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2021- SEMINARIO CLINICA DE LA TOXICOMANÍA DESDE LOS DISCURSOS:


SOCIAL, MEDICO, JURÍDICO Y DEL CAMPO PSI.

DISCURSO MÉDICO

DRA CECILIA R.SATRIANO


Profesora titular Facultad de Psicología
Investigadora CIUNR

LA TOXICOMANÍA COMO ENFERMEDAD.

LA DROGA COMO SÍNTOMA.

Existen dos aspectos se destacan en el discurso médico. Uno que plantea que
esta enfermedad se produce por causas externas como son las sustancias. El
segundo, explica el porqué de estas causas y advierte que son cuestiones de
índole sociogénicas.
Se había planteado en el trabajo anterior que la noción de enfermedad es un
término extrapolado y extendido en su uso en el problema de la
drogadependencia, porque al sostener que es una enfermedad, actualiza y
refuerza su ideal social de perpetuar al hombre sano. En este sentido, se pueden
encontrar algunas razones para comprender cómo el discurso médico va a
constituir la enfermedad como su causa, puesto que el sufrimiento del enfermo es
la razón de la intervención médica, es la enfermedad lo que constituye el objeto de
su interés.

Canguilhem plantea que la concepción ontológica de la enfermedad es el opuesto


cualitativo del concepto de salud, mientras que la posición positivista la deriva del
estado normal, y esto ya marca una diferencia (1971) 1.
En las toxicomanías, la concepción más generalizada entre los médicos, la
determinan partiendo de la oposición de esta última. Es considerada como una
anomalía; término que, por otra parte, se deriva del lenguaje utilizado por la
patología morfológica. Este autor plantea: " Cuando la enfermedad es considerada
como un mal, la terapéutica se presenta como una revalorización; cuando la
enfermedad es considerada como un defecto o como un excedente, la terapéutica
consiste en una compensación" (ob.cit.).

Una enfermedad se manifiesta en un sistema de signos cuyo estudio remite a una


semiótica del lenguaje y produce una semiología específica de acuerdo a la
1
Canguilhem, G. (1971). Lo Normal y lo Patológico. Siglo XXI. Buenos Aires, Argentina.
2

recolección de esos signos. El soporte real está constituido por el cuerpo del
enfermo, el cual pasa a ser un sitio privilegiado para detectar la aparición y
posterior observación del desarrollo de la enfermedad. Es decir, la enfermedad
puede señalarse en un cuadro, manifestándose en el cuerpo una serie de
síntomas, los cuales cobran visibilidad en el organismo de un individuo.

Ducrot y Todorov planteaban que en la semiología médica, el síntoma “es un signo


es parte constituyente del referente, así como la fiebre es un síntoma de una
enfermedad” (1974)2. En este sentido es un significante que remite a un
significado.
Desde la perspectiva médica, un síntoma es lo que advierte del desequilibrio,
recordando que el ideal médico es la armonía, y el síntoma mostraría la
desarmonía. Su desciframiento es posible a partir de recortarlo como su objeto de
estudio, haciendo que se establezca una reciprocidad entre lo que se aísla del
cuerpo y lo que recoge de los signos.

Desde el punto de vista médico, el concepto de síntoma remite a la idea de una


patología y remite a un saber en donde se apoya la gnosografía clínica y avanza a
través de la mirada de un cuerpo que provee los signos.
Desde la perspectiva psicoanalítico existe una diferencia respecto de la dimensión
del cuerpo concebido como biológico y un cuerpo erógeno. Uno responde a un
cuerpo de órgano y el otro como cuerpo de goce. Este es, ante todo, algo que el
sujeto se reconoce y lo representa. Le permite al sujeto estar identificado porque
es un cuerpo habitado por el lenguaje, por lo que obtiene su unidad.

El síntoma desde lo médico se resuelve con la intervención fisio-patológicas y


anatómicas. La etiología no depende de la historia del paciente sino de la
disfuncionalidad orgánica la cual es independiente de la subjetividad.
Contrariamente, en psicoanálisis la subjetividad es el objeto de toda intervención.
Su construcción es construcción misma de la puesta en acto de lo Inconsciente.
Esto es, la función del síntoma anuncia la entrada al análisis pero, por sobretodo
representa el retorno de la verdad en la falla de un saber. Es decir, el retorno de la
represión, inconsciente mediante; y donde el síntoma es su metáfora, el cual
puede ser descifrado en transferencia.

La formación de síntoma comprende el retorno de lo reprimido en forma de


formaciones sustitutivas, formaciones de compromiso o formaciones reactivas.
Una formación sustitutiva se designa a los síntomas o equivalentes, como actos
fallidos, chistes, etc., ya que reemplazan los contenidos inconscientes. Se

2
Ducrot, O. y Todorov, T. (1974). Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje] (1974). Diccionario
enciclopédico de las ciencias del lenguaje. Fondo Xavier Clavijero. S.J. ITESO, México.
3

considera como una sustitución económica, en tanto aporta una satisfacción que
reemplaza al deseo inconsciente; y simbólico al ser sustitutivo el contenido
inconsciente por otro, mediante líneas asociativas. Este último es producto del
desplazamiento y de la condensación que determinan la singularidad del síntoma.
Una formación transaccional o de compromiso es la forma que adopta lo reprimido
para ser admitido en la conciencia y retornando en el síntoma, en el sueño. Las
representaciones reprimidas deformadas por la defensa resultan irreconocibles.
En la misma formación pueden satisfacerse tanto el deseo inconsciente como las
exigencias defensivas.
Una formación reactiva es una actitud de sentido opuesto a un deseo reprimido y
que se ha convertido en una reacción contra este. Pueden ser localizadas y
manifestarse en un comportamiento particular. Pueden adquirir un valor de
síntoma por lo que representan de forzado, de compulsivo.
Para Lacan, el síntoma va en el sentido de un deseo de reconocimiento, pero que
permanece excluido o reprimido. Está comprometido en una relación singular con
lo imaginario y lo simbólico, precisamente es el efecto de lo simbólico en lo real
(1958)3. Es una verdad que depende de la significación (1975) 4.

El interés médico está colocado en "lo que se muestra", en lo visible de una


enfermedad (Herllich. & Pierret, 1975) 5. Se puede plantear que una enfermedad
se construye como objeto de conocimiento, a partir de combinar en una relación
causal una cierta cantidad de elementos, siguiendo los estrictos procedimientos
del razonamiento médico.
Jean Clavreul plantea al respecto que: " Para poder constituir la enfermedad
como objeto de estudio, ha sido preciso darle una entidad, constituirla en tanto ser,
reconocible en sus manifestaciones semejantes de un enfermo a otro" (1978)6.

Es decir, siguiendo con ciertos procedimientos, la Medicina puede construir


elementos como hechos. Estos elementos se los agrupan en tanto tengan
características de semejanza, capaces de ser agrupados en conjuntos, se los
nombra y se los hace entrar en relación, pasando a forma parte del saber,
permitiendo posteriormente arbitrar instrumentos metodológicos para su
aprehensión.
De esta manera los hechos se constituyen en un núcleo sólido para ser
capturados por las miradas. La medicina le otorga un lugar de importancia a la

3
Lacan, J. (1958). La significación del falo. Escritos I. Siglo XXI. España.
4
Lacan, J. (1975). Función y Campo de la Palabra y el Lenguaje en Psicoanálisis. En Escritos 1. Siglo
Veintiuno. México.
5
Herllich, C. & Pierret, J. (1975). De ayer a hoy: la construcción social del enfermo. En este artículo las
autoras plantean que el paradigma médico ha determinado en el campo científico, un objeto de conocimiento
que está definido por el cuerpo.
6
Clavreul, J. (1978). El orden médico. Argot Compañía del Libro, Barcelona.
4

"observación", porque es un recurso orientado a recoger todo lo enunciable, todo


lo que es apariencia. En el caso de la drogadicción, lo aparente es posible de
prestar a confusiones. Lo que una intoxicación muestra es semejante a los efectos
producidos por estados epilépticos, o psicóticos.

En este sentido, el carácter de la mirada médica sobre la recolección de signos, se


vuelve obsesivizante; haciendo que se establezca una reciprocidad indefinida. Se
dirige a lo que hay de "visible" en la enfermedad toxicómana, pero esto le trae
aparejado un obstáculo: lo que se muestra son los efectos de la sustancia.
La clínica médica en las toxicomanías está formulada sobre un campo perceptivo
y basada en una práctica delineada en el ejercicio de la mirada, en la agrupación
de signos y síntomas que se proyectan en el cuerpo.

Lo médico suele poner especial atención al curso de la enfermedad, porque de


esta manera sostiene una posición de "predictibilidad", la cual le permite
adelantarse a los acontecimientos que están determinados por la misma patología.
La observación médica puede regular el desarrollo propio de la enfermedad,
integrando el sentido otorgado al "tiempo", dentro del cuadro gnosográfico y de los
procesos de cura. La recolección de lo observable sirve para añadir los datos al
saber sobre la enfermedad. Es decir, ese ordenamiento anticipado de los síntomas
y de los signos que se desprenden del cuerpo, van corroborando el conocimiento
acumulado que determina la posibilidad de antelación.

El saber ordenado alrededor de una enfermedad supone una sistematización que


se refleja, no sólo en la jerarquización establecida en la relación médico-paciente;
sino en la acumulación de las experiencias del profesional, que son posicionadas
como el basamento del conocimiento científico. La importancia que se le otorga al
saber, conforma uno de los denominados "mitos médicos", que es la
representación que se hace de la figura del mismo, y que sustenta desde la
misma formación profesional. Hamburger plantea que: "...el mito que se
constituye, cada vez más con un cuerpo de saber que podría y debería reunirse en
un ordenador que hubiese capitalizado todo el saber" (Hamburger, 1972)7.
Foucault dijo que la Medicina ha dado origen a dos mitos: por un lado, la profesión
médica organizada en el nivel de la salud y del cuerpo, acarreando una
medicalización rigurosa y dogmática de la sociedad. Por otro, la desaparición
social de la enfermedad con el fin de mantener la ilusión de una sociedad sin
trastornos, llevando a situar la enfermedad, a un medio corregido y organizado.
Esta ideología es lo que dio origen a la medicina patológica anulando el espacio
social, propio de todo conflicto (ob.cit.).

7
Hamburger, J. (1972) Puisance et la Fragilité. Flammarion, Paris.
5

La referencia que anteriormente se planteaba acerca de la formación del médico,


es la que hace que éste lleve sobre sus espaldas el mito compulsivo de saber
acerca de la enfermedad.
Por otra parte, en el caso del paciente adicto la relación médico-paciente no se ve
tan subvertida como en otros casos, porque el toxicómano porta un saber sobre el
objeto droga que le otorga una posición activa en relación al saber. Esto lleva a
enfrentarse con los dos saberes: el del médico, y el del paciente.
En esta relación se juegan dos aspectos del saber, que no son más que los
imaginarios sobre las drogas. Del lado del profesional, un saber teórico de las
sustancias y, del lado del consumidor un saber empírico.

La determinación de los síntomas están basada en intentar universalizar las


causas, haciendo que se establezcan relaciones de uniformidad y generalización,
acerca de esta nueva patología médica. Clavreul agrega al respecto que: " Un
médico nunca sospechará, que un signo pueda mentir, porque si engaña es
debido a que el médico puede equivocarse; y no a que el organismo mienta”
(ob.cit.).
La búsqueda de las causas está basada en la objetividad que dan los signos,
queda determinado por lo que el paciente diga. El pedido de describir los
síntomas, tipos de drogas, tiempo de consumo, cantidad de la ingesta; son los
elementos valorativos de la escucha médica.
Para la Medicina, los signos son directamente asociados a la realidad que
representan. Conceptualmente no son considerados convencionales, sino que se
los agrupa en síndromes, no en sintagmas o paradigmas.

Foucault hace una crítica muy elocuente sobre la noción de enfermedad, dice: " La
Medicina se ha vuelto científica, y la clínica ha cobrado consistencia, gracias a su
posibilidad de referenciarse en la anatomía patológica, donde sólo la esencia de
la enfermedad, podría ser objeto de un estudio científico: lo visible de los síntomas
permiten acceder, a lo no visible del ser de la enfermedad, que quedaba oculto en
el interior del cuerpo anatómico"(1963)8.

Este discurso deja de lado es que la enfermedad también tiene un sentido social.
Herllich & Pierret plantearon que:" En cada época, una enfermedad domina la
realidad de la experiencia, y estructura las concepciones colectivas" (ob.cit.). Un
buen ejemplo de esta referencia fue la epidemia de la peste en la Edad Media.
González Zorrilla haciendo una homología con la problemática de la drogadicción
dice al respecto:" ...es un mal extraño, que provoca terror irracional, por el peligro
de contagio. Si bien había, con respecto a la peste, una base real, a diferencia de

8
Foucault, M. (1963 ). El Nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica. Siglo XXI. España.
6

la drogadicción, esto sirvió para explicar ciertos mecanismos de control social"


(1989)9.
En base a esto se podría pensar que cuando se plantea a "la droga" como un mal"
o se la considera "peligrosa", el discurso médico incide sobre lo social porque las
terapéuticas que emplea se presentan una revalorización de la sustancia. A la vez
produce una situación paradójica porque inscribe en el imaginario social al objeto
como prestigioso, puesto que intenta capturarlo como "el causante de esta
enfermedad".
Por otro lado, produce además que esta postura ideológica dé como resultados,
medidas morales en ciertas terapéuticas que emplea, las cuales se componen de
mecanismos que llevan al control social, como lo enunciaba González Zorrilla
(ob.cit.).

La dominancia del discurso médico sobre lo social también recae sobre los sujetos
que hacen uso de las sustancias, cuyo reduccionismo estigmatiza a estos,
segregándolos y separándolos de lo social. Es por las características
clasificatorias que la Medicina erige su poder como discurso científico, en tanto
aparta sanos de enfermos, normales de anormales; sosteniendo en su paradigma
al saber, como una de las formas del poder.
Contrariamente a estas posiciones Michel Foucault plantea que: “...las
enfermedades no son esencias que deben ser descriptas y clasificadas, sino que
constituyen el objeto de una acción positiva para el restablecimiento de la salud"
(ob.cit.).
Se podría agregar los conceptos de Clavreul: ...la lucha contra el mal, fuertemente
arraigada en la tradición médica, se vuelve de buena gana, una lucha política.
Tomada demasiado en serio, la ideología médica, obliga a salirse del discurso
médico..."(ob.cit.).

La posición asumida por el orden médico en las toxicomanías ha sido semejante a


los procedimientos utilizados para las enfermedades infecto-contagiosas, es decir
sostenida en mecanismos de exclusión que obligan a internaciones con el
propósito de instauran un lugar como resguardo. Por esta razón, la Medicina ha
desencadenado medidas clínicas tendientes a la adaptación del hombre a su
medio social que a brindarle una solución a sus padeceres. Aliviando la conciencia
social, al determinar que "la causa de esta enfermedad" son las drogas.

LAS SUSTANCIAS PSICOACTIVAS

9
González Zorrilla, C. (1987): Drogas y Control Social, en "Poder y Control" Nº 2, PPU, Barcelona.
7

La Medicina adhiere a la definición de la Organización Mundial de la Salud que


considera cuando su utilización no resulta de una prescripción médica y se abusa
de él, se convierte en una droga1.
En un sentido amplio, las drogas son sustancias que afectan de modo notable al
cuerpo biológico, aunque las cantidades que se absorban sean mínimas. Hay que
distinguir que estas sustancias afectan somáticamente al hombre como la
cortisona, la sulfamida o la penicilina; de los otros compuestos que además
afectan psíquicamente y que tiene directa incidencia en los neurotransmisores.
Estas sustancias pueden lesionar o matar en cantidades relativamente pequeñas.
Las aspirinas por ejemplo, pueden convertirse en mortal a partir de los 7 gramos.
Lo destacable es la proporción entre la cantidad necesaria para obrar el efecto
deseado denominada la dosis media, y la cantidad suficiente para cortar el hilo de
la vida o denominada la dosis letal. Esto de denomina margen de seguridad de
cada droga.

Dentro del margen terapéutico el uso de tóxicos plantea dos cuestiones: un coste
de la ganancia terapéutica y la otra, la capacidad del organismo para adaptarse a
su estado de intoxicación. El coste depende de los efectos secundarios o
indeseados y la capacidad del organismo depende del factor de tolerancia. La
medicina ha rechazado la cocaína por los cuadros de insomnio, hiperexcitación y
hasta lesiones cerebrales que ocasiona pero también ha negado la utilización de
anfetaminas para la antidepresión, anorexígenos, etc.

Algunos farmacólogos del siglo pasado decían que: la familiaridad le quita su


aguijón al veneno. El factor de tolerancia es la capacidad de una droga para estar
en contacto con el organismo sin graves efectos nocivos, sino como la medida de
su propensión al abuso.
Es decir, la droga a la que el sujeto pueda ir familiarizándose con un factor de
tolerancia alto como el café o el alcohol, presenta menos riesgos de intoxicación
aguda que una droga con factor de tolerancia bajo como la anfetamina. Entonces,
se requieren de tres elementos para cuantificar el efecto de las drogas: el margen
de seguridad, el coste psicofísico y la tolerancia.

Por otro lado, existe un aspecto cultural en la manera de representar a las drogas,
que no debemos dejar de lado. Los valores mantenidos por cada sociedad influyen
en las ideas que se forman sobre la droga. En Perú, los incas tenían a la hoja de
coca como un símbolo reservado a la corte. En Roma, el uso del vino estaba
reservado a varones mayores de 30 años. En Rusia, el beber café fue duramente
castigado. Fumar tabaco en Turquía y Persia fue considerada plausible de castigo
físico. La yerba mate fue considerada brebaje diabólico.
1
Definición de la O.M.S. Droga es cualquier sustancia química que altere la conducta o el estado de ánimo
8

El carácter legal o ilegal suele ser el hecho que muchas drogas psicoactivas se
liguen a sectores determinados. La cocaína simboliza la droga de opulentos o
aspirantes mientras que la LSD simboliza cierto paganismo preocupado por el
retorno a la naturaleza. Las anfetaminas fueron consumidas en su mayoría por
amas de casa poco motivadas. Y el crack es la amargura de los americanos
pobres.

El contexto político en donde se permite o prescribe una droga también hace a la


cuestión. Las pautas de administración dependen de lo que se piensa sobre ellas
en cada tiempo y lugar. En USA el opio no estaba prohibido hasta que aparece
una inmigración de chinos que empezó a incomodar a los sindicatos porque
representaba mano de obra barata. La cocaína fue el origen de la Coca Cola hasta
que los negros del Sur de USA acabaron adoptándola. La marihuana identificaba a
la población mexicana en la época de la Gran Depresión.

Las consecuencias que producen las drogas producen el estado de intoxicación


que es el efecto sobre el organismo de las sustancias. Su uso debe distinguirse
entre los distintos tipos de empleos: festivos, lúdicos o recreativos y curativos o
terapéuticos. Cuando falta el tóxico el cuerpo demanda la restitución del órgano
que ligara las excitaciones. El tóxico reaparece como para restaurar una
protección frente a acontecimientos que se viven amenazantes.
El hábito farmacológico es una variante específica de las conductas compulsivas.
Antes de aparecer las leyes represivas, la definición admitida para mencionar la
droga era griega: Pharmakon, cuyo empleo comprende dos sentidos, como
remedio y como veneno. Paracelso decía que: sólo la dosis hace de algo un
veneno.
“Se administra una dracma (3,2 gramos) si el paciente debe animarse y pensar
bien de sí mismo.
El doble si debe delirar y sufrir alucinaciones.
El triple si debe permanecer loco.
Cuádruple si debe morir “.

Como remedio, la droga es el suplente físico de lo psíquico ausente. Ya Platón


decía que el farmakón tiene potencias ocultas, seductoras y engañosas que
actúan en su doble faz: como veneno y como remedio. Encierra en sí mismo su
propio contrario. El acto de la prescripción es lo que asigna al farmakón su
identidad, trazando una línea de separación entre ambas significaciones.
Si una droga constituye un potencial veneno o remedio depende de: la dosis, la
ocasión para la que se emplea, la pureza y las condiciones de acceso al producto
y pautas culturales para el uso.
9

El creador de la farmacología moderna, L. Lewin (1924) 2 quien le advirtiera a


Freud sobre los peligros de la cocaína, clasificó las drogas en 5 tipos:
- Eufóricas: opio, cocaína.
- Fantásticas: mescalina, marihuana.
- Embriagantes: alcohol, éter, cloroformo, bencina.
- Hipnóticas: barbitúricos, somníferos.
- Excitantes: café, tabaco, cola.

Para nuestra jurisprudencia y a través de lo expresado en la ley 23.737, los


estupefacientes y psicotrópicos no son científicamente equivalentes, aunque
ambos producen efectos sobre el sistema nervioso central y tienen capacidad para
producir dependencia física y psíquica. Los psicotrópicos tiene uso con fines
médicos y los estupefacientes sirven para mitigar el dolor. La inclusión de droga
pura incrimina para la tenencia ilegal, tráfico, etc.

Debemos considerar tres escenarios posibles para el consumo:


- Relacionadas con el alivio del dolor, el sufrimiento, el desasosiego. La droga
proporciona paz interior.
- Relacionadas con la ajenidad, con la pereza, la impotencia, el aburrimiento.
Proporciona alguna energía.
- Relacionada con la curiosidad intelectual. Permite ahondar por zonas
profundas de la conciencia.

2
Lewin, L. (1924). Phantastica. London.
10

ENFERMEDAD COMO EFECTO.

EL CUERPO COMO SUSTANCIA

Esta problemática sólo es percibida en su espacio de proyección que el mismo


discurso no logra profundizar por un obstáculo epistemológico que lo deja detenido
en los signos y síntomas. Desde esta perspectiva se dispone de ciertos
articuladores que instauran como ejes dominantes para el abordaje de la
drogadependencia: el cuerpo intoxicado y la sustancia como causa de la
enfermedad.

La binariedad de la lógica que emplea la Medicina resuelve en dos términos toda


la problemática encerrándola en un cuadro gnosográfico y determinándolo como
una nueva patología.
A respecto, Oscar Masotta planteaba:"...seríamos malos médicos, si ignorásemos
el diagnóstico, la evolución y el tratamiento, de las enfermedades que se
presentan en el cuerpo orgánico, pero a no dudar que seríamos insuficientes
psiquiatras, o psicoterapeutas, o psicoanalistas si pretendiéramos saber sobre los
objetos de los cuales el sujeto, en consulta supone ya saber en el sentido de la
función, cuando en verdad le son desconocidos" ( Masotta, 1974)3.

Las consideraciones vertidas por este discurso se enlazan a criterios que


categorizan: anormalidades, anomalías; teniendo consecuencias en los mismos
actos médicos, los cuales producen, a veces, efectos de exclusiones, o
discriminaciones.
El cuerpo médico se esfuerza en desentrañar las lógicas racionales aplicadas en
su práctica apuntalando con esto, la efectividad de la actividad. El cuerpo
conceptual está determinado por un objeto: el soma definido como la sustancia
extensa, y considerando el orden del cuerpo como un elemento capaz de
objetivárselo, borrándose toda subjetividad, y colocando el interés en lo orgánico.
Clavreul dice que el cuerpo del enfermo se borra, para ser sólo un sitio. El cuerpo
que interesa a la Medicina es aquel posible de ser pensado como una sustancia
extensa, para ser recortado en sus dimensiones fijas. Es un instrumento que
participa de la escena médica. Esto mismo sucede con el paciente, quien también
forma parte del mismo escenario pero en actitud contemplativa, entregando su
cuerpo a la mirada médica.
El cuerpo de la Medicina es concebido como un objeto natural, capaz de ser
medible, observable, palpable, auscultable, apropiado para el estudio de las
ciencias naturales.
3
Masotta, O. Lecciones de introducción al Psicoanálisis. Volumen 1: El resguardo de la falta. Barcelona,
Granica Editor. Dictadas en 1976 y 1977 en Vigo, España.
11

En las adicciones, el cuerpo que interesa al médico es aquel impregnado por la


sustancia, pero valorado contrariamente a la relación de complementariedad que
es representado el remedio. La búsqueda de un cuerpo-signo que es el producto o
efecto de las sustancias. Lo visible hace que se eliminen las causas que
determinan esos signos, pues más allá de los síntomas no hay esencia patológica
que pueda ser interés de la Medicina.
Este cuerpo teórico determina que la recolección de los síntomas es lo que va a
definir la enfermedad, y en este sentido las terapéuticas van a seguir lógicas que
parten de la misma concepción, las cuales han ido variando, de acuerdo a la los
distintos modelos y paradigmas médicos.

Las prácticas ligadas a la noción que determinaba lo que enfermaba, han ido
desarrollándose progresivamente: desde transfusiones sanguíneas, hasta
intervenciones neuro-químicas. Algunas de las operatorias del acto médico directo
son la eliminación de toxinas del cuerpo u otras que restan importancia al mismo.
Otras se dirigen al plano psíquico considerando que la drogadicción es una
enfermedad, o una anomalía de la personalidad o personalidades débiles. Sus
terapéuticas están centradas en intervenciones que tienen como objetivo la
"restitución de las funciones normales del yo".
Estos planteos no excluyen el psiquismo, pero generan una psicologización de la
drogadicción al tratar "lo psíquico" con categorías propias del ámbito médico. En
este sentido, el orden psíquico es abordado con las lógicas del paradigma,
resultando una idéntica tratativa que al orden del cuerpo.

Contrariamente a los que plantea el psicoanálisis, este cuerpo es diferente de la


percepción médica. Ante todo, es algo que se tiene y que pertenece al sujeto. El
cuerpo es la forma a la cual se está identificado y al que el sujeto se reconoce.
Este concepto hay que trabajarlo en el tratamiento porque es un cuerpo que se
mantiene a distancia.
El cuerpo es habitado por el lenguaje, por lo tanto sólo con él puede obtener su
unidad. Entonces, a la inversa, también puede ser un lugar de fragmentación,
desconocimiento o pérdida. Es distinto del de la Medicina porque está sometido a
la economía del deseo y forzado a las exigencias de la pulsión.

El lenguaje médico se pone en funcionamiento el abordaje de la drogadicción a


partir de las evidencias, es decir a través de los síntomas que se puedan ir
identificando, agrupándolos en síndromes que conforman un sistema simbólico,
constituyendo el discurso y formando parte del saber médico.
La clínica médica se adentra ya no sobre el cuerpo como correlato real, sino en la
búsqueda de lo visible inscripto en los síntomas. A medida que estos
12

procedimientos se profundizan se van dejando de lado la perspectiva basada en la


anatomía patológica, comenzando a buscarse otros rastros sobre lo corporal. Es
ahí cuando aparece el concepto de dependencia4.
En 1969, la definición propuesta en el Decimosexto Informe del Comité de la
Organización Mundial de la Salud queda conceptualizada la noción de
"dependencia", como la relación entre un organismo y su interrelación con un
medicamento.

Para el criterio médico el enfermo es aquel sujeto cuya sintomatología se muestra


en el cuerpo, en donde los síntomas no son flotantes porque se descarta todo lo
subjetivo. El acto de medicar implica un intento de desentenderse de la
transferencia. La desintoxicación suele ser la primera maniobra clínica que se
emprende en el tratamiento médico. Jean Clavreul plantea que: "...los signos
clínicos comportan los signos físicos, pero la sintomatología subjetiva es
sospechosa" (1983, ob.cit.).
Por esto, el remedio o la desintoxicación en el caso de las adicciones, se convierte
en un soporte para el facultativo que le permite escapar a los efectos de la
transferencia.

LA FUNCIÓN DE LA DROGA

El discurso médico interviene en el problema desde el punto de vista de la droga


porque es el elemento más objetivo para conocer la causa de esta enfermedad.
Las sustancias psicoactivas son el nombre que habitualmente reciben ciertas
drogas que tienen propiedades toxicomanígenas. Según la nomenclatura médica
pueden provocar uso, abuso, o dependencia 5.
La referencia sobre la sustancia abre distintas opiniones. Durante la década del
80, diversos organismos gubernamentales intentaron informar acerca de las
sustancias, con un fin eminentemente preventivo, acercando al respecto diversas
clasificaciones que en algunos casos fueron acompañadas de designaciones
morales que generaron diversos comportamientos sociales que iban del temor
hasta el interés por probarla.

La inquietud despertada por el discurso médico respecto de las drogas ha


condicionado una actitud de "saber más" del objeto, precisamente porque
circunscribieron en éstas la causa del enfermar. Sin embargo, si bien lo que causa
4
En una entrevista realizada a un toxicólogo planteaba que: “los drogadictos son organismos que se
acostumbran a vivir de la droga, y que su falta les provoca signos y síntomas que lo enferman. Sin poder
especificar la dependencia física o psíquica, la cual se evalúa a través del Síndrome de abstinencia o
abstención”. (Sain, Omar, 1993).
5
En un folleto distribuido por la Secretaría de Prevención de la Drogadicción de la Presidencia de la Nación
se establece que droga es cualquier sustancia química que altere la conducta y el estado de ánimo, existiendo
drogas legales e ilegales.
13

la dependencia tiene que ver con ciertas características particulares de la


sustancia, no es posible dejar tan de lado otros componentes que intervienen en la
construcción del problema. Tampoco se puede negar que es la misma práctica
médica produce prescripciones desmedidas que llegan a ocasionar una
habituación a los fármacos.
En este aspecto, se hizo relevamiento acerca de las drogas más utilizadas por
pacientes dependientes que una amplia mayoría consumían medicamentos 6. Esto
indica que la marca acerca de la legalidad o ilegalidad de la droga pierde
importancia, puesto que de lo que verdaderamente se trata es del uso de las
sustancias.

Entramos de esta manera en un plano que se aparta de la pregunta acerca de qué


es la droga, para interrogarse por la función de la sustancia. En primera instancia y
sobre todo al inicio del consumo, el bienestar instantáneo que ofrece su ingesta la
coloca por encima de las relaciones sexuales. Luego le permite el pasaje al acto y
otras formas de sustitución del lenguaje. En este aspecto se suele sostener al
producto como un real que por sí mismo, es posible de producir diversos sentidos
y significaciones. Existen ciertas concepciones al respecto que se apartan de las
ideas tan difundidas por la medicina, y que consideran otros aspectos relevantes
de lo que significa la droga.
La investigadora francesa Sylvie Le Poulichet plantea que ha encontrado que: "...lo
propio de la operación del farmakón sería establecer las condiciones de una
percepción y de una satisfacción alucinatorias, así como producir una "cancelación
tóxica" del dolor. Mientras que los discursos sobre "la toxicomanía" presentan a
esta como una autodestrucción..." (1990, ob.cit.).

En este sentido, la toxicomanía no es un síntoma ni una formación del


inconsciente, ni una satisfacción sustitutiva de carácter sexual. El uso de drogas
procede de un origen oscuro para el sujeto y su goce conduce a una zona fuera de
la ley, un goce extranjero que es fuente de la angustia cuya resolución se ciñe a la
constitución de una fobia o la salida en la droga 7. El goce puede ser situado en la
pulsión de muerte freudiana y vacía el cuerpo del hablante ya que está marcado
por el inicio de una pérdida.

6
Estadística obtenida del Servicio de Toxicología TAS, consultas por farmacodependencia, sobre 108
pacientes. El 47% de estos sujetos fueron tipificado por su consumo a opiáceos, psicofármacos, etc.,
ocupando el 3er lugar, y donde los medicamentos fueron la sustancia de inicio.
7
El concepto de goce se utiliza siguiendo a J. Lacan quien lo separó de todo registro del placer. Plantea que la
ética analítica no corresponde al principio del placer porque no corresponde al querer su bienestar. Freud la
connotó con la pulsión de muerte y remite a la insistencia del sujeto hacia el sufrimiento. Lacan acuerda con
situar al goce con la pulsión de muerte, por lo tanto el goce es nocivo respecto del placer. Los obstáculos al
goce son: la interdicción a través de la ley, porque la esencia del deseo es precisamente su insatisfacción y no
tiene ningún objeto que concierna a su anhelo.
14

En la toxicomanía el cuerpo se plantea de manera singular y la droga ocupa el


lugar privilegiado respecto del acceso al goce. Es un modo de impugnar al Otro
mediante su posición fuera del goce fálico, situándose fuera de los registros
imaginario y simbólico, es decir en lo real.

La función de la droga es la ruptura del cuerpo con el goce fálico y de ahí el


rechazo de la metáfora paterna y sus consecuencias en el quiebre con las
peculiaridades del fantasma8. La adicción compulsiva en este caso, es un camino
hacia el objeto perdido como si fuese una continuidad y evitando toda soldadura
entre el acto y la fantasía. El efecto del tóxico le posibilita al sujeto una precaria
modalidad de mediación fantasmática vacilante.
Entonces, la droga cumple la función de rechazo de la castración y la propone un
sin límite al sujeto. Esta renegación se impone sin la transformación simbólica y
lanza al sujeto a la toxicomanía en donde los objetos son intercambiables y la
droga permite un velo sobre el inconsciente.

Es necesario detenerse en este punto. Para Freud, la función que ejercía la


fantasía era satisfacer lo que el sujeto se ve privado en la realidad. Entendiéndose
que las adicciones cubren una función de compensación o paliativo frente la
fracaso de las fantasías; es decir como defensa.
La relación con el concepto de abstinencia está relacionada con la represión del
goce y sus consecuencias para el sujeto. La falta es estructural respecto del objeto
y en este sentido la abstinencia es de goce, por eso las drogas actúan como
suplencia de una satisfacción desplazada9.

Cuando existe una insuficiencia fantasmática puede aparecer la actuación,


cualquier acto impulsivo. Entonces, la toxicomanía se convierte en el uso del goce
por fuera del fantasma, contra el deseo puesto que el goce no es la meta del
deseo y, afirmando que puede gozar sin el fantasma 10. Precisando con esto que
es el fantasma lo sostiene el deseo y a la vez, el deseo es búsqueda de goce, de
ser, de plenitud. Así como el deseo es falta en ser, el goce sería el ser.

Por otra parte, la sustancia produce una cura momentánea y alivia el dolor de
existir. Por esta razón, las drogas son apreciadas por su propiedad excitante como
la cocaína, o sedativa como la heroína. Para Merman, el éxito de las drogas es
8
Según Rosa Aksenchuk, el concepto de fantasma connota una cierta fijeza respecto de la repetición de
lugares. Esto implica una imposibilidad de desprendimiento de las formas de goce. La fijeza del fantasma
sostiene una seriación respecto de las fases del fantasma, repitiendo en operación la metáfora paterna. La
vacilación fantasmática implica un colapso con lo real. Los movimientos identificatorios son la condición
para que el fantasma sea la respuesta que el sujeto produce frente al goce del otro. Es lo que da el marco a la
realidad psíquica.
9
Referencia al artículo de Duelo y Melancolía, en donde Freud plantea que ante la insoportabilidad de la falta
de objeto, la acción de los tóxicos puede actuar de defensa. Obras Completas. Amorrortu, Buenos Aires.
15

que producen un cortocircuito en el discurso, garantizando el predominio de la


instancia fálica y el precio que se paga es la adicción a un nuevo objeto 11.
Esto corrobora la posición de ambigüedad y el carácter de reversibilidad que
existe en cuanto a la conceptualización de la droga, encontrando que el objeto de
la toxicomanía tal como lo interpreta el discurso médico no es la droga como
remedio, sino como veneno.
Estas diferencias de lo que podría ser el efecto tóxico, de la sustancia en sí; y lo
que produce en tanto función del mismo siendo, en este sentido, un enigma que el
objeto droga despierta. Le Poulichet plantea: "...bajo la forma de un enigma que
revela, empero, las más de las veces, el lugar donde lo visible desencadena la
evidencia" (1990, ob.cit.).

La característica de reversible se detecta en los efectos diversos que ocasiona el


producto, para cada sujeto. Esto está más aclarado en una entrevista realizada al
Dr Omar Sain, quien dice que: "Los pacientes que tienen problemas con las
drogas se los engloban; pero hay que tomar en cuenta variables, tanto por el
individuo como por el tipo de drogas. Igualmente, para los toxicólogos, el tipo de
drogas es fundamental; lo mismo que la relación que esta tiene para el individuo,
puesto que hay distintos tipos de drogas, como distintas capacidades adictivas.
Dependen de la modalidad de uso" 12 (1992).

De esta manera se corrobora que la droga es lo que permite al sujeto un


deslizamiento de sentido, puesto que puede ser también remedio contra el dolor
y/o paliativos contra los malestares. Por eso cuando se intenta determinar qué es
la droga, esto mismo se convierte en un obstáculo, desdibujándose su relación
tautológica. En el intento se la acompaña de diversas adjetivaciones que recaen
sobre el objeto, construyendo lo que se denomina la "fetichización de la
sustancia", cobrando un valor de entidad. Contrariamente a esto, el no tener en
cuenta el valor de uso y su existencia en relación a algo cuanto se la pone en
función.

Puede suceder entonces que a la droga se la asocie con lo demoníaco, con lo


malo, con aquello que infecta. Imaginarios que se despliegan alrededor de la
10
El concepto fantasma connota una cierta fijeza, repetición de lugares que implican un no desprendimiento
de formas de goce. El fantasma se hace presente como un montaje, como una escenificación y repite en
operaciones la metáfora paterna. Está marcado por la diacronía de constitución y resuelve la angustia de un
vacío absoluto, un efecto de desubjetivación. Enmarca la realidad psíquica y su fórmula es “Sujeto deseo de
a”, evocando la división del sujeto por un objeto íntimo y extraño a la vez. La fijeza del fantasma se sostiene
de cierta seriación de fases del fantasma. Las vacilaciones del fantasma en análisis permiten un movimiento
hacia su travesía, su construcción, su decantación y al aligeramiento de las formas de goce sintomáticas que a
él se anudan.
11
Merman, C. (2001): El hombre sin gravedad, UNR Editorial, Rosario.
12
Sain, O. Estudio toxicológico de la Cátedra de Farmacología de la Facultad de Medicina de Rosario. 1992.
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sustancia, y que sirven para mantener su "peligrosidad". De esta forma el discurso


médico sustenta la cuestión acerca de los usos: debidos o indebidos. En el artículo
de Arnao encontramos en la revista "Droga y Control Social", que:"...cuanto más
la sustancia es escrita como "mala", más intensa y atrayente es la carga
simbólica" (Arnao, 1982)13.
Al añadirle la característica de peligrosa esta adjetivación no queda solamente de
lado del producto, sino que signa también al que hace uso de ella, cubriéndolo de
un cierto valor al sujeto de la adicción. Por esta razón, es bastante generalizado
encontrar la identificación del sujeto adicto como "enfermo peligroso" porque es
posible de contagiar a otros. De esta manera, la construcción acerca de la
problemática se encarna en un discurso social que se basa en prejuicios que
signan a la drogadicción como enfermedad.

Entonces, no sólo se intensifica la carga simbólica sobre la sustancia sino que


despierta un interés social por cobrar una dominancia discursiva establecida en su
reiteración e insistencia. Ese "algo más" adjudicado a la droga como peligrosa,
actúa de motivación para quienes no están en relación con la sustancia,
produciendo un aumento de usadores ocasionales. Estos efectos se observan en
muchas campañas preventivas cuando utilizan argumentaciones tales como: " a la
droga hay que tenerle miedo", "la droga representa el mal de nuestra época", o "
hay que luchar contra la droga".

Si bien no es posible afirmar que instalan una representación negativa del


fenómeno, al menos ayudan a formar una idea muy adversa de ese "algo" tan
temible. Los conceptos más popularizados coinciden con estas aseveraciones,
siendo interesante el comentario vertido en un medio de opinión pública, por un
policía especializado en drogas: "...en tanto y en cuanto el miedo pueda
provocarles, para que huyan de la droga, me sirve, y le provocaré miedo" (García,
1987)14. De esta manera, la caracterización dada a la sustancia sirve para otros
fines como es el control social.

Es frecuente escuchar tanto los jóvenes como sus familiares que son las “juntas"
las que llevan al "vicio". Esta impregnación moral sobre la sustancia merece una
reflexión. Sylvie Le Poulichet planteaba: " Los discursos sobre las toxicomanías no
se presentan como deshechos en el camino de la investigación, ni como
accidentes del pensamiento; sino que existe una forma de homogeneidad entre los
discursos producidos por el objeto, y el objeto mismo. La complejidad de una
entidad que no cesa de espejarse sobre sí misma". (1990, ob.cit.).

13
Arnao, G (1982): Erba Proibita - Rapporto su Hasish e Marihuana, Feltrinelli, Milán. -(1983): Cocaína:
Storia, Effetti, Cultura, Esperienze, Feltrinelli, Milán.
14
García, J Premio Nadal de Literatura. España.
17

Entonces, la función de la droga se puede entender que su utilización no está


determinada solamente por los excesos, sino por algo que se desprende del valor
significante. Esto es, el lugar que ocupa para cada sujeto y que lo lleva al
consumo. Entran en juego una serie de determinaciones que distan de la
atribución producida por el discurso médico. Esto demuestra que en materia de
prevención, las recomendaciones hacia el objeto han generado actitudes de
rechazo por estar centradas en enunciados focalizados en "la droga".
De insistir en esta posición, la droga queda identificada como una entidad y cobra
un valor implícito que la va instituyendo como objeto fascinante. Es decir, se va
cristalizando su representación el sentido impuesto, signando la sustancia.

Resumiendo, la droga puede puntuarse como:


 lo que obtura el deseo del Otro.
 Es lo que permite la búsqueda de un sentimiento (sentimiento oceánico
freudiano). Discurso religioso.
 Es un paliativo contra el sufrimiento, la angustia y el dolor de existir.
 Como quitapenas que permite escapar de la realidad, refugiándose el
sujeto en un mundo mejor.
 Es una construcción auxiliar que no preserva del exceso, sino que lo
configura y lo enmarca.
 Permite los excesos, lo que caracteriza al sujeto adicto es ese sentimiento
al infinito.

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