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Si ocurriera lo peor, debo aclarar que no he votado a nadie, que no he votado por ninguno. Y por ende, que de
tal semejante desmadre me declaro absolutamente irresponsable.
Otoño del 2018
El Mago
de la calesita
Por Ricardo Mamaní
la odalisca seguía llorando y la calesita seguía gi-
rando con la odalisca llorando y el bebé contento
arriba del pato gigante.
Se detiene la calesita y empiezan las chacareras a
puro violín y bombo.
Baila la odalisca con todos sus pañuelos, su vesti-
do corto y su torso desnudo: extasiada y fuera de
sí no se baja de la calesita.
El público gritaba con algarabía y frenesí ¡bravo,
bravo! Continuaban los aplausos y el bebé conten-
to a todos saludaba. Y se cae el telón y tapa la ca-
lesita.
El bebé otra vez se largó a llorar.
El payaso del circo con el micrófono en la mano
decía ¡que paren a la calesita!
“Cada casa es un circo”. Maqueta de Nicolás Picatto El bebé otra vez vuelve a llorar y se detiene la ca-
lesita.
Había algo insólito en medio del circo: una calesi- El público estallaba en aplausos y las chacareras
ta tapada con una carpa de color verde con dibujo empezaban a sonar con su magia en el crillón de la
de odalisca, conejos marrones y blancos, y un bebé noche y los aplausos no paraban y las chacareras
sentado con un chupete en la boca. no dejaban de encantar.
Giraba en medio de la función del espectáculo del Entonces ocurrió algo inesperado: se cortó la luz
circo, era el carrousel de mandinga. eléctrica en todo el circo. Por unos minutos volvió
Las personas no aguantaban tanta algarabía por- el silencio y los silbidos invadieron el circo mien-
que se escuchaban chacareras y más chacareras. tras la calesita no dejaba de girar tapada con la
No se detenía el carrousel y el mago del circo sa- lona.
caba un conejo que saltaba de la calesita, después Y el payaso del circo empezaba a gritar ¡Hagan gi-
saltaba un payaso con un caballo de plástico deba- rar la calesita! Y las chacareras ya estaban tontas
jo del brazo, luego saltaba un burro de verdad. To- y a punto de sublevarse de tanto girar adentro de
dos saltaban con la calesita girando y el público no la calesita a bombo y a violín; la odalisca cantaba
paraba de aplaudir. El dueño del circo, extasiado, chacareras con la calesita tapada.
saltaba con todo el público arriba del escenario. Como por arte de magia vuelve la luz eléctrica y el
El burro y el payaso eran de verdad y estaba el mago de la calesita hace desaparecer al bebé que
burro tranquilo arriba del escenario hipnotizado lloraba.
por el payaso. En medio del escenario y por debajo del carrousel
Y las personas que estaban abajo gritaban ¡otra, cae el disfraz de un bebé de goma del tamaño de
otra! Y aplaudían. Y de golpe tapan con una carpa un niño. Y cae también un plumero con un mon-
la calesita y se detiene el carrousel y empieza a tón de pañuelos en forma de odalisca.
llorar un bebé y también llora una odalisca. Des- Y el payaso gritaba “¡Paren a la calesita porque el
pués de nuevo sacan de un solo golpe la carpa y mago no está y la calesita ya no me obedece! Man-
dejaban de llorar el bebé y la odalisca. dinga me está ganando la calesita”.
Entonces empieza de nuevo a girar la calesita pero “¡Y se está quedando con la odalisca y mi bebé ya
aparece en el medio del carrousel un pato de plás- no está llorando!”
tico gigante y se calla el bebé y empieza a sonreir. El mandinga del carnaval se está quedando con la
Su mamá lo había sentado en el pato gigante pero carpa de mi circo, la odalisca, mi bebé de verdad y
mi calesita”
Odio el carnaval que me quitó todo y me dejó sen-
tado en el catre de mi cama.
El mandinga del carnaval en febrero me hizo llo-
rar, dejándome solo sin nada. Hasta se robó mi
sueño el mandinga del carnaval. Todo de una sola
vez se adueñó el carnaval.
Sábado 20 de enero del 2018
4 El PájaroCultural
Mauro Martina Tributo a la tristeza de Abril
Nació en la Ciudad de Salta, y su infancia se desenvolvió a la alta luz de San
Antonio de los Cobres. Publicó en Antología con los poetas de Rosario de Ler-
ma, y estos poemas son los adobes de una próxima obra a publicarse en libro.
Más allá del Olvido
Frente al mar medito:
Lavanderas Wichi Peón de cuatro sombras quiero reencontrarme
Ráfagas de galopes, remolino de la A Gustavo Rubens Agüero y de mis pesadillas escapar.
orilla, Vivo prisionero
trastos de ropa que lava el río. Migaja de estrella. del exilio incomprendido
En reincidente espera: Espejismo estremecido en la puna de en islotes tan queridos.
Encajes de carmín encendido de me- Cauchari,
jillas. niño perdido, que no sabe el código, la
oculta geometría. Mil cartas perdidas
Ágoras ajadas sus manos, Hierve una pizca de humanidad, en el y otras no respondidas
vierten y en la espuma naufraga el sol que se quema en mi mente confundida.
mediodía. en su piel. Ilusionado sentía
Una nativa blancura penando
Golpe tras golpe, en las patas de los guanacos, que a mi patria volvería,
desgarban el cansancio, y en tus ojos… atrapada al barrio de mi pueblo.
pobre, de rodillas. parda tu mirada en la lente, combatiente
Saborean sus siluetas cobres los olvi- en la nada. Altano que viene y va
Prisioneras del sudor, palas y manos de
dos sal. trae suspiros y saludos perdidos
y en reflejos huelgan las penas, Wichi, Corazón de pico y miseria. de mis hermanos caídos.
sobre el río. Y Coquena en la alborada. De voces y rostros que rondan
en la densa neblina
Más allá…del Pilcomayo El amor no tiene día, viento de la caricia. de mis sufridas Malvinas.
resolana enjuagando pedregal Cuatro sombras y la noche, capa estrella-
y arriba el ojo azul de la jauría. da.
Cobija minera sin sueños de abrigo.
En litorales desertados nidos, y el in-
En la soledad de Soledad
vierno. Luna de botines fríos, rasgada sal de talo- con su vestido de novia,
nes y rostros. de su modista,
La roca desarropó la claridad, Hambre de fin de mes la tenaz ventisca
y cansancio.
socavando el gris sueño de las sába- El salario, lastimadura del bolsillo que que con copos de nieve
nas. derrama alcohol. a los pibes cobija.
Mece el sauce el ojo y su rabillo, La boca, ruinas, donde mascullas la vida.
resquicios de oscuros silencios. Coca, soledad en hojas, verde el diente… Quiero regresar.
Acaso, el horizonte, Y la mueca
y la muerte. Esa nieve, ese rugido,
un trazo al azar y umbrío. no me dejan precisar.
Tu tiempo, ceniza de estrellas,
Y la llovizna que todo lo regresa, temprana y salada raíz. Y dudo si en desembarcar
derrama en mis seres queridos
blasfemias a sus denuedos. Y en las trizas de los huesos del peón cor- o en mis compañeros dormidos.
tador,
y otro… naufragando, desolado el universo,
anónimo y lastimado atardecer. un salar de gritos mudos. Soldado no te duermas
que el frío enferma,
y de su pesado sueño
la muerte será tu dueña.
Tu demostrada convicción
yace en esperanza y redención.
5 El PájaroCultural
Desde Santiago del Estero el poeta Jorge Rosemberg ha desarrollado un género por demás particular, se podría
decir inédito, como cuando los hermanos Núñez desarrollaron la Chacarera Trunca, que ya era, que ya existía,
pero no tanto, no tan en demasía. La traducción de Zoco es la de mercado, y viene del árabe, como los números,
como la almohada, como la teja, como las odaliscas, como tantas otras cosas. Por lo que recuerdo “Buri buri” era
una acepción atribuible a la mollera, a la mente, a la imaginación, tal vez y en este caso, a la memoria. Estos textos
pertenecen a su libro El Zoco de la buri buri VI, intitulado Quetuví. Lo que indica que antes de éste hay cinco ra-
malazos de memoria para recordarnos que Santiago, entre el dulzor y el amargo, todavía existe, todavía perfuma,
como un pasado paraíso que, empecinadamente, se niega a desaparecer.
Cielo despejado Walker de etiqueta azul para tal pro-
pósito. Y bueno, contesta, ojalá que mi
Son los fines de agosto y agosto se des- marido esté de acuerdo. Yo, de puro
vanece ya, al igual que los otros, según atrevido, de puro metido nomás le res-
pasan los años. Según la sabiduría po- pondo que lo que le viene bien a un
pular hay que pasarlo, ésa es la consig- pavo le viene bien a un hombre, que
na, y encima tiene treinta y un días el no tendría inconveniente, esto provocó
desgraciado. El comienzo con la ruda una risa conjunta de los dos.
en el té Alberto Alba lo preparaba con Tras el estrepitar de la última carcajada,
aguardiente catamarqueño, entre sus la mujer agarra el carrito y se va. Claro,
libros y silencios, en la calle Perú. El cómo se va a reir una mujer casada con
poeta preparaba comiditas ricas. Su im- un desconocido en un supermercado, es
pecable copa de tinto, pero no, en agos- pecado. Pienso que la misma situación
to no es conveniente recordar, es malo sucedida en un almacén de esquina de
recordar. la vieja ciudad, hubiera durado un rato
Hoy 29 de agosto, siendo aproxima- más. Los almacenes aquellos estaban
damente las catorce, está llegando la excentos de pecado, eran como nidos
tormenta de Santa Rosa, Santa Rosa de donde reposar la vida de las tardes san-
Lima, la patrona de América Latina. Al pasar la tormenta de Santa Rosa, he pa- tiagueñas, una vida social hoy triste-
Yo estaba recostado, aleargado (con sado por la calle Mitre, qué intensidad habrá mente inexistente. En el supermercado
todo el esfuerzo que me ha costado re- tenido la tormenta que la calle lucía anaran- de hoy el carrito tiene cuatro ruedas
cordar ese adjetivo) cuando comenzó el jada, todas las naranjas agrias ya maduras para circular, no puede estar mucho
viento a zumbar, en la calle no se veía en el suelo, todas. tiempo quieto, el pudor tiene además
nada, todo era una nube de tierra. El 1 Qué linda oportunidad para organizar una que cicular. El pudor en las tardes san-
de septiembre fue peor, la violencia del Pymes, pensé, me refiero a un microempren- tiagueñas de mediados del siglo pasado
viento ha sido tal que hasta una sanda- dimiento productivo para elaborar dulce de era candoroso y duradero, espirituali-
lia de alguien ha caído en mi patio. Un naranjas de la calle Mitre, ciudad de Santia- dad de la vida coloquial desaparecida.
Tsunami de tierra, según la Mora. go del Estero. Y mirá si yo mismo hago la El almacenero ya había enterrado su
Agosto necesita otro sistema nervioso, fundamentación del proyecto, de seguro ha- cuchara grande de plata en la harina, en
una salida al mar, a todo lo presente bría sido rechazado por organismo respon- la yerba, en el fideo, en el azúcar. La ba-
perdido, a la vida que entra por la boca sable y competente, se habría determinado lanza de pesas de bronce ya había dado
entera. que la calle Mitre quede a merced de los su veredicto y la mercadería ya estaba
Mientras tanto un canal de televisión de poetas. Unas naranjas aplastadas no pueden envuelta en el papel de astrasa con los
Buenos Aires anunciaba un pronóstico fundamentar ningún proyecto, constituyen moñitos realizados perfectos sobre el
extendido: “para la región del noroeste la materia prima para la decoración. Es algo mesón, y seguramente un hombre y una
argentino, despejado, cielo despejado”, que precede a lo real y lo encadena. Mejor mujer parecidos a estos de la Plaza Vea
no sé para qué inventan, si no saben, no dejemos a la ciudad así como está. prosiguen una conversación, con una
digan. Esa calle de color naranja, acaso sea el aviso bolsa o un canasto en sus manos.
de un ángel de buen gusto y con el perfume He dicho canasto y mi nostalgia pa-
necesario para atemperar un largo adiós. gana, empedernida, y mis ojos ven a
Un nuevo septiembre de la vida va llegan- las reina de las marchantas, doña Ra-
do. Una nueva primavera con los brotes del mona, con un canasto repleto en cada
amor y es un frenético honor aceptar sus brazo, no en cada mano, encima con el
desafíos. pashkil encima, con otro canasto más.
Trajinada vencedora de los calores y
Extraño momento en un super- las veredas ofreciendo a domicilio ga-
mercado llinas, pollos, huevos, frutas, verduras
y para esta época pavos y pavitas para
Góndola de las bebidas fuertes en Plaza la dulce Navidad. Mi madre en el patio
Vea, en el Disco viejo, como tecía la Tere abriéndole el pico al pavo para meterle
Palumbo. Vea vos. Disculpe señor, me dice cognac Tres Plumas. Decían, la expli-
una mujer, si yo podía aconsejarle qué cog- cación que yo he recibido de primera
nac podía comprar para darle al pavo que mano, era que haciéndole eso al pavo
seguramente iba a matar. se le impregnaba la carne de un espe-
De la navidad se trata, mejor dicho se tra- cial sabor. La versión menos culposa es
taba, empecé a pensar para mí. Este…, le la gente que dice que así se lo macha-
digo, no va a comprar usted un Johnny ba al animal para que no sufra cuando
6 El PájaroCultural
living con la misma postura de Winston
Jorge Rosemberg Churchill.
XII. Recuerdo la bosta de los caballos
percherones de la reina Gubaira sobre el
7 El PájaroCultural
Apuntes del Valle Norte
Las piedras se constituyen comu- luego, en la mañana, ingerir el lí- raspándolas con un cuchillo u
nes y preciadas en la cotidiani- quido que resulta. Esto ayuda a otra piedra más dura como las
dad de estos paisajes. Existe una curar algunas enfermedades del blanquitas desgastándola hasta
comunicación profunda con esos corazón (el soplo que le dicen). que saca el color.
minerales, fundada en la mane- También se usan para curar en se- Alguna vez, una señora del
ra en que el vallisto construye su pueblo me curó de la mala
territorio. Una manera que supe- suerte, que según decían mis
ra y destruye cualquier empeño compañeros de trabajo me an-
modernista de catalogar aquella daba rondando. En aquella
forma de vida. Una manera que oportunidad el tratamiento fue
indica preexistencia, una forma corto, en una habitación en la
que discute e interpela cualquier que había una cama, la señora
ontología cultural. me pidió que me sacara la ca-
“Cuando cae un rayo aparece la misa y que me acostara de es-
piedra como al año recién” Así paldas, usó ventosa con vapor
se explica en los valles el nacer de y luego frotó unas piedras ne-
las piedras que sirven para curar. gras (bien pulidas por el uso)
“Hay que cavar para encontrarla, en mi espalda. Según ella se
no es fácil”. Hace poco surgieron sentía la mala energía porque
estos relatos cuando nos entera- las piedras vibraban cuando se
mos de la noticia que un rayo acercaban al cuello. Cuando le
cayó en la cancha de unos de los pregunté qué eran esas piedras
parajes mientras jugaban unos jó- me contestó que eran piedras
venes. “ve… para qué se arma el del rayo.
carnaval ahí ?... ya pasó el miér- En los antigales es posible de
coles de ceniza por eso es…” encontrar estos objetos, por
En el Valle Norte, las piedras del lo general son rocas esféricas
rayo corresponden a esas rocas Dibujo de Gerardo Romano muy pulidas de color ocre u os-
que fueron tocadas por una cen- curas. Algunas veces se hallan
tella o un rayo. Estas no son rocas creto y que son usadas por las asociadas a otras rocas, tam-
cualquiera y a diferencia de mu- “personas que saben...” bién pequeñas de color blanco
chas otras tienen propiedades cu- (cuarzo) grises o verdes. Es in-
rativas. Según cuentan, muchos “Son conocidas” las piedras teresante lo que surge cuando
médicos de campo recomiendan del rayo, por ser de color mo- los vallistos ven esas piedras
dejar estas piedras en un vaso rado y siempre se vuelven re- arqueológicas. Inmediatamen-
de agua durante una noche para dondas. Se usan por lo general te reconocen cual es la piedra
del rayo la distinguen entre las
otras que también son pulidas
y esféricas. A veces esconden
el para qué sirven diciendo que
desconocen su uso, sin embar-
go rápidamente piden de re-
galo la misma piedra de color
morada.
8 El PájaroCultural
Opinión: Política y sociedad
9 El PájaroCultural
Jaime Dávalos
“Yo soy un ser de una gran fecundia verbal. Capaz de hablar horas,
días, años. Porque es como pircar; un viejo oficio de hombre que llevo
puesto en la sangre, que lo he heredado de los mayores boliches, de la
gente que no sabe que sabe, pero cuando empieza a averiguar le sale ese
saber que ellos no saben: el saber popular.”
Jaime Dávalos
(1921-1981)
Elegía
De mínimas heridas lastimado se devora su sombra arrodillada
Me voy muriendo a ratos tan ligero con el impulso de la correntada
Que me siento lejano y extranjero río abajo se va dejando el cuero
Del que ayer fuera alegre y confiado. en el bermejo viborón naviero del
agua
Tengo un niño en el alma rezagado por la luna alucinada
No quiero endurecerme, ay!, no lo arriero de la sombra de la vida
quiero por el camino que anda caminan-
Ni ser mi padre, ni tener sombrero do
Sino ser un cantor enamorado. lleva la carne de la primavera
trafica con la selva sometida Jaime Dávalos
Quiero permanecer en la tristeza que como él va en silencio
Y en la angustia de andar como los navegando al destino final Dibujo de Luis Argenti
bichos de la madera...”
Perdido por el mundo de la leña
10 El PájaroCultural
Casamiento
Fotografía deArchivo
Por Luis Oliver
Jaime tuvo cuatro hijos con su señora Doña Rosita Berman: Julia Elena, Luz María,
Jaime Arturo y Constanza. Luz María fue flechada por la mirada atrapadora y ele-
gante de Eduardo el Flaco Casabella Espelta, hijo de Don Antonio Casabella y de
Doña Sarita Espelta.
La visita del “candidato” o pretendiente era muy bien recibida ´por todos los Dáva-
los, incluso por Doña Chela, la viuda de Don Juan Carlos Dávalos.
Se fija fecha del casamiento y la ceremonia se realiza en la Catedral Basílica. La cola
de la novia la llevaban sus primos Javier y Beatriz, hijos de Ramiro Dávalos.
La fiesta se hace en la casa de la novia en la 20 de Febrero al 600, en la vieja casona
con balcones de hierro, de puertas anchas con zaguán, que desemboca a un primer
patio; y a su derecha una enorme planta de Costilla de Adán, pegada a la pared que da
a Teresa Mesquida.
El segundo patio con un piso de ladrillo y un juego de mimbre, las macetas con bego-
nias y los helechos sombríos.
Los invitados fueron Eduardo Falú, Ariel Ramírez, el charanguista Jaime Torres, el
Negro Aráoz y Sra., Coco Botelli y Sra., su primo Koqui Aráoz Dávalos, las hermanas
Ortiz, el Coya Britto, compañero de secundario del Nacional. Ahora con Local en el
El Coya Britto era bien humilde, al decir del Pachula Botelli, tenía un rancho en La Hiper Libertad
Plata, todo el mundo iba al rancho del Coya Britto, a las orillas, tomaban mate, les
daba la llave, y se ha recibido de Ingeniero Agrónomo ahí. La madre lavaba la ropa y
creo que vendía tamales, empanadas ahí cerca de unos arroyos en Tres Cerritos ¿sa-
bés dónde? Cerca de donde está la pollería, donde está la pescadería, ahí arriba, en la
Lavalle. Por ahí es, donde Lastra Gonzales vivía ahí cerca, donde está el monumento
a Mariano, ahí unas tres cuadras arriba, por ahí vivía. Era bien humilde y ahí tenía
una casita donde ha vivido toda la vida. Y el se recibe, después ha trabajado en el
Inta. Jugaban al fútbol en el fondo. Bien bonita la historia del Coya Britto.
Volviendo al casamiento de Luz María, el Jefe de ceremonia era su hermano Martín
Miguel, los cantineros eran el Hernán y Ramiro Dávalos, y el mozo Marote Oliver,
quien les habla.
A las tres de la mañana, en lo mejor de la fiesta, a Jaime se le ocurre cortar la luz. Y en
medio de la oscuridad de ese hermoso e inolvidable casamiento, dijo:
¡Que brille mi hija Luz!
11 El PájaroCultural
Walter Adet
Responso a Rubén Fortuny
Pasa Rubén Fortuny asesinado
dibujándole flores
a los carros de asalto.
Pasa a la eternidad
y abren la puerta
de su jaula de plumas
los pájaros.
Fotografía de Archivo familiar
Pasa la envidia
y el mar se sonríe Orden Social
como cuando los peces
murmuran de su canto.
Enseñan a escribir en las escuelas y a leer
Pasa después entre líneas en las cárceles,
el asesino
persuaden a los gatos
y huye.
regándolos, rociándolos.
Pasa una mano
y lava la otra
mano. Contradecirlos
Pasa el pueblo es hacer un nido
de huelga en el sombrero
como un árbol del espantapájaros.
negándose a dar flor
en sus parásitos.
En la otra vida
Pasa el cortejo
y despedimos a un ausente. allanarán la imprenta
donde publica hojas
Pasa Rubén Fortuny
asesinado. inéditas el árbol.