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CULTURALES
GENERALIDADES
La evolución de los derechos que los pueblos han alcanzado a medida que han
exigido su reconocimiento, ha cambiado la conducta del Estado que ha tenido que
cambiar incluso su misma razón de existencia.
Mientras que a los Estados se les requiere que “garanticen y aseguren” los
derechos civiles y políticos; se les insta sólo a que “alcancen progresivamente” la
realización de los derechos económicos, sociales y culturales.
Que 800 millones de personas sufran malnutrición crónica o que más de 100
millones de menores no tengan acceso a la educación primaria no son
desgraciadas realidades, sino un escándalo para los derechos humanos.
1
En: Nikken, Pedro. El concepto de derechos humanos. Instituto Interamericano de Derechos Humanos
(IIDH), Estudios básicos de derechos humanos, San José de Costa Rica, 1994.
creación de las condiciones institucionales, económicas y legales necesarias, por
tanto no son válidas aquellas justificaciones que se emplean para respaldar la
omisión del Estado en la consecución de la plena realización de los derechos
reconocidos que permita asegurar un desarrollo económico, social y cultural
permanente. Aquellos que consideran los derechos económicos, sociales y
culturales, una meta del desarrollo económico y político se oponen a establecer
mecanismos para su efectivo cumplimiento, y su efecto, es la inexistencia de la
prestación estatal que supone automáticamente la denegación del derecho.
Pero en Colombia, hay una falta de respeto, protección y atención a los derechos
económicos, sociales y culturales, que se refleja en la creciente pobreza, la
desigual distribución de la riqueza, el hambre, la falta de servicios básicos y la
discriminación con una gran exclusión social, política, económica, y siempre el
Estado argumenta la falta de recursos para justificar su omisión.
2
Sentencia SU-111 de 1997, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz, consideración jurídica No. 11.
de procedimientos o recursos judiciales, y de jueces idóneos que permitan hacer
justiciables los derechos económicos, sociales y culturales.
Hasta ahora los esfuerzos jurídicos para exigir los derechos económicos, sociales
y culturales, han sido acciones ingeniosas de sectores sociales, abogados y
jueces ante la ausencia de mecanismos claros, precisos y eficaces para su
amparo.
Los derechos económicos, sociales y culturales (DESC), al igual que los civiles y
políticos, son parte indisoluble e indivisible de los derechos humanos y del
derecho internacional de los derechos humanos3.
La doctrina los denomina como aquellos derechos de los cuales precisa el hombre
para un completo desarrollo desde su condición de ser social, que si bien no son
indispensables para la existencia humana como tal, si lo son al momento de
relacionarse el individuo con la comunidad.
3
Tal como constan en la Declaración Universal, el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, la Declaración Americana de los Deberes y Derechos del Hombre, la Declaración sobre
Garantías Sociales, la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Protocolo de San Salvador.
4
Sentencia T-008 de 1992. M.P. Fabio Morón Díaz.
la Honorable corporación, una progresiva efectividad5, es decir, que implican una
prestación por parte del Estado.
5
Obligación o compromiso jurídico por parte del Estado, para que determine medidas en aras a un
adecuado proceso de progresiva efectividad y protección de los derechos económicos, sociales y culturales.
Ejemplo de ellos es la reforma a través de Acto Legislativo, a la que fue sometido el artículo 48 de la
Constitución Política Colombiana en el que se garantiza a todos los habitantes el derecho irrenunciable a la
Seguridad Social (El artículo 48 de la Constitución Política de Colombia fue adicionado por el Acto Legislativo
01 de 2005). Los tratados internacionales suscritos por Colombia advierten la necesidad de incluir estos
derechos y reforzar su protección obligaron al legislador Colombiano a reformar su Carta Política.
6
La Declaración y el Programa de Acción de Viena aprobados por la Conferencia Mundial de
Derechos Humanos el 25 de junio de 1993, constituye un hito de gran significado para la
comunidad internacional, especialmente porque promueve la idea que un amplio espectro de
valores—como la democracia, los derechos humanos y el desarrollo—son universales, indivisibles
e interdependientes y que, además, estos valores se refuerzan mutuamente. Estas ideas han
tenido un impacto positivo y han sido incorporadas en varios documentos de organismos
conjunta y equitativa. La ONU afirma que la distinción entre los derechos civiles y
políticos con los derechos económicos, sociales y culturales obedece a razones
históricas y no a razones de naturaleza política y mucho menos jurídica. Lo que
debe importar para los Estados es la distinción con criterio técnico – jurídico entre
derechos subjetivos exigibles directamente por si mismos de los derechos de
carácter progresivo o derechos reflejo que son indirectamente exigibles. Los
Estados no se deben desgastar en distinguirlos, ahí no radica el problema, pues
todos los derechos humanos son indivisibles, interdependientes y
complementarios. El problema se encuentra en la inclusión de todos estos
principios y en su protección.
Fue concebida originalmente como una exposición de objetivos que los gobiernos
buscarían alcanzar, por lo que, pese a su gran influencia, no forma parte del
Derecho internacional obligatorio. Empero, la Conferencia Internacional de las
Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos, en 1968, acordó que la
Declaración constituía una obligación para los miembros de la comunidad
internacional. Constituye también el primer segmento de la Carta Internacional de
Derechos Humanos, que comprende la Convención que se menciona a
continuación, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo
Facultativo, que faculta al Comité de Derechos Humanos a recibir denuncias de
particulares sobre violaciones de derechos humanos, una vez agotados los
recursos internos. La Declaración reconoce a los DESC como una categoría
especial y los enumera. Repite también en su Preámbulo la mención al
compromiso por promover el progreso social y elevar el nivel de vida, al cual
considera un derecho (art. 25), para asegurar a toda persona (sea o no
trabajador), así como a su familia, la salud y el bienestar y, en especial, la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales
necesarios.
Una considera que los DESC son simples aspiraciones o ideales, ya que no
resultan exigibles, por cuanto no existen recursos jurídicos para su cumplimiento
efectivo y que no pueden anclarse en los principios imperativos de Derecho
internacional, por cuanto el artículo 53 de la Convención de Viena sobre Derecho
de los Tratados de 1969, exige para ello el acuerdo del conjunto de la comunidad
internacional para configurar el carácter de jus cogens, lo que ciertamente no está
satisfecho en este caso.
Pero incluso en aceptarse esta concepción, no disminuiría la importancia de las
declaraciones, convenciones y cláusulas sobre derechos económicos, sociales y
culturales, por cuanto contribuirían a arraigar orientaciones ético-culturales que
progresivamente van integrando las formas de conciencia social y condicionando
las decisiones societales en el sentido de realizar esfuerzos de superación de
esas carencias.
Corresponde entonces aclarar a qué dan derecho y qué carácter jurídico tienen las
obligaciones de hacerlos efectivos que recaen sobre los Estados.
Los Estados, es decir, los gobiernos nacionales, son los principales responsables
de hacer realidad los derechos humanos. Deben respetar los derechos de las
personas y no violarlos. Deben protegerlos procurando que otras personas u
organismos no perpetren abusos contra ellos. Y deben realizarlos haciéndolos
efectivos en la práctica.
Es posible que los gobiernos necesiten tiempo para hacer realidad los derechos
económicos, sociales y culturales, pero este hecho no implica que no puedan
hacer nada. Deben adoptar medidas para conseguirlo. Como primera medida,
deben dar prioridad a las “obligaciones fundamentales mínimas”, es decir, la
obtención del nivel esencial mínimo de cada uno de los derechos. En lo que se
refiere al derecho a la educación, por ejemplo, una obligación fundamental es
garantizar el derecho a la educación primaria gratuita.
Los gobiernos no deben discriminar en sus leyes, políticas ni prácticas y deben dar
prioridad a las personas más vulnerables a la hora de asignar sus recursos.
Cuando actúan fuera de sus fronteras, los Estados tienen también la obligación de
respetar, proteger y hacer realidad los derechos económicos, sociales y culturales.
Esta obligación se extiende a las acciones que emprenden a través de
organizaciones intergubernamentales como el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional (FMI).
Los derechos económicos, sociales y culturales fijan los límites mínimos que debe
cubrir el Estado en materia económica y social para garantizar el funcionamiento
de sociedades justas y para legitimar su propia existencia.
Por tanto las políticas públicas deben estar condicionadas a estos derechos y a su
protección.
e. El deber de no discriminar.
• Cada minuto muere una mujer por problemas relacionados con el embarazo.
Por cada mujer que muere, 20 o más sufren complicaciones graves.
• Más de 100 millones de menores (más del 50 por ciento, niñas) no tienen
siquiera acceso a la educación primaria.
Estas cifras que encierran un profundo drama humano nos muestran la injusticia
que vive Colombia, y la forma macabra como han ido de la mano: el crecimiento
económico, la guerra sucia, la concentración de la riqueza y del ingreso y por ende
la concentración del poder político.
En esta larga noche de más de 40 años, en esta guerra sucia que ha vivido
Colombia, gran parte del problema de violencia política tiene su origen en la
injusticia e inequidad social. Esto ha llevado a muchos sectores sociales a la lucha
por la tierra, por la vivienda, por la educación, por la salud, por los servicios
públicos, por los derechos laborales y la libertad sindical, en síntesis por una vida
digna.