Está en la página 1de 15

Cualquier cosa, menos quietos

Número 40 - N o v i e m b r e d e 2 012 - D i s t r i b u c i ó n g r a t u i t a - w w w. u n i v e r s o c e n t r o . c o m
2 CONTENIDO EDITORIAL número 40 / noviembre 2012 UC 3

4
Piura: norte
peruano al rojo

6
Querido diario

10
Paisajes

16
La venus
de Bolombolo
La Diva oxigenada Serrana
18
M
adonna, la diosa del pop que en los ciertos en las discotecas más resguardadas, la artista por PA S C U A L G AV I R I A
ochenta lucía Like a virgin, nos aca- prefirió irse a rematar a La Trece, con todos los fierros.
¿Quién maneja ba de sorprender con una figura más Otra muestra de humildad fue haber aceptado, de

L
esa puta nave? conservada y remozada que la de una bajada del aeropuerto, una picada surtida en Doña
vestal romana. Su aparición en el es- Rosa, a pesar de ser vegetariana. Para sorpresa del
os barcos españoles amarra- medio para escapar de la muerte, dego- porque todavía huía, dijo a voces el Cre-
cenario de Medellín podría catalogarse como el pri- gourmet que la atendió, Madonna se comió casi todo.

22
dos a buen puerto dejaron lló y bebió la sangre en lugar de agua; do, lo cual oído por Pedro Serrano, vol-
mer milagro de una larga serie de incidentes que nos Lo único que retiró del plato, con un gesto de gla-
apenas un asiento contable en lo mismo hizo de las demás; la carne vió a él, y se abrazaron con grandísima
hacen creer en su divinidad; la misma que puede des- murosa cortesía, fue una morcilla, un chicharrón de
los libros del imperio. Solo el puso al sol para comerla hecha tasajos ternura y muchas lágrimas y gemidos,
cender en cuerpo y alma, transfigurada por las luces ocho patas, una porción de carne molida y un chorizo
infortunio permite reempla- y para desembarazar las conchas, para viéndose ambos en una misma desven-
navideñas que se prendieron en su honor, para des- envigadeño. De resto, no dejó nada, salvo el comenta-
Días zar la normalidad comercial por la lite- coger agua en ellas de la llovediza, por- tura, sin esperanza de salir de ella”.
mentir a los infieles que aseguraban que ya no está rio: “delicious, delicious”.
de Club ratura, sus mentiras y sus hazañas cier- que toda aquella región, como es noto- Los hombres pelearon por sus sue-
tan llena de gracia y la tildan de trasnochada, pese a A sus cincuenta y cinco, la cantante desafió la me-
tas. Debemos honrar a los capitanes rio, es muy lluviosa”. ños y sus hambres, renegaron de las
su vida frugal y vegetariana. nopaisa y nos ofreció esa estampa de mujer que to-
torpes y melindrosos. El de esta histo- En las tardes de sol se dedicaba a torpes señales de humo que cada uno
Igual que en esas novelas tropicales como En no- davía luce, al decir de un trovador, “como una fresca

24
ria tiene un nombre que auguraba el de- bucear un coral que pudiera entregar- fabricaba desde su “faro”. Durante me-
viembre llega el arzobispo, el anuncio de su llegada flor del campo”.
sastre: Portogalete. Comandaba un bar- le alguna chispa. Su cuchillo sería el ses vivieron en repúblicas indepen-
estuvo precedido de presagios y rumores fantásticos. El recuento de sus prodigios comenzó desde antes
co mediano cargado de “tiros y pólvo- encargado de completar el milagro. dientes, hasta que lloraron juntos de
Se dijo, por ejemplo, que vendría unos días antes por- del concierto, cuando logró que a la capital de Antio-
ra” que zarpó de Santo Domingo rumbo Inventar el fuego era una de las obse- nuevo bajo el mismo Credo que los ha-
que iba a aprovechar para hacerse una cirugía estéti- quia acudieran 1.400 policías, entre ellos 44 oficiales
a la Isla Margarita. Buscando su norte siones de Pedro Serrano. Lo necesita- bía hermanado.
Hoja fina ca. Este infundio fue desmentido por un biógrafo que políglotas dispuestos a atender los antojos lengüísti-
tropezó con tierras varias donde el mie- ba para hacer señales desde los “faros” Desde el aire la pequeña isla Serra-
aseguró que la diosa no era una chica plástica, aun- cos de la Diva. Y, al igual que sus compatriotas de la
do lograba que los dardos triunfaran so- que había levantado en los extremos de na parece una medusa: su porción de
que le habían tocado los discos de acetato. DEA, el MDNA logró filar a veinte mulas frente al es-
bre los mosquetes. Portogalete y el vien- la isla, para mejorar el sabor de los ca- tierra es imperceptible y sus bajos de
Tampoco podemos sostener que la Diva del pop tadio, y las hizo descargar en el acto.
to llevaron el barco hasta Aruba. La tri- marones que Garcilaso llama “sabandi- arena son velos blancos y azules. Esa
haya salido temprano el martes al Centro Comercial Quiéralo o no, la Diosa hizo ver estrellas a los or-
pulación decidió hacerle un pequeño jas”, y para ser el mejor de los hombres misma forma tenía el humo que se vio
El Tesoro, que por obvias razones fue evacuado para todoxos que despotricaron de ella por ser una artis-
consejo de reclamos al capitán y Por- primitivos del Nuevo Mundo. Serrano desde el barco salvador de Serrano y
UNIVERSO CENTRO que la ilustre visitante pudiera hacer sus compras li-
bre de sospechosos y paparazzis. Al regreso, en el lo-
ta foránea. Esos que defienden a ultranza el bambu-
co –o el aguardiante de caña– como lo único que lle-
togalete decidió quedarse en Aruba y se consolaba como todos los hombres, su compañero sin nombre. Antes, mu-
abandonar su nave. Una tormenta Cari- y como todos los hombres de su tiempo chos habían despreciado las señas que
Publicación mensual bby del hotel, comentó a la lobería de curiosos que le ga al alma, son los mismos detractores que levanta-
be se encargó de poner fin a la travesía. y su patria: dedicaba las mañanas a sí los náufragos hacían desde la isla: “Pe-
había encantado no hacer colas en las boutiques y en- ron la calumnia de que Madonna, sus dos dobles y sus
DIRECCIÓN Y FOTOGRAFÍA Los restos terminaron cerca de una mismo y las noches al Credo. En las tar- dro Serrano y su compañero, que se ha-
contrar todos los vestidores vacíos, a su disposición. infinitos bailarines dispararon las usuras del micro-
– Juan Fernando Ospina pequeña isla de “arenas muertas” con des envidiaba la muerte de sus compa- bía puesto de su mismo pelaje, viendo
Tuvo además oportunidad de tomarse algunas fo- tráfico. “Qué hijueputa espalda tiene esa Madonna”,
fama de trasnochar a las naos de todas ñeros de naufragio que habían termina- el batel cerca, por que los marineros
EDITOR tos con los celadores del centro comercial, que le de- dijo en susurros uno de los jefes de la verdadera pla-
las banderas. Según la versión más auto- do como pasto para los tiburones. que iban por ellos no entendiesen que
– Pascual Gaviria cían jelou, jelou. Siete carros blindados la alejaron del za mayor.
rizada, Pedro Serrano y su cuchillo fue- Pero no todo sería soledad para el eran demonios y huyesen de ellos, die-
COMITÉ EDITORIAL lugar, mientras los devotos tuvieron que conformarse Por lo pronto, transcribimos la oración que ya en-
ron los únicos sobrevivientes. El Inca infeliz Serrano. Cuando corría el tercer ron en decir el Credo y llamar el nom-
– Fernando Mora con el relato de los porteros. Luego se abalanzaron a tonan sus devotos por tierra, mar (lo que queda de
Garcilaso se encargó de describir la tie- año de encierro a cielo abierto apare- bre de Nuestro Redentor a voces, y va-
comprar en las mismas tiendas que la Diva había pisa- él) y aire.
– Juan Carlos Orrego rra que mantuvo en vilo a su infeliz ha- ció un cristiano en sus playas. Un nue- lióles el aviso, que de otra manera sin
do. “Qué buena espalda tiene esta Madonna”, declaró
– Guillermo Cardona bitante durante ocho años: “aquella isla, vo naufragio le ayudaría a conservar duda huyeran los marineros, porque no
un portavoz de Fenalco a los guardaespaldas. Dios te salve Madonna
– Maria Isabel Naranjo que es despoblada, inhabitable, sin agua el fuego de todos los días y a maldecir tenían figura de hombres humanos. Así
También se dijo que la artista, por seguridad, via- Reina eres del pop,
ni leña…” Desde el primer día Serrano la en coro. Al comienzo los dos hombres, los llevaron al navío, donde admiraron
– Alfonso Buitrago jaba con dos mujeres idénticas a ella. Las versiones Michael Jackson es contigo
bautizó con sus lágrimas: “Así pasó la pri- maltrechos de agua y de sal, se mira- a cuantos los vieron y oyeron sus traba-
– Ana Lucía Cárdenas de prensa dicen que una de las madonas estaba en un Bendita tú eres entre todas las cantantes
W W W. UN I V E R S O C E N T R O . C O M

mera noche llorando su desventura, tan ron con terror: “Cuando se vieron am- jos pasados”. Serrano fue recibido por
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN sauna en Laureles, la otra hablaba en Musinet y una Y bendito es el fruto del concierto
afligido como se puede imaginar que es- bos, no se puede certificar cuál quedó los reyes y su compañero murió sin al-
– Gretel Álvarez tercera cambiaba dólares en la 70. Lo anterior confir- En el Atanasio Girardot.
taría un hombre puesto en tal extremo”. más asombrado de cuál. Serrano ima- canzar tierra firme.
COORDINACIÓN COMERCIAL ma el don divino de la ubicuidad. Un fan aseguró que
Pero Serrano tenía su cuchillo y un ginó que era el demonio que venía en El primer territorio colombiano in-
la Reina se le había aparecido en un muro, pero según Santa Madonna,
– Ana María Duque hambre extremeña. Al día siguiente es- figura de hombre para tentarle en al- dependiente desde 1818 hasta hoy, libe-
se supo luego, solo se trataba de un juego de Facebook. Llena con nosotros
DISTRIBUCIÓN taba bebiendo sangre de tortuga y uti- guna desesperación. El huésped en- rado “con poco trabajo y sin disparar un
Como tantas celebridades, Madonna brilló por su Ahora y en la ola
– Érika, Sebastián y Gustavo lizando sus caparazones para cubrir lo tendió que Serrano era el demonio en tiro” por un marino francés amigo de la
sencillez. En lugar de aculillarse después de los con- El estadio de pop. UC
que serían sus pozos de agua dulce: “Así su propia figura, según lo vio cubierto Independencia, fue Providencia, una de
CORRECCIÓN
se entretuvo hasta que vio salir tortu- de cabellos, barbas y pelaje. Cada uno las hermanas mayores de Serrana. Hoy,
– Paca y equipo UC gas; viéndolas lejos de la mar, arreme- huyó del otro, y Pedro Serrano fue di- la isla de Pedro Serrano está en los ma-
ASISTENTE tió con una de ellas y la volvió de es- ciendo: ‘¡Jesús, Jesús, líbrame, Señor, res de Nicaragua, pero diez soldados con
– Sandra Barrientos paldas; lo mismo hizo de todas las que del demonio!’. Oyendo esto se asegu- bandera colombiana custodian nues-
pudo, que para volverse a enderezar son ró el otro, y volviendo a él, le dijo: ‘No tro pedazo de historia literaria. Según
Es una publicación de la torpes, y sacando un cuchillo que de or- huyáis hermano de mí, que soy cristia- cuentan los nuevos cronistas de indias,
Corporación Universo Centro dinario solía traer en la cinta, que fue el no como vos’, y para que se certificase, comen atún en lata y galletas. UC
Número 40 - Noviembre 2012
16.000 ejemplares
Impreso en La Patria

universocentro@universocentro.com
D I S T R I B U C I Ó N G R AT U I TA
4 UC número 40 / noviembre 2012

Piura: norte peruano al rojo


por D AV I D E . G U Z M Á N

Ilustración: Alejandra Congote

A
l domingo nos íbamos para tomamos jugo de naranja y conversa-
Piura, una ciudad grande, mos con el mesero, un mueco que tra-
la más importante del norte peaba con rudeza. El tipo nos habló
peruano. Nos despedíamos de unas ruinas indígenas en la ciudad
de los pueblos costeros con de Trujillo. Luego, intranquilos con el
playa, brisa y mar por el resto del via- tema de las cucarachas, volvimos al Lo-
je. En la Panamericana esperamos me- reto a ponerle cara a la situación.
dia hora el bus, el primero que nos tocó Ninguno de los dos quería llevar la
de dos pisos. Mientras Gloria subía con mano al interruptor para prender la
los morrales de los portátiles, yo llevé luz, así que con la puerta entreabier-
las mochilas al maletero. Allí, adentro ta Gloria asomó la cámara y tomó una
de la bodega, vi con espanto una lla- foto para cerciorarse de que no hubiera
ma parada. Temí que se me fuera a co- bichos alrededor. Al entrar vimos que
mer las chanclas, pues viajaban al aire, aún había cucarachas, el cuadro pare-
amarradas al morral, y el plástico ya es- cía El jardín de las delicias, con especí-
taba blandito. menes de varios tamaños y colores en el
Gomosos nos hicimos arriba, en los sanitario, por la ducha, por el desagüe,
asientos de adelante. Al lado iba una se- por las paredes, en la puerta… era una
ñora que le echó puyas al ayudante del cosa terrorífica. Subimos los morrales a
conductor todo el camino, le pedía pelí- la cama, cuidándonos de no rozar nues-
culas o que le diera más rápido, y cuan- tro cuerpo y nuestras ropas con la col-
do pusieron una cinta de acción, se que- cha, una tela raída que dejaba ver la sá-
jó de “tanta matadera”. Viajamos duran- bana motosa y las almohadas como in-
te casi tres horas en las que nos alejamos mensas bolsas de té usadas.
del mar al menos sesenta kilómetros. Para colmo de males, Gloria conec-
Llegamos al mediodía bajo un ca- tó el ventilador y explotó el enchufe,
lor salvaje. Al apearnos del bus olía as- salió humo y se apagó todo. Hubo que
queroso porque estaban arreglando ate- ir a recepción a reportar el daño y arre-
norados, era un olor a mierda sumado glaron los breques en el acto. Nos di-
al aire quieto y al bochorno. Un par de jeron que no podíamos conectar nada
transeúntes nos dijeron que el Parque más porque se excedía la carga. Está-
Grau, que teníamos de referente, estaba bamos como en un trance, asimilando
cerca, así que iniciamos la caminada con esta forma de infierno. Inocentes pren-
los morrales a la espalda en busca, antes dimos una lámpara y otra vez la explo-
que nada, de un sitio para almorzar. sión, el apagón, el olor a corto. En me-
La ciudad era caótica, con un cen- dio de la derrota absoluta, en esa tem-
tro típico de capital intermedia, calu- pestad de desgracias, la solución fue
rosa, como Barrancabermeja o Monte- apareciendo como un arco iris: salir
ría, caos de motos en todas sus varieda- como alma que lleva el diablo para al-
des, carros, camiones, autobuses, gen- guna empresa de buses y comprar pa-
te, ruido, polvo. sajes para cualquier lugar.
Entramos a un restaurante ejecuti- Así, en un arranque, nos sorprendi-
vo y como siempre durante los primeros mos en una oficina de buses que parecía
días en Perú pedimos ceviche de entra- una aerolínea. Tenía dos pantallas, una
da. De plato fuerte, lomito saltado. Venía abrieron paso como si viniéramos de Bajamos despavoridos a la recep- con la parrilla de trayectos y otra con lo
con arroz, papas fritas y una hoja de le- otro planeta. ción y Gloria le dijo al dueño, un se- que registraba una cámara en el moline-
chuga, el menú por 6,50 soles. Al nego- En el segundo piso vimos una habi- ñor de labios gruesos y pelo quieto: “el te de control de pasajeros. Una voz neu-
cio entraron a almorzar algunos con as- tación pequeña, con lo básico. Las pa- cuarto está infestado de cucarachas”. tra anunciaba por altavoz las salidas,
pecto de oficinista y una que otra madre redes tenían manchas y olía a desinfec- Él, sin perturbarse, nos explicó que re- los destinos, la hora, el modelo del vehí-
con sus hijos, pero se destacaba la pre- tante, como si recién hubieran trapea- cién habían fumigado y que lo más se- culo. Compramos dos tiquetes rumbo a
sencia de dos mujeres con poca ropa, re- do. El precio, 30 soles con descuento. guro era que el producto estaba hacien- Trujillo para las doce de la noche.
llenitas, de chorcito caliente y tacones. En vista de que no habíamos visto nada do efecto. Claro, ese era el olor a nafta- Felices seguimos nuestra estadía en
Bien alimentados, retomamos el ca- que nos complaciera, decidimos que- lina que se sentía, ese Baygon aguado Piura sabiendo que nos quedaban pocas
mino hacia la Plaza Grau, con los ojos darnos. Además, como siempre, tenía- con el que despertaron la plaga. horas. Empezaba a oscurecer cuando
puestos en hoteles y hostales. Esta vez mos la opción de mudarnos. La encar- Sin saber qué hacer y con la noche nos sentamos en una banca a mirar la
nos íbamos a tomar el tiempo necesa- gada, gorda y amable, nos pidió pasa- paga, tratamos de olvidar el asunto. vida piurana y los transeúntes. Un an-
rio para mirar opciones de hospedaje y portes y anotó los nombres. Al ver que Nos fuimos para la Plaza Miguel Grau, ciano de bastón tomó asiento a nuestro
decidir sin afanes. Después de una pri- yo era Guzmán, me dijo que ella tam- llamada así en honor a un héroe de la lado y presenció con nosotros las maro-
mera búsqueda infructuosa, arribamos bién, y que se llamaba Rosa. marina peruana; luego paseamos por mas de un señor en muletas que se ba-
a la avenida Sánchez Cerro. Avanza- Descargamos los morrales en la pie- un barrio y un par de parques. Algunas jaba de un taxi. Lo miraba como a un
mos un poco y descargamos el equipa- za y Gloria entró al baño. Yo me iba a calles estaban destapadas y el aire era colega. El centro hervía de gente a esa
je a la entrada de Costa del Sol, un hotel recostar en la cama pero una manchi- medio podrido, húmedo y caluroso, ha- hora y la temperatura había bajado.
cinco estrellas. Habíamos decidido que ta se movió por la pared, detrás del es- cía una modorra brutal. Algo en el am- Esa noche entramos a un restauran-
Gloria se quedaría cuidando el equipa- paldar: era una cucaracha, y detrás ve- biente hacía de este domingo un día te chino, conocidos en Perú como Chi-
je, mientras yo, escotero, iba a explorar nía otra. Simultáneamente Gloria vivía aburrido, agreste, incandescente, solo. fas. Fue la primera del viaje, comimos
los alrededores. la misma situación en el baño y cuan- El calor era muy fuerte, comimos arroz chino y probé la sopa wantan,
Quitarse el equipaje de encima era do salió asqueada empezaron a apa- paleta y nos sentamos en la Plaza de Ar- un potaje aguado con gusto a jengibre
un alivio. Me desplacé como una lie- recer bichos pequeños y carameliza- mas, al frente de la Catedral. En la mis- y trozos de pollo y lechuga. De camino
bre e inspeccioné la Sánchez Cerro y las dos por todos lados. Maté con mi chan- ma banca se sentó un loco que empezó para el hotel, una limosnera me agarró
calles aledañas. El sector era de movi- cla -que sobrevivió al viaje con la lla- a decir frases incomprensibles, enton- la mano para pedirme plata. Con la luz
miento comercial, pero los hoteles, ca- ma- unas siete cucarachas. Entramos ces nos paramos y cruzamos una calle de la luna, la calle Loreto se había lle-
ros y baratos, estaban en la zona donde en un pequeño shock y nos dimos cuen- que nos llevó a La paloma de la paz, una nado de putas en vestidos corticos, al
había quedado Gloria. Regresé enton- ta de que sería difícil, por no decir im- paloma de cemento blanco montada en mejor estilo voleo de llaves.
ces y en una nueva búsqueda hallamos posible, quedarnos ahí. Gloria dijo: “la una torre: uno de los escasos atractivos A eso de las nueve nos llenamos de
el Hospedaje Loreto. Encima del din- única manera de que yo me quede aquí turísticos de Piura. valor y sacamos las cosas. Salimos de
tel tenía una carpita circense de franjas es sentada en una silla”. No desempaca- También cambiamos dólares por los esa pocilga para jamás volver. Con Piu-
verdeamarelas y en la entrada departía mos nada y ni siquiera le quitamos el fo- lados de la arborizada avenida Bolog- ra definitivamente la única química la
un corrillo de empleados que al vernos rro a los morrales. nesi. Por allí encontramos una tienda, puso el Baygon. UC
6 UC número 40 / noviembre 2012 número 40 / noviembre 2012 UC 7
Sin saberlo un joven de 16 años escribe un diario que servirá para poner a rodar a Septiembre, 1986 último comprendí que lo mejor que po-
día hacer era salir de allí de esa carni-
6 S
Hoy amanecí en el volrio del Grin-
yeron lágrimas que no derramé sobre los
hierros fríos. No, creí que era mejor arre-
Rodrigo D. El tedio y las vueltas turbias marcan los primeros días. Los tiempos violentos de 5 V cería. Iba a salir, ya me había limpiado go, muy triste. Fui y me acosté un mo- glar las cosas sin que mi corazón sangra-
Me dijeron que el Gringo se había la cara y me puse a pensar en esa teo- mento, al rato me levanté y ya llegaba ra. Acabé de ver la película que tanta par-
su historia llegan hasta la productora Tiempos Modernos que dirige Víctor Gaviria. muerto. Yo dije: “Ah ya se murió, que ría que hay de que los muertos obser- el momento de la despedida. Entramos te de mí tiene, le cambiaron el nombre.
Ramón Correa entrega su historia para la escaleta de la película. Dejamos las mejores escenas. más se le va a hacer”. Niño me subió van a quien los llora. Y luego observé con él a la iglesia, lo que yo no hacía du-

Querido diario
un peto y yo le dije que me iba a ir que que sobre su pecho estaba un papel con rante mucho tiempo lo hice hoy por el Muerte
en estos días bajaba para que dialogá- la marca del que no volverá. Gringo. Luego bañados en lágrimas nos De repente voltié y en el patio un
ramos y en esas quedamos. En el hos- Hora: 10:30 fuimos para el cementerio, yo me fui en man le pegó una puñalada a Carlos, la
pital, cuando entré sentí algo tan raro, Nombre: Carlos. la moto de la Chinga y entre lágrimas y sangre salía en chorros, se moría y de-
nos separaba una cortina, un rayo de Y muchas otras cosas. contorsiones lo dejamos allí. Yo le puse cía que no lo dejaran morir pero nada
sol que se filtraba me anunciaba que el Salí limpiándome las lágrimas. una nota y desgraciadamente ya había perdido.
cadáver estaba ahí. Pensé que ya no ha- Chao me preguntó que si sí y yo el viento no dejó que cayera donde En algún rincón de este mundo co-
bía necesidad de entrar, pues se refleja- le dije que sí, que lo había confirma- yo quería que esta quedara y me tocó rrupto encontraré calma.
ba la sombra pero no importa, atrave- do. Luego nos vinimos Chao y yo en la empujarla con el pie pues no quería que
cé la cortina y ahí estaba, cubierto por moto. Pensábamos muchas cosas. Lle- nadie más la leyera y ya intentaban co- Hay en casi todos los camarotes he-
una sábana. Aún pensé que podría ser gamos por el rancho y fuimos a la casa gerla y me tocó hacer eso. chos de madera y cartón unos afiches de
una equivocación, pero fue cuando me de Don Ramón, reconfirmamos la noti- chicas de revista Vea, desnudas. Los pre-
dieron ganas de observar hacia abajo y cia y yo me fui para la casa, me recosté *** sos en cualquiera de estos momentos so-
me di cuenta que los pies eran blancos y me puse a llorar pero comprendí que los, uno cree que esa es la mujer de uno
y dije, este es, ya se ha ido. Le destapé
Selección y comentarios I G N A C I O P I E D R A H Í T A
ya nada podía hacer. Ramón cae preso en Bellavis- y hay que atenderla. Se pone a viajar la
la cara y lo pude observar. Era el grin- […] ta. Allí pasa todo el 87 y parte del mente y una masturbación afectiva.
go quien había cerrado los ojos para no Luego vi cómo llegaba el carro de
88. Sin embargo, ni siquiera en esas
abrirlos innecesariamente. Sentí que la funeraria. Después fui a verlo, luego Muchas veces estas frases se me
Fotografía: Guillermo Melo. Fotofija de Rodrigo D: No futuro me iba a cubrir de lágrimas. hice una recolecta y pedimos un ramo. condiciones detiene la paciente es- quedaban mochas porque el azare era
Gringo, ya supiste lo que era la muer- De donde los Correas también manda- critura de su diario. Es una época en tal que no podía seguir escribiendo.

A
te y te moriste, no? Quién es el siguien- ron por un ramo. En el de la amistades yo la que su vida, al igual que su oficio Preso estoy, estoy cumpliendo mi con-
los 16 años, Ramón Correa llevaba un diario personal. A pesar de su juventud y de su vida azarosa, sus ano- te? Y por qué? Cualquiera se muere o no? puse: De tus amigos que tanto te estima- de escritor en ciernes, madura. dena, la condena que me pusieron a pa-
taciones tienen la constancia de un astro del firmamento. Sin embargo, esta virtud palidece frente al hecho Pues no podía controlarme, le pre- ron y que nunca te olvidarán. Y toda la gar esos jueces hijueputas. Me acongo-
de que sus palabras estén escritas en clave. “28748c2s q52, b328? 2s4”, por ejemplo, quiere decir en su ci- guntaba que por qué se había ido y él noche nos la pasamos bebiendo. No sé ni Maté el único sentimiento puro en jo, me avergüenzo y me da pena pero
fra particular: “Entonces qué, bien? Eso”. Así es como a veces saludaba cariñosamente a su diario, en aque- me miraba de una manera que trata- cuantas botellas nos tomamos. Después una noche que miré por las rejas del cala- tengo que cumplirla en soledad.
ba de hacerme comprender que él nun- nos fuimos Jailer, Fancis y yo a trastiar y bozo y la luna estaba llena. Lo estallé en
llos días en los que la vida era juego:
ca movería los labios para contestarme. nos trastiamos 2 relojes, 21 dólares y 700 pensamiento. Todo colino me reía vién- Suicida
Que las respuestas a todas mis pregun- pesos. Toda la noche bebiendo y yo ya es- dolo morir y mi corazón parecía que le Esta vida nos enseña a odiar todo, a
tas venían directamente del alma. A lo taba borracho llorando mucho. echaban más pintura negra. Después ca- desconfiar hasta de la corteza terrestre.
Cuaderno No 8
Marzo, 1986

12 Mi
Hoy todo el día por el rancho. Por
la noche estuve viendo Academia para
mayores que es una obra muy bacana.
Allá estuvimos mucha Pipol. Rosita ac-
tuó muy bien y ella es muy especial. De
subida nos vinimos y cogimos un quie-
to y qué nota.

Mayo, 1986

28 Mi
Hoy es un día muy colino, por la ma-
ñana Paya nos dijo que si le lavábamos
la moto y fuimos Mario y yo y nos dimos
un vueltón. Luego, como Jailer nos pilló
cuando vino lo comentó a Paya nos dijo
unas notas y que tal. Nos banderió y yo
ah bien. Luego, más tarde todos por el
rancho saboteando hicimos un teatro
más bien hecho, Chao y Tobón hicie-
ron de a un tiro y yo me hice el muerto,
caí al suelo, me llevaron cargado y sa-
lió todo el barrio y nosotros muertos de
la risa. Todo bien hecho. Ah pocas veces *** nos traigan. Era del combito de noso- quiera, sólo que aquel día, en cualquier Soltó el teléfono y cogió una cha-
que podemos hacer estas cosas los jóve- tros en Bella, ahora ya se llevaron mu- lugar de esta maquiavélica ciudad, al- queta del closed, se la colocó, luego se
nes. Gozar nuestra juventud. Ramón ya no solo cuenta en sus chos muchachos, Jhon en remisión del guien hacía una llamada telefónica tra- dirigió hacia un cajón que había de-
diarios lo que le sucede en la coti- 5o, Vladimir libertad, tales en liber- tando afanosamente de localizar a un bajo de su cama, sacó una caja que te-
tad, Nandito en libertad. Prácticamen- hombre que podía darle un poco de nía balas Dun.Dun. También había un
dianidad. Por momentos, también
te quedo como siempre he estado, solo tranquilidad a su vida de delincuente y changón y un treinta y ocho. Los revisó
se aventura en pequeñas historias y con un criterio definido. Frank es diz- de paso podía ganarse algunos pesos. y cargó la pistola quitándole las balas
en prosa, donde se observa ya una que el que convive conmigo, es buen —Aló, aló sencillas y colocándole Dun.Dun, balas
técnica literaria, los primeros pasos muchacho pero como todos los carones El teléfono parecía no estar de especiales. Volvió y guardó el cajón, te-
hacia el cuento. son cansones, ahí, mas sin embargo, lo acuerdo con lo que él pensaba hacer, nía una calma envidiable para aquellas
tengo conviviendo desde que bajó de la pues no accedió de inmediato a las sú- ocasiones, prendió un cigarro y cuando
Como a cualquier muchacho, a Ramón le gusta oír música, salir al parque con Del Cuaderno no. 24 Guallana hace ya más de un año. Ahora plicas que aquel hombre, Carlos Correa, se dirigía a la puerta, su mamá le pre-
los amigos y jugar basquetbol. Todo el tiempo piensa en las niñas que le quitan el Agenda de Diario de 1987 de una manera u otra es un compromi- hacía afanosamente por obtener una guntó:
sueño; les hace la visita y les dedica poemas. Ramón no estudia pero le gusta leer. Sin clave so como amistad que convive conmigo. respuesta. No quizo seguir insistiendo —Hijo, para dónde vas?
En esos días empieza por segunda vez Siddhartha, de Hermann Hesse. Sin embar- Algunas veces tenemos pequeños sinsa- pues parecía que estaba de prisa, bus- —Voy a llamar a Juan, ya vengo.
go, considera que buena parte de su vida es aburrida: “Por la mañana muy amura- Desde el día que Juan salió, poco bores, no sé pero me parecen bastante có en una tarjeta telefónica que tenía a
do. En la tarde qué amuración tan teza […] por la noche estaba muy aburrido y me he vuelto a saber de él, al igual que de feas las discusiones entre los que convi- su alcance y marcó un número diferen- ***
fui de vueltón, un man me banderío y le pegué una puñalada”. sus hermanitas Marce y Claudia. La que vimos. Eso no debe existir pues marica- te. Esta vez obtuvo resultados muy po-
fuese la mujer de un bandido, el Cha- mente llega a molestar sicológicamen- sitivos.
cho, el mano derecha de uno de los pro- te hasta el punto en que uno en más de —Hola, con Alex?
Antes de ir a prisión, Ramón va
*** de paseo con Víctor Gaviria a Libo-
pios. Lo que me di cuenta fue que el un momento piensa que a uno se le va —Sí, con quién?
loco en la calle era un toque descontro- pegar el compañero y también le dan —Qué tal socio, hablas con Quintana rina, el pueblo de donde son oriun-
Los amigos de Ramón empiezan a caer en medio de un remolino de violencia ladín con el tal, que como siempre es un das las familias de ambos. Allí, por
a uno ganas de pegársele porque uno —Qué más viejo, qué necesitas?
que ellos mismos alimentan, y la muerte busca su espacio en el diario del escritor. vicio ruín. El pelao en un roce que tuvo sabe que ambos son hombres, es nece- —Sabes, acabé de recibir la infor- fumar marihuana en la calle, lo me-
Es por esa época, a mediados de 1986, que Ramón comienza a frecuentar la casa con Memo, le botó dizque un fierro y sario que halla algo para que lo impida mación de que el Mocho se encuentra ten a la cárcel: “Qué belleza de cár-
de Laureles donde funciona la productora Tiempos Modernos. Un grupo de cineas- también creo que le falló en un casca- como en muchas ocasiones en que he- de romántico con su novia en la fania. cel –dice–. Muy aseada, pocos pre-
tas quiere hacer una película sobre la vida que llevan los jóvenes de los barrios al- do. El Juan, uno de los pelados de los mos tenido que admitir que el que las Se encuentra solo y en una 500 gris, tie- sos, bien vestidos, todo bien”. En el
tos. “Hoy por la mañana fui con Ramiro a Tiempos Modernos y todo bien, le entre- balsos, buen pelao a mi concepto, algu- cuchas nos representan algo, él me lo nes herramientas? 88, después del paso por Bellavis-
gué mis tres diarios a Víctor, todo bien. Me puse a jugar remis luego y por la noche nos meses, inclusive bastantes convivi- dicho a mí y yo a él, por tu cuchita no —Sí, aquí tengo un changón y un
mos aquí en el colectivo 41 del 2o patio ta, Ramón es remitido a una de sus
por el rancho”. invito a que nos cojamos vos y yo igual- treinta y ocho en perfectas condiciones.
de esta cárcel h.p., Bellavista. Cociná- mente camarada. Hoy sucedió eso, pero —Vas a ir con Juan? O con quién?
aseadas cárceles pueblerinas, en
bamos, fumábamos en la tarde y en la todo bien. Quieto que sereno. —Sí, iré con él. Más tarde te llamo, Fredonia. Allí se vuelve más reflexi-
noche hasta quizás estar amuraos em- Carlos, para informarte qué sucedió. vo. El retiro geográfico lo hace sen-
peñados en la platica que quizás nues- Llovía fuertemente por la calles de —Suerte, ya sabes, son ochocientos. tir aún más lejos de lo que prometía
tros pobres padres con gran esfuerzo Medellín, era un sábado como cual- —Lo sé, lo sé Carlos y todo saldrá bien. ser su vida.
8 UC número 40 / noviembre 2012 número 40 / noviembre 2012 UC 9

Saudade de Medellín
por L I D E R M A N
V Á S Q UE Z

Fotografía: Melitón Rodríguez

C
uando miramos el álbum
familiar nos invade una
suerte de saudade, una nos-
talgia placentera que le
sienta bien al espíritu y que
Antonio Tabucchi decía poder provo-
car voluntariamente caminando a cier-
tas horas de la tarde por las calles de su
muy querida Lisboa. Nos resulta difí-
cil reconocer en la adolescente de pan-
torrillas fuertes y gestos abiertamen-
te coquetos a la abuela nonagenaria. El
Aquí todo bien en esta nueva cárcel. El desayuno arepa con pan, comestible, Un día en mi celda, la que la sociedad me asignó, miré a través de mi única ven- mundo que nos muestran los álbumes
no aguamasa como en Bellavista. Yo me hice inscribir para entrar a estudiar car- tana. Allá encima de mi cabeza pude ver un lucero que brillaba en su luz. Sentí un es el de los muertos, lo que fue y no vol-
pintería ya que aquí da un curso el Sena. A las doce almuerzo sancocho con claro, contacto con toda la humanidad y con todo el universo y mi corazón se alegró por- verá, incluso si aún estamos vivos y la
bendito. A las doce salimos de estudiar. que brilló para mí en esta puta celda. foto es de hace solo tres años. Por eso
Empecé a dialogar con varios internos. Había gente con cara de azarosos pero de tarde en tarde, cuando quiero recon-
mí no me azaraban, yo venía como hombre y con eso gano. Ramón fue asesinado en enero del 91, poco más de seis meses después ciliarme con la muerte, vivir la nostal-
[…] de llegar del Festival de Cannes, adonde fue invitado como coguionista de gia del pasado, miro el álbum familiar.
He visto recortes de Rodrigo D No futuro. Ahí mismo llegan los recuerdos, con la película Rodrigo D: No futuro. Si hubiera podido escoger una última y Hace días cayó en mis manos un li-
una risa sarcástica se ríen de mí, aquí donde se vive entre fafarachosos. Gente breve anotación en sus cuadernos, seguramente lo habría hecho de mane- bro: Fotografía de arquitectura en Me-
bien, mal, peores y salvajes. La lucha es por sobrevivir ya que hay un triunfo ima- dellín, 1870-1960, de Luis Fernando
ra directa y sin solemnidad, como era su mirada ante la propia muerte. Ya
ginario lleno de fantasías, de ego. Molina Londoño. Un libro fascinan- Los perros vivían en completa liber- distancias que por esos años nos sepa- duría milenaria que las mozas de bien
Sí, algún momento le robo a la vida la calma. antes se había despedido de su diario, como si no fuera a volver:
te que nos pone a caminar, una vez lo tad, corriendo detrás de las mulas, las raban del mundo civilizado. Desfilaban desconocían porque desde antes de na-
Recuerdo cuando era un niño. Recuerdo los camping, sólo ahí supe lo mucho que abrimos, por los senderos de la sauda- gallinas, los gatos, las perras en celo y por el paseo La Playa con sus incómo- cer estaban consagradas a María, la ja-
valía la libertad. O con los locos que camellé la película de paseo. Cuánto nos cambia la Después, a las 10 p.m. me acosté, suerte recolector de mi vida. UC
de, sentimiento que yo conocí cuando, cuanta cosa se moviera, de día o de no- das crinolinas que solo dejaban ver las más desflorada, la madre de Dios.
vida, cuántas amistades han caído. Tras una búsqueda del rey dinero… qué falla. Pero después de muchos años, volví a leer los che. Más que mascotas eran guardianes manos, pero que exacerbaban la imagi- No obstante tanta mierda de perro,
indudablemente el mundo marcha como debiera ser gústenos o no, así de sencillo. poemas de Mario Rivero, pero que nun- de las casas en un mundo en el que toda- nación de los hombres, ya que bajo las de buey y de cristiano en las calles, las
ca había sentido por una ciudad hasta vía no había luz eléctrica, solo farolas de acampanadas y rígidas faldas que to- casas de la villa eran limpias y las muje-
el día en que desprevenidamente ho- cebo que alumbraban las cuatro esqui- caban el suelo, en vez de calzones lle- res hacendosas, ocupadas en las faenas
jeé este libro. La primera foto, de 1893, nas del Parque Berrío, y que en las no- vaban enaguas. Esquivando una que del hogar desde la madrugada hasta el
es una panorámica de la pequeña villa ches de luna llena, por disposición gu- otra deyección, con sus pasitos morige- anochecer, metidas en la cocina casi
tomada desde un sitio de Buenos Aires bernamental, no debían prenderse. Ha- rados, castos, educados, al amparo de todo el tiempo, pendientes de que la sir-
que inicialmente no pude ubicar, pero bía tanto perro en las calles que más de las sombras que prodigaban las gran- vienta moliera el maíz y asara las are-
que al final, después de mucho cavilar, un vecino llegó a quejarse ante las auto- des ceibas y escoltadas por el rumor de pas, porque a nadie se le había ocurrido
concluí debía estar por los lados del ce- ridades porque el alboroto que armaban la quebrada, las mozas hacían lo de to- la idea de asarlas para venderlas a los
rro El Salvador. Es un poblado rodeado les impedía el sueño. A la salida de La dos los días: ir a misa, visitar los nego- demás. Se comía seis veces al día, todo
de fincas, pantanos y bosques, cuya po- Candelaria las castas esposas tenían que cios del Parque Berrío y desandar el ca- natural, producido sin fertilizantes, y
blación no supera los cincuenta mil ha- persignarse y mirar para otro lado, no mino rumbo a casa, siempre en compa- los intestinos funcionaban a la perfec-
bitantes. Sobresalen las cúpulas de las porque hubieran visto a una puta, sino ñía de sus progenitoras. Los enamora- ción, intestinos de finales del siglo XIX.
iglesias, lo único que quedó de esa épo- porque un perro arrastraba a una perra dos debían conformarse con mirarlas En ese mundo de grandes caserones de
ca, pues edificios como el Palacio Na- o porque otro acababa de despegarse y desde lejos, pues el más mínimo con- bareque y casas de adobe diseñadas por
cional, el Palacio Calibío, la Estación estaba como apaleado, con el sexo col- tacto era escandaloso. No había sitios arquitectos de verdad, tenía su impe-
Medellín, y otros que sí se conservan, gando cual fruto obsceno. donde divertirse, y a ciertas horas de rio el taburete, una silla rígida forrada
no hacían, todavía, parte del paisaje. Al amanecer se escuchaba el voce- la noche algunas calles se llenaban de en cuero de ganado vacuno que en las
Para 1893 Medellín iba de la iglesia río de las mujeres que vendían rellena, aparecidos y de cuanto ser sobrenatu- grandes mansiones decoradas al estilo
de San Benito a la iglesia de San Igna- dulces, natilla..., y que iban rumbo a la ral podía crear la mente medieval. Dice europeo estaba al lado del sofá Alfonsi-
cio, y de la iglesia Metropolitana, toda- plaza de mercado de Guayaquil, recién don Tomas Carrasquilla que los mozos no o de las butacas Luis XV o del piano.
vía en construcción, hasta un poco más inaugurada. Era una población hetero- de buenas familias “disfrutaban del sol En la foto se ve la pequeña ciudad
allá de la Torre Pilatos, que se demolió génea, constituida por blancos, mes- de la juventud (como única diversión) como de soslayo y a todo el frente el ce-
para construir, años después, el Palacio tizos, mulatos, negros, indios, y en la montando sus corceles, paseando por rro El Volador y las montañas donde to-
Nacional. Traspasando esos límites em- que no siempre el rico era blanco. Qui- la quebrada arriba, amando en secre- davía no están los populosos sectores
pezaba el mundo rural, los extensos cul- zá esto se explica porque el negocio de to y casándose en público…”. No debió de Robledo y Castilla. El Picacho, entre
tivos de café, los pantanos, en fin, una la minería, origen de las grandes for- faltar la viuda que en las largas noches brumas, parece como una ola en la es-
vasta geografía en la que era posible que tunas de la época, se aviene con la tur- de 1893 dejara entreabierta la puer- tribación que desciende vertiginosa ha-
a veces aparecieran animales salvajes. biedad de espíritu y la falta de escrúpu- ta del patio, o una ventana, para facili- cia el valle. Todavía no están las grandes
La mayoría de las casas eran de la época los que en sociedades con marcadas di- tar la entrada del amante que, emboza- construcciones, de vida efímera, que si
colonial, de arquitectura sencilla, cons- ferencias sociales se convierten, para do y ensombrerado, venía por lo suyo. se hubieran respetado habrían hecho de
truidas en bareque, con amplias huertas quien las posee, en el combustible que Al día siguiente, revoloteando entre esta ciudad un verdadero encanto para
en las que se cultivaba y se criaban galli- los promociona socialmente. las crinolinas que iban quebrada aba- propios y extraños. La quebrada Santa
nas y otros animales domésticos; casas Las calles empedradas, estrechas, jo tumbando niños, crecía el rumor de Elena aún estaba abierta, y aunque para
que podían abarcar una cuadra entera, en una población con servicios públi- que un hombre sin cabeza, el mismísi- esos años de finales de siglo las lavande-
para dar albergue a la numerosa familia cos precarios (recordemos que las ca- mo diablo, había sido visto por los lados ras estaban siendo desterradas y busca-
y a la igualmente numerosa servidum- sas no tenían baño) eran el punto de en- del puente Junín. ban sitios cada vez más alejados del cen-
bre, como era la usanza en los tiempos cuentro de los más diversos hedores, Tampoco debieron faltar las ñapan- tro, sus aguas eran limpias. El valle era
de La Colonia. El ochenta por ciento de desde la mierda de perro, de cristiano, gas, hijas del encomendero con las mu- un verdadero nido de aguas limpias.
las personas eran analfabetas, supers- de buey, de cerdo, de caballo, de mula, chas indias que tenía a su servicio, que A los viajeros que venían del norte,
ticiosas, y todavía, con casi un siglo de hasta la catinga de la gente de todas las desde La Colonia parían hijos para sur- por los lados de donde hoy es el barrio
vida republicana, de mentalidad medie- condiciones sociales. Mujeres del pue- tir de servidumbre las casas principa- Santa Cruz, y que alcanzaban a divisar

BAJA
val. Entre los pobres era común el aman- blo, con sus faldones largos de tela bur- les. Además de sirvientas, eran barra- solo las torres de las iglesias, aquello
cebamiento. Los ricos, en cambio, bus- da y grandes canastos sobre la cabe- ganas de los señores e iniciadoras se- debió parecerles una pequeña parro-
caban el vínculo eterno del matrimonio, za, arrumbaban hacia la quebrada San- xuales de sus hijos. A finales del siglo quia abandonada en medio del bosque.
y la mañana que sucedía a la noche del ta Elena a lavar ropa, oficio con el que XIX las ñapangas (mestizas) trabajaban Sin embargo, algo estaba sucediendo:
himeneo se debía mostrar la mancha de muchas conseguían el sustento. Casi to- en las pulperías, en el servicio domés- como una muchacha en envero, cu-

REEMPLAZAR
sangre en la sábana. La honra de las mu- dos y todas iban descalzos, pues el uso tico..., y no pocas en la prostitución. El yas caderas se expanden, pero que aún
jeres, a media pulgada de distancia del de zapatos era privativo de las clases al- hurto de un himen de ñapanga no crea- mira hacia atrás y no entiende la mira-
ano, como diría Lichtenberg, era custo- tas. Éstas, en cambio, educadas en las ba mayor escándalo en la sociedad ni da turbia del seductor, Medellín no en-
diada por padres y hermanos, quienes costumbres francesas, vestían a la úl- conculcaba ningún honor, de modo que tiende todavía las palabras del amante
en caso de robo debían vengar el honor tima moda, aunque con meses, y qui- eran muy frecuentes las aventuras con salaz, el progreso, que terminará des-
de la familia. zá años de retraso, debido a las grandes estas mujeres, poseedoras de una sabi- virgándola. UC
10 UC número 40 / noviembre 2012 número 40 / noviembre 2012 UC 11
paisajespaisajespaisajespaisajespaisajespaisajespaisajespaisajespaisajespaisajespaisajespaisajespaisajespaisajespaisajespaisajes
Les preguntamos a cuatro escritores por un paisaje del que pudieran hablar más allá de la geografía. Una vista que alentara recuerdos, divagaciones, historias, dramas. Respondieron desde su ventana, desde la memoria familiar
o la sorpresa del viajero. Conjugaron el verbo paisajiar.

Mi ventanal
por A N D R É S H O Y O S
Ilustración: Cristina Castagna
En los interiores por G U I L L E R M O C A R D O N A
Ilustración: Alejandra Congote

de Buenos Aires
D
esde hace más de seis años decir que no cuenta con nada parecido

D
vivo partido en dos. Duer- al Metrocable de Medellín.
mo y resido con mi fami- Mucho más cerca está la casa de mi espués de un largo, frío y Las falditas copaban la panorámica tangas, calzones borde de olla, bóxers, te también quedaba por un momento al
lia en una zona muy cómo- vecino, el doctor Hernando Groot, un oscuro invierno, llegó el en las recovas del Paseo Colón, en la feria cacheteros, pantys de todos los colores, descubierto, terminaron por convertir-
da y moderna de la calle 90 médico parasitólogo de 95 años que en día anunciado, el momen- de artesanos de San Telmo, en la costa- de todas las texturas, de todos los pre- se en paisaje, en un collage en el que ca-
de Bogotá, y salgo de allí a pasar el día su larguísima trayectoria de investiga- to justo a partir del cual las nera y en la Reserva. Finalmente nos con- cios, de todos los tamaños, los más ridí- bían tatuajes, barritos rebeldes, luna-
en una casa ya traqueada que construí dor y profesor universitario se convir- cosas como que empezaban vencimos de que nuestro diario recorrido culamente grandes y los más asombro- res, cicatrices, artificios de lencería y
en 1985 en el barrio Colinas de Suba al tió en una eminencia internacional en a mejorar y la temperatura a subir pau- por sobre los escombros de todas las ca- samente pequeños, un triángulo equi- algunos traviesos vellitos públicos bri-
noroeste de la ciudad. Esta casa toda- materia de medicina tropical. El doctor latinamente hacia el verano. Esa maña- sas y conventillos y edificios que tuvieron látero diminuto con la punta inverti- llando a contraluz, algo nunca visto en
vía contiene mi biblioteca y algunos cua- Groot está bastante achacoso y yo a ve- na el cambio realmente no era mucho que tumbar para construir la Avenida 9 da apuntando hacia allá, donde vida, Buenos Aires, al menos para mí, hasta
dros que quiero mucho y hay en ella ras- ces lo veo tomar el sol en el porche de y al menos yo no lo notaba, por el mo- de julio, ese día no iba a ser posible. muerte y misterio se confunden. aquel 21 de septiembre de 2006, una de
tros de mi desorden de viejo ingenie- su casa. Se levanta, se sienta, pasa un mento. De manera que me puse la ca- No había por donde caminar, no se Y unas piernas, y unas nalgas, y uno esas pocas ocasiones de las que me em-
ro de la soledad. Allí también me siento rato y al final arranca con su paso can- misilla y encima el polo y la chaqueta diga por donde andar en bicicleta. De que otro ombliguito que descaradamen- puta no tener ni una foto. UC
casi todas las mañanas y buena parte de sino y de la mano de uno de sus hijos ha- cortavientos y me terminé de envolver manera que nos devolvimos para los
las tardes de la semana a escribir textos cia el interior de la casa. Pocas bolas les con los guantes, los calzoncillos largos viejos muelles de Puerto Madero, a ver
como éste. Escogí entonces como paisaje pone a los muchos perros que ladran en y la sudadera impermeable, y salí con el sin igual desfile desde uno de esos
el que me ofrece el ventanal del estudio su jardín. Hace un par de meses me lla- mi amigo Sergio Catera a nuestra habi- depósitos convertidos en metederos ca-
de mi casa de antes, no por ser el más be- mó por teléfono cuando le envié impre- tual rutina deportiva que consistía en ros de las dársenas, tomando Stella Ar-
llo, sino por ser el que mejor conozco. so un artículo en el que Jorge Orlando darle una o dos vueltas en bici a la Re- tois. La ocasión lo ameritaba.
Al fondo del ventanal se ven las Melo hacía un elogio de Antonio Ordo- serva Ecológica de la Costanera Sur. Yo a las argentinas las consideré
montañas orientales sobre las cuales ñez Plaja, su viejo compañero de lides. muy inadecuado para los suelos húme- que predomina es el naranja. Veo cente- Era 21 de septiembre, el día del ad- hasta entonces algo desprolijas, como
Bogotá decidió recostarse a ver pasar Comprobé ahí que el doctor Groot, Se- dos del alto trópico en el que los botá- nares de edificaciones hechas en ladri- venimiento de la primavera en la re- dirían ellas mismas; pero como extran-
turbulencias hace casi quinientos años. cretario Perpetuo de la Academia Na- nicos de antaño tuvieron a bien plan- llo, muchas de ellas recubiertas de tejas. gión austral y motivo de una celebra- jero obviamente estaba obligado a ad-
Estas montañas son parte esencial del cional de Medicina, es un hombre ama- tarlo. Asimismo se ven desde mi venta- Sucede que en Bogotá se impuso hace ción sobre la cual yo no tenía noticia. mirar y ponderar la particular manera
misterio de la ciudad porque el viento ble con un leve sesgo sentimental. na dos eucaliptos enclenques. Estos ár- cosa de sesenta años la cultura del ladri- En virtud de una vieja tradición, de exhibir la belleza que tienen las por-
aquí suele soplar de oriente a occiden- Pero no sólo hay paisajes humanos boles –en su mayoría oriundos de Ocea- llo a la vista, impulsada por Fernando el en la ciudad de Buenos Aires y entien- teñas, su sutil inteligencia, su prover-
te, lo que implica que es imposible pre- en las ciudades; los hay mixtos. Desde nía, un continente seco que obligó a los Chuli Martínez y Rogelio Salmona, para do que en toda Argentina, el 21 de sep- bial mal genio. Y justo hasta ese día, yo
decir el clima que hará dos o tres horas mi ventanal se ven tres o cuatro urapa- variados miembros del género a chupar mencionar apenas a sus dos mayores tiembre los pibes quedan libres de toda estaba convencido de que los hombres
después del momento en que uno está: nes calvos. Están pelados porque fue- agua a lo loco– han sido plantados por campeones. El uso tradicional de este responsabilidad académica y escolar. eran más bonitos.
quizá brille un sol radiante y en un abrir ron víctimas, como buena parte de los todo el mundo y abundan en el altipla- material nos ha dado un telón de fondo No sé si la licencia la dan los padres de Me decían los que tenían por qué sa-
y cerrar de ojos se desate una tremen- centenares de miles de la ciudad, del no colombiano. El pasto kikuyo es otro que atenúa la sensación de caos, tan co- familia o los profes o el gobierno, lo berlo que las porteñas no le comen ca-
da granizada venida desde los Llanos chinche chupador y están muertos. Yo rey puesto que se ve desde mi ventanal. mún otras ciudades tercermundistas. cierto es que desde que salimos a In- rreta a la publicidad de toallas higiénicas,
Orientales. El bogotano se ha acostum- le debo a este árbol problemático e in- Oriundo de la zona homónima de Ke- Existe, por último, un paisaje inter- dependencia, nos sorprendimos con la cremas humectantes, shampoos, ropa, y
brado, pues, a los cambios súbitos de cierto –los botánicos aún discuten si nia, esta especie agresiva se ha apode- no de este lado del ventanal, compues- cantidad de colegiales y universitarios por esa razón era raro ver anuncios de
luz y de color del paisaje, y mi ventanal los locales pertenecen a la especie Fra- rado no solo de los bordes de mi jardín, to más que todo por una gran cantidad recorriendo las calles. No eran cientos, esos productos en televisión o en los mu-
es testigo diario de ello. Aquí y allá las xinus chinensis, un fresno proveniente sino de casi todos los potreros colom- de diccionarios y por una amplia colec- ni miles; eran millones. chos periódicos y revistas que circulan
montañas exhiben las cicatrices de las de China, o al Fraxinus udhei, otro pro- bianos que quedan por encima de 2.000 ción de CDs, así como por una vieja se- Era la primera juventud porteña en la capital federal. No es que recha-
viejas y ahora abandonadas areneras, veniente de Centro América– un ensa- metros de altura. lección de discos de acetato que ya no toda desfilando ante nuestros ojos. zaran la diversidad de la oferta. Simple-
vestigio según parece de las playas pre- yo para el que he ido recopilando mate- Más amables y del todo nativos son escucho pero que tampoco me he ani- Bajamos por Independencia hacia mente preferían escoger a su antojo.
históricas que rodeaban al lago primi- rial, pero que me ha sido imposible es- los colibrís –habré visto por la venta- mado a descartar. La escritura, por si Puerto Madero pero no pudimos resistir Y el viento. ¿No les daba frío? Defi-
genio que había en lo que hoy se cono- cribir. Un árbol vivo es una de las ma- na al menos ocho especies distintas sin acaso, es otra forma de mirar paisajes, adentrarnos en San Telmo y darnos un nitivamente no. Ni a mí tampoco.
ce como la Sabana de Bogotá. La ciudad yores maravillas de la naturaleza, esté que mis conocimientos me alcancen sobre todo ahora que las palabras van vueltón por la Plaza Dorrego y el Parque Que las porteñas no le paraban bo-
moderna dio en herir sus montañas por donde esté; un árbol muerto es un es- para distinguirlas– que rondan por las apareciendo en la ventana rectangu- Lezama. Igual. Chicos y chicas por mi- las a la moda era evidente, pero en ver-
pereza y por conveniencia, y estas mata- pectro que alguien debería tener la de- matas de platanillo que tengo sembra- lar que abre para nosotros la pantalla llares. La mayoría de uniforme. Los chi- dad se daban sus mañas para lucir sus
duras quedaron ahí porque nadie las ha licadeza de talar. das. Los colibrís son, supongo, uno de de cualquier computador. La escritura, cos de buzo enredado al cuello y las chi- atributos. Quedó en evidencia, para mí,
querido restañar. En el costado norte de Ya al extremo del ventanal, hay un los mejores símbolos de discreción que como el paisaje, se va volviendo anóni- cas con las falditas más cortas que per- ese primer día de primavera.
mi paisaje se ve un tugurio grande que bosque de grandes cipreses que solía ofrece la naturaleza. ma: nadie sabe para quién escribe. Cer- vertido alguno imaginarse pudo. Las falditas volaban sin que ningu-
prácticamente llega al tope de la monta- ser más tupido. Al igual que el urapán, Pero si el verde de la naturaleza pre- vantes pensaba que lo hacía para un Y el viento. ¿No les daría frío? Pare- na mano caritativa las detuviera y así,
ña. Es un barrio llamado La Cita y sobra el ciprés es un árbol de zona templada, domina en mi ventanal, el color humano “desocupado” lector. UC ce que no. cada nuevo envión de la brisa descubría UC

por G U S T AV O Á LV A R E Z G A R D E A Z Á B A L

El Porce Ilustración: Cachorro

L
a vida se me está acabando mina de La Bramadora, donde me dije- frío para revivir a orillas del Cauca los una carretera siguiendo la pauta del cami- la idealicé en las brumas de la memoria, y puede permitir sombra ni cercos arbó-
y no he dejado de ser un pro- ron que el abuelo Pablo Álvarez Maya pivotes del que le habían arrebatado en no de herradura y se compró el primer ca- me dolió tanto que cuando él murió lo pri- reos. Las furias del Cauca que inundan
vinciano fotuto. Como dirían había conseguido con que alimentar su la memoria. Lo primero que hizo fue rro que llegó a Tuluá. Pensó y educó a su fa- mero que hicieron sus hijos fuera vender- las tierras cada siete años a lo menos, tra-
los muchachos de ahora, lle- numerosa familia. Lo tenía tan pegado bautizarlo como El Porce. Desde aquí, milia con afecto y devoción hacia el campo, la, que sobre ella preferí construir el esce- tan de ser frenadas con jarillones y obras
vo ese provincianismo en mi a mi ADN, que no me costó trabajo re- 62 después, escribo este relato para de- y como mi madre era su hija consentida y la nario en donde se desarrolla mi novela El de ingeniería que frustraron la superviven-
ADN. Mis padres fueron hijos de pro- conocerlo en el olvido con que mi vida mostrar que los nexos con aquel marco que más había aprendido de sus lecturas y bazar de los idiotas, y por sus espacios re- cia de los guaduales y los sauces a la ori-
vincianos orgullosos de su terruño y loca y acelerada descuartizaba añoran- geográfico que limitaban la cascada de de sus versiones, la gran felicidad fue verla ducidos se desperdigan los milagros que lla del otrora caudaloso río. Allí, empero,
dueños del recuerdo de sus paisajes. Mi zas y confundía ficciones y realidades. Guadalupe por un lado y Anorí al otro, casarse con el finquero paisa que pensaba vuelven famosos al par de imbéciles. Tal en medio de las ruinas sentimentales de lo
padre cambió forzadamente su espacio De esas montañas antioqueñas en el desaparecido caserío de Malabrigo frente al paisaje algo igual. vez por lo mismo, cuando falleció mi pa- que ya no es, he logrado la hazaña de ha-
vital cuando apenas llegaba a los vein- las cuales se crio mi padre, ya no que- y Amalfi, en el otro costado del cañón, El abuelo Gardeazábal era animalero. dre hace veinte años impuse mi criterio de cer en pocas cuadras una especie de mu-
te años y una excomunión de Monse- da nada. Las aguas de las sucesivas re- no se me han perdido. El Álvarez minero. El librero tenía pája- unidad familiar y de goce compartido del seo de lo perdido y de vivir en él creyen-
ñor Builes, el imperial obispo de San- presas del río Porce terminaron por Por el lado de mis abuelos maternos, ros en jaula y tablas en casi todos los árbo- bien, y he logrado hacer exactamente todo do acaso que los abuelos tienen todavía la
ta Rosa, lo hizo salir en estampida de tragarse la geografía. Ya no queda la el afecto al terruño fue igualmente pro- les para ponerles bananos, papayas y gua- lo contrario con su Porce de lo que hicie- capacidad de percibir lo desandado. Están
su natal Guadalupe. Pero no olvidó ja- playa del mango donde dicen que na- vinciano. Aunque don Marcial Gardea- yabas a los que seguían libres. El minero ron los Gardeazábal. los guaduales brotando como cercas entre
más su paisaje, y me lo describió tantas ció Dasso Saldívar, el biógrafo de Gar- zábal era el hombre más culto de Tu- tenía mulas y las usaba para montar en Aquí estoy tratando de armar su histo- la caña y la ilusión arqueológica. Está el
veces que cuando por fin subí hasta las cía Márquez, que apenas si era uno de luá, y sin haber viajado mas allá de Ma- ellas, para llevar o traer la carga. El uno ria, pensando que tiene tantas aristas como lago y los patos y los gansos. Las palomas
breñas de Porce entendí que la película los Sepúlveda. Es la mano transforma- nizales escribía (y debía leer) muy bien quería mantener vivo el hábitat de sus me- vacíos. De lo que era ese pedazo de tierra y los chivos africanos, las tres o cuatro va-
había sido muy bien montada. Me hun- dora del antioqueño dispuesto a cam- en francés y alemán, nunca dejó de ser morias y prefería comprar la leche de las cuando mis padres llegaron a él, práctica- quitas con sus terneros, los perros y los ga-
dí entonces en los canalones que ser- biar el paisaje con tal de que se vuel- provinciano y de pensar en la vida te- vacas del vecino. El otro sacarles la mayor mente no queda nada. La sed de ver la tie- tos, los jardines y las orquídeas, los árbo-
vían de camino para que bajaran desde va productivo. Lo mismo hizo mi padre niendo un eje fundamental en la tierra producción a las mulas o a las vacas del or- rra produciendo dinero, volteó totalmen- les gigantescos y un sabor a tierra y un olor
Malabrigo bestias y aguas correntías, y cuando en 1940 llegó a la planicie va- que se pisa. Desde cuando montó su li- deño. Ambos empero pretendieron en su te el paisaje. Donde inicialmente se sem- a vida, que nada importa que al otro lado
me quedé esperando oír al abuelo bo- llecaucana cargando el pecado de Bui- brería en la esquina del Parque Boyacá, provincianismo hablarles a los caballos. El braba cacao y café debajo de sombríos ma- no más la caña de azúcar aceche esperan-
rracho dando alaridos en una media- les, la huella imborrable de una mala- hasta el día que murió, prefirió vivir en vallecaucano quería hacerse comprender jestuosos, ya no se ve un vestigio. El lugar do mi muerte para tragarse también el re-
noche para espantar al diablo que debía ria mal combatida por los hospitales de la tranquilidad de su finca a pocos kiló- de los perros, y volver una tradición casi donde antes pastaban las vacas que reli- lictus de añoranzas que casi rebeldemente
rugirle en los oídos. Por esos canalones las Truco en las petroleras de Barranca metros del casco urbano. Hacía el viaje inglesa el criar patos, gansos y gallinas. giosamente ordeñaban a diario para ayu- he querido mantener.
subieron ilusiones y sudores después y el deseo ferviente de hacer plata tra- a caballo cada día desde La Rivera hasta No sé exactamente cómo era la fin- dar a pagar la nómina, es apenas un re-
de una semana de intenso ajetreo en la bajando de sol a sol. Se afincó en Rio- su librería, hasta cuando construyeron ca del abuelo librero. Ficcioné sobre ella, cuerdo. Todo se lo tragó la caña, que no El Porce, noviembre de 2012 UC
12 UC número 40 / noviembre 2012 número 40 / noviembre 2012 UC 13
paisajespaisajespaisajespaisajespaisajes
por J O A Q U Í N M A T T O S O M A R

Retrato Ilustración: Mónica Betancourt

de lluvia urbana
Caído
del zarzo
Elkin Obregón S.

VIAJEROS
D
esde siempre los escritores se han
ocupado de los viajes en el tiempo,
tema al que, con razón, no se can-
san de volver. Infinitos cuentos,
novelas y obras de teatro aluden
al asunto. También películas, claro está. Como
el espacio es mínimo para tanta gente, men-
ciono apenas dos relatos, para mí memorables:
Enoch Soames, de Max Beerbohm (donde el Dia-
blo acepta complacer el capricho de un pobre
diablo), y uno inmortal, El deán de Santiago y el
maestre de Toledo, del Infante don Juan Manuel,
tan admirado por Borges, que según nos cuenta
William Ospina, lo volvió a escribir con el nom-
bre de “El brujo postergado”.
Otras dos menciones, éstas sobre cine. La
primera para un filme de Alain Resnais, muy
poco mencionado, Je t’aime, je t’aime, una espe-

A
cie de minucioso puzzle intelectual en el que los
la 1:45 de la tarde –tal como lo hacía Con el renovado vigor de la lluvia, que danzaba en protagonistas parecen girar interminablemente
presagiar el tiempo nublado que ha- rápidos movimientos delante de él, aquel enorme en un tiovivo; y el estupendo Time after time, de
bía sustituido el esplendor del sol des- rostro parecía haberse animado, cobrando súbita y Nicholas Meyer, cuyos protagonistas son el mis-
de mucho antes del mediodía–, empe- verdadera vida, de modo que la suya se volvió una mísimo H.G. Wells (Malcolm Mc Dowell) y su
zó a llover en el norte de Barranquilla. trémula y explosiva risa que traicionaba la felici- máquina del tiempo; o sea, una ficción dentro
Al principio fue solo una llovizna, pero muy pronto dad que, a ojos vistas, experimentaba aquella be- de otra, para una película “menor”, si se quiere,
tomó el cuerpo de una lluvia intensa, voluminosa. lla mujer a causa del agua que se precipitaba y cho- pero que hace del tema un juego fascinante, su-
El embate del viento la inclinaba tanto que por mo- rreaba por su cabello y sus mejillas. perior tal vez (perdón) a la historia que leemos
mentos era casi horizontal. Yo la observaba a través La lluvia volvió a ceder y las mujeres del para- en la novela del propio Wells.
de mi ventana, desde el tercer piso en el que vivo: guas negro aprovecharon para meterse apresura- Un recuerdo, en fin, en homenaje al también
era una multitud de agujas que volaban a toda pri- damente en un taxi, que se las llevó vía abajo. Fue inglés J.B. Priestley, y a su libro Tres piezas sobre
sa hacia el sur; una ráfaga de proyectiles de cristal un momento providencial para ellas, pues no bien el tiempo. En cada una de ellas, Priestley, apa-
disparados desde el avión artillado del temporal. hubieron desaparecido, el agua recrudeció, sono- sionado por esos enigmas, desarrolla con gran
La calle, de ordinario atestada de vehículos y ra, potente, todavía diagonal. pericia dramática una teoría distinta sobre el
peatones, se hallaba casi desierta. Había nueve La poltrona, es decir, la duquesa, empapada asunto; confirmando así, de paso, su esencial
personas sorprendidas allí por el feroz ataque plu- hasta el fondo, ofrecía ahora un aspecto más des- inverosimilitud. Porque, claro, se nos pide de
vial y se refugiaban debajo del alero del edificio de valido. Se escucharon dos truenos más, pero leja- entrada no creer en ninguna de ellas. O creer en
enfrente, alineadas contra las vitrinas de un alma- nos y sin la estruendosa detonación del primero: todas, que viene a ser lo mismo.
cén de telas. Dos de ellas –una pareja de mujeres– apenas dos sonidos guturales (tal vez por eso el pe- Incapaz de vencer al tiempo (un imposible ma-
llevaban un gran paraguas negro desplegado, que rrito, que ya se había callado, no volvió a ladrar; o tafísico, por supuesto), el hombre acude a su me-
añadía una nota lúgubre más a la tarde. estaba ya paralizado por el terror). Más estrepitoso jor arma, la imaginación, para librar ese desigual
A pocos metros de las personas, abandonada so- fue el sonido que hicieron dos cortinas metálicas al combate y derrotar a la divinidad. Por una vez,
bre la bahía de estacionamiento, próxima a un pos- ser cerradas, una tras otra, en algún almacén cer- Prometeo gana la batalla, y se olvida de Heráclito.
te de la red eléctrica y junto a unas bolsas de super- cano que yo no alcanzaba a ver.
mercado llenas de basura y cerradas con un nudo A las 2:20 de la tarde la lluvia desfalleció de nue-
en el extremo, había una gran y abullonada poltro- vo y se estabilizó por un rato en una llovizna vertical, CODA
na, vieja y desvencijada, que parecía, sin embargo, tan vertical como el hilo de una plomada. Incliné la “Si una historia comienza con un encuentro,
una duquesa solemnemente sentada, con brazos vista hacia la superficie de la calzada y vi que las go- debe terminar con una búsqueda” (Penelope Fitz-
tan opulentos como los de una modelo de Rubens. tas formaban al estrellarse un nervioso hormigueo. A geraldd, citada por Alberto Manguel). Creo que
Soportaba en silencio la inclemencia de la lluvia. las 2:33, como si jugara un juego de acometidas y re- esa corta frase dice más de lo que parece. A mí,
A mi derecha, por la calle que formaba una en- tiradas alternativas, volvió a aumentar su ímpetu y al menos, me sugiere muchas cosas; pero no pre-
crucijada con la vía sobre la que estaba mi venta- se tornó otra vez diagonal y tupida. El castigo que re- tendo entrar en esas aguas. Sólo que, de refilón,
na, corría, en dirección al río Magdalena, un arro- cibía la duquesa era intenso, brutal; más envilecida me remite a Borges; decía él que para escribir sus
yo todavía inofensivo, cuyas aguas, sin embargo, que nunca, inspiraba ya una profunda lástima. cuentos empezaba por imaginar un comienzo y
se encrespaban espumosas al paso de los automó- Con el correr de los minutos, el chaparrón em- un final; después, le bastaba con llenar el espacio
viles que avanzaban contra su corriente. Un cielo pezó a disminuir en forma paulatina, uniforme, sin entre los dos. Y sí, quizás toda gran literatura se
gris plomizo que se tornaba cada vez más oscuro a más cambios bruscos, como si una mano hubiera limita a abrir una puerta, la puerta hacia una bús-
lo lejos del paisaje, lo cubría todo. empezado a apagarlo gradualmente desde un ta- queda. Tal vez la del tiempo perdido. UC
Entonces se escuchó el sonido bronco de un blero de control. A las 3:01 de la tarde, me di cuen-
trueno, al que siguió el ladrido asustado e inconso- ta de que ya era solo una mansa garúa, casi imper-
lable de un perro, uno que debía ser frágil y peque- ceptible. Apenas unas gotas silenciosas que forma-
ño, sin duda algún perrito faldero que vivía en uno ban un leve temblor en el aire.
de los apartamentos del edificio de enfrente. Pero cuando ya me había instalado en el senti-
Poco después de ese enfurecimiento, la lluvia miento seguro y confortable de que la calma había
amainó de pronto, pero solo para arreciar en se- retornado por completo, escuché por la radio, en
guida con más fuerza. Fue en ese momento cuando un reporte de última hora, que en ese preciso mo-
me sorprendió aquella imagen: la del rostro foto- mento caía en el otro extremo de la ciudad un tre-
grafiado en primerísimo primer plano de una mu- mendo aguacero que había provocado inundacio-
chacha que reía con la boca abierta desde una va- nes en un barrio tugurial y mantenía en estado de
lla publicitaria que se recortaba en lo alto, más allá emergencia a cinco vehículos que eran arrastrados
y más arriba de la azotea del edificio de enfrente. por la fuerza tempestuosa de los arroyos. UC
Dina Sherman Dina Sherman
The Empty Drawer Arte Central Everything Would Be Fine
Lápiz sobre papel Lápiz y colores sobre papel
24” x 18” 24” x 18”
2012. 2012.
16 UC número 40 / noviembre 2012 número 40 / noviembre 2012 UC 17
ros, que al verle esa barba roja y los ojos gó fluvial entre Comiá, La Herradura, El

La venus de Bolombolo
zarcos le llamaron Míster Grey. A fuerza Morito.
de encarar los hostiles caminos, los ase- El Cortijo, como nombraba León a
dios del monte, se volvieron camaradas la hacienda donde vivía su amada, to-
de labores y compinches de juerga. davía se halla entre la quebrada La Co-
En sus manuscritos, Leo o Míster miá y el río. En caballo, el trayecto has-
por F E R N A N D O M O R A M E L É N D E Z Grey, describe estos pasajes en son de ta Bolombolo podía cubrirse en media
aventura, pese a que muchos de sus de- hora. A Margarita le encantaba montar
lirios no siempre fueron báquicos. El en bestia por esas vegas, dice Victoria.
Fotografía: Juan Fernando Ospina viejo confesó alguna vez que había per- Alta, con la fronda de pelo negro (en-
dido el juicio en un bohío de montaña, drino, dice Míster Grey), De Greiff la
víctima de una fiebre hemoglobinúri- veía llegar como una amazona, andan-
ca, a la cual sobrevivió gracias a unas do sin brida hacia el ávido encuentro.
inyecciones de arsenobenzol. Mientras Y en sus brazos morenos naufragaba
tanto, cerca de su catre, morían seis mi sér –mi sér, a pique, jubiloso!–
personas del mismo mal. De vuelta al Oh mármol móvil en la móvil hamaca!
pueblo, De Greiff debía ocuparse en in- Oh mármol ágil sobre los yerbales!
ventariar vituallas y equipos, pero tam- Rútilo mármol en las rubias aguas
bién en componer alguno de sus poe- del Cauca río –retozante Fauno
mas, en los que, entre otras cosas, re- flavo Sileno ansioso de la nuda Oreáda–,
niega de las obras de ingeniería, y pa- fogoso mármol, Venus
rece que odiara las vías férreas, quizás sapiente, en la alcoba, a la noche in-
porque su construcción le aburría, así somne y ávida!
como el ruido de las máquinas agitaba
su neurosis. Miraba un terraplén y sen- V.
tía que la selva parecía un manuscri- En 1994 Boris de Greiff, hijo del poe-
to al que le habían cortado la frase más ta, andaba con Goncharenko de paso por
bella. Bostezaba como un león fren- Bolombolo, cuando le pregunté sobre la
te a sus deberes oficinescos: “Dañaron teoría de que la Rosa del Cauca, la de los
el paisaje con técnicas absurdas y fór- poemas, tal vez no fuera sino una Marga-
mulas tediosas, los sabios (infatuados rita, de carne y hueso, tal como en su épo-
como cualquier poeta), los sabios infa- ca la Beatriz de Dante era una muchacha
tuados de ciencia ingenieril. de verdad, al igual que la Laura de Petrar-
ca. Boris negó que su padre hubiera te-

I
IV. nido amante alguna, en ningún tiempo
Leo conoció a su amante una tar- y en ninguna parte. Enseguida hizo una
. A la puerta del Hotel Europa Llegaron a San Ignacio, que anda- II. III.
de de 1926, después de otra travesía en loa a la soledad del viejo: que solo tenía
Normandía, en la calle Maracai- ba animada de lustrabotas, vendedo- El tramo de la vía que iba a unir las Cuando los ingenieros llegaron con
mula con su comitiva por las veredas de ojos para Matilde Bernal, su madre, a la
bo, el gabán antiguo, la boina y res de frutas y grupos dispersos de gen- aldeas de Bolombolo y La Pintada estaba De Greiff a establecer su campamen-
Titiribí. Ya habían bajado de la monta- que dedicó un álbum de poemas, en edi-
la pipa, además de la barba tahe- te encopetada que aguardaba al poeta programado para ejecutarse entre 1926 to, la aldea era solo una hilera de casu-
ña, sedientos y maltrechos. En cuanto ción de un solo ejemplar, de su puño y le-
ña, hacen de este viejo ya no un para la ceremonia. Le iban a imponer la y 1929. Cuando recibió la propuesta, chas de pescadores en la orilla occiden-
pisaron la llanura junto al río, Martín tra, en 1921. Y dijo que hasta el final de
poeta sino la caricatura de un poeta. Al medalla Estrella de Antioquia, aunque León trabajaba en Bogotá como conta- tal del Cauca, un cruce de caminos, de
Vélez entró a una hacienda pidiendo a sus días él salía de copas con su papá por
lado suyo anda una mujer treinta años unos meses antes la Alcaldía de Mede- bilista del Banco Central. Pasaría de ga- arrieros y contrabandistas, un lugar de
gritos una totumada de agua para cal- la noche bogotana. Iban al Automático y, pera se vio contrariada por uno de los in- Victoria le insiste a Margarita que
más joven que él, en traje de una pieza, llín también le había concedido El Ha- narse ciento díez pesos a doscientos cin- fondas con victrolas y demás atractivos
mar el guayabo, que lo traía como áni- en cuanto el delirio báquico los hacía ca- terminables aguaceros de tierra calien- ya está cansada de llevarle cartas suyas
más discreto que el suyo. Ella estira la cha Simbólica de Antioquia. cuenta que era el sueldo de enganche. poco virtuosos para el desfogue de los
ma en pena desde La Herradura, donde minar en zigzag, se iban a paliar la pren- te, o por la reticencia de ella a repetir la al primo, y que no tiene nada de malo
mano cada que pasa un taxi. Al fin uno Iba por el mundo agobiado de me- Pero la decisión, según se cuenta, no mineros y campesinos. A ambas vertien-
habían pasado la noche bebiendo anisa- da con frisoles a un restaurante criollo hazaña de cruzar el cerco prohibido e ir que se vuelvan a ver después de tanto
se detiene. El viejo, de un porte gigante, dallas, comentó un cronista de la épo- solo tuvo que ver con la oferta de sala- tes del río, que al poeta le gustaba lla-
do del que hacía Don Pipo en su alam- llamado El Maizal, que todavía existe. a juntarse con Míster Grey para calmar, tiempo. Para terminar de convencer a
avanza, con un vigor que contradice los ca. Me las han dado todas, escribió rio, sino también con la gris melancolía mar por su nombre indígena, Bredunco,
bique. Del fondo de un caserón derrui- Pero Victoria Carder ni siquiera acu- dizque por última vez, la sed de pecado. su amiga, aduce que ella ya es una mu-
setenta años de su cuerpo, bien bebidos León: La Cruz del Sur, la del Dragón de la capital, redundante con su condi- se divisaban fincas grandes, en las lin-
do salió Margarita en una batola de dió a los poemas famosos para justifi- Más febril que nunca por la dolencia jer libre, separada y desheredada por el
y bien fumados. Enfermo, la del Grifo Desolado, la del ción también gris de empleado. Para col- des de una selva tumbada por tramos
casa, tras la cual se adivinaba su cuer- car la presencia de Margarita. Sacó un de amor, Míster Grey, sin la presencia de coronel Mendoza, que legó la hacienda
Del fondo de la barba sale una voz huraña: Gato que pelotea, la de la Foca Sitibun- mo, a él le gustaba por esos días llamar- para la siembra de café y la cría de gana-
po magnífico. Apenas les sirvió limona- volumen de pasta amarilla y me puso a su musa, caminará alelado y, agarrado a del Suroeste y otra parte de sus bienes
–Llévenos a la Plazuela de San Francisco. da, la del Oso Polar, la del Asno de Buri- se a sí mismo Leo Legris. do. El poeta pronto advirtió que entre el
da, contó que andaba sola, apenas con buscar en la página 244. El libro se lla- la baranda de guadua, tendrá que tomar- al ejército. Además, el primo ya es un
El viejo se refocila a sus anchas en el dán, la del Cisne de Pésaro, la de la Ca- El efecto que tuvo la visión del tró- húmedo sopor de las montañas también
una criada, porque su marido, un coro- ma La columna de Leo y es una recopila- se un anisado, encender la pipa o tratar viejo viudo y bastante crecidito.
puesto de atrás, desentendido de todo, catúa Melancólica y la del Último naci- pico en León fue doble. Ahora podía so- acechaban otra clase de tedios y peli-
nel Mendoza, andaba reclutando gen- ción de los artículos de prensa que pu- inútilmente de estudiar una larga par- León entra decidido a la casa. Tiene
pero a la vez atento a cada sombra que do del Viejo Cisne y Leda. Todas se pue- lazarse con los paisajes que siempre ha- gros, aunque amenizados por el solilo-
te por los lados de Pácora. Todos que- blicó De Greiff en diarios capitalinos. tida de Philidor o de Capablanca, hasta curiosidad por ver cómo diablos ha ul-
pasa ante sus gruesos lentes: demasiada den usar sin frac. bía querido conocer, pues un bisabuelo quio de las chicharras. A menudo debía
daron alelados con la dama, que los lle- En la página 244 de un ejemplar de la entender que no hay ya cabeza para esa trajado el tiempo a esa belleza: Por ella,
gente tal vez, en comparación con la que Después de los discursos sobrevi- suyo, Karl Sigismund Von Greiff, tam- emprender largas travesías a lomo de
vó a la cocina para enseñarles las pai- Colección de Autores Antioqueños, ella clase de asuntos, ni para ninguno que no riñas, enojos, / celos, duelos, algara-
había en esa Villa de La Candelaria cin- no un chaparrón de aplausos, mientras bién había venido del hielo de Suecia a mula con los topógrafos y los ingenie-
las en las que hacía ricos guisos criollos me señaló un texto poco conocido que sea Margarita. Margarita, Margotón, la das: / Rosa, Helena de esa Troya, / mu-
cuenta años antes, en los veinte, cuando unas manos le colgaban la estrella con explotar una mina en el Suroeste, que
y melazas de guayaba para endulzar su había visto escrito con la letra del poeta casqui-fulva, dice el poema. cho más hembra que la Helena clásica! /
iba a las tertulias del Negro Cano en el una larga cinta verdiblanca en el pe- no podía tener un nombre más tropical:
tedio de recién casada a la espera del en un papel del Ferrocarril, en manos La amazona no llegó esa noche ni la Rosa la de los labios gordezuelos / y los
Café El Globo, del pasaje Boyacá. cho. No quiso aceptar la recepción que El Zancudo. De paso, la obra del poeta
guerrero. Los amigos dieron cuenta de de su destinataria, Margarita, la bolom- siguiente. Tampoco León se atrevió a ca- perfectos muslos y las róseas cúpulas /
–No conozco esa plazuela, de pronto le ofrecieron después de la ceremonia. dejó de hablar de pingüinos peripatéti-
todas las delicias que la muchacha les bólica de carne y hueso: balgar hasta El Cortijo, pues no llegaba el elásticas!
usted me está hablando de la Plazuela Victoria lo tomó del brazo y se refugia- cos para celebrar el país del sol sonoro.
ofrecía, por lo menos de las gastronó- Te llamabas… alguna vez te llame guiño que asegurara que podría hacerlo. La prima lleva a De Greiff hasta
San Ignacio –dice el conductor. ron en otro taxi, rumbo a la casa de ella Así, el nombre de Bolombolo, un case-
micas, porque el poeta quedó antojado Margarita Y aunque tu hablar fuera parco la sala de su casa. En la mesa de cen-
Bruscamente el poeta se despierta en la calle Girardot, el lugar de la cita. río precario a orillas del río Cauca, em-
de otras: Y en el cielo y en el Cauca; / lle- Me quieres no me quiere–sí– un día todo el mundo se hizo bocas, tro hay un charol cubierto de pétalos
de su meditación para gruñir. Tan pronto estuvo a salvo de las so- pezó a figurar en el mapa literario con
garon al “señorío” / feudal –erótica mar- me quisiste… todo el mundo fue Aristarco de rosa. Al lado, un bizcocho y una bo-
–¡No, señor, le estoy diciendo Pla- badas de hombro y las fotos, León de la misma extravagancia de un Yoknapa-
ca– / de Rosa de Bolombolo / la de pupi- Te llamabas… alguna vez te nombré Para criticar tus locas tella oscura. La amante se había acor-
zuela de San Francisco! Greiff se quitó la medalla. Iba a en- tawpha en William Faulkner. Tanto así
las estrábicas, / de muslos pluscuamper- Altisidora, Andanzas, tu ardor erótico. dado del gusto de León por los placeres
–Ya no se llama así –le aclaró Victo- contrarse con la mujer cuya pasión to- que hasta su traductor ruso, Sergei Gon-
fectos / y de senos como cráteras / de co- Reina de los cortijos… Hasta los riscos y rocas … sencillos. Él se apoya en la prima para
ria, tratando de apaciguarlo. rrencial describió de un modo cifra- charenko, vino a constatar si la aldea
rindón, cuyos vinos / antes queman que Se extasiaron cuando supieron la his- leer la marca de la botella. No es ani-
–¡¿Desde cuándo le están cambian- do en los versos que escribiría a orillas existía porque sospechaba que era ape-
no embriagan. Te llamabas la egipcia del aduar, la toria sado del Cauca sino coñac. Juntas han
do los nombres a las cosas?! del río Cauca, en Bolombolo, cuaren- nas el invento de un escritor al que le
A Margarita también le atrajo la gra- gitana estupenda que no sé quiénes contaron… ido a comprar estas ofrendas a El Fes-
La mujer hizo un gesto al del volan- ta y cuatro años antes. Guardó la Es- gustaba jugar demasiado con las pala-
cia y el repentismo de León con la pala- Del zoco, la pasajera que se gozó fur- No se conocen detalles sobre cómo tín, una charcutería que hasta hace al-
te para hacerle entender que tenía razón: trella de Antioquia en uno de los bol- bras. El ruso se excusó por no haber tra-
bra, pero más que celebrarle al poeta sus tivamente sobre el césped… el marido ofendido citó a duelo al poe- gunos años todavía despachaba en la
iban para la Plazuela de San Ignacio, que sillos, junto a la novela de Marcial La- ducido aún la Fanfarria en sol mayor en
gracejos, estos despertaron su curiosi- La que calmó las sedes de la instinti- ta. Se sabe que en los años veinte se se- Avenida La Playa.
ya no se llamaba como el viejo decía. fuente y el pandequeso rancio. Esta- la que el pueblo parece de mentiras, casi
dad. En hojas de carta, con el membrete va sicio guía un protocolo secreto, como aquel Ante la tardanza, León pregunta
Francisco de Asís León Bogislao de ba tan ansioso por la cercanía del en- un pretexto para la pirotecnia verbal…
del Ferrocarril, León le enviaba sus ca- Mientras aderezaba viandas para el de tirar un guante a los pies del ofen- cuánto tiempo más tendrá que esperar
Greiff, nombre de pila del anciano, se lan- cuentro, que no advirtió cómo la cinta Oh Bolombolo, país exótico y no
lambures, que luego se trocaron en ur- huésped la huésped… sor, y si este lo recogía, quería decir que a Margarita. Será cosa de unos minutos,
zó a farfullar de memoria algún pasaje, había quedado colgando por fuera del nada utópico
gentes y secretas peticiones de encuen- Además de papeles, Victoria recordó aceptaba el duelo. León jamás comen- le dice al fin Victoria, porque ella ya está
tal vez de Villon, donde el poeta francés gabán; y cuando se bajó del carro un En absoluto! Enjalbegado de trópicos
tro. Un peón del campamento de inge- otros detalles del romance, y del día en tó el incidente, acaso porque él no casó allí, en aquel cuarto, y no demora en salir.
se lamenta de aquellos tiempos idos, pero extremo de esta quedó prensado en la hasta donde no más! Oh Bolombolo
nieros y la criada de Margarita eran los que tramó el encuentro, en 1971, entre el duelo. Simplemente recibió el aviso, La dama no termina de acicalarse. Se
siempre en tono de burla y de escarnio. puerta. La cinta verde se fue ondean- de cacofónico
recaderos que acortaban la distancia en- dos amantes ya viejos que llevaban más escrito o tal vez de boca del peón, o de ha puesto el baúl y la tapa. Un vestido de
El viejo ya casi no leía libros de los do en el taxi, mientras la medalla rodó o de ecolálico nombre onomatopéyico
tre los cuerpos y encubrían el idilio de de cuarenta años de no verse. León le algún estafeta que le anunciaba que su organza con ribetes de encajes y letines.
importantes, dice Victoria Carder, pri- por el pavimento. Victoria se apresu- y suave y retumbante
los ojos del coronel Mendoza, que anda- había confesado a la prima asuntos que vida estaba en juego. En todo caso Mís- Tal vez da vueltas frente al espejo. Ya
ma del poeta; daba la impresión de que ró a recogerla. Ya en la puerta, ella le oh Bolombolo!
ba haciendo la guerra mientras su espo- ni siquiera conocían los hermeneutas ter Grey, que prefería la música de vio- no es la misma, la de las danzas venusi-
se lo había devorado todo. Del fondo de confesó que le había costado bastante Por aquí se atedia, en éste se atedia
sa todo lo contrario. El poeta insinúa las suecos de Upsala que estudian su obra. la a la violencia, optó por la fuga y en nas… Victoria le grita que salga, toca a
su abrigo sacó una novela de vaqueros convencer a Margarita, la amante fur- por modo
condiciones de la relación: la madrugada hizo ensillar la bestia. En la puerta, ¡salí, boba!, la llama otra vez
de Marcial Lafuente, un caballo de aje- tiva, para que se viera con él, después Violento la fantasía: monótono
Yo, Beremundo el Lelo. VI. Medellín rescindió el contrato al que para apurarla. Detrás de la puerta co-
drez, una revista de historietas de edi- de un episodio que ahora parecía ro- país de sol sonoro, de excesivas pal-
Fui topógrafo ad-hoc entre ‘‘El Can- Es posible figurarse la tarde en que todavía le faltaba otro año y medio para rren otro cerrojo. Y cuando el retraso
ciones Novaro, un pedazo de pandeque- cambolesco, pero que en su momento meras, de animalillos zumbadores,
grejo’’ y Purco y Niverengo, De Greiff desairó a sus amigos, que lo terminarse. Meses después buscó a Ma- ya toma el carácter de desplante, León
so rancio. Eran tantas las cosas que car- cambió el rumbo de León, a sus treinta de lagartijas vivaces, de salamandras
(y, ad ínterim, administré la zona invitaban a un garito en La Herradura, tilde Bernal, su novia de Medellín, y le se levanta, toma la botella de coñac y la
gaba De Greiff en el tabardo astroso, y un años, cuando trabajaba como ad- y camaleones,
bolombólica: pero que él, bajo la coartada de tener un propuso matrimonio. guarda en el bolsillo del tabardo. Le pide
que esto se había hecho célebre, sobre ministrador del Ferrocarril Troncal de cigarras estridulantes, verdinegros
mucho de anís, mucho de Rosas del asunto pendiente con Verlaine esa mis- a la prima que lo ayude a coger el último
todo después de que a una reportera de Occidente, que se construía por las sel- sapos rugosos, y melados escorpiones.
Cauca, versos de vez en cuando), ma noche, en la hamaca del pasillo, los VII. taxi. Todos los viajes, todos mis viajes, son
televisión, en aprietos por el hermetis- vas del Suroeste.
y fui remero –el segundo a babor– de eludió solo por esperar a Margarita. Le Rosa..., fugada con los años idos... viajes de regreso, había escrito cuarenta
mo del poeta, se le ocurrió preguntar:
la canoa, de la piragua había enviado antes una razón escrita ¿dónde amarás ahora, Venus de Bo- y cuatro años antes en su Relato de Ha-
“Maestro, ¿qué lleva en los bolsillos?”.
“La Margarita” (criolla), que nave- con el peón de confianza. Quizás la es- lombolo, Láis del Cauca? rald el Obscuro. UC
18 UC número 40 / noviembre 2012 número 40 / noviembre 2012 UC 19
Termino diciendo que ya muy ma- putado jardín de las delicias ciudada- dulces frutos o bien vomita sobre ni-

¿Quién maneja esa puta nave?


yorcitos nos cayó encima estruendosa- nas solo son considerados estorbo adve- mios protocolos, arrastrando su cuer-
mente el pasado, igual que una mole de nedizo. Los espera un grueso volumen po titilante sobre las pendientes de Me-
basura cósmica, y nos desgranamos a del libro inquisitorio, donde están rese- dallo; pasándola increíblemente sereno
distintas ínsulas hasta terminar como ñados sus nombres completos con ape- y seguro en su soledad silenciosa, fren-
habitantes alucinados de calle. Margi- llidos, apodos, turbaciones, infraccio- te al ajetreo del mundo que no evade, el
nados de otros, insubordinados con no- nes y deudas. El pasado no perdona y la mismo donde irrumpe solitario y único,
De vates, autistas y orates en el parque El Guanábano sotros mismos, sin boleto de regreso al
paraíso ciudadano.
ciudad tampoco.
Y existe también una larga lista de
rey de sí mismo, según intuyo, aferra-
do a una fuerza misteriosa, sobrehuma-
Pertenecemos a la generación de este torpedo generacional “que se crió na, que lo lleva de la mano soportando,
quienes, a partir de la mitad del siglo con Chepe” y, distinto a nuestro flautis- desechando y burlando carencias.
XX, bebieron y fumaron en los esterto- ta del silencio, llevó bien del bulto. Se Ayer hablé con Chepe como de cos-

A
res del nadaísmo, la efusividad fanático trata de aquella humanidad que, si no tumbre, unos minutos antes de que
yer a eso de las cinco de la tarde me encon- religiosa de la revolución años sesenta, está ahora en los profundos avernos, es prendieran los faroles en el Guanábano.
tré con Chepe en el alborotado Parque del y el posterior nacimiento de aquel ba- un club de divagadores fantasmas en Bebimos café, comentamos las barraba-
Periodista, o “El Guanábano”, como se le boso espejismo llamado narcotráfico, “las ollas”, reos reincidentes en el trata- sadas del servicio de inteligencia, espe-
dice más familiarmente en las garufas de la con sus secuelas. Y somos de los pocos miento siquiátrico, o parte de la lista de culamos acerca de la cuadratura del cír-
bacanal. Oasis histórico y colorido de mu- de esa camada que hemos quedado en desaparecidos y ene enes en la morgue. culo, nos burlamos un poco de las cortes
chos “parches”, este parque es una espontánea sala cul- pie, livianitos, un poco chamuscados, Cuando me encuentro con Chepe de empresarios y gendarmes de la cultu-
tural al aire libre (contigua a la cremosa y estupefacta pero cero dueños, con las manos libres, pienso que nunca ha perdido la certeza ra en Medellín, recordamos la alocada
Academia de Historia de Antioquia), con vibrante es- vacías, y de cara al sol. de saber lo que es, un indefenso admi- carrera de cuerpos celestes que se estre-
pectáculo silvestre sin boleta, y funciones permanentes Porque vale la pena aclarar, a dife- rador de su majestad Diógenes Laercio, llaran en cualquier momento contra el
por J . A R T U R O S Á N C H E Z T R U J I L L O de apretujadas tribus urbanas que arrebatan sus bande- rencia del Chepe, la mayoría de los hoy
sesentones vivos que ayer tropelea-
tranquilo e inmutable, no obstante llevar
encima tantos fardos tatuados y tantos
planeta haciéndolo desaparecer irreme-
diablemente, y salimos a caminar hacia
ras y goces en el rudo adoquinado y los quicios.
Suelo buscar al Chepe para tomarme un tinto con él en ban terminaron de mojigatos defenso- egos feriados en las faenas del circo ruin el Instituto de Bellas Artes.
Ilustración: Verónica Velásquez un pequeño negocio de la esquina, donde con la gente que res del nuevo pseudoorden, escampados que tiene la fallida “ciudad educada”. De pronto, bien parado en las es-
come sancocho, toma cerveza o café, se inhala a la fuerza en los abrevaderos del establo ciudada- Chepe, nada acelerado y muy cohe- calinatas del Instituto, Chepe me miró
y gratis una abrasadora e irresistible humareda canábica no; incluso algunos utilizaron el renom- rente, es de los que se ha quedado sin in- abriendo sus maliciosos y desiguales ojos
que se esparce cincuenta metros a la redonda. Allí sonreí- bre transgresor logrado en el momento terés de volver nunca, refugiado en su que parecían explotar en medio del júbi-
mos en incoherente silencio o intercambiamos ideas sobre para asegurar pequeñas o grandes “ri- mansión de música invisible, sobrevi- lo, y me dijo algo que me dejó cabezón.
las bastas mañas que corren en la calle y el mundo. quezas”, deslizarse entre mafias, lagar- viendo con la carretera como morada, Primero pronunció dos veces, despa-
La gente, que siempre ha visto a Chepe callado o to- tear inescrupulosamente puestos públi- con sus dos metros de plástico doblados cio y con fuerza, una palabra a manera
cando instrumentos invisibles en un costado del parque, cos y estafar en novedosas empresas. en el bolsillo de atrás para armar cam- de mantra: “¡Diafragma! ¡Diafragma!”.
lo cree autista. La maledicencia canibalesca rumora que Hasta se rumora que en dudosos reser- buche en cualquier acera, bastándose Y luego se despachó con esto: “en el jar-
quedó mudo y loco después de fumarse la plata de un pia- vados algunos personajes de esos, con- además con una sola muda, sin que se dín del viento / cuando nace la flor / es
no en los sopladeros de Medellín, y algunos “sobradillos”, vertidos en intocables profetas poéti- sepa qué hace para no morir de hambre, el tiempo sagrado / de esta meditación”.
que practican esa crueldad propia de la ignorancia más cos, se lucen comiendo carretas untadas firme en su esperanza de volar a un pun- Me golpeé los oídos con las manos y
triste, lo miran con cierto desprecio al verlo diferente. de mantequilla oficial, “pues en más de to sideral donde lo esperan sus iguales. se sonrió. Entonces, mientras en la ta-
Pero este músico del flautín invisible, poeta del as- una ocasión sale lo que no se espera”. Antes que adaptarse a lo que repu- berna Diógenes sonaba estruendosa-
falto y conspirador de silencios, José Humberto Ramírez Así también, otros insumisos del dió, Chepe ha preferido flotar en los mente El cantante, interpretado por
Vanegas, más conocido con la chapa de ‘Chepe’, es muy medio siglo aquel, que tratan por curio- abismos del valle oscuro y traicione- Héctor Lavoe, inclinamos levemente las
inteligente, rebelde e imaginativo, y por lo menos con- sidad, arrepentimiento o tontería de re- ro, como meteorito que después de es- cabezas y nos largamos cada cual por
migo habla largamente y bien. Incluso a veces tengo que gresar a última hora al teatro chinesco trellarse en el fondo nunca se apaga del su lado sin decir palabra.
pedirle que pare el discurso, cuando se pone a entremez- de lo normal, nunca lo pueden lograr, todo, crucificado siempre por los fari- ¡Para qué más!
clar complicados apartes del Dogma y ritual de la alta pues además de los garrotazos recibi- seos, auto recompensado con su ebrio-
magia escrito por el ocultista Eliphas Lévi siglos atrás; o dos al buscar aceptación, en el antes es- cínico mundo interior que bien sonríe Mayo 27 de 2012 UC

cuando hace planes detallados para que en el año 2035


vayamos directo a un extraño lugar de la estratosfera,
viajando en una nave que él espera hace más de una dé-
cada, la cual, asegura –asunto que no dudo–, quedó de
venir a rescatarlo… “No me hablés más güevonadas Che-
pe, que en esos años ya hemos marcado calavera, y ade-
más fue a vos y no a mí al que invitaron a viajar esos ma-
nes”, le increpo, tratando de no crearle falsas expectati-
vas conmigo como pasajero.
La última vez que me salió con ese trompo de via-
je, me la jugué: “¡Bueno! Si estoy vivo y en saudade, nos
vamos, pero dígame: ¿quién maneja esa puta nave?” Al
punto Chepe se convirtió en orquesta, y en un tris im-
provisó música agitando las dos manos. Con la dere-
cha palmoteó el oído izquierdo y con la otra sus labios,
mientras soplaba muy originalmente una tonada indes-
criptible, posiblemente música de las esferas que tam-
poco me atrevo a cuestionar. Luego, muy serio, afirmó:
“¡Volare! ¡Volare ad honórem! Tripulo yo…”.
Esa respuesta me cabreó. Teniendo yo al frente, ahí
mismo, a un capitán de vuelo sin patente, le rogué que
me disculpara pero que nunca más habláramos del caso
ese, que definitivamente no me le montaba a esa nave ni
por el trasero de cuatro reinas, y que era una negativa
solo porque dudaba de su pericia para conducir vehícu-
los, los cuales ni siquiera utiliza como pasajero, pues día
a día se recorre, errante perpetuo, la ciudad caminan-
do. Uno lo puede ver en cuestión de tres horas en lugares
muy distantes, realizando un variado jornaleo: bien pal-
moteando en parques, bien encabezando con su música
actos callejeros que se encuentra a su paso, bien a la ex-
pectativa en la entrada de bibliotecas o haciendo carrizo
con las palmas juntas en alguna iglesia. Le rinde.
Guardo gran afecto por Chepe. Sufrimos o nos diver-
timos por igual reinterpretando décadas trajinadas, dis-
cutimos a menudo y terminamos siempre en tablas, y so-
bretodo nos aceptamos; somos amigos hace más de trein-
ta años. En la juventud militamos con explosivos radica-
lismos por los que murieron cientos de amigos y conoci-
dos, y estamos así, contando la historia “de arepa”, como
se dice en lenguaje antioqueño, ramplón. De adultos su-
mamos a nuestras historietas personales una visita a las
grutas del esoterismo y la “drogadicción mística”, desde
Madame Blavatsky y Las enseñanzas de Don Juan, has-
ta El libro tibetano de los muertos y el I Ching, cuevas de
donde salieron muchos de nuestros compadres para los
manicomios. Pero, como dato curioso, ni a él ni a mí nos
pudo encerrar nunca la jauría de los cuerdos, del mismo
modo que en los versos del apátrida Marroquín, la pobre
perrilla “no pudo coger tampoco al maldito jabalí”.
20 UC número 40 / noviembre 2012

Estilario
por R A Ú L T R U J I L L O
Exclusivo para UC desde Buenos Aires

C
ómo pega el sol sobre la piel oscura y le llena de brillo
y esplendor; otra versión más del Dorado que expre-
samos hasta hoy y que revive la fuerza de la ances-
tral madre africana, con un poder que nada la pue-
de ya detener. Revive la fuerza femenina después de
años de sometimiento y explotación en bellezas que dejan abiertas
bocas y el compás de la seducción en facetas de mestiza a mulata.
Un ave dorada planea sobre su frente y sus cabellos erizados
por la energía brotan como lava ardiendo, como un penacho de
fuego por donde van. Ella baila en la pistas y escenarios, ella bai-
lando en la calle también va. Un tono trigo o maíz en el abrigo de
tejido liviano completa la gama de un rayo luz.
Inigualables posibilidades ofrece el clima húmedo del trópico
a los espíritus creativos de cuerpos esculpidos y entrenados para
el juego de “vestirnos” que tanto nos gusta. Tipologías del invier-
no y verano van juntas para dejar asomar la piel. Botas de caña
en gamuza arrugada con minivestido blanco strapless y un pelliz-
co en el escote a modo de guiño, para resaltar lo natural. Un cin-
turón con apariencia de folk o bandolera la hacen una diosa este-
lar como las de Flash Gordon, una historieta de Alex Raymon en
el 34 para King Features Syndicate que excitó a los adolescentes
con una saga galáctica antes de Stars Wars en los 80, con su cuer-
pos atléticos, eróticas armaduras y capitas para volar —capítulo
60, Golden Queen—. Mi madre recuerda aún los diálogos y efec-
tos de sonido de la versión radial de su niñez. Hay muchas rever-
siones para cine, tv y videojuegos pero todas replican fielmente el
erotismo que identifica a estos héroes del espacio sideral.
Para qué marcas, tatuajes o pircin si ya así es inolvidable, sin
marcar. Su gesto es un reto y su postura también con la dureza del
ébano y el sabor de la canela a flor de piel. UC

Heidy estudia
comunicación,
es deportista
y bailarina
22 UC número 40 / noviembre 2012 número 40 / noviembre 2012 UC 23

Días
sombreros estilo safari– se montaban ca aún se distinguen con claridad. Fren-
en la camioneta Willys comprada para te a cada columna, sembrados en mate-
este único propósito rumbo a las laderas ras de Ráquira, unos pino vela enmar-

de Club
de Santa Elena, Caldas o Boquerón. Los can la plazoleta. Los arcos de estilo re-
perros viajaban en la parte de atrás. En- publicano del patio central se han con-
tre los importados, los de raza azul de servado, y en él se exhibe un Chevro-
Gascuña eran los más apetecidos. Su ta- let Aveo, premio mayor del Gran Sor-
maño, que en otras latitudes les permi- teo Navideño en el que se participa con
tía rastrear osos y alces, aquí se emplea- las boletas entregadas por cada veinte
ba para levantar guaguas, liebres y gu- mil pesos en compras. Al fondo, un avi-
rres. Más pequeños, los criollos conta- so sobrio anuncia el balcón de comidas.
ban con la virtud de poder meterse a las Sigo la flecha de bronce y me topo con
madrigueras, y terminaban desafiando la escalera que conducía al Salón Do-
con su agilidad las hidalgas narices de rado. El hierro forjado y la madera tor-
sus compañeros galos. Ya de regreso, los neada de su pasamanos han adquirido
cazadores terminaban con sus presas en el esplendor que solo la pátina del tiem-
el Club. En la cocina sabían cómo pre- po puede conferir. Los vitrales que ro-
pararlas, y ese mismo día daban cuenta dean el vano que da al patio de comi-
de la carne almizclada que tanto trabajo das refulgen con geométricos destellos
había costado conseguir. rojos, morados y amarillos. La piscina
Dos lotes grandes en la parte poste- ha sido rellenada y sobre ella hay mesas
rior, con ingreso sobre Palacé, confor- repletas de personas comiendo pollo
maban los parqueaderos del Club. Los frito. Del balcón desde el cual los jóve-
carros permanecían de puertas abier- nes se lanzaban a la piscina, desafiando
tas y llaves en su encendido, lo que po- la altura, la distancia y la profundidad,
día generar algunas confusiones. So- cuelgan carteles en tonos neón que
cios pasados de tragos que buscaban so- anuncian descuentos en ropa y calza-
siego en la parte trasera del carro de un do y afiches de una aerolínea que pro-
amigo, terminaban montándose a otro mete destinos paradisíacos. Hay fila en
igual e iban a dar a casas equivocadas, el McDonald’s que hoy ocupa el espacio
o, en caso de ser detectados a tiempo, de la barra en la que antaño se servían
le causaban un tremendo susto al con- tamarindos batidos con sánduches de
por M Ó N I C A G I L ductor, que en medio del recorrido se
desconcertaba al escuchar un borracho
queso derretido, Bloody Mary a los se-
ñores enguayabados y vodka con gotas
roncando a sus espaldas. Otros se sor- amargas a los más animados.
Fotografía: Archivo fotográfico BPP prendían oyendo música en el auto que El jardín en el cual fue sembrado
habían comprado sin radio, para luego el pero se ha reducido a su mínima ex-

E
descubrir que estaban en uno casi idén- presión, pero la tierra sigue siendo fér-
l árbol fue enviado desde Le- se les sumaba coca cola, kolkana, palos regrinación y las reclamaban como pro- deada de vitrinas en las que permane- tico. Al regresar para cambiarlo, el pro- til y despide un aroma húmedo. El árbol
ticia como regalo al funda- de queso y mucha conversa; la entra- pias. El mismo señor en la misma silla, cían los libros bajo llave, era el sitio pre- pio ya no estaba, y quien se lo había lle- también ha cambiado. El tronco grue-
dor y presidente de Caracol, da a los bailes de gala y disfraces que se siempre. Charlaban un rato y a las diez ferido por los señores serios para leer la vado no notaba la ausencia del equipo. so, bifurcado, ya no tiene el musgo que
la cadena de radiodifusión festejaban en el Salón Dorado, cuya fas- y media en punto todos se encontra- prensa. A pesar de no tener la colección Medellín se transformaba. El rápi- se le aferraba cuando la lluvia podía ba-
que pretendía comunicar a tuosidad se advertía desde la magnífica ban de nuevo frente a sus escritorios. más nutrida, contaba con ejemplares no- do proceso de expansión e industrializa- ñarlo más a menudo. Algunas de sus ra-
todo el país a través de afiliaciones con reja que hacía las veces de puerta y lue- Lo mismo ocurría a las seis de la tarde, tables, como una biografía de Santander ción estaba eliminando el carácter resi- sus salones, para molestia de muchos tiplicaban la luz hasta cubrir sus sete- mas han sido cortadas, sus hojas se en-
pequeñas emisoras locales. Tal hazaña go se ratificaba en las figuras de baila- pero el ánimo provocado por el whisky impresa en papel de arroz. En una de las dencial del centro. La proliferación del de los invitados, quienes veían como un cientos cincuenta metros cuadrados, y cuentran revestidas de polvo, y noto las
debía ser recompensada. Su fruto, en rinas cubanas talladas y enchapadas en o el ron originaba tertulias literarias y estanterías, cubiertos por cristal esmeri- espacio comercial, el aumento del tráfi- percance el desplazamiento por la ciu- los desnudos tallados en cristal que le heridas recientes que la corteza apenas
ese entonces desconocido en esta tierra laminilla de oro que cubrían las colum- apasionadas discusiones económicas, lado, se guardaban los libros prohibidos, co vehicular y la inseguridad en ascenso dad. La disminución de ingresos precipi- imprimían la personalidad al Salón empieza a recubrir. La copa se ha esti-
de guayabas y mangos, habría de apor- nas; los algos de señoras que ordena- políticas, de negocios, de ganado. a los que únicamente los hombres, pre- distanciaban del Club a las familias que tó la quiebra y la única opción para sal- Baco, patrimonio que terminó decoran- rado más allá de los cielorrasos en bus-
tar la cuota exótica a la arboleda de una ban tostadas con champiñones, o en su El espacio insignia de la sede era, via autorización de la Gerencia, podían habían migrado a barrios más tranqui- varlo consistió en vender la valiosa pro- do las bibliotecas y salas de los promo- ca de luz. Desciendo por unas escaleras
casa recién construida en Prado, a cuya defecto palmitos o espárragos gratina- sin lugar a dudas, el Salón Dorado. acceder. Imagino a Madame Bovary, El los. Los pocos socios que aún tenían su piedad. Varias propuestas se presenta- tores del proyecto. Salieron también los que conducen a un corredor con alma-
fauna doméstica ya se habían sumado dos, y el entrar y salir de quienes encon- Construido en los años cuarenta, la es- amante de Lady Chatterly, Lolita y las oficina cerca iban a almorzar o, cada vez ron, entre ellas adquirir uno de los edi- Gómez Campuzano, los Cano, las acua- cenes variados como Accesorios Aqua-
un venado llegado de los Llanos Orien- traban en la bolera construida de cara pléndida reja coronada por el escudo obras del Marqués de Sade encerradas y menos, a tomarse unos cuantos tragos, ficios Carré o Vásquez, o alguna de las relas, los óleos de Georges Brasseur y marinka, Boutique Zednareh y El Mun-
tales y un tigrillo proveniente del Viejo a su tronco un espacio para divertirse. del Club y dos dragones rampantes re- mohosas, a la espera de que algún socio porque la manejada hasta El Poblado o casas viejas de El Poblado. Se pensó en demás obras que conforman la exquisi- do de las Fragancias, desde donde es
Caldas. Ignoraban el domicilio del per- Para entonces sus frutos habían dejado presentaba una opulencia pocas veces se sometiera a la doble censura que im- Laureles se hacía peligrosa. Las señoras Catay o Villa Lucía, pero la división en- ta colección de arte del Club. Hoy se ex- posible observarlo a la altura de sus ra-
sonaje y la única opción fue enviarlo al de ser novedosos, y en plena cosecha el desplegada por la sociedad antioqueña. plicaba retirarlas. que ahora “bajaban” al centro a una cita tre los socios que querían la disolución hiben en la sede construida en el Cen- mas. Estamos en octubre, época de co-
Club Unión. Desde allí, sin duda se lo piso se cubría con el manto rosado y el Era el sitio obligado de las más fastuo- El fiambre del Club era muy solicita- médica o a cualquier vuelta ineludible, y aquellos que pretendían trasladar la tro Empresarial San Fernando Plaza, secha. Los gajos exhiben la exuberan-
harían llegar. El pequeño árbol, insig- olor dulzón de las peras en distintos es- sas fiestas y los enlaces de las familias do. Constaba de una presa de pollo o un lo aprovechaban para entrar al baño, re- sede dilató la decisión por varios años. sobre la Avenida El Poblado a la altura cia anunciada por el olor a tierra, y el
nificante en la lata cuadrada de man- tados de descomposición. Solo los niños más elegantes, y no había político im- trozo de carne de cerdo, según la elec- frescarse o tomarse un tinto. Los par- Al momento de la venta algunos de de la Milla de Oro. El pero de agua, por peso de las frutas las acerca hasta ha-
teca de cerdo en que fue enviado, fue se maravillaban ante la vista de los ga- portante que no hubiese sido atendido ción, una papa cocida, un huevo duro queaderos se volvieron el servicio más los objetos emblemáticos del Club, por el contrario, debió quedarse a ser testi- cerlas parecer asequibles. Me inclino
relegado a una esquina del jardín que jos brillantes e intentaban por todos los en él. Allí se celebraron las nupcias de y, para el postre, bocadillo con queso. solicitado. El pero de agua dejó de reci- un descuido en la negociación y por la go de los cambios que se avecinaban. sobre la baranda mientras los comensa-
adornaba una de sus entradas. Pasado medios –escobas, palos, piedras atadas la primera Señorita Colombia que tuvo Los sábados muy temprano el traba- bir las atenciones de los niños y sus fru- ley que dicta que todo aquello que esté El antiguo edificio, acervo arqui- les de las mesas de abajo me observan
un tiempo, algún jardinero con iniciati- a cordeles– hacerse a unos cuantos, así Antioquia, y que por dispensa especial jo en la cocina consistía en empacar las tos pasaron a ser manjar exclusivo de adherido al edificio hace parte del mis- tectónico de la ciudad, se transformó sorprendidos, e intento alcanzarlas. Ta-
va decidió sembrarlo, abriendo un hue- fueran magullados. La textura crujien- del Arzobispo de Medellín se convirtió cajas blancas de cartón, y a las cinco de aves y murciélagos. Ciertas fiestas –pri- mo, dejaron de pertenecerle. Así, el en el Centro Comercial El Unión. Ob- rea imposible sin palo, escoba o piedra.
co amplio para permitir el rápido de- te que al ser apretada contra el paladar en el primer matrimonio nocturno de la mañana muchas de ellas ya estaban meras comuniones, quinces y cualquie- pero vio desfilar las puertas del Salón servo cómo la fuente permanece intac- Saco el celular, enfoco el racimo más
sarrollo de las raíces. Cuando la espo- liberaba el agua simple y refrescante la ciudad. Para el evento se extendió un con sus dueños en la Iglesia de San Be- ra otra que requiriese de algún grado de Dorado, las dos arañas de cristal de bo- ta: los azulejos no han perdido sus co- cercano y disparo. Será resignarme con
sa del dueño fue a reclamarlo, el pero bien valía la pena. tapete rojo desde la residencia de la no- nito, cerca de la estación Villa del tren solemnidad–, se seguían celebrando en hemia cuyos prismas reflejaban y mul- lores y las figuras de inspiración moris- una mala foto. UC
de agua ya contaba con metro y medio Las áreas del Club se encontraban via hasta la Basílica Metropolitana y la que llevaba a Puerto Berrío. Pescado-
de altura y formaba parte del paisaje claramente delimitadas y muchas solo multitud, en su afán por ver a la reina, res y cazadores, con toda la indumen-
del Club. Al dar la primera cosecha, de admitían la presencia masculina. Así se paró en las bancas de la iglesia y en taria requerida –cañas, escopetas y pe-
frutos frescos y rosáceos, recibió el más ocurría con el salón para fumar, los bi- los descansos de las columnas, y termi- rros–, asistían a la misa más singular de
sofisticado nombre de pomarrosa y su llares y tres de las cuatro salas de jue- nó amenazada con excomunión gene- Medellín, pues en el momento en que el
dueño original se atribuyó el honor de gos. Las partidas de póker, pero princi- ral por irrespeto al templo. Los recién silbato anunciaba la partida, sin impor-
la siembra. palmente de parqués, podían extender- casados tardaron más de media hora en tar en qué parte de la liturgia se esta-
Corría el año 1952 y el Unión, que se hasta altísimas horas de la noche, y recorrer las dos cuadras que separaban ba, el padre la daba por terminada y to-
ya llevaba casi cuatro décadas en la era común apostar carros, caballos y la Catedral del Club Unión en el Cadi- dos, incluido él, se montaban a los va-
sede de Junín, entre La Playa y Mara- fincas. Famosa es la anécdota de un so- llac de la Gobernación. Flores y velones gones con la esperanza de regresar con
caibo, seguía adaptándose a las necesi- cio que tras una noche de juerga llegó a adornaban el patio central. El entorno las manos llenas de las sabaletas que
dades de sus miembros. Las instalacio- informar a su señora que tenía que des- del pero fue alumbrado con faroles, y generosamente ofrecía el río Porce, o
nes deportivas constaban de una can- ocupar la casa porque la había perdi- sus frutas resplandecientes servían de de las guaguas y torcazas apresadas en
cha de tenis en polvo de ladrillo, unas do a puerta cerrada; eso sí, los mismos antesala a aquellos que ingresaban por el monte. Otros fiambres eran reclama-
barras de madera en las que los socios amigos tahúres se encargaron de pres- el parqueadero. Ya en el salón, la ilumi- dos más tarde, y si el pero se encontra-
podían practicar algunos ejercicios de tarle una finca mientras se reponía de nación tenue se multiplicaba en el oro ba en cosecha algunos agregaban a su
gimnasia y estiramiento y, excavada en la desgracia. La cuarta sala era territo- de las columnas y las joyas de las invi- contenido unas cuantas de sus frutas,
lo que fuera el solar de la antigua casa rio de las esposas de los socios que pa- tadas. La fiesta se prolongó hasta la ma- que terminaban aplacando la sed en pa-
que albergaba la sede, una pequeña saban tardes enteras jugando canasta drugada, y los seiscientos invitados bai- seos a quebradas, ríos o fincas. En los
piscina construida para que el enton- con barajas marca KEM, las únicas que laron y gozaron al son de la orquesta de pícnics las cajas complementaban el
ces campeón nacional pudiera entrenar traían las cincuenta y cinco cartas re- Lucho Bermúdez y demás artistas que contenido de las canastas, de las que sa-
para las olimpiadas patrias que se cele- queridas para este juego. por esos días se presentaban en el ra- lían sánduches de huevo, quesos, uvas y
brarían en Barranquilla. A ciertas horas del día, las sillas del dioteatro de La Voz de Antioquia. vino, dispuestos sobre un mantel a cua-
Ya en pleno desarrollo, el pero ha- corredor entre el bar principal y el co- La biblioteca, una estancia peque- dros al mejor estilo extranjero.
bía presenciado las empanadas baila- medor tenían dueño. Faltando diez ña con una soberbia mesa rectangular Para algunos ir de caza consistía en
bles que se celebraban todos los sába- para las diez de la mañana, los socios de superficie taponada conformada por todo un ritual. Se reunían temprano los
dos de tres a seis de la tarde, a las que, que trabajaban en oficinas cercanas se treinta y dos hexágonos pequeños con sábados, y vestidos con la indumentaria
además de lo anunciado en su nombre, dirigían a tomar tinto como en una pe- incrustaciones en maderas exóticas, ro- apropiada –botas, pantalones de dril y
24 UC número 40 / noviembre 2012

Hoja fina Exfanfarria Teatro Ven y disfruta

Un Paso hacia una nueva historia COMIDA DE MAR


AL SON DE LA HABANA
Calle 50 B No. 39-36 Telefax: 217 83 64

por J U L I E N Y O N
E-mail: exfanfarriateatro@gmail.com
www.exfanfarriateatro.org
Encuéntranos en facebook y twitter

Fotografía: Juan Fernando Ospina


Del 22 de Noviembre al 1 de Diciembre. Tel: 2398291
Jueves, viernes y sábado. 8:00 p.m.
ESTRENO: LA CASA DE LA LAGARTIJA
Calle 53#42-13
Dramaturgia y Dirección: Fernando Zapata 2do piso
Beca Creación año 2012
Secretaría de Cultura Ciudadana - Alcaldía de Medellín

A
l final de los años cuaren- sacrificios duraban uno, dos, tres días, aquí, una promoción por allá, un
ta, en una tienda del ba- una semana, de fiestas, cantos, embria- consejo, una receta: “El hígado
rrio Les Halles en París, es- guez, bailes, cortejos. Fue allí donde de ternera se asa rápidamen-
pero a que por fin un clien- todo comenzó. te por los dos lados, que que-
te me elija, alineado con mis Siento nostalgia de esos tiempos ol- de medio cocido al interior”;
compañeros, mostrando nuestras ho- vidados, misteriosos, pero fundadores “Los sesos de cordero se
jas afiladas y nuestros mangos de ma- y gloriosos. Ahora paso la vida en los meten en un caldo hir-
dera bruta. Les Halles, el gran merca- bastidores. Los tiempos modernos nos viendo, apague el fuego
do de la capital, el barrio que solo duer- relegaron al patio trasero, escondidos y deje enfriar, póngale
me con un ojo alrededor de los doce pa- de los ojos de los que alimentamos con mantequilla. ¡Es deli-
bellonesi Baltard*, donde cada día lle- nuestro trabajo nocturno y silencioso. cioso!”; “¿Sabe?, las
gan frutas, legumbres, especias, car- patas de cerdo debe
ne, harinas, aves de corral, granja, ma- **** apanarlas y luego
rea... Todo lo que va alimentar a los pa- asarlas… Hmmm,
risinos pasa por este lugar, al por mayor Empiezo el día a las cuatro de la ma- acompañadas de
o al detal. Es El vientre de París, se nu- ñana. Primero hay que ocuparse de “los ensalada y vina-
tre de todo Francia, lo que llega en tren despojos blancos”, casi listos desde la greta, ya me dirá...
de noche, camiones, carretas, chalanas. víspera: las cuatro partes del estómago Además, no cuestan
Una multitud satura las calles: vende- y las tripas son limpias, blancas y lisas casi nada”; “Con las
dores, compradores, repartidores, por- como marfil, tibias a la salida del baño lechecillas de terne-
tadores, ambulantes, callejeros, mendi- de cocción, donde se cocinan de cinco a ra se sirve una salsa
gos... Desde mi escaparate les veo des- seis horas. Qué delicia cuando mi hoja Meunière o nada; si no
filar cada día, berreando, arengando, se desliza por sus suaves arrugas. le alcanzan, compre las
transpirando, cantando, buscando. Después hay que recortar un poco de cordero: son igual de
Un mañana, una mujer de cuaren- las patas escaldadas y depiladas. buenas”; “Y una cabeza de
ta años entra y pide ver los cuchillos de La cabeza me da mucho trabajo, ne- ternera para el señor Jacques,
carnicería. En nuestra familia cada uno cesita todas las atenciones: escaldar, ¿una?, ¿una o dos? Le tengo
tiene su especialidad: cortador, limpia- depilar, deshuesar, cortar la lengua, unas tripas, muy buenas, blancas
dor, deshuesador, hacha, sierra, e, in- trepanar para quitar los sesos, hervirla como la leche. Y con esto, ¿qué más le
dispensable, el que nos mantiene y al horas y enrollarla como si fuera un plie- doy? ¿Un filete de corazón?, ¿un peda-
mismo tiempo nos mata: el afilador. go, bien sea sola o con los sesos y la len- zo de hígado de ternera?”; “Ah, mire,
Fui elegido junto con mi hermano me- gua adentro. Las lechecillas**, reinas de el señor Martin, ¿va a llevarse su len-
nor y dos limpiadores pequeños; no ol- la tripería, se escurren lentamente en gua?, es día de fiesta...”; “Y un par de
vidó a nuestro mejor enemigo. El precio agua fría antes de ir a una prensa du- testículos para la señora Hortensia... Ya
fue negociado y dejamos la tienda em- rante una hora; casi no las toco. me dirá si son tan buenas como las de
pacados en papel periódico. Atravesa- Después participo también en la su marido”.
mos la ciudad hasta la periferia Sur. Era preparación y limpieza de “los despojos Y así hasta la hora del almuerzo.
allí donde trabajaríamos, de noche, en rojos”: hígados, corazones, riñones, las Luego comenzamos a empacar, y es
el garaje acondicionado como laborato- partes más nobles; estos se venden cru- momento de liquidar lo que sobra y no
rio de tripería. dos, y solo se les debe quitar grasa, piel se puede guardar. Hay uno o dos true-
La tripería es una rama aparte que interna y vasos sanguíneos. ques con las colegas, por un queso, un
en otro tiempo estuvo integrada a la Una vez lavados, cocidos, desen- pan, a veces una botella del vino blan-
carnicería, pero en París se independi- grasados, sacados los nervios, pelados co que a ella le gusta tanto. Y volvemos
zó de forma oficial a finales del siglo y servidos en pequeños platos, nos va- al taller para hacer inventario de lo que
XIII. En adelante, el “quinto cuarto” mos hacia los mercados. Son las seis de no se vendió, meter la carne en el con-
estuvo reservado al tripero, a la salida la mañana y la gente nos espera para la gelador, hacer algunas preparaciones,
del matadero. venta en los escaparates en plena calle. las cuentas y hasta el otro día.
El quince por ciento de una bes- Mi dueña es conocida en tres mer-
tia, sus órganos vitales: vísceras, estó- cados donde siempre ha trabajado. Los *** De venta en
mago, hígado, corazón, pulmones, mé- jueves y los domingos la venta es en el Almuerzos Gourmet Domicilios
la sede de
dula, riñones, patas, sesos, testícu- mercado del boulevard Brune Porte de Todo esto duró hasta los años seten- $9.000 266 29 05
los, ubre, lengua, hocico, cola y cabe- Vanves, el miércoles y el sábado en el ta. El cansancio nos ganó y cambiamos Tel. 2 84 42 02
za de res, de oveja, de marrano, de ter- boulevard Lefebvre, cerca de la puer- las tripas por las plantas aromáticas y Carrera 50D No 61-63 • Medellín
hombrenuevo@une.net.co Calle 10 # 41-55
nero y de cordero, todo eso nos corres- ta de Versailles, y los martes y viernes los productos del jardín del marido de
ponde por derecho. Me considero tripe- en el boulevard Exelmans, cerca de la mi dueña. Es mucho más fácil para todo
ro, como mis ancestros. Nuestro oficio puerta Molitor: los bulevares que encie- el mundo… Además, yo he ido perdien-
se remonta al origen de la humanidad. rran a París. do el filo, aunque he seguido trabajan-
Fuimos sílex tallado, después hojas de Me gustan los mercados, el aire li- do hasta la jubilación. El tiempo pasó y
bronce, de oro, de acero. Empezamos bre, la ciudad en las mañanas. La gen- me empacaron. Después de eso he pa-
en las manos de maestros de ceremonia te se levanta y viene a llenar sus canas- sado de mano en mano, de una cocina
como utensilios de sacrificios. Los sa- tos; son los primeros “buenos días”, con a otra: de la cocina de Giselle pasé a la
cerdotes en traje de gala fueron los pri- la cara aún arrugada, el olor del café, de su hija, y después a la de su nieta, y
meros en utilizarnos. Cortábamos los de la panadería de la esquina, los gritos luego a la de su bisnieto. Este úl-
cuellos y las panzas. Bañados en san- de los vendedores, los escaparates que timo me reservaba una aventu-
gre, recortábamos la carne todavía ca- cambian de productos según la esta- ra: me empacó en una maleta y
liente y palpitante de donde sacábamos ción. Y es en este momento, cuando se veinte horas más tarde estaba en
los corazones, hígados y grasas quema- escuchan las historias del barrio y del el trópico; no me lo habría imagi-
das en ofrenda a los dioses. El humo se día a día de sus habitantes, en medio nado. Ahora paso el día cortan-
elevaba mientras se asaban las piezas, de las pequeñas frases, que los vende- do chocolate en una panadería.
que después eran compartidas entre los dores buscan enganchar a los clientes y Confieso que estoy bien contento
notables y luego entre el pueblo. Estos se cuidan de ofrecerles un regalito por de probar el postre. UC

* Pabellón [Pavillon]: Edificio redondo o cuadrado que termina en punta


** Glándulas Timo, de ternera o de animal joven.
26 UC número 40 / noviembre 2012

paisaje

x 10

DR. GUSTAVO AGUIRRE “Quiero música, maestro, se lo pido por


OFTALMÓLOGO CIRUJANO U DE A. favor, que esta noche estoy de Tangos...
Quiero hacerle un expediente al corazón,
CIRUGÍA CON LÁSER que tenga compás y canto...”
(Homero Expósito)
Clínica SOMA
Calle 51 No. 45-93 • Tel: 513 84 63 - 576 84 00 Calle 53 No 43-59 Maracaibo • Tel. 239-3580
“Muchas son las cualidades del aguardiente: es compañero de gustos
y reveses de nuestro pueblo; el labrador que antes era tímido y
temblaba de enfrentarse a una hembra remisa, con dos o tres copitas
de tan exquisita toma, se vuelve insinuante y arriesgado y se siente
entonadito para hablar con desparpajo a la mujer más retrechera."

Bernardo Arias Trujillo, Risaralda (1935)

También podría gustarte