Patologías derivadas de la

nutrición y su tratamiento (II)

Nutrición y alimentación de caninos y felinos
CONTENIDO
1. Objetivos

2. Problemas gastrointestinales
Gastroenteritis aguda
Diarrea crónica
Sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO)
3. Patologías cutáneas
Alergias alimentarias vs. Intolerancias alimentarias
4. Diabetes mellitus

5. Bibliografía
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Objetivos
• Abordar las patologías gastrointestinales más
importantes, su tratamiento y manejo dietético.
• Reconocer las diferencias existentes entre alergia e
intolerancia alimentaria, así como el diagnóstico y
el tratamiento que tiene que llevarse a cabo.
• Analizar la enfermedad endocrina y la diabetes
mellitus, cuyo manejo nutricional es de alta
importancia.
Problemas
gastrointestinales
Los signos comunes asociados con los trastornos
digestivos incluyen vómitos, diarrea, anorexia y
pérdida de peso. El manejo nutricional juega un
papel esencial en el tratamiento y, dependiendo de
la afección subyacente, puede ser más importante
que la intervención farmacológica. La presencia de
alimentos en el tracto gastrointestinal (GI) proporciona
una variedad de estímulos tróficos, como suministro de
nutrientes a los enterocitos, aumento del flujo sanguíneo
mesentérico, estímulo para liberar hormonas digestivas
y enterohormonas que influyen en la replicación y
diferenciación de las células intestinales, secreción
de IgA, mantenimiento del tejido linfoide asociado al
intestino (GALT) y otros. Por otro lado, algunos factores
relacionados con la dieta pueden causar reacciones
adversas graves como una respuesta inflamatoria
sistémica, diarrea osmótica y un tiempo de tránsito
gastrointestinal reducido (1).
3
El enfoque nutricional para este grupo de pacientes
debe considerar que el tracto digestivo es la vía natural a
través de la cual se ingieren y digieren los alimentos, y se
absorben los nutrientes. Por lo tanto, las enfermedades
gastrointestinales resultan en trastornos directos de los
órganos involucrados, en la pérdida de la capacidad de
absorción de nutrientes y la desnutrición consiguiente
puede conducir a complicaciones sistémicas. De esta
forma, los objetivos del manejo nutricional de estos
pacientes es restablecer las funciones digestivas,
restituir el equilibrio de la microbiota intestinal y
suministrar nutrientes a los animales (1).
Este primer apartado se centrará en tres patologías
derivadas de las afecciones gástricas, su fisiopatología,
signos clínicos y manejo nutricional.
Gastroenteritis aguda
La gastroenteritis es una inflamación del estómago y
del intestino delgado provocada por protozoos, virus o
bacterias nocivas que produce diarrea y vómito en los
animales, que vendrán acompañados de inapetencia,
dolor abdominal, mareo, indigestión y en ocasiones
heces con sangre.
El tratamiento de los trastornos gastrointestinales
agudos a menudo implica un periodo de descanso
para el tracto digestivo. Existen autores que han
recomendado la retirada del alimento durante un
período de 24 a 72 horas para reducir la carga osmótica
intestinal y también para reducir el sustrato intestinal
para la fermentación bacteriana. Sin embargo,
este concepto ha sido revisado recientemente.
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Se ha observado que la retirada de los alimentos
puede tener consecuencias nutricionales desastrosas.
Evidencias crecientes sugieren que el soporte nutricional
enteral en pacientes anoréxicos es beneficioso para
animales con gastroenteritis.
Estudios previos han mostrado que perros infectados con
parvovirus incrementaron su peso, tuvieron un período
de hospitalización más corto y una mortalidad reducida
cuando fueron alimentados por sonda nasoesofágica,
incluso cuando estaban presentes vómitos y diarrea, en
comparación con perros en ayunas que no tenían estos
signos clínicos presentes. El uso de soporte nutricional
microenteral temprano en perros con gastroenteritis
hemorrágica resultó en un período de hospitalización
más corto, mayor tasa de alta y aumento de peso,
en comparación con el grupo que no recibió soporte
nutricional. Se recomienda, por tanto, que la nutrición
enteral debe iniciarse lo antes posible, restringiendo la
nutrición microenteral al período de transición entre la
anorexia y el soporte nutricional entera (1).
Diarrea crónica
La diarrea se puede definir como el aumento de la
fluidez fecal, generalmente acompañado por una mayor
frecuencia de defecación y volumen de heces. La mayoría
de los casos de diarrea son leves y autolimitados,
requieren un diagnóstico mínimo y terapia. Sin embargo,
pueden ocurrir casos potencialmente mortales que
requieren mayores esfuerzos de diagnóstico y cuidados
intensivos (2).
La diarrea aparece cuando el volumen de agua y
electrolitos presente en la luz intestinal supera la
capacidad de absorción del colon, con la consecuente
eliminación aumentada por las heces. Esto ocurre
fundamentalmente por dos motivos: por un aumento de
la secreción y/o una disminución de la absorción. Los
patógenos ocasionan daño en la mucosa intestinal bien
sea, directamente, con invasión de la mucosa (diarreas
invasivas), o a través de toxinas. De cualquiera de las
dos formas se produce un daño físico y funcional en los
mecanismos de absorción de agua y electrolitos de la
mucosa intestinal, una estimulación de la eliminación
de estos y un daño en las hidrolasas presentes en la
mucosa, con la posible malabsorción de lactosa y
otros nutrientes, lo que favorece la deshidratación y la
desnutrición.
La diarrea puede ser considerada de dos tipos en función
de su duración (1):
• Aguda si dura menos de 14 días.
• Crónica si persiste por más de 14 días.
4
Los hallazgos históricos y clínicos y la apariencia
de las heces se utilizan para diferenciar si la diarrea
es de intestino delgado o de intestino grueso. Esta
diferenciación es más importante en casos de diarrea
crónica, cuando la selección de las pruebas de
diagnóstico está influenciada por la presunta ubicación
de la patología entérica. Además, muchas mascotas con
diarrea aguda muestran signos de enterocolitis (mixta
pequeña y signos de intestino grueso).
El origen de la diarrea crónica es muy variado y entre
los agentes causales de dicha patología se encuentran
algunos como la intolerancia alimentaria, colitis
relacionada con el estrés, C. perfringens, colitis sensible
a la fibra, enfermedad inflamatoria intestinal, neoplasias
del intestino grueso, etc. El manejo de la dieta varía
según la enfermedad subyacente (1).
Aunque, el manejo farmacológico de la causa subyacente
es de gran importancia, la terapia nutricional juega un
importante papel en los pacientes afectados por esta
patología. Los objetivos de una dieta para animales con
diarrea crónica son facilitar la regulación de la motilidad
intestinal, modificar beneficiosamente la composición
y la actividad metabólica de la microbiota intestinal y
excluir los antígenos de la dieta. Muchos pacientes con
colitis crónica responden a dietas hipoalergénicas (1).
En general, el animal debe recibir una dieta con
niveles moderados de fibra y grasa, divididos en
pequeñas porciones durante el día. Se pueden usar
dietas comerciales o caseras, con bajo contenido de
grasa e ingredientes de baja antigenicidad fácilmente
digestibles. Estos pacientes deben de ser alimentados
también con fibra no soluble, como habichuelas cocidas,
trigo medio, avena o celulosa. Cuando se toleran
bien, estas dietas tienen un efecto regulador sobre el
peristaltismo y el tiempo de tránsito. Las fibras solubles,
por otro lado, tienen efectos positivos en la calidad de
las heces porque se unen al agua, como zanahorias
cocidas, psyllium (Platago psyllium) o ispaghula
(Plantago ovata). La fermentación de fibra en el intestino
grueso puede conducir a la producción de ácidos
grasos de cadena corta (acético, propiónico y butírico),
reduciendo el pH intestinal y alterando la composición
y la actividad metabólica de los eubióticos. El ácido
butírico es utilizado por los colonocitos como fuente de
energía, y tiene propiedades tróficas, antimutagénicas y
antiinflamatorias. Los probióticos y prebióticos también
se pueden utilizar para este propósito (1).
Sobrecrecimiento bacteriano del
intestino delgado (SIBO)
El sobrecrecimiento bacteriano se produce en
condiciones tales como obstrucción parcial, insuficiencia
pancreática exocrina, trastornos de la motilidad,
disminución de la producción de ácido en el estómago y
enfermedad inflamatoria intestinal (1).
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En estos casos, la dieta debe ser altamente digestible
(digerida, absorbida y utilizada eficientemente,
reduciendo su potencial antigénico y disminuyendo el flujo
de nutrientes al colon). El exceso de materia orgánica en
el colon puede tener efectos negativos, como una mayor
producción de gas, flatulencia y diarrea. Se debe prestar
especial atención a la fuente y la cantidad de proteína
que se utiliza. Se pueden usar dietas hipoalergénicas,
incluidas aquellas con proteínas hidrolizadas en los
casos más graves de malabsorción. El arroz debe usarse
como la principal fuente de carbohidratos. La cantidad
de fibra debe ajustarse de acuerdo con las necesidades
de los animales, comenzando con un nivel bajo (<2 % de
fibra cruda o 6 % de fibra dietética).
El cálculo del requerimiento de energía debe ajustarse,
ya que la mayoría de los pacientes tienen malabsorción.
La grasa puede usarse para aumentar la densidad
energética de la dieta, pero la cantidad debe ajustarse
de acuerdo con la respuesta del paciente. Si la grasa
no se absorbe, puede convertirse en ácidos grasos
hidroxilados que pueden causar hipersecreción y la
diarrea se vuelve más severa. A pesar de los efectos
positivos de los probióticos y prebióticos, existen pocos
estudios que demuestren su uso en casos de SIBO (1).
Patologías cutáneas
En este apartado se abordarán las diferencias existentes
entre dos patologías cuya sintomatología es muy similar,
pero sin embargo, su etiopatogenia y fisiopatología es
diferente.
Figura 1. Alergia alimentaria vs. Intolerancia alimentaria.
5
Alergias alimentarias vs.
Intolerancias alimentarias
Las alergias alimentarias y las intolerancias alimentarias
pueden cursar con síntomas similares, pero se trata de
dos afecciones que difieren considerablemente entre sí.
Tanto las alergias como las intolerancias alimentarias
poseen mecanismos distintos y que generan anticuerpos
diferentes, aunque los problemas digestivos que
experimentan los perros suelen deberse a intolerancias
alimentarias, ya que las alergias alimentarias son
bastante raras tanto en perros como en gatos (1) (figura
1).
Alergia alimentaria
Una alergia alimentaria es una respuesta hipersensible
del organismo del perro a determinas proteínas de su
dieta y que se manifiesta a lo largo de 2 horas tras la
ingesta. Esto provoca una respuesta desproporcionada
por parte del sistema inmunitario: la reacción alérgica,
en la cual el organismo libera una serie de sustancias
químicas, como la histamina (1).
Cuando el alergeno es ingerido por primera vez por el
animal, su tejido linfático asociado al intestino (GALT) se
activa y permite las síntesis de inmunoglobulinas (IgE/
IgG) alergeno específicas que se unen a los mastocitos
localizados tanto en la mucosa intestinal como en otros
órganos (fase de sensibilización). En el siguiente contacto
con el alergeno, este se liga a las IgE específicas unidas
a la superficie de mastocitos, e induce la desgranulación
de estas células, que liberan los mediadores
celulares responsables de los síntomas de la alergia.
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A pesar de que este es el mecanismo más conocido,
también se ha sugerido la existencia de alergias
alimentarias que cursan mediante procesos de
hipersensibilidad de tipo III y IV y que, por tanto, no están
mediadas por IgE. Es importante destacar que cualquier
alimento ingerido puede causar una reacción alérgica (3).
La mayor parte de los componentes alergénicos de los
alimentos la constituyen las glicoproteínas hidrosolubles,
cuyo tamaño varía normalmente entre los 10 000 y los
70 000 daltons. Entre los alergenos más frecuentes se
encuentran las proteínas de diversos alimentos como la
leche, el buey, el trigo, los huevos, el pescado o la soja.
De forma general, se precisa que los alimentos más
susceptibles de causar una alergia o intolerancia son
aquellos con un contenido proteico mayor y que son
consumidos con mayor frecuencia (3).
Esta reacción puede ocasionar síntomas como:
problemas para respirar, opresión de garganta, tos,
ronquera, vómitos, dolor de estómago, urticaria,
inflamación o disminución de la tensión arterial.
La enfermedad inflamatoria intestinal, como la
gastroenteritis eosinofílica y la enteritis plasmocitica-
linfocítica, también pueden ser manifestaciones de
alergias alimentarias. En esta situación, se puede
usar una dieta "hipoalergénica" o dietas con nuevos
ingredientes que antes se le dieron al animal, como un
intento de eliminar los antígenos y las intolerancias (3).
Intolerancia alimentaria
Por otra parte, la intolerancia alimentaria es una
sensibilidad crónica hacia un tipo de alimento que el
animal va desarrollando con el tiempo. La intolerancia
alimentaria, a diferencia de la alergia alimentaria,
no requiere una previa exposición al alimento para
manifestarse. Los mecanismos que desencadenan
una intolerancia alimentaria pueden ser de diversa
naturaleza:
• Farmacológicos: existen alimentos que contienen,
en mayor o menor cantidad, sustancias
farmacológicas activas como la histamina o la
cafeína que, al ejercer su acción en el organismo,
pueden provocar síntomas de intolerancia.
• Metabólicos: un déficit en determinados enzimas
necesarios para la digestión y metabolismo de
ciertos alimentos ha sido detectado en algunos
individuos. Como ejemplo, en el hombre la carencia
de lactasas necesarias para digerir las proteínas de
la leche desencadena la intolerancia a la leche y sus
derivados.
• Idiosincrásicos: estas reacciones engloban todos
aquellos problemas intrínsecos del animal que no
son de naturaleza fisiológica, ni farmacológica y
que provocan una intolerancia sin la intervención
del sistema inmunitario.
• Tóxicos: las toxinas pueden proceder del alimento,
o bien de bacterias u hongos presentes en él
(aflatoxinas, ocratoxinas, etc.).
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Entre las reacciones más comunes de la intolerancia
alimentaria se encuentran, además de los problemas
digestivos como la diarrea, afecciones de la piel con
enrojecimiento, picazón, caspa o caída del pelaje.
Protocolo diagnóstico y manejo de la
alergia y de la intolerancia alimentaria
A veces, la dieta habitual es la causa principal del
trastorno gastrointestinal, ya sea debido a una alergia
alimentaria o una intolerancia no inmune. En estas
situaciones, la modificación de la dieta es curativa y el
tratamiento primario de la enfermedad. En casos agudos,
el propietario asociará fácilmente la comida con el
episodio gastrointestinal, lo que resulta en la eliminación
de la comida. En casos crónicos, sin embargo, es
más difícil detectar los alimentos involucrados en la
enfermedad (1).
El protocolo que se debería seguir para el diagnóstico de
una alergia/intolerancia alimentaria es el siguiente:
1. Controlar las posibles infecciones cutáneas y
digestivas concomitantes y descartar la presencia
de parásitos cutáneos y/o intestinales.
2. Establecer un cuestionario detallado con el fin
de obtener un listado de todos y cada uno de los
alimentos que consume regularmente el animal (sin
olvidar las golosinas, los medicamentos ingeridos,
etc.) que deberán ser excluidos durante la fase de la
dieta de eliminación.
3. Prescribir una dieta de eliminación, cuya
composición incluya una fuente de carbohidratos
(no para el gato) y otra de proteínas a las que el animal
no haya estado expuesto nunca anteriormente.
La nueva dieta debe sustituir progresivamente a
la dieta habitual y se debe administrar durante un
mínimo de 8 semanas
4. Si se observa una mejoría clínica (disminución del
prurito de al menos el 50 %), volver a administrar la
antigua dieta durante 7-15 días, para provocar los
síntomas de la alergia/intolerancia alimentaria (test
de provocación). Si por el contrario, los síntomas
persisten, el diagnóstico de alergia/intolerancia
alimentaria puede descartarse.
5. Si tras el test de provocación los síntomas vuelven
a aparecer, administrar nuevamente la dieta de
eliminación: si el paciente responde por segunda
vez a la dieta de eliminación, el diagnóstico
de la alergia/intolerancia alimentaria quedará
confirmado.
6. Finalmente, se debe añadir de forma periódica,
por ejemplo, a intervalos semanales un nuevo
ingrediente, con el fin de detectar el alimento
causante del problema (3).
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Tras seguir el protocolo diagnóstico pueden surgir
diversas dudas: ¿Qué dieta de eliminación elegir? Se
disponen dos alternativas: las dietas caseras o las
dietas comerciales. Cada una de ellas presenta ventajas
e inconvenientes que deben ser analizados:
• Dietas caseras: las fuentes de proteína más
comúnmente utilizadas son la carne de caballo o
conejo, dependiendo de los hábitos alimenticios del
animal. Como fuente de carbohidratos se aconseja
generalmente el arroz o la patata. A pesar de que
las dietas caseras son la mejor alternativa para el
diagnóstico de las reacciones adversas, a largo
plazo, pueden causar carencias vitamínicas en el
animal si no se contemplan.
• Dietas comerciales hipoalergénicas: estas dietas,
nutricionalmente equilibradas, incluyen un número
limitado de alergenos; sin embargo, en muchas
ocasiones los aditivos y estabilizantes que
contienen pueden contribuir al mantenimiento de la
alergia/intolerancia. Por ello, suele recomendarse
su uso, no tanto con el fin de diagnosticar una
alergia/intolerancia alimentaria, sino como dieta de
mantenimiento una vez diagnosticado el problema.
Recientemente, han aparecido en el mercado dietas
hipoalergénicas en las que, en lugar de limitar el
número de ingredientes y seleccionar un solo tipo
de proteínas, se ha utilizado una nueva tecnología
que permite reducir el tamaño de las proteínas
disminuyendo su capacidad alergénica.
En general, la mejoría se observa tras las 3-4 semanas de
la administración de la dieta de eliminación; no obstante,
existen pacientes que no responden hasta las 10-12
semanas.
Diabetes mellitus
La diabetes mellitus (DM) es una enfermedad del
páncreas, un órgano pequeño ubicado cerca del
estómago. El páncreas tiene dos tipos diferentes de
células que tienen funciones muy diferentes. Un grupo
de células produce las enzimas necesarias para una
digestión adecuada. El otro grupo, llamado células
beta, produce la hormona insulina, que regula el nivel
de glucosa (azúcar) en el torrente sanguíneo y controla
el suministro de glucosa a los tejidos del cuerpo. En
términos simples, la diabetes mellitus es causada por el
fallo del páncreas para regular el azúcar en la sangre (4)
(figura 2).
Los cuatro síntomas principales de la diabetes mellitus
son aumento de la sed, aumento de la micción,
pérdida de peso y aumento del apetito. En el caso
de los gatos, debido a su naturaleza, estos signos
pueden pasar desapercibidos, especialmente en las
primeras etapas de la enfermedad o si un gato pasa
mucho tiempo al aire libre. Los gatos que se alimentan
con dietas enlatadas o semihúmedas reciben gran
parte de su ingesta de agua de sus alimentos y será
más difícil reconocer una mayor ingesta de agua.
7
Figura 2. Gato sediento. Tomada de: https://pixabay.com/es/photos/
gato-getiegert-tigre-pieles-lindo-2596030/
La diabetes mellitus generalmente se clasifica en tres
tipos de enfermedades:
• La diabetes mellitus tipo I resulta de la destrucción
total o casi completa de las células beta. Esto
parece ser un tipo raro de diabetes en el gato.
• La diabetes mellitus tipo II es diferente porque
algunas células productoras de insulina
permanecen, pero la cantidad de insulina producida
es insuficiente, hay una respuesta tardía en su
secreción o los tejidos del cuerpo del animal son
relativamente resistentes a la insulina. La obesidad
es un factor predisponente en la diabetes tipo II,
que parece ser el tipo más común de diabetes en
el gato.
• La diabetes tipo III es el resultado de la resistencia
a la insulina causada por otras hormonas y puede
deberse a la gestación o a tumores que secretan
hormonas (4).
La diabetes generalmente se diagnostica documentando
hiperglucemia y glucosuria persistentes, con signos
clínicos consistentes.
En cuanto al tratamiento, es necesario una combinación
entre el tratamiento médico (que incluye la administración
de insulina en los casos que se requiere) y el tratamiento
nutricional.
Muchos gatos con diabetes mellitus se benefician
de una dieta alta en proteínas y relativamente baja
en carbohidratos porque una dieta relativamente
baja en carbohidratos disminuye la cantidad de
glucosa absorbida del tracto intestinal y disminuye el
requerimiento de insulina. La mayoría de los alimentos
húmedos para gatos y los alimentos terapéuticos secos
para gatos formulados para el tratamiento de la DM
son bajos en carbohidratos. No se recomiendan otros
alimentos para gatos con una mayor concentración
de carbohidratos (incluida la mayoría de los alimentos
secos) como dietas de primera elección para gatos
diabéticos (5).
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El peso corporal y la condición corporal deben ser

controlados regularmente (por ejemplo, cada 1 a 2
semanas) en todos los gatos diabéticos. La restricción
calórica se usa para fomentar la pérdida de peso si el gato
tiene sobrepeso, una vez que se ha logrado un control
glucémico moderadamente bueno. Se recomienda una
estrecha monitorización de los requisitos de glucosa e
insulina durante cualquier período de pérdida de peso
(4).

El régimen de alimentación óptimo para animales con

DM ha sido poco investigado, aunque generalmente
puede recomendarse la misma pauta de alimentación
que el animal estaba llevando a cabo. Se recomienda por
lo general, una alimentación ad libitum que evita así las
restricciones de alimento.

Desde el punto de vista del manejo nutricional y la
combinación con el tratamiento médico, parece que
cuando se alimenta con una dieta baja en carbohidratos
el momento de las comidas no tiene que coincidir con las
inyecciones de insulina, pues es improbable un aumento
posprandial clínicamente relevante en la glucemia. En
la práctica, dado que los cambios posprandiales en la
glucosa pueden ser inciertos y para reducir los posibles
aumentos de glucosa relacionados con la dieta, algunos
veterinarios prefieren asegurarse de que los gatos se
alimenten al mismo tiempo que reciben inyecciones
de insulina. Para algunos propietarios, inyectar al gato
mientras está comiendo también puede ser más fácil (5)
(figura 3).
Figura 3. Gato diabético. Tomada de: https://pixabay.com/es/photos/
gato-resaca-rojo-caballa-tigre-1046544/
Bibliografía
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Available from: https://vcahospitals.com/know-your-
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