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Tzvetan Todorov
Capítulo 1: DESCUBRIR
En este primer capítulo, el autor afirma que si bien el mundo está hecho de
conquistas, derrotas, colonizaciones y descubrimientos, el descubrimiento de
América marca un antes y un después; anuncia y funda nuestra identidad
presente, como así también marca el comienzo de la Era Moderna.
Cuando Colón emprende su viaje no tenía certeza de lo que encontraría, por
eso este fue un acontecimiento sin precedentes, él no tenía conocimiento de
este continente, a diferencia de los otros. El descubrir significó el encuentro con
otro, en este caso, los indígenas que tenían una cultura extraña y ajena para
Colon.
Si bien su emprendimiento no se basaba en la codicia, él sabía que el oro y las
piedras preciosas tranquilizaban a los demás y los participantes de esta
empresa se habían embarcado por la promesa de ganancias. Colón además de
reconocimiento por su papel de conquistador, buscaba servir a Dios y expandir
el cristianismo. Su proyecto original era encontrar al emperador de China,
entregarle una carta de los reyes y pedirle que la respondiera. El segundo
proyecto era participar de las cruzadas en Jerusalén para poder liberarlo, pero
para esto necesitaba riquezas.
Aunque su viaje implicaba riesgos fue mayor su convencimiento de que la tierra
era redonda y que todo estaba atravesado por Dios, y si encontró este paraíso
terrenal, lo hizo por voluntad divina.
Colón tenía tres móviles para la conquista, el primero: la abundancia de agua
dulce, el segundo (como ya se aclaró anteriormente) la autoridad de los libros
santos y la tercera: la opinión de los hombres.
En los primeros escritos de Colón se notaba una atención constante a todos los
fenómenos naturales: peces, plantas, pájaros y demás animales. Esta
observación profunda que él hacía de la naturaleza era lo que lo había
convertido en un gran navegante: sabía elegir los mejores vientos, sabía leer
las estrellas y la declinación magnética.
Colón buscaba encontrar tierra firme, por este motivo creyó que Cuba lo era,
cuando los indios le dijeron que se trataba de una isla, y como esa información
no le convenía, los puso en duda diciendo que eran gente bestial que no
podían distinguir una isla de la tierra firme. Además hace que sus compañeros
juren que se trataba de tierra firme y castigó a quienes dijeran lo contrario.
Asimismo elegía nombres para los lugares que descubría, a pesar de saber
que esos lugares ya lo tenían, le importaba muy poco la opinión de los indios y
darle el nombre a algo equivalía a poseerlo. Hasta los primeros indios llevados
a España fueron rebautizados.
Colón desconocía la diversidad de lenguas, es decir, sabía que los indios
hablaban una lengua diferente, pero no la reconoce como tal y en sus
anotaciones afirma que les enseñará a hablar. Si bien él les prestaba atención
cuando los nativos le hablaban, interpretaba lo que le parecía.
Con respecto a su visión de los indios, los veía como parte del paisaje, los
describía como gente desnuda y que a pesar de ello parecían razonables y con
ingenio (siendo para él la ropa sinónimo de cultura) Esta ausencia de
vestimenta en realidad, la asociaba como ausencia de cultura, costumbres,
ritos y religión: “gente mansa y temerosa, desnuda, sin armas y sin ley”.
Los indios para Colón eran páginas en blanco, esperando la inscripción
española y cristiana.
En sus escritos explicaba que los veía hermosos, con hermosos cuerpos y
hermosas caras, gente mansa y buena “No hay gente más buena en la tierra”
Estas primeras descripciones que hace nos son profundas sino solo adjetivaba
si algo era bueno o malo. La generosidad a la que alude en estas descripciones
se debía a que los indios apreciaban de igual marera un trozo de vidrio que
una moneda de oro. Lo que allí ocurría era que el oro no tenía valor en su
sistema de intercambio. También les regalaba ropas y zapatos a los jefes
indios para que cuando fueran a su encuentro, lo hicieran vestidos.
Luego de su segundo viaje las declaraciones de Colón cambian rotundamente,
lejos de la generosidad inicial con la que describía a los indios, los trata de
ladrones y comienza a imponerles castigos crueles como se usaban en España
( les cortaba su nariz y sus orejas, ya que estas partes no se podían ocultar) .
Asimismo los indios, que según él mismo, eran temerosos, mansos y sin
armas, luego los describe como cobardes que por no tener acero, ni armas, ni
fierros y que diez de sus hombres podían hacer retroceder a miles de ellos.
El deseo de Colón era convertirlos en españoles, verlos adoptar las costumbres
europeas y esto también se confunde con el deseo de cristianizarlos, ya que
para él no tenían religión, ni Dios. Por esto este segundo viaje, traía religiosos
que venían con la misión de lograr esto. Muchos de los indios no aceptaban y
al salir del adoratorio tiraban las imágenes santas, las cubrían con tierra y las
orinaban, por este motivo Fray Bartolomé de las Casas, fue uno de los
primeros que se encargó de quemarlos en la hoguera públicamente.
Capítulo 2: CONQUISTAR
Capítulo 3: AMAR
Capítulo 4: CONOCER
EPILOGO:
El epílogo se constituye como una reflexión hacia el profundo contendido del
testamento de Las Casas, catalogado como profecía, en la cual dejaba caer los
infortunios sobre España acerca de la conquista: “Dios repartirá sobre España
su furor y su ira, porque toda España, poco o mucho, ha participado de las
sangrientas riquezas usurpadas al precio de tantas ruinas y exterminaciones”
Estamos en buena situación hoy en día para juzgar si la visión de Las Casas
fue acertada o no. Se puede introducir una ligera corrección a la extensión de
su profecía, y sustituir “España” por “Europa occidental”: incluso si España
tiene el papel principal en el movimiento de colonización y destrucción de los
otros, no está sola: portugueses, franceses, ingleses, holandeses, la siguen
muy de cerca, y serán alcanzados más tarde por los belgas, italianos y
alemanes. Y si bien los españoles hacen más que otras naciones europeas en
materia de destrucción, no es porque éstas no hayan tratado de igualarlos o de
superarlos.
El autor no da una respuesta concreta en cuanto al efecto del furor y la ira de
Dios, pero afirma los hechos provocan en él dos reacciones se imponen a
aquel que ha tomado conocimiento de la historia ejemplar de la conquista de
América: primero, que actos como ésos nunca lograrán equilibrar la balanza de
los crímenes perpetrados por los europeos (y que en ese sentido son
excusables); luego, que esos actos sólo llegan a reproducir lo más condenable
de lo que hicieron los europeos, y nada es más triste que ver repetirse la
historia, principalmente cuando se trata de la historia de una destrucción
.Una mujer maya murió devorada por los perros. Su historia, reducida a unas
cuantas líneas, concentra una de las versiones extremas de la relación con el
otro. Ya su marido, de quien es el “otro interior”, no le deja ninguna posibilidad
de afirmarse en cuanto sujeto libre: el marido, que teme morir en la guerra y
quiere conjurar el peligro privando a la mujer de su voluntad; la guerra no será
sólo una historia de hombres: aun muerto él, su mujer debe seguir
perteneciéndole. Cuando llega el conquistador español, esa mujer ya no es
más que el lugar donde se enfrentan los deseos y las voluntades de dos
hombres. Matar a los hombres, violar a las mujeres: éstas son al mismo tiempo
pruebas de que un hombre detenta el poder, y sus recompensas. La mujer
elige obedecer a su marido y a las reglas de su propia sociedad: pone todo lo
que le queda de voluntad personal en inhibir la violencia de la que ha sido
objeto. Pero, justamente, la exterioridad cultural determina el desenlace de este
pequeño drama: no es violada, como hubiera podido serlo una española en
tiempos de guerra, sino que la echan a los perros, porque es al mismo tiempo
india y mujer que niega su consentimiento. Jamás ha sido más trágico el
destino del otro.
Todorov asegura que escribió este libro para tratar de lograr que no se olvide
este relato, ni otros mil semejantes. Porque cree en la necesidad de “buscar la
verdad” y en la obligación de hacerla conocer; sabe que la función de
información existe, y que el efecto de la información puede ser poderoso.
Lo que él desea y busca no es que las mujeres mayas hagan devorar por los
perros a los europeos con que se encuentren, sino que se recuerde qué es lo
que podría producirse si no se logra descubrir al otro.