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¿Qué es la política? ¿Qué es lo político?

La asignatura se va a articular en torno a cuatro cuestiones que son planteadas y


analizadas por los pensadores incluidos en el programa.

1. Filosofía política, política y político: la filosofía política contemporánea sigue


cuestionando la definición de la política y lo político, pero no el sentido de la disciplina.
En primer lugar, los pensadores políticos contemporáneos afirman que hay una
diferencia entre la política como saber (filosofía política) y la política como ejercicio del
poder. La filosofía política es una disciplina que está establecida y definida hace mucho
tiempo. Por ello en este período no es problemática su delimitación. Sin embargo, hay
que tener en cuenta el contexto histórico y el marco filosófico más amplio (la crisis de la
filosofía en el siglo XX) que afectan a los temas y problemas que se consideran más
relevantes en la filosofía política.
Igualmente hay que destacar que es una filosofía práctica, es decir, un saber que se
piensa en y a través de la experiencia y que se relaciona con la acción humana, que es
histórica, libre o contingente (puede ser o no ser y ser de diferentes maneras) e
intersubjetiva (se realiza con otros). La acción política es una actividad con otros que
crea y/ o define lo común. Por ello esta acción tiende a crear instituciones estables que
se convierten en el marco de desarrollo habitual de la política y la vida comunitaria. Al
ser una acción o una línea de acción que depende de los demás posee una dinámica
propia diferente a la acción individual. Además, la acción política, como toda teoría de
la acción, está unida a la teoría del riesgo: no se puede controlar su desarrollo, que no
siempre sigue el cauce esperado por quienes lo iniciaron.
Como es una filosofía práctica, la relación entre actuar y pensar es íntima para la
filosofía política, pero la filosofía política no es en sí misma una acción política. La
filosofía política busca pensar para actuar, pero no es actuar. De ahí que tenga que
definirse en confrontación con las ideologías (la aplicación de las ideas teóricas a la
realidad sin tener en cuenta los rasgos concretos o la implantación apelando al uso
regulativo de las ideas) y las utopías (los modelos ideales, pero no realizables que se
usan para criticar la sociedad existente).
En segundo lugar, la política como realidad se articula en torno a la noción de poder
y sus conceptos centrales son el espacio-territorio, el gobierno-ley, y la nación-pueblo.
Es decir, sus ejes son la seguridad (de polis viene política y también policía), la
soberanía y la ciudadanía. Una de las cuestiones que se plantea la filosofía política
contemporánea es si es posible definir la política en su relación con el tiempo y no con
el espacio: la fundación y creación de una nueva realidad política. Ahora bien, la
relación con el tiempo puede mirar hacia el pasado visto como tradición e historia (el
tiempo cronológico nutrido con los mitos fundacionales) o puede mirar hacia el futuro:
la acción o la voluntad que crea algo nuevo.
Al hilo de estas preguntas algunos pensadores han establecido una diferencia entre la
política (la actividad realizada por y en las instituciones, los partidos y los políticos) y lo
político (la actividad ejercida por la ciudadanía para establecer y organizar el espacio
común, resolviendo especialmente problemas que afectan a la vida cotidiana). Además,
se ha producido la emergencia de nuevos poderes, como el cuarto poder y el poder de
los sujetos sin poder 8los que tradicionalmente han estado fuera del juego político).
Todo esto ha planteado preguntas políticas que se organizan en torno a una básica:
¿dónde reside el poder: en las instituciones o en los agentes políticos? A ella se asocian:
¿cómo surge el poder?, ¿cómo se realiza?, ¿cómo se legitima?, y ¿cómo se modifica su
organización?
En este contexto se ha reflexionado sobre tres definiciones de la política: el arte de lo
posible, el arte de lo imposible y la continuación de la guerra por otros medios. En todos
los casos, se destaca que la política es una actividad que se mueve entre las opciones
diversas y los antagonismos1. Esa diversidad se refleja en el establecimiento de la
relación y definición de las “esferas” de lo público-lo privado-lo íntimo, y
especialmente afecta a la delimitación de lo político-lo social-lo económico. Al hilo de
estas reflexiones, y apostando por la no autonomía de política-sociedad-economía, ha
surgido el estado de bienestar: el Estado debe garantizar los derechos económicos,
sociales y culturales de la ciudadanía. Es decir, hay una intervención del Estado, por
medio del gobierno, en la Economía con el fin de lograr dos objetivos: 1. Una mayor
redistribución. 2. El bienestar general de la población del país.

2. La democracia: De la pregunta por los posibles regímenes políticos o formas de


organizar la convivencia bajo el concepto de poder como actividad directiva se ha
pasado a la convicción de que solo hay un régimen político óptimo e indiscutible: la
democracia, a la que se asocia el Estado de derecho, cuyos requisitos son la división de
poderes (legislativo, ejecutivo y judicial. Montesquieu), el establecimiento de una
constitución (preferiblemente escrita), unos derechos fundamentales (incluido el
derecho internacional), un órgano político representativo elegido por sufragio universal
y una garantía jurídica de los mismos, así como una igualdad ante la ley. El estado de
derecho ha quedado incorporado a la Carta de las Naciones Unidas, donde ha sido
definido como el Estado cuyo poder y actividad están reguladas y garantizadas por la
ley. La ley debe ser pública, cumplirse por igual (igualdad ante la ley), aplicada con
independencia y ser compatible con las normas y principios internacionales de los
derechos humanos. Todo ello se concreta en las siguientes medidas: el respeto a la
primacía de la ley, la legalidad, la no arbitrariedad, la transparencia procesal, la
separación de poderes y la participación en la adopción de las decisiones.

3. La violencia: Legitimación del poder y la relación del poder con la violencia es


otro de los temas centrales de la filosofía política contemporánea. Desde Weber, el
poder se define como una actividad directiva cuyo medio específico es la violencia y el
Estado como la institución que posee el monopolio de la violencia legítima. Esto plantea
la pregunta por la posibilidad de legitimar otras formas de violencia, así como la
cuestión sobre la posibilidad de definir el poder sin referencia a la violencia. ¿Cuándo es
legítima la violencia?, ¿es separable el poder de la violencia?

4. La libertad o la justicia: En la década de los 80 en el mundo angloamericano se


reactiva el debate entre el liberalismo y una forma de republicanismo (el
comunitarismo). La discusión aborda principalmente la siguiente pregunta: ¿cuál es el
tema central de la política: la libertad o la justicia? El presupuesto de la política es el
carácter social del ser humano, su convivencia. Ahora bien, en sociedades plurales y
globalizadas, ¿la vida en común implica un bien común? A lo que se une la pregunta

1
El antagonismo supone que las posturas son no solo diversas, sino irreconciliables. Es esa
irreductibilidad la que hace que se produzca la política. El agonismo, en cambio, implica el intento de
reducción de esas contraposiciones a debates públicos (agonísticos) entre posturas que comparten unos
principios sobre el valor de la democracia y las instituciones, lo que permite la discusión y el acuerdo, a
pesar de las diferencias. En el primer caso, la contraposición no solo no desaparece, sino que se considera
que es la clave de la política. En el segundo, la contraposición se identifica con la diferencia (valor que se
fomenta y se presenta como pluralismo), pero se identifica la política con la capacidad de alcanzar
acuerdos.
sobre la relación existente entre la libertad y la justicia: ¿se pueden lograr las dos y
cómo?

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