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Derecho Procesal Penal

María Silvana Alegre Fernández

Relato Circunstanciado de Hechos

Al momento de comenzar a trabajar un caso, es imprescindible el conocimiento de las


situaciones fácticas que hacen al hecho en sí (también conocido como el factum, sobre
el cual se desarrollará el proceso), y que conllevarán luego a una acusación que será la
base de la defensa a desarrollar. En consecuencia, no puede haber defensa sin
acusación y menos aún una acusación sin defensa. y una defensa en base a la
acusación recibida.

En una primera instancia, debemos determinar si el hecho que pretendemos narrar


tiene apariencia delictiva, ya que solo aquellos hechos facticos que afectan bienes
jurídicos tutelados por del derecho penal (Ley anterior al hecho del proceso Articulo 18
CN) resultan relevantes a los fines de activar el aparato jurisdiccional del Estado.

El hecho de apariencia delictiva se compone de dos partes:

1. Descripción dinámica
2. Sanción jurídica

En este primer abordaje, nos vamos a centrar en la descripción dinámica del hecho con
apariencia delictiva.

De esta manera, nuestro análisis de la situación fáctica debe ser pleno, es decir, sin
subjetividades basadas en nuestro rol dentro del proceso. Así, no debo atender a si mi
rol es de acusador o defensor, pues necesito conocer todos los detalles en esta
primera instancia para, más adelante, discernir cuales hechos son útiles según mi
teoría del caso (en otras palabras, mi estrategia de acusación o defensa).

El relato debe ser claro, preciso, circunstanciado y específico, como nos manda la
norma procesal.

La claridad debe entenderse de dos maneras, por un lado, debe ser de fácil
entendimiento la relación de hechos con respecto a los sujetos involucrados, y por
otro lado que sea posible que cualquier persona entienda lo acontecido. Debo
abstenerme de los formalismos innecesarios, latinazgos, y es más bien preferible
utilizar un lenguaje directo y sencillo, sin aplicación de términos jurídicos. Así, es
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preferible utilizar el término “borracho” en lugar de “ebrio”, “cuchillo” y no “arma


blanca”, “Marcos” y no “la víctima”… en síntesis, utilizar modos comunes para
describir al hecho.

Recordemos que lo que llevaremos a juicio es un hecho de la vida cotidiana, donde no


existen las abstracciones jurídicas a las que estamos acostumbrados en los escritos
judiciales. Debemos contar, relatar, explicar cómo, cuándo, dónde, quién y qué cosa
hizo o dejo de hacer la persona en cuestión, que da lugar al hecho por el cual
buscamos acusar o defender al sujeto.

La claridad, en consecuencia se refiere a la sencillez en la utilización de las palabras y a


minimizar la complejidad intertextual. Asi, se deben expresar los hechos conforme a
criterios objetivos que reflejen con claridad la labor intelectual llevada a cabo como
basamento de los argumentos, a fin de que las partes no tengan dudas acerca del
contenido y alcance.

La precisión y la especificidad refieren a que debemos centrarnos en el hecho fáctico


que encuadra nuestra situación conflictiva, es decir, evitar datos sobreabundantes de
situaciones irrelevantes o no referentes al hecho en cuestión. Por ejemplo, en un caso
de una pelea donde una persona apuñala a otra en el marco de una discusión personal
dentro de un restorán, es irrelevante saber qué clase de delantal llevaba el mesero. Así
mismo, debemos ser precisos en cuanto a las circunstancias en que sucede el hecho lo
cual veremos a continuación.

Los hechos deben ser analizados de manera circunstanciada, teniendo en cuenta tres
elementos indispensables. Estos son:

 Tiempo
 Lugar
 Modo

La circunstancia de tiempo es aquella que nos contextualiza en el momento en que


suceden los hechos, debiendo marcar específicamente día y hora de los
acontecimientos.
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El día 23 de julio a las 20:25hs…

En caso de que sea imposible conocer estos datos, debemos poner los datos más
cercanos, colocando así una aproximación temporal o un plazo en el cual haya
transcurrido.

El día 23 de julio, siendo aproximadamente las 20hs… o …entre las 20 y las 21hs…

El lugar debe ser detallado con la misma exactitud, no siendo suficiente la sola
indicación de ciudad y provincia. En este caso, podemos encontrarnos con diferentes
situaciones en relación a los tipos de hechos delictivos sobre los que estemos
trabajando. En algunos casos, como los accidentes de tránsito, bastara con la mención
de la intersección de calles en las cuales sucedió el hecho, mientras que en delitos
como el de abuso sexual, además de la dirección, será de utilidad conocer en cual
habitación sucede el acto.

En este sentido, no debemos escatimar recursos a la hora de indicar el lugar con las
mayores precisiones que tengamos a nuestro alcance. Así, si los hechos suceden en
una avenida, debemos colocar en que banda de la avenida acontecen, o si se tratara
de lugares alejados a la zona urbana, en que zona, ruta y kilómetro; el nombre del bar,
restorán, museo o espacio público si es que tuviere alguno. Si se tratase de un edificio,
mencionar el piso y departamento, o número de habitación en caso de tratarse de un
hotel. Mientras más específico sea al expresar las circunstancias del lugar donde
ocurrieron los hechos, más fácil será después contextualizar el relato.

En cuanto a la circunstancia del modo, este elemento es el que más desarrollo nos
llevará dentro del relato y es en el que mayor atención debemos poner. En este caso
debemos establecer de manera clara cuál fue la forma en la que ocurrió el hecho.
Normalmente tendemos a racionalizar jurídicamente y encuadrar conductas en un tipo
penal, por lo que pasamos por alto en el relato los detalles que hacen a la explicación
sobre la forma en que se desencadenan los hechos. De esta manera, pensamos en el
tipo penal primero sin antes detenernos a analizar y a evaluar las circunstancias del
hecho. Así, la regla es tener en cuenta el hecho primero y luego identificar en qué
figura penal se puede encuadrar.
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Es así que en un caso en el cual una persona clava un cuchillo en la pierna a otra, es
importante poder destacar de qué manera lo hace, como toma el cuchillo, si mira o no
el lugar donde entrará la hoja, que cosas dice antes, durante y después del acto, etc.
Relatar estos detalles podrá hacer que el tipo penal cambie, por ejemplo, de una
tentativa de homicidio a lesiones graves.

De esta manera, no será suficiente con solo especificar la conducta típica según el
código penal, sino ser claros en la manera en que sucede. Es importante especificar
tanto la acción mediante un verbo (en este caso “clavó un cuchillo”), así como los
detalles de la forma de la realización y los actos secundarios que rodean al principal.

Si solo subsumimos nuestro relato al verbo típico que encuadra nuestra conducta en el
tipo penal, estaremos cometiendo un vicio que podría eventualmente llevar a la
nulidad del acto procesal por insuficiencia en la descripción de la circunstancia de
modo. Así, en casos de abuso sexual agravado por acceso carnal, decir “accedió
carnalmente” sin otra explicación, significa el uso de una terminología jurídica que,
como mencionamos antes, podría ser de difícil comprensión, y no abarca los demás
requisitos que son indispensables para la configuración del delito endilgado, como ser
la falta de consentimiento, que el acceso sea por las vías que contempla este
agravante, etc., y que apartan a este tipo penal de otros similares.

En resumen, la importancia de establecer con claridad y especificidad el modo en el


que ocurren los hechos, hará que luego podamos comprobar en primer lugar si este
hecho encuadra con un tipo penal, y en caso de tratarse efectivamente de una
conducta típica, reconocer cual es el delito en particular en el cual se subsume.
Consecuentemente esto nos permitirá elaborar nuestra futura estrategia de litigación
y estar preparados para las próximas etapas del proceso.

La importancia de un buen relato circunstanciado

Desde el punto de vista de la litigación, contar con un relato circunstanciado objetivo,


donde encontremos todos los detalles de la sucesión de hechos, nos permitirá tener
un conocimiento pleno que facilitará reconocer cuáles son nuestras fortalezas y cuáles
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nuestras debilidades, y en base a ellas, prepararnos para el proceso. Al reconocer mis


debilidades puedo adelantarme a la estrategia de la parte contraria y así lograr una
mejor labor en la defensa de los intereses de mi representado. En cambio, si solo
enfoco mi relato en los hechos que creo beneficiosos para mi rol dentro del proceso,
corro el riesgo de encontrarme con sorpresas para las que no estaré preparado.

Por otro lado, y atendiendo a las garantías constitucionales, resulta elemental


entender que el principal requisito para una defensa es el conocimiento de la
imputación; mal puede contestarse aquello que no se conoce, y resulta materialmente
imposible defenderse si se ignora la atribución y las constancias en las que se basa. La
persona tiene derecho a conocer su causa y la naturaleza de su acusación, y allí es
donde radica la importancia de un relato que sea claro y entendible, pues el sujeto
acusado deberá ser capaz de comprender los términos de esa acusación.

El Pacto de San José de Costa Rica, en su Art. 8.2 b impone la comunicación previa y
detallada al imputado de la acusación formulada. Por su parte, el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, en su Art. 14.3 a, establece que el imputado tiene
derecho a ser informado sin demora en idioma que comprenda y en forma detallada,
de la naturaleza y causa de la acusación formulada contra él.

En conclusión, los términos del relato no deben contener sobreentendidos,


ambigüedades ni vaguedades, ni generar confusión ni desorientación a sus
destinatarios. No se trata de la cantidad o extensión de lo invocado como motivos o
fundamentación, sino de que con lo expuesto, razonablemente se entienda de
manera justificada, lógica y argumentativamente el relato.

La claridad en la expresión y la fidelidad a los hechos son una exigencia mínima a la


que debe someterse todo aquel que exponga ideas y argumentos o que aporte
información. Especialmente en este último caso la precisión y el cuidado en el relato
de hechos y circunstancias es fundamental, ya que está en juego la credibilidad. Esa es
la tendencia que se debe seguir en la elaboración de los relatos, y en consecuencia, en
las teorías de casos.

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