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Derecho Procesal Penal

Condenas y procesamiento de
homicidios sin haberse hallado el cuerpo

Poder Judicial de la Nación

CÁMARA NACIONAL DE APELACIONES EN LO CRIMINAL Y


CORRECCIONAL -SALA 7 CCC 6038/2018/CA1

-Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional 63 “G.A., D.P.”.


Procesamiento. Homicidio simple.

///nos Aires, 10 de abril de 2018.

Y VISTOS:

La defensa de D.P.G.A. apeló a fs. 406/408 la resolución dictada a fs.


373/382, por la que se dispuso su procesamiento.

En la audiencia celebrada informó el defensor oficial Héctor Buscaya,


quien, en primer lugar, formuló un planteo de nulidad respecto de la
denuncia realizada por L.G.A. y las sucesivas declaraciones
testimoniales que prestara en razón de ser hermana del imputado (artículos
178 y 242 del Código Procesal Penal) y, subsidiariamente, reprodujo
los argumentos expuestos en el recurso, vinculados con la inexistencia
de prueba suficiente para asumir un temperamento como el previsto en el
artículo 306 del citado código. La réplica respectiva estuvo a cargo del
doctor José Piombo en representación de la Fiscalía General n° 3,
quien solicitó que se rechazara la nulidad planteada y que se homologara
el procesamiento recurrido, a lo que adhirió la doctora María Sol Bonelli
como letrada patrocinante de la querellante.
I.De la nulidad.

Sin perjuicio de la diversidad de opiniones que, tanto en la doctrina


como en la jurisprudencia, ha despertado la cuestión vinculada con la
validez –o no-que, por regla, correspondería reconocer a cualquier
denuncia alcanzada por dicha prohibición, el Tribunal considera que
el planteo introducido no puede prosperar. En ese sentido, cabe mencionar
que L.G.A.se presentó el 30 de enero de 2018 en la Comisaría 23ª de la
Policía de la Ciudad, donde expuso haber tomado conocimiento por
A.G., tío de su pareja, P.M.G., que no tenían noticias suyas desde el
viernes anterior, 26 de enero. Agregó que al comunicarse
telefónicamente con su hermano, D.P.G.A., con quien ambos convivían,
le respondió: “lo mandé con su papá, vos cerrá la boca hasta morir” y
sabiendo que el padre de P. había fallecido poco tiempo atrás, temió por la
integridad física de su pareja, ya que, según manifestó, su hermano es una
persona agresiva (fs. 1). De esa presentación se extraen dos
circunstancias que deben tomarse en cuenta. Una de ellas es la relación
afectiva que unía a L. con P. por un espacio de tres años, con quien
convivía en el inmueble sito en F.J.S.M.d.O. (...), de esta ciudad, desde el
mes de junio del año 2017.La restante deriva de las propias
manifestaciones hechas por D.P.G.A. a su hermana y el temor que le
infundió al manifestarle que había matado a P., que no abriese la boca
hasta que se muriera y que si tenía miedo no fuese a su casa (fs. 149 in
fine). Desde esa perspectiva, se considera que en el presente no
concurren las prohibiciones de denunciar y declarar que,
respectivamente, contemplan los artículos 178 y 242 del Código
Procesal Penal, con sustento en el mantenimiento de la cohesión familiar.
Se entiende así, pues habiéndose establecido que L.G.A. y P.M.G. se
hallaban unidos en convivencia, es razonable sostener que el vínculo
afectivo que existiera entre ellos prevalecería –en el caso-sobre el de
hermandad, teniendo en cuenta al propio tiempo el temor que la
denunciante sintiera como consecuencia de las manifestaciones del
imputado, con quien hasta entonces también cohabitaba en el aludido
inmueble, el cual dejó luego de ocurrido el hecho para mudarse junto con
su hermana. En el orden normativo, esa diferencia en el vínculo se aprecia
en tanto el homicidio cometido en perjuicio de una persona con quien
se mantuviera una relación de pareja es considerado agravado (artículo
80, inciso 1°, del Código Penal) mientras que en el caso de que la
víctima fuera un hermano, el tipo aplicable es el del artículo 79 del código
sustantivo.

Asimismo, el artículo 82, párrafo tercero, del Código Procesal Penal


de la Nación, en su actual redacción –modificado por ley 27.372-
autoriza al conviviente a querellar en los casos de muerte o
desaparición, extremo que refuerza la idea que se viene sosteniendo.
Finalmente, se recuerda que, según lo dispuesto por los artículos 2 y 166
del Código Procesal Penal, toda norma que establezca sanciones
procesales debe ser interpretada con carácter restrictivo y siguiendo el
principio de especificidad que caracteriza al régimen de las nulidades
(Sala VII, causa número 40.211/12, “L., A.”, del 6-7-2016).

II. Del procesamiento.

Con independencia del rechazo del planteo formulado, en el legajo se


ha alcanzado el convencimiento requerido en esta etapa a través de otras
pruebas independientemente de cuanto declarara L.G.A. En ese sentido, se
valora que la testigo S.E.J. manifestó que en la madrugada del 29 de
enero observó a un individuo al lado de un contenedor de basura
sobre la calle (...) junto con una bolsa que “era muy pesada, debido a que
le costaba mucho cargar (la) y que el sujeto estuvo unos minutos alzando
la bolsa hasta que logró arrojarla al contenedor, momento en el cual
“se escuchó un ruido fuerte como si tiró algo pesado” (fs. 58 vta.).Y si bien
existe discordancia entre la fecha referida por la testigo y la de las
imágenes captadas por la cámara instalada en esa calle, que el
Tribunal ha tenido a vista, coincide lo narrado por J. con la secuencia
filmada, en tanto se ha observado a una persona del sexo
masculino cuando, cargando una bolsa de apariencia pesada, cruza desde
la vereda en la cual se sitúa el inmueble de residencia del damnificado
hacia el contenedor, donde se detiene y arroja el bulto que llevaba.
También se cuenta con el cotejo de ADN realizado entre la muestra
de saliva tomada a la hermana de la víctima, F.M.G.(fs. 88), y la
hemática levantada del contenedor de residuos ubicado frente al
inmueble donde residía P.M.G.(fs. 7, 8, 9 y 12/13), que arrojó la
existencia de un vínculo de hermandad con una probabilidad superior al
99,9 % (fs. 266 vta.). Por otra parte, se ponderan los dichos de
D.M.E.G., quien manifestó que el 28 de enero pasado recibió un llamado
telefónico de su tío, el imputado, en el cual le refirió que no podía
comunicarse con su hermana y que le comunicara el siguiente mensaje “me
mandé una macana, lo que pasó ya pasó, tuve una discusión con P.M.G., la
cagada ya está hecha” y sin darle otra explicación cortó (fs. 40). Al día
siguiente, G.A. volvió a comunicarse con E.G., le dijo que su hermana ya
estaba enterada y frente a la interrogación que le hiciera el testigo
sobre P., el imputado le contestó “está liquidado, ya se fue” (fs. 40 citada y
151 vta.).A su vez, tal como se mencionara en el parágrafo I,
la denunciante L.G.A. expresó que al consultarle a D.P. por P.M.G., le
respondió “lo mandé con su papá, vos cerrá la boca hasta morir” porque “lo
escuché por teléfono con alguien y habló mal de vos” (fs. 1). Al ampliarse
su declaración, aquélla manifestó que el imputado le refirió que con
P. habían discutido y lo había matado (fs. 149). En esas condiciones, el
Tribunal estima que el cuadro probatorio reunido, tal como se analizara,
conforma la probabilidad requerida para esta etapa (artículo 306 del Código
Procesal Penal), razón por la cual se RESUELVE:

CONFIRMAR la resolución dictada a fs. 373/382, en cuanto fue


materia de recurso.

Notifíquese y devuélvase.

Sirva lo aquí proveído de respetuosa nota de remisión.

El juez Julio Marcelo Lucini integra el Tribunal por disposición de la


Presidencia de esta Cámara del 1 de diciembre de 2017 pero no intervino
en la audiencia celebrada por cumplir funciones en la Sala VI.

Mauro A. Divito Mariano A. Scotto

Ante mí: Virginia Laura Decarli

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Notas sobre condena por homicidio sin cuerpo

Argentina: algunos casos de condenas por homicidio sin cuerpo

Fuera del universo de los juicios por crímenes de lesa humanidad (Justicia
Federal), no son tantos los antecedentes de condenas por homicidio cuando
no aparecen los cuerpos de las víctimas. Éste es el objetivo del Ministerio
Público Fiscal en el debate oral que está llegando a su fin en la justicia penal
de Salta por el caso del turista francés Mathieu Martin, desaparecido en
2018. Los acusados son dos hermanos, que lo habrían matado y habrían
ocultado su cadáver en un territorio inhóspito sólo controlado por ellos.
Algunos juicios finalizados en Argentina demuestran que, sin dar con el
cadáver, se llega a condenas por el delito de homicidio. No alcanza con una
confesión, ni con testimonios, ni con indicios, pero todo junto y con sentido,
y descartando que la persona pueda estar viva, puede conducir a condenas.

Uno de los casos más famosos es el de Miguel Bru, el estudiante de


Periodismo desaparecido. La justicia de La Plata dio por probado que lo
asesinaron (después de torturarlo) en 1993 en una comisaría.

Otro caso es el de la bióloga suiza Annagreth Würgler (28), que


desapareció en Talampaya, La Rioja, en 2004. A pesar de que fue
intensamente buscado, su cuerpo no apareció. La justicia de La Rioja igual
condenó por su homicidio al dueño de un hospedaje, que fue el último en
verla; también lo complicaron algunos elementos hallados en su camioneta
y algunos testimonios.

Roxana Núñez (28), oriunda de Málaga, fue vista por última vez el 1° de


marzo de 2009 en el Conurbano bonaerense. La justicia de Lomas de
Zamora condenó a tres personas por su homicidio, aunque el cadáver no
apareció.

Érica Soriano (22), de Lanús. El crimen fue en 2010. Estaba embarazada.


En este caso tampoco apareció el cuerpo y se dictó una condena por
homicidio.

Beatriz Argañaraz (45), desaparecida en 2006. La Justicia de Tucumán


condenó por su asesinato a dos mujeres en un juicio en el que no se pudo
establecer dónde estaba el cuerpo de la víctima.
Marcela Mamaní (25). Desapareció en 2012. La Justicia de Salta dictó una
condena por homicidio sin encontrar el cuerpo de la víctima.

Marcela Monzón. Desapareció en 2009 en Buenos Aires. Condenaron por


homicidio calificado a su esposo, aunque éste nunca dijo dónde la enterró.

Stella Maris Pugliese. Desapareció en 2007 en Buenos Aires. La


investigación demostró que un remisero la asesinó a golpes, la descuartizó y
en una parrilla quemó su ropa y su cuerpo. Estaba embarazada. La condena
fue a prisión perpetua.

Miguel “El Gaucho” Vera. Desapareció en 2001 en Villa Albertina,


Córdoba. Condenaron a su hermano a 10 años de prisión sin haberse
encontrado ni el cuerpo ni el arma con que lo mató. Antes de la sentencia el
acusado confesó su autoría.

Nicolás Saurel (24). Desapareció en 2014. La Justicia de Mar del Plata


dictó dos condenas por “secuestro coactivo agravado de muerte
preterintencional”.

Daniel Solano. Desapareció en 2011 en Río Negro. Condenaron por


homicidio agravado a siete policías; algunos de ellos también por
vejaciones. El cuerpo no apareció.
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infobae
Un femicidio sin cuerpo y con condena: le dieron perpetua al abogado
Rubén Carrazzone por el crimen de su mujer

El Tribunal Oral Federal N°2 de La Plata lo consideró autor del homicidio


de Stella Maris Sequiera, desaparecida desde el 29 de diciembre de 2016
23 de Febrero de 2022
Los rastrillajes fueron varios en estos cinco años pero el cuerpo de Stella
Maris Sequeira nunca apareció. La Justicia consideró que la mataron en
diciembre de 2016, cuando se esfumó de su casa del partido de Ezeiza, y
por eso el abogado penalista Rubén Ernesto Carrazzone fue condenado
este miércoles a prisión perpetua por el femicidio de su pareja.

No es la primera vez que hay condena por homicidio sin delito. El más
reciente, por caso, volvió a ser noticia el año pasado cuando la Suprema
Corte Bonaerense ratificó la sentencia del Tribunal Oral Criminal N°9 de
Lomas de Zamora, firmada en julio de 2018, y confirmó la condena a 22
años de prisión para Daniel Lagostena por el crimen de Érica Soriano, de
quien nada más se supo desde hace 2010.

El fallo de este miércoles fue dictado por el Tribunal Oral Federal N°2 de
La Plata, integrado por los jueces Alejandro Esmoris, Nelson Jarazo y
Fernando Canero, que consideró a Carrazzone (66) autor de los delitos
de “homicidio doblemente agravado por el vínculo y por haberse
cometido mediando violencia de género en concurso real con el delito
de falsa denuncia”.

Carrazzone tuvo la posibilidad de pronunciar sus últimas palabras


momentos antes de escuchar el veredicto, y dijo: “Quienes tenían la
obligación de esclarecer lo que aquí pasó han venido a poner más oscuridad
de la que había. Stella está desaparecida”.

La condena a perpetua coincidió con el pedido formulado por el fiscal de


juicio Hernán Schapiro, la titular de la Fiscalía Especializada en Violencia
contra las Mujeres (UFEM), Mariela Labozzetta; y la abogada de la
querella, Raquel Hermida Leyenda, quienes habían requerido la pena
máxima para el marido de la víctima.

En su alegato, la fiscalía sostuvo la hipótesis de que entre las 16.45 del


29 de diciembre de 2016 y las 11.30 del día siguiente, Carrazzone mató a
Sequeira e hizo “desaparecer el cuerpo de la víctima”.

La abogada de la querella refirió que ella conoció a Sequeira el 3 de abril


del mismo año en que fue brutalmente asesinada, y dijo: “Es la primera
vez que estoy en un juicio donde la víctima de un femicidio habló
conmigo”. “Conocí a Stella y se lo debía, habíamos quedado en vernos por
mi especialidad y nunca se concretó la entrevista”, dijo, emocionada,
Hermida Leyenda al conocer el veredicto contra Carrazzone.

La letrada explicó también que, en casos de femicidios como el de


Sequeira, es necesario recordar “que el cuerpo del delito no es el cadáver.”
Y luego enumeró una serie de casos en los que se arribó a condenas por
homicidio sin el cuerpo, como los casos de Miguel Bru en 1993; la turista
suiza Annagreth Würgler en 2004, la docente Beatriz Argañaráz en
2006, Roxana Núñez en 2009 y Érica Soriano en 2010, entre otros.

La semana pasada, Carrazzone -abogado penalista- ejerció su propia


defensa en su alegato ante el tribunal y calificó la investigación en su
contra como “una farsa disfrazada de procedimiento judicial”. “Un farsa
que se llevó en mi contra y fundamentalmente contra Stella, a quien
nadie buscó”, sostuvo el letrado. Por último, el abogado aseguró que “no
se acreditó el cuerpo del delito, no hay un solo vestigio de un ataque fatal”.
El juicio comenzó el 31 de marzo del año pasado y fue llevado adelante por
la Justicia Federal, ya que inicialmente el caso se investigó como un
presunto secuestro extorsivo, debido a que el abogado denunció que había
recibido un llamado para que entregara dinero si quería recuperar a
su mujer, lo que finalmente se desestimó.

La víctima convivía desde hacía 15 años con el penalista cuando ese 29 de


diciembre de 2016 desapareció de su casa de la calle El Ombú 786, del
Barrio El Trébol del partido bonaerense de Ezeiza, en el Sur del conurbano.

El abogado denunció la desaparición de su mujer recién el 31 de


diciembre de ese año, dos días después de la presunta desaparición de
Sequeira. Al día siguiente aseguró haber recibido un llamado extorsivo en
el que supuestamente le exigían 80.000 dólares para liberarla.

Sin embargo, la investigación determinó que se había tratado de una falsa


denuncia, tendiente a entorpecer la investigación y ocultar el femicidio.
Finalmente, Carrazzone fue imputado y detenido por el crimen, pese a que
el cadáver de la víctima nunca fue hallado.

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Infobae-18/8/2021
Un crimen sin cuerpo: la Corte bonaerense confirmó la condena de 22
años contra el asesino de Érica Soriano

El máximo Tribunal de la Provincia de Buenos Aires ratificó el fallo contra


Daniel Lagostena, encontrado culpable del homicidio de la joven
embarazada en julio de 2010. La trama de una historia de celos y mentiras.
El cuerpo de Érica Soriano nunca apareció. Pero nadie duda que el
responsable de su muerte es Daniel Lagostena. Casi exactamente 11 años
después de la noche en que mató a su pareja, la Suprema Corte de la
Provincia de Buenos Aires ratificó la sentencia del Tribunal Oral Criminal
9 de Lomas de Zamora, firmada en julio de 2018, y confirmó la condena a
22 años de prisión para el autor del crimen.

El máximo Tribunal bonaerense declaró “inadmisible” un recurso


extraordinario federal presentado por la defensa de Lagostena, representada
por el abogado Norberto Francisco Oneto, quien había elevado la queja
luego de que sus apelaciones fueran rechazadas el año pasado por el
Tribunal de Casación.

Lagostena fue encontrado culpable hace tres años del delito de “homicidio
en concurso ideal con aborto”. El hombre intentó sin éxito consumar
el crimen perfecto. En algún momento de la noche del 20 de agosto de
2010 mató a Soriano, que llevaba un embarazo de ocho semanas, en su casa
de Lanús.

Esa madrugada se deshizo del cadáver. La investigación todavía apunta a


que lo hizo con la ayuda de una funeraria amiga, aunque nunca se pudo
establecer de qué forma. Lagostena armó un andamiaje de mentiras que
nunca lograron convencer del todo a la madre y las hermanas de la
víctima. Ellas siempre sospecharon de él. Los investigadores judiciales
siguieron ese camino.

Oneto apeló el fallo de la Sala I del Tribunal de Casación bonaerense. En


un extenso ensayo sobre la desigualdad de géneros, los jueces Ricardo
Maidana y Daniel Carral consideraron que se trató de “un caso
caracterizado por violencia de género” y elogiaron el trabajo de los
magistrados del juicio por haber considerado “correctamente” la
perspectiva de género durante el juzgamiento del imputado.

Para el juez Maidana, Lagostena incurrió en violencia de género


psicológica sobre Soriano, lo que quedó acreditado durante el juicio con la
participación de una decena de testigos y copias de mails que el hombre le
mandaba a su pareja. “Controlaba cómo se vestía, el maquillaje que
utilizaba, el uso del teléfono celular, los lugares a los que concurría y con
quién lo hacía, y los boletos de colectivo para verificar sus horarios”,
enumeró el juez de Casación. Además, los testimonios, enumera el fallo,
“dieron cuenta de lo celoso y posesivo que era el imputado al punto de
hackearle la cuenta de correo electrónico y revisarle el celular”.

El abogado de Lagostena -que cumple el castigo en el penal de Olmos- fue


a la Corte y acusó a Casación de sustentarse en fundamentos dogmáticos y
razonamientos inválidos para condenar a su defendido. También, de
tergiversar pruebas y omitir ponderar debidamente los descargos de la
defensa “bajo la consideración de argumentos pueriles o inválidos”, lo
que, según su mirada, vulneró las reglas de la lógica y quebrantó los
principios de culpabilidad e inocencia, de defensa en juicio y el debido
proceso.

Para Oneto, no se llegó a la certeza necesaria para habilitar una condena y


socavar el estado de inocencia. Y consideró que tanto el TOC como
Casación no tenían pruebas suficientes para mandar a la cárcel al acusado
por 22 años, una pena cercana al máximo de 25 para la cual, según él, no
hubo justificaciones. “Hubo una errónea y absurda valoración de la prueba,
afectando el principio de congruencia”, consideró Oneto.
La respuesta del máximo Tribunal, integrado por Luis Genoud, Hilda
Kogan, Daniel Soria y Sergio Torres, fue contundente: “Si bien el señor
defensor se refirió a la decisión de esta Corte tachándola de arbitraria, su
denuncia no fue acompañada por el más mínimo desarrollo argumental que
le dé sustento”.

“La importancia del fallo de la Corte que confirma la condena no tiene que
analizarse solo como una instancia más sino que tiene que interpretarse
como un parámetro político para todos los jueces, incluyendo el Ministerio
Público Fiscal”, comentó a este medio el juez de Garantías que investigó el
caso, Gabriel Vitale, el mismo día que la propia Corte confirmó que habrá
un nuevo juicio contra los acusados del femicidio de la joven Lucía Pérez,
inicialmente absueltos.

“Yo tengo 71 años y por la pandemia me quedé quieta, pero cuando todo
esto pase, voy a insistir. Queda algo muy pendiente que es la declaración de
Daniel o de alguien que haya estado en ese momento o lo haya
ayudado. Alguien que pueda decir lo que pasó exactamente”, dijo a
Télam María Ester Romero, la madre de Érica Soriano.

Lagostena lleva casi 11 años sin decir qué hizo con el cuerpo de Érica
Soriano. Lo que no logró esconder es la larga colección de pruebas que
para el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 9 de Lomas de Zamora explican su
responsabilidad directa en la muerte y la desaparición de su pareja.

El crimen fue la consecuencia de una escalada de violencia y celos por


parte de Lagostena que comenzó en abril de aquel año, cuando la mujer
decidió mudarse de Villa Adelina a la casa de él en Lanús para que el
hombre se sintiera más seguro. Llevaban apenas tres meses de
relación. “Ella estaba viviendo su peor pesadilla”, contó su amiga Lorena
Caramello a la Justicia.

Lagostena -actualmente de 61 años- es controlador, inseguro, celoso,


violento y narcisista. Los análisis de los peritos psiquiátricos incorporados
en el expediente así lo muestran. “Presenta personalidad psicopática con
marcados rasgos narcisistas. El vínculo es de sometedor a sometido, donde
Daniel ejercía un férreo control sobre Érica (…). Respecto al hijo que
esperaba era solamente un objeto más de control”, concluyeron los médicos
Alejandro Conte, Alejandra Santoro y la forense Ana María Arias.

Soriano pensaba dejar a Lagostena o al menos suspender la


convivencia. Las dificultades en la relación quedaron claras en varios mails
incorporados al expediente y en testimonios de amigos, familiares y
compañeros de trabajo. El hombre la obligaba a mostrar las fotos de las
personas que estaban con ellas en su ausencia. Le exigía mostrar el horario
que figuraba en los boletos de los colectivos. Se metía en su casilla de mail
y en su teléfono celular.

Esa perversidad alcanzó su pico el 20 de agosto 2010. Ese día fueron juntos
a una revisación ginecológica. El último contacto que tuvo Soriano con
otras personas fue a las 22.13: una conversación telefónica con una
amiga. Ella le dijo que “Daniel manejaba con fastidio” y le contó que
habían discutido.

Doce minutos antes de esa charla, alguien pidió una pizza en la casa donde
vivían Lagostena y Soriano. Todavía hoy no se sabe quién fue, pero se
sospecha que podría tratarse de algún cómplice del asesino.
Cuando los investigadores le preguntaron a Lagostena por ese llamado, él
dijo que habían sido ellos, que pidieron una pizza de salsa golf y palmitos.
Pero los horarios, constatados, no cerraron jamás. Según su coartada,
pidió la pizza desde el teléfono de línea de la casa 12 minutos antes de que
Soriano hablara con su amiga, a quien le dijo que iban por la avenida 9 de
Julio.

A las 23.45 Lagostena se mandó mensajes de texto con su sobrino. Entre


las 5.05 y las 5.53 se mandaron otros seis mensajes. El asesino quiso
explicar que estaban acordando un arreglo en la casa. ¿De qué hablaron
tantas veces y en una hora marginal?

Érica jamás apareció. A las 9 del 21 de agosto la familia Soriano intentó


comunicarse con el celular de la víctima, con el de Lagostena y al teléfono
de línea de la casa de Coronel Santiago al 1400, donde vivían. A María
Ester Romero, madre de Érica, le pareció extraño ya que “Daniel nunca
dejaba su celular”.

Lagostena alegó que su pareja se había ido temprano de su casa después de


que volvieron a discutir por los temas de la noche anterior. Pero no pudo
explicar por qué nadie respondió los llamados que hizo la familia de
Érica.

Sin embargo, las investigaciones posteriores pusieron en evidencia al autor


del crimen. Desde las 9.13 alguien chequeó cinco veces el contestador del
celular de Soriano y de la casa. Además, a las 11 se registró una llamada
perdida en el teléfono de la hija de Érica, proveniente de la línea de
Lagostena. Para los investigadores esto indica que el asesino tuvo que
haber visto los llamados perdidos de las 9.
La sospecha es que Lagostena quemó el cuerpo en el hogar a leña de la
casa. Se comprobó que la noche de la desaparición de Soriano estuvo
encendido, a pesar de que fue un día caluroso. El asesino se contradijo
sobre las razones del uso de la estufa. Una vez dijo que fue para quemar
unas tablas que ya no usaba. Y la segunda, que la había usado para cocinar
carne vacuna. También se cree que luego consiguió desaparecer los restos
con la ayuda de personas vinculadas al negocio funerario.

“Dada la actitud que demostró Lagostena durante la relación con Érica


(“patológicamente controladora”), era escasamente creíble que Soriano
haya salido del domicilio después de la discusión y no la hubiera llamado;
como también fue inexplicable que no se preocupara al conocer que Érica
no había llegado a Villa Adelina o haya demorado en hacer la denuncia.
Que, en cambio, se recostase a descansar sin atender los teléfonos. El
tribunal, recordó que Lagostena fue el mismo que habitualmente chequeaba
los horarios de su pareja, para confirmar que no le mentía, le revisaba los
mails y el teléfono”, remarcó en su fallo el juez Carral, del Tribunal de
Casación.

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