El paciente es varón, de 34 años de edad, diestro, electricista de profesión, sufrió
un accidente laboral, al caer desde una torre de tensión de 10 metros de altura, la cual le produjo un traumatismo craneoencefálico con hemorragia subaracnoidea, otorragia, fractura occipital, neumotórax a tensión y fractura de clavícula derecha desplazada. Al ingreso a urgencia presentó obnubilación y agitación, con una puntuación de 12 en la escala de Glasgow, sin signos deficitarios en las extremidades, manteniendo presentes los reflejos del tronco cerebral. Recibió tratamiento de la patología pulmonar, monitorización de la presión arterial intracraneal, con evolución favorable de las lesiones, siendo dado de alta a los 45 días de su ingreso, habiendo estado 8 días en coma. El paciente luego del TCE, presentó alteraciones visuales (disminución de la agudeza visual en ojo izquierdo), alteraciones en la audición, anosmia, sensación de inestabilidad y cefaleas frontales de predominio izquierdo, acompañada de hipersensibilidad a los estímulos luminosos y sonoros. Por otra parte, manifestaba pérdida de memoria, labilidad emocional, irritabilidad y agresividad frecuente. Luego de 5 meses, la evaluación neurológica mostró secuelas de contusión frontal bilateral, (predominantemente izquierda), lesión en las fibrillas de los nervios olfatorios, alteraciones del sistema vestibular, (leve – moderado). Además las evaluaciones psicológicas no fueron concluyentes, dada la baja cooperación del paciente. Tras 12 meses, la RM informa la aparición de zonas de contusión postraumática sobre el área cortical del lóbulo frontal izquierdo y en menor medida sobre la porción basal y medial del lóbulo frontal derecho y la porción anterior del lóbulo temporal izquierdo. Dos años después del TCE, el paciente refiere que persiste la pérdida del olfato, y la sensación de vértigo. Los déficits de memoria persisten además de dificultades para mantener la atención y concentración en tareas de la vida cotidiana. Además refiere intolerancia a lugares ruidosos y estimulantes, mantener “nerviosismo”, “carácter violento” e insomnio. El informe del psiquiatra señala que el paciente padece trastornos conductuales que coinciden temporalmente con el accidente y por el cual mantiene tratamiento con clomipramina (antidepresivo tricíclico), alprazolam (benzodiacepina) y levomepromazina (neuroléptico). La familia refiere que desde que ocurrió en accidente, “es una persona distinta” manteniendo alteraciones del comportamiento, junto con apatía e indiferencia, que genera inconvenientes para relacionarse con su entorno cercano y presentando la tendencia a aislarse frecuentemente. En relación a la evaluación neuropsicológica, el mini-mental arrojo 30 puntos, lo que indica que el sujeto se encuentra en el intervalo bajo la normalidad, que pudiese ser compatible con la presencia de deterioro cognitivo. En la escala de wechsler (Wais IV), se sitúa en un rango bajo el promedio. En los resultados en el aprendizaje auditivo verbal se observa rendimiento inferior, señalando un significativo deterioro en la memoria verbal, reflejándose una carencia en el aprendizaje por repeticiones sucesivas. En el test referente a la reproducción de memoria de la figura compleja de rey, la copia fue adecuada, aunque la reproducción es insuficiente, ya que no existiría dificultades en la percepción y en la organización de los datos a fijar, la pobreza de la reproducción manifiesta la del recuerdo visual. La memoria episódica se encuentra por debajo de puntuaciones normativas. Los resultados de las pruebas que valoran el grado de atención informan déficit atencional, manifestando una alteración en el estado de vigilancia. Por otra parte, las pruebas de lenguaje, no muestran señales de afasia, sin embargo existen alteraciones en la fluidez verbal. Además en las pruebas visuoespaciales, perceptivas y constructivas, se evidencia alteraciones en la percepción visual, en las relaciones espaciales, así como también en la coordinación visomotora. La clasificación de las tarjetas de Wisconsin, informa un numero reducido de categorías completas realizadas, y un aumento de errores perseverativos, siendo muy común este tipo de errores en pacientes con lesión frontal. En la evaluación de velocidad, control y destreza manual, se evidencia resultados por debajo de la media y finalmente en la evaluación psiquiátrica se indica un significante cuadro depresivo.
Opinión
En general, los pacientes frontales tienden a manifestar perseveración y falta de
iniciativa, siendo probables interferencias en el rendimiento de tareas de memoria. Autores como Luria (1971;1973); Hecaen y Albert (1978) y Shallice (1982), han sugerido que los déficits de memoria que presentan estos pacientes, pueden ser debido principalmente a problemas atencionales. En este sentido, los pacientes con TCE, el rendimiento en la memoria, está más alterado que las funciones intelectivas generales, afectando la consolidación de la información. El caso de revisión se aproxima a esta situación, ya que no presenta alteración en sus funciones intelectivas, sino que presenta un déficit importante preferentemente en la modalidad de memoria verbal. En síntesis el paciente de revisión, muestra un patrón clásico de síndrome frontal, dada sus alteraciones mnésicas, el descendido rendimiento en la fluidez verbal, así como en la prueba de clasificación de tarjetas de Wisconsin, presentando un perfil consistente en un déficit en la conceptualización, persistencia en respuestas erróneas (errores perseverativos), aumento significativo de respuestas perseverativas, dificultades en detectar el cambio de estrategia, además delas alteraciones conductuales, junto con alteraciones motivacionales y emocionales.
Referencias
- Luria, A. R. (1971). Memory disturbance in local brain le-
sion. Neuropsychologia, 9, 367-376.
- Hecaen, H.y Albert, M.L. (1978). Human Neuropsychology.
New York: Wiley.
- Shallice, T. (1982). Specific impairments of planning. En
D. E. Broadbent y L. Weiskrantz (Eds.), The neuropsy- chology of cognitive function. London: The Royal Society.