que el tratamiento tendría como objetivo final las siguientes me-
tas:
1). Lograr un cambio cualitativo importante en las actitudes hacia el
menor; se pretende que el agresor valore y perciba a éstos de forma positi-
va y respetuosa. Con ello se evitarían una serie de sentimientos negativos
o distorsionados que pudieran provocar comportamientos agresivos por su
parte.
2). Destruir mitos y falsos tabúes que constriñen la visión positiva y
plena de la sexualidad; se pretende con ello que una visión realista de la
sexualidad y pueda desarrollar comportamientos sexuales respetuosos ha-
cia la otra persona. Mediante la destrucción de mitos se logrará eliminar el
halo de misterio que envuelve la sexualidad, favoreciendo una visión de es-
ta exenta de sentimientos de culpa o de incomprensión.
3). Conseguir que el ofensor sexual comprenda la actividad sexual
como un proceso bioquímico, personal y social; estas tres dimensiones de
la sexualidad están unidas; por tanto, no puede entenderse la sexualidad
como respuesta de una sola de ellas.
4). Conseguir que el ofensor sexual comprenda la actividad sexual
como un proceso comunicativo y de respeto mutuo. Se pretende que reco-
nozca la relación sexual como un proceso comunicativo más, ello también
supone comprender que el sexo no se agota en el egoísmo personal ni, por
consiguiente, el otro es un mero instrumento del propio disfrute.

Objetivo de modificación de las ideas distorsionadas en relación con


el abuso sexual, mediante la revaluación cognitiva.
Los abusadores de niños mantienen actitudes hacia la relación se-
xual que les permite racionalizar su conducta, cuando no acusan a sus víc-
timas de provocadoras.
Se pretende incrementar la conciencia del abusador y aumentar el alcance

31
de las elecciones que realiza en relación con su conducta, desarrollando
toda una serie de habilidades de enfrentamiento específicas y capacidades
de autocontrol que fomentarán una sensación general de dominio o control
sobre su propia vida; las diferentes intervenciones con un individuo concre-
to se basarán en la valoración de las situaciones de alto riesgo y las habili-
dades de enfrentamiento que posee o necesita aprender, es un programa
individualizado adaptado para satisfacer las necesidades propias de cada
abusador sexual infantil.
Mediante múltiples actividades como: prevención de la recaída, mecanis-
mos de defensa, conciencia emocional, empatía hacia la víctima, distorsio-
nes cognitivas, educación sexual, estilo de vida positivo y modificación del
impulso sexual.
Son actividades que requieren la introspección, la confrontación con uno
mismo y con los demás, el aprendizaje estructurado de habilidades de en-
frentamiento y el desarrollo de autocontrol.
Estas actividades se realizan tanto a nivel individual como grupal, y man-
tiene un constante nivel de exigencia.
Estos objetivos de intervención ponen especial atención en ayudar al delin-
cuente sexual a:
(1) Reconocer las decisiones y condiciones que le sitúan en riesgo de rein-
cidencia.
(2) Planear, desarrollar y practicar un rango de respuestas de enfrenta-
miento a las situaciones y elementos que ha identificado como de alto ries-
go.
(3) Reestructurar su interpretación de los impulsos.
(4) Desarrollar estrategias para reducir la probabilidad de que un fallo pro-
voque una completa y total recaída.
(5) Incrementar su empatía hacia la víctima y modificar las distorsiones
cognitivas que probablemente facilitarían la futura victimización.
(6) Realizar modificaciones de estilo de vida diseñadas para promover una
abstinencia continuada.
(7) Aprender que prevenir la recaída es un proceso en curso en el que de-
be tomar un papel activo y vigilante.
Acorde a lo reflejado al principio de la pregunta se pretende un tratamiento
para la:
Toma de conciencia: Análisis de la historia personal. Introducción a las
distorsiones cognitivas. Conciencia emocional. Comportamientos violentos.
Mecanismos de defensa.
Toma de control: Empatía hacia la víctima. Prevención de la recaída. Pro-
ceso de recaída. Decisiones aparentemente irrelevantes. Factores de ries-
go y las señales para identificar los factores de riesgo. Respuestas de en-
frentamiento adaptadas. Distorsiones cognitivas. Estilo de vida positivo.
Educación sexual. Modificación del impulso sexual. Prevención de la recaí-
da.

32
6.- Elija y desarrolle una de las opciones planteadas a continuación:

OPCIÓN A) Refiera cuál sería el tratamiento psicológico más apropiado en


los casos de abuso sexual intrafamiliar.

OPCIÓN B) ¿Cómo se podría conseguir una reducción en las tasas de


abandono del tratamiento por parte de los ofensores sexuales de me-
nores?

Para que el cambio de comportamiento sea viable (y en consecuen-


cia para que el tratamiento sea más eficaz, y se produzca una reducción
del abandono del tratamiento) es necesario que el sujeto se encuentre,
como mínimo, en un estadio de contemplación del problema, es decir que
haya adquirido conciencia de este (que reconozca que tiene un problema) y
se haya suscitado en él la inquietud de resolverlo (Redondo, 2006).

En el caso de los agresores sexuales, para comenzar es necesario


que se reconozca el delito, esto es que salga de los habituales procesos de
negación que suelen acompañar a una conducta socialmente vergonzante
y de fuerte rechazo como la agresión sexual a menores (Redondo, 2006).

33
7.- Defina los tipos de agresores sexuales de menores siguientes:

a) agresores sexuales situacionales;

Abusadores situacionales o regresivos. Los que pertenecen a este


grupo no tienen orientación sexual hacia los niños, sino que responden a
situaciones de ansiedad.

Generalmente son personas con dificultades para afrontar conflictos


y con una autoestima baja. Comenten el abuso como “una forma de des-
cargar la tensión con una situación de poder”. "El objetivo es el dominio, el
control o el poder, no les mueve el motivo sexual".

A los que pertenecen a este grupo “es más fácil curarlos”, de la


misma manera que se hace con adicciones como el alcoholismo, la ludopa-
tía o las drogas . No obstante reseñar que "es una conducta muy adictiva,
lo que invita a la repetición”.

b) agresores sexuales de menores y violadores de adultos;

Echuburúa y Guerricaechavarria (2000), describen al agresor sexual


de menores como una persona con rasgos neuróticos e introvertido, inma-
duro; así mismo, aclaran que la pedofilia puede ser concomitante con otras
parafilias y puede estar relacionada con el alcoholismo o la personalidad
antisocial. Algo muy similar a lo descrito por Vásquez (2005), quien los
describe como personas de apariencia normal, que no obstante pueden
presentar problemas de neocriticismo, introversión, inmadurez, entre otras.

c) agresores sexuales primarios; y agresores sexuales de manada

El agresor sexual infantil; Echeburúa y Guerricaechevarría (2000) y


Posada y Salazar (2005) los dividen en agresores primarios y secunda-
rios.

Los agresores primarios, son descritos como el individuo con ten-


dencias sexuales compulsivas dirigidas exclusivamente a menores, mues-
tran escaso interés por los adultos y la conducta no responde a situaciones
de estrés.

Son descritos como personas solitarias, con poco interés por las ac-
tividades y cumplen, conceptualmente con la denominación de pedófilos.
34
Agresores sexuales de manada.

Estas personas actúan en grupo, a modo de cacería, y agreden se-


xualmente a una víctima menor (o de más edad), que se siente indefensa y
a la que someten a vejaciones de toda índole. Se trata de grupos de hasta
cuatro varones, de 25 a 35 años, muchos con problemas de desarraigo
social y en un contexto nocturno, festivo y con abuso de alcohol/ drogas.
Los espacios de ocio nocturno propician la sexualización de los
cuerpos de las mujeres. Algunas de estas agresiones son grabadas en ví-
deo con los móviles (similitud con la pornografía) y difundidas por las redes
sociales, con un componente explícito de exhibicionismo y con el deseo de
mostrar un rol de masculinidad ante el grupo.

Estas violaciones se potencian con las redes sociales: hacer daño a


una menor puede resultar excitante e incluso mostrarse como trofeo. Las
motivaciones de estas conductas se relacionan con el consumo de porno-
grafía machista y violenta desde edades tempranas, con el exhibicionismo
propiciado por las redes sociales, con el abuso de alcohol y con la intole-
rancia a la frustración. Lo más importante no es siempre la satisfacción de
sus pulsiones sexuales, sino la vejación de la víctima y el exhibicionismo de
una embrutecida hipermasculinidad ante otros hombres (Dela Torre Laso,
2020).

Al margen del efecto contagio, hay un inquietante incremento de las


violaciones en grupo. Todo indica que se extienden patrones entre algunos
jóvenes, de conducta violenta, muy alejados de los valores que promueve
el sistema educativo. Quienes se transforman en depredadores sufren una
desconexión moral; ni siquiera son conscientes de la violencia que ejer-
cen. Estos agresores muestran una empatía y unos patrones de conducta
machistas. Muchos contenidos en internet (pornografía brutal y violenta)
que a veces tienen una difusión viral, familiarizan a los niños con prácticas
de riesgo y presentan como normales conductas basadas en la violencia, la
satisfacción inmediata de los deseos y la simplificación de las relaciones in-
terpersonales ( De la Torre-Laso, 2020).

Cuando los menores violan en pandilla, a la ventaja física se une el


anonimato del grupo y el descontrol de la masa (reacción en eco) .

35
Unidad Didáctica 13
PREVENCIÓN DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL
Cuestionario de Evaluación

1.- ¿Qué aspectos específicos deberían incluir los programas de preven-


ción primaria del abuso sexual infantil para niños en edad pre-
escolar?

Aspectos específicos relacionados con la metodología en el trabajo de


prevención, que conlleva a la involucración de los padres, fomentar la autopro-
tección de los menores, así como el apoyo y asesoramiento a los profesionales
de campo puesto que su formación específica suele ser limitada.

Pretenderán estos aspectos, por tanto, mediante el desarrollo de talle-


res ofrecer información y formación suficiente a sus participantes como para
que éstos una vez finalizado el curso sean capaces de llevar a cabo diversas
actividades tanto con alumnos como con familias.
Busca ofrecer herramientas prácticas, con un enfoque de promoción del
buen trato a la infancia y prevención primaria, puesto que es una intervención
con profesionales del ámbito educativo que pretende sensibilizar y aumentar
sus conocimientos y competencias.
Además, “se trabaja cuando el abuso todavía no ha ocurrido, favore-
ciéndose su detección.

Existen grupos específicos con una vulnerabilidad más profunda:

Menores institucionalizados: a falta de un medio protector pueden te-


ner carencias en su desarrollo. Le puede resultar compleja la vinculación con
sus cuidadores y si uno de éstos fuera el abusador, además de verse obligado
a convivir con él, la revelación sería complicada.

Menores con discapacidad física, sensorial o psíquica: la familia de


estos menores viven su discapacidad como una fuente de estrés y con un ma-
yor aislamiento social. Los niños con discapacidad más leve tienen más posibi-
lidades de ser víctimas de maltrato, especialmente negligencia y abandono.
El abusador suele ser un familiar o persona cercana y el abuso se man-
tiene a lo largo de los años, cuando la persona se convierte en adulta.
El riesgo mayor deriva de varios motivos, entre ellos: barreras comunica-
tivas (o falta de vocabulario específico), dependencia de el/la adulto/a (la falta
de autonomía, la educación en la obediencia y la percepción de vulnerable,
incapacidad y carente de poder favorecen en el abusador la sensación de im-
punidad) y programas diseñados pensando en niños/as sin discapacidad (de-
ben adaptarse si fuera necesario sus contenidos o la forma de comunicarlos).

-Menores en situación de pobreza: carentes de medios materiales y


afectivos (pasar mucho tiempo solos, falta de acceso a recursos sociales, vivir
comunalmente en espacios reducidos, etc.).

36
- Menores en cuya familia ya haya habido casos de abusos sexuales.

- Menores con factores de riesgo internos: introversión, sumisión, ais-


lamiento, etc.

- Menores con familias no protectoras: que no satisfacen las necesi-


dades de desarrollo del infante, no garantizan las funciones parentales, con
una débil red de apoyo social, casos en la pareja de violencia, alcoholismo,
drogodependencias o trastornos psiquiátricos, maltrato psicológico, etc.

Desde el ámbito educativo pueden realizarse intervenciones en educa-


ción formal y no formal de prevención primaria, como lo es este mismo trabajo,
enfocadas a la población en general (padres, madres, familiares, docentes,
monitores/as, etc.).
Prevención primaria es una intervención con profesionales del ámbito
educativo que pretende sensibilizar y aumentar sus conocimientos y competen-
cias.
Además, “se trabaja cuando el abuso todavía no ha ocurrido, favore-
ciéndose su detección.

Es la labor de prevención más eficaz puesto que -de tener éxito- reduci-
ría la incidencia de los casos de abuso sexual infantil”.

La prevención primaria quedan excluidos muchos menores a los que


también hay que proteger: menores de 0 a 3 años, de 3 a 6 que no asisten a
infantil, menores de 12 a 18 (adolescentes como potenciales víctimas pero
también como potenciales agresores).

37
2.- ¿Considera útiles y válidos los procedimientos de prevención primaria
para evitar la ocurrencia del abuso sexual? Razone la respuesta.

Si evidentemente son válidos y ya se han apuntado en la pregunta


que precede, así las cosas, gracias a esta prevención se impulsan las reve-
laciones, se mejora la detección y se fomenta la denuncia.
Pero para ello se deberán ofrecer información, formación, y mejorar
habilidades, competencias, aptitudes, etc.
Para desarrollar esta labor están los denominados factores de ries-
go, que se deberán minimizar al máximo, y de protección, aquellos que in-
teresa reforzar y ampliar.
Observamos ciertos comportamientos que nos pueden hacer saltar
todas las alarmas de un posible abuso sexual:
 Indicadores físicos, hallazgos de lesiones…
 Indicadores psicológicos, conocimientos sexuales inadecua-
dos para la edad, conductas agresivas, irritabilidad, rabietas,
ira, pesadillas…

3.- Señale los posibles costes y beneficios asociados a los programas de


prevención primaria del abuso sexual infantil.

Un estudio en Reino Unido da por resultado que los niños han al-
canzado logros significativos en lo que se refiere a la adquisición de habili-
dades de seguridad mediante programas de prevención primaria.
También establece que los programas dirigidos a los profesores han
sido efectivos.
Por otro lado, los programas dirigidos exclusivamente a padres, no
han ofrecido resultados significativos.

38
4.- Refiera los componentes que debería incluir un programa de preven-
ción primaria del abuso sexual infantil centrado en el contexto educa-
tivo.

Los componentes que debería incluir un programa de prevención


primaria del abuso sexual infantil centrado en el contexto educativo, debe
incluir los indicadores asociadas a las conductas poco habituales de la
edad; estrategias de actuación; líneas de trabajo con las familias y los
alumnos

INDICADORES:
El maestro es una figura muy importante que detectará el abuso se-
xual. Aunque los niños no presenten unos síntomas claros si se observan
menores conductas disruptivas asociadas a las conductas poco habituales
de la edad:
- Dificultad para andar, lesiones, irritación anal o genital, depresión,
no quiere volver a casa.
ESTRATEGIAS BASICAS DE PREVENCIÓN:
- Actuaciones para proteger y prevenir, como interés por el niño,
espacios de dialogo, aceptación de sus sentimiento, actitud positiva, parti-
cipación en la comunidad.
LINEAS DE TRABAJO:
- Con la familia, informando, sensibilizando, dando armas para re-
conocer situaciones, recursos para detectar.
- Con el alumno, ofrecer relaciones adecuadas con respeto, con-
fianza, compromiso, descubrir la unión entre afectividad y sexualidad, dife-
renciar contacto adecuado de inadecuado, diferenciar los secretos, los que
dan emociones positivas y los que dan emociones negativas.

39
5.- Comente cuáles son los supuestos básicos necesarios para estable-
cer un programa de prevención secundaria del abuso sexual infantil.

Dirigida a la población de riesgo con el objetivo de realizar un diag-


nóstico temprano y un tratamiento inmediato.
Atenuar los factores de riesgo presentes y potenciar los factores pro-
tectores.
Se incluyen:
 Reconocer situaciones de maltrato infantil, estable-
ciendo estrategias de tratamiento.
 Reconocer situaciones de violencia doméstica o de
abuso a la mujer y buscar soluciones.
 Reconocer las conductas paternas de maltrato físico o
emocional, considerando la remisión de la familia a una
ayuda especializada en el manejo de la ira y la frustra-
ción.
 Remitir a centros de salud mental a padres con adic-
ción a alcohol y drogas.
Estrategias preventivas dirigidas a poblaciones vulnerables identifi-
cadas como de alto riesgo psicosocial por presentar mayor riesgo de expo-
sición a aquellos factores de riesgo más conocidos dentro del fenómeno de
la violencia.
Tiene como objetivo principal el reducir la prevalencia de una situa-
ción concreta de violencia, como por ejemplo el maltrato dentro del ámbito
familiar, o de un trastorno psicosocial determinado como la conducta anti-
social.
Este tipo de intervención selectiva está orientada específicamente a
grupos de población que están más expuestos a situaciones de violencia,
siendo más vulnerables a conductas violentas para la resolución de conflic-
tos en su medio.
En el caso concreto del maltrato infantil, los programas están dirigi-
das a aquellas familias con mayor riesgo de situaciones de violencia do-
méstica de acuerdo con los modelos conceptuales actualmente vigentes
sobre las relaciones.

40
6.- Si precisáramos llevar a cabo un programa de prevención secundaria
(prevención selectiva) con ofensores sexuales de menores sintetice
que características de los paidófilos tendríamos que contemplar.

Las características de los paidófilos que tendríamos que contemplar


al objeto de implementar un programa de prevención secundaria (preven-
ción selectiva) con ofensores sexuales de menores serían las siguientes.

 Paidófilo que busque ayuda para sí mismos por sentir atrac-


ción por los niños.
 Personas que están sintiendo un malestar personal, que es-
tán lo suficientemente inquietas consigo mismas para dar el
paso.
 La pedofilia (o hebofilia, cuando se refiere a niños y niñas de
entre 10 y 14 años) se considera un trastorno dentro del mar-
co de las parafilias, y se puede tratar.
 Por ejemplo, eliminando de entrada factores de riesgo, como
puede ser trabajar con niños, o más en profundidad desha-
ciendo las “distorsiones cognitivas” que suelen padecer estas
personas.
 Esto es, pensamientos justificativos del tipo “no le hago daño
al niño porque no se queja” o “él es muy maduro”.

41
Unidad Didáctica 14
CREDIBILIDAD DEL TESTIMONIO EN EL ABUSO
SEXUAL INFANTIL
Cuestionario de Evaluación

1.- Exponga las características más relevantes de los diferentes tipos de


procedimientos para la valoración de la credibilidad del testimonio en
el abuso sexual infantil.

Tres enfoques para la evaluación de la credibilidad del testimonio


(Echeburúa, Guerricaechevarria y Vega-Osés, 1998), en primer lugar, pro-
tocolos de entrevistas, y la presencia de indicadores físicos, psicológicos y
sexuales (Vázquez Mezquita y Calle, 1997) ; segundo lugar análisis de la
credibilidad de la manifestación; en tercer lugar los dibujos utilizados sobre
todo en niños pequeños.

Las entrevistas.
La entrevista psicológica es, junto con la observación, el medio fun-
damental de valoración de los abusos sexuales a menores.
La entrevista permite detectar los indicadores significativos relacio-
nados con la existencia de abusos sexuales y determinar si las respuestas
emitidas por el niño -emocionales, conductuales o físicas- coinciden con
aquellos síntomas comúnmente considerados como efectos del abuso se-
xual (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000; Vázquez Mezquita, 2004).
No obstante, estos síntomas pueden variar en función de una serie
de variables relevantes: el tipo y gravedad del abuso, las diferentes edades
y conocimientos sexuales de los menores, las relaciones afectivas previas
entre víctimas y abusadores, la reacción diferencial del entorno ante la re-
velación del menor, etc.
Las entrevistas con el menor deben hacerse en un ambiente prote-
gido y en un clima empático, de forma que se posibilite la expresión ade-
cuada de las emociones y de los pensamientos. En ocasiones, favorecer
una primera revelación puede requerir varias sesiones,

El análisis de la veracidad de la declaración. Tal como se ha


desarrollado por Undeutsch (1998) y por Steller y Köhnken (1994), se trata
de un método complejo que tiene como objetivo diferenciar entre testimo-
nios verdaderos y falsos. Este método se basa en la hipótesis de que las
declaraciones que se efectúan referidas a hechos reales (vividos) son cuali-
tativamente distintas de las que son fruto de la fabulación o de la inducción.
En concreto, el análisis incluye los siguientes puntos: la revisión cuidadosa
de la información relevante, la entrevista semiestructurada con el niño, el
análisis del contenido de la entrevista basado en criterios, la comprobación
de la veracidad del testimonio, y la valoración conjunta del análisis del con-
tenido y de la comprobación de la veracidad (Arce y Fariña, 2005; Cortés y

42
Cantón, 2003; Godoy-Cervera y Higueras, 2005; Paúl, 2004; Pozo, 2005;
Vázquez Mezquita, 2005).
Diferentes tipos de procedimientos en la evaluación de la credibili-
dad:
a. La credibilidad mediante el uso de técnicas psicofisiológicas,
b. La credibilidad de las manifestaciones no verbales,
c. La credibilidad del relato verbal.

Esta concepción de la credibilidad, tiene su máxima expresión con el


popularmente denominado “detector de mentiras” o polígrafo. El estudio se
centra en los cambios fisiológicos coexistentes con la mentira. Su base es-
tá en la ansiedad que acompaña a la mentira, como la causante de los
cambios de la tasa respiratoria, respuesta psicogalvánica, cambios en la
temperatura, tasa cardíaca, etc. que son recogidos por el polígrafo y que
demuestran “sin lugar a dudas” la verdad o mentira del sujeto.

La credibilidad es considerada como producto de una integración de


las respuestas emocionales, cognitivas y conductuales del menor que son
comprensibles y que están en consonancia con el relato expresado, mien-
tras que un testimonio es veraz o válido sólo cuando el recuerdo representa
de una forma correcta y adecuada la realidad ocurrida (Echeburúa, Guerri-
caechevarria y Vega, 1998, p. 8).

Los dibujos y los muñecos anatómicos.


Los dibujos y los muñecos anatómicos se han propuesto como vía
de acceso al conocimiento de los abusos sexuales en niños que, por su
corta edad o por algún déficit específico, no presentan unas mínimas habi-
lidades verbales o en niños muy inhibidos emocionalmente en los que es
difícil establecer un contacto verbal (Alonso-Quecuty, 1999; Cantón, 2006;
Cortés, 2003b).
Los dibujos permiten la libre expresión emocional del niño, sobre to-
do cuando sus recursos verbales son limitados y pueden estimular el re-
cuerdo de determinados acontecimientos.

43
2.- Analice las ventajas y las limitaciones que presentan los distintos pro-
cedimientos de valoración de la credibilidad del testimonio en el abuso
sexual infantil.

Tanto la entrevista, y la observación de indicadores físicos, psicológicos


y sexuales, y utilización de dibujos, facilitan la recogida de información, pero no
constituyen por sí solos métodos adecuados para llegar a una conclusión defi-
nitiva sobre la existencia del abuso sexual.

No obstante, su poder explicativo aumenta considerablemente cuando


se utilizan de forma complementaria con el análisis de la veracidad de la decla-
ración (Echeburúa et al. 1998; Perea y Arch, 2012).

Asimismo, con la utilización complementaria de fuentes de información


llegaremos a tener una visión más completa de la credibilidad del testimonio en
relación con el abuso sexual infantil.

En cualquier caso, el testimonio del menor debe completarse con otras


vías de conocimiento, como el estudio del expediente judicial para obtener la
información aportada al proceso por las diversas fuentes de investigación (tales
como los informes pediátricos, escolares, sociofamiliares o psicológicos y las
declaraciones del acusado o de los testigos de referencia) y la práctica de en-
trevistas a los adultos relacionados con el menor, con el objetivo de recabar
información sobre los antecedentes familiares, el curso evolutivo, la personali-
dad del menor y su grado de adaptación a la vida cotidiana .

44
3.- Diseñe una intervención orientada a la valoración de la credibilidad y
secuelas de un posible abuso sexual infantil como medio probatorio
en un juicio.

El testimonio del menor (huella mnésica) y el posible daño psíqui-


co asociado (huella psicopatológica); deben estar interrelacionados y ser
causa efecto, para probar los abusos de los que será juzgado el autor de
los hechos (Muñoz, González Guerrero, Sotoca, Terol, González y Manza-
nero, 2016; Pereda 2009).

El problema respecto al daño causado es que, (Picó-Alfonso, Eche-


burúa y Martínez, 2008; Sarasua, Zubizarreta, Echeburúa y Corral, 2007),
no existe un perfil psicopatológico único vinculado al abuso sexual infantil,
por lo que resulta arriesgado acreditar una supuesta experiencia de victimi-
zación sexual solo a partir de indicadores clínicos (Scott, Manzanero, Mu-
ñoz y Köhnken, 2014). Por ello, la huella mnésica de la víctima adquiere un
especial protagonismo en este tipo de delito, pero este testimonio es fácil
de contaminar en víctimas vulnerables por razón de su edad, capacidad in-
telectual o equilibrio emocional.

Dictámenes periciales.-

Con el objetivo último de medio probatorio en sede judicial, a través


del peritaje forense.

El objetivo de los dictámenes periciales es facilitar las decisiones de


los jueces respecto a los hechos debatidos en el procedimiento. Es decir, la
función del perito es proporcionar los datos científicos, técnicos o prácticos
precisos para que el juez pueda fundar su convicción de forma argumenta-
da.

Los peritos carecen de conocimientos absolutos, y tan sólo pueden


trasmitir una información avalada por el saber consolidado en la comunidad
científica. Esta aportación es suficiente para coadyuvar a la función deciso-
ria del juez.

No puede ignorarse la existencia de casos dudosos, y aquí el perito


no ha de vacilar en manifestar sus titubeos, que no son más que el reflejo
de las limitaciones de la ciencia.

45
Los dictámenes periciales deben sustentarse en un método, en unos
instrumentos y en unas fuentes de información rigurosos y ampliamente
aceptados por la comunidad científica. Sólo así se garantiza su valor ins-
trumental para alcanzar unas conclusiones admisibles, fruto de una infe-
rencia razonable a partir de los datos obtenidos. Asimismo, deben expre-
sarse en un lenguaje inteligible y accesible a los jueces y al resto de los
operadores jurídicos. Los conceptos más profundos no están reñidos con
una forma de expresión sencilla y clara. Y al revés, las expresiones ampu-
losas, arropadas en terminologías complejas, esconden frecuentemente
enunciados vacíos de contenido.

La estructura del informe debe contener, al menos, los siguientes


apartados: solicitud o motivo de consulta, antecedentes del caso, relación
de los procedimientos y técnicas de evaluación, resultados obtenidos, eva-
luación del psicólogo, conclusiones, y recomendaciones en relación con la
protección del menor y con las necesidades de asistencia médica y/o psico-
lógica (Serrano, 2006; Vázquez Mezquita, 2005).

46
4.- Indique cuáles serían, a su juicio, los criterios con más peso a la hora
de considerar como creíble la declaración de un menor víctima de
abuso sexual infantil.

- La credibilidad se asociará a la ausencia de móviles de resenti-


miento o interés que priven a la fuente de la aptitud subjetiva necesaria pa-
ra generar certidumbre, así como a la existencia de una persistencia en la
incriminación que, dada la ausencia de contradicciones injustificadas o am-
bigüedades extremas, refleje un discurso que responde a patrones exter-
nos de veracidad.

- La fiabilidad precisará una especificidad en los datos ofrecidos y


una validación externa de los mismos a través de otras fuentes de prueba,
de forma que la narración trasladada sea confirmada o corroborada por al-
gún elemento exógeno debidamente probado.

Habrá que realizar la entrevista de investigación forense de una for-


ma rigurosa, con el objetivo de conseguir del menor la mejor y más extensa
información original, libre de influencias sugestivas y coactivas.

Para fijar el peso probatorio de lo declarado por las víctimas hay que
insertar lo declarado en un contexto específico -el conformado por el cua-
dro probatorio- que permita contrastar la calidad de lo narrado a la luz de la
información procedente del resto de las fuentes de prueba. Por lo tanto, lo
importante no es que el testimonio de la víctima cumpla formalmente los
criterios diseñados en sede jurisdiccional (credibilidad subjetiva, persisten-
cia en la incriminación y corroboración periférica) para valorar su testimo-
nio. Lo determinante es que materialmente se valore la calidad informativa
de lo que traslada la víctima, analizando sus aportaciones y confrontándo-
las, si cabe, con las de otra procedencia, para confirmar la calidad de los
datos suministrados (así, STS 3/2015, de 20 de enero).

47
5.- Respecto a la validez de las declaraciones, indique cuáles serían a su
juicio, los criterios que podrían invalidar una declaración.

En el campo de las garantías jurídicas de los acusados, es básico


preservar que la defensa tenga la posibilidad de cuestionar su testimonio,
durante su realización o en un momento posterior, y resulta necesario so-
meter la ponderación judicial de su contenido a unas reglas de credibili-
dad y fiabilidad que respeten el derecho a la presunción de inocencia
cuando se detecten un vacío probatorio, una prueba de cargo insufi-
ciente o un rendimiento probatorio contrario a las tesis de la acusa-
ción.

La ponderación judicial del testimonio de las víctimas puede, en el


caso concreto, carecer de la energía probatoria precisa para desvirtuar la
presunción de inocencia, bien porque recoja un relato inverosímil (vacío
probatorio), bien porque refiera un relato verosímil no demostrado o
acreditado (insuficiencia probatoria).

Hacer compatible la protección de los menores víctimas con el res-


peto a las garantías jurídicas de los acusados plantea diversos retos que
requieren de una estrecha colaboración entre la Justicia y la psicología fo-
rense.

Así, en el plano de la protección de los menores, es preciso que su


testimonio se efectúe en un espacio que posibilite su acogida, con una
compañía que le genere confianza y de una manera que facilite su declara-
ción.

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6.- Ante los casos de menores víctimas de abuso sexual, comente el en-
foque basado en el análisis de la credibilidad de la declaración como
procedimiento de evaluación de la credibilidad del testimonio.

El análisis de credibilidad emplea un conjunto de criterios de conte-


nido cuya presencia en la declaración se considera como indicador de que
la declaración es producto de un hecho experimentado por el menor y no
de la fantasía o de la sugestión.

¿Cómo se evalúa la credibilidad del testimonio? Está compuesta por


tres elementos principales: Entrevista al menor dirigida a obtener un testi-
monio lo más extenso y preciso posible. Análisis del relato del niño bajo los
criterios de realidad (CBCA) Aplicación de la Lista de Validez que pondera
factores externos al relato.

Mediante el análisis de la realidad de las declaraciones (SRA). Diges


y Alonso-Quecuty afirman que “Esta técnica permite al psicólogo forense
experimental conocer si la narración que hace el niño de los hechos co-
rresponde o no con una experiencia vivida realmente por el menor o si, por
el contrario, es fruto de su imaginación o de la manipulación de un adulto”.

El elemento de partida, conceptual, de esta técnica es que las decla-


raciones basadas en hechos reales son cualitativamente diferentes de las
declaraciones que no se basan en la realidad y son mero producto de la
fantasía. (La primera cuestión que se plantearía es si fantasía puede equi-
pararse a mentira consciente o sugestión/manipulación).

Esta técnica se basa en:

• Estudio por el psicólogo de todas las actuaciones del sumario.

• Entrevista con el niño.

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