Está en la página 1de 16

LA EFECTIVIDAD DE LOS DERECHOS ECONÓMICOS SOCIALES Y

CULTURALES

José Fernando Toledo Perdomo

Abogado de la Universidad de los Andes de Bogotá, magíster (c) en


Derecho Procesal de la Universidad de Medellín, profesor de tiempo
completo de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma
Latinoamericana, profesor titular de la asignatura de Derecho
Internacional

GENERALIDADES

Los derechos por la dignidad de las personas, están basados en aspiraciones


morales que fueron manifestándose en el tiempo. Son derechos históricos que no
surgieron espontáneamente, ni todos de una vez y para siempre. La humanidad
los fue conquistando, a través de innumerables reclamos y cruentas luchas, dentro
de diferentes procesos históricos que dan cuenta de profundos cambios sociales,
políticos y económicos.

La evolución de los derechos que los pueblos han alcanzado a medida que han
exigido su reconocimiento, ha cambiado la conducta del Estado que ha tenido que
cambiar incluso su misma razón de existencia.

Con la victoria obtenida al alcanzar la protección de los derechos económicos y


sociales, el Estado ha tenido que respetar y buscar que sus ciudadanos adquieran
unas condiciones de vida dignas, que vienen a hacer que el Estado ya no busque
sobrevivir como Estado sino que busque la permanencia de la sociedad que
conforma el Estado y garantizar así la calidad de vida y bienestar de dicha
sociedad.

En nuestro país, los derechos económicos, sociales y culturales, han pasado de


ser derechos fundamentales por conexidad a ser reconocidos como verdaderos
derechos fundamentales. No obstante este reconocimiento, siguen existiendo
suficientes obstáculos como para considerar, por parte del Tribunal Constitucional,
que estos derechos son merecedores de una protección judicial reforzada,
fundamentalmente su amparo por vía de la tutela.

Esta categoría de derechos se haya en una grave situación, pues por su


naturaleza se exige para su efectiva realización la intervención del Estado en la
sociedad y en la economía, y se amplían las responsabilidades del Estado pues le
designan la satisfacción de necesidades básicas y la prestación de servicios, que
requieren la fijación de prioridades en la repartición de los recaudos tributarios e
implica la adopción de decisiones sobre distribución de recursos económicos y
beneficios sociales limitados, causas que originan la imposibilidad de alcanzar su
exigibilidad.

Todos los derechos humanos son indivisibles e interdependientes. Las violaciones


de los derechos económicos, sociales y culturales, por ejemplo, no proteger los
derechos sobre las tierras de los pueblos indígenas, negar los derechos de
educación a las minorías y prestar servicios de atención médica de manera no
equitativa, a menudo están relacionadas con violaciones de los derechos civiles y
políticos en forma de negaciones reiteradas. Del mismo modo que para el pleno
disfrute del derecho a la libertad de expresión es necesario concertar esfuerzos en
favor del derecho a la educación, para el disfrute del derecho a la vida es preciso
tomar medidas encaminadas a la reducción de la mortalidad infantil, las epidemias
y la malnutrición.

El reconocimiento de este conjunto de derechos no es un mero catálogo de


buenas intenciones por parte de los Estados. Son derechos que se derivan
directamente de tratados internacionales de derechos humanos, como el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU (1966) y
las normas establecidas por organismos especializados como la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Estos instrumentos internacionales aceptan la indivisibilidad de los derechos


humanos, pero a pesar de este reconocimiento, los derechos económicos,
sociales y culturales han sido tradicionalmente marginados: Se les considera
“nuevos” o de segunda generación a pesar de haber sido reconocidos al menos
desde el siglo XVIII tanto en la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano (Francia), como en la Declaración de Independencia de los EEUU.

Mientras que a los Estados se les requiere que “garanticen y aseguren” los
derechos civiles y políticos; se les insta sólo a que “alcancen progresivamente” la
realización de los derechos económicos, sociales y culturales.

Aunque la jurisprudencia interna de muchos países y la tendencia a incluir estos


derechos en las reformas constitucionales demuestran que estos derechos se
pueden hacer cumplir mediante recursos legales, queda mucho por hacer para
que estos derechos se equiparen a los civiles y políticos en lo que se refiere a su
exigencia jurídica interna e internacional.
En la praxis los Estados preeminentemente buscan un desarrollo económico sin
considerar la dignidad humana, y olvidan sus deberes y obligaciones adquiridas a
la luz del derecho internacional en materia social.

Que 800 millones de personas sufran malnutrición crónica o que más de 100
millones de menores no tengan acceso a la educación primaria no son
desgraciadas realidades, sino un escándalo para los derechos humanos.

Al respecto, Koffi Annan, ex secretario general de la ONU y Premio Nobel de la


Paz en el año 2001, sostuvo en alguno de sus discursos “además de las
responsabilidades con sus propias sociedades los Estados son colectivamente
custodios de la vida en común en este planeta. Una vida que todos los ciudadanos
de todos los países comparten”.

Los Estados son los garantes de la efectividad de los derechos sociales


fundamentales no como meras aspiraciones políticas sino como verdaderos
derechos.

La promoción y observancia de los derechos económicos, sociales y culturales


son consustanciales al desarrollo integral, al crecimiento económico con equidad y
a la consolidación de la democracia en los Estados del Hemisferio.

Garreton Merino en cita de Nikken sostiene: “su realización no depende de la sola


instauración de un orden jurídico ni de la mera decisión política de los órganos
gubernamentales, sino de la conquista de un orden social donde impere la justa
distribución de los bienes, lo cual sólo puede alcanzarse progresivamente. La
violación, por lo tanto, no emana de un acto sino de una omisión, muchas veces
condicionada a la existencia de recursos que permitan la satisfacción de estos
derechos, por lo que para establecer que un Estado los ha violado no basta con
comprobar que el derecho no se está gozando sino que el comportamiento del
poder público, en orden a alcanzar este fin, no se ha adecuado a los estándares
técnicos apropiados”1.

Es indiscutible que la función del Estado no se reduce a la simple tarea de dictar


las leyes necesarias al efecto, pero afirmar que el Estado se exoneraría de su
responsabilidad como garante de la protección de los derechos económicos,
sociales y culturales por el solo hecho de demostrar que ha actuado cumpliendo
estándares técnicos, y que su garantía solo se puede alcanzar una vez obtenido
cierto desarrollo económico, es una visión totalmente sesgada del rol y del
funcionamiento del aparato estatal, pues este tiene también un papel activo en la

1
En: Nikken, Pedro. El concepto de derechos humanos. Instituto Interamericano de Derechos Humanos
(IIDH), Estudios básicos de derechos humanos, San José de Costa Rica, 1994.
creación de las condiciones institucionales, económicas y legales necesarias, por
tanto no son válidas aquellas justificaciones que se emplean para respaldar la
omisión del Estado en la consecución de la plena realización de los derechos
reconocidos que permita asegurar un desarrollo económico, social y cultural
permanente. Aquellos que consideran los derechos económicos, sociales y
culturales, una meta del desarrollo económico y político se oponen a establecer
mecanismos para su efectivo cumplimiento, y su efecto, es la inexistencia de la
prestación estatal que supone automáticamente la denegación del derecho.

Esta consideración también fue hecha por la Corte Constitucional en la famosa


sentencia SU-111 de 1997 en la que precisó: “la individualización de los derechos
económicos, sociales y culturales, no puede hacerse al margen de la ley y de las
posibilidades financieras del Estado. El legislador está sujeto a la obligación de
ejecutar el mandato social de la Constitución, para lo cual debe crear instituciones,
procedimientos y destinar prioritariamente a su concreción natural los recursos del
erario”2, con lo cual se reafirman los roles del Estado y del legislador en su
cumplimiento.

De acuerdo al núcleo esencial del mandato constitucional, deben ser asegurados


los derechos mínimos de subsistencia de los individuos, independientemente del
nivel de desarrollo del país.

Los niveles de cobertura y calidad deben ir siempre en ascenso y no pueden ser


objeto de regresividad, es decir, no pueden descender de los niveles alcanzados.

Pero en Colombia, hay una falta de respeto, protección y atención a los derechos
económicos, sociales y culturales, que se refleja en la creciente pobreza, la
desigual distribución de la riqueza, el hambre, la falta de servicios básicos y la
discriminación con una gran exclusión social, política, económica, y siempre el
Estado argumenta la falta de recursos para justificar su omisión.

Aunado a lo anterior, no se ha adoptado un sistema jurídico de protección de los


derechos económicos, sociales y culturales, es decir, su exigibilidad jurídica o
justiciabilidad es ineficaz, no se dispone de recursos eficaces y jueces
especializados que garanticen la efectividad de este conjunto de derechos, por
ejemplo acciones y jueces para garantizar el derecho a una vivienda digna.

Parte de las acciones en torno a la defensa de los derechos económicos, sociales


y culturales se halla en la adopción de normas sustantivas tanto en las
constituciones como en las leyes que garanticen su efectividad, y en la creación

2
Sentencia SU-111 de 1997, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz, consideración jurídica No. 11.
de procedimientos o recursos judiciales, y de jueces idóneos que permitan hacer
justiciables los derechos económicos, sociales y culturales.

Hasta ahora los esfuerzos jurídicos para exigir los derechos económicos, sociales
y culturales, han sido acciones ingeniosas de sectores sociales, abogados y
jueces ante la ausencia de mecanismos claros, precisos y eficaces para su
amparo.

¿QUÉ SON LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES?

Hace 60 años, la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamó un


amplio abanico de derechos inherentes a toda persona sin discriminación de
ningún tipo. Entre ellos figuran no sólo el derecho a la libertad de expresión y a no
sufrir torturas ni malos tratos, sino también el derecho a la educación y a una
vivienda adecuada, así como otros derechos económicos, sociales y culturales.

Los derechos económicos, sociales y culturales (DESC), al igual que los civiles y
políticos, son parte indisoluble e indivisible de los derechos humanos y del
derecho internacional de los derechos humanos3.

Los derechos económicos, sociales y culturales tienen el mismo estatuto legal,


importancia y urgencia que los derechos civiles y políticos, y al ser ambos
considerados como derechos humanos su fuente es la dignidad humana y se
caracterizan por ser universales, indivisibles e interdependientes.

La doctrina los denomina como aquellos derechos de los cuales precisa el hombre
para un completo desarrollo desde su condición de ser social, que si bien no son
indispensables para la existencia humana como tal, si lo son al momento de
relacionarse el individuo con la comunidad.

La Corte Constitucional afirma que consisten en el conjunto de garantías que


reciben el nombre de “derechos asistenciales”, cuya principal característica es la
de que no son simples posibilidades de acción individual, sino que imponen
además una carga u obligación al Estado, frente al cual el individuo es situado en
el marco social, en la condición de acreedor de cierto bienes que debe dispensarle
el aparato político”4. Sostiene además que son los derechos que no
necesariamente son exigibles por sí mismos, sino que ameritan lo que denomina

3
Tal como constan en la Declaración Universal, el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, la Declaración Americana de los Deberes y Derechos del Hombre, la Declaración sobre
Garantías Sociales, la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Protocolo de San Salvador.
4
Sentencia T-008 de 1992. M.P. Fabio Morón Díaz.
la Honorable corporación, una progresiva efectividad5, es decir, que implican una
prestación por parte del Estado.

Al momento de plantearlos en la Constitución de 1991, la Asamblea Nacional


Constituyente, se basó en los derechos consagrados en los tratados
internacionales ya suscritos por Colombia, se les da la misma denominación que
en ellos y el Estado Colombiano se compromete con la comunidad internacional a
darles una efectiva protección.

CARACTERISTICAS DE LOS DERECHOS ECONOMICOS, SOCIALES Y


CULTURALES

Tienen las siguientes características:

a. No gozan de una acción constitucional directa que permita su efectiva


exigencia.

b. El Capítulo II de la Constitución Nacional que los enuncia, refiere algunos que


por su esencia no lo son.

c. La Constitución en el Capítulo II agota aspectos procedimentales que no son


propios de una Carta Política.

d. La doctrina coincide en estimar el Capítulo II como una continuidad de los


derechos de primera generación.

e. Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 los


derechos humanos son indivisibles e interdependientes, los civiles y políticos se
complementan con los económicos, sociales y culturales y viceversa. Y según la
Convención de 1993 en Viena6, se deben tratar en forma global y de manera

5
Obligación o compromiso jurídico por parte del Estado, para que determine medidas en aras a un
adecuado proceso de progresiva efectividad y protección de los derechos económicos, sociales y culturales.
Ejemplo de ellos es la reforma a través de Acto Legislativo, a la que fue sometido el artículo 48 de la
Constitución Política Colombiana en el que se garantiza a todos los habitantes el derecho irrenunciable a la
Seguridad Social (El artículo 48 de la Constitución Política de Colombia fue adicionado por el Acto Legislativo
01 de 2005). Los tratados internacionales suscritos por Colombia advierten la necesidad de incluir estos
derechos y reforzar su protección obligaron al legislador Colombiano a reformar su Carta Política.
6
La Declaración y el Programa de Acción de Viena aprobados por la Conferencia Mundial de
Derechos Humanos el 25 de junio de 1993, constituye un hito de gran significado para la
comunidad internacional, especialmente porque promueve la idea que un amplio espectro de
valores—como la democracia, los derechos humanos y el desarrollo—son universales, indivisibles
e interdependientes y que, además, estos valores se refuerzan mutuamente. Estas ideas han
tenido un impacto positivo y han sido incorporadas en varios documentos de organismos
conjunta y equitativa. La ONU afirma que la distinción entre los derechos civiles y
políticos con los derechos económicos, sociales y culturales obedece a razones
históricas y no a razones de naturaleza política y mucho menos jurídica. Lo que
debe importar para los Estados es la distinción con criterio técnico – jurídico entre
derechos subjetivos exigibles directamente por si mismos de los derechos de
carácter progresivo o derechos reflejo que son indirectamente exigibles. Los
Estados no se deben desgastar en distinguirlos, ahí no radica el problema, pues
todos los derechos humanos son indivisibles, interdependientes y
complementarios. El problema se encuentra en la inclusión de todos estos
principios y en su protección.

f. Los Derechos económicos, sociales y culturales son derechos subjetivos cuya


exigibilidad puede ejercerse individual o colectivamente ante instancias judiciales
en el plano nacional y ante los órganos de supervisión internacional. La exclusión
social rompe los lazos básicos de integración de los colombianos, atenta contra la
identidad cultural de las minorías indígenas y afroamericanas, fomenta la violencia
en el marco del conflicto social y armado que padecemos. La impunidad frente a la
grave violación de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales
genera un quiebre de los valores éticos de nuestra sociedad, se impone que el
Estado colombiano adecue los aparatos de justicia para establecer la verdad de lo
que sucede con las violaciones, buscar la justicia y sanción de los responsables y
asegurar la reparación de las víctimas.

g. Son Derechos Humanos y no concesiones.

h. Son de cumplimiento inmediato.

REGULACION DE LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y


CULTURALES

Los derechos económicos, sociales y culturales (conocidos como DESC),


constituyen una amplia categoría de derechos humanos incorporados y
garantizados en diferentes textos constitucionales y en declaraciones,
convenciones y tratados internacionales y regionales sobre derechos humanos

internacionales globales y regionales, incluyendo la Carta Democrática Interamericana de la OEA


(Organización de Estados Americanos). Esta Convención hizo importantes aclaraciones y
precisiones en torno a la aceptación del derecho al desarrollo y carácter de integralidad de los
derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.
jurídicamente vinculantes. Casi todos los países del mundo son Estados Partes en
alguno de los tratados jurídicamente vinculantes que garantizan dichos derechos.

A continuación se enumeran y comentan los más relevantes:

a. La Carta de las Naciones Unidas

No menciona a los DESC como tales. Sin embargo, hace referencia a la


necesidad de promover un nivel de vida adecuado (art. 55 a), lo que constituye la
esencia de los mismos. Asimismo, su Preámbulo plantea como finalidad de la
Organización, “promover el progreso social y elevar el nivel de vida dentro de un
concepto más amplio de la libertad”, lo que ha permitido fundamentar la tesis de la
indivisibilidad de los derechos humanos civiles y políticos, y de los DESC.

b. La Declaración Universal de Derechos del Hombre

Fue concebida originalmente como una exposición de objetivos que los gobiernos
buscarían alcanzar, por lo que, pese a su gran influencia, no forma parte del
Derecho internacional obligatorio. Empero, la Conferencia Internacional de las
Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos, en 1968, acordó que la
Declaración constituía una obligación para los miembros de la comunidad
internacional. Constituye también el primer segmento de la Carta Internacional de
Derechos Humanos, que comprende la Convención que se menciona a
continuación, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo
Facultativo, que faculta al Comité de Derechos Humanos a recibir denuncias de
particulares sobre violaciones de derechos humanos, una vez agotados los
recursos internos. La Declaración reconoce a los DESC como una categoría
especial y los enumera. Repite también en su Preámbulo la mención al
compromiso por promover el progreso social y elevar el nivel de vida, al cual
considera un derecho (art. 25), para asegurar a toda persona (sea o no
trabajador), así como a su familia, la salud y el bienestar y, en especial, la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales
necesarios.

c. El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales

Adoptado por la Asamblea General, en 1966. Es el instrumento jurídico


internacional más importante, por el respaldo de ratificaciones que ha recibido.
Establece que los Estados Partes, en su territorio, asegurarán a todas las
personas, sin discriminación alguna, todos los derechos que se enuncian en el
Pacto y los insta a “favorecer el bienestar general” (art. 4), a “asegurar un
desarrollo económico, social y cultural permanente y un empleo productivo” (art. 6
párrafo 2), al mismo tiempo que enumera una serie de derechos relativos al
trabajo, la salud y la educación, entre otros. Establece el compromiso de los
Estados de dictar las leyes necesarias al efecto. Sin embargo, dispone que la
plena realización de los derechos reconocidos puede lograrse a lo largo de un
cierto periodo de tiempo, durante el cual se irán creando condiciones para facilitar
la promoción de esos derechos. Vale decir, que la efectividad de estos derechos
sólo se concretará progresivamente.

El Pacto sirvió de base a numerosas otras resoluciones de la Asamblea General


de Naciones Unidas. Entre ellas pueden citarse la resolución 2542 (XXIV) de la
Asamblea General del 16 de diciembre de 1969, que contiene la Declaración
sobre el progreso y el desarrollo social; la resolución 2625 (XXV) del 24 de octubre
de 1970 que incorpora la Declaración sobre los Principios de Derecho
Internacional relativos a las Relaciones de Amistad y Cooperación entre los
Estados; las resoluciones 3201 y 3202 (S.VI) del 1 de mayo de 1974 por las que
se adoptan la Declaración sobre el Establecimiento de un Nuevo Orden
Económico Internacional y el correspondiente Programa de Acción, y la resolución
3281 del 12 de diciembre de 1974, que contiene la Carta de Derechos y Deberes
Económicos de los Estados.

Todos estos textos giran en torno a la noción de desarrollo, pero no mencionan la


existencia de un “derecho al desarrollo”. Esta expresión recién ingresará al
lenguaje de las Naciones Unidas el 21 de febrero de 1977, cuando la Comisión de
Derechos Humanos solicite al Secretario General de la Organización, un estudio
sobre “las dimensiones regionales y nacionales del derecho al desarrollo como un
derecho humano”. Poco después, la Comisión afirmó que “el derecho al desarrollo
es un derecho humano y que la igualdad de oportunidades en materia de
desarrollo es una prerrogativa tanto de las naciones como de los individuos que
las componen”.

Esta concepción inspirará la resolución 34/46 del 23 de noviembre de 1979 por la


que la Asamblea General declara que “el derecho al desarrollo es un derecho
humano inalienable”.

A iniciativa de la Comisión de Derechos Humanos el Consejo Económico y Social


creó, en mayo de 1981, un grupo de trabajo con la misión de estudiar el alcance y
contenido del derecho al desarrollo, que en 1985 sometió un texto a la Comisión
que finalmente devino en la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo, adoptada
por la Asamblea General (resolución 41/128 del 4 de diciembre de 1986).

d. La Carta de la Organización de los Estados Americanos


Incluye disposiciones concretas respecto a los DESC. En el Capítulo IV se
establecen “Normas sobre educación, ciencia y cultura”. El capítulo VI se
denomina “Normas Sociales”. El Capítulo VII fija metas, no derechos, hacia las
cuales deben orientarse las políticas económicas de los Estados. El Capítulo IX
establece el compromiso que los Estados miembros asumen en materia de
educación, ciencia y cultura. Utiliza conceptos como “derecho al bienestar material
y al desarrollo espiritual” o a un “nivel económico decoroso”.

e. La Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre

Tiene especial importancia porque crea la Comisión Interamericana de Derechos


Humanos, con el objetivo de promover la observancia y la defensa de los
derechos humanos (incorporada oficialmente como órgano de la OEA en 1967).

f. La Carta Internacional Americana de Garantías Sociales

Establece normas orientadas a proteger al trabajador. A diferencia de la


Declaración Universal de los Derechos del Hombre, no hace referencia a las
personas en general. Menciona, empero, el concepto de nivel de vida adecuado y
utiliza también la noción de derecho a participar.

g. La Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José)

Contiene referencias a los DESC y, en especial, al modo progresivo que debe


adoptar su implantación.

h. El Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos


Económicos, Sociales y Culturales

Aprobado por la Asamblea General de la OEA en 1988. Busca incorporar los


DESC a la Convención, donde estaban escasamente tratados.

La discusión doctrinaria respecto a los DESC gira en torno a la naturaleza jurídica


de estos derechos. Básicamente, existen dos orientaciones.

Una considera que los DESC son simples aspiraciones o ideales, ya que no
resultan exigibles, por cuanto no existen recursos jurídicos para su cumplimiento
efectivo y que no pueden anclarse en los principios imperativos de Derecho
internacional, por cuanto el artículo 53 de la Convención de Viena sobre Derecho
de los Tratados de 1969, exige para ello el acuerdo del conjunto de la comunidad
internacional para configurar el carácter de jus cogens, lo que ciertamente no está
satisfecho en este caso.
Pero incluso en aceptarse esta concepción, no disminuiría la importancia de las
declaraciones, convenciones y cláusulas sobre derechos económicos, sociales y
culturales, por cuanto contribuirían a arraigar orientaciones ético-culturales que
progresivamente van integrando las formas de conciencia social y condicionando
las decisiones societales en el sentido de realizar esfuerzos de superación de
esas carencias.

La otra posición estima que se trata de verdaderos derechos, reconocidos como


tales por los Estados tanto en su propia normativa interna como al suscribir
acuerdos internacionales. Sin embargo, a diferencia de los derechos civiles y
políticos que han sido objeto de mayor atención, codificación legislativa e
interpretación y aplicación judicial, los DESC aparecen como de segunda clase,
inaplicables, carentes de juridicidad, es decir, de imposible sometimiento a los
tribunales y pasibles de una realización progresiva sin mayor especificación.

Empero, la Declaración Universal de 1948 establece la indivisibilidad e


interdependencia de todos ellos, lo que ha sido reafirmado en la Conferencia
Mundial de Derechos Humanos de 1993, lo que pondría fuera de toda discusión su
carácter de derechos humanos básicos.

Corresponde entonces aclarar a qué dan derecho y qué carácter jurídico tienen las
obligaciones de hacerlos efectivos que recaen sobre los Estados.

¿QUIÉN ES RESPONSABLE DE HACER REALIDAD LOS DERECHOS


HUMANOS?

Los Estados, es decir, los gobiernos nacionales, son los principales responsables
de hacer realidad los derechos humanos. Deben respetar los derechos de las
personas y no violarlos. Deben protegerlos procurando que otras personas u
organismos no perpetren abusos contra ellos. Y deben realizarlos haciéndolos
efectivos en la práctica.

Los gobiernos disponen de un amplio abanico de recursos. El derecho


internacional contempla el hecho de que la realización de los derechos
económicos, sociales y culturales sólo se puede lograr de forma progresiva. Sin
embargo, la obligación de los gobiernos de respetarlos y protegerlos y de
garantizar la ausencia de discriminación es inmediata. La falta de recursos no es
una excusa.

Es posible que los gobiernos necesiten tiempo para hacer realidad los derechos
económicos, sociales y culturales, pero este hecho no implica que no puedan
hacer nada. Deben adoptar medidas para conseguirlo. Como primera medida,
deben dar prioridad a las “obligaciones fundamentales mínimas”, es decir, la
obtención del nivel esencial mínimo de cada uno de los derechos. En lo que se
refiere al derecho a la educación, por ejemplo, una obligación fundamental es
garantizar el derecho a la educación primaria gratuita.

Los gobiernos no deben discriminar en sus leyes, políticas ni prácticas y deben dar
prioridad a las personas más vulnerables a la hora de asignar sus recursos.

Cuando actúan fuera de sus fronteras, los Estados tienen también la obligación de
respetar, proteger y hacer realidad los derechos económicos, sociales y culturales.
Esta obligación se extiende a las acciones que emprenden a través de
organizaciones intergubernamentales como el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional (FMI).

Como se afirma en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, las


“instituciones” tienen obligaciones en materia de derechos humanos. Las
empresas multinacionales desempeñan un papel cada vez más importante en la
realización o negación de los derechos humanos a escala mundial. Amnistía
Internacional se ha comprometido a pedirles cuentas cuando su actuación acarree
violaciones de derechos humanos.

OBLIGACIONES DE LOS ESTADOS FRENTE A LOS DERECHOS


ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES

Los derechos económicos, sociales y culturales fijan los límites mínimos que debe
cubrir el Estado en materia económica y social para garantizar el funcionamiento
de sociedades justas y para legitimar su propia existencia.

Por tanto las políticas públicas deben estar condicionadas a estos derechos y a su
protección.

Además, a los Estados se les impone el deber de prevenir y sancionar la


ocurrencia de violaciones a los DESC por parte de agentes privados.

El Estado es entonces responsable por omitir su deber de protegerlos, pero tales


agentes deben responsabilizarse por sus actos y por las consecuencias de éstos
ante las instancias del derecho interno.

Los derechos económicos, sociales y culturales son exigibles a través de diversas


vías: judicial, administrativa, política y legislativa.

Los instrumentos internacionales y constitucionales de protección de los derechos


económicos, sociales y culturales son operativos y establecen derechos exigibles
directamente por las personas, incluso ante su omisión en la reglamentación legal.
En tal sentido, los jueces están obligados a aplicar directamente estos
instrumentos y a reconocer en los casos concretos sometidos a su jurisdicción los
derechos que éstos consagran.

Las obligaciones de los Estados respecto a los derechos económicos, sociales y


culturales comprenden:

a. Una obligación de respeto.

b. Una obligación de protección.

c. Una obligación de satisfacer.

d. Una obligación de sancionar por su vulneración.

e. El deber de no discriminar.

En todo caso corresponderá al Estado justificar su inactividad, demora o


desviación en el cumplimiento de tales objetivos, y entre sus obligaciones
inmediatas se encuentran: adecuar su marco legal a las disposiciones de las
normas internacionales sobre derechos económicos, sociales y culturales; el
derecho a la información constituye una herramienta imprescindible para hacer
efectivo el control ciudadano de las políticas públicas en el área económica y
social; la obligación de proveer recursos judiciales y otros recursos efectivos dada
la ausencia de diferencias sustanciales entre derechos civiles y políticos y
derechos económicos, sociales y culturales, el Estado y la comunidad
internacional deben asegurar recursos judiciales o de otro tipo, aptos para hacer
exigibles los derechos en caso de violación. El Estado tiene la obligación mínima
de asegurar la satisfacción de niveles esenciales de cada uno de los derechos.
Esta obligación rige aun en períodos de limitaciones graves de recursos, causadas
por procesos de ajuste, de recesión económica o por otros factores. En estas
situaciones, el Estado debe fijar un orden de prioridades en la utilización de los
recursos públicos, identificando a los grupos vulnerables que serán beneficiados a
fin de efectuar un eficaz aprovechamiento de la totalidad de los recursos de que
disponga. En la obligación de progresividad y su correlativa prohibición de
regresividad, el Estado tiene el deber de encaminarse hacia la plena efectividad de
los derechos, por lo que viola la idea de progresividad su inacción, su irrazonable
demora y la adopción de medidas que impliquen el retroceso de tales derechos. El
Estado está prohibido de políticas regresivas, entendiendo por tales aquellas que
tengan por objeto o como efecto la disminución del estado de goce de los
derechos económicos, sociales y culturales.
VIOLACIONES DEL ESTADO EN MATERIA DE PROMOCION Y PROTECCION
DE LOS DERECHOS ECONOMICOS, SOCIALES Y CULTURALES

Se establecen como violaciones del Estado en materia de promoción y protección


de los derechos económicos, sociales y culturales:

• Faltar al deber de respeto y de protección y al deber de eliminar obstáculos


para su cumplimiento

• Emplear políticas o prácticas con la intención o efecto de discriminar contra


ciertos grupos o individuos sobre bases inaceptables

• No desarrollar el mínimo de obligaciones a su cargo sin dilaciones

• No priorizar adecuadamente la realización de un nivel mínimo esencial de cada


derecho, especialmente para personas marginadas, excluidas o vulnerables

• Poner limitaciones no reconocidas en el derecho internacional en el ejercicio de


un derecho

• Retardar o detener la progresiva realización de un derecho a menos que sea


permitido por el derecho internacional

• Utilizar como pretexto el conflicto armado interno

• Los estados de emergencia con frecuencia tienen como resultado violaciones


extendidas a los derechos económicos, sociales y culturales

• Utilizar como pretexto la falta de recursos financieros, técnicos o humanos para


justificar la violación a los derechos económicos, sociales y culturales

• La falta de priorización que se le haya dado a la defensa de los derechos


económicos, sociales y culturales al presupuestar y la omisión en que incurre al
no buscar la asistencia internacional
ESTADO ACTUAL DE LOS DERECHOS ECONOMICOS, SOCIALES Y
CULTURALES

A pesar de las garantías internacionales respecto a estos derechos, en todo el


mundo:

• 923 millones de personas padecen hambre de manera crónica. El hambre


suele verse agravada por violaciones de derechos humanos en Corea del
Norte, Zimbabwe y otros lugares. La actual crisis alimentaria mundial, agravada
también por violaciones de derechos humanos, ha acarreado la desnutrición
crónica de otros 75 millones de personas.

• Más de 1.000 millones de personas viven en barrios marginales o en


asentamientos irregulares y un tercio de los habitantes de las ciudades se
alojan en viviendas inadecuadas dotadas de escasos servicios básicos o
desprovistas por completo de ellos. Su situación se ve agravada por una
oleada de desalojos forzosos masivos a escala mundial.

• Cada minuto muere una mujer por problemas relacionados con el embarazo.
Por cada mujer que muere, 20 o más sufren complicaciones graves.

• Más de 100 millones de menores (más del 50 por ciento, niñas) no tienen
siquiera acceso a la educación primaria.

• En Colombia hay 46.484.447 de habitantes, según el DANE.

• A febrero de 2012 la tasa de desempleo nacional es del 11.9%.

• El Salario Mínimo para el año 2012 es de $566.700.

• En Colombia cerca de cinco millones de personas subsisten con menos de


200.000 pesos mensuales.

• La pobreza en Colombia afecta al 35% de la población que corresponde a


cerca de 18 millones de personas.

• Por lo menos cuatro millones de personas se encuentran en la indigencia lo


que corresponde al 10% de la población. Esta cifra indica que al menos un
millón de familias son indigentes.
• Unos 5.445.406 colombianos viven desplazados de sus hogares tanto fuera
como dentro de su país a causa del conflicto armado. Aproximadamente un
doce por ciento de la población colombiana habría sido obligada a dejar su
hogar por la violencia y el conflicto armado que azota este país desde hace
casi 50 años. La Ley de Víctimas y Restitución de Tierras (Ley 1448 de 2011)
no ha servido para frenar el drama de los desplazados en Colombia en un año
en el que ha habido una escalada de la violencia y un recrudecimiento del
conflicto. Esta es la conclusión a la que ha llegado la Consultoría para los
Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes). El informe reporta también
que a lo largo de 2011 se dieron en toda Colombia 58 desplazamientos
masivos, que tuvieron como resultado casi 27.000 personas obligadas a dejar
sus hogares, y destaca el de Anorí, con 5.500 desplazados, o el de Ituango,
Valdivia y Tarazá, con 3.132, todos estos casos en el departamento de
Antioquia (noroeste). Indicó además, que las comunidades afrocolombianas e
indígenas fueron "las principales afectadas" durante 2011 por el giro del
conflicto hacia la zona Pacífico, con importantes intereses económicos
vinculados con la minería. Finalmente, Codhes reportó que en 2011 Colombia
siguió liderando el listado de países del mundo con más personas obligadas a
desplazarse como consecuencia de la violencia, seguido de Sudán, Iraq,
Afganistán, Somalia y República Democrática del Congo.

Estas cifras que encierran un profundo drama humano nos muestran la injusticia
que vive Colombia, y la forma macabra como han ido de la mano: el crecimiento
económico, la guerra sucia, la concentración de la riqueza y del ingreso y por ende
la concentración del poder político.

La exigibilidad y la justiciabilidad de los derechos económicos, sociales y


culturales tiene mayor vigencia en un país como Colombia que aspira a lograr la
paz, y es claro que para alcanzar la paz y superar el conflicto social y armado es
necesario resolver en términos de justicia la satisfacción de los derechos civiles,
políticos, económicos, sociales y culturales, no para una parte de la población sino
para todos y todas sin discriminación y permitiendo que millones de colombianos
salgan de la miseria absoluta.

En esta larga noche de más de 40 años, en esta guerra sucia que ha vivido
Colombia, gran parte del problema de violencia política tiene su origen en la
injusticia e inequidad social. Esto ha llevado a muchos sectores sociales a la lucha
por la tierra, por la vivienda, por la educación, por la salud, por los servicios
públicos, por los derechos laborales y la libertad sindical, en síntesis por una vida
digna.

También podría gustarte