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LITERATURA DEL DESCUBRIMIENTO, LA CONQUISTA Y LA COLONIA

1- El mundo durante esta época: La lectura hace referencia de que el 12 de octubre de 1942 llega
Cristóbal Colon a las tierras de ultramar, los españoles desconocían las culturas precolombinas pero sin
embargo no tenían interés por conocer su religión y sus costumbres. Durante los siglos XVII y XVIII
España había puesto en marcha un proyecto de colonización y organización institucional fueron el
fundamento jurídico de una complicada red institucional que inspirada en el modelo de la península y
adaptada a la realidad americana.
2- Claves del contexto histórico y cultural: El acontecimiento más importante para los europeos de
los siglos XV y XVI fue el encuentro con América, los logros plasmaron sus impresiones en forma de
relatos. Durante el siglo XVII se definieron ciertas estructuras (sociales, económicas y políticas) de esta
manera se establecieron instituciones importantes para el gobierno, los españoles controlaban el
gobierno, la justicia y la economía, los encomendados realizaban tareas agrícolas bajo la tutela de un
español que debía darles protección y evangelización. Los esclavos negros monopolizaron por
Inglaterra, Francia y Holanda ya que fueron los primeros en incorporar trabajos más pesados en
América. La corriente del Barroco coincidió con una época marcada por una crisis económica,
inestabilidad social y guerras continuas. 

 La literatura: Las crónicas escritas por soldados inauguraron el panorama literario del siglo XVI, el


teatro fue uno de los medios que empleo para las colonias españolas.

 La literatura del descubrimiento y la conquista: Las crónicas indias se convirtieron en uno de los
mejores géneros literarios del descubrimiento y la conquista por su carácter testimonial, estos escritos
detallaban las transformaciones de un nuevo mundo, las técnicas narrativas emplearon un
estilo descriptivo y directo los autores se valieron de un tono que justificaba las razones de la
conquista tanto el aspecto político como el ámbito espiritual.

 La literatura de la colonia: A finales de los siglos XVI, el creciente desasosiego por la paulatina crisis
del imperio español marco un nuevo rumbo a la sensibilidad artística que hizo notar en las colonias, el
barroco en la pintura, la escultura, la arquitectura y la literatura de Europa se trató de acumulación y la
oposición de elementos que crearon una sensación de abundancia y dinamismo, hasta aveces
reflejaban las inquietudes espirituales y filosóficas que produce el cambio de perspectiva del mundo
medieval. La mentalidad del medievo genero un desequilibrio que se expresó en una preocupación
constante por diferentes temas como:

 la tensión entre lo terrenal y el más allá.

 La aceptación y el rechazo del mundo.

 La obsesión por la fugacilidad de la vida.

La visión de la realidad como un escenario donde la vida humana es un juego teatral.

3- Puntos de partida de la literatura barroca: La poesía española , las dos modalidades literarias
principales el culteranismo y el conceptismo se encuentra presentado en las obras de Luis de Góngora
y Orgoste y de Francisco de Aquevedo y Villegas, la influencia del primero en los poetas de
la península fue determinante para el desarrollo del barroco:

a. Culteranismo: Caracterizo la profusión de imágenes el uso de cultismo y la construcción subtactica


complicada.

b. Conceptismo: Se caracterizó más por el juego de ideas y conceptos que por las complicaciones
formales.

4- Actitudes de la literatura, el descubrimiento y la conquista: Durante el descubrimiento y la


conquista existieron dos importantes retientes literarias.

a. Una popular cuyas manifestaciones son coplas y romances.


b. Una segunda que era más culta y posterior a la que pertenece las crónicas.

5- Actitudes de la literatura barroca: 

a. Polifonia: Incorporación de voces proveniente de contextos diferentes.


b. Retruecono: Recepción de una oración pero invirtiendo su orden sintáctico para crear
un nuevo sentido.
c. Hiperbatón: Inversión del orden de los términos en una frase.
d. Antítesis: Oposición de ideas en versos o estrofas diferentes.
6- Géneros de la literatura del descubrimiento y la conquista: 

a. Crónicas: Informar sobre los principales acontecimientos que tienen lugar a un nuevo


mundo.
b. Cartas: Proporcionaban de manera rápida y segura acerca de los labores emprendidos
por conquistadores.
c. Diarios: Escribieron clases de relatos con la calidad de registrar su aventuras.
d. Poemas épicos: Se exalto a los héroes y las batallas entre conquistadores y aborígenes.
e. Promas: Crearon obras dramáticas para enseñar la trina cristiana  a los aborígenes.

HERNAN CORTES:

(Medellín, Badajoz, 1485 - Castilleja de la Cuesta, Sevilla, 1547) Conquistador español de México. Pocas
veces la historia ha atribuido al brío y determinación de un solo hombre la conquista de un vasto
territorio; en esta reducida lista se halla Hernán Cortés, que siempre prefirió quemar sus naves a
retroceder. Con escasos medios, sin apenas más apoyo que su inteligencia y su intuición militar y
diplomática, logró en sólo dos años reducir al dominio español el esplendoroso Imperio azteca,
poblado, según estimaciones, por unos quince millones de habitantes

Es cierto que diversas circunstancias favorables lo acompañaron, y que, llevado por la ambición y la
sed de honores y riquezas, cometió abusos y violencias, al igual que otros conquistadores. Pero, de
todos ellos, Cortés fue el capitán más culto y más capaz, y aunque ello no sirva de atenuante, lo
impulsó también un gran fervor religioso; su conciencia moral llegó a plantearle si era lícito esclavizar a
los indios, una duda insólita en los albores del proceso colonizador que siguió al descubrimiento de
América.

Biografía

Procedente de una familia de hidalgos de Extremadura, Hernán Cortés estudió brevemente en la


Universidad de Salamanca. En 1504 pasó a las Indias, recién descubiertas por Cristóbal Colón, y se
estableció como escribano y terrateniente en La Española (Santo Domingo). En 1511 participó en la
expedición a Cuba como secretario del gobernador Diego Velázquez de Cuéllar, con quien emparentó
al casarse con su cuñada; Velázquez le nombró alcalde de la nueva ciudad de Santiago. En 1518 Diego
Velázquez puso a Hernán Cortés al mando de una expedición a Yucatán; sin embargo, el gobernador
desconfiaba de Cortés, a quien ya había encarcelado en una ocasión acusado de conspiración, y
decidió relevarle del encargo antes de partir.

La expedición de Cortés

Advertido Cortés, aceleró su marcha y se hizo a la mar en 1519, antes de recibir la notificación. Con
once barcos, unos seiscientos hombres, dieciséis caballos y catorce piezas de artillería, Hernán Cortés
navegó desde Santiago de Cuba a Cozumel y Tabasco; derrotó a los mayas allí establecidos y recibió
(entre otros regalos) a la india doña Marina, también llamada Malinche, que le serviría como amante,
consejera e intérprete durante toda la campaña. Desobedeciendo órdenes expresas del gobernador
Velázquez, fundó en la costa del golfo de México la ciudad de Veracruz, llamada entonces Villa Rica de
la Vera Cruz.

La conquista del Imperio azteca

Allí tuvo noticias de la existencia del Imperio azteca en el interior, cuya capital se decía que guardaba
grandes tesoros, y se aprestó a su conquista. Para evitar la tentación de regresar que amenazaba a
muchos de sus hombres ante la evidente inferioridad numérica, Hernán Cortés hundió sus barcos en
Veracruz; de este episodio procede la frase hecha quemar la naves, expresión de una determinación
irrevocable. Pronto logró la alianza de algunos pueblos indígenas sometidos a los aztecas, como los
toltecas y tlaxcaltecas.

Tras saquear Cholula, Cortés llegó a la capital azteca, Tenochtitlán, en donde fue recibido
pacíficamente por el emperador Moctezuma II, que se declaró vasallo del rey de Castilla. La posible
identificación de los españoles con seres divinos y de Cortés con el anunciado regreso del dios
Quetzalcoátl favoreció quizá esta acogida a unos extranjeros que, sin embargo, empezaron enseguida
a comportarse como invasores ambiciosos y violentos.

El asalto a Tenochtitlán (óleo de Emanuel Leutze)

Mientras tanto, para castigar la rebeldía de Cortés y obligarlo a volver a Cuba, el gobernador Diego
Velázquez envió contra él una expedición al mando de Pánfilo de Narváez. Cortés hubo de dejar la
ciudad a su lugarteniente Pedro de Alvarado para hacer frente a las tropas de Narváez, a las que
derrotó en Cempoala en 1520, consiguiendo además que se uniese a él la mayor parte del
contingente.

Cuando regresó a Tenochtitlán, Cortés se encontró con una gran agitación indígena contra los
españoles, provocada por los ataques realizados a sus creencias y símbolos religiosos y por la matanza
que había desencadenado Pedro de Alvarado para desbaratar una supuesta conspiración. Cortés hizo
prisionero a Moctezuma II e intentó que éste mediara para calmar a su pueblo, sin lograr otra cosa que
la muerte del emperador.

Hernán Cortés se vio entonces obligado a abandonar Tenochtitlán en la llamada «Noche Triste» (30 de
junio de 1520), en la que su pequeño ejército resultó diezmado. Refugiado en Tlaxcala, siguió luchando
contra los aztecas (ahora bajo el mando del emperador Cuauhtémoc), a los que venció en la batalla de
Otumba; y, finalmente, cercó y tomó Tenochtitlán (1521). Destruida la capital azteca, construyó en el
mismo lugar (una isla en el centro de un lago) la ciudad española de México.

Gobernador de Nueva España

Dominado ya el antiguo Imperio azteca, Cortés lanzó expediciones hacia el sur para anexionar los
territorios de Yucatán, Honduras y Guatemala. Los detalles de la conquista de México, así como los
argumentos que justificaban las decisiones de Hernán Cortés, fueron expuestos en las cuatro Cartas de
relación que envió al rey. En 1522 fue nombrado gobernador y capitán general de Nueva España,
nombre que dieron los conquistadores al territorio mexicano.

Sin embargo, la Corona española (ya en manos de Carlos V) practicó una política de recorte de los
poderes de los conquistadores para controlar más directamente las Indias; funcionarios reales
aparecieron en México enviados para compartir la autoridad de Cortés, hasta que, en 1528, fue
destituido y enviado a la Península.

En España salió absuelto de todas las acusaciones e incluso fue nombrado marqués del Valle de
Oaxaca, además de conservar el cargo honorífico de capitán general, aunque sin funciones
gubernativas. De vuelta a México en 1530, todavía organizó algunas expediciones de conquista, como
las que incorporaron a México la Baja California (1533 y 1539).

Regresó nuevamente a España para intentar obtener mercedes de la Corona por los servicios
prestados, para lo cual llegó a participar en una expedición contra Argel en 1541, pero sus
reclamaciones nunca obtuvieron plena satisfacción; mientras aguardaba respuesta, se instaló en un
pueblo cercano a Sevilla, en donde reunió una tertulia literaria y humanística y pasó los últimos seis
años de su vida.

GARSILAZO DE LA VEGA

(Toledo, 1501? - Niza, 1536) Poeta renacentista español. Perteneciente a una noble familia castellana,
Garcilaso de la Vega participó ya desde muy joven en las intrigas políticas de Castilla. En 1510 ingresó
en la corte del rey Carlos I y tomó parte en numerosas batallas militares y políticas. Participó en la
expedición a Rodas (1522) junto con Juan Boscán y en 1523 fue nombrado caballero de Santiago.
En 1530 Garcilaso se desplazó con Carlos I a Bolonia, donde el monarca fue coronado emperador.
Permaneció allí un año hasta que, debido a una cuestión personal mantenida en secreto, fue
desterrado a la isla de Schut, en el Danubio, y después a Nápoles, donde residió a partir de entonces.
Habiendo sido herido de muerte en combate durante el asalto a la fortaleza de Muy (Provenza),
Garcilaso fue trasladado a Niza, donde murió.

Su escasa obra conservada, escrita entre 1526 y 1535, fue publicada póstumamente junto con la de
Juan Boscán en Barcelona, bajo el título de Las obras de Boscán con algunas de Garcilaso de la Vega
(1543), libro que inaugurara el Renacimiento literario en las letras hispánicas. Sin embargo, es
probable que antes hubiera escrito poesía de corte tradicional, y que fuese ya un poeta conocido.

Garcilaso se sumó rápidamente a la propuesta de su amigo Juan Boscán de adaptar el endecasílabo


italiano a la métrica castellana, tarea que llevó a cabo con mejores resultados, puesto que adoptó un
castellano más apto para la acentuación italiana y la expresión de los nuevos contenidos poéticos, de
tono neoplatónico, propios de la poética italiana renacentista.

Muchas de sus composiciones reflejan la pasión de Garcilaso por la dama portuguesa Isabel Freyre, a
quien el poeta conoció en la corte en 1526 y cuya muerte, en 1533, le afectó profundamente. Los
cuarenta sonetos y las tres églogas que escribió se mueven dentro del dilema entre la pasión y la razón
que caracteriza la poesía petrarquista; en estos poemas el autor recurre, como el mismo Petrarca, al
paisaje natural como correlato de sus sentimientos, mientras que las imágenes de que se sirve y el tipo
de léxico empleado dejan traslucir la influencia de Ausiàs March. Escribió también cinco canciones, dos
elegías, una epístola a Boscán y tres odas latinas, inspiradas en la poesía de Horacio y Virgilio.

SOR JUANA INES DE LA CRUZ

(Juana Inés de Asbaje y Ramírez; San Miguel de Nepantla, actual México, 1651 - Ciudad de México, id.,
1695) Escritora mexicana, la mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII. La influencia
del barroco español, visible en su producción lírica y dramática, no llegó a oscurecer la profunda
originalidad de su obra. Su espíritu inquieto y su afán de saber la llevaron a enfrentarse con los
convencionalismos de su tiempo, que no veía con buenos ojos que una mujer manifestara curiosidad
intelectual e independencia de pensamiento.
Biografía

Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su primera loa. En 1659 se
trasladó con su familia a la capital mexicana. Admirada por su talento y precocidad, a los catorce fue
dama de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los
marqueses de Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por su erudición, su viva
inteligencia y su habilidad versificadora.

Pese a la fama de que gozaba, en 1667 ingresó en un convento de las carmelitas descalzas de México y
permaneció en él cuatro meses, al cabo de los cuales lo abandonó por problemas de salud. Dos años
más tarde entró en un convento de la Orden de San Jerónimo, esta vez definitivamente. Dada su
escasa vocación religiosa, parece que Sor Juana Inés de la Cruz prefirió el convento al matrimonio para
seguir gozando de sus aficiones intelectuales: «Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que
embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de
mis libros», escribió.

Su celda se convirtió en punto de reunión de poetas e intelectuales, como Carlos de Sigüenza y


Góngora, pariente y admirador del poeta cordobés Luis de Góngora (cuya obra introdujo en el
virreinato), y también del nuevo virrey, Tomás Antonio de la Cerda, marqués de la Laguna, y de su
esposa, Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, con quien le unió una profunda amistad. En su
celda también llevó a cabo experimentos científicos, reunió una nutrida biblioteca, compuso obras
musicales y escribió una extensa obra que abarcó diferentes géneros, desde la poesía y el teatro (en
los que se aprecia, respectivamente, la influencia de Luis de Góngora y Calderón de la Barca), hasta
opúsculos filosóficos y estudios musicales.

Perdida gran parte de esta obra, entre los escritos en prosa que se han conservado cabe señalar la
Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. El obispo de Puebla, Manuel Fernández de la Cruz, había publicado
en 1690 una obra de Sor Juana Inés, la Carta athenagórica, en la que la religiosa hacía una dura crítica
al «sermón del Mandato» del jesuita portugués António Vieira sobre las «finezas de Cristo». Pero el
obispo había añadido a la obra una «Carta de Sor Filotea de la Cruz», es decir, un texto escrito por él
mismo bajo ese pseudónimo en el que, aun reconociendo el talento de Sor Juana Inés, le recomendaba
que se dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y mujer, antes que a la
reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.

En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (es decir, al obispo de Puebla), Sor Juana Inés de la Cruz da
cuenta de su vida y reivindica el derecho de las mujeres al aprendizaje, pues el conocimiento «no sólo
les es lícito, sino muy provechoso». La Respuesta es además una bella muestra de su prosa y contiene
abundantes datos biográficos, a través de los cuales podemos concretar muchos rasgos psicológicos de
la ilustre religiosa. Pero, a pesar de la contundencia de su réplica, la crítica del obispo de Puebla la
afectó profundamente; tanto que, poco después, Sor Juana Inés de la Cruz vendió su biblioteca y todo
cuanto poseía, destinó lo obtenido a beneficencia y se consagró por completo a la vida religiosa.
Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de cólera que asoló México
en el año 1695. La poesía del Barroco alcanzó con ella su momento culminante, y al mismo tiempo
introdujo elementos analíticos y reflexivos que anticipaban a los poetas de la Ilustración del siglo XVIII.
Sus obras completas se publicaron en España en tres volúmenes: Inundación castálida de la única
poetisa, musa décima, Sor Juana Inés de la Cruz (1689), Segundo volumen de las obras de Sor Juana
Inés de la Cruz (1692) y Fama y obras póstumas del Fénix de México (1700), con una biografía del
jesuita P. Calleja.

La poesía de Sor Juana Inés de la Cruz

Aunque su obra parece inscribirse dentro del culteranismo de inspiración gongorina y en ocasiones en
el conceptismo de Quevedo, tendencias características del barroco, el ingenio y originalidad de Sor
Juana Inés de la Cruz la han colocado por encima de cualquier escuela o corriente particular. Ya desde
la infancia demostró gran sensibilidad artística y una infatigable sed de conocimientos que, con el
tiempo, la llevaron a emprender una aventura intelectual y artística a través de disciplinas tales como
la teología, la filosofía, la astronomía, la pintura, las humanidades y, por supuesto, la literatura, que la
convertirían en una de las personalidades más complejas y singulares de las letras hispanoamericanas.

En la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz hallamos numerosas y elocuentes composiciones profanas
(redondillas, endechas, liras y sonetos), entre las que destacan las de tema amoroso, como los sonetos
que comienzan con "Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba" y "Detente, sombra de mi bien esquivo".
En "Rosa divina que en gentil cultura" desarrolla el mismo motivo de dos célebres sonetos de Góngora
y de Calderón, no quedando inferior a ninguno de ambos. También abunda en ella aquella temática
ascética y mística que desde el renacimiento español había cuajado en obras cimeras como las de Fray
Luis de León y San Juan de la Cruz; en este grupo, la fervorosa espiritualidad de Juana se combina con
la hondura de su pensamiento, tal como sucede en el caso de "A la asunción", delicada pieza lírica en
honor a la Virgen María.

Sor Juana empleó las redondillas para disquisiciones de carácter psicológico o didáctico en las que
analiza la naturaleza del amor y sus efectos sobre la belleza femenina, o bien defiende a las mujeres de
las acusaciones de los hombres, como en las célebres "Hombres necios que acusáis". Los romances se
aplican, con flexibilidad discursiva y finura de notaciones, a temas sentimentales, morales o religiosos
(son hermosos por su emoción mística los que cantan el Amor divino y a Jesucristo en el Sacramento).
Entre las liras es célebre la que expresa el dolor de una mujer por la muerte de su marido ("A este
peñasco duro"), de gran elevación religiosa.

Mención aparte merece Primero sueño, poema en silvas de casi mil versos escritos a la manera de las
Soledades de Góngora en el que Sor Juana describe, de forma simbólica, el impulso del conocimiento
humano, que rebasa las barreras físicas y temporales para convertirse en un ejercicio de puro y libre
goce intelectual. El poema es importante además por figurar entre el reducido grupo de
composiciones que escribió por propia iniciativa, sin encargo ni incitación ajena. El trabajo poético de
la monja se completa con varios hermosos villancicos que en su época gozaron de mucha popularidad.
El teatro y la prosa

En el terreno de la dramaturgia escribió una comedia de capa y espada de estirpe calderoniana, Los
empeños de una casa, que incluye una loa y dos sainetes, entre otras intercalaciones, con predominio
absoluto del octosílabo; y el juguete mitológico-galante Amor es más laberinto, pieza más culterana
cuyo segundo acto es al parecer obra del licenciado Juan de Guevara. Compuso asimismo tres autos
sacramentales: San Hermenegildo, El cetro de San José y El divino Narciso; en este último, el mejor de
los tres, se incluyen villancicos de calidad lírica excepcional. Aunque la influencia de Calderón resulta
evidente en muchos de estos trabajos (como la de Lope de Vega en su compatriota Juan Ruiz de
Alarcón), la claridad y belleza del desarrollo posee un acento muy personal.

La prosa de la autora es menos abundante, pero de pareja brillantez. Esta parte de su obra se
encuentra formada por textos devotos como la célebre Carta athenagórica (1690), y sobre todo por la
Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691), escrita para contestar a la exhortación que le había hecho
(firmando con ese seudónimo) el obispo de Puebla para que frenara su desarrollo intelectual. Esta
última constituye una fuente de primera mano que permite conocer no sólo detalles interesantes
sobre su vida, sino que también revela aspectos de su perfil psicológico. En ese texto hay mucha
información relacionada con su capacidad intelectual y con lo que el filósofo Ramón Xirau llamó su
"excepcionalísima apetencia de saber", aspecto que la llevó a interesarse también por la ciencia, como
lo prueba el hecho de que en su celda, junto con sus libros e instrumentos musicales, había también
mapas y aparatos científicos.

De menor relevancia resultan otros escritos suyos acerca del Santo Rosario y la Purísima, la Protesta
que, rubricada con su sangre, hizo de su fe y amor a Dios y algunos documentos. Pero también en la
prosa encuentra ocasión la escritora para adentrarse por las sendas más oscuras e intrincadas, siempre
con su brillantez característica, como vemos en su Neptuno Alegórico, redactado con motivo de la
llegada del virrey conde de Paredes.

A causa de la reacción neoclásica del siglo XVIII, la lírica de Sor Juana cayó en el olvido, pero, ya mucho
antes de la posterior revalorización de la literatura barroca, su obra fue estudiada y ocupó el centro de
una atención siempre creciente; entre los estudios modernos, es obligado mencionar el que le dedicó
el gran poeta y ensayista mexicano Octavio Paz. La renovada fortuna de sus versos podría adscribirse
más al equívoco de la interpretación biográfica de su poesía que a una valoración puramente estética.
Ciertamente es desconcertante la figura de esta poetisa que, a pesar de ser hermosa y admirada,
sofoca bajo el hábito su alma apasionada y su rica sensibilidad sin haber cumplido los veinte años. Pero
la crítica moderna ha deshecho la romántica leyenda de la monja impulsada al claustro por un
desengaño amoroso, señalando además como indudable que su silencio final se debió a la presión de
las autoridades eclesiásticas.
TRABAJO DE NIVELACIÓN
“ESPAÑOL”

JOSUE A. ALVAREZ ALVAREZ


ALUMNO

INSTITUTO JOSE CELESTINO MUTIS


GRADO 9° J.T
OCTUBRE 19 - 2018

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