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Guiñazú, María Virginia

RESUMEN INTERNACIONAL PÚBLICO

BOLILLA 1.

Clases (2020)

Der internacional público: conjunto de normas jurídicas que regulan las relaciones entre estados y demás
sujetos del der internacional (sujetos: organizaciones internacionales como Naciones Unidas, OEA, organizaciones
intermedias como la Cruz Roja Internacional, el Fondo Monetario Internacional, el Estado Ciudad del Vaticano, la
Soberana Orden de Malta, la comunidad beligerante y el hombre, la persona humana/ el hombre –cuestionada.
Algunos autores lo sostienen porque el hombre tiene mecanismos internacionales como ser la Corte de Justicia
centroamericana, sudafricana, tienen acceso y legitimación procesal para estar en juicio-), y que tengan por fin
crear, modificar o extinguir derechos y obligaciones.

La responsabilidad, el sujeto central, más importante del DIP es el Estado. Son 193 estados.

Denominación a lo largo del tiempo: International Law, Derecho de Gentium, Derecho de Paz y de la Guerra,
Derecho Internacional Público en nuestros tiempos (por un lado porque es un derecho transnacional y por otro
porque se diferencia del Internacional Privado).

Evolución del concepto de DIP:

Jeremías Bentam lo denomina Derecho Internacional Público por primera vez (1789: International Law). Kelsen
lo llama Derecho Interestatal (derecho que se regula entre estados entre si). Hugo Grossio (padre del DIP) en
1625le llamó Derecho de la Paz y de la Guerra. Puffendorf en 1649 le llamó Derecho Natural (toda persona
humana tiene derecho a vivir, a la libertad, un domicilio fijo, nacionalidad) y Derecho de Gentes (lo ubica dentro
del Estado). Finalmente queda Derecho Internacional Público, por oposición al Privado. El Privado estudia la
competencia que va a tener la persona humana en caso que se le presente un conflicto. Por ej: un argentino se
casa con un peruano y se van a vivir a EEUU: qué derecho se les va a aplicar en caso de divorcio?

Derecho internacional humanitario atiende a las consecuencias que trae la guerra, durante el conflicto armado
y después de él. Es distinto a DDHH

Objeciones al DIP.

Dos escuelas, una sostiene la existencia del DIP, formado por convenciones, tratados, etc. Otros la niegan,
porque dicen que no hay un tribunal internacional. Pero existe el tribunal de la Corte Internacional de Justicia y la
Corte Penal Internacional, una civil y la otra penal. También se objeta que el DIP no tiene un sujeto porque el
sujeto no puede nunca ser el estado. Hoy el DIP tiene una amplitud de sujetos, no sólo los estados.

El DIP tiene sujetos, métodos y características.

No es un derecho de subordinación sino de coordinación.

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Clasificación de las normas (Clasificación doctrinaria)

- Normas imperativas: contempladas en el art. 53 de la Convención de Viena sobre el régimen de los


tratados.

“Artículo 53. Tratados que estén en oposición con una norma imperativa de derecho internacional general (jus
cogens)

Es nulo todo tratado que, en el momento de su celebración, esté en oposición con una norma imperativa de
derecho internacional general. Para los efectos de la presente Convención una norma imperativa de derecho
internacional general es una norma aceptada y reconocida por la comunidad internacional de Estados en su
conjunto como norma que no admite acuerdo en contrario y que sólo puede ser modificada por una norma ulterior
de derecho internacional general que tenga el mismo carácter.”

Si un estado alega la violación de este tipo de normas puede plantear la nulidad de ese tratado por estar en
violación de estas normas que son consideradas jus gentum (normas del derecho de gentes que no admiten
prueba en contrario). Solo pueden ser dejadas sin efectos por otra norma de igual jerarquía.

Características:

1. Normas de una naturaleza general, forman parte del jus cogens, aceptadas y reconocidas por la
comunidad en general.
2. No admiten prueba en contrario.
3. Limitan la soberanía estatal.
4. Solo son modificadas o dejadas sin efecto por una norma de igual jerarquía.
5. Por ser del jus cogens, tienen responsabilidad internacional. Su violación acarrea la nulidad y, en su caso, la
terminación del tratado.

- Normas dispositivas. Aquellas cuyo cumplimiento a priori no es estrictamente obligatorio, ya que los
sujetos del ordenamiento jurídico pueden derogarlas o apartarse de ellas si así los disponen: admiten
prueba en contrario. Hay autonomía de la voluntad de las partes y celebración de acuerdos. Por
ejemplo, la guerra cibernética hoy.

Fundamentos de la obligatoriedad del DIP

¿Por qué el DIP tiene obligatoriedad? La doctrina se divide en dos: teorías voluntaristas/subjetivistas y
objetivistas. Las primeras encuentran el fundamento del DIP en la voluntad de los estados (por eso voluntaristas).
Las objetivistas encuentran el fundamento fuera de la voluntad.

Dentro de las voluntaristas están:

A. TEORIA DE LA AUTOLIMITACION (JELLINEK).

B. TEORIA DE LA DELEGACION DEL D. INTERNO (WENZEL).

C. TEORIA DE LA VOLUNTAD COLECTIVA DE LOS ESTADOS (TRIEPPEL).

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D. DOCTRINA SOVIETICA

Saber de cada doctrina: el autor, año en que se formula, el principio general, y preguntarnos si sirve o no como
fundamento del derecho internacional.

- Teoría de la autolimitación: autor Jellinek, nace en 1909. Principio: los estados soberanos gozan en su
derecho interno de una soberanía total y absoluta, y en el derecho externo o internacional también lo
son. No sirve como fundamento del DIP, porque esto fue elaborado en la época de las soberanías
absolutas.

Teorías objetivistas

Fundamento fuera de la voluntad de los estados: teoría normativa de Kelsen, positivismo italiano de Anzilioti,
la teoría sociológica.

A. TEORÍAS OBJETIVISTAS

1. TEORIA DEL POSITIVISMO ITALIANO (ANZILLOTI)

Propone como base de todo el ordenamiento jurídico internacional el postulado Pacta Sunt Servanda.

2. TEORIA DE LA NORMA FUNDAMENTAL SUPREMA (KELSEN)

La norma básica del D.I. tiene que ser una norma que admita a la costumbre como un hecho creador de
normas que podría enunciarse: “los Estados deberán comportarse como lo han hecho por costumbre”.

B. TEORÍAS SOCIOLÓGICAS

1. DUGUIT

La obligatoriedad del D.I. surge de la solidaridad social. Sus normas son originarias en la naturaleza de los
hombres y en sus necesidades esenciales.

2. POLITIS

El D.I. no tiene más que una sola y única fuente: la conciencia jurídica de los pueblos.

3. IUS NATURALISMO RACIONAL (VERDROSS)

El D.I. basa su existencia y obligatoriedad en ciertas convicciones jurídicas coincidentes entre los Estados que
provienen de la naturaleza humana, asegurando la subsistencia de un mínimo de valores universales y constantes.

• TEORÍAS SOCIOLÓGICAS:

3. SCELLE

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El orden jurídico internacional encuentra su último fundamento en los hechos sociales que son origen y causa
eficiente de todo fenómeno social. El fundamento del D.I. no es otro que las necesidades sociales de carácter
internacional condiciones como imperativos.

4. CAVARE

Lo que justifica y hace obligatorias a las normas del D.I. es la necesidad de carácter social de los individuos y de
los Estados de mantener relaciones regulares y normales.

• LAS TEORIAS DEL DERECHO NATURAL

1. TEORIA CLASICA DEL DERECHO NATURAL

El fundamento del D.I. es su calidad de derecho derivado de la ley natural o de la ley divina, ya sea está
revelada o descubierta a través de la razón humana.

2. TEORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

Los principios rectores del ordenamiento internacional se nutren y estructuran de ciertos derechos
fundamentales de los estados inherentes a su condición de tal (independencia, igualdad soberana, etc.).

Parte histórica, nacimiento de la comunidad internacional.

Acontecimientos del siglo XX. El malo: las dos guerras mundiales en 1919 y en 1939. Las buenas: creación o
nacimiento de las primeras organizaciones internacionales más importantes: sociedad de las naciones,
organización internacional del trabajo, ONU.

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Clases (2021)

Fuente del DIP: la costumbre

Fuentes

- Materiales: acontecimientos históricos que esa norma ha tenido a través del tiempo
- Formales: dan el contenido del proceso a través de su creación. Son los tratados

Argentina nace por sucesión el 9 de julio de 1816, heredando a los españoles. Comienza a organizarse
políticamente con la primera CN de 1853. En 1860 se usa por primera vez el nombre República Argentina.

Primer país en reconocernos fue Reino Unido.

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BOLILLA 1

Tema 1:

1.- Derecho Internacional Público.

Definiciones.

A lo largo del tiempo se han propuesto diversas definiciones para describir al derecho internacional. Hay
definiciones materiales y definiciones formales. Las definiciones materiales describen al derecho internacional de
acuerdo al contenido histórico circunstancial de las normas pertenecientes al orden jurídico universal. En sus
comienzos, el derecho internacional público fue definido como el derecho que regulaba las relaciones de los
Estados tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra. En la actualidad, ejemplos de definiciones materiales
los encontramos dentro de la escuela jurídica soviética.

Las definiciones formales describen al derecho internacional en relación al proceso de creación de las normas o
bien de acuerdo a los sujetos a quienes esas normas van dirigidas. La que ha gozado de mayor aceptación por
parte de la doctrina clásica es la que tradicionalmente ha definido al derecho internacional como el conjunto de
normas jurídicas que regulan las relaciones entre los Estados.

Definición de DI: conjunto de normas jurídicas que regulan las relaciones entre los sujetos de la comunidad
internacional. Son los Estados los actores principales en las relaciones internacionales.

Precisiones referentes a los sujetos vinculados por el derecho internacional y al objeto de este
ordenamiento.

Sujeto de un ordenamiento jurídico es todo ente que goza de algún derecho o debe cumplir alguna obligación
en virtud de tal ordenamiento.

El Estado es, por su propia naturaleza, sujeto originario y necesario del ordenamiento jurídico internacional.
Desde las etapas formativas del derecho internacional los Estados fueron considerados como "únicos" sujetos de
ese ordenamiento.

Sin embargo, a partir de fines del siglo xix, con la aparición de organismos interestatales, la ciencia jurídica
presencia el nacimiento de nuevos sujetos del derecho internacional, como los organismos internacionales, que
adquieren personalidad jurídica internacional. Pero su personalidad jurídica no es originaria, depende
inicialmente de la voluntad de los Estados que concurren a su creación. Tal voluntad se manifiesta, generalmente,
en el acto constitutivo del organismo. Su capacidad jurídica resulta de las competencias adecuadas a sus fines,
conferidas —expresa o implícitamente— en los tratados constitutivos o desarrolladas por la costumbre. Las
relaciones entre los organismos internacionales y los Estados y la de los organismos internacionales entre sí,
forman parte del ordenamiento jurídico llamado derecho internacional.

La evolución más reciente de las relaciones jurídicas entre Estados ha determinado la posibilidad de considerar
también al individuo como sujeto del DI, pues existen normas jurídicas internacionales que regulan directamente
su conducta. Esta subjetividad del individuo dentro del derecho internacional no es originaria sino que derivaría
de la voluntad de los Estados. El Estado participa con otros Estados en la creación de normas internacionales
directamente dirigidas a los individuos, e interviene también en tal proceso cuando éste se lleva a cabo en el seno
o con los auspicios de una organización internacional.

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Son entonces sujetos del DI: los Estados los organismos internacionales, y los individuos. En ciertas
circunstancias otros entes pueden, a su vez, adquirir subjetividad internacional, como los grupos beligerantes y
los pueblos a los que se les reconoce un derecho a la autodeterminación. Esto no implica que todos estos sujetos
tengan capacidades idénticas. El Estado es el sujeto primero y originario del ordenamiento internacional y como
tal goza de la plenitud de derechos. Las demás entidades gozan de una capacidad limitada. Así, la de las
organizaciones internacionales es eminentemente funcional en razón del objetivo para el que han sido creadas y
la del individuo se refiere exclusivamente al respeto de los derechos que se le reconocen. Estas capacidades
distintas de los distintos sujetos no modifica en nada el hecho de que todos tengan personalidad internacional.

Objeto

El objeto del DI se ha visto ampliado a través de los años. El derecho internacional clásico se limitaba a la
reglamentación de las relaciones entre los Estados en tiempo de paz y en tiempo de guerra. La aparición de
nuevos sujetos derivados, más el nacimiento de nuevos Estados como consecuencia del proceso de
descolonización —tras la segunda guerra mundial— han ampliado el ámbito de aplicación personal del DI.

Por otra parte, el desarrollo de las comunicaciones, la creciente interdependencia entre Estados y los avances
tecnológicos han propuesto nuevos ámbitos materiales de regulación y cooperación internacional. Se extiende así
el contenido normativo del orden jurídico internacional. Nacen normas reguladoras de la cooperación y el
desarrollo internacional en el campo económico y social; se contempla la reglamentación del espacio
ultraterrestre y de los fondos marinos como espacios sustraídos a las soberanías estaduales. Problemas tales
como el de la contaminación ambiental, la utilización de la energía nuclear, el de la integración física y económica
regional, etc., aparecen como novísimas materias consideradas por un dinámico y evolutivo derecho internacional
contemporáneo. La preocupación por el hombre lleva a la jerarquización de sus derechos y libertades
fundamentales a través de normas internacionales que tienden a su reconocimiento y protección.

Denominaciones

Al conjunto de normas jurídicas que regulan las relaciones entre los sujetos de la comunidad internacional se
lo denomina, indistintamente, Derecho Internacional, Derecho de Gentes, Derecho Internacional Público o
Derecho de la Comunidad Internacional. El término "Derecho Internacional" proviene de la traducción literal del
concepto inglés de International law utilizado por primera vez por Jeremías Benthan en el año 1789. El Derecho
Internacional alude al derecho entre Estados. Sería más correcto hablar de derecho interestatal que de DI.

Los primeros doctrinarios del Derecho Internacional se refirieron a él como derecho de la guerra y derecho de
la paz o bien como derecho de gentes. En la actualidad la doctrina alemana llama al derecho internacional
Vólkerrecht, derecho de los pueblos, reconociendo como antecedente el concepto de jus gentium utilizado por los
romanos. En el siglo xviii, la idea del jus gentium penetra y domina a la doctrina internacionalista plasmada en las
obras de de Vattel y von Martens denominadas Droit des Gens. El término derecho de gentes renace dentro de la
doctrina contemporánea conjuntamente con el resurgimiento de las teorías jus naturalistas que aluden al
contenido humanista del derecho internacional. Los tratadistas norteamericanos, en su afán por abarcar dentro
de una misma disciplina jurídica a todas las relaciones internacionales, llaman derecho transnacional
(Transnational law) al conjunto de normas jurídicas que regulan todas las relaciones —públicas o privadas— que
traspasan las fronteras de los Estados.

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A fines del siglo xix, los continentalistas europeos, seguidos por los publicistas latinoamericanos, adicionaron al
término de Derecho Internacional el calificativo de público, para distinguirlo del derecho internacional privado. En
razón de que el derecho internacional privado parte del derecho interno de los Estados, reservamos la
denominación de Derecho Internacional para referirnos al conjunto de normas jurídicas que regulan las relaciones
entre los sujetos de la comunidad internacional.

Derecho Internacional es sinónimo de Derecho internacional Público o de Derecho de Gentes.

División.

Derecho Internacional Público y Derecho Internacional Privado

El Derecho Internacional Privado es el conjunto de normas jurídicas que regulan las interrelaciones entre
sujetos del derecho privado, en las que existen uno o varios elementos extraños al derecho interno de un Estado.

El Derecho Internacional Privado es el derecho de la extraterritorialidad del derecho privado extranjero.

El objeto del Derecho Internacional Privado es el estudio de las relaciones entre sujetos del derecho privado en
las que a través de un elemento extraño al derecho interno del Estado se ponen en contacto dos o más
ordenamientos jurídicos.

El Derecho Internacional Privado es parte del derecho privado; o sea que no existe diferencia alguna en cuanto
a la naturaleza del derecho privado sea éste llamado interno o internacional.

Las normas jurídicas se crean y se constatan como cualquier otra norma jurídica del derecho interno de los
Estados (por ejemplo, el CCyC contiene normas de Derecho Internacional Privado).

Distintos criterios se han utilizado para diferenciar al Derecho Internacional Público del Privado. La distinción
clásica hace referencia, ya sea a los intereses particulares o comunes regulados por las normas jurídicas, es decir,
su objeto, o bien a los sujetos a quienes esas normas van dirigidas.

En razón de ser el Derecho Internacional Privado esencialmente derecho interno, reservamos la denominación
de DI al conjunto de normas jurídicas que regulan las relaciones entre los sujetos de la comunidad internacional.

Problemática de la existencia del Derecho Internacional Público.

Caracteres de este ordenamiento. Diferencias con el Derecho Interno y sus atenuaciones.

El ordenamiento jurídico internacional presenta una serie de peculiaridades que lo distinguen de los distintos
derechos internos.

La doctrina sostiene que las diferencias esenciales entre el derecho interno y el derecho internacional radican
en la inexistencia dentro de este último de: a) un órgano legislador; b) un órgano juzgador obligatorio; c) un
vínculo de subordinación de los sujetos de ese ordenamiento.

a) Carencia de "órgano legislador"

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El "legislador" del derecho interno no aparece en el derecho internacional. Los Estados, sujetos primarios y
necesarios de este ordenamiento, son, al mismo tiempo, los generadores de la norma. La voluntad, expresa o
tácita del Estado —evidenciada en la conclusión del acuerdo internacional, la aquiescencia, el cumplimiento de
una práctica con conciencia de adecuar su conducta a una norma jurídica— es el origen inmediato de la norma.
Cuando determinados órganos de una organización internacional pueden dictar válidamente normas obligatorias
para los sujetos del ordenamiento, esto es así en razón de que fueron esos mismos sujetos los que mediante el
tratado constitutivo autorizaron al órgano a "legislar" para situaciones específicas.

Empero, aunque no existe en el derecho internacional general un órgano "legislativo centralizado", los Estados
asumen funciones de sustancia legislativa cuando, a través de cualesquiera de los métodos válidos para el
ordenamiento jurídico internacional, crean derecho. No reviste importancia, entonces, la carencia de un órgano
que centralice la función legislativa —como en el derecho interno— si en el DI la función creadora de normas
generales se verifica conforme a otros mecanismos formales.

b) Carencia de un "órgano juzgador" obligatorio

Una de las facultades del Estado es la de aplicar su ordenamiento jurídico. A tal fin, éste se dota de los órganos
que considera adecuados, a los que los sujetos deben obligatoriamente acudir para solucionar sus controversias.
El derecho internacional general carece, en cambio, de un órgano jurisdiccional de aplicación, obligatorio, propio
de la sociedad interestatal. Cuando se suscita una controversia entre Estados, éstos pueden, en una primera
etapa, solucionarla mediante la negociación directa para lo que aplicarán, o no, el ordenamiento positivo
internacional. Pueden, también, otorgar —mediante el acuerdo de voluntades— imperium a una instancia
jurisdiccional. En este caso la jurisdicción tiene su fundamento inmediato en la voluntad de los sujetos,
careciendo del elemento de obligatoriedad que caracteriza a la potestad estadual.

Pero esta carencia de un órgano jurisdiccional obligatorio y permanente dentro del ordenamiento jurídico
internacional no contradice la existencia de una norma general de ese mismo ordenamiento por la cual los
Estados están obligados a solucionar pacíficamente sus controversias. La instancia judicial es, entonces, sólo uno
de los métodos de solución pacífica de controversias, pero no el único.

c) Carencia de un vínculo de ''subordinación" de los sujetos

En el derecho interno, los sujetos del ordenamiento no sólo deben cumplir sus normas, sino que pueden ser
obligados a ello por los órganos del Estado que poseen tal competencia. En derecho internacional, no existe, en
principio, un órgano superior a los sujetos que pueda efectuar el control del respeto a la norma y obligarlos
compulsivamente a su cumplimiento; es éste un ordenamiento en el que los sujetos mismos tienen la
competencia de tomar decisiones tendientes a la ejecución de la norma internacional dentro del marco de
conductas legítimas que ese derecho les reconoce. Sin embargo, en algunos supuestos de las relaciones
internacionales contemporáneas aparece un órgano supraestatal dotado del poder de coacción y de sanción,
aunque ello sólo ocurra porque los Estados que han creado la organización le han transferido tal competencia,
autorizándolo a actuar en ciertos casos y aceptando, en el mismo tratado constitutivo, conformarse a las
resoluciones que éste adopte. Se trata siempre de un poder de acción, de una capacidad de hacer ejecutar la
norma, que emana de un órgano de naturaleza política.

Otras características

a) El Estado como sujeto y agente generador

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En el ordenamiento jurídico internacional existe un sistema descentralizado tanto en el proceso de creación


como en el de aplicación de las normas jurídicas. El Estado —al igual que toda organización internacional— es, a
la vez, agente generador de normas internacionales y sujeto de ellas. Esa descentralización de los mecanismos
para la creación y aplicación de normas pone de manifiesto la importancia de cada Estado, y la de toda
organización internacional, como agente determinante de la obligatoriedad de las normas reguladoras de las
relaciones internacionales.

Así, por ejemplo, las voluntades estaduales pueden concurrir a generar una norma internacional celebrando
un tratado, pero una vez vigente éste se hallan sujetos obligatoriamente a la norma creada, por imperio del
derecho internacional general que prescribe el sometimiento de las partes al tratado en vigor.

El agente generador de la norma se limita a través de ella. El ámbito de materias reguladas por el derecho
internacional comprende, hoy día, temas que tradicionalmente eran de competencia estadual.

b) Derecho de coordinación y derecho de subordinación

El DI es un derecho de coordinación y no un derecho de subordinación. El DI no es un mandato de un superior


dirigido a un sujeto subalterno, sino que es la formulación jurídica de las relaciones entre Estados. El hecho de
que los Estados —al igual que los organismos internacionales— sean a la vez sujetos de derecho y sus agentes
generadores, solamente puede llevar a la existencia de un sistema de coordinación de voluntades soberanas.

Clasificar al derecho internacional como derecho de coordinación, empero, en nada afecta el carácter
obligatorio de la norma jurídica internacional. Por ejemplo, los sujetos que han participado en la creación de una
norma convencional internacional quedan "subordinados" a su aplicación obligatoria. Esta "subordinación" a la
obligatoriedad de la norma no se encuentra necesariamente condicionada por la inexistencia de una
"subordinación" de los sujetos a un "poder de policía" internacional. La distinción entonces entre un derecho
coordinado y un derecho de subordinación se basa en el grado de centralización —o descentralización— de los
mecanismos propios a todo ordenamiento jurídico para la creación y aplicación de sus normas.

c) Normas generales y normas particulares

en el ordenamiento jurídico internacional coexisten normas generales y normas particulares. La norma general
se distingue de la norma particular por el número de Estados participantes en el proceso de creación de esa
norma. La norma jurídica particular obliga a dos o más sujetos de la comunidad internacional, mientras que la
norma jurídica general obliga a toda, o por lo menos a casi toda, la comunidad internacional.

Ciertas normas particulares, al ser desarrolladas y aceptadas por todos los Estados de una región geográfica,
han sido denominadas normas jurídicas regionales. Una norma regional es una norma del derecho internacional
cuyo ámbito de aplicación queda limitado a las relaciones entre los sujetos de esa región.

d) Posibilidad de que una misma norma internacional sea expresada simultáneamente por dos o más fuentes
distintas

Dentro del ordenamiento jurídico internacional existen supuestos en los que idénticos derechos y obligaciones
son reconocidos simultáneamente a sujetos distintos en virtud de distintas fuentes de derecho. Así, por ejemplo,
un tratado rige conductas de determinados Estados —los que en él son parte—, pero nada obsta a que esas
mismas conductas aparezcan impuestas a Estados no parte —terceros Estados— en virtud de una costumbre.
Esto puede ocurrir tanto porque el tratado tiene el carácter de una convención codificadora que recoge normas

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consuetudinarias, que continúan vigentes para los Estados que no son partes en el tratado, como porque, a partir
de la entrada en vigor del tratado, se genera una norma consuetudinaria posterior.

Categorías de normas: normas imperativas (ius cogens) y normas dispositivas

En el derecho internacional contemporáneo encontramos dos categorías distintas de normas obligatorias:


normas dispositivas y normas imperativas. La gran mayoría de las normas del derecho internacional son normas
dispositivas. La norma dispositiva es aquélla que admite acuerdo en contrario. Los Estados que crean una norma
dispositiva pueden modificarla o derogarla por medio de sus voluntades concordantes. La noción de norma
imperativa, adquiere fundamental importancia a partir de la segunda guerra mundial. El art. 53 de la Convención
de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados la define diciendo que

"... una norma imperativa de derecho internacional general es una norma aceptada y reconocida por la
comunidad internacional de Estados en su conjunto como norma que no admite acuerdo en contrario y que sólo
puede ser modificada por una norma ulterior de derecho internacional general que tenga el mismo carácter."

No es la forma de una norma, sino la naturaleza particular de la materia a la que se aplica, la que puede darle
el carácter de ius cogens. Toda norma imperativa de derecho internacional es una norma general en cuanto a su
proceso de creación y aplicación, pero no toda norma general es, por este sólo hecho, una norma imperativa.

Si bien existe consenso sobre qué es una norma imperativa, no existe un criterio generalizado entre los
Estados para establecer cuáles son imperativas. Así se sostiene, por ejemplo, que tendrían tal carácter las
referidas a la igualdad soberana de los Estados, al cumplimiento de buena fe por las partes de todo tratado en
vigor, a los derechos humanos, etc. Por su parte, el principio de la prohibición del recurso a la amenaza o al
empleo de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, contenido en
el art. 2.4, de la Carta de la ONU, es generalmente aceptado y reconocido como norma imperativa de derecho
internacional general.

Fundamento de la obligatoriedad del Derecho Internacional Público. Teorías.

¿Por qué el derecho internacional es obligatorio para los Estados?

ANTECEDENTES. — En 1625, Grocio señaló como bases del derecho internacional el “derecho natural” y el
“derecho de gentes voluntario", es decir, el que procede del consentimiento expreso o tácito de los Estados.
Hacia fines del siglo XVII dominó la idea, principalmente por obra de Püffendorf, de que el derecho internacional
tiene como fundamento exclusivo el “derecho natural”.

Hasta fines del siglo XVIII no se percibía bien la diferencia que existe entre las fuentes del derecho
internacional y el fundamento de este derecho; o sea, entre los cauces por donde él fluye y la razón de ser de su
fuerza obligatoria.

TEORIAS CONTEMPORÁNEAS. — Diversas teorías se han formulado desde fines del siglo XIX acerca del
fundamento del derecho internacional, que pueden ser clasificadas en voluntarias, normativistas y sociológicas.
Para las primeras la base de la obligatoriedad del derecho internacional reside en el consentimiento dado por el
Estado para que una norma le sea aplicable. Las teorías normativistas sostienen que el fundamento de la
obligatoriedad reside en una razón externa a la voluntad del Estado, en una “norma fundamental" del sistema

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jurídico. Las teorías sociológicas fundamentan la validez del derecho en la mera existencia de una comunidad
social y en el caso del derecho internacional en la existencia de la comunidad internacional, que hace necesaria la
existencia de un orden jurídico internacional.

1. Según la teoría de la “auto-limitación" (Jeilinek, 1880), el Estado, por obra de su propia voluntad, establece
limitaciones a su poder cuando lo estima necesario para entrar en el sistema internacional; de donde resulta que
el derecho internacional es obligatorio porque el Estado es capaz de obligarse a sí mismo. Se ha objetado a esa
tesis que si el derecho internacional tiene por fundamento la voluntad del Estado, y ésta es discrecional, en
manos de él está admitir tales o cuales reglas y aun desecharlas. Tal fundamento conduciría a la negación del DI.

2. Según la teoría de la “delegación del derecho interno’’ (Wenzel, 1920), el ordenamiento jurídico interno,
generalmente la constitución, autoriza al Estado a celebrar acuerdos internacionales, así el derecho interno
confiere a dichos acuerdos su carácter obligatorio.

3. Según la teoría de la “voluntad colectiva de los Estados" (Triepel, 1889), cada uno de ellos concurre
espontáneamente a formar el derecho internacional; pero, una vez que se ha producido "esa fusión de
voluntades, distintas pero con un mismo contenido”, existe una unión (Vereinbarung): el Estado se encuentra
entonces ante una norma objetiva, que es un resultado nuevo proveniente de la voluntad colectiva. La teoría de
Triepel muestra, del punto de vista psicológico, la manera como los Estados se sienten ligados, pero no explica
por qué razón se sienten ligados.

4. A las referidas “teorías voluntaristas" se han opuesto los autores de la “escuela normativista". Anzilotti
(1912), Kelsen (1920), y Verdross (1926) han sostenido que la validez de una norma jurídica depende de la validez
de una norma jurídica preexistente; por este razonamiento se llega a buscar el fundamento de la validez de la
primera Constitución, que se basa finalmente en una norma jurídica cuya validez es hipotética.

El contenido de esta norma hipotética es para Anzilotti la regla "pacta sunt servanda", que impone el deber de
cumplir las obligaciones contraídas. Esta doctrina puede explicar la vigencia del derecho internacional emergente
de los tratados, pero no el derecho internacional consuetudinario.

Para Kelsen, “la regla jurídica según la cual los Estados deben comportarse como lo prevén los tratados ha
nacido, como otras reglas de DI, de un proceso consuetudinario. El derecho consuetudinario es una formación
jurídica superior a la convencional. La norma fundamental del DI es la norma que eleva el estado de hecho de la
costumbre, a proceso de creación del derecho y podría formularse así: “Los Estados deben comportarse como
han acostumbrado a comportarse”.

Verdross sostiene, por su lado, que Anzilotti y Kelsen dan por supuesto la existencia de Estados y que forman
una comunidad. Saca la conclusión que estas fórmulas son vacías, si se prescinde de su trasfondo sociológico y jus
naturalista. Agrega: “se verá que para dar un contenido a la norma fundamental del derecho internacional
tenemos que partir de aquellos principios jurídicos que los pueblos civilizados reconocen comúnmente, toda vez
que las normas de derecho internacional positivo se han sido constituyendo sobre la base de la conciencia jurídica
común de los pueblos”.

5. La reacción contra el positivismo aparece con la teoría de la “conciencia jurídica internacional” (Krabbe,
1919; Duguit, 1921; Politis, 1927; Scelle, 1934, etc.), de la llamada “escuela sociológica”. Según ella, los hombres
poseen un instinto, un sentimiento independiente de su voluntad que los obliga a seguir cierta conducta; esa
conciencia es el origen y la medida de las normas del derecho internacional e induce a reaccionar contra todo
ataque que se le dirija, porque se ha formado la convicción de que su respeto es indispensable para mantener el

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orden social e internacional. Scelle dijo que “la fuente del derecho internacional se desprende de las relaciones
internacionales, como la fuente del derecho en general de las relaciones individuales. Su carácter obligatorio
deriva de la necesidad de estas relaciones, ya sean originariamente indispensables para la vida de cada grupo, ya
porque adquieran por la división del trabajo la fuerza de una necesidad biológica".

La doctrina danesa de Alf Ross y Max Sorensen va más allá aún y sostienen que la validez del derecho, su
sentido de obligatoriedad, surge de un fenómeno de psicología social. Sorensen afirma describiendo la teoría que
“la validez del derecho es un fenómeno psicológico, una racionalización de ciertas motivaciones que, a causa de la
organización social y la tradición, se imponen al espíritu humano con una fuerza particular”.

6. La nueva concepción del Derecho Natural (Pillet, Saleilles, Le Fur, Wehberg, Schücking, Lauterpacht, Baty,
etc.) no invoca la existencia de un derecho natural del hombre, anterior a la vida en sociedad y de carácter
inmutable; inalienable; pero establece que los principios del derecho internacional se concretan en dos normas
fundamentales, que son una aplicación directa de la noción de justicia: la obligación de cumplir los compromisos
contraídos y el deber de reparar el daño causado injustamente. De ello resulta que el principio pacta sunt
servanda constituye una de las bases de la novísima concepción del Derecho Natural; mas, por encima de ese
principio, impera la idea de la justicia que reside en la conciencia jurídica de los hombres, y esa noción es lo que
da carácter obligatorio a sus normas.

Tema 2:

1.- Origen y evolución de la Comunidad Internacional. Tres etapas, según Podestá Costa. Sustento de esta
clasificación.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA

Las normas que constituyen el DI son consecuencia natural de la relación y la convivencia entre los pueblos. A
medida que se establecieron comunicaciones recíprocas y cada vez más frecuentes y estrechas, surgieron normas
con carácter moral primero, utilitario y empírico después y finalmente jurídico.

La formación de tales normas supone la preexistencia de Estados, de sociedades nacionales con organización
política y jurídica propias. El derecho internacional se ha gestado y desarrollado lentamente con el agregado de
normas nuevas; pero la evolución se intensifica y acelera notablemente a partir del siglo XVII.

Para estudiar la evolución del DI debemos tomar como base las normas, las instituciones a medida que surgen
y se desenvuelven, y no las épocas en que convencionalmente dividen los historiadores la evolución política de la
humanidad. Así, el DI ha pasado por 3 etapas que se caracterizan por el hecho de dominar sucesivamente en ellas
la anarquía internacional, el equilibrio político y la existencia de una comunidad internacional entre los Estados.

El origen del DI está íntimamente relacionado con el nacimiento durante los siglos xvi y xvii de los Estados
europeos como unidades políticas, nacionales y soberanas. Por lo tanto, el derecho internacional nace en la
modernidad como consecuencia del novísimo sistema europeo de estados-nación, gestados y desarrollados en el
fermento de dos momentos históricos de trascendencia universal: el Renacimiento europeo y la Reforma.

El DI es el ordenamiento jurídico de la sociedad de estados llamada por la doctrina comunidad internacional.

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Guiñazú, María Virginia

2.- Anarquía Internacional. Breves nociones. Período comprendido. Modo u oportunidad en que surgieron las
primeras normas internacionales. Lineamientos generales de esta etapa.

La época de la anarquía internacional abarca desde los tiempos más remotos hasta comienzos del siglo XVII (el
equilibrio político).

¿Por qué anarquía? No había tratados, las leyes eran dictadas por cada Estado. Grecia y Roma. Roma era un
pueblo guerrero que buscaba expandirse por el mundo.

La vida de relación entre los pueblos era escasa y poco frecuente. Pero la necesidad, entre pueblos vecinos o
próximos, de concertar la paz, de pactar alianzas o acordar relaciones de intercambio, los obligó bien pronto a
celebrar tratados, y para ello fue menester enviar personas que obraran en nombre y representación del
soberano. Esos enviados y los acuerdos que realizaban se ponían bajo la protección de las divinidades y eran
sagrados. Surgieron así las primeras normas internacionales, que son la fidelidad a los tratados y la inviolabilidad
de los enviados.

Las antiguas ciudades helénicas, unidas por su afinidad racial y religiosa y por la necesidad de defenderse en
común, formaron ciertas ligas o confederaciones y recurrieron a veces al arbitraje; pero asimismo dominaba el
sentimiento exclusivista y el antagonismo con los demás pueblos. Las costumbres eran duras. Todos los derechos
se mantenían como patrimonio de un grupo privilegiado, la clase que había realizado la conquista y organizado la
comunidad política: la crueldad azotaba al débil y esclavizaba al vencido.

En Grecia nace el derecho de legación: cuando un Estado envía una persona (hoy servicio exterior o agentes
diplomáticos) a realizar tratativas comerciales, políticas, económicas con otros estados. También fue uno de los
primeros países en usar el arbitraje como una forma de solucionar el conflicto.

En la Edad Media, los señores feudales ejercían sobre su territorio un dominio patrimonial mantenido por las
armas y reglaban sus relaciones recíprocas mediante tratados análogos a los contratos del derecho privado: pero
dentro de los propios feudos era frecuente la “guerra privada", la contienda armada entre grupos divididos por
rivalidades. A partir del siglo X, la Iglesia y el Imperio —las dos grandes fuerzas políticas concentradas por encima
de los feudos— lograban a veces sobreponerse a la anarquía, y en muchos casos el Pontífice o el Emperador
ejercía funciones de mediación o de arbitraje entre los señores feudales.

El Cristianismo, inspirado en la idea de que todos los hombres tienen un mismo origen y un común destino,
obraba en las conciencias introduciendo la noción de la igualdad y la fraternidad entre los hombres y los pueblos.
Vino a neutralizar la idea de la fuerza, hasta entonces imperante. Por los concilios de Letrán (1059) y de Clermont
(1095), la Iglesia implantó la “Paz de Dios", que aseguraba la inviolabilidad de ciertas cosas y personas; los
templos y los molinos; los clérigos, los hombres no armados que los acompañan, y estableció la “Tregua de Dios",
que vedaba combatir en determinados días y en ciertas épocas del año. El Cristianismo no solo atemperó la
dureza de las costumbres, sino que uniendo a todos los príncipes con el lazo de una misma fe difundió la idea de
una “comunidad cristiana de las naciones’". Aunque puramente moral, esa noción suavizó la anarquía
internacional y preparó el terreno para que llegara a asentarse.

Mientras tanto, la navegación en el Mediterráneo y en el Mar del Norte dio origen a reglamentos que
gobernaron durante siglos las relaciones comerciales por mar y constituyen las primeras bases del derecho
marítimo internacional. Tales son las “Leyes Rodias”, las “Tablas de Amalfi”,; los “Roles de Oleron”, que desde el
siglo XII aplicaron en el Mar del Norte las decisiones del tribunal marítimo de aquel puerto francés; y el
“Consulado del Mar”, reglas dictadas en Barcelona en el siglo XIII para la navegación en el Mediterráneo. La Liga

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Guiñazú, María Virginia

Hanseática (1250-1450) adquirió privilegios comerciales en el exterior y las ciudades que la formaban sometían
sus divergencias al arbitraje de la Liga.

Las comunidades organizadas de la antigüedad, al interrelacionarse, tanto a través de confrontaciones bélicas,


como en tiempo de paz, dieron lugar al nacimiento de ciertas pautas de comportamiento de carácter obligatorio.
En razón de ello, ciertas normas del derecho internacional contemporáneo reconocen como antecedentes
prácticas antiquísimas sobre inmunidades diplomáticas, prisioneros de guerra, alianzas, arbitrajes, etc.

Como consecuencia de su poderío económico y militar, los Estados europeos cristianos cimentaron un nuevo
orden o sistema jurídico universal que fue impuesto al resto de las comunidades no europeas vinculadas o
sometidas a aquéllos. La idea del Estado trasciende las esferas europeas y el mismo sistema interestatal europeo
permite la coexistencia de otros Estados como sujetos de las mismas reglas de derecho internacional, en tanto y
en cuanto sean esos Estados no europeos, "civilizados".

3.- El equilibrio político. Período que abarca. La formación del Estado Moderno. Época y razones de su
aparición. Naturaleza del Estado Moderno y el basamento filosófico del nuevo orden. La influencia de la Doctrina
del Derecho Natural. Contenido básico de los Tratados de Wesfalia. Bases sobre las cuales se estructura el
Derecho Público Europeo.

Normas e instituciones del Derecho Internacional que aparecen en esta época. Concepto de equilibrio político.

La época del equilibrio político es consecuencia de la implantación de las grandes monarquías, en los siglos XVI
y XVII, y de las guerras de religión que asolaron a la Europa Central después de la Reforma (clases: ríos adquieren
denominación de nacionales e internacionales). El equilibrio político encontró asiento en la Paz de Westfalia
(tratados de Munster y de Osnabruck de 1648) que puso término a la Guerra de Treinta Años.

CLASES: Según la dra. Tejerizo, con los tratados de Westfalia nace el Derecho Internacional Público. Es el
tratado que pone fin a la guerra entre católicos y protestantes, y surgen las primeras normas de DIP, siendo la
más importante la de isonomía jurídica o igualdad jurídica de los estados. Antes los Estados podían ser iguales de
hecho, con estos tratados son iguales jurídicamente: no importa si el Estado es católico, protestante, grande,
chico, ni la forma de gobierno. Otro ppio: se reúnen por primera vez en Congresos internacionales para
cuestiones de interés común. Otro ppio: el equilibrio políticos de los Estados; aparecen las alianzas – Estados se
reúnen y firman para poner fin a una guerra, por ej- y ententes –significa buen entendimiento-. Declinó la
autoridad del Papa, que tenía autoridad espiritual y terrenal; hoy sólo espiritual y es el Jefe de Estado del Estado
ciudad del Vaticano –no tiene un poder judicial-. Se estableció también la autodeterminación de varios estados,
como Suiza y Países Bajos. Se empezó a hablar en francés en los congresos como idioma oficial, no sólo en latín.
También se establecieron las legaciones permanentes (lo que hoy es el servicio exterior de los Estados. También
derecho de asilo: derecho que tenemos las personas cuando se cometen delitos políticos para ir a otro Estado y
pedir asilo ahí.)

Existían entonces tres grandes casas reinantes: España, Francia e Inglaterra; habían surgido ciertos Estados de
importancia: Países Bajos, Prusia y Suecia, y la Europa Central estaba fraccionada en más de trescientos Estados
germánicos. Los tratados de Westfalia —en que fueron parte casi todos los países cristianos— reconocieron la
independencia de los pequeños Estados germánicos, así como de los Países Bajos y la Confederación Helvética; y
adoptaron de hecho el principio de la igualdad jurídica de los Estados, sin diferencia alguna por motivos de
confesión religiosa o de forma de gobierno pues fueron concertados por príncipes católicos y protestantes, por

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Guiñazú, María Virginia

Estados monárquicos y republicanos, como eran Venecia, los Países Bajos y la Confederación Helvética. Basada la
convivencia internacional en la coexistencia de la soberanía de cada uno de esos Estados, la paz se afirmó en el
equilibrio político, erigido por medio de alianzas pactadas con el fin de prevenir que ninguno de ellos alcanzara
hegemonía sobre los demás.

El equilibrio era un sistema político, y como tal inestable por sí solo. Sin embargo, desde mediados del siglo XVI
surge la idea, enunciada por teólogos españoles, de que las naciones constituyen una comunidad cristiana basada
en el "Derecho Natural"; y a comienzos del siglo XVII el holandés Hugo Grocio, partiendo de este derecho y
complementándolo con las reglas emergentes de los acuerdos expresos o tácitos que ligan a los Estados (Jus
voluntarium geiuium), construye los cimientos del derecho internacional.

En la época del equilibrio político se extiende la práctica, iniciada por las repúblicas italianas, de acreditar
embajadores permanentes; de tal manera que desde el siglo XVI los principales soberanos mantenían contacto
político por medio de representantes personales. Los descubrimientos geográficos realizados desde mediados del
siglo XV y el consiguiente desarrollo de la navegación ultramarina originaron más tarde ciertas reglas restrictivas
del abuso de la fuerza: la noción de la libertad de los mares y la del mar territorial. Y con el propósito de afirmar el
equilibrio y mantener la paz aparecen reiteradamente, siglo tras siglo, las primeras iniciativas para organizar una
liga o confederación europea.

En una etapa intermedia a las dos grandes épocas referidas, la antigüedad y los tiempos modernos, la idea del
Estado solamente fue posible a través de un Estado universal. Para Roma, el derecho es uno solo. En la práctica, el
derecho romano tuvo que adaptarse a las nuevas necesidades históricas y es así como aparece el jus gentium
como el conjunto de costumbres creadas y puestas en práctica por todos los pueblos integrados en el imperio
romano. Esta idea de un derecho común a todos y de validez universal, no significaba la aplicación de una sola y
única jurisdicción.

En la Edad Media, la idea del imperio siguió siendo un principio básico del pensamiento político de la época. El
desarrollo y penetración de la influencia de la Iglesia contribuyó a promover la concepción de un orden universal.
Si bien la suprema potestad debía ser divina y no terrenal, el representante supremo de la Iglesia Católica
pretendió también fundar un imperio terrenal como representante de la potestad divina.

El creador de las leyes naturales sería el legislador divino del universo. Así fue como el antiguo derecho natural
y el jus Gentium se entrelazaron, como postulado cristiano, con la idea de un legislador divino del mundo, que
justificaba la existencia y necesidad de un sistema de derecho común a todos los pueblos. Durante el esplendor
de la Edad Media, la Iglesia reclamaba y recibía la obediencia de los individuos en cuestiones que iban más allá del
ámbito espiritual. Cuando los Estados comienzan a consolidar sus poderes desde adentro, se resiente la división
de poderes y competencias impuestas por la Iglesia. La Reforma religiosa, interpretada desde un punto de vista
institucional como la rebelión de los Estados contra la Iglesia, declaró a la autoridad civil como suprema dentro de
los ámbitos territoriales bajo su potestad. Aun en los Estados que no aceptaron la Reforma, la Iglesia, como fuerza
política, no pudo competir con el Estado como unidad política nacional.

Los últimos tiempos de la Edad Media son el reflejo de las rivalidades y conflictos entre el Emperador y el
Papa, por una parte, y los señores feudales y el imperio, por la otra. La intensificación del intercambio comercial,
el desarrollo y poderío de los burgos y sus zonas de influencia, el nacimiento de nuevas clases sociales y
económicas, la amenaza constante de las guerras localistas, el surgimiento de identidades comunes a varias
comarcas —tradiciones, lengua, religión—, los grandes descubrimientos, fueron los factores desencadenantes de

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Guiñazú, María Virginia

una nueva distribución de poderes y potestades. El Renacimiento y la Reforma maduraron la revolución que
determinó el desmembramiento del sistema feudal y el aglutinamiento de las comunidades locales en incipientes
Estados nacionales.

La paz de Westfalia (1648), que puso fin a la Guerra de los Treinta Años, es considerada por la ciencia del
derecho internacional como el momento histórico que marca la culminación del proceso de aceptación de un
nuevo orden jurídico, político y religioso en Europa. Comienza la era del Estado secularizado que reconoce el
principio de tolerancia religiosa. A partir de entonces se estructura el sistema moderno de Estados europeos,
basado en los conceptos de soberanía territorial e igualdad de derechos de los Estados. Se consolidan grandes
potencias: Inglaterra, España, Portugal, Francia, Suecia y los Países Bajos.

El orden político universal que representaba el Imperio es reemplazado por una pluralidad de Estados como
entidades iguales y soberanas cuyas relaciones han de desarrollarse sobre una base y en un dominio
exclusivamente laico y jurídico. Este proceso de secularización y centralización de poder en entidades estaduales
expresan un nuevo derecho público europeo e inaugura una nueva etapa que se prolongará hasta el fin de las
guerras napoleónicas, dominada por el principio del equilibrio de poder. De acuerdo con este principio, ningún
Estado ha de poder llegar a ser tan poderoso que esté en condiciones, solo o con sus aliados, de imponer su
primacía a los demás.

El derecho público europeo, llamado también derecho de gentes europeo, se estructura sobre las bases de
una comunidad internacional enteramente descentralizada, carente de toda forma de organización, en la que se
afirman los principios de la igualdad jurídica de los Estados y de la soberanía territorial. Las Estados ejercen sobre
sus territorios un poder supremo y exclusivo. Tienen la facultad de imponer los medios de autotutela (las
represalias o la guerra) que juzguen necesarios para ejercer sus derechos; se debilita el criterio medieval de la
guerra justa y la guerra, reputada lícita, tiene la función de asegurar el reajuste dinámico del orden internacional.

Se establecen normas internacionales sobre la adquisición y pérdida de territorios; nace el moderno derecho
de la ocupación; evoluciona el derecho de los tratados y las normas sobre la inmunidad de los Estados y de los
agentes diplomáticos; se consolidan los principios de alta mar y las normas sobre el mar territorial.

Los grandes descubrimientos y conquistas de los siglos xvi y xvii no alteraron el carácter europeo y cristiano del
sistema de Estados y del derecho público imperante. La paz de Utrecht (1713-1715) consolidó expresamente los
principios fundamentales de ese orden jurídico. Cambian esos tratados la fisonomía de Europa y crean un nuevo
equilibrio de fuerzas. A comienzos del siglo xviii, España, Suecia y Holanda han perdido su papel preponderante.
Emerge el poder de Prusia, Rusia, persiste el poder de Austria en el centro de Europa y el de Francia.

Pero este siglo será testigo del notable acrecentamiento del poder de Gran Bretaña, a la que la Paz de Utrecht
suministra las bases principales. El Imperio inglés se consolida en un ámbito extraeuropeo y su expansión colonial,
tanto en las Indias como en América, se realiza a expensas de Francia y de España. La rivalidad de Francia e
Inglaterra, especialmente marítima, va a concluir con la paz de París de 1763, que puso fin a la Guerra de los Siete
Años y completa la obra iniciada en Utrecht con el abandono por Francia de la mayor parte de su imperio colonial
en favor de Inglaterra.

4.- Comunidad Internacional. Período que abarca. Acontecimientos históricos iniciales. El cambio en la idea de
legitimidad. Principios e instituciones que se desarrollan a partir de esta época. Caracterización general del
período. El concepto de comunidad internacional. Síntesis de la evolución contemporánea a partir de la ONU. Rol

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Guiñazú, María Virginia

de las Naciones Unidas en la consolidación del concepto de Comunidad Internacional. Caracterización general de
la acción de la ONU y del período contemporáneo.

La tercera época, que se caracteriza por la existencia de una comunidad internacional, arranca desde fines del
siglo XVIII, como consecuencia de la Revolución de la Independencia de los Estados Unidos, en 1776, y de la
Revolución Francesa de 1789. (En clases la dra. Tejerizo la ubica terminada la 1era guerra mundial, 1919, cuando
surge la Sociedad las Naciones).

La noción de la soberanía del pueblo y de los derechos individuales, enunciada y difundida por las revoluciones
de 1776 y 1789, tuvo enorme influencia en las relaciones internacionales, estableciendo y desarrollando
principios o instituciones de gran importancia: el reconocimiento de la independencia, la igualdad jurídica de los
Estados, la teoría de las nacionalidades, la noción de la neutralidad, los derechos de los extranjeros, la práctica del
arbitraje, la cláusula de la nación más favorecida, la represión internacional de la piratería y de la esclavitud, la
extradición de los delincuentes, etc.

La política se apoya todavía en el sistema del equilibrio: después de la caída de Napoleón, los monarcas más
poderosos organizan la Santa Alianza y más tarde las “grandes potencias” se reúnen en congresos cada vez que es
menester solucionar alguna crisis muy grave; pero en el transcurso del siglo XX el campo internacional se hace
más vasto como consecuencia de la formación de nuevos Estados en el continente americano y del maravilloso
desarrollo que adquiere el intercambio entre los pueblos, gracias a la máquina de vapor, la industria mecánica y la
implantación de comunicaciones rápidas y regulares.

La transformación operada durante el último siglo y medio en las relaciones internacionales, y por
consiguiente en el derecho que las rige, ha sido inmensa, no obstante inevitables tropiezos y dificultades. Solo
tiene paralelo en la prodigiosa transformación material que ha puesto a los pueblos en contacto permanente.
Desde mediados del siglo XIX comenzaron a coordinarse servicios públicos internacionales con el fin de facilitar y
asegurar ciertas funciones de interés universal, tales como el correo, el telégrafo, la salubridad, etc., y algunos de
esos servicios son consolidados con órganos propios y se convierten en las entonces llamadas “uniones
internacionales”. Una red cada vez más extensa y tupida de relaciones de todo orden une a todos los pueblos
civilizados, que así forman ya una “comunidad internacional”, al menos de hecho, pues tiene por base fenómenos
constantes y aparece reglada en las estipulaciones de los tratados.

Mantener enormes ejércitos permanentes agotaba los recursos financieros. En 1899, el zar Nicolás II invito a
26 Estados —los que estaban representados en San Petersburgo— a realizar una conferencia internacional con el
objeto de reducir los armamentos; reunida en La Haya, nada pudo lograrse en ese sentido y solo fue posible
elaborar convenciones para facilitar el arbitraje y reglamentar las hostilidades bélicas. Una segunda conferencia
en 1907, a la cual concurrieron 44 Estados, tuvo análogo resultado. Esta fue la primera conferencia internacional,
en que estaban representados Estados de varios continentes, a la que asistió la Argentina.

La guerra de 1914-18 vino a demostrar, tanto por la generalización de las hostilidades a casi todo el mundo
como por la extensión de sus consecuencias, que un nexo liga hoy a la humanidad: la interdependencia en el
terreno económico y financiero y también en lo político. Fue así como, al concertarse la paz de 1919, se creó la
Sociedad de las Naciones, la Corte Permanente de Justicia Internacional y la Organización Internacional del
Trabajo. La implantación de estas instituciones señala la iniciación, el primer ensayo positivo de la humanidad
para organizarse en una comunidad de derecho.

Apenas transcurridos veinte años, una nueva guerra vino a envolver al mundo, demostrando una vez más que
los Estados no pueden volver al aislamiento, a la anarquía primitiva. Y puesto que sería absurdo e imposible cortar

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Guiñazú, María Virginia

los vínculos que ligan a los hombres por encima de las fronteras —el intercambio económico, los medios de
transporte, los cables telegráficos, las ondas radiales—, es forzoso que se haga efectivo el funcionamiento regular
de esos vínculos. No queda a la humanidad otra alternativa que adoptar esa solución o someterse a la hegemonía
de un solo Estado o de una coalición. Por eso en 1945, en cuanto terminaron las hostilidades de la segunda guerra
mundial, se creó la Organización de las Naciones Unidas y se restableció el anterior tribunal con el nombre de
Corte Internacional de Justicia. Se han establecido además, un número apreciable de organismos internacionales,
universales y regionales. El mundo parece empezar a comprender que el orden y la paz internacionales solo
pueden alcanzarse mediante la asociación regular y permanente de todos los Estados. A diferencia de la época de
la Sociedad de las Naciones, ningún Estado se ha retirado de las Naciones Unidas; por el contrario, el número de
sus miembros ha aumentado considerablemente, a medida que el proceso de descolonización ha significado la
incorporación de nuevos Estados a la comunidad internacional.

La rigidez de los métodos coloniales de Gran Bretaña llevó a la insurrección de las 13 colonias más antiguas de
América del Norte. Su independencia, el 4 de julio de 1776, fue reconocida por el tratado de Versailles de 1783.

La revolución norteamericana se hizo "en el nombre y con la autoridad del buen pueblo de estas Colonias". La
idea de la legitimidad dinástica es sustituida en América por una legitimidad democrática basada en el libre
consentimiento de los pueblos.

En una Europa occidental y central pacificadas, la Revolución francesa —a fines de ese siglo XVIII— habría de
cambiar fundamentalmente a la sociedad internacional al proclamar, con criterios de validez universal, el nuevo
principio de derecho público: el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos, que convertiría al pueblo en la
fuente de toda soberanía y titular del poder político. La Revolución francesa se presentaba como un órgano de la
humanidad y sus Derechos del Hombre y del Ciudadano, proclamados en términos abstractos y con alcance
general, suministraron a los pueblos sus dogmas libertadores.

Las potencias europeas se reunieron en el Congreso de Viena, en 1815. El Acta final de Viena y los tratados de
1815, entre ellos el segundo tratado de París, crearon un nuevo orden jurídico. La "paz de Viena" domina el siglo
XIX y adquiere la importancia que otrora tuvieron la paz de Westfalia y la de Utrecht.

El Pacto de la Santa Alianza de 1815, firmado por Austria, Prusia y Rusia, expresaba los principios y la común
voluntad de permanecer unidos "por los lazos de una fraternidad indisoluble y verdadera y de ayudar a socorrerse
en cualquier ocasión y lugar". Del tratado de 1815, del que también participó Inglaterra, emergió la liga
permanente o Directorio de las cuatro potencias. Su finalidad fue asegurar el cumplimiento, por Francia, de las
obligaciones de los tratados de París de 1814 y de 1815; excluir de su trono a Napoleón y su familia y resguardar
la seguridad de sus respectivos Estados y la tranquilidad general de Europa en caso de que los principios
revolucionarios volvieran a amenazarla. Tiene este tratado un rasgo inédito: se convino que los cuatro soberanos
o sus ministros celebrarían en épocas determinadas conferencias en las que examinarían las medidas adecuadas
para el mantenimiento de la paz y las relacionadas con los grandes intereses comunes. Se inaugura en las
relaciones internacionales un nuevo procedimiento, el de las conferencias o congresos periódicos.

La alianza de los 4 países habría de transformarse pronto en la Pentarquía con la inclusión de Francia en 1818,
en igualdad con sus vencedores.

En esta época se pretendió erigir a un principio político, el de la legitimidad, en una norma del derecho de
gentes. En su nombre se vino a legitimar el derecho de intervención.

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Guiñazú, María Virginia

Con el tiempo, este principio declinó y cobró vigencia el principio de las nacionalidades. AI Directorio europeo
le sucede una forma más atenuada, donde seguía la preponderancia de un pequeño grupo de potencias: el
concierto europeo: Prusia, Austria y Rusia procuran preservar los principios de la Santa Alianza, en tanto Francia y
Gran Bretaña alientan tendencias liberales.

La estructura conservadora de la Europa de Viena es conmovida en 1848 por un vasto movimiento


revolucionario. Europa se ha industrializado. La cuestión social comienza a preocupar a los gobiernos; el
artesanado se proletariza, surgen las doctrinas socialistas y se desarrolla el sindicalismo. Ese movimiento se
generaliza. Se trata de obtener regímenes más liberales ya sea mediante la proclamación de la República, como
en París, a través de la obtención de una constitución, como en diversos Estados de la Confederación germánica,
o de poner fin a la dominación extranjera. La ola revolucionaria es finalmente vencida al escindirse la alianza de
hecho entre la nobleza liberal y la burguesía moderada con los demócratas y socialistas.

A los sentimientos e ideas nacionales se unen factores económicos. La revolución industrial cambiaba
rápidamente las estructuras económicas; la fluidez de los nuevos medios de comunicación aproximaba a los
pueblos y creaba una solidaridad de intereses que para lograr un cauce adecuado necesitaba superar el excesivo
fraccionamiento político.

En la segunda mitad del siglo xix se plasma la unidad de Italia y la de Alemania. Se constituye la Confederación
Alemana del Norte, con el Rey de Prusia como Presidente y Bismarck (alemán) como canciller. La guerra victoriosa
contra Francia consuma la unidad alemana, se hunde el Imperio francés.

Se inicia una etapa con el predominio de Alemania, que rompe el equilibrio entre las potencias continentales.
Su restablecimiento será la preocupación primordial de este período que se prolonga desde 1890 hasta 1914, año
en el que la guerra mundial quiebra el sistema, ya sumamente debilitado, del concierto europeo.

En tanto, en esa segunda mitad del siglo xix, una rápida expansión colonial proyecta a las potencias europeas
sobre África y Asia.

El ambiente de paz formal que imperó en el continente, fue propicio para la realización de dos conferencias
internacionales en La Haya, las de 1899 y 1907. La primera codificó parcialmente el derecho de guerra terrestre y
los métodos de solución pacífica de las controversias; instituyó una Corte Permanente de Arbitraje. La segunda
conferencia aportó trece convenciones y una declaración afirmando el principio del arbitraje obligatorio. Se
reguló la neutralidad en caso de guerra terrestre y marítima; regló la guerra marítima y se estatuyó un Tribunal
Internacional de Presas. La segunda conferencia agrupó a 44 Estados, muchos de ellos no europeos (tendencia a
extender el ámbito de la sociedad internacional, al menos para la regulación de cuestiones jurídicas).

En tanto, en América, la conferencia de Washington de 1899 convocada por iniciativa de los EE.UU. —ya poder
mundial— señala el comienzo del sistema interamericano en el que se afirma el no reconocimiento de las
situaciones derivadas del empleo de la fuerza y se acoge el principio de la solución pacífica de controversias.

En Europa se consolidan los vínculos que tendían a mantener un equilibrio entre las potencias y se intensifica
el armamentismo. Estas rivalidades políticas y una aguda competencia económica afectaban profundamente las
relaciones entre los países de Europa central, Alemania y el Imperio Austro-húngaro, agrupados con el Imperio
otomano en la Triple Alianza, por un lado, y Gran Bretaña, Francia y Rusia vinculados por la Triple Entente, por el
otro, que llevarían a la Primera Guerra Mundial. La participación de los EE. UU., Japón e Italia en contra de los
países centrales le confirió tal carácter.

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Guiñazú, María Virginia

A su término, tras más de cuatro años de guerra, cuatro Imperios habían sucumbido: el alemán, el austro-
húngaro, el otomano y el ruso. Adviene la revolución comunista y el gobierno bolchevique se consolida en la lucha
civil, a pesar de la intervención de las potencias aliadas. La comunidad internacional se institucionaliza con la
creación de la Sociedad de las Naciones.

Tal ha sido a grandes rasgos la evolución de la sociedad internacional desde el Congreso de Viena.

El avance tecnológico, la expansión del comercio internacional y la intensificación de las relaciones


internacionales contribuyeron al progreso del derecho internacional.

Se desarrolla el principio de la libre navegación de los ríos internacionales, que comienza con las normas del
Congreso de Viena. Tratados internacionales resguardan los derechos de autor y la propiedad industrial. Para
proteger al individuo se sanciona la abolición del tráfico de esclavos; se tiende a la protección de las minorías; se
persigue la trata de blancas y el tráfico del opio.

Se procura humanizar la guerra y se emprende la codificación parcial de sus normas. Se desarrollan los
métodos pacíficos para la solución de controversias. Y se dan los primeros pasos para la cooperación internacional
en ámbitos técnicos, la que adquiere ciertos rasgos institucionales a través de las llamadas Uniones
Administrativas, como la Unión Telegráfica Internacional, la Unión Postal Universal, la Unión para el transporte
internacional por ferrocarril, etc. Asimismo, existen organismos formados para la administración de los ríos
internacionales, como el Rhin y el Danubio.

En lo político, la comunidad internacional se caracterizó por la primacía y autoridad que se habían asignado
cinco potencias del Concierto europeo sin consentimiento expreso de los Estados. Sus competencias eran
autodefinidas y en su ejercicio el interés de la comunidad internacional fue sacrificado al interés particular de las
5 potencias. Las bases del sistema emanaban de los tratados de 1815 y 1818, que no erigieron una organización
política estable. Ante un problema determinado, los miembros del Directorio guardaban entera libertad de
reunirse o no para considerarlo. Cuando se consolidan en Europa los dos grupos antagónicos, el de la Triple
Alianza y el de la Triple Entente, el sistema se quebranta.

Frente a la preponderancia que se habían asignado los miembros del Directorio, el Pacto de la Sociedad de las
Naciones —que encabeza el Tratado de Versalles (1919) y los demás tratados de paz con las potencias vencidas—
se basó en el principio de la igualdad soberana de los Estados miembros. Creó la organización más elaborada y
universal hasta entonces. Con la Sociedad de las Naciones la comunidad internacional tiene una base estatutaria y
orgánica. Su misión principal fue la de preservar la paz y la seguridad y promover la cooperación internacional.
Dotada de permanencia, a través de ella todos los miembros coparticipan en la consideración de las cuestiones
internacionales, pues si en el Consejo de la Sociedad, de composición restringida, las grandes potencias se
reservan una posición preponderante como miembros permanentes, la Asamblea acoge, con igualdad de voto, a
todos los miembros. En el marco de la S.d.N. funcionó una Corte Permanente de Justicia Internacional.

El Pacto sentó el principio de la seguridad colectiva al comprometer a los miembros a respetar y a preservar
contra toda agresión exterior la integridad territorial y la independencia política existente. La guerra deja de ser
algo que concierne sólo a los beligerantes para afectar a la Sociedad de las Naciones toda.

La Sociedad de las Naciones tuvo éxito en campos diversos: en el de la cooperación internacional en los
campos económico y social; con relación al tratamiento de los problemas coloniales, mediante la institución del
sistema de mandatos, que excluyó la anexión pura y simple de los territorios dependientes de las potencias
vencidas (Alemania y Turquía) y buscó preservar —bajo control internacional— el bienestar y desarrollo de sus

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Guiñazú, María Virginia

pueblos como "una misión sagrada de civilización", a través del mandato asignado en nombre de la Sociedad a
una potencia mandataria; en la protección de ciertas minorías, etc. Pero adoleció de deficiencias que
comprometieron sus posibilidades, sobre todo en el campo político: a) el Pacto integraba el Tratado de Versailles
y quedó de tal suerte vinculado a las vicisitudes políticas con las que, en él, se resolvieron problemas de índole
territorial y económica; b) los Estados Unidos se negaron a participar en el sistema de Ginebra, lo que menguó su
universalidad y limitó la eficacia de las sanciones. Desde un principio quedaron excluidas Rusia y Alemania. En
1933 se separó Japón y si Alemania fue admitida en 1926, cuando en 1934 se admitió a la URSS, aquélla ya se
había retirado; c) el sistema de sanciones previsto para los casos de guerra de agresión era totalmente
descentralizado y su efectividad venía a quedar librada a la discreción de sus miembros.

De tal modo, tras algunos éxitos parciales, dos acontecimientos demostraron la debilidad de la Sociedad. El
primero, la invasión de Japón a China en 1931, que se apoderó de Manchuria y creó el Estado artificial de
Manchukuo, situación ante la que la Sociedad de las Naciones debió doblegarse; y el segundo, la invasión de Italia
a Etiopía, conflicto en el que la calificación de Italia como agresor y las sanciones económicas que la sucedieron —
carentes de eficacia real— no impidieron la anexión de Etiopía a Italia. Vino luego la absorción de Austria por
Alemania en 1938, su triunfo sobre Checoslovaquia en el tratado de Munich del mismo año y su invasión en 1939.

Todo esto llevó al fracaso político de esta primera experiencia de organización de la comunidad internacional.
Ninguna función cumplió cuando estalló la segunda guerra mundial. Quedaba, empero, una valiosa experiencia
que fue aprovechada en la Conferencia de San Francisco. Abierta a todas las Naciones Unidas —es decir, a todos
los países en guerra contra las potencias del Eje— elaboró en 1945 la Carta de la Organización de las NU.

Esta vez los objetivos buscados son más amplios. No sólo mantener la paz y la seguridad internacionales, sino
también fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de
derechos y al de la libre determinación de los pueblos; realizar la cooperación internacional en la solución de
problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario y en el desarrollo y estímulo del
respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales y servir de centro que armonice los esfuerzos de
las naciones por alcanzar esos propósitos comunes.

Para su logro, se afirman ciertos principios como el de la igualdad soberana de los Estados miembros, el
arreglo pacífico de las controversias internacionales y la abstención de recurrir a la amenaza o al empleo de la
fuerza. Este último principio comporta un avance fundamental en el derecho internacional. Supera en amplitud y
precisión toda regulación anterior sobre la guerra y viene a consagrar la ilicitud no ya del recurso a la fuerza, sino
también la de su amenaza. A partir de la Carta, la fuerza puede ser sólo lícitamente empleada por la Organización
con la única excepción del derecho transitorio a la legítima defensa.

Con la ONU se consolida el proceso de institucionalización de la comunidad internacional. Su estructura


orgánica es más compleja, son más vastas sus competencias y mayores sus poderes. En favor del Consejo de
Seguridad —en cuyo seno las cinco grandes potencias vencedoras, la República de China, Francia, la URSS, el
Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los EE.UU. guardan el privilegio de ser miembros permanentes
y el derecho de veto— se opera una verdadera transferencia de competencias estatales; puede disponer medidas
coercitivas, incluso el empleo de la fuerza, que obligan a los Estados miembros. Reconocen ellos que tal órgano
actúa en su nombre cuando asume la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacional.

Las NU constituyen, al término de la segunda guerra mundial, la fuerza política esencial de la comunidad
internacional y en torno a ella se ha erigido una vasta red institucional de alcances ya universales o regionales, de
competencias generales o específicas, que reflejan la heterogeneidad y complejidad del mundo de la postguerra.

21
Guiñazú, María Virginia

Al término de la segunda guerra mundial casi una cuarta parte de la población del mundo vivía en territorios
dependientes. La ONU, al constituirse en 1945, contaba con 51 miembros. Era una institución eminentemente
occidental. La declinación de Europa precipitó un proceso de descolonización que sería activado y propiciado por
la propia Organización y que desintegró los imperios coloniales consolidados en la segunda mitad del siglo xix.
Este proceso es uno de los acontecimientos de mayor trascendencia política del siglo actual. Emergen nuevos
Estados en Asia y, a partir de 1960, el fenómeno se acelera en África. La ONU, con sus actuales 149 Estados
miembros, refleja ese cambio cuantitativo sustancial. Su representatividad es mucho mayor que la de la S. de N.

La comunidad internacional ha ampliado sus preocupaciones e intereses. La Carta hizo de la cooperación en la


solución de los problemas económicos y sociales uno de sus propósitos fundamentales, e impuso a los Estados
miembros la obligación de tomar medidas, conjunta o separadamente, en cooperación con la Organización, para
realizar la promoción del desarrollo económico y social.

La ONU está formada por sus órganos principales, y por un conjunto de organizaciones intergubernamentales
autónomas vinculadas a ella mediante acuerdos particulares, los "organismos especializados".

Emerge un derecho de cooperación cuyo fin no es reglar conflictos, sino conciliar intereses. Se presenta como
un derecho abierto, dinámico y progresista.

Al caducar el monopolio atómico de los EE.UU., un movimiento de cooperación internacional, a través de


diversos tratados, procuró la utilización pacífica de la energía nuclear, evitar la proliferación de armas nucleares y
realizar la desnuclearización de ciertas regiones. El espacio ultraterrestre, comprendiendo a la Luna y demás
cuerpos celestes, han sido sustraídos a toda apropiación nacional y se hallan abiertos indiscriminadamente a la
actividad pacífica de todos los Estados. Un criterio similar rige respecto de los fondos oceánicos más allá de las
jurisdicciones nacionales, a los que se califica como "patrimonio común de la humanidad". Y mediante la
cooperación internacional se procura preservar el medio ambiente.

El enfrentamiento en la guerra fría de las dos superpotencias —EE.UU. y la URSS— y la tensión y fricción
constantes entre el mundo occidental y el socialista, caracterizó políticamente la primera etapa de la postguerra.
Este antagonismo incidió en el funcionamiento de las Naciones Unidas y se manifestó en la actuación del Consejo
de Seguridad, paralizado por el ejercicio del derecho de veto. El potencial bélico de las dos superpotencias —
dotadas de bombas termonucleares y de cohetes intercontinentales— que es por vez primera en la historia capaz
de extinguir la civilización, creó lo que se llamó el equilibrio del terror y condujo a la "mutua disuasión" basada en
la capacidad de destrucción recíproca. La guerra fría gradualmente se atenúa. A partir de 1962, tras la crisis de los
cohetes en Cuba, se afirma la política de la coexistencia pacífica.

Existe un cierto grado de acuerdo, expreso o tácito, y de un mínimo de cooperación necesarios para el
mantenimiento del equilibrio y de la paz mundial. La teoría de la "coexistencia" se presenta como conforme a los
imperativos del derecho internacional y propicia el desarrollo de las Instituciones internacionales.

En esta etapa de la evolución de la comunidad internacional, caracterizada por la convergencia de los Estados
soberanos —que perduran como sus principales protagonistas— y múltiples organizaciones internacionales, el
reconocimiento de los derechos humanos y su consagración a través de tratados internacionales marca un avance
positivo en el proceso de afianzamiento de la subjetividad jurídica internacional del individuo y en la afirmación
de contenidos éticos en las reglas positivas del derecho de gentes.

Sociedad de las Naciones 1919 (clases 2021):

22
Guiñazú, María Virginia

Crea una Corte Permanente de Justicia Internacional. Ahí cada país manda una nómina de internacionalistas
más prestigiosos de DIP para que cuando se necesite por ej conformar la Corte Internacional de Justicia (15
miembros), saque los nombres de ahí.

También se creó la OIT, Organización Internacional del Trabajo.

2da Guerra Mundial:

Se desarrolla el ppio de la libre navegación de los ríos.

Se define lo que es la cuenca del río, se sanciona la abolición del tráfico de esclavos, de la trata de blancas, y se
permite el acceso al hombre a los tribunales internacionales. En la Corte Interamericana, la comisión representa
al hombre ante la Corte. Se persigue al genocidio como un acto de lesa humanidad.

Concepto de comunidad internacional: advenimiento de la comunidad internacional porque surgen y se


cristalizan en tratados los primeros tratados y normas internacionales.

Guerras después de la 2GM: guerra química (prohíbe la utilización de gases asfixiantes y tóxicos); guerra
bacteriológica (pueden provocar enfermedades introduciendo bacterias en la piel de las personas para matarlas);
guerra ecológica (con medios técnicos se hacen variaciones al cambio climático); guerras estratégicas (1960,
cuando el mundo era bipolar –EEUU y Unión Soviética: los dos tenían botones rojos para hacer explotar el mundp
¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿-); guerra de las galaxias (carrera especial entre Rusia y EEUU); guerra cibernética (la más
nueva, EEUU y China).

Humanización de la guerra: con la creación de la Cruz Roja Internacional en 1864 por dos filántropos suizos,
Dumat y Monier, quienes después de las guerras de Solterino en Europa hacen una donación para crear esta
organización. La Cruz Roja Internacional tenía 10 artículos. Desde 1949, con la última reforma, tiene 300 divididos
en 4 capítulos: Heridos y enfermos en la guerra terrestre, Heridos y enfermos en la guerra marítima, Prisioneros
de guerra y Tratamiento de la población civil. Tratan, por ejemplo, el intercambio de prisioneros.

Las banderas de los países significan la independencia de un país. Ningún Estado puede usar la bandera de
otro.

Pasos para que un Tratado entre en vigencia en Argentina (5): 1 iniciación, 2 discusión, 3 sanción, 4
promulgación, 5 publicación. Esto se hace para la ratificación interna, es decir, el mecanismo constitucional para
que un tratado pueda ser válido. El tratado entra en vigor cuando Argentina manda a Naciones Unidas la
ratificación interna.

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Guiñazú, María Virginia

En el mundo hay solamente 2 cosas que son Patrimonio Común de la Humanidad: los fondos marinos y
oceánicos y el espacio ultraterrestre, la luna y los cuerpos celestes. El mar es una cosa de uso común, es libre y no
reivindicable por ningún Estado.

Cooperación económica: Mercosur: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

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Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 2

Tema 1:

1.- Relaciones entre Derecho Nacional y el Derecho Internacional.

Cada Estado genera con potestad soberana su orden jurídico interno y participa con los demás Estados, en una
relación de igualdad jurídica, en la elaboración de normas internacionales. De la coexistencia de estos sistemas
jurídicos, el uno internacional y los demás de derecho interno, se derivan problemas atinentes a sus relaciones.

El primero de estos problemas consiste en determinar si el derecho internacional puede ser aplicado
directamente en el ámbito interno de los Estados o si necesita para ello una norma del derecho nacional que lo
integre a este sistema jurídico; y el segundo problema —dada ya por supuesta la integración del derecho
internacional en el derecho interno— radica en establecer su relación jerárquica con las demás normas del
derecho nacional.

Doctrinas. A) Monismo, B) Dualismo. Mecanismo necesario para que una norma del Derecho Internacional
pueda ser invocada y aplicada en el ordenamiento interno.

a) La doctrina

Las relaciones entre el derecho internacional y el derecho interno han sido doctrinariamente enfocadas por
dos concepciones antagónicas: la monista y la dualista.

1. El monismo

La teoría monista, bajo el presupuesto de la unidad del derecho, propone la existencia de dos subsistemas
jurídicos relacionados jerárquicamente. Esta unidad implica que las normas se hallan subordinadas unas a otras,
formando un sólo ordenamiento jurídico. Ello excluye la posibilidad de plantearse el primer problema: el derecho
internacional integraría, sin más, el orden jurídico estadual.

Si bien la teoría monista admite que tanto el derecho internacional como el derecho interno pertenecen al
mismo orden jurídico general, no están de acuerdo en cuanto a la relación de dependencia o subordinación entre
ambos subsistemas.

Para unos, prima el derecho interno sobre el derecho internacional. El derecho internacional está subordinado
al derecho interno de cada Estado y en él fundamenta su existencia. El derecho internacional, que deriva así su
fuerza obligatoria del derecho interno, no sería más que un derecho público externo de los Estados.

Una de las críticas formuladas a esta posición se basa en el principio de la continuidad e identidad de los
Estados. Una norma de derecho internacional general establece que los cambios políticos producidos dentro del
orden jurídico interno de los Estados no modifican sus obligaciones internacionales. En consecuencia, si se
produjese una ruptura del orden constitucional por una revolución, el Estado seguiría obligado por sus
compromisos internacionales contraídos válidamente por el gobierno destituido. Esto probaría que el orden
jurídico internacional no deriva su fuerza obligatoria del derecho interno, ya que aquél permanece invariable no
obstante la alteración del segundo.

25
Guiñazú, María Virginia

Para otros autores, en cambio, el derecho internacional prevalece sobre el derecho interno. Consideran ellos al
derecho interno no sólo como derivado del derecho internacional, sino como subordinado y condicionado por
éste. Tal postura, a través de una formulación extrema, llevaría a la nulidad automática de las normas jurídicas
inferiores contrarias a las normas superiores. Esta consecuencia dejaría sin explicación la realidad de actos lícitos
para el derecho interno que constituyen, a su vez, ilícitos internacionales. Por otra parte, contradice el hecho
histórico de que el derecho internacional nace y se desarrolla como respuesta a la coexistencia de un número de
Estados seculares, nacionales y soberanos, con ordenamientos jurídicos internos independientes unos de otros.

En una formulación moderada, la concepción monista reconoce la posible coexistencia en ambos


ordenamientos de normas incompatibles, pero afirma el criterio unitario final en la responsabilidad del Estado
que con sus normas internas contraviene al derecho internacional. Empero, esta posición tampoco llegaría a
explicar por qué la sanción al Estado transgresor —que se traduce en una reparación— no determina la genérica
invalidación de la norma nacional, internacionalmente ilícita, que persiste en el derecho interno.

El régimen argentino actualmente es partidario de la teoría monista, no necesitamos un acto de trasposición


de parte del derecho interno.

2. El dualismo

La teoría dualista propone la coexistencia de dos órdenes jurídicos independientes. Tanto el derecho
internacional como el derecho interno tienen su propio ámbito de validez y su propio campo de acción. Son
ordenamientos jurídicos separados e independientes uno del otro.

El derecho internacional diferiría del derecho interno, en primer lugar, en razón de sus sujetos: el Estado, para
el primero, y los individuos, para el segundo; diferiría, también, en cuanto a las fuentes —el fundamento de
validez de la norma— ya que la del derecho internacional es la voluntad común de los Estados y la del derecho
interno es la voluntad del Estado; y, finalmente, las relaciones normadas por uno y otro ordenamiento serían de
naturaleza distinta, teniendo cada uno de estos derechos una esfera de competencia que les sería propia.

Por lo tanto, para que una norma del derecho internacional pudiese ser invocada y aplicada en el
ordenamiento interno sería necesario que mediase un acto del Estado que la transformase en derecho interno.
Este proceso de transformación se conoce con el nombre de recepción o incorporación.

Según esta doctrina, un acto lícito para el derecho interno podría contravenir obligaciones internacionales del
Estado. La violación del derecho internacional por una norma del derecho interno daría lugar a la responsabilidad
internacional del Estado, pero no invalidaría, por sí misma, a la norma interna.

Las críticas a la teoría dualista se centran en el hecho de que ciertas normas jurídicas internacionales
penetrarían directamente en las legislaciones internas sin necesidad de aplicar un proceso de transformación del
derecho internacional en derecho interno. Se expresa, asimismo, que no existe diversidad de sujetos ni de
fuentes. Por otra parte, ciertos sistemas jurídicos receptan genérica y anticipadamente al derecho internacional,
sin necesidad de actos concretos de transformación particulares para cada norma internacional.

La existencia de normas válidas para un ordenamiento e inválidas para el otro tampoco sería prueba definitiva
de la dualidad de los sistemas jurídicos, pues en ciertos órdenes internos existe también la posibilidad de que rijan
normas contrarias a la constitución en tanto no se declaren inválidas y tal declaración, con frecuencia, sólo
produce efectos para el caso que se juzga.

26
Guiñazú, María Virginia

Puede concluirse que tanto la teoría monista como la dualista no alcanzan, dentro de su rigorismo, a dar una
respuesta coherente para la solución global de los problemas que plantean las relaciones del derecho
internacional con el derecho interno. Sin embargo, monismo y dualismo prestan utilidad a la ciencia jurídica en
cuanto encuadran racionalmente las áreas normativas en conflicto.

Cabe, por tanto, remitirse a las soluciones que resultan de la práctica internacional y de las regulaciones
positivas internas.

Solución en el Régimen Constitucional Argentino. Los Tratados Internacionales en la Constitución reformada.


a) Régimen constitucional de los Tratados en general. b) Los Tratados sobre Derechos Humanos. c) Los Tratados
sobre Integración. Su jerarquía constitucional. Jerarquía constitucional de las decisiones de los órganos de un
proceso de integración. d) Las facultades de las provincias para celebrar tratados.

Desde la sanción de la Constitución nacional en 1853 hasta 1992 fue partidario de la tesis dualista. Todos los
tratados en base al artículo 27, 31, sostiene que los tratados están bajo el control de constitucionalidad. Si el
tratado no la respeta, ese tratado no puede ser aplicado dentro del derecho interno.

Hoy en día seguimos la doctrina monista.

Al derecho internacional lo que le importa no es cómo se incorpora un tratado al derecho interno, si no que
cuando un estado asume una obligación o compromiso internacional o firma un tratado, debe cumplirlo porque si
no le genera responsabilidad internacional. El estado debe incorporar a su derecho interno o modificar todas las
disposiciones legislativas, administrativas, etc., necesarias para que el estado no pueda invocar una disposición
del derecho interno para justificar el incumplimiento, ni para que le genere responsabilidad internacional. Eso
está en contradicción del artículo 27 de la convención de Viena.

Texto Arredondo

EL DERECHO INTERNACIONAL EN EL ORDEN JURÍDICO INTERNO ARGENTINO

El sistema constitucional argentino de la Constitución de 1853, que rigió hasta 1994, se caracterizaba por
contener una norma que establecía la jerarquía normativa de todo el ordenamiento jurídico, en virtud del juego
de los arts. 27,30 y 31 CN. El art. 31 de la CN, aún vigente, estipula:

"Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con
las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación; y las autoridades de cada provincia están obligadas a
conformarse a ella, no obstante cualquiera disposición en contrario que contengan las leyes o constituciones
provinciales, salvo para la provincia de Buenos Aires, los tratados ratificados después del Pacto de 11 de
noviembre de 1859"

La expresión 'Ley Suprema' no significa que tengan los tratados una jerarquía superior a las leyes federales,
sino que la Constitución, las leyes federales y los tratados ratificados y en vigor, forman el conjunto normativo
que asegura la supremacía federal respecto de las constituciones y legislaciones de las Provincias.

Por su parte, el art. 27 dispone:

27
Guiñazú, María Virginia

"El Gobierno federal está obligado a afianzar sus relaciones de paz y comercio con la potencias extranjeras por
medio de tratados que estén en conformidad con los principios de derecho público establecidos en esta CN”.

Mientras que el art. 30 prevé:

“La Constitución puede reformarse en el todo o en cualquiera de sus partes. La necesidad de reforma debe ser
declarada por el Congreso con el voto de dos terceras partes, al menos, de sus miembros; pero no se efectuará
sino por una Convención convocada al efecto”.

Por más de un siglo, estas normas que establecían una relación de paridad normativa, estructuraron la relación
entre el DI y el derecho interno dentro del sistema jurídico argentino. Los resultados fueron disímiles: la actuación
de la CSJN por momentos dio primacía al derecho interno sobre el internacional y en otros, operó a la inversa,
mediante la aplicación del principio general del derecho lex posteriori derogat priori.

Esta conducta de la Corte podría haber originado la responsabilidad internacional del Estado. La adopción de la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (CVDT) en 1969 entró en vigor en 1980. La ratificación por
parte de la Argentina de esta Convención introdujo una modificación sustancial en la jerarquía normativa
establecida por la jurisprudencia de la Corte, que deberá aplicar en adelante la convención que establece la
primacía del tratado internacional sobre la ley interna.

LA EVOLUCIÓN DE LA JURISPRUDENCIA DE LA CORTE SUPREMA

A comienzos de la década del 90 se produjeron dos acontecimientos que cambiarían la regulación de la


estructura normativa del ordenamiento jurídico argentino. El primero se debe a sendas decisiones de la CSJN, que
sostuvo en el fallo Ekmekdjian, Miguel Angel c. Sofovich, Gerardo y otros s/ Recurso de hecho (1992) que la CVDT,
en especial su art. 27, confería primacía al DI sobre el derecho interno. Ya no era correcto sostener que "no existía
fundamento normativo para acordar prioridad al tratado frente a la ley" como lo había manifestado en fallos
anteriores. En su considerando 17, afirma:

"Que un tratado internacional constitucionalmente celebrado, incluyendo su ratificación internacional, es


orgánicamente federal, pues el Poder Ejecutivo concluye y firma tratados (art. 86, inc. 14, CN), el Congreso
Nacional los desecha o aprueba mediante leyes federales (art. 67, inc. 19, CN) y el Poder Ejecutivo nacional
ratifica los tratados aprobados por ley, emitiendo un acto federal de autoridad nacional. La derogación de un
tratado internacional por una ley del Congreso violenta la distribución de competencias impuesta por la misma
Constitución Nacional, porque mediante una ley se podría derogar el acto complejo federal de la celebración de
un tratado. Constituiría un avance inconstitucional del Poder Legislativo nacional sobre atribuciones del PEN, que
es quien conduce, exclusiva y excluyentemente, las relaciones exteriores de la Nación (art. 86, inc. 14, CN).

Esta doctrina fue reiterada un año más tarde, en la causa Fibraca Constructora S.C.A. c. Comisión Técnica
Mixta de Salto Grande (1993), cuando sostuvo que los tratados internacionales están por encima de las leyes
ordinarias y por debajo de la Constitución Nacional:

"Que la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados aprobada por ley 19.865, en vigor desde el
27/01/1980, es un tratado internacional, constitucionalmente válido, que en su art. 27 dispone: “Una parte no
podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado”. La
necesaria aplicación de este artículo impone a los órganos del Estado argentino asignar primacía a los tratados
ante un eventual conflicto con cualquier norma interna contraria.

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Guiñazú, María Virginia

En Cafés La Virginia S.A. s/ apelación (1994), en el que se discutió la inconstitucionalidad de impuestos a la


importación que se alegaban en contradicción con normas de un acuerdo bilateral suscripto entre Argentina y
Brasil en 1983, la CSJN, manifestó que:

"el legislador no tiene atribución para modificar un tratado por una ley y si bien podría dictar una ley que
prescribiese disposiciones contrarias a un tratado o que hiciese imposible su cumplimiento, ese acto comportaría
una transgresión al principio de la jerarquía de las normas (art. 31, Constitución Nacional) y sería un acto
constitucionalmente inválido... ni una ley ni otra norma de rango inferior puede violar un tratado internacional.”

"que el legislador argentino ha dictado una norma que contradice el régimen de beneficios negociados en un
acuerdo internacional" implicaría "que ha incurrido en una transgresión a un tratado internacional y que la
aplicación de esa norma que colisiona con otra de rango superior debe ser desechada por incompatible con el
principio de supremacía de los tratados sobre las leyes internas (arts. 31 y 75, inc. 22, CN).”

Estas posturas fueron sostenidas reiteradamente luego en numerosos casos.

LA REFORMA CONSTITUCIONAL DE 1994

El segundo de los acontecimientos relevantes fue la propia reforma constitucional de 1994, a partir de la cual
se introduce el art. 75, inc. 22. que reconoce que los tratados internacionales tienen jerarquía superior a las leyes
de la Nación: "Los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes”.

En dicho artículo se enumeran una serie de tratados y declaraciones pertenecientes al sistema de derecho
internacional de los derechos humanos que gozan de jerarquía constitucional, aunque conforme a la opinión
mayoritaria de la doctrina constitucionalista argentina, los tratados enumerados están a la altura de la CN, pero
no forman parte de ella:

"La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de Derechos
Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la
Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, la Convención Internacional sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la Convención sobre la Eliminación de todas las formas
de Discriminación contra la Mujer, la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes; la Convención sobre los Derechos del Niño; en las condiciones de su vigencia, tienen jerarquía
constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben entenderse
complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos. Sólo podrán ser denunciados, en su caso, por el
Poder Ejecutivo nacional, previa aprobación de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada
Cámara”.

Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el Congreso,
requerirán del voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar de la
jerarquía constitucional”.

El texto del art. 75, Inc. 22 ha cambiado en dos oportunidades desde la Reforma de 1994 cuando se
incorporaron los siguientes instrumentos internacionales: la Convención Interamericana sobre Desaparición

29
Guiñazú, María Virginia

Forzada de Personas, por medio de la ley 24.820 (1997) y la Convención sobre la imprescriptibilidad de los
Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, por medio de la ley 25.778 (2003).

En caso de existir algún aparente conflicto, debería ser resuelto por medio de una interpretación sistémica y
armoniosa por parte de los jueces.

"No pueden (los tratados) ni han podido derogar la Constitución pues esto sería un contrasentido susceptible
de ser atribuido al constituyente (…) los tratados complementan las normas constitucionales sobre derechos y
garantías (…) las cláusulas constitucionales y las de los tratados tienen la misma Jerarquía, son complementarias
y, por lo tanto, no pueden desplazarse o destruirse recíprocamente”.

En lo que se refiere a los tratados de Integración, hay que tener en cuenta que la reforma de 1994 incorporó el
Inc. 24 al art. 75, por medio del cual se formula una distinción entre diversos tratados:

"Aprobar tratados de integración que deleguen competencias y jurisdicción a organizaciones supraestatales, en


condiciones de reciprocidad e igualdad, y que respeten el orden democrático y los derechos humanos. Las normas
dictadas en su consecuencia tienen jerarquía superior a las leyes.

La aprobación de estos tratados con Estados de Latinoamérica requerirá la mayoría absoluta de la totalidad de
los miembros de cada Cámara. En el caso de tratados con otros Estados, el Congreso de la Nación, con la mayoría
absoluta de los miembros presentes de cada Cámara, declarará la conveniencia de la aprobación del tratado y
sólo podrá ser aprobado con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara,
después de ciento veinte días del acto declarativo.

La denuncia de los tratados referidos a este inciso, exigirá la previa aprobación de la mayoría absoluta de la
totalidad de los miembros de cada Cámara”.

En efecto, la primera categoría enumerada en el inc. 22 del art. 75 se refiere a los tratados de derechos
humanos con jerarquía constitucional. En virtud de la vigencia de los arts. 27 y 30, CN, la referencia a que dichos
instrumentos "no derogan artículo alguno de la primera parte de la Constitución y deben entenderse
complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos” debe interpretarse en el sentido de sostener
que continúan prevaleciendo los principios constitucionales por sobre todo tipo de tratados, debido a que ese
requerimiento debe ser cumplimentado aun en los casos de los tratados sobre derechos humanos para que
puedan gozar de jerarquía constitucional. La CSIN:

"Los constituyentes han efectuado un juicio de comprobación, en virtud del cual han cotejado los tratados y
los artículos constitucionales y han verificado que no se produce derogación alguna, juicio que no pueden los
poderes constituidos desconocer y contradecir” (...) Debe interpretarse que las cláusulas constitucionales y las de
los tratados tienen la misma jerarquía, son complementarias y, por lo tanto, no pueden desplazarse o destruirse
recíprocamente”.

Luego encontramos los tratados de Integración del inc. 24 del art. 75 y dentro de este inciso podemos
clasificar a los tratados en dos: un primer grupo formado por los acuerdos de integración con países
latinoamericanos y un segundo grupo formado por acuerdos de integración con países no latinoamericanos. La
distinción surge de las diferentes mayorías y número de votaciones que la CN exige en el Congreso para aprobar

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Guiñazú, María Virginia

unos y otros. En efecto, la CN requiere en el primer supuesto (Estados de Latinoamérica) que se cuente con la
mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara; mientras que en el segundo caso (tratados con
Estados extra regionales), el Congreso de la Nación deberá contar con la mayoría absoluta de los miembros
presentes de cada Cámara para declarar la conveniencia de la aprobación del tratado y solo podrá aprobar el
tratado de integración con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara,
después de ciento veinte días del acto declarativo.

Debe subrayarse que el inc. 24 del art. 75 no sólo hace mención al derecho originario de los bloques de
integración, sino que otorga jerarquía superior a las leyes a las normas dictadas en su consecuencia, es decir, el
derecho derivado de las organizaciones supraestatales o supranacionales de un tratado de integración. Por lo
tanto, incluso al derecho derivado o secundario de la integración se le reconoce supremacía normativa frente a
las regulaciones de derecho interno.

En la hipótesis de que exista Incompatibilidad entre un tratado Internacional y la CN, aquél puede ser
declarado inconstitucional por el Poder Judicial si se dan dos condiciones: la incompatibilidad se refiera al
contenido del tratado y que haya una lesión de un derecho subjetivo en un caso concreto.

Para que "Las normas dictadas en su consecuencia tengan "jerarquía superior a las leyes”, es necesario que se
den dos condiciones:

a) reciprocidad: que todas las Partes Contratantes hayan convenido la delegación de competencias y que todas
ellas acuerden al derecho derivado jerarquía superior a las leyes; y

b) igualdad: que todos los Estados hayan delegado idénticas competencias.

Finalmente, encontramos una tercera categoría de tratados, el resto de los tratados internacionales de los
cuales Argentina es parte, que no están enumerados en el texto constitucional, que no pueden ser incorporados
al texto constitucional por medio de una acción legislativa del Congreso de la Nación -por no constituir tratados
de derechos humanos-, y que no requieren ni mayorías especiales, ni declaraciones de conveniencia -por no
constituir tratados de integración-. La diferenciación entre estas tres categorías de tratados podría ser
interpretada, a su vez, como una jerarquía de los tratados en el sistema jurídico argentino.

Si bien con posterioridad a la reforma constitucional no existen dudas acerca de la primacía del DI sobre el
derecho interno, la aplicación sigue enfrentándose a un problema concreto que proviene de la distinción entre
tratados operativos y programáticos: "los tratados son operativos cuando contengan disposiciones lo
suficientemente concretas de los supuestos de hecho que hagan posible su aplicación inmediata".

En cuanto a la incorporación de la costumbre, el art. 118 (antiguo art. 102) de la CN establece:

"Todos los juicios criminales ordinarios, que no se deriven del derecho de acusación concedido a la Cámara de
Diputados se terminarán por jurados, luego que se establezca en la República esta institución. La actuación de
estos juicios hará en la misma provincia donde se hubiere cometido el delito: pero cuando éste se cometa fuera
de los límites de la Nación, contra el Derecho de Gentes, el Congreso determinará por una ley especial el lugar en
que haya de seguirse el juicio".

31
Guiñazú, María Virginia

Las normas consuetudinarias internacionales se encuentran Incorporadas al plexo normativo argentino. Se


encuentra incorporada de manera automática y directa, sin necesidad de dictado de acto formal alguno para ello.

En síntesis, la pirámide constitucional argentina se encuentra establecida de la siguiente manera:

1. La CN y los tratados sobre DD.HH. enumerados en el art. 75, inc. 22, a los que se les reconoce jerarquía
constitucional e integran el denominado bloque constitucional federal. En esa situación se encontrarían los
tratados sobre DD.HH. que puedan incorporarse con posterioridad.

2. Los tratados de integración que deleguen competencias y jurisdicción a OI (art. 75, inc. 24).

3. El resto de los tratados y las normas consuetudinarias internacionales.

4. Los convenios internacionales que celebren las provincias (art. 124).

5. Las leyes federales.

6. El resto de ordenamiento interno argentino

 RESUMIENDO: Nuestra Constitución reconoce 4 clases de tratados:

1) Tratados sobre Derechos Humanos:

- Algunos tienen jerarquía constitucional: son los 11 tratados enumerados en el 2do párrafo de este
inciso, más la Convención Interamericana sobre desaparición Forzada de Personas, y la Convención sobre
la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad.

- Otros no tienen jerarquía constitucional: para tenerla necesitan la aprobación del Congreso, y luego
el voto de 2/3 de la totalidad de los miembros de cada Cámara.

Si no logran jerarquía constitucional, de todas formas tendrán jerarquía superior a las leyes.

2) Tratados que no son sobre Derechos Humanos: tienen jerarquía superior a las leyes.

3) Tratados de integración: con países latinoamericanos o con otros países (art. 75 inc. 24). Tienen jerarquía
superior a las leyes.

4) Tratados de Provincias con otros Estados: son inferiores a las leyes (ver art. 124)

Límites que tienen los tratados con jerarquía Constitucional:

a) Tienen esa jerarquía en las condiciones de su vigencia: es decir, con las reservas que en su momento haya
hecho la Argentina.

b) No pueden derogar artículos de la 1ra parte de la CN (parte dogmática).

32
Guiñazú, María Virginia

c) Son complementarios de los derechos y garantías reconocidos por la CN (de todas formas ante una
contradicción entre estos tratados y la CN, algunos autores sostienen que prevalece la Constitución si se trata de
sus primeros 35 arts.; otros que prevalecen los Tratados y otros que se debe tener en cuenta cuál favorece más a
los derechos humanos, el que mejor tutela a la persona).

PUNTO d) del programa. Las facultades de las provincias para celebrar tratados

“Artículo 124 CN.- Las provincias podrán crear regiones para el desarrollo económico y social y establecer
órganos con facultades para el cumplimiento de sus fines y podrán también celebrar convenios internacionales en
tanto no sean incompatibles con la política exterior de la Nación y no afecten las facultades delegadas al Gobierno
federal o el crédito público de la Nación; con conocimiento del Congreso Nacional. La ciudad de Buenos Aires
tendrá el régimen que se establezca a tal efecto.

Corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos naturales existentes en su territorio.”

Las provincias pueden firmar tratados internacionales con países u organismos internacionales con los
siguientes requisitos:

- Que el Congreso Nacional tome conocimiento del acto


- Que no se afecte la política exterior del país
- Que no se afecten las facultades delegadas al Gobierno Federal
- Que no se afecte el crédito público.

Estos tratados van a integrar el derecho provincial y no el nacional.

Tema 2.- Fuentes del Derecho Internacional: definición, nociones generales y clasificaciones.

Fuentes materiales: Concepto. Fuentes formales: Concepto. Clasificación

LAS FUENTES DEL DERECHO INTERNACIONAL

a) Concepto de fuente

Cuando la ciencia jurídica contemporánea invoca una fuente de derecho hace referencia a cómo esa norma es
creada y en qué forma ésta se manifiesta y verifica. Autores modernos definen a las fuentes distinguiendo entre:
a) fuente, como causa u origen; b) fuente, como proceso de formulación o creación de normas, y c) fuente, como
modo de verificar o constatar la existencia de la norma jurídica internacional.

b) Fuente formal y fuente material

Las fuentes materiales son aquellas causas, orígenes e influencias que dan nacimiento a la norma jurídica y de
las cuales el derecho internacional se nutre y desarrolla. Serán fuentes materiales de este derecho, por ejemplo,
las distintas convicciones y posturas políticas internacionales de los Estados, la interdependencia económico-
social de éstos, determinados intereses y conveniencias nacionales o internacionales.

33
Guiñazú, María Virginia

Las fuentes materiales dan la fundamentación extrajurídica de porqué nace una norma jurídica del DI, pero
nada agregan sobre el contenido o la validez de esa norma. Las fuentes materiales se confunden entre sí con el
origen del derecho internacional y en cierta medida con su fundamento. Por ello las llamadas fuentes materiales
no son objeto de estudio de la ciencia jurídica, sino de la Teoría de las Relaciones Internacionales.

Dentro de la clasificación de las fuentes formales es posible distinguir entre procesos de creación (fuentes
creadoras) y modos de verificación (fuentes evidencia).

Las fuentes formales como modos de verificación son fuentes formales en sentido amplio. Las fuentes
formales como procesos de creación —fuentes autónomas— son fuentes formales en sentido restringido.

Las fuentes formales en sentido amplio son aquellas fuentes a través de las cuales el derecho se manifiesta y
formula y en razón de ser su expresión visible y concreta, se definen como los modos de verificación de la
existencia de normas jurídicas. Las fuentes formales en sentido restringido son aquéllas aceptadas por el
ordenamiento jurídico vigente como los modos o procesos válidos a través de los cuales el DI es creado. Las
fuentes formales en sentido restringido, o sea como procesos de creación de normas, necesitan manifestarse a
través de un resultado verificable que no será otra cosa que la existencia misma de la norma jurídica creada.

Las fuentes creadoras (fuentes formales en sentido restringido) son a la vez fuentes formales en sentido
amplio, pues constatan la existencia de una norma a través del resultado mismo del proceso creativo válido para
el ordenamiento jurídico internacional. Las fuentes formales que sólo son modos de verificación y no coinciden
con un proceso de creación preestablecido no hacen más que evidenciar la existencia de una norma jurídica
internacional a la luz de los procesos de creación válidos para el ordenamiento jurídico internacional.

Esta clasificación entre fuentes formales en sentido amplio y fuentes formales en sentido restringido es la base
para comprender la distinción que se infiere del art. 38 del Estatuto de la C.I.J. entre las fuentes principales y las
fuentes auxiliares.

La teoría general de las fuentes del DI: la problemática actual que presentan las normas, como instrumentos o
instituciones de la ciencia jurídica internacional, no se refiere al porqué de la obligatoriedad de la norma (fuente
como fundamento), ni a las causas extrajurídicas que las motivan u originan (fuente material), sino al cómo esa
norma es creada (fuente formal en sentido restringido) y en qué forma ésta se manifiesta y verifica (fuente formal
en sentido amplio).

El estudio de las fuentes formales y la distinción entre fuentes formales en sentido amplio y fuentes formales
en sentido restringido son las bases para captar la dinámica de las normas vigentes, reguladoras de la comunidad
internacional.

Enumeración de las fuentes del DI. Art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.

Al referirnos a las características del derecho internacional mencionamos la voluntad de los Estados como uno
de los elementos determinantes de su contenido y evolución. La voluntad común de éstos, como agentes
generadores, condiciona los procesos válidos de creación y verificación de las normas jurídicas internacionales

Kelsen sostiene que un elemento característico del derecho en general, y por lo tanto también del DI, es que
regula su propia creación. La función de una constitución es especialmente regular la creación de normas
generales por órganos especiales (legislación). El DI general o la comunidad constituida por el DI general también

34
Guiñazú, María Virginia

tiene su "constitución". La constitución de la comunidad internacional es el conjunto de normas del derecho


internacional que regulan su creación, o en otros términos, que determinan las "fuentes" del DI.

Siguiendo a Kelsen, al enunciar las fuentes del derecho internacional se hace referencia a las bases mismas de
la constitución de este derecho aceptadas por los miembros de la comunidad internacional. Podemos considerar
que aquéllas se encuentran enumeradas por el art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia (la Corte
es uno de los órganos principales de NU).

El artículo 38 del Estatuto de la Corte dice:

"1. La Corte, cuya función es decidir conforme al DI las controversias que le sean sometidas, deberá aplicar:

a. las convenciones internacionales, sean generales o particulares, que establecen reglas expresamente
reconocidas por los Estados litigantes;

b. la costumbre internacional como prueba de una práctica generalmente aceptada como derecho;

c. los principios generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas;

d. las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor competencia de las distintas naciones,
como medio auxiliar para la determinación de las reglas de derecho, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 59.

2. La presente disposición no restringe la facultad de la Corte para decidir un litigio ex aequo el bono, si las
partes así lo convinieren."

El contenido de esta disposición es obligatorio para la C.I.J. cuando decide conforme al DI las controversias que
le sean sometidas por los Estados. El texto tiene obligatoriedad en materia contenciosa y en materia consultiva.

Las normas contenidas en el art. 38 son también obligatorias para todos los Estados de la comunidad
internacional. Esta obligatoriedad nace de la práctica reiterada y común de los Estados al aceptar a las fuentes
enunciadas en esta norma como expresión del derecho internacional consuetudinario. Sin embargo, al no tratarse
de una norma imperativa de derecho internacional general nada impediría que dos o más Estados se pusiesen de
acuerdo para dirimir sus controversias fuera del marco de la estricta aplicación de las normas contenidas en el art.
38. De tal modo, cabe a los Estados, como agentes generadores de derecho, la posibilidad de aceptar nuevas
fuentes creadoras de normas jurídicas internacionales.

La disposición a la que nos estamos refiriendo no menciona el término "fuentes de derecho", pero puede
inferirse del hecho de que la Corte debe aplicar el derecho formulado a través de los modos de verificación y de
los procesos de creación enunciados por aquélla. Por otra parte, las definiciones de las fuentes contenidas en el
art. 38 son meramente descriptivas. Tal carácter ha sido reconocido por la doctrina contemporánea en
coincidencia con la interpretación dada por la CPJI y por la CIJ. Ahora bien, la enunciación que hace el art. 38 es
taxativa para la Corte. Esta no podrá aplicar como normas jurídicas internacionales reglas que no hayan sido
creadas por alguno de los procesos aceptados como válidos por dicha disposición.

Los actos unilaterales de los Estados y los actos de los organismos internacionales, para poder ser
considerados fuentes creadoras de derecho, deberán reconocer indefectiblemente como base y fundamento
alguno de las fuentes principales enunciadas en el art. 38.

35
Guiñazú, María Virginia

Tratados. Definiciones usuales. Definición a los fines de la aplicación de la Convención de Viena de Derecho de
los Tratados, 1969. Elementos. Limitaciones que surgen de esta definición. Inciso 1 (a) del Art. 38 del Estatuto de
la Corte Internacional de Justicia. Clasificación de los Tratados.

a) Generalidades

Los tratados son, en la actualidad, la fuente creadora de normas jurídicas internacionales más importante. Las
múltiples y variadas relaciones interestaduales han asumido formalmente el carácter de acuerdos expresos de
voluntades. El campo cubierto por la regulación de los tratados se ha ampliado y diversificado.

En el siglo xix se celebraron diversas convenciones multilaterales en el seno de congresos y conferencias


diplomáticas. Mediante tratados, se crean las primeras organizaciones internacionales, destinadas a
desenvolverse en un dominio exclusivamente técnico —la Unión Telegráfica Internacional, la Unión Postal
Universal, el Instituto Internacional de Pesas y Medidas, etc.—. El proceso de normativización convencional se
diversifica. A través de tratados se elaboran normas particulares o normas abstractas que regulan conductas
futuras de los Estados, cuyas voluntades convergen en tales convenciones y se separan e individualizan una vez
producidas las normas de las que son "parte".

Este proceso de institucionalización por medio de convenciones multilaterales cobra auge en el siglo actual
con el establecimiento de organizaciones políticas con vocación universal: la Sociedad de las Naciones, creada en
el Tratado de Versalles de 1919 y la Organización de las Naciones Unidas estructurada en la Carta de San
Francisco en 1945. Ambas instituciones han servido para el esfuerzo consciente de los Estados tendiente a la
codificación del derecho consuetudinario vigente y a su desarrollo progresivo. Uno de los resultados de este
proceso es la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados.

En su preámbulo, se afirma "la función fundamental de los tratados en la historia de las relaciones
internacionales" y se reconoce "la importancia cada vez mayor de los tratados como fuente del derecho
internacional y como medio de desarrollar la cooperación pacífica entre las naciones, sean cuales fueren sus
regímenes constitucionales y sociales".

En un sistema jurídico como el derecho internacional, carente de un órgano institucionalizado que centralice
las funciones legislativas, resulta evidente la significación jurídica de los tratados multilaterales. Ellos posibilitan la
creación de normas generales y abstractas destinadas a regir la conducta de numerosos Estados, en ámbitos de
importantes intereses. A través de ellos, se verifica en los resultados un proceso "quasi-legislativo" que estabiliza
las relaciones internacionales y enriquece el derecho internacional.

El pronunciado desarrollo de este tipo de acuerdos obedece a razones de orden práctico, derivadas de su
simplicidad y de la celeridad de su procedimiento formativo si se las compara con las normas de la costumbre,
pero también es consecuencia de la preferente aceptación de esta fuente por parte de los países nuevos. En la
elaboración de las normas convencionales asumen ellos un rol protagónico.

1. Denominación

Se denominan convenciones a los tratados codificadores adoptados con los auspicios de la ONU; carta o pacto
a los tratados constitutivos de organizaciones internacionales; acuerdos a los tratados que no se celebran por
escrito.

36
Guiñazú, María Virginia

Pero, cualquiera sea su denominación particular —convención, pacto, acuerdo, carta, convenio, declaración,
compromiso, protocolo, estatuto, notas reversales, acta, reglamento, etc.—, en todos los supuestos se define a
un mismo negocio jurídico generalmente identificado como "tratado internacional".

2. Definición

En sentido amplio es el acuerdo de voluntades entre dos o más sujetos del derecho internacional que tiende a
crear, modificar o extinguir derechos de este ordenamiento. Esta definición comprende no sólo a los acuerdos
entre Estados, sino, también, a todo acuerdo entre uno o más Estados y uno o más organismos internacionales y a
los acuerdos entre dos o más organismos internacionales entre sí. También incluye a los acuerdos entre dos o
más sujetos del derecho internacional celebrados en forma verbal. Los acuerdos entre un Estado y un individuo o
una corporación no son tratados sino contratos internacionales regulados por un régimen jurídico especial
determinado por la voluntad de las partes contratantes, especificada en el acuerdo.

En sentido restringido y al solo efecto de la aplicación de la Convención de Viena de 1969 sobre el derecho de
los tratados, tratado es todo acuerdo entre Estados, celebrado por escrito y regido por el derecho internacional.

Inciso 1 (a) del Art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.

El art. 38, 1, del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia dice:

"La Corte... deberá aplicar: a) las convenciones internacionales, sean generales o particulares, que establezcan
reglas expresamente reconocidas por los Estados litigantes..."

Los tratados, como fuente creadora del DI, fundamentan su validez en una norma consuetudinaria que
establece que éstos son hechos para ser cumplidos. Esta norma es, a la vez, un principio general de derecho
interno de los Estados y un principio general del DI, que asume tal categoría en razón de ser una abstracción de
normas jurídicas vigentes de este ordenamiento. La norma pacta sunt servanda (lo pactado obliga) es una norma
del ordenamiento jurídico internacional por el hecho de haber sido aceptada como tal por los Estados.

b) El régimen de los tratados en la Convención de Viena de 1969 sobre el derecho de los tratados

Esta materia, tradicionalmente regida por el derecho consuetudinario, se encuentra codificada en la


Convención de Viena de 1969 sobre el derecho de los tratados. La Convención recoge normas consuetudinarias y
crea otras totalmente novedosas. Tiene su origen en un proyecto de la Comisión de Derecho Internacional y fue
adoptada en una conferencia internacional celebrada con los auspicios de la Organización.

1. Ámbito de validez de la Convención (ámbito de aplicación)

a) Ámbito de validez personal

El art. 1° establece que será aplicable, exclusivamente, a los tratados que se celebren entre Estados. Art. 2, 1
a): "Se entiende por 'tratado' un acuerdo internacional celebrado por escrito entre Estados y regido por el DI, ya
conste en un instrumento único o en dos o más instrumentos conexos y cualquiera que sea su denominación
particular".

37
Guiñazú, María Virginia

Elementos

1. Que se celebre por escrito. Un acuerdo verbal, aun cuando las partes fuesen Estados, no estaría
contemplado por la Convención.
2. Que el acuerdo se celebre entre Estados. El art. 6 consagra la capacidad de los Estados para celebrar
tratados.
3. "Regido por el DI". El acuerdo está destinado a producir efectos jurídicos en este ordenamiento.

El elemento que debe tenerse en cuenta es la intención de las partes, incorporada en un instrumento
internacional, de crear, modificar o extinguir derechos y obligaciones en dicho ámbito jurídico.

Al decir el artículo cualquiera sea su denominación particular se evidencia que, en la práctica de las relaciones
internacionales, las partes suelen utilizar diferentes términos para llamar a un "tratado", sin que de ninguna
manera la denominación del instrumento influya en la determinación de su naturaleza jurídica.

La Convención no incluye una "clasificación". Con ello se tiende a demostrar que todo tratado —multilateral o
bilateral, acuerdo en forma simplificada o tratado formal, etc. — es un negocio jurídico que deriva su fuerza
obligatoria inmediata, de un preciso acuerdo de voluntades, y mediata, de las normas de derecho internacional
que dan tal carácter al acuerdo de voluntades. La técnica de la Convención es la formulación de la regla de
manera amplia para que sea posible aplicarla a todo tipo de acuerdo;

La Convención no desconoce, sino que afirma el valor de otros negocios jurídicos internacionales no
comprendidos en su ámbito, como los acuerdos verbales o los acuerdos tácitos celebrados entre Estados. El art. 3
sienta una regla general precisando que sus normas tampoco afectarán el valor jurídico de los acuerdos
celebrados por otros sujetos del derecho internacional, y que cuando fuesen partes de un tratado Estados y otros
sujetos, las normas de la Convención se aplicarán a las relaciones de los Estados entre sí; afirmando de esta
manera el principio de la relatividad de las relaciones que emergen de un tratado.

El ámbito de validez personal de la Convención está limitado a los tratados celebrados por los Estados. Cabe
aclarar que se subordinan las normas de la Convención a las normas específicas de la organización internacional
(art. 5); aplicando un principio general de derecho donde la norma especial deroga o modifica la norma general.
La disposición del art. 5 se refiere a los tratados específicamente adoptados en el ámbito de la organización y no a
los celebrados con los auspicios o sobre la base de proyectos preparados por la organización internacional.

b) Ámbito de validez temporal

La Convención se aplicará a los tratados que sean celebrados por Estados después de su entrada en vigor con
respecto a tales Estados (art. 4) (principio de la irretroactividad de la convención). Pero si tomamos en cuenta que
en el DI una misma formulación puede ser norma convencional para ciertos Estados y norma consuetudinaria para
otros, vemos que en la medida en que la Convención recoge normas consuetudinarias, estas normas continuarán
produciendo efectos jurídicos para los Estados que no lleguen a ser parte en ella: la fuente de sus derechos y
obligaciones no se encontrará entonces en el tratado, sino en la costumbre. El artículo 4, luego de fijar el principio
de la irretroactividad, admite que ciertas disposiciones enunciadas en la Convención se apliquen a tratados
celebrados por Estados con relación a los que ella no haya entrado en vigor, siempre que dichos tratados estén
sometidos a tales disposiciones en virtud del DI general.

El hecho de que algunos acuerdos no estén regulados por la Convención, no obsta a que se les apliquen
cualesquiera de las normas en ella enunciadas, a las que estuvieran sometidos en virtud del derecho internacional
independientemente de la Convención. El art. 38, ubicado en la sección relativa a los tratados y los terceros

38
Guiñazú, María Virginia

Estados —en la que se establece el principio de que los tratados sólo producen efectos para las partes—
reconoce, sin embargo y en modo congruente con lo expresado, que una norma enunciada en un tratado puede
llegar a ser obligatoria para terceros Estados como norma consuetudinaria.

Finalmente, una de las disposiciones generales referidas a la nulidad, terminación y suspensión de la aplicación
de los tratados (art. 43) dispone que nada menoscabará el deber de un Estado de cumplir toda obligación
enunciada en el tratado que ha sido declarado nulo, ha terminado, o se encuentra suspendido en su aplicación, a
la que esté sometido en virtud del derecho internacional, independientemente de ese tratado.

Si bien en principio la Convención, luego de su entrada en vigor, sólo regirá aquellos tratados que celebren los
Estados por escrito, ciertas disposiciones —las que están formuladas en normas consuetudinarias preexistentes o
las que hayan de formularse en normas consuetudinarias nacidas a partir de ella— serán aplicables a todos los
tratados con independencia de la vigencia de la Convención.

c) Ámbito de validez territorial

Un tratado en vigor será obligatorio para las partes sobre la totalidad de su territorio. La misma Convención
recoge esta norma consuetudinaria en el art. 29 sobre el ámbito territorial de aplicación de los tratados.

El territorio es un elemento del Estado que comprende no solamente el territorio en sentido geofísico sino
también todos aquellos espacios que estén sometidos a su jurisdicción. Se presume que un tratado se aplica a
todos los territorios de los cuales son internacionalmente responsables los Estados parte.

Los tratados se aplican a la totalidad del territorio de cada parte, independientemente de que se trate de
territorios metropolitanos o dependientes.

Clasificación de los tratados

i) En cuanto al número de sujetos parte en un tratado: bilaterales y multilaterales.

· Los tratados bilaterales son acuerdos internacionales celebrados entre dos sujetos del derecho internacional.

· Los tratados multilaterales son acuerdos internacionales celebrados entre varios sujetos del DI. Los tratados
multilaterales en cuya celebración participa un gran número o la generalidad de los Estados de la comunidad
internacional se conocen como tratados colectivos; tratados regionales son aquéllos celebrados por un número
limitado de Estados con identidad de intereses sobre una región geográfica determinada.

ii) En cuanto a las posibilidades de acceder al tratado: Los tratados, según permitan o no la incorporación de
Estados que no han participado en la negociación, pueden ser clasificados en tratados abiertos o cerrados.

· Los tratados cerrados, limitados en principio a los Estados negociadores, no contienen cláusulas que permitan
la incorporación de terceros Estados. Ello no obsta a que los Estados parte —una vez entrado en vigor el
tratado— por un acuerdo específico, ofrezcan o negocien con terceros Estados su incorporación.

· Los tratados abiertos, en cambio, posibilitan la adhesión de Estados que no han participado en las
negociaciones, sin que para ello sea necesario que medie una invitación expresa de los Estados parte.

39
Guiñazú, María Virginia

En los tratados se suelen insertar distintos tipos de cláusulas referidas a la posibilidad de adhesión. En algunos,
tal facultad es ilimitada; el tratado está abierto a todos los Estados indistintamente. En otros, las posibilidades de
acceder se hallan reservadas <a ciertos Estados designados expresamente, o bien tal facultad es acordada sólo a
aquellos Estados que satisfagan criterios determinados previstos en el tratado.

iii) En cuanto a las formas de celebración del tratado: tratados propiamente dichos o en buena y debida forma
y acuerdos en forma simplificada.

· Los tratados en buena y debida forma son aquellos acuerdos internacionales concluidos a través de un
proceso complejo de negociación, adopción del texto, firma y ratificación. Se formulan y evidencian por medio de
un instrumento único.

· Los acuerdos en forma simplificada —agreements, notas reversales— son acuerdos internacionales, cuyo
proceso de conclusión incluye solamente una etapa de negociación y la firma, materializándose, comúnmente, en
varios instrumentos separados. Son frecuentes en dominios de carácter técnico o administrativo, por ejemplo,
reglamentos aduaneros, aéreos o postales, pero pueden regular también cuestiones políticas de importancia. Los
acuerdos militares —convenciones de armisticio— son también de su dominio.

Esta clasificación no produce efecto internacional alguno: no hay distinción jerárquica entre ambas categorías
de tratados ni diferencia de contenido.

Por lo demás, los distintos procesos o formas mediante los cuales los Estados se van a obligar por un tratado
son materia reservada a sus respectivos ordenamientos internos. Un mismo acuerdo internacional puede, así, ser
para una de las partes un tratado propiamente dicho y para la otra un acuerdo en forma simplificada.

iv) En cuanto al contenido u objeto del tratado: tratados de naturaleza normativa y tratados de naturaleza
contractual.

· Los tratados de naturaleza contractual o tratados-contrato tienen por objeto regular la realización de un
negocio jurídico concreto, estableciendo obligaciones específicas para los Estados parte.

· Los tratados de naturaleza normativa o tratados-ley, establecen normas generales que reglamentan las
conductas futuras de las partes. El contenido de las voluntades vinculadas mediante un tratado-ley sería común e
idéntico. No se refieren a un caso particular o a un negocio jurídico preciso, sino que regulan abstractamente un
número de casos o situaciones a priori indeterminadas.

Costumbre. Definición. Elementos constitutivos. Prueba de la costumbre.

Desde sus orígenes, el contenido del derecho internacional se ha nutrido, principalmente, de la costumbre
entre los Estados: hasta mediados del siglo pasado el ordenamiento jurídico internacional reconocía casi
exclusivamente normas jurídicas consuetudinarias. En la actualidad, la evolución del derecho hacia una lex scripta
se manifiesta en la proliferación de los tratados, y en la actividad codificadora emprendida por la ONU.

La costumbre internacional es la práctica común y reiterada de dos o más Estados aceptada por éstos como
obligatoria.

El art. 38 del Estatuto de la CIJ dice: "1. La Corte... deberá aplicar: ... b) La costumbre internacional como
prueba de una práctica generalmente aceptada como derecho;...".

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Guiñazú, María Virginia

a) Elementos constitutivos

La doctrina tradicional ha distinguido en la costumbre dos elementos constitutivos: uno material y otro
psicológico. El elemento material es la práctica común y reiterada y el elemento psicológico es la aceptación de
esa práctica como derecho; es decir, la conciencia o convicción de los Estados sobre su obligatoriedad.

1. Elemento material

La práctica de un Estado, para ser considerada como elemento constitutivo de una costumbre internacional,
deberá ser siempre un acto concluyente, emanado de los órganos o agentes dotados de competencia
internacional. Este acto propio o unilateral de un Estado, deberá ser a su vez "concordante" con el contenido de
otros actos propios o unilaterales de otro u otros Estados. Estos actos unilaterales concordantes —la práctica
común a dos o más Estados— configuran el antecedente material del proceso formativo de una costumbre
internacional.

La conducta puede consistir en un obrar o en una actitud pasiva de aceptación de actos concluyentes de otros
Estados.

Esta práctica común de los Estados deberá ser reiterada en el tiempo. Resulta difícil determinar el término de
reiteración de una práctica para que ésta genere costumbre. El elemento temporal es circunstancial y depende de
la naturaleza de las conductas, de la frecuencia de su repetición y de su publicidad y generalidad.

La repetición de los actos propios de los Estados deberá ser constante y uniforme. La práctica común y
reiterada deberá tener cierto grado de generalidad.

En el ordenamiento jurídico internacional coexisten normas particulares que obligan a dos o más Estados y
normas generales que obligan a toda o a casi toda la comunidad internacional.

Para que dos Estados estén obligados por una costumbre internacional bastará la práctica reiterada y común,
aceptada por éstos como derecho. Una práctica particular entre dos Estados, aceptada por ella como derecho, da
nacimiento a una norma consuetudinaria. La práctica generalmente aceptada como derecho es una prueba de la
existencia de la costumbre.

La práctica general como antecedente de una costumbre general es el resultado de la multiplicación de las
prácticas precedentes de los miembros de la comunidad internacional, consolidadas en el tiempo.

Para que una costumbre internacional sea "general" bastará la concurrencia de la mayoría de ellos. Por ej., los
Estados sin costas marítimas no han podido contribuir con sus prácticas a la creación de normas consuetudinarias
sobre el mar territorial; sólo los Estados con potencial aeroespacial podrán, a través de sus prácticas, determinar
los antecedentes de futuras costumbres referentes a la aeronavegación espacial.

2. Elemento psicológico

No basta una práctica común y reiterada entre Estados para que nazca una costumbre internacional. Es
necesario que los Estados actúen con el convencimiento de obrar de acuerdo a derecho. Es decir, que un Estado
asuma una actitud concordante con la práctica de otro u otros Estados con la convicción de la obligatoriedad de
su obrar.

41
Guiñazú, María Virginia

El texto del art. 38, l b), del Estatuto de la Corte hace referencia a la opinio jurissive necessitatis (convicción de
que una acción se llevó a cabo porque era una obligación jurídica) al describir a la costumbre como práctica
generalmente "aceptada como derecho".

La norma consuetudinaria general podrá obligar a terceros Estados que no hayan participado directamente en
el proceso de creación siempre y cuando aquéllos no hayan realizado actos contrarios a esas prácticas o no hayan
manifestado su disconformidad con ellas.

b) Prueba de la costumbre

En el caso de una costumbre general cabe suponer que el Estado contra el cual ésta se invoca ha participado
en el proceso creativo o que, no habiéndose opuesto a su nacimiento, ha dado su aquiescencia (consentimiento).
Este Estado puede, sin embargo, probar que ha realizado actos contrarios a las prácticas antecedentes de esa
costumbre general, o bien que mediante protesta u otra conducta concluyente no ha brindado aquiescencia.

Tratándose de costumbres particulares, se ha considerado como principio que la parte que alega su existencia
deberá probarla, como deberá probar también que la norma vincula a las partes en la controversia. La parte que
invoca una costumbre de este tipo deberá probar que esa costumbre ha sido establecida de tal manera que ha
llegado a ser obligatoria para la otra parte.

En la determinación de la existencia de normas consuetudinarias, la función cumplida por los órganos


jurisdiccionales, tanto nacionales como internacionales, es relevante.

Para acreditar la existencia de las prácticas necesarias a la formación de la costumbre han sido invocadas
múltiples manifestaciones del comportamiento de los Estados, tanto actos internos (leyes internas, decisiones
judiciales nacionales, actos que reflejan prácticas gubernamentales reiteradas) como actos internacionales (la
firma de una convención internacional, las reclamaciones diplomáticas, las reservas).

Los problemas que puede comportar la prueba de una costumbre internacional se acentúan en aquellos casos
en que ésta modifica o deroga normas internacionales anteriores. ¿Desde qué momento la repetición por dos o
más Estados de actos que podrían ser considerados violatorios de una norma anterior puede a la vez ser
entendida como antecedente de una nueva costumbre internacional? ¿desde cuándo una nueva práctica común y
reiterada dejaría de ser violatoria del DI para convertirse en un lícito internacional? En este supuesto la prueba de
las nuevas prácticas y la convergencia de una opinio juris inequívoca se tornan rigurosas y el factor temporal
adquiere un relieve particular a fin de precisar el momento en que nace la nueva norma consuetudinaria.

Los nuevos Estados y la costumbre vigente.

c) Problemas recientes del derecho consuetudinario

1. Los nuevos Estados y la costumbre vigente

El surgimiento de nuevos Estados independientes y soberanos, como consecuencia del proceso de


descolonización que experimenta la Comunidad internacional, plantea el problema de la aceptación o no por
parte de esos nuevos Estados del Derecho Internacional consuetudinario preexistente.

42
Guiñazú, María Virginia

Ellos no han participado en su proceso formativo. No han tenido oportunidad de contribuir con sus conductas
a la creación de las normas ni han podido demostrar su oposición. Por ello podría considerarse que para ellos no
opera el carácter eminentemente consensual de los mecanismos de creación del derecho internacional.

En nuestra opinión el Estado adquiere personalidad jurídica en un contexto normativo que lo precede y que
regula sus derechos y deberes como entidad política independiente y soberana. El carácter de sujetos del derecho
internacional implica la calidad de agentes generadores de éste. Por lo tanto, los procesos formales de creación
de normas jurídicas internacionales serán los canales naturales mediante los cuales estos nuevos sujetos podrán
propiciar cambios o modificaciones al derecho vigente. A excepción de las normas imperativas, los nuevos
Estados podrán cuestionar la obligatoriedad de toda otra norma general de ese derecho a través de actos
concluyentes opuestos a ella, o bien por medio de actos reiterados de protesta. Resulta indudable que una
costumbre internacional que fue generada a través de conductas de un número reducido de Estados en épocas en
que la sociedad internacional los tenía como exclusivos protagonistas, no podría guardar su poder vinculatorio
general si la gran mayoría de los Estados recién accedidos a la independencia la rechaza inequívocamente.

Sin embargo, la actitud de los nuevos Estados ha sido en general la de aceptar las normas internacionales,
cuestionando aquéllas que se presentan como resabios de la dependencia colonial o como expresión de un poder
hegemónico. La pretensión de ingresar a las NU, manifestada por todo nuevo Estado, implica por un acto de
voluntad expresa la aceptación de normas y principios fundamentales en la vida de relación internacional.

El actual proceso de codificación del DI, ya sea que se viertan en tratados normas consuetudinarias
preexistentes o que se las modifique, los nuevos Estados aceptan explícitamente costumbres precedentes
expresadas en la nueva convención o al participar en su reelaboración y desarrollo progresivo.

En la actualidad, una costumbre internacional presume la aceptación del DI por parte de los nuevos Estados.

La costumbre y los organismos internacionales.

Los Organismos Internacionales, como sujetos del derecho internacional, tienen posibilidad por medio de sus
prácticas reiteradas y concordantes con las de otro organismo internacional o de uno o más Estados, de participar
en la creación de normas consuetudinarias internacionales. Esta posibilidad está sujeta a las limitaciones
impuestas a su condición de persona jurídica por el mismo estatuto constitutivo. Es posible aceptar ciertas
prácticas concluyentes de esas organizaciones como antecedentes de una costumbre internacional.

Por otra parte, las conductas seguidas por los órganos de un Organismo Internacional podrán dar lugar al
nacimiento de prácticas obligatorias dentro de su derecho interno.

Principios Generales del Derecho. La disposición del Art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.
Distinguir: a) principios generales del derecho reconocidos por los Estados en sus ordenamientos internos, b)
principios generales del derecho a los que se refiere el Art. 38. Ejemplos de los mal llamados principios generales
del Derecho Internacional.

La doctrina moderna no está en un todo de acuerdo sobre la naturaleza de los principios generales de derecho
como fuentes creadoras de normas jurídicas internacionales. Algunos tratadistas no le dan a los principios
generales de derecho jerarquía de fuentes principales, sino de meras fuentes subsidiarias o auxiliares. Estas

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Guiñazú, María Virginia

posturas doctrinarias no se comparecen con el contenido del art. 38, 1 del Estatuto de la C.I.J. que dice que "La
Corte... deberá aplicar... c) los principios generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas..." Para
determinar la naturaleza de los principios generales de derecho como fuentes principales, o sea como fuentes
creadoras, de acuerdo al inc c) del art. 38.1, debemos distinguir entre principios generales de derecho interno
reconocidos por los Estados civilizados y principios generales del derecho internacional.

Artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia

“1. La Corte, cuya función es decidir conforme al derecho internacional las controversias que le sean sometidas,
deberá aplicar:

a. las convenciones internacionales, sean generales o particulares, que establecen reglas expresamente
reconocidas por los Estados litigantes;

b. la costumbre internacional como prueba de una práctica generalmente aceptada como derecho;

c. los principios generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas;

d. las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor competencia de las distintas naciones,
como medio auxiliar para la determinación de las reglas de derecho, sin perjuicio de lo dispuesto en el Artículo 59.

2. La presente disposición no restringe la facultad de la Corte para decidir un litigio ex aequo et bono, si las
partes así lo convinieren”.

a) Principios generales de derecho reconocidos por los Estados en sus ordenamientos internos

El art. 38, 1 c), se refiere concretamente a los principios generales de derecho interno reconocidos por los
Estados civilizados.

Los principios generales de derecho del art. 38 provienen de ciertas nociones esenciales de los ordenamientos
jurídicos internos. El hecho de que los Estados apliquen internamente principios de derecho concordantes con los
aplicados por otros Estados, fundamenta la presunción de que la intención común es también la de aplicarlos en
sus relaciones mutuas.

Una vez que el derecho vigente se cristaliza en un sistema de fuentes determinado, los llamados a aplicar el
derecho creado por esas fuentes no necesitan recurrir a sus fundamentos de obligatoriedad, sino que
simplemente deben aceptarlas, aplicándolas como obligatorias. Por ello, cada uno de los principios generales de
derecho interno, reconocidos por los Estados, no necesita de una costumbre antecedente para ser aceptado
individualmente como fuente creadora del derecho internacional.

El art. 38 del Estatuto de la CIJ reconoce la existencia de normas de derecho internacional autónomas,
compuestas o integradas por normas de derecho interno comunes a los distintos sistemas jurídicos.

En reiteradas ocasiones la C.I.J. ha aplicado principios "generalmente reconocidos" que notoriamente


corresponden a los principios generales de derecho interno, concordantes entre los Estados. Tales como el de la
obligación de reparar el perjuicio ocasionado; el principio de que nadie puede transmitir un derecho mejor que el
que posee; la autoridad de la cosa juzgada, etcétera.

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Guiñazú, María Virginia

b) Los principios generales del Derecho Internacional

Los principios generales del DI son abstracciones de las normas que integran el ordenamiento jurídico
internacional general; es decir, no son por sí mismos fuentes creadoras del derecho internacional. Estos principios
generales del derecho pueden, sin embargo, coincidir con el contenido de una norma jurídica internacional. En
estos casos, los principios generales del derecho internacional son derecho positivo. Cuando mencionamos como
principio general del DI a la libertad de mares, por ejemplo, nos estamos refiriendo a una abstracción deducida de
una costumbre internacional, reafirmada convencionalmente y que regula el comportamiento de los sujetos de
derecho internacional en la alta mar. Sostener que la libertad de los mares, la igualdad y la soberanía de los
Estados, la no agresión o la regla pacta sunt servanda son principios generales del DI, comporta aceptar un
proceso de abstracción de normas positivas que realiza la ciencia jurídica para facilitar la sistematización y
conocimiento del derecho internacional vigente. Pero este proceso de abstracción no es privativo de la ciencia
jurídica, son también presupuestos políticos para la modificación o interpretación del derecho internacional.

Los principios "reconocidos en general" tienen notoriedad como abstracciones de normas jurídicas del DI.

- MEDIOS AUXILIARES PARA LA DETERMINACIÓN DE LAS REGLAS DE DERECHO

Jurisprudencia. Concepto. Alcances de la disposición del Art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de
Justicia.

El art. 38, 1 del Estatuto de la C.I.J. establece que "La Corte… deberá aplicar: ... d) las decisiones judiciales...
como medio(s) auxiliar(es) para la determinación de las reglas de derecho…”

El art. 59 del mismo Estatuto dice que: "La decisión de la Corte no es obligatoria sino para las partes en litigio y
respecto del caso que ha sido decidido". Este último artículo establece el efecto de la relatividad de la cosa
juzgada para los fallos de la Corte.

En cuanto al alcance de los fallos de la Corte, no pueden constituir "precedentes" creadores de normas
jurídicas internacionales. Pero nada obsta a que la Corte se refiera a sus fallos anteriores o a los fallos de la
C.P.J.I., a los efectos de determinar la existencia de una norma del derecho internacional.

Cuando la Corte hace alusión expresa a sus sentencias anteriores no les da a éstas jerarquía de fuentes
creadoras, sino que las invoca como medios por los cuales es posible verificar la existencia de normas jurídicas
internacionales.

La decisión judicial de la C.I.J. es siempre la consecuencia directa de la aplicación de normas jurídicas


internacionales. Pero la Corte puede al aplicar una norma de DI precisar su contenido, interpretándola.

Las decisiones judiciales no son por sí mismas normas jurídicas internacionales con el alcance de fuentes
creadoras de derecho, sino la prueba fehaciente y directa de la existencia de una norma jurídica preexistente. La
actividad propia de la Corte podrá, sí, influir en una nueva interpretación del contenido y alcance de la norma.

Cuando la Corte deba aplicar una costumbre internacional, que no ha sido formulada con precisión por la
práctica reiterada de los Estados, será la misma Corte la llamada a verificar el contenido y alcance de aquélla.

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Guiñazú, María Virginia

La Corte, al aplicar en sus fallos principios generales de derecho, deberá recurrir a un proceso analógico
comparativo con el fin de precisar su existencia y contenido. Esta actividad de la Corte no debe ser interpretada
como creadora de principios generales de derecho, pues éstos existen independientemente de su aplicación por
el tribunal.

Las decisiones judiciales NO son fuentes creadoras sino los medios auxiliares más efectivos para verificar la
existencia de normas jurídicas internacionales.

Doctrina. Concepto. Alcances de la disposición del Art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.

El art. 38, 1 d) del Estatuto de la C.I.J., establece también como medio auxiliar para la determinación de las
reglas del derecho internacional, a la doctrina de los publicistas de mayor competencia de las distintas naciones.

El publicista, o sea el estudioso del derecho internacional, no crea derecho a través de su actividad académico-
científica, sino que interpreta y sistematiza el derecho existente, a la vez que propone normas de conducta de
acuerdo a esquemas conceptuales predeterminados.

El art. 38, 1 d) hace referencia a la actividad de interpretación y sistematización por medio de la cual puede
clarificarse el alcance y contenido de las normas jurídicas internacionales existentes.

El art. hace expresa referencia a los publicistas de mayor competencia de las distintas naciones para asegurar
que la verificación de la existencia de normas jurídicas internacionales corresponda, por lo menos, a un consenso
entre distintos tratadistas representativos de los diversos ordenamientos jurídicos internos.

En la actualidad, la importancia de la doctrina como medio para determinar la existencia de normas jurídicas
es limitada. Distinto fue el caso de los primeros doctrinarios del DI, quienes fueron creando un sistema técnico
adecuado para estudiar y entender jurídicamente las interrelaciones de los Estados, en los siglos xvi y xvii.

La C.I.J. y su antecesora la C.P.J.I. no ha hecho referencia en sus opiniones consultivas o fallos a publicistas
determinados, si bien ambos tribunales han mencionado, en forma genérica, a la "doctrina" y a las "enseñanzas".

Equidad. Concepto. Inciso 2 Art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia. Ubicación en la
clasificación fuentes principales-auxiliares.

El art. 38, 2. del Estatuto de la C.I.J. dice que "la presente disposición no restringe la facultad de la Corte para
decidir un litigio ex aequo et bono*, si las partes así lo convinieren".

* ex aequo et bono: arbitraje en equidad; alude a la facultad de los tribunales de resolver los litigios con la solución que
consideren más equitativa en el caso particular.

La inclusión de este concepto responde a las inquietudes y presiones ejercidas por los representantes
anglosajones, para quienes la equidad es parte integral del derecho sustancial.

El concepto ex aequo et bono es la posibilidad conferida al órgano jurisdiccional de decidir las controversias
creando la norma individual de derecho a aplicar al caso, con la solución que consideren más equitativa en el caso
particular.

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Guiñazú, María Virginia

Actos Jurídicos Unilaterales. Casos más frecuentes (Tipología). Efectos. ¿Son fuente del Derecho
Internacional?

Se consideran actos unilaterales de los Estados a aquellas manifestaciones de voluntad emanadas del Estado y
que tienden a producir ciertos efectos jurídicos. En general, la expresión actos unilaterales está referida a actos
diplomáticos tales como el reconocimiento, la renuncia, la protesta, la notificación, la promesa. Al distinguir entre
la actividad que aquéllos realizan como sujetos del derecho internacional y su actividad como agentes
generadores de la norma debemos también distinguir entre actos unilaterales de los Estados como sujetos y actos
unilaterales de éstos como agentes generadores de derecho.

i) El Estado, como sujeto del derecho internacional, no está facultado por el ordenamiento positivo para crear
por sí solo normas jurídicas internacionales. La subjetividad del Estado se define por la capacidad de éste como
centro de imputación de derechos y obligaciones internacionales. La actividad de un Estado, como sujeto de DI,
comportará siempre la aplicación o violación de una norma jurídica preexistente.

Los actos unilaterales de los Estados pueden ser meras aplicaciones de normas jurídicas en vigor —la adhesión
a un tratado o su denuncia, por ejemplo— o, siendo contrarios a éstas, generar su responsabilidad internacional.

Cuando los actos unilaterales de un Estado incompatibles con el derecho positivo son reiterados por otro u
otros Estados, pueden constituir precedentes de una nueva norma jurídica internacional. Son también
precedentes en los supuestos en que los actos unilaterales se refieren a conductas novedosas, aún no
reglamentadas por el derecho vigente.

Considerar a un acto unilateral como precedente no implica aceptarlo como creador de la norma jurídica. El
acto unilateral de un Estado necesita del acto unilateral concordante de otro u otros Estados pata dar nacimiento
a una disposición del derecho positivo.

ii) Los Estados, como agentes generadores, crean normas jurídicas internacionales a través de las llamadas
fuentes principales o fuentes creadoras. La igualdad soberana de los Estados, como principio general del derecho
positivo, impide que se impongan derechos u obligaciones a un Estado por el mero acto unilateral de otro. No es
posible concebir una norma jurídica internacional en cuyo proceso formativo solamente ha participado un Estado.
Puede suceder que la intervención de otro u otros Estados en la creación de la norma se evidencie en una actitud
meramente pasiva. Esta actitud implica aquiescencia, comprometiendo, así, la voluntad inmediata del Estado en
la creación de la norma. La protesta o la reclamación son los actos unilaterales de un Estado mediante los cuales
éste puede hacer saber su voluntad de oponerse al nacimiento de una norma jurídica internacional producto de la
actividad de uno o varios Estados.

Del proceso descentralizado de creación de normas entre y para Estados soberanos e iguales jurídicamente
surge la obligación de éstos de actuar o reaccionar frente a las conductas de otros Estados que pudiesen ser
consideradas como precedentes potenciales de normas obligatorias.

El art. 38 del Estatuto de la C.IJ. no menciona a los actos unilaterales entre las fuentes a aplicar por la Corte;
por lo tanto, en razón del carácter taxativo de su enunciado, ninguna sentencia de este tribunal podrá fundarse
exclusivamente en una norma jurídica supuestamente creada por un acto unilateral de un Estado.

La decisión de la C.I.J. en los casos de los ensayos nucleares, entre Australia y Francia y Nueva Zelandia y
Francia, plantea un interesante interrogante doctrinario sobre la naturaleza de los actos unilaterales como

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Guiñazú, María Virginia

fuentes creadoras de derecho. Ante los reiterados ensayos nucleares realizados por Francia en el Pacífico Sur,
Australia y Nueva Zelandia solicitaron a la Corte "... juzgar y declarar que la ejecución de ensayos atmosféricos
adicionales con armas nucleares en el Océano del Pacífico Sur no se ajusta a las reglas aplicables del derecho
internacional y ordenar que la República de Francia no debe llevar a cabo ningún ensayo adicional de tal tipo". La
Corte entendió que el objetivo de los peticionantes era obtener que Francia pusiese fin a los ensayos nucleares
atmosféricos en el Pacífico Sur. Una vez presentadas las Memorias de las actoras ante el tribunal, el Presidente de
Francia anunció la intención de su Gobierno de suspender la ejecución de los ensayos nucleares en la atmósfera.
Ante esta nueva circunstancia, la Corte consideró que se encontraba frente a una situación en donde el objetivo
de las demandas había sido satisfecho por el hecho de que Francia, a través de declaraciones unilaterales, asumió
la obligación de no realizar más ensayos nucleares en la atmósfera del Pacífico Sur.

La Corte se abstuvo de pronunciarse sobre el fondo de la cuestión planteada: "...como Corte de derecho tiene
obligación de resolver controversias existentes entre los Estados, esas controversias deben continuar existiendo
en el momento en que la Corte tome su decisión". "...En razón de haber desaparecido el objeto de las demandas
no hay nada sobre lo que juzgar".

La Corte asignó a la declaración unilateral de Francia efectos vinculatorios. Para ella tal declaración crea "una
obligación jurídica individual" que no necesita aceptación, ni siquiera una respuesta o reacción de otros Estados.

La doctrina internacional contemporánea, en general, no otorga a los actos unilaterales calidad de fuente
autónoma en tanto que proceso de creación de derecho, lo que no implica desconocerles efectos jurídicos
cuando son aplicación de una norma positiva. Revisten importancia como precedentes de la creación de derecho.

Decisiones de los Organismos Internacionales. Efectos jurídicos. Diversidad. ¿Son fuente del Derecho
Internacional?

LOS ACTOS DE LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES

Los tratados constitutivos de los organismos internacionales contienen, generalmente, disposiciones por las
que se faculta a los órganos a adoptar decisiones, resoluciones, reglamentos o recomendaciones dirigidos a los
Estados miembros. Estos tratados constitutivos también contemplan la posibilidad de autorizar a esos órganos a
reglamentar sus propios derechos y obligaciones, al igual que ciertos derechos y obligaciones de los individuos
directamente vinculados con los organismos internacionales. La doctrina llama al conjunto de normas que
reglamenta el funcionamiento de los órganos, derecho interno de los organismos internacionales.

Frente a esta realidad, autores contemporáneos proponen una nueva categoría de fuentes creadoras de
derecho llamada legislación internacional.

Los efectos jurídicos de los actos de los organismos internacionales dependen de lo que al respecto se
disponga en los tratados constitutivos. En ciertos supuestos, aquellos efectos podrán también inferirse de los
poderes implícitos de la organización o bien de las prácticas reiteradas de sus órganos, creadoras de una
costumbre internacional.

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Guiñazú, María Virginia

La diversidad y complejidad de organismos internacionales impide englobarlos en una categoría uniforme.


Difieren en cuanto a propósitos y objetivos, composición, potestades, posibilidades o su aptitud para establecer
normas.

Las resoluciones de la Asamblea General de la ONU, en el marco de una entidad de carácter universal, y ciertos
actos del Consejo y la Comisión de las Comunidades Europeas, en un ámbito regional, nos permiten analizar las
posibilidades normativas de las instituciones internacionales.

i) Las resoluciones de la Asamblea General de la ONU: En principio, no son obligatorias para los miembros de la
organización; tienden sólo a influenciar en la actividad de los Estados mediante recomendaciones que fijan pautas
de conducta. Aun así, bajo ciertas circunstancias, producen importantes consecuencias jurídicas. Por ej., la
actividad del Estado motivada en el cumplimiento de una resolución de la A. G. será siempre lícita para el DI.

Sin embargo, en ciertos casos, una resolución podría ser considerada obligatoria en razón de reiterar normas
contenidas en un tratado o recoger una costumbre internacional. En estos supuestos, la fuerza obligatoria no
derivaría de la resolución en sí, sino del tratado o de la norma consuetudinaria de la que es expresión.

La convergencia de numerosas voluntades estatales en la aprobación de una resolución comprueba en modo


instantáneo la existencia de una opinio juris. Y la práctica reiterada de los Estados, concordante con la expresión
de esa opinio juris enunciada en una resolución, da lugar al nacimiento de una norma jurídica internacional. La
resolución del órgano no sería la fuente creadora, sino la prueba del elemento psicológico de la costumbre.

En diversos casos, las resoluciones de la A. G. son la expresión de convicciones jurídicas arraigadas o traducen
necesidades colectivas que van a plasmar luego, con cierta inmediatez, en convenciones internacionales. Así, tras
la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, se aprobaron el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos del año 1966, y tras la
Declaración de los Principios Jurídicos que deben regir las actividades de los Estados en la Exploración y
Utilización del Espacio Ultraterrestre de 1963, se aprobó el Tratado sobre dicho espacio en 1967.

Hay un supuesto en que las resoluciones son siempre obligatorias para la Organización y para sus Miembros.
Se trata del caso en que éstas se refieren a actos del derecho interno de la Organización. Por ej., obligan a los
Estados miembros y a la propia organización, las resoluciones de la A. G. sobre el presupuesto de la ONU,
admisión y expulsión de miembros, creación de organismos subsidiarios, etc.

Aun cuando no quepa asignar a las Resoluciones de la A. G. el carácter de fuente autónoma de derecho
internacional, revisten gran importancia en el desarrollo de este orden jurídico.

ii) Actos del Consejo y de la Comisión de las Comunidades Europeas: Los tratados constitutivos de las
Comunidades Europeas prevén los alcances jurídicos de los actos de sus órganos, a los que asignan en diversos
supuestos efectos vinculatorios, no sólo con relación a las propias Comunidades, sino también a los gobiernos de
los Estados miembros y a las empresas o individuos establecidos en el territorio de éstos.

Así el tratado constitutivo de la Comunidad Económica Europea establece el valor jurídico de los reglamentos,
las decisiones, las directivas, las recomendaciones y dictámenes aprobados o formulados por la Comisión y por el
Consejo. Atribuye a los reglamentos eficacia general, obligatoriedad en todas sus partes e inmediata aplicabilidad;
y a las decisiones les confiere obligatoriedad en todas sus partes para sus destinatarios. Las recomendaciones y
los dictámenes, por el contrario, carecen de efecto obligatorio.

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Guiñazú, María Virginia

La actividad de los órganos de las Comunidades ha dado lugar a la creación de un conjunto de normas jurídicas
derivadas que, integradas con las disposiciones de los tratados constitutivos, configuran el llamado derecho
comunitario. Este derecho regula ámbitos como la política arancelaria común, la libre circulación de personas, la
política agraria común, la seguridad social, etc. El derecho comunitario no es otra cosa que derecho internacional.
El origen de los poderes de los órganos de las Comunidades se encuentra en la transferencia de competencias
normativas realizadas por los Estados miembros.

Codificación. Concepto. Primeros intentos de Codificación del Derecho Internacional. Art. 13 inc. I de la Carta
de Naciones Unidas.

La codificación del derecho internacional

La incertidumbre e imprecisión de las prácticas de los Estados, como antecedentes de normas


consuetudinarias, los ha conducido a tratar de efectuar una formulación más precisa y sistemática de las reglas
del derecho internacional. La codificación es, para el DI, el proceso de ordenamiento y sistematización del
derecho existente y aún del derecho deseado, formulado en un cuerpo orgánico de normas escritas.

Basdevant, en su Diccionario de la Terminología del Derecho Internacional, da una primera definición de


codificación, diciendo que es la sistematización de normas jurídicas existentes. En una segunda definición,
propone a la codificación como una actividad creadora, que no sólo declara el derecho existente, sino que lo
ajusta y adapta y aún reforma o completa. En una tercera definición, relaciona el concepto de codificación con
todo acuerdo internacional realizado por escrito.

Los primeros intentos de codificación del derecho internacional con carácter general los encontramos en las
Conferencias de La Haya de 1899 y 1907.

La Asamblea de la Sociedad de las Naciones, motivada por la necesidad de armonizar el DI existente, convocó
en La Haya en 1930 a una conferencia internacional sobre codificación. De los temas previstos —nacionalidad,
mar territorial y responsabilidad del Estado por daños causados en su territorio a la persona o a los bienes de los
extranjeros— sólo se adoptó una Convención sobre cuestiones relativas a las obligaciones militares en casos de
doble nacionalidad, y un Protocolo referido a ciertos casos de apatridia. El sentimiento de fracaso que dejó esta
Conferencia no influenció en la intención de los Estados representados en la Conferencia de San Francisco de
1945, quienes establecieron en el art. 13, 1, a) de la Carta de la ONU que la AG "... promoverá estudios y hará
recomendaciones para... impulsar el desarrollo progresivo del derecho internacional y su codificación".

En el ejercicio de estas atribuciones, la Asamblea General de la ONU creó la Comisión de Derecho Internacional
integrada actualmente por veinticinco miembros de reconocida idoneidad en derecho internacional que,
actuando a título personal, son elegidos por la misma Asamblea General, de tal manera que queda asegurada la
representación de las más importantes formas de civilización y de los principales sistemas jurídicos del mundo.

El estatuto de la CDI establece, en su art. 15, que la expresión codificación del Derecho Internacional es usada
por conveniencia, para expresar la formulación y sistematización más precisa de reglas en aquellas áreas en
donde existe una profusa práctica de los Estados, además de precedentes y doctrina. Por su parte, la expresión
desarrollo progresivo implica la preparación de anteproyectos de convenciones en materias aún no reguladas por
el DI o en las que no hay suficiente desarrollo del derecho a través de la práctica de los Estados.

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Guiñazú, María Virginia

Hoy día la codificación no es sólo la sistematización del derecho existente, sino también un proceso tendiente
a su adaptación, modificación y desarrollo. El proceso de codificación del derecho internacional no se limita a la
mera recopilación, en forma sistematizada, del derecho vigente.

La codificación, ya sea como proceso de creación de nuevas normas jurídicas internacionales o como proceso
de cristalización ordenada del derecho vigente, NO es por sí misma una fuente autónoma del DI.

La codificación del derecho internacional se materializa indefectiblemente en una convención internacional. Es


decir, que es siempre la voluntad inmediata de los sujetos del derecho internacional —expresada en un tratado—
la que crea la norma codificada. La labor de la CDI tiene sólo por objeto otorgar a los Estados bases
científicamente sólidas de discusión, contenidas en anteproyectos de convenciones codificadoras, para el
momento en que éstos se reúnan en una conferencia internacional.

Fruto de la labor preparatoria de la CDI son las Convenciones de Ginebra sobre Derecho del Mar de 1958, la
Convención de Viena de 1961 sobre Relaciones Diplomáticas, la Convención de Viena de 1963 sobre Relaciones
Consulares, la Convención sobre Misiones Especiales de 1969, la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho
de los Tratados, etc.

Todas estas convenciones revisten gran importancia en el derecho internacional contemporáneo. En primer
lugar, aquéllas que se encuentran en vigor constituyen derecho positivo convencional para los Estados parte. Pero
además, para los terceros Estados que no son parte en ellas pueden comportar una formulación clara y precisa de
las normas consuetudinarias. Así, la Convención de Viena de 1961 sobre Relaciones Diplomáticas en cuanto
establece la inmunidad de jurisdicción de los agentes diplomáticos en el Estado ante el cual están acreditados,
recoge una vieja norma de derecho internacional general. Su formulación en la Convención clarifica el contenido
de la regla para los Estados que no son parte en ella. Es posible invocarlas como prueba de la costumbre.

En segundo lugar, una convención codificadora puede crear normas totalmente novedosas, cuyo contenido, al
generalizarse por la aceptación de terceros Estados, genera una norma consuetudinaria posterior. En este caso,
también, la norma convencional puede ser útil como prueba del contenido de la costumbre. La Convención de
Ginebra de 1958 sobre la Plataforma Continental constituyó en esa época un desarrollo progresivo del derecho
internacional al consagrar el derecho soberano del Estado ribereño sobre los recursos del lecho y subsuelo de la
zona. Actualmente, una norma consuetudinaria otorga este derecho a todo Estado.

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Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 3:

1.- Subjetividad Internacional.

Cuestiones generales: doctrinas al respecto.

Uno de los problemas más arduos y más complejos del D.I. es el de llegar a un criterio acorde para
individualizar el mecanismo por el que se llega o se puede llegar a ser sujeto del ordenamiento internacional.

El problema es preferentemente teórico, pero tiene una gran transcendencia práctica. Teóricamente podemos
dividir las aportaciones doctrinales en los cinco grupos siguientes:

1) Aquellos autores que consideran como sujetos del D.I. solamente a los Estados y consiguientemente que el
D.I. sólo regula las relaciones entre los mismos.

2) Muy vecina a la corriente anterior, encontramos otra posición que consideraba que la subjetividad
internacional surge come consecuencia de un acto jurídico de reconocimiento emanado de cada uno de los
sujetos de D.I. prexistentes, o sea, de aquellos que tuvieran lo categoría de tales en el momento en que se da vida
al nuevo sujeto. El reconocimiento revestía para esta posición doctrinal el carácter de constitutivo de la
subjetividad o personalidad internacional. Esta posición no parece admisible: el reconocimiento tiene efectos
preferentemente declarativos y no constitutivos de la personalidad internacional (reconocimiento constitutivo).

3) Otra posición considera que existe dentro del ordenamiento jurídico internacional una norma única que
atribuye la subjetividad internacional a todos aquellos que se encuentren en una determinada situación jurídica.

4) Frente a esta posición se alza la del profesor Ago y otros que niegan la existencia de dicha norma única y
sostienen que la subjetividad debe ser determinada por la ciencia jurídica a través de los datos que nos
proporcione el estudio de las distintas normas internacionales y por los caracteres propios de sus destinatarios.
Ello conduce a la necesidad de examinar en cada caso particular si concurre la personalidad internacional en el
presunto sujeto, lo que supone llegar a una valoración en concreto caso por caso.

5) Finalmente, otra posición sostiene la existencia de una norma general respecto a la subjetividad aplicable a
la mayoría de los sujetos y unas normas especiales aplicables a los casos particulares.

Formas de atribuirse la subjetividad internacional.

Las posiciones anteriores, salvo la última, llevan en sí un radicalismo que las priva de ser convincentes, y no
están avaladas plenamente por la práctica internacional actual de la evolución del D.I. Por ello podemos afirmar:

a) Que existe una norma en base a la cual se atribuye ipso iure la subjetividad internacional a aquellas
entidades en las que concurran determinadas características o elementos, como la población, el territorio, la
organización política y la independencia o soberanía de forma efectiva. Estos elementos, y especialmente el
segundo y el cuarto, no deben ser entendidos en un sentido absoluto, ya que la práctica internacional ha
introducido determinadas excepciones.

b) Existe también otro procedimiento consistente en otorgar la personalidad o subjetividad internacional en


concreto por los otros sujetos prexistentes o un grupo de ellos a uno nuevo que crean mediante un tratado
internacional. El supuesto más conocido es el de las Organizaciones internacionales. El Tribunal Internacional de

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Guiñazú, María Virginia

Justicia, después de afirmar la personalidad internacional de las N.U., sostiene que: “cincuenta estados (los que
firmaron la Carta de N.U.) representan una gran mayoría de los miembros de la Comunidad internacional y tienen
el poder, conforme al D.I., de crear una entidad que posea una personalidad internacional objetiva y no,
simplemente, una personalidad reconocida por ellos solos”.

La subjetividad internacional de las N.U. no es exclusiva de un ordenamiento particular, sino que pertenece al
D.I. general. Por el mismo procedimiento puede otorgarse la personalidad internacional a otras entidades. La
esfera de los sujetos es ilimitada.

c) Existen, finalmente, supuestos muy particulares de subjetividad internacional -Santa Sede y Orden de Malta-
muy difícilmente explicables en base a las dos reglas anteriores, ya que son excepciones.

Consecuencias de la atribución de la subjetividad internacional.

El otorgamiento de la subjetividad internacional lleva aparejadas una serie de consecuencias:

a) Todo aquel ente que esté en posesión del status de sujeto del ordenamiento internacional se convierte en
destinatario de sus normas, es decir, en beneficiario de las mismas y queda sujeto a las obligaciones que éstas le
impongan.

b) La personalidad internacional lleva aparejada la concesión al sujeto de una amplia esfera de libertad que,
desde el punto de vista del D.I., encuentra sus propias limitaciones solamente en las normas del ordenamiento
mismo. Esa libertad es una situación jurídica internacional; no es una pura libertad de hecho, sino de derecho,
protegida por el D.I. Ello lleva como consecuencia inmediata que se prohíba a cualquier otro sujeto que interfiera
en el ejercicio de dicha libertad, salvo que exista un título particular que justifique la injerencia. En otras palabras,
el sujeto internacional queda protegido por el ordenamiento internacional, consecuencia de que en él existen los
principios de libertad, independencia y no injerencia en los asuntos internos.

c) El D.I. general no impone limitaciones a la capacidad de obrar de sus sujetos, sino simples limitaciones a la
libertad de obrar, dirigidas a respetar la existencia y la libertad de los demás sujetos.

Resulta posible, y en la práctica encontramos diversos ejemplos, que un sujeto, precisamente en uso de su
capacidad de obrar, se imponga por medio de un acuerdo internacional limitaciones a su libertad de obrar
(neutralización, participación en determinadas organizaciones internacionales supranacionales, etc.). Estas
limitaciones no suponen la pérdida de la subjetividad internacional.

2.- El Estado.

El Estado es el sujeto del Derecho Internacional por autonomasia.

El Estado ha sido considerado siempre en el D.I. como el sujeto indiscutido, el sujeto-tipo. A través de él
podemos señalar las analogías y diferencias con otros sujetos internacionales. El Estado es un sujeto de base
territorial.

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Guiñazú, María Virginia

El Estado adquiere su personalidad internacional en el momento que se haya constituido y resulte operante. El
D.I. se interesa por él cuando se den en el mismo los requisitos esenciales para su propia existencia. El Estado no
nace a la vida internacional por el reconocimiento de los otros Estados.

Elementos esenciales.

El Estado representa una de las formas de organización de las sociedades políticas. Su nacimiento en los planos
ideológico y político se centra geográficamente en la Europa Occidental entre los siglos XIV y XV. Es un producto
histórico, sujeto a transformaciones, que debe su aparición en la historia a una serie de factores de toda índole,
(económicos, técnicos, sociales e incluso culturales y espirituales). En la Italia del Renacimiento, en la España de
finales del siglo XV, y en Inglaterra y Francia en el siglo XVI, encontramos los primeros ejemplos históricos de
Estados en el sentido moderno del término.

Lo que al D.I. verdaderamente le interesa es el Estado ya constituido. Para considerarlo así se deben dar
determinados caracteres o elementos, y es entonces cuando se transforma en destinatario de las normas
internacionales. Tales elementos son: a) la población, b) el territorio, c) la organización política en su triple
vertiente de Gobierno, ordenamiento jurídico y poder político, y d) la soberanía que engloba a todo el conjunto y
le da una especial significación.

a) La población se encuentra constituida por un conjunto de individuos -súbditos o nacionales- sobre los
cuales el Estado o la organización estatal ejercita un conjunto de poderes de hecho. Es un presupuesto necesario
para el Estado: sin el elemento población sería inútil sostener su existencia.

Un problema conexo es el de la estabilidad de la población, en el cual hay que distinguir, por un lado, un
aspecto interno: que la población es continuamente cambiante, según los nacimientos, muertes, naturalizaciones,
etc. Por otro lado, lo que interesa al D.I., que es la estabilidad de la población hacia el exterior, o sea, que la
población tenga un carácter permanente o de inamovilidad relativa sobre el territorio.

b) Otro elemento es el territorio, el ámbito o espacio en el cual la organización ejercita de hecho y con mayor
intensidad la propia potestad de gobierno, con exclusión de análogos poderes por parte de otro sujeto del D.I. de
carácter territorial.

El territorio estatal está delimitado por las fronteras, pero no es absolutamente imprescindible que las
fronteras del Estado estén perfectamente delimitadas De hecho, en algunos estados de Hispanoamérica y de
África la delimitación se ha realizado a posteriori del nacimiento internacional del Estado, como el Estado de
Israel, que fue creado sin que se hubiera hecho una delimitación clara de sus fronteras.

c) La organización política es un elemento complejo. Supone, en primer lugar, la existencia de un Gobierno, en


sentido amplio, que ejerza su poder sobre el territorio y la población. Cuando hablamos de Gobierno en sentido
amplio, nos estamos refiriendo a un conjunto de instituciones y órganos a través de los cuales se manifiesta la
existencia de una organización política constituida y eficaz.

Esta organización se manifiesta a través de los órganos encargados de llevar a cabo la actividad social del
Estado, tanto en el interior como el exterior. Se expresa también a través de la creación de normas jurídicas que
se impongan a la población, territorio y organización gubernamental en general, y, finalmente, a través de la
existencia de un poder político autónomo respecto a los otros poderes que ejercen su actividad en la sociedad.

54
Guiñazú, María Virginia

Al D.I. le interesa, a efectos de la subjetividad internacional, que exista la organización, aunque no sea en
principio muy perfecta, y que se manifieste de una forma efectiva. Por ello hemos hablado de Gobierno en
sentido amplio y de la existencia de un poder político autónomo. La forma de Gobierno concreta es irrelevante a
los efectos de la subjetividad internacional.

d) Un cuarto elemento, de carácter global, es la soberanía, también denominado más recientemente como
independencia. Supone que el Estado ejerza su actividad internacional por propio poder, y no por el de otro
sujeto internacional y, además, que pueda obrar inmediata y directamente sobre todos los elementos que forman
el Estado. La soberanía es un concepto que corresponde a una situación de superioridad de los Estados mismos,
en lo que se refiere a la sociedad humana que ellos controlan y dirigen, y no a una posición de superioridad de los
Estados respecto a los otros Estados de la Comunidad internacional. La independencia debe ser entendida en el
sentido de sumisión inmediata de los Estados al Derecho de Gentes, pero se refiere a la pretensión de los Estados
de ser considerados como un órgano jurídico supremo. La noción de independencia considerada en este sentido,
es idéntica a la de soberanía estatal.

La soberanía se manifiesta en un doble sentido:

A) Hacia el exterior del Estado por una auténtica libertad de decisión para el ejercicio de su actividad en las
relaciones internacionales. Es la autonomía del Estado, que no permite la injerencia de otros Estados. La
independencia es la “plena responsabilidad internacional del territorio por los actos propios del ejercicio de su
soberanía externa” y “la posibilidad de ejercicio del poder de entablar relaciones directas de cualquier clase con
otros Gobiernos y con instituciones internacionales, y derecho a negociar, firmar y ratificar instrumentos
internacionales”.

B) Y se manifiesta también hacia el interior, en tanto que el Estado soberano posee la plenitud de jurisdicción
para reglamentar todo lo referente al territorio, la población y a los distintos aspectos de la vida social. Es la
ausencia de todo control o injerencia del Gobierno de otro estado en el gobierno interior (poderes legislativo,
ejecutivo y judicial) y en la administración del territorio.

La concurrencia de estos elementos en una sociedad política la pone en situación de ser incluida dentro de los
sujetos del D.I. A partir de ese momento, el Estado soberano adquiere un status jurídico que los demás sujetos
deben respetar como consecuencia de su independencia, y su libertad queda protegida por el D.I. Cuando
concurren los elementos anteriores nos encontramos ante un Estado nuevo. La forma concreta en que éste ha
surgido no tiene relevancia para el D.I., en el cual predomina el principio de la efectividad. Lo que interesa es que
el Estado ejerza de manera independiente de otros Estados y en forma efectiva el poder político sobre el
territorio, y sobre la población. La forma concreta de Gobierno tampoco tiene interés para el D.I.

Reconocimiento del Estado.

Una vez que el Estado reúne de hecho los elementos esenciales, puede decirse que existe en tanto que sujeto
pleno del D.I. Desde entonces los otros Estados están en condiciones de verificar la existencia real del Estado
recién surgido, prestándole su reconocimiento. Por el reconocimiento se constata la realidad del nuevo Estado.

A) Parece más cierta la caracterización del reconocimiento como acto declarativo (el Estado existe de iure
desde que se den en él los requisitos objetivos de la estatalidad, limitándose el reconocimiento a verificar tal
circunstancia) que como acto constitutivo o atributivo (el reconocimiento crearía el Estado).

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Guiñazú, María Virginia

El reconocimiento tiene un valor declarativo, y se define como el acto libre por el cual uno o varios Estados
constatan la existencia sobre un territorio determinado de una sociedad humana políticamente organizada,
independiente de cualquier otro Estado existente, capaz de observar las prescripciones del DI. Dice la Declaración
sobre los derechos y deberes de los Estados: “la existencia política del Estado es independiente de su
reconocimiento por los demás Estados”.

No obstante, es posible distinguir en la práctica un cierto aspecto constitutivo en la medida en que, si bien el
nuevo Estado es sujeto de D.I. desde que nace -limitándose el Estado que reconoce a comprobar que concurren
en aquél los elementos propios del Estado-, no puede ejercitar plenamente ciertos derechos hasta que haya sido
reconocido. Los supuestos de hecho del Estado sólo resultan evidentes a través del reconocimiento, por lo que
tiene una gran significación práctica, como lo prueba la insistencia de los nuevos Estados en conseguir el
reconocimiento del mayor número posible de Estados y de las Organizaciones internacionales. En otras palabras,
aunque el reconocimiento posee un indudable valor declarativo en relación con la existencia del Estado, pues no
hace sino constatar dicha existencia, la capacidad de acción del nuevo Estado en el plano de las relaciones
internacionales es muy restringida antes de su reconocimiento formal, siendo este indispensable para el pleno
ejercicio de sus competencias exteriores para el pleno despliegue de los efectos de sus actos jurídicos en el
territorio de otro Estado; pues aunque la falta de reconocimiento no impide ciertos tipos de contactos con el
Estado no reconocido -relaciones comerciales o consulares, acuerdos limitados-, tales contactos tienen un
carácter aislado, fragmentario, no oficial.

B) El reconocimiento es, por otra parte, un verdadero acto jurídico y no un puro gesto político, si bien no deja
de estar influido por motivaciones políticas.

El reconocimiento es un acto libre por el cual uno o varios Estados constatan la existencia sobre un territorio
determinado de una sociedad humana políticamente organizada, independiente de cualquier otro Estado
existente, capaz de observar las prescripciones del D.I. Es importante porque le da al Estado capacidad de acción.

Siendo el reconocimiento un acto voluntario o discrecional (acto libre), sólo el autor del reconocimiento queda
vinculado por él, pudiendo así existir legítimamente un hecho respecto de unos Estados y no respecto de otros, y
pudiendo en concreto reconocerse sólo aspectos parciales de la existencia de tal hecho, como aconteció en las
relaciones entre las dos Repúblicas alemanas.

No hay un deber jurídico-internacional de reconocer. Puede haber una negativa de reconocimiento a pesar de
la efectividad del nuevo Estado (posición de los Estados árabes respecto de Israel). En otros casos se ha dado un
reconocimiento tardío, en supuestos de secesión o de emancipación de colonias en que el Estado matriz se resiste
a su propio desmembramiento (Pakistán no reconoció al Estado de Bangladesh hasta 1974, más de dos años
después del fin de la guerra de secesión; España tardó setenta y cinco años en reconocer al Perú); sin que en
estos casos los terceros Estados tengan que esperar a la decisión del Estado que sufre la pérdida territorial para
otorgar su reconocimiento al nuevo Estado. Cabe también la práctica, tachada de arbitraria, del reconocimiento
prematuro, otorgado cuando aún no se dé la existencia efectiva del Estado (reconocimiento de Panonia por los
Estados Unidos en 1903, pocos días después de la insurrección panameña contra Colombia, reconocimiento de
Bangladesh por la India en 1971). El reconocimiento prematuro, que supone una intervención en los asuntos
internos del Estado, ha obedecido al intento político de consolidar situaciones ficticias o establecidas
contrariando el D.I.

Un aspecto a tener en cuenta a la hora de valorar desde un punto de vista jurídico el reconocimiento otorgado
por terceros es el de la situación concreta de una entidad territorial a la luz del principio de autodeterminación de
los pueblos. Así, mientras que en un caso como el de los bantustanes (Transkei, Ciskei, Bophuthatswana, Venda,

56
Guiñazú, María Virginia

etc.) creados por la República de Sudáfrica en contravención de dicho principio con el objeto de segregar a la
población negra bajo una apariencia de independencia, y reconocidos como Estados por esa sola República, la
reacción del C.S. y de otros órganos de las N.U. había sido de condena y de negación de validez jurídica a los actos
unilaterales sudafricanos; en otros casos diferentes y aun opuestos, como el de la República de Guinea-Bissau,
tanto las N.U. como un buen número de Estados procedieron, respecto de un pueblo que estaba en trance de
culminar el ejercicio de su derecho a autodeterminarse, a admitir prematuramente su estatalidad a falta, todavía,
de la concurrencia de los elementos de ésta, en particular el de un gobierno estable. Casos como este tienen la
significación de expresar la opinión colectiva de que ese pueblo estaba a punto de lograr su objetivo final en su
lucha por alcanzar la estatalidad, siendo en tal sentido acreedor del apoyo de la comunidad internacional.

En este contexto de tránsito de la dependencia a la independencia de un pueblo en ejercicio del derecho de


libre determinación, a veces se producen situaciones en que los Estados, ante el fenómeno de movimientos de
liberación nacional que representan a pueblos en lucha, reaccionan de modo diferente según sus respectivas
opciones políticas de base, frente a actos de autoconstitución de un nuevo Estado llevados a cabo por dichos
movimientos, ya prestando su reconocimiento a las entidades así creadas como verdaderos Estados pese a la no
concurrencia plena de todos los requisitos que caracterizan a un Estado (población y territorio definidos), ya
negándoles su reconocimiento, no ya como Estados, sino incluso como movimientos de liberación. En lo que se
refiere a la Rep. Árabe Sahniara Democrática, su estatalidad, proclamada el 28 de febrero de 1976, llegó a ser
reconocida por más de sesenta Estados, sobre todo africanos, ingresando incluso en 1984 como miembro de la
O.U.A. Y, en lo que se refiere al controvertido estado palestino, proclamado el 15 de noviembre de 1988 por el
Consejo Nacional Palestino en virtud de una declaración político en la que se invocaba la resolución 18 de la A.G.
de las N.U. que abría la posibilidad de crear en territorio palestino dos Estados, uno árabe y otro judío, llegaría a
contar pronto con cerca de noventa actos estatales de reconocimiento, si bien no pocos Estados, entre ellos los
del Este y los de la C.E., adoptaron en su momento una actitud negativa o cuando menos cautelosa, constatando
o incluso aprobando la iniciativa o considerándola un paso positiva en orden a un arreglo global del conflicto del
Oriente Medio pero sin adoptar una decisión de reconocer a la nueva entidad.

En la doctrina y en la práctica internacionales perfila un deber jurídico de no reconocer (doctrina del no


reconocimiento sanción) en aquellos casos en que la situación se establece en contradicción con una regla
jurídico-internacional como: a) la que prohíbe el uso ilícito de la fuerza; b) la que expresa el principio de no
intervención, con la prohibición de comprometer la integridad territorial y la independencia política de un Estado;
o c) la que proclama el derecho de autodeterminación de los pueblos.

Pese a lo loable de ese esfuerzo por consagrar en D.I. positivo una obligación general de no reconocimiento en
supuestos como los señalados, no hay una obligación general de no reconocimiento por ilegalidad.

d) En cuanto a las formas que puede revestir el reconocimiento, cabe distinguir entre un reconocimiento
individual y un reconocimiento colectivo, y entre un reconocimiento expreso y un reconocimiento tácito o
implícito (deducido de hechos concluyentes como el intercambio de agentes diplomáticos, la conclusión de un
tratado con el nuevo Estado o la adhesión de este a un convenio en vigor). La forma más frecuente es la del
reconocimiento individual expreso, que habitualmente se hace mediante un acto unilateral (nota diplomática,
declaración), un tratado bilateral con el Estado al que se va a reconocer, un comunicado conjunto ad hoc, etc.

La admisión de un nuevo Estado en una Organización internacional - que sería un reconocimiento colectivo
tácito – no implica el reconocimiento por parte de los distintos Estados miembros de la Organización, porque el
reconocimiento es un acto libre y discrecional y como tal, no obligatorio (en ONU: no reconocimiento de Israel

57
Guiñazú, María Virginia

por los Estados árabes, no reconocimiento de Ucrania, Bielorrusia y Mongolia Exterior, antes de los cambios
sobrevenidos en el Este, por los Estados Unidos).

e) Desde el punto de vista del contenido, se ha distinguido entre un reconocimiento de favor o provisional y un
reconocimiento de iure o definitivo, irrevocable, procediendo aquel a este cuando el nuevo estado no pueda
considerarse aún como plenamente consolidado.

Diferentes tipos de Estado.

Junto al Estado unitario de base nacional o plurinacional, encontramos el Estado federal, que presenta
problemas en algunos casos concretos con el D.I. El Estado federal presenta las siguientes características:

1 - que el ordenamiento jurídico que regula el Estado federal y la posición de los Estados miembros del mismo
es un ordenamiento de carácter interno y no internacional, y además es un ordenamiento originario ya que no
deriva del de los Estados miembros; y

2 - que el Estado federal tiene un territorio propio, formado por el conjunto de los territorios de los Estados
miembros, y una población también formada por el conjunto de los pueblos de cada uno de los Estados que
forman parte del Estado federal.

AL D.I. le interesa el Estado federal en algunos puntos concretos. El Estado federal es un sujeto de D.I. en su
conjunto, lo que nos lleva a negar la subjetividad internacional de los Estados miembros. Esta falta de subjetividad
no aparece totalmente indiscutida, especialmente si tenemos en cuenta que hay Estados partes en una
federación que han llegado a ser miembros de organizaciones internacionales. Esta situación totalmente anormal
fue la que presentaron las dos antiguas Repúblicas soviéticas de Bielorrusia y Ucrania, que formaron parte de la
O.N.U. como miembros originarios debido a un acto político, una petición de la URSS, aceptada en la Conferencia
de Yalta, de que dichas Repúblicas soviéticas entran a formar parte como miembros originarios de las N.U.

Los Estados federados no gozan de la potestad de concertar tratados internacionales, salvo que sean
autorizados por la Constitución o sean aprobados por el Gobierno federal.

No obstante lo anterior, que obedece a peculiaridades propias de algunos Estados federales, el Estado federal
es el único responsable internacionalmente y es el Gobierno federal el único competente para actuar en el plano
internacional y para conocer de las reclamaciones de otros Estados que se consideren perjudicados por actos
contrarios al D.I. ejecutados dentro de los Estados miembros de la federación. La práctica internacional es clara.

La personalidad internacional la tiene el Estado federal y no los Estados partes de la federación. Esta
afirmación es general, lo que no es óbice para que en algún ordenamiento particular pueda reconocerse la
personalidad de algunos Estados partes de una federación de tipo clásico.

Al D.I. le interesa el Estado federal en su conjunto porque es el único responsable internacionalmente.

Reconocimiento de nuevos Gobiernos. El principio de la continuidad. Las doctrinas sobre el reconocimiento


de Gobierno y su aplicación en la práctica. Formas del reconocimiento de nuevos gobiernos.

58
Guiñazú, María Virginia

Las alteraciones que puedan producirse en la organización política interna de un Estado no afectan a la
condición internacional de éste, salvo en el caso de la desaparición de todo gobierno, que conllevaría la extinción
del Estado a falta de uno de sus elementos básicos. Con base en el principio de seguridad jurídica, los cambios
sobrevenidos en el régimen político de un Estado dejan inalteradas sus obligaciones internacionales frente a
terceros, a pesar de que en ocasiones se haya intentado justificar la no asunción de compromisos externos
contraídos por gobiernos anteriores (tratados internacionales, deudas de Estado, etc.) so pretexto de la
producción de alteraciones sustanciales en la estructura social del Estado.

Ello no significa que los cambios internos en un Estado carezcan de toda relevancia en el plano jurídico
internacional. Es cierto que el D.I. es en principio neutro frente a los eventos políticos internos. Las orientaciones
políticas internas de un Estado pertenecen a la competencia exclusiva del mismo, siempre que no violen una
obligación de D.I. Pero esos cambios internos pueden influir en el sentido de que un nuevo gobierno surgido en
un Estado por vías de hecho (golpe de Estado, revolución, etc.) en contradicción con el orden constitucional
establecido puede verse en dificultades para ejercer en plenitud sus funciones en el plano internacional si no se
ve respaldado por el reconocimiento de los gobiernos de otros Estados, reconocimiento que le permitirá
desarrollar relaciones diplomáticas plenas, litigar en nombre del Estado, etc.

Rasgos conceptuales del reconocimiento de nuevos gobiernos.

Mediante el reconocimiento de gobiernos se declara la voluntad de mantener relaciones con un gobierno que
ha venido a sustituir a otro de forma irregular, contrariando la legalidad constitucional vigente (gobierno de facto
en contraposición al gobierno legal o de iure). El reconocimiento de gobiernos, frente al de Estados, es “un acto
por el cual se da la conformidad para continuar las relaciones habituales de intercambio con el nuevo régimen,
cuando este nuevo régimen ha surgido de manera diferente a la sucesión pacífica y normal de autoridades de un
país, de modo diverso a la sucesión de gobiernos constitucionalmente establecida”. Sin el reconocimiento de un
gobierno así surgido podrán darse ciertos tipos de relaciones entre dos Estados, pero en ningún caso plenas
(relaciones diplomáticas), de modo que el reconocimiento aparece como una actividad estatal que decide la
existencia y la amplitud de las relaciones internacionales entre quienes se reconocen mutuamente.

El reconocimiento del nuevo gobierno de un Estado ya reconocido es el acto libre por el que uno o varios
Estados verifican que una persona o un grupo de personas están en condiciones de obligar al Estado que
pretenden representar y expresan su voluntad de mantener relaciones con ellas.

El reconocimiento de gobiernos como acto libre o voluntario es un acto de elección política y, como tal,
discrecional. Ningún sujeto (de D.I.) puede obligar a otro a entablar relaciones con él. Son criterios de política
exterior y no normas jurídico-internacionales los que influyen en la decisión de reconocer o no.

Teniendo en cuenta la relevancia del principio de efectividad, es posible sostener que todo gobierno efectivo y
estable, capaz de ejercer con carácter continuo las funciones políticas del Estado, es un gobierno en el sentido del
D.I., siendo irrelevante su origen irregular en la perspectiva del Derecho interno. Del simple hecho de que haya
nacido por vías no constitucionales no se derivan límites jurídicos a su competencia internacional para actuar en
nombre del Estado. Por ello, la doctrina de la efectividad, según la cual habría obligación de reconocer a los
gobiernos que ejercen un control efectivo sobre un territorio y la población que en él se asienta, sería la más
adecuada desde el punto de vista del D.I.

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Guiñazú, María Virginia

Por otra parte, existe una indudable relación entre el reconocimiento de gobiernos y el reconocimiento de
Estados: el reconocimiento de un nuevo Estado implica necesariamente el del gobierno que en ese momento
ocupa el poder y, una vez realizado, el reconocimiento del Estado persiste a pesar de los cambios de gobierno.

Las doctrinas sobre el reconocimiento de Gobierno y su aplicación en la práctica.

Aparte de la doctrina de la efectividad, que se orienta hacia la configuración de un deber de reconocer a todo
gobierno que ejerza un poder efectivo en el territorio estatal, se han elaborado, sobre todo en el continente
americano - sacudido por crónicas convulsiones políticas que conllevan frecuentes relevos en el poder en
distintos Estados -, sendas doctrinas inspiradas en los criterios de la legalidad (doctrina Tobar) y de la efectividad
(doctrina Estrada).

En cuanto al criterio de la legalidad, en 1907, el entonces Ministro de Asuntos Exteriores ecuatoriano Carlos
Tobar (doctrina Tobar/ doctrina de la legitimidad constitucional), formula que la manera más eficaz de poner
término a los cambios violentos de gobierno inspirados en la ambición consiste en que los Estados se nieguen a
reconocer a los gobiernos transitorios, nacidos de las revoluciones, hasta que demuestren que gozan del apoyo
de sus países, apoyo que debería reflejarse en el asentimiento de una asamblea representativa.

La doctrina Tobar representa una tentativa de reacción política y doctrinal contra las agitaciones
revolucionarias en América Central (y que de hecho no recibió aplicación fuera de este ámbito). Otras doctrinas
del criterio de legalidad: la doctrina Larreta, en 1944, que propugna la adopción de una posición colectiva o
concertada por parte de los distintos países americanos (excluyendo la intervención armada) respecto de los
gobiernos surgidos por vías de hecho, en defensa de los principios de la democracia y de la solidaridad americana.

El Comité de defensa política panamericana recomendaba a los gobiernos americanos realizar consultas entre
si antes de reconocer a un nuevo gobierno establecido por la fuerza.

Entre las doctrinas que se inspiran en el criterio de la efectividad, destaca la doctrina Estrada, contenida en
una declaración hecha en 1930 por el entonces Secretario de Relaciones Exteriores de México Genaro Estrada.
Esta doctrina rechaza la aplicación arbitraria que había venido haciéndose del criterio de la legalidad, lo que daba
lugar a situaciones en que la capacidad legal o el ascenso nacional del gobierno o autoridades parecen
supeditarse a la opinión de los extraños. La doctrina Estrada está contenida en:

“El Gobierno de México no se pronuncia en el sentido de otorgar reconocimientos, porque considera que esta
es una práctica denigrante que sobre herir la soberanía de otras naciones, coloca a éstas en el caso de que sus
asuntos interiores puedan ser calificados en cualquier sentido por otros gobiernos, quienes de hecho asumen un
actitud de crítica al decidir favorable o desfavorablemente sobre la capacidad legal de regímenes extranjeros. En
consecuencia, el Gobierno de México se limita a mantener o retirar cuando lo crea procedente a sus agentes
diplomáticos y a continuar aceptando, cuando también la considere procedente, a los similares agentes
diplomáticos que las naciones respectivas tengan acreditados en México, sin calificar, ni precipitadamente ni a
posterior, el derecho que tengan las naciones extranjeras para aceptar, mantener o sustituir sus gobiernos o
autoridades”.

Esta doctrina se orienta a sustituir el reconocimiento expreso por el tácito al referirse a la posibilidad de
mantener (o retirar) los agentes diplomáticos acreditados, lo que no deja de ser un signo externo de la intención
de reconocer (o no reconocer) al nuevo gobierno.

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Guiñazú, María Virginia

Consideraciones:

a) Teniendo en cuenta el carácter discrecional del reconocimiento y su frecuente vinculación a factores


políticos, no puede decirse que exista en el D.I. general una regla que, con base en el principio de efectividad,
obligue a reconocer a los gobiernos de facto cuando efectivamente ejerzan un control sobre el territorio y la
población aunque sí se puede sostener que un reconocimiento prematuro (otorgado cuando la situación de
cambio político interno aún no se ha consolidado) puede constituir un acto internacionalmente ilícito, contrario al
principio de no intervención en los asuntos internos de otros Estados.

b) Si se admite que todo gobierno efectivo y estable es un gobierne en el sentido del D.I. y que del hecho de
haber nacido por vías no constitucionales no se derivan límites jurídicos a su competencia internacional, la
aplicación de criterios políticos que supongan una valoración de la «calidad» del nuevo gobierno desde un punto
de vista ideológico puede también suponer una violación del expresado principio de no intervención.

c) Aun no existiendo en el D.I. general una regla que establezca la obligación de no reconocer o de dejar de
reconocer a gobiernos «ilegales», podría llegar a establecerse por vía convencional una obligación de romper
relaciones diplomáticas o no reconocer como legítimo a un gobierno que viole obligaciones internacionales
básicas sobre la base de la decisión de un órgano competente de una organización internacional.

d) Teniendo en cuenta los principios de efectividad y de no intervención, no parece posible mantener


indefinidamente el reconocimiento de un “gobierno en el exilio” (aquel que reivindica su autoridad sobre un
Estado en el que ejercen el poder efectivo otras autoridades), pues tal actitud puede pasar a convertirse en una
ficción cuando las expectativas de retorno al poder por parte del gobierno desplazado se disipan con la
consolidación de la nueva situación, lo que puede justificar la legítima protesta del gobierno efectivo en exigencia
del respeto por los terceros del ejercicio de su soberanía territorial: de hecho, los Estados suelen atender en estos
casos al criterio de la colectividad para dejar de reconocer en la práctica como gobierno de un Estado al que ya no
posee el poder y el control sobre el territorio del Estado.

Finalmente, no es ocioso referirse aquí a la distinción entre un reconocimiento de jure o pleno y un


reconocimiento de facto o parcial, la cual se ajusta a una cierta gradualidad en la actitud de los terceros hacia el
nuevo equipo de poder que surge en un Estado. Conveniencia de adaptar el procedimiento del reconocimiento a
la realidad, reconociendo a un gobierno nuevo primero como gobierno de hecho y luego, cuando su situación se
ha estabilizado, como gobierno de derecho.

Formas del reconocimiento de nuevos gobiernos.

Al igual que en el reconocimiento de Estados, cabe distinguir entre un reconocimiento expreso, que suele
realizarse a través de un acto unilateral o a veces a través de una declaración conjunta o de un tratado ad hoc, y
un reconocimiento implícito, deducido de ciertos hechos como el intercambio de agentes diplomáticos o el
mantenimiento de los que estaban en sus puestos, la conclusión de un tratado, etc.

Por lo que respecta a la distinción entre un reconocimiento individual y un reconocimiento colectivo, la


participación de un gobierno en conferencias internacionales o su admisión en organizaciones internacionales no
implica necesariamente su reconocimiento por parte de los estados participantes en la conferencia o integrantes
de la organización. No obstante, una organización universal como las N.U. son un foro apropiado, no sólo para
promover y coordinar el no reconocimiento de gobiernos cuya conducta es contraria a ciertas reglas

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Guiñazú, María Virginia

internacionales básicas, sino incluso para discernir, entre dos gobiernos que se disputan la autoridad sobre un
Estado, cuál de ellos es el representativo.

3.- Sucesiones de Internacionales. Estados y otros sujetos.

Los efectos de las modificaciones territoriales de los estados, incluida la extinción total de la soberanía
territorial, son conocidos tradicionalmente como sucesión de Estados.

Es la sustitución de un Estado por otro en la responsabilidad de las relaciones internacionales de un territorio.

Modificaciones territoriales: categorías.

El territorio de los estados no es inmutable, y el nacimiento y extinción de los estados es una constante
histórica. En siglos pasados, después de la Segunda Guerra Mundial y tras la caída del muro de Berlín y de las
dictaduras comunistas del centro y este de Europa, han tenido lugar numerosas modificaciones territoriales.

Esto dio como resultados normativos dos convenciones:

 Convención de Viena del 23 de agosto de 1978, sobre sucesión de Estados en materia de tratados, que
da un tratamiento singular al supuesto de la descolonización.
 Convención de Viena del 8 de abril de 1983, sobre sucesión de Estados en materia de bienes archivos y
deudas de estado.

Ambas convenciones definen a la sucesión de Estados como la sustitución de un estado por otro en la
responsabilidad de las relaciones internacionales de un territorio.

La causa de que se produzca una sucesión de Estados o sustitución de un estado por otro es siempre una
modificación territorial de acuerdo con el DI, es decir, cuando de forma lícita un estado pierde territorio y otro
estado lo adquiere. Esta causa es la básica o genérica, pero pueden agregarse diferentes variables que afectan a la
pérdida o adquisición de personalidad internacional. Son los supuestos de sucesión.

Clasificación o tipos de sucesión

No hay una clasificación enteramente satisfactoria. Teniendo en cuenta que la sucesión de Estados es un
fenómeno que puede reducirse al fenómeno de pérdida de un territorio por un estado y adquisición de territorio
por otro, se deben seguir las categorías específicas de sucesión reguladas por las dos convenciones, que son:

1. Sucesión parcial: cuando una parte del territorio de un estado es transferida por este a otro estado.

2. Estado de reciente independencia: un estado sucesor cuyo territorio, inmediatamente antes de la fecha de
la sucesión de Estados, era un territorio dependiente, de cuyas relaciones internacionales era responsable el
estado predecesor. Algunos sectores lo identifican como sucesión colonial.

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Guiñazú, María Virginia

3. La unificación de estados: cuando dos o más estados se unen, extinguiéndose la personalidad de ambos y
formando un nuevo sujeto de derecho internacional: el estado sucesor.

4. La separación de parte o partes del territorio de un estado dando lugar a la formación de uno o varios
estados Sucesores continúe o no existiendo el estado predecesor

5. Disolución: tiene lugar cuando un estado se disuelve y deja de existir, formando las partes del territorio del
Estado predecesor dos o más estados sucesores.

Modificaciones ilícitas del territorio.

Una modificación territorial en violación del DI, como la ocupación por parte de Israel de parte del territorio
sirio y palestino, o la invasión y ocupación temporal de Kuwait por Irak en 1990 y 1991, no puede dar lugar a la
aplicación de las reglas de la sucesión de Estados. Es decir, no da lugar a la sustitución por el estado ocupante en
los derechos y obligaciones del estado ocupado.

El DI vigente establece de forma imperativa la obligación de los estados de abstenerse de todo uso o amenaza
de fuerza armada directa o indirecta en las relaciones internacionales. La AG de la ONU aprobó en 1970 una
declaración en la que establece un principio: “el territorio de un estado no será objeto de adquisición por otro
estado derivada de la amenaza o el uso de la fuerza. No se reconocerá como legal ninguna adquisición territorial
derivada de la amenaza o el uso de la fuerza”. Hay nulidad de efectos de una adquisición territorial mediante el
uso de fuerza armada.

El no reconocimiento de la soberanía territorial del Estado ocupante sobre el territorio ocupado está implícito
en el principio de la prohibición del uso de la fuerza armada.

Incluso un uso legal de fuerza armada fundado en el derecho de legítima defensa frente a una agresión
tampoco permite al Estado que repelió la agresión apoderarse de parte o de todo el territorio del estado agresor:
“la anexión de un territorio, incluso cuando es resultado de un acto de legítima defensa, es considerada ilícita por
el derecho internacional contemporáneo”.

Cuando Irak invadió y ocupó militarmente Kuwait, el Consejo de Seguridad condenó este acto. Sin embargo,
Irak declaró la fusión total y eterna de Kuwait. El consejo instó a la comunidad internacional a no reconocerla.

Según las dos convenciones, los efectos de una sucesión de Estados se aplican únicamente cuando se
produzcan de conformidad con el DI y con los principios de derecho internacional incorporados en la Carta de las
NU. No hay, por lo tanto, extinción de un estado por el hecho de la ocupación, ni por el hecho de que sus
instituciones y autoridades hayan abandonado el país, y no ha lugar a su sustitución por el estado ocupante en los
derechos y prerrogativas internacionales.

Efectos de la sucesión de Estados sobre la nacionalidad de los habitantes: los tres supuestos.

1. En los casos de anexión total o desaparición del estado predecesor, todos los habitantes cambian de
nacionalidad, adquiriendo la del Estado sucesor.

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Guiñazú, María Virginia

2. En los casos de anexión parcial, también se produce el cambio de nacionalidad, pero paliado por dos
instituciones: el plebiscito y la opción. Por el plebiscito, todos los habitantes del territorio son llamados a
pronunciarse sobre si aceptan o no la anexión. Por la opción, se concede a los habitantes la facultad de escoger,
en un plazo determinado, entre la nacionalidad del estado predecesor o la del sucesor.

3. En los casos de descolonización, la determinación de la nacionalidad generalmente se deja a la competencia


legislativa del nuevo estado.

Un ejemplo es el de Gran Bretaña en 1948, con el British nationality act. Había dos tipos de ciudadanía: la del
estado en que se hubiera nacido (ciudadanía primaria), y la británica (ciudadanía secundaria), que se obtenía por
el hecho de ser ciudadano de Gran Bretaña, de alguna de sus colonias o de algún país de la Commonwealth.

La British nationality act se modificó en 1981, donde se previeron tres categorías de ciudadanía británica:
ciudadanos británicos, ciudadanos de los territorios británicos dependientes, y ciudadanos británicos en el
extranjero, que viene a reemplazar la ciudadanía existente del Reino Unido y las colonias.

A los ciudadanos de las Islas Malvinas, siendo ciudadanos de territorios británicos dependientes, se los
considera ciudadanos británicos de pleno derecho, al igual que a los ciudadanos de Gibraltar.

Efectos sobre el ámbito económico público.

Diversas cuestiones:

A. Respecto a los bienes de propiedad pública. Los bienes de naturaleza pública pasan del estado predecesor al
Estado sucesor. Hay práctica y doctrina al respecto. El convenio de Viena de 1983 dice que el paso de los bienes
de estado del estado predecesor al Estado sucesor, se realizará sin compensaciones.

Hay distintos supuestos: 1) si se transfiere sólo una parte del territorio de un estado, el paso de los bienes de
estado se realizará mediante acuerdo entre el estado predecesor y el sucesor, y a falta de acuerdo, los bienes
inmuebles sitos en el territorio sucedido pasarán al Estado sucesor y también los bienes muebles del Estado
predecesor vinculados a la actividad de éste en el territorio al que se refiere la sucesión. 2) Para un estado de
reciente independencia, se le da preferencia al Estado sucesor, tanto en los bienes inmuebles que radiquen en el
territorio como aquellos otros situados fuera de él pero que se hayan convertido en bienes del estado predecesor
en el período de dependencia. Esta regla aplica también a bienes muebles. 3) Casos de unificación: transmisión de
los bienes de los estados predecesores al Estado sucesor, y de separación de parte o partes del territorio de un
estado y disolución de un estado de forma análoga al traspaso parcial del territorio, si bien los bienes muebles no
vinculados pasan a los Estados Sucesores en una proporción equitativa.

B. Respecto a la deuda pública. El criterio es que no hay obligación de hacerse cargo de la deuda por el estado
sucesor; no obstante, dicho problema ha dado origen a arreglos por vía convencional entre estado sucesor y el
predecesor para el que el primero asuma una parte proporcional de la deuda pública o pasiva del estado.

64
Guiñazú, María Virginia

La regla general es que los estados, aunque hayan sufrido reducciones territoriales, continúan obligados
respecto a los súbditos extranjeros al pago de sus deudas. Los estados que suceden no están obligados a efectuar
estos pagos.

Distintos ejemplos: ante el desmembramiento de la URSS, 12 nuevos estados acordaron una solución con la
conformidad de los acreedores extranjeros del grupo de los siete (EEUU, Canadá, Francia, Reino Unido, Italia,
Alemania y Japón) donde los nuevos estados surgidos de la antigua URSS aceptaban la responsabilidad solidaria,
otorgando un mandato a una autoridad bancaria única para la administración de esa deuda.

La convención de Viena de 1983 define a las deudas públicas como toda obligación financiera de un estado
predecesor para con otro estado, para con una organización internacional, o para con cualquier otro sujeto del
derecho internacional, nacida de conformidad con el derecho internacional.

En los casos de transferencia de parte del territorio, el paso de parte de la deuda del estado predecesor y
sucesor se hará mediante acuerdo. A falta de este, se hará en proporción equitativa teniendo en cuenta los
bienes, derechos e intereses que pasen al Estado sucesor en relación con esa deuda del estado.

En los estados de reciente independencia no pasará ninguna deuda del estado predecesor al sucesor salvo
acuerdo entre ellos. En los casos de unificación la deuda de estado de los estados predecesores pasará al Estado
sucesor. En los supuestos de separación de parte o partes del territorio de un estado para formar un estado
nuevo, se atendrán al acuerdo entre el predecesor y el sucesor, y a falta de él, a la regla de la proporción
equitativa. En caso de disolución del Estado, dejando de existir, y formando partes del territorio del Estado
predecesor dos o más estados sucesores, se atendrán al acuerdo entre estos últimos o a la regla de proporción
equitativa.

C. Respecto a la sucesión en los archivos de estado. El convenio de Viena de 1983, la regula así:

a) Se entiende por archivos de estado del estado predecesor a todos los documentos, sea cuáles fueran sus
fechas y naturaleza, producidos o recibidos por el estado predecesor en el ejercicio de sus funciones que, en la
fecha de la sucesión de Estados, pertenecían al Estado predecesor de conformidad con su derecho interno, y eran
conservados por él directamente o bajo su control en calidad de archivos con cualquier fin.

b) El paso de los archivos del estado predecesor y sucesor, salvo acuerdo entre los estados interesados o la
decisión de un órgano internacional apropiado, se hará sin compensación.

c) En los casos de transferencia de sólo una parte del territorio, así como en los supuestos de separación y de
disolución, la transferencia será por acuerdo entre el estado predecesor y el sucesor, y a falta de tal acuerdo, se
transmiten aquellos archivos relacionados exclusivamente con la parte de territorio a que se refiere la sucesión, si
bien el estado predecesor proporcionará a petición del sucesor, reproducciones apropiadas de sus archivos
vinculados a este territorio, y deberá proporcionar la mejor prueba disponible en sus archivos relacionada con los
títulos territoriales del Estado sucesor.

d) En los estados de reciente independencia, la regla general es que los archivos que habiendo pertenecido al
territorio al que se refiere la sucesión de Estados, se hubieran convertido durante el período de dependencia en
archivos de Estado del Estado predecesor, pasarán al Estado de reciente independencia, y también pasará la parte
de los archivos del Estado predecesor que, para una administración normal del territorio al que se refiere la
sucesión de Estados, deba encontrarse en este territorio.

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Guiñazú, María Virginia

e) En el supuesto de unificación de Estados, los archivos de los estados predecesores pasan al Estado sucesor.

Efectos sobre el ámbito económico privado.

Respecto a los bienes y derechos privados adquiridos, el problema es sumamente discutido como consecuencia
de la sucesión por descolonización.

El principio es el del respeto a los derechos privados válidamente adquiridos en el ámbito territorial del Estado
sucesor, y especialmente, respecto a los adquiridos por extranjeros.

En el nuevo derecho internacional no puede mantenerse este principio de forma tan tajante.

Actualmente, el principio de respeto a los derechos adquiridos está en crisis, y se ha llegado a decir en la
Comisión de DI que la descolonización en sí misma es incompatible con los derechos adquiridos.

Cuestión especial: las concesiones; es decir, aquellos contratos de derecho público entre la administración y los
concesionarios. En términos generales, y salvo excepciones como las relativas a ferrocarriles estratégicos, el
principio que prevaleció fue el de que las concesiones no quedaban afectadas por los cambios de soberanía
territorial. Sin embargo, este principio fue puesto en duda.

El problema se ha planteado de forma más aguda en la sucesión por descolonización. El principio del respeto a
las concesiones hoy es muy discutido. Los países colonizadores han procurado salvaguardar las concesiones en los
tratados concomitantes o posteriores a la descolonización, pero después los nuevos estados han llevado a cabo
nacionalizaciones muy amplias que afectaban a dichas concesiones.

Ej: concesiones mineras: la British South African Company poseía una concesión sobre todos los minerales
descubiertos y por descubrir en Zambia. Se llegó a un arreglo con este último país en vísperas de la
independencia, en el que se preveía la caducidad de las concesiones mediante una compensación.

Efectos sobre actos jurídicos de orden interno: actos administrativos y actos jurisdiccionales.

Respecto de los actos administrativos llevados a cabo por el estado predecesor, el estado suceso ejerce por
regla general un poder discrecional para separar del servicio a aquellos funcionarios que considere conveniente.

Respecto a los actos jurisdiccionales, se ha mantenido en la práctica que el Estado sucesor no tiene porqué
ejecutar las sentencias dictadas por los tribunales anteriores.

Efectos sobre los Tratados Internacionales.

La sucesión de Estados en materia de tratados ha sido codificada en el convenio de Viena sobre sucesión de
Estados en materia de tratados de 1978.

La primera parte del convenio delimita su campo de aplicación. El convenio entiende por sucesión de Estados
la sustitución de un estado por otro en la responsabilidad de las relaciones internacionales de un territorio. La
sucesión no implica de por sí, y de modo automático, la transmisión de derechos obligaciones, sino solamente
una sustitución de un estado por otro.

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Guiñazú, María Virginia

Por razón de la materia, el convenio se aplica solamente a aquellas sucesiones de estados que se hayan
producidos de conformidad con el DI y los principios de la Carta de NU. Por razón del tiempo, solamente a
aquellas sucesiones de estado que se produzcan después de la entrada en vigor del convenio, estableciéndose su
irretroactividad.

El convenio se erige en fuente excluyente de derecho en esta materia al establecer su aplicación a una
sucesión en un tratado, a pesar de que el estado predecesor y sucesor hayan celebrado un acuerdo específico, o a
pesar de que el estado sucesor haya formulado una declaración unilateral. El acuerdo específico o la declaración
unilateral son actos entre terceros (entre el estado predecesor y el sucesor) que no pueden afectar al derecho de
las demás partes en ciertos tratados a aceptar o excluir como parte del mismo al Estado sucesor.

El convenio confirma otras fuentes de derecho que podrían tener relevancia.

La sucesión de Estados no afectará de por sí a los tratados que establecen fronteras o regímenes fronterizos o
a otros regímenes territoriales establecidos en un tratado. Se busca así impedir que los tratados territoriales
dispositivos o localizados queden afectados por el mero hecho de la sucesión.

En la segunda parte del convenio se regula la sucesión respecto de una parte del territorio. En ese territorio
dejan de estar en vigor los tratados del estado predecesor, y entran en vigor los del Estado sucesor. Esta es la
regla llamada de la movilidad del ámbito territorial del tratado.

En la tercera parte se regula el caso en el que el estado sucesor nazca por el hecho de la sucesión, es decir, un
estado de reciente independencia. Ningún estado de reciente independencia estará obligado a mantener en vigor
un tratado por el solo hecho de que en la fecha de la sucesión de Estados el tratado estuviera en vigor respecto
del territorio al que se refiere la sucesión de Estados

El estado sucesor tiene derecho a ser parte en un tratado dependiendo de si son tratados multilaterales o
bilaterales. En el primer caso, el Estado sucesor de reciente independencia podrá, mediante una notificación de
sucesión, hacer constar su calidad de parte; se reconoce el derecho del nuevo estado a ser parte del tratado
multilateral.

No existe tal derecho del Estado sucesor en el caso de tratados bilaterales entre el estado predecesor y un
tercer estado, en cuyo caso el estado sucesor necesitará el consentimiento del tercer estado para llegar a ser
parte de un tratado bilateral.

La cuarta parte del convenio se refiere al supuesto de unificación y separación de Estados. La solución escogida
es la de la continuidad, es decir, la transmisión de derechos y obligaciones derivados del tratado del estado
predecesor al sucesor. En el caso de la unificación de Estados, los tratados en vigor en la fecha de la sucesión
respecto de cualquiera de los Estados que se unifican, continuarán en vigor respecto al Estado sucesor. Cuando
una parte o partes del territorio de un estado se separan para formar uno o varios estados sucesores, el convenio
también establece la regla de continuidad.

La sexta parte del convenio que trata del arreglo de controversias establece como métodos de arreglo
obligatorios, la consulta y negociación entre las partes y la conciliación por una comisión.

Efectos sobre la calidad de miembro de una organización internacional.

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Guiñazú, María Virginia

El estado sucesor no sustituye al estado predecesor en las organizaciones internacionales como práctica
generalizada. Cada organización tiene un procedimiento de admisión; son los estados miembros los que controlan
el acceso de nuevos miembros.

En NU, en los casos de división, escisión o fraccionamiento de un estado miembro, el nuevo estado debe
solicitar ser admitido como nuevo miembro de la organización, continuando con su estatus de miembro el estado
objeto de la escisión. Estos han sido los casos de Pakistán respecto de la India, de Singapur escindido de la
Federación Malaya (hoy Malasia), y de Bangladesh respecto de Pakistán.

Un caso especial es el de la desintegración de la URSS. Por ser miembro permanente del Consejo de Seguridad
y gran potencia nuclear, en 1991 la representación soviética comunicaba el secretario general de la ONU que la
Federación Rusa ocuparía el lugar de la URSS como miembro de las NU, incluido el Consejo de Seguridad y todos
los demás órganos, y que asumiría todas las obligaciones de la URSS, incluidas las financieras. No hubo objeciones
a esta acción unilateral, aunque técnicamente no era la solución correcta: al tratarse de la extinción del estado
predecesor, es decir, la URSS, esto debería haber supuesto la petición de admisión de Rusia. Sin embargo, los
estados miembros y la secretaría general optaron por considerar a Rusia como el estado sucesor fundándose en
el principio de estabilidad en las relaciones internacionales y en la identidad básica de los elementos (el volumen
de la población, la potencia militar y nuclear, la extensión del territorio, etc.).

Las demás repúblicas ex soviéticas, a excepción de Ucrania y Bielorrusia, que eran miembros originarios de las
NU, han tenido que solicitar la admisión como nuevos miembros. La República Checa y la República eslovaca han
sido admitidas separadamente, pues ninguna es considerada como continuadora de la antigua Checoslovaquia,
que fue miembro originario. Otros nuevos miembros ex URSS: Estonia, Letonia, Lituania, Croacia, Bosnia-
Herzegovina, Eslovenia, Yugoslavia.

En los casos de fusión de Estados como Tanganica y Zanzíbar en Tanzania, en 1964, se ha seguido el mismo
procedimiento de considerar al nuevo estado como miembro de las NU y continuador de los preexistentes.

Sucesión entre otros sujetos del Derecho Internacional.

Otros sujetos del DI pueden ser objeto de sucesión, especialmente las organizaciones internacionales.
Mientras los estados son sujetos de competencia territorial, las organizaciones lo son de competencia funcional.
Dentro de las organizaciones, cabe una transferencia de funciones de una organización a otra, a la manera de una
sucesión parcial, y la posibilidad de sustitución de una organización en su conjunto por otra (sucesión global).

En la sucesión parcial, es decir, la transferencia de funciones parciales, encontramos diferentes supuestos en la


práctica. La posibilidad de transferir funciones de una organización a otra está prevista en algunos tratados, como
el de UNESCO. En otros casos, se ha realizado a través de resoluciones paralelas entre dos organizaciones, como
la Unión Europea Occidental y el Consejo de Europa.

La sucesión de carácter global puede presentarse por medio de un tratado en que se manifiesta la voluntad de
los estados partes de dar vida a la misma. No es frecuente tal situación en la práctica; lo normal es la extinción
definitiva de la organización y la liquidación de sus bienes. Un ejemplo: la sustitución de la Organización Europea
de Cooperación Económica (O.E.C.E.) por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (O.C.D.E.)

Para estos supuestos no existen reglas de derecho internacional que los reglamenten. Habrá qué atenerse a lo
manifestado por los estados miembros en el instrumento de disolución de la organización.

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Guiñazú, María Virginia

4. –Otros sujetos del Derecho Internacional.

Estas situaciones internacionales son aquellas cuya subjetividad internacional no aparece en todos los casos
como indiscutida.

La situación de la Santa Sede y la Ciudad del Vaticano. La Santa Sede: personalidad internacional.

Entendemos por Santa Sede no sólo el Romano pontífice, sino también las Congregaciones, los Tribunales y los
Oficios por medio de los cuales el mismo Romano pontífice suele despachar los asuntos de la Iglesia Universal.

La santa sede, precisamente por estar a la cabeza de ella el Papa, podemos también definirla como el ente
central y supremo de la iglesia católica.

La subjetividad de la Santa Sede dentro de la sociedad internacional se remonta al nacimiento de esta última.
Aún en la época en que estuvo privada de base territorial entre 1870 y 1929, continuó operando como sujeto
internacional, recibiendo y enviando agentes diplomáticos, incluyendo actos regulados por el DI.

Razones jurídicas para afirmar la personalidad Internacional de la Santa Sede:

1) la Santa Sede, pese a la desaparición de los estados pontificios a partir de 1870, continúa siendo
destinataria de normas internacionales y ejercitando el derecho de legación activo y pasivo.

2) Ha participado y sigue participando en la conclusión de verdaderos y propios negocios jurídicos


internacionales creadores de normas internacionales: los concordatos.

3) Su potestad se ha manifestado no sólo en los concordatos, sino también en la estipulación de auténticos


tratados internacionales.

Ejemplo: la conclusión del tratado de Letrán entre el reino de Italia y la Santa Sede, creándose un nuevo sujeto
internacional que se denomina Estado de la Ciudad del Vaticano. La Santa Sede actúa como parte en ese tratado y
consiguientemente como sujeto internacional, pues resulta inadmisible mantener que fuera el propio Estado de
la Ciudad del Vaticano quien pactara porque todavía no había nacido.

Ciudad del Vaticano: a) personalidad internacional;

Con el carácter de bilaterales, los acuerdos de Letrán (11 de febrero de 1929) son tres: un tratado político, un
concordato, y una convención financiera. Por el tratado político, Italia reconoce a la Santa Sede la plena
propiedad y exclusiva y absoluta potestad y jurisdicción soberana sobre el Vaticano, tal como actualmente está
constituido. La personalidad internacional de la Ciudad del Vaticano nació el mismo día en que se ratificaron los
acuerdos de Letrán, el 7 de junio de 1929; a partir de esa fecha el Estado de la Ciudad del Vaticano inició su vida.

El día de la ratificación, el Sumo Pontífice promulgó 6 leyes orgánicas que constituyen las bases jurídicas sobre
las cuales se asienta el nuevo Estado. Constituyeron la primera manifestación de la soberanía del nuevo Estado,
cuyos poderes se acumulan en el órgano supremo que es el romano pontífice.

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Guiñazú, María Virginia

En la primera ley se determinaron los órganos constitucionales del Estado, su composición, sus atribuciones y
las garantías jurídicas de los que crean violado su propio derecho o interés por un acto administrativo. Se
establece también la bandera, el escudo de armas y el sello oficial de la ciudad del Vaticano.

En la segunda ley se determinan las fuentes del derecho. En la tercera se establece la ciudadanía vaticana y la
residencia, y en la cuarta se contiene el ordenamiento administrativo. La quinta señala el ordenamiento
económico comercial y profesional y la sexta las prescripciones sobre la seguridad pública.

Los elementos del estado se dan en la Ciudad del Vaticano: además de la soberanía y la organización política,
el territorio está constituido por un espacio geográfico, no sometido a ninguna otra protestad que no sea la del
gobierno propio de la ciudad del Vaticano, que tiene una superficie de 44 hectáreas. Está prohibido a las
aeronaves de cualquier especie sobrevolar el territorio del Vaticano, lo que significa que la soberanía vaticana se
extiende a la columna de aire por encima de la ciudad del Vaticano. La población la forman los ciudadanos que
tengan su residencia estable en la ciudad. La residencia deriva de la relación de dignidad, cargo, oficio o empleo,
siempre que se trate de dignidades eclesiásticas. También puede conceder la ciudadanía vaticana el Papa, el
secretario de estado y el gobernador de la Ciudad del Vaticano. Son también ciudadanos los cardenales, aunque
residan en la ciudad de Roma.

Ciudad del Vaticano: b) naturaleza jurídica.

La propia razón de ser de la Ciudad del Vaticano nos ha de aclarar el problema de su naturaleza jurídica. Su
creación obedece a la necesidad de asegurar la libertad absoluta y visible y la independencia de la Santa Sede.

El Estado de la ciudad del Vaticano es un ente con la especial misión de servir de base territorial a otro: la
Santa Sede. En el mismo se dan los elementos territorio, población, organización y soberanía que caracterizan al
Estado moderno.

El Estado de la Ciudad del Vaticano ha sido reconocido internacionalmente tanto por Italia como por los demás
Estados. Se trata de un estado neutralizado, y su neutralización tiene las características de incondicional,
perpetua e irrevocable.

La situación de la Ciudad del Vaticano respecto de Italia es de plena soberanía.

Problema de la relación entre la Santa Sede y la Ciudad del Vaticano

Existe entre uno y otro una unión bien clara dentro de su ordenamiento interno. Tienen un órgano común: el
Papa. El Sumo Pontífice es soberano del Estado de la ciudad del Vaticano y está a la cabeza de la Santa Sede.

LA SANTA SEDE ES UN SUJETO DE DI.

La relación de subordinación entre la Ciudad del Vaticano y la Santa Sede hace que la unión entre estos dos
sujetos del ordenamiento internacional no sea clasificable.

La Soberana Orden de Malta.

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Guiñazú, María Virginia

Es uno de los casos más discutidos de personalidad internacional. Dicha orden gozó, en otro tiempo, de
soberanía territorial, y tuvo originariamente un carácter religioso-militar, siendo conocida por la denominación de
Orden de San Juan de Jerusalén. En los años 50 se va a discutir entre los tribunales de la curia romana su propia
existencia. La sentencia dejó sentado que se trata de una orden religiosa, que depende de la Santa Sede, y que
está regulada por el ordenamiento canónico.

Pero dentro de este ordenamiento y en los límites de esta subordinación, goza de una amplia autonomía de
organización y movimiento, la cual le permite asumir derechos y deberes de carácter internacional frente a
terceros.

Aunque la personalidad internacional fue sostenida por bastantes autores, la dependencia de la Santa Sede y
la falta de territorio le dan un estatus bastante equívoco, y es dudosa e insatisfactoria la postura de mantener sin
ninguna duda la personalidad internacional plena de la Orden de Malta.

Beligerantes, insurrectos y movimientos de liberación nacional.

Son situaciones que se originan con motivo de movimientos insurreccionales. En algunos casos, el grupo social
que se ha sublevado llega a controlar una parte del territorio del Estado y a establecer sobre el mismo una cierta
organización. Tal situación se conoce como beligerancia, puede ser reconocida tanto por el propio gobierno del
Estado como por terceros Estados y tiene consecuencias importantes.

La principal consecuencia es la de poder aplicar a la contienda civil, los derechos y obligaciones derivados del
derecho de guerra y de neutralidad. Para el gobierno del Estado en que ocurrió el levantamiento supone la
posibilidad de aplicación del derecho de guerra de bloquear el acceso a las costas y puertos controlados por los
sublevados, de los barcos de terceros Estados, y evitar la responsabilidad internacional por hechos que ocurren
en el territorio controlado por los rebeldes. La declaración de beligerancia les permite poder beneficiarse del
estatus de neutralidad.

Al grupo sublevado le supone el beneficio de serle aplicables las leyes de la guerra y de que se les trate por
terceros países en un plano de igualdad respecto al gobierno legítimo. La comunidad rebelde posee ciertos
derechos y obligaciones emanados del orden jurídico internacional lo que evidencia que tiene el carácter de
sujeto internacional. Se trata de un sujeto de carácter provisional, porque la situación de hecho sobre la que se
funda la subjetividad de los beligerantes está destinada a desaparecer: el estatus que se le reconoce desaparece
con la terminación de la guerra civil, cuando la insurrección es aplastada, o si llega a controlar todo el territorio,
transformándose en este último caso de gobierno de facto local a un gobierno de facto general.

Otra situación no igual, pero parecida, es la insurrección, propia de la práctica americana, que se aplica de
manera preferente para los casos de buques insurrectos, que ejercen actos de guerra en el mar. El buque
insurrecto, de guerra o mercante, equipado por la rebelión que llegue a un país extranjero o busque refugio en él,
será entregado por el gobierno de éste al gobierno constitutivo del país en lucha civil, y los tripulantes serán
considerados como refugiados políticos.

La institución de la insurrección está configurada en la práctica con gran amplitud y sin excesivas exigencias
formales por la interferencia que en ella tiene el factor político.

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Guiñazú, María Virginia

En manera alguna debe hablarse de la subjetividad internacional de los insurrectos. Son situaciones
totalmente transitorias, que si consiguen apoyo territorial pueden transformarse en beligerancia; caso contrario,
pronto se diluyen buscando refugio político.

Otra cuestión son los movimientos de liberación nacional, organizados con la finalidad de luchar por la
independencia de las colonias, conseguir un asentamiento territorial para un pueblo, la secesión de una parte de
un estado o incluso el cambio de un régimen político. La diversidad de finalidades y situaciones no permiten un
tratamiento unitario. En cuanto a los dos primeros, nos encontramos en la práctica de las Organizaciones
Internacionales como ONU con la tendencia a admitir a los movimientos de liberación nacional a las
deliberaciones de algunos órganos, y a concederles un estatuto de observador ante diversos Órganos.

La tendencia es aplicar a los miembros de los movimientos de liberación nacional las leyes de la guerra.

No hay unanimidad sobre la subjetividad internacional. Para algunos tienen personalidad jurídica parcial, pero
la cuestión está abierta.

Por tratarse en la mayoría de los casos de conflictos internacionales en los que los movimientos de liberación
nacional participan, no cabe negar la aplicación a los mismos de normas internacionales, lo que se lleva aparejado
derechos y deberes internacionales y subsiguientemente un reconocimiento, aunque limitado, de su subjetividad
internacional.

Subjetividad internacional de las Organizaciones Internacionales.

Es un problema reciente, que surgió con el desarrollo de las Organizaciones Internacionales. Ha sido la práctica
y la jurisprudencia internacionales quienes han resuelto el problema en favor de la subjetividad de las
Organizaciones Internacionales.

Con la Sociedad de las Naciones se dio el primer paso en el acuerdo donde se afirmaba su personalidad
internacional. Los poderes que tenía la S.d.N. eran independientes del número de los sujetos que formaban parte
de ella, y no se veían aumentados por la admisión de nuevos miembros ni disminuidos por la retirada de algunos.

En la redacción de la Carta de NU, se da un paso adelante estableciéndose que la organización constará, en el


territorio de cada uno de sus miembros, de la capacidad jurídica que sea necesaria para el ejercicio de sus
funciones y la realización de sus propósitos; y gozará de los privilegios e inmunidades necesarias para la
realización de los mismos.

La capacidad es de derecho internacional, y la concesión de privilegios e inmunidades da por supuesto su


personalidad internacional.

La ONU tiene capacidad de obrar incluso respecto de Estados no miembros de la organización.

Existe la subjetividad internacional para las Organizaciones Internacionales. A los Estados les corresponde
crear las Organizaciones Internacionales y dotarlas de personalidad internacional. La personalidad internacional
de la organización supone gozar de los derechos que les competen a sus miembros y éstos le han transmitido o
conferido. Los derechos y obligaciones son naturalmente de DI; con ellos se define su personalidad.

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Guiñazú, María Virginia

Dado el carácter funcional de las organizaciones, los fines que persiguen y la necesidad de dar cumplimiento a
los mismos en la Esfera internacional, condicionará su personalidad. Sólo las organizaciones cuyas finalidades
tengan que ser ejercidas dentro del ámbito del ordenamiento internacional gozarán de personalidad
internacional.

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Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 4:

1.- Inmunidad del Estado.

Ideas generales. Fundamento de la Inmunidad del Estado. Alcance de la Inmunidad de Jurisdicción. Órganos a
los que se extiende la Inmunidad. Excepciones a la Inmunidad de Jurisdicción. Inmunidad de Ejecución. Legislación
argentina.

En la vida de relación internacional los Estados admiten que otros Estados extranjeros mantengan relaciones
jurídicas de muy diverso tipo en el ámbito de su propia soberanía. Así, los Estados extranjeros realizan en otros
Estados funciones de carácter administrativo, judicial o notarial a través de sus representantes diplomáticos y
funcionarios consulares, pero también pueden comprar o alquilar inmuebles, contratar servicios, emitir
empréstitos, recibir herencias o legados, etc. Como consecuencia de estas actividades pueden surgir litigios en los
que los Estados pueden acudir a los tribunales de otro Estado como demandantes o demandados y ganar o
perder pleitos. Sin embargo, como tanto el Estado extranjero como el Estado territorial, es decir, aquel ante cuyos
tribunales se juzga a otro Estado, son dos entes dotados de independencia y de soberanía, es evidente que se
produce una situación en la que se enfrentan una entidad soberana, que es el Estado territorial, con otra entidad,
que también goza de soberanía, que es el Estado extranjero. El principio de la soberanía territorial y de la
independencia protege el interés del Estado territorial de legislar, juzgar y decidir las relaciones que se desarrollan
en el ámbito de su competencia; el principio de la soberanía e igualdad del Estado extranjero protege el interés
de dicho Estado de que en determinados supuestos, no deba someterse a los órganos judiciales y administrativos
del Estado territorial. Para armonizar estos intereses contrapuestos se ha desarrollado la regla general o principio
de inmunidad del Estado o inmunidad soberana, en virtud del cual los Estados, en determinadas circunstancias, no
están sometidos a los tribunales u órganos administrativos de otro Estado.

El concepto de «inmunidad» puede expresarse en los términos de una relación jurídica como un derecho que
tiene alguien (persona o Estado) frente a otro (autoridad o Estado) que «no puede» ejercer su poder. La
inmunidad significa la falta de poder, o la necesidad de no ejercerlo o suspenderlo, en determinados casos. En el
orden internacional y en relación con los Estados extranjeros, la inmunidad presenta dos modalidades: la
inmunidad de jurisdicción, en virtud de la cual el Estado extranjero no puede ser demandado ni sometido a juicio
ante los tribunales de otros Estados, y la inmunidad de ejecución, en virtud de la cual el Estado extranjero y sus
bienes no pueden ser objeto de medidas de ejecución, o de aplicación de las decisiones judiciales y
administrativas, por los órganos del Estado territorial.

La inmunidad del Estado no es absoluta, puede ser objeto de renuncia y tiene límites según la naturaleza del
asunto. Los Estados extranjeros están obligados a observar las leyes del Estado en el que desarrollan sus
actividades. La inmunidad existe únicamente respecto a la jurisdicción de los órganos judiciales y administrativos
del Estado territorial. Además, los Estados extranjeros están obligados a observar sus obligaciones
internacionales, donde no gozan de ninguna inmunidad: el Estado extranjero es internacionalmente responsable
de sus actos contrarios a sus obligaciones internacionales, incluidos los actos cubiertos por la inmunidad de
jurisdicción.

La inmunidad de jurisdicción del Estado se refiere, por tanto, sólo a los procedimientos judiciales ante los
tribunales de otros países y no afecta en absoluto a la responsabilidad internacional del Estado en el caso de
incumplimiento de sus obligaciones conforme al DI y a las controversias en que los Estados sean parte ante
tribunales internacionales.

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Guiñazú, María Virginia

Las normas internacionales sobre la inmunidad del Estado son esencialmente consuetudinarias. En su
elaboración y formulación han participado los Estados mediante la aprobación de leyes internas sobre la materia
y la jurisprudencia de sus tribunales. Los precedentes de la práctica estatal son muy abundantes, pero dicha
práctica es muy variable respecto al alcance de la inmunidad. No hay ningún convenio multilateral general de
codificación internacional de la inmunidad de los Estados. La Asamblea General, en 2004, aprobó la Convención
de las NU sobre las inmunidades jurisdiccionales de los Estados y de sus bienes.

Fundamento de la Inmunidad del Estado.

Históricamente, el principio de la inmunidad de los Estados extranjeros se desarrolló a partir del


reconocimiento de las inmunidades y privilegios de los soberanos extranjeros y de sus representantes
diplomáticos. A partir de comienzos del siglo XIX empieza a admitirse la inmunidad de los Estados en cuanto tales.

Los elementos esenciales del principio de la inmunidad son: la plenitud de la soberanía de los Estados, y la
limitación que para dicha soberanía representa la soberanía de los demás. La institución de la inmunidad del
Estado se basa en el principio de la igualdad soberana de los Estados y se expresa en la máxima par in parem non
habet imperium (los iguales no tienen jurisdicción uno sobre otro). Por otro lado, la razón de ser de la inmunidad
de jurisdicción radica en la propia conveniencia de los Estados y en las ventajas que para ellos tiene el trato
recíproco que recibirán ante los tribunales de otros Estados.

La inmunidad de jurisdicción puede considerarse como una consecuencia del principio de la soberanía que
tiene el Estado que la invoca. Desde esta perspectiva, la inmunidad es un derecho que posee cualquier Estado y
una limitación que los demás Estados tienen en su facultad para dictar las normas que determinan la jurisdicción
de sus tribunales o las competencias de sus órganos administrativos. Este enfoque destaca la soberanía de cada
Estado y las consecuencias que de ella se derivan en la limitación de la jurisdicción de los demás Estados.

Sin embargo, la inmunidad soberana también puede verse desde el ángulo opuesto: la plenitud de la
competencia territorial del Estado. En efecto, la inmunidad de los Estados extranjeros presupone la competencia
o jurisdicción previa del Estado territorial. Dicho Estado comenzaría por tener competencia o jurisdicción para
conocer un determinado asunto y, si se diera un caso en el que una de las partes fuera un Estado extranjero,
entonces y a partir de ese momento, se plantearía la cuestión de la inmunidad del Estado extranjero. Este
planteamiento concibe la inmunidad como una excepción a la soberanía del Estado territorial. Se concibe a la
inmunidad soberana como una limitación establecida por el DI a la amplia libertad que poseen los Estados para
ejercer su potestad jurisdiccional, a la cualnse opone «el limite negativo que se deriva de la inmunidad
jurisdiccional atribuida a los Estados extranjeros».

La inmunidad del Estado también puede considerarse desde la perspectiva de la competencia de los tribunales
estatales para juzgar determinados asuntos. Así, actos de un Estado extranjero, como la expulsión de un
ciudadano de otro país, el embargo de determinados bienes o la detención de uno de sus nacionales, no son
susceptibles de ser juzgados por los tribunales de otro Estado y tienen su foro adecuado en los recursos internos
disponibles en el Estado en cuestión, en los procedimientos que puedan haberse establecido mediante un tratado
o en una reclamación presentada por la vía diplomática. Por tanto, para justificar la exclusión de la jurisdicción del
estado territorial, un sector de la doctrina considera que debería admitirse que «la naturaleza del litigio puede
exigir que el tribunal del foro, en cuanto tribunal interno, no es el foro adecuado». Este enfoque es el mejor se
presta para la regulación convencional o legislativa de la inmunidad del Estado y es el que adoptan la Convención
europea de 1972 y la Convención de las NU de 2004.

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Guiñazú, María Virginia

Tanto si se fundamenta la competencia judicial interna de los tribunales estatales en determinados principios
generales (soberanía, igualdad, etc.), como en la adecuación de la naturaleza del litigio, hay que tener presente
que la inmunidad del Estado no radica ni en una renuncia voluntaria del Estado territorial, ni en una regla de
cortesía internacional, sino en una regla general de Derecho internacional público de carácter consuetudinario.

Alcance de la Inmunidad de Jurisdicción.

Hay dos doctrinas: la de la inmunidad absoluta, y la de la inmunidad restringida, circunscrita a los actos propios
de las funciones oficiales.

A) DOCTRINA DE LA INMUNIDAD ABSOLUTA

La concepción amplia de la inmunidad del Estado, según la cual los estados extranjeros no pueden ser
demandados ni sometidos a la jurisdicción de los tribunales de un determinado país, incluso si se trata de asuntos
civiles o mercantiles, ha sido mantenida durante muchos años por los tribunales británicos y americanos. En el
Reino Unido se sentó el principio de la inmunidad absoluta en una sentencia de 1880 del Tribunal de Apelación,
en un litigio relativo a un buque belga propiedad del Estado, tripulado por miembros de la armada belga, que
tenía carácter mixto de buque correo y de barco de carga y pasaje. Los tribunales ingleses destacaron su función
pública como Buque correo y concedieron la inmunidad de jurisdicción.

En los Estados Unidos, el litigio hacía referencia a un contrato de transporte de mercancías realizado en un
buque propiedad del Gobierno italiano dedicado al transporte comercial. El Tribunal Supremo dijo: «creemos que
el principio [de la inmunidad] se aplica por igual a todos los buques que posea o utilice cualquier Gobierno con
una finalidad pública. Cuando un Gobierno adquiere, dota de tripulación y gestiona buques dedicados al
transporte comercial, con la finalidad de fomentar los intercambios comerciales de su población o de conseguir
ingresos para la Hacienda Pública, dichos buques son públicos del mismo modo que pueda serlo un buque de
guerra». En decisiones posteriores los tribunales ingleses y americanos fueron matizando la doctrina de la
inmunidad absoluta, admitiendo numerosas excepciones.

B) DOCTRINA DE LA INMUNIDAD RESTRINGIDA

En la época del intervencionismo del Estado en la vida económica, la jurisprudencia de diversos países adopta
una posición restrictiva de la inmunidad de los Estados extranjeros. El criterio consiste en reconocer la inmunidad
a las actuaciones públicas de los Estados extranjeros y en negarla en los casos en que actúen como podría hacerlo
un particular. La razón de esta limitación se encuentra en la protección del interés de los nacionales que realizan
operaciones comerciales o de naturaleza privada con Estados u organismos estatales extranjeros. Los
comerciantes, y en general los nacionales del propio país, podían encontrarse con la imposibilidad de presentar
reclamaciones y solicitar justicia ante sus propios tribunales si los Estados extranjeros pudieran ampararse en el
principio de la inmunidad en litigios de naturaleza puramente comercial o privada. Los Estados extranjeros al
realizar operaciones comerciales dejan de lado su soberanía y se sitúan en un pie de igualdad con los particulares
con los que contratan.

Esta concepción restringida o limitada de la inmunidad fue iniciada a principios del siglo xx por los tribunales
belgas e italianos y seguida por Francia, Suiza, Austria, la República Federal de Alemania y otros Estados.
Actualmente, la doctrina de la inmunidad restringida también se sigue en EEUU y en el Reino Unido.

C) LA DISTINCIÓN ENTRE ACTOS JURE IMPERII Y ACTOS JURE GESTIONIS

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Guiñazú, María Virginia

La doctrina de la inmunidad restringida se ha desarrollado partiendo de la consideración de que las actividades


del Estado pueden dividirse en un esquema dualista. Gozan de inmunidad los actos realizados por el Estado en el
ejercicio de su soberanía, llamados acta jure imperii, y no pueden ampararse en la inmunidad los actos propios de
las actividades de gestión o administración de bienes privados, llamados acta jure gestionis.

El problema más difícil radica en que no existe un criterio válido universalmente para determinar si cierto acto
o actividad de un Estado es un acto jure imperii o un acto jure gestionis. Para unos el criterio decisivo consistirá en
saber si el acto o la actividad tienen una finalidad pública. Es un criterio de aplicación delicada porque, en última
instancia, cualquier tipo de actividad puede relacionarse con una finalidad pública más o menos remota. Para
otros el criterio decisivo vendría dado por la naturaleza del acto o actividad. Si se trata de un acto que sólo puede
ser realizado por un Estado, o en nombre de un Estado, es un acto en el ejercicio de la autoridad soberana del
Estado, y no puede ser sometido a juicio de una autoridad extranjera sin atentar contra la soberanía de dicho
Estado. Si, por el contrario, se trata de un acto que podría realizar un particular, aunque se persiga una finalidad
pública, el acto sería un acto de gestión y podrá ser juzgado por los tribunales de otro Estado.

El problema de la distinción entre actos jure imperii y jure gestionis se hace patente cuando los tribunales de
los distintos países no se guían por el mismo criterio de calificación. Lo que para unos es un acto jure gestionis,
atendiendo a la naturaleza del acto, para otros puede ser un acto jure imperii porque consideran decisiva su
finalidad. Así se ha dado el caso paradójico de que un mismo acto, la compra de botas para el ejército de un
Estado, haya sido calificado como un acto jure gestionis por los tribunales italianos y como acto jure imperii por
los tribunales franceses.

Otro problema se cuando los tribunales de un mismo país llegan a distintas conclusiones. En el caso Etat
espagnol c. Société Anonyme de I'Hátel Georges V los tribunales franceses adoptaron criterios diversos en las
distintas fases del proceso. Se trataba de una acción de desahucio de los locales que la Oficina de Turismo Español
había alquilado en 1955 en París a la sociedad propietaria del Hotel Georges V. El Estado español alegó la
inmunidad de jurisdicción y el tribunal de primera instancia la denegó debido a que se trataba de un contrato de
alquiler de naturaleza privada. El tribunal de apelación opinó diferentemente y reconoció la inmunidad porque la
Oficina de Turismo Español carecía de personalidad jurídica, dado que era un organismo del Estado español, y el
alquiler era un acto realizado en interés de un servicio público de naturaleza administrativa. Por último, la Cour de
cassation revocó la decisión anterior, se atuvo a la naturaleza del acto, y denegó la inmunidad de jurisdicción.
Estas decisiones diferentes se explican tanto por la complejidad de los hechos del caso -pues, al parecer, la Oficina
de Turismo Español además de realizar actividades genéricas de promoción del turismo, que podrían calificarse
como una función pública de fomento, también actuaba como agencia de viajes, e incluso operaba como sucursal
bancaria-, como por la dificultad que en muchos casos supone la calificación de determinados actos como acta
jure imperii o acta jure gestionis.

La Convención de las NU sobre las inmunidades de los Estados de 2004 adopta una fórmula transaccional que
combina el criterio de la naturaleza del acto con el de su finalidad. La Convención considera que para determinar
si se está ante un contrato o «transacción mercantil» «se atenderá principalmente a la naturaleza del contrato o
de la transacción, pero se tendrá en cuenta también su finalidad si así lo acuerdan las partes en el contrato o la
transacción o si, en la práctica del Estado que es parte en uno u otra, tal finalidad es pertinente para la
determinación del carácter no mercantil del contrato o de la transacción». Mediante esta disposición se pueden
evitar las dudas que plantea el criterio de la finalidad del acto porque las personas privadas que sean parte en la
transacción disponen de la posibilidad de concluir un acuerdo sobre el criterio aplicable con el Estado que sea
parte en dicha transacción o el tribunal competente tiene una norma para reconocer la inmunidad si la finalidad
del contrato o transacción es un criterio admitido en el Estado ante cuyos tribunales se alega.

77
Guiñazú, María Virginia

Órganos a los que se extiende la Inmunidad.

La inmunidad del Estado hace referencia al Estado como persona jurídica, al Gobierno y a todos los órganos
superiores de la Administración estatal. Las inmunidades y privilegios de que gozan el jefe del Estado, el jefe del
Gobierno, el ministro de Relaciones exteriores, las misiones diplomáticas y demás órganos de representación del
Estado en el exterior; así como las oficinas y funcionarios consulares, se rigen por normas internacionales e
internas específicas, distintas de las que regulan la inmunidad del Estado en cuanto tal, de modo que constituyen
regímenes especiales respecto de los cuales las convenciones sobre inmunidades jurisdiccionales de los Estados
tienen un carácter subsidiario.

La Convención de las NU sobre inmunidades jurisdiccionales de los Estados de 2004 dispone que la inmunidad
se extiende a «los elementos constitutivos de un Estado federal o las subdivisiones políticas del Estado, que estén
facultados para realizar y realizan efectivamente actos en ejercicio de la autoridad soberana del Estado».

El intervencionismo del Estado en la vida económica, característico del siglo xx, ha propiciado la creación de
entes -unos vinculados a la estructura del Estado, otros bajo la forma de empresas públicas-, cuyas actividades
esencialmente mercantiles plantean el problema de hasta qué punto debe reconocérseles la inmunidad de
jurisdicción. La Convención de 2004 extiende la inmunidad de jurisdicción a «los organismos e instituciones del
Estado y otras entidades», pero también lo hace limitadamente «en la medida en que estén facultados para
realizar y realicen efectivamente actos en ejercicio de la autoridad soberana del Estado».

Excepciones a la Inmunidad de Jurisdicción.

Las dificultades que plantea la distinción entre actos jure imperii y actos jure gestionis y cualquier otro tipo de
clasificación dualista, es que abandonan un criterio de carácter general para centrarse en una solución
particularista consistente en la determinación de en qué casos concretos debía concederse o negarse la
inmunidad a un Estado extranjero. El sistema adoptado en las más recientes regulaciones nacionales o
convencionales de la inmunidad ha sido proceder mediante una enumeración casuística de supuestos. Partiendo
de la plenitud de la soberanía del Estado territorial, es más conveniente, por ser más restrictivo, señalar
taxativamente los casos en los que los Estados realizan funciones públicas y entender que en todos los demás
supuestos deben someterse a la jurisdicción de los tribunales del foro. El enfoque opuesto consiste en afirmar el
principio de la inmunidad de los Estados extranjeros como regla general y señalar las excepciones en los que dicha
inmunidad no deberá ser admitida. Este segundo sistema ha sido el que han adoptado las leyes americana de
1976 e inglesa de 1978, la Convención europea de 1972, y la Convención de las Naciones Unidas de 2004.

El principio de la inmunidad de jurisdicción tiene generalmente reconocidas las siguientes excepciones:

1) El consentimiento expreso del Estado en virtud del cual admite al ejercicio de la jurisdicción por los
tribunales de otro en un determinado asunto (art. 7 de la Convención de las N.U. de 2004). Dicho consentimiento
se puede expresar mediante un acuerdo internacional, en un contrato o en una declaración ante el tribunal.

2) Si el Estado participa en un proceso ante un tribunal de otro Estado (art. 5 de la Convención de N.U.). Un
Estado que presente una demanda contra una persona privada, conteste a una demanda presentada por un
particular contra él o presente una reconvención, se somete voluntariamente a la jurisdicción de dicho tribunal en
relación a dicho asunto.

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Guiñazú, María Virginia

3) Las transacciones mercantiles realizadas por un Estado con una persona natural o jurídica extranjera (art. 10
de la Convención de N.U.). Esta excepción no se aplica a las transacciones mercantiles entre Estados o si las partes
han pactado expresamente otra cosa.

4) Los contratos de trabajo entre un Estado y una persona natural respecto de un trabajo ejecutado o que
haya de ejecutarse total o parcialmente en el territorio de otro Estado cuyos tribunales conozcan el asunto (art.
11). Esta excepción no se aplica en el caso de personas que gocen de inmunidad diplomática.

5) En los procesos civiles relativos a la propiedad, posesión o uso de bienes situados en el Estado del foro, en
asuntos en materia de propiedad intelectual o industrial y en procesos relativos a la participación de un Estado en
sociedades u otras colectividades (arts. 13 a 15).

6) En acciones de indemnización pecuniaria en caso de muerte o lesiones a una persona o pérdida de bienes
causadas por un acto o una omisión presuntamente atribuible al Estado si el acto se cometió o el autor se
encontraba en territorio del Estado cuyo tribunal conozca del asunto (art. 12). Esta excepción no se aplica a las
situaciones de conflicto armado.

Actualmente se manifiesta una tendencia en virtud de la cual la inmunidad de jurisdicción del Estado no podría
prevalecer en casos de crímenes internacionales según las normas internacionales que protegen valores
universales que trascienden el interés de los Estados o de ius cogens, como es el caso de la prohibición de la
tortura. Sin embargo este desarrollo todavía no está plenamente aceptado y no está incorporado como una
excepción en la Convención de las Naciones Unidas sobre inmunidades jurisdiccionales de los Estados.

Inmunidad de Ejecución. Legislación argentina.

La inmunidad del Estado se extiende a las medidas de ejecución (procedimientos de apremio, aprehensión o
embargo de bienes, realización de cosas y derechos) sobre los bienes de los Estados extranjeros que se
encuentren en el territorio de otro Estado. Generalmente se entiende que la inmunidad de ejecución también
comprende las medidas cautelares que decidan los tribunales antes de dictar sentencia. La práctica internacional
distingue la inmunidad de jurisdicción (potestad de juzgar de los tribunales), de la inmunidad de ejecución
(ejercicio del poder de coerción del Estado). Tanto la Convención europea de 1972 corno la Convención de las NU
de 2004 regulan separadamente la inmunidad de jurisdicción y la inmunidad de ejecución. La distinción es
importante porque supone que la sumisión voluntaria o la renuncia a la inmunidad de jurisdicción no implican la
sumisión o renuncia a la inmunidad de ejecución. El Estado puede alegar dicha inmunidad en el momento de la
ejecución aunque hubiera aceptado la jurisdicción de los tribunales del Estado territorial.

En el ámbito de la inmunidad de ejecución hay que distinguir, por un lado, las medidas coercitivas anteriores al
fallo, como son el embargo preventivo de bienes o las medidas cautelares, que podrán adoptarse cuando el
Estado haya consentido expresamente o haya asignado o destinado bienes a la satisfacción de la demanda objeto
del proceso (art. 18 de la Convención de N.U.). Las medidas coercitivas posteriores al fallo, por otro lado, sólo
podrán adoptarse en los casos que se acaban de mencionar de medidas anteriores al fallo, más en el supuesto de
bienes que se utilizan específicamente o se destinan a su utilización para fines distintos de los fines oficiales no
comerciales y que se encuentran en el territorio del Estado del foro (art. 19 de la Convención de N.U.).

Aunque en principio la inmunidad de ejecución tendría que ser más rigurosa que la inmunidad de jurisdicción,
porque tiene más repercusión en las relaciones entre los Estados que un Estado desposea a otro de sus bienes
que el hecho de dictar una sentencia, en la práctica internacional la inmunidad de ejecución tampoco está

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Guiñazú, María Virginia

reconocida en términos absolutos. Generalmente se considera que la inmunidad de ejecución depende de si los
bienes que se pretende ejecutar se destinan al ejercicio de funciones públicas. Los bienes de las representaciones
diplomáticas y las oficinas consulares están excluidos de cualquier tipo de medida de ejecución.

Respecto a los buques de propiedad pública los convenios internacionales distinguen entre los buques de
guerra y los buques de Estado destinados a fines no comerciales, por un lado, y los buques mercantes y los
buques de Estado destinados a fines comerciales, por otro. Mientras los primeros gozan de inmunidad de
jurisdicción y de ejecución, los segundos están sometidos a las medidas de ejecución en materia civil cuando se
encuentran en el mar territorial de un Estado extranjero. Según la Convención de Chicago sobre la aviación civil
internacional de 1944 hay que distinguir entre las aeronaves de Estado utilizadas en servicios militares, de
aduanas y de policía, que gozan de inmunidad de jurisdicción y de ejecución y las demás aeronaves de propiedad
estatal que se asimilarán a las aeronaves civiles y no gozarán de dichas inmunidades (art. 3, e).

Recientemente la cuestión más delicada que se ha presentado ante los tribunales en relación con la inmunidad
de ejecución es si se puede proceder contra las cuentas corrientes bancarias de Estados extranjeros cuando
dichas cuentas sean utilizadas tanto para sus funciones públicas (mantenimiento de las embajadas, sueldos para
los representantes diplomáticos y funcionarios consulares, etc.), como para la realización de operaciones
comerciales. La Convención de las NU de 2004 considera la inmunidad de ejecución de dichas cuentas mixtas
debido a que generalmente se destinan a fines oficiales y no comerciales (art. 21, núm. 1.a).

2.- Derecho y Deberes Fundamentales de los Estados.

a) Los principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones entre Estados.

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA VIDA DE RELACION INTERNACIONAL

Muchos autores han difundido la noción de que existen ciertos “derechos fundamentales de los Estados”
(también llamados esenciales, innatos, permanentes, etc.), que todo Estado posee y sin los cuales no podría
subsistir porque caracterizan su personalidad jurídica internacional, y por lo tanto serían inviolables e
inalienables. El número y naturaleza de los “derechos fundamentales de los Estados” varían con los autores, pero
son el derecho a la existencia, a la conservación, a la defensa, a la libertad, a la independencia, a la soberanía, a la
jurisdicción, al respeto mutuo, a la igualdad, al intercambio, etc.

Correlativamente, algunos autores señalan la existencia de “deberes internacionales”, que los Estados se
hallan obligados a cumplir so pena de exponerse a medidas de coerción.

Algunas instituciones científicas han elaborado “declaraciones de los derechos y deberes de las naciones". Los
países americanos han consignado esos derechos y deberes en la convención sobre derechos y deberes de los
Estados (Montevideo, 1933), en la cual se expresa que la existencia política del Estado es independiente de su
reconocimiento por los demás y se establecen la igualdad jurídica de los Estados, la no intervención, la no
conquista territorial, la inviolabilidad del territorio, el principio de jurisdicción exclusiva dentro del territorio, etc.;
y la Carta de la Organización de los Estados Americanos también contiene una serie de estipulaciones sobre
“derechos y deberes fundamentales de los Estados”.

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Guiñazú, María Virginia

En 1970, la AG aprobó una “Declaración sobre los Principios de Derecho Internacional Referentes a las
Relaciones de Amistad y a la Cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las NU”, que enumera
los siguientes principios: a) el principio de que los Estados en sus relaciones internacionales se abstendrán de
recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier
Estado; b) el principio de que los Estados arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos, sin
poner en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia; c) la obligación de no intervenir en los
asuntos que son de la jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta; d) la obligación de los
Estados de cooperar entre sí; e) el principio de igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos; f)
el principio de igualdad soberana de los Estados; g) el principio de que los Estados cumplirán de buena fe las
obligaciones contraídas de conformidad con la Carta.

La comunidad internacional está hoy organizada sobre la coexistencia de los Estados independientes: cada uno
se rige por sí mismo; pero, obligados a vivir en contacto permanente con los demás y haciéndose la convivencia
cada vez más necesaria y estrecha, todos los Estados han venido a admitir en la práctica ciertos principios que se
consideran fundamentales; normas básicas que la costumbre internacional ha transformado en principios
reconocidos por todos como indispensables para su propia subsistencia individual y colectiva.

Estos son: el principio de igualdad jurídica, el principio de identidad, el principio de respeto mutuo, el principio
de defensa propia, el principio de intercambio y el principio de jurisdicción exclusiva.

1. PRINCIPIO DE IGUALDAD JURÍDICA. — Es inherente a la independencia del Estado que cada uno tenga los
mismos derechos y deberes que los demás. Los Estados son jurídicamente iguales entre sí.

La igualdad jurídica de los Estados no significa igualdad económica y política, identidad de recursos materiales,
etc. Significa que en el orden internacional, los Estados están regidos por la misma ley, son jurídicamente iguales
ante el derecho. Esta igualdad es condición indispensable para que cada uno pueda desarrollar su vida sin
perturbar a los demás y sin verse perturbado.

Este principio arranca en la Paz de Westfalia (1648), un acuerdo colectivo concertado sin tener en cuenta la
confesión religiosa o el régimen político. Sin embargo, este principio no se asentó sino en los últimos tiempos.
Hasta mediados del siglo XIX las normas del DI —que eran principalmente de carácter consuetudinario— regían
solo entre los Estados más importantes, los que integraban el “concierto europeo”. Desde entonces, el círculo se
ha ensanchado y en 1933, los Estados americanos consignaron la norma de la igualdad jurídica en la Convención
sobre Derechos y Deberes de los Estados. El artículo 99 de la Carta de la O.E.A. establece: “los Estados son
jurídicamente iguales, disfrutan de iguales derechos e igual capacidad para ejercerlos, y tienen iguales deberes”.

La Carta de NU establece como uno de los principios que “está basada en el principio de igualdad soberana de
todos sus miembros”, pero establece que las decisiones del Consejo de Seguridad requieren “los votos
afirmativos de todos los miembros permanentes": China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Unión Soviética.
El voto negativo de uno solo de estos impide que se adopte una decisión, aun cuando sea sostenida por todos los
demás; y como ese “derecho al veto” (denominación extraoficial) pertenece tan solo a cinco Estados miembros,
se introduce el sistema de las “grandes potencias”. En caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o
actos de agresión, las “grandes potencias” pueden impedir la aplicación de sanciones contra ellas; creando un
régimen de impunidad a su favor que contradice el principio de la igualdad jurídica.

Como consecuencia del principio de igualdad jurídica, todos los Estados tienen el mismo derecho al respeto,
de parte de los demás, de su personalidad moral, de su territorio, de sus bienes y de sus nacionales; y sin
distinción de su potencialidad cada uno dispone de un voto en las asambleas internacionales.

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Guiñazú, María Virginia

2. PRINCIPIO DE IDENTIDAD — La existencia del Estado es independiente de las transformaciones que se


operan con el tiempo en cualquiera de los tres elementos que lo constituyen: la población, el territorio y el
gobierno. El Estado subsiste mientras la población y el territorio no desaparezcan por completo; el gobierno
evoluciona, porque cambian las personas que lo ejercen y a veces se pasa de un régimen político a otro, pero esto
no altera la personalidad jurídica del Estado.

El Estado es el reflejo de la coexistencia de aquellos tres elementos esenciales; es una entidad ideal cuya vida
aparece como ilimitada. La identidad del Estado es una característica inherente a su modo de ser.

En la Edad Media, el soberano, no siendo un heredero, al ascender al trono no estaba obligado a hacerse cargo
de los compromisos contraídos por su antecesor. Tal práctica hubiera expuesto al Estado a graves conflictos. Fue
así como apareció la distinción entre los “tratados personales” y los “tratados reales”, entendiéndose que los
primeros se extinguían con la persona que los había subscripto y los últimos, si no habían sido estipulados por un
tiempo limitado, subsistían tanto como el Estado mismo.

Grocio decía que el Estado tiene personalidad distinta de la persona del soberano e independiente de su
existencia.

En la Revolución Francesa se encontró otra solución. La soberanía pertenecía al pueblo, y en nombre de este
hablaba la Revolución; corolario de ese principio era la subsistencia de las obligaciones internacionales tanto
como la vida del pueblo mismo.

Después de Waterloo, surgió con el “principio de legitimidad” la idea de que los actos realizados por un
gobierno solo obligaban a otro cuando los poderes eran transmitidos regularmente. El Estado no era el rey sino la
comunidad de la nación, y esta siguió subsistiendo a través de las vicisitudes de la Revolución, el Consulado y el
Imperio. El tratado subscripto en Paris en 1814, encaminado a reglar la situación europea después de las guerras
napoleónicas, contenía cláusulas por las cuales Francia reconocía las deudas contraídas por los gobiernos del
Imperio en los países situados fuera del territorio francés. La Carta constitucional dictada en Francia en 1814
declaró la inviolabilidad de todo compromiso asumido por el Estado con sus acreedores.

Desde entonces el principio de identidad del Estado se generaliza. La conferencia reunida en Londres en 1830-
31 para acordar las bases de la separación de Bélgica expresa que “los tratados no pierden su vigor, cualesquiera
que sean los cambios que se produzcan en la organización interior de los pueblos”, y agrega que "los Estados
sobreviven a sus gobiernos y las obligaciones imprescriptibles de los tratados a los que las contraen”.

El mismo principio ha entrado en el DI positivo con la estipulación del art. II de la convención interamericana
sobre tratados (La Habana, 1928).

3. PRINCIPIO DE RESPETO MUTUO. — Todo Estado debe respetar a los demás. Esta regla es una consecuencia
de la soberanía que cada uno ejerce dentro de su territorio y del principio de la igualdad jurídica de todos los
Estados; y se traduce en derechos y deberes recíprocos con relación a la integridad moral, a la integridad material
y política y a la integridad jurídica del Estado.

La integridad moral del Estado exige que su buen nombre, el de sus órganos y funcionarios y los símbolos de la
soberanía (la bandera y el escudo), sean respetados y honrados según lo ha establecido la costumbre.

En cuanto a la integridad material y política, el territorio y los bienes del Estado son inviolables. Los
funcionarios de un Estado no pueden adoptar medidas de disposición con respecto a bienes de otro Estado. Las
fuerzas terrestres o aéreas no pueden penetrar en territorio de Estado extranjero, salvo consentimiento expreso

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Guiñazú, María Virginia

de este; las fuerzas navales pueden transitar con ciertas restricciones por mar territorial extranjero, pero si
desean entrar en puerto necesitan permiso previo en cada caso. Un Estado no debe servir de base para que los
habitantes preparen o realicen actos contra el orden público o los intereses de otro país; aquel debe adoptar las
disposiciones preventivas o represivas a su alcance para impedirlo, porque solo el, y no el Estado amenazado o
afectado, posee jurisdicción en el lugar.

El respeto a la integridad jurídica del Estado impide que los funcionarios de otro Estado ejerzan actos de
jurisdicción en el territorio de aquel. Ese mismo respeto obliga a que las leyes, decretos, sentencias, notas
diplomáticas, etc. de un Estado sean considerados por los demás como actos oficiales, y en consecuencia les
asignen los efectos que les corresponda. Y en cuanto a los contratos que el Estado realice jure gestionis en el
exterior para la provisión de empréstitos, materiales, buques, etc. —es decir, como actos jurídicos en que el
Estado procede en carácter de persona del derecho privado—, debe reconocerse que el Estado tiene
personalidad civil, pero en el ejercicio de esa capacidad está subordinado a la jurisdicción y a la ley local.

La violación o el desconocimiento de los derechos y deberes recíprocos originan la responsabilidad


internacional del Estado.

4. PRINCIPIO DE DEFENSA PROPIA — Incumbe a cada Estado preservar por sí mismo la propia subsistencia.

En virtud de esta norma (que algunos autores llaman “derecho de conservación" o “derecho a la existencia”),
el Estado, a fin de prevenir que se amenace su subsistencia, adopta las disposiciones que estima convenientes con
respecto a la inmigración, al espionaje, la expulsión de extranjeros, la organización de sus fuerzas armadas y
demás defensas militares, alianzas defensivas, etc.

La defensa militar tiene por medida las necesidades propias de cada Estado y como límite máximo las fuerzas
de los demás. Cuando los preparativos militares exceden este límite, los otros Estados tienen el derecho de pedir
amistosamente explicaciones y de adoptar las medidas adecuadas para contrarrestar cualquier peligro.

La Carta de la ONU reconoce el derecho de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado
contra un miembro de esa organización, hasta tanto el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias
para mantener la paz y la seguridad internacionales.

5. PRINCIPIO DE INTERCAMBIO. — Los pueblos no pueden vivir enclaustrados dentro de sus fronteras; desde
mediados del siglo XIX se ha puesto en evidencia que el intercambio de hombres y de cosas es una necesidad
común, impuesta por la facilitación de las comunicaciones y su corolario la especialización de la producción.

Hoy, el intercambio recíproco no es un derecho ni un deber; es simplemente un hecho, una relación impuesta
por la naturaleza de las cosas, y ese hecho, tanto más imperioso cuanto mayor es la importancia económica y
política de un Estado, se convierte en utilidad recíproca y determina la cooperación internacional en múltiples
terrenos. Por eso el intercambio se ha erigido en un principio de la vida de relación internacional.

El principio de intercambio asegura de modo regular la navegación marítima y aérea, la entrada y salida de
viajeros y mercaderías, el recíproco envió de correspondencia postal y telegráfica y las radiocomunicaciones.

El conjunto del intercambio material de hombres y de cosas se traduce en el mantenimiento de relaciones


comerciales. Hoy sigue a estas, casi siempre, el mantenimiento de relaciones políticas mediante representantes
diplomáticos permanentes. Pero no es indispensable que estas se establezcan para que existan aquellas.

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Guiñazú, María Virginia

El intercambio entre los Estados está reglado por el derecho interno y a menudo por los tratados. Se
determinan así las condiciones de entrada, permanencia y salida de personas, buques, aeronaves, mercaderías,
correspondencia, etc. Cada Estado puede limitar esos derechos siempre que ello no se oponga a los tratados.

6. PRINCIPIO DE JURISDICCIÓN EXCLUSIVA— En uso de su soberanía, el Estado ejerce jurisdicción en su


territorio terrestre, marítimo y aéreo con respecto a las personas y a las cosas que se hallan dentro de él de modo
permanente o transitorio, ya sean nacionales o extranjeras. Esa jurisdicción, y el derecho de policía consiguiente,
no admite la concurrencia de potestad análoga de parte de otro Estado: es exclusiva.

Este principio no es absoluto, está sujeto a ciertas limitaciones. En primer lugar, determinadas entidades
tienen “inmunidad de jurisdicción local”, es decir, están exentas de la aplicación de las leyes civiles y penales del
Estado extranjero en que se hallan. Poseen esa inmunidad, en razón de la función que desempeñan, los jefes de
Estado, los agentes diplomáticos, los miembros que integren el Tribunal de Arbitraje de La Haya y los jueces de la
Corte Internacional de Justicia; también las embajadas, los buques de guerra, las aeronaves públicas, etc. Por otra
parte, mediante su consentimiento explícito —establecido en el derecho interno o en los tratados—, los Estados
admiten que los tribunales propios apliquen leyes extranjeras en ciertos casos relativos al derecho privado y
permiten, en ciertas condiciones, la ejecución dentro de su jurisdicción de sentencias extranjeras recaídas en
litigios relativos al derecho privado, pero no así en juicios de carácter penal o fiscal.

La jurisdicción exclusiva que el Estado ejerce en su territorio ¿permite que sus tribunales entiendan en
acciones judiciales en que sea parte un Estado extranjero?

En 1891, el Instituto de Derecho Internacional (Hamburgo) indicó ciertos casos en que son admisibles acciones
judiciales contra un Estado extranjero: las acciones reales con respecto a cosas inmuebles o muebles situadas en
el territorio; las acciones fundadas en el carácter del Estado extranjero como heredero o legatario de una persona
o como derecho habiente en sucesión abierta en el territorio; las acciones relativas a un establecimiento
comercial o industrial o un ferrocarril explotado por el Estado extranjero en el territorio; las acciones con respecto
a las cuales el Estado extranjero reconozca la competencia del tribunal, o las que el inicie, o aquellas en que no
oponga excepción de incompetencia, y las demandas reconvencionales consiguientes; las acciones emanadas de
contratos celebrados por el Estado extranjero en el territorio, cuando la ejecución completa de este puede ser
requerida según clausula expresa del contrato o según la naturaleza de la acción; y las acciones por daños e
intereses provenientes de un delito o cuasidelito cometido en el territorio. Se exceptuaban de la jurisdicción local
las acciones emergentes de actos en que el Estado extranjero hubiese obrado como poder público, las acciones
provenientes de un contrato celebrado por el actor como funcionario del Estado y las acciones concernientes a
deudas del Estado extranjero contraídas por suscripción pública.

La convención interamericana sobre derecho internacional privado, de 1928, estipula la inmunidad de


jurisdicción del Estado extranjero cuando ha actuado como poder público; pero no así en los casos en que se
ejercen acciones reales o mixtas y el Estado ha obrado como persona del derecho privado.

Podemos concluir que la inmunidad del Estado ante tribunales extranjeros se mantiene para los casos en que
el Estado ha procedido como poder público (jure imperii), pero el Estado puede ser llevado a juicio ante tribunales
extranjeros con motivo de actos realizados en el carácter de persona del derecho privado (jure gestionis).

Por otra parte, el Estado puede consentir en ser sometido a juicio ante un tribunal extranjero. El
consentimiento es expreso cuando el Estado ha estipulado en un contrato que las divergencias que surjan con
respecto a su cumplimiento serán decididas por determinado tribunal extranjero; es implícito cuando el Estado
inicia una acción ante tribunal extranjero; y es tácito si, al ser demandado, no opone excepción invocando

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inmunidad de jurisdicción o contesta la demanda planteando reconvención. El hecho de que un Estado extranjero
se presente ante un tribunal como parte actora implica la posibilidad de que sea contrademandado.

Mientras el Estado actúa ante un tribunal extranjero como actor o como demandado, está sometido a las leyes
locales, tanto en el fondo como en la forma del proceso.

Las subdivisiones políticas de un Estado extranjero (provincias, municipios, etc.) que no son Estados soberanos
conforme al derecho internacional no gozan de inmunidad de jurisdicción.

b) Las disposiciones de la Carta de la OEA, en particular el capítulo IV. c) Análisis particular del principio de
"No intervención".

Carta de la Organización de los Estados Americanos

Capítulo IV. DERECHOS Y DEBERES FUNDAMENTALES DE LOS ESTADOS

Artículo 10. Los Estados son jurídicamente iguales, disfrutan de iguales derechos e igual capacidad para
ejercerlos, y tienen iguales deberes. Los derechos de cada uno no dependen del poder de que disponga para
asegurar su ejercicio, sino del simple hecho de su existencia como persona de derecho internacional.

Artículo 11. Todo Estado americano tiene el deber de respetar los derechos de que disfrutan los demás
Estados de acuerdo con el derecho internacional.

Artículo 12. Los derechos fundamentales de los Estados no son susceptibles de menoscabo en forma alguna.

Artículo 13. La existencia política del Estado es independiente de su reconocimiento por los demás Estados.
Aun antes de ser reconocido, el Estado tiene el derecho de defender su integridad e independencia, proveer a su
conservación y prosperidad y, por consiguiente, de organizarse como mejor lo entendiere, legislar sobre sus
intereses, administrar sus servicios y determinar la jurisdicción y competencia de sus tribunales. El ejercicio de
estos derechos no tiene otros límites que el ejercicio de los derechos de otros Estados conforme al derecho
internacional.

Artículo 14. El reconocimiento implica que el Estado que lo otorga acepta la personalidad del nuevo Estado con
todos los derechos y deberes que, para uno y otro, determina el derecho internacional.

Artículo 15. El derecho que tiene el Estado de proteger y desarrollar su existencia no lo autoriza a ejecutar
actos injustos contra otro Estado.

Artículo 16. La jurisdicción de los Estados en los límites del territorio nacional se ejerce igualmente sobre todos
los habitantes, sean nacionales o extranjeros.

Artículo 17. Cada Estado tiene el derecho a desenvolver libre y espontáneamente su vida cultural, política y
económica. En este libre desenvolvimiento el Estado respetará los derechos de la persona humana y los principios
de la moral universal.

Artículo 18. El respeto y la fiel observancia de los tratados constituyen normas para el desarrollo de las
relaciones pacíficas entre los Estados. Los tratados y acuerdos internacionales deben ser públicos.

85
Guiñazú, María Virginia

Artículo 19. Ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho de intervenir, directa o indirectamente, y sea
cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de cualquier otro. El principio anterior excluye no
solamente la fuerza armada, sino también cualquier otra forma de injerencia o de tendencia atentatoria de la
personalidad del Estado, de los elementos políticos, económicos y culturales que lo constituyen.

Artículo 20. Ningún Estado podrá aplicar o estimular medidas coercitivas de carácter económico y político para
forzar la voluntad soberana de otro Estado y obtener de éste ventajas de cualquier naturaleza.

Artículo 21. El territorio de un Estado es inviolable; no puede ser objeto de ocupación militar ni de otras
medidas de fuerza tomadas por otro Estado, directa o indirectamente, cualquiera que fuere el motivo, aun de
manera temporal. No se reconocerán las adquisiciones territoriales o las ventajas especiales que se obtengan por
la fuerza o por cualquier otro medio de coacción.

Artículo 22. Los Estados americanos se obligan en sus relaciones internacionales a no recurrir al uso de la
fuerza, salvo el caso de legítima defensa, de conformidad con los tratados vigentes o en cumplimiento de dichos
tratados.

Artículo 23. Las medidas que, de acuerdo con los tratados vigentes, se adopten para el mantenimiento de la
paz y la seguridad, no constituyen violación de los principios enunciados en los artículos 19 y 21.

- Contenido del principio en el marco de las Naciones Unidas (ONU) y de la OEA.

 El principio de no intervención en la Organización de las Naciones Unidas

El primer antecedente del principio de no intervención en un organismo mundial, es la resolución de 1936


aprobada por la Asamblea de la Liga de las Naciones, que dispuso: "Todo Estado tiene el deber de abstenerse de
cualquier intervención en la vida política de un Estado extranjero".

Posteriormente, se suscribió en 1945 la Carta de la ONU en cuyo art. 2° se enunció una serie de principios,
entre los cuales está el de no injerencia. La discusión durante el siglo XX giró en torno a lo siguiente:

i. Para algunos países, liderados por Estados Unidos, el principio de no intervención estaría consagrado sólo
implícitamente en los principios de igualdad soberana de los Estados y de abstención del recurso a la amenaza o
al uso de la fuerza contra un Estado.

ii. Para otros, en especial Estados de América Latina, África, China y, en su época, la URSS, el principio está
expresamente regulado en el art. 2° N° 7, el cual reza: "Ninguna disposición de esta Carta autorizará a las
Naciones Unidas a intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados".

Conforme a la primera posición sólo sería intervención aquella que implique el uso de la fuerza prohibida por
la Carta de NU ejercida por un Estado en contra de otro, mientras que según la segunda postura también
constituiría intervención un conjunto de otras actuaciones distintas a la fuerza armada, como las presiones
políticas y económicas.

El debate decantó por la idea de entender que el art. 2° N° 4 de la Carta se refiere exclusivamente a la
amenaza o al uso de la fuerza (militar), mientras que el art. 2° N° 7 prohíbe tanto las injerencias armadas como
las demás formas de intervención.

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Guiñazú, María Virginia

 Resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas

El estudio del principio de no intervención en el marco de la ONU exige referirse a la resolución 2625 que
contiene la Declaración sobre los principios de DI referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre
los Estados de conformidad con la Carta de NU, aprobada en 1970. Esta resolución se erige como un pilar
fundamental en la consagración, definición y delimitación del principio.

Allí se declara que los principios de la Carta de Naciones Unidas incorporados en esta resolución, entre ellos
el de no intervención, "constituyen principios básicos de Derecho Internacional". Destacamos lo siguiente:

Primero, en el preámbulo de la resolución 2625 sobresale la mención de la AG acerca de su convencimiento de


que "el estricto cumplimiento por los Estados de la obligación de no intervenir en los asuntos de cualquier otro
Estado es condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones, ya que la práctica de
cualquier forma de intervención crea situaciones que amenazan la paz y la seguridad internacionales".

La AG recuerda "el deber de los Estados de abstenerse, en sus relaciones internacionales, de ejercer coerción
militar, política, económica o de cualquier otra índole contra la independencia política o la integridad territorial
de cualquier Estado", en cuanto vulnerarían los principios de igualdad soberana de los Estados y de libre
determinación de los pueblos. "Todo Estado tiene el derecho inalienable a elegir sus sistemas político,
económico, social y cultural, sin injerencia en ninguna forma por parte de ningún otro Estado".

Segundo, en la parte resolutiva la Asamblea General proclama que "ningún Estado o grupo de Estados tiene
derecho a intervenir directa o indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de
cualquier otro. Por tanto, no solamente la intervención armada, sino también cualesquiera otras formas de
injerencia o de amenaza atentatoria de la personalidad del Estado, o de los elementos políticos, económicos y
culturales que lo constituyen, son violaciones del Derecho Internacional".

En esa misma dirección, la AG sostiene que "ningún Estado puede aplicar o fomentar el uso de medidas
económicas, políticas o de cualquier otra índole para coaccionar a otro Estado a fin de lograr que subordine
el ejercicio de sus derechos soberanos". Los Estados deberán también "abstenerse de organizar, apoyar,
fomentar, financiar, instigar o tolerar actividades armadas, subversivas o terroristas encaminadas a cambiar por la
violencia el régimen de otro Estado, y de intervenir en las luchas interiores (guerras civiles) de otro Estado".

La importancia de este principio se puede resaltar con el vínculo que existe entre la no intervención y la paz y
seguridad internacionales en cuanto principal propósito de las Naciones Unidas. La interpretación que se haga de
la no injerencia debe realizarse siempre a la luz de la mantención de la paz y seguridad en la sociedad mundial. El
concepto de intervención no solo comprende la fuerza armada, sino también otras actuaciones.

La Asamblea General hizo bien al zanjar la discusión en el marco de Naciones Unidas, adhiriendo a un concepto
amplio de intervención. Además, regula de forma detallada una serie de actuaciones que podrían dar lugar a una
vulneración del principio, dotándolo de contenido.

En síntesis, la resolución 2625 establece que la no injerencia en asuntos internos y externos comprende cuatro
prohibiciones: (i) del uso de la fuerza armada; (ii) de cualquier injerencia o amenaza; (iii) de coacciones distintas
del uso de la fuerza armada; (iv) del uso de la fuerza para privar a los pueblos de su identidad nacional. Esta
concepción permitirá un efectivo resguardo del principio de igualdad soberana, en cuanto cualquier forma de

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Guiñazú, María Virginia

intervención configura una infracción a la Carta de la ONU y el DI, tanto a su texto expreso como su espíritu,
constituyendo una amenaza para la paz y seguridad internacionales.

- La Declaración de Monroe: breves antecedentes y contenido de la misma.

El Presidente Monroe, en 1823, teniendo en mira determinados acontecimientos, formuló en su mensaje


anual al Congreso ciertas declaraciones que luego vinieron a constituir, con el nombre de Doctrina de Monroe,
una de las piedras angulares de la política exterior de los Estados Unidos.

Esas declaraciones respondían a hechos que denotaban el propósito de las grandes potencias europeas de
extender su dominación en América: la penetración rusa en las costas americanas del Pacífico Septentrional, al
atribuirse derechos exclusivos de pesca hasta los 51° de latitud; y sobre todo los planes de la Santa Alianza de
auxiliar a España para reconquistar las colonias de América.

Esta amenaza de intervención había inducido a Adams, ministro de Monroe, a proponer al gobierno británico
formular contra ella una declaración conjunta; y Canning, primer ministro inglés, que miraba con simpatía la
independencia de las colonias españolas y temía que la intervención de la Santa Alianza diese por resultado el
restablecimiento del monopolio español y la adquisición, por parte de Francia, de alguna colonia en el Continente,
sugirió al representante de EEUU en Londres, manifestar en una declaración conjunta que la reconquista de las
colonias españolas era imposible y que ambos países “no podrían ver con indiferencia que cualquier porción de
ellas pasara a manos de cualquier otro Estado” . El Presidente Monroe consultó el grave asunto con Madison y
con Jefferson; que le aconsejaron aceptar, pero expresando este último que la primera regla fundamental de la
política de los Estados Unidos debería ser la de no inmiscuirse en los enredos europeos y la segunda no permitir
que Europa se mezclara en los asuntos de este lado del Atlántico. El Presidente Monroe formuló en el mensaje
anual al Congreso la declaración que dio origen a la famosa doctrina. Invocada y utilizada durante más de un siglo
con criterio y alcance diversos, ha tenido éxitos y tropiezos.

El texto originario de la Doctrina de Monroe puede resumirse en tres principios:

1ª No colonización futura por Estados europeos en América. — “Los continentes americanos, dada la condición
libre e independiente que han asumido y mantienen, no deben ser considerados en adelante como sujetos a
colonización futura por ninguna potencia europea”.

2ª No intervención por Estados europeos en el continente americano. — “El sistema político de las potencias
aliadas es esencialmente distinto al de América... Corresponde, a la lealtad y a las amistosas relaciones que
existen entre los Estados Unidos y aquellas potencias declarar que hemos de considerar toda tentativa de su
parte para extender su sistema a cualquier porción de este hemisferio como peligrosa para nuestra paz y
seguridad. En las colonias o dependencias existentes de potencias europeas no hemos intervenido ni hemos de
intervenir. Pero, con respecto a los gobiernos que han declarado su independencia y la han mantenido, y cuya
independencia nosotros hemos reconocido teniendo en cuenta elevadas consideraciones y principios de justicia,
no podríamos ver ninguna interposición por una potencia europea sino como manifestación de una disposición
inamistosa hacia los Estados Unidos.” “Es imposible que las potencias aliadas extiendan su sistema político a
porción alguna de este continente sin poner en peligro nuestra paz y felicidad; nuestras hermanas del sur,
libradas a sí mismas, no habrán de adoptarlo de propio acuerdo. Es igualmente imposible que consideremos
aquella intervención con indiferencia. La política de los Estados Unidos consiste en dejar a las partes que obren
por si solas, en la esperanza de que otras potencias seguirán el mismo camino”.

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Guiñazú, María Virginia

3ª Desinterés de los Estados Unidos en las cuestiones europeas. — “Nuestra política con relación a Europa se
mantiene igual y consiste en no injerirnos en los asuntos que solo conciernen a esas potencias.”

El mensaje de 1823 fue acogido de muy diversa manera; en tanto que las nuevas repúblicas americanas lo
saludaban como un anuncio de liberación definitiva, en los países europeos era mirado con sorpresa y rencor. Sea
como fuere, el valiente velo del Presidente Monroe tuvo resultados felices: Canning rechazó el congreso que las
grandes potencias europeas proyectaban para intervenir en las repúblicas hispanoamericanas y el fracaso del
congreso indujo a Francia a cambiar de política, disponiéndose a reconocer de las nuevas repúblicas.

Las declaraciones de Monroe llegaron a constituir, con el nombre de Doctrina de Monroe, una de las piedras
angulares de la política exterior de los EEUU. Sin embargo, no ocurrió de inmediato, ni se aplicó siempre.

Sin que la doctrina fuese invocada para impedirlo, Gran Bretaña ocupó las Islas Malvinas en 1838 y Belice en
1835; Francia intervino en 1838 en el Río de la Plata realizando un largo bloqueo, al que se unió Inglaterra en
1841, y en 1838 Francia bombardeaba el puerto de Veracruz y la fortaleza de San Juan de Ulúa, ocupando ambos.

En 1864 España, hallándose en guerra con Perú y Chile, ocupó las islas Chinchas. El gobierno de Washington,
envuelto en una guerra interna, no podía complicarse en nuevos conflictos, y siguió de cerca los acontecimientos
formulando advertencias y objeciones. Una vez terminada la Guerra de Secesión, los EEUU, que no habían
reconocido el gobierno establecido en México por Maximiliano, ejercieron presión cada vez más intensa y
premiosa para obtener que las fuerzas francesas evacuaran todo el territorio mexicano. En 1866, Napoleón III
decidió abandonar la empresa, porque el proyectado imperio era imposible, por la tenaz resistencia del pueblo
mexicano; los gastos enormes que la guerra irrogaba; la agitación en Francia contra la campaña militar; la
situación internacional en Europa, y la perspectiva inminente de que los EEUU se hicieran parte en la contienda.

Los antecedentes demuestran que la Doctrina de Monroe estaba condicionada esencialmente por los factores
de cada caso, por intereses diversos y cambiantes. Una doctrina no es una regla rígida que deba ser aplicada con
todo rigor; marcha siempre a la par de los acontecimientos, se amolda a las nuevas situaciones. Pero la doctrina
Monroe dejaba de ser aplicada en muchos casos, y era utilizada como instrumento meramente político.

La Doctrina de Monroe venía transformándose considerablemente, desde mediados del siglo XIX.

Si un territorio americano solicitaba ser incorporado a los Estados Unidos, nada tenían que observar las
potencias europeas; pero si la petición se dirigía a una de estas, el gobierno de Washington no podría consentir la
anexión. Se abría paso a la expansión territorial de los Estados Unidos. La Doctrina de Monroe se transfiguraba:
de fórmula puramente negativa y defensiva en su origen, pasaba a ser regla positiva y absorbente.

Durante el primer tercio del siglo XX, a consecuencia de la política imperialista desarrollada por el gobierno de
EEUU, la Doctrina de Monroe llegó a ser un instrumento de intervención activa en algunos países del Caribe.

En 1902, tres potencias europeas (Alemania, Gran Bretaña e Italia) intervinieron por la fuerza en Venezuela.
Resuelto el conflicto, el Presidente Teodoro Roosevelt formuló un nuevo “corolario” de la Doctrina de Monroe,
según el cual los Estados Unidos, a fin de prevenir intervenciones extranjeras, debían vigilar la conducta de los
países latinoamericanos. “Todo lo que este país desea —manifestaba en 1904— es ver a los países vecinos
estables, en orden y prósperos. Cualquier país cuyo pueblo se conduzca bien puede contar con nuestra cordial
amistad. Si una nación mantiene el orden y cumple sus obligaciones, no tiene por qué temer injerencia alguna
proveniente de los Estados Unidos; pero la pertinacia en la inconducta lesiva o la impotencia que se traducen en
un relajamiento general de los vínculos propios de la sociedad civilizada, pueden requerir, en América como en
cualquier otra parte, la intervención de alguna nación civilizada y en el Hemisferio Occidental el apego de los

89
Guiñazú, María Virginia

Estados Unidos a la Doctrina de Monroe puede obligar a los Estados Unidos, aun contra su voluntad, en casos
flagrantes de tal inconducta o impotencia, a ejercer funciones de policía internacional.” Y el gobierno de
Washington intervino con fuerzas militares de ocupación en Nicaragua, Haití, República Dominicana y Honduras.

Tales hechos suscitaron grave inquietud en los países latinoamericanos. Aquello no era la doctrina enunciada
por Monroe. Ante la política intervencionista, declarada y ejecutada, el ambiente comenzó a serenarse al año
siguiente, cuando el Presidente Hoover dispuso el retiro de buena parte de las fuerzas militares de ocupación, y
quedó felizmente aclarado desde 1933, cuando el Presidente Franklin D. Roosevelt, habiendo terminado con las
ocupaciones armadas en el Caribe, anunció en su discurso inaugural y mantuvo, la “política del buen vecino”.

En algunos tratados aparece mencionada la Doctrina de Monroe, como en el art. 21 del Pacto de la Sociedad
de las Naciones: “los acuerdos regionales, tales como la Doctrina de Monroe, que aseguran el mantenimiento de
la paz, no se consideran incompatibles con ninguna de las disposiciones del presente Pacto. Algunos países
americanos —Honduras, El Salvador y Costa Rica— requirieron un esclarecimiento sobre el punto, y otros países
—Argentina, México y Ecuador— declararon que la Doctrina de Monroe no constituye un pacto regional.

El contenido y alcance de la Doctrina de Monroe no han sido definidos en ninguna estipulación internacional; y
ellos no pueden inferirse tampoco de la práctica, que ha sido contingente y variable. La Doctrina de Monroe es
una norma política y como tal responde a una voluntad unilateral.

Esa norma política contiene en su seno un principio saludable: la no intervención, el respeto a los derechos
ajenos. En años recientes todos los países americanos, ante ciertas amenazas graves contra su libertad e
independencia, han estipulado acuerdos destinados a alejar actos de intervención o de colonización en América,
cualquiera que sea su procedencia.

- La Doctrina Drago.

En el DI contemporáneo rige el principio de libertad de elección de medios para el arreglo de controversias


(gestiones diplomáticas, oficiosas u oficiales; reclamación formal; judicial), con el único límite de la prohibición del
uso de medios no pacíficos. Este límite empezó a gestarse a principios del siglo xx en América Latina.

La Doctrina Drago se originó en la reacción del entonces canciller argentino Luis María Drago, ante la
aberrante incursión punitiva de Alemania, Italia y Reino Unido contra Venezuela en 1902, con motivo de cierta
deuda pública impaga que Venezuela mantenía con ellos. Para Drago, la conducta de las potencias europeas no
solo contradecía los postulados de la Doctrina Monroe. También violaba el DI, por cuanto el incumplimiento del
pago de una deuda por un Estado no podía justificar la intervención y ocupación militar por el Estado acreedor. El
pensamiento de Drago hoy integra el acervo de la prohibición del uso de la fuerza, más que del principio de no
intervención. Hasta que esto ocurriera, la doctrina Drago solo acogió el apoyo de los países latinoamericanos y de
los Estados Unidos.

Drago decía, en una nota enviada al representante argentino en Washington: « [...] el principio que la
Argentina quisiera ver reconocido es que la deuda pública no pudiera provocar la intervención armada, ni mucho
menos la ocupación militar del territorio de las naciones americanas por parte de una potencia de Europa».

En la Conferencia de la Paz de La Haya, en 1907, el representante norteamericano, Porter, mantuvo una


posición condenatoria del empleo de la fuerza, salvo en los casos en que el Estado se negare a recurrir al arbitraje.
Se firmó la Convención Drago-Porter sobre la «limitación del empleo de la fuerza para el cobro de las deudas

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Guiñazú, María Virginia

contractuales» en la dicha Conferencia. Su consolidación definitiva se da con la Carta de las Naciones Unidas, que
en su art. 2.4 prohíbe expresamente la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales.

91
Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 5

1.- Dominio del Estado.

Concepto.

Es el poder que ejerce el Estado en sus tres dimensiones: terrestre, aérea y marítima, donde va a ejercer una
soberanía plena, total, absoluta y exclusiva.

Hay estados territoriales, como Argentina, y otros insulares, como Japón, compuesto por un conjunto de islas.

Argentina tiene dominio marítimo, fluvial y lacustre (lagos).

Todos los Estados son soberanos internamente, e interdependientes o iguales en el ámbito internacional.

Interpretaciones doctrinarias de la soberanía territorial. Espacios que lo comprenden. Concepto. Clases.


Modos de adquisición del dominio del Estado. Formas históricas y modos aceptados por el DI.

Soberanía territorial

A. Gradación de la competencia territorial

La competencia territorial del Estado es, en principio, muy amplia. Se extiende sobre todas las personas que
habitan el territorio estatal e incluso sobre las que se encuentran allí provisoriamente, como también sobre las
cosas y las consecuencias jurídicas de los hechos que allí ocurren. En su versión completa, esta competencia se
llama soberanía territorial, recae sobre el territorio nacional y accesoriamente sobre los espacios asimilados: el
mar territorial y el espacio aéreo.

Este tipo de competencia, sin embargo, tiene ciertas restricciones, como las de las zonas marítimas contiguas,
y las llamadas servidumbres internacionales.

Interpretaciones doctrinarias de la soberanía territorial

Grocio sistematizó el D.I. aceptando como base el esquema del derecho civil romano; por lo tanto asimiló el
territorio al concepto de cosa y el de soberanía territorial al de propiedad. Este criterio se ajustó al estado
patrimonial, dominio de las dinastías y, por lo tanto, se arraigó hondamente en el pensamiento internacional de la
época. Se conservó hasta el siglo XX. Sin embargo esta idea descansa en una lamentable confusión de conceptos,
que se comprueba en la práctica, por ejemplo, al aplicarse el adagio latino ex iniuria ius non oritur (los hechos
ilícitos no pueden nunca crear derecho) a la debellatio (el final de la guerra causada por la destrucción por
completo a un Estado hostil), que implicó la asimilación de territorio nacional a la propiedad.

Otros autores representantes de la escuela positivista italiana, por medio de la llamada teoría real de la
soberanía, no tomaban debida nota que la soberanía implica el derecho al mando y que no puede mandarse a un
territorio, sino a las personas que se hallan en él.

La soberanía territorial implica la facultad de excluir del territorio el ejercicio de cualquier otra competencia
estatal. Ese exclusivismo se traduce especialmente en el monopolio de la fuerza, en la competencia coercitiva y
en el ejercicio del poder jurisdiccional. De allí puede llegarse a la teoría de la limitación, que consiste en el

92
Guiñazú, María Virginia

establecimiento del límite material de la acción efectiva de los gobiernos, o el marco dentro del cual se ejerce el
poder estatal. Esta teoría realista es negativa, ya que el territorio no es solamente límite para la competencia del
Estado, sino un elemento del mismo.

Max Huber destacó que la soberanía constituye un conjunto de poderes jurídicos del Estado que posibilita el
ejercicio, en un espacio determinado, de las funciones que le son propias. Así llegamos a la interpretación de la
soberanía territorial a la luz de la competencia. No es una interpretación nueva, ya ha sido enunciada en 1905 por
Radnitzky, pero fue implantada por la escuela de Viena, con Kelsen, y la acogieron con ciertas variantes algunos
internacionalistas franceses como Rousseau, que consideran al territorio como una porción de espacio en la que
se aplica, con efectividad, un determinado sistema de normas jurídicas. Es la esfera de competencia especial del
Estado, dentro de cuyo marco tiene validez el orden estatal.

Este criterio corresponde a las tendencias actualmente dominantes en la literatura jurídica. Tiene el mérito de
integrarse en el marco general de la técnica del derecho público, que interpreta las prerrogativas estatales como
competencias atribuidas a los gobernantes para la realización de determinadas funciones de interés social. Explica
mejor las cesiones territoriales (consideradas como simples transferencias de competencias entre los Estados
interesados), y la naturaleza jurídica del territorio colonial con competencia territorial compartida, que se explica
como competencias territoriales limitadas. Gracias a la ductilidad de la noción de competencia, esta teoría puede
adaptarse a diversas situaciones territoriales concretas.

Restricciones generales

La soberanía territorial tiene una doble limitación, en la esfera personal y en la espacial.

Por un lado está restringida por la soberanía personal. De acuerdo a una norma general de D.I. privado, la
determinación del status personal y la capacidad jurídica de las personas que viven en el extranjero incumbe a la
legislación de sus países de origenEsta materia queda excluida de la competencia legislativa de los Estados.

Otra limitación general de la soberanía territorial la constituyen las inmunidades de los diplomáticos
extranjeros que actúan en el país, con amplias restricciones a la competencia legislativa, jurisdiccional y
coercitiva. Escapan a esa competencia las fuerzas armadas y los jefes de los Estados extranjeros que se hallan en
el territorio nacional.

Por otro lado la soberanía territorial está restringida por las servidumbres internacionales, que gravan el
territorio nacional de un país en favor de otros Estados. Esta institución, de origen iuscivilista, es controvertida.
Algunos, como Rousseau, consideran que apenas es aplicable en la época contemporánea, y la limitan a la
concesión de un derecho soberano. Otros la conciben en un sentido más amplio como Verdross, quien distingue:

1) Servidumbres activas, que facultan a ejercer ciertos derechos en el ámbito de la soberanía territorial de
otro. El D.I. común reconoce únicamente el derecho de tránsito inofensivo por aguas territoriales. Otras
servidumbres son convencionales.

2) Servidumbres pasivas, que imponen la obligación de abstenerse del ejercicio de ciertas competencias: no
alterar el curso natural de un río internacional; no permitir que el humo de las industrias cercanas a la frontera
perjudique la población de un Estado vecino; en general, observar el principio de buena vecindad.

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Guiñazú, María Virginia

Modos de adquisición del dominio del Estado

Pueden ser originarios o derivados. Los originarios nacen de un hecho, y son la accesión, el descubrimiento, la
ocupación, la anexión y prescripción. Los derivados nacen de un acto jurídico.

EL TERRITORIO. I. MODOS DE ADQUISICION

1. OCUPACIÓN — Consiste en la toma de posesión que un Estado efectúa de un territorio no habitado, o


habitado por pueblos salvajes o semicivilizados, y mantiene esa posesión de modo efectivo y público. Es un modo
originario.

Ha tenido considerable importancia en la época iniciada con los grandes descubrimientos geográficos del siglo
XV que condujo a algunos Estados europeos, hasta fines del siglo XIX, a extenderse en los otros continentes. Hoy,
estando ocupada y delimitada casi toda la superficie de la tierra, la ocupación tiene aplicación poco frecuente.

La ocupación se inspiró primero en las normas del Derecho Romano, según el cual se requería la aprehensión
material de una res nullius y el ánimo de poseerla para sí.

Cuando algunos países europeos comenzaron a penetrar en regiones habitadas por pueblos bárbaros o de
civilización primitiva, las reglas del Derecho Romano resultaron estrechas. La Santa Sede, movida por el anhelo de
promover la conversión de los infieles, asignó a los príncipes cristianos los territorios que allí descubriesen. Desde
comienzos del siglo XV el Papado acordó a Portugal las tierras que descubriera en África y en las Indias Orientales;
y apenas efectuado el descubrimiento de América, el Papa Alejandro VI dispuso en la bula Inter Caetera, de 1493,
que las tierras descubiertas o por descubrir al Oriente de una línea meridiana trazada a 100 leguas al Oeste de las
Islas Azores y de Cabo Verde pertenecían a Portugal y las situadas al Occidente de la misma línea pertenecerían a
España, a condición de que no estuviesen ya ocupadas por un príncipe cristiano. Un año después, en 1494, España
y Portugal convinieron entre sí, por el Tratado de Tordesillas, en trasladar mucho más al Occidente la “línea de
demarcación”, estipulando que sería el meridiano que pasa a 370 leguas al Oeste de las Islas de Cabo Verde (y no
ya a 100 leguas), y agregaron que ambos reyes se comprometían a no enviar navíos “a descubrir, contratar,
rescatar o conquistar tierras” en la zona correspondiente al otro.

Así se introdujo la idea de que el primer descubridor obtiene el derecho de apropiarse del territorio. Pero este
título fue pronto contestado.

La bula de Alejandro VI, al dividir el mundo en dos sectores, importaba atribuir a España y Portugal un
monopolio colonial, basado en el descubrimiento. Inglaterra, Países Bajos y Francia, impulsados por el deseo de
adquirir tierras ultramarinas, no reconocen tal exclusividad y niegan que el descubrimiento sea bastante para
atribuir el dominio territorial. La Reina Isabel de Inglaterra otorga en 1578 una “Carta Patente” a Sir Humphrey
Gilbert autorizándole “a descubrir las remotas tierras paganas y bárbaras, comarcas y territorios no poseídos
actualmente por otro príncipe o pueblo cristiano y tomarlos, ocuparlos y disfrutar de ellos”; y en 1580, cuando el
Embajador español, la Reina Isabel le manifiesta que “no podía convencerse de que las Indias pertenecieran a
España por el solo hecho de la donación del Papa... invistiendo (a los españoles) con la posesión, y esto basado
solamente en que los españoles hubiesen tocado en tal o cual punto, erigido refugios, dado nombre a algún rio o
promontorio, pues estos actos no pueden conferir el dominio... de manera que esa donación no puede impedir
que, en las regiones en que los españoles no residiesen, otros príncipes comercien y establezcan colonias”. En
esta posición política influía la Reforma protestante, a la que se habían inclinado Inglaterra y los Países Bajos;
pero no era el único motivo, puesto que Francia adopta la misma actitud, y tanto ingleses como franceses y
holandeses se instalan en distintas regiones de América y Asia.

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Guiñazú, María Virginia

La doctrina del derecho internacional, desde que empieza a formarse en el siglo XVII, sostiene unánimemente
la necesidad de la ocupación para adquirir territorio. Grocio afirma que el descubrimiento debe ser seguido de
ocupación, porque la ocupación es desde los tiempos primitivos el único modo real y originario de adquirir.
Zouche sostiene en 1650 que la ocupación es el medio necesario para la adquisición del territorio, y después de
aseverar que el Pontífice Romano carece de la prerrogativa de disponer de las nuevas tierras, expresa que los
derechos de España se extienden solamente a los lugares ocupados por ella.

Desde fines del siglo XVI resurgió la ocupación como determinante principal de la adquisición de territorios,
cualquiera que fuese el procedimiento material empleado para ella: la instalación de soldados, misiones religiosas
y autoridades dependientes de la metrópoli; la radicación de colonos; la acción que desarrollaban compañías
mercantiles autorizadas por su gobierno, etc.

No se denegaba validez al descubrimiento, a condición de que fuese realizado por persona debidamente
autorizada por el gobierno; el descubrimiento otorga tan solo un título inicial o incoado, que debe ser
completado, dentro de un tiempo razonable, por el hecho de la ocupación del territorio; y ese título es precario,
pues pierde todo valor si la ocupación no se produce. El descubrimiento, si no era seguido por el hecho de la
ocupación, no podía obstruir la acción positiva de los demás.

En muchos casos, siendo los nuevos territorios sumamente vastos y careciendo de medios, los exploradores se
limitaban a efectuar una toma de posesión, un acto puramente simbólico y fugaz, consistente en practicar un
desembarco, plantar una cruz, izar el pabellón y hacer constar todo ello en un acta. Contra ese método, calificado
de “ocupación ficticia”, desde comienzos del siglo XVIII se señala en la práctica internacional y en la doctrina la
necesidad de que la ocupación sea efectiva. Esto no significa que la posesión se aplique materialmente a todas y
cada una de las fracciones de un territorio, pero sí que importe extender en él una autoridad siquiera virtual.

Resumiendo: 1° desde fines del s. XVI impera la regla de la ocupación para la adquisición de territorio nullius, y
esta regla prevalece sobre la circunstancia del descubrimiento, que solo confiere un título preliminar y precario;
2° desde comienzos del s. XVIII no basta la “ocupación ficticia” o simbólica; es indispensable que sea efectiva.

Toda la evolución ulterior viene a precisar y consolidar la regla de la ocupación efectiva; y en 1885 esta regla
asume carácter contractual entre cierto número de Estados europeos con respecto a la colonización futura en el
África Ecuatorial. En el congreso reunido en Berlín a raíz de un conflicto suscitado entre Gran Bretaña y Portugal
con motivo de la colonización en la zona de los ríos Congo y Níger, se acordaron varias estipulaciones: asegurar la
existencia de una autoridad suficiente para hacer respetar los derechos adquiridos y en su caso la libertad de
comercio y de tránsito; acompañar el acta de toma de posesión de una notificación dirigida a los demás Estados
contratantes, a fin de ponerles en condición de hacer valer sus reclamaciones si hubiere lugar a ello.

Estas reglas contractuales se generalizaron en la costumbre internacional y han sido precisadas por la doctrina.

Como resultado de las normas adoptadas en los tratados, en la práctica y en la doctrina, para adquirir
territorio es necesario que la ocupación efectiva reúna las siguientes condiciones:

1 que se trate de un territorio nullius, inhabitado, o habitado por tribus salvajes o por pueblos cuya
organización no los caracteriza como un Estado, o un territorio que ha sido abandonado por un ocupante
anterior;

2 que la ocupación sea realizada por un Estado independiente y no por personas o instituciones de naturaleza
privada, salvo que ellas obren autorizadas por un Estado o que este homologue su acción;

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Guiñazú, María Virginia

3 que la ocupación consista en implantar un poder con medios suficientes para ejercer autoridad real, o al
menos virtual, sobre el territorio, asegurando ciertos derechos, entre ellos el de propiedad, la libertad de
conciencia y de cultos, la libertad de comercio y de tránsito y, en cuanto a la población indígena, facilitando la
abolición de la esclavitud, reglamentando el consumo de bebidas alcohólicas, etc. Es el ánimo de adquirir;

4 que la ocupación sea efectiva;

5 que la ocupación sea notificada oficialmente a los demás Estados (hoy, el requisito de la publicación lo tiene
NU cuando nace un Estado).

2. CONQUISTA — La conquista (la sumisión a la soberanía de un Estado, por medio de la fuerza, de un


territorio perteneciente a otro Estado) fue frecuentemente un modo de adquirir territorio. Más aun, la ocupación
bélica importaba ipso facto la conquista.

Desde el siglo XIX se concreta la reacción contra la conquista. Los países hispanoamericanos, en la 1ª
Conferencia Internacional Americana (1889-90), formulan una condenación moral del “derecho de conquista”.

La proscripción de la conquista inspira el Pacto de la Sociedad de las Naciones, especialmente en su artículo


10, según el cual los miembros de la institución “se comprometen a respetar y a mantener contra toda agresión
exterior la integridad territorial y la independencia política presente de todos los miembros de la Sociedad”.

La Carta de las Naciones Unidas da un importante paso al prohibir la amenaza o el uso de la fuerza contra la
integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con
los propósitos de las Naciones Unidas. Dentro del sistema de la Carta el uso de la fuerza solo es legal cuando se la
utiliza en legítima defensa. La Declaración sobre Principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones de
amistad y cooperación entre los Estados, de 1970, establece: “El territorio de un Estado no será objeto de
adquisición por otro Estado derivada de la amenaza o el uso de la fuerza. No se reconocerá como legal ninguna
adquisición territorial derivada de la amenaza o el uso de la fuerza”.

Ello se traduce en el no reconocimiento de las adquisiciones territoriales obtenidas por medio de la fuerza.

La Carta de la Organización de los Estados Americanos establece: “El territorio de un Estado es inviolable; no
puede ser objeto de ocupación militar ni de otras medidas de fuerza tomadas por otro Estado, directa o
indirectamente, cualquiera que fuere el motivo, aun de manera temporal. No se reconocerán las adquisiciones
territoriales o las ventajas especiales que se obtengan por la fuerza o por cualquier otro medio de coacción”.
Principios de la OEA: "Los Estados Americanos condenan la guerra de agresión: la victoria no da derechos”.

3. OTROS MEDIOS— El Estado puede adquirir territorio en virtud de otros hechos, algunos originarios y otros
derivados.

3.1. Los hechos originarios son obra de la naturaleza o provienen del trabajo de los hombres.

El Estado adquiere territorio por accesión cuando surge una isla dentro del mar territorial o de un río o lago en
que ejerce soberanía, o cuando por medio de obras de ingeniería gana terreno desde la costa construyendo
espigones, muelles, terraplenes y rellena los espacios intermedios; adquiere por aluvión como resultado de la
acumulación lenta de tierra que depositan las aguas formando islas o deltas en el territorio marítimo o fluvial; y
adquiere por avulsión la masa de tierra que, desprendida súbitamente y por sí misma de otro territorio, se añade
al propio.

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Guiñazú, María Virginia

La accesión es un hecho que provoca el aumento del territorio por la acción de la fuerza del hombre o por
causas naturales.

El descubrimiento es otro modo originario: la llegada de Colón a América.

La ocupación también.

La anexión. Siempre se entrega algo.

La prescripción. Es la forma de adquirir un territorio o liberarse de una obligación por el transcurso del tiempo.
Sus requisitos son ser pública, pacífica e ininterrumpida. Para la Corte, el tiempo debe ser mayor que el que tiene
el Estado en su derecho interno (en Argentina serían más de 20 años)

3.2. Los hechos derivados provienen de fuentes jurídicas.

La cesión es la transferencia de la soberanía sobre determinado territorio realizada por un Estado a otro
mediante un convenio formal. Puede hacerse sin compensación (cesión estipulada en un tratado de paz, que
puede ser una forma disimulada de conquista), o puede realizarse mediante compensación, en calidad de venta o
permuta. En algunas circunstancias, la cesión se efectúa por medio de un plebiscito, que puede ser condición
previa a la cesión o tan solo un acto confirmatorio. La cesión sólo queda perfeccionada cuando el territorio es
efectivamente ocupado. Ya no se usa más. Como siempre se entrega algo, tiene una característica más económica
que política, y se considera como venta encubierta.

Por sucesión adquiere soberanía sobre el territorio el Estado que nace como consecuencia del fraccionamiento
de otro o por emancipación. En la época de las monarquías absolutas, confundiéndose el territorio con el
patrimonio personal del soberano, era frecuente que aquel pasara por herencia, en todo o parte, al príncipe que
le sucedía.

Se adquiere por adjudicación el territorio atribuido al Estado por sentencia de un tribunal arbitral o
internacional.

Por prescripción (para la dra. Tejerizo este es original) se adquiere el territorio que un Estado posee durante
muy largo tiempo y es reivindicado por otro. Debe advertirse que no se trata propiamente del problema de la
ocupación, pues esta se refiere a la adquisición de un territorio res nullius. El problema de la prescripción
adquisitiva se presenta más bien con respecto a una zona territorial situada entre dos países limítrofes. La
doctrina entiende que para que la prescripción adquisitiva opere, la posesión debe: 1 haber sido establecida
lícitamente, es decir, mientras por los tratados no esté vedado implantar posesión o mientras no haya sido
lograda por la violencia; 2 ser conservada de modo público, sin ser turbada por protestas o reclamaciones por
parte de otro Estado o que, habiendo quedado en suspenso, no sea interrumpida por otra posesión
sobreviniente; 3 que la posesión se prolongue durante un tiempo suficientemente largo para que pueda
presumirse que cualquier otro Estado ha desistido de invocar derechos al territorio. Cuando se reúnen estas
condiciones la prescripción adquisitiva viene a bonificar un título dudoso; si falta alguna de esas condiciones, la
prescripción adquisitiva no tiene efecto, porque importaría legitimar un despojo. En cuanto al tiempo necesario
para que la prescripción opere, no es posible indicar un mínimo de años determinado; corresponde juzgar en cada
caso, de conformidad con las circunstancias, si el tiempo transcurrido autoriza a estimar que la posesión, obtenida
y conservada en las condiciones antes mencionadas, ha quedado generalmente consentida.

97
Guiñazú, María Virginia

El principio del “estoppel” o "preclusión" (de carácter procesal, tomado de la jurisprudencia anglosajona) ha
sido de aplicación en distintas instituciones del derecho internacional, con un papel más significativo en disputas
de carácter territorial. El “estoppel” es una regla de prueba con importantes consecuencias procesales, “en virtud
de la cual si una parte formula una declaración de hechos y la otra parte toma alguna medida basándose en ella,
los tribunales no permitirán después a la primera que niegue la verdad de su declaración si la parte que actuó
sobre la base de tal declaración resulta perjudicada, si se prueba que la misma era falsa”.

3.3. Arriendo de bases estratégicas

Consiste en el traspaso de ciertas competencias territoriales vinculado a necesidades bélicas. Se caracteriza


por la limitada extensión territorial que comprende y por su naturaleza jurídica, que resulta asimilable a la de una
institución del derecho civil: el arriendo. Fueron frecuentes durante y en las postrimerías de la Segunda Guerra
Mundial; pero hoy los mantiene únicamente EE.UU. Estados Unidos obtuvo en la práctica derechos muy amplios
en las bases. La jurisprudencia norteamericana asimilaba inicialmente los territorios recibidos en arriendo a
"posesiones" de EE.UU., pero finalmente la Corte Suprema los ha considerado territorios extranjeros. En América
latina, EE.UU. obtuvo arriendo o cesión de bases estratégicas por parte de Ecuador, Cuba y Panamá, durante la
segunda guerra mundial.

2.- Dominio Terrestre.

Concepto. Espacios que lo comprenden.

Los espacios que lo comprenden son el suelo, subsuelo y la plataforma submarina o continental (que es la
prolongación de tierra por debajo del mar), las aguas que bañan la plataforma continental, las islas habitadas y los
ríos y lagos nacionales e internacionales.

- Suelo (dominio terrestre): fronteras y límites.

Fronteras. Noción. Clasificación. Delimitación.

1. EL TERRITORIO TERRESTRE. A) EL TERRITORIO Y LA FRONTERA. IDEAS GENERALES

La frontera es una franja o espacio (los límites son líneas imaginarias que separan dos o más Estados). Constan
en la ley, porque corresponden al derecho interno de cada estado.

El territorio estatal se caracteriza por tener límites precisos y fijos, en el interior de los cuales el Estado ejerce
sus poderes y competencias. El ámbito de ejercicio de las competencias estatales dentro del territorio del Estado
requiere una delimitación de éste, mediante el trazado de fronteras.

La frontera representa «el límite del territorio de un Estado. La línea determinante donde comienzan y acaban
los territorios de los Estados vecinos». En la medida en que el territorio estatal comprende no sólo el territorio
terrestre, sino también ciertos espacios marítimos y el espacio aéreo supra yacente a todos ellos, las fronteras

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Guiñazú, María Virginia

podrán ser terrestres, marítimas y aéreas; debiendo precisar también que la frontera delimita no sólo el territorio
de dos Estados, sino también el de un Estado y otros espacios internacionales.

La frontera se presenta no sólo como línea de separación entre soberanías territoriales, sino también como
línea o zona de contacto entre territorios y poblaciones vecinas. La frontera tiene una doble naturaleza: es una
línea que separa, que divide, que opone, que permite a los grupos humanos identificarse unos por relación a los
otros, y es también una zona de transición, un punto de paso, una vía de comunicación entre dos Estados.
Frontera-línea y frontera-zona conforman, así, dos aspectos indisociables de una misma realidad.

B) LA FRONTERA Y LOS CRITERIOS DE SU DELIMITACIÓN

La dimensión que destaca en la figura de la frontera es la de línea de limitación para el ejercicio de las
competencias estatales, es decir, la de línea de delimitación de los respectivos ámbitos territoriales de los
Estados. Definir un territorio significa definir sus fronteras.

Por ello el trazado de las fronteras representa una operación de extraordinaria importancia, en tanto que
fenómeno básico en torno al que se ordena y estabiliza el juego de las relaciones internacionales.

El trazado de las fronteras estatales se realiza a través de una operación compleja en la que cabe distinguir dos
fases principales: en primer lugar, la fase de delimitación, de naturaleza política y jurídica, en virtud de la cual los
Estados implicados fijan, a través de un tratado internacional, la extensión espacial de sus respectivos poderes
estatales, conforme a determinados criterios; seguidamente tiene lugar la fase de demarcación, de naturaleza
estrictamente técnica, y en virtud de la cual se procede a ejecutar materialmente y sobre el terreno la
delimitación anteriormente formalizada, interviniendo a tal efecto las Comisiones de demarcación.

a) Para el trazado de las fronteras se suele recurrir a una serie de criterios o procedimientos entre los que cabe
destacar:

- Los límites o fronteras naturales, que son aquellas basadas en un elemento geográfico; así, hay fronteras
delimitadas sobre la base de un accidente orográfico, como la cresta de las montañas; también puede tomarse
como punto de referencia un río, o un lago: para la delimitación de los ríos entre dos Estados, la norma de DI
general aplicable es que en los ríos no navegables la frontera se traza por la línea media del río mismo, y en caso
de ser navegables, sobre la línea media del canal de navegación principal -Thalweg-.

- Pueden también establecerse los límites basándose en elementos técnicos, como tomar dos puntos
geográficos precisos sobre el mapa y trazar entre ellos una línea recta que sirva de frontera. Este procedimiento
suele utilizarse en zonas desérticas, como en las fronteras de Siria con Jordania y las de Egipto con Libia.

Dentro de este grupo encontramos también la utilización de un paralelo geográfico como frontera. Éstos han
sido los casos del paralelo 380 para delimitar las dos Coreas, o el 170 para delimitar Vietnam del Norte y del Sur.

- Cabe también utilizar como línea fronteriza límites preexistentes, como Suecia y Noruega, que tomaron como
frontera en 1905, al deshacerse la Unión entre ellas, los antiguos límites territoriales anteriores a la Unión.

- Otras veces se utilizan como límites las antiguas divisiones administrativas o los tratados fronterizos
establecidos por las potencias coloniales. El principio en que se basan es el del uti possidetis iuris.

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Guiñazú, María Virginia

El principio del uti possidetis iuris rige para la determinación de las fronteras de Estados nacidos de la
descolonización, mediante la aceptación y conservación por éstos de los límites territoriales derivados tanto de
meras delimitaciones entre divisiones administrativas o entre colonias pertenecientes a la misma soberanía,
como de fronteras internacionales que previamente separaban la colonia de un Estado de la de otro, o el
territorio de una colonia del de un Estado independiente o del de un Estado bajo protectorado que hubiese
conservado su personalidad internacional.

En el primer supuesto, «la aplicación del principio del uti possidetis conlleva la transformación de límites
administrativos en fronteras internacionales propiamente dichas», lo que sucedió, por ejemplo, para los Estados
formados en las regiones de América dependientes de la Corona española. En el segundo supuesto, el de límites
territoriales resultantes de fronteras internacionales ya fijadas entre varias potencias coloniales, o entre una
potencia colonial y un Estado independiente, hay que advertir que «la obligación de respetar las fronteras
internacionales preexistentes deriva de una regla general de DI sobre sucesión de Estados, encuentre o no su
expresión en la fórmula uti possidetis». Ahora bien, aunque el uti possidetis presenta evidentes elementos de
conexión con el derecho codificado sobre sucesión de Estados en materia de tratados, contiene la singularidad de
su aplicación concreta en el proceso de descolonización.

La aplicación del principio uti possidetis iuris no tendría sentido y resultaría inútil si la delimitación fronteriza
entre Estados descolonizados ha sido establecida por medio de un tratado internacional.

El principio del uti possidetis, si bien encuentra su origen en Hispanoamérica, con ocasión de la emancipación,
en 1810 y 1821, de las colonias españolas, ha sido afirmado también durante el presente siglo en el continente
africano por numerosos Estados de reciente independencia y por la Unión Africana.

Este principio constituye un principio general, ligado al fenómeno de la accesión y a la independencia.

b) Con independencia de los criterios o procedimientos que se hayan seguido para el trazado de una frontera,
una vez que ésta ha sido establecida rige, con carácter sumamente firme, el principio de estabilidad de las
fronteras. La jurisprudencia internacional ha insistido en el carácter estable y permanente de las fronteras ya
establecidas.

Ciertamente, el principio de estabilidad y permanencia domina la vida de la frontera, sobre todo en aquellos
casos en que su delimitación ha tenido lugar por vía convencional. No es posible alegar un cambio fundamental
de las circunstancias como causa de terminación de un tratado que establezca una frontera.

Límites. Definición. Clases. Demarcación.

LOS LIMITES INTERNACIONALES

Son las líneas, imaginarias o no, que dividen o separan dos estados, y son establecidas mediante tratados.

Los límites entre los Estados se fijan tomando por base ciertos accidentes naturales, como montañas, ríos,
lagos, etc., o bien recurriendo a elementos artificiales, como los meridianos y paralelos geográficos o el trazado

100
Guiñazú, María Virginia

de líneas imaginarias entre determinados puntos de referencia indicados en el terreno. Se adoptan así,
respectivamente, límites naturales o límites artificiales (o arcifinios).

- La regla del “UTI POSSIDETIS". — Los Estados hispanoamericanos invocaron frecuentemente la regla del uti
possidetis para sostener sus respectivos derechos territoriales en las cuestiones de límites que mantuvieron entre
sí. Esa expresión (proveniente de la formula romana “así como poseéis... así poseeréis”) había sido empleada por
España, a mediados del siglo XVII, para señalar en sus dominios coloniales hasta donde llegaban los derechos y
privilegios que otorgaba, y los Estados hispanoamericanos, al invocarla, querían significar que sus límites
respectivos debían ser los establecidos por la metrópoli hasta el momento de su emancipación, mediante cédulas
reales y otros documentos, para las distintas jurisdicciones coloniales —virreinatos, capitanías generales,
intendencias, etc.,— de las cuales se consideraban sucesores.

Esta regla fue adoptada en muchos tratados de límites o de arbitraje celebrados entre Estados
hispanoamericanos. Sin embargo, su aplicación se tornó difícil por varias causas: en primer lugar, existían
enormes extensiones de territorio desconocidas y despobladas o solamente habitadas por tribus indígenas;
además, teniéndose un conocimiento imperfecto del terreno, los mapas resultaban deficientes o erróneos y las
denominaciones topográficas eran a menudo imprecisas, por lo cual no coincidían con las cédulas reales que
delimitaban las referidas jurisdicciones coloniales; sucedía a veces que las jurisdicciones eran distintas en lo
político, en lo judicial y en lo eclesiástico; y finalmente ocurría que la posesión real del territorio, cuando este
podía ser ubicado, era distinta a la que correspondía según el título. Se explica, pues, que aparecieran dos
fórmulas: el "uti possidetis juris" que tenía en mira el derecho otorgado por los títulos reales, cualquiera que fuese
la posesión material; y el "utipossidetis de facto", que se refería al hecho de la posesión existente.

Con todo, la regla del uti possidetis, pactada en las negociaciones sobre límites como base para llegar a una
solución, permitió alejar el peligro de choques en las regiones disputadas; y ese recurso hizo posible más tarde
resolver aquellas cuestiones en forma pacífica, por medio de acuerdos directos recurriendo al arbitraje.

LA DELIMITACIÓN EN LAS MONTAÑAS (límites orográficos) Y EN LOS RÍOS (límites hidrográficos). —Cuando se
adopta como base para el trazado de los límites territoriales una cadena de montañas, puede indicarse como
divisoria la línea imaginaria que pasa por las más altas cumbres o bien la que pasa por la línea de separación de
las vertientes hacia uno y otro lado (divortium aquarum). La adopción de una u otra fórmula depende de la
topografía del terreno y de otras circunstancias; son fórmulas distintas y no deben confundirse

En la delimitación en los ríos, depende si el rio es navegable o no. Si es navegable, se sigue el Thalweg (parte
más profunda del río) para aprovechar su navegabilidad. Cuando el río no es navegable, se puede tomar la costa
seca (el extremo donde se encuentra el otro Estado) o el medio del río

La DEMARCACIÓN EN EL TERRENO — La línea limítrofe convenida debe ser demarcada en el terreno. Para ello,
los Estados interesados proceden de común acuerdo a colocar en puntos adecuados, por medio de una comisión
técnica mixta, los hitos o mojones necesarios, o bollas y faros en el mar, dejando constancia en acta por duplicado
con indicación de las coordenadas geográficas respectivas.

3.- La Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar: antecedentes y caracterización.
Origen histórico del Derecho del Mar: el principio de la libertad de los mares.

101
Guiñazú, María Virginia

A) ORIGEN HISTÓRICO DEL DERECHO DEL MAR: EL PRINCIPIO DE LA LIBERTAD DE LOS MARES

El proceso de creación y desarrollo del Derecho del Mar hasta nuestros días ha sido eminentemente
consuetudinario, gestándose desde el siglo XVI mediante los usos y prácticas de las flotas mercantes y de guerra
de Estados europeos con similares grados de desarrollo económico y concepciones políticas.

Ese Derecho del Mar clásico se basaba en el principio de la libertad de los mares. Se calificaba el mar como res
communis omnium, cuya propia naturaleza impedía que fuera objeto de ocupación y posesión. El espacio marino
no sometido a la soberanía estatal y denominado “alta mar” (el que quedaba fuera de las aguas interiores y mar
territorial), gozaba de un régimen de libertad de uso regido por el principio del mare liberum, ejerciendo cada
Estado la jurisdicción exclusiva sobre los buques de su pabellón.

Las primeras revisiones del principio de la libertad de los mares surgieron en el siglo XIX, con la denuncia de
ciertas prácticas abusivas en que degeneraba esa libertad entendida de forma absoluta, como era el caso de la
trata de personas; pero se resolvieron por la vía consuetudinaria o convencional mediante la fiscalización de las
actividades de buques bajo otro pabellón, el apresamiento de buques dedicados a la trata y la persecución penal
de los negreros, sin que se alterase sustancialmente el contenido y simplicidad técnica del mencionado principio.

El primer punto de verdadera inflexión del ordenamiento marítimo fue el fracaso total de la Conferencia para
la Codificación del Derecho Internacional (La Haya, 1930) bajo los auspicios de la Sociedad de Naciones, uno de
cuyos objetivos era precisamente la codificación del régimen jurídico del mar territorial. Los desacuerdos más
importantes versaron sobre la extensión del mar territorial y la zona contigua, así como sobre la determinación y
régimen de las bahías y aguas históricas, lo que delataba la presencia de posturas y prácticas enfrentadas ya con
anterioridad a la Conferencia, salvo en el caso de la zona contigua, institución propuesta por vez primera.

Se introduce en la Conferencia la idea de una zona contigua al mar territorial, favorecedora de la ampliación
de competencias del Estado ribereño, y que devendrá con el tiempo en institución. El fracaso de la Conferencia
afectó especialmente a los partidarios de un mar territorial estrecho o del mar libre más amplio posible, los
Estados defensores del ordenamiento marítimo clásico basado en el la libertad de los mares, que rechazaban la
soberanía de los ribereños sobre una extensión apreciable de aguas costeras porque significaba el ejercicio de la
jurisdicción en espacios donde tradicionalmente, en tiempo de paz, sus barcos sólo se encontraban sometidos a la
ley de su propio pabellón.

El proceso codificador del Derecho del Mar: las Conferencias de Ginebra de 1958 y 1960.

Casi tres décadas después, la O.N.U. convoca otra Conferencia internacional para codificar el Derecho del Mar,
en la que participaron ochenta y cinco Estados, en Ginebra en 1958, resultando en 4 Convenios. Sin solución de
continuidad, se convoca a una segunda Conferencia en 1960 para resolver los problemas pendientes de la
primera (la extensión del mar territorial y los límites de las pesquerías), pero no se logró un resultado positivo.

Los cuatro Convenios de Ginebra de 1958 entraron en vigor en corto espacio de tiempo: el Convenio sobre el
Alta Mar en 1962; el de la Plataforma Continental en 1964; el del Mar Territorial y la Zona Contigua, en 1964; y en
1966, el Convenio sobre la Pesca y Conservación de los Recursos Vivos del Alta Mar.

Los Convenios de 1958 llevaron a cabo tanto una codificación del derecho consuetudinario preexistente como
un desarrollo progresivo del mismo. En primer lugar, se acepta el límite de doce millas para el mar territorial. En
segundo lugar, se vislumbra el nacimiento de un nacionalismo marítimo por parte de los Estados en desarrollo y

102
Guiñazú, María Virginia

recién descolonizados, que rechazan el régimen de primacía del principio de la libertad de los mares en cuya
formulación ellos no habían participado, por encubrir una hegemonía de hecho de las antiguas potencias
coloniales en el terreno económico y militar.

Sin embargo, la falta de solución de temas importantes, la independencia de un gran número de Estados
sobrevenida en los años sesenta, así como los avances técnicos y las crecientes necesidades humanas, impusieron
casi de inmediato el inicio de un amplio proceso de revisión de ese Derecho convencional.

La 3era Conferencia sobre el Derecho del Mar y la Convención de 1982.

Los Convenios de 1958 adolecían de dos defectos principales: sufrían lagunas jurídicas muy apreciables, como
la falta de extensión del mar territorial, la ausencia de un límite estable para la plataforma continental y la
inexistencia de un régimen jurídico para la explotación de los fondos marinos; y no regulaban sistemática y
satisfactoriamente otras materias, como las pesquerías costeras y la conservación de los recursos vivos del alta
mar. A estos datos se unían las nuevas circunstancias políticas, técnicas y económicas de los años sesenta:

1) El gran proceso descolonizador de la segunda posguerra supuso el acceso a la independencia de numerosos


Estados, que van a diversificar los intereses estatales dentro del ordenamiento marítimo vigente y a desarrollar
ese embrionario nacionalismo detectado en las dos primeras Conferencias de 1958 y 1960, basándose en el
principio de la soberanía permanente sobre sus recursos naturales y su derecho al desarrollo económico.

2) La puesta en práctica de nuevas técnicas para la exploración y explotación de los recursos del suelo y
subsuelo marinos, fuera incluso de la plataforma continental, unida a la explotación masiva de los recursos vivos a
lo largo y ancho de los mares, planteaban el problema de la propiedad de esas riquezas recién descubiertas en los
fondos oceánicos, así como el de la escasez y riesgo de agotamiento de los recursos y la contaminación o
degradación del medio explotado. Todo ello propiciaba también la extensión de las jurisdicciones nacionales hacia
el alta mar, con el propósito de los ribereños de controlar y evitar al menos en sus aguas adyacentes las peores
secuelas del desarrollo técnico y económico.

3) También ha contribuido al desprestigio y revisión del ordenamiento marítimo clásico la relativización del
principio de la libertad de los mares de la mano de una mayor intervención estatal en el alta mar, protagonizada
curiosamente por las propias potencias marítimas, celosas defensoras del principio.

Estas cuestiones se van a resolver en una primera etapa que abarca la década de los sesenta por la vía de la
acción unilateral particular o colectiva, de la confrontación entre soberanías, y no por la vía de la cooperación.
Esta etapa se caracteriza por la anarquía jurídica imperante en el medio marino, producto de la batalla legal entre
los Estados partidarios del predominio del uso horizontal del mar (de su función como vía de comunicación para
las marinas mercantes y de guerra), y los del predominio del uso vertical del mar (de su función como espacio de
explotación de los recursos renovables y no renovables del suelo y subsuelo); en términos formales, entre los
partidarios de la libertad de los mares y los de la apropiación de los espacios marinos.

Esta contradicción principal se iba resolviendo a favor de la imposición del principio de soberanía del Estado
ribereño sobre amplias zonas de agua adyacentes a las costas.

El 30 de abril de 1982 se aprobó por la Conferencia la «Convención de las NU sobre el Derecho del Mar» por
mayoría de 130 votos. El control de la aplicación de la Convención se encomienda a un nuevo órgano
jurisdiccional permanente y especializado, el Tribunal Internacional del Derecho del Mar.

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Guiñazú, María Virginia

En conclusión, la Convención no aporta respuestas definitivas en algunos temas. Es el caso de la vaguedad y


naturaleza programática del conjunto de sus normas sobre preservación del medio ambiente.

La Convención respeta partes importantes del Derecho codificado en 1958, como el régimen de las aguas
interiores, mar territorial, zona contigua, etc.; y constituye el punto de referencia más importante acerca del
régimen jurídico de los mares en nuestros días. La libertad de navegación ha sido paulatinamente sobrepasada
por la expansión de las competencias estatales para la posesión y explotación exclusivas de los recursos marinos
adyacentes a las costas, fenómeno que conforma las instituciones de la plataforma continental y zona económica
exclusiva; al tiempo que paralelamente se ha pretendido atribuir una propiedad y control colectivos sobre las
riquezas de los fondos marinos y oceánicos fuera de la jurisdicción nacional, con el objetivo de que su explotación
beneficie a todos los Estados de la C.I. y en particular a los menos desarrollados, y no sólo a los pocos Estados que
disponen de los medios técnicos y económicos necesarios para llevar a cabo dicha explotación.

En la convención de 1982 se establecen los espacios jurídicos marítimos: mar territorial (12 millas marinas),
zona contigua (24 millas marinas), zona económica exclusiva (200 millas marinas), hasta el alta mar. Por debajo
del mar se encuentran la plataforma continental o submarina, y los fondos marinos u oceánicos.

 Convención sobre el Derecho del Mar. Parte II, Secciones 1, 2 y 3.

PARTE II. EL MAR TERRITORIAL Y LA ZONA CONTIGUA

SECCIÓN 1. DISPOSICIONES GENERALES

Artículo 2 - Régimen jurídico del mar territorial, del espacio aéreo situado sobre el mar territorial y de su lecho
y subsuelo

1. La soberanía del Estado ribereño se extiende más allá de su territorio y de sus aguas interiores y, en el caso
del Estado archipelágico, de sus aguas archipelágicas, a la franja de mar adyacente designada con el nombre de
mar territorial.

2. Esta soberanía se extiende al espacio aéreo sobre el mar territorial, así como al lecho y al subsuelo de ese
mar.

3. La soberanía sobre el mar territorial se ejerce con arreglo a esta Convención y otras normas de derecho
internacional.

SECCIÓN 2. LÍMITES DEL MAR TERRITORIAL

Artículo 3. Anchura del mar territorial. Todo Estado tiene derecho a establecer la anchura de su mar territorial
hasta un límite que no exceda de 12 millas marinas medidas a partir de líneas de base determinadas de
conformidad con esta Convención.

Artículo 4. Límite exterior del mar territorial. El límite exterior del mar territorial es la línea cada uno de cuyos
puntos está, del punto más próximo de la línea de base, a una distancia igual a la anchura del mar territorial.

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Guiñazú, María Virginia

Artículo 5. Línea de base normal. Salvo disposición en contrario de esta Convención, la línea de base normal
para medir la anchura del mar territorial es la línea de bajamar a lo largo de la costa, tal como aparece marcada
mediante el signo apropiado en cartas a gran escala reconocidas oficialmente por el Estado ribereño.

Artículo 6. Arrecifes. En el caso de islas situadas en atolones o de islas bordeadas por arrecifes, la línea de base
para medir la anchura del mar territorial es la línea de bajamar del lado del arrecife que da al mar, tal como
aparece marcada mediante el signo apropiado en cartas reconocidas oficialmente por el Estado ribereño.

Artículo 7. Líneas de base rectas

1. En los lugares en que la costa tenga profundas aberturas y escotaduras o en los que haya una franja de islas
a lo largo de la costa situada en su proximidad inmediata, puede adoptarse, como método para trazar la línea de
base desde la que ha de medirse el mar territorial, el de líneas de base rectas que unan los puntos apropiados.

2. En los casos en que, por la existencia de un delta y de otros accidentes naturales, la línea de la costa sea
muy inestable, los puntos apropiados pueden elegirse a lo largo de la línea de bajamar más alejada mar afuera y,
aunque la línea de bajamar retroceda ulteriormente, las líneas de base rectas seguirán en vigor hasta que las
modifique el Estado ribereño de conformidad con esta Convención.

3. El trazado de las líneas de base rectas no debe apartarse de una manera apreciable de la dirección general
de la costa, y las zonas de mar situadas del lado de tierra de esas líneas han de estar suficientemente vinculadas al
dominio terrestre para estar sometidas al régimen de las aguas interiores.

4. Las líneas de base rectas no se trazarán hacia ni desde elevaciones que emerjan en bajamar, a menos que se
hayan construido sobre ellas faros o instalaciones análogas que se encuentren constantemente sobre el nivel del
agua, o que el trazado de líneas de base hacia o desde elevaciones que emerjan en bajamar haya sido objeto de
un reconocimiento internacional general.

5. Cuando el método de líneas de base rectas sea aplicable según el párrafo 1, al trazar determinadas líneas de
base podrán tenerse en cuenta los intereses económicos propios de la región de que se trate cuya realidad e
importancia estén claramente demostradas por un uso prolongado.

6. El sistema de líneas de base rectas no puede ser aplicado por un Estado de forma que aísle el mar territorial
de otro Estado de la alta mar o de una zona económica exclusiva.

Artículo 8. Aguas interiores

1. Salvo lo dispuesto en la Parte IV, las aguas situadas en el interior de la línea de base del mar territorial
forman parte de las aguas interiores del Estado.

2. Cuando el trazado de una línea de base recta, de conformidad con el método establecido en el artículo 7,
produzca el efecto de encerrar como aguas interiores aguas que anteriormente no se consideraban como tales,
existirá en esas aguas un derecho de paso inocente, tal como se establece en esta Convención.

Artículo 9. Desembocadura de los ríos. Si un río desemboca directamente en el mar, la línea de base será una
línea recta trazada a través de la desembocadura entre los puntos de la línea de bajamar de sus orillas.

Artículo 10. Bahías

1. Este artículo se refiere únicamente a las bahías cuyas costas pertenecen a un solo Estado.

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Guiñazú, María Virginia

2. Para los efectos de esta Convención, una bahía es toda escotadura bien determinada cuya penetración
tierra adentro, en relación con la anchura de su boca, es tal que contiene aguas cercadas por la costa y constituye
algo más que una simple inflexión de ésta. Sin embargo, la escotadura no se considerará una bahía si su superficie
no es igual o superior a la de un semicírculo que tenga por diámetro la boca de dicha escotadura.

3. Para los efectos de su medición, la superficie de una escotadura es la comprendida entre la línea de bajamar
que sigue la costa de la escotadura y una línea que una las líneas de bajamar de sus puntos naturales de entrada.
Cuando, debido a la existencia de islas, una escotadura tenga más de una entrada, el semicírculo se trazará
tomando como diámetro la suma de las longitudes de las líneas que cierran todas las entradas. La superficie de las
islas situadas dentro de una escotadura se considerará comprendida en la superficie total de ésta.

4. Si la distancia entre las líneas de bajamar de los puntos naturales de entrada de una bahía no excede de 24
millas marinas, se podrá trazar una línea de demarcación entre las dos líneas de bajamar y las aguas que queden
así encerradas serán consideradas aguas interiores.

5. Cuando la distancia entre las líneas de bajamar de los puntos naturales de entrada de una bahía exceda de
24 millas marinas, se trazará dentro de la bahía una línea de base recta de 24 millas marinas de manera que
encierre la mayor superficie de agua que sea posible con una línea de esa longitud.

6. Las disposiciones anteriores no se aplican a las bahías llamadas “históricas”, ni tampoco en los casos en que
se aplique el sistema de las líneas de base rectas previsto en el artículo 7.

Artículo 11. Puertos. Para los efectos de la delimitación del mar territorial, las construcciones portuarias
permanentes más alejadas de la costa que formen parte integrante del sistema portuario se consideran parte de
ésta. Las instalaciones costa afuera y las islas artificiales no se considerarán construcciones portuarias
permanentes.

Artículo 12. Radas. Las radas utilizadas normalmente para la carga, descarga y fondeo de buques, que de otro
modo estarían situadas en todo o en parte fuera del trazado general del límite exterior del mar territorial, están
comprendidas en el mar territorial.

Artículo 13. Elevaciones en bajamar

1. Una elevación que emerge en bajamar es una extensión natural de tierra rodeada de agua que se encuentra
sobre el nivel de ésta en la bajamar, pero queda sumergida en la pleamar. Cuando una elevación que emerge en
bajamar esté total o parcialmente a una distancia del continente o de una isla que no exceda de la anchura del
mar territorial, la línea de bajamar de esta elevación podrá ser utilizada como línea de base para medir la anchura
del mar territorial.

2. Cuando una elevación que emerge en bajamar esté situada en su totalidad a una distancia del continente o
de una isla que exceda de la anchura del mar territorial, no tendrá mar territorial propio.

Artículo 14. Combinación de métodos para determinar las líneas de base. El Estado ribereño podrá determinar
las líneas de base combinando cualesquiera de los métodos establecidos en los artículos precedentes, según las
circunstancias.

Artículo 15. Delimitación del mar territorial entre Estados con costas adyacentes o situadas frente a frente.
Cuando las costas de dos Estados sean adyacentes o se hallen situadas frente a frente, ninguno de dichos Estados
tendrá derecho, salvo acuerdo en contrario, a extender su mar territorial más allá de una línea media cuyos

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Guiñazú, María Virginia

puntos sean equidistantes de los puntos más próximos de las líneas de base a partir de las cuales se mida la
anchura del mar territorial de cada uno de esos Estados. No obstante, esta disposición no será aplicable cuando,
por la existencia de derechos históricos o por otras circunstancias especiales, sea necesario delimitar el mar
territorial de ambos Estados en otra forma.

Artículo 16. Cartas y listas de coordenadas geográficas

1. Las líneas de base para medir la anchura del mar territorial, determinadas de conformidad con los artículos
7, 9 y 10, o los límites que de ellas se desprendan, y las líneas de delimitación trazadas de conformidad con los
artículos 12 y 15 figurarán en cartas a escala o escalas adecuadas para precisar su ubicación. Esas cartas podrán
ser sustituidas por listas de coordenadas geográficas de puntos en cada una de las cuales se indique
específicamente el datum geodésico.

2. El Estado ribereño dará la debida publicidad a tales cartas o listas de coordenadas geográficas y depositará
un ejemplar de cada una de ellas en poder del Secretario General de las Naciones Unidas.

SECCIÓN 3. PASO INOCENTE POR EL MAR TERRITORIAL

SUBSECCIÓN A. NORMAS APLICABLES A TODOS LOS BUQUES

Artículo 17. Derecho de paso inocente. Con sujeción a esta Convención, los buques de todos los Estados, sean
ribereños o sin litoral, gozan del derecho de paso inocente a través del mar territorial.

Artículo 18. Significado de paso

1. Se entiende por paso el hecho de navegar por el mar territorial con el fin de:

a) Atravesar dicho mar sin penetrar en las aguas interiores ni hacer escala en una rada o una instalación
portuaria fuera de las aguas interiores; o

b) Dirigirse hacia las aguas interiores o salir de ellas, o hacer escala en una de esas radas o instalaciones
portuarias o salir de ella.

2. El paso será rápido e ininterrumpido. No obstante, el paso comprende la detención y el fondeo, pero sólo en
la medida en que constituyan incidentes normales de la navegación o sean impuestos al buque por fuerza mayor
o dificultad grave o se realicen con el fin de prestar auxilio a personas, buques o aeronaves en peligro o en
dificultad grave.

Artículo 19. Significado de paso inocente

1. El paso es inocente mientras no sea perjudicial para la paz, el buen orden o la seguridad del Estado ribereño.
Ese paso se efectuara con arreglo a esta Convención y otras normas de derecho internacional.

2. Se considerará que el paso de un buque extranjero es perjudicial para la paz, el buen orden o la seguridad
del Estado ribereño si ese buque realiza, en el mar territorial, alguna de las actividades que se indican a
continuación:

a) Cualquier amenaza o uso de la fuerza contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política
del Estado ribereño o que de cualquier otra forma viole los principios de derecho internacional incorporados en la
Carta de las Naciones Unidas;

107
Guiñazú, María Virginia

b) Cualquier ejercicio o práctica con armas de cualquier clase;

c) Cualquier acto destinado a obtener información en perjuicio de la defensa o la seguridad del Estado
ribereño;

d) Cualquier acto de propaganda destinado a atentar contra la defensa o la seguridad del Estado ribereño;

e) El lanzamiento, recepción o embarque de aeronaves;

f) El lanzamiento, recepción o embarque de dispositivos militares;

g) El embarco o desembarco de cualquier producto, moneda o persona, en contravención de las leyes y


reglamentos aduaneros, fiscales, de inmigración o sanitarios del Estado ribereño;

h) Cualquier acto de contaminación intencional y grave contrario a esta Convención;

i) Cualesquiera actividades de pesca;

j) La realización de actividades de investigación o levantamientos hidrográficos;

k) Cualquier acto dirigido a perturbar los sistemas de comunicaciones o cualesquiera otros servicios o
instalaciones del Estado ribereño;

l) Cualesquiera otras actividades que no estén directamente relacionadas con el paso.

Artículo 20. Submarinos y otros vehículos sumergibles. En el mar territorial, los submarinos y cualesquiera
otros vehículos sumergibles deberán navegar en la superficie y enarbolar su pabellón.

Artículo 21. Leyes y reglamentos del Estado ribereño relativos al paso inocente

1. El Estado ribereño podrá dictar, de conformidad con las disposiciones de esta Convención y otras normas de
derecho internacional, leyes y reglamentos relativos al paso inocente por el mar territorial, sobre todas o algunas
de las siguientes materias:

a) La seguridad de la navegación y la reglamentación del tráfico marítimo;

b) La protección de las ayudas a la navegación y de otros servicios e instalaciones;

c) La protección de cables y tuberías;

d) La conservación de los recursos vivos del mar;

e) La prevención de infracciones de sus leyes y reglamentos de pesca;

f) La preservación de su medio ambiente y la prevención, reducción y control de la contaminación de éste;

g) La investigación científica marina y los levantamientos hidrográficos;

h) La prevención de las infracciones de sus leyes y reglamentos aduaneros fiscales, de inmigración y sanitarios.

2. Tales leyes y reglamentos no se aplicarán al diseño, construcción, dotación o equipo de buques extranjeros,
a menos que pongan en efecto reglas o normas internacionales generalmente aceptadas.

3. El Estado ribereño dará la debida publicidad a todas esas leyes y reglamentos.

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Guiñazú, María Virginia

4. Los buques extranjeros que ejerzan el derecho de paso inocente por el mar territorial deberán observar
tales leyes y reglamentos, así como todas las normas internacionales generalmente aceptadas relativas a la
prevención de abordajes en el mar.

Artículo 22. Vías marítimas y dispositivos de separación del tráfico en el mar territorial

1. El Estado ribereño podrá, cuando sea necesario habida cuenta de la seguridad de la navegación, exigir que
los buques extranjeros que ejerzan el derecho de paso inocente a través de su mar territorial utilicen las vías
marítimas y los dispositivos de separación del tráfico que ese Estado haya designado o prescrito para la regulación
del paso de los buques.

2. En particular, el Estado ribereño podrá exigir que los buques cisterna, los de propulsión nuclear y los que
transporten sustancias o materiales nucleares u otros intrínsecamente peligrosos o nocivos limiten su paso a esas
vías marítimas.

3. Al designar vías marítimas y al prescribir dispositivos de separación del tráfico con arreglo a este artículo, el
Estado ribereño tendrá en cuenta:

a) Las recomendaciones de la organización internacional competente;

b) Cualesquiera canales que se utilicen habitualmente para la navegación internacional;

c) Las características especiales de determinados buques y canales; y

d) La densidad del tráfico.

4. El Estado ribereño indicará claramente tales vías marítimas y dispositivos de separación del tráfico en cartas
a las que dará la debida publicidad.

Artículo 23. Buques extranjeros de propulsión nuclear y buques que transporten sustancias nucleares u otras
sustancias intrínsecamente peligrosas o nocivas. Al ejercer el derecho de paso inocente por el mar territorial, los
buques extranjeros de propulsión nuclear y los buques que transporten sustancias nucleares u otras sustancias
intrínsecamente peligrosas o nocivas deberán tener a bordo los documentos y observar las medidas especiales de
precaución que para tales buques se hayan establecido en acuerdos internacionales.

Artículo 24. Deberes del Estado ribereño

1. El Estado ribereño no pondrá dificultades al paso inocente de buques extranjeros por el mar territorial salvo
de conformidad con esta Convención. En especial, en lo que atañe a la aplicación de esta Convención o de
cualesquiera leyes o reglamentos dictados de conformidad con ella, el Estado ribereño se abstendrá de:

a) Imponer a los buques extranjeros requisitos que produzcan el efecto práctico de denegar u obstaculizar el
derecho de paso inocente; o

b) Discriminar de hecho o de derecho contra los buques de un Estado determinado o contra los buques que
transporten mercancías hacia o desde un Estado determinado o por cuenta de éste.

2. El Estado ribereño dará a conocer de manera apropiada todos los peligros que, según su conocimiento,
amenacen a la navegación en su mar territorial.

Artículo 25. Derechos de protección del Estado ribereño

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Guiñazú, María Virginia

1. El Estado ribereño podrá tomar en su mar territorial las medidas necesarias para impedir todo paso que no
sea inocente.

2. En el caso de los buques que se dirijan hacia las aguas interiores o a recalar en una instalación portuaria
situada fuera de esas aguas, el Estado ribereño tendrá también derecho a tomar las medidas necesarias para
impedir cualquier incumplimiento de las condiciones a que esté sujeta la admisión de dichos buques en esas
aguas o en esa instalación portuaria.

3. El Estado ribereño podrá, sin discriminar de hecho o de derecho entre buques extranjeros, suspender
temporalmente, en determinadas áreas de su mar territorial, el paso inocente de buques extranjeros si dicha
suspensión es indispensable para la protección de su seguridad, incluidos los ejercicios con armas. Tal suspensión
sólo tendrá efecto después de publicada en debida forma.

Artículo 26. Gravámenes que pueden imponerse a los buques extranjeros

1. No podrá imponerse gravamen alguno a los buques extranjeros por el solo hecho de su paso por el mar
territorial.

2. Sólo podrán imponerse gravámenes a un buque extranjero que pase por el mar territorial como
remuneración de servicios determinados prestados a dicho buque. Estos gravámenes se impondrán sin
discriminación.

Dominio Marítimo. Espacios que lo conforman:

Está compuesto por las aguas interiores, el mar territorial (12 millas), la zona contigua (24 millas), la zona
económica exclusiva (200 millas), y la plataforma continental, que tiene tres dimensiones: un máximo (350
millas), un mínimo (200 millas) y un criterio medio.

El Alta Mar comienza en las 200 millas, pero no termina.

Los Fondos marinos y oceánicos comienzan en las 350 millas marinas, donde termina la plataforma
continental.

El mar territorial. Concepto. Régimen jurídico. Extensión. Delimitación.

EL MAR TERRITORIAL

A) CONCEPTO

Es una franja adyacente a la costa en la cual el Estado ribereño ejerce dos derechos: soberanía y jurisdicción.
Los estados ribereños son aquellos que tienen una salida al mar. Su extensión es de 12 millas marinas.

Los hitos más significativos del proceso de consolidación de la institución del mar territorial han sido las
Conferencias de 1930 y 1958; en 1958 se consagra formalmente que la soberanía se ejerce sobre el mar
territorial, su espacio aéreo suprayacente, y el lecho y subsuelo de ese mar.

110
Guiñazú, María Virginia

B) ANCHURA y LÍMITES

El desacuerdo sobre la anchura del mar territorial constituyó una de las principales razones del fracaso de la
Conferencia de 1930, donde podía la anchura aceptada para el mar territorial era, al menos, de 3 millas.

En la Conferencia de 1958 tampoco se logró determinar la anchura, pero estableció que la extensión del mar
territorial más la zona contigua (continuación geográfica del mar territorial), no podía sobrepasar las doce millas.

En la Tercera Conferencia se acordó, finalmente, una extensión máxima de doce millas (algo más de veintidós
kilómetros) para el mar territorial, con independencia de la extensión de la zona contigua, lo que ha supuesto un
nuevo avance de los partidarios de la ampliación de los espacios marinos sujetos a la soberanía del ribereño. La
anchura de doce millas constituye ya una regla consuetudinaria en virtud de la práctica estatal, pero caben
excepciones: los Estados adyacentes o con costas situadas frente a frente no podrán extender su mar territorial
más allá de una línea media determinada de forma tal que todos sus puntos equidisten de los puntos del mar
territorial de cada Estado; aunque los Estados implicados pueden delimitar su mar territorial de otra forma.

Averiguar: desde dónde se mide exactamente dicha anchura, saber con exactitud cuáles son la línea de base o
límite interior del mar territorial y la línea o límite exterior de dicho mar (Argentina tiene ambos).

La línea de base normal desde donde se mide generalmente el mar territorial es «la línea de bajamar a lo largo
de la costa», es decir, aquella que sigue el trazado actual de la costa en marea baja. El límite exterior del mar
territorial debe correr paralelo y a una distancia de esa línea de base que sea siempre igual a la anchura del mar
territorial; pero no se especifica ni aconseja método alguno para el trazado de ese límite exterior.

También se regula el trazado de líneas de base rectas como excepción a la línea de bajamar como límite
interior normal del mar territorial. Consiste en el trazado de líneas rectas que unen los puntos más salientes de la
costa, cuando ésta tenga profundas aberturas y escotaduras, o haya una franja de islas a lo largo de ella situadas
en su proximidad inmediata, pudiendo tenerse en cuenta sólo para el trazado de determinadas líneas los
intereses económicos de la región si su realidad e importancia están demostradas por un prolongado uso de las
aguas. La validez jurídica de este trazado depende de que se cumplan los siguientes requisitos (art. 7 Convención):

1) Las líneas rectas no deben apartarse de forma apreciable de la dirección general de la costa.

2) Las zonas de mar encerradas por esas líneas, situadas entre éstas y la tierra firme, deben estar
suficientemente vinculadas al dominio terrestre para someterlas al régimen de las aguas interiores.

3) Las líneas rectas no pueden trazarse hacia o desde elevaciones que emerjan en la bajamar, a menos que se
hayan construido sobre ellas faros o instalaciones análogas que se encuentren constantemente sobre el nivel del
agua.

4) El trazado de líneas rectas no puede aislar del alta mar o zona económica exclusiva el mar territorial de otro
Estado.

5) La delimitación deberá publicarse; el ribereño les dará adecuada publicidad.

Como casos particulares a efectos delimitadores pueden citarse las islas y las elevaciones o fondos que
emergen en bajamar. La isla es una extensión natural de tierra rodeada de agua, que se encuentra sobre el nivel
de esta en pleamar. Su mar territorial se mide de acuerdo con las disposiciones ya expuestas. La Convención no

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Guiñazú, María Virginia

considera como islas las rocas no aptas para mantener habitación humana o vida económica propia. Las
elevaciones o fondos que emergen en la bajamar para quedar sumergidos en pleamar no tendrán mar territorial
propio, salvo que se encuentren total o parcialmente dentro del mar territorial de un continente o isla, en cuyo
caso podrán utilizarse para medir dicho mar territorial.

Los métodos delimitadores recién expuestos no tienen carácter excluyente, y pueden combinarse a discreción
del ribereño siempre que éste respete las reglas establecidas.

C) RÉGIMEN JURÍDICO

La regulación del mar territorial se establece en el Convenio de 1958 sobre el Mar Territorial y la Zona
Contigua y en la Convención de 1982. Nos ocuparemos sólo del régimen de las aguas, pero el espacio aéreo
suprayacente al mar territorial se encuentra sometido a la soberanía sin restricciones del Estado ribereño, sin
ningún derecho de paso para aeronaves civiles o militares de otro Estado.

El régimen jurídico del mar territorial viene determinado por el principio de la soberanía del ribereño sobre
esas aguas, matizado por ciertas restricciones o excepciones fundamentadas en el principio de la libertad de
comercio y navegación, siendo la excepción más importante el derecho de paso inocente.

El derecho de paso inocente. Concepto. Significado de paso. Significado de paso inocente. Derechos y
deberes del Estado ribereño (derechos de soberanía y jurisdicción).

El “tránsito innocuo” o “paso inocente” es una consecuencia del principio de la libertad de los mares y de la
necesidad común de facilitar la navegación. Está establecido, desde mediados del siglo XVIII, que los buques,
cualesquiera que sean su especie y bandera, pueden transitar en el mar territorial extranjero, no solo por la
circunstancia de entrar a puerto o salir de él, sino también siempre que lo estimen útil en el curso de su viaje. Este
derecho está subordinado a la condición de que no perjudique al Estado costero.

El “tránsito innocuo” supone el paso sin estacionamiento, salvo detención impuesta por accidentes eventuales
de la navegación, como bruma, varadura o avería. Es un paso rápido e ininterrumpido (!).

El derecho de “tránsito innocuo” está subordinado a las reglamentaciones que el Estado costero establezca
para prevenir toda lesión a la seguridad nacional, al orden público y a los intereses fiscales, así como para facilitar
la navegación en interés común. En esto último pueden comprenderse la obligación de seguir determinadas rutas,
de observar las señales, de usar de pilotaje, etcétera. El Estado costero no puede imponer restricciones basadas
en la distinta nacionalidad de los buques, salvo cuando se trata de la navegación de cabotaje, la pesca y la caza,
actividades que se reservan en el mar territorial a los buques de bandera nacional.

La Convención sobre Mar Territorial y Zona Contigua define el paso inocente sobre la base de varios
elementos. En primer lugar, es un derecho que tienen los buques extranjeros en el mar territorial de otro Estado.
Tal derecho se puede ejercer ya sea para atravesar dicho mar territorial, sin entrar en aguas interiores, para
dirigirse a ellas, o para salir de ellas, rumbo a la alta mar. El paso, para que sea inocente, no debe perjudicar la
paz, o el orden o la seguridad del Estado. Los barcos de pesca extranjeros que no cumplan con las disposiciones
pertinentes de pesca, se considerará que afectan el paso inocente.

112
Guiñazú, María Virginia

En cuanto a los derechos del Estado ribereño, éste puede tomar las medidas necesarias para impedir en su
mar territorial todo paso que no sea inocente e impedir también, en el caso que el buque se dirija a aguas
interiores, cualquier infracción a las condiciones aplicables a la entrada del buque a dichas aguas interiores. El
Estado ribereño puede suspender el paso inocente, en forma temporal, sin discriminación y con previa publicidad,
por razones de seguridad.

En cuanto a las obligaciones de todos los buques durante el paso inocente, deberán someterse a las leyes y a
los reglamentos (hechos conforme con la Convención y otras normas de DI) promulgados por el Estado ribereño.
El Estado ribereño no puede mediante una reglamentación arbitraria destruir el propio derecho de paso inocente
que reconoce la Convención y el D.I. general. Las obligaciones del Estado ribereño son no poner obstáculos al
paso inocente y dar a conocer los peligros que amenacen a la navegación en el mar territorial, que sean de su
conocimiento, en forma adecuada.

En tiempo de guerra el derecho de “tránsito innocuo” se ve considerablemente restringido: el Estado costero,


cuando es beligerante, puede visitar y apresar en el mar territorial propio y en el del enemigo a los buques
privados, cualquiera que sea su bandera; y si el Estado es neutral, tiene el derecho y el deber de impedir que en
esas aguas actúen los beligerantes como tales.

El derecho de paso por el mar territorial comprende la navegación lateral, de paso o tránsito, y perpendicular,
de entrada o salida, por dicho mar, debiendo ser el paso rápido, abarcando también «el derecho a detenerse y
fondear», y «accidentes normales» impuestos por la navegación o a causa de fuerza mayor.

El paso se presume inocente mientras no sea perjudicial para la paz, el buen orden o la seguridad del Estado
ribereño; adicionalmente, se exige a los submarinos que naveguen en superficie y muestren su pabellón para que
su paso pueda calificarse como inocente. El ribereño puede tomar las medidas necesarias, inclusive la expulsión, a
fin de impedir todo paso no inocente por su mar territorial; y hasta para «suspender temporalmente, en
determinadas áreas de su mar territorial», el mismo paso inocente, siempre que no se discrimine entre terceros y
lo exija la seguridad del ribereño.

El Convenio de 1958 sobre el Mar Territorial estableció que el régimen de paso inocente abarcaba por igual el
mar territorial, incluidos los estrechos internacionales, prohibiendo la suspensión del paso en estos.

En el Convenio de 1958 y en el de 1982 se reconoce el derecho de paso inocente a los buques mercantes; a los
barcos de pesca, siempre que cumplan las leyes y reglamentos dictados y publicados por el Estado ribereño para
evitar que se pesque en el mar territorial; a los submarinos bajo las condiciones ya vistas; a los buques de Estado -
no privados- afectados o no a actividades comerciales; y a los buques de guerra, siempre que cumplan las
disposiciones establecidas al efecto por el Estado ribereño.

El derecho de los buques de guerra al paso inocuo por el mar territorial se consolidó en 1982, entró en vigor
en 1994, y hoy es una regla consuetudinaria general.

Entre las novedades aportadas por la nueva Convención de 1982 destaca la lista cerrada de actos no inocentes,
que comprende doce posibilidades a las que habrá de atenerse el ribereño para calificar como no inocente el paso
por su mar territorial de un buque extranjero. En la lista se refieren: la prohibición de ciertas actividades de los
buques de Estado, como la amenaza o el uso de la fuerza, los ejercicios o prácticas con armas, el movimiento de
aeronaves u otros dispositivos militares, las actividades de investigación, o la perturbación de las comunicaciones
del ribereño, y «cualesquiera otras actividades que no estén directamente relacionadas con el paso».

113
Guiñazú, María Virginia

Otra novedad, también restrictiva para el ribereño, es que la ordenación del paso por su parte se someta a una
lista centrada de materias que puedan ser objeto de las leyes y reglamentos dictados a ese fin, excluyendo
expresamente todo lo relacionado con el «diseño, construcción, dotación o equipo de buques extranjeros, a
menos que [las leyes y reglamentos] pongan en efecto reglas o normas internacionales generalmente aceptadas»;
lo que supone rechazar cualquier acción de naturaleza estructural, preventiva y unilateral por parte del ribereño
contra ciertos riesgos o peligros que pueda correr su medio marino, por ejemplo su contaminación grave.

La segunda gran excepción al principio de la soberanía del ribereño sobre su mar territorial afecta al ejercicio
de su jurisdicción civil y penal en estas aguas. El Convenio de 1958 y el de 1982 prescriben lo siguiente:

1°) Respecto a la jurisdicción civil: «El Estado ribereño no deberá detener ni desviar de su ruta a un buque
extranjero que pase por su mar territorial para ejercer su jurisdicción civil sobre una persona que se encuentre a
bordo.»

Dicha regla tiene dos excepciones: a) la posibilidad de llevar a cabo medidas de ejecución o precautorias en
materia civil por obligaciones o responsabilidades contraídas por el buque con motivo de o durante su paso por
las aguas del Estado ribereño; y b) la posibilidad de tomar medidas precautorias y de ejecución que la legislación
del Estado ribereño permita en los pasos de detención en el mar territorial o de paso por el mismo procedente de
aguas interiores.

2°) Respecto al ejercicio de la jurisdicción penal, la regla general es negativa para el Estado ribereño; pero
admite cuatro excepciones: a) si la infracción tiene consecuencias en el Estado ribereño; b) si es de tal naturaleza
que pueda perturbar la paz del país o el orden en el mar territorial; e) si el capitán del buque o el cónsul del
Estado cuyo pabellón enarbola el buque pide la intervención de las autoridades locales; y d) si es necesario para la
represión del tráfico de estupefacientes.

El Convenio y la Convención distinguen si el buque procede de aguas interiores, en cuyo caso es posible hacer
detenciones a bordo o instruir las diligencias que prescriba la legislación del Estado ribereño. Por el contrario, si el
buque procede de un puerto extranjero y se encuentra solamente de paso por el mar territorial, sin entrar en
aguas interiores, no está facultado el Estado ribereño para proceder a detenciones o a la instrucción de diligencias
por las infracciones penales cometidas antes de que el buque entre en su mar territorial.

Aguas interiores. Concepto y delimitación. Condición jurídica. Restricciones.

LAS AGUAS INTERIORES

Desde comienzos del siglo XX se fue consolidando en la práctica internacional que la autoridad ejercida por el
Estado ribereño en su espacio marítimo adyacente viene determinada esencialmente por la noción de soberanía,
por el ius imperium del ribereño sobre ese espacio con el fin de proteger sus intereses. La soberanía del ribereño
sobre sus aguas interiores y territoriales comprende un conjunto de competencias (legislativa, administrativa y
jurisdiccional) cuyo contenido se traduce en el ejercicio de su poder de coerción en esas aguas. Ahora se impone
distinguir las aguas interiores de las territoriales.

A) CONCEPTO. DELIMITACIÓN Y RÉGIMEN JURÍDICO

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Guiñazú, María Virginia

El Convenio sobre Mar Territorial de 1958 y la Convención de 1982 definen las aguas interiores por exclusión:
las aguas marinas o no continentales que tienen su límite exterior en el mar territorial y el interior en tierra firme.

Las aguas interiores son una porción de agua que queda cuando se traza una línea de base recta. En ellas, el
estado ribereño adquiere una soberanía plena, total y absoluta.

El régimen jurídico aplicable en las aguas interiores y el mar territorial, se diferencia en que el ribereño, salvo
uso o convenio en contrario, puede rehusar el acceso a sus aguas interiores a los buques extranjeros excepto en
caso de peligro, en tanto que en el mar territorial los buques extranjeros gozan de un derecho de paso inocente
que comprende también parar o anclar si la navegación, un peligro o fuerza mayor así lo exigiera

Por otro lado y al mismo tiempo, el acceso a los puertos de buques extranjeros se beneficia del principio
consuetudinario de la libertad de navegación y comercio, que prohíbe en tiempo de paz cualquier dificultad o
impedimento a la navegación hacia o desde ellos. La razón principal por la que los ribereños han controlado
rigurosamente el acceso a sus aguas interiores es que estas aguas se encuentran en íntima relación con la tierra y
permiten un fácil acceso a ella, con los consiguientes riesgos para su seguridad. El concepto de aguas interiores se
concibe como una extensión del territorio, afectando a las aguas de puertos, bahías y estuarios; aguas
estrechamente ligadas y subordinadas al dominio terrestre.

El Estado ribereño ejerce casi sin limitaciones sus competencias sobre las aguas interiores, lo mismo que sobre
su territorio terrestre. Y puede reservarlas exclusivamente para la pesca en favor de sus nacionales y la
navegación de buques de su bandera (navegación de cabotaje).

Dentro de la categoría de aguas interiores también pueden quedar comprendidos no solamente los puertos y
las bahías cuyas costas pertenezcan a un solo Estado, sino los lagos y ríos no internacionales. También los
llamados mares interiores, siempre que sus orillas pertenezcan en su integridad a un solo Estado. De todos estos
fenómenos geográficos, el que más problemas plantea en cuanto a su concepto y delimitación es la bahía.

Se entiende por bahía una penetración o hendidura del mar en la costa que tenga limitada extensión; y por
golfo, una penetración o hendidura de mucha mayor extensión. Sin embargo, la tradición geográfica no ha
respetado este matiz y ambos términos se utilizan indistintamente y hasta se invierte su significado. Lo más
conveniente sería utilizar el nombre correcto de cada accidente geográfico.

En los Convenios de 1958 y 1982 se establece idéntica condición matemática para calificar jurídicamente como
bahía una escotadura, que su superficie sea igual o superior a la de un semicírculo que tenga por diámetro la boca
de dicha escotadura. Esta exigencia debe relacionarse con una segunda condición nueva, consistente en que la
distancia entre las líneas de bajamar de los puntos naturales de entrada de la bahía no exceda las 24 millas, es
deci, el doble de la mayor extensión de mar territorial que puede fijarse de acuerdo con el Convenio.

«Se podrá trazar una línea de demarcación entre las dos líneas de bajamar, y las aguas que queden así
encerradas serán consideradas aguas interiores».

Por último, en el caso de los ríos, la línea de base desde donde se mida el mar territorial será una línea recta
trazada a través de su desembocadura entre los puntos de la línea de bajamar de sus orillas. Y en cuanto a los
puertos, las construcciones portuarias permanentes más alejadas de la costa se considerarán parte de esta a los
efectos delimitadores.

El régimen jurídico de las aguas interiores queda en principio confiada a la reglamentación de cada uno de los
Estados, según el D.I.

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Guiñazú, María Virginia

B) RÉGIMEN DE LAS NAVES EXTRANJERAS EN LAS AGUAS INTERIORES Y LOS PUERTOS

En primer lugar, conviene distinguir si se trata de buques de guerra o mercantes. Se entiende por buque de
guerra el que pertenece a las fuerzas armadas de un Estado y lleva sus signos exteriores distintivos, se encuentra
bajo el mando de un oficial designado por el gobierno del Estado y cuya dotación está sometida a la disciplina
militar.

En tiempo de paz, la entrada de buques de guerra extranjeros en los puertos queda sometida a ciertas
condiciones. Cada Estado puede, por medio de su legislación, imponer las suyas. Lo más generalizado al respecto
es que, en tiempo de paz, la arribada de un buque de guerra esté subordinada a la notificación previa por vía
diplomática de su visita, que deberá ser autorizada por el órgano competente, generalmente el Ministerio de
Asuntos Exteriores.

En tiempo de guerra, en los puertos de Estados neutrales se requiere siempre una previa autorización, salvo en
caso de peligro de destrucción del buque. En este supuesto, sin embargo, también puede el Estado negar la
entrada, si bien como excepción se permite en los casos de arribada forzosa por avería del barco, limitándose la
duración de la estadía a veinticuatro horas, salvo que la legislación interna disponga otra cosa.

Tanto en las aguas interiores como en los puertos, los buques de guerra tienen la obligación de observar las
leyes de policía, sanitarias, de preservación del medio y de navegación del Estado huésped, y no pueden ejercer
actos de autoridad en los puertos. Las autoridades locales no conocen de los hechos ocurridos a bordo, pero si
pueden intervenir respecto de los ocurridos en tierra. Los buques de guerra tienen la obligación de respetar la
soberanía territorial del Estado en cuyas aguas se encuentran.

Salvo por razones sanitarias o de orden público, los Estados no suelen cerrar el acceso a sus puertos de los
buques mercantes extranjeros. Los buques mercantes tendrán la obligación de respetar las leyes y reglamentos
del Estado a cuyo puerto arriban y mientras permanezcan en él durante su estadía.

Por lo que se refiere al ejercicio de la jurisdicción penal por el Estado huésped, la mayoría de las legislaciones
admite que en los casos de faltas y delitos cometidos a bordo entre tripulantes extranjeros, sin repercusión
exterior y sin intervención de ningún nacional, se abstengan las autoridades locales de conocer e intervenir en
favor de los cónsules del Estado del pabellón del buque.

4.- La zona contigua.

Concepto. Extensión.

4. LA ZONA CONTIGUA

El Comité Preparatorio para la Conferencia Codificadora de 1930, tras el desacuerdo de los Estados sobre la
extensión del mar territorial, propuso el establecimiento de una zona adyacente al mar territorial limitada a una
extensión máxima de doce millas medidas desde la costa. Esta solución transaccional de una zona contigua afecta
a cierta jurisdicción del ribereño sin perder su naturaleza de alta mar, cobraría importancia en los debates de la
Conferencia a pesar de que tampoco se alcanzó un acuerdo al respecto.

116
Guiñazú, María Virginia

Sí se consiguió, en cambio, aproximarse a una definición o delimitación jurídica de la nueva zona conforme a la
que se mantenía la naturaleza de alta mar de las aguas adyacentes al mar territorial, sometiéndolas al mismo
tiempo a derechos o competencias especiales, fragmentadas y limitadas en favor del ribereño. No se avanzó más
porque la Delegación de Gran Bretaña se negó rotundamente a reconocer status jurídico a dicha zona por temor a
que abriera paso a posteriores ampliaciones del mar territorial.

Recién en la Conferencia de 1958 esta noción se transforma en institución. La llamada «zona contigua» es
recogida en el art. 24 del Convenio sobre el Mar Territorial y la Zona Contigua, que la define como la zona de alta
mar contigua al mar territorial, donde el ribereño ejerce la vigilancia necesaria para prevenir o perseguir las
violaciones de sus reglamentaciones aduanera, fiscal, de inmigración y sanitaria que puedan cometerse o se
hayan cometido en su propio territorio o en su mar territorial.

La zona contigua se configura así como un nuevo espacio para la protección de ciertos intereses del ribereño
en una extensión de mar más amplia, que mantiene la naturaleza jurídica de las aguas de la zona como alta mar
evitando que el ribereño recurriera a expansiones unilaterales de su mar territorial. Esta última era la función
primordial para un sector de la doctrina. El Convenio de 1958 prescribió que la anchura de la zona contigua «no se
puede extender más allá de doce millas, contadas desde la línea de base desde donde se mide la anchura del mar
territorial». En otros términos, su extensión no podía sobrepasar, sumada a la del mar territorial, las doce millas.

La Convención de 1982 modificó tanto su extensión como la naturaleza jurídica de sus aguas. Respecto a su
extensión, el art. 33.1 de la Convención prevé que «la zona contigua no podrá extenderse más allá de 24 millas
marinas contadas desde las líneas de base, a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial».

Esta ampliación es consecuencia de la nueva anchura del mar territorial fijada por el art. 3 de la Convención de
1982 en un máximo de doce millas, lo que supone que los Estados que fijen dicho límite máximo quedarían en la
práctica sin zona contigua por aplicación del art. 24.2 del Convenio de 1958. De ahí la ampliación de la anchura
máxima permitida hasta veinticuatro millas.

En cuanto a la naturaleza jurídica de la zona contigua, en el Convenio de 1958, donde dicha zona se calificaba
expresamente de alta mar, su régimen residual quedaba inspirado por el principio de libertad de los mares propio
de ese espacio. Pero la Convención de 1982, al autorizar el establecimiento por el ribereño de una zona
económica exclusiva de hasta 200 millas medidas desde las líneas de base también usadas para fijar la anchura
del mar territorial, impide ya que la zona contigua forme parte del alta mar, siendo su régimen residual el de la
zona económica exclusiva con la que se superpone.

Derechos del Estado Ribereño.

Tiene un poder de policía administrativo, aduanero, de fiscalización, etc. Controla esa frontera.

Estrechos y canales utilizados para la navegación internacional. Estrechos y canales marítimos naturales.
Régimen jurídico aplicable y principio vigente. Estrechos sometidos a regímenes especiales.

LOS ESTRECHOS UTILIZADOS PARA LA NAVEGACIÓN INTERNACIONAL

A) IDEAS GENERALES

117
Guiñazú, María Virginia

El valor económico y militar de buen número de estrechos geográficos para el control del tráfico mercantil y de
los movimientos navales ha ocasionado tradicionalmente fricciones entre los Estados interesados en dominar
esos pasos por tierra o por mar, con el fin, en caso de conflicto, de cortar su acceso y uso al contrario y utilizarlos
exclusivamente en beneficio propio.

Durante la época de la expansión colonial, los puntos de escala y apoyo en el camino de las posesiones
coloniales principales determinaron las rutas vertebrales de las potencias europeas. Dichas potencias siempre
pretendieron controlar los pasillos o estrechos por los que discurrían obligada o preferentemente las vías de
navegación entre la metrópoli y sus colonias, con especial atención para aquellos estrechos que eran paso único u
obligado de la ruta. Por citar un ejemplo, la ruta vertebral del poder naval británico pasaba por Gibraltar, Malta,
Suez, Adén y bases del Índico hasta Singapur.

En nuestros días, el régimen de la navegación y aeronavegación por los estrechos ha mantenido su interés y
relevancia jurídica en íntima relación con el proceso de expansión del mar territorial y de los derechos
económicos de los ribereños sobre espacios adyacentes al mismo, que han constreñido inevitablemente las
misiones convencionales tradicionales del poder naval al alejar las flotas de guerra extranjeras de las costas y
someter su actividad a ciertos impedimentos.

Tampoco deben olvidarse los intereses económicos de las principales potencias en el tráfico marítimo,
traducidos en su voluntad de obtener la mayor libertad posible para el desplazamiento de sus intercambios
comerciales. Dichas potencias procuran evitar el control de los Estados costeros sobre las principales rutas
marítimas para impedir así posibles encarecimientos o retrasos del tráfico a consecuencia de medidas unilaterales
que puedan adoptar los ribereños, por ejemplo, en materia de seguridad de la navegación o prevención de la
contaminación en su mar territorial, incluidos los estrechos.

B) CONCEPTO

Un estrecho es todo paso que pone en comunicación dos partes del Alta Mar, y que es utilizado a los fines de
la navegación internacional. El estrecho internacionalizado es aquel que está cerrado a perpetuidad. "El paso
inocente de buques extranjeros no puede ser suspendido en los estrechos que se utilizan para la navegación
internacional entre una parte del alta mar y otra parte del alta mar, o en el mar territorial de un Estado
extranjero.»

Son tres los elementos relevantes de la noción de estrecho internacional: el geográfico, el funcional, y el
estrictamente jurídico.

Desde la perspectiva geográfica, un estrecho se define como una parte del medio marino donde se contrae el
mar que constituye un paso natural entre dos áreas de dicho medio, y que al tiempo separa dos áreas terrestres
próximas. Tiene relevancia jurídica que se trate de un paso estrecho natural y no artificial que conecte dos áreas
que se califican de alta mar.

El elemento funcional exige esencialmente que se trate de una vía de comunicación utilizada para la
navegación internacional. No es preciso que la vía de paso sea «indispensable o necesaria para la navegación
marítima pacífica, sino también, eventualmente, una ruta útil o conveniente» sin más, y que se use efectivamente
como tal.

Por último, el elemento de orden jurídico: que las aguas del estrecho formen parte del mar territorial de uno o
varios Estados. Es decir, a efectos jurídicos sólo puede considerarse como estrecho aquél donde el mar territorial

118
Guiñazú, María Virginia

de uno o más Estados ribereños no deja extensión alguna de alta mar para la libre navegación a través de dicha
vía. En caso contrario, habría un canal de alta mar a lo largo del estrecho.

C) RÉGIMEN JURÍDICO

Las potencias marítimas convirtieron en cuestión capital dentro de la Tercera Conferencia la revisión del
régimen de los estrechos internacionales, establecido en 1958, en cuanto permitía al Estado ribereño impedir el
paso por los estrechos internacionales situados en su mar territorial de buques extranjeros que contravinieran sus
leyes y reglamentos dictados al efecto o causaran perjuicios contra la paz, el buen orden y la seguridad de este
Estado.

Tras el fracaso definitivo de la propuesta de un mar territorial de tres millas, las potencias marítimas se
dispondrán a asumir a partir de 1967 la extensión de doce millas para el mar territorial a cambio de la aceptación
por los ribereños de un nuevo concepto desconocido en el Derecho en vigor: la libre navegación o libre tránsito
por los estrechos internacionales. Si no pudieron mantener reducida a su mínima expresión la institución del mar
territorial en favor del mayor espacio posible de mar libre, o lo que es lo mismo, de un mar sometido a la ley del
más fuerte económica, tecnológica o militarmente -según se trate de tiempo de paz o de guerra-, ahora trataban
de obtener seguridades jurídicas para el mantenimiento de la libertad de movimientos de sus flotas mercantes y
de guerra en las llaves de paso entre aguas libres, salvaguardando así indirectamente sus intereses económicos y
estratégicos implicados en la defensa del mayor espacio posible de alta mar.

Así, a causa del valor económico y militar de buen número de estrechos para el control del tráfico mercantil y
de los movimientos navales, hubo en la Tercera Conferencia un enfrentamiento entre dos posiciones. Por un lado,
la gran mayoría de Estados ribereños, interesados en la defensa de su soberanía sobre el mar territorial y en una
política exterior activa en pro de su seguridad e integridad territoriales, apoyarán decididamente la unidad de
régimen jurídico para el mar territorial y los estrechos internacionales incluidos en el mismo, en cuanto dotados de
la misma naturaleza jurídica y sobre la base de la noción de paso inocente tal como se convino en Ginebra en
1958; esta unidad de régimen resultaba atemperada por las limitaciones a la soberanía del ribereño en esos
estrechos a causa de su utilidad geográfica como vías de paso para la navegación internacional.

Por su parte, las potencias marítimas propondrán una dualidad de regímenes según se trate del mar territorial
o de los estrechos internacionales: al tiempo que mantenían la regla del paso inocente para el mar territorial, la
sustituían en los estrechos internacionales por el principio de libre paso en tránsito, lo que supone reclamar las
libertades de navegación propias del alta mar en esos estrechos, sin prestar atención a la previa calificación como
territoriales de las aguas de los mismos. En particular, se aceptaba la navegación en inmersión de los submarinos
y se prohibía cualquier ordenación del paso con carácter general o especial por parte del ribereño; salvo el
establecimiento de corredores marítimos a cargo de las Organizaciones internacionales competentes, de los que
quedan excluidos en todo caso el paso en inmersión de los submarinos. A cambio, se pretendía compensar a los
ribereños de estrechos prometiendo la reparación de posibles daños producidos a consecuencia del tránsito, pero
sin ofrecer una solución jurídica aceptable para las dificultades que planteaba el cumplimiento de esta promesa.

La Convención de 1982 abrazará la tesis de la dualidad en el mar territorial y los estrechos internacionales
defendido por las potencias marítimas Se mantiene excepcionalmente el régimen de paso inocente en los
estrechos que unan el alta mar o zona económica exclusiva con el mar territorial de un Estado extranjero.

119
Guiñazú, María Virginia

En el resto de estrechos usados para la navegación entre parte del alta mar o de una zona económica exclusiva
y otra parte del alta mar o zona económica exclusiva, se aplicará el régimen de paso en tránsito para todos los
buques y aeronaves, definiéndose dicho paso como «la libertad de navegación y sobrevuelo exclusivamente para
los fines del tránsito rápido e ininterrumpido por el estrecho», y las rutas y esquemas de separación del tráfico
que fije en el estrecho el ribereño o ribereños deberán contar con la aprobación de la Organización Internacional
competente.

Los arts. 39, 40, 42 Y 44 de la Convención tratan fundamentalmente tanto sobre los deberes recíprocos de los
buques y aeronaves y de los Estados ribereños durante el paso por los estrechos, como sobre las leyes y
reglamentos relativos al mismo que los ribereños pueden dictar. Lo que cuenta sobre todo es la prohibición al
ribereño de obstaculizar o suspender de cualquier forma el paso en tránsito; y consecuentemente, la mera
atribución de responsabilidad internacional al Estado del pabellón del buque o aeronave que goce de inmunidad
por los daños que haya podido causar al ribereño durante el paso, si se prueba una actuación contraria a las leyes
y reglamentos dictados por este. Esas leyes y reglamentos podrán versar sobre la seguridad de la navegación, la
prevención y control de la contaminación, y la prohibición de cualquier actividad pesquera, como sobre las
tradicionales materias aduaneras, fiscales, sanitarias y de inmigración.

El art 39 de la Convención, obliga a los buques y aeronaves en tránsito a abstenerse «de toda actividad que no
esté relacionada con sus modalidades normales de tránsito rápido e ininterrumpido, salvo que resulte necesario
por fuerza mayor o por dificultad grave»,

Ahora bien, el Estado ribereño mantiene su soberanía residual sobre los recursos, el control de las actividades
de investigación y la preservación del medio en esas aguas.

D) ESTRECHOS SOMETIDOS A REGÍMENES ESPECIALES

Junto al régimen general, encontramos una serie de regímenes especiales en algunos estrechos principales:

1) Los estrechos turcos (Bósforo y Dardanelos) están regulados en la Convención de Montreux de 20 de julio de
1936, hoy vigente, pese a los deseos de revisarla por parte de la antigua Unión Soviética, a lo que se ha opuesto
Turquía.

2) El régimen jurídico del estrecho de Magallanes se fijó por el Tratado de 23 de julio de 1881 entre Argentina
y Chile y ha sido confirmado por el Tratado de Paz y Amistad de 1984 entre ambos Estados. Los tres elementos
característicos principales de dicho régimen son la libertad de navegación, la neutralización y la prohibición de
levantar fortificaciones o defensas militares en el estrecho.

Los Estados Archipiélagos. Concepto y delimitación. Calificación de las aguas encerradas. Régimen jurídico.

3. LOS ESTADOS ARCHIPELÁGICOS

A) IDEAS GENERALES

120
Guiñazú, María Virginia

Los intentos en favor del reconocimiento jurídico de los archipiélagos se inician con el proceso de codificación
del Derecho del Mar, es decir, en la Conferencia General para la Codificación del Derecho Internacional, celebrada
en La Haya en 1930, y continuaron en las Conferencias de Ginebra de 1958 y 1960, aunque sin ningún resultado.

Pero la postura decidida de los Estados archipelágicos principales, Filipinas e Indonesia, y el acceso a la
independencia a partir de 1960 de un número considerable de Estados asentados sobre archipiélagos, potenció
socialmente e incrementó la posibilidad de dar carta de naturaleza jurídica a este fenómeno geográfico. Cierto
número de Estados que son archipiélagos - Antigua y Barbuda, Bahamas, Cabo Verde, Comoras, Fiji, Filipinas,
Indonesia, Islas Marshall, Islas Salomón, Jamaica, Kiribati, Maldivas, Papúa-Nueva Guinea, San Vicente y
Granadinas, Santo Tomé y Príncipe, Seychelles, Tonga, Trinidad y Tobago, Tuvalu y Vanuatu- han realizado
mediante actos unilaterales una reivindicación archipelágica, consistente en reclamar la soberanía sobre las
tierras y aguas encerradas mediante un trazado de líneas de base rectas u otro sistema, como el trazado
mediante coordenadas geográficas, que llevan a calificar el conjunto de aguas y tierras del archipiélago como un
todo o unidad; les han acompañado también algunos Estados mixtos, como Dinamarca y Ecuador, asentados
sobre tierra continental pero con archipiélagos oceánicos.

Algunos de esos Estados han logrado la aquiescencia consuetudinaria o el reconocimiento convencional de sus
pretensiones archipelágicas sobre todo por los Estados vecinos; pero una parte de esas pretensiones ha sido
impugnada alegándose que no respetan el régimen jurídico consensuado en la Convención de 1982. En la Tercera
Conferencia ha habido que resolver jurídicamente el problema de los archipiélagos, negociándose hasta
consensuar un régimen.

B) CONCEPTO

El Estado archipelágíco se define como el «constituido totalmente por uno o varios archipiélagos y que puede
incluir otras islas. Por archipiélago se entiende un grupo de islas, incluidas partes de islas, las aguas que las
conectan y otros elementos naturales que estén tan estrechamente relacionados que tales islas, aguas y
elementos naturales formen una entidad geográfica, económica y política intrínseca o que históricamente hayan
sido considerados como tal.

La definición comprende exclusivamente a los Estados archipelágícos, no a los archipiélagos de Estado -como
las Canarias de España-. Las consecuencias estratégicas que se derivan de la reivindicación archipelágíca llevaron
a las potencias marítimas a exigir, como condición para su aceptación, la exclusión de los archipiélagos de Estado
de sus beneficios, condición que asumieron los Estados archipelágícos deseosos de conseguir un reconocimiento
jurídico internacional definitivo de su pretensión.

C) DELIMITACIÓN

En principio, la delimitación del Estado archipelágico se va a someter a dos condiciones objetivas o numéricas
que, indirectamente, matizan y restringen la definición arriba dada:

1) El Estado archipelágico podrá trazar sus líneas de base archipelágicas rectas siguiendo el contorno más
externo del archipiélago, siempre que la proporción entre agua y tierra dentro de las líneas de base rectas se
encuentre entre las relaciones 1 a 1 y 9 a 1; es decir, tanto si hay menos de una parte de agua por una de tierra
como si hay más de nueve partes de agua por una sola de tierra, el trazado no es válido. Así Bahamas y Tonga, con

121
Guiñazú, María Virginia

unas ratios o proporciones tierra-agua de 11 25 y 1/10, respectivamente, no podrían encerrar, en principio, todo
el archipiélago con un único sistema de líneas de base rectas.

Pero se ha tenido en cuenta la situación peculiar de los archipiélagos coralinos al estipular el mismo art. que
para calcular la citada relación entre agua y tierra, las superficies terrestres podrán incluir aguas situadas en el
interior de las cadenas de arrecifes de islas y atolones, incluida la parte acantilada de una plataforma oceánica
que esté encerrada o casi .encerrada por una cadena de islas calcáreas y de arrecifes emergentes situados en el
perímetro de la plataforma.

Esta fórmula favorece sobremanera la delimitación archipelágica de Bahamas, por ejemplo, concediendo
cierto margen interpretativo a los Estados asentados sobre archipiélagos coralinos para calcular la proporción
entre sus tierras yaguas, así como para establecer los puntos de base de las líneas rectas delimitadoras.

2) Los segmentos o líneas de base rectas no podrán exceder de 100 millas de longitud, salvo un 3 por 100 del
total de 105 segmentos que podrán sobrepasar ese límite hasta 125 millas (art. 47.2 de la Convención).

Así pues, la definición dada debe completarse con estos dos criterios numéricos que, aunque incluidos en el
artículo dedicado a la delimitación, deben considerarse como criterios definitorios más que delimitadores, pues
su incumplimiento anula los efectos de la posible existencia del Estado archipelágico conforme al art. 46 de la
Convención.

Por último, también se exige que el trazado de las líneas rectas siga «la configuración general del archipiélago»
(art. 47.3), que comprenda las principales islas (art. 47.1), y que no se utilicen elevaciones secas sólo en bajamar,
salvo que se hayan construido en ellas instalaciones que permanezcan siempre sobre el nivel del mar o que estén
situadas dentro del mar territorial de una isla (art. 47.4).

Las anchuras del mar territorial, zona contigua, zona económica exclusiva y plataforma continental del Estado
archipelágico se medirán desde las líneas de base rectas trazadas.

D) CALIFICACIÓN DE LAS AGUAS ENCERRADAS

Las aguas encerradas por las líneas de base rectas no son aguas interiores, pero tampoco territoriales, pues se
regulan en la Parte IV de la Convención, separada e independiente de la dedicada al mar territorial (Parte II), y
porque es a partir de las líneas de base desde donde se mide el mar territorial; por tanto, las aguas encerradas
quedan espacialmente situadas entre las interiores y las territoriales. Parecía conveniente la creación de un nuevo
concepto que resolviera la disyuntiva de elegir entre un régimen propio de las aguas interiores u otro propio del
mar territorial, ofreciendo una vía o camino intermedio.

Las aguas archipelágicas deberían así responder a un régimen jurídico que afirmara la soberanía del Estado
archipelágico sobre esas aguas sin el carácter absoluto que esta soberanía tiene en el caso de las aguas interiores,
pero, al mismo tiempo, haciendo más estricto el derecho de paso inocente y más rigurosas las reglas de paso para
cierto tipo de buques -los de guerra, por ejemplo-.

La Convención mantiene la terminología ya acuñada: esas aguas se denominarán archipelágicas.

E) RÉGIMEN JURÍDICO

122
Guiñazú, María Virginia

En principio también se afirma la soberanía del Estado archipelágico sobre sus aguas archipelágicas (art. 49),
pero sujetándola inmediatamente a tres clases de restricciones.

Unas restricciones, específicas de esta nueva institución, se refieren a la obligación por parte del Estado
archipelágico de respetar «los acuerdos existentes con otros Estados», «los derechos de pesca tradicionales y
otras actividades legítimas de los estados vecinos inmediatamente adyacentes en ciertas áreas situadas en las
aguas archipelágicas» (art. 51.1), así como el tendido de cables submarinos ya existentes de otros Estados, y su
conservación y reemplazo (art. 51.2). Se trata de no perjudicar los derechos adquiridos en ciertas partes de las
nuevas aguas archipelágicas cuando eran alta mar por los Estados vecinos de los Estados archipelágicos. Malasia,
Singapur y Tailandia exigieron esta salvaguardia para aceptar y apoyar la reivindicación archipelágica de los
Estados vecinos de la región, especialmente de Indonesia.

Las otras dos restricciones no son específicas o propias de esta institución, sino casi fiel reflejo de las dos
restricciones fundamentales a la soberanía del Estado ribereño en su mar territorial (El Mar Territorial y la Zona
Contigua) y los Estrechos utilizados para la navegación internacional, a saber: el derecho de paso inocente y el
libre paso en tránsito por los estrechos internacionales.

Al igual que en los estrechos internacionales, el Estado archipelágico podrá fijar «vías marítimas» y
«dispositivos de separación del tráfico» siempre de acuerdo con la Organización internacional y nunca a propia
discreción. En estas vías marítimas, se ejerce el derecho de libre paso en tránsito. Asimismo, como novedad digna
de mención, el Estado archipelágico puede establecer también rutas aéreas (art. 53.1).

En resumen, las restricciones padecidas por el Estado archipelágico en el régimen jurídico de sus aguas,
particularmente el derecho de libre paso en tránsito por las vías marítimas archipelágicas, transforman esas aguas
en un espacio sui generis próximo a la naturaleza de la zona económica exclusiva, ya que dichas aguas no son
estrictamente alta mar ni mar territorial, y el Estado ribereño mantiene en ellas una soberanía residual sobre la
explotación de los recursos, el control de las actividades de investigación y la preservación del medio marino.

Tema 3.- La cuestión Malvinas. Análisis de los títulos argentinos y británicos sobre las Islas Malvinas. La
cuestión Malvinas en las Naciones Unidas.

La Guerra de Malvinas y sus efectos en Naciones Unidas. Negociaciones en la postguerra de Malvinas.

Análisis de los Títulos Argentinos y Británicos:

LOS DERECHOS ARGENTINOS SOBRE LAS ISLAS MALVINAS (ALFREDO BRUNO BOLOGNA)

De acuerdo a la resolución 1514 (XV) aprobada por la AG de las NU en 1960, conocida como «Declaración
sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales», los dos principios establecidos para
terminar con una situación colonial son:

a) «Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación; en virtud de este derecho,
determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y
cultural.»

123
Guiñazú, María Virginia

b) «Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad


territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las NU.»

Respecto del primer principio la CIJ consideró que la consulta de la voluntad de los pueblos interesados
constituye la esencia misma del principio. Agregó además: «La validez del principio de libre determinación,
definido como necesidad de tomar en cuenta los deseos libremente expresados de los pueblos, no se ve afectado
por el hecho de que en ciertos casos la AG ha dejado de lado el requerimiento de consultar a los habitantes de un
territorio determinado.»

El primer tipo de excepción existiría, por ejemplo, en los casos de Gibraltar o Malvinas (islas Falkland) donde la
AG ha requerido a los Estados interesados que negocien la cuestión de soberanía y la transferencia del territorio,
y se han negado a aceptar los efectos de un referéndum o consulta a los actuales habitantes de esos territorios.
En el caso de Malvinas ha quedado claramente expresado el principio de la integridad territorial por la AG de las
NU cuando «invita a los Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte a
proseguir sin demora las negociaciones» (1965). Este principio se confirmó pen 1973, y 1976.

¿Por qué no puede aplicarse el principio de libre determinación a las islas Malvinas? Recordando los aspectos
históricos del conflicto, el 3 de enero de 1833 los ingleses intervinieron en las Malvinas, ocupadas hasta esa fecha
por Argentina. El 4 de enero de 1833 el comandante de la goleta de guerra «Sarandía», teniente coronel de
Marina, José María de Pinedo, ante la superioridad de las fuerzas británicas, deja Puerto Soledad en las islas
Malvinas y se dirige a Buenos Aires. A partir de 1833 y más específicamente desde 1834 comienza la colonización
inglesa en las islas. El último censo realizado en las islas Malvinas, el 7 de noviembre de 1980, nos demuestra que
el 95% de la población es de origen británico. Sobre esta base se descarta en absoluto la aplicación del principio
de libre determinación ya que de acuerdo al origen de la misma podemos preveer el resultado.

1. OBJETIVOS PERSEGUIDOS POR ARGENTINA

1.1 Posición del gobierno argentino:

El primer documento oficial de importancia para el tema está contenido en los considerandos del decreto de
junio de 1829, cuando se nombra a Luis Vernet como comandante político y militar de las islas Malvinas y las
adyacentes al Cabo de Hornos en el mar atlántico.

En los considerandos se dice que hallándose justificada aquella posesión por los siguientes títulos:

1. Derecho del primer ocupante.

2. Consentimiento de la posesión por las principales potencias de Europa.

3. Adyacencia de estas islas al continente.

4. Sucesión de todos los derechos de España.

En la protesta presentada al gobierno inglés por la intervención de las islas Malvinas, el 17 de junio de 1833, el
ministro plenipotenciario de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Manuel Moreno, expresaba que los títulos
de España a las islas fueron: «Su ocupación formal; su compra a la Francia por precio convenido; y la cesión o
abandono que de ellas hizo Inglaterra (ocupación derivativa)... La ocupación española continuó entonces sin

124
Guiñazú, María Virginia

inquietud de parte de ningún poder... Las Provincias Unidas sucedieron por consiguiente a España en los derechos
que esta nación de que se separaba había tenido en aquella jurisdicción...»

Cuando Inglaterra manifiesta que el gobierno de Su Majestad se niega a entrar a discutir el derecho a las islas
Malvinas (Falkland), el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Quirno Costa, por nota de 20 de enero de
1888 expresa: «...que el gobierno argentino mantiene su protesta respecto a la ilegítima ocupación de las islas
Malvinas, que no abandona ni abandonará sus derechos a esos territorios y que en todo tiempo, hasta que le sea
hecha justicia, los considerará como parte integrante del dominio de la República Argentina, fundado en la
prioridad del descubrimiento, en la prioridad de la ocupación, en la posesión iniciada y ejercida, en el
reconocimiento tácito y explícito y en la adquisición por tratado de estos títulos que pertenecían a España».

En fecha reciente y por cumplirse 151 años del decreto de 10 de junio de 1829, el Ministerio de Relaciones
Exteriores emitió un documento fundamentando la soberanía argentina en las islas Malvinas en lo siguiente:

1. La soberanía española de las islas, derivada de la concesión pontificia y de la ocupación de


territorios en el Atlántico Meridional que Gran Bretaña reconoció al comprometerse a no navegar
ni comerciar en los mares del Sur (Tratados de 1670, 1713 y subsiguientes).

2. La posesión efectiva de Puerto Soledad desde 1764—como sucesora de Francia—hasta 1811,


la cual a partir de 1774 fue una ocupación exclusiva de todo el archipiélago, acreditado mediante
múltiples actos de soberanía y confirmada por la aceptación de todas las naciones.

3. El compromiso británico de evacuar Puerto Egmont—como se hizo en 1771— y el nuevo


acuerdo en España de no establecerse en las costas orientales u occidentales de América
meridional, ni en las islas adyacentes (1790).

4. La incorporación de las Malvinas al gobierno y, por tanto, al territorio de la provincia de


Buenos Aires, resuelta por España en 1766 y mantenida luego sin alteración alguna.

5. La continuidad jurídica de la República Argentina con respecto a todos los derechos y


obligaciones heredados de España.

6. La ocupación pacífica y exclusiva del archipiélago por Argentina —la provincia de Buenos
Aires—desde 1820 hasta el 2 de enero de 1833, en que sus autoridades fueron desalojadas por la
fuerza.

7. El traspaso hecho por España a la República Argentina, mediante el tratado del 21 de


setiembre de 1863 "de todas las provincias mencionadas en su constitución federal vigente, y de
los demás territorios que legítimamente le pertenecen o en adelante le pertenecieren".

1.2 Doctrina:

a. Beltramino divide los títulos con respecto a Malvinas, primero de España y luego de
Argentina.

Los títulos de España son:

1. Bulas pontificias.

125
Guiñazú, María Virginia

2. Descubrimiento.

3. Tratados celebrados entre Inglaterra y España.

4. Ejercicio de la soberanía y reconocimiento por Francia e Inglaterra de los derechos de


España.

Los títulos de Argentina son:

1. Sucesión de los derechos de España y uti possidetis juris.

2. Ejercicio de soberanía en las islas.

3. Reiteración del reclamo de restitución de las islas y de la reserva de derechos argentinos

b. Moreno Quintana divide en títulos geográficos, históricos y jurídicos.

El título geográfico primordial es la dependencia geológica de las islas con relación al territorio argentino.

Desde el punto de vista histórico, las Malvinas fueron parte integrante del dominio español en América, luego
transmitida por derecho de sucesión a su legítima heredera la Argentina.

Y en cuanto al orden jurídico, Argentina sucedió por derecho a España en el acervo territorial que le
correspondía. Instaló sus autoridades en las islas y ejerció en ellas posesión hasta que fue esta discontinuada por
el acto de fuerza de 1833.

c. De acuerdo a Martínez Moreno los derechos argentinos estarían basados en:

«1. Siendo España dueña de las islas, al producirse la emancipación de nuestro país, pasaron al dominio
nacional, por sucesión, y las legítimas posesiones española y argentina aparecen unidas de hecho y legalmente.

2. Las islas son argentinas por la teoría de la continuidad ya que están unidas al territorio patrio por la
plataforma continental.

3. Cabría aplicar la prescripción adquisitiva a favor de Argentina.

Lo cierto es que desde 1774, fecha en la cual Inglaterra abandonó las islas, a 1829, cuando reclamó por el
nombramiento de Vernet, o a 1833, en la que volvió por tercera vez (ocupando ya todo el archipiélago),
transcurrieron 54/58 años, sin que las «usara» o reclamara. En ese lapso las Malvinas estuvieron poseídas por
España y luego por Argentina.

d. De acuerdo a Bonifacio del Carril los títulos argentinos son: 1. La concesión pontificia. 2.
Derechos provenientes del descubrimiento y ocupación. 3. Usucapión o adquisición del
dominio por el uso prolongado.

126
Guiñazú, María Virginia

e. Para Groussac «la posición inexpugnable de España, insistimos en esto, descansa en la


asimilación del archipiélago al continente vecino, que nadie ha pensado disputarle».

La ocupación efectiva de Argentina es el hecho jurídico más relevante, con el cual coinciden casi todos los
autores mencionados. El autor se refiere a los derechos argentinos que se encuentran en relación a las
argumentaciones jurídicas que pueden servir en cuanto al principio de la integridad territorial expresada en la
resolución 1514 de la AG de la ONU. Por ello considera 2 fundamentos jurídicos: 1. Sucesión de los derechos de
España, y 2. Teoría de la continuidad.

1. Sucesión de los derechos de España. —Para llegar al derecho de sucesión debemos partir del principio del
uti possidetis juris, aceptado por todos los Estados hispanoamericanos, que consagra, como límites
internacionales de sus respectivos territorios, las demarcaciones administrativas hechas por España, vigentes al
tiempo de la emancipación. En virtud de esta fórmula, dichos Estados dieron garantía recíproca a su status
territorial.

Por el principio del uti possidetis juris las islas Malvinas formaban parte del Virreinato del Río de la Plata.

El 2 de febrero de 1825 por el Tratado de Amistad y Comercio, Inglaterra había reconocido la independencia
de Argentina y naturalmente la existencia de un ámbito territorial propio de ella. En el artículo 2° de este tratado
se establecía que «...habrá entre todos los territorios de Su Majestad británica en Europa y los territorios de las
Provincias Unidas del Río de la Plata una recíproca libertad de Comercio».

De la misma manera el 21 de septiembre de 1863 por el Tratado de Reconocimiento, Paz y Amistad, España
realiza el traspaso a la República Argentina-. «...de todas las Provincias mencionadas en su Constitución federal
vigente, y de los demás territorios que legítimamente le pertenecen o en adelante le pertenecieren»

El principio del uti possidetis juris representa un derecho de sucesión. El nuevo Estado, en este caso
Argentina, debe realizar acciones para la perfección de su título y continuarlo. Existe una continuidad jurídica por
parte de la República Argentina con respecto a todos los derechos y obligaciones heredadas de España. De esta
manera la República Argentina ocupó pacíficamente y con exclusividad las islas Malvinas desde 1820 hasta 1833,
fecha en la cual se produce la usurpación de las mismas por parte de Gran Bretaña.

Resulta importante observar los numerosos actos de gobierno y administrativos realizados por el gobierno de
Buenos Aires y por su comandante político y militar en las islas Malvinas entre ellos:

- El 6 de noviembre de 1820 el comandante Davit Jewett, en nombre del gobierno de Buenos Aires toma
posesión de las islas. El hecho es puesto en conocimiento público por una circular dirigida a todos los
gobiernos extranjeros.

- Además de ellos, y hasta 1829 se conocen otros decretos relacionados a los buques que se encuentren
en las aguas de Malvinas; otros vinculados con la el ejercicio de usufructo sobre la isla Soledad por don
Jorge Pacheco; la concesión a Luis Vernetcde la isla Malvina del Este.

- Con fecha 10 de junio de 1829 se da el decreto por el que se crea la Comandancia Política y Militar de las
islas Malvinas.

- Se dieron otros decretos relacionados con la reglamentación de la pesca de anfibios, posteriormente con
la prohibición de pesca. Seguidos de la detención de distintos buques pesqueros.

127
Guiñazú, María Virginia

Todo esto viene a demostrar el ejercicio de la soberanía argentina, de conformidad con las normas del DI.

2. Teoría de la continuidad.- Cabe primero establecer la diferencia entre la teoría de la continuidad y de la


contigüidad. 1. La teoría de la continuidad extiende la zona de influencia a una unidad orográfica o a una unidad
hidrográfica. Este sistema, por su misma naturaleza, permite que no deba exigirse la ocupación inmediata. La
denominación correcta es teoría de la continuidad geográfica, y 2. La teoría de la vecindad o proximidad, también
conocida como doctrina de la contigüidad, pretende que la ocupación efectiva de un territorio por un Estado le
hace adquirir ipso iure a este Estado la soberanía de todas las tierras nullis que están próximas o vecinas a él. Es
decir, que la potestad del Estado se extiende automáticamente a los territorios continuos o fronterizos.

La doctrina de la continuidad pretende asegurar al Estado que ocupa un territorio su derecho sobre lo que lo
rodea, a los fines de mantener su independencia y afianzar su seguridad, y acepta que no debe exigirse la
ocupación inmediata.

La aplicación de esta teoría tiene antecedentes para el caso de las islas Malvinas. El 4 de febrero de 1766 se
firmó en San Ildefonso el acta de entrega de Puerto Luis por parte de Francia a España. En esa ocasión España
reivindicó estas islas como una dependencia del continente de la América meridional.

Otro antecedente es el decreto de 10 de junio de 1829, dado por el gobierno argentino, que en sus
considerandos dice que se justifica esa posesión, entre otras razones, «por la adyacencia de estas islas al
continente que formaban el virreinato de Buenos Aires, de cuyo gobierno dependían» .

En una nota y memorándum enviada por el ministro de Relaciones Exteriores, Francisco J. Ortiz, el 2 de enero
de 1885, al embajador británico, Edmundo Mcnson, a raíz de la publicación de un mapa en el cual se incluyen a
las islas Malvinas como pertenecientes a ese país, entre otras razones se expresa: «...islas que, dependientes de la
costa firme o continental, no basta que una nación las ocupe, las arme y cultive, si geográficamente están sujetas
al dominio de otra potencia soberana de la costa de que hacen parte. En este caso se hallan las Malvinas por su
cercanía a la región austral del continente descubierto y colonizado por los españoles».

La teoría de la continuidad ha tenido aplicación también en el derecho del mar, y se la conoce como doctrina
de la plataforma continental. El 28 de septiembre de 1945, el presidente Truman proclama la jurisdicción de los
Estados Unidos sobre esa zona marcando así el nacimiento de la doctrina de la plataforma continental.

Merece especial atención el decreto argentino nro. 14.708 el que declara pertenecientes a la soberanía de la
Nación el Mar Epicontinental y el Zócalo Continental Argentino. El mentado decreto remite al decreto 1386 por
el cual el PE de la nación manifestó categóricamente la soberanía sobre el “Zócalo continental argentino” y sobre
el Mar Epicontinental Argentino a los que declara zonas transitorias de reservas minerales.

En 1958 se celebró en Ginebra la Conferencia de las NU sobre Derecho del Mar, siendo de particular interés la
Convención sobre plataforma continental. En esta convención se define lo que debe entenderse por plataforma
continental: a) el lecho del mar y el subsuelo de las zonas submarinas adyacentes a las costas pero situadas fuera
de la zona del mar territorial, hasta una profundidad de 200 metros o, más allá de este límite, hasta donde la
profundidad de las aguas suprayacentes permita la explotación de los recursos naturales de dicha zona, y b) el
lecho del mar y el subsuelo de las regiones submarinas análogas, adyacentes a las costas de las islas.

También aclara la convención cuáles son los derechos de los Estados: El Estado ribereño ejerce derechos de
soberanía sobre la plataforma continental a los efectos de su exploración y de la explotación de sus recursos

128
Guiñazú, María Virginia

naturales. Derechos que son exclusivos, si el Estado ribereño no explota la plataforma continental y no explota los
recursos naturales de ésta, nadie podrá emprender estas actividades o reivindicar la plataforma continental sin
expreso consentimiento de dicho Estado...

En la Tercera Conferencia de las NU sobre Derecho del Mar, se entendió que «La plataforma continental de
un Estado ribereño comprende el lecho y subsuelo de las zonas submarinas que se extienden más allá de su mar
territorial y a todo lo largo de la prolongación natural de su territorio hasta el borde exterior del margen
continental o bien hasta una distancia de 200 millas marinas desde las líneas de base, a partir de las cuales se
mide la anchura del mar territorial en los casos en que el borde exterior del margen continental no llegue a esa
distancia».

De acuerdo con la definición, la plataforma llegaría «hasta el borde exterior del margen continental». Este
margen «comprende la prolongación sumergida de la masa continental del Estado ribereño y está constituido por
el lecho y subsuelo de la plataforma, el talud y la pendiente continental»

La plataforma continental argentina, considerada en su aspecto geológico, cuya anchura aumenta


gradualmente de norte a sur para llegar a más de 700 kilómetros de extensión en la zona de Santa Cruz y que
alcanza hasta las islas Malvinas —su ancho es de 180 kilómetros frente a Mar del Plata, 500 kilómetros frente a
Comodoro Rivadavia y 750 kilómetros frente a Río Gallegos—, abarca una extensión de 960.000 km2, es decir,
aproximadamente la tercera parte de la superficie continental. Pero, si se considera la reivindicación argentina,
por la que se sostiene que aquélla debe extenderse hasta el borde exterior de la emersión continental que limita
con la cuenca oceánica o fondos abismales, la superficie total alcanzaría a 3.000.000 km2.

En el margen continental se encuentran las islas Georgias del Sur (San Pedro) y Sándwich del Sur. De esta
manera tenemos que las islas Malvinas están conectadas con Sudamérica por una elevada plataforma submarina
y las islas Georgias del Sur (San Pedro) y Sándwich del Sur se encuentran en el margen continental formando una
unidad geológica con la parte continental de la República Argentina e integrando así su territorio. Los derechos
argentinos sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur (San Pedro) y Sandwich del Sur, están fundamentados por:

1. La sucesión de los derechos de España y consiguiente ocupación argentina desde 1820 a


1829 sin contestación por parte de ningún país del mundo y hasta 1833, cuando se produce la
intervención de Inglaterra, y

2. Por la teoría de la continuidad, por la cual las islas Malvinas, Georgias del Sur (San Pedro)
y Sándwich del Sur, forman parte de la unidad geológica de la República.

Este último argumento es de vital importancia, ya que la plataforma y margen continental tiene una superficie
mayor que la parte continental argentina. De esto se desprende que Argentina, además de los recursos naturales
de la zona que puede explotar, se convierte en una potencia de primer orden en el área de importancia
estratégica como es el Atlántico Sur, llave maestra en la geopolítica de las comunicaciones navales del mundo.

LOS DERECHOS DE INGLATERRA SOBRE LAS ISLAS MALVINAS: PRESCRIPCIÓN.

La manifestación más clara con respecto a los derechos del Reino Unido sobre las islas Malvinas está
expresada por el delegado de este país, C. E. King, que el 16 de septiembre de 1964 expresó: «...que no deseaba
discutir en detalle acontecimientos del pasado lejano, pero su Gobierno estaba convencido de que las actividades
británicas de épocas anteriores habían sido suficientes para darle buenos títulos sobre las islas Malvinas

129
Guiñazú, María Virginia

(Falkland) por ocupación; además, el establecimiento de la soberanía británica, mediante una abierta, continua,
efectiva y pacífica ocupación por casi un siglo y medio daba al Reino Unido un claro título prescriptivo. La
Argentina no había protestado constantemente desde 1833, como había dicho su representante, sino que había
guardado silencio por espacio de hasta treinta y cinco años».

De acuerdo a esta manifestación, los derechos del Reino Unido a las islas Malvinas serían: 1) ocupación, y 2)
prescripción.

Se debe distinguir que el delegado británico en las NU quiere aplicar la prescripción por dos vías distintas: a) La
ocupación británica durante un siglo y medio, de 1833, cuando desaloja por la fuerza a los representantes del
Gobierno argentino, a 1964 (exactamente 131 años), y b) La segunda alternativa, el silencio de la República
Argentina durante dos períodos, uno de los cuales es de 35 años. El representante inglés se refería al silencio de
Argentina de 1849 a 1884 (35 años) y de 1888 a 1908 (20 años).

Cabe primero destacar algunas de las características generales de la prescripción como título de adquisición de
soberanía. Para analizar la prescripción adquisitiva hemos de distinguirla de la ocupación, que es otra forma válida
de adquirir soberanía territorial. Para que la ocupación sea viable es necesario que el territorio a adquirir sea res
nullis, en tanto que la prescripción presupone que el territorio en cuestión ha estado anteriormente bajo la
soberanía de otro Estado, en cuyo perjuicio precisamente ocurre la prescripción adquisitiva.

Al referirse a la prescripción, Verdross dice que tales ocupaciones no suelen fundamentar una adquisición
territorial inmediata. El hecho de un señorío efectivo sólo engendra derechos en la medida que el ordenamiento
jurídico internacional le atribuye consecuencias jurídicas y la ocupación de un territorio ajeno o disputado sin
título contractual, una atribución de este tipo presupone siempre un ejercicio inalterado, ininterrumpido e
indiscutido del señorío.

El mismo autor analiza las dos posibilidades de adquisición de soberanía territorial por prescripción: bélica y
sin violencia. En el primer caso puede manifestarse a través de occupatio bellica y transformarse en anexión. El
vencedor no adquiere la soberanía territorial sobre el territorio ocupado hasta que su señorío, ejercido con ánimo
de apropiación, no se haya impuesto permanente y definitivamente. Aunque modernamente se consideran
inoperantes las anexiones llevadas a cabo por actos de violencia contrarios al DI, si los demás Estados toleran la
situación así creada (fuerza) se producirá con el tiempo una prescripción adquisitiva, porque el DI legaliza en
definitiva la posesión permanente e inalterada.

En el segundo caso la adquisición territorial vale también por posesión pacífica e inalterada, salvo norma
convencional en contrario, para delimitar territorios sin violencia.

En doctrina existen también criterios dispares en cuanto al plazo para la adquisición de soberanía territorial
por prescripción. En general, lo importante no es el plazo más o menos prolongado de tiempo, sino que la
posesión haya sido ejercida en forma interrumpida o continua y por un período suficiente para adquirir las
características de indisputada y pacífica.

La prescripción adquisitiva también es aceptada por los Tribunales internacionales (Jurisprudencia). Para que
un Estado pueda adquirir soberanía territorial mediante prescripción adquisitiva deben ocurrir dos requisitos: 1)
Posesión efectiva, y 2) Animus domini. La posesión efectiva debe ser pública, pacífica e indisputada. La comunidad
internacional debe considerar al Estado adquirente como legítimo soberano del territorio y los demás Estados
deben haber cesado de reclamar en forma eficaz derechos de soberanía respecto al territorio a adquirir.

130
Guiñazú, María Virginia

El segundo requisito es la intención y voluntad de comportarse en calidad de soberano. Este elemento


subjetivo se conoce con el nombre de animus domini, y se exterioriza mediante los actos que el ocupante ejecuta.

De tal manera, para el caso Malvinas, la prescripción adquisitiva no se puede aplicar, ya que la posesión
inglesa desde 1833, no ha sido indisputada o incontestada, ni ininterrumpida, ya que la República Argentina en
todo momento ha manifestado que las islas le pertenecen y jamás renunció a ese derecho de soberanía.

No se encuentra en la jurisprudencia ningún precedente en el que se haya adjudicado a un Estado la soberanía


de un territorio cuya posesión se obtuvo por la violencia o dolo.

Antes de que Gran Bretaña empleara por primera vez oficialmente el derecho de prescripción sobre las islas
Malvinas, en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas en 1964, otros autores habían mencionado que
ese derecho le correspondía a la República Argentina. Calvo expresa: «En efecto de este derecho primordial, la
República Argentina, que ha sucedido a España legítimamente, no tiene a su favor solamente el Tratado de 1790,
por el cual Inglaterra misma reconoce la propiedad exclusiva de España, sino también la prescripción, resultado
de una posesión no disputada y no interrumpida de cincuenta y nueve años consecutivos.

El plazo correcto conforme lo señala BOLOGNA a los fines de la prescripción que puede invocar Argentina es
desde 1774, fecha en la cual España ocupa con exclusividad las islas Malvinas hasta 1829 cuando Gran Bretaña
reclama por la sanción de un decreto, y nombra comandante político y militar de las islas Malvinas y adyacentes
hasta el Cabo de Hornos a Luis Vernet. Plazo de 55 años.

Con posterioridad al debate de las Naciones Unidas en 1964 otros autores argentinos se han referido a la
prescripción como título para la adquisición de soberanía en las islas Malvinas.

De acuerdo a Martínez Moreno, y aun en el supuesto de que Inglaterra tuviera algún derecho, cabría aplicar la
prescripción adquisitiva a favor de Argentina. Desde 1774 (abandono de Inglaterra de las islas Malvinas) a 1829
cuando reclamó por el nombramiento del comandante político y militar de las islas o a 1833 fecha de la
usurpación, transcurrieron cincuenta y cuatro o cincuenta y ocho años, sin que las «usara», ni las reclamara. En
este lapso las Malvinas estuvieron poseídas por España y luego por Argentina. «En tal virtud, se ha producido la
prescripción adquisitiva de dominio a favor de Argentina (uniendo su posesión a la de España) y se ha operado la
pérdida de todo supuesto derecho de Inglaterra».

También Bonifacio del Carril expone como tercer título de dominio que puede invocar la República Argentina
el de la usucapión. «España poseyó durante más de doscientos años el cono sur del continente americano sin que
nadie discutiera sus derechos hasta la inesperada aparición de Gran Bretaña en la isla Saunders (del archipiélago
de las Malvinas) en 1776. En el caso concreto de las islas Malvinas, Gran Bretaña poseyó Puerto Egmont (isla
Saunders), en el mejor de los casos, sólo ocho años, desde 1766 a 1774. En 1833 la Argentina, uniendo su
posesión con la de España, había poseído el estrecho de Magallanes y sus adyacencias, incluso las Malvinas,
durante casi tres siglos. Ocupó, además, materialmente la isla Soledad (Malvina Este) durante setenta y nueve
años, desde 1764 hasta 1833, y la totalidad del archipiélago, incluyendo la isla Saunders cincuenta y ocho años,
desde 1775 hasta 1833. La posesión británica fue controvertida, jamás consentida por España y, además,
compartida con este país. La posesión española, luego argentina, fue pacífica, exclusiva, a título de dueño, desde
tiempo inmemorial. Fue sólo interrumpida en la isla Saunders desde 1766 hasta 1774, pero volvió a ser exclusiva,
sin que contradictor alguno, hasta la protesta de Parish (representante inglés en Buenos Aires) en 1829».

De acuerdo a la doctrina, jurisprudencia y tratados podemos observar que la prescripción no puede aplicarse
en favor de Inglaterra en el caso de las islas Malvinas, Georgias (San Pedro) y Sándwich del Sur, ya que la posesión

131
Guiñazú, María Virginia

de la misma no es efectiva, pues ella no ha tenido un ejercicio continuo e indisputado, sin protesta, ni
contradicción, ni incontestada.

Argentina reclamó permanentemente desde la usurpación inglesa a las islas Malvinas en 1833 en tiempos de
paz entre las dos naciones. La posición oficial del Gobierno argentino con respecto a este tema está expresada por
el representante argentino en Naciones Unidas, doctor José María Ruda, quien expresó: «que, incluso según
algunos autores británicos, la prescripción británica no podía constituir un título de adquisición de dominio sobre
las islas, porque la Argentina la había interrumpido por las protestas que había reiterado en toda ocasión propicia.
Si se utilizaba el argumento del Reino Unido sobre los plazos transcurridos, sin que hubiera protestas formales, a
quien beneficiaría dicho argumento seria a la República Argentina, sencillamente porque los británicos
abandonaron Puerto Egmont en 1774, guardaron silencio durante cincuenta y cinco años y reconocieron así los
títulos legítimos de Argentina sobre el archipiélago».

Conclusiones de los títulos británicos y argentinos sobre las Islas:

Gran Bretaña no fundamenta su reclamación sobre las Islas en el primer descubrimiento. El DI no le asigna
importancia al hecho del descubrimiento, y este tampoco es fundamento de las reclamaciones argentinas.

El asentamiento británico en la Isla Falkland del Oeste, entre 1766 y 1774 le permite establecer un título sobre
dicha Isla y las vecinas, lo suficientemente fuerte para sobrevivir a los 59 años de ausencia (es decir hasta la
ocupación de 1833). Para la posición británica, en 1774 no hubo abandono de las islas, las cuales continuaron bajo
la soberanía de ese país. Así no habría dudas sobre las Islas Falkland del Este, pero sí sobre las del Oeste.
Entienden además que los actos de Gobiernos realizados por Argentina desde 1820 no alcanzaron a constituir
ocupación efectiva ni tampoco le confirieron un título válido a la Argentina.

Sostiene por su parte, respecto de la ocupación de 1833 que ella fue lograda por la persuasión pacífica de las
fuerzas británicas a los habitantes argentinos de las Islas para que las dejaran, sin ejercer actos de fuerza. En este
sentido señala la validez del título que invoca Gran Bretaña basado en la adquisición por prescripción después de
1833 frente a la falta de protestas argentinas entre 1849 y 1908, la cuales motivan dudas sobre la continuidad de
las objeciones argentinas a la ocupación Británica.

Otro de los argumentos británicos es el derecho a la libre determinación, sosteniendo que ninguna decisión
sobre las Islas puede tomarse sin el consentimiento de la población que habita en ellas.

La reclamación británica se basa en tres elementos esenciales:

1. El no abandono de las islas en 1774.

2. la adquisición por prescripción producida la ocupación de las Islas desde 1833.

3. la negación de que las protestas argentinas hayan tenido o tengan fuerza para interrumpir dicha
prescripción.

Los títulos argentinos sobre Malvinas se encuentran en el informe Kershaw. Están fundados en el
reconocimiento, tanto expreso como implícito, de los títulos de España por parte de Gran Bretaña en el siglo XVIII,
basados en los siguientes hechos:

132
Guiñazú, María Virginia

1. La decisión del gobierno británico de cancelar la expedición proyectada a las islas en 1749
como resultado de una forma de protesta por parte de España.

2. El supuesto entendimiento de que Gran Bretaña en 1771 abandonaría las Islas después de la
reocupación.

3. La firma de la convención de Nootka en 1790 por la cual Gran Bretaña renuncia establecerse,
en el futuro, en las costas del este y el oeste de América del Sur y las Islas adyacentes.

Los elementos más importantes en la reclamación Argentina son:

1) al dejar las islas en 1811, España reservó sus derechos de soberanía por lo que no podía
considerárselas como terra nullius.

2) la Argentina es heredera de toda la jurisdicción territorial del antiguo Virreinato del Río de la
Plata que incluye a las Islas Malvinas.

3) el nuevo gobierno de Buenos Aires realizó diversos actos gubernamentales sin oposición
alguna por parte de otros gobiernos incluido Gran Bretaña.

4) Gran Bretaña reconoció la independencia Argentina en 1825 después de que ella ejerció
actos de soberanía sobre las Islas sin hacer ninguna reserva a este respecto.

5) La ocupación británica de 1833 significó la expulsión por la fuerza de las autoridades


Argentinas.

6) la Argentina repetidamente desde 1833 ha protestado formalmente por la ocupación


británica de las Islas solicitando su devolución.

Con relación al principio de la libre determinación, Argentina sostiene: I. que la controversia está referida a la
integridad territorial del país y II. que la población de las Islas no constituye propiamente un pueblo.

El abandono de las Islas Malvinas por los ingleses en 1774: uno de los elementos más importantes para
determinar cuál era el status de las islas en 1833, es determinar si GB las abandonó o no al retirarse en 1774.

No se discute que el abandono del territorio en el DI constituye la tradicional teoría del abandono del derecho
romano: quien llevaba a cabo un abandono puro y simple lo hacía con el ánimo de perder la posesión y sólo
reteniendo la posesión se podría retener el dominio. En el plano internacional de la intención y el hecho del
abandono se requiere que en el tiempo subsiguiente el gobierno respectivo no efectúe acto alguno de soberanía.
El efecto jurídico del abandono se traduce en la pérdida del territorio, para eso el abandono debe ser voluntario.

La mayoría de los autores parece favorecer la tesis de que los ingleses abandonaron las islas en 1774. Sin
embargo, en el informe Jenner, se sostiene que las Islas nunca fueron abandonadas por los ingleses porque
dejaron claros indicios y reclamaciones de soberanía sobre ellas, incluidas una placa que reclamaba su propiedad
para el George III de Inglaterra. Ferrer Vieyra sostiene que el abandono queda demostrado por la completa falta
de actividad Estatal. Sólo en 1829, después de un período de 55 años, GB presentó protesta por los reiterados
actos de gobierno de las Provincias Unidas.

133
Guiñazú, María Virginia

La reclamación británica fundada en la prescripción: a propósito de este fundamento cabe señalar que en dos
circunstancias ante tribunales internacionales, Gran Bretaña rechazo la prescripción como institución DI. Así, la
negó en el caso del mar de Bering y en el caso de las fronteras de Alaska.

a) Requisitos para prescribir: respecto al territorio hay unanimidad de opinión entre los tratadistas, acerca de
que sólo se puede prescribir un territorio sobre el cual otro país tiene un título. Es decir sólo se puede prescribir
territorios que no sean res nullius, si el territorio es res nullius la adquisición es por ocupación. En el caso de las
Islas Malvinas, la posición oficial inglesa es contradictoria. En el informe de Kershaw se dice que en 1811 el retiro
español las transformó en Terra nullius y que los actos del gobierno argentino no constituyeron ocupación
efectiva. A la vez se afirma que había dudas acerca de la soberanía británica sobre la Falkland del este, pero no
sobre las Falkland del Oeste, contradiciéndose la declaración de Terra nullius. Finalmente el informe sostiene que
los títulos de Gran Bretaña sobre las islas fundados en la prescripción adquisitiva parecen tener valor. Por otra
parte en el memorándum del Foreign Office se dice que la acción del capitán Duncan en 1831 no fue suficiente
para establecer un estatus de Terra nullius y que la reclamación británica no ha sido basada en la afirmación de
que las Islas tenían ese carácter, sino en que Argentina no tenía suficientes títulos sobre ellas.

La realidad es que las Islas eran de Argentina y que los ingleses se apoderaron de ellas por la fuerza. En
conclusión, no hay dudas - de hecho o de derecho - de que las Malvinas estaban ocupadas en 1833 por Argentina.
La reclamación de 1820 fue seguida por numerosos actos de gobierno que configuran una real ocupación desde el
punto de vista del DI.

Respecto del acto de Posesión: La mayoría de los autores expresa que un acto de fuerza en la posesión
excluye a la prescripción, y Gran Bretaña ocupó las islas Malvinas en 1833 utilizando la fuerza naval; sí puede
discutirse si hubo o no actos de fuerza física propiamente; pero en ningún caso cabe sostener que las fuerzas
argentinas - que estaban en evidente inferioridad- abandonaron voluntariamente las Islas.

Sobre la buena fe, el acto de posesión debe ser realizado con ella, porque se trata de una institución que
procede del Derecho civil y que requiere para poder prescribir que la posesión sea de buena fe, pacífica y no
interrumpida natural o civilmente. En el caso de las Islas, ningún tratadista o historiador inglés insistió en la buena
fe del acto de ocupación de 1833. GB conocía que era un territorio reclamado y ocupado por Argentina.

En cuanto al tema del consentimiento, está en la esencia de la prescripción la aceptación del Estado contra el
cual se prescribe. Esta aceptación puede estar representada por una larga y continua tolerancia o aceptación de la
privación de sus derechos. Cuando no hay consentimiento, la reclamación por prescripción no puede prosperar,
frente a la negación de la validez del acto posesorio como contrario al DI y violatorio de los derechos del Estado
afectado. Este requisito, necesario para poder prescribir, en ningún caso puede ser invocado por Inglaterra. El
gobierno Argentino nunca aceptó o dio, tácita o expresamente, su consentimiento a la ocupación de las Islas por
GB.

A los fines de la posesión pacífica se afirma que para poder prescribir la posición tiene que ser no cuestionada.
En el caso de Malvinas no es racional afirmar que la ocupación británica haya sido pacífica, frente una oposición
abierta del gobierno y del pueblo argentino, independientemente de las protestas diplomáticas que
periódicamente se le planteó el gobierno inglés.

Al fin de la prescripción se requiere un tiempo suficiente para crear, bajo la influencia de los sucesos
históricos, la convicción universal de que la situación está ajustada al DI. Gran Bretaña fundaría su reclamación en

134
Guiñazú, María Virginia

el hecho que desde 1849 hasta 1884 y desde 1888 hasta 1908 la Argentina no presentó ninguna protesta como
circunstancia que le proporcionaría un tiempo apropiado para prescribir. A propósito de ello cabe invocar que
Argentina en 1849 dejó expresa constancia de que no continuaría con las reclamaciones dada la poca atención
que prestaba el gobierno británico, pero que los derechos argentinos continuaban en su plena vigencia. En 1884,
Argentina le ofreció formalmente al Reino Unido recurrir al arbitraje, ofrecimiento que fue rechazado y que se
reiteró en los años siguientes. Desde ese ofrecimiento, Gran Bretaña quedó de nuevo en falta frente al DI sin
poder prescribir. Por otra parte, en ningún caso hubo una convicción generalizada de que la ocupación de las Islas
por los británicos estaba ajustada al DI.

El tema de la protesta tiene importancia fundamental aunque no decisiva para la reclamación de la Argentina.
Cabe preguntarse cuál es el valor que tiene la protesta frente al valor del transcurso del tiempo: la doctrina
tradicional entiende que la protesta de un estado interrumpe la prescripción. En los últimos años ha existido una
modificación a dicha posición, en el sentido de que la protesta necesita de una manifestación adicional de
voluntad que se debe traducir en el recurso a la negociación o al arbitraje y, eventualmente, en la comparecencia
de un tribunal de Justicia internacional.

Para algunos autores, hay actos tan claramente violatorios del DI que no es necesario protesta para impedir la
prescripción. La protesta constituye una declaración de voluntad de no reconocer como legítima una pretensión
determinada. Esa permite preservar los derechos del Estado protestante y es un impedimento efectivo para
impedir el perfeccionamiento de un título por prescripción. Concretamente, sirve a los fines de indicar que el
estado no abandonará su título sobre el territorio controvertido.

La República Argentina desde el comienzo mismo del conflicto estuvo dispuesta a someterlo a una solución
amistosa. En 1884 hicieron una propuesta formal de llevarlo al arbitraje internacional. Esta propuesta fue
reiterada en dos o tres oportunidades más y en todas fue contestada con el silencio británico.

En última instancia es comprensible la dificultad que tienen los autores británicos en encontrar un
razonamiento ajustado a derecho: para que la prescripción pueda proceder se debe descartar el status de tierra
de nadie; si se reconoce el abandono de las islas en 1774, se está reconociendo la validez de la ocupación
Española y posteriormente Argentina; si se reconoce que la soberanía continúa en manos de España, se viola la
Convención de Nootka. De reconocerse la validez de la actividad Estatal Argentina después de 1820 se reconoce
que el apoderamiento de las islas en 1833 constituyó un acto contrario al DI. Pretender que Argentina abandonó
las islas en 1833 sin que hubiese ningún acto de fuerza británico no sirve en modo alguno como para convencer
de que hubo real abandono y las inmediatas protestas argentinas destruyen ese argumento.

La Cuestión Malvinas en las Naciones Unidas:

Resolución 2065 (XX) – Cuestión de las Islas Malvinas (Falkland Islands): Conforme a esta resolución, de fecha
16 de diciembre de 1965, la AG de NU, habiendo examinado la cuestión de las Islas Malvinas (Falkland Islands),y
con conocimiento del conflicto existente entre los Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido acerca de la
soberanía sobre dichas Islas, invita a ambos Gobiernos a proseguir sin demora las negociaciones recomendadas
por el Comité Especial encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación de la Declaración sobre la
concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales a fin de encontrar una solución pacífica al
problema.

135
Guiñazú, María Virginia

Resolución 3160 (XXVIII) - Cuestión de las Islas Malvinas (Falkland Islands): La AG, gravemente preocupada
por el hecho de que habían transcurrido 8 años desde la adopción de la resolución 2065 (XX) sin que se hayan
producido progresos sustanciales en las negociaciones, y reconociendo los continuos esfuerzos realizados por el
Gobierno de la Argentina para facilitar el proceso de descolonización y promover el bienestar de la población de
las Islas, declara la necesidad de que se aceleren las negociaciones previstas en la resolución 2065 para arribar a
una solución pacífica de la disputa de soberanía existente entre ambos sobre las Islas. Insta en consecuencia a
ambos Gobiernos a que, de acuerdo con las prescripciones de las resoluciones pertinentes de la AG, prosigan sin
demora las negociaciones para poner término a la situación colonial.

Resolución 31/49 - Cuestión de las Islas Malvinas (Falkland Islands): agrega a las anteriores el instar a las dos
partes a que se abstengan de adoptar decisiones que entrañen la introducción de modificaciones unilaterales en
la situación mientras las Islas están atravesando por el proceso recomendado en las resoluciones mencionadas.

Tema 2: La Guerra de Malvinas y sus Efectos en las Naciones Unidas. Negociaciones en la Posguerra de
Malvinas.

Los hidrocarburos y la plataforma continental de las Islas Malvinas: HORTENSIA GUTIERREZ POSSE

La cuestión de la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del sur, pendiente de solución entre
nuestro país y el Reino Unido de conformidad con las resoluciones de la asamblea general de la ONU y a los
acuerdos a los que han llegado las partes en la controversia, involucra no sólo un problema territorial sino
también de jurisdicciones marítimas que rodean a las Islas. Esto es el ejercicio de la soberanía sobre el mar
territorial, las competencias en la zona contigua, y los derechos soberanos en la zona económica exclusiva a los
fines de la explotación, exploración, conservación y administración de sus recursos tanto vivos como no vivos;
como el ejercicio de derechos de soberanía sobre la plataforma continental a los efectos de la explotación de los
recursos naturales.

La controversia en relación a la soberanía de las Islas se inserta en el marco de la ONU desde los albores
mismos de esta institución. En efecto, en la conferencia de San Francisco en la que se adoptó el texto de la carta
constitutiva, Argentina manifestó que en ningún caso aceptaría que el sistema del fideicomiso que se estaba
elaborando para un determinado tipo de territorios no autónomos pudiese ser aplicado a territorios de nuestro
país sujetos a reclamo o controversia o que se encontrasen en posesión de otros estados. En ese ámbito, desde
1945 y hasta 1965, año a año se reafirmaba el principio de que se trataba de un territorio integrante del territorio
nacional, del ya había sido agregado por un acto de fuerza colonial en 1833. Precisamente es en 1965 que la
Asamblea General adopta la resolución 2065 (XX) por la que la comunidad internacional verifica la existencia de
la controversia sobre la soberanía de las Islas y señala al Reino Unido y a la Argentina que la cuestión debe ser
solucionada por negociaciones en las que se apliquen los principios adoptados por la organización en materia de
descolonización y tendientes a hacer cesar todas formas de dominación extranjera. Hasta ese momento, y desde
1833, sólo se mencionaba las islas; es decir, territorios. Sin embargo, ya en 1950 Gran Bretaña había adoptado
una ordenanza haciendo reserva de derechos en relación a los espacios marítimos que rodean estas tierras, en
particular a la plataforma continental.

Así en 1964 y en el marco de Subcomité de Organización, el Reino Unido se preocupó en dejar asentada su
posición en el sentido de que las islas, en el derecho del mar, tienen su propia plataforma continental sobre la que
gozan de derechos los Estados costeros. Por ende, reservaba plenamente sus derechos sobre la plataforma

136
Guiñazú, María Virginia

continental adyacente a las Islas Falkland estando dispuestos a determinar la frontera apropiada de esta
plataforma entre la Argentina y las Islas.

Las negociaciones en el marco de la ONU se inician en 1966 y durante sus primeros años ambos países parecen
buscar de buena fe una solución a la cuestión. No obstante, en el Documento de Trabajo preparado por la
Secretaría General en 1970 con información sobre el territorio en lo que hace a las condiciones económicas, se
expresa que en diciembre de 1969 se había manifestado en la Cámara de los Comunes que se habían formulado
algunas consultas al gobernador del territorio acerca de las licencias para realizar exploraciones en busca de
petróleo en el mar próximo.

En la evolución de las relaciones internacionales, 1973 es uno de los años claves. Es el año de la primera crisis
del petróleo en el mundo a raíz del conflicto árabe israelí y es también el año en el que el gobierno argentino se
ve obligado a dirigir una nota al secretario general de la ONU comunicando que el proceso de negociación con el
Reino Unido se encontraba virtualmente paralizado. La AG de la ONU adopta la resolución A/3160 (XXVIII) en la
que, a la par de expresar su reconocimiento por los continuados esfuerzos realizados por el gobierno de la
Argentina, declara la necesidad de acelerar las negociaciones, instando a ello a ambos países. Una vez más el
Comité Especial de agosto de 1974, al ocuparse de la economía de las Islas, relata que su gobernador había
afirmado la posibilidad de que se encontrara petróleo.

El informe del año siguiente incluye dos mociones adoptadas por el Consejo legislativo de las islas según las
cuales el Gobierno de la Colonia debía tomar medidas inmediatas para invitar a las partes interesadas a que
soliciten licencias para examinar las posibilidades de perforar pozos de explotación de petróleo, con el fin de
aprovechar lo antes posible todo el que hubiere disponible.

Por su parte una nota publicada en The Financial Times de Londres en 1975 mencionaba que Reino Unido
estaba contemplando soluciones que pudieran armonizar las reclamaciones de Argentina con la decisión de Gran
Bretaña de acatar los deseos de los habitantes del territorio.

En tanto el Secretario de Estado de Relaciones Exteriores y Asuntos del Commonwealth declaraba ante la
cámara de los comunes que el gobierno de GB no tenía dudas acerca de su soberanía sobre las Islas Falkland y su
correspondiente mar territorial, y agregaba que tampoco había dudas acerca de sus derechos soberanos
exclusivos de explotación y exploración de los recursos naturales de la plataforma continental de las Islas.

Sin embargo, ante la AG de la ONU, el representante permanente del Reino Unido declaraba en 1975 que su
gobierno no tenía intenciones de tomar medidas unilaterales en la explotación del petróleo.

La tensión generada entre ambos países se hace evidente cuando el representante permanente de la
Argentina ante la ONU le informa al Consejo de Seguridad y al Secretario General de la organización en febrero de
1976 la seria violación de las normas relativas a la jurisdicción marítima Argentina en que había incurrido el buque
británico Shackleton como consecuencia de las actividades de investigación científica, geofísicas y geológicas,
realizadas en la plataforma continental Argentina, claramente orientada a la explotación del petróleo.

La AG adopta en 1976 la resolución 31/49 por la que se pide a ambos gobiernos que aceleren las
negociaciones relativas a la disputa de soberanía, instándolos a que se abstengan de adoptar decisiones que
entrañen la introducción de modificaciones unilaterales en la situación.

En julio de 1977 se reanudan las negociaciones entre los dos países, las que se referirían tanto a las futuras
relaciones políticas, incluyendo la soberanía, como a la cooperación económica con respecto a las islas en
particular y al Atlántico sudoccidental en general.

137
Guiñazú, María Virginia

En agosto de 1978 trasciende la noticia de que el Consejo de Ministros británico estaría por decidir extender la
jurisdicción marítima de las Islas Malvinas a 200 millas. La ONU intentaba través de la Convención sobre el
Derecho del Mar revisar y desarrollar las instituciones de ese ordenamiento jurídico para considerar que la regla
según la cual los estados ribereños tenían ciertos derechos soberanos en una zona de 200 millas marinas medidas
de las líneas de base se estaba consolidando como una hora norma jurídica consuetudinaria de alcance general.

En diciembre de 1980 el Ministro de Estado de la Secretaría Asuntos Exteriores y del Commonwealth del Reino
Unido, luego de haber visitado el Territorio, informaba al parlamento británico que los elementos esenciales de
toda solución consistirían en preservar la administración, las leyes y el modo de vida de los isleños, liberando al
mismo tiempo las posibilidades de la economía y los recursos marítimos de las Islas que se veían frustrados por la
controversia. Todo posible arreglo debería ser sancionado por los isleños y por esta Cámara. En enero del año
siguiente, el Consejo legislativo del Territorio aprueba una propuesta que pedía el gobierno de Reino Unido que
continuase las conversaciones con el gobierno de la Argentina con miras a llegar a un acuerdo que congelara la
disputa sobre la soberanía durante un determinado período.

A mediados de febrero de 1981 se anunció que el mayor yacimiento submarino de petróleo perteneciente a
nuestro país había sido encontrado cerca de la costa patagónica, situado en una zona adyacente a Magallanes,
que se extendería a ambos lados de lo que el Reino Unido consideraba como una línea media entre Argentina y el
Territorio.

En julio de 1981 el representante permanente de nuestro país ante la ONU se dirigía el secretario general a fin
de hacer saber que se había invitado al Reino Unido a impulsar el proceso negociador en razón de que aún no se
había logrado progresos sustanciales, y al expresar las posiciones básicas del gobierno argentino, afirmaba que en
relación a los recursos de las Islas estaba dispuesto a procurar fórmulas prácticas que contemplasen los intereses
de quienes podrían beneficiarse con el desarrollo de dichos recursos.

La propuesta Argentina fue rechazada por el gobierno británico lo que llevó a una situación de tensión
internacional que a partir de marzo de 1982 desembocó en un conflicto armado. En ese contexto, el Reino Unido
establece el lunes 12 de abril de 1982 en torno a las Islas Malvinas una zona de exclusión marítima cuyo límite
exterior fuere un círculo de 200 millas náuticas de radio. La zona de doscientas millas quedó establecida.

Una vez cesadas de hecho las hostilidades en el Atlántico sur y manifestada por las partes la intención de no
reanudarlas, el Reino Unido comunicó al presidente del Consejo de Seguridad que había proclamado en julio de
1982 una zona de protección de 150 millas en la que no permitiría el ingreso de buques de guerra o aviones
militares argentinos y en la que los aviones civiles y buques mercantes en nuestro país sólo podrían entrar con el
acuerdo previo del gobierno británico.

A pedido del gobierno británico un grupo de estudiosos dirigido por Lord Shackleton elaboró y publicó en
septiembre una versión actualizada de su informe de 1976 sobre la economía de las Islas. Entre otras propuestas
a ser consideradas para su desarrollo señalaba que las perspectivas de explotación de petróleo frente a la costa,
tomando a las Islas como base, dependían de un arreglo político con Argentina.

En 1984 el gobernador británico de las Islas resuelve conceder el primer permiso de prospección de petróleo y
gas en la Isla Gran Malvina a la empresa británica Firstland oil and gas. Ese mismo día, en Berna, se interrumpía la
primera reunión argentino-británica luego del conflicto armado al expresar los representantes del Reino Unido
que no estaban dispuestos a hablar de la soberanía ni ahora ni nunca. La AG adopta en 1985 la resolución A /40
/21 en la que una vez más pide a los gobiernos de Argentina y Reino Unido que inicien las negociaciones con
miras a encontrar los medios de resolver pacífica y definitivamente las problemas pendientes entre los dos países

138
Guiñazú, María Virginia

incluyendo todos los aspectos sobre el futuro de las Islas Malvinas. En aquel momento aparece en el escenario
internacional el problema de la pesca en el Atlántico Sur.

En octubre de 1986 el gobierno británico hace una declaración en el sentido de que las Islas Malvinas tienen
derecho conforme al ordenamiento jurídico internacional a una zona de pesca de un ancho máximo de 200 millas
marinas, que se encontraba sujeta a una delimitación con la Argentina en las áreas en que la zona de nuestro país
se superponga con tal territorio.

La misma declaración agregaba que la plataforma continental alrededor de las Islas tiene una distancia de 200
millas. Le correspondía a las autoridades de las Islas Malvinas adoptar medidas legislativas correspondientes.

En febrero de 1987 el canciller argentino admite constituir un proceso negociador. Así se abre el estado actual
con la primera reunión sustantiva de Madrid que se realizó en octubre de 1989.

En la declaración conjunta adoptada en esa ocasión se deja establecido que ambos gobiernos habían acordado
que nada en el desarrollo o contenido de la reunión o de cualquier otra similar ulterior sería interpretado como
un cambio en la posición de uno y otro país acerca de la soberanía o jurisdicción territorial y marítima sobre las
Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes a ellas. Asimismo
convinieron que ningún acto o actividad que llevasen a cabo Argentina, el Reino Unido o terceras partes como
consecuencia del ejercicio de lo acordado en esta reunión o en cualquier otra reunión similar ulterior podría
constituir fundamento para afirmar, apoyar o denegar la oposición de uno u otro acerca de la soberanía y
jurisdicción territorial y marítima sobre las Islas. Este texto implicaba renovar el reconocimiento de la disputa de
soberanía sobre los tres grupos de Islas y las áreas marítimas vinculadas con ellas, y sobre la plataforma
continental.

Creación de dos grupos de trabajo: uno destinado a examinar las medidas para crear confianza y evitar
incidentes en la esfera militar y el otro, para considerar la problemática de la pesca.

En 1989 Su Majestad británica adoptaba la fijación del límite del mar territorial de las Islas a 12 millas náuticas.

En 1990 se realiza en Madrid la Reunión Sustantiva de las delegaciones Argentina y británica, donde adoptaron
la Declaración Conjunta en la que se dejaba constancia de que el gobierno del Reino Unido había decidido dejar
sin efecto la zona de protección establecida en 1982, entrando en vigor las medidas transitorias acordadas por
ambos países para evitar incidentes.

La segunda de sus reuniones se realizó en Londres. Por su parte, los isleños habían dado a conocer un
comunicado en el cual reclamaban comenzar los relevamientos sísmicos.

En septiembre Gran Bretaña anuncia finalmente, en forma unilateral, que ha decidido abrir la licitación para la
protección del área de la plataforma continental.

El derecho del mar y la legislación Argentina: CIJ ha verificado que el principio de la intangibilidad de las
fronteras coloniales se identifica con el principio del uti possidetis juris, cuya consecuencia es el respeto de las
fronteras heredadas de las antiguas metrópolis. Este es el título que reivindica nuestro país frente al Reino Unido
para sostener sus derechos a las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur como estado sucesor de la corona
española. En materia de derecho del mar y la condición jurídica de los espacios marítimos sigue a la de las tierras

139
Guiñazú, María Virginia

que le son adyacentes, es indudable que el título legítimo de la soberanía sobre las Islas comprende también el
título legítimo la jurisdicción marítima que la rodean; en particular, a la plataforma continental.

El concepto jurídico de plataforma continental parte de una realidad física: la prolongación natural del
territorio bajo el mar. Y ese territorio sumergido provee un cuarto de la producción petrolera mundial. La
plataforma continental, en sentido jurídico, comprende actualmente el lecho y el subsuelo de las áreas
submarinas que se extienden más allá del mar territorial y a todo lo largo de la prolongación natural de su
territorio hasta el borde exterior del margen continental, o bien hasta una distancia de 200 millas marinas
contadas desde la línea de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial. En el derecho, la
noción geomorfológica de la plataforma continental reconoce a la par un límite y una extensión.

En 1944, un decreto del PE atgentino proclama la soberanía del Estado argentino sobre el mar epicontinental y
la plataforma continental.

En ese contexto se lleva a cabo el debate con respecto a la aplicación de la Declaración sobre la Concesión de
la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales de la ONU de 1964, entre el representante argentino y el
representante del Reino Unido, en relación a la cuestión de soberanía sobre las Islas Malvinas. El representante
de nuestro país puso de relieve que las Islas se encuentran enclavadas en plena plataforma continental Argentina,
lo que resulta un hecho incontrastable que ilustra claramente la vinculación geográfica y geomorfológica con el
territorio continental como una realidad imposible de negar. Como resultado de este debate se adopta la
resolución 2065 (XX) de la Asamblea General en 1963.

En diciembre de 1966 se dicta la ley 17094 por la que se establece la extensión de la soberanía Argentina en el
mar, que se extiende al lecho del mar y el subsuelo de la zona submarina adyacentes a su territorio y hasta una
profundidad de 200 metros o más allá de este límite hasta donde la profundidad de las aguas suprayacentes
permite la explotación de los recursos naturales de dichas zonas.

La 3° Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar se prolongó hasta 1982, cuando se adoptó
la Convención de Derecho sobre el mar en Montego Bay, Jamaica. Nuestro país declaró desde 1971, en las
sesiones preparatorias, que los límites de la soberanía nacional sobre el lecho del mar y su subsuelo a los fines de
la exploración y de la explotación de los recursos naturales se encuentran en el borde inferior del margen
continental. En el caso de las Islas Malvinas, las riquezas naturales pertenecen a la población que fue desterrada
y, por ende, eran y son de la República Argentina con más territorio del que las Islas fueron separadas por un acto
de fuerza. Y en esta intervención se agregaba que todos sus recursos naturales deben quedar reservados hasta
que se resuelva el pleito de la soberanía por su devolución a la Argentina.

En marzo de 1975, el representante permanente de Argentina en la ONU comunica el secretario general que
teniendo en cuenta que las Islas Malvinas y su plataforma continental forman parte del territorio nacional, no se
reconocen ni se reconocería su titularidad ni el esfuerzo de ningún derecho relativo a la explotación y exploración
de minerales e hidrocarburos por parte de un gobierno extranjero. No obstante los objetivos de la política
exterior británica permanecen inconmovibles y ante noticias del envío de la misión Shackleton un nuevo
comunicado de prensa es trasmitido como documento a la AG por Argentina, expresando que la misión no sería
bienvenida, que violaría el principio de no innovar al realizar investigaciones tendientes evaluar la posibilidad de
explotar económicamente recursos naturales de las Islas y por ende de la República Argentina.

En 1976 el Comité Jurídico Interamericano adoptó una declaración en la que apoyaba plenamente la posición
de nuestro país; alegaba que el envío de la misión contravenía las resoluciones de la AG; definía la presencia de

140
Guiñazú, María Virginia

naves de guerra extranjeras en aguas adyacentes a la Argentina como una amenaza a la paz y a la seguridad y una
violación a las normas internacionales sobre no intervención y concluía que era una conducta hostil contra Arg.

Ello se puso en conocimiento del presidente del Consejo de Seguridad de noviembre de 1976.

Cuándo se reanudan las negociaciones bilaterales en 1977, nuestro país se ve en la necesidad de precisar en la
nota dirigida al secretario general de la ONU que si una orden del Consejo de Ministros extendiese a 200 millas la
zona de jurisdicción marítima de las Islas Malvinas, tal actitud violaría el principio de no innovar contenido en la
Resolución 31/49 de la AG. Vanas también fueron las protestas ante la Organización Internacional cuando cesada
las hostilidades, Gran Bretaña declara la zona de protección de 150 millas náuticas de radio alrededor de las Islas
o cuando en enero de 1985 se reafirma que en razón de ser las Malvinas parte integrante del territorio Nacional
no se reconoce, ni se reconocería en ellas la titularidad o el ejercicio de derecho alguno relativo a la exploración, o
explotación de minerales e hidrocarburos. El Reino Unido avanzaba en su política de actos unilaterales tendientes
a generar en el ámbito internacional la percepción de un título que el derecho no reconoce como legítimo.

Cuando en octubre de 1986 el gobierno británico efectúa la declaración en relación a los espacios marítimos
en la zona de 200 millas, Argentina hace saber su formal protesta ante lo que denomina una pretensión jurídica y
políticamente inaceptable al recaer en espacios sobre los que nuestro país ejerce derechos de soberanía y
jurisdicción, violando Resoluciones de la AG.

En diciembre el Primer Ministro de Reino Unido manifiesta su apoyo a los derechos de los isleños a decidir el
propio futuro incluso cuando otros gobiernos de las Naciones Unidas prefieran aplicar este principio fundamental
de un modo selectivo. Y afirmaba que no negociarían sobre la soberanía.

Argentina publica también en diciembre de 1991 en el boletín oficial la ley 23.968 sobre espacios marítimos en
la que se fija la extensión de la plataforma continental Argentina. En este espacio la Nación Argentina ejerce su
soberanía. De allí la reacción de nuestro país cuando en septiembre de 1992 se rechaza la decisión unilateral
británica de abrir la licitación de prospección aérea de la plataforma continental de las Islas Malvinas.

Resoluciones del Consejo de Seguridad 502 y 505:

La resolución 502 del Consejo de Seguridad de las NU, aprobada el 3 de abril de 1982, exigió el cese inmediato
de las hostilidades a las partes implicadas en el conflicto de las Malvinas, al considerar que existía un
quebrantamiento de la paz en la región de las Islas Malvinas. La resolución exigía además la retirada inmediata de
todas las fuerzas argentinas de las Islas. Finalmente exhortaba tanto a Argentina como al Reino Unido a que
buscasen una solución diplomática al conflicto respetando lo dispuesto por la Carta de las Naciones Unidas.

La resolución 502 fue aprobada un día después del inicio de las operaciones terrestres argentinas para tomar
el control de las Islas Malvinas, conocida como Operación Rosario. Previamente, el 1 de abril de 1982, el Consejo
de Seguridad ya se había reunido de urgencia por la escalada en la tensión entre Argentina y el Reino Unido a
petición de este último país tras remitir una carta al presidente del Consejo de Seguridad en la cual exponía que el
Gobierno del Reino Unido tenía razones fundadas para creer que las fuerzas armadas de la República Argentina
estaban a punto de intentar invadir las Islas Falkland por lo que se solicitaba que se convoque inmediatamente
una sesión del Consejo de Seguridad .

En esa reunión, el representante británico ante las NU, Anthony Parsons, abordó la situación en la Atlántico
Sur, incluyendo el incidente ocurrido en marzo de 1982 en las Georgias del Sur* y reafirmando la soberanía de su

141
Guiñazú, María Virginia

país sobre las Georgias y las Falkland, pero dejó claro que la naturaleza urgente de la sesión se debía a las
sospechas sobre una intervención militar argentina posiblemente a realizarse al día siguiente. Además señaló que
la prensa argentina durante varios días había dado no sólo una información detallada de los movimientos navales
argentinos “dispuestos para operaciones en el Atlántico meridional”, sino también acerca de declaraciones sobre
la importancia de estos movimientos por parte del Ministerio de Defensa argentino.

* El incidente ocurrido en marzo de 1982 en las Georgias, islas escasamente habitadas del Atlántico Sur,
ocurrió cuando un barco propiedad del empresario argentino Constantino Davidoff llegó al puerto de Leith, en las
Georgias del Sur. En el sitio había (y aún hay) una base científica, con personal militar, del British Antartic Survey
(BAS). Las islas eran y siguen siendo consideradas parte del territorio británico de ultramar. Davidoff había
logrado un contrato para desmantelar unas antiguas estaciones balleneras en las islas y el buque llevaba a los
trabajadores que había contratado para dicha tarea. Sin embargo, los 29 obreros que descendieron de la nave
habrían izado la bandera argentina una vez en tierra, y además efectuaron algunos disparos, para cazar un reno
según se supo después. Inmediatamente, las autoridades de la isla les pidió a los visitantes llevarse su bandera e
irse del lugar. Y el gobierno de Malvinas/Falklands también le solicitó en ese momento a la cancillería británica el
envío de refuerzos militares a la zona, en caso de que fuese un intento de Argentina por quedarse en el lugar
como parte del reclamo por las islas del Atlántico Sur. Al día siguiente Londres autorizó el envío del HMS
Endurance a las Georgias del Sur, como una forma de disuadir a los trabajadores a quedarse o volver a izar la
bandera. Pocos días después la junta militar que gobernaba Argentina en ese momento respondió con el
despliegue de un escuadrón de fuerzas especiales a las islas Georgias para proteger a los operarios. Lo que
empezó como un incidente menor comenzó a escalar hasta que aceleró el programa que ya venían ideando los
gobernantes militares argentinos: recuperar Malvinas. Para algunos historiadores y ex funcionarios británicos el
objetivo era medir cómo reaccionaría Reino Unido ante la toma de un territorio similar a Malvinas/Falklands,
antes de que se diese luz verde a la invasión.

El representante Argentino fue invitado a tomar parte en la sesión. Argentina denunció ante el Consejo lo que
creía una agresión por parte británica por el incidente ocurrido en las Georgias del Sur (o Isla San Pedro) (“la
presencia y la acción de naves de guerra británicas en aguas argentinas y contra nacionales argentinos, da
derecho al ejercicio de la legítima defensa”), reclamando a su vez la soberanía argentina de esas islas y
denunciando la actitud obstruccionista del Reino Unido para la resolución diplomática del problema.

La Argentina se vería obligada así a emplear los recursos defensivos apropiados para la protección de su
territorio y de sus nacionales.

Antes de finalizar la sesión el representante británico hizo uso del derecho de réplica para afirmar que su país
no tenía intención alguna de agredir a Argentina, interpelando al representante argentino a que siguiera la
recomendación que el presidente del Consejo de Seguridad acababa de hacer.

El 2 de abril, dio comienzo la 2346 sesión del Consejo de Seguridad, a petición expresa del representante
británico, después de alertar al presidente del Consejo que las Islas Malvinas estaban siendo invadidas por fuerzas
argentinas.

El gobierno británico condenó lo que a su juicio era una agresión argentina, que violaba la Carta de las
Naciones Unidas y el DI, quebrantado además la voluntad de los habitantes de las Malvinas e ignorando las
recomendaciones del Secretario General y el presidente del Consejo de Seguridad.

142
Guiñazú, María Virginia

El representante británico leyó un proyecto de resolución (documento S/14947) redactado por su delegación,
que el día 3 sería votado y aprobado bajo el título de resolución 502.

Posteriormente el representante argentino, acusando al Reino Unido de evadir la cuestión de la soberanía de


las islas y la decisión del gobierno argentino de no aceptar los hechos formulados por el representante británico
durante esta sesión y la anterior, emprendiendo para ello la "recuperación" de las islas en disputa en el Atlántico.

La resolución 505 del Consejo de Seguridad, aprobada por unanimidad el 26 de mayo de 1982, se reafirmó en
la resolución anterior número 502 y declaró que la situación en la región de las Islas Malvinas preocupaba al
Consejo después de haberse agravado.

La resolución instaba a las partes implicadas en el conflicto a cooperar con el Secretario General para
conseguir el fin de las hostilidades. Se pretendía que las partes beligerantes negociasen los puntos para un alto el
fuego para posteriormente, de ser necesario, el envío de una fuerza de observadores que la verificase.

Originalmente Argentina pretendía que la resolución 505 incluyese una referencia a una posible
administración transitoria de las islas, idea que surgió durante las sesiones desarrolladas los días previos, aunque
finalmente fue descartada.

Anteriormente a la aprobación de la resolución 505, el 1 de mayo, Perú, como mediador, propuso un acuerdo
de paz que fue aceptado por Reino Unido pero no por Argentina. Leopoldo Galtieri postergó la respuesta a la
proposición peruana a la consulta de la Junta Militar, siendo descartada cualquier solución pacífica por su parte
tras el hundimiento del Belgrano.

El paraguas y la soberanía en las Malvinas: GARCÍA DEL SOLAR

El "paraguas" es el sobrenombre de una fórmula jurídica llamada "reserva de soberanía" que cobró autoridad
con motivo de los acuerdos en Madrid de 1990 cuando se normalizaron los vínculos entre Argentina y Reino
Unido.

Se trata de un mecanismo jurídico que permite a las partes que tienen un reclamo territorial y que asisten a
una reunión determinada a establecer acuerdos reservar sus respectivas posiciones de soberanía, las que no
serán afectadas por las decisiones que se adopten en esos acuerdos.

En 1971, Argentina y Reino Unido apelaron al paraguas para el Acuerdo de Comunicaciones que promovió un
amplio programa de actividades argentinas ejecutadas en las propias Malvinas hasta 1982, como la construcción
del primer aeropuerto, el suministro de nafta y gas, etc. Actividades que no significan reconocimiento de los
británicos de derechos argentinos sobre las Islas.

Transcurrieron 18 años sin recurrirse a la figura del paraguas pero en 1986 hubo tensiones en el Atlántico Sur
con motivo de la decisión británica de crear una zona de prohibición de pesca alrededor de las Islas. El gobierno
estadounidense se alarmó y propició el encuentro entre argentinos y británicos para que se deliberara sobre la
forma de conservar los recursos pesqueros y de evitar incidentes. El canciller argentino propuso acudir al
paraguas y el Foreign Office. Aprobado por las partes, la reunión no alcanzó a realizarse por la renuncia
prematura del Dr. Alfonsín a la presidencia.

143
Guiñazú, María Virginia

Su sucesor Carlos Menem adoptó como primera medida sobre política exterior la apertura hacia el Reino
Unido para normalizar las relaciones. La tarea fue facilitada por estar listo el texto negociado por el gobierno
anterior.

El texto del paraguas establece: "que ningún acto o actividad que lleven a cabo la República Argentina y el
Reino Unido o terceras partes como consecuencia y en ejecución de lo convenido en esta reunión o en cualquier
otra similar ulterior podría constituir fundamento para afirmar, apoyar o denegar la posición de la República
Argentina o del Reino Unido acerca de la soberanía y la jurisdicción territorial y marítima sobre las Islas”. Esto
permitió la normalización de los vínculos bilaterales.

Tema 4.- El Tratado Antártico. Las partes contratantes. Ámbito geográfico de aplicación. El paraguas de
soberanía del Art. IV. La utilización pacífica del continente antártico. Convenciones más importantes.
Procedimiento para la modificación del Tratado.

Plazo de vigencia. Protocolo del Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente. Análisis general
del Protocolo y sus anexos. Intereses, objetivos y actividad científica argentina.

El tratado Antártico: las partes contratantes.

Los firmantes originales fueron: Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Estados Unidos, Francia, Japón, Noruega,
Nueva Zelanda, el Reino Unido, Sudáfrica y la Unión Soviética, pero el tratado dejó la puerta abierta a cualquier
miembro de la ONU, u otro estado invitado por la totalidad de los signatarios consultivos. Desde su firma el
número de signatarios creció hasta un total de 52 en 2015, pero solo 29 de ellos poseen la categoría de
«miembros consultivos», la que les otorga plenos derechos decisorios. Los restantes 23 son «miembros
adherentes», por lo cual no gozan del derecho a voto.

Articulado:

El Artículo PRIMERO de este tratado, establece que La Antártida se utilizará exclusivamente para fines
pacíficos. Se prohíbe toda medida de carácter militar, como el establecimiento de bases y fortificaciones militares,
la realización de maniobras militares, los ensayos de toda clase de armas. No obstante, el Tratado no impedirá el
empleo de personal o equipos militares para investigaciones científicas o para cualquier otro fin pacífico.

En el ARTÍCULO 3, con el fin de promover la cooperación internacional en la investigación científica en la


Antártida, las Partes Contratantes acuerdan proceder, en la medida más amplia posible:

1) Al intercambio de información sobre los proyectos de programas científicos en la


Antártida, a fin de permitir el máximo de economía y eficiencia en las operaciones;

2) Al intercambio de personal científico entre las expediciones y estaciones en la Antártida;

3) Al intercambio de observaciones y resultados científicos sobre la Antártida, los cuales


estarán disponibles libremente.

El Artículo 4 abre un “paraguas de soberanía” estableciendo que ninguna disposición se interpretará:

144
Guiñazú, María Virginia

a) Como una renuncia, por cualquiera de las Partes Contratantes, a sus derechos de
soberanía territorial, o a las reclamaciones territoriales en la Antártida, que hubiere hecho valer
precedentemente;

b) Como una renuncia o menoscabo, por cualquiera de las Partes Contratantes, a cualquier
fundamento de reclamación de soberanía territorial en la Antártida que pudiera tener, ya sea
como resultado de sus actividades o de las de sus nacionales en la Antártida, o por cualquier otro
motivo;

c) Como perjudicial a la posición de cualquiera de las Parte Contratantes, en lo


concerniente a su reconocimiento o no reconocimiento del derecho de soberanía territorial, de
una reclamación o de un fundamento de reclamación de soberanía territorial de cualquier otro
Estado en la Antártida.

Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras el Tratado se halle en vigencia constituirá fundamento
para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en la Antártida, ni para crear derechos
de soberanía en esta región.

No se harán nuevas reclamaciones de soberanía territorial en la Antártida, ni se ampliarán las reclamaciones


anteriormente hechas valer, mientras el Tratado se halle en vigencia.

El Artículo 5 refiere a la explotación nuclear. Toda explotación nuclear en la Antártida y la eliminación de


desechos radiactivos en dicha región quedan prohibidas.

El ámbito de aplicación territorial del Tratado está establecido en el ARTÍCULO 6 que prevé que se aplicará a
la región situada al sur de los 60º de latitud Sur, incluidas todas las barreras de hielo; sin afectar los derechos o el
ejercicio de los derechos de cualquier Estado conforme al DI en lo relativo a la alta mar dentro de esta región.

ARTÍCULO 7: con el fin de promover los objetivos y asegurar la aplicación de las disposiciones, cada una de las
Partes Contratantes, cuyos representantes estén facultados a participar en las reuniones consultivas, tendrá
derecho a designar observadores, que serán nacionales de la Parte Contratante que los designa.

Todos los observadores designados gozarán de entera libertad de acceso, en cualquier momento, a cada una y
a todas las regiones de la Antártida.

Todas las regiones de la Antártida y todas las estaciones, instalaciones y equipos que allí se encuentren, así
como todos los navíos y aeronaves, en los puntos de embarque y desembarque de personal o de carga en la
Antártida, estarán abiertos en todo momento a la inspección por parte de cualquier observador

A la vez, se prevé que cada una de las Partes Contratantes informará a las otras Partes Contratantes por
adelantado sobre:

a) Toda expedición a la Antártida y dentro de la Antártida en la que participen sus navíos o


nacionales y sobre todas las expediciones a la Antártida que se organicen o partan de su
territorio.

b) Todas las estaciones de la Antártida ocupadas por sus nacionales; y

c) Todo personal o equipo militares que se proyecte introducir en la Antártida

145
Guiñazú, María Virginia

Los observadores designados y el personal científico, así como los miembros del personal acompañante de
dichas personas, estarán sometidos solo a la jurisdicción de la Parte Contratante de la cual sean nacionales, en lo
referente a las acciones u omisiones que tengan lugar mientras se encuentren en la Antártida con el fin de ejercer
sus funciones. (ARTÍCULO 8)

9° ARTÍCULO: Sistema de reuniones de las partes contratantes: los representantes de las Partes Contratantes,
se reunirán en la ciudad de Camberra dentro de los dos meses después de la entrada en vigencia del presente
Tratado y, en adelante, a intervalos y en los lugares apropiados, con el fin de intercambiar informaciones,
consultarse mutuamente sobre asuntos de interés común relacionados con la Antártida y formular, considerar y
recomendar a sus Gobiernos medidas para promover los principios y objetivos del Tratado, relacionadas con:

A - Uso de la Antártida para fines exclusivamente pacíficos;

B - Facilidades para la investigación científica en la Antártida;

C - Facilidades para la cooperación científica internacional en la Antártida;

D - Facilidades para el ejercicio de los derechos de inspección

E - Cuestiones relacionadas con el ejercicio de la jurisdicción en la Antártida;

F - Protección y conservación de los recursos vivos de la Antártida.

Cada una de las Partes Contratantes que haya llegado a ser Parte del presente Tratado por adhesión, conforme
al artículo XIII, tendrá derecho a nombrar representantes que participarán de estas reuniones.

Las condiciones para obtener la calidad de parte contratante es demostrar su interés en la Antártida, mediante
la realización en ella de investigaciones científicas importantes, como el establecimiento de una estación científica
o el envío de una expedición científica.

ARTÍCULO 10: Cada una de las Partes se compromete a hacer los esfuerzos para que nadie lleve a cabo en la
Antártida ninguna actividad contraria a los propósitos y principios del Tratado.

ARTÍCULO 11: solución de controversias. En caso de surgir una controversia entre dos o más de las Partes,
concerniente a la interpretación o aplicación de este Tratado, dichas Partes Contratantes se consultarán entre sí
como el propósito de resolver la controversia por negociación, investigación, mediación, conciliación, arbitraje,
decisión judicial u otros medios pacíficos, a su elección. Toda controversia de esa naturaleza, no resuelta por tales
medios, será referida a la CIJ, con el consentimiento de todas las partes en controversia, para su resolución; pero
la falta de acuerdo para referirla a la CIJ no dispensará a las partes en controversia de la responsabilidad de seguir
buscando una solución por cualquiera de los diversos medios pacíficos contemplados en el presente artículo.

Enmiendas: ARTÍCULO 12. El Tratado podrá ser modificado o enmendado en cualquier momento, con el
consentimiento unánime de las Partes Contratantes. Tal modificación o enmienda entrará en vigencia cuando el
Gobierno depositario haya sido notificado por la totalidad de dichas Partes Contratantes de que las han ratificado;
Si la modificación o enmienda no hubiere entrado en vigencia, dentro de un período de 2 años, contados desde la
fecha de su comunicación a todas las Partes Contratantes, cualquiera de las Partes Contratantes podrá, después
de la expiración de dicho plazo, informar al Gobierno depositario que ha dejado de ser Parte del Tratado, y dicho
retiro tendrá efecto dos años después que el Gobierno depositario haya recibido esta notificación.

146
Guiñazú, María Virginia

Ratificación. ARTÍCULO 13: El presente Tratado estará sujeto a la ratificación por parte de los Estados
signatarios. Quedará abierto a la adhesión de cualquier Estado que sea miembro de las NU, o de cualquier otro
Estado que pueda ser invitado a adherirse al Tratado con el consentimiento de todas las Partes Contratantes.

La ratificación del presente Tratado o la adhesión al mismo será efectuada por cada Estado de acuerdo con
sus procedimientos constitucionales.

Los instrumentos de ratificación y los de adhesión serán depositados ante el Gobierno de Estados Unidos, que
será el Gobierno depositario.

ARTÍCULO 14 – Idiomas: inglés, francés, ruso y español.

Características Generales:

Fue creado con la finalidad de prevenir futuros conflictos en la zona Antártica y crear una suerte de equilibrio.
El tratado posterga las soluciones en materia territorial y mantiene el status quo que existía en éste mientras el
tratado se encuentre vigente.

Supuso un modo de entendimiento entre Estados Unidos y la URSS en medio de la Guerra Fría. Y establece a
la Antártida como el primer continente de paz en el mundo.

Contenido: se trata de un tratado corto y claro de 14 artículos. Sus principios fundamentales son:

1) Antártida es una zona de paz, donde está prohibida todo operación militar.

2) promueve la cooperación científica y la libertad de investigación.

3) estimula el intercambio en ciencia y técnica.

4) los estados reivindicantes no renuncian a sus reclamos territoriales y de soberanía.

5) los estados no reivindicantes tampoco renuncian a su posición de reconocimiento, o no


reconocimiento, de los reclamantes.

6) no habrá nuevos reclamos en el Continente Antártico, mientras rija el tratado.

7) el continente Antártico no será depósito de desechos radiactivos.

8) el límite de jurisdicción fijado es el paralelo de 60° de latitud Sur.

9) impone inspecciones y control mutuo mediante observadores.

10) el personal científico, de trabajo y acompañante, se somete la jurisdicción del Estado parte al
cual pertenece.

11) fija reuniones periódicas para formular recomendaciones a sus gobiernos tendientes a lograr
los objetivos del tratado. Establece condiciones para acceder a la categoría de partes consultivas.

12) todo conflicto que surge entre las partes se resolverá por medios pacíficos.

147
Guiñazú, María Virginia

13) el tratado Antártico puede modificarse en cualquier momento, por unanimidad. Desde los 30
años de su vigencia cumplida en 1991 puede ser modificado por la mayoría de las partes
contratantes.

14) el tratado Antártico se encuentra abierto a la adhesión de cualquier miembro de la ONU. En este
supuesto se accede a él como parte adherente.

15) distingue dos categorías de Estados partes: los estados partes consultivas (con poder de decisión
en las reuniones) los estados partes adherentes.

Dinámica del tratado Antártico: reuniones consultivas.

El tratado sienta los principios generales de un régimen jurídico político, que debe ser posteriormente
desarrollado en base a las recomendaciones que adopten las partes consultivas en las reuniones realizadas a este
efecto. Las reuniones consultivas deben desempeñar actividad legislativa.

Las recomendaciones aprobadas en las reuniones consultivas deben ser posteriormente ratificadas por las
partes contratantes.

Reuniones consultivas especiales: tratan cuestiones trascendentales. Existe una diferencia fundamental en
cuanto a las recomendaciones adoptadas por las reuniones consultivas especiales respecto de las ordinarias, en el
sentido de que aquellas no necesitan la ratificación de los estados partes contratantes, sino que son obligatorias y
rigen por sí desde su aprobación.

La cuestión de la explotación. Las psoturas principales respecto al régimen de explotación de los recursos
vivos son 2:

1) las potencias pesqueras: EEUU, la URSS, Japón y Noruega quieren pescar sin trabas en
las aguas antárticas.

2) los países reclamantes de soberanía especialmente Argentina y Chile se pronuncian por


un sistema de conservación rigurosa.

La solución adoptada por la convención en Canberra favorece la primera de las posiciones al no establecer
límites concretos a la explotación.

Por su parte, la cuestión tocante a los recursos no renovables es aún más conflictiva. La reunión consultiva de
Oslo de 1975 logra la aprobación de una recomendación que consagra una moratoria limitada, es decir una
postergación de la explotación hasta que se realicen los estudios científicos que aporten condiciones mínimas de
seguridad a esta futura explotación.

En esta problemática, como en la anterior, se presentan dos tendencias contrapuestas:

- Los primeros que se pronuncian por la moratoria. Tratan de proteger sus derechos
patrimoniales, y al mismo tiempo no disponen de la tecnología apropiada para esta exploración. La
URSS tuvo dos razones claras y lógicas para oponerse a la explotación: primero produce y exporta
petróleo y 2 desea dirigir todos los esfuerzos en materia de explotación para lograr la primera en su
vastísimo territorio.

148
Guiñazú, María Virginia

- La segunda postura agrupa los estados que proponen la explotación mineral inmediata, que son
las potencias con tecnología apropiada y que a su vez sufren la crisis energética, viendo como posible
nueva fuente de abastecimiento de petróleo a la Antártida.

Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del medio ambiente. Análisis General del Protocolo y de sus
anexos.

El protocolo es el resultado de un proceso de negociación entre las partes consultivas, basado en el principio
indiscutible de la necesidad de protección integral del medio ambiente.

Constituye un verdadero régimen para la protección integral del medio ambiente, cubriendo todas las
actividades humanas y usos permitidos en la Antártida. Es a la vez una Codificación Ordenada de
Recomendaciones de Reuniones Consultivas y de normas de otros instrumentos, sobre las que existe experiencia
acumulada así como normas nuevas.

En este sentido el preámbulo señala la necesidad de incrementar la protección del medio ambiente Antártico y
de los Ecosistemas Dependiente y Asociados; a la vez la de reforzar el Sistema del Tratado Antártico para
garantizar que la Antártida sigue utilizándose siempre exclusivamente para fines pacíficos y no se convierta en
escenario u objeto de discordia internacional.

En cuanto al área de aplicación, se refiere al medio ambiente Antártico, como a los ecosistemas dependientes
y asociados (igual que Tratado Antártico), así como también a las áreas adyacentes que deben ser tenidas en
cuenta para el propósito de protección del protocolo. El ARTÍCULO 2 menciona el objetivo y la designación: "las
partes se comprometen a la protección global del medio ambiente Antártico y los ecosistemas dependientes y
Asociados y designan a la Antártida como reserva natural, consagrada a la paz y a la ciencia". La expresión de
reserva natural consagrada a la ciencia, no implica dar a la Antártida el carácter de patrimonio común de la
humanidad. No obstante acoge la tendencia del DI tendiente a la internacionalización de la Antártida.

El ARTÍCULO 3 se refiere a los principios medioambientales entre los cuales establece:

a) que la actividad en el área del tratado Antártico será planificada y realizada de tal
manera que se limita el impacto perjudicial sobre el medio ambiente Antártico y los ecosistemas
dependiente y Asociados.

b) que las actividades en el área del tratado Antártico serán planificada y realizadas de tal
manera que se eviten los efectos perjudiciales sobre:

- las características climáticas y meteorológicas

- la calidad del agua y del aire

- los cambios significativos en el medio ambiente atmosférico terrestre, incluyendo el


acuático, glacial y marino.

- los cambios en la distribución, cantidad o capacidad de reproducción de las especies o


poblaciones de especies de la flora y la fauna.

149
Guiñazú, María Virginia

- la degradación o el riesgo sustancial de degradación de áreas de importancia biológica,


científica, histórica, estética o de vida Silvestre.

las actividades en el área del tratado Antártico deberán ser planificadas y realizadas sobre la base de una
información suficiente que permita evaluaciones previo y un juicio razonado sobre su posible impacto en el medio
ambiente Antártico y en sus ecosistemas dependiente y Asociados.

c) se llevará a cabo una observación regular y ética que permita la evaluación del impacto
de las actividades en curso incluyendo la verificación de los impactos previstos.

Finalmente establece el artículo 3: "Las actividades deberán ser planificadas y realizadas de tal manera que se
otorga prioridad a la investigación científica y se preserva el valor de la Antártida con una zona para la realización
de tales investigaciones".

Se prevé la evaluación integral del impacto sobre el medio ambiente el cual es considerado como un todo.

Dentro de las disposiciones de interés en el Protocolo Cabe destacar:

ARTÍCULO 7 - prohibición de cualquier actividad relacionada con los recursos minerales, salvo la investigación
científica.

ARTÍCULO 11 – se establece un Comité para la Protección del Medio Ambiente. Cada parte tiene derecho a
participar como miembro de este comité con un representante que puede estar acompañado por expertos y
asesores. Debe presentar un informe de cada una de sus sesiones a las reuniones consultivas del tratado
Antártico, donde se reflejen las opiniones expresadas.

El ARTÍCULO 11 establece el procedimiento para la adopción de conclusiones de informe del comité. Si bien se
infiere que dicha adopción debe ser por unanimidad, como en las reuniones consultivas, no lo dice. Sus decisiones
deben ser adoptadas exclusivamente por sus miembros consultivos.

Según el ARTÍCULO 12 la función del comité consiste en proporcionar asesoramiento y formular


recomendaciones a las partes en relación con la aplicación del protocolo.

El ARTICULO 13 establece cada parte tomará las medidas adecuadas para asegurar el cumplimiento del
mismo, inclusión de la adopción de leyes y reglamentos, actos administrativos y medidas coercitivas.

A su vez cada parte debe llevar a cabo los esfuerzos necesarios, compatibles con la carta de Naciones Unidas,
para que nadie emprenda ninguna actividad contra el protocolo en el territorio Antártico.

De la misma manera cada parte podrá llamar la atención de todas las demás sobre cualquier actividad que, en
su opinión, afecta la aplicación de los objetivos y principios de este protocolo.

Las reuniones consultivas el tratado Antártico llamarán la atención de cualquier estado que no sea parte del
protocolo sobre cualquier actividad emprendida por aquel estado, sus agencia, organismos como personas
naturales o jurídicas, buques o aeronaves y otros medios de transporte que afectan la aplicación de los objetivos y
principios del protocolo.

El ARTÍCULO 14, establece que las partes consultivas tomarán medidas individual o colectivamente para la
realización de inspecciones por observadores.

150
Guiñazú, María Virginia

Son observadores los designados por cualquier parte consultiva del tratado que serán nacionales de esa parte
y, cualquier observador designado durante las reuniones consultivas del tratado Antártico para realizar
inspecciones según los procedimientos que se establezcan.

Otro de los aspectos relevantes del protocolo es el procedimiento para la solución de controversias, el cual
resulta más elevado que el tratado Antártico y lleva a las partes a la aceptación de una jurisdicción obligatoria que
es la del tribunal arbitral.

El ARTÍCULO 18 relativo a la solución de controversias establece que en cualquier controversia que se refiera a
la interpretación o aplicación del protocolo las partes deben consultarse entre sí a través de los medios pacíficos
que las mismas acordaren.

El ARTÍCULO 19 establece que al momento de firmar, ratificar o aceptar adherirse a este protocolo, o en
cualquier momento posterior, pueden elegir, mediante declaración escrita, uno de los siguientes medios para la
solución de controversias relacionadas con la interpretación o aplicación de los artículos 7, relacionada con la
actividad sobre recursos mineros, 8, relativa a la evaluación del impacto ambiental, y 15 sobre la respuesta en
caso de emergencia. Estos medios son la Corte Internacional de Justicia o el Tribunal Arbitral.

Si las partes de una controversia han aceptado el mismo medio para la solución de controversias, la
controversia sólo puede ser sometida a ese procedimiento salvo que las partes acuerden lo contrario. Si las partes
no han aceptado el mismo medio para la solución de controversias o si ambas han afectado a los medios como la
controversia sólo puede ser sometido al tribunal arbitral, salvo que las partes acuerden lo contrario.

El APÉNDICE del Protocolo se refiere al arbitraje. Las partes tienen derecho a designar hasta tres árbitros,
cuyo nombre constituirán una lista de arbitraje y donde las partes deben mantener en todo momento el nombre
de por lo menos un árbitro en la lista.

Ante una controversia, el tribunal arbitral estará formado por tres árbitros que serán designados uno por la
parte en controversia que inicia el proceso, que podrá ser de su misma nacionalidad; el segundo por la otra parte
en la controversia, y finalmente un tercero designado en común acuerdo por las partes en la controversia. Este
último no podrá ser de la misma nacionalidad de ninguna de las partes y será quien presidirá el tribunal arbitral.

Cualquier parte que crea tener interés jurídico general o particular, que pudiera ser afectado de manera
sustancial por el laudo del tribunal arbitral puede intervenir en el proceso, salvo que el tribunal arbitral decida lo
contrario.

El tribunal arbitral decidirá sobre la base del protocolo y de otras normas y principios de DI aplicables que no
sean incompatibles con el protocolo. Podrá decidir ex aequo et bono sobre las controversias que le sean
sometidas si las partes en la controversia así lo convinieran.

Los laudos que produce el tribunal arbitral serán definitivos y obligatorios para las partes en la controversia y
para toda parte que es intervenido en el proceso y deberá ser cumplido sin dilación. Los laudos sólo serán
obligatorios respecto del caso particular.

Los últimos artículos del protocolo se refieren a:

151
Guiñazú, María Virginia

21: FIRMA - El protocolo quedará abierto a la firma de cualquier estado que sea parte contratante del tratado
Antártico.

22: RATIFICACIÓN/ ACEPTACIÓN/ APROBACIÓN o ADHESIÓN - el protocolo queda sometido a la ratificación,


aceptación y aprobación de los estados signatarios, con posterioridad a octubre de 1992 el protocolo está abierto
a la adhesión de cualquier estado que sea parte contratante del tratado Antártico.

24 - RESERVAS: no se permiten reservas al protocolo.

25 - MODIFICACIÓN o ENMIENDA. El protocolo puede ser enmendado en cualquier momento con el


consentimiento unánime de las partes contratantes.

Luego de los 50 años de la fecha de entrada en vigor se celebrará una conferencia a la mayor brevedad posible
a los fines de revisar la aplicación del protocolo.

Además el apéndice del protocolo que se refiere al tribunal arbitral cuenta con distintos anexos:

El primero de ellos se refiere la evaluación del impacto sobre el medio ambiente.

El segundo se refiere a la conservación de la fauna y la flora antártica.

El anexo prohíbe cualquier intromisión perjudicial sobre la fauna y la flora nativa salvo que se cuente con una
autorización a tales efectos.

Estás autorizaciones deberán especificar la actividad autorizada y se otorgarán solo cuándo permiten
proporcionar especímenes para estudios científicos, información científica, para museos, herbarios, jardines
zoológicos o botánicos.

Establece además que no se introducirá en tierra ni las plataformas de hielo ni en el agua ninguna especie
animal o vegetal que no sea autóctona de la zona del tratado Antártico.

El anexo cuenta con un apéndice que se refiere a las especies especialmente protegidas entre las cuales se
encuentran las focas peleteras y la foca de Ross.

Establece que si pueden ser introducidos al área del tratado Antártico las plantas domésticas y animales y
plantas de laboratorio, incluyendo virus o una bacteria, levaduras y hongos, de conformidad con las
autorizaciones concedidas.

El apéndice prohíbe introducir aves de corral y otras aves.

El tercero a la eliminación y el tratamiento de residuos.

La primera parte de este anexo refiere a las obligaciones generales que las partes del Tratado antártico
asumen frente a la eliminación y tratamiento de residuos. En este sentido, “se reducirá, en la medida de lo
posible, la cantidad de residuos producidos o eliminados en el área del Tratado Antártico, con el fin de minimizar
su repercusión en el medio ambiente antártico y de minimizar las interferencias con los valores naturales de la
Antártica, con la investigación científica o con los otros usos de la Antártica que sean compatibles con el Tratado
Antártico.”

152
Guiñazú, María Virginia

Además, “los residuos removidos del área del Tratado Antártico serán devueltos al país desde donde se
organizaron las actividades que generaron los residuos o a cualquier otro país donde se hayan alcanzado
entendimientos para la eliminación de dichos residuos de conformidad con los acuerdos internacionales”.

Serán removidos por los generadores de dichos residuos:

a) los materiales radioactivos;

b) las baterías eléctricas;

c) los combustibles, tanto líquidos como sólidos;

d) los residuos que contengan niveles peligrosos de metales pesados o compuestos


persistentes altamente tóxicos o nocivos;

e) todos los demás residuos plásticos, excepto los recipientes de polietileno de baja
densidad (como las bolsas para almacenamiento de residuos);

f) los bidones y tambores para combustible,

g) otros residuos sólidos, incombustibles;

También deben ser removidos por su generador, los residuos líquidos no incluidos en el párrafo anterior, las
aguas residuales y los residuos líquidos domésticos.

Por último seguirán la misma suerte, a menos que sean incinerados, tratados en autoclave o esterilizados de
cualquier otra manera:

a) residuos de despojos de los animales importados,

b) cultivos de laboratorio de microorganismos y plantas patógenas,

c) productos avícolas introducidos.

ELIMINACIÓN DE RESIDUOS POR INCINERACIÓN: procedimiento por el cual se eliminarán los residuos
combustibles, procurándose que se reduzca de la mayor manera posible las emanaciones peligrosas. Deberá
abandonarse toda incineración al aire libre.

OTROS TIPOS DE ELIMINACIÓN DE RESIDUOS EN TIERRA: Los residuos no eliminados o removidos por los
generadores de éstos, o bien por mecanismos de incineración NO serán depositados en áreas libres de hielo o en
sistemas de agua dulce.

En la mayor medida posible, las aguas residuales, los residuos líquidos domésticos y otros residuos líquidos no
removidos del área del Tratado Antártico, no serán depositados en el hielo marino, en plataformas de hielo o en
la capa de hielo terrestre.

Los residuos generados en campamentos de base serán retirados, en la mayor medida posible, por los
generadores de tales residuos y llevados a estaciones de apoyo, o a buques para su eliminación.

ELIMINACIÓN DE RESIDUOS EN EL MAR: Las aguas residuales y los residuos líquidos domésticos podrán
descargarse directamente en el mar, tomando en consideración la capacidad de asimilación del medio marino

153
Guiñazú, María Virginia

receptor y siempre que dicha descarga se realice, si es posible, allí donde existan condiciones para su dilución
inicial y su rápida dispersión.

ALMACENAMIENTO DE RESIDUOS: Todos los residuos que vayan a ser retirados del área del Tratado Antártico
o eliminados de cualquier otra forma deberán almacenarse de manera tal que se impida su dispersión en el medio
ambiente.

PRODUCTOS PROHIBIDOS: PCB, tierra no estéril, gránulos o virutas de poliestireno o pesticidas.

PLANIFICACIÓN DEL TRATAMIENTO DE RESIDUOS: Cada Parte que realice actividades en el área del Tratado
Antártico deberá establecer un sistema de clasificación de la eliminación de los residuos. Con el fin de reducir aún
más el impacto de los residuos en el medio ambiente antártico, cada Parte preparará, revisará y actualizará
anualmente sus planes de tratamiento de residuos.

El cuarto a la prevención de la contaminación marina.

ÁMBITO DE APLICACIÓN: Este Anexo se aplica a los buques con derecho a enarbolar su pabellón y a cualquier
otro buque que participe en sus operaciones antárticas o las apoye en el área del Tratado Antártico.

DESCARGA DE HIDROCARBUROS PETROLÍFEROS. Cualquier descarga en el mar de hidrocarburos petrolíferos o


mezclas petrolíferas estará prohibida. Mientras estén operando en el área del Tratado Antártico, los buques
retendrán a bordo los fangos, lastres contaminados, aguas de lavado de tanques y cualquier otro residuo y mezcla
petrolíferos que no puedan descargarse en el mar. Los buques sólo descargarán dichos residuos en instalaciones
de recepción situadas fuera del área del Tratado Antártico

DESCARGA DE SUSTANCIAS NOCIVAS LIQUIDAS: Está prohibida.

ELIMINACIÓN DE BASURAS:

1. Estará prohibida la eliminación en el mar de cualquier material plástico

2. Estará prohibida la eliminación en el mar de cualquier otro tipo de basura, incluidos los
productos de papel, trapos, vidrios, metales, botellas, loza doméstica, ceniza de incineración,
material de estiba, envoltorios y material de embalaje.

3. Podrán ser eliminados en el mar los restos de comida siempre que se hayan triturado o
molido tan lejos como sea prácticamente posible de la tierra y de las plataformas de hielo y en
ningún caso a menos de 12 millas náuticas de tierra o de las plataformas de hielo más cercanas.

SITUACIONES DE EMERGENCIA Este Anexo no se aplicarán en situaciones de emergencia relativas a la


seguridad de un buque y a la de las personas a bordo, ni en caso de salvamento de vidas en el mar.

EFECTO SOBRE ECOSISTEMAS DEPENDIENTES Y ASOCIADOS: Se presentará la debida consideración a la


necesidad de evitar los efectos perjudiciales en los ecosistemas de pendientes y asociados, fuera del área del
Tratado Antártico.

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Guiñazú, María Virginia

INMUNIDAD SOBERANA: El presente Anexo no se aplicará a los buques de guerra ni a las unidades navales
auxiliares, ni a los buques que, siendo propiedad de un Estado o estando a su servicio, sólo le presten en ese
momento servicios gubernamentales de carácter no comercial.

Y el quinto a la protección y gestión de zonas.

OBJETIVOS: Cualquier zona, incluyendo una zona marina, podrá designarse como Zona Antártica
Especialmente Protegida o como Zona Antártica Especialmente Administrada. En dichas Zonas las actividades se
prohibirán, se restringirán o se administrarán en conformidad con los Planes de Gestión adoptados según las
disposiciones del presente Anexo.

ZONAS ANTÁRTICAS ESPECIALMENTE PROTEGIDAS: Cualquier zona, incluyendo las zonas marinas, puede ser
designada como Zona Antártica Especialmente Protegida a fin de proteger sobresalientes valores científicos,
estéticos, históricos o naturales, cualquier combinación de estos valores, o las investigaciones científicas en curso
o previstas.

Las Partes procurarán identificar, con un criterio ambiental y geográfico sistemático, e incluir entre las Zonas
Antárticas Especialmente Protegidas:

a) las zonas que han permanecido libres de toda interferencia humana;

b) los ejemplos representativos de los principales ecosistemas terrestres, incluidos glaciales


y acuáticos, y marinos;

c) las zonas con conjuntos importantes o inhabituales de especies, entre ellos las
principales colonias de reproducción de aves y mamíferos indígenas;

d) la localidad tipo o el único hábitat conocido de cualquier especie;

e) las zonas de especial interés para las investigaciones científicas;

f) las zonas de excepcional valor estético o natural;

g) los sitios o monumentos de reconocido valor histórico;

h) cualquier otra zona en donde convenga proteger los valores expuestos

Quedará terminantemente prohibido ingresar en una Zona Antártica Especialmente Protegida, salvo en
conformidad con un permiso expedido.

ZONAS ANTÁRTICAS ESPECIALMENTE ADMINISTRADAS: Cualquier zona, inclusive las zonas marinas, en que se
lleven a cabo actividades o puedan llevarse a cabo en el futuro, podrá designarse como Zona Antártica
Especialmente Administrada para coadyuvar al planeamiento y la coordinación de las actividades, evitar los
posibles conflictos, mejorar la cooperación entre las Partes y reducir al mínimo los impactos ambientales.

Las Zonas Antárticas Especialmente Administradas pueden comprender:

155
Guiñazú, María Virginia

a) las zonas donde las actividades corran el riesgo de crear interferencias mutuas o
impactos ambientales acumulativos;

b) los sitios o monumentos de reconocido valor histórico.

No se requerirá un permiso para ingresar en una Zona Antártica Especialmente Administrada.

Una Zona Antártica Especialmente Administrada puede comprender una o varias Zonas Antárticas
Especialmente Protegidas, a las que queda prohibido ingresar.

PLANES DE GESTIÓN: Cualquier Parte, el Comité, el Comité Científico de Investigación Antártica o la Comisión
para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos pueden proponer que se designe una zona como
Zona Antártica Especialmente Protegida o como Zona Antártica Especialmente Administrada, presentando un
proyecto de Plan de Gestión a la Reunión Consultiva del Tratado Antártico

PERMISOS: Cada Parte designará una autoridad competente que expedirá los permisos que autoricen ingresar
y emprender actividades en una Zona Antártica Especialmente Protegida en conformidad con las disposiciones del
Plan de Gestión relativo a dicha zona.

SITIOS Y MONUMENTOS HISTÓRICOS: Los sitios o monumentos de reconocido valor histórico que se hayan
designado como Zonas Antárticas Especialmente Protegidas o como Zonas Antárticas Especialmente
Administradas, o que estén situados en tales zonas, deberán clasificarse como Sitios y Monumentos Históricos.

Los Sitios y Monumentos Históricos no deberán dañarse, trasladarse ni destruirse.

Actividad Científica Argentina: Intereses y objetivos.

La República Argentina comenzó sus investigaciones en la región antártica en su base de La Isla Laurie, del
grupo de las Orcadas del Sur, a partir de 1904, donde se realizaron de manera permanente observaciones
meteorológicas y luego geomagnéticas.

En una primera etapa de los estudios en los campos de las ciencias atmosféricas, oceanográfica, de la
glaciología, geológicas, así como el reconocimiento del interior de las tierras, costas y fondos marinos, se
desarrollaron en buena parte con aporte de las fuerzas armadas argentinas. Una vez establecido el Sistema del
Tratado Antártico debieron tenerse en cuenta las pautas que fueron siendo adoptadas dentro del mismo para la
investigación científica y la coordinación internacional para ese fin y, en particular, los lineamientos establecidos
para tal actividad, a través de los años, por el Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR).

Existen numerosos intentos de materializar de manera orgánica y permanente la política científica Argentina
en la Antártida. Entre esos el proyecto del Plan Científico Tecnológico Antártico para el período 1991-2001 en el
que se fijaron los siguientes objetivos:

a) conocimiento de los recursos minerales y pesqueros;

b) conocimiento del medio ambiente en miras a su protección;

c) desarrollo de tecnología específicamente antártica, haciendo hincapié en la utilización de las


facilidades nacionales y en la coordinación con países extranjeros.

156
Guiñazú, María Virginia

Durante la preparación del programa se tuvieron en cuenta los borradores del que fuera posteriormente el
Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente, firmado en Madrid en 1991, que es ley de la
nación bajo el número 24.216, desde julio del 93.

El protocolo de Madrid fija líneas claras de conservación y protección del medio ambiente que podrían, en
parte, llegar a afectar el desenvolvimiento de las actividades científicas y logística argentinas en la Antártida.

Los programas de investigación científica tienen especialmente en cuenta la protección del medio ambiente
Antártico que es de interés nacional, al propio tiempo que revelan la decidida voluntad de llevar adelante la
obtención del mayor conocimiento que se pueda lograr, conforme a los medios disponibles como el suelo, del
mar y el aire, así como de los recursos naturales, dentro del sector Antártico argentino.

157
Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 6:

1.- La Zona Económica Exclusiva.

Antecedentes. Concepto. Condición jurídica. Extensión. Delimitación. Derechos del estado ribereño: a) de
soberanía, b) de jurisdicción. Derecho y deberes de otros Estados en la Zona Económica Exclusiva.

A) ANTECEDENTES

La noción de «zona económica exclusiva» ha tenido una


gestación bastante rápida en el plano de la práctica
internacional. La conjunción de esfuerzos de los Estados
iberoamericanos y africanos nucleados en el Grupo de los
77, así como también en la vía legislativa interna mediante
promulgaciones unilaterales han estado en el origen de la
aceptación hoy ya general de la noción de zona económica
exclusiva y de su extensión.

B) CONCEPTO: SU DISTINCIÓN DE FIGURAS AFINES

Para la Convención de 1982 (art. 55), la zona económica


exclusiva se caracteriza: 1) por ser un área situada fuera
del mar territorial y adyacente a éste; 2) por estar sujeta a
un régimen jurídico específico; 3) por ejercer sobre ella
determinados derechos de diferentes tipos el Estado
ribereño, y 4) porque los demás Estados –distintos del
ribereño- tienen en la zona también determinados
derechos y libertades.

Tiene naturaleza sui generis, es un área de naturaleza


ambigua, singular. Es una institución autónoma. Es el escenario principal de la actividad pesquera. Tiene como
finalidad evitar la sobre explotación, y permitir las reservas alimenticias.

Para una mejor delimitación, conviene distinguir la zona económica de otras nociones propias del Derecho del
Mar, con las que aparece conectada.

En primer lugar hay, que distinguirla del mar territorial, ya que los derechos que el Estado ribereño ejerce
sobre uno y otro no son iguales. No obstante, para la medición de la anchura de la zona económica se parte
también de las «líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial». Las 200 millas
marinas, anchura máxima aceptada, comprenden tanto el mar territorial como la zona económica. Pero se habla
generalmente de «zona adyacente al mar territorial» y, por tanto, situada fuera de éste. Por otro lado, «los
derechos del Estado costero en su zona económica no provienen del ejercicio de la soberanía territorial»; y
existen una serie de limitaciones del Estado ribereño en la zona económica, paralelas a los derechos reconocidos
a los demás Estados, que diferencian de forma clara la zona económica del mar territorial. Los derechos que el
Estado ejerce sobre su mar territorial son análogos a los que ejerce sobre su territorio y aguas interiores con la

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Guiñazú, María Virginia

limitación relativa al «paso inocente». Sin embargo, en la zona económica los derechos del Estado ribereño están
en conexión con la exploración, explotación, conservación y administración de los recursos naturales de la
referida zona; y los derechos de terceros, especialmente el relativo a las libertades de comunicación -marítima y
aérea-, son prácticamente asimilables a los ejercidos en alta mar.

En segundo lugar; la zona económica no puede ser considerada como una parcela de alta mar con
características especiales. Ciertamente el régimen de libertades en materia de comunicaciones en la zona
económica no difiere del relativo al alta mar. Pero el régimen previsto para la zona económica en la Convención
difiere del de alta mar especialmente en: 1°) la exploración y explotación de los recursos de la zona económica;
2°) la regulación por medio de leyes o reglamentos internos del Estado costero de lo relativo a la preservación del
medio marino en la zona económica, y 3°) la posibilidad de adoptar las medidas necesarias, para hacer cumplir
sus leyes y reglamentos nacionales que pueden llegar al ejercicio del derecho de visita, inspección, apresamiento
y la iniciación de procedimientos judiciales, medidas claramente incompatibles con el régimen del alta mar.

Finalmente, más problemas presentan las diferencias y analogías entre zona económica y plataforma
continental. Ambas instituciones recaen simultáneamente sobre un mismo espacio físico, las 200 millas marinas,
en la que los Estados ribereños pretenden ejercer su soberanía económica. Por ello se planteó la interrogante de
la unidad o dualidad entre ambas instituciones y se distinguieron dos tendencias: a) la favorable a la unidad, que
suponía la absorción del concepto de la plataforma continental por la zona económica, y b) la favorable a la
dualidad de ambas instituciones. La unificación de ambas instituciones no parece viable. Razones:

a) El concepto de plataforma continental está bien establecido en líneas generales y codificado desde la
Convención de 1958. El de la zona económica se ha abierto camino, pero quedan aún problemas por resolver en
cuanto a la delimitación de los derechos del Estado ribereño y los derechos de terceros Estados.

b) Los derechos del Estado ribereño sobre la plataforma continental a los efectos de exploración y explotación
de los recursos están claramente reconocidos como «derechos de soberanía» y tienen el carácter de «exclusivos».
El carácter de exclusividad de todos los derechos sobre la zona económica dista bastante de ser reconocido sin
discusión.

c) La tendencia respecto a la plataforma continental ha sido ampliarla hasta «el borde exterior del margen
continental» en vista de las reivindicaciones de los países de plataforma amplia. En la zona económica, por el
contrario, la regla de las 200 millas apareció como distancia máxima dentro de los trabajos de la Tercera
Conferencia.

d) Los derechos del Estado ribereño sobre la zona económica se refieren a los «recursos naturales, tanto vivos
como no vivos, de las aguas suprayacentes al lecho y del lecho y el subsuelo del mar»; mientras que los relativos a
la plataforma se extienden solamente al «lecho y subsuelo de las zonas marinas», es decir, «no afectan la
condición jurídica de las aguas suprayacentes ni la del espacio aéreo situado sobre tales aguas».

La zona económica en su actual estado de evolución aparece claramente diferenciada de las tres figuras
examinadas de las que ha tomado elementos para su formación, y forma parte como concepto autónomo del D.l.
general. Ha sido definida como «una institución nueva, de nueva zona sui generis con un estatuto internacional
propio»

C) LOS DERECHOS DEL ESTADO RIBEREÑO SOBRE LA ZONA ECONÓMICA

Según el art. 56, tiene «derechos de soberanía» en lo relativo a los recursos naturales y de «jurisdicción» en lo
relativo a todos los demás ámbitos contemplados.

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Guiñazú, María Virginia

Los derechos de soberanía son a los fines de la exploración, explotación, conservación y administración de los
recursos naturales vivos como no vivos, de las aguas supradyacentes al lecho y del lecho y subsuelo del mar.
También la producción de energía derivada del agua, de las corrientes y de los vientos.

La diferente terminología se explica porque bajo los «derechos de soberanía» hay un intento de ejercicio de
competencias soberanas, con lo que dicho término tiene exclusividad sobre todos los recursos naturales de la
zona económica.

En cuanto a la «jurisdicción», las competencias del Estado ribereño en la zona económica son:

1) «El establecimiento y la utilización de islas artificiales, instalaciones y estructuras»: derecho exclusivo del
Estado ribereño en el sentido de construir o autorizar y reglamentar la construcción, explotación y utilización; y
de poder ejercer la jurisdicción exclusiva sobre dichas islas artificiales, instalaciones y estructuras, incluida la
jurisdicción en materia de leyes y reglamentos aduaneros, fiscales, sanitarios, de seguridad y de inmigración. El
derecho del Estado ribereño aparece limitado por la necesidad de no obstaculizar con las islas e instalaciones «las
vías marítimas reconocidas que sean esenciales para la navegación internacional».

2) La investigación científica marina en la zona económica es otro aspecto que queda sometido a la
jurisdicción del Estado ribereño. Los países del Grupo de los 77 temen que, bajo la capa de la investigación, se
puedan realizar actividades de otro tipo o bien se pretendan finalidades distintas a la investigación científica.

Los Estados ribereños reivindican su poder de «reglamentar y de autorizar las actividades de investigación en
su zona económica». Las investigaciones que pretendan llevar a cabo los demás Estados y las Organizaciones
internacionales requerirán el consentimiento del Estado ribereño, si el poder del ribereño está sujeto a límites: en
«circunstancias normales» el Estado ribereño deberá otorgar su consentimiento a aquellos proyectos que se le
sometan, y puede negarlo cuando se den circunstancias especiales. El Estado ribereño podrá exigir el cese de las
investigaciones sólo en los casos previstos expresamente en la Convención, pudiendo levantar la suspensión con
la consiguiente continuación de las actividades de investigación cuando el Estado investigador o la Organización
internacional competente hayan cumplido las obligaciones o condiciones exigidas.

3.") La «protección y la preservación del medio marino» en la zona económica exclusiva está incluida entre las
materias en que se prevé ejerza «jurisdicción» el Estado ribereño. La degradación del medio marino es obvia y
alarmante. El Estado ribereño tiene especial interés en preservar las zonas más próximas a sus costas de las
descargas de sustancias nocivas a la fauna marina y a las riquezas e instalaciones de su litoral, así como de los
vertidos de los buques y otras fuentes de contaminación que puedan poner en peligro el equilibrio ecológico.

La «jurisdicción» del Estado ribereño en lo relativo a la preservación del medio marino de la zona económica
debe entenderse no sólo como la manifestación de un derecho propio (adopción de leyes y reglamentos internos,
ejercicio de facultades de ejecución respecto de los infractores, etc.), sino como un deber de carácter
internacional. La unidad geofísica del medio marino hace que al actuar el Estado ribereño en su zona económica
esté también cumpliendo con un deber internacional o, que asuma la misión de un servicio público internacional
en virtud de un «mandato internacional ecológico».

Si se aceptan como «derechos soberanos» del Estado ribereño los relativos a la «exploración y explotación» de
los recursos naturales vivos y no vivos de la zona económica, se tiene que reconocer una serie de derechos son
corolarios de los anteriores: la reglamentación de las cuestiones relativas a la pesca en la zona económica y a la
persecución de las infracciones que en la misma pudieran producirse. El art. 73 de la Convención contempla la
posibilidad de que el Estado ribereño pueda adoptar las medidas necesarias, «incluidas la visita, la inspección, el

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Guiñazú, María Virginia

apresamiento y la iniciación de procedimientos judiciales», para garantizar el cumplimiento de sus leyes y


reglamentos. Todo ello supone una potestad sancionadora del Estado ribereño de carácter administrativo.

No puede admitirse la licitud del uso de la fuerza por parte de los Estados ribereños en aguas de su zona
económica exclusiva con el objeto de que se respete, por ejemplo, su reglamentación en materia pesquera. La
práctica de los Estados muestra el carácter muy excepcional y restringido de dichos actos; generalmente,
circunstancias políticas peculiares que explican la violación esporádica por parte del ribereño de la prohibición del
uso de la fuerza armada con motivo del ejercicio de sus derechos en la zona económica exclusiva.

D) LOS DERECHOS DE TERCEROS ESTADOS EN LA ZONA ECONÓMICA.

La zona económica no está concebida como un espacio tan «exclusivo» como para que los terceros Estados
queden privados del disfrute de ciertos derechos en ella. El alcance de los mismos y las distintas situaciones que
determinados Estados presentan -Estados sin litoral y «con características especiales” o en «situación geográfica
desventajosa» -, principalmente, serán objeto de las reflexiones siguientes.

Los derechos de los terceros Estados presentaron enormes dificultades teóricas y prácticas.

1) Derechos de los terceros Estados en general. Al hablar de los terceros Estados en general nos estamos
refiriendo a todos los Estados. A ellos se les reconoce el derecho al ejercicio de las libertades de navegación,
sobrevuelo, tendido de cables y tuberías submarinas y «de otros usos del mar internacionalmente legítimos
relacionados con dichas libertades. Los derechos que se reconocen a todos los Estados terceros quedan limitados
en su ejercicio por los reconocidos al Estado ribereño y al cumplimiento de las leyes y reglamentos que este haya
establecido para la zona económica respectiva. Que la zona económica proceda de un espacio anteriormente libre
-el alta mar- tiene alguna influencia en la nueva reglamentación.

Los terceros Estados no tienen, en principio, otros derechos en la zona económica, salvo los relativos a la
utilización, muy condicionada por cierto, de los recursos vivos, o dicho más claramente del acceso a la pesca.
Según el art. 9 de la convención, se requiere para dar acceso a los terceros Estados en condiciones especiales: a)
que el Estado ribereño carezca de capacidad necesaria para pescar la captura permisible por él establecida; b) que
previamente se llegue a algún acuerdo o arreglo con el Estado ribereño, y e) que el Estado ribereño deba, para
dar acceso a terceros en general, tener en cuenta una serie de condiciones y en especial los requerimientos de
determinados países como los carentes de litoral, aquellos con características geográficas especiales y en especial
los Estados en desarrollo de la misma región o subregión; sin que esto represente necesariamente la concesión de
ninguna preferencia a estos Estados frente a otros.

Se ha dicho sobre el verdadero alcance de la obligación de dar acceso a terceros Estados a la pesca en la zona
económica, que «se trata de un pacto in contrahendo, que concede a estos Estados sólo la expectativa de un
derecho a negociar con el Estado ribereño».

Los nacionales de terceros Estados que pesquen en la zona económica observarán las leyes y reglamentos al
efecto del Estado.

2) Derechos de los Estados sin litoral y con características geográficas especiales en la zona económica. La justa
pretensión de los Estados ribereños a ejercer derechos soberanos y exclusivos en la explotación de los recursos
naturales de su zona económica ha puesto de relieve la necesidad de introducir ciertas matizaciones y
contemplar, por vía de excepción, situaciones de Estados terceros que se encuentran en circunstancias

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Guiñazú, María Virginia

especiales: los privados de litoral y aquellos en posición «geográfica desventajosa» o con «características
geográficas especiales». Los Estados que se encuentran en estas situaciones (el «Grupo de los 55») hicieron frente
común en la Tercera Conferencia.

Allí, las principales dificultades con que tropezaron las negociaciones entre los ribereños y el «Grupo de los
55» fueron: a) que si bien hubo acuerdo en que debía concederse el acceso a los recursos vivos de la zona
económica a los Estados sin litoral y en situación geográfica desventajosa, no existía, en cambio, acuerdo general
en cuanto a si ha de calificarse como un derecho a participar; b) que es difícil encontrar un equilibrio entre, por
una parte, el derecho del Estado ribereño a determinar su capacidad para aprovechar los recursos vivos de la
zona económica exclusiva y, por otra, el derecho de los Estados sin litoral y los Estados en situación geográfica
desventajosa a participar en la explotación de esos recursos; c) la de determinar si estos últimos grupos de países
tienen un derecho de carácter preferencial respecto a terceros Estados, y d) si debe o no establecerse en la futura
Convención una diferencia entre países desarrollados y no desarrollados dentro de estos grupos especiales.

Al final se incorporaron fórmulas de transacción en la Convención de 1982. El arto 69 regula el derecho de los
Estados sin litoral en las zonas económicas exclusivas. En el mismo se dice que: 1) «tendrán derecho a participar,
sobre una base equitativa, en la explotación de una parte apropiada del excedente de los recursos vivos de las
zonas económicas exclusivas de los Estados ribereños de la misma subregión o región, teniendo en cuenta las
características económicas y geográficas pertinentes de todos los Estados interesados»; 2) los Estados interesados
establecerán las modalidades y condiciones de participación mediante acuerdos bilaterales, subregionales o
regionales, en los que se tendrá en cuenta: a) el evitar perjuicios a las comunidades e industrias pesqueras del
Estado ribereño; b) la participación o el derecho a participar del Estado sin litoral en virtud de tratados en otras
zonas económicas de otros Estados ribereños; e) la participación de otros Estados sin litoral o en situación
geográfica desventajosa en la explotación de la zona económica del Estado ribereño y la consiguiente necesidad
de evitarle a este último una carga especial, y. d) las necesidades en materia de nutrición de las poblaciones de los
respectivos Estados; 3) se prevé también, en el supuesto de que las capturas se aproximen a las máximas
permisibles, que se coopere por todos los Estados interesados para, mediante acuerdos equitativos, permitir la
participación de los Estados sin litoral en la explotación de los recursos de las zonas económicas afectadas; 4) los
Estados desarrollados sin litoral tendrán derecho a participar en la explotación de los recursos vivos sólo en las
zonas económicas exclusivas de los Estados ribereños desarrollados de la misma subregión o región teniendo en
cuenta determinadas circunstancias, y 5) lo anteriormente expuesto no afectará a los acuerdos concertados sobre
derechos iguales o preferenciales.

Finalmente vamos a hacer una observación sobre los derechos de los países «en situación geográfica
desventajosa» o con características geográficas especiales. Aunque su problemática no es idéntica a la de los
Estados sin litoral, han hecho un frente común (Grupo de los 55) y han conseguido que en la Convención de 1982
se les dé un tratamiento prácticamente idéntico, aunque con dos artículos por separado. El art. 70 contiene una
definición de Estados con características geográficas especiales: «los Estados ribereños, incluidos los estados
ribereños de mares cerrados o semi cerrados», que se encuentran en alguna de estas condiciones: a) aquellos
cuyas necesidades de nutrición de toda su población o parte de ella dependen de la pesca que obtengan en las
zonas económicas de otros Estados de la sub región o región, y b) aquellos Estados ribereños que no pueden
reivindicar zonas económicas exclusivas propias.

El resto de la reglamentación es idéntica a la de los Estados sin litoral.

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Guiñazú, María Virginia

2.- La Plataforma Continental.

Ideas generales y definición. Condición jurídica de la plataforma continental, de las aguas supraadyacentes y
del espacio supraadyacente. Extensión. Delimitación. Derechos del Estado ribereño.

B) DEFINICIÓN

Es la continuación del territorio terrestre por debajo del agua, a lo largo de la prolongación natural del mismo.
El margen continental está constituido por la plataforma continental propiamente dicha, el talud continental y la
inmersión continental.

El art. 1 del Convenio sobre la Plataforma Continental entendía por tal:

"«a) El lecho y subsuelo de las zonas submarinas adyacentes a la costa, pero situadas fuera de la zona del mar
territorial, hasta una profundidad de doscientos metros o más allá de este límite, hasta donde la profundidad de
las aguas suprayacentes permite la explotación de los recursos naturales de dichas zonas; b) el lecho del mar y el
subsuelo de las regiones submarinas análogas, adyacentes a las costas de las islas»”.

Como puede observarse, se utilizaron para la definición los criterios de la profundidad -isóbata de los 200
metros- y de la explotación, en previsión fundada de que las técnicas de explotación de los recursos habían de
avanzar. Pero la Convención de 1982 ha modificado sustancialmente esa definición al establecer en el art. 76.1:

«La plataforma continental de un Estado ribereño comprende el lecho y el subsuelo de las arcas submarinas
que se extienden más allá de su mar territorial y a todo lo largo de la prolongación natural de su territorio hasta el
borde exterior del margen continental o bien hasta una distancia de 200 millas marinas contadas desde las líneas
de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial, en los casos en que el borde exterior del
margen continental no llegue a esa distancia.»

(Llas 200 millas es una distancia MÍNIMA para las plataformas de aquellos países cuya plataforma no llegue a
las 200 millas, como Chile o Perú. En Argentina o China, en cambio, el margen continental sobrepasa las 200
millas. En ellos, el límite es el borde de la plataforma). El margen continental es roca continental o corteza.

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Guiñazú, María Virginia

La Convención de 1982 ha sustituido los criterios de la profundidad y posibilidad de explotación por los de la
noción geológica de plataforma, constituida por la «prolongación natural de su territorio hasta el borde exterior
del margen continental», y la «distancia de 200 millas marinas» (algo más de 370 kilómetros) medidas desde las
líneas de base del mar territorial, criterio no condicionado siquiera a la existencia real de plataforma hasta esa
distancia. De este modo, se han satisfecho, por un lado, los intereses de los Estados con plataforma amplia o
superior a las 200 millas, como Argentina o Australia, con derechos adquiridos gracias al régimen previsto en
1958; y, por otro, los intereses de los ribereños sin plataforma, como Chile o Perú, o con escasa plataforma, como
España, al concederles el derecho de explorar y explotar los recursos del lecho y subsuelo marinos hasta una
distancia de 200 millas. Dado que la extensión de la zona económica exclusiva es también de 200 millas, es
evidente que ambos espacios coinciden o se superponen, salvo en el caso de los Estados ribereños con
plataforma amplia (por encima de las 200 millas – máximo 350 millas).

El objetivo del nuevo criterio de la distancia es, sobre todo, facilitar tanto las delimitaciones entre Estados
vecinos como la consolidación de la nueva zona económica exclusiva y su acomodación con la plataforma
continental al igualar la extensión de ambos espacios en 200 millas.

C) DELIMITACIÓN DE LA PLATAFORMA

Distingue el Convenio de 1958 los casos de Estados que estén frente a frente y los que sean limítrofes para la
delimitación de la plataforma continental. En ambos casos la regla general es que se delimite mediante acuerdo
entre ellos; ahora bien:

«A falta de acuerdo, y salvo que circunstancias especiales justifiquen otra delimitación, ésta se determinará
por la línea media cuyos puntos sean todos equidistantes de los puntos más próximos de las líneas de base desde
donde se mide la extensión del mar territorial de cada Estado» (art.6.1).

El principio de la línea media o equidistancia era de aplicación subsidiaria, y el principio delimitador


fundamental era el del acuerdo directo. Pero la delimitación de la plataforma entre Estados vecinos plantea
graves dificultades, especialmente en presencia de islotes, islas o archipiélagos, cuando la línea de base sea
sumamente dentada por los accidentes de la costa o cuando exista desacuerdo sobre el sistema de líneas de base
rectas seguido por uno u otro Estado al fijar el limite interior de su mar territorial.

En la Tercera Conferencia se terminó adoptando una solución idéntica para la plataforma y zona económica.
Pero el art. 83 de la Convención de 1982, se aleja apreciablemente de las reglas delimitadoras fijadas en su día
por el art. 6 del Convenio de 1958 sobre la plataforma continental. Las razones de este cambio pueden rastrearse
en el distinto tratamiento delimitador dado a las islas en 1958 y 1982.

En el convenio de 1958 se definía a la isla como un accidente geográfico formado naturalmente y que emerge
del agua en pleamar, con independencia de su tamaño, situación y habitabilidad. Esta definición fue corregida en
la Tercera Conferencia, excluyendo a las «rocas no aptas para mantener habitación humana o vida económica
propia» de los plenos efectos delimitadores que vuelven a concederse en principio a la isla, capaz así de generar
su propio mar territorial, plataforma continental y zona económica exclusiva.

Como la presencia de islas o archipiélagos de Estado más allá de la línea equidistante imaginaria trazada a
partir de la tierra firme de dos o más Estados opuestos o adyacentes, parece perjudicar los intereses económicos
del Estado que sufre esa presencia de territorio extranjero si se aplica mecánicamente el principio de
equidistancia tomando en cuenta la posición de la isla o archipiélago, los Estados afectados por esta circunstancia

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Guiñazú, María Virginia

geográfica pretendieron en la Tercera Conferencia que dicha presencia se tomara para calificarla como
circunstancia que merece la corrección del principio de equidistancia mediante la introducción de principios
equitativos.

Así han ido adquiriendo protagonismo los criterios equitativos tanto en la práctica convencional como en la
jurisprudencia.

La regla de la delimitación equitativa, que posee un leve contenido normativo y encierra una obligación
abstracta y general, está dotada de los siguientes elementos: Primero, los principios equitativos, que son los
parámetros valorativos aplicables a la delimitación, los principios fundamentales que deben orientar el proceso
delimitador para alcanzar un resultado equitativo. Segundo, las circunstancias relevantes, que derivan de dichos
principios y se identifican con la delimitación, porque son los hechos y las peculiaridades de cada caso que es
preciso tener en cuenta en el proceso de delimitación en la medida que afecten a los derechos de las partes sobre
los espacios marinos en cuestión. Las circunstancias relevantes pueden ser geográficas, que son las de más peso
(como la posición, dirección, perfil y extensión de las costas; la presencia, localización, tamaño y población de las
Islas; el emplazamiento del espacio marino objeto de la delimitación en un mar abierto o cerrado, en una bahía,
etc.); sociales, que agrupan circunstancias históricas, políticas y económicas, y de otra índole como las
circunstancias geológicas o ambientales. En tercer y último lugar, los métodos prácticos que pueden utilizarse en
una delimitación, que son variados aunque están muy condicionados por las circunstancias antedichas,
concebidas para determinar cuál es el mejor método o combinación de métodos aplicable en cada caso.

La relegación de la equidistancia en favor de la búsqueda de un resultado equitativo indeterminado, por parte


de los tribunales internacionales, ha impedido hasta ahora la gestación de reglas delimitadoras más concretas a
causa de la naturaleza casuística, poco objetiva y bastante vaga de las soluciones judiciales ofrecidas (cada caso es
único); que provoca cierta inseguridad jurídica.

Para concluir, la regla de la equidistancia, establecida como prioritaria respecto de las circunstancias especiales
en el régimen convencional de 1958, donde esta última no pasaba de ser una salvedad o excepción a la primera,
ha sido posteriormente relegada de su papel por el uso de principios equitativos. El principio de la equidistancia
también refleja fielmente, dado su carácter objetivo y sencilla aplicación sobre todo entre Estados situados frente
a frente, la aspiración a una delimitación equitativa. Si bien la libertad de la delimitación por acuerdo directo
entre limítrofes, así como las correcciones sufridas por la equidistancia y las referencias expresas a la equidad en
esos acuerdos, dificultan notablemente la valoración normativa de esa práctica convencional y sobre todo
averiguar la presencia de una opinio iuris en la misma.

D) LOS DERECHOS DEL ESTADO RIBEREÑO SOBRE LA PLATAFORMA CONTINENTAL

El régimen jurídico de ambas convenciones (1958 y 1982) reconoce unos derechos de tipo general y otros
específicos. Según los primeros, el Estado ribereño ejerce sus derechos de soberanía sobre la plataforma a los
efectos de la exploración y explotación de los recursos naturales. Estos derechos tienen para el Estado el carácter
de soberanos, exclusivos -nadie puede explorar o reivindicar los derechos sobre la plataforma sin su
consentimiento expreso- e inherentes en el sentido de que son independientes de su ocupación real o ficticia, así
como de toda declaración expresa.

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Guiñazú, María Virginia

Los recursos naturales afectados son los minerales y todos los recursos no vivos, así como los recursos vivos
que pertenezcan a «especies sedentarias» o que mantengan un «constante contacto físico» con el lecho de la
plataforma continental.

Como derechos exclusivos señalaremos el «de construir, así como el de autorizar y reglamentar la
construcción, operación y utilización» de islas artificiales; instalaciones y estructuras sobre la plataforma
continental, y establecer zonas de seguridad en torno a ellas, y también «autorizar y regular las perforaciones que
con cualquier fin se realicen en la plataforma continental» y la explotación del subsuelo mediante la excavación
de túneles. También pueden tender cables y tuberías submarinas.

Sólo queda reseñar la superposición de los regímenes de la plataforma y zona económica como consecuencia
de su idéntica extensión en la mayoría de los casos (200 millas), coincidencia perfeccionada por el art. 56.1.a) de
la Convención de 1982 que prescribe en la zona económica exclusiva a favor del ribereño «derechos de soberanía
para los fines de exploración y explotación, conservación y administración de los recursos naturales, tanto vivos
como no vivos, de las aguas supradyacentes al lecho y del lecho y el subsuelo del mar, y con respecto a otras
actividades con miras a la exploración y explotación económicas de la zona, tal como la producción de energía
derivada del agua, de las corrientes y de los vientos».

La coincidencia normativa de los derechos que se ejercitan en la zona económica exclusiva respecto de los que
se ejercitan en la plataforma continental es total a simple vista; sólo la salva el pár. 3° del mismo art. 56, al
advertir que los «derechos enunciados en este artículo con respecto al lecho del mar y subsuelo se ejercerán de
conformidad con la Parte VI». Dicha coincidencia permite salvaguardar mejor los intereses de los Estados sin
plataforma o de plataforma escasa, ya que no hace depender de esa circunstancia geográfica el ejercicio de sus
derechos económicos sobre los recursos vivos y no vivos del lecho y subsuelo del mar adyacente a sus costas, al
otorgarles la Convención iguales derechos en otra sede o instituto (la zona económica exclusiva).

E) LIMITACIONES AL EJERCICIO DE LOS DERECHOS Y OBLIGACIONES DEL ESTADO RIBEREÑO

Los derechos del Estado ribereño tienen una serie de limitaciones según el Convenio de 1958 y la Convención
de 1982: a) no afectar al régimen de las aguas suprayacentes y del espacio aéreo sobre esas; b) no entorpecer
injustificadamente la navegación ni otros derechos y libertades de los demás Estados, y e) no impedir el tendido
ni la conservación de cables o tuberías submarinas en la plataforma, aunque queden sujetos «al consentimiento
del Estado ribereño».

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Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 7: Espacios sustraídos a la Soberanía Estatal.

1.- El Altamar.

Concepto y delimitación según la Convención de Derecho del Mar.

PARTE VII. ALTA MAR (Convención sobre Derecho del Mar)

SECCIÓN 1. DISPOSICIONES GENERALES

Artículo 86. Aplicación de las disposiciones de esta Parte. La alta mar es el espacio marítimo que comprende
todas las partes del mar no incluidas en la zona económica exclusiva, en el mar territorial o en las aguas interiores
de un Estado, ni en las aguas archipelágicas de un Estado archipelágico. Empieza después de las 200 millas
marinas, después de la zona económica exclusiva, y finaliza donde comienza la ZEE de otros estados.

Artículo 87. Libertad de la alta mar

1. La alta mar está abierta a todos los Estados, sean ribereños o sin litoral. Ningún estado puede ejercer
soberanía asboluta. La libertad de la alta mar se ejercerá en las condiciones fijadas por esta Convención y por las
otras normas de derecho internacional. Comprenderá:

a) La libertad de navegación;

b) La libertad de sobrevuelo;

c) La libertad de tender cables y tuberías submarinos, con sujeción a las disposiciones de la Parte VI;

d) Libertad de construir islas artificiales y otras instalaciones permitidas por el derecho internacional, con
sujeción a las disposiciones de la Parte VI;

e) La libertad de pesca, con sujeción a las condiciones establecidas en la sección 2;

f) La libertad de investigación científica, con sujeción a las disposiciones de las Partes VI y XIII.

2. Estas libertades serán ejercidas por todos los Estados teniendo debidamente en cuenta los intereses de
otros Estados en su ejercicio de la libertad de la alta mar, así como los derechos previstos en esta Convención con
respecto a las actividades en la Zona.

Artículo 88. Utilización exclusiva de la alta mar con fines pacíficos. La alta mar será utilizada exclusivamente
con fines pacíficos.

Artículo 89. Ilegitimidad de las reivindicaciones de soberanía sobre la alta mar. Ningún Estado podrá pretender
legítimamente someter cualquier parte de la alta mar a su soberanía.

Artículo 90. Derecho de navegación. Todos los Estados, sean ribereños o sin litoral, tienen el derecho de que
los buques que enarbolan su pabellón naveguen en la alta mar.

Artículo 91. Nacionalidad de los buques

1. Cada Estado establecerá los requisitos necesarios para conceder su nacionalidad a los buques, para su
inscripción en un registro en su territorio y para que tengan el derecho de enarbolar su pabellón. Los buques

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Guiñazú, María Virginia

poseerán la nacionalidad del Estado cuyo pabellón estén autorizados a enarbolar. Ha de existir una relación
auténtica entre el Estado y el buque.

2. Cada Estado expedirá los documentos pertinentes a los buques a que haya concedido el derecho a
enarbolar su pabellón.

Artículo 92. Condición jurídica de los buques.

1. Los buques navegarán bajo el pabellón de un solo Estado y, salvo en los casos excepcionales previstos de
modo expreso en los tratados internacionales o en esta Convención, estarán sometidos, en la alta mar, a la
jurisdicción exclusiva de dicho Estado. Un buque no podrá cambiar de pabellón durante un viaje ni en una escala,
salvo en caso de transferencia efectiva de la propiedad o de cambio de registro.

2. El buque que navegue bajo los pabellones de dos o más Estados, utilizándolos a su conveniencia, no podrá
ampararse en ninguna de esas nacionalidades frente a un tercer Estado y podrá ser considerado buque sin
nacionalidad.

Artículo 93. Buques que enarbolen el pabellón de las Naciones Unidas, sus organismos especializados y el
Organismo Internacional de Energía Atómica. Los artículos precedentes no prejuzgan la cuestión de los buques
que estén al servicio oficial de las Naciones Unidas, de sus organismos especializados o del Organismo
Internacional de Energía Atómica y que enarbolen el pabellón de la Organización.

Artículo 94. Deberes del Estado del pabellón

1. Todo Estado ejercerá de manera efectiva su jurisdicción y control en cuestiones administrativas, técnicas y
sociales sobre los buques que enarbolen su pabellón.

2. En particular, todo Estado:

a) Mantendrá un registro de buques en el que figuren los nombres y características de los que enarbolen su
pabellón, con excepción de aquellos buques que, por sus reducidas dimensiones, estén excluidos de las
reglamentaciones internacionales generalmente aceptadas; y

b) Ejercerá su jurisdicción de conformidad con su derecho interno sobre todo buque que enarbole su pabellón
y sobre el capitán, oficiales y tripulación, respecto de las cuestiones administrativas, técnicas y sociales relativas al
buque.

3. Todo Estado tomará, en relación con los buques que enarbolen su pabellón, las medidas necesarias para
garantizar la seguridad en el mar en lo que respecta, entre otras cuestiones, a:

a) La construcción, el equipo y las condiciones de navegabilidad de los buques;

b) La dotación de los buques, las condiciones de trabajo y la capacitación de las tripulaciones, teniendo en
cuenta los instrumentos internacionales aplicables;

c) La utilización de señales, el mantenimiento de comunicaciones y la prevención de abordajes.

4. Tales medidas incluirán las que sean necesarias para asegurar:

168
Guiñazú, María Virginia

a) Que cada buque, antes de su matriculación en el registro y con posterioridad a ella en intervalos apropiados,
sea examinado por un inspector de buques calificado y lleve a bordo las cartas, las publicaciones náuticas y el
equipo e instrumentos de navegación que sean apropiados para la seguridad de su navegación;

b) Que cada buque esté a cargo de un capitán y de oficiales debidamente calificados, en particular en lo que se
refiere a experiencia marinera, navegación, comunicaciones y maquinaria naval, y que la competencia y el
número de los tripulantes sean los apropiados para el tipo, el tamaño, las máquinas y el equipo del buque;

c) Que el capitán, los oficiales y, en lo que proceda, la tripulación conozcan plenamente y cumplan los
reglamentos internacionales aplicables que se refieran a la seguridad de la vida en el mar, la prevención de
abordajes, la prevención, reducción y control de la contaminación marina y el mantenimiento de comunicaciones
por radio.

5. Al tomar las medidas a que se refieren los párrafos 3 y 4, todo Estado deberá actuar de conformidad con los
reglamentos, procedimientos y prácticas internacionales generalmente aceptados, y hará lo necesario para
asegurar su observancia.

6. Todo Estado que tenga motivos fundados para estimar que no se han ejercido la jurisdicción y el control
apropiados en relación con un buque podrá comunicar los hechos al Estado del pabellón. Al recibir dicha
comunicación, el Estado del pabellón investigará el caso y, de ser procedente, tomará todas las medidas
necesarias para corregir la situación.

7. Todo Estado hará que se efectúe una investigación por o ante una persona o personas debidamente
calificadas en relación con cualquier accidente marítimo o cualquier incidente de navegación en la alta mar en el
que se haya visto implicado un buque que enarbole su pabellón y en el que hayan perdido la vida o sufrido
heridas graves nacionales de otro Estado o se hayan ocasionado graves daños a los buques o a las instalaciones de
otro Estado o al medio marino. El Estado del pabellón y el otro Estado cooperarán en la realización de cualquier
investigación que éste efectúe en relación con dicho accidente marítimo o incidente de navegación.

Artículo 95. Inmunidad de los buques de guerra en la alta mar. Los buques de guerra en la alta mar gozan de
completa inmunidad de jurisdicción respecto de cualquier Estado que no sea el de su pabellón.

Artículo 96. Inmunidad de los buques utilizados únicamente para un servicio oficial no comercial. Los buques
pertenecientes a un Estado o explotados por él y utilizados únicamente para un servicio oficial no comercial
tendrán, cuando estén en la alta mar, completa inmunidad de jurisdicción respecto de cualquier Estado que no
sea el de su pabellón.

Artículo 97. Jurisdicción penal en caso de abordaje o cualquier otro incidente de navegación

1. En caso de abordaje o cualquier otro incidente de navegación ocurrido a un buque en la alta mar que
implique una responsabilidad penal o disciplinaria para el capitán o para cualquier otra persona al servicio del
buque, sólo podrán incoarse procedimientos penales o disciplinarios contra tales personas ante las autoridades
judiciales o administrativas del Estado del pabellón o ante las del Estado de que dichas personas sean nacionales.

2. En materia disciplinaria, sólo el Estado que haya expedido un certificado de capitán o un certificado de
competencia o una licencia podrá, siguiendo el procedimiento legal correspondiente, decretar el retiro de esos
títulos, incluso si el titular no es nacional del Estado que los expidió.

169
Guiñazú, María Virginia

3. No podrá ser ordenado el apresamiento ni la retención del buque, ni siquiera como medida de instrucción,
por otras autoridades que las del Estado del pabellón.

Artículo 98. Deber de prestar auxilio.

1. Todo Estado exigirá al capitán de un buque que enarbole su pabellón que, siempre que pueda hacerlo sin
grave peligro para el buque, su tripulación o sus pasajeros:

a) Preste auxilio a toda persona que se encuentre en peligro de desaparecer en el mar;

b) Se dirija a toda la velocidad posible a prestar auxilio a las personas que estén en peligro, en cuanto sepa que
necesitan socorro y siempre que tenga una posibilidad razonable de hacerlo;

c) Caso de abordaje, preste auxilio al otro buque, a su tripulación y a sus pasajeros y, cuando sea posible,
comunique al otro buque el nombre del suyo, su puerto de registro y el puerto más próximo en que hará escala.

2. Todo Estado ribereño fomentará la creación, el funcionamiento y el mantenimiento de un servicio de


búsqueda y salvamento adecuado y eficaz para garantizar la seguridad marítima y aérea y, cuando las
circunstancias lo exijan, cooperará para ello con los Estados vecinos mediante acuerdos mutuos regionales.

Artículo 99. Prohibición del transporte de esclavos. Todo Estado tomará medidas eficaces para impedir y
castigar el transporte de esclavos en buques autorizados para enarbolar su pabellón y para impedir que con ese
propósito se use ilegalmente su pabellón. Todo esclavo que se refugie en un buque, sea cual fuere su pabellón,
quedará libre ipso facto.

Artículo 100. Deber de cooperar en la represión de la piratería. Todos los Estados cooperarán en toda la
medida de lo posible en la represión de la piratería en la alta mar o en cualquier otro lugar que no se halle bajo la
jurisdicción de ningún Estado.

Artículo 101. Definición de la piratería. Constituye piratería cualquiera de los actos siguientes:

a) Todo acto ilegal de violencia o de detención o todo acto de depredación cometidos con un propósito
personal por la tripulación o los pasajeros de un buque privado o de una aeronave privada y dirigidos:

i) Contra un buque o una aeronave en la alta mar o contra personas o bienes a bordo de ellos;

ii) Contra un buque o una aeronave, personas o bienes que se encuentren en un lugar no sometido a la
jurisdicción de ningún Estado;

b) Todo acto de participación voluntaria en la utilización de un buque o de una aeronave, cuando el que lo
realice tenga conocimiento de hechos que den a dicho buque o aeronave el carácter de buque o aeronave pirata;

c) Todo acto que tenga por objeto incitar a los actos definidos en el apartado a) o en el apartado b) o
facilitarlos intencionalmente.

Artículo 102. Piratería perpetrada por un buque de guerra, un buque de Estado o una aeronave de Estado cuya
tripulación se haya amotinado. Se asimilarán a los actos cometidos por un buque o aeronave privados los actos de
piratería definidos en el artículo 101 perpetrados por un buque de guerra, un buque de Estado o una aeronave de
Estado cuya tripulación se haya amotinado y apoderado del buque o de la aeronave.

170
Guiñazú, María Virginia

Artículo 103. Definición de buque o aeronave pirata. Se consideran buque o aeronave pirata los destinados por
las personas bajo cuyo mando efectivo se encuentran a cometer cualquiera de los actos a que se refiere el
artículo 101. Se consideran también piratas los buques o aeronaves que hayan servido para cometer dichos actos
mientras se encuentren bajo el mando de las personas culpables de esos actos.

Artículo 104. Conservación o pérdida de la nacionalidad de un buque o aeronave pirata. Un buque o una
aeronave podrá conservar su nacionalidad no obstante haberse convertido en buque o aeronave pirata. La
conservación o la pérdida de la nacionalidad se rigen por el derecho interno del Estado que la haya concedido.

Artículo 105. Apresamiento de un buque o aeronave pirata. Todo Estado puede apresar, en la alta mar o en
cualquier lugar no sometido a la jurisdicción de ningún Estado, un buque o aeronave pirata o un buque o
aeronave capturado como consecuencia de actos de piratería que esté en poder de piratas, y detener a las
personas e incautarse de los bienes que se encuentren a bordo. Los tribunales del Estado que haya efectuado el
apresamiento podrán decidir las penas que deban imponerse y las medidas que deban tomarse respecto de los
buques, las aeronaves o los bienes, sin perjuicio de los derechos de los terceros de buena fe.

Artículo 106. Responsabilidad por apresamiento sin motivo suficiente. Cuando un buque o una aeronave sea
apresado por sospechas de piratería sin motivos suficientes, el Estado que lo haya apresado será responsable
ante el Estado de la nacionalidad del buque o de la aeronave de todo perjuicio o daño causado por la captura.

Artículo 107. Buques y aeronaves autorizados para realizar apresamientos por causa de piratería. Sólo los
buques de guerra o las aeronaves militares, u otros buques o aeronaves que lleven signos claros y sean
identificables como buques o aeronaves al servicio de un gobierno y estén autorizados a tal fin, podrán llevar a
cabo apresamientos por causa de piratería.

Artículo 108. Tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas

1. Todos los Estados cooperarán para reprimir el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas
realizado por buques en la alta mar en violación de las convenciones internacionales.

2. Todo Estado que tenga motivos razonables para creer que un buque que enarbola su pabellón se dedica al
tráfico ilícito de estupefacientes o sustancias sicotrópicas podrá solicitar la cooperación de otros Estados para
poner fin a tal tráfico.

Artículo 109. Transmisiones no autorizadas desde la alta mar

1. Todos los Estados cooperarán en la represión de las transmisiones no autorizadas efectuadas desde la alta
mar.

2. Para los efectos de esta Convención, por “transmisiones no autorizadas” se entiende las transmisiones de
radio o televisión difundidas desde un buque o instalación en la alta mar y dirigidas al público en general en
violación de los reglamentos internacionales, con exclusión de la transmisión de llamadas de socorro.

3. Toda persona que efectúe transmisiones no autorizadas podrá ser procesada ante los tribunales de:

a) El Estado del pabellón del buque;

b) El Estado en que esté registrada la instalación;

c) El Estado del cual la persona sea nacional;

171
Guiñazú, María Virginia

d) Cualquier Estado en que puedan recibirse las transmisiones; o

e) Cualquier Estado cuyos servicios autorizados de radiocomunicación sufran interferencias.

4. En la alta mar, el Estado que tenga jurisdicción de conformidad con el párrafo 3 podrá, con arreglo al art.
110, apresar a toda persona o buque que efectúe transmisiones no autorizadas y confiscar el equipo emisor.

Artículo 110. Derecho de visita

1. Salvo cuando los actos de injerencia se ejecuten en ejercicio de facultades conferidas por un tratado, un
buque de guerra que encuentre en la alta mar un buque extranjero que no goce de completa inmunidad de
conformidad con los artículos 95 y 96 no tendrá derecho de visita, a menos que haya motivo razonable para
sospechar que el buque:

a) Se dedica a la piratería;

b) Se dedica a la trata de esclavos;

c) Se utiliza para efectuar transmisiones no autorizadas, siempre que el Estado del pabellón del buque de
guerra tenga jurisdicción con arreglo al artículo 109;

d) No tiene nacionalidad; o

e) Tiene en realidad la misma nacionalidad que el buque de guerra, aunque enarbole un pabellón extranjero o
se niegue a izar su pabellón.

2. En los casos previstos en el párrafo 1, el buque de guerra podrá proceder a verificar el derecho del buque a
enarbolar su pabellón. Para ello podrá enviar una lancha, al mando de un oficial, al buque sospechoso. Si aún
después de examinar los documentos persisten las sospechas, podrá proseguir el examen a bordo del buque, que
deberá llevarse a efecto con todas las consideraciones posibles.

3. Si las sospechas no resultan fundadas, y siempre que el buque visitado no haya cometido ningún acto que
las justifique, dicho buque será indemnizado por todo perjuicio o daño sufrido.

4. Estas disposiciones se aplicarán, mutatis mutandis, a las aeronaves militares.

5. Estas disposiciones se aplicarán también a cualesquiera otros buques o aeronaves debidamente


autorizados, que lleven signos claros y sean identificables como buques o aeronaves al servicio de un gobierno.

Artículo 111. Derecho de persecución

1. Se podrá emprender la persecución de un buque extranjero cuando las autoridades competentes del Estado
ribereño tengan motivos fundados para creer que el buque ha cometido una infracción de las leyes y reglamentos
de ese Estado. La persecución habrá de empezar mientras el buque extranjero o una de sus lanchas se encuentre
en las aguas interiores, en las aguas archipelágicas, en el mar territorial o en la zona contigua del Estado
perseguidor, y sólo podrá continuar fuera del mar territorial o de la zona contigua a condición de no haberse
interrumpido.

No es necesario que el buque que dé la orden de detenerse a un buque extranjero que navegue por el mar
territorial o por la zona contigua se encuentre también en el mar territorial o la zona contigua en el momento en
que el buque interesado reciba dicha orden. Si el buque extranjero se encuentra en la zona contigua definida en

172
Guiñazú, María Virginia

el artículo 33, la persecución no podrá emprenderse más que por violación de los derechos para cuya protección
fue creada dicha zona.

2. El derecho de persecución se aplicará, mutatis mutandis, a las infracciones que se cometan en la zona
económica exclusiva o sobre la plataforma continental, incluidas las zonas de seguridad en torno a las
instalaciones de la plataforma continental, respecto de las leyes y reglamentos del Estado ribereño que sean
aplicables de conformidad con esta Convención a la zona económica exclusiva o a la plataforma continental,
incluidas tales zonas de seguridad.

3. El derecho de persecución cesará en el momento en que el buque perseguido entre en el mar territorial del
Estado de su pabellón o en el de un tercer Estado.

4. La persecución no se considerará comenzada hasta que el buque perseguidor haya comprobado, por los
medios prácticos de que disponga, que el buque perseguido o una de sus lanchas u otras embarcaciones que
trabajen en equipo utilizando el buque perseguido como buque nodriza se encuentran dentro de los límites del
mar territorial o, en su caso, en la zona contigua, en la zona económica exclusiva o sobre la plataforma
continental.

No podrá darse comienzo a la persecución mientras no se haya emitido una señal visual o auditiva de
detenerse desde una distancia que permita al buque extranjero verla u oírla.

5. El derecho de persecución sólo podrá ser ejercido por buques de guerra o aeronaves militares, o por otros
buques o aeronaves que lleven signos claros y sean identificables como buques o aeronaves al servicio del
gobierno y autorizados a tal fin.

6. Cuando la persecución sea efectuada por una aeronave:

a) Se aplicarán, mutatis mutandis, las disposiciones de los párrafos 1 a 4;

b) La aeronave que haya dado la orden de detenerse habrá de continuar activamente la persecución del buque
hasta que un buque u otra aeronave del Estado ribereño, llamado por ella, llegue y la continúe, salvo si la
aeronave puede por sí sola apresar al buque. Para justificar el apresamiento de un buque fuera del mar territorial
no basta que la aeronave lo haya descubierto cometiendo una infracción, o que tenga sospechas de que la ha
cometido, si no le ha dado la orden de detenerse y no ha emprendido la persecución o no lo han hecho otras
aeronaves o buques que continúen la persecución sin interrupción.

7. Cuando un buque sea apresado en un lugar sometido a la jurisdicción de un Estado y escoltado hacia un
puerto de ese Estado a los efectos de una investigación por las autoridades competentes, no se podrá exigir que
sea puesto en libertad por el solo hecho de que el buque y su escolta hayan atravesado una parte de la zona
económica exclusiva o de la alta mar; si las circunstancias han impuesto dicha travesía.

8. Cuando un buque sea detenido o apresado fuera del mar territorial en circunstancias que no justifiquen el
ejercicio del derecho de persecución, se le resarcirá de todo perjuicio o daño que haya sufrido por dicha
detención o apresamiento.

Artículo 112. Derecho a tender cables y tuberías submarinos

1. Todos los Estados tienen derecho a tender cables y tuberías submarinos en el lecho de la alta mar más allá
de la plataforma continental. 2. El párrafo 5 del artículo 79 se aplicará a tales cables y tuberías.

173
Guiñazú, María Virginia

Artículo 113. Ruptura o deterioro de cables o tuberías submarinos. Todo Estado dictará las leyes y reglamentos
necesarios para que constituyan infracciones punibles la ruptura o el deterioro de un cable submarino en la alta
mar, causados voluntariamente o por negligencia culpable por un buque que enarbole su pabellón o por una
persona sometida a su jurisdicción, que puedan interrumpir u obstruir las comunicaciones telegráficas o
telefónicas, así como la ruptura o el deterioro, en las mismas condiciones, de una tubería o de un cable de alta
tensión submarinos. Esta disposición se aplicará también en el caso de actos que tengan por objeto causar tales
rupturas o deterioros o que puedan tener ese efecto. Sin embargo, esta disposición no se aplicará a las rupturas
ni a los deterioros cuyos autores sólo hayan tenido el propósito legítimo de proteger sus vidas o la seguridad de
sus buques, después de haber tomado todas las precauciones necesarias para evitar la ruptura o el deterioro.

Artículo 114. Ruptura o deterioro de cables o tuberías submarinos causados por los propietarios de otros cables
o tuberías submarinos. Todo Estado dictará las leyes y reglamentos necesarios para que las personas sometidas a
su jurisdicción que sean propietarias de cables o tuberías en la alta mar y que, al tender o reparar los cables o
tuberías, causen la ruptura o el deterioro de otro cable o de otra tubería respondan del costo de su reparación.

Artículo 115. Indemnización por pérdidas causadas al tratar de prevenir daños a cables o tuberías submarinos.
Todo Estado dictará las leyes y reglamentos necesarios para que los propietarios de buques que puedan probar
que han sacrificado un ancla, una red o cualquier otro aparejo de pesca para no causar daños a un cable o a una
tubería submarinos sean indemnizados por el propietario del cable o de la tubería, a condición de que hayan
tomado previamente todas las medidas de precaución razonables.

SECCIÓN 2. CONSERVACIÓN Y ADMINISTRACIÓN DE LOS RECURSOS VIVOS EN LA ALTA MAR

Artículo 116. Derecho de pesca en la alta mar. Todos los Estados tienen derecho a que sus nacionales se
dediquen a la pesca en la alta mar con sujeción a:

a) Sus obligaciones convencionales;

b) Los derechos y deberes así como los intereses de los Estados ribereños que se estipulan, entre otras
disposiciones, en el párrafo 2 del artículo 63 y en los artículos 64 a 67; y

c) Las disposiciones de esta sección.

Artículo 117. Deber de los Estados de adoptar medidas para la conservación de los recursos vivos de la alta mar
en relación con sus nacionales. Todos los Estados tienen el deber de adoptar las medidas que, en relación con sus
respectivos nacionales, puedan ser necesarias para la conservación de los recursos vivos de la alta mar, o de
cooperar con otros Estados en su adopción.

Artículo 118. Cooperación de los Estados en la conservación y administración de los recursos vivos. Los Estados
cooperarán entre sí en la conservación y, administración de los recursos vivos en las zonas de la alta mar. Los
Estados cuyos nacionales exploten idénticos recursos vivos, o diferentes recursos vivos situados en la misma zona,
celebrarán negociaciones con miras a tomar las medidas necesarias para la conservación de tales recursos vivos.
Con esta finalidad cooperarán, según proceda, para establecer organizaciones subregionales o regionales de
pesca.

Artículo 119. Conservación de los recursos vivos de la alta mar

1. Al determinar la captura permisible y establecer otras medidas de conservación para los recursos vivos en la
alta mar, los Estados:

174
Guiñazú, María Virginia

a) Tomarán, sobre la base de los datos científicos más fidedignos de que dispongan los Estados interesados,
medidas con miras a mantener o restablecer las poblaciones de las especies capturadas a niveles que puedan
producir el máximo rendimiento sostenible con arreglo a los factores ambientales y económicos pertinentes,
incluidas las necesidades especiales de los Estados en desarrollo, y teniendo en cuenta las modalidades de la
pesca, la interdependencia de las poblaciones y cualesquiera normas mínimas internacionales, sean
subregionales, regionales o mundiales, generalmente recomendadas;

b) Tendrán en cuenta los efectos sobre las especies asociadas con las especies capturadas o dependientes de
ellas, con miras a mantener o restablecer las poblaciones de tales especies asociadas o dependientes por encima
de los niveles en los que su reproducción pueda verse gravemente amenazada.

2. La información científica disponible, las estadísticas sobre capturas y esfuerzos de pesca y otros datos
pertinentes para la conservación de las poblaciones de peces se aportarán e intercambiarán periódicamente por
conducto de las organizaciones internacionales competentes, sean subregionales, regionales o mundiales, cuando
proceda, y con la participación de todos los Estados interesados.

3. Los Estados interesados garantizarán que las medidas de conservación y su aplicación no entrañen
discriminación de hecho o de derecho contra los pescadores de ningún Estado.

Artículo 120. Mamíferos marinos. El artículo 65 se aplicará asimismo a la conservación y administración de los
mamíferos marinos en la alta mar.

PARTE XIII

INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA MARINA

SECCIÓN 1. DISPOSICIONES GENERALES

Artículo 238. Derecho a realizar investigaciones científicas marinas. Todos los Estados, cualquiera que sea su
situación geográfica, y las organizaciones internacionales competentes tienen derecho a realizar investigaciones
científicas marinas con sujeción a los derechos y deberes de otros Estados según lo dispuesto en esta Convención.

Artículo 239. Fomento de la investigación científica marina. Los Estados y las organizaciones internacionales
competentes fomentarán y facilitarán el desarrollo y la realización de la investigación científica marina de
conformidad con esta Convención.

Artículo 240. Principios generales para la realización de la investigación científica marina. En la realización de la
investigación científica marina, se aplicarán los siguientes principios:

a) La investigación científica marina se realizará exclusivamente con fines pacíficos;

b) La investigación se realizará con métodos y medios científicos adecuados que sean compatibles con esta
Convención;

c) La investigación no interferirá injustificadamente otros usos legítimos del mar compatibles con esta
Convención y será debidamente respetada en el ejercicio de tales usos;

175
Guiñazú, María Virginia

d) En la investigación se respetarán todos los reglamentos pertinentes dictados de conformidad con esta
Convención, incluidos los destinados a la protección y preservación del medio marino.

Artículo 241. No reconocimiento de la investigación científica marina como fundamento jurídico para
reivindicaciones. Las actividades de investigación científica marina no constituirán fundamento jurídico para
ninguna reivindicación sobre parte alguna del medio marino o sus recursos.

1.- El Altamar.

Condición jurídica. Evolución doctrinaria hasta nuestros días.

1. INTRODUCCIÓN

Existen espacios que no están sujetos a la competencia de ningún Estado en concreto, aunque son susceptibles
de utilización por los nacionales de todos los Estados por diferentes medios, preferentemente mecánicos, como
son los navíos abanderados en los Estados o las naves espaciales matriculadas en ellos. Estos espacios, situados
fuera de la jurisdicción del ribereño, son espacios comunes o de interés internacional, no sometidos a ninguna
soberanía estatal aunque se ejerzan en ellos competencias concurrentes de naturaleza extraterritorial.

2. EL ALTA MAR

A) Definición

El Convenio de Ginebra la define en su art. 1 diciendo que «Se entiende por alta mar todas aquellas partes del
mar que no forman parte del mar territorial o de las aguas interiores.»

En la Tercera Conferencia sobre el Derecho del Mar, la alta mar se ha reducido en el sentido de excluir no sólo
al mar territorial y a las aguas interiores, sino también a la zona económica exclusiva y a las aguas archipelágicas
(art. 86 de la Convención). Por otro lado, los fondos marinos y oceánicos fuera de la jurisdicción nacional, así
como su subsuelo y correspondientes recursos, son considerados como «patrimonio común de la Humanidad».

Los principios en que se basa el régimen jurídico del Alta Mar.

Los principios en los que está basado el régimen jurídico del alta mar son 4:

a) Que en cuanto vía de comunicación es un «bien común» -principio de libertad de los mares-; b) que debe
estar abierto a todos los Estados, tengan o no litoral marítimo -principio de la igualdad de uso-; c) que no puede
ser objeto de apropiación exclusiva o soberanía de un Estado –principio de no interferencia-, y d) que debe estar
sometido a una reglamentación jurídica internacional su uso y disfrute en común -principio de sumisión al
Derecho Internacional-.

Estos principios quedaron articulados en el Convenio de 1958 a través de la proclamación de las cuatro
libertades del alta mar, que se recogen en el art. 2 y son: la libertad de navegación, de pesca, la de tender cables y
tuberías submarinas y la libertad de volar sobre el mar. Se pueden conceder más libertades, y de hecho se han
abierto paso otras nuevas en el seno de la Tercera Conferencia, como las libertades de construir islas artificiales y
otras instalaciones y la de investigación científica. El propio art. 2 del Convenio de 1958 ya lo preveía al decir:

176
Guiñazú, María Virginia

«Estas libertades, así como otras reconocidas por los principios generales del derecho internacional serán
ejercidas por todos los Estados con la debida consideración para con los intereses de otros Estados en su ejercicio
de la libertad del mar.»

La reglamentación se completa a través de limitaciones que van dirigidas a salvaguardar los intereses
generales y la posibilidad de que todos los Estados puedan gozar en pie de igualdad de las referidas libertades.

Las libertades del mar y del espacio aéreo. Las cuatro libertades recogidas por la Convención de Ginebra. Las
nuevas libertades incorporadas por la Convención del Derecho del Mar de 1982. Examen concreto de cada una
de las libertades.

Las cuatro libertades tradicionales recogidas en el Convenio de Ginebra de 1958 sobre el Alta Mar y en la
Convención de 1982:

1ª) La libertad de navegación (art. 4 del Convenio de 1958, y 90 de la Convención de 1982):

«Todos los Estados con litoral o sin él tienen el derecho a que naveguen en alta mar los buques que enarbolen
su bandera.»

Para que este principio pueda ser actuado y no usado arbitrariamente ha sido necesario que el Convenio se
refiera a los verdaderos usuarios del mar, que son los buques, y a la relación que éstos tienen con los Estados en
particular. El ligamen entre el buque y el Estado, que se exterioriza a través de la bandera, se concreta
jurídicamente por medio de la nacionalidad del buque.

Los Estados tienen el derecho a otorgar la nacionalidad, así como el de fijar los requisitos para su concesión y
registro del buque y, para que puedan usar su pabellón o bandera. El Convenio de 1958 impone una limitación
para el otorgamiento del uso de la bandera:

«Ha de existir una relación auténtica -ligamen sustancial- entre el Estado y el buque; en particular, el Estado ha
de ejercer efectivamente su jurisdicción y su autoridad sobre los buques que enarbolen su pabellón en los
aspectos administrativo, técnico y social».

La importancia del derecho al uso de una bandera es extraordinaria, ya que supone que en alta mar los buques
quedan sometidos a la jurisdicción exclusiva del Estado del pabellón. Como consecuencia, no se puede efectuar
un cambio de bandera durante un viaje ni en una escala, excepto como resultado de un cambio efectivo de la
propiedad o en el registro (art. 6.1). «El buque que navegue bajo las banderas de dos o más Estados, utilizándolas
a su conveniencia, no podrá ampararse en ninguna de esas nacionalidades frente a un tercer Estado y podrá ser
considerado como buque sin nacionalidad» (art. 6.2). Serán considerados, por tanto, como buques apátridas, con
las consecuencias que dicha situación comporta.

La regla general de la jurisdicción exclusiva del Estado del pabellón en alta mar para todos los buques vale
también para los barcos de guerra y los navíos de Estado destinados a fines no comerciales, agregando la regla
especial de que «gozarán de la completa inmunidad de jurisdicción respecto de cualquier Estado que no sea el de
su bandera».

La libertad de navegación y su corolario, el principio de no interferencia, tiene una serie de limitaciones:

177
Guiñazú, María Virginia

1°) Por razón de dedicarse a la piratería, se puede apresar al buque o aeronave pirata o que esté en
manos de piratas en alta mar o en cualquier otro lugar no sometido a la jurisdicción de ningún Estado.

Para que exista piratería es necesario que concurran, según el Convenio, tres elementos: 1) una acción
ilegítima de violencia, detención o depredación; 2) cometida con fines personales por la tripulación o pasajeros de
un navío o aeronave privada, y 3) realizada en alta mar o en un lugar no sometido a la jurisdicción de ningún
Estado contra un buque o las personas o bienes que se encuentren a bordo bien del mismo u otro buque.

La piratería lleva como consecuencia, además, detener a las personas e incautarse de los bienes que se
encuentren a bordo e imponer, a través de los tribunales del Estado que haya efectuado la presa, las penas
oportunas y las medidas que haya que tomar respecto al buque, aeronave y los bienes encontrados a bordo.

El apresamiento puede llevarse a cabo sólo por buques y aeronaves de guerra o afectos a un servicio público y
autorizados a tal fin de cualquier Estado. Los buques mercantes no podrán llevar a cabo apresamientos, aunque sí
defenderse de los actos de piratería.

2°) La represión de otras prácticas odiosas, en especial de la trata de esclavos, justifica la limitación del
principio de no interferencia mediante el llamado derecho de visita. Se realizará por buques de guerra siempre
que haya motivos fundados para creer que un buque mercante se dedica a la trata de esclavos.

Las dos limitaciones recién vistas se materializan a través del derecho de visita regulado por el art. 22 y del
derecho de apresamiento regulado por los arts. 19 y 21.

Otra práctica odiosa es el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas. Según la Convención de las
Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, “toda Parte que tenga
motivos razonables para sospechar que una nave que esté haciendo uso de la libertad de navegaci6n con arreglo
al derecho internacional y que enarbole el pabellón o lleve matricula de otra Parte, está siendo utilizada para el
tráfico ilícito, podrá notificarlo al Estado del pabellón y pedir que confirme la matrícula; si la confirma, podrá
solicitarle autorización para adoptar las medidas adecuadas con respecto a esa nave”.

El Estado del pabellón podrá autorizar al Estado requirente a abordar la nave, a inspeccionarla o visitarla no
sólo por buques o aeronaves de guerra sino por cualquier buque o aeronave al servicio del Estado, y «si se
descubren pruebas de Implicación en el tráfico ilícito, adoptar medidas adecuadas con respecto a la nave, a las
personas y a la carga que se encuentren a bordo».

3°) Otra limitación se da cuando haya «motivos fundados» para creer que un buque extranjero ha
cometido una infracción a las «leyes y reglamentos» del Estado ribereño (art. 23). En este caso, el Convenio
autoriza a ejercitar el derecho de persecución.

El derecho de persecución está cuidadosamente regulado. Condiciones cumulativas: a) que se inicie la


persecución cuando el buque o sus lanchas se encuentren en las aguas interiores, aguas archipelágicas, en el mar
territorial o en la zona contigua del Estado ribereño (la Tercera Conferencia la extendido «a las infracciones que
se cometan en la zona económica exclusiva o sobre la plataforma continental, incluidas las zonas de seguridad en
torno a las instalaciones de la plataforma continental, respecto de las leyes y reglamentos del Estado ribereño»;
b) que se realice por buques de guerra, aeronaves militares o barcos afectados a un servicio público y autorizados
para ello; c) la persecución debe comenzar después de haberse dado una señal visual o auditiva desde una
distancia que permita al buque perseguido verla u oírla; d) la persecución debe ser continua, que no se
interrumpa desde que se inició en las aguas interiores, aguas archipelágicas, mar territorial, zona contigua o zona

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Guiñazú, María Virginia

económica exclusiva, y puede entonces continuarse en el alta mar, y e) la persecución deberá cesar cuando el
buque haya entrado en el mar territorial del Estado de su pabellón o en el de un tercer.

2ª) El derecho a la libertad de pesca (art. 2): «todos los Estados tienen el derecho de que sus nacionales se
dediquen a la pesca en alta mar, a reserva de: a) sus obligaciones convencionales; b) los intereses y derechos del
Estado ribereño que se estipulan en la presente, y e) las disposiciones sobre la conservación de los recursos vivos
de la alta mar que figuran en los artículos siguientes».

La consolidación de la zona económica exclusiva ha reducido sobremanera la importancia de la libertad de


pesca en alta mar, al restringir apreciablemente el ámbito de aplicación espacial de dicha libertad.

La Convención de 1982 no atendió las reivindicaciones de algunos Estados ribereños de amplia fachada
marítima (como Argentina, Canadá y Chile) para que se reconociera su interés especial en las zonas de alta mar
adyacentes a sus zonas económicas exclusivas, sobre todo en relación con la conservación y explotación de las
especies transzonales (integradas en bancos pesqueros repartidos entre el alta mar y la zona económica
exclusiva) y de las altamente migratorias (que desovan y nacen en agua dulce para desplazarse luego a través del
mar territorial y la zona económica exclusiva hasta el alta mar). Así, el art. 63.2 de la Convención establece sólo un
deber de comportamiento (la negociación entre los interesados), no de resultado, que de ninguna manera
permite al Estado ribereño imponer unilateralmente medidas de conservación sobre las especies transzonales
fuera de su zona económica exclusiva:

«Cuando tanto en la zona económica exclusiva como en un área más allá de esta y adyacente a ella se
encuentren la misma población o poblaciones de especies asociadas, el Estado ribereño y los Estados que
pesquen estas poblacíones procurarán, directamente o por conducto de las organizaciones subregionales o
regionales apropiadas, acordar las medidas necesarias para la conservación de esas poblaciones en el área
adyacente» (las cursivas son nuestras).

No obstante, los Estados de amplia fachada marítima han mantenido su pretensión de ampliar sus
competencias en el alta mar adyacente a sus zonas económicas exclusivas mediante actos unilaterales de
conservación, administración y control de la explotación de los recursos pesqueros, incluida la sanción de
conductas contrarias a esas disposiciones internas, que condujeron incluso al apresamiento en alta mar.

3ª) La libertad de utilización del lecho del mar para tender cables o tuberías submarinas: a) no se puede
impedir que se tiendan cables o tuberías y que se proceda a su conservación; todo ello sin perjuicio de los
derechos a tomar medidas para la explotación de la plataforma continental y sus recursos naturales (arts. 26.1);
b) cuando se tiendan nuevos cables o tuberías se tendrán debidamente en cuenta los ya existentes y la necesidad
de repararlos (art. 26.2); c) los Estados dictarán la legislación oportuna para perseguir a los culpables de
deterioros o rupturas causadas voluntariamente o por negligencia culpable (art. 27), y para que las personas
sometidas a su jurisdicción respondan del costo de la reparación (art. 28); y d) se indemnizarán las pérdidas
causadas, como el sacrificio de una red, por prevenir daños a cables y tuberías submarinos (art. 29). En la Tercera
Conferencia se ha dejado fuera del ámbito del ejercicio de esta libertad a la plataforma continental.

4ª) El derecho a sobrevolar el alta mar (art.2) por parte de las aeronaves de todos los Estados. El Convenio no
desarrolla esta libertad, salvo en lo relativo al derecho de captura en caso de piratería aérea (arts. 19 y 20).

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Guiñazú, María Virginia

2.- Fondos Marinos y Oceánicos fuera de las jurisdicciones estatales.

Ideas generales. Importancia económica de la Zona.

La Zona comprende los Fondos Marinos y Oceánicos y su subsuelo, sobre los que ningún Estado puede
reivindicar o ejercer soberanía, ni sobre sus recursos minerales. Ninguna persona física o jurídica puede
apropiarse de parte alguna de la Zona. Comienza cuando finaliza la plataforma continental de los Estados.

La condición jurídica de la Zona es ser patrimonio común de la humanidad.

El espacio considerado son los abismos marinos y oceánicos y su subsuelo, fuera de los límites de la
jurisdicción nacional (de las plataformas continentales de los Estados), rico en nódulos polimetálicos - manganeso,
cobre, níquel, cobalto y molibdeno, sulfuros polimetálicos-, cobre, zinc, plata, oro y platino; cortezas de hierro y
manganeso depositadas en las laderas de los volcanes submarinos inactivos con alto contenido de cobalto; y unos
nuevos microbios descubiertos, fuente de nuevos compuestos para aplicaciones industriales y químicas. En
adelante se designará como «la Zona». La Tercera Conferencia no pudo resolver los desacuerdos básicos entre las
potencias marítimas y el Grupo de los 77 sobre la Parte XI, que desarrolla el régimen de la Zona. Los cambios
políticos y económicos habidos en el sistema internacional, orientado hoy hacia la economía de mercado y la libre
empresa, han terminado resolviendo tales desacuerdos en favor de las tesis liberalizadoras de las potencias
industrializadas y la participación universal en la Convención, en el «Acuerdo relativo a la aplicación de la Parte XI
de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar ».

El art. 4 del Acuerdo establece que «Las disposiciones de este Acuerdo y de la Parte XI deberán ser
interpretadas y aplicadas en forma conjunta como un solo instrumento. En caso de haber discrepancia entre este
Acuerdo y la Parte XI prevalecerán las disposiciones de este Acuerdo.»

El Acuerdo de 1994 no se limita a interpretar, desarrollar y precisar las disposiciones de la Parte XI, sino que la
enmienda radicalmente, arrinconando sobre todo la originaria institucionalización del principio de solidaridad en
el régimen de explotación de los recursos minerales de la Zona, basado en la gestión internacional de los mismos,
sustituyéndolo por un régimen más apegado a los principios de la economía de mercado.

Entretanto, el interés de los Estados por este espacio ha ido creciendo en forma progresiva, al compás de los
avances tecnológicos. En cuanto a otros intereses distintos de los económicos, hoy es posible la colocación de
ingenios bélicos en la Zona, en condiciones operativas, tanto si se trata de vehículos como de instalaciones fijas,
con fines de detección y de destrucción. En 1970 se adoptó el Convenio sobre la prohibición de instalar armas de
destrucción masiva en el lecho marino.

Por otra parte, también se ha demostrado las ventajas que la utilización de la Zona puede significar tanto para
el desarrollo científico y de tecnología punta como para la recuperación del patrimonio histórico y cultural.

Delimitación.

En la Convención de 1982, la delimitación de la Zona depende lógicamente del límite exterior de las
plataformas continentales de los Estados ribereños. Por tanto, si bien la delimitación de la Zona posee un aspecto
internacional, son los Estados ribereños quienes fijan la extensión de sus respectivas plataformas en ejercicio de
su jurisdicción (arts. 76 y 134). La única exigencia jurídica requerida es que el límite exterior se indique en cartas o

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Guiñazú, María Virginia

listas de coordenadas debidamente publicadas y que se depositen ante el Secretario General de la ONU. En
principio, la extensión habitual de las plataformas continentales de los Estados será de 200 millas contadas desde
la línea de base del mar territorial, pero no es menos cierto que la Convención de 1982 admite una extensión
máxima de 350 millas marinas para el caso de plataformas geológicas que superen las 200 millas.

La incidencia respecto de la Zona es doble: en primer término, ya que más allá de las 200 millas la explotación
queda sometida a pagos y contribuciones a la Autoridad, excepto que se trate de un país en desarrollo que sea
importador neto del recurso obtenido; en segundo lugar, porque la Autoridad debe respetar los acuerdos «en
vigor» de delimitación.

El régimen jurídico internacional de la Zona. Los dos principios básicos.

El marco jurídico de los fondos marinos internacionales venia teóricamente dado por dos principios básicos: el
que la Zona constituye «Patrimonio común de la humanidad» y el de su «utilización en beneficio de la
Humanidad». Ahora bien, el valor de estas fórmulas generales depende del carácter y alcance de su desarrollo.
Los cambios introducidos en virtud del Acuerdo de 1994 han reducido casi a la nada esos dos principios básicos
recién citados.

a) La acción normativa de las Naciones Unidas

En 1967, el representante de Malta presentó en las Naciones Unidas una propuesta audaz sobre la
internacionalización de los abismos oceánicos, su pacificación y su aprovechamiento en beneficio de la
humanidad, que provocó la creación de una Comisión de Fondos Marinos encargada de profundizar en el asunto y
cuyos trabajos dieron lugar a la «Declaración de Principios que regulan los fondos marinos y oceánicos y su
subsuelo fuera de los límites de la jurisdicción nacional». Ella consagraba la Zona y sus recursos como «Patrimonio
Común de la Humanidad» bajo los siguientes principios: la exclusión de la soberanía y de su apropiación, su
reserva exclusiva para fines pacíficos, el establecimiento de un régimen internacional con un mecanismo
(organización) apropiado para que organice la exploración de la Zona y la explotación de sus recursos sea en
beneficio de toda la humanidad, con la consideración especial de los países en desarrollo; el principio de
responsabilidad o el de la preservación del medio.

b) «El patrimonio común de la Humanidad» y la utilización en beneficio de la Humanidad»

Por Patrimonio Común de la Humanidad debe entenderse la exclusión de soberanía o de propiedad por parte
de los Estados o de particulares: «la Zona y sus recursos son Patrimonio común de la humanidad» y «todos los
derechos sobre los recursos se confieren a la humanidad en su conjunto, en cuyo nombre actuará la Autoridad»
(arts. 136 y 137 de la Convención). Este principio jurídico excluye la posibilidad de apropiación (unilateral o en
grupo), del ejercicio de soberanía; y un deber de abstenerse de explotar la Zona en tanto entrara en vigor el
régimen convencional acordado.

El principio del Patrimonio Común de la humanidad significa «la tendencia a la igualdad compensatoria de las
desigualdades de los Estados, a través de criterios equitativos».

El principio de la utilización en beneficio de la humanidad quiere expresar que todas las utilizaciones y
utilidades posibles de que sean objeto la Zona y sus recursos deben revertir en beneficio de la humanidad, habida

181
Guiñazú, María Virginia

cuenta de las necesidades de los llamados países en desarrollo. Ello supone la existencia de un acuerdo sobre la
creación de una organización internacional que organice, controle y tenga poderes a tal fin.

Estas afirmaciones, sin embargo, deben ser matizadas en los siguientes aspectos; a) La noción humanidad
debe asumirse en cuanto mediatizada por los Estados en su conjunto; son los Estados Partes en la Convención los
receptores y beneficiarios de las posibles utilidades resultantes, y en especial de la actividad minera,
independientemente de la naturaleza de sus gobiernos y de los intereses que representen. b) En cuanto al reparto
de beneficios, tal noción tiende a consolidar la idea de progreso general. Cabe distinguir entre beneficios no
separables -como la pacificación de la Zona o la protección del medio marino- de aquellos susceptibles de reparto,
como serían ciertas utilidades derivadas de la propia utilización de la Zona como la satisfacción de la demanda
mundial y la protección especial a los países productores de tales minerales en tierra firme. El «beneficio de la
Humanidad» pretende el provecho de todos los países mediante una gestión internacional.

La Autoridad de los Fondos Marinos Internacionales.

Los Estados aceptaron la creación de una Organización internacional como medio mediante el cual se
organizase la aplicación y eficacia de la normativa convencional y de sus principios inspiradores. Sin embargo,
hubo dos posturas básicas de entender a la Autoridad: 1) como medio de registro y concesión de licencias y
únicamente con cierto poder reglamentado para autorizar actividades de exploración y explotación minera (por
ejemplo, EE.UU., Japón o Alemania); 2) como una Organización internacional con poderes plenos respecto de
cualquier utilización de la Zona y de sus recursos y en especial para explotar directamente los nódulos
polimetálicos (por ejemplo, Grupo de los 77, Rumania y en cierto grado España o Suecia).

En general, la Convención de 1982 estableció una Organización internacional, la Autoridad, que era operativa
directamente a través de un órgano llamado Empresa. Se prevé expresamente que la Autoridad goza tanto de
personalidad jurídica internacional y de la capacidad jurídica necesaria para el desempeño de sus funciones y el
logro de sus fines, como de privilegios e inmunidades. Son miembros de la Autoridad todos los Estados Partes en
la Convención. Su sede se ha establecido en Kingston (Jamaica).

Estructura orgánica.

1. La Asamblea, que es el órgano plenario y competente para establecer las políticas generales de la Autoridad
como la protección del medio o la de producción mineral. Su carácter de «supremo» (art. 160.1) se basa «en el
principio de la igualdad soberana de todos sus miembros» (art. 157.3). Ha visto reducidas sus competencias por el
Acuerdo de 1994 en favor del Consejo y de un nuevo órgano, el Comité de Finanzas. La pauta general de
actuación en las sesiones ordinarias consiste en debates oficiosos seguidos de un comunicado de prensa.

2. El Consejo, órgano restringido de carácter ejecutivo y competente en todas las materias concretas que
incidan directamente en la explotación minera; su composición es de 36 miembros; siendo muy conflictiva por
representar ciertas categorías de intereses (Estados consumidores, inversores, exportadores o en desarrollo)
reconocidos en la Convención.

La composición de este órgano también ha sido revisada por el Acuerdo de 1994 para satisfacer a las potencias
industrializadas con Estados Unidos a la cabeza. Pero es más destacable la reforma introducida por dicho Acuerdo
en el procedimiento de adopción de decisiones. Como norma general, las decisiones de los órganos de la

182
Guiñazú, María Virginia

Autoridad se adoptarán por consenso. En su defecto, se recurrirá a la mayoría simple para la aprobación de las
cuestiones de procedimiento y a la mayoría de dos tercios para las cuestiones de fondo. Es más, la toma de
decisiones se somete a un delicado sistema de equilibrios y contrapesos entre tres órganos, la Asamblea, el
Consejo y el nuevo Comité de Finanzas .

3. La Secretaría, órgano de carácter administrativo compuesto por funcionarios internacionales y dirigido por
un Secretario General con un mandato de cuatro años renovables. El Estatuto del personal prevé que los
funcionarios de la Autoridad no deben tener intereses financieros en ninguna de las actividades relativas a la
exploración y explotación de la Zona.

4. La Empresa, órgano operativo y de gestión que en nombre de la Autoridad realiza actividades directamente
en la Zona, incluidos los aspectos más controvertidos de transporte, elaboración y comercialización de los
minerales recuperados en la Zona. Viene subordinada a la Asamblea y de modo especial al Consejo. Ha sido el
órgano más debilitado por el contenido del Acuerdo de 1994.

5. Subordinados o subsidiarios técnicos y de asesoramiento dependientes de los órganos principales. Si debe


señalarse por su importancia la Comisión Jurídica y Técnica, cuyo Reglamento de funcionamiento establece como
norma general sesiones «a puerta cerrada»; sesiones de interés general, abiertas; y convocatorias de urgencia en
relación con el medio marino. Su composición se ha ampliado de quince a veinticuatro miembros.

La gestión de los recursos minerales de la Zona.

La Parte XI de la Convención de 1982 se centraba básicamente en dos aspectos: primero fijar cuál era el
sistema de explotación de los nódulos polimetálicos y, seguidamente, discernir cómo los efectos de la explotación
minera podían servir al crecimiento equilibrado del comercio internacional de esos productos básicos a la vez que
se protegía a los países en desarrollo de los efectos económicos adversos sobre sus economías o en sus ingresos
de exportación, como resultado del desarrollo de los recursos abisales.

El sistema de explotación.

a) El sistema de explotación (sistema paralelo), determinaba las vías a través de las cuales la Empresa y los
Estados y/o entidades privadas por ellos patrocinadas podían realizar actividades mineras.

El primer supuesto contemplaba aisladamente a la Empresa, que efectuaría la explotación en nombre de la


Autoridad, aunque su actuación quedaba subordinada al requisito de rentabilidad. En el supuesto de Estados u
otras entidades, podían realizar actividades mineras mediante la obtención de un contrato de asociación con la
Autoridad. Los solicitantes debían cumplir una serie de requisitos, como el comprometerse a cumplir las
disposiciones sobre transmisión de tecnología, las obligaciones financieras y las derivadas de la actividad
normativa de la Autoridad, así como el demostrar condiciones de aptitud financieras y tecnológicas. Por último,
había una vía abierta a la participación de los países en desarrollo en las actividades en la Zona y se articulaba
mediante la institución de acuerdos conjuntos con la Empresa y los requisitos de capacidad financiera y técnica,
así como el de la obtención de mayores beneficios financieros para la Autoridad en menos tiempo.

Para que fuera eficaz el sistema paralelo se habían arbitrado, principalmente, dos cauces: el primero, la
reserva de áreas que consistía en que todo solicitante de un contrato debía presentar un plan de trabajo que

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Guiñazú, María Virginia

incluyera la descripción de un área de explotación bastante extensa y de suficiente valor comercial estimado para
permitir dos explotaciones mineras. Del área así dividida la Autoridad designaría aquella que quedaría reservada
exclusivamente para las actividades de la Empresa «sola o mediante acuerdos conjuntos» y la calificada como
contractual. Ello pretendía tanto dar seguridad a la actividad continuada de la Empresa como propiciar la
participación real de los países en desarrollo.

El Acuerdo de 1994 sólo permite a la Empresa llevar a cabo actividades de explotación «por medio de
empresas conjuntas», ha anulado expresamente la obligación de los Estados partes de financiar las actividades de
la Empresa, ha suprimido la obligación de la transferencia de tecnología y en general las cláusulas más gravosas
de los contratos entre la Empresa y los particulares, y ha exigido a ésta que sus actividades se sometan a las
mismas condiciones aplicables a los contratistas; en definitiva, ha sometido la Empresa a las reglas del mercado.
Es decir, ha vaciado de contenido pacíficamente la Parte XI de la Convención de 1982.

La segunda vía consistía en las cláusulas antimonopolio, que significan la salvaguarda de las áreas
contractuales en beneficio de todos los Estados.

El sistema de explotación así concebido podía ser modificado, ya que la Convención disponía que a los quince
años de la primera explotación comercial comenzaría una Conferencia de Revisión (art. 155) que debería examinar
el rendimiento de las áreas reservadas, la eficacia real de la Empresa, y si el régimen ha beneficiado a los países
en desarrollo. El plazo previsto de discusión era de cinco años, y si no hubiese acuerdo tras doce meses más, se
podía modificar el sistema por 3/4 de la Conferencia. En cualquier caso, las enmiendas y modificaciones no
afectarían a los derechos adquiridos en virtud de contratos existentes.

Esta posibilidad no ha llegado a darse y el Acuerdo de 1994 ha declarado inaplicables varías de las
disposiciones relativas a esa Conferencia de revisión.

b) Efectos de la explotación de los nódulos abisales: se trata de aquellos efectos no deseados en el comercio
internacional y en el progreso económico de los países en desarrollo que han encontrado su previsión en el
reconocimiento a la Autoridad de competencias, en materia de política de recursos y establecimiento de límites a
la producción (art. 151) por una parte, y en el establecimiento de ciertos mecanismos de protección a los países
en desarrollo, por otra.

En primer lugar, la política de recursos y los posibles límites deben de ser compatibles con la satisfacción de la
demanda mundial y en todo caso, los límites constituyen una medida provisional. En segundo lugar, la Autoridad
dará protección a los países en desarrollo siempre que se demuestre el carácter económico de los efectos
adversos, a través de dos mecanismos: las medidas compensatorias y las medidas preventivas. Pero ocurre que
las medidas compensatorios debían hacerse con cargo a los beneficios obtenidos por la Organización y las
medidas preventivas se han concretado en la adopción de acuerdos sobre productos básicos, que no serán
globales sino entre productores en los fondos marinos y los principales consumidores.

3.- El espacio Ultra Terrestre.

Concepto y antecedentes.

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Guiñazú, María Virginia

ANTECEDENTES. — En las postrimerías de la segunda guerra mundial comenzó el desarrollo de nuevas armas
de guerra basadas en la utilización de cohetes de largo alcance con propulsión propia. Esta nueva técnica fue
perfeccionada en la década siguiente y el 4 de octubre de 1957 la humanidad se enteró asombrada que la Unión
Soviética había puesto ese día en órbita un satélite artificial a la Tierra que en ruso se denominó Sputnik, palabra
que desde ese día entró en el lenguaje cotidiano universal. Desde entonces un número elevado de vehículos han
circulado por el espacio más allá de la atmósfera, muchos de ellos enviando información valiosa sobre la Tierra y
el espacio, acelerando y mejorando, además, las telecomunicaciones.

Pero no sólo el espacio ultraterrestre ha sido surcado por objetos inanimados, sino que, además, el hombre ha
surcado dicho espacio y llegado a la Luna. En 1961, el astronauta soviético Yuri Gagarin fue el primero en hacerlo.
En 1965, Alexei Leonov y Edward White, de la Unión Soviética y Estados Unidos, respectivamente, salieron de sus
respectivas cápsulas espaciales y caminaron en pleno vuelo espacial.

Al año siguiente la estación soviética Luna 9 desembarcó en la Luna y transmitió por televisión imágenes de su
superficie e información científica. Posteriormente idos vehículos norteamericanos Geminis 6 y Geminis 7 se
encontraron en el espacio. En 1969, Soyuz 4 y Soyuz 5 de la Unión Soviética se unen en el espacio ultraterrestre y
sus tripulantes pasan de un vehículo a otro.

El resultado más espectacular tuvo lugar el 20 de julio de 1969 cuando los astronautas norteamericanos Neil
Armstrong y Edwin Aldrin desembarcaron en la Luna, realizaron experiencias, transmitieron a la Tierra todas sus
actividades por televisión, volvieron a reunirse con Michael Collins que circundaba el satélite en el vehículo
principal Apollo II y regresaron. El Apollo 12, 14 y 15 luego de un salvataje exitoso del Apollo 13, también
alunizaron con éxito en 1969, 1970 y 1971, respectivamente. La Unión Soviética, por su parte, ha enviado cohetes
con material científico que han transmitido datos científicos de sumo interés, durante un lapso prolongado.

Últimamente, los esfuerzos están centrados en la exploración de otros planetas, especialmente Venus y Marte,
con el envío de cohetes de los programas Venera, Mars y Mariner.

Esta nueva frontera de la humanidad ha abierto un nuevo capítulo en el derecho internacional, como ocurrió
en su oportunidad con la utilización del espacio aéreo, y está sucediendo con los fondos marinos.

Felizmente la cooperación internacional en este medio y con relación a él ha sido intensa y eficaz y ha
favorecido la elaboración de normas especiales adaptadas a este nuevo ámbito, particularmente en el seno de
Naciones Unidas.

La Asamblea General estableció en 1958 una comisión ad hoc, que luego se transformó en permanente en
1961 con el nombre de “Comisión sobre la utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos”, con dos
Subcomisiones, una Científica y Técnica y la otra Jurídica. En esta última se han elaborado los instrumentos
legales que rigen las actividades en el espacio ultraterrestre.

Delimitación entre el espacio aéreo y el espacio ultraterrestre. Importancia del tema. Teorías.

La tendencia de los Estados con relación al espacio aéreo fue afianzar la soberanía del Estado subyacente. Por
el contrario, la tendencia con relación al espacio ultraterrestre es considerarlo abierto a la exploración y
utilización de todos los países. Por ello, dado el distinto régimen jurídico de estos espacios, es importante fijar
jurídicamente el límite entre ambos. Prueba de que los Estados consideran que gozan de distintos derechos,

185
Guiñazú, María Virginia

según se trate del espacio aéreo o ultraterrestre, es la ausencia de protestas por el paso sobre su territorio de
satélites cuyas órbitas se proyectan sobre él.

No se ha llegado a un acuerdo sobre el límite entre el espacio aéreo y el espacio ultraterrestre. Expondremos
algunas de las ideas que se han avanzado, sobre bases físicas o geofísicas o de conformidad con la estructura y
métodos de propulsión de vehículos o el concepto de control efectivo. También se han pensado en fronteras
matemáticamente definidas.

Así se han propuesto respondiendo a bases físicas o geofísicas, el limite exterior de la atmósfera. La atmósfera,
sin embargo, está compuesta de varias zonas: tropósfera, hasta 10 km. de altura, estratosfera, hasta 40 km.,
mesoesfera, hasta 80 km., termoesfera, hasta 375 km. Y exoesfera, hasta 900 o 1.000 km.; algunas de estas zonas
han sido sugeridas como límite. De acuerdo con el mismo criterio, algunos autores proponen como límite la línea
hasta donde se extienden los efectos de la gravedad de la Tierra, es decir, donde dicho efecto termina y
comienzan los de otro cuerpo celeste. Se calcula en 327.000 km. el campo de gravedad terrestre con relación a la
Luna y seis veces más con relación al Sol.

Otros autores favorecen como límite la altura hasta la cual la atmósfera puede sustentar el vuelo de un avión,
o sea alrededor de 20 km. O donde cesa la fuerza aerodinámica y comienza la fuerza centrífuga, más o menos 83
km. La International Law Association, en su reunión de Buenos Aires de 1968, adoptó una resolución que definió
el concepto de espacio ultraterrestre, tal como es usado en el “Tratado sobre los Principios que deben regir las
actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos
celestes”, así: “El término ‘espacio ultraterrestre’ incluye todo el espacio por encima del perigeo menor logrado el
27 de enero de 1967, cuando el Tratado fue abierto a la firma, por cualquier satélite puesto en órbita, sin
perjuicio de que posteriormente pueda determinarse incluir cualquier parte del espacio bajo tal perigeo”. Para
otros autores, ” el espacio estaría compuesto por varias zonas sucesivas donde los Estados gozarían de distintos
derechos; el espacio aéreo se extendería hasta donde es posible los vuelos aerodinámicos, luego vendría una
zona intermedia, especie de “zona contigua”, y luego el espacio libre accesible a todos los vehículos.

Las teorías que proponen como criterio un límite basado en el efectivo control del Estado subyacente, han
adoptado como base criterios similares a los que llevaron a la creación de los conceptos de mar territorial y del
espacio aéreo, es decir la defensa y la seguridad nacional.

Otros estudios han propuesto un límite definido, entre 20 a 800 km., y aún más.

Los autores que favorecen el enfoque funcional han sugerido distintos límites de acuerdo con las actividades
que se realicen en el espacio. Se tienen en cuenta más el tipo de actividad y los objetivos que se persiguen que el
establecimiento de una línea fija.

En cuanto a los Estados, éstos han tomado, hasta ahora, posiciones cautelosas no definitivas, en el curso de las
discusiones en el seno de la Subcomisión Jurídica de la Comisión de Naciones Unidas.

La falta de una frontera definida no ha creado dificultades, así como tampoco ha sido, hasta ahora, obstáculo
para que comenzaran a desarrollarse los principios y normas que rigen el espacio ultraterrestre.

Principios básicos del régimen jurídico del espacio ultraterrestre. Las resoluciones de la Asamblea General
de la ONU.

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Guiñazú, María Virginia

Estos principios fueron adoptados por la Asamblea General en dos instrumentos sucesivos: a) la “Declaración
de los principios jurídicos que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio
ultraterrestre”, aprobada unánimemente en 1963 y b) el “Tratado sobre los principios que deben regir las
actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos
celestes”, en 1966.

Puede deducirse de la conducta de los Estados, de sus declaraciones oficiales y de las posiciones adoptadas en
organismos internacionales, que muchos de los principios contenidos en la Declaración de 1962 y luego en el
Tratado eran ya normas de carácter consuetudinario al aprobarse estos instrumentos.

Los principios básicos del régimen jurídico del espacio ultraterrestre, la Luna y otros cuerpos celestes son: 1.
No apropiación por ningún Estado; 2. Libre exploración y utilización; 3. Libre investigación científica y 4.
Explotación para beneficio e interés de todos los Estados.

El principio de no apropiación está establecido en el art. 29 del Tratado que dice: “El espacio ultraterrestre
incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de
soberanía, uso u ocupación, ni ninguna otra manera”. En consecuencia, ningún derecho exclusivo de soberanía es
admitido con relación a ninguna parte del espacio ultraterrestre y los cuerpos celestes. Uno de los problemas que
se presenta es la cuestión de la facultad de apropiarse de los recursos de los cuerpos celestes, sin reivindicar
soberanía.

El art. 1, segundo párrafo, reconoce así la libertad de acción de todos los Estados: “El espacio ultraterrestre,
incluso la Luna y otros cuerpos celestes, estará abierto para su exploración y utilización a todos los Estados sin
discriminación alguna en condiciones de igualdad y en conformidad con el derecho internacional y habrá libertad
de acceso a todas las regiones de los cuerpos celestes”. El ejercicio de esta libertad, expresada en términos tan
amplios, está sujeto a ciertas limitaciones generales y específicas expresadas en otras cláusulas del Tratado. El
articulo 39 expresa que estas actividades “deberán realizarse... de conformidad con el derecho internacional,
incluida la Carta de las Naciones Unidas, en interés del mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales y
del fomento de la cooperación y la comprensión internacionales”.

El art. 4 contiene algunas limitaciones con referencia a los usos militares del espacio ultraterrestre y los
cuerpos celestes. El Tratado prohíbe a los Estados colocar en órbita o en el espacio ultraterrestre o en cuerpos
celestes objetos portadores de armas nucleares o de destrucción en masa. También se prohíbe establecer en los
cuerpos celestes instalaciones y fortificaciones militares, ensayar armas y realizar maniobras militares, agregando
que “la Luna y los demás cuerpos celestes se utilizarán exclusivamente con fines pacíficos”. Esto no significa en
primer lugar, que todas las actividades militares o ejecutadas por militares están prohibidas; el propio art. 4 no
prohíbe "la utilización de personal militar para investigaciones científicas ni para cualquier otro objeto pacífico”,
ni “la utilización de cualquier equipo o medios necesarios para la exploración de la Luna y de otros cuerpos
celestes con fines pacíficos”. En segundo lugar, el Tratado sólo se refiere a armas nucleares, es decir, tiene el
propósito de “desnuclearizar”, pero no prohíbe la colocación de otros tipos de armas, aunque hay que reconocer
que fuera del armamento nuclear las demás no podrían por el momento causar efecto en la Tierra. Finalmente, el
artículo se refiere sólo a la Luna y otros cuerpos celestes y no al espacio ultraterrestre con relación a la utilización
con fines pacíficos, en consecuencia las actividades militares en dicho espacio son legítimas; las principales que
ciertos Estados llevan a cabo hoy son las que realizan los satélites de reconocimiento, que permiten observar con
gran detalle el territorio de otros Estados. También son indispensables para las comunicaciones militares y la
navegación.

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Guiñazú, María Virginia

Otra limitación específica a la libertad de exploración y utilización, tiene por objeto impedir la contaminación
ambiental. Dice el art. 9: “ Los Estados Partes en el Tratado harán los estudios e investigaciones del espacio
ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, y procederán a su exploración de tal forma que no se
produzca una contaminación nociva ni cambios desfavorables en el medio ambiente de la Tierra como
consecuencia de la introducción en él de materias extraterrestres, y cuando sea necesario adoptarán las medidas
pertinentes a tal efecto”.

El art. 1, párrafo 3, reconoce el principio de la libre investigación científica: “El espacio ultraterrestre, incluso
la Luna y otros cuerpos celestes, estarán abiertos a la investigación científica, y los Estados facilitarán y
fomentarán la cooperación internacional en dichas investigaciones”.

El principio de explotación para beneficio e interés de todos los Estados está establecido en el art. 9, párrafo 1:
“La exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, deberán hacerse
en provecho y en interés de todos los Estados, sea cual fuere su grado de desarrollo económico y científico e
incumben a toda la humanidad”.

De acuerdo con el art. 9, las actividades en el espacio ultraterrestre “deberán guiarse por el principio de la
cooperación y la asistencia mutua” y “deberán tener debidamente en cuenta los intereses correspondientes de
los demás Estado Partes en el Tratado”. Si un Estado cree que sus actividades pueden ser obstáculo o perjudicar a
la exploración o utilización de otros Estados, deberá celebrar consultas. Por el contrario, si un Estado cree que las
actividades de otro lo pueden perjudicar podrá pedir la celebración de dichas consultas.

De acuerdo también con este principio de beneficio e interés común, los Estados podrán solicitar la
oportunidad de observar el vuelo de objetos espaciales, lo que se determinará por acuerdo entre los Estados
interesados. Asimismo, los Estados convienen en informar, “en la mayor medida posible dentro de lo viable y
factible”, al Secretario General de Naciones Unidas, sobre sus actividades, quien deberá difundirlas. Además, las
estaciones, instalaciones, equipos y vehículos espaciales situados en la Luna y otros cuerpos celestes, serán
accesibles a representantes de otros Estados.

Las actividades en el espacio ultraterrestre pueden ser realizadas no sólo por Estados, sino también por
organizaciones internacionales. Por ello, el art. 13 del Tratado prevé que sus disposiciones serán aplicables a las
actividades de dichas organizaciones.

Asistencia a astronautas y restitución de objetos lanzados al espacio ultraterrestre.

Los artículos 5 y 89 in fine del Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en el
espacio ultraterrestre, establecen las normas básicas sobre ayuda y devolución de astronautas y objetos lanzados
al espacio ultraterrestre que han sido desarrolladas en detalle en el Acuerdo sobre el salvamento y la devolución
de astronautas y la restitución de objetos lanzados al espacio ultraterrestre aprobada por la Asamblea General de
las Naciones Unidas en 1967.

En cuanto a los astronautas, el art. 59 del Tratado establece que los Estados Partes los considerarán “como
enviados de la humanidad”. Además, se establecen los siguientes deberes. El Estado que sepa que un vehículo
espacial en su territorio ha sufrido un accidente, se encuentre en peligro o haya sufrido un aterrizaje forzoso
involuntario lo notificará a la autoridad de lanzamiento y al Secretario General de las Naciones Unidas (art. 19), le
prestará toda la ayuda necesaria y notificará las medidas que adopte al Secretario General y la autoridad de
lanzamiento, si fuere útil la asistencia de la autoridad de lanzamiento ésta cooperará bajo la dirección del Estado

188
Guiñazú, María Virginia

en cuyo territorio se hayan producido los problemas (art. 29). Si el accidente tiene lugar en alta mar o “en
cualquier lugar no colocado bajo la jurisdicción de ningún Estado”, las Partes Contratantes asumen también la
obligación de prestar asistencia e informar. La tripulación deberá ser devuelta sin demora. Esta obligación de
prestar asistencia se extiende a las actividades en el espacio ultraterrestre y no sólo en la Tierra (art. 59). Los
Estados Partes deberán informar sobre cualquier fenómeno que pueda constituir un peligro para los astronautas.

En cuanto a la restitución de objetos lanzados al espacio ultraterrestre, el art. 89 in fine del Tratado prevé la
obligación de devolverlos al Estado de registro, cuando hayan caído fuera de sus límites. El Estado que sepa o
descubra la existencia de objetos lanzados al espacio y que han vuelto a la Tierra y que caigan en su territorio, alta
mar o "en cualquier otro lugar colocado bajo la jurisdicción de ningún Estado”, deberán notificarlo al Estado de
lanzamiento y al Secretario General de las Naciones Unidas; deberá también tomar medidas para su recuperación,
a pedido de la autoridad de matrícula y con su asistencia, si se estimare necesario solicitarla. A requerimiento, los
objetos deben ser restituidos. Si fueren de naturaleza peligrosa o nociva, tal característica será notificada a la
autoridad de lanzamiento, para que elimine el posible peligro de daños.

Responsabilidad internacional por daños causados por objetos espaciales.

Este ha sido uno de los temas más intensamente debatido en el seno de la Subcomisión Jurídica de la Comisión
del Espacio Ultraterrestre de las Naciones Unidas. Recién en 1971, la Asamblea General aprobó el Convenio sobre
la responsabilidad por daños causados por objetos espaciales.

El Tratado de 1966 establece en su art. 79 la responsabilidad internacional por daños causados por Estados
que lancen o promuevan el lanzamiento de objetos al espacio ultraterrestre, así como de aquellos desde cuyo
territorio sean lanzados, ya sea que los daños tengan lugar en la Tierra, el espacio aéreo, el espacio ultraterrestre,
la Luna u otros cuerpos celestes. Dicha responsabilidad se extiende por el art. 69 a actividades nacionales de
organismos gubernamentales o no gubernamentales, debidamente autorizadas; cuando se trate de una
organización internacional, dicha responsabilidad corresponde a la organización internacional y los Estados que
pertenecen a ella.

La Convención de 1971 contiene algunas normas novedosas en materia de responsabilidad.

El derecho internacional general tradicional se basa en el principio que sólo los actos ilícitos de los Estados dan
lugar a responsabilidad internacional. Sin embargo, algunas actividades basadas en la tecnología moderna, han
dado lugar a ciertas excepciones a este principio, establecidas taxativamente en tratados. Así, por ejemplo, la
Convención de 1952 sobre daños causados por aeronaves extranjeras a terceros en la superficie, establece que
cualquier persona que los sufra, tiene derecho a compensación, sólo con la prueba de que el daño causado fue
provocado por una aeronave en vuelo o por persona u objeto que caiga de ella. En el campo de la energía nuclear
se han adoptado principios similares en la Convención de 1960 sobre responsabilidad de terceros, la Convención
de 1962 sobre responsabilidad de operadores de barcos nucleares o la Convención de 1963 sobre responsabilidad
civil por daños nucleares.

La Convención sobre responsabilidad por daños causados por objetos espaciales ha adoptado en su art. 2 el
principio de la responsabilidad del Estado objetiva (“absoluta”) por daños "causados por un objeto espacial suyo
en la superficie de la Tierra o las aeronaves en vuelo”. Según el art. 4, la responsabilidad será no sólo absoluta,
sino también mancomunada, cuando los daños que sufra un tercer Estado en la superficie de la Tierra o en

189
Guiñazú, María Virginia

aeronaves sea, a su vez, el resultado de daños sufridos por un objeto espacial o personas a bordo que hayan sido
originados por otro Estado de lanzamiento.

Sin embargo, siempre que las actividades de lanzamiento hayan sido conducidas conforme con el derecho
internacional, dicho Estado puede obtener exoneración de la responsabilidad objetiva, conforme con el art. 69 del
Convenio, en la medida en que haya existido negligencia grave o actos de omisión cometidos por el Estado
demandante. Además, el principio de responsabilidad objetiva no se aplica cuando se trata de daños sufridos
fuera de la Tierra por un objeto espacial a otro objeto espacial de otro Estado de lanzamiento, en cuyo caso sólo
habrá responsabilidad en caso de culpa. También se aplicará el principio de culpa, si se trata de daños cometidos
por dos Estados, fuera de la Tierra, a un objeto espacial de un tercer Estado. En este caso, la indemnización se
repartirá según el grado de culpa y si no es posible determinarla, por partes iguales (art. 49, inc. 29).

No existirá responsabilidad del Estado de lanzamiento si los daños son causados a nacionales de países
extranjeros invitados a participar u observar un lanzamiento (art. 79 del Convenio).

Por otra parte, si dos o más Estados lanzan conjuntamente un objeto espacial, serán solidariamente
responsables por los daños, según el art. 59. Se considera como participante en un lanzamiento conjunto al
Estado desde cuyo territorio se lanza el objeto. Esta norma se aplica independientemente de que la
responsabilidad solidaria sea “absoluta” o por culpa.

La Convención establece un procedimiento para solucionar los reclamos que puedan presentarse por daños.
Sólo los Estados pueden presentar la reclamación, ya sea en caso de tratarse de personas físicas o morales por sus
nacionales, o en su defecto, el Estado donde estas personas han sufrido el daño.

Para presentar el reclamo se debe usar la vía diplomática o por intermedio del Secretario General de las
Naciones Unidas (art. 99). El procedimiento debe ser puesto en movimiento hasta un año después de producido
el daño o que llegue éste a conocimiento del Estado reclamante (art. 10).

El Convenio establece que no es necesario el agotamiento de los recursos locales para presentar la
reclamación (art. 11), pero que en caso de iniciarse la reclamación ante los tribunales u órganos administrativos
locales, el Estado reclamante no podrá ampararse en este Acuerdo, para dejar de lado la jurisdicción local.

La indemnización (art. 12) se determinará conforme “con el derecho internacional y los principios de justicia y
equidad” a fin de que se repongan las cosas a la condición que hubieran tenido, de no haber ocurrido daños.

En caso de no llegar a acuerdo por la vía diplomática dentro de un año, se establecerá una comisión de
reclamaciones, compuesta de 3 miembros, cuya decisión será firme y obligatoria.

Finalmente si los daños producidos por el objeto espacial, constituyen un peligro “en gran escala” para la
población de un Estado, las Partes de este Acuerdo y en especial el Estado de lanzamiento proporcionarán una
asistencia apropiada y rápida, si así fuera solicitada.

Registro de objetos lanzados al espacio ultraterrestre.

El articulo VIII del Tratado de 1966 establece que el Estado retendrá “la jurisdicción y control” sobre el objeto
lanzado al espacio ultraterrestre, así como el personal que vaya en él, mientras se encuentre en el espacio

190
Guiñazú, María Virginia

ultraterrestre o en un cuerpo celeste y que el derecho de propiedad no sufrirá allí ninguna alteración, ni en su
retorno a la Tierra. Para ello, el Estado deberá registrar tal objeto. El registro es importante para establecer la
responsabilidad por daños y la restitución en caso de ser encontrado el vehículo fuera de los límites nacionales
del Estado de lanzamiento. Para que todo el sistema legal establecido en los diferentes convenios opere, es
necesario saber a quién pertenece el objeto espacial y a quién responde su tripulación; por ello, la Asamblea
General aprobó a fines de 1974 el Convenio sobre el Registro de Objetos Lanzados al Espacio Ultraterrestre.

El Convenio prevé la creación de dos registros, el del Estado de lanzamiento y el del Secretario General.

El contenido del registro nacional y las condiciones en que será llevado será determinado por cada Estado,
conforme con el art. 29. El registro del Secretario General deberá contener la información que taxativamente
menciona el art. 49 y que deberá proporcionar “en cuanto sea factible” el Estado que lance un objeto espacial y
que sea parte de este Convenio.

En el caso del registro nacional, el Estado que lo establece sólo asume la obligación de notificar su creación al
Secretario General (art. I9), pero es para su propio uso. Por el contrario, en el registro de Naciones Unidas la
información consignada tendrá un acceso “pleno y libre” (art. 39).

Si no es posible establecer la identidad de un objeto que haya causado daño o pueda ser peligroso o nocivo,
los Estados Partes, en especial los que posean instalaciones de observación y rastreo, responderán a una solicitud
formulada a efectos de identificar el objeto, pero “los arreglos según los cuales se prestará tal asistencia serán
objeto de acuerdo entre las partes interesadas" (art. 69).

191
Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 8:

1.- Los órganos estatales internacionales en sus relaciones.

Nociones generales. Determinación de los órganos estatales encargados de las relaciones internacionales.

Los Estados, como las personas jurídicas, son representados por individuos en el establecimiento y
mantenimiento de relaciones recíprocas. Estas personas o grupo de personas son los órganos del Estado en sus
relaciones exteriores. El D.I. determina en qué condiciones estos órganos pueden comprometer al Estado frente a
otros Estados u otros sujetos de derecho internacional e indica los privilegios e inmunidades necesarios para el
ejercicio de sus funciones internacionales. El derecho interno reglamenta, dentro de su ámbito, las
correspondientes competencias.

Tradicionalmente, los órganos estatales encargados de las relaciones exteriores del Estado han sido el jefe de
Estado o el jefe de Gobierno, el ministro de Relaciones Exteriores, los agentes diplomáticos permanentes y los
agentes consulares. Actualmente, las relaciones exteriores son encauzadas por agentes ad hoc, que pueden estar
encargados de problemas políticos determinados, pero también de problemas técnicos, que devienen cada día
más frecuentes. Por otra parte, el desarrollo de las organizaciones internacionales ha dado lugar a una activa
diplomacia multilateral y ante tales organizaciones los Estados se encuentran representados por misiones
permanentes diplomáticas o de observación o delegados ante órganos o conferencias convocados por la
organización u observadores en tales órganos o conferencias.

En el caso del jefe de Estado, jefe de Gobierno y ministro de Relaciones Exteriores, el derecho internacional
dispone que pueden representar ipso facto a su Estado, sin necesidad de tener que probar su autoridad. Los
agentes diplomáticos, por el contrario, deben demostrar su representación por medio de credenciales; la misma
norma se aplica a la diplomacia ad hoc. Los agentes consulares, por su parte, no representan al Estado en la
totalidad de sus relaciones internacionales, como lo hacen los agentes diplomáticos permanentes, realizan
funciones generalmente no políticas y con el objeto principal de proteger los intereses del Estado y sus
nacionales.

Hasta hace poco tiempo las normas de derecho internacional referentes a los órganos del Estado, tenían
carácter consuetudinario. Recientemente, sobre la base de la labor de la Comisión de Derecho Internacional de
las Naciones Unidas, ha comenzado su codificación, en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de
1961, la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1963, la Convención de Nueva York sobre Misiones
Especiales de 1969, la Convención de Nueva York de 1973 sobre la prevención y represión de infracciones contra
las personas que gozan de protección internacional y la Convención de Viena sobre la Representación de los
Estados en sus relaciones con las organizaciones internacionales de carácter universal, de 1975.

Agentes diplomáticos. Definición.

Son agentes diplomáticos las personas que ejercen la representación oficial de un Estado (estado acreditante)
en otro Estado (estado receptor), ya sea de modo general y permanente (embajadores por ejemplo), o bien con
carácter ad hoc, esto es, para determinado asunto.

Antecedentes.

192
Guiñazú, María Virginia

Los primeros agentes diplomáticos permanentes fueron instituidos en el siglo XV por las repúblicas italianas. La
paz de Westfalia (1648), al erigir en los Estados europeos un sistema de equilibrio político, indujo a mantener
entre ellos representantes diplomáticos permanentes. Esta práctica se amplió y generalizó más tarde,
especialmente desde mediados del siglo XIX.

La realización de congresos o conferencias internacionales ha sido cada vez más frecuente desde el Congreso
de Viena de 1815; y si bien a algunos de los más importantes concurrieron en persona los jefes de Estado o sus
primeros ministros, el desarrollo de aquel método ha exigido acreditar en ellos agentes diplomáticos ad hoc en
carácter de delegados plenipotenciarios.

El derecho de legación. Facultades del Estado. Análisis de la Convención de Viena sobre las Relaciones
Diplomáticas.

1. El derecho de legación puede ser activo y pasivo, según se trate de la facultad de los Estados de enviar o de
recibir agentes diplomáticos respectivamente. Se ha discutido si los Estados están obligados, conforme con el D.I.,
a recibir o a enviar tales agentes. En el caso de envío, se trata claramente de una facultad sujeta a la discreción
del Estado en cuestión (facultativo). El problema se presenta con el recibo de agentes diplomáticos, aquí debemos
distinguir si se trata del establecimiento de una misión diplomática permanente o de una misión especial. En este
último caso, el Estado no puede normalmente rehusarse a recibirla, en el primero su instalación depende del
consentimiento mutuo. El art. 2 de la Convención sobre Relaciones Diplomáticas dispone: “El establecimiento de
relaciones diplomáticas entre Estados y el envío de misiones diplomáticas permanentes se efectúa por
consentimiento mutuo” y el art. 15 establece que “los Estados se pondrán de acuerdo acerca de la clase que
habrán de pertenecer los jefes de sus misiones”.

El derecho de legación es ejercido, en la medida en que lo requieren las conveniencias políticas, acreditando
un agente diplomático perteneciente a alguna de las categorías que se especifican. Ese agente diplomático,
llamado “jefe de misión”, está acompañado por los “miembros de la misión” que se estime necesario: consejeros,
secretarios, agregados comerciales, militares, navales, etcétera.

Cada Estado, a fin de atender el derecho de legación, ha organizado el “servicio exterior”, que comprende
todo lo relativo al funcionamiento del Ministerio de Relaciones Exteriores, como también a los agentes
diplomáticos y a los funcionarios consulares en el exterior.

2. El conjunto de los jefes de misión acreditados ante un gobierno constituye el “cuerpo diplomático”, que
tiene a su frente como “decano” al nuncio o al jefe de misión más antiguo en el lugar dentro de los de mayor
jerarquía. Esa entidad no ejerce funciones políticas sino puramente protocolares; sin embargo, en circunstancias
extraordinarias y graves suelen reunirse para adoptar decisiones con el objeto de obrar de consuno, y las
manifestaciones oficiosas que en consecuencia exprese tienen significación innegable.

3. Las normas relativas a los agentes diplomáticos se rigen hoy por la Convención de Viena sobre Relaciones
Diplomáticas de 1961, que ha recibido más de 100 ratificaciones. Sin embargo, el preámbulo de dicho tratado
afirma que “las normas de derecho internacional consuetudinario han de continuar rigiendo las cuestiones que no
hayan sido expresamente reguladas en las disposiciones de la presente Convención”.

193
Guiñazú, María Virginia

Especies. —La Convención sobre Relaciones Diplomáticas, de 1961, divide los jefes de misión en tres clases,
según su art. 14: "a) embajadores o nuncios (Santa Sede) acreditados ante los jefes de Estado, y otros jefes de
misión de rango equivalente; b) enviados, ministros o internuncios acreditados ante los Jefes de Estado; c)
encargados de negocios acreditados ante los ministros de Relaciones Exteriores. Salvo por lo que respecta a la
precedencia y a la etiqueta, no se hará ninguna distinción entre los jefes de misión por razón de su clase”.

Aparte de los jefes de misión, cada Estado da a sus agentes diplomáticos las denominaciones que estime
conveniente dentro de las clásicas utilizadas hasta ahora, como ministros, consejeros, secretarios o agregados. La
ley 20.957, del Servicio Exterior de nuestro país, establece las siguientes categorías: "A) Embajador extraordinario
y plenipotenciario; B) Ministro plenipotenciario de primera clase; C) Ministro plenipotenciario de segunda clase;
D) Consejero de embajada y cónsul general; E) Secretario de embajada y cónsul de primera clase; F) Secretario de
embajada y cónsul de segunda clase; G) Secretario de embajada y cónsul de tercera clase”. Estos agentes pueden
ejercer funciones indistintamente en el servicio diplomático o en el servicio consular.

Los agentes diplomáticos ad hoc son acreditados para un asunto determinado, ya puramente protocolar —
visita de cortesía, celebración de un acontecimiento, etc. —, o bien para realizar una negociación circunstancial
de carácter político, económico, etc.

A veces se envia al extranjero ciertos agentes oficiales no permanentes y sin carácter diplomático, pues no
ejercen la representación formal del Estado. Son: los agentes confidenciales, a los que se encomienda efectuar
ante el gobierno de un Estado cierta exploración o gestión de carácter reservado; los comisionados o peritos,
encargados de realizar, con funcionarios análogos de otro Estado, determinados estudios o trabajos de carácter
oficial relativos a la demarcación de límites, al régimen aduanero, ferroviario, policial, etc.; los delegados sin
plenipotencia, que tienen encargo de deliberar en una conferencia internacional acerca de cuestiones técnicas,
preparar anteproyectos de acuerdos que ulteriormente pueden ser subscriptos por los gobiernos o sus
representantes diplomáticos, o bien elaborar conclusiones que recomiendan a los gobiernos a fin de que
oportunamente las adopten como corresponda; y los observadores, que son enviados a una conferencia
internacional por un Estado que no participa en ella de modo oficial.

Designación e investidura — La costumbre internacional ha establecido, como requisito previo para la


designación de un jefe de misión diplomática, consultar confidencialmente al gobierno ante el cual ha de ser
acreditado, si el candidato es "persona grata”. El gobierno consultado puede responder en sentido negativo sin
que por ello tenga que expresar los motivos en que se funda. No se requiere igual consulta para la designación de
los demás funcionarios que integran el personal oficial de la misión diplomática o del resto del personal de la
misión diplomática permanente, que el Estado acreditante podrá nombrar libremente.

En Argentina, luego de que el estado receptor lo acepta, el Poder Ejecutivo solicita el acuerdo del Senado de la
Nación (con mayoría de dos tercios). Luego se designa mediante decreto del Poder Ejecutivo. Ya designado, se le
otorgan las Cartas Credenciales, pasaporte diplomático, códigos de comunicación, valija diplomática e
instrucciones. Las Cartas Credenciales contienen el inicio de las funciones, que se da cuando presenta dichas
Cartas ante el Jefe de Estado. Tiene importancia a los fines del orden de precedencia, que es cronológico (a
medida que van cambiado los funcionarios y llegando nuevos, va cambiando).

La Convención de Viena dispone en su art. 89, inciso 9, que los miembros del personal diplomático “habrán de
tener la nacionalidad del Estado acreditante”, pero podrán designarse personas que tengan la nacionalidad del

194
Guiñazú, María Virginia

Estado receptor, con el consentimiento de este Estado, que podrá retirarlo en cualquier momento. En el caso de
nacionales de un tercer Estado, el Estado receptor podrá reservarse el derecho de objetar su nombramiento.

Es corriente, particularmente en casos de Estados de no muchos recursos financieros, que se acrediten


agentes diplomáticos ante dos o más Estados y organismos internacionales. El artículo 5° de la Convención de
1961 lo permite, salvo que los Estados receptores se opongan expresamente. También la Convención autoriza la
situación inversa, es decir, el nombramiento por parte de dos o más Estados de la misma persona, ante un tercer
Estado, salvo que el Estado receptor se oponga.

1. Los jefes de misión de las dos primeras categorías acreditan su carácter con las “cartas credenciales”,
documento en el cual el jefe de Estado que lo envía manifiesta al jefe del Estado de destino que ha resuelto
designar ante él en carácter de embajador (o ministro) a la persona cuyo nombre indica, y en consecuencia le
ruega quiera prestar entero crédito a cuanto exprese y haga como tal. Los agentes diplomáticos de la tercera
categoría —los encargados de negocios— se acreditan, si son permanentes, por medio de una “carta de
gabinete”, documento análogo al anterior pero subscripto por el respectivo ministro de Relaciones Exteriores y
dirigido a su colega del país de destino; y, si son ad interim, quedan acreditados por medio de nota firmada por el
jefe de misión que transitoriamente se ausenta.

Los “plenos poderes” o “plenipotencia” son un documento mediante el cual el jefe de Estado autoriza a
determinado agente diplomático —ya sea permanente o ad hoc— a realizar tal o cual negociación diplomática o a
participar en una conferencia de esta especie, y en ambos casos a subscribir los acuerdos que correspondan.
Pueden estar contenidos en las “cartas credenciales” o pueden ser especiales.

El carácter, antes absoluto, de los “plenos poderes” ha sido atenuado considerablemente. Hoy se entiende que
autorizan a negociar y a firmar; pero los acuerdos que en virtud de ellos se realicen están subordinados a la
ratificación ulterior del respectivo gobierno, salvo que el tratado entre en vigor por la mera firma.

El art. 7 de la Convención sobre el Derecho de los Tratados establece en su inciso 2° b) que los jefes de misión
diplomática, se considera que representan a su Estado, sin tener que presentar plenos poderes “para la adopción
del texto de un tratado entre el Estado acreditante y el Estado ante el cual se encuentran acreditados”.

Las “instrucciones” que el agente diplomático recibe de su gobierno son directivas para el desempeño del
cargo, que se le dan con carácter reservado. La personería del agente diplomático, así como la extensión de sus
facultades, surgen de las “cartas credenciales” y de los “plenos poderes”.

2. El jefe de misión queda investido en su carácter de representante de su gobierno desde el momento en que,
habiendo presentado personalmente sus “cartas credenciales” al jefe del Estado respectivo, es así reconocido
oficialmente por éste como tal.

La precedencia entre los jefes de misión, dentro de su clase, se establece, según la práctica y el art. 16 de la
Convención de Viena, “siguiendo el orden de la fecha y hora que hayan asumido sus funciones, mediante la
presentación de credenciales”.

El orden de precedencia dentro de la propia misión diplomática es el notificado al Ministerio de Relaciones


Exteriores. Dicha precedencia la establece cada Estado en la forma que estime corresponder.

3. Normalmente, salvo que se haya convenido otra vía, se notificará al Ministerio de Relaciones Exteriores del
Estado receptor, según el art. 10 de la Convención, el nombramiento de los miembros de la misión, su llegada o

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Guiñazú, María Virginia

salida definitiva o terminación de sus funciones, las de la familia del miembro de la misión, de los criados
particulares y la contratación y el despido de personas residentes en el Estado receptor.

Además, cada salida y llegada del jefe de la misión debe notificarse, a los efectos de establecer con precisión a
cargo de quién se encuentra la misión diplomática, en carácter de encargado de negocios ad interim. Los
encargados de negocios ad interim podrán ser designados en caso de vacancia o de imposibilidad del jefe de
misión de ejercer sus funciones y generalmente se nombra a un miembro del personal diplomático, pero la
Convención prevé que podrá designarse a personal administrativo y técnico, con el consentimiento del Estado
receptor, “para hacerse cargo de los asuntos administrativos corrientes de la misión”.

4. Uno de los problemas más delicados de la post guerra en materia de representación diplomática es el
número de representantes que puede acreditarse, por los abusos que han tenido lugar designándose, a veces,
misiones numerosísimas, de cientos de agentes, con los más diversos propósitos. Por ello, la Convención de Viena
establece en el art. 11, inciso 19 que, a falta de acuerdo, el Estado receptor podrá exigir que el número de
miembros de la misión se mantenga dentro de límites “de lo que se considere razonable y normal, según las
circunstancias y condiciones de ese Estado y las necesidades de la misión de que se trate”. También dicho Estado
podrá negarse a aceptar funcionarios de una determinada categoría.

Locales de la misión. — Normalmente la misión diplomática se instala en la sede del gobierno del Estado
receptor, pero el artículo 12 de la Convención de Viena autoriza a establecer, con el consentimiento del Estado
receptor, oficinas que formen parte de la misión, en otras localidades diferentes de la sede principal.

A los efectos del mejor funcionamiento de la misión, el Estado receptor deberá facilitar al Estado acreditante la
adquisición de los locales necesarios para el funcionamiento de la misión diplomática. Cuando esto no sea
posible, como ocurre en países donde los Estados extranjeros no pueden adquirir propiedad inmueble, el Estado
receptor deberá ayudar a obtener alojamiento de otra manera.

FUNCIONES. — Las funciones del agente diplomático son esencialmente cuatro: misión de representación,
misión de negociación, misión de observación e información, y misión de protección. La Convención de 1961 las
enumera en su art. 39: “a) representar al Estado acreditante ante el Estado receptor; b) proteger en el Estado
receptor los intereses del Estado acreditante y la de sus nacionales, dentro de los límites permitidos por el D.I.; c)
negociar con el gobierno del Estado receptor; enterarse por todos los medios lícitos de las condiciones y de la
evolución de los acontecimientos en el Estado receptor e informar sobre ello al gobierno del Estado acreditante;
e) fomentar las relaciones amistosas y desarrollar las relaciones económicas, culturales y científicas entre el
Estado acreditante y el Estado receptor”. Las misiones diplomáticas podrán además ejercer funciones consulares.

Estas funciones están enumeradas en forma no exhaustiva, puede haber otras y las hay, como por ejemplo
ejercer la representación de un tercer Estado, que ocurre en el caso de ruptura de relaciones diplomáticas, como
Suiza, que representa los intereses de Liechtenstein y los Países Bajos los de Luxemburgo, en ciertos Estados.

En el desempeño de sus funciones, el agente diplomático tratará los asuntos oficiales con el Ministerio de
Relaciones Exteriores o por conducto de él, con el ministerio que se haya convenido. En la práctica y en casos
excepcionales, el jefe de misión puede tratar asuntos importantes con el jefe del Estado o del Gobierno.

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Guiñazú, María Virginia

Cada Estado establece las reglas del ceremonial para precisar las formas y procedimientos a que deben
ajustarse en sus relaciones oficiales los representantes diplomáticos acreditados en él. Esas reglas tienen por
objeto asegurar un tratamiento regular sobre la base del principio de igualdad de los Estados.

Inmunidades y privilegios personales.— La costumbre internacional, y la Convención de Viena sobre


Relaciones Diplomáticas, reconocen a los agentes diplomáticos ciertas inmunidades, consistentes en la
inviolabilidad de su persona y en la exención de la jurisdicción local, y el privilegio de estar exentos de las cargas
fiscales directas.

La inmunidad procura sustraer a las personas y objetos del agente diplomático, su sede y medios de
transporte, de la aplicación de las leyes del Estado receptor y de la injerencia de las autoridades locales. No es
sinónimo de impunidad. Tiene su fundamento en la teoría de la Función, prevista en la Convención, donde los
estados acuerdan mutuamente no aplicar las normas propias, sino que cada uno aplica a su propio funcionario,
embajadas, etc., las normas del estado acreditante, con sustento en la igualdad soberana de los estados.

La inviolabilidad de la persona y la exención de la jurisdicción local implican substraer la persona y las cosas del
agente diplomático, como también su sede, a la aplicación de las leyes y a la injerencia de las autoridades locales.

El agente diplomático no se ha instalado con fines personales sino que ha sido enviado para desempeñar una
alta representación política; y no podría desempeñarse si estuviera subordinado a las autoridades locales. La
inviolabilidad de su persona y la exención de la jurisdicción local se fundan en la necesidad de asegurar su libertad
e independencia en el ejercicio de sus funciones; la exención de las cargas fiscales directas es un privilegio que se
inspira solamente en motivos de cortesía. Pero todo ello se practica sobre la base de la reciprocidad, ya sea que
provenga de la costumbre internacional o de los tratados.

La Convención de Viena indica: “Reconociendo que tales inmunidades y privilegios se conceden no en


beneficio de las personas, sino con el fin de garantizar el desempeño eficaz de las misiones diplomáticas en
calidad de representante de los Estados”.

Las inmunidades y privilegios diplomáticos comprenden al jefe de misión y a los otros miembros del personal
diplomático y a los miembros de la familia de un agente diplomático, siempre que no sean nacionales del Estado
receptor y formen parte de la casa del agente.

Los miembros del personal administrativo y técnico y sus familiares, siempre que no sean nacionales y formen
parte de la casa, gozarán también de los mismos privilegios e inmunidades que los agentes diplomáticos, salvo
que la inmunidad de jurisdicción civil y administrativa no se extenderá a actos realizados fuera del ejercicio de sus
funciones. Tampoco podrán importar objetos destinados a su uso personal, con excepción de los destinados a su
primera instalación.

Los miembros del personal de servicio de la misión, es decir, empleados en el servicio doméstico de la misión,
siempre que no sean nacionales, ni residan permanentemente en el Estado receptor, gozan de inmunidad por
actos realizados en el ejercicio de sus funciones, de exención de impuestos y gravámenes por sus salarios y están
exentos de las disposiciones de seguridad social del Estado receptor.

En el presente siglo, las inmunidades y privilegios diplomáticos se han extendido, por el mismo motivo de
asegurar su independencia, a algunos funcionarios internacionales: a los miembros que constituyen

197
Guiñazú, María Virginia

ocasionalmente el Tribunal de Arbitraje de La Haya; a los representantes de los Estados miembros de ONU, a los
funcionarios superiores de esas instituciones; a los magistrados de la Corte Internacional de Justicia, etc.

1. El art. 29 de la Convención de Viena comienza disponiendo: “La persona del agente diplomático es
inviolable”. Dicho agente no puede ser objeto de actos de coerción por parte del Estado receptor: "No puede ser
objeto de ninguna forma de detención o arresto”. Más aún, debe gozar de una protección mayor, por representar
un Estado extranjero: “El Estado receptor le tratará con el debido respeto y adoptará todas las medidas
adecuadas para impedir cualquier atentado contra su persona, su libertad o su dignidad”. En tal sentido el art.
221 del Código Penal argentino reprime con seis meses a tres años de prisión al “que violare las inmunidades de
un jefe de Estado o del representante de una potencia extranjera”.

En los últimos años el secuestro e inclusive el asesinato de diplomáticos ha preocupado a la comunidad


internacional. La Asamblea General de Naciones Unidas adoptó en 1973, la Convención para la prevención y
castigo de delitos contra personas internacionalmente protegidas, inclusive agentes diplomáticos. La Convención
entiende por “personas internacionalmente protegidas” los jefes de Estado y de Gobierno, los ministros de
Relaciones Exteriores y cualquier representante oficial de un Estado o de una organización internacional
intergubernamental que, de acuerdo con el derecho internacional, tenga derecho a protección especial, es decir,
los agentes diplomáticos conforme al art. 29 de la Convención de Viena y los funcionarios y jueces
internacionales. Se incluyen, además, los miembros de su familia que forman parte de su casa.

El objeto de la Convención es prevenir y castigar el asesinato, secuestro o cualquier otro ataque contra las
personas internacionalmente protegidas, su residencia y sus medios de transporte, así como la amenaza, la
tentativa y la complicidad para cometer tales actos.

Para conseguir dicho objeto la Convención crea un procedimiento para tratar de castigar al delincuente, en
cualquier lugar que se encuentre. Se establece una competencia penal extendida, que puede resultar de la
nacionalidad del delincuente, del lugar donde se haya cometido el hecho, o de su sola presencia en el territorio de
un Estado, cuando, en esta última circunstancia, no haya lugar a la extradición. El art. 39 obliga a las Partes a
tomar las medidas necesarias para establecer su jurisdicción en tales casos. Además, el Estado en que se
encuentra el inculpado puede tomar medidas, si las circunstancias lo justifican, a los efectos de asegurar su
presencia para su juzgamiento o extradición, que deberán ser comunicadas a los Estados interesados.

Con referencia a la extradición, la Convención dispone que si existe tratado de extradición entre las Partes,
pero que no incluye entre los delitos los actos mencionados, éstos deben considerarse como extraditables; si no
hay tratado, y la extradición está condicionada, en su legislación, a la existencia de tratado, la Convención puede
ser considerada la base legal a tales efectos; si, por el contrario, la extradición no está sujeta a tratado, las Partes
reconocen en la Convención estos delitos como directamente extraditables.

Si el Estado decide no extradir al inculpado, debe, sin excepción y sin demora, someter el caso a las
autoridades competentes a los efectos del procesamiento.

Además, en varios artículos de la Convención los Estados se comprometen a cooperar en la prevención de


estos delitos mediante la adopción de medidas con tal objeto e intercambio de información.

2. La inmunidad de la jurisdicción local impide que los agentes diplomáticos sean sometidos a juicio, tanto en
materia penal, civil o administrativa, o sean objeto de medidas de ejecución.

La inmunidad de jurisdicción penal es absoluta. El artículo 31 dispone, en su inciso 1: “ El agente diplomático


gozará de la inmunidad de jurisdicción penal en el Estado receptor”. No admite excepción alguna.

198
Guiñazú, María Virginia

Por el contrario, la inmunidad de jurisdicción civil y administrativa tiene tres excepciones: caso de una acción
real sobre un inmueble privado situado en el territorio del Estado receptor; caso de una acción sucesoria en que
el agente diplomático figure a título privado y caso de cualquier acción referente a cualquier actividad profesional
o comercial.

El agente diplomático, además, no está obligado a testificar.

La inmunidad, tanto penal como civil administrativa del agente diplomático y de todas las personas que gocen
de ella, es renunciable, pero debe hacerlo el Estado acreditante. Si bien es cierto que la inmunidad es personal,
ella es conferida en razón de la función, no de la persona. El diplomático interesado no puede renunciar por si,
sino su Estado debe juzgar si procede o no la renuncia, según sus intereses estatales. La renuncia del Estado
acreditante debe ser siempre expresa. Incumbe al agente diplomático demandado remitir al juez la prueba de
que su gobierno renuncia expresamente a su inmunidad.

3. El agente diplomático no puede ser tampoco objeto de medidas de ejecución, según el artículo 31, salvo los
casos de excepciones a la inmunidad civil, en cuyo caso la ejecución podrá llevarse a cabo siempre “que no sufra
menoscabo la inviolabilidad de su persona o su residencia”.

Además, dicha renuncia a la inmunidad civil o administrativa “no ha de entenderse que entraña renuncia a la
inmunidad en cuanto a la ejecución del fallo, para lo que será necesaria una nueva renuncia”.

Si bien el agente diplomático y las otras personas mencionadas gozan de doble inmunidad de jurisdicción y de
ejecución, ello no significa que se trate de una inmunidad substantiva, sino de procedimiento. En otras palabras,
si un diplomático comete una contravención o delito o no cumple una obligación contractualmente contraída, eso
no significa que pueda cometer tales infracciones o violar sus compromisos. El agente diplomático está obligado a
respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor. Su inmunidad no le autoriza a no cumplir con las leyes del
Estado receptor, no tiene inmunidad del derecho sustantivo de este Estado, sino de los procedimientos ante las
jurisdicciones de este Estado, que es algo diferente.

4. El agente diplomático está exento de todos los impuestos directos. El art. 34 dispone que “estará exento de
todos los impuestos y gravámenes personales o reales, nacionales o municipales”. Esta norma está sujeta a varias
excepciones: a) impuestos indirectos; b) impuestos sobre bienes inmuebles privados; c) impuestos a las
sucesiones, salvo los impuestos sobre bienes muebles que se hallaren en el Estado receptor por el solo hecho de
haber vivido allí; d) impuestos a ingresos privados e impuestos al capital que graven inversiones efectuadas; e)
impuestos por servicios particulares prestados; derechos de registro, aranceles judiciales, hipotecas y timbre.

Además, el agente diplomático gozará de exención aduanera, salvo gastos de almacenamiento y acarreo de los
objetos destinados a su uso personal o de miembros de su familia, incluidos los efectos destinados a su
instalación. El equipaje personal del agente diplomático no podrá ser objeto de inspección aduanera a menos que
se sospeche que no se trata de objetos personales, o sean objetos cuya importación o exportación esté prohibida,
o animales o plantas sometidos a cuarentena.

También el agente diplomático está exento de las disposiciones sobre seguridad social vigentes. Los criados
particulares a su servicio estarán asimismo exentos de dicha legislación, siempre que estén protegidos por la
legislación del Estado acreditante y no sean nacionales, ni tengan residencia en el Estado receptor.

Por último, el agente diplomático está exento de prestaciones personales, tales como servicios públicos,
cualquiera sea su naturaleza o cargas militares.

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Guiñazú, María Virginia

Inmunidades y privilegios de la misión. — Estos privilegios e inmunidades se fundan sobre el principio de que
la misión diplomática debe funcionar sin trabas, ni presiones que impidan el cumplimiento de sus objetivos lícitos.

Para ello, la norma central es que los locales de la misión son inviolables. En consecuencia: “Los agentes del
Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión”. También son “siempre”
inviolables, según el artículo 24, los archivos y documentos de la misión, “dondequiera que se hallen”.

Tampoco puede tener lugar ningún registro, requisa, embargo o medida de ejecución en los locales de la
misión, su mobiliario y demás bienes situados en ellos, así como sus medios de transporte, conforme con el art.
22, inciso 3. Cualquier comunicación del Poder Judicial del Estado receptor a una misión diplomática, se efectúa
por intermedio del Ministerio de Relaciones Exteriores.

La misión y su jefe son autorizados por el art. 20 a colocar su bandera y escudo en los locales de la misión,
incluyendo la residencia del jefe de misión y en sus medios de transporte.

A los miembros de la misión diplomática el Estado receptor debe garantizarles libertad de circulación y
tránsito, según el artículo 26.

El art. 27 reconoce el derecho de libertad de comunicación de la misión para fines oficiales, utilizando los
medios de comunicación adecuados, como correos diplomáticos, mensajes en clave o en cifra, etc. Esta
correspondencia es inviolable. Así, las valijas diplomáticas, que no pueden contener más que objetos y
documentos para uso oficial, no pueden ser abiertas ni retenidas.

Los correos diplomáticos que transportan esta correspondencia gozan también de inviolabilidad personal, no
pueden ser objeto de detención o arresto.

El Estado acreditante goza de exención fiscal de todos los impuestos sobre los locales de la misión de que sean
propietarios o inquilinos, salvo los que constituyan el pago de servicios particulares. Lo mismo sucederá si el jefe
de la misión es propietario o inquilino de los locales de la misión. La exención fiscal no se otorgará a los impuestos
que deba pagar el particular que venda o arriende los locales de la misión.

Además, los derechos y aranceles que perciba la misión están exentos de todo impuesto o gravamen.

161b. Obligaciones del estado receptor. — El art. 25 establece la norma general “Estado receptor dará toda
clase de facilidades para el desempeño de las funciones de la misión”. Para ello, dicho Estado tiene la obligación
de tomar medidas especiales adecuadas para proteger los locales de la misión no sólo contra toda intrusión, sino
que se debe evitar que se perturbe su tranquilidad o se atente contra su dignidad.

161c. Obligaciones del estado acreditante. — El personal de la misión tiene la obligación de respetar la leyes
locales y no podrá inmiscuirse en los asuntos internos de ese Estado, pero además, los locales de la misión no
pueden ser utilizados de manera incompatible con sus funciones.

Debe recordarse, además, aunque no se trate estrictamente de obligaciones del Estado acreditante, pero sí de
sus agentes diplomáticos, que éstos no podrán ejercer ninguna actividad profesional o comercial en provecho
propio.

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Guiñazú, María Virginia

161 d. Límite de privilegios e inmunidades. — Los privilegios inmunidades otorgados a los distintos miembros
del personal de la misión, están limitados rationae personae, rationae temporis y rationae loc.

Rationae personae, las inmunidades del agente diplomático que sea nacional del Estado receptor, o de los que
tengan residencia permanente en dicho Estado, están limitadas, de acuerdo a su art. 38, inc. 1, a la inviolabilidad y
la inmunidad de jurisdicción por actos oficiales realizados en el ejercicio de sus funciones. Los otros miembros de
la misión y los criados particulares gozarán de los privilegios e inmunidades en la medida que lo admita el Estado
receptor, que habrá de ejercer su jurisdicción sobre estas personas, sin que perturbe el funcionamiento de la
misión.

Entre las limitaciones rationae personae, los otros miembros de la misión, es decir, el personal administrativo y
técnico, el personal de servicio y los criados, gozan de privilegios e inmunidades menos amplias que los agentes
diplomáticos.

Rationae temporis, las inmunidades y privilegios se otorgan a los beneficiarios mientras se encuentren en
condición oficial en el territorio del Estado receptor.

El art. 39, inc. 1 establece: “Toda persona que tenga derecho a privilegios e inmunidades gozará de ellos desde
que penetre en el territorio del Estado receptor para tomar posesión de su cargo o, si se encuentra ya en ese
territorio, desde que su nombramiento haya sido comunicado al Ministerio de Relaciones Exteriores ".

Estos privilegios cesan en el momento en que la persona salga del país o que expire el plazo concedido para su
salida, hipótesis que se puede presentar si fuera declarado persona non grata, o cuando se rompieran las
relaciones diplomáticas o en caso de conflicto armado. Es decir, aun terminadas las funciones del miembro de la
misión, ellas subsisten por un período de tiempo razonable, necesario para liquidar sus asuntos y salir del
territorio. En caso de fallecimiento, los miembros de la familia también gozarán de los privilegios e inmunidades
correspondientes hasta la expiración de un plazo razonable para abandonar el país y podrán sacar los bienes
muebles suyos y del causante.

Pero por los actos realizados en ejercicio de las funciones como miembro de la misión, continuarán gozando
de inmunidad, después del cese de funciones del miembro de la misión.

Rationae loc, los privilegios e inmunidades son acordados, en principio, en el territorio del Estado receptor,
salvo el tránsito por un tercer Estado.

El art. 10 dispone que si el agente diplomático y los miembros de su familia atraviesan el territorio de un tercer
Estado o estuvieran en él para ir a tomar posesión de su cargo o volver al país, dicho Estado le concederá la
inviolabilidad y todas las inmunidades necesarias. La correspondencia oficial y los correos diplomáticos gozarán
en el tercer Estado de la misma protección a que se halla obligado el Estado receptor.

161 e. Fin de la misión diplomática. — En cuanto a los personas miembros de la misión, sus funciones terminan
normalmente por traslado a otro destino a iniciativa del Estado acreditante según el artículo 43.

Además, la misión podrá terminar para un miembro del personal diplomático si el Estado acreditante
comunica que es persona non grata, en cuyo caso no está obligado a exponer los motivos de su decisión. También
podrá declarar a cualquier otro miembro del personal de la misión no aceptable. En tales circunstancias el Estado

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Guiñazú, María Virginia

acreditante deberá retirar o poner término a las funciones de la persona en cuestión. Si este Estado se niega a
actuar de acuerdo con lo señalado, el Estado receptor podrá negarse a reconocerle privilegios e inmunidades.

La misión diplomática puede terminar por cierre temporal definitivo, sin ruptura de relaciones, por conflicto
armado o por ruptura de relaciones diplomáticas.

En todos los casos, aun existiendo conflicto armado, el Estado receptor, de conformidad con el art. 44, deberá
facilitar la salida del personal y de sus familias lo más pronto posible, poniendo a su disposición los medios de
transporte indispensables a tal efecto, y respetar los locales de la misión, así como sus bienes y archivos.

En caso de ruptura de relaciones diplomáticas o de cierre definitivo o temporario de la misión, el Estado


acreditante está facultado a confiar la custodia de los locales, sus bienes y archivos, así como la custodia de sus
intereses y los intereses de sus nacionales a un tercer Estado, aceptable para el Estado receptor.

2.- Agentes Consulares.

Nociones generales. Antecedentes históricos.

Los cónsules son funcionarios oficiales de un Estado que actúan en territorio de otro Estado, con previo
consentimiento de éste, ejerciendo, en lo que respecta al tráfico comercial y a las transacciones privadas con su
país, así como a sus nacionales domiciliados, residentes o transeúntes, ciertos actos administrativos que surten
efecto en su propio país, además, trabajan a favor del intercambio entre los Estados respectivos, informan sobre
el particular a su gobierno y auxilian a dichos nacionales en ciertas circunstancias personales extraordinarias.
Debe recordarse que los cónsules no son agentes diplomáticos.

1. Como antecedente remoto de la institución consular se recuerda a los próxenos, que en las ciudades de la
antigua Grecia asumían la protección y ayuda de sus coterráneos cuando llegaban a la ciudad en que ellos
residían. En realidad, la institución consular ha tenido origen en los países de Levante, como consecuencia del
desarrollo alcanzado por las factorías comerciales instaladas allí, a partir del siglo XII, por venecianos, genoveses,
pisanos, etc. Las corporaciones de mercaderes y marinos que traficaban en los puertos de Levante se habituaron
a designar anualmente a uno de sus connacionales allí domiciliados para confiarle la función de dirimir como
árbitro las divergencias que se suscitaran entre ellos en sus relaciones comerciales. El cónsul surgió así como un
magistrado electivo. La institución se extendió en el siglo XIII. Desde el siglo XV, los extranjeros que se hallaban en
los países de Levante quedaron en situación difícil como consecuencia de la conquista otomana y la implantación
de las leyes del Corán; los países occidentales exigieron del sultán que se les reconocieran los derechos de residir
y de comerciar y que únicamente los cónsules respectivos tuviesen jurisdicción sobre ellos. Apareció así en dichas
regiones, mediante tratados (“capitulaciones”), un régimen de extraterritorialidad para aquellos extranjeros.

Los cónsules eran investidos por sus nacionales residentes, y por eso se les llamó electi. Posteriormente, con la
desaparición de los pequeños Estados mercantiles y a medida que los poderes del Estado se fueron centralizando
en manos de las grandes monarquías, los cónsules pasaron a ser designados y enviados por los gobiernos. Por
otra parte, los representantes diplomáticos adquirían carácter permanente y los cónsules perdían toda atribución
política y judicial, con excepción de ciertas regiones de Levante, en las cuales conservaron funciones judiciales.

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Guiñazú, María Virginia

2. La implantación de la función consular conlleva el consentimiento expreso o tácito de parte del Estado
extranjero. Con ese objeto se acostumbra estipular por medio de tratados bipartitos el derecho recíproco de
establecer consulados; en otros casos, el establecimiento de consulados se realiza de hecho en forma recíproca.

Todo lo referente a la institución consular se rige por la costumbre internacional y por tratados.

La Convención sobre Relaciones Consulares, adoptada en Viena en 1963, bajo los auspicios de las Naciones
Unidas, ha codificado las normas relativas a este tema, pero ella misma prevé, en su art. 73, que sus disposiciones
“no afectarán a otros acuerdos internacionales en vigor entre los Estados que sean partes de los mismos” y por
otra parte, tampoco impedirán que los Estados concierten otros “acuerdos internacionales que confirmen,
completen, extiendan o amplíen” dichas disposiciones. Además, el preámbulo afirma “que las normas de derecho
internacional consuetudinario continuarán rigiendo las materias que no hayan sido expresamente reguladas por
las disposiciones de la Convención".

En el orden interno, cada Estado generalmente establece en un reglamento consular las normas generales a
que se debe ajustar su personal consular, normas que son actualizadas periódicamente mediante circulares.

Establecimiento de las relaciones consulares. — El art. 29 inc. 19, de la Convención de Viena dispone que el
“establecimiento de relaciones consulares entre Estados se efectuará por consentimiento mutuo”, tal como las
relaciones diplomáticas. Sin embargo, dado que el establecimiento de relaciones consulares no trae aparejado
consecuencias políticas, se pueden mantener consulados en territorios de Estados no reconocidos o bajo el
control de regímenes no reconocidos o en territorios no autónomos o en protectorados. Así, es común que se
establezcan oficinas consulares antes de la independencia de un territorio, o ante un gobierno no reconocido,
como sucedió con la Unión Soviética y la República Popular de China y actualmente con el gobierno de Taipei o en
territorios coloniales como Hong Kong; en estos casos, debe también obtenerse el consentimiento de la autoridad
que domina el territorio.

Aunque el consentimiento se concede generalmente en tratados de amistad y comercio o en tratados


consulares, el establecimiento de relaciones diplomáticas implica el consentimiento para establecer relaciones
consulares, según el art. 29, inc 29, de la Convención, porque al tratar las relaciones diplomáticas, nada impide
que la misión diplomática ejerza funciones consulares. Pero la ruptura de relaciones diplomáticas, no entraña la
ruptura de relaciones consulares.

Establecimiento de la oficina consular. — El establecimiento de relaciones consulares no supone


automáticamente la autorización para la apertura de una oficina consular. El art 49, inc 19 dispone: “No se podrá
establecer una oficina consular en el territorio del Estado receptor sin su consentimiento”. Ello se debe a que, a
diferencia de la misión diplomática que en principio debe tener una sola oficina, el Estado que envía puede
establecer varias oficinas consulares en distintas ciudades y zonas del Estado receptor, dadas sus funciones de
promoción del comercio y protección de los intereses de los nacionales, pero dicho Estado receptor, por razones
de seguridad nacional u otras que le sean propias, puede negarse a la apertura de consulados.

Si existe una sola oficina consular, ésta actúa generalmente para todo el país, pero el Estado que envía puede
establecer circunscripciones consulares. El art 4 prevé la necesidad de la aprobación del Estado receptor para el
establecimiento de la sede de la oficina consular, su clase y su circunscripción que no podrá modificarse sin dicho
acuerdo. El art 6 faculta, en circunstancias extraordinarias, al funcionario consular a ejercer sus funciones fuera de

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Guiñazú, María Virginia

la circunscripción con el consentimiento del Estado receptor. Los artículos 1° y 89 permiten también a una oficina
consular cumplir funciones en otros Estados y ejercerlas por cuenta de un tercer Estado, con el consentimiento de
los interesados.

Clasificación. La disposición de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares.

Análisis de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares.

Clasificación. — Cada Estado clasifica a sus funcionarios consulares en categorías: cónsules generales,
cónsules, vicecónsules, etc.; las dos primeras categorías suelen subdividirse en primera clase, segunda clase, etc.
También se clasifica a las oficinas en consulados generales, consulados y viceconsulados. Todas esas
clasificaciones implican diferencia de jerarquía en el escalafón administrativo, tienen efecto en cuanto a la
extensión y a la importancia del "distrito consular” que se asigna al funcionario y a la oficina, y determinan cierta
subordinación de carácter administrativo entre las oficinas existentes en un mismo país; pero no importan, en
cuanto a la función consular, diferencia de atribuciones para el jefe de la oficina ni para ésta misma.

Hoy se tiende a designar únicamente a “cónsules de carrera” (pertenecen al servicio exterior en el carácter de
funcionarios públicos permanentes). En los principales países el servicio exterior ha sido unificado, de modo que
un funcionario consular puede ser transferido para desempeñar funciones en la categoría equivalente de la
representación diplomática y viceversa. Este es el sistema del Servicio Exterior argentino; además, la ley 20.957
prohíbe toda designación honoraria en dicho servicio.

La Convención de Viena distingue en su artículo 19, dos clases de funcionarios consulares, los de carrera y los
honorarios. La distinción afecta principalmente las facilidades, privilegios e inmunidades que se otorgan a unos y
a otros. A su vez, la Convención prevé cuatro categorías de jefes de oficina consular: a) cónsules generales; b)
cónsules; c) vicecónsules y d) agentes consulares. Las partes pueden denominar en la forma que lo estimen
conveniente a los funcionarios consulares que no sean jefes de oficina consular.

La precedencia entre los jefes de oficina consular se determina, por el art 16, por la fecha de concesión del
exequátur. Los jefes de oficina consular que sean honorarios, seguirán a los jefes de oficina consular de carrera.

Designación e investidura. — La designación de un funcionario consular no requiere consulta previa al


gobierno del Estado receptor acerca del candidato. El art 10 dispone: “Los jefes de la oficina consular serán
nombrados por el Estado que envía y serán admitidos al ejercicio de sus funciones por el Estado receptor".

La persona designada es provista por su gobierno de un documento denominado “carta patente” que acredita
su calidad y destino. Dicho documento se transmite por la vía diplomática al Estado receptor.

El jefe de la oficina consular queda admitido para ejercer su cargo desde el momento que el Estado receptor lo
autoriza, es decir, desde que le concede el exequátur, según el art 12. Dicho Estado puede negarse a otorgar el
exequátur, sin comunicar las razones de la negativa. Este jefe puede ser admitido provisionalmente en el ejercicio
de sus funciones y en caso de vacancia o imposibilidad podrá actuar un jefe interino. Además, el Estado que envía
podrá pedir el exequátur de un funcionario de una oficina consular aunque no sea jefe de ella.

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Guiñazú, María Virginia

Según el sistema de la Convención en sus arts 19, 20 y 22 el Estado que envía puede nombrar libremente a los
miembros del personal consular, pero el Estado receptor, si no existe acuerdo al respecto, puede exigir que el
número de funcionarios se mantenga dentro de lo razonable y normal. Los funcionarios han de tener la
nacionalidad del Estado que envía, pero podrán designarse de otra nacionalidad, inclusive del Estado receptor,
con su consentimiento.

FUNCIONES. — Las funciones de los cónsules son muy diversas, pues tienen por objeto atender, dentro de su
distrito, los intereses generales de su país, especialmente los económicos relacionados con el tráfico comercial;
además, están a su cargo ciertas actividades con respecto a sus nacionales domiciliados, residentes o transeúntes
en el lugar, y ejercen también funciones de carácter notarial. La labor de los cónsules está principalmente
destinada a su propio país y a sus nacionales; pero, a fin de desempeñarla, puede el cónsul, si fuere necesario,
entenderse directamente con las autoridades de su distrito y en último caso puede acudir al propio representante
diplomático para que actúe en la emergencia según corresponda.

No puede afirmarse que los cónsules tengan funciones de carácter representativo; estas funciones, que son
esencialmente políticas, están reservadas a los agentes diplomáticos. Sin embargo, a falta de representación
diplomática, el cónsul por sí o por un tercer Estado, según el art 17, podrá realizar actos diplomáticos, con el
consentimiento del Estado receptor y sin que ello afecte a su status consular; también podrá representar al
Estado que envía ante una organización intergubernamental.

Las funciones de los cónsules pueden clasificarse así: a) fomento de las relaciones, especialmente comerciales
y económicas; b) supervisión de la navegación v la aeronavegación: c) protección del Estado que envía y de sus
nacionales y d) funciones notariales.

Las normas de derecho consuetudinario permiten el ejercicio de otras funciones, como que los funcionarios
consulares pueden ejercer las demás funciones confiadas por el Estado que envía, que no están prohibidas por la
legislación del Estado receptor o a las que éste no se oponga o las atribuidas por acuerdos internacionales.

A. El fomento de las relaciones se extiende a las relaciones comerciales, económicas, culturales y científicas,
así como a las relaciones amistosas entre el Estado que envía y el Estado receptor; facultando al funcionario
consular a informarse, por medios lícitos, de la evolución de la vida económica, comercial, cultural y científica; e
informar a su gobierno.

El fomento por los cónsules de las relaciones culturales, científicas y amistosas constituye una novedad.

B. Con respecto al tráfico marítimo y aéreo, los funcionarios consulares ejercen derechos de control o
inspección y les prestan ayuda a los buques que tengan nacionalidad de su Estado, así como de las aeronaves
matriculadas en él y de las tripulaciones de ambos; reciben declaraciones sobre los viajes de los buques,
examinan y refrendan los documentos de a bordo; efectúan encuestas sobre los incidentes ocurridos en la
travesía y resuelven los litigios que se planteen entre el capitán, los oficiales y los marineros. Además, normas
consuetudinarias y otros tratados prevén que dichos funcionarios consulares vigilan que se acuerden a los buques
de su bandera los derechos y franquicias establecidos por los tratados, la costumbre internacional y las leyes
locales; toman conocimiento, a los efectos legales, de los papeles de a bordo y pueden examinarlos para verificar
si se ha realizado contrabando; toman nota oficial de los nacimientos, defunciones y hechos delictuosos ocurridos
a bordo, intervienen en la compra y venta de los buques y autorizan el cambio de bandera, intervienen en el
despacho con destino a su país de buques nacionales y extranjeros, así como de mercancías; expiden patentes de

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Guiñazú, María Virginia

sanidad; legalizan los manifiestos de carga, confrontándolos con los conocimientos respectivos y visando los
certificados de origen de aquélla, así como los documentos y papeles relativos a la nave, pasajeros, tripulantes y
carga; visan los pasaportes del pasajero que se dirige a su país e intervienen, de acuerdo con los tratados y
reglamentos locales, en las diligencias relacionadas con la captura y entrega de tripulantes desertores, así como
en lo concerniente a los casos de arribada forzosa, averías, salvamento o naufragio.

C. En el art 5 inc a), se enumera, entre las funciones de los cónsules, la protección de los intereses del Estado
que envía y de sus nacionales, sean personas naturales o jurídicas, dentro de los límites permitidos por el derecho
internacional. Para ello, los funcionarios consulares extienden pasaportes a sus nacionales; les prestan ayuda y
asistencia; velan por sus intereses, en caso de sucesión por causa de muerte, y por los intereses de otras personas
que carezcan de capacidad plena cuando se requiriere instituir para ellos una tutela o cúratela; los representan
ante los tribunales y otras autoridades a fin de lograr que se adopten medidas provisionales de preservación de
los derechos e intereses de esos nacionales, cuando, por estar ausentes o por cualquier otra causa, no puedan
defender oportunamente esos derechos e intereses; comunican decisiones judiciales y extrajudiciales y
diligencian cartas rogatorias.

Además, los cónsules practican el enrolamiento militar y proveen a la repatriación de los indigentes. También
vigilan que sus nacionales gocen de los derechos acordados por los tratados, la costumbre internacional y las
leyes locales; pero, siendo la protección de los nacionales en el exterior una función diplomática, deben limitarse
a informar de toda transgresión o peligro al representante diplomático de su país y sólo en casos graves y
urgentes pueden realizar gestiones oficiosas ante las autoridades locales.

A los efectos de facilitar el ejercicio de sus funciones, los cónsules podrán comunicarse libremente con sus
nacionales, visitarlos y recíprocamente. El Estado receptor debe informar a la oficina consular, sin retraso, en caso
de arresto, en cualquier forma, detenido o en prisión preventiva, de un nacional del Estado que envía, así como
transmitir cualquier comunicación dirigida por dicha persona a la oficina consular. Los cónsules podrán visitar a
sus nacionales en tales circunstancias, conversar con ellos y organizar su defensa ante los tribunales. También
podrán visitar al nacional que se halle arrestado, detenido, o preso en cumplimiento de una sentencia. Pero si el
interesado se opone a estas gestiones el cónsul se abstendrá de intervenir. Todas estas prerrogativas de los
funcionarios consulares con relación a sus nacionales se ejercerán conforme con las leyes y reglamentos locales.

Las autoridades del Estado receptor están obligadas, por el art 37, a comunicar sin retraso a la oficina consular
el fallecimiento de un nacional del Estado que envía, el nombramiento de un tutor o curador a dichos nacionales,
así como el lugar del accidente de un buque o de una aeronave de tal matrícula.

D. En cuanto a las funciones notariales, los cónsules podrán actuar en las mismas condiciones que los notarios
de su país y, en consecuencia, autorizan y registran ciertos actos jurídicos (contratos civiles, comerciales,
marítimos, otorgamiento de mandatos, protestas, testamentos, legalización de documentos, etc.) que las
personas privadas desean realizar a fin de surtir efecto en el país del cónsul. Además, puede actuar como
funcionario de registro civil.

Inmunidades y privilegios. — La costumbre internacional y a veces los tratados les acuerdan inmunidades y
privilegios, porque el funcionario consular se encuentra, en virtud de las funciones que ejerce, en una situación
diferente de un residente extranjero. Un acto efectuado en el ejercicio de sus funciones es un acto del Estado que
envía y bajo el principio de la igualdad de los Estados, queda fuera de la competencia del Estado receptor.

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Guiñazú, María Virginia

La Convención sobre Relaciones Consulares reglamenta las normas referentes a las facilidades, privilegios e
inmunidades de la oficina consular y de los funcionarios consulares en forma amplia y detallada, distinguiendo las
aplicables a la oficina consular, a los funcionarios consulares de carrera y demás miembros de dicha oficina y el
régimen a los funcionarios honorarios y a las oficinas dirigidas por éstos.

1. En cuanto a las facilidades de la oficina consular, el Estado receptor deberá conceder “todas las facilidades”
para el ejercicio de sus funciones, y deberá facilitar la adquisición de los locales necesarios para su
funcionamiento o ayudarle a obtenerlos de alguna manera, así como conseguir alojamiento para sus miembros.

2. Con respecto a privilegios de la oficina consular, como de la misión diplomática, el Estado que envía,
conforme con el art 29, podrá usar su bandera y escudo en el local de dicha oficina, en la residencia del jefe de la
oficina consular y en sus medios de transporte, cuando éstos se utilicen en asuntos oficiales.

Por el art 32, los locales consulares y la residencia del jefe de la oficina consular de carrera están exentos de
impuestos y gravámenes, ya sean propiedad o alquilados por el Estado que envía. Asimismo, están exentos de los
derechos de aduana los objetos destinados al uso oficial de la oficina consular.

En el art 34 se reconoce la libertad de tránsito a los miembros de la oficina consular, salvo las zonas de acceso
prohibidas por razones de seguridad nacional, es decir, en las mismas condiciones que a los agentes diplomáticos.

Asimismo, el art 35 también reconoce la libertad de comunicación de la oficina consular para fines oficiales, en
normas similares a la misión diplomática y la misión especial.

Finalmente, el art 39 otorga a la oficina consular la facultad de percibir derechos y aranceles por sus
actuaciones, que estarán exentos de todo impuesto y gravamen.

3. Acerca de las inmunidades de la oficina consular el art 31 establece la inviolabilidad de los locales
consulares, pero gozan de una inmunidad menor que los locales de la misión diplomática. Así, las autoridades del
Estado receptor no podrán penetrar sólo en la parte de los locales que se utilice exclusivamente para el trabajo de
la oficina, salvo consentimiento de su jefe. Los locales deberán ser protegidos por el Estado receptor, y no podrán
ser objeto, conjuntamente con sus muebles, bienes y medios de transporte, de requisa por razones de defensa o
utilidad pública. Pero para estos fines sí podrán ser objeto de expropiación, a diferencia de la misión diplomática,
pero debe evitarse perturbar el ejercicio de las funciones consulares. El Estado receptor debe pagar una
compensación “inmediata, adecuada y efectiva”. La requisa es temporaria y la expropiación definitiva.

La residencia del jefe de la misión consular está excluida de estas normas referentes a inviolabilidad. Se omite
también la exención del registro, embargo y medidas de ejecución, aplicables a la misión diplomática.

La oficina consular no puede ser utilizada como lugar de asilo. El Reglamento Consular argentino establece que
“bajo ningún concepto podrán ejercer el derecho de asilo, que es competencia exclusiva de la misión diplomática,
pues ellos mismos están sujetos a la jurisdicción civil o criminal del país en que residen. Carecen en consecuencia
de la facultad de sustraer al requerimiento de los jueces a los individuos que residan o se refugien en su
residencia particular o en la oficina consular”.

La Convención dispone que los archivos y documentos consulares son siempre inviolables dondequiera se
encuentren.

4. Los funcionarios de carrera y demás miembros de la oficina consular tienen derecho a ser tratados con
deferencia y deben tomarse medidas para evitar atentados en su contra. Asimismo, el Estado receptor está

207
Guiñazú, María Virginia

obligado a comunicar al jefe de la oficina consular, o al Estado que envía, todo arresto o detención preventiva o la
instrucción de un proceso penal a un miembro del personal consular.

El agente diplomático no está obligado a dar testimonio, pero los miembros del consulado, inclusive los
cónsules, podrán ser llamados a comparecer como testigos, aunque no se le aplicará ninguna medida coactiva o
sanción. Sin embargo, la autoridad que requiera el testimonio deberá evitar que se perturbe al cónsul en el
ejercicio de sus funciones.

5. Privilegios de los funcionarios de carrera y demás miembros de la oficina consular.

En relación con la obligación de comparecer como testigo, es un privilegio la exención de la misma para los
miembros de la oficina consular en relación con hechos vinculados con el ejercicio de sus funciones.

Asimismo, se pueden negar dichos miembros a exhibir la correspondencia y documentos oficiales, así como se
podrán rehusar deponer como expertos respecto a las leyes de su Estado.

Los funcionarios y empleados consulares y sus familias están exentos de las obligaciones sobre inscripción de
extranjeros y permisos de residencia, salvo que los empleados consulares sean residentes permanentes. Los
miembros de la oficina consular están exentos de las obligaciones relativas a permisos de trabajo y al régimen de
seguridad social.

En materia fiscal, los cónsules y los empleados administrativos gozan de exención fiscal, según el art 49, con
relación a los impuestos personales o reales, con excepción de los impuestos indirectos, los imponibles sobre
bienes inmuebles de propiedad privada, sobre sucesiones, sobre ingresos privados; sobre determinados servicios
prestados y derecho de registro, aranceles judiciales, hipoteca y timbre.

En materia aduanera están exentos de derechos e impuestos, los bienes destinados al uso personal del cónsul,
incluidos los de instalación. Los empleados consulares gozarán de este privilegio con respecto a su primera
instalación. También los cónsules están exentos de inspección aduanera. En caso de fallecimiento de un miembro
del consulado o de su familia, el art 51 establece que el Estado receptor permitirá la exportación de los bienes de
propiedad del fallecido y no exigirá los impuestos sobre la sucesión de bienes muebles.

Por último, los miembros de la oficina consular están exentos de todo servicio de carácter público y de cargas
militares, como requisas, contribuciones y alojamientos militares.

6. Las inmunidades de los funcionarios consulares y demás miembros de la oficina consular son
respectivamente la inviolabilidad personal y la inmunidad de jurisdicción.

En cuanto a la primera, los cónsules no podrán ser detenidos o puestos en prisión preventiva, salvo casos de
delitos graves o cuando exista sentencia firme. Pero en caso de procedimiento penal deberán comparecer y las
autoridades deberán tratarlos con la debida deferencia.

Respecto a la inmunidad de jurisdicción, los cónsules y los empleados consulares “no estarán sometidos a la
jurisdicción de las autoridades judiciales y administrativas por actos ejecutados en el ejercicio de las funciones
consulares”. Se exceptúa el caso de un procedimiento civil que resulte de un contrato concertado por el cónsul o
el empleado consular no como agente del Estado o que sea entablado por un tercero, como consecuencia de
daños causados en un accidente.

7. Incumbe al Estado la renuncia a los privilegios e inmunidades que otorga la Convención a los miembros de la
oficina consular, que deberá ser expresa, presumiéndosela en caso de reconvención. Además la renuncia a la

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Guiñazú, María Virginia

inmunidad de jurisdicción, no implica renuncia a la inmunidad de ejecución, para lo que es necesaria una nueva
renuncia.

Los privilegios e inmunidades consulares comienzan cuando los miembros de la oficina consular entran en el
territorio del Estado receptor, o si se hallan con él desde que asumen sus funciones, y terminan cuando
abandonen dicho territorio o cuando expire un plazo razonable que se conceda para ello. Pero los actos
ejecutados en el ejercicio de las funciones consulares gozarán indefinidamente de inmunidad de jurisdicción.

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Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 9:

1.- Responsabilidad Internacional.

Concepto. El acto ilícito internacional: concepto. Las consecuencias del acto ilícito internacional.

El origen de la responsabilidad internacional en sentido clásico lo constituye el hecho internacionalmente


ilícito.

El adjetivo «ilícito» evoca la idea de contravención del Derecho. Aunque en principio es posible distinguir en
D.I. entre acto ilícito (generador de responsabilidad para el sujeto contraventor) y acto inválido (falto de las
condiciones requeridas para el despliegue de efectos jurídicos e incurso, por tanto, en nulidad), el carácter
peculiar del D.I. hace que en esta esfera la distinción entre las dos categorías de actos se relativice. De ahí que el
principio general aplicable a las contravenciones internacionales sea el de que «Todo acto internacionalmente
ilícito del Estado genera su responsabilidad internacional.» Este principio aparece ampliamente confirmado por la
jurisprudencia internacional.

Así, podemos definir el hecho internacionalmente ilícito como un hecho atribuible a un sujeto jurídico-
internacional que constituye o una violación o infracción del D.I., lesiona derechos de otro sujeto u otros sujetos
de dicho ordenamiento, o incluso derechos o intereses de los que sería titular la propia comunidad internacional,
dando lugar, entre otras consecuencias, a la responsabilidad del sujeto autor del hecho.

Son dos los planos en que se expresa la ilicitud: uno, el relativo al Derecho objetivo (una regla jurídico-
internacional, cualquiera que ésta sea) que resulta violado; otro, el relativo al derecho subjetivo que es lesionado
como consecuencia del incumplimiento de la obligación (de hacer o de no hacer) impuesta al sujeto por la regla
en cuestión: «un comportamiento que esté en contraste con aquel que el Estado está obligado a tener» con base
en una regla de D.I. y que «se resuelve en una violación del derecho subjetivo o de los derechos subjetivos del
otro Estado».

Los elementos del acto ilícito internacional. La responsabilidad por el riesgo creado. Concepto.

La doctrina suele señalar, como elementos del hecho internacionalmente ilícito, la existencia de una conducta
(acción u omisión) con relevancia en el plano jurídico-internacional, el hecho de que con esa conducta se viole
una obligación establecida por una regla de D.I. en vigor, la posibilidad de atribuir dicha conducta a un sujeto del
D.I., y la circunstancia de haberse producido un perjuicio o daño como consecuencia de la acción u omisión
contraria a aquella obligación.

Dichos elementos pueden subsumirse en dos básicos: uno de carácter subjetivo, consistente en la posibilidad
de atribuir el hecho o comportamiento a un sujeto determinado (el Estado), y otro de carácter objetivo,
consistente en que mediante tal hecho o comportamiento se viole una regla de D.I. de la que derive una
obligación de acción o de abstención a cargo del sujeto en cuestión.

La C.D.I distingue en el art. 2 de su proyecto los dos elementos de la atribución y la violación:

«Hay hecho internacionalmente ilícito de un Estado cuando un comportamiento consistente en una acción u
omisión:

a) es atribuible según el Derecho internacional al Estado; y

210
Guiñazú, María Virginia

b) constituye una violación de una obligación internacional del Estado.»

A) ELEMENTO DE LA ATRIBUCIÓN (Subjetivo)

Alude a la presencia de una conducta, activa (acción) o pasiva (omisión), y a la posibilidad de atribuir esa
conducta, en función de ciertas circunstancias, a un determinado sujeto del D.I.

En relación con el Estado en cuanto sujeto del D.I, la C.D.I. se refiere a la posibilidad de atribuir un
comportamiento, no a la persona o grupo de personas que lo ha tenido materialmente, sino al propio Estado,
habida cuenta de que la ejecución material de los actos de éste con relevancia en el plano jurídico-internacional
corresponde siempre a individuos o conjuntos de individuos.

El comportamiento atribuible al sujeto puede consistir en una acción o en una omisión. Hay hechos
internacionalmente ilícitos de los que los Estados resultan responsables que constituyen conductas pasivas (no
sancionar una ley cuya adopción venía exigida por un tratado, faltar a la diligencia debida no protegiendo los
locales de una misión diplomática extranjera frente a actos dañosos realizados por terceros).

El hecho de atribuir a un Estado una conducta reputada de ilícita según el D.I. difiere: no parece posible
predicar del Estado un estado de ánimo traducible en una falta o culpa del propio Estado en cuanto tal. Se
concibe en el D.I. el término «imputabilidad» como una pura conexión causal del acto con el autor, en este caso el
Estado.

Dado que tal comportamiento se expresa materialmente en un hecho de uno o varios órganos o agentes del
Estado, el problema de la culpa en D.I. se presenta más bien en relación con esos propios órganos o agentes en
tanto que autores materiales del hecho: «el problema consistirá en determinar si el comportamiento del órgano
únicamente puede ser imputado al Estado cuando ha incurrido en el supuesto ilícito de modo culposo
(intencionada o negligentemente) o si, por el contrario, la simple violación objetiva del D.I. por un órgano del
Estado hace incurrir a éste en responsabilidad».

Según la opinión doctrinal más extendida, lo generalmente relevante no es la actitud psicológica de los
individuos que actúan como órganos del Estado, sino la conducta objetiva del Estado per se, e incluso en el
supuesto de omisiones ilícitas, más que de culpa se trataría de la violación objetiva de la obligación de usar la
debida diligencia a cargo del Estado. Esto no significa que la culpa del autor material del comportamiento
internacionalmente ilícito no pueda tenerse en cuenta como elemento susceptible de atenuar o agravar la
violación de una obligación internacional y de incidir sobre la reparación debida por el Estado a título de
responsabilidad internacional.

Existe jurisprudencia internacional que consideran necesario un mínimo de culpa o negligencia para que la
infracción objetiva del D.I. pueda atribuirse al Estado y hacerlo por ello internacionalmente responsable. Otras
decisiones, en cambio, apuntan a la idea de la responsabilidad objetiva o por el resultado.

En todo caso, en el marco estricto de la atribución y teniendo en cuenta que el Estado actúa a través de
individuos o conjuntos de individuos, el problema principal de la atribución al Estado de un hecho
internacionalmente ilícito -originador en cuanto tal de su responsabilidad internacional- se conecta básicamente a
la calidad o no de órganos del Estado predicable de las personas autoras del hecho, así como a las condiciones en
que tales personas actúan. De ahí que hayamos de referimos a la atribución al Estado de los hechos de sus

211
Guiñazú, María Virginia

órganos, para ver si el Estado es directamente responsable en el plano internacional por hechos de los
particulares u otros, es decir, si son atribuibles al Estado dichos hechos.

a) Comportamiento de los órganos estatales

Es un principio básico: por regla general, se atribuyen al Estado los hechos de sus órganos o agentes en tanto
que integrantes de la organización estatal.

El T.I.J., en 2007, se refiere a «la regla bien establecida, una de las piedras angulares del Derecho de la
responsabilidad internacional, según la cual el comportamiento de todo órgano del Estado se considera como un
hecho del Estado según el D.I. y por tanto da lugar a la responsabilidad del Estado si constituye una violación de
una obligación internacional de ese Estado».

Se entiende que «órgano» incluye toda persona o entidad que tenga esa condición según el Derecho interno
del Estado. Sólo se consideran hechos del Estado desde el punto de vista del D.I. los realizados por personas o
entidades que actúan en calidad de tales órganos.

La conducta por la cual cabe declarar al Estado internacionalmente responsable puede consistir, bien en un
hecho instantáneo, bien en una cadena de hechos constitutiva de un proceso en el cual suelen intervenir varios
órganos del Estado.

Es indiferente, por lo demás, la naturaleza de las funciones (legislativas, ejecutivas, judiciales o de otra índole)
ejercidas por el órgano o el carácter internacional o interno de esas funciones. Se considera como hecho del
Estado la conducta de cualquiera de sus órganos independientemente del «poder» al que pertenezca. Hechos
generadores de responsabilidad internacional más significativos realizados por órganos legislativos (aplicación
irregular de leyes fiscales a extranjeros, no publicación de una ley contra lo ordenado en un tratado, etc.), por
órganos administrativos (desviación de poder, tratos discriminatorios a extranjeros, detenciones arbitrarias, etc.)
y por órganos judiciales (denegación de justicia, fallos manifiestamente injustos, etc.).

Además de responder por los hechos de sus órganos stricto sensu, actuando en el marco de sus competencias,
el Estado responderá también:

a') Por la conducta de entidades públicas territoriales (art. 4.1), y otras entidades que estén facultadas por el
Derecho interno del Estado para ejercer atribuciones del poder público".

b') Por la conducta de órganos puestos a disposición del Estado por otro Estado o por una organización
internacional.

A sensu contrario, la responsabilidad del Estado queda en principio descartada en los casos de actuación en su
territorio de órganos de otro Estado o de una organización internacional que actúen en calidad de tales
(representantes oficiales de Estados extranjeros, funcionarios de bases militares extranjeras radicadas en el
Estado territorial, órganos o enviados ad hoc de una organización internacional, misiones de paz de las N.U. o de
otras organizaciones internacionales).

c') Por la conducta de órganos del Estado o de personas o entidades facultadas para ejercer atribuciones del
poder público que actúen accediéndose en su competencia con arreglo al Derecho interno o contraviniendo las
instrucciones concernientes a su actividad.

212
Guiñazú, María Virginia

La práctica estatal y la jurisprudencia se orientan desde finales del siglo XIX hacia la admisión del principio de la
atribución al Estado de los hechos ultra vires o no autorizados de sus órganos o agentes. Algunos hablan en este
caso de una responsabilidad subsidiaria del Estado, que se convertiría en principal en caso de no exigir de los
culpables la reparación del daño causado, castigándolos incluso. Otros prefirieron hablar de responsabilidad por
falta ajena, asimilando así el supuesto al de la responsabilidad indirecta (por hechos de Estados semisoberanos o
dependientes, etc.) e incluso al de la responsabilidad por hechos de particulares. Otros, por su parte, basan aquí
la responsabilidad en la presunción de una aprobación implícita del hecho por los poderes públicos. Otros, en fin,
descartan la responsabilidad estatal en los supuestos de hechos ultra vires de órganos subalternos.

Con buen acuerdo, la C.D.I. propugna considerar atribuibles al Estado, sin excepción, los hechos contemplados,
basándose en la idea de seguridad que debe presidir las relaciones internacionales, así como en el hecho de que,
de seguirse el criterio contrario, se le daría al Estado una escapatoria para sustraerse a su propia responsabilidad.

b) Comportamiento bajo la dirección o control del Estado

Como indica la C.D.I. en el art 8, se considera hecho del Estado según el D.I. «el comportamiento de una
persona o de un grupo de personas si esa persona o ese grupo de personas actúa de hecho por instrucciones o
bajo la dirección o el control de ese Estado al observar ese comportamiento».

En una sentencia de 2007, el T.I.J. reafirma esa exigencia del «control efectivo» al señalar que es necesario
probar que las personas que realizaron los actos pretendidamente contrarios al D.I. «actuaron según las
instrucciones o bajo el control efectivo» del Estado demandado, añadiendo que debe demostrarse que ese
control efectivo se ejercía, o que esas instrucciones se daban, con respecto a cada una de las operaciones durante
cuyo desarrollo se habrían producido las violaciones alegadas, y no en general, en relación con el conjunto de las
acciones llevadas a cabo por las personas o grupos de personas que cometieron dichas violaciones.

c) Hechos de los particulares

Salvo en el supuesto de personas o grupos de personas que actúen de hecho bajo la dirección o el control del
Estado (art. 8) o ejerzan de hecho atribuciones del poder público en defecto de las autoridades oficiales (art. 9),
los comportamientos de los particulares no se considerarán como hechos del Estado, según ha expresado el T.I.J.

La regla general es la no atribución de los comportamientos de los particulares al Estado, lo que no significa
que el Estado no pueda resultar responsable por su pasividad o falta de diligencia en la prevención o represión de
tales comportamientos, en cuyo caso, y según la doctrina dominante, el Estado no estaría asumiendo como suyos
los hechos de los particulares, sino respondiendo internacionalmente por sus propios hechos en cuanto
constitutivos de la violación de una obligación internacional de vigilancia y protección.

Con respecto a la obligación de prevención a cargo del Estado en estos casos, habrá que tener en cuenta
diversas circunstancias, como la mayor o menor previsibilidad de disturbios o revueltas, la especial vulnerabilidad
de locales oficiales extranjeros, el carácter público de las personas (Convención sobre la prevención y el castigo de
los delitos contra las personas internacionalmente protegidas, inclusive los agentes diplomáticos), etc.

d) Hechos realizados por movimientos insurreccionales

213
Guiñazú, María Virginia

Si los comportamientos de los particulares no pueden ser tenidos por hechos del Estado a los efectos de la
responsabilidad internacional, a fortiori no podrán serlo los hechos realizados por movimientos insurreccionales
(grupos insurgentes, rebeldes con estatuto de beligerancia, movimientos de liberación nacional, frentes
revolucionarios) en su condición de entes dotados de un aparato institucional propio, distinto y paralelo al del
Estado en cuyo territorio están establecidos y capaces por ello de incurrir por sí mismos en responsabilidad
internacional, y ello independientemente de que el objetivo de su lucha sea conseguir la independencia de un
pueblo sometido a dominación u ocupación extranjera, crear un nuevo Estado a expensas del Estado constituido
o sustituir el gobierno de un Estado por un nuevo gobierno.

No obstante, el Estado no quedaría exento de responsabilidad por los hechos de sus propios órganos
consistentes en dejar de cumplir las obligaciones de vigilancia, prevención represión a su cargo en relación con la
actuación de los rebeldes; siendo en estos casos la omisión del deber de represión ex post (castigo, una vez
sofocada la rebelión, de los autores de los hechos ilícitos cometidos durante la lucha) la que con más frecuencia
se aducirá al efecto de exigir responsabilidad al Estado, ya que son excepcionales los casos en que el poder
constituido haya podido prevenir o reprimir eficazmente durante la contienda los hechos dañosos del movimiento
insurreccional.

La jurisprudencia internacional avala el principio de la no atribución al Estado de los comportamientos de


movimientos insurreccionales y confirma a la vez la eventual responsabilidad estatal derivada de la omisión de la
debida diligencia.

Se considerará, en cambio, atribuible al Estado todo hecho de un movimiento insurreccional que resulte
triunfante, que se convierta en el nuevo gobierno de un Estado o cuya acción dé lugar a la creación de un nuevo
Estado en una parte del territorio de un Estado preexistente o en un territorio bajo su administración (art. 10) y
ello en virtud del hecho de una continuidad entre la organización que el movimiento insurreccional se había dado
antes de lograr el poder y la organización que después de su triunfo viene a dar al gobierno del Estado
preexistente o del nuevo Estado que se ha desgajado de aquél.

B) ELEMENTO DE LA VIOLACIÓN

Este elemento del hecho internacionalmente ilícito consiste en que el comportamiento atribuible al Estado
constituye una violación de una obligación internacional a su cargo (art 3.b). Para un sector de la doctrina, a este
elemento habría que agregar otro: la producción de un daño a resultas de dicha violación.

a) La violación de la obligación

a') Obligación-norma-derecho subjetivo

Se habla en la doctrina de violación o infracción de una norma de D.I., o indistintamente de violación de una
norma o de una obligación jurídico-internacional.

En la C.D.I. ha prevalecido la expresión «violación de una obligación internacional», entendiendo por


obligación la «exigibilidad de una conducta de acción u omisión impuesta por la norma de Derecho».

Por nuestra parte, queremos destacar la relación existente entre la violación de la norma, el incumplimiento
de la obligación y la lesión del derecho subjetivo ajeno; entendiendo que tanto el incumplimiento de una
obligación como la lesión de un derecho son siempre actos contrarios a una norma jurídica.

214
Guiñazú, María Virginia

Desde la perspectiva de la obligación, habrá violación de la misma por parte de un Estado cuando un hecho de
éste «no está en conformidad con lo que de él exige esa obligación» (art. 12); lo que constituye la esencia misma
de la ilicitud es el contraste entre el comportamiento adoptado en la realidad y el que jurídicamente se debiera
haber tenido.

b') Carácter internacional de la obligación

El hecho de que la obligación cuya violación constituye el hecho internacionalmente ilícito es una obligación
internacional, o sea, impuesta por una norma de D.I., impide calificar de internacionalmente ilícito a un hecho que
suponga una contravención de obligaciones contenidas en contratos celebrados entre estados y personas
extranjeras o incluso entre dos estados y regidos por el derecho interno de un estado o excepcionalmente por un
sedicente Derecho “transnacional”.

c') Origen de la obligación

Al efecto de calificar de ilícito determinado hecho, es indiferente cuál sea el origen de la obligación violada: tan
ilícito es un acto contrario a una obligación de origen consuetudinario como uno que contradiga un compromiso
basado en un tratado o en una fuente de otro tipo (principio general del Derecho, sentencia de un tribunal
internacional, acto vinculante de una organización internacional).

La jurisprudencia internacional confirma este aserto, al no hacer distingos entre las obligaciones
internacionales por razón de su origen a la hora de apreciar tanto la ilicitud del hecho del Estado como el régimen
de responsabilidad derivado del mismo.

d') Vigencia de la obligación

Para poder calificar de ilícito un hecho desde el punto de vista del D.I., es preciso que la obligación que dicho
hecho contraria esté en vigor al tiempo de la realización de éste respecto del sujeto responsable: «Un hecho del
Estado no constituye una violación de una obligación internacional a menos que el Estado se halle vinculado por
dicha obligación en el momento en que se produce el hecho.»

e') Contenido de la obligación

El distinto contenido u objeto de la obligación es irrelevante al efecto de calificar de internacionalmente ilícito


un determinado hecho; si bien no dejará de repercutir en los distintos regímenes de responsabilidad. La C.D.I,
distinguiendo entre la violación de obligaciones de carácter bilateral o de obligaciones para con algunos Estados y
la violación de obligaciones para con la comunidad internacional en su conjunto, señala que «cuestiones relativas
a la gravedad de la violación y al carácter imperativo de la obligación violada pueden influir en las consecuencias
que se derivan para el Estado responsable y, en algunos casos, también para otros Estados».

b) El daño

215
Guiñazú, María Virginia

Aun aceptando que el daño, sobre todo el económico, puede ser un factor decisivo a la hora de medir el
alcance de la responsabilidad y que en ciertos casos no basta el simple comportamiento para que haya violación
de una obligación internacional sino que se requiere un acontecimiento exterior de carácter perjudicial, la C.D.I.
ha estimado que el daño inherente a todo hecho internacionalmente ilícito es el que al mismo tiempo es
inherente a toda violación de una obligación internacional), considerando así comprendido el daño en el
elemento «objetivo» del hecho internacionalmente ilícito. La exigencia de que concurran elementos adicionales
como el daño depende del contenido de la obligación primaria: así, la obligación que incumbe en virtud de un
tratado de promulgar una legislación uniforme es violada por el hecho de no promulgar la ley, y no es necesario
que otro Estado parte indique que ha sufrido un daño concreto debido a ese incumplimiento. De modo que el
«que una obligación determinada no se cumpla por la mera infracción del Estado responsable, o que se exija que
se produzca alguna otra circunstancia, dependerá del contenido y la interpretación de la obligación primaria y no
puede determinarse en abstracto».

c) La cuestión del abuso de derecho

La C.D.I. se planteó sí cabria ver en la figura del abuso de derecho una excepción al principio según el cual lo
que caracteriza al hecho internacionalmente ilícito es la violación de una obligación internacional: y ello debido a
que en el supuesto del abuso de derecho cabria ver, más que una conducta contraria a una obligación jurídica, un
ejercicio desmesurado de un derecho subjetivo por parte de su titular.

La C.D.I. considera que el supuesto del ejercicio abusivo de un derecho está englobado en el elemento
objetivo del hecho internacionalmente ilícito, representado aquí por la violación de la obligación derivada de una
norma que tendría por efecto limitar el ejercicio por el Estado de sus derechos o competencias prohibiendo su
ejercicio abusivo.

Crímenes y delitos internacionales.

Violaciones graves de obligaciones contraídas en virtud de normas imperativas de derecho internacional


general («crímenes internacionales»)

Pese a que todo hecho estatal constitutivo de una violación de una obligación internacional es un hecho
internacionalmente ilícito cualquiera que sea la naturaleza de la obligación violada (art. 12), hay hechos que, por
contradecir ciertas reglas básicas de la convivencia internacional y ciertas exigencias éticas de carácter esencial,
puedan dar lugar a un régimen de responsabilidad internacional particularmente severo y hacer posible, en
cuanto ofensas erga omnes, que Estados distintos del Estado directamente perjudicado por el hecho invoquen su
comisión para exigir responsabilidad al Estado autor del hecho e incluso para adoptar contra él medidas
sancionadoras.

La C.D.I. calificó esos hechos como «crímenes internacionales» para expresar precisamente la contradicción de
ciertas conductas estatales con aquellas reglas básicas de la convivencia internacional, y, teniendo en cuenta que
dichas reglas persiguen asegurar la protección de intereses que trascienden los de los Estados considerados uti
singuli, la propia C.D.I. definió, en el art 19, el «crimen internacional» como un hecho internacionalmente ilícito
«resultante de una violación por un Estado de una obligación internacional tan esencial para la salvaguardia de

216
Guiñazú, María Virginia

intereses fundamentales de la comunidad internacional que su violación está reconocida como crimen por esa
comunidad en su conjunto». En el mismo art se incluía una lista, indicativa y no exhaustiva, de hechos
considerados como «crímenes internacionales» (la agresión el establecimiento o el mantenimiento por la fuerza
de una dominación colonial, violaciones graves y en gran escala de derechos humanos fundamentales como la
esclavitud, el genocidio y el apartheid, y la contaminación masiva de la atmósfera o de los mares),

En 2001, la C.D.I. abandonó la expresión «crímenes internacionales», sustituyéndola por «violaciones graves
de obligaciones contraídas en virtud de normas imperativas de Derecho internacional general». Conserva la idea
sustancial de que ciertas violaciones del D.I. dan lugar a un tipo de responsabilidad agravado de los Estados. En
este sentido, la C.D.I. señala que en el D.I. no se reconoce una indemnización punitiva ni siquiera en relación con
violaciones graves de obligaciones que dimanen de normas internacionales de carácter imperativo, y se apoya en
declaraciones jurisprudenciales como la de la Sala de Apelaciones del Tribunal Penal Internacional para la ex
Yugoslavia, según la cual «con arreglo al D.I. actual, no cabe duda de que los Estados, por definición, no pueden
ser objeto de sanciones penales similares a las que se prevén en los ordenamientos penales nacionales».

Entre las normas imperativas de Derecho internacional general y las obligaciones respecto de la comunidad
internacional en su conjunto (obligaciones erga omnes) existe una coincidencia sustancial. Mientras las normas
imperativas se centran en el alcance y la prioridad que ha de darse a determinadas obligaciones fundamentales,
en el caso de las obligaciones erga omnes el centro de atención es el interés jurídico de todos los Estados en exigir
su cumplimiento, es decir, en poder invocar la responsabilidad internacional de un Estado que incurra en
violación de una de esas obligaciones. Por eso en el art 41 se establecen las consecuencias particulares de la
violación grave de una obligación contraída en virtud de una norma imperativa de Derecho internacional general
(deber de los Estados de cooperar entre sí para poner fin por medios lícitos a la violación, no reconocimiento
como lícita de una situación creada por la violación, obligación de no prestar ayuda o asistencia para mantener
esa situación). El art 48 se hace referencia al derecho que todos los Estados tienen para invocar la responsabilidad
de un Estado por la violación de obligaciones respecto de la comunidad internacional en su conjunto.

El art 40 establece dos criterios para distinguir las violaciones. Uno se centra en el carácter de la obligación
violada, que debe ser una obligación contraída en virtud de una norma imperativa de Derecho internacional
general: «dimanan de aquellas normas sustantivas de comportamiento que prohíben lo que se considerar
intolerable porque representa una amenaza para la supervivencia de los Estados y sus pueblos y para los valores
humanos más fundamentales», aventurándose a citar la prohibición de la agresión, la prohibición de la esclavitud
y la trata de esclavos, el genocidio y el apartheid, la prohibición de la tortura, etc.

El otro criterio utilizado es el que requiere que la violación sea grave, lo que alude sin duda a su carácter
sistemático, flagrante o manifiesto.

La distinción entre este tipo de violaciones y el resto tiene sentido en relación a las consecuencias derivadas
del hecho internacionalmente ilícito. Estos supuestos especialmente graves conllevan unas consecuencias
particulares: entre ellas, el que el derecho de un Estado de obtener una restitución o una satisfacción no está
sujeta a las limitaciones previstas para los hechos ilícitos en general, y, además, el deber de no reconocer la
legalidad de la situación creada, de no prestar ayuda o asistencia para mantener esa situación y de cooperar con
otros Estados en la aplicación de medidas encaminadas a eliminar las consecuencias del crimen.

2.- Atribución al Estado de un acto ilícito internacionales.

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Guiñazú, María Virginia

Responsabilidad del Estado por actos de los órganos legislativos: casos.

El estado incurre en responsabilidad internacional como resultado de la promulgación de una legislación


incompatible con sus obligaciones internacionales, o bien, la falta de legislación necesaria para el cumplimiento
de dichas obligaciones.

Si la obligación está cumplida por el Estado por otro medio, como un decreto del Poder Ejecutivo o una
resolución ministerial, entonces no hay responsabilidad internacional.

Cuando la mera aprobación de una ley causa un daño a un Estado, ésta puede servir de base para una queja
aún ante un órgano judicial.

Responsabilidad del Estado por actos de los órganos ejecutivo y administrativo: casos.

El Estado incurre en responsabilidad internacional por cualquier acto u omisión cometido por sus agentes
ejecutivos o administrativos, o por los funcionarios del Estado, mientras actúan dentro de los límites de su
autoridad.

Situación de los actos no autorizados y ultra vires de los funcionarios.

Muchos autores sostienen que no es posible imputar al estado por un acto cometido por un funcionario
cuando se excede de la competencia que le atribuye el derecho interno, o va en contra de las instrucciones que
ha recibido. De acuerdo con esta lógica, toda responsabilidad del Estado sería ilusoria, puesto que a un
funcionario del Estado casi nunca se lo va a autorizar a cometer actos ilícitos.

Hay responsabilidad internacional por los actos ilícitos de los órganos de un estado, aunque tales actos se
realicen fuera de los límites de su competencia y sean contrarios al derecho interno.

Responsabilidad del Estado por actos del Poder Judicial: casos.

Hay responsabilidad internacional del Estado por la sentencia que no esté sujeta a apelación, sea incompatible
con las obligaciones internacionales del estado. Es necesario que haya violación manifiesta del DI, un error del
juez no basta.

Responsabilidad del Estado por actos de los particulares: casos.

El estado es responsable no por los actos de cualquier individuo, sino por su propia omisión (la falta de la
diligencia debida de sus órganos). La responsabilidad descansa en el control exclusivo y soberano que un estado
ejerce sobre su territorio.

Situación de los actos de violencia de las turbas.

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Guiñazú, María Virginia

Es un principio del DI que a ningún gobierno se le puede hacer responsable de los actos cometidos por grupos
sublevados, cometidos en violación a su autoridad. Habría responsabilidad si se comprueba que el gobierno actuó
en complicidad con esos grupos.

Daños sufridos por los extranjeros debido a insurrecciones y guerras civiles.

Sólo hay responsabilidad si se prueba que las autoridades dejaron de emplear la diligencia debida para evitar
que los revolucionarios causen daños. Las autoridades gubernamentales no son responsables por los daños o
pérdidas que surjan de actos efectuados para reprimir la rebelión y tratar de instaurar el orden.

Excepción: cuando los revolucionarios son triunfantes y se convierten en el gobierno del Estado. Se les impide
repudiar su responsabilidad so pretexto de que el daño fue causado por ellos como individuos privados.

3.- Naturaleza y alcance de la reparación.

Noción general. Restitución (Restitutio in integrum). Indemnización. Daño indirecto. Pérdida de utilidades.
Intereses. Compensación punitiva. Satisfacción.

1) La responsabilidad por el riesgo creado. Concepto. Ejemplo de su aplicación

Actualmente, el derecho interno acepta el principio de responsabilidad por el riesgo creado. Esto significa que
quien por su propio placer o utilidad introduce algo peligroso a la sociedad, es responsable de cualquier accidente
que de ello se derive, aun cuando no se le pueda imputar culpa o negligencia alguna. En el derecho internacional,
la teoría del riesgo se aplica de manera similar, no como principio general de responsabilidad, sino en los casos
que han sido definidos por las convenciones internacionales. El primer ejemplo surge en la Convención de Roma
de 1952, sobre los daños causados por aeronaves a las personas en tierra. También se reconoce la
responsabilidad absoluta a los daños resultantes de los usos pacíficos de la energía nuclear (Convención de
Bruselas 1962), a los objetos lanzados al espacio exterior (Tratado de 1967). La responsabilidad absoluta se aplica
solo a actividades que son peligrosas pero no ilícitas.

3. Naturaleza y alcance de la responsabilidad

Noción general

Un Estado cumple la obligación que le incumbe como resultado de su violación de una obligación
internacional, resarciendo el daño causado, es decir, reparándolo. La reparación debe borrar todas las
consecuencias del acto ilícito y restablecer la situación que, con toda probabilidad, hubiera existido si no se
hubiera cometido el acto. La naturaleza de la reparación puede consistir en una restitución, indemnización o
satisfacción.

Restitución

El propósito de la restitución en especie es restablecer la situación que hubiera existido de no haber ocurrido
el acto u omisión ilícitos, mediante el cumplimiento de la obligación que el Estado dejó de cumplir, la revocación
del acto ilícito o la abstención de una actuación inicua adicional. La corte de arbitraje declaró que la restitución es

219
Guiñazú, María Virginia

la forma normal de reparación y que la indemnización podría ser sustituida solo si la restitución en especie no es
posible. No puede concederse la restitución si es material o jurídicamente imposible, por ejemplo cuando
represente la invalidación de una sentencia judicial definitiva. Una tercera situación es el pago de una
indemnización en lugar de la restitución, que debe ser aceptada por el Estado reclamante.

Indemnización

La reparación de un mal puede consistir en una indemnización, puesto que el dinero es la medida común de
todas las cosas valorables. El hecho de que la indemnización supone pagar una cantidad correspondiente al valor
que tendría la restitución en especie tiene efectos de importancia en su alcance, porque por ello el valor en la
fecha en que se pague la indemnización debe ser determinante, pudiendo ser el valor de los bienes mayor en el
momento de la decisión que cuando ocurrió el acto ilícito.

Daño indirecto

La Corte Permanente de Justicia Internacional indicó que la restitución se concede para borrar las
consecuencias del acto ilícito. El problema es qué pasa con los daños que no surgen de un acto ilícito sino de
acontecimientos posteriores. En las reclamaciones de Alabama, EEUU reclamó ciertas pérdidas indirectas y para
evitar la interrupción del proceso, los árbitros declararon que esas reclamaciones constituían una buena base
para la concesión de una reparación o compensación de los daños entre las naciones. Hoy se distingue entre
causa próxima (pérdidas directas e indirectas que encuentran en el ilícito su causa) y la remota (pérdidas
vinculadas al acto inicial por una concatenación inesperada de circunstancias excepcionales).

Pérdida de utilidades

En la jurisprudencia arbitral primitiva, las reclamaciones por pérdida de utilidades eran tratadas como las
reclamaciones por daños indirectos y, en consecuencia, no eran permitidas. Los laudos contemporáneos admiten
dichas pérdidas sobre la base de que una justa compensación implica una restitución completa del status quo
anterior. El lucro cesante tiene que ser una utilidad que habría sido posible en el curso ordinario de los
acontecimientos y no en ganancias presuntas o remotas.

Intereses

Cuando han sido reclamados, los intereses deben considerarse como un elemento integrante de la
compensación, puesto que la indemnización plena incluye no solo la cantidad adecuada sino también una
compensación por la pérdida del uso de dicha cantidad durante el tiempo dentro del cual el pago de esta
continúa retenido. Cuando los daños sufridos consisten en pérdidas materiales y no se ha asignado nada por el
lucro cesante, los intereses deben empezar a devengarse desde la fecha del daño. Los daños personales en los
cuales la suma es una compensación global por todos los daños, se cuentan desde la fecha del laudo. En cuanto al
tipo de interés, la Corte Permanente considera justo el 6% de lo reclamado.

Compensación punitiva

En algunos casos, por compensación, se ha impuesto una forma moderada de sanción para inducir al gobierno
que incurrió en el acto ilícito a mejorar su administración de justicia. Empero, los resarcimientos punitivos o
ejemplarizantes inspirados por la desaprobación del acto ilícito y como una medida de disuasión o de reforma del
ofensor, son incompatibles con la idea básica que sirve de fundamento al derecho de reparaciones: la reparación
de la pérdida sufrida. Por este motivo, los laudos arbitrales y las sentencias de la Corte Internacional de Justicia la
han rechazado.

220
Guiñazú, María Virginia

Satisfacción

La satisfacción es la reparación adecuada para el perjuicio no material o el daño moral a la personalidad del
Estado. En tiempos anteriores se cometieron abusos en la solución directa de las controversias entre los Estados
mediante exigencias humillantes para la satisfacción, tales como la designación de enviados especiales de
expiación o el rendir honores saludando la bandera. Es necesario considerar las formas de satisfacción en el
derecho internacional y la práctica contemporáneos son circunscriptas a la presentación oficial de pesar, y al
reconocimiento formal y declaración del carácter ilícito del acto.

4.- Reclamaciones de los Estados por violación de derechos de sus nacionales.

5.- La responsabilidad internacional de entes distintos de los Estados

Un signo característico de la evolución del Derecho de la responsabilidad internacional es la tendencia a


reconocer, junto a los Estados, a otros sujetos, activos y pasivos, de responsabilidad, en la medida de su
reconocimiento como sujetos (con distinto grado de capacidad) del D.I.

No hay que perder de vista la distinción entre responsabilidad interna (en el plano del Derecho interno) y
responsabilidad internacional. Una Organización internacional, por ej., puede resultar responsable en uno u otro
plano, según que la reclamación se haga al amparo del Derecho de un determinado Estado o al amparo del D.I.

Los autores reconocen la posibilidad de que sujetos distintos de los Estados incurran en responsabilidad
internacional, aunque hay discrepancias en cuanto al alcance de esa responsabilidad e incluso en cuanto a la
capacidad de ciertos sujetos para ser internacionalmente responsables.

a) Responsabilidad internacional del individuo.

El individuo no es sujeto normal de las relaciones regidas por el D.I., aunque excepcionalmente pueda serlo
cuando algunas reglas le atribuyan derechos y obligaciones de carácter internacional y sobre todo -lo que es más
excepcional aún-la posibilidad de hacer valer esos derechos o de responder por la violación de esas obligaciones
directamente en el plano internacional.

A) PRESUPUESTO

Cabe distinguir entre el individuo-sujeto del hecho ilícito y el sujeto de la responsabilidad, lo que significa que,
no obstante poder el individuo infringir una regla jurídico-internacional que establezca ciertas obligaciones a su
cargo, normalmente no será responsable por ello en el plano internacional: sólo excepcionalmente el acto ilícito
del individuo puede suscitar su responsabilidad directa en este plano en razón de la índole y gravedad del acto.

Algunos han juzgado posible basar en el D.I. general la existencia de obligaciones internacionales a cargo de los
individuos, aduciendo ejemplos como la piratería o la violación de un bloqueo por buques neutrales. No obstante,
en la generalidad de esos supuestos (delicta iuris gentium: piratería, trata de esclavos, tráfico de drogas, delitos
contra personas internacionalmente protegidas, otros actos terroristas), las sanciones se aplican a los culpables
en virtud de reglas internas –dictadas en consonancia con las obligaciones jurídico-internacionales-. La

221
Guiñazú, María Virginia

incriminación no trasciende el plano del Derecho interno, por más que se apoye en reglas internacionales
convencionales.

El D.I. no dispone de órganos susceptibles de alcanzar directamente al individuo, y el hecho de que a veces el
Estado tenga la obligación jurídico-internacional de castigar, no transforma al propio Estado en órgano de la
sociedad internacional, siendo prueba de ello que si el Estado no dicta las reglas necesarias para la observancia
del D.I. habrá un delito internacional del Estado, pero no un delito del individuo.

En los siguientes apartados vamos a ver determinados supuestos en los que la responsabilidad internacional
del individuo ha aparecido en diversa medida.

B) CRÍMENES DE GUERRA Y CONTRA LA PAZ Y LA HUMANIDAD

A punto de concluir la Segunda Guerra Mundial, y para enjuiciar a los responsables de los crímenes de guerra,
se concertó en Londres en 1945, entre los Gobiernos de los Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y la URSS, un
Estatuto que incorporaba una Carta del Tribunal Militar Internacional encargado de juzgar aquellos delitos, los
cuales se agrupaban en 4 categorías: 1) crímenes contra la paz (preparación, desencadenamiento y prosecución
de una guerra de agresión o en violación de los acuerdos internacionales, participación en un plan concertado
para realizar tales actos); 2) crímenes de guerra en sentido estricto (asesinatos, malos tratos o deportación, para
trabajos forzados u otros fines, de las poblaciones civiles en los territorios ocupados, asesinato o malos tratos a
los prisioneros de guerra, ejecución de rehenes, saqueo de bienes públicos o privados, destrucción de ciudades o
pueblos sin motivo, devastaciones no justificadas por exigencias militares); 3) crímenes contra la humanidad
(asesinato, exterminio, reducción a esclavitud, deportación o cualquier otro acto inhumano cometido contra
poblaciones civiles, antes o durante la guerra, persecuciones por motivos políticos, religiosos o raciales; siempre
que tales actos o persecuciones, constituyan o no una violación de las leyes del país donde han sido perpetrados,
hayan sido cometidos como consecuencia de o en relación con un crimen que caiga en la competencia del
Tribunal); 4) conspiración y complot (que abarca a los dirigentes, provocadores, organizadores y cómplices que
hubieran participado en un plan concertado para cometer cualquiera de los crímenes definidos).

Con posterioridad a los juicios de Núremberg, ciertos principios que les sirvieron de soporte fueron
confirmados por la A.G. de las N.U. en 1946. La propia A.G. encargó a la C.D.I. la formulación de los principios de
Núremberg y la preparación de un Código internacional de delitos contra la paz y la seguridad de la humanidad,
dividiéndolo en dos partes: la primera dedicada a la definición de los crímenes contra la paz y la seguridad de la
humanidad y a los principios generales aplicables (entre éstos, la responsabilidad penal del individuo -sin perjuicio
de la responsabilidad internacional del Estado-, la obligación de juzgar a los responsables o conceder la
extradición y la no exención de responsabilidad de quien haya actuado como jefe de Estado o de gobierno), y la
segunda consagrada a recoger, tipificándolos, los crímenes en cuestión.

En relación con esta segunda parte, las observaciones de los gobiernos a la lista de crímenes denotaban una
fuerte oposición a la inclusión de algunos tipos como la amenaza de agresión, la intervención, la dominación
colonial y otras formas de dominación extranjera y los daños intencionales y graves al medio ambiente -, y
reflejaban reservas significativas respecto de otros tipos como el apartheid, las violaciones masivas y sistemáticas
de los derechos humanos y el reclutamiento de mercenarios. El propio Relator Especial tuvo que plantear que se
rebajase de doce a seis la lista de crímenes, proponiendo los siguientes: la agresión, el genocidio, los crímenes
contra la humanidad, los crímenes de guerra excepcionalmente graves, el terrorismo internacional y el tráfico
ilícito de estupefacientes. El texto definitivo se aprobó restringiendo los supuestos a la agresión, el genocidio, los

222
Guiñazú, María Virginia

crímenes contra la humanidad y los crímenes de guerra, con el añadido de los crímenes contra el personal de las
Naciones Urdas y el personal asociado. El ámbito de aplicación rationae materiae corresponde a la Corte Penal
Internacional.

Por otra parte, y ante las atrocidades cometidas en conflictos recientes, se ha llegado a tomar en el seno de las
NU la iniciativa de crear tribunales penales internacionales ad hoc encargados de juzgar conductas individuales
que constituyan violaciones graves y flagrantes de principios y reglas internacionales de carácter taxativo.

Así, en 1993 el C.S. de las N.U. decidió crear, con carácter excepcional y no permanente, el Tribunal
internacional para el enjuiciamiento de los presuntos responsables de violaciones graves del Derecho
internacional humanitario cometidas en el territorio de la ex Yugoslavia. En 1994 se creó un Tribunal Internacional
para Ruanda.

A pesar de estos supuestos excepcionales, lo normal es que sea el Derecho interno, a través de órganos y
procedimientos estatales, el que se encargue de dilucidar las consecuencias de la comisión por el individuo de
delitos internacionales como los considerados. Así, los cuatro Convenios de Ginebra relativos a la protección de
las víctimas de los conflictos armados reenvían al Derecho interno al incorporar una cláusula según la cual los
Estados partes «se comprometen a tomar todas las medidas legislativas necesarias para fijar las sanciones
penales adecuadas que hayan de aplicarse a las personas que cometieren o dieren orden de cometer cualquiera
de las infracciones graves» de las disposiciones de esos Convenios.

C) EL GENOCIDIO

La Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio, en vigor desde 1951, se refiere a un tipo
de hechos delictivos que, por atentar contra reglas jurídico-humanitarias que tutelan intereses individuales y
colectivos esenciales, constituyen la más grave expresión de los crímenes contra la humanidad.

El genocidio, ya sea cometido en tiempo de paz o de guerra, es un «delito de Derecho internacional» que las
partes del Convenio se comprometen a prevenir y a sancionar. La propia Convención obliga a las partes a adoptar
las medidas legislativas necesarias para asegurar la aplicación de sus disposiciones, y especialmente a establecer
sanciones penales eficaces para castigar a las personas culpables de genocidio o de cualquier otro de los actos
enumerados -asociación para cometer genocidio, instigación directa y pública a cometer genocidio, tentativa de
genocidio, complicidad en el genocidio-; y, ya en el plano jurisdiccional, dispone que las personas acusadas de
genocidio o de cualquiera de esos otros actos «serán juzgadas por un tribunal competente del Estado en cuyo
territorio el acto fue cometido, o ante la corte penal internacional que sea competente respecto a aquellas de las
partes que hayan reconocido su jurisdicción». A los efectos de la extradición, el genocidio y los otros actos
enumerados no serán considerados como delitos políticos, de modo que las partes contratantes se
comprometen, en tal caso, a conceder la extradición conforme a su legislación ya los tratados vigentes.

Por genocidio se entiende, conforme al art II de la Convención:.

« [...] cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o
parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal:

a) Matanza de miembros del grupo.

b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo.

223
Guiñazú, María Virginia

c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física
total o parcial.

d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo.

e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.»

Los orígenes de la Convención revelan la intención de las N.U. de condenar y reprimir el genocidio como un
crimen de Derecho de gentes que implica la denegación del derecho a la existencia de grupos humanos enteros,
denegación que conmueve la conciencia humana, inflige grandes pérdidas a la humanidad y va a la vez contra la
ley moral y contra el espíritu y los propósitos de las N.U. La norma que prohíbe el genocidio constituye con
seguridad una norma imperativa del Derecho internacional (ius cogens).

El bien jurídico protegido es «un grupo nacional, étnico, racial o religioso» como tal. El grupo debe poder
definirse por sus características positivas (posesión de una identidad colectiva particular) y no negativamente por
vía de exclusión (p. e. la población «no serbia»). Y, en vista de esa identificación positiva del grupo, el Tribunal
Penal Internacional para la ex Yugoslavia ha utilizado criterios tanto cuantitativos como cualitativos (carácter
sustancial de la parte del grupo contra la que se dirige la acción genocida, zona geográfica precisa donde dicha
acción se desarrolla, importancia numérica de la fracción del grupo considerado, relevancia de esta fracción en el
seno del grupo en su conjunto).

En cuanto al elemento volitivo del crimen de genocidio, los actos enumerados comprenden, en tanto que
actos intencionales o deliberados, elementos morales, y, sobre todo, deben responder a la intención específica de
destruir, en todo o en parte, el grupo en cuanto tal: «cuando la persecución alcanza su forma extrema consistente
en actos intencionales y deliberados destinados a destruir un grupo en todo o en parte, puede considerarse que
constituye un genocidio».

Por otra parte, en cuanto a la cuestión de los sujetos responsables de la comisión de genocidio o de actos a él
vinculados, puede surgir la duda de si el genocidio es un delito por el que sólo pueden ser castigados los
individuos -con independencia de la calidad (gobernante, funcionario o particular) ostentada por el culpable- o si,
por el contrario, es un crimen por cuya comisión también pueden ser declarados internacionalmente
responsables los Estados. «El castigo de los dirigentes del aparato estatal que han organizado un genocidio, no
libera al propio Estado de su responsabilidad internacional por ese hecho». El genocidio puede dar lugar a una
dualidad de responsabilidades (individual y estatal). La obligación de prevenir el genocidio que a los Estados
partes en la Convención impone el art 1 de ésta implica necesariamente para ellos la prohibición de cometerlo.

En el aspecto de la incriminación internacional, la Convención se limita a referirse vagamente a una posible


«corte penal internacional que sea competente respecto a aquellas de las Partes que hayan reconocido su
jurisdicción» (art. VI), lo que en un principio equivalía a dejar la represión en manos de los tribunales nacionales.

D) EL TERRORISMO INTERNACIONAL

Con una frecuencia creciente se manifiestan en el mundo ciertas formas de violencia que ponen en peligro o
causan la pérdida de vidas inocentes o comprometen la libertad de las personas. Dichos actos, cuando se
proyectan internacionalmente, suelen englobarse genéricamente en la expresión terrorismo internacional. La
preparación de una reglamentación internacional para la prevención y represión del mismo viene ocupando a las
N.U y otras organizaciones internacionales y a los propios Estados; pero no es fácil llegar a resultados

224
Guiñazú, María Virginia

generalmente aceptables en cuanto a su definición y persecución por las implicaciones políticas que comportan
los actos de terrorismo.

La falta de acuerdo en su definición opera también condicionando el tratamiento de fondo de la problemática.

Desde una perspectiva jurídica, en un sentido amplio, se entiende por delito de terrorismo cualquier acto o
amenaza de violencia cometida por un individuo o un grupo de individuos contra personas, organizaciones,
lugares, sistemas de transporte y comunicación internacionalmente protegidos, con la intención de causar daños
o muerte y el objeto de forzar a un Estado a tomar determinadas medidas u otorgar determinadas concesiones.
Incurre en este delito quien ilícita e intencionadamente y por cualquier medio, cause la muerte o lesiones
corporales graves a otra persona o personas, o daños graves a bienes públicos o privados, si el propósito de esos
actos es, por su naturaleza o contexto, intimidar a la población u obligar a un gobierno o a una organización
internacional a hacer o dejar de hacer algo.

En todos los Convenios donde se trata este tema, se prevé que los Estados incluyan el terrorismo como delito
en sus legislaciones, lo penen y se comprometan a juzgar a los actores o cómplices o bien a conceder la
extradición; y se establece, además, una obligación de cooperar en el doble plano legislativo y jurisdiccional. Los
Estados reafirman y refuerzan sus obligaciones en materia de cooperación en la lucha contra el terrorismo en los
ámbitos de la prevención, el control y la represión. Se busca negar refugio seguro y someter a la justicia, sobre la
base del principio del enjuiciamiento o la extradición, a quien apoye o facilite la financiación, la planificación, la
preparación o la comisión de actos de terrorismo o la provisión de refugio seguro o participe o intente participar
en esos actos, e igualmente se insta a todos los Estados a prevenir los actos terroristas «y, sí ocurren, a
cerciorarse de que sean sancionados con penas compatibles con su grave naturaleza».

b) La responsabilidad internacional y las organizaciones internacionales.

La cuestión de la responsabilidad de las Organizaciones internacionales fue incluida por la C.D.I. en 2000. El
proyecto establece que todo hecho internacionalmente ilícito de una organización internacional genera su
responsabilidad internacional; se precisa que el comportamiento de un órgano o agente de una organización
internacional en el desempeño de sus funciones se considerará como un hecho de la Organización según el
Derecho internacional cualquiera que sea la posición de dicho órgano o agente con respecto a la Organización,
incluso cuando actuando en su capacidad de tal se exceda en su competencia o actúe contraviniendo
instrucciones.

Observaciones en relación con la posibilidad de atribuir a estas entidades ciertos hechos que puedan resultar
internacionalmente ilícitos en la medida en que representen violaciones de obligaciones internacionales
establecidas a cargo de las mismas.

Presupuesta la personalidad jurídico-internacional de una Organización internacional, resulta evidente su


condición de titular de derechos y deberes internacionales, así como su capacidad para hacer valer aquéllos y
para cumplir o, por el contrario, quebrantar éstos. En este caso se habla de hecho ilícito de la organización, cuyas
consecuencias -igual que en el supuesto de las infracciones estatales- pueden ser varias; aunque se reducen en
esencia a la nulidad y la responsabilidad.

1. En cuanto a la nulidad, puede plantearse en relación con los actos normativos de las organizaciones
internacionales (una resolución de un órgano de la organización), aunque también pueden plantearse en relación

225
Guiñazú, María Virginia

con los actos operacionales (una acción de asistencia técnica a un Estado, una operación de las N.U. para el
mantenimiento de la paz) en la medida de la dependencia de éstos respecto de una acción normativa de base.

2. En cuanto a la responsabilidad, puede contraerla una organización internacional en diversos supuestos por
hechos atribuibles a la misma. La responsabilidad puede ser de Derecho interno (por actos contractuales o
extracontractuales realizados por la organización con base en su personalidad jurídica con arreglo a la legislación
de un país) o de D.I.

Supuestos en que una organización internacional puede incurrir en responsabilidad internacional:

1') Quebrantamiento por la organización de un Tratado concluido con un Estado o con otra organización (por
el principio pacta sunt servanda): «una organización internacional parte en un tratado no podrá invocar las reglas
de la organización como justificación del incumplimiento del tratado, a menos que el cumplimiento del tratado
esté, en la intención de las partes, subordinado a la realización de las funciones y los poderes de la organización».

2') Cuando en ocasión de actividades operacionales (programas de asistencia técnica, intervenciones de


fuerzas de las N.U. en zonas conflictivas), pueden atribuirse a la organización hechos dañosos cometidos por sus
órganos o agentes y susceptibles de generar responsabilidad en el plano internacional.

3') En el caso de la responsabilidad por riesgo, cuando una organización técnica o especializada realice
actividades que puedan caer bajo tal supuesto (experiencias nucleares llevadas a cabo bajo la dirección de la
Agencia de la O.C.D.E. para la Energía Nuclear u otras instituciones similares, etc.). Convenio sobre la
responsabilidad internacional por daños causados por objetos espaciales: la responsabilidad corresponde «a
cualquier organización intergubernamental que se dedique a actividades espaciales si esta declara que acepta los
derechos y obligaciones previstos en este Convenio y si una mayoría de sus Estados miembros son Estados Partes
en este Convenio y en el Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la
exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes».

A fin de evitar que los Estados puedan escudarse en la personalidad independiente de la organización para
eludir su propia responsabilidad, el propio art XXI establece un «sistema de semitransparencia» de la
organización, al disponer que la propia «organización y sus miembros que sean Estados Partes en este Convenio
serán mancomunada y solidariamente responsables».

4') Un supuesto particular de responsabilidad es aquel que puede surgir en el contexto de las relaciones
jurídicas entre la organización y sus funcionarios y agentes; relaciones que si bien cabria englobar dentro del
«Derecho interno de un órgano internacional», no dejan de ser relaciones regidas en la casi totalidad de sus
aspectos por reglas de D.I. (cuya interpretación y aplicación se encarga incluso a Tribunales administrativos
internacionales) susceptibles de imponer a las organizaciones deberes por cuyo incumplimiento pueden devenir
responsables.

5') En Acuerdos que rigen las actividades de una organización internacional en el territorio de un Estado se
incluyen a veces cláusulas relativas a la exclusión de la responsabilidad internacional del Estado territorial por
actos propios de la organización.

Como regla general, el comportamiento de un órgano de un Estado o de un órgano o agente de una


Organización internacional puesto a disposición de otra organización internacional se considerará como un hecho
de esta última organización según el D.I. si la misma ejerce su control efectivo sobre ese comportamiento.

226
Guiñazú, María Virginia

Por el contrario, cuando se trate de actos de órganos puestos a disposición del Estado por una Organización y
que actúen en el territorio de éste bajo su control y ejerciendo prerrogativas del poder público estatal, no cabrá
hablar de «actos de la Organización», sino de actos del Estado.

6') Una organización internacional como las N.U. puede devenir responsable por los actos de administración
internacional de territorios (Nueva Guinea Occidental en 1962-1963) puestos por distintas circunstancias bajo su
directa gestión.

Otros supuestos: la eventual responsabilidad de una organización internacional por posibles infracciones de
reglas del trato diplomático a ella aplicables.

c) La aplicación de la responsabilidad internacional a los supuestos de nuevos entes diferentes de los


Estados.

Las entidades colectivas conocidas como territorios no autónomos gozan en virtud de la propia Carta de una
condición distinta y separada de la del territorio de los Estados que las administran, y en la medida en que se
reconoce la legitimidad de la lucha de los pueblos de esos territorios por su liberación y el carácter internacional
de la misma, cabe predicar de dichas colectividades un conjunto de derechos y deberes situados en el plano
internacional y, por tanto, una eventual responsabilidad en este plano por incumplimiento de tales deberes. En
concreto, y dado que ese tipo de lucha se canaliza a través de los llamados movimientos o frentes de liberación
nacional, es posible hablar de una responsabilidad internacional de éstos por posibles violaciones del Derecho
humanitario aplicable en los conflictos armados internacionales; e incluso, dentro de los estrictos límites de su
estatuto jurídico-internacional, es posible que tengan una serie de obligaciones internacionales distintas de las
propias del Derecho de la guerra (las derivadas en D.I. particular de su status de observador ante organizaciones y
conferencias internacionales, o las reglas del trato diplomático).

Al descartar que los hechos de movimientos insurreccionales (grupos insurgentes, beligerantes, frentes
revolucionarios, movimientos de liberación nacional, etc.) sean atribuibles al Estado en cuyo territorio operan o
están establecidos, la C.D.I. no dejó de reconocer la capacidad limitada de un ente de este tipo para cometer
hechos internacionalmente ilícitos propios y, en consecuencia, la posibilidad de «observar un comportamiento
que podría dar lugar a una responsabilidad internacional del propio movimiento insurreccional».

Cabría hablar, asimismo, de una responsabilidad -en cierto grado- de algunas personas jurídicas de fin
económico con estatuto internacional, como empresas multinacionales.

Cabría, en fin, predicar un cierto grado de responsabilidad internacional de algunos entes de estatuto
ambiguo, como la tan controvertida «Empresa» a cuyo cargo correrían, según la Convención de las N.U. sobre el
Derecho del Mar, parte de las actividades de explotación de los recursos de la Zona internacional de fondos
marinos.

227
Guiñazú, María Virginia

SEGUNDA PARTE

BOLILLA 10

1.- Tratados. Definición y nociones generales.

Los tratados son, en la actualidad, la fuente creadora de normas jurídicas internacionales más importante.
Las múltiples y variadas relaciones interestaduales han asumido formalmente, el carácter de acuerdos expresos
de voluntades. La progresiva intensificación de esos vínculos y el acrecentamiento del número de Estados han
llevado a la utilización más y más frecuente de la técnica convencional, a la par que el campo cubierto por la
regulación de los tratados se ha ampliado y diversificado.

En el siglo XIX se celebraron diversas convenciones multilaterales en el seno de congresos y conferencias


diplomáticas.

A fines de ese siglo, mediante tratados, se crean las primeras organizaciones internacionales, destinadas a
desenvolverse en un dominio exclusivamente técnico —la Unión Telegráfica Internacional, la Unión Postal
Universal, el Instituto Internacional de Pesas y Medidas, etc.— El proceso de normativización convencional se
diversifica y se prolonga en un movimiento institucional. A través de tratados se elaboran normas particulares o
normas abstractas que regulan conductas futuras de los Estados, cuyas voluntades convergen en tales
convenciones y se separan e individualizan una vez producidas las normas de las que son "parte". Pero también,
por vía convencional, se generan organizaciones permanentes en cuyo seno se manifiesta una voluntad distinta
a la de los Estados que la crearon, quienes a su condición inicial de "partes" del tratado constitutivo, unen la de
"miembros" de la institución constituida.

Este proceso de institucionalización por medio de convenciones multilaterales cobra auge en el siglo actual
con el establecimiento de organizaciones políticas con vocación universal: la Sociedad de las Naciones, creada
en el Tratado de Versalles de 1919 y la Organización de las Naciones Unidas estructurada en la Carta de San
Francisco en 1945. Ambas instituciones han servido a su vez de cuadro para el esfuerzo consciente de los
Estados tendiente a la codificación del derecho consuetudinario vigente y a su desarrollo progresivo. Uno de los
resultados de este proceso es la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados.

En su preámbulo, se afirma "la función fundamental de los tratados en la historia de las relaciones
internacionales”, y se reconoce "la importancia cada vez mayor de los tratados como fuente del derecho
internacional y como medio de desarrollar la cooperación pacífica entre las naciones, sean cuales fueren sus
regímenes constitucionales y sociales".

En un sistema jurídico como el D.I., carente de un órgano institucionalizado que centralice las funciones
legislativas, los tratados multilaterales posibilitan la creación de normas generales y abstractas destinadas a
regir la conducta de numerosos Estados, en ámbitos de importantes intereses. A través de ellos se verifica en
los resultados un proceso "quasi-legislativo" que estabiliza las relaciones internacionales y enriquece el D.I.

El pronunciado desarrollo de este tipo de acuerdos obedece a razones de orden práctico, derivadas de su
simplicidad y de la celeridad de su procedimiento formativo si se las compara con las normas de la costumbre,
pero también es consecuencia de la preferente aceptación de esta fuente por parte de los países nuevos. En la
elaboración de las normas convencionales asumen ellos un rol protagónico.

228
Guiñazú, María Virginia

1. Denominación

Pautas comunes en cuanto a la terminología que usan los Estados para referirse a los acuerdos entre sujetos
del D.I.: se denominan convenciones a los tratados codificadores adoptados con los auspicios de la ONU; carta o
pacto a los tratados constitutivos de organizaciones internacionales; acuerdos a los tratados que no se celebran
por escrito.

Cualquiera sea su denominación particular —convención, pacto, acuerdo, carta, convenio, declaración,
compromiso, protocolo, estatuto, notas reversales, acta, reglamento, etc.—, en todos los supuestos se define a
un mismo negocio jurídico generalmente identificado como "tratado internacional".

Definiciones doctrinales.

En sentido amplio, un tratado es el acuerdo de voluntades entre dos o más sujetos del derecho internacional
que tiende a crear, modificar o extinguir derechos de este ordenamiento. Esta definición comprende no sólo a
los acuerdos entre Estados, sino, también, a todo acuerdo entre uno o más Estados y uno o más organismos
internacionales; los acuerdos entre dos o más organismos internacionales entre sí; y los acuerdos entre dos o
más sujetos del derecho internacional celebrados en forma verbal. Los acuerdos entre un Estado y un individuo
o una corporación no son tratados, sino contratos internacionales regulados por un régimen jurídico especial
determinado por la voluntad de las partes contratantes, especificada en el acuerdo.

En sentido restringido y al solo efecto de la aplicación de la Convención de Viena de 1969 sobre el derecho
de los tratados, tratado es todo acuerdo entre Estados, celebrado por escrito y regido por el derecho
internacional.

La doctrina soviética entiende que los tratados son la fuente primaria o fuente fundamental del D.I. Sin
embargo, los tratados, como fuente creadora del derecho internacional, fundamentan su validez en una norma
consuetudinaria que establece que éstos son hechos para ser cumplidos. Esta norma es, a la vez, un principio
general de derecho interno de los Estados y un principio general del derecho internacional, lo que asume tal
categoría en razón de ser una abstracción de normas jurídicas vigentes de este ordenamiento. La máxima pacta
sunt servanda es una norma del ordenamiento jurídico internacional aceptada como tal por los Estados.

Clasificación. Formas.

i) En cuanto al número de sujetos parte en un tratado: Los tratados pueden clasificarse en bilaterales y
multilaterales. Los tratados bilaterales son acuerdos internacionales celebrados entre dos sujetos del derecho
internacional. Los tratados multilaterales son acuerdos internacionales celebrados entre varios sujetos del
derecho internacional. Los tratados multilaterales en cuya celebración participa un gran número o la
generalidad de los Estados de la comunidad internacional se conocen con el nombre de tratados colectivos;
reservándose la denominación de tratados regionales para aquéllos celebrados por un número limitado de
Estados con identidad de intereses sobre una región geográfica determinada.

ii) En cuanto a las posibilidades de acceder al tratado: según permitan o no la incorporación de Estados que
no han participado en la negociación, pueden ser clasificados doctrinariamente en tratados abiertos o cerrados.
Estos últimos, limitados en principio a los Estados negociadores, no contienen cláusulas que permitan la

229
Guiñazú, María Virginia

incorporación de terceros Estados. Ello no obsta a que los Estados parte —una vez entrado en vigor el tratado—
por un acuerdo específico, ofrezcan o negocien con terceros Estados su incorporación. Los tratados abiertos, en
cambio, posibilitan la adhesión de Estados que no han participado en las negociaciones, sin que para ello sea
necesario que medie una invitación expresa de los Estados parte.

En los tratados se suelen insertar cláusulas referidas a la posibilidad de adhesión. En algunos, tal facultad es
ilimitada, el tratado está abierto a todos los Estados indistintamente. En otros, las posibilidades de acceder se
hallan reservadas exclusivamente a ciertos Estados designados expresamente, o bien tal facultad es acordada
sólo a aquellos Estados que satisfagan criterios determinados previstos en el tratado.

iii) En cuanto a las formas de celebración del tratado: La doctrina distingue entre tratados propiamente
dichos o en buena y debida forma y acuerdos en forma simplificada. Los tratados en buena y debida forma son
aquellos concluidos a través de un proceso complejo de negociación, adopción del texto, firma y ratificación. Se
formulan y evidencian por medio de un instrumento único. Los acuerdos en forma simplificada —agreements,
notas reversales— son acuerdos internacionales, cuyo proceso de conclusión incluye solamente una etapa de
negociación y la firma, materializándose, comúnmente, en varios instrumentos separados.

Esta clasificación no produce efecto internacional, alguno ya que no hay distinción jerárquica entre ambas
categorías de tratados ni diferencia de contenido. Los acuerdos en forma simplificada son frecuentes en
dominios de carácter técnico o administrativo, por ejemplo, reglamentos aduaneros, aéreos o postales,
acuerdos militares, etc., pero pueden regular también cuestiones políticas de importancia.

Por lo demás, las distintas formas mediante las cuales los Estados se van a obligar por un tratado son
materia reservada a sus ordenamientos internos. Un mismo acuerdo internacional puede, así, ser para una de
las partes un tratado propiamente dicho y para la otra un acuerdo en forma simplificada.

iv) En cuanto al contenido u objeto del tratado: tratados de naturaleza normativa y tratados de naturaleza
contractual. Los tratados de naturaleza contractual o tratados-contrato tienen por objeto regular la realización
de un negocio jurídico concreto, estableciendo obligaciones específicas para los Estados parte. Los tratados de
naturaleza normativa o tratados-ley, establecen normas generales que reglamentan las conductas futuras de las
partes. El tratado-ley no se refiere a un caso particular o a un negocio jurídico preciso, sino que regula
abstractamente un número de casos o situaciones a priori indeterminadas.

Esta clasificación en cuanto al contenido u objeto de los tratados fue asimilada, por parte de la doctrina
moderna, a la clasificación de los tratados en multilaterales y bilaterales. Pero no todo tratado multilateral es
un tratado normativo, ni todo tratado bilateral es un tratado contrato.

Estas clasificaciones distan de agotar la enumeración de las clasificaciones posibles.

Esta fuente ha sido tradicionalmente materia regulada por normas consuetudinarias, las que han sido
descriptas por la doctrina y aplicadas por la jurisprudencia. Son normas de costumbre las que reglan las diversas
etapas que conducen a la celebración y conclusión de los tratados, el régimen de las reservas, la interpretación,
observancia y aplicación de las convenciones y las causales de su nulidad y terminación.

Estas normas consuetudinarias fueron codificadas por la Convención de Viena de 1969 sobre el derecho de
los tratados.

230
Guiñazú, María Virginia

La Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados. Caracterización general y análisis de sus
disposiciones.

b) El régimen de los tratados en la Convención de Viena de 1969 sobre el derecho de los tratados

Esta materia, tradicionalmente regida por el derecho consuetudinario, se encuentra codificada en la


Convención de Viena de 1969 sobre el derecho de los tratados. La Convención recoge normas consuetudinarias
y crea otras, totalmente novedosas, realizando una verdadera labor de desarrollo progresivo del derecho
internacional.

Ambito de validez de la Convención:

Es preciso determinar el ámbito de aplicación de las normas contenidas en la Convención para luego analizar
las disposiciones, de forma y de fondo, que ella contiene.

a) ámbito de validez personal

El art. 1° establece que será aplicable, exclusivamente, a los tratados que se celebren entre Estados.

A los efectos de la Convención, "Se entiende por 'tratado' un acuerdo internacional celebrado por escrito
entre Estados y regido por el derecho internacional, ya conste en un instrumento único o en dos o más
instrumentos conexos y cualquiera que sea su denominación particular".

El primero de los elementos que aporta esta definición es la necesidad de que el acuerdo se celebre por
escrito. Un acuerdo verbal, aun cuando las partes fuesen Estados, no estaría contemplado por la Convención.
En segundo lugar, es necesario que el acuerdo se celebre entre Estados. La expresión "regido por el derecho
internacional" debe interpretarse en el sentido de que el acuerdo está destinado a producir efectos jurídicos en
este ordenamiento. Es decir, el elemento que debe tenerse en cuenta es la intención de las partes, incorporada
en un instrumento internacional, de crear, modificar o extinguir derechos y obligaciones en dicho ámbito
jurídico. La posibilidad de que el tratado conste en uno o más instrumentos conexos permite incluir en el marco
de la Convención cierto tipo de obligaciones, formuladas en forma unilateral, vinculadas a un tratado
preexistente. Finalmente, la definición pone el énfasis en las características del instrumento internacional y en
la voluntad de las partes en él expresada para determinar la existencia de "un tratado", al que se le aplicarán las
normas contenidas en la Convención, con prescindencia de la denominación que se le asigne. En efecto, al decir
cualquiera sea su denominación particular se evidencia que, en la práctica de las relaciones internacionales, las
partes suelen utilizar diferentes términos para llamar a un "tratado", sin que la "denominación" del
instrumento influya en la determinación de su naturaleza jurídica.

La Convención no incluye una "clasificación" de los tratados. Con ello se tiende a demostrar el carácter
unitario del derecho de los tratados, ya que todo tratado —multilateral o bilateral, acuerdo en forma
simplificada o tratado formal, etc.— es un negocio jurídico que deriva su fuerza obligatoria inmediata, de un
preciso acuerdo de voluntades y mediata, de las normas de derecho internacional que dan tal carácter al
acuerdo de voluntades.

La técnica de la Convención es la formulación de la regla de manera amplia para que sea posible aplicarla a
todo tipo de acuerdo; incluyendo luego, de ser necesario, una segunda norma que contemple el caso de cierto

231
Guiñazú, María Virginia

tipo de tratados. La Convención se ocupa de todo acuerdo internacional que reúna las características
expresadas en el art. 2, 1.a), y también afirma el valor de otros negocios jurídicos internacionales no
comprendidos en su ámbito; como los acuerdos verbales o los acuerdos tácitos celebrados entre Estados.

El ámbito de validez personal de la Convención está limitado a los tratados celebrados por los Estados. Cabe
una aclaración: la aplicación de las reglas de la Convención se hará sin perjuicio de las normas pertinentes de la
organización internacional (art. 5). Es decir, se subordinan las normas de la Convención a las normas específicas
de la organización internacional; aplicando un principio general de derecho donde la norma especial deroga o
modifica la norma general.

b) ámbito de validez temporal;

La Convención (art. 4) se aplicará a los tratados que sean celebrados por Estados después de su entrada en
vigor con respecto a tales Estados, fijando el principio de la irretroactividad de la convención. Pero en el D.I.,
una misma norma puede ser norma convencional para ciertos Estados y consuetudinaria para otros; en la
medida en que la Convención recoge normas consuetudinarias, estas normas continuarán produciendo efectos
jurídicos para los Estados que no lleguen a ser parte en ella, porque la fuente de sus derechos y obligaciones no
se encontrará entonces en el tratado, sino en la costumbre.

A los acuerdos que no están regulados por la Convención, se les puede aplicar cualesquiera de las normas en
ella enunciadas, a las que estuvieran sometidos en virtud del derecho internacional independientemente de la
Convención. El art. 38 reconoce que una norma enunciada en un tratado puede llegar a ser obligatoria para
terceros Estados como norma consuetudinaria. Finalmente, una de las disposiciones referidas a la nulidad,
terminación y suspensión de la aplicación de los tratados (art. 43) dispone que en estos casos nada
menoscabará el deber de un Estado de cumplir toda obligación enunciada en el tratado que ha sido declarado
nulo, ha terminado o se encuentra suspendido, a la que esté sometido en virtud del D.I., independientemente
de ese tratado.

Es decir que si bien en principio la Convención, luego de su entrada en vigor, sólo regirá aquellos tratados
que celebren los Estados por escrito, ciertas disposiciones —las que están formuladas en normas
consuetudinarias preexistentes o las que hayan de formularse en normas consuetudinarias nacidas a partir de
ella— serán aplicables a todos los tratados con independencia de la vigencia de la Convención.

c) ámbito de validez territorial.

La Convención no contiene ninguna disposición referida al ámbito de validez territorial de sus normas, pero
el derecho internacional general sí. Un tratado en vigor será obligatorio para las partes sobre la totalidad de su
territorio. El territorio es un elemento del Estado que comprende no solamente el territorio en sentido
geofísico sino también todos aquellos espacios que estén sometidos a su jurisdicción.

2.- Celebración.

232
Guiñazú, María Virginia

Capacidad. Las disposiciones de la Convención. - Plenos Poderes. Definición de la Convención.

a) Etapas conducentes a la celebración del tratado

- Negociación: Concepto.

i) La negociación: Cuando un Estado desea relacionarse con otro mediante un tratado designa una o varias
personas para que lo representen con tal fin. A éstas les otorga los "plenos poderes", documento emanado de
la autoridad competente del Estado, para iniciar las conversaciones tendientes a fijar el acuerdo de voluntades.
La Convención acepta, en el art. 7, que en virtud de sus funciones representan al Estado, sin necesidad de
presentar plenos poderes, los jefes de Estado, jefes de gobierno y ministros de relaciones exteriores, pudiendo
también obligar al Estado. También se considera que los jefes de las misiones diplomáticas y los representantes
acreditados por los Estados ante una conferencia internacional o ante una organización internacional o uno de
sus órganos, en virtud de sus funciones, representan al Estado ante el Estado, la conferencia internacional,
organización internacional u órgano en el que están acreditados. En estos supuestos, sin embargo, estas
personas sólo pueden negociar y adoptar el texto del tratado sin necesidad de autorización especial, pero no
pueden ni autenticar el texto ni obligar al Estado acreditante. Los plenos poderes no requieren un acto bajo
forma sacramental, pueden constar en una carta o, aún, ser otorgados mediante un telegrama.

- Adopción del texto. Objeto de esta etapa.

ii) La adopción del texto: Tiene por fin dar por terminada la etapa de la negociación. Es el momento en que
los representantes de los Estados negociadores fijan los términos del acuerdo de voluntades redactando el
texto del tratado. Este se adopta cuando todos los negociadores expresan su consentimiento con la redacción
(art. 9, 1.). Sin embargo, cuando la negociación se ha llevado a cabo en el seno de una conferencia internacional
bastará que dos tercios de los Estados presentes y votantes manifiesten su conformidad con el texto para que
éste se considere adoptado. Esta norma (art. 9, 2.), tiene su origen en la práctica desarrollada en las
conferencias celebradas con los auspicios de la ONU, donde el Reglamento de la Conferencia establecía que el
tratado se adoptaría por votación, necesitándose un pronunciamiento afirmativo de los dos tercios de los
Estados presentes y votantes. Ahora bien, estas dos normas tienen una naturaleza residual: se aplicarán si los
Estados negociadores no llegan a un acuerdo especial para fijar otro mecanismo de adopción del texto con
relación a un tratado determinado.

- La autenticación del texto. Concepto. Modalidades aplicables.

iii) Autenticación del texto: Es el acto por el cual los negociadores establecen mediante su firma, su firma ad
referendum, o su rúbrica, que el texto que tienen a la vista es aquél que ellos han adoptado y hace plena fe.
También en este caso los negociadores pueden acordar otro mecanismo para la autenticación si lo consideran
más adecuado. Igualmente, si se trata de un convenio adoptado en el seno de una organización internacional,
deberán seguirse para su autenticación los ritos establecidos por ella. En la práctica de la ONU es dable
encontrar tratados que han sido autenticados mediante la incorporación a una Resolución de la Asamblea
General. Finalmente, en las conferencias internacionales, el texto del tratado se incorpora al Acta Final siendo
este instrumento firmado por representantes de los Estados negociadores en la conferencia. Esta firma es la
que autentica el texto y establece, por tal vía, la reciprocidad del consentimiento acordado en el texto del
tratado.

233
Guiñazú, María Virginia

- Formas de manifestarse el consentimiento. - La orientación de la Convención de Viena. Análisis de cada


una de las. Modalidades.

b) Formas de manifestar el consentimiento en obligarse por un tratado

Con la autenticación del texto, el acuerdo de voluntades de los negociadores queda definitivamente fijado,
pero es necesario para que el tratado entre en vigor que, además, los Estados manifiesten expresamente la
voluntad de obligarse por aquél. Los arts. 11 a 15 de la Convención de Viena enumeran, en forma enunciativa,
los diferentes mecanismos que, ton tal fin, pueden seguir los Estados. El artículo 11 da flexibilidad al sistema,
remitiéndose a la voluntad de los Estados negociadores.

i) La firma: tiene por objeto autenticar el texto; pero, además, los Estados negociadores pueden acordar
que baste para expresar el consentimiento en obligarse (art. 12). Puede tener lugar en el acto de la adopción
del texto o diferirse hasta una fecha determinada. La expresión del consentimiento mediante la firma es típica
de los llamados "acuerdos en forma simplificada". A diferencia de la ratificación, la confirmación de una firma
ad referendum no constituye la confirmación del tratado en sí, sino, simplemente, de la firma. En consecuencia,
la confirmación da al Estado la calidad de signatario a partir de la fecha de la firma.

ii) El canje de instrumentos que constituyen un tratado: El art. 13 de la Convención se refiere a los
acuerdos en forma simplificada; particularmente, a la práctica desarrollada entre los Estados de instrumentar
acuerdos por "notas reversales". Mediante éstas un Estado propone a otro un determinado tratado, el Estado
receptor contesta manifestando su consentimiento en una nota en la que se acusa recibo de la primera y en la
que, generalmente, se transcribe íntegramente el texto.

iii) La ratificación: Es el acto internacional mediante el cual el Estado manifiesta en forma definitiva su
voluntad de obligarse por el tratado. Lo hace en una declaración escrita denominada "instrumento de
ratificación". Se considera que la obligación jurídica nace a partir del momento en que los Estados negociadores
canjean estos instrumentos, dejando constancia de tal hecho en un acta, o a partir del momento del depósito
del instrumento ante la persona designada para tal función en el cuerpo del tratado. Desde que el Estado
negociador da su consentimiento y hasta el momento en que el tratado entra en vigor con relación a tal Estado,
este Estado se denominará Estado contratante.

El acto internacional de ratificación no debe confundirse con el acto interno de aprobación del tratado
que puede dar un órgano del Estado, competente para tal fin según el derecho interno, y que en algunos
ordenamientos es requisito previo al acto internacional.

Tradicionalmente, la ratificación era un acto formal destinado exclusivamente a que el soberano


confirmase los plenos poderes conferidos a su representante en las negociaciones. No se trataba de una
aprobación del tratado sino de confirmar que el plenipotenciario estaba realmente autorizado para negociar y
comprometer al Estado.

iv) La adhesión: Es la facultad que se ofrece a un tercer Estado, que no ha participado en la negociación,
de llegar a ser parte en el tratado. Es necesario el ofrecimiento en todos los tipos de tratados, sea cual fuere su
objeto. En el texto de los tratados se establece, usualmente, quiénes son los sujetos del derecho internacional
que pueden adherir. Se denomina tratado "abierto" al que contiene una cláusula de adhesión y tratado
"cerrado" al que no contiene tal cláusula. Basta que la invitación la formulen los Estados parte, aquéllos que
han manifestado su consentimiento en obligarse por el tratado.

234
Guiñazú, María Virginia

c) Determinación del momento en que nace el vínculo jurídico

Si el tratado dispone que el consentimiento se expresará mediante la firma, es en el momento de ésta


cuando los Estados se obligan. En los supuestos de tratados bilaterales que necesitan ratificación, la obligación
nace en el momento en que los Estados canjean los instrumentos internacionales de ratificación. Los Estados
proceden a labrar un acta en la que dejan constancia del canje; la fecha en que éste se realiza es la fecha en que
nace la obligación, salvo que el tratado mismo disponga otra cosa. En los supuestos de tratados multilaterales
es usual que los Estados negociadores, en el texto del tratado, designen una persona que se ocupará de la
guarda del texto original y recibirá los instrumentos de ratificación, aceptación, aprobación o adhesión. La fecha
del depósito del instrumento internacional ante tal persona es la que traduce el consentimiento en obligarse. El
art. 18 de la Convención es fuente de una obligación especial desde el mismo momento de la firma del tratado,
aun cuando fuese necesaria la ratificación posterior para que el Estado se obligue en los términos del tratado.
Esta obligación especial, que pesa sobre los Estados negociadores y que se extiende a los contratantes, es la de
no realizar actos que frustren el objeto y el fin del tratado. Esto indica que una vez que la Convención de Viena
entre en vigor, los Estados parte en ésta deberán ser sumamente cuidadosos de los actos que realicen una vez
que hayan celebrado un tratado, debiendo valorar todos los elementos y los objetivos de sus políticas internas
e internacionales con el objeto de no realizar actos contrarios al fin del tratado antes de manifestar
expresamente si van o no a obligarse por él. De otra manera verían comprometida su responsabilidad
internacional.

- Registro y publicación.

- Reservas. Definición. Aceptación de las reservas. Modalidades y Efectos. Relaciones entre el Estado
reservante, el Estado aceptante y el Estado objetante. Retiro de la reserva.

d) Reservas

Las reservas son las declaraciones unilaterales que hacen los Estados, en el momento de obligarse por el
tratado, con el objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones de éste en su
aplicación al reservante. Obedecen, generalmente, a la oposición que encuentran algunas cláusulas del tratado
en el órgano interno del Estado encargado de autorizar el consentimiento. La Convención, en el art. 19,
consagra, como principio general, que los Estados pueden formular reservas a los tratados, salvo que éstas
estén expresamente prohibidas en el texto o que sean incompatibles con el objeto y el fin perseguidos.

Este principio no hace muchos años que es aceptado en la práctica de las relaciones internacionales. En la
época de la Sociedad de las Naciones se consideraba que era necesario preservar el tratado en su integridad. De
este modo, para que un Estado reservante pudiese ser considerado parte en el tratado era necesario que todos
los Estados parte aceptasen la reserva. Era el principio de la unanimidad de la aceptación.

Al adoptarse la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, el Secretario General de la
ONU recibió ciertas ratificaciones con reservas. Esto planteaba el problema de saber si las reservas que no
habían sido aceptadas podían ser válidas y, en consecuencia, computar las ratificaciones así formuladas para
determinar la entrada en vigor del tratado, que necesitaba un número mínimo de ratificaciones para poder
entrar en vigor. El Secretario General hace saber la cuestión a la Asamblea General, que pide una opinión
consultiva a la C.I.J. Esta, destacando que su respuesta tiene en miras solamente la convención en cuestión,

235
Guiñazú, María Virginia

que, por su naturaleza, es deseable que participe el mayor número posible de Estados, expresa que ningún
Estado puede ser obligado sin su consentimiento, por lo que la reserva que se formula será válida,
exclusivamente, para aquéllos que la acepten. La Corte llega a la conclusión de que la reserva debe ser
compatible con el objeto y el fin de la convención.

El art. 19 establece, como norma subsidiaria para el caso de silencio del tratado, la posibilidad de efectuar
reservas siempre que no sean contrarias a su objeto y a su fin. Se considerará que la reserva ha sido aceptada
tácitamente si no se ha formulado ninguna objeción dentro de los doce meses siguientes a la fecha en que se
haya recibido la notificación de la reserva. El Estado reservante será considerado como parte en el tratado
cuando al menos uno de los Estados contratantes acepte la reserva expresa o tácitamente [art. 20, 4.a) y c)]. La
reserva produce los efectos jurídicos deseados sólo entre el Estado reservante y aquéllos que la acepten: con
relación a éstos, de una declaración unilateral pasa a ser un verdadero acuerdo de voluntades.

Si uno de los Estados interesados considera que la reserva no es válida puede objetarla; esto no impedirá la
entrada en vigor del tratado entre el Estado reservante y el Estado objetante, entendiéndose que las
disposiciones a que se refiere la reserva no se aplicarán entre los dos Estados en la medida que ella determina
[arts. 20, 4 y 21, 3.]. Para que el tratado no entre en vigor entre ambos es necesario que el Estado que formula
la objeción se oponga inequívocamente a tal hecho.

La Convención no prevé un mecanismo para la solución de la controversia que se plantea entre el Estado
reservante y aquéllos que objetan la validez de la reserva o la objetan y se oponen a la entrada en vigor del
tratado, por lo que los Estados, en tal supuesto, quedan sujetos, solamente, a la norma de derecho
internacional general que los obliga a solucionar pacíficamente sus controversias por la vía que consideren más
adecuada. Una reserva y una objeción a una reserva pueden retirarse en cualquier momento, salvo que el
tratado disponga otra cosa (art. 22). La reserva y todos los demás instrumentos referidos a ella —aceptación
expresa u objeción— deben formularse por escrito y comunicarse a los Estados contratantes y a todos aquéllos
que pudiesen llegar a ser parte en el tratado (art. 23, 1.). Cuando un Estado contratante o parte en un tratado
ha ejectuado una reserva, los Estados que con posterioridad manifiesten su consentimiento en obligarse por el
tratado deben, en ese momento, formular las objeciones que pudiesen tener con relación a la reserva y, en su
caso, oponerse inequívocamente a la entrada en vigor del tratado entre ellos y el reservante (art. 20, 5. in fine).

- Entrada en vigor y aplicación provisoria.

El art. 24 de la Convención establece que un tratado entrará en vigor cuando todos los Estados negociadores
hayan expresado el consentimiento en obligarse por el mismo, a menos que el propio tratado disponga otra
cosa. Sin embargo hay ciertas disposiciones del tratado —las disposiciones finales— referidas a la autenticación
del texto, la forma de manifestar el consentimiento en obligarse por el tratado, las modalidades o la fecha de
entrada en vigor, las reservas, las funciones del depositario, etc., que por su naturaleza y el objeto que
persiguen, son aplicables desde la adopción del texto (art. 24, 4.). Los Estados dan su consentimiento para que
estas disposiciones entren en vigor en el momento mismo en que adoptan el texto del tratado.

La entrada en vigor de un tratado no implica, necesariamente, su aplicación. Las dos situaciones pueden
coincidir o no en el tiempo. Así, los tratados concluidos para el caso de conflictos armados, sólo se aplican
cuando ellos se producen. También puede ocurrir que un tratado prevea su aplicación provisoria, antes de su
entrada en vigor.

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Guiñazú, María Virginia

3.- Observancia de los Tratados.

- Análisis del principio "pacta sunt servanda". El derecho interno y la observancia de los tratados. -
Aplicación de los tratados.

Observancia y aplicación de los tratados

Una vez que el tratado ha quedado concluido y entra en vigor, es fuente de derechos y obligaciones para los
Estados parte. La fuerza obligatoria inmediata reside en la voluntad de obligarse por el tratado, pero el
fundamento de validez mediato se encuentra en una norma consuetudinaria comúnmente enunciada como
pacta sunt servanda. El art. 26 de la Convención la consagra disponiendo que todo tratado en vigor obliga a las
partes de buena fe. El elemento de la fides era considerado ya en el derecho romano como fuente del carácter
obligatorio de las convenciones internacionales. En el art. 2, 2. de la Carta de la ONU se dispone que los
Miembros de la Organización deben cumplir de buena fe las obligaciones que han asumido en virtud de la
Carta. El principio de la Declaración de Principios de derecho internacional referentes a las relaciones de
amistad y a la b entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas extendería esta
obligación a todos los Estados. El recoge una norma consuetudinaria del derecho de los tratados.

Se presume que los Estados actúan de buena fe, salvo prueba en contrario. No nos encontramos frente a un
principio de moral o a una regla de comportamiento, sino frente a una verdadera obligación jurídica en la que la
buena fe forma parte de la norma pacta sunt servanda. Esta se refiere a los tratados en vigor, a aquéllos por los
que los Estados se han obligado. Como corolario de esta norma el art. 27 consagra la primacía del derecho
internacional sobre el derecho interno: un Estado parte "no podrá invocar las disposiciones de su derecho
interno como justificación del incumplimiento de un tratado".

El tratado en vigor obliga, en principio, para lo futuro; sus disposiciones no pueden ser aplicables a actos,
hechos o situaciones anteriores a la fecha de su entrada en vigor. El principio de la autonomía de la voluntad
autoriza, sin embargo, a que las partes puedan establecer en el tratado, o por otro medio, la retroactividad de
la norma.

El tratado en vigor obliga al Estado por la totalidad de su territorio (art. 29).

La observancia de los tratados impuesta por la norma pacta sunt servanda plantea el problema de un
eventual conflicto o incompatibilidad entre tratados sucesivos concernientes a la misma materia. El sistema
incorporado a la Convención en el art. 30 parte de la prioridad en la aplicación del tratado posterior, siempre y
cuando esté en vigor, entre quienes son partes en el segundo tratado. El art. 59 de la Convención establece lo
relativo a la terminación de un tratado o suspensión de su aplicación como consecuencia de la celebración de
un tratado posterior.

- Interpretación de los tratados. Análisis de la regla general. Los elementos no auténticos. Tratados en dos
o más idiomas.

a) Interpretación de los tratados

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Guiñazú, María Virginia

La doctrina propone tres métodos distintos para determinar el sentido o el alcance de las disposiciones de
un tratado: a) el método textual, según el cual el texto escrito de un tratado es suficiente como elemento de
interpretación; b) el método subjetivo, según el cual lo importante en la labor interpretativa es descubrir la
voluntad real de las partes y, c) el método funcional o teleológico, según el cual el tratado debe interpretarse
en función del objeto y del fin buscado con su conclusión.

Cada uno de estos métodos preconizó procedimientos distintos como los más adecuados para realizar la
labor interpretativa. Así, en el método textual, el empleo de procedimientos lingüísticos, lógicos, exegéticos o
analógicos, serían los más convenientes para desentrañar el sentido del tratado. El método subjetivo se apoya
en los procedimientos históricos, poniendo de relieve el valor de los trabajos preparatorios en los que las partes
habrían dejado las huellas de la real motivación que los llevó a plasmar el acuerdo de voluntades. El método
funcional, de reciente desarrollo y en el que se basan los órganos de las organizaciones internacionales cuando
interpretan el tratado constitutivo o tratado marco, se apoyará en la búsqueda del objeto y del fin del tratado
tal como lo concibieron las partes en el momento de concluirlo y lo expresaron en su texto y como se perfiló en
la práctica ulterior de la organización.

En los hechos, todo proceso interpretativo se fundamenta en los tres métodos y utiliza todos los
procedimientos preconizados por ellos para determinar el sentido de las disposiciones del tratado. La C.D.I.,
partiendo del método textual, proyectó las normas sobre interpretación contenidas en los arts. 31, 32 y 33 de la
Convención. El art. 31 está dedicado a los elementos auténticos, aquéllos originados en la actividad de las
partes. El art. 32 se refiere a los elementos no auténticos, a los que se puede recurrir en el caso en que la
aplicación de la regla general deje ambiguo u oscuro el sentido de los términos del tratado o conduzca a un
resultado absurdo o irrazonable. El intérprete podrá también apoyarse en los elementos no auténticos, tales
como los trabajos preparatorios, con el fin de confirmar el resultado interpretativo al que ya había llegado
mediante la aplicación de la norma del art. 31.

El art. 33 se ocupa del problema de los tratados que, como la misma Convención de Viena sobre el Derecho
de los Tratados, se autentican en dos o más idiomas. En este supuesto, como norma residual ante el silencio del
tratado, la Convención establece que todos los textos harán igualmente fe. Sin embargo, la comparación de los
textos auténticos puede revelar una diferencia de sentido, caso en el cual será necesario acudir a las
disposiciones de los arts. 31 y 32 para dar una interpretación que los concilie. Si la aplicación de tales normas no
fuese suficiente para lograr el fin querido, en última instancia el art. 33 hace una remisión al objeto y al fin del
tratado al momento de la celebración del acuerdo.

La regla general del art. 31, al establecer que un tratado deberá interpretarse de buena fe conforme al
sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del tratado y teniendo en cuenta su objeto y fin, recoge
los tres métodos interpretativos. El "sentido corriente" de los términos del tratado marca, como punto de
partida de la labor interpretativa, el texto (método textual). La necesidad de tener en cuenta el "objeto y el fin"
indica que el examen de este debe hacerse a la luz del espíritu del tratado (método funcional). Finalmente, la
posibilidad de investigar la intención de las partes si consta que ellas entendieron dar un "sentido especial" a un
término del tratado (método subjetivo), por oposición al "sentido corriente" del que habla el art. 31, 1., tiende a
aclarar en este caso la carga de la prueba. La buena fe rige todo el proceso interpretativo y obliga tanto las
partes y al intérprete.

El art. 31, 2. se refiere a los elementos emanados de la actividad de las partes, contemporáneos a la
celebración del tratado. El tratado, además del preámbulo —donde se enuncia el objeto y el fin perseguidos—
comprenderá los anexos, los acuerdos referidos al tratado que hayan sido concertados por todas las partes en

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Guiñazú, María Virginia

razón de una negociación de tipo global, y todo otro instrumento formulado por una o más partes con motivo
de la celebración del tratado y aceptado por las demás como instrumento referente al tratado; como los
instrumentos de ratificación y aquéllos que contienen reservas.

El art. 31, 3. contempla los supuestos de elementos también emanados de la actividad de las partes pero
posteriores a su celebración, como acuerdos ulteriores referidos a la interpretación o aplicación del tratado, o
prácticas por las que conste el acuerdo de las partes acerca de la interpretación. El término acuerdo indica que
la concertación de voluntades no debe, necesariamente, instrumentarse en un "tratado" tal como lo define el
art. 2, 1.a) de la Convención, sino que puede evidenciarse también en un acuerdo verbal o tácito. El art. 31, 3.c)
plantea el problema de determinar cuáles son las normas de D.I. aplicables a las relaciones entre las partes: si
aquéllas que se encontraban en vigor al momento de la celebración o conclusión del tratado, o las que se
encuentran en vigor al momento de la interpretación.

- Los tratados y los terceros Estados.

El art. 2, 1.h) define al tercer Estado como el Estado que no es parte en el tratado. Podría ocurrir que se trate
de un Estado negociador, de un Estado que tiene el derecho de llegar a ser parte en el tratado o de un Estado
que nada tenga que ver con éste. El principio de la autonomía de la voluntad en materia convencional tiene
como consecuencia que los sujetos del ordenamiento que no han dado su consentimiento para la conclusión
del tratado no se encuentran vinculados por él. El tratado sólo crea obligaciones y derechos para las partes. El
art. 34 consagra el principio general pacta tertiis nec nocent nec prosunt (los pactos no obligan ni benefician a
terceros).

i) Tratados en que se prevén obligaciones para terceros Estados: El art. 35 de la Convención requiere la
existencia de dos elementos para que se pueda considerar que un tratado da origen a una obligación para un
tercer Estado. En primer lugar, la intención de las partes de que una disposición del tratado cree tal obligación;
en segundo lugar, que medie una aceptación expresa formulada por escrito, que emane del tercer Estado. El
consentimiento requiere una forma sacramental. Debe darse en forma expresa y por escrito.

ii) Tratados en que se prevén derechos para terceros Estados: El caso del art. 36, es el de un tratado que
origina un derecho para un tercer Estado y no un simple beneficio. Para que el derecho nazca es necesario que
existan: a) intención de las partes de conferir el derecho al tercer Estado, a un grupo de Estados o a todos los
Estados; y b) que medie consentimiento del tercer Estado. En este caso también la fuente del derecho está, no
en el tratado mismo, sino en el acuerdo colateral que se perfecciona entre las partes en el tratado y el tercer
Estado al dar éste su consentimiento. Pero el asentimiento no necesita expresarse en una forma sacramental;
puede presumirse mientras no haya indicación en contrario.

üi) Los tratados y el derecho consuetudinario: nada impide en este ordenamiento que una misma
formulación se imponga en tanto que derecho convencional a los Estados parte en una determinada
Convención y en tanto que derecho consuetudinario a los demás miembros de la comunidad internacional. Este
fenómeno puede producirse en razón de que una convención codificadora recoja una norma de derecho
consuetudinario, o en virtud de que una disposición de una convención de tal naturaleza sea el antecedente de
una norma consuetudinaria posterior por el hecho de su aceptación, con conciencia de obligatoriedad, por
aquéllos que no son parte en el tratado. Este supuesto está previsto en el art. 38.

239
Guiñazú, María Virginia

iv) Los tratados que crean "situaciones objetivas": a) los tratados que fijan un régimen jurídico a aplicar a un
espacio determinado, y b) los tratados que crean un nuevo sujeto de derecho internacional.

Los tratados que fijan un régimen jurídico a aplicar a un espacio determinado —neutralización,
desmilitarización, internacionalización— deben analizarse tomando en cuenta si aquéllos que son parte tenían
antes de la conclusión jurisdicción sobre ese espacio. En tal supuesto, nada les impediría llegar a un acuerdo
sobre el régimen a aplicar, oponible al resto de la comunidad internacional en la medida en que el Estado tiene
la competencia de dictar el ordenamiento jurídico válido para todos los espacios que se encuentran bajo su
jurisdicción. Si no la tenían, la obligación por parte de la comunidad internacional sólo podría originarse en una
norma consuetudinaria posterior, de la que el tratado fuese el antecedente (art. 38).

En el caso de los tratados que crean un nuevo sujeto de derecho internacional, si los Estados que
concluyeron el tratado constitutivo de la organización internacional representaban la mayoría de la comunidad
internacional y si tenían la intención de crear un ente dotado de derechos y obligaciones en virtud del
ordenamiento jurídico internacional con el fin primero de preservar la paz en el mundo —es decir, de
propender al desarrollo y perfeccionamiento de la comunidad internacional—, este sujeto tendrá una
personalidad jurídica objetiva. Si el ente creado goza de derechos y obligaciones en el orden jurídico
internacional, será un sujeto de este derecho, independientemente del reconocimiento efectivo que de él
hagan los demás sujetos de la comunidad internacional.

- Enmienda y modificación de los tratados. Análisis de las diferencias planteadas entre ambos conceptos.

c) Enmienda y modificación de los tratados

El principio de la autonomía de la voluntad en materia convencional indica que un tratado podrá ser
enmendado sólo por acuerdo entre las partes.

El término enmienda se utiliza para designar la hecha a un tratado, que tiene por objeto modificar ciertas
disposiciones de éste, o revisarlo en su conjunto, con relación a todas las partes intervinientes. Como
comúnmente se trata de un nuevo tratado, se han de aplicar las disposiciones sobre la celebración y la entrada
en vigor. Sin embargo, nada impediría que la enmienda se consagrase en un acuerdo tácito o emergiese de la
práctica ulterior de todas las partes.

Todos los contratantes tienen derecho a participar en las negociaciones tendientes a la enmienda del
tratado, y tendrán derecho a llegar a ser parte en el tratado en su forma enmendada. Esta última facultad le
asiste, también, a todo Estado que tenga derecho a ser parte en el tratado original, sea en razón de haber
intervenido en su negociación, sea en razón de haber sido invitado a adherir a aquél. El tratado en su forma
enmendada regirá entre todos aquéllos que han manifestado su consentimiento en obligarse por la enmienda;
el tratado en su forma original regirá entre aquéllos que han manifestado su consentimiento de obligarse por la
enmienda y regirá, también, entre todos aquéllos que no han manifestado su consentimiento en obligarse por
la enmienda.

El término modificación, en el art. 41, se refiere al acuerdo concluido entre dos o más partes en un tratado
multilateral que tiene por objeto modificar el tratado únicamente en sus relaciones mutuas. Existe una
diferencia esencial entre los "acuerdos de enmienda", concebidos para enmendar un tratado entre todas las
partes (aun cuando la enmienda no entre luego en vigor entre todas ellas) y los acuerdos concebidos ab initio
para modificar la aplicación del tratado en las relaciones entre ciertas partes, exclusivamente. En este último

240
Guiñazú, María Virginia

caso se trata de los llamados acuerdos inter se. El problema que éstos pueden presentar es que con ellos se
contraríe en alguna medida el objeto y el fin del tratado. En este caso, su conclusión y su aplicación haría
incurrir a los Estados parte en el acuerdo inter se en responsabilidad internacional frente a los demás Estados
parte en el tratado original. De ahí que el art. 41 se ocupe de establecer las condiciones en que válidamente
ciertos Estados parte en un tratado multilateral podrán concluir un acuerdo que tenga por objeto modificar el
tratado en sus relaciones mutuas. Para ello será necesario que la posibilidad de la modificación esté prevista en
el tratado; en su defecto, la modificación no debe afectar al disfrute de los derechos que corresponden a las
demás partes en virtud del tratado ni al cumplimiento de sus obligaciones y, además, no ha de referirse a
ninguna disposición esencial para el cumplimiento del objeto y del fin del tratado en su conjunto. También es
necesario que aquellos Estados que quieran concluir un acuerdo inter se notifiquen su intención a las partes en
el tratado y luego lo hagan con relación a la modificación del tratado que hayan estipulado en el acuerdo que
concluyan.

- Nulidad, terminación y suspensión de los tratados. Régimen general.

La Parte V de la Convención se ocupa de las causales de invalidez, terminación —por voluntad de las partes o
en virtud del derecho internacional— y suspensión en la aplicación de los tratados. Prevé, también, un
procedimiento de solución de las controversias que se pudiesen plantear con motivo de la interpretación o
aplicación de estas disposiciones y los efectos jurídicos de la nulidad, terminación o suspensión de la aplicación
de un tratado.

a) Disposiciones generales

Los arts. 42, 43, 44 y 45 enuncian una serie de principios generales aplicables a todos los casos de nulidad,
terminación o suspensión de los tratados. Una vez que la Convención entre en vigor, los Estados que se hayan
obligado por ella sólo podrán terminar o suspender los tratados celebrados con posterioridad, en virtud de las
disposiciones del mismo tratado o de la Convención. Asimismo, la validez del tratado o del consentimiento
dado por el Estado en obligarse por éste podrá impugnarse, exclusivamente, por las causales previstas (art. 42).
Este régimen contribuye a la certeza y a la estabilidad de las relaciones internacionales ya que afirma la
presunción de validez de los compromisos que los Estados han asumido. Precisa el contenido en el sentido de
que aquél que alega la existencia de una causal de nulidad, terminación o suspensión de la aplicación de un
tratado deberá acreditarla.

El art. 43 retoma el principio sentado en el art. 38 sobre normas que llegan a ser obligatorias para terceros
Estados en virtud del derecho consuetudinario. De esta manera, si un tratado es declarado nulo, termina o se
suspende en su aplicación, en nada alterará para los Estados que habían sido parte el deber de cumplir todas
las obligaciones que hubiese enunciado el tratado, a las que también estuviesen sometidos en virtud del
derecho internacional, independientemente del tratado.

El principio de la integridad del tratado aparece reafirmado en el art. 44, concordando con la disposición del
art. 17 según la cual un Estado sólo puede expresar su consentimiento en obligarse respecto de alguna o
algunas de las cláusulas del tratado —y no de éste en su integridad— si el tratado mismo así lo permite o si las
demás partes contratantes lo consienten. El art. 44 autoriza, a título de excepción, a ejercer el derecho de
denuncia o retiro sólo con relación a ciertas disposiciones del tratado cuando éste lo permite o las partes, de
común acuerdo, lo convienen. En los casos de terminación o nulidad de los tratados, cuando la causa invocada
se refiere a determinadas cláusulas del tratado, podrá alegarse la nulidad o terminación de dichas cláusulas y

241
Guiñazú, María Virginia

no de la totalidad del tratado si: a) éstas son separables del resto en lo que respecta a su aplicación; b) no han
sido la base esencial del consentimiento en obligarse prestado por la otra o las otras partes, y c) la continuación
del cumplimiento del resto del tratado no es injusta.

Finalmente, el art. 45 establece la pérdida del derecho a alegar una causa para anular un tratado, darlo por
terminado, retirarse de él o suspender su aplicación, si el Estado, después de haber tenido conocimiento de los
hechos en que podía fundarla ha convenido expresamente que el tratado es válido, permanece en vigor o
continúa en aplicación, según sea el caso; o si con su conducta ha dado lugar a considerar que ha dado su
aquiescencia a la validez del tratado o a su continuación en vigor o en aplicación, según el caso. Esta norma
receptaría el principio del estoppel, aceptado por la jurisprudencia internacional como una excepción de fondo
válida para rechazar reclamaciones formuladas por un Estado que con su conducta anterior había dado lugar a
que la otra parte en la controversia hubiese presumido su consentimiento con determinados hechos o
situaciones.

El principio del estoppel requiere la conjunción de dos elementos: por una parte, una conducta o una actitud
de un Estado que incite a la otra parte a adoptar cierta posición o, al menos, a hacerse una determinada
representación de la situación; y, por la otra, la existencia de un perjuicio para la parte que ha confiado en el
otro Estado. Esta norma es aplicación de la buena fe que debe regir las relaciones internacionales (art. 26).

- Nulidad de los tratados. Causales establecidas en la Convención de Viena

Puede considerarse que un tratado ha sido válidamente concluido si el consentimiento ha sido expresado
por quien tiene capacidad para hacerlo y se ha otorgado en forma consciente y libre. El objeto del tratado debe
ser lícito, no contrario a una norma imperativa de D.I. general. Si alguno de estos requisitos no se cumple, la
consecuencia será la anulabilidad o la nulidad del tratado, o del consentimiento dado por el Estado en obligarse
por aquél. En el primero de estos supuestos, el Estado que considera haber otorgado inválidamente su
consentimiento podría, con su conducta ulterior, dar la aquiescencia a la validez del acto. De esta manera el
tratado seguiría en vigor y produciría todos los efectos jurídicos que con él se pensaban alcanzar. En el segundo
de los casos, a fin de preservar el orden público internacional, la nulidad se produciría automáticamente y el
tratado no sería susceptible de confirmación posterior por la voluntad de las partes.

La Convención enumera, en los arts. 46 a 53, las causales de nulidad de los tratados.

i) Capacidad: La capacidad en esta materia no se refiere ya a la de las partes, sino a la de los representantes
del Estado. El art. 46, 1. dispone que un Estado no podrá alegar como causal de nulidad que su consentimiento
ha sido manifestado en violación de una disposición de su derecho interno, a menos que: a) esa violación sea
manifiesta (el art. 46, 2. establece que la violación es manifiesta si resulta objetivamente evidente para
cualquier Estado que proceda conforme a la práctica usual y de buena fe); b) se refiera a una disposición
concerniente a la competencia para celebrar tratados, y c) afecte a una norma de importancia fundamental.

El art. 47, concordante con el principio según el cual una parte no puede invocar las disposiciones de su
derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado y del criterio de objetividad sentado en el
art. 46, establece que la inobservancia por parte del representante de un Estado de las restricciones específicas
aportadas a sus plenos poderes para obligar al Estado no podrá alegarse por dicho Estado como vicio de su
consentimiento, a menos que las restricciones hayan sido notificadas a los demás Estados negociadores, con
anterioridad a la manifestación de ese consentimiento. El caso podría plantearse en el supuesto en que un

242
Guiñazú, María Virginia

representante autorizado sólo a firmar un tratado bajo reserva de ratificación no lo hiciese así y el tratado
estableciese su obligatoriedad a partir de la firma. En tal situación el Estado sólo podría alegar la inobservancia
de la restricción como vicio de su consentimiento si, previo a la firma, la había notificado a los demás estados
negociadores.

ii) Consentimiento: La Convención recoge la doctrina de los vicios del consentimiento.

Así, un Estado sólo podrá alegar un error en un tratado como vicio de su consentimiento si: a) éste se refiere
a un hecho o a una situación; b) su existencia se diera por supuesta por el Estado en el momento de la
celebración del tratado, y c) fuese una base esencial de su consentimiento en obligarse por el tratado (art. 48,
l.). Es decir, el error debe reunir como condición ser de hecho y no de derecho, ser esencial y, finalmente,
excusable. Esto último en razón de que el art. 48, 2. recoge un principio general de derecho según el cual nadie
puede alegar su propia torpeza: si el Estado contribuyó con su conducta al error o si las circunstancias fueron
tales que hubiera quedado advertido de la posibilidad de error, no podrá alegarlo como vicio de su
consentimiento. El vicio existirá si la manifestación exterior de voluntad no corresponde a la voluntad real del
Estado.

Pero el Estado puede haber incurrido en error no ya por una confusión que le sea exclusivamente imputable,
sino por haber sido inducido a ella por la conducta fraudulenta de otro Estado negociador. En este caso quedará
configurado el dolo y el Estado perjudicado podrá alegarlo como vicio de su consentimiento (art. 49). El dolo no
sólo vicia el consentimiento sino que destruye la base de la confianza mutua entre las partes. Para que quede
tipificado es necesario que medie un elemento psicológico —la intención del negociador de engañar— y un
elemento material —las maniobras que constituyen la conducta fraudulenta—. Si estas conductas emanan de
un tercer Estado y no de un negociador, el dolo no quedará configurado. El dolo debe ser esencial y excusable.

Uno de los medios posibles de obtener el consentimiento por maniobras dolosas sería la corrupción del
representante de un Estado. El art. 50 dispone que un Estado podrá alegar como vicio de su consentimiento la
corrupción de su representante si ésta ha sido efectuada directa o indirectamente por otro Estado negociador.

En estos supuestos la nulidad es relativa, no acarrean la nulidad automática del tratado.

Las disposiciones de los arts. 51 y 52 se vinculan con la necesidad de que el consentimiento se exprese en
forma no sólo consciente sino, también, libre. La violencia ejercida tanto sobre el representante del Estado
como sobre el Estado mismo origina la nulidad absoluta del tratado, el que carecerá de todo efecto jurídico. La
segunda de estas normas, referida a la coacción sobre el Estado por la amenaza o el uso de la fuerza es de
desarrollo progresivo, puesto que en el D.I. clásico no se admitía esta causal de nulidad. La disposición del art.
52 se vincula con el principio consagrado en la Carta de la ONU, según el que: "Los Miembros de la
Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza
contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma
incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas". Este principio es una regla de derecho internacional
general de aplicación universal. Cuando la fuerza es empleada a título de sanción en el marco de la ONU, el
tratado que se impone a un Estado agresor no es nulo. La "fuerza" que menciona el art. 52 hace referencia a la
"fuerza armada", pero también a la fuerza "económica" y la "política" (amenaza o uso de la presión, en todas
sus formas, ya sea militar, política o económica, por un Estado, con el fin de coaccionar a otro Estado para que
realice un acto relativo a la celebración de un tratado en violación de los principios de la igualdad soberana de
los Estados y de la libertad del consentimiento).

243
Guiñazú, María Virginia

El art. 51 recoge un principio que había sido aceptado en el derecho internacional clásico. Se trata de la
coacción ejercida en forma personal, sobre el representante del Estado, mediante actos o amenazas diversas
contra él, a fin de obtener la manifestación del consentimiento en obligarse por el tratado.

iii) Objeto lícito: El derecho internacional clásico dejaba en total libertad a las partes para determinar el
objeto del acuerdo de voluntades. La Convención le pone un límite, estableciendo el art. 53 la nulidad absoluta
de todo tratado que, en el momento de su celebración, esté en oposición con una norma imperativa de
derecho internacional general. La norma imperativa es una norma aceptada y reconocida por la comunidad
internacional de Estados en su conjunto como norma que no admite acuerdo en contrario y que sólo puede ser
modificada por una norma que tenga el mismo carácter. La primera característica de la regla imperativa es la
necesidad de que la comunidad internacional no sólo la "acepte" como ocurre con la costumbre, sino que,
además, la "reconozca", tal como hacen los Estados al concluir un acuerdo internacional. En segundo lugar, la
norma imperativa no podrá ser derogada por la voluntad de la comunidad internacional de Estados en su
conjunto, sino "modificada" mediante otra norma que tenga idéntica naturaleza. La referencia al concepto de
"comunidad internacional" nos indica que estamos en presencia de una regía necesaria para la mínima
convivencia pacífica de sus miembros y que recoge valores o principios inexcusables que configuran un
verdadero orden público internacional.

- Terminación de un tratado. Irretroactividad.

c) Terminación de los tratados

El hecho de que un tratado termine, o que una de las partes en el tratado no se encuentre ya obligada por
él, significa que éste ha dejado de estar en vigor, o que ha dejado de estar en vigor para dicha parte. La regla
del art. 26 sólo cubre a los tratados en vigor, que deben ser respetados por las partes y nadie puede pretender
su modificación o su terminación si no es por alguna de las causas previstas en la Convención (art. 42). El art.
70, 1.b), consagra la irretroactividad de la terminación del tratado. Este deja de producir efectos jurídicos a
partir del momento en que se le pone fin, pero tal hecho no afectará a ningún derecho, obligación o situación
jurídica de las partes creada por la ejecución del tratado antes de su terminación. Un Estado, para liberarse de
las obligaciones contenidas en un tratado, puede alegar una causa de nulidad o de terminación. Por ello la
Convención se ocupa de ambas en la parte V con un régimen jurídico parcialmente común. Sin embargo, ambas
instituciones tienen una naturaleza jurídica diferente y producen efectos jurídicos distintos.

Los tratados pueden terminar en virtud de la voluntad de las partes o en razón de la aplicación de ciertas
normas del derecho internacional general.

i) Terminación del tratado por voluntad de las partes: Un tratado terminará en la fecha o en el momento en
que sus propias disposiciones lo establecen [art. 54, a)]. Así, por ejemplo, si el tratado se ha concluido por un
plazo de diez años, a la expiración de éste, el tratado se extinguirá. Puede también expresarse en su texto una
condición resolutoria por la que en el momento en que se produzca el tratado terminará.

Distinto es cuando una de las partes declara que el tratado deja de estar en vigor para ella. Un Estado no
puede unilateralmente ponerle fin. Sólo podrá ejercerse el derecho de denuncia o retiro si el tratado mismo lo
prevé; si la parte que intenta ejercerlo puede acreditar que consta de algún modo que fue la intención de las
partes admitir tal posibilidad; o, si de la naturaleza del tratado puede inferirse el derecho de denuncia o retiro.

244
Guiñazú, María Virginia

Un tratado puede terminar, también, si todas las partes, luego de consultar a los demás Estados
contratantes, dan su consentimiento para que ello ocurra [art. 54, b)]. Las partes pueden, al efecto, concluir
todo tipo de acuerdo. Corresponde a los Estados interesados decidir la forma en que pondrán fin al tratado. Si
de la práctica ulterior a la conclusión del tratado emerge que las partes han tenido la intención de ponerle fin se
podrá entender, válidamente, que éste ha terminado por desuetudo.

Un tratado puede terminar porque todas las partes en él celebran ulteriormente un tratado sobre la misma
materia siempre que se desprenda del tratado posterior, o conste que tal ha sido la intención de las partes; o
las disposiciones del tratado posterior sean hasta tal punto incompatibles con las del tratado anterior que los
dos no puedan aplicarse simultáneamente (art. 59). Ei principio "la ley posterior deroga la ley anterior" indica la
primacía del segundo tratado sobre el primero.

El art. 55 establece que en el caso de un tratado multilateral en que el número de partes llegue a ser inferior
al necesario para su entrada en vigor, éste no terminará por ese solo hecho, salvo que el tratado disponga otra
cosa.

De acuerdo a los arts. 57 y 59, las normas sobre terminación de los tratados por voluntad de las partes son
aplicables, mutatis mutandi ("de manera análoga, haciendo los cambios necesarios"), a los casos de suspensión
de la aplicación por voluntad de las partes, porque la consecuencia inmediata de la suspensión es la de impedir
que el tratado produzca efectos jurídicos, limitada, en este supuesto, a un tiempo determinado. La norma del
art. 58 autoriza a que dos o más partes en un tratado multilateral puedan celebrar un acuerdo ínter se con el
objeto de suspender la aplicación de disposiciones del tratado temporalmente y sólo en sus relaciones mutuas
si la posibilidad de tal suspensión está prevista en el tratado o, en caso de silencio del tratado, si con el acuerdo
posterior no se afecta el disfrute de los derechos que a las demás partes corresponden en virtud del tratado ni
al cumplimiento de sus obligaciones y la suspensión no es incompatible con el objeto y el fin del primer tratado.

ii) Terminación del tratado en razón de la aplicación de ciertas normas del derecho internacional general: Los
tratados pueden terminar, también, no ya por voluntad de las partes sino en virtud de ciertas disposiciones del
derecho internacional general, codificadas por la Convención.

Así, el art. 60, 1. autoriza a una de las partes en un tratado bilateral, ante una violación grave del tratado
cometida por la otra, a alegarla como causal de terminación o de suspensión de su aplicación total o
parcialmente. Corresponde a la parte perjudicada elegir entre solicitar la ejecución del tratado o invocar la
violación como causa de extinción. Esta norma se funda en el principio del equilibrio de las prestaciones
contenidas en un tratado. El derecho de invocar la violación como motivo de terminación existe sin perjuicio del
derecho que podría tener la parte perjudicada de presentar una reclamación para obtener reparación sobre la
base de la responsabilidad internacional de la otra parte (art. 73).

En el caso de una violación grave de un tratado multilateral, establece el art. 60, 2. que las demás partes, por
acuerdo unánime, podrán tanto suspender su aplicación como darlo por terminado, sea en las relaciones entre
ellas y el Estado autor de la violación o entre todas las partes. La parte que haya resultado especialmente
perjudicada por la violación podrá alegarla como causa para suspender la aplicación del tratado total o
parcialmente en las relaciones entre ella y el Estado autor de la violación. Este supuesto es idéntico al
contemplado en el art. 60, 1. aplicable a los tratados bilaterales.

Finalmente, cualquier otra parte podrá alegar la violación como causa para suspender la aplicación del
tratado total o parcialmente con respecto a sí misma si el tratado es de tal índole que una violación grave de
sus disposiciones por una parte modifica radicalmente la situación de cada parte con respecto a la ejecución

245
Guiñazú, María Virginia

ulterior de sus obligaciones en virtud del tratado. El inc. 3 define los hechos que constituirán violación grave de
un tratado (un rechazo del tratado no admitido por la Convención de Viena o la violación de una disposición
esencial para la realización del objeto o del fin del tratado). La violación debe referirse a una disposición
esencial, lo que no implica, necesariamente, que se trate de una cláusula fundamental, entendiendo por tal sólo
aquéllas que conciernen directamente a los fines últimos del tratado.

Ciertas categorías de tratados no deben terminar por el hecho de su violación. Se trata de aquéllos que
tienen por objeto la protección de los heridos, de los enfermos y de los prisioneros en caso de lucha armada y,
en general, todas las convenciones relativas a la protección de la persona humana.

El art. 61 autoriza a una parte a alegar la imposibilidad de cumplir un tratado como causa para darlo por
terminado o retirarse de él si esa imposibilidad resulta de la desaparición o destrucción definitivas de un objeto
indispensable para el cumplimiento del tratado. Si la imposibilidad es temporal, podrá alegarse únicamente
como causa para suspender la aplicación del tratado. Se contempla entonces el caso de fuerza mayor aun
cuando ésta sea una causa eximente de responsabilidad por la inejecución de una obligación (art. 73).

El art. 62 es el de la llamada cláusula rebus sic stantibus (“mientras continúen así las cosas”). El fundamento
de la disposición es el de permitir la terminación del tratado unilateralmente sólo en ciertos supuestos
excepcionales por razones de equidad y de justicia compatibilizando, mediante una norma objetiva, el interés
de las partes con la regla pacta sunt servanda. Es así que sólo es posible alegar como causa para dar por
terminado un tratado un cambio fundamental en las circunstancias ocurrido con respecto a las existentes en el
momento de la celebración si: a) la existencia de esas circunstancias constituyen una base esencial del
consentimiento de las partes en obligarse por el tratado, y b) si ese cambio tiene por efecto modificar
radicalmente el alcance de las obligaciones que todavía deban cumplirse en virtud del tratado.

El art. 62, 2.b), recoge un principio general de derecho al establecer que si el cambio fundamental de las
circunstancias resulta de una violación al tratado o a una obligación del derecho internacional general, la parte
que cometió tal violación no podrá alegarlo como causal para dar por terminado el tratado.

Nunca podrá invocarse un cambio fundamental en las circunstancias como causal para dar por terminado un
tratado o retirarse de él si se trata de un tratado que establece una frontera (art. 62, 2.a).

Finalmente, un tratado terminará y será nulo si luego de su conclusión surge una nueva norma imperativa de
derecho internacional general a la que éste se oponga (art. 64). En este supuesto, el objeto del tratado se
convertirá en un ilícito internacional en razón de ser contrario al orden público internacional. Esta disposición
es concordante con la contenida en el art. 53 sobre la nulidad absoluta de todo tratado que al momento de su
celebración esté en oposición con una norma de jus cogens.

b) Procedimiento de solución de las controversias que puedan surgir con motivo de la aplicación o
interpretación de las disposiciones de la Convención relativas a la nulidad, terminación, retiro o suspensión de la
aplicación de un tratado

En la Conferencia de Viena, algunos Estados sostenían la necesidad de un mecanismo obligatorio de solución


de controversias, de tipo jurisdiccional, aplicable a toda la Convención. Otros consideraban que éste sólo sería
adecuado en los supuestos de invocación del jus cogens, en tanto que para las demás disposiciones de la Parte
V sólo correspondería una referencia a los medios de solución pacífica de las controversias indicados en el art.
33 de la Carta de la ONU y, en caso de fracaso, la remisión a una jurisdicción arbitral, salvo que por acuerdo de

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Guiñazú, María Virginia

las partes en la controversia se otorgase jurisdicción a la C.I.J. Un tercer grupo proponía un nuevo artículo en el
que se estableciese un mecanismo de conciliación obligatoria bajo la égida de la ONU.

Se logró un acuerdo. El punto de partida fue la propuesta de los "diez países". En ella se sugería que en los
casos de una controversia relativa a problemas de jus cogens cada parte "puede, por demanda, someterla a la
decisión de la C.I.J. a menos que las partes de común acuerdo decidan someter el diferendo al arbitraje". Se
estableció el sistema de solución de controversias contenido en los arts. 65 a 68 y el Anexo de la Convención.

Según este mecanismo, cuando una parte, basándose en las disposiciones de la convención alegue su
consentimiento en obligarse por un tratado o una causa para impugnar la validez de un tratado, darlo por
terminado, retirarse de él o suspender su aplicación, deberá notificar por escrito a las demás partes su
pretensión, indicando la medida que se proponga adoptar con respecto al tratado y las razones en que ésta se
funde. El instrumento de notificación deberá ser firmado por quien tenga la capacidad para representar al
Estado a tal fin. Si transcurrido un plazo prudencial, que en ningún supuesto deberá ser inferior a tres meses
contados desde la recepción de la notificación, ninguna parte ha formulado objeciones (no se plantea una
controversia), la parte que haya hecho la notificación podrá adoptar la medida que haya propuesto. Si, por el
contrario, una parte formula una objeción, las partes deberán buscar una solución por los medios indicados en
el art. 33 de la Carta de la ONU contando para ello con un plazo de doce meses a partir de la fecha en que se
formula la objeción. Transcurrido este término, si la controversia sigue pendiente y se trata de un problema
relativo a la aplicación o a la interpretación de los arts. 53 o 64 de la Convención, cualquiera de las partes en la
controversia, sin necesidad del consentimiento previo de la otra, puede llevar el caso ante la C.I.J., a menos que
de común acuerdo decidan someterlo al arbitraje. Si se trata de la interpretación o de la aplicación de cualquier
otro de los artículos de la Parte V, transcurrido el plazo de doce meses, cualquiera de las partes en la
controversia puede presentar una solicitud al Secretario General de la ONU para que éste la someta a una
comisión de conciliación. El Estado o Estados que constituyan una de las partes en la controversia nombrarán un
amigable componedor de la nacionalidad de ese Estado o de uno de esos Estados y uno que no tenga la
nacionalidad de ellos. Estos cuatro elegirán un quinto que será el presidente de la comisión. La designación de
este último debe recaer en una persona cuyo nombre esté en una lista que establecerá el Secretario General
integrada por juristas nombrados por los Estados miembros de la ONU o parte en la Convención. Cada Estado
podrá designar hasta dos amigables componedores para formar la lista. Si las designaciones para integrar la
comisión no se efectúan en los plazos que se prevén en el Anexo de la Convención, el Secretario General podrá
hacer los nombramientos. Una vez en funciones, la comisión fijará las normas en virtud de las cuales se va a
desarrollar el procedimiento ante ella. Luego de oír a las partes presentará un informe que se depositará en
poder del Secretario General y se transmitirá a las partes en la controversia. Este no las obligará ni tendrá otro
carácter que de enunciado de recomendaciones presentadas a las partes para su consideración a fin de facilitar
una solución amistosa.

El sistema de la Convención tiene carácter supletorio, es decir, sólo se aplicará si las partes en la
controversia no han establecido entre ellas ningún otro mecanismo de solución. Es, evidentemente, fruto del
compromiso logrado en Viena entre las distintas posiciones sostenidas por los Estados y quizá la práctica
posterior a la entrada en vigor de la Convención lo revele insuficiente para proteger la estabilidad de los
tratados.

247
Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 11:

1.- Medios de Resolución Pacífica de las Controversias Internacionales.

Conceptos generales.

En las relaciones entre Estados y, eventualmente, entre las de otros sujetos internacionales, se pueden
presentar situaciones de crisis que enturbian las relaciones pacíficas. Se crean tensiones cuya prolongación
puede poner en «peligro el mantenimiento de la paz», segun la Carta de las N.U., o simplemente crean en las
relaciones entre los Estados una perturbación mayor o menor.

Las causas que están en el origen de las crisis internacionales, como ocurre en el interior de los Estados,
pueden estar influidas por diversos factores de índole económico, social, político, territorial, etc.

En las crisis internacionales, que se crean por las acciones u omisiones de los propios sujetos del
Ordenamiento internacional, cabe distinguir tres momentos principales: a) un momento inicial, conocido por
situación, en el que la crisis no se ha producido aún pero está en estado potencial o incluso latente»; b) el
conflicto, que supone «una discrepancia entre sujetos de D.I. que ha inducido o puede inducir a uno de ellos a
actuar contra otro»; y c) la controversia o diferencia, en el que «una de las dos partes hace valer frente a la otra
pretensiones opuestas, o cuando una de dichas partes pretende de la otra una pretensión a la que esta última
no se somete».

Situación, conflicto y diferencia pueden ser los tres momentos de una crisis internacional; pero no se dan
siempre de forma necesaria, ya que los mecanismos del arreglo pacífico pueden funcionar en cualquiera de los
tres momentos para prever que la situación continúe, evitando el nacimiento del conflicto o su prolongación.

Las disposiciones de la Carta de la ONU y de la Carta de la OEA.

Medios diplomáticos.

Son aquellos en que intervienen los órganos normales de las relaciones internacionales, como los agentes
diplomáticos, ministros de Asuntos Exteriores, etc. Dentro de éstos cabe señalar las negociaciones diplomáticas,
los buenos oficios y la mediación. También se incluyen las comisiones de investigación y de conciliación. La
característica principal de estos medios no es la de resolver directamente la diferencia, sino que «su función es
facilitar la solución por medio del acuerdo entre los Estados interesados». Los medios diplomáticos preparan el
camino del entendimiento entre los Estados que se articula generalmente en un acuerdo.

Los medios diplomáticos fueron los primeramente utilizados en el tiempo, especialmente las negociaciones
diplomáticas directas, y siguen utilizándose.

Negociación directa.

Es el medio más antiguo y más utilizado para el arreglo de diferencias. Consiste en el entendimiento directo
de las partes en una diferencia, para llegar a un acuerdo entre las mismas.

248
Guiñazú, María Virginia

Es el método diplomático por excelencia, que se realiza a través de los servicios diplomáticos normales o
bien en el seno de una Conferencia Internacional convocada o utilizada para este fin.

Es el medio más importante de arreglo cuantitativamente hablando, a través de él se han solucionado la


mayoría de las diferencias entre Estados y, por otro lado, es el que reúne las características de inmediatividad -
las conversaciones son directas entre las partes-; rapidez -no necesita de formalidades especiales- y puede ser
realizado con mayor discreción e incluso secreto, concediendo un amplio margen de maniobra a los Estados
parte, tan solo limitado por la obligación de negociar de buena fe.

Las negociaciones diplomáticas directas se llevan a cabo por los métodos normales de la diplomacia:
conversaciones directas, intercambio de notas diplomáticas, de propuestas, etc., y finalizan mediante
declaraciones comunes o generalmente por acuerdos entre las partes.

Buenos Oficios. Mediación.

Característica de estas dos instituciones jurídicas es la intervención en el arreglo de la diferencia de un tercer


sujeto internacional (Estado u Organización internacional) o un grupo de ellos -mediación colectiva-. La función
del tercero varía según la institución de que se trate. En los buenos oficios, el tercero se limita a ser un simple
intermediario sin formular ninguna solución. Se trata de la acción amistosa del tercer Estado u Organización
Internacional, para poner de acuerdo a las partes en desacuerdo mediante una intervención discreta.

En la mediación, por el contrario de los buenos oficios, el mediador interviene no sólo intentando poner de
acuerdo a las partes, sino también proponiéndoles una solución; en este caso las partes no tienen la obligación
de aceptarla, pero el ofrecimiento no puede ser considerado como un acto inamistoso; es decir, no se trata de
una injerencia en los asuntos de las partes.

Ambos institutos tienen exclusivamente el carácter de consejo y nunca fuerza obligatoria.

Tanto los casos de buenos oficios como los de mediación no son muy frecuentes. La mediación puede surgir
de la iniciativa de una tercera parte que propone interponerse y cuya oferta es aceptada por las partes en la
controversia, o bien puede ser convenida directamente por las propias partes.

Investigación Internacional.

La propuesta de creación de las Comisiones de investigación fue una iniciativa rusa en el seno de la
Conferencia de La Haya de 1899.

La misión de las Comisiones de investigación es la de establecer la materialidad de los hechos ocurridos,


origen de la desavenencia (= falta de acuerdo, entendimiento o conformidad entre las personas o las cosas). El
Convenio de La Haya señala como misión de las Comisiones la de «facilitar la solución de estos litigios,
esclareciendo por medio de un examen imparcial y concienzudo las cuestiones de hecho». En cuanto a su
funcionamiento: a) la investigación tendrá carácter contradictorio; b) la Comisión tiene la facultad de
trasladarse momentáneamente a los sitios donde juzgue útil acudir como medio de información; c) la Comisión
tiene derecho a solicitar de cualquiera de las partes las explicaciones o informes que considere convenientes; d)
las partes se comprometen a procurar a la Comisión todos los medios y las facilidades necesarias para el
conocimiento completo y la apreciación exacta de los hechos; e) las deliberaciones serán secretas; el informe

249
Guiñazú, María Virginia

de la Comisión será firmado por todos sus miembros y leído en sesión pública, en presencia de los consejeros y
agentes de las partes; y g) el «Informe» limitado a la comprobación de los hechos «no tiene ningún carácter de
sentencia arbitral».

La creación de las Comisiones de Investigación tiene carácter voluntario.

Las Comisiones de Investigación fueron utilizadas por la Soledad de Naciones y más recientemente por la
ONU, con mayor o menor fortuna. Un ámbito donde estas Comisiones conocen un uso relativamente frecuente
es el de la protección de los derechos humanos a través del establecimiento de comisiones, grupos o comités
de expertos independientes que se desplazan a los países cuestionados para establecer una evaluación de la
situación de aquellos derechos en los mismos. Tal posibilidad se dio en la comisión de investigación sobre la
utilización de armas químicas en la guerra Irán-Irak en 1987, o sobre los crímenes contra la humanidad
cometidos en la ex Yugoslavia en 1992 y en Ruanda en 1994.

Conciliación Internacional.

Puede definirse «como la intervención en el arreglo de una diferencia internacional, de un Órgano sin
autoridad política propia que, gozando de la confianza de las partes en litigio, está encargado de examinar
todos los aspectos del litigio y de proponer una solución que no es obligatoria para las partes».

Su interés radica en que permite tener en cuenta consideraciones tanto jurídicas como económicas, políticas
y sociales y conduce a una solución orientada hacia el futuro que no busca declarar un vencedor sino más bien
lograr un acercamiento entre las partes.

La conciliación es el medio más moderno de arreglo dentro de los diplomáticos. El impulso de la creación de
Comisiones de Conciliación de carácter permanente fue debido a la S.D.N., quien recomendó a los Estados
crearlas en los tratados bilaterales y multilaterales de arreglo de diferencias y utilizarlas antes de llevar un litigio
al Consejo de la Sociedad de Naciones. La Conciliación internacional está reglamentada en numerosos tratados
bilaterales y multilaterales con carácter preferente en muchos de los Convenios de codificación de Derecho
internacional elaborados en los últimos treinta años, como los tres Convenio de Viena (1969, 1975 y 1978), el
Convenio de 1982 sobre Derecho del mar, etc.

Las misiones de las Comisiones de Conciliación son triples: a) determinación de los puntos de hecho; b)
fijación de los puntos de derecho, y c) informe de la Comisión con una propuesta de solución de la diferencia.
Se diferencian claramente de las Comisiones de investigación, pues estas últimas no formulan propuestas de
arreglo y se limitan a la fijación de los hechos.

En el Acta general para el arreglo pacífico de las diferencias internacionales adoptada por la Asamblea
General de la Sociedad de Naciones y revisada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1949, cabe
resaltar: a) que pueden ser sometidas al procedimiento de Conciliación las diferencias de cualquier naturaleza;
b) que las Comisiones tendrán carácter permanente o bien especial cuando se constituyen por las partes en
litigio para la solución de éste; c) las Comisiones permanentes se constituirán en el plazo de seis meses a
petición de una de las Partes; d) estarán compuestas de cinco miembros nombrados por un plazo de tres años y
reelegibles; e) las Comisiones actúan mediante demanda; f) se reunirán en la sede de las Naciones Unidas o en
un lugar designado por el Presidente; g) los trabajos no serán públicos, salvo decisión de la Comisión con
asentimiento de las Partes; h) el procedimiento será contradictorio; i) la misión de la Comisión es dilucidar las
cuestiones en litigio, recoger a este fin todas las informaciones útiles por medio de investigaciones u otro

250
Guiñazú, María Virginia

procedimiento y esforzarse en conciliar a las Partes; y j) los trabajos de la Comisión finalizarán mediante un acta
en la que se hace constar si las Partes han llegado o no a un acuerdo y las condiciones del mismo si lo hubiere.
Dicha acta se comunicará a las Partes, que podrán decidir sobre su publicación.

La conciliación es un procedimiento que se sigue aplicando, aunque atraviesa un cierto declive en el ámbito
de las Organizaciones internacionales en las que la mediación se adapta mejor a sus características orgánicas y
funcionales.

2.- El Arbitraje.

Nociones generales.

Una controversia surgida entre sujetos internacionales puede ser sometida por éstos a un tercero
independiente para que adopte, después de un procedimiento contradictorio, una decisión fundada en derecho
obligatoria para las partes por la que se ponga fin a la misma. Estos son los medios jurídicos de solución pacífica
de diferencias, que son dos: el arbitraje internacional y el arreglo judicial.

El arbitraje se trata de una institución jurídica internacional de gran tradición histórica, que, a pesar de haber
perdido la importancia numérica que tuvo en otros tiempos, está conociendo una revitalización, encontrando
en el ámbito de las soluciones de controversias fronterizas un campo especialmente apropiado para su
desarrollo.

Concepto y caracteres

Es un medio de solución de las diferencias entre sujetos internacionales en el que interviene un tercero
independiente (órgano unipersonal o colegiado) al que las partes de mutuo acuerdo han investido de la
facultad de adoptar, después de un procedimiento contradictorio, una decisión basada en derecho y
jurídicamente obligatoria para las mismas.

El arbitraje “tiene por objeto arreglar los litigios entre los Estados mediante jueces elegidos por ellos y sobre
la base del respeto al Derecho. El compromiso de arbitraje implica la obligación de someterse de buena fe a la
sentencia arbitral.»

Rasgos principales:

1. La sumisión de una controversia al arbitraje depende de la voluntad de las partes. De ahí la importancia
que tiene el consentimiento de los Estados.

2. A través del arbitraje se trata de buscar una solución a la diferencia basada en el derecho internacional.

3. Los jueces son elegidos por las partes en litigio, lo que supone que no estén predeterminados como
sucede en el arreglo judicial y que sean verdaderos jueces, lo que distingue al arbitraje de otros medios de
arreglo diplomático de diferencias.

251
Guiñazú, María Virginia

4. Su esencia es la de arreglar definitivamente la diferencia, lo que se consigue a través de la sentencia,


obligatoria para las partes. El carácter obligatorio permite distinguir el arbitraje de otros medios de solución en
los que también participa un órgano independiente.

El arbitraje internacional no está limitado sólo a los Estados, también las Organizaciones internacionales
gozan de capacidad en este sentido.

Clasificación: a) arbitraje ocasional e institucional; b) arbitraje limitado e ilimitado; c) cláusula


compromisoria.

a) Ocasional e institucional: es ocasional cuando determinada la divergencia, es sometida por las partes al
arbitraje celebrando un acuerdo especial, y es institucional cuando dos o más Estados se obligan a dar solución
por medio del arbitraje a las divergencias que se produzcan a futuro y no logren resolver por vía diplomática;

b) Limitado e ilimitado: es limitado cuando se excluyen ciertas divergencias y es ilimitado si no se formula


ninguna exclusión;

c) Cláusula compromisoria: los tratados donde se pacta arbitraje institucional se llaman Tratados Generales
de Arbitraje, que pueden ser acordados por una cláusula compromisoria, una estipulación contenida en un
tratado que no es específicamente de arbitraje. Esa estipulación es una cláusula compromisoria especial cuando
dispone que toda divergencia ulterior, respecto a la aplicación o interpretación de ese tratado, será dirimida
por el procedimiento arbitral, y general, cuando la obligación de acudir al arbitraje no tiene en mira
específicamente al tratado en que ella figura inserta, sino que abarca de modo genérico las cuestiones que
surjan en lo futuro. Esta se estipula antes de que surja la controversia, a diferencia del Compromiso arbitral,
acuerdo posterior a la disputa por el que se decide someterla a arbitraje.

Evolución histórica.

Si bien los antecedentes históricos se remontan a la antigua Grecia, con un amplio desarrollo en la Edad
Media, con árbitros como el Papa o el emperador, desde el punto de vista internacional no debemos hablar de
arbitraje hasta que se dan las condiciones para el nacimiento del D.I. moderno.

El desarrollo del arbitraje en el sentido en que lo entendemos hoy se inicia con el Tratado de amistad,
comercio y navegación entre Gran Bretaña y Estados Unidos en 1794, conocido como Tratado Jay, por el que se
trata de solucionar los conflictos derivados de la independencia americana. Este Tratado dio lugar a una serie
de arbitrajes.

Un momento esencial en la historia del arbitraje es el Asunto de Alabama, entre Estados Unidos y Gran
Bretaña, relacionado con los deberes de neutralidad de este último país durante la guerra de Secesión
americana, y cuya sentencia se pronuncia en 1872. Para juzgarlo se constituyó un órgano colegiado compuesto
por cinco miembros de los cuales dos tenían la nacionalidad de cada una de las partes y los tres restantes
poseían otras nacionalidades. Este arbitraje tuvo gran importancia por la índole de los países en litigio.

252
Guiñazú, María Virginia

La Primera Conferencia de Paz de La Haya aprobó en 1899 una Convención sobre el arreglo pacífico de
Controversias, en la que se dedicaba todo el Título IV al arbitraje, que trataba de la Justicia arbitral, el Tribunal
Permanente de Arbitraje y el Procedimiento arbitral.

La creación de las grandes Organizaciones internacionales y del actual Tribunal Internacional de Justicia no
ha supuesto la desaparición del arbitraje. Tanto el Pacto de la Sociedad de Naciones como la Carta de NU hacen
referencia expresa o tácitamente al arbitraje como medio de arreglo de diferencias.

Si bien la historia del arbitraje muestra un paulatino descenso en su utilización, esta tendencia parece
haberse atenuado en los últimos tiempos. Ejemplo de ello es el importante lugar que se le ha reservado entre
los medios de solución de diferencias, en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de
1982, o en los Convenios de 1969 y 1986 sobre el Derecho de los tratados. Y, por otro lado, la reciente
proliferación de sentencias arbitrales en relación a la delimitación de fronteras.

La competencia del Tribunal Arbitral. Las cuestiones reservadas. Las partes. El tribunal. El compromiso
arbitral.

EL ÓRGANO ARBITRAL

La designación de los árbitros es uno de los derechos de las Partes en el Arbitraje, salvo que hayan
convenido otra cosa. A veces, en el acuerdo de compromiso de arbitraje se especifica que los miembros del
Tribunal deben ser obligatoriamente nacionales de terceros Estados. Lo normal es que cada Parte nombre uno
o dos árbitros, según que el tribunal se componga de tres o cinco miembros, y que el Presidente se designe por
un tercer Estado.

El órgano arbitral es por regla general un órgano ad hoc y temporal, creado para resolver un litigio
determinado y llamado a desaparecer una vez dictada la sentencia. No obstante, en la historia del arbitraje
internacional encontramos un ejemplo de un Tribunal de carácter permanente.

a) Órganos arbitrales temporales

Dentro de los órganos arbitrales temporales, se pueden distinguir tres tipos:

1.° El formado por un árbitro único, normalmente un Jefe de Estado. El órgano así formado, que tuvo gran
importancia en el nacimiento del arbitraje y conoció una amplia utilización en el siglo XIX y comienzos del XX
(por ejemplo, el arbitraje del Zar Alejandro III entre Francia y Holanda respecto de las fronteras entre las dos
Guayanas; o el arbitraje del Rey de Italia entre Francia y México en el asunto de la Isla Clipperton) es hoy difícil
de encontrar. No obstante, no ha desaparecido.

2.° Otro tipo son las Comisiones mixtas, constituido por Comisarios designados por las Partes entre sus
nacionales, soliendo contar con la presencia de un superárbitro llamado a intervenir tan sólo en caso de
desacuerdo de los miembros designados por las partes.

3.° Un último tipo, hoy el más frecuente, es el Tribunal Arbitral formado generalmente por tres Miembros,
uno designado por cada parte y el tercero de común acuerdo entre ellos y buscado entre nacionales de terceros
países.

253
Guiñazú, María Virginia

Cuando el órgano arbitral está formado por un colegio de árbitros uno de ellos asume las funciones del
Presidente, a quien le corresponde dirigir los debates y velar por el respeto del procedimiento. El tribunal se
verá asistido por un órgano administrativo. El tribunal suele establecer su sede en un país tercero a la
controversia frecuentemente Ginebra y La Haya, y más recientemente Nueva York. Por lo que se refiere a los
gastos de funcionamiento, cada parte soportará lo que le corresponda a su delegación y los gastos comunes
serán divididos en partes iguales entre las partes.

b) El Tribunal Permanente de Arbitraje

Tiene su origen en la Conferencia de Paz de La Haya de 1899 y su reglamentación fue mantenida y


reestructurada en 1907. Su nombre es equívoco, pues no se trata de un verdadero Tribunal sino de una lista de
árbitros y la característica de permanencia que lleva en su nombre no quiere decir que tenga un
funcionamiento continuo sino que la secretaría de su sede en el Palacio de La Paz de La Haya funciona
permanentemente. No debe confundirse este Tribunal con el antiguo Tribunal Permanente de Justicia
Internacional.

El Tribunal Permanente de Arbitraje tiene las siguientes características:

1. Tiene como objetivo el facilitar el recurso inmediato al arbitraje; es decir, hace más fáciles los trámites
para llegar a constituir el órgano arbitral.

2. Su sede está en La Haya y allí radica la Oficina internacional, que sirve de Secretaría, cuidándose de
transmitir todas las comunicaciones referentes a sus reuniones, custodiar los archivos y gestionar los asuntos
administrativos.

3. La lista de árbitros, que tienen el título de “Miembros del Tribunal”, se forma de la siguiente manera:
«Cada una de las potencias signatarias nombrará cuatro personas, como máximo, de reconocida competencia
en cuestiones de Derecho Internacional, que gocen de la más alta consideración moral y se hallen dispuestas a
aceptar las funciones de árbitro». Estas personas son nombradas por seis años y sus poderes son renovables.
De esa lista general deben elegirse los árbitros para constituir el Tribunal arbitral.

4. Para la constitución del tribunal cada parte nombrará a dos árbitros, uno solo de los cuales podrá ser
nacional suyo. Estos cuatro eligen de común acuerdo un superárbitro. En caso de desacuerdo, esta última
designación se confía a una tercera potencia, y si tampoco se llega a un acuerdo, se designarán dos Estados
para que realicen este cometido. Si, finalmente, no se pusieran de acuerdo, designarán cada una de ellas dos
candidatos que serán sorteados, nombrándose superárbitro a aquel que hubiera designado la suerte.

El Tribunal Permanente de Arbitraje adoptó en 2001 un Reglamento Facultativo para el Arbitraje de las
controversias relativas a los recursos naturales y/o al medio ambiente.

El procedimiento arbitral. Normas aplicables. La equidad. El desarrollo del juicio.

El procedimiento se contiene en el compromiso arbitral. El Convenio de La Haya de 1907 recoge reglas:


designados los árbitros y la sede, se constituye el órgano arbitral que opera con arreglo a lo siguiente: a) las
Partes designan a sus agentes, consejeros y abogados; b) se distinguen dos fases: la escrita -Memoria,
Contramemoria, Réplica, Dúplica y las piezas o documentos invocados en la causa- y la oral, consistente en los
debates ante el órgano arbitral en los que los agentes, abogados o consejeros de las partes exponen las razones

254
Guiñazú, María Virginia

alegadas; e) las partes tienen derecho a promover excepciones o incidentes procesales; d) los miembros del
órgano arbitral pueden dirigir preguntas a los agentes o consejeros y pedirles esclarecimiento de los puntos
dudosos; e) una vez presentadas las aclaraciones y pruebas escritas y orales, e Presidente declara concluidos los
debates; j) las deliberaciones del órgano arbitral serán a puerta cerrada y permanecerán secretas; las decisiones
se toman por mayoría; k) la sentencia será motivada, leída en sesión pública y decidirá la cuestión
definitivamente y sin apelaciones; h) la interpretación y ejecución de la sentencia será sometida al juicio del
órgano arbitral que la ha dictado; i) la sentencia solo es obligatoria para las partes en litigio.

El fallo. Recursos. Efectos del fallo.

La sentencia se redacta por escrito y contiene generalmente una exposición de motivos de hecho y Jurídicos
y una parte dispositiva o fallo propiamente dicho. La misma se firma por todos los árbitros o bien por el
Presidente y el que ejerza las funciones de secretario. El árbitro o los árbitros que disientan de la motivación o
del fallo pueden adjuntar generalmente su voto particular.

El valor jurídico de la sentencia es obligatorio para las partes. Ello se desprende del compromiso en el que
tácita o expresamente se comprometen a observarla. La misma es válida sin necesidad de aceptación o
ratificación por las partes; y produce entre estas el efecto de cosa juzgada. La sentencia firme obliga a los
Estados partes a ejecutarla de buena fe adoptando los medios necesarios para asegurar sus efectos.

La práctica internacional ofrece como excepcional la negativa de un Estado parte a la ejecución de la


sentencia; en los casos en que tal cosa ha llegado a producirse, el Estado implicado ha alegado los vicios que
según él afectaban la sentencia. Ello ocurrió, por ejemplo, al rechazar Argentina la aplicación de la sentencia de
22 de abril de 1977 en el asunto del Canal de Beagle en el que se habían acogido esencialmente las tesis
chilenas. Argentina, entre las muchas críticas que hacía a la sentencia, afirmaba que esta había deformado sus
tesis, que se había decidido ultra petitum, y que se había adoptado un razonamiento contradictorio. Esta
conducta agudizó la controversia entre ambos países, que estuvo a punto de degenerar en un conflicto armado,
y de la que se salió gracias a la mediación de la Santa Sede.

Contra la sentencia no cabe recurso de apelación o casación, pues no hay tribunal u órgano superior, salvo
que así se acuerde por las partes. La razón radica en la propia naturaleza del procedimiento arbitral, ya que en
el compromiso de arbitraje las partes limitan los términos materiales y formales de dicho procedimiento.

No obstante caben tres tipos de recursos:

a) De aclaración, en caso de desacuerdo de las partes sobre el verdadero sentido de la sentencia.

b) De reforma en los supuestos en que el árbitro haya cometido exceso de poder resultante del compromiso
o haya habido un defecto grave de procedimiento.

c) De revisión, cuando después de pronunciar la sentencia apareciera un hecho nuevo que, de haberse
conocido antes, hubiera ejercido una influencia definitiva en la misma o cuando se determinara que la
sentencia es en parte o en todo consecuencia de un error de hecho que resultan de las actuaciones.

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Guiñazú, María Virginia

3.- Corte Internacional de Justicia

La Corte es el principal órgano judicial de las NU y es sucesora de la antigua Corte Permanente de Justicia
Internacional creada por el Tratado de Versalles. Su Estatuto forma parte de la Carta, y está basado en el de la
CPJI. Todo miembro de la ONU es ipso facto parte en el Estatuto y aun los no miembros pueden serlo.

El artículo 94 de la Carta establece el compromiso de todos los miembros de la ONU de cumplir las
decisiones de la Corte en los litigios de que sean parte, y en caso de que alguna de las partes se negare a
cumplirla faculta a la otra para dirigirse al CS. Éste, si lo considera necesario, podrá hacer recomendaciones o
tomar medidas para que el fallo incumplido se ejecute. Aunque la Corte sea el órgano judicial principal de la
Organización, los Estados miembros tienen total libertad para utilizar otros tribunales, ya sea aquellos a cuya
jurisdicción se hubieren sometido por acuerdos existentes, o que puedan concertarse en el futuro.

Antecedentes. La organización de la Corte. Composición.

El Estatuto de la Corte forma parte de la Carta de la ONU, y está basado en el de la CPJI, como lo reconoce.
Todo miembro de la ONU es ipso facto parte en el Estatuto y aun los no miembros pueden serlo. La CIJ está
integrada por quince jueces, elegidos conjuntamente por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad en
votaciones separadas pero simultáneas.

Condiciones para ser elegido juez. Procedimiento de elección. Duración del mandato. Jueces ad hoc. El
funcionamiento de la Corte.

Los requisitos para ser juez los establece el estatuto en su art. 2: deben gozar de “alta consideración moral”
y reunir “las condiciones requeridas para el ejercicio de las más altas funciones judiciales en sus respectivos
países” o ser “jurisconsultos de reconocida competencia en materia de derecho internacional”. Cuando las
partes en un juicio carecen de jueces de su nacionalidad, puede designar cada una un juez ad hoc. El de la
nacionalidad de alguna de las partes, o de ambas si se da el caso, permanecen en su consideración como jueces
plenos.

No puede haber dos jueces nacionales del mismo Estado. Cada juez dura en su cargo nueve años, y puede
ser reelegido. En su elección se procura que estén representados, por lo menos, los principales sistemas
jurídicos del mundo.

La competencia de la Corte en materia contenciosa.

a) Jurisdicción. La Corte ejerce dos tipos de jurisdicción, contenciosa y consultiva.

i) Contenciosa

Su competencia se extiende a todos los litigios que las partes le sometan y a todos los asuntos
especialmente previstos en la Carta o en los tratados y convenciones vigentes.

256
Guiñazú, María Virginia

Pueden recurrir a la Corte todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas, y los Estados no miembros en
las condiciones que fije el Consejo de Seguridad. En todos los casos, este procedimiento contencioso va a
concluir con la adopción de sentencias obligatorias.

Cada miembro de la ONU se compromete a cumplir las decisiones de la CIJ en los litigios en que sean partes,
y si alguna de ellas no cumpliere con las obligaciones que el fallo le imponga, la otra podrá recurrir al CS, el que
podrá “hacer recomendaciones o dictar medidas con el objeto de que se lleve a efecto la ejecución del fallo”.

La jurisdicción contenciosa de la Corte se ejerce exclusivamente entre Estados y es voluntaria.

El consentimiento puede ser dado, como en el arbitraje, con anterioridad o con posterioridad al surgimiento
de un hecho litigioso.

• Consentimiento otorgado con anterioridad. Si es anterior, se deriva necesariamente de alguna de las


siguientes posibilidades:

- Las cláusulas opcionales, o sea las declaraciones del artículo 36.2 del Estatuto:

“Los Estados partes en el presente Estatuto podrán declarar en cualquier momento que reconocen como
obligatoria ipso facto y sin convenio especial, respecto a cualquier otro Estado que acepte la misma obligación,
la jurisdicción de la Corte en todas las controversias de orden jurídico que versen sobre: a) la interpretación de
un tratado; b) cualquier cuestión de derecho internacional; c) la existencia de todo hecho que, si fuere
establecido, constituiría violación de una obligación internacional; d) la naturaleza o extensión de la reparación
que ha de hacerse por el quebrantamiento de una obligación internacional. Las declaraciones de aceptación
podrán hacerse incondicionalmente o a condición de reciprocidad por parte de varios o determinados Estados,
o por determinado tiempo y las relativas a la CPJI se consideran extendidas a la actual Corte”.

Las declaraciones presentadas han sido condicionadas por importantes reservas, que muchas veces
desvirtúan el propósito de la declaración.

- Un tratado general de solución pacífica de controversias, como la Convención Europea para arreglo pacífico
de controversias de 1957, o un tratado bilateral como el Tratado General sobre solución de controversias entre
la República Argentina y la de Chile, de 1972.

Asimismo, la jurisdicción concedida a la Corte Permanente por una gran cantidad de tratados bilaterales en
materia de conciliación, arreglo judicial y arbitraje, fue transferida a la CIJ.

- Una cláusula compromisoria, que puede ser general o particular, en un tratado sobre otra materia.

Hay tratados de paz, amistad, comercio y navegación que traen cláusulas compromisorias de carácter
general, para someter a la Corte todas las controversias entre los países miembros. Las cláusulas particulares
son las que le someten las diferencias relativas a la interpretación y aplicación del propio tratado.

• Consentimiento otorgado con posterioridad. Normalmente, el consentimiento dado a posteriori lo es por


un pacto especial, o compromiso, que a diferencia con el que conduce a un arbitraje, no necesita nombrar a los
miembros del tribunal, que ya están nombrados, ni especificar el procedimiento, puesto que también preexiste
al caso, ni referirse al derecho aplicable, a menos que opten por la equidad.

257
Guiñazú, María Virginia

El consentimiento también puede ser otorgado incluso luego de incoado el asunto en la Corte por la
solicitud de un solo Estado, si el otro lo acepta ya sea en forma expresa o implícitamente, según la doctrina del
forum prorrogatum que elaboró la propia Corte.

• Competencia personal

Son los Estados los únicos sujetos que tienen personería para litigar en la CIJ. Pero la Asamblea General de la
ONU y el Consejo de Seguridad se encuentran facultados para solicitarle opiniones consultivas. Asimismo, la
Corte funcionó como tribunal de alzada, en instancia consultiva, del Tribunal Administrativo de las Naciones
Unidas y con respecto a las decisiones del Tribunal Administrativo de la Organización Internacional del Trabajo,
aunque actualmente no lo haga más.

La competencia de la Corte en materia consultiva. La facultad de la Corte de decidir sobre su propia


competencia. El procedimiento ante la Corte Internacional de Justicia.

ii) Consultiva

La otra función que ejerce la Corte es consultiva: a solicitud de la Asamblea General o del Consejo de
Segundad, la CIJ puede emitir una opinión sobre cualquier cuestión jurídica que se le plantee. A su vez, la AG
puede autorizar a otros órganos de la ONU o a organismos especializados para que requieran de la CIJ tales
opiniones, siempre sobre cuestiones jurídicas que surjan dentro de la esfera de sus actividades.

Los órganos de la ONU que han sido autorizados son: el Consejo Económico y Social, el Consejo de
Administración Fiduciaria, la Comisión interina de la AG, etc. Los organismos especializados con idéntica
autorización, entre otros, son la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización de la ONU para la
agricultura y alimentación (PAO), la Organización de la ONU para la educación, la ciencia y la cultura (UNESCO),
la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Banco Mundial (BIRF), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la
Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI), la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la
Organización Meteorológica Mundial (OMM).

La jurisdicción consultiva implica cuestiones delicadas, ya que puede disimularse una controversia
determinada bajo la guisa de una consulta in abstracto, y en la práctica las consultas son hechas en respuesta a
situaciones reales. La Corte ha mostrado en este aspecto un criterio flexible y no ha escatimado dar sus
dictámenes.

En cuanto al procedimiento, es bastante formal y parecido al contencioso. Se escucha a los Estados y OI


interesadas y en ciertos casos los Estados pueden nombrar jueces ad hoc.

Las opiniones consultivas, que carecen de obligatoriedad, en ciertos casos son vinculantes. Por ejemplo para
las cuestiones que puedan presentarse entre organizaciones internacionales o entre éstas y Estados, en la
interpretación o aplicación del Convenio sobre derecho de los tratados entre Estados y organizaciones
internacionales o de éstas entre sí.

El procedimiento contencioso.

b) El procedimiento contencioso

258
Guiñazú, María Virginia

Tiene varias fases y está regido por el Estatuto y el Reglamento que la Corte se dio a sí misma.

• Un juicio se incoa por notificación a la Corte del compromiso por una o ambas partes, o una solicitud
si hay otras bases de jurisdicción. El Secretario deberá notificar a los Estados partes y a otros Estados con
interés en el pleito, del objeto de la cuestión planteada.

• La fase escrita, basada en el principio de contradicción, se inicia con la presentación de una memoria y
su contestación, cualesquiera que sean los nombres que estos escritos reciban, pudiendo continuar con
réplicas y eventualmente dúplicas. En esta situación las partes invocan todos los elementos de hecho y de
derecho de los que pretendan valerse. También suele sustanciarse en esta etapa la prueba documental.

i) Excepciones preliminares y medidas provisionales

Puede haber excepciones preliminares, negando la competencia de la Corte o la admisibilidad de la


demanda, oponibles normalmente por el demandado en su contestación. La Corte deberá resolverlas
previamente a que se abra la parte sustantiva o de fondo, ya sea para rechazarlas o para aceptarlas, en cuyo
caso la acción incoada no prosperará. Las medidas provisionales tienen por principal objetivo resguardar los
derechos de la parte que las pide hasta que se pronuncie la sentencia definitiva. La Corte puede dictarlas
incluso antes de decidir sobre su competencia; basta con que aquella competencia se acredite prima facie.

Finalizada esta parte, a veces los tribunales podrán decidir de oficio medidas de instrucción o solicitar
dictámenes periciales.

- La fase oral se utiliza para que las partes examinen sus argumentos y pruebas, respecto a los que el
Tribunal suele hacer preguntas. Eventualmente puede substanciarse la prueba testimonial. Salvo excepciones,
estos debates son públicos.

- Finalmente viene la fase deliberativa y de dictado de la sentencia. El proceso de la adopción de la decisión


es normalmente reservado; cada juez podrá dejar a salvo su opinión en forma de disidencia o de opinión
separada. Las decisiones se toman por mayoría y en caso de empate decide el Presidente. Obviamente, la
decisión es obligatoria para las partes y deberá estar fundada en derecho internacional.

• Los fallos

Los fallos son siempre obligatorios pero exclusivamente para las partes en litigio y sólo respecto del caso
planteado. No existe la doctrina del precedente obligatorio del derecho anglosajón. Las sentencias deben
contener un resumen del caso y estar fundadas en derecho internacional. Se hará mención de las opiniones
separadas o disidentes en su caso. Como en el arbitraje, la sentencia pone fin al pleito, ya que no hay tribunal
de alzada y sólo se admiten los recursos establecidos en el estatuto.

• El recurso de interpretación y de revisión

La CIJ reconoce el recurso de interpretación, en caso de desacuerdo sobre el sentido o el alcance del fallo, y
el recurso de revisión basado en la aparición de un hecho nuevo de tal importancia que hubiera sido decisivo al
tiempo de dictar el fallo y que fuera desconocido por el Tribunal y la parte que lo alega en ese momento. Es
común la presentación de recursos de interpretación, siendo el recurso de revisión escasamente utilizado en la
práctica.

• Cumplimiento

259
Guiñazú, María Virginia

Los Estados habitualmente acatan la sentencia. Es pertinente a este respecto el art. 94 del Estatuto de la CIJ:

“1. Cada miembro de las Naciones Unidas se compromete a cumplir la decisión de la Corte Internacional de
Justicia en todo litigio en que sea parte. 2. Si una de las partes en un litigio dejase de cumplir las obligaciones
que le imponga un fallo de la Corte, la otra parte podrá recurrir al Consejo de Seguridad, el cual podrá, si lo cree
necesario, hacer recomendaciones o dictar medidas con el objeto que se lleve a efecto la ejecución del fallo”.

En la práctica internacional de la CIJ sólo Irán y los EE.UU. desconocieron recientemente fallos de la Corte.
En ambos supuestos los fallos se pronunciaron en rebeldía, con la franca oposición de Irán y EE.UU. que no
aceptaban la jurisdicción del Tribunal.

Los procedimientos incidentales en la Corte Internacional de Justicia.

Los procedimientos incidentales pueden paralizar el procedimiento principal o de fondo y deben ser
resueltos previamente.

a) Las medidas provisionales

El Estatuto prevé que el Tribunal «tendrá facultad para indicar, si considera que las circunstancias así lo
exigen, las medidas provisionales que deban tomarse para resguardar los derechos de cada una de las partes».
Son medidas provisionales, porque son tomadas «mientras se pronuncia el fallo», y urgentes, porque su objeto
es salvaguardar los derechos de cada parte pendiente de la decisión del Tribunal. Tienen carácter prioritario
respecto de cualquier otro asunto de que esté conociendo el Tribunal.

Las medidas provisionales pueden adoptarse por el Tribunal a petición de parte o de oficio. Para que el
Tribunal acuerde las medidas provisionales se requiere concurran circunstancias, como evitar un perjuicio
irreparable y una agravación o ampliación de la diferencia. El Tribunal levantará o modificará las medidas si a su
juicio ha habido un cambio en las circunstancias que las motivaron.

Esta protección cautelar tiene valor obligatorio.

b) Las excepciones preliminares

Es un medio de defensa susceptible de poner fin al procedimiento sin que el Tribunal sea llamado a apreciar
el fondo de la diferencia. La parte puede presentar una excepción preliminar de incompetencia -si considera
que el Tribunal no es competente, o de inadmisibilidad de la demanda -si considera que ciertas condiciones
previas a la reclamación aún no se han realizado-. Hay una tercera categoría de sobreseimiento por ausencia
sobrevenida del objeto. Si el Tribunal las admite, pueden poner fin al procedimiento sin que entre a
pronunciarse sobre el fondo del asunto.

Lo cierto es que algunos Estados han llegado a abusar de este recurso a las excepciones preliminares.

La fase escrita de este procedimiento incidental se inicia con un escrito que contiene una exposición de los
hechos y del derecho en que se funda la excepción o excepciones, de las conclusiones, y de una nota de los
documentos que se acompañan en apoyo de las peticiones. La parte contraría podrá presentar un escrito de

260
Guiñazú, María Virginia

observaciones y conclusiones respecto a la excepción o excepciones presentadas y los documentos en que


apoye sus escritos.

A continuación el Tribunal acordará el paso a la fase oral del procedimiento incidental.

Acabada la fase oral, el Tribunal delibera sobre las tres alternativas siguientes y se decide por una de ellas:

a) rechazar la excepción, en cuyo caso se pasa al examen del fondo del asunto y continúa el procedimiento
principal; la sentencia se ocupará de las razones por las que la excepción se rechaza, y a continuación tratará de
las cuestiones de fondo contenidas en la demanda principal;

b) admitir la excepción, en cuyo caso no se pasa a examinar el fondo bien porque el Tribunal se considere
incompetente o porque no se den las condiciones de admisibilidad; en ambos casos no se ocupará de la
cuestión de fondo en el cuerpo de la sentencia, y sí únicamente de la excepción; y

c) declarar que la excepción no tiene un carácter exclusivamente preliminar, en cuyo caso el procedimiento
principal continúa y el Tribunal conoce el fondo del asunto en las dos fases, escrita y oral.

c) Las demandas reconvencionales

La reconvención consiste en la interposición por la parte demandada de una acción contra la parte
demandante, ante el mismo órgano jurisdiccional y en el mismo proceso para que sea resuelta en la misma
sentencia. Para la presentación de una demanda reconvencional deben darse las siguientes condiciones:

1. Que la instancia principal haya sido presentada ante el Tribunal mediante demanda y no compromiso;
pues, como en este último caso la diferencia es delimitada por las partes en el compromiso, sería ilógico que
una de ellas hiciera a posteriori una petición contradictoria con la contenida en el propio compromiso.

2. Que la pretensión contenida en la demanda reconvencional entre dentro de la competencia del tribunal
en el asunto.

3. Que exista una conexión directa tanto respecto de los hechos como del Derecho aplicable entre~ los
objetos de la demanda reconvencional y principal.

4. Que se formule en la contramemoria y figure entre las conclusiones contenidas en ésta.

d) La intervención

La intervención de un tercer Estado en un procedimiento principal entre otros dos Estados está prevista en
dos supuestos diferentes de los arts. 62 y 63 del Estatuto.

Según el art 62, Si un Estado considerare que tiene un interés de orden jurídico que puede ser afectado por
la decisión de un litigio podrá pedir a la Corte que le permita intervenir. Para que el tribunal admita la petición
de intervención, es necesario que el Estado interviniente tenga un «interés jurídico» directamente en conexión
con el objeto de la «demanda principal».

La intervención sobre la base del art. 63 se refiere a la interpretación que pudiera hacerse en un proceso
ante el Tribunal de una convención (tratado, acuerdo, etc.) en la que pudieran ser partes otros Estados distintos

261
Guiñazú, María Virginia

de los litigantes. En este caso estos otros Estados «tendrían derecho a intervenir en el proceso; pero si ejercen
ese derecho, la interpretación contenida en el fallo será obligatoria para ellos». Los Estados intervinientes no
son partes en el procedimiento principal, pero pueden tener interés en beneficiarse de la interpretación que
haga la sentencia de la convención en que son partes.

En el procedimiento se deberá especificar: «a) los datos en base a los que el Estado declarante se considera
como Parte en la convención; b) la indicación de las disposiciones de la convención que estima pueden estar en
situación de ser interpretadas; c) una exposición de la interpretación que el Estado declarante dé a estas
disposiciones, y d) una nota de los documentos que apoyan su interpretación, adjuntos en anexo».

Depositada la demanda o la declaración de intervención, el Tribunal decidirá sobre su admisión con


prioridad sobre el asunto principal. Además fijará un plazo para que el Estado interviniente presente sus
observaciones durante la fase oral del procedimiento principal.

El procedimiento consultivo.

Tiene mucho de común con el contencioso, por lo que el Tribunal, «en el ejercicio de sus funciones
consultitas, se guiará por las disposiciones del Estatuto que rijan en materia contenciosa, en la medida en que la
propia Corte las considere aplicables». Por ello, fijaremos nuestra atención en el procedimiento consultivo.

El procedimiento consultivo comienza con la petición de dictamen a la CIJ, que se hace por el Secretario
General de las NU en nombre de un órgano de las Naciones Unidas o por el alto funcionario de la Organización
autorizada para ello, pero no por los Estados ni por los particulares. Las cuestiones sobre las cuales se solicite
opinión consultiva [dictamen] serán expuestas a la Corte mediante solicitud escrita en la que se formule, en
términos preciso, la cuestión respecto de la cual se haga la consulta. Con dicha solicitud se acompañarán todos
los documentos que puedan arrojar luz sobre la cuestión.

Recibida la solicitud de dictamen, el secretario del Tribunal «la notificará a todos los Estados que tengan
derecho a comparecer ante la Corte».

El nombramiento de un juez ad hoc en el procedimiento consultivo no es muy frecuente. Sólo se nombra si


«el dictamen es pedido respecto de una cuestión jurídica actualmente pendiente entre dos o más Estados».

En la fase escrita los Estados y las Organizaciones Internacionales que hayan recibido la «comunicación
especial» podrán presentar sus observaciones escritas dentro del plazo fijado por el Tribunal.

En la fase oral, el Tribunal decidirá si hay lugar a ella y, en caso afirmativo, fijará la fecha. En la misma los
representantes de las Organizaciones Internacionales y de los Estados presentan sus informes e intervenciones
por el orden que acuerde el Tribunal.

Acabada la fase oral el Tribunal delibera y prepara su dictamen, que es una opinión basada en derecho sobre
una cuestión jurídica.

El procedimiento consultivo finaliza con la emisión del dictamen, que es leído en audiencia pública. Su
contenido: a) la fecha en que se pronuncia; b) el nombre de los jueces; c) una exposición sumaria del
procedimiento; d) las Circunstancias de hecho; e) los fundamentos de derecho; f) la respuesta a la pregunta
formulada al Tribunal; g) el número y el nombre de los jueces que hayan formado la mayoría, y h) el texto que
hace fe si está redactado en dos lenguas oficiales.

262
Guiñazú, María Virginia

Al texto del dictamen van adjuntos los votos particulares y las declaraciones de los jueces.

Respecto de la Organización peticionaria, el dictamen no produce efectos de cosa juzgada, pues no son
«decisiones jurisdiccionales normativas»; tampoco tienen, salvo excepciones, fuerza obligatoria. La respuesta
del Tribunal no tiene más que carácter consultivo, como tal no puede producir efecto obligatorio.

El dictamen puede producir excepcionalmente efectos obligatorios, debido no al Estatuto de la Corte, sino a
otros instrumentos internacionales que acuerden concederle tal efecto.

Con mayor motivo el dictamen no puede producir efecto obligatorio respecto de los Estados, que no son,
como ocurre en el procedimiento contencioso, ni partes principales ni intervinientes.

4.- Medios coercitivos que no suponen el uso de la fuerza. Conceptos generales.

Cuando una divergencia internacional no llega a ser resuelta ni por negociaciones diplomáticas entre las
partes ni con la colaboración de un tercero, sólo restan dos caminos posibles: o las partes abandonan toda
nueva gestión a la espera de que el tiempo provea oportunidad más propicia, o alguna de ellas recurre a los
medios coercitivos. Estos significan cierta coerción sobre la contraparte a fin de inducirla a ceder en sus
pretensiones.

Las retorsiones

Una retorsión es una medida legal, pero inamistosa. Por ej., un Estado puede romper sus relaciones
diplomáticas con otro sin por ello cometer un ilícito, porque no hay norma alguna que obligue a mantener tales
relaciones. Una medida de menor intensidad es la retirada del embajador, su llamada a consultas, la expulsión
de uno o más miembros de la misión diplomática, la reducción de su número o la limitación de sus
movimientos.

Una retorsión puede ser la respuesta a un acto inamistoso de otro sujeto y en ese caso no podría
considerarse un supuesto de aplicación coactiva del DI, sino sólo una muestra de desagrado.

Pero si la acción (u omisión) que genera la reacción constituye un ilícito, entonces sí, la retorsión se
configura como una posible medida de aplicación coactiva del DI, que tiene la ventaja de no comprometer en
ningún caso la responsabilidad internacional del sujeto que la adopta aunque yerre en su juicio sobre el ilícito
previo del destinatario de la retorsión.

Las retorsiones pertenecen a la esfera de la actividad discrecional de los sujetos, de los comportamientos no
reglamentados por el DI. La desregulación, el carácter incompleto del DI, constituyen el sustrato natural de la
retorsión.

Hay retorsión cuando un Estado aplica a otro la misma o similar medida restrictiva o prohibitiva que éste,
usando de un derecho, ha aplicado a aquel, como elevar las tarifas aduaneras con respectos a ciertas
mercaderías.

263
Guiñazú, María Virginia

Las represalias

Es «un acto de propia justicia del Estado lesionado, que responde —después de un requerimiento
infructuoso— a un acto contrario al Derecho de Gentes del Estado infractor. Será ilegal si no suministra un
motivo para la reacción, un acto previo contrario al Derecho de Gentes». Requisitos: a) la existencia de un
sujeto infractor y un sujeto lesionado; b) la comisión de un ilícito previo por el primero que vulnera los derechos
del segundo; c) el requerimiento de cesación del ilícito que el lesionado dirige previamente al infractor; d) la
legitimación del sujeto lesionado para reaccionar, derogando al efecto el Derecho de Gentes, y e) la finalidad de
la medida, encaminada a obtener la reparación del daño causado por el ilícito. Cabe añadir la proporcionalidad
de la medida en relación con el ilícito del que trae causa y su terminación cuando se realiza su objetivo.

Suelen incluirse las medidas de reciprocidad, esto es, el incumplimiento por el sujeto lesionado de
obligaciones impuestas por la misma disposición violada por el infractor, o por otra disposición directamente
relacionada con ella. Las medidas de reciprocidad son represalias, pero las represalias no se limitan a medidas
de reciprocidad. Entre las medidas de reciprocidad cabe mencionar la máxima “el incumplimiento de una
obligación derivada del tratado que ha sido previamente violado por el Estado infractor”. Hay quienes
consideran que mientras las represalias tienen por objeto ejercer presiones sobre el sujeto infractor con el fin
de obtener la reparación, las medidas de reciprocidad están destinadas a restablecer el equilibrio entre las
posiciones del lesionado y del infractor.

Consisten las represalias en la adopción, con respecto a un determinado Estado, de ciertas medidas de
coerción, las que se estimen más conducentes para imponerle una rectificación a su conducta, en respuesta a
un hecho ilícito realizado por aquel en perjuicio de los derechos del Estado o de sus nacionales (embargar
buques de la bandera del culpable que se encuentren en su jurisdicción). Son consecuencia de un acto
perjudicial, no ilícito como en la retorsión, sino lícito.

Ruptura de las relaciones diplomáticas

Medida que un Estado asume cuando se siente gravemente afectado por la conducta de otro Estado, o
cuando la desinteligencia llegó a un punto tal que considera preferible no discutir más directamente y aún
formular con ello una advertencia indirecta acerca de su desagrado. Se adopta entregando sus pasaportes al
Jefe de la misión diplomática correspondiente, así como a los miembros del personal oficial y sus familias, y
ordenando a los propios agentes diplomáticos en el país respectivo que soliciten a la vez sus pasaportes. La
ruptura de relaciones diplomáticas no comprende a los funcionarios consulares, dado que el desempeño de su
cargo no tiene alcance político. Los agentes diplomáticos deberán abandonar el país a la brevedad posible.

El bloqueo pacífico

Consiste en impedir, por medio de las fuerzas navales y sin que exista Estado de guerra, las comunicaciones
marítimas de un país determinado. La interdicción del uso o la amenaza de fuerza transforman al bloqueo
pacífico en un acto ilegal, pues supone el uso de fuerza. Puede ser decidido, excepcionalmente, por el Consejo
de Seguridad.

264
Guiñazú, María Virginia

Ultimátum

Es una intimación que un gobierno dirige a otro, por medio de una nota diplomática como proposición final
con respecto a una divergencia que los separa, requiriéndole aceptar determinada solución dentro de las 48h, y
la no aceptación implica la adopción de medidas graves, como ruptura de las relaciones diplomáticas y aún la
guerra.

265
Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 12:

1.- La Organización de las Naciones Unidas (ONU)

La Organización de las Naciones Unidas es el intento más amplio en la historia de la humanidad de crear una
organización internacional que pretende mantener la paz y la seguridad internacionales como el primero y
principal de sus propósitos.

Es el más claro ejemplo de organización de ámbito universal. Está integrada por la totalidad casi de Estados
existentes.

La ONU es una organización internacional creada por los estados a través de su tratado constitutivo
conocido como carta de las Naciones Unidas o carta de San Francisco.

Antecedentes.

Surgió de un proceso laborioso. Entre los antecedentes remotos, la experiencia de la Sociedad de las
Naciones es el más cercano. Tras la Segunda Guerra Mundial los estados vencedores optaron por hacer
desaparecer la Sociedad De Naciones y crear una organización internacional totalmente nueva.

Antecedentes directos: diversas declaraciones formuladas por las potencias aliadas a lo largo de la Segunda
Guerra Mundial: la declaración de los aliados, la carta del Atlántico, la declaración de Washington o de las
Naciones Unidas, y la declaración de Moscú, firmada por los representantes de las cuatro potencias aliadas:
Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia y China, en la que se proclamaba la necesidad de mantener la comunidad
de Naciones tras el fin de la guerra y se preveía la creación de una organización internacional.

Finalmente se celebró la conferencia de San Francisco en 1945 en la que participaron 50 estados. Dicha
conferencia se dividió en cuatro comités generales: de verificación, dirección, ejecutivo y de coordinación, y en
cuatro comisiones: disposiciones generales, asamblea general, Consejo de Seguridad y organización judicial,
que trabajaron sobre la base de un gran número de documentos que les permitieron alcanzar un acuerdo
rápido, resultando la adopción de la carta de las NU y el estatuto del tribunal Internacional de Justicia, firmados
el 26 de junio de 1945

Naturaleza jurídica de la Carta.

Problema de si la Carta supone un simple tratado internacional o más bien una constitución.

Formalmente es un tratado internacional; pero tiene particularidades especiales, como la necesidad para su
entrada en vigor de que fuera ratificada por los cinco grandes de la organización (los miembros permanentes
del Consejo de Seguridad), exigencia que se reproduce para la entrada en vigor de las reformas y de las
revisiones. Otra particularidad es la superioridad de la Carta respecto a los demás tratados concluidos por sus
miembros, porque según el art. 103, siempre prevalecen las obligaciones impuestas por la Carta.

Este artículo da lugar al planteamiento de supuestos de incompatibilidad:

1. El conflicto entre las obligaciones estipuladas en acuerdos anteriores a la Carta y esta entre Estados
miembros de la organización. Tratado posterior deroga al anterior.

266
Guiñazú, María Virginia

2. Los conflictos entre acuerdos posteriores a la Carta y esta entre Estados miembros de la organización.
Los miembros tienen la obligación de hacer prevalecer las obligaciones de la Carta, y deben evitar cualquier
contradicción al concluir tratados y en caso contrario hacer prevalecer la Carta, entendida como obligación de
tipo general.

La carta es un tratado sui generis, que declara la superioridad de sus obligaciones sobre cualquier otra
obligación contraria las mismas con anterioridad o a posterioridad de dicha Carta.

Reforma y revisión de la Carta.

La reforma y revisión conducen al mismo fin, pero por procedimientos distintos.

A. La reforma de la carta está prevista en el artículo 108: “Las reformas a la presente carta entrarán en vigor
para todos los miembros de las Naciones Unidas cuando hayan sido adoptadas por el voto de las dos terceras
partes de los miembros de la asamblea general y ratificadas de conformidad con sus respectivos
procedimientos constitucionales por las dos terceras partes de los miembros de las Naciones Unidas Incluyendo
a todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad”.

Se sienta así un principio democrático: que puedan ser adoptadas las reformas por el voto de las dos
terceras partes de los miembros de las Naciones Unidas; pero dicho principio es cercenado a la hora de ponerse
en práctica por el derecho de veto en la fase de ratificación de las reformas adoptadas, porque se requieren las
ratificaciones de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

Si una reforma de la Carta es aprobada y ratificada por el quórum del artículo 108, dicha reforma resulta
obligatoria para todos los miembros de la organización, incluso los que se opusieron a la misma. Dichos
miembros pueden acatar la reforma o retirarse de la organización.

B. Otro procedimiento previsto en la Carta para su propia enmienda es el de revisión. Se reglamenta en el


artículo 109, y supone la convocatoria de una conferencia general. La convocatoria, el lugar y fecha de su
celebración se acuerdan por el voto de las dos terceras partes de los miembros de la asamblea general y por el
voto de cualesquiera 9 miembros del Consejo de Seguridad.

Para la adopción de las modificaciones se requiere el voto favorable de las dos terceras partes de los
miembros de las Naciones Unidas, incluyendo los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

Dos posturas principales sobre la revisión de la carta: A. Los estados que defienden la enmienda formal de la
Carta, que comportaría la supresión de todas las referencias arcaicas a la Segunda Guerra Mundial como
“estados enemigos”, la modificación de la composición y funcionamiento del Consejo de Seguridad comportaría
la ampliación de miembros permanentes y no permanentes. Algún estado cuestiona también la permanencia
del derecho de veto. B. Estados que defienden una mera reestructuración administrativa a través de nuevos
instrumentos, sin necesidad de revisión formal de la Carta. Objetivos de esta restructuración: 1 fortalecer el
papel de la asamblea general y el secretario general 2 fortalecer el mecanismo de seguridad colectiva 3
autorizar al secretario general para solicitar dictámenes al tribunal Internacional de Justicia.

Hace falta poner en marcha el procedimiento de revisión de la carta de las Naciones Unidas, pero no existió
el consenso necesario para hacerlo.

267
Guiñazú, María Virginia

Los propósitos y principios de la Organización contenidos en la Carta.

Luego del preámbulo de la Carta se encuentra el capítulo 1, titulado Propósitos y Principios, que consta de
dos artículos: el artículo 1 dedicado a los propósitos y el 2 a los principios.

Los propósitos constituyen la razón de ser de la organización, son el conjunto de los fines comunes, son la
causa y el objeto de la Carta.

Los principios son los métodos y normas reguladoras con arreglo a las cuales la organización y sus miembros
cumplirán con su deber y se esforzarán por alcanzar los objetivos comunes. Sus estipulaciones sirven como
pautas efectivas de conducta internacionales.

Los propósitos y principios son las ideas básicas que orientan la actuación de los órganos y miembros de las
Naciones Unidas.

Los propósitos, como grandes objetivos, sirven para la interpretación teleológica de la Carta.

Los principios son pautas de conducta a las que deben ajustarse los miembros y la propia organización. El
incumplimiento de los mismos acarrea la expulsión.

Los principios han pasado a convertirse en los principios fundamentales del orden internacional adquiriendo
un valor jurídico casi constitucional en el ordenamiento jurídico internacional. Se han ido desarrollando y
ampliando en contenido conforme la evolución de la comunidad internacional y los valores predominantes de
esta.

1. Propósitos

“Artículo 1. Los propósitos de las Naciones Unidas son:

1. Mantener la paz y la seguridad internacionales y tomar medidas colectivas eficaces para


prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión y otros
quebrantamientos de la paz, y lograr por medios pacíficos, el ajuste o arreglo de controversias de
situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz.
2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la
igualdad de derechos y el de la libre determinación de los pueblos.
3. Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter
económico social, cultural o humanitario y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos
humanos y de las libertades fundamentales de todos, sin distinción de raza sexo idioma o
religión.
4. Servir de centro que armonice los esfuerzos de las Naciones para alcanzar estos propósitos
comunes.”

El mantenimiento de un estado de paz y seguridad internacionales es el objetivo prioritario y esencial de


Naciones Unidas. Para conseguirlo se actúa en dos direcciones: por un lado, mediante una acción sobre las
coyunturas de crisis en las relaciones internacionales (quebrantamientos de la paz, actos de agresión, etc). Por

268
Guiñazú, María Virginia

otro lado, mediante una actuación preventiva dirigida al cambio pacífico y democrático de la comunidad
internacional.

1. Acción coyuntural de pacificación: doble vertiente: la seguridad colectiva y la solución


pacífica de diferencias internacionales, diferencias susceptibles de conducir al quebrantamiento de la paz.

2. Acción estructural de pacificación y democratización de las relaciones internacionales. Gran


atención al principio de igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos. Este último es la
base para fomentar entre las naciones relaciones de amistad, englobado esto en tomar medidas adecuadas
para fortalecer la paz universal, e impulsar y fomentar la cooperación internacional en el campo político.

3. La cooperación para el progreso. Dos campos abiertos: A. la cooperación en materias


económicas, sociales, culturales y humanitarias, o sea, el objetivo global del desarrollo y de los derechos
humanos y las libertades fundamentales de las personas. B. los derechos humanos y libertades.

4. Armonización de los esfuerzos para alcanzar los propósitos

2. Principios

Constituyen el marco general de obligaciones en el que ha de desenvolverse la actuación de los órganos y


miembros de las Naciones Unidas. Son desarrollados por la asamblea general y por conferencias mundiales
convocadas al efecto.

Los principios enumerados explícitamente en la Carta son:

1. Principio de igualdad soberana de los estados. Dos aspectos muy relacionados: primero, se
proclama que los estados miembros conservan su soberanía, sobre la que se sustenta la organización, que no es
un estado ni un súper estado; segundo, la igualdad jurídica entre los estados soberanos, igualdad ante la ley:
todos los estados son iguales ante el derecho internacional. No es una igualdad fáctica, según naciones grandes
y pequeñas.

2. Principio de la buena fe. Los estados cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas.
Constituye un límite a la discrecionalidad de los estados, y opera para sus obligaciones y derechos.

3. Principio del arreglo pacífico de las controversias. Los estados arreglarán sus controversias
internacionales por medios pacíficos, de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y ni la seguridad
internacionales y la justicia. Dos obligaciones: la primera, buscar soluciones por medios pacíficos (obligación de
hacer); la segunda, abstenerse de toda medida que pueda agravar la situación de modo que ponga en peligro el
mantenimiento de la paz y seguridad internacionales (obligación de no hacer).

4. Principio de la prohibición de la amenaza o el uso de la fuerza. El uso de la fuerza se ha ido


sometiendo a limitaciones o condiciones hasta convertirse en ilícito. Los miembros de la organización se
abstienen de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia
política de cualquier estado. Las normas que prohíben el uso de la fuerza tienen carácter de ius cogens, aunque
los estados no siempre acatan esta prohibición. Alcance objetivo: 1 la prohibición se circunscribe a la sola fuerza
armada: las coacciones de otra naturaleza pertenecen al ámbito de la no intervención. 2 se considera
especialmente grave la comisión de actos de agresión (es agresor el estado que hace un uso ilegítimo de la
fuerza en primer lugar). 3 la prohibición del uso de la fuerza se extiende a supuestos en que no existe guerra en

269
Guiñazú, María Virginia

el sentido tradicional, como los actos de represalia que impliquen el uso de la fuerza, organizar y fomentar
bandas armadas (incluso mercenarios), organizar, instigar, ayudar o participar en actos de guerra civil o de
terrorismo. 4 es ilícita la amenaza de la fuerza y no solamente el uso de ella. Excepciones: derecho inmanente a
la legítima defensa individual o colectiva en caso de agresión armada. El uso de la fuerza tiene en las relaciones
internacionales el mismo estatus que en el derecho interno: es un delito, una sanción o un acto de legítima
defensa. El recurso a la fuerza armada está permitido cuando se trata de una acción de Naciones Unidas o
autorizada por ella o bien de un supuesto de legítima defensa.

5. Principio de la asistencia a las Naciones Unidas. Se impone a los Estados miembros dos
obligaciones complementarias: una, prestar a la organización toda clase de ayuda en cualquier acción que
ejerza de conformidad con esta Carta, y dos, abstenerse de dar ayuda a estado alguno contra el cual la
organización estuviera ejerciendo acción preventiva o coercitiva.

6. Principio de la autoridad de las Naciones Unidas sobre los estados no miembros. La


organización hará que los estados que no son miembros de las Naciones Unidas se conduzcan de acuerdo con
estos principios en la medida que sea necesaria para mantener la paz y la seguridad internacionales. Tiene
sentido por la vocación universal y la propia razón de ser de la organización. La posición jurídica de los estados
miembros no es igual a la de los no miembros, pero la autoridad de la organización se proyecta también sobre
estos.

7. Principio de la aceptación de la jurisdicción interna de los estados. Ninguna disposición de la


carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción
interna de los estados, y obliga a los miembros a someter dichos asuntos a procedimientos de arreglo conforme
a la Carta. Existe una esfera de materias en las que, en virtud de la soberanía del Estado, no puede penetrar la
actuación de los órganos internacionales. La misma indeterminación del precepto ha permitido en muchos
casos que la organización rechazase la excepción de la jurisdicción interna afirmando sus propias competencias.

2.1. Principios no enumerados explícitamente en la carta.

1. Principio de la no intervención. Supone el empleo de una coacción objetivamente capaz de limitar el libre
ejercicio de los derechos soberanos de un estado sin el consentimiento de este. Ningún estado o grupo de
estados tiene derecho de intervenir directa o indirectamente y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos
o externos de cualquier otro, por tanto, no solamente la intervención armada sino también cualquier forma de
injerencia o de amenaza atentatoria de la personalidad del estado o de los elementos políticos, económicos y
culturales que lo constituyen son violaciones del derecho internacional.

2. Principio de la cooperación pacífica entre los estados. Es una obligación de alcance universal y contenido
general. Los estados tienen el deber de cooperar entre sí independientemente de las diferencias en sus
sistemas económicos, políticos y sociales, en las diversas esferas de las relaciones internacionales, a fin de
mantener la paz y la seguridad internacionales y de promover la estabilidad y el progreso de la economía
mundial, el bienestar de las Naciones y la cooperación internacional libre de toda discriminación basada en esas
diferencias.

3. Principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos. Este principio si está
reconocido como tal en la carta. Todos los pueblos tienen el derecho de determinar libremente sin injerencia

270
Guiñazú, María Virginia

externa su condición política, y de proseguir su desarrollo social, económico y cultural, y todo estado tiene el
deber de respetar este derecho de conformidad con las disposiciones de la carta.

4. Principio del respeto de los Derechos Humanos. Los estados tienen responsabilidad en la promoción y
protección de los ddhh. Los derechos humanos y las libertades fundamentales son patrimonio innato de todos
los seres humanos. Son universales, indivisibles, interdependientes y están relacionados entre sí.

Los miembros de Naciones Unidas. Clasificación. Admisión.

El estatus de miembro de las Naciones Unidas supone gozar de todos los derechos y estar sometido a todas
las obligaciones que emanan de la Carta.

La adquisición del estatus de miembro de las Naciones Unidas. Los miembros originarios y admitidos

La carta distingue entre miembros originarios y admitidos a los efectos del procedimiento de admisión, pues
ambas categorías gozan de los mismos derechos y obligaciones.

A. Miembros originarios. Son miembros originarios de las Naciones Unidas los estados que, habiendo
participado en la conferencia de las Naciones Unidas en San Francisco, o habiendo firmado previamente la
declaración de las Naciones Unidas en 1942, suscriban esta Carta y la ratifiquen.

Son miembros originarios los 50 participantes de la conferencia de San Francisco

B. Miembros admitidos. Son aquellos que han ingresado o ingresen en las Naciones Unidas por medio del
procedimiento estipulado en el artículo 4: “Condiciones de fondo para la admisión: podrán ser miembros de las
Naciones Unidas todos los demás estados que no son miembros originarios amantes de la paz, que acepten las
obligaciones consignadas en la carta y que estén capacitados para cumplir dichas obligaciones y se hallen
dispuestos a hacerlo”.

Son 5 las condiciones:

1. Ser un Estado. Se interpreta en sentido amplio, bastando la comprobación de los elementos del
estado, y que sus gobiernos sean lo suficientemente independientes para cumplir las obligaciones.
La admisión supone el reconocimiento de la personalidad del estado miembro dentro del ámbito
de la ONU, pero no dentro del ámbito de la comunidad internacional.
2. Que el estado sea amante de La Paz. Es un término de lleno de contenido político. Se explica
porque la ONU nació como consecuencia del acuerdo del bloque de vencedores en la Segunda
Guerra Mundial, cuando la guerra todavía no había terminado. Hoy en día carece de significación.
3. Aceptar las obligaciones consignadas en la carta. Tiene poco sentido porque la adhesión al
Tratado supone que se aceptan tales obligaciones.
4. Que los estados están capacitados para cumplir dichas obligaciones. Es de carácter subjetivo y
deberá ser estudiado en cada caso particular.
5. Que se halle dispuesto a cumplir tales obligaciones. Tiene carácter aun mas subjetivo que la
anterior.

271
Guiñazú, María Virginia

Estas cinco condiciones son las únicas que se tienen en cuenta por los miembros de la ONU para votar z
favor o en contra de la admisión de un nuevo miembro.

Procedimiento de admisión

Se efectuará por decisión de la asamblea general y recomendación del Consejo de Seguridad. Los dos
órganos deliberan por separado.

Se requieren dos declaraciones de voluntad: la recomendación del Consejo de Seguridad y la decisión de la


asamblea general para que la admisión se realice.

Los miembros actuales de Naciones Unidas son 191.

La suspensión, expulsión y la retirada de un miembro de la Organización.

Suspensión de los derechos y privilegios inherentes al estatus de miembro

Todo miembro de la organización que haya sido objeto de acción preventiva o coercitiva por parte del
Consejo de Seguridad podrá ser suspendido por la asamblea general, a recomendación del Consejo de
Seguridad, del ejercicio de los derechos y privilegios inherentes a su calidad de Miembro. El ejercicio de tales
derechos y privilegios podrá ser restituido por el consejo de seguridad.

Se le suspende a los miembros sus derechos y privilegios, no sus obligaciones: derechos como votar en la
asamblea y participar en los órganos de las Naciones Unidas.

La suspensión es tomada por la asamblea general pero a recomendación del Consejo de Seguridad, y la
restitución de los derechos y privilegios están encomendada al consejo de seguridad, porque a este órgano le
corresponde la acción preventiva o coercitiva contra los miembros que hayan violado la carta.

Pérdida del estatus de miembro expulsión y retirada voluntaria

El artículo 6 prevé la expulsión de todo miembro que haya violado repetidamente los principios contenidos
en la carta, aunque no hay ejemplo de que se haya llevado a cabo.

Adoptar una medida de expulsión le corresponde a la asamblea general, previa recomendación del Consejo
de Seguridad.

La retirada voluntaria no está prevista en la carta.

2.- Los Órganos de las Naciones Unidas.

Órganos principales y subsidiarios. Composición, funcionamiento y competencias de los órganos


principales.

272
Guiñazú, María Virginia

Cada órgano principal tiene encomendadas determinadas funciones específicas.

Existe un órgano principal, la asamblea general, cuyo poder deliberante es prácticamente omnímodo. Está
facultado para discutir cualquier asunto o cuestión dentro de los límites de la carta o que se refieren a los
poderes y funciones de cualquiera de los órganos. Existe una subordinación del Consejo económico y social y
del Consejo de administración fiduciaria a la asamblea general.

Hay seis órganos principales, que tienen diversas categorías según su mayor o menor autonomía.

Son órganos principalmente autónomos la asamblea general, el Consejo de Seguridad y el tribunal


Internacional de Justicia. En el ejercicio de sus competencias, son independientes de cualquier otro órgano.

Hay otros dos órganos de autonomía dudosa: el consejo económico y social y el consejo de la administración
fiduciaria. Al primero le corresponden las funciones referentes a la cooperación económica y social de forma
subordinada, porque estas le corresponden a la asamblea general. El consejo de administración fiduciaria ayuda
a la asamblea, bajo la autoridad de esta, en el desempeño de las funciones dimanantes de la administración
fiduciaria.

Finalmente, es calificado como órgano principal por la carta, el secretario general. Aunque su autonomía de
derecho es muy reducida, es el secretario de la asamblea general y de los tres consejos, y desempeña las
funciones que le encomienden dichos órganos.

Luego ha habido una multiplicación de los órganos subsidiarios al amparo de la autorización expresa del art.
7 de establecer los órganos que se estimen necesarios, por lo que hay comisiones, comités, órganos y órganos
subsidiarios y auxiliares.

Asamblea General.

Es un órgano de competencia general compuesto por todos los miembros de la organización que se hacen
representar en la misma por medio de 5 delegados y un número igual de suplentes.

Su funcionamiento no es permanente: se reúne una vez al año en sesión ordinaria, generalmente el tercer
martes de septiembre, pero puede reunirse en sesiones extraordinarias cuando las circunstancias lo exijan o en
sesiones extraordinarias de emergencia.

Las decisiones se toman por mayoría de dos tercios de los miembros presentes y votantes sobre las
decisiones de cuestiones importantes; el resto de las cuestiones se rige con la regla de la simple mayoría de
presentes y votantes.

El trabajo de la asamblea general se lleva a cabo en pleno o a través de comisiones. Comisiones principales:
la comisión de desarme y de seguridad internacionales, la comisión de asuntos económicos y financieros, la
comisión de asuntos sociales humanitarios y culturales, la comisión de asuntos de administración y
presupuesto, la comisión jurídica.

Hay dos comisiones de procedimiento: la mesa de la asamblea y la comisión de verificación de poderes.

La asamblea general tiene una competencia general y varias específicas. La general la faculta para discutir
cualquier asunto o cuestión referente a los poderes y funciones de los órganos de la ONU. Las especificas son

273
Guiñazú, María Virginia

las siguientes: A. Considerar los principios generales de la cooperación en el mantenimiento de la paz y la


seguridad internacionales, inclusive los principios del desarme; B. Recomendar medidas para el arreglo pacífico
de cualquier situación; C. Promover estudios y hacer recomendaciones para promover la cooperación
internacional en el campo político; D. Promover e impulsar el desarrollo progresivo del derecho internacional y
su codificación; E. Recibir y considerar los informes anuales del secretario general del Consejo de Seguridad y de
los demás órganos; F. Admitir, suspender y expulsar a los miembros de la ONU; G. Fijar las cuotas o
contribuciones de los miembros de la organización para sufragar sus gastos; H. Elegir los miembros no
permanentes del Consejo de Seguridad, a todos los miembros del ECOSOC, a los jueces del TIJ y al secretario
general.

La amplitud de las cuestiones que tiene bajo su competencia es clara. Es por ello la necesidad de crear un
aparato orgánico muy complicado de comisiones y subcomisiones, comités, etcétera.

Consejo de Seguridad.

Su misión capital es mantener la paz y seguridad internacionales. Está compuesto actualmente por 15
miembros: 5 de ellos tienen el carácter de permanentes (China, Estados Unidos, Federación Rusa, Francia y
Gran Bretaña), y los restantes 10 son elegidos por la asamblea general por un período de 2 años no siendo
reelegibles para el período inmediatamente siguiente, teniendo en cuenta su contribución al mantenimiento de
la paz y a una distribución geográfica equitativa. Deberán ser elegidos cinco estados de África y Asia, uno de
Europa Oriental, 2 de América Latina y 2 correspondientes a la Europa occidental y otros estados.

Funciona de forma permanente, por lo que los estados deben tener en todo momento un representante en
la sede de la ONU. Este órgano celebra reuniones periódicas, y es frecuente que se reúna con carácter de
urgencia dada sus competencias de mantenimiento de la paz.

Respecto a las votaciones, sobre las cuestiones de procedimiento se requiere el voto afirmativo de 9
miembros cualquiera; para las demás cuestiones se requiere el voto de 9 miembros, pero incluido el de los
cinco miembros permanentes. Si sólo uno de estos 5 miembros votan contra, aunque todo el resto lo haga a
favor, no hay decisión sobre la cuestión planteada. Esta regla se denomina “unanimidad de las grandes
potencias”, y es el conocido derecho de veto.

El uso que de este derecho hacen los cinco miembros permanentes (“los cinco grandes”) ha bloqueado
muchas veces la acción del Consejo de Seguridad, volviéndolo inoperante.

La ausencia de un miembro permanente no supone el ejercicio del veto, y la abstención de votar de un


miembro permanente, tampoco. En los casos en los que los miembros del Consejo de Seguridad, permanente o
no, sean partes en una controversia, se abstienen de votar.

Competencia

1. Está facultado para investigar toda controversia o situación susceptible de conducir a fricción
internacional o dar origen a una controversia, a fin de determinar si ésta puede poner o no en peligro la paz y
seguridad internacionales.

274
Guiñazú, María Virginia

2. Determinar la existencia de toda amenaza o quebrantamiento de la paz o acto de agresión, y hacer las
oportunas recomendaciones o tomar medidas para mantener o restablecer la paz y seguridad internacionales.
Las medidas pueden implicar el uso de la fuerza (demostraciones, bloqueos u operaciones por medio de fuerza
aérea naval o terrestre) que no impliquen el uso de la fuerza. Por ejemplo, la interrupción total o parcial de
relaciones comerciales, económicas, comunicaciones ferroviarias, ruptura de relaciones diplomáticas.

3. Está especialmente facultado para utilizar los acuerdos u organismos regionales en la aplicación de
medidas coercitivas bajo su autoridad.

4. Elaborar planes para someter a los miembros de las NU a un sistema de regulación de armamentos

5. Dictar medidas o hacer recomendaciones para que se ejecuten los fallos del TIJ.

6. También puede pedir dictámenes al TIJ sobre cualquier cuestión jurídica.

7. Está facultado para crear los organismos subsidiarios que estime necesario. Son órganos subsidiarios del
Consejo de Seguridad: A. las operaciones de mantenimiento de La Paz, B. los tribunales penales internacionales
encargados de conocer de los crímenes contra el derecho internacional humanitario cometidos en el territorio
de Yugoslavia y Ruanda, etc.

Tiene competencia concurrente con la asamblea general sobre recomendar la admisión de nuevos
miembros de UN, recomendar la suspensión o expulsión a los miembros de la organización, recomendar el
nombramiento del secretario general, decidir, coincidiendo con la asamblea general, la convocatoria de la
conferencia general de revisión de la carta, participar en la elección de los miembros del TIJ, recomendar a la
asamblea general las condiciones en que los estados no miembros de las NU pueden llegar a ser partes del
estatuto del TIJ y fijar las condiciones en que dicho tribunal estará abierto a otros estados que no son parte. Sus
competencias tienen una gran amplitud.

La Corte Internacional de Justicia.

El órgano judicial con carácter de principal de Naciones Unidas es el TIJ (Tribunal Internacional de Justicia).
Es un órgano autónomo, además de principal.

Su estatuto es parte integrante de la carta de Naciones Unidas. Son partes del estatuto todos los estados
miembros de Naciones Unidas y los estados que no sean miembros bajo las condiciones que determina en cada
caso a la asamblea general y recomendación del Consejo de Seguridad. El TIJ está abierto a estados no partes
en su estatuto, según las condiciones fijadas por el consejo de seguridad.

El tribunal tiene competencia contenciosa 1 sobre los asuntos que las partes le sometan. El procedimiento
normal es llegar a un acuerdo entre los estados denominado compromiso. 2 en los casos previstos en los
tratados vigentes, incluida la propia carta. 3. para las controversias de carácter jurídico entre dos o más estados
que hayan declarado que reconocen como obligatoria ipsofacto y sin convenio especial la jurisdicción del
tribunal.

El tribunal tiene también la función de dictar dictámenes (opiniones consultivas) según la versión oficial de la
carta y el estatuto, sobre cualquier cuestión jurídica que le sea sometida por los órganos y organizaciones
autorizados. La asamblea general y el C. de S. están especialmente facultados para pedir dictámenes.

275
Guiñazú, María Virginia

El tribunal está formado por 15 jueces elegidos por 9 años y con posibilidad de reelección por la asamblea
general y el consejo de seguridad. Estos órganos se manifestarán por mayoría absoluta de votos y en votaciones
independientes.

Sobre una lista propuesta normalmente por los grupos nacionales del tribunal permanente de arbitraje,
estas elecciones se celebran generalmente cada tres años y afectan a 5 jueces. Los jueces son escogidos entre
personas que gozan de alta consideración moral y que reúnen las condiciones requeridas para el ejercicio de las
más altas funciones judiciales en sus respectivos países, o que sean de reconocida competencia en materia de
derecho internacional. Aunque no se tiene en cuenta la nacionalidad de los jueces, no puede haber dos que
sean nacionales del mismo estado.

Los órganos que se encargan de la elección están obligados a procurar que en el TIJ estén representadas las
grandes civilizaciones y los principales sistemas jurídicos del mundo.

El Consejo Económico y Social (ECOSOC).

Es un órgano principal, no autónomo compuesto por 54 miembros elegidos por la asamblea general por 3
años, según un reparto geográfico riguroso. Son reelegibles.

En sus tareas pueden participar, sin derecho a voto, los estados no miembros del Consejo, particularmente
interesados y también representantes de los organismos especializados y ciertas organizaciones no
gubernamentales que tengan reconocido estatuto consultivo.

Se reúne generalmente dos veces al año en Nueva York y Ginebra, y sus sesiones duran aproximadamente
un mes. Las decisiones se adoptan por mayoría de los miembros presentes y votantes.

Su labor se lleva a cabo en el consejo y a través de comités permanentes, que son las comisiones técnicas
(de estadística, población y desarrollo, derechos humanos, estupefacientes, para el desarrollo social de la
condición jurídica y social de la mujer, de ciencia y tecnología, para el desarrollo de desarrollo sostenible, etc.) y
comisiones económicas regionales.

Sus competencias son amplísimas porque es el órgano gestor de la cooperación económica y social de las NU
bajo la autoridad de la asamblea general. Las competencias son:

1. Puede hacer o iniciar estudios e informes respecto de asuntos internacionales de carácter económico
social cultural educativo sanitario o conexos.
2. Tiene la facultad de hacer recomendaciones a la asamblea general, a los miembros de NU y a los
organismos especializados.
3. Está facultado para formular proyectos de convención en materia de su competencia.
4. Podrá convocar conferencias internacionales en asuntos de su competencia.
5. Podrá concertar acuerdos con los organismos especializados.
6. Suministra información al Consejo de Seguridad y le presta ayuda si así lo solicita.
7. Facultad de darse su propio reglamento interno.

El Consejo de Administración Fiduciaria.

276
Guiñazú, María Virginia

Se creó con el fin de supervisar al régimen de la administración de los territorios fideicomitidos, por lo que
ha coronado su misión por haber obtenido la independencia todos los territorios sometidos a dicho régimen.

Su composición era variable y tripartita: estaba compuesto por los estados administradores de dichos
territorios, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y tantos otros miembros como fueran
necesarios para que hubiera equilibrio entre administradores de territorios y no administradores.

Por la independencia de todos los territorios fideicomitidos esta composición es inviable y sólo quedó
formada por los cinco miembros permanentes. Ya no hay elecciones para este consejo en la actualidad.

Sus competencias eran: 1 formular cuestionarios sobre el adelanto político económico social y educativo de
los habitantes de cada territorio fideicomitido 2 examinar los informes que le fueron rendidos por las
autoridades administradoras 3 recibir peticiones formuladas por los habitantes del territorio bajo
administración fiduciaria e incluso por terceros 4 disponer visitas periódicas a los territorios fideicomitidos 5
está facultado para tomar otras medidas de conformidad con los acuerdos de administración fiduciaria.

La Secretaría.

Secretario general y secretaría

La secretaría forma el complejo administrativo más amplio dentro de las organizaciones internacionales.
Está compuesta de un secretario general y del personal que requiera la organización.

El secretario general es la pieza central que encabeza el conjunto y en el que radica el máximo de
responsabilidades. Es el más alto funcionario administrativo de la organización. Es designado por la asamblea
general a recomendación del Consejo de Seguridad y tiene un mandato de cinco años, prorrogable.

El personal de la secretaría es nombrado directamente por el secretario general.

La función del secretario general y el de los funcionarios de la secretaría es de carácter estrictamente


internacional; no solicitan ni reciben instrucciones de ningún gobierno ni autoridad ajena a la organización.

Tiene dos grupos de competencias, el primero son las competencias técnico administrativas, dentro de ellas:
las técnico económicas, preparar el proyecto de presupuesto de la organización y control de gastos e ingresos;
técnico organizativas, organización del trabajo burocrático de los distintos órganos de Naciones Unidas;
competencias administrativas propiamente dichas, le corresponde actuar como secretario en todas las sesiones
de la asamblea general, del Consejo, del ecosoc y del Consejo de administración fiduciaria, y desempeñar las
demás funciones que le encomienden dichos órganos; funciones técnico jurídicas, es el depositario de los
tratados, y debe registrarlos y publicarlos; funciones técnico asesoras, como la preparación de estudios e
informes, proporcionar documentos, datos e informaciones a los órganos, realizar estudios y análisis de leyes y
disposiciones administrativas; funciones técnico coordinadoras entre los diversos órganos de Naciones Unidas.

El segundo grupo de competencias son: funciones políticas y diplomáticas, que cada día van adquiriendo
más amplitud; funciones político administrativas, informe anual que el secretario presenta a la asamblea
general; funciones políticos representativas, manifestar respecto a Estados no miembros la opinión formada por
los órganos de las NU en asuntos que les afecten; funciones políticas y diplomáticas, como la de poder llamar la
atención del C. de S. hacia cualquier asunto que en su opinión pueda poner en peligro el mantenimiento de la
paz y seguridad internacionales, también funciones de mediador y consejero; funciones político ejecutiva,

277
Guiñazú, María Virginia

organizar las contingentes armados al servicio de las UN, los cascos azules; funciones ejecutivas y diplomáticas,
que se han ampliado.

3.- El mantenimiento de la Paz y la Seguridad Internacionales.

El primer propósito de Naciones Unidas es mantener la paz y seguridad internacionales. La carta establece
también los medios para su consecución, como por ejemplo, tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y
eliminar amenazas a la paz y para suprimir actos de agresión y otros quebrantamientos de la paz, y lograr por
medios pacíficos y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o
arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz.

El arreglo pacífico de las controversias. Los lineamientos generales de la Carta.

El artículo 1.1 de la carta tiene dos conclusiones: la primera, que el ajuste o arreglo de controversias no es el
fin esencial de Naciones Unidas, sino un medio de conseguir el fin, que es el mantenimiento de la paz y
seguridad internacionales. La segunda, que en cuanto medio para conseguir el fin, el arreglo de controversias es
colocado en segundo lugar, poniéndose el acento en la adopción de medidas colectivas eficaces como medio
más favorable para el mantenimiento de la paz. La carta concibe la solución pacífica de controversias en función
del objetivo esencial de mantener la paz y seguridad internacionales

Definición de controversia según el tribunal penal de Justicia internacional: acuerdo sobre una cuestión de
derecho o de hecho, una contradicción, una oposición de tesis jurídicas o de intereses entre dos personas. Para
el tribunal Internacional de Justicia (TIJ), una controversia es una existencia objetiva independientemente del
reconocimiento formal o la negativa de su existencia por una de las partes, y aunque una de las partes dé
seguridad que por el momento no adoptará medidas de ejecución de su pretensión.

El concepto situación es mucho más impreciso y amplio.

El arreglo de controversias no es un fin de la organización, sino un medio de segundo grado para conseguir
el fin principal del mantenimiento de la paz y seguridad internacionales.

La carta no prevé un sistema propio de arreglo de controversias, sino la obligación de los estados miembros
de arreglar a través de medios pacíficos de su elección las controversias que entre ellos surgen, con objeto de
no poner en peligro la paz y la seguridad internacionales. La carta impone a los Estados el principio de arreglo
pacífico de sus controversias internacionales, estableciendo el principio de libertad de elección medios.

Hay disposiciones sobre las competencias y poderes de Naciones Unidas en general y del Consejo de
Seguridad en particular respecto al control y promoción del cumplimiento por los estados de esta obligación.
Dentro de esos poderes, destaca como principal que el C. de S. puede investigar toda controversia o toda
situación susceptible de conducir a fricción internacional o dar origen a una controversia, a fin de determinar si
la prolongación de tal controversia o situación puede poner en peligro el mantenimiento de la paz y la
seguridad internacionales.

278
Guiñazú, María Virginia

El C. de S. puede conocer aquellas controversias o situaciones que le sometan 1 a instancia de cualquier


estado miembro de la organización aunque no sea parte en la controversia o situación. 2 a instancia de un
estado que no sea miembro de las Naciones Unidas siempre y cuando sea parte en la controversia y acepte de
antemano las obligaciones de arreglo establecidas en la carta. 3 a instancias de la asamblea general. 4 a
instancias del secretario general

Si el consejo determina que la prolongación de una controversia o situación que le ha sido sometida es
susceptible de poner en peligro, la paz y seguridad internacionales, puede 1 instar a las partes a que arreglen la
controversia por los medios pacíficos de su elección 2 recomienda a las partes un determinado procedimiento o
método de ajuste que el C. de S. considera apropiado 3 recomendar los términos de arreglos que considere
apropiados.

La opción por cada una es discrecional por parte del consejo y dependerá de las circunstancias del caso
concreto.

Los poderes que tiene consejo en el ámbito del arreglo de controversias son estrictamente de
recomendación. No tiene poderes para arreglar controversias sino para ayudar a los de Estados. Todos los
poderes descritos de las NU en el ámbito del arreglo de controversias o situación y susceptibles de poner en
peligro etc son de recomendación.

Si dicha controversia o situación se prolonga y se convierte en una amenaza a la paz o al quebrantamiento


de la paz o a un acto de agresión, el consejo tiene poderes de acción, y podrá tomar decisiones obligatorias. El
consejo puede considerar que no seguir sus recomendaciones para el arreglo de una controversia o situación
supone en sí mismo una amenaza de la paz.

Todo es cuestión de esta naturaleza con respecto a la cual se requiere acción será referida al consejo de
seguridad por la asamblea general antes o después de discutirlo lo mismo el secretario general el único que
tiene poder de acción es el consejo.

A pesar de que una de las funciones principales del Tribunal Internacional de Justicia es el arreglo de
controversias entre Estados, su papel en el ámbito de arreglo de controversias susceptibles de poner en peligro
la paz y seguridad internacionales suele ser limitado porque este tipo de controversias necesitan una actuación
urgente y tienen un importante componente político.

La acción en caso de amenazas a la paz, quebrantamiento de la paz o actos de agresión.

El instrumento principal para mantener la paz y seguridad internacionales que se ponen manos de las
Naciones Unidas es el poder de tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz y
para suprimir actos de agresión y otros quebrantamientos de la paz.

El sistema de seguridad colectivo diseñado por la carta atribuye todos los poderes al C. de S., y se distinguen
tres etapas o fases: 1 la calificación 2 las recomendaciones o decisiones para mantener o restablecer la paz y la
seguridad internacionales y 3 la adopción de medidas para hacer efectivas sus decisiones.

1. La calificación

279
Guiñazú, María Virginia

El C. de S. determina la existencia de toda amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión.


Este acto reconoce derecho de veto a los cinco miembros permanentes.

Antes de proceder a calificar, el C. de S. puede informarse mejor de la situación procediendo a una


investigación o creando un órgano subsidiario para realizar la investigación.

El Tribunal Internacional de Justicia no puede calificar un acto incluso siendo un órgano judicial, al contrario
del Consejo de Seguridad, que es un órgano político. El consejo podría equivocarse.

El Consejo de Seguridad ha sido muy reticente en utilizar el término agresión para calificar una situación. Los
otros dos términos (amenaza a la paz y quebrantamiento de la paz) son conceptos jurídicos indeterminados,
cuyo contenido es precisado por el consejo según el caso y a la luz de las circunstancias del momento.

2. Adopción de recomendaciones o decisiones para mantener o restablecer la paz y seguridad


internacionales

El art. 39 señala que el C. de S. decidirá qué medidas serán tomados para restablecer la paz y seguridad
internacionales, según considera en cada caso concreto más adecuadas para el fin. Las primeras decisiones
suelen ser:

- exigir el inicio y la reanudación de conversaciones entre las partes a fin de llegar a una solución.
- exigir que se respete el derecho internacional humanitario.
- exige la retirada de las zonas ocupadas ilegalmente, etc.

El art. 40 le permite al C. de S., a fin de evitar que la situación se agrave y antes de hacer las
recomendaciones o decidir las medidas, instar a las partes interesadas a que cumplan con las medidas
provisionales que juzgue necesarias o aconsejables. En la práctica, estas medidas provisionales se reducen a
dos: la suspensión de hostilidades y la creación de una zona neutralizada bajo control internacional.

3. Adopción de medidas para hacer efectivas las decisiones del Consejo de Seguridad

Si las medidas del punto 2 no son respetadas por las partes implicadas, el consejo puede decidir medidas
para que se hagan efectivas sus decisiones. Por medidas entendemos medidas de presión, recomendadas o
decididas por el C. de S., dirigidas contra un actor internacional con el fin de obligarle a cumplir las decisiones
previamente adoptadas para restablecer la paz y seguridad internacionales.

Pueden ir dirigidas contra los estados o cualquier otro actor relevante, como grupos internos, fracciones
enfrentadas o incluso personas determinadas. Esto tiene mucho sentido por ejemplo con el terrorismo.

No obstante, no debe olvidarse que la finalidad de todas estas medidas es hacer efectivas las decisiones del
Consejo adoptadas para restablecer la paz y seguridad internacionales. No caben medidas punitivas que tengan
por finalidad castigar al responsable.

Las medidas que puede adoptar el consejo no se ven limitadas por dos principios fundamentales del derecho
internacional, que si limitan a otros actores: el principio de no intervención en los asuntos internos, y el
principio de prohibición del uso de la fuerza.

280
Guiñazú, María Virginia

Las excepciones al uso de la fuerza son, junto a la legítima defensa, el uso de la fuerza armada decidido o
autorizado por el C. de S.

Respecto al tipo de medidas, se distinguen dos grupos: las que no implican el uso de la fuerza (art. 41) y las
que si implican el uso de la fuerza armada (art. 42).

- A. Medidas que no implican el uso de la fuerza armada

Se encuentran en el art. 41, son decididas por el consejo, y puede instar a los miembros de Naciones Unidas
a que también las apliquen. Pueden comprender la interrupción total o parcial de las relaciones económicas y
de las comunicaciones ferroviarias, marítimas, aéreas, postales, telegráficas, radioeléctricas y otros medios de
comunicación, así como la ruptura de relaciones diplomáticas. No es taxativo, se pueden adoptar otras
medidas, como embargos económicos totales o parciales, suspensión de vuelos internacionales, reducir el
número y categoría del personal de misiones diplomáticas, e incluso la creación de tribunales internacionales
penales específicos para juzgar las violaciones del derecho humanitario a la ex Yugoslavia y en Ruanda. Esto
último, pese a ser discutible, puede llegar a ser justificada en función de los poderes de creación de órganos
subsidiarios del Consejo.

Para garantizar y controlar la eficacia de las medidas adoptadas, el consejo crea un comité de sanciones,
integrado por todos los miembros del C. de S., encargado de examinar la información que deben suministrar los
estados miembros sobre la aplicación de las medidas económicas, los informes del secretario general, la
información recibida sobre violaciones de los embargos, y proponer medidas de naturaleza humanitaria para
evitar que las medidas adoptadas supongan en sí mismas una violación de los Derechos Humanos.

- B. Medidas que implican el uso de la fuerza armada

Según el art. 42, cuando el consejo estima que las medidas del artículo anterior son inadecuadas o han
demostrado serlo, puede ejercer por medio de fuerzas, aéreas navales y terrestres la acción que sea necesaria
para mantener o restablecer la paz y seguridad internacionales. Tal acción puede comprender demostraciones,
bloqueos y otras operaciones efectuadas por fuerzas aéreas, navales y terrestres de miembros de las NU.

Por convenios especiales, se regula la puesta a disposición del Consejo cuando éste lo solicita de fuerzas
armadas, ayuda y facilidades por parte de los miembros de las UN. También se prevé la disposición permanente
del Consejo de contingentes de intervención rápida.

Los planes para el empleo de la fuerza armada son hechos por el consejo con la ayuda del Comité de Estado
Mayor, órgano subsidiario del mismo para ayudarla y asistirle en todas las cuestiones relativas a las necesidades
militares.

El consejo determina si la acción para llevar a cabo sus decisiones será ejercida por todos los estados
miembros o sólo por algunos de ellos.

1. Autorizaciones a Estados miembros para usar la fuerza a fin de garantizar el cumplimiento de medidas
de embargo previamente adoptadas por el consejo de seguridad. Los Estados actúan bajo la autoridad
del C. de S.
2. Autorizaciones a los Estados miembros para que usan la fuerza armada a fin de restablecer la paz y
seguridad internacionales.
3. Autorizaciones a operaciones de las NU para usar la fuerza en el desempeño de su misión.

281
Guiñazú, María Virginia

4. Autorizaciones a los Estados miembros actuando por medio de acuerdos y organismos regionales para
usar la fuerza.
5. Autorizaciones a fuerzas multinacionales con mandato de mantenimiento de la paz para usar la fuerza
en el desempeño de su misión.

Para poder aplicar los supuestos del art. 42, se necesitan celebrar convenios específicos pertinentes según el
art. 43. Y según el art. 106, el consejo no está capacitado para ejercer las competencias que le atribuye el art.
42 hasta que no celebre los convenios del art. 43.

La responsabilidad del Consejo de Seguridad. La competencia de la Asamblea General.

La asamblea general también tiene competencias en materia de mantenimiento de la paz y seguridad


internacionales, pero todas las cuestiones que requieran acción le corresponden al C. de S.

Sin embargo, a raíz del conflicto de Corea en 1950, cuando el C. de S. votó a favor, pero la URSS vetó la
ayuda necesaria a la República de Corea, la asamblea general aprobó una resolución conocida como “Unión Pro
Paz”.

Por esta resolución, la asamblea se otorga, en los casos en que el consejo, por falta de unanimidad de sus
miembros permanentes, no cumpla sus responsabilidades, la facultad de recomendar a los miembros de las NU,
en los casos de amenazas de la paz, medidas colectivas que no impliquen el uso de la fuerza, y para los
supuestos de quebrantamiento de la paz o actos de agresión, cuando fuera necesario, medidas comprensivas
del empleo de la fuerza armada. Se estableció también una comisión de vigilancia de la paz y un comité de
medidas colectivas, y se requirió al secretario general que nombrara un cuerpo de militares expertos que
pudiera servirse, de los contingentes al servicio de las Naciones Unidas.

Esta resolución quiebra el equilibrio establecido en la carta entre la asamblea general y el C. de S. en materia
de mantenimiento de la paz, y fue por eso fuertemente criticada. Sin embargo, nunca se han vuelto a adoptar
medidas por la asamblea general en virtud de la misma. El fracaso de la experiencia de Corea, así como la
necesidad de la Organización de respetar el equilibrio establecido en la carta entre los órganos principales, han
sido la causa de ello.

Las operaciones de mantenimiento de la paz (O.M.P.). Consideraciones generales. Evolución.

Popularmente conocidas como cascos o boinas azules, es el sistema ideado por NU para actuación en caso
de conflictos entre Estados.

Como no tienen una regulación jurídica en la carta, tienen un gran nivel de flexibilidad y facilidad de
adaptación a las circunstancias, pero esa misma ausencia de reglas implica una gran inseguridad conceptual y
jurídica.

En su origen, las OMP consistieron en el despliegue bajo mando y control de NU de militares aportados por
diferentes estados, con el previo consentimiento del Estado en cuyo territorio se realiza el despliegue, y con la
cooperación de todas las partes implicadas, con la finalidad de interponerse entre las partes enfrentadas

282
Guiñazú, María Virginia

(fuerzas de interposición o cascos azules) o verificar y controlar un alto al fuego o una zona desmilitarizada
(misiones de observación o boinas azules).

Evolución

A. Período de la Guerra Fría

A1. Precedentes de actuación (1945-1955)

Las OMP se categorizan en 1956, pero tienen cuatro precedentes de actuación, que son: el comité especial
para los Balcanes en 1946; los comités especiales para Indonesia en 1947; el organismo de las NU encargado de
la supervisión de la tregua en 1948, y el grupo de observadores militares de las NU para India y Pakistán en
1949. Estas dos últimas operaciones se mantienen en la actualidad y son calificadas formalmente como OMP.

Puntos en común de los cuatro precedentes:

1. Estaban formados por pequeñas fuerzas militares y dependían exclusivamente de los estados que
contribuyan aportando a fuerzas.
2. Tres de ellas fueron creadas por el consejo; solamente una por la asamblea general.
3. Todas las operaciones tenían el consentimiento del estado en el que se desplegaron.

La principal diferencia con lo que hoy son las OMP es la falta de carácter integrado, es decir, el no estar bajo
mando y control de las NU, sino de los estados que aportaban las fuerzas.

A2. Conceptualización y consolidación (1956-1962)

La crisis que suscita la nacionalización del canal de Suez por el gobierno egipcio en 1956 provocó una
reunión extraordinaria de la asamblea general ante el bloqueo del Consejo por el veto francés y británico. La
asamblea general, previa aceptación del gobierno egipcio y con el asentimiento de las demás partes implicadas,
creó la Fuerza de Urgencia de las Naciones Unidas (FUNU), cuyo mandato era supervisar el fin de las
hostilidades, incluida la retirada de las fuerzas armadas francesas, británicas e israelíes del territorio egipcio, y
después de la retirada, interponerse entre las fuerzas egipcias e israelíes.

Con la creación de esta fuerza, el secretario general de entonces elabora la categoría “Operación de
Mantenimiento de la Paz”.

Dos años después, el consejo crea una nueva operación, solicitada por el gobierno de Líbano, llamada Grupo
de Observación de las Naciones Unidas en Líbano, con la función de vigilar que no hubiera infiltraciones ilegales
de personal, armas u otro material a través de la frontera libanesa.

La creación de estas primeras operaciones suscita dos problemas: uno, el reparto de competencias entre la
AG y el C. de S. en lo que concierne al mantenimiento de la paz, y dos, la obligación o no de los estados
miembros de la ONU a contribuir al costo de estas operaciones. También la conformidad o no con la carta de
estas operaciones que implicaban fuerzas militares, pero que manifiestamente no eran medidas coercitivas del
art. 42, sino que partían del consentimiento previo del Estado receptor.

283
Guiñazú, María Virginia

Además de estos problemas, planteados en el plano económico y jurídico, también había uno en el plano
político, porque estas operaciones o bien se adoptaron sin el consentimiento expreso de alguna de las grandes
potencias, o bien fueron originadas por situaciones ideológicamente rechazadas por una gran potencia. En todo
caso, se había eludido la decisión unánime de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

La asamblea general solicita un dictamen al TIJ en el que le consulta si jurídicamente los gastos de estas
operaciones debían ser considerados gastos de la organización, y el TIJ lo afirma. Pero esta solución fue
absolutamente ineficaz en el plano político.

La solución de esta crisis política vino a través de un acuerdo político negociado en el seno del Comité
Especial sobre OMP. La solución alcanzada fue doble: de una parte, a través de un acuerdo entre los países
industrializados para resolver las cuestiones financieras, y de otra, encontrando una solución aceptable para
todos los miembros y en particular para los miembros permanentes del Consejo. Las líneas generales del
consenso fueron:

1. El consejo ejercerá la autoridad para el establecimiento, dirección y control de las de las operaciones
2. El secretario general será el comandante en jefe de las operaciones.
3. Las fuerzas de las Naciones Unidas estarán conformadas por contingentes proporcionados por los países
seleccionados por el secretario general. Esta selección se realiza según una representación geográfica
equitativa y la necesidad de atender el más alto grado de eficacia, competencia e integridad.
4. Las OMP deben satisfacer cinco condiciones:
1. Disponer en todo momento de la confianza total y apoyo incondicional del C. de S.
2. Realizar sus operaciones con entera cooperación de las partes concernidas.
3. Funcionar como unidades militares integradas y eficientes.
4. Ser imparciales en el conflicto.
5. No deben recurrir a la fuerza salvo en caso de legítima defensa.

5. El costo de las OMP es considerado gasto de la organización y soportado por todos los miembros. Sin
embargo, la asamblea establece un reparto de cuotas especial conforme el cual los miembros permanentes del
Consejo deben contribuir de forma más importante que al presupuesto general.

A3. Período de expansión (1962-1965)

Sobre la base de este acuerdo político se crean cuatro OMP nuevas:

- Misión de observación de NU en Yemen: observar y garantizar la aplicación del acuerdo entre las partes
enfrentadas en Yemen, además de Arabia saudí y la República Árabe Unida sobre dicho territorio.
- La fuerza de las Naciones Unidas encargada del mantenimiento de la paz en Chipre: función de prevenir
la reanudación de los combates entre las comunidades grecochipriota y turcochipriota.
- La misión del representante del secretario general en la República Dominicana: operación más pequeña
de la historia de UN, con sólo 3 miembros, y con la función de observar e informar sobre las violaciones
del cese al fuego entre las dos autoridades de hecho de la República Dominicana.
- La misión de observación de las Naciones Unidas para India y Pakistán: para vigilar el respeto del cese al
fuego a lo largo de la frontera indo-pakistaní.

Todas ellas cumplieron su mandato con más o menos éxito, lo que hizo pensar que el sistema funcionaba
relativamente bien y comenzaba consolidarse.

284
Guiñazú, María Virginia

A4. Periodo de crisis (1967-1987)

En 1967, Egipto solicita secretario general de la ONU que la FUNU sea retirada. El secretario general, ante la
retirada del consentimiento del estado territorial donde estaba desplegada la operación, sin consultar ni al
consejo ni a la asamblea, retiró la operación. Unos días más tarde, se iniciaba la Guerra de los seis días entre los
Países Árabes e Israel.

Cuando la India solicitó en 1972 la retirada de la misión, el secretario general le respondió que solamente
una decisión del Consejo podía poner fin a esta operación. Esto impidió muy posiblemente un nuevo conflicto
armado entre India y Pakistán.

Después de 1967, todo el sistema de mantenimiento de la paz de NU entró en crisis. Una de las causas fue la
inseguridad del sistema que había contribuido a la crisis de medio oriente. También la situación internacional
de la guerra fría: las grandes potencias estaban directa o indirectamente implicadas en todos los conflictos de la
época, y no podían crearse nuevas operaciones de mantenimiento de la paz por la parálisis del C. de S.

Desde 1966 a 1988 se crearon tres operaciones referidas al mismo conflicto: el de medio oriente. Luego se
llega al fin de la Guerra Fría.

Los mandatos de las operaciones desarrolladas durante la Guerra Fría venían referidos a la aplicación de
medidas de alto al fuego, de separación o de retiro de tropas de las partes beligerantes. Su función era congelar
los diferentes crisis; actuaban como medidas de apaciguamiento o prevención.

Durante la Guerra Fría las misiones de mantenimiento de la paz tenían un carácter esencialmente militar, y
estaban habitualmente desplegadas después de la adopción de un cese al fuego, pero antes de negociar el
arreglo del conflicto, porque uno de sus principales objetivos era crear las condiciones idóneas para comenzar a
negociar. Estas operaciones debían ser temporales, de corta duración; pero al no llegar los acuerdos de arreglo,
y ante la ausencia de otras soluciones, en muchos casos tendieron a institucionalizarse.

B. Período posterior a la Guerra


B1. Relanzamiento (1988-1992)

A partir de 1988, el fin de la Guerra Fría supone también el fin de muchas guerras calientes que habían
estado alimentadas por las grandes potencias, y la parálisis que la Guerra Fría había provocado en el C. de S.
tocó su fin.

Así, las OMP fueron más numerosas durante los cuatro años siguientes que durante los 40 años anteriores.

La evolución que van a conocer las OMP se refleja también en otros ámbitos:

1 Universalización, al extenderse a otros ámbitos geográficos como Namibia, Angola, Nicaragua, El Salvador
Camboya, Mozambique.

2 Utilización para otros tipos de conflictos que ya no son sólo internacionales, sino sobre todo internos.

3 Asignación de funciones totalmente nuevas: ya no se limitan a congelar los conflictos esperando su


solución.

285
Guiñazú, María Virginia

Entre 1988 y 1999 se crearon 11 OMP para dos tipos de conflictos: primero para conflictos internos en los
que las grandes potencias habían estado directa o indirectamente implicadas, y que después de la Guerra Fría
serán esas mismas potencias las que ayudarán a llegar a acuerdos de paz. Es el caso de Afganistán y Angola.

Se crea también el Grupo de Asistencia de las NU para el período de transición creado para ayudar en el
proceso de transición a la independencia de Namibia, a través de la organización de elecciones libres bajo
vigilancia y control de UN.

El segundo tipo de conflictos son conflictos de carácter internacional que terminaron con un acuerdo entre
las partes enfrentadas, cuyos términos debían ser garantizados. Es el caso del fin de la guerra entre Irak e Irán.

B2. El informe “Un programa de paz” y las OMP en conflictos sin voluntad de paz (1992-1994)

La mayor parte de los casos había tenido éxito en su misión.

Se presenta en 1992 por el secretario general el informe Un programa de Paz, donde hace proposiciones
innovadoras que se separan en parte del acuerdo político de 1962: habla de la posibilidad de crear una
operación sin el consentimiento de todas las partes enfrentadas, de recurrir a la fuerza más allá de la fuerza de
la legítima defensa.

Uno de los acontecimientos que se suceden inmediatamente hará que ese sentimiento de éxito que se va a
proponer cambiar los principios de funcionamiento de las OMP para poder intervenir en otro tipo de conflictos
se conviertan en sentimiento de fracaso y obligará nuevamente a replantear los principios de funcionamiento.

Entre 1992 y 1993 las NU crean 7 operaciones para conflictos muy problemáticos: para la ex Yugoslavia, para
Somalia, para Ruanda, para Liberia, y para Georgia. Estos conflictos eran sobre todo guerras internas, y fueron
brutales, con más de dos millones de muertos. Las violaciones cometidas no eran tanto sobre las fronteras sino
sobre seres humanos. Las normas de derecho humanitario fueron sistémicamente violadas, los civiles y el
personal de los organismos de ayuda eran tomados de rehenes, se forzaba a los niños a convertirse en asesinos.

Estas guerras eran exacerbadas por las rivalidades étnicas y religiosas, y financiadas por intereses
económicos extranjeros y comerciantes de armas.

También las NU tuvieron que hacer frente a los saboteadores, a grupos (incluidos los signatarios de los
acuerdos de paz) que reniegan de sus compromisos o tratan de dejar sin efecto el acuerdo de paz mediante la
violencia, y que se opusieron al establecimiento de la paz en Camboya, volvieron a sumir a Angola, Somalia y
Sierra Leona en la guerra civil, y orquestaron el asesinato de 800.000 personas en Ruanda.

Frente a estas situaciones, las NU se ven obligadas a cambiar el mandato de la operación con frecuencia,
mandatos que terminan en la ambigüedad, lo que refuerza los saboteadores.

Ante ello, el C. de S. autorizará en estas operaciones el empleo de la fuerza armada para garantizar su
mandato, bien a las operaciones directamente, o bien a los acuerdos regionales, para proteger a las
operaciones e incluso llegar a autorizar el uso de la fuerza a los estados para que restablezcan el orden que no
puedan mantener las operaciones.

En todo caso, ya fuera porque los mandatos no eran apropiados, porque los saboteadores fueron más
eficaces que los amantes de la paz, porque la operación carecía de medios necesarios, o porque el momento de

286
Guiñazú, María Virginia

despliegue no era el adecuado, la mayor parte de estas operaciones fueron un fracaso porque no pudieron
evitar al menos durante un largo periodo de tiempo la continuidad de los enfrentamientos armados ni las
masacres de civiles.

B3. El suplemento a la agenda para la paz y la ralentización del mantenimiento de la paz (1995-1998)

La grave crisis producida por los fracasos de Ruanda, Somalia, Liberia y Yugoslavia, llevan al secretario
general a presentar en 1995 un informe denominado Suplemento de un Programa de Paz, con una profunda
revisión de las recomendaciones que hacía la misma. Dicho informe decía que las operaciones se han atribuido
mandatos suplementarios que exigían el uso de la fuerza, y se apartaban de los principios de consentimiento de
las partes, de la imparcialidad y del no empleo de la fuerza. Su ejecución exige medios militares mucho más
considerables de los previstos, como en el caso de la ex Yugoslavia. Nada es más peligroso para una operación
de mantenimiento de la paz que tener que usar la fuerza cuando no está en condiciones de hacerlo en razón de
su composición, armamento, mantenimiento logístico y despliegue.

El secretario general vuelve a afirmar los principios fundamentales de acuerdo político adoptados en 1962:
consentimiento del Estado territorial y cooperación de todas las partes implicadas, imparcialidad y no recurrir a
la fuerza salvo casos de legítima defensa.

En este periodo se observa una clara disminución de la actividad del C. de S.: a pesar de que aparecen 11
OMP, todas suceden a operaciones previas, ninguna atiende un conflicto nuevo.

B4. Las operaciones de reconstrucción del Estado, la reflexión teórica y la revisión de la práctica del
mantenimiento de la paz a partir de 1998

Este periodo de ralentización de la actividad de las NU manifiesta una profunda crisis y provoca una
profunda reflexión teórica y revisión de la práctica con la finalidad de salir de ella. Los elementos que marcan el
punto de inflexión son los siguientes:

1. La publicación en 1999 de dos informes relativos a dos de los más grandes fracasos: el genocidio de
Ruanda y el informe sobre la caída de Sbrenica. En estos informes se analizan las causas de los fracasos
y los errores cometidos por las OMP, y se extraen lecciones para intentar que no vuelvan a suceder.
2. Se crean dos OMP para responder a desafíos completamente nuevos y ambiciosos: la Misión de la
administración provisional de las NU en Kosovo, y la Administración Transitoria de las NU en Timor
Oriental. Estas operaciones tienen los mandatos más ambiciosos de la historia de las OMP: administrar
el territorio y la población con todos los poderes legislativos, ejecutivos y judiciales.

Se desarrollan entonces dos fenómenos que se van a convertir en algo habitual a partir de ahora: por un
lado, el reforzamiento de poderes de las OMP creadas con atribución de mandatos más amplios y claros y con
la autorización del uso de la fuerza para la defensa de los mismos, y por otro lado la profusión de la utilización
de una especie de operaciones con un rango inferior a las calificadas formalmente de OMP para ejercer
funciones de prevención de conflictos o de consolidación de la paz.

En Sierra Leona, en Timor y el Congo, el C. de S., teniendo el consentimiento de las partes en conflicto, les
otorga a las operaciones el mandato de proteger a los civiles sobre los cuales se cierna una amenaza inminente
de ataque físico, y autoriza expresamente a emplear la fuerza en el cumplimiento de su mandato. Se faculta
explícitamente al personal de NU para proteger a los civiles que se encuentran en situaciones de conflicto.

287
Guiñazú, María Virginia

El segundo fenómeno es la multiplicación de las denominadas misiones políticas de consolidación de la paz


que, creadas por el secretario general, tienen misiones muy semejantes o idénticas a las de las OMP, pero se
distinguen de ellas en su tango o categoría y en su sistema de financiación. Se crean como alternativa a la
imposibilidad de crear una OMP por falta de unanimidad de las grandes potencias, para coordinar la actuación
de pacificación o porque no se tiene claro que una OMP clásica pueda tener éxito en el conflicto.

Los mandatos de la OMP abarcan tareas muy variadas; entre ellas:

1. Supervisión de una tregua, vigilancia de un cese al fuego, observación militar.


2. Desmovilización y reinserción. Estas operaciones comprenden la supervisión de la concentración y de la
desmovilización de los antiguos combatientes, a quienes se proporciona pequeña cantidades de dinero,
útiles para la vida diaria, un domicilio, material agrícola, etc. para que puedan reiniciar la vida normal.
3. Desarme. Comprende la recogida, el almacenamiento y la destrucción de armas de diferentes tipos.
4. Asistencia humanitaria, como grandes cantidades de alimentos, medicamentos, urgencias médicas,
heridas provocadas por combates o catástrofes naturales, etc.
5. Asistencia electoral. Proporcionar asistencia en materia de leyes electorales, organizar o supervisar
elecciones, observar campañas electorales, verificar los resultados, etc.
6. Derechos Humanos. Mantener comunicación con la población civil local sobre cómo son tratados por los
responsables gubernamentales, la policía y otras personas que ostentan el poder o la autoridad;
escuchar e informar sobre las alegaciones relativas a violaciones de derechos fundamentales o sobre
casos de violencia fundada en motivos étnicos, de raza, religión o sexo.
7. Policía civil, vigilancia y supervisión de la acción llevada a cabo por la policía local, a fin de que se
respeten las normas sobre Derechos Humanos; establecimiento de la confianza entre grupos adversos
y/o entre la policía y las comunidades locales.
8. Desminado. Retirada de minas, detección y levantamiento de minas y creación de bases de datos,
formación de equipos locales de desminado, etc.
9. Restauración del estado. Comprende el ejercicio de todas las funciones legislativas, ejecutivas y
judiciales propias de un estado durante un período transitorio.

Los principios que rigen el funcionamiento de las OMP siguen siendo el consentimiento, la imparcialidad y el
no uso de la fuerza. Es necesario el consentimiento del representante internacionalmente reconocido del
territorio donde va desplegarse la OMP. Esa representación suele tenerla el gobierno de dicho estado. También
se pide la cooperación de las demás partes interesadas. Esta cooperación es un requisito de eficacia, pero no es
jurídicamente necesario y en ocasiones es imposible.

288
Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 13:

1.- Los Acuerdos Regionales.

Concepto y caracterización. Las Naciones Unidas y los acuerdos regionales.

2.- La Organización de Estados Americanos (OEA).

Antecedentes. Fines. Miembros. Estructura orgánica. Naturaleza Jurídica.

La Carta de la OEA (1948) tuvo inspiración en la entonces reciente Carta de las NU, en cuyo Capitulo VIII se
insertó.

i) Estructura

El artículo 51 de la Carta establece los órganos designados para “realizar los fines” de la OEA:

• la Asamblea General;

• la Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores;

• los Consejos y

• la Secretaria General.

Además se enumeran

• el Comité Jurídico interamericano;

• la Comisión Interamericana de derechos humanos;

• las Conferencias especializadas y

• los organismos especializados.

A cada Estado le corresponde un voto. Por eso el órgano supremo es la Asamblea General, cuya principal
función es “decidir la acción y la política generales de la Organización”. Se reúne una vez al año, aunque
eventualmente “en circunstancias especiales” podrá celebrar sesión extraordinaria con la aprobación de los dos
tercios de los Estados miembros del Consejo Permanente.

ii) La Reunión de consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores

A fin de considerar problemas urgentes, se reúne a pedido de cualquier Estado miembro dirigido al
Presidente del Consejo, que decide por mayoría absoluta de votos. En caso de ataque armado dentro del
territorio de un Estado americano deberá convocarse de inmediato por el Presidente del Consejo.

289
Guiñazú, María Virginia

iii) El Consejo Permanente

Está constituido por un representante por cada Estado miembro, siendo presidido sucesivamente durante
seis meses según el orden alfabético español de los países miembros.

Sus funciones son amplias, ya que actúa en forma permanente, como su nombre lo indica, y se ocupa de
cualquier asunto que le encomiende la Asamblea General o la Reunión de Consulta. Actúa provisionalmente
como órgano de consulta en el caso de ataque armado a un país americano. Pero su función política principal
consiste en velar por las relaciones amistosas entre los Estados miembros para lo cual los asistirá en la solución
de controversias que pudieran presentarse.

iv) La Secretaria General

El órgano central y permanente de la OEA es la Secretaria General. El Secretario General es elegido por la
Asamblea General por un periodo de cinco años y podrá ser reelegido por una sola vez. Dirige la Secretaria y
participa con voz pero sin voto en todas las reuniones de la Organización. Sus funciones específicas:

“Artículo 118. En el cumplimiento de sus deberes, el Secretario General y el personal de la Secretaría no


solicitarán ni recibirán instrucciones de ningún Gobierno ni de ninguna autoridad ajena a la Organización.

Artículo 119. Los Estados miembros se comprometen a no tratar de influir sobre ellos en el desempeño de sus
funciones.”

v) Otros órganos

La Organización cuenta con Consejos con funciones determinadas por la Carta. Ellos son:

- el Consejo para el Desarrollo Integral, que estará formado por un representante por cada Estado miembro,
con nivel ministerial o equivalente. Su función primordial es promover el desarrollo integral para contribuir a la
eliminación de la pobreza crítica.

- el Comité Jurídico interamericano, cuerpo consultivo de la Organización en asuntos jurídicos; y

- la Comisión interamericana de Derechos Humanos.

vi) Miembros

Son miembros de la OEA todos los Estados americanos que ratifiquen la Carta y que sean independientes y
miembros de la Organización de las Naciones Unidas al 10 de diciembre de 1985.

Sistema de seguridad colectiva

La principal razón de ser de la Organización, que llevo a su concreción en 1948, fue establecer un sistema
propio, interamericano, de seguridad colectiva. Esto es, que una agresión contra un Estado americano fuera

290
Guiñazú, María Virginia

considerada una agresión contra todos los demás, de manera que la seguridad fuese responsabilidad colectiva
de todos los Estados americanos.

La Carta establece dos principios básicos: solidaridad frente a la agresión contra la integridad o violación del
territorio de un Estado americano, y la aplicación de “las medidas y procedimientos establecidos en los tratados
especiales”.

Existe un solo “tratado especial”, que es el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), también
llamado Tratado de Río, que es un acuerdo netamente defensivo, un pacto de defensa mutua interamericano.
Fue adoptado en la Conferencia Interamericana para el mantenimiento de la Paz y Seguridad del Continente, en
Rio en 1947, y es anterior a la misma Carta.

Preocupación de la OEA fueron las actividades subversivas que pudieran ser consideradas agresiones
encubiertas a las repúblicas americanas, en un primer tiempo, de ideología nazi-fascista y posteriormente
comunista, en la etapa de la Guerra Fría. De manera que el TIAR, que se aplicó en numerosas oportunidades en
que surgieron conflictos entre Estados americanos, estuvo básicamente orientado a servir de instrumento a la
política de los Estados Unidos en su confrontación con la entonces Unión Soviética.

Durante la guerra de las Islas Malvinas (1982), la Argentina procuró configurar, a través del TIAR, la
existencia de una agresión extra continental (británica) a una república americana. La vigésima Reunión de
Consulta aprobó una resolución el 28 de abril de 1982 sobre la “grave situación planteada en el Atlántico Sur” y
una segunda resolución el 29 de mayo de 1982, donde se condenó “el injustificado y desproporcionado ataque
armado consumado por el Reino Unido...” y se resolvió “reiterar su más firme requerimiento al Reino Unido
para que cese de inmediato las acciones bélicas que lleva a cabo contra la República Argentina” y “solicitar a los
Estados partes del TIAR que presten a la República Argentina el apoyo que cada cual juzgue apropiado para
asistirla ante esta grave situación”.

i) Relaciones del sistema de seguridad de la OEA con el de la ONU

La Carta de la ONU se refiere a la acción de las organizaciones regionales desde una doble perspectiva: para
el arreglo pacífico de controversias internacionales, y para la seguridad colectiva.

En cuanto al arreglo pacífico, las partes de un acuerdo regional deben hacer todo lo posible para solucionar
los diferendos en el organismo regional antes de recurrir al Consejo de Seguridad.

Respecto de la acción colectiva se ha discutido la interpretación de las palabras “medidas coercitivas” del
art. 53, que dispone que no se podrán aplicar sin autorización del Consejo de Seguridad. Se ha entendido que la
disposición impone una limitación relativa y no absoluta, de otro modo las NU inhibirían la acción regional y la
autorización dada en el artículo mencionado no tendría sentido si en cada caso se requiriera el visto bueno del
Consejo de Seguridad.

ii) Legitima defensa

El art. 51 de la Carta de NU dispone que se debe comunicar inmediatamente al C. de S. las medidas que se
tomen en el ejercicio del derecho de legítima defensa. Dichas medidas no requieren la autorización del Consejo,
sea que las tome individualmente un Estado o lo sean colectivamente por un organismo regional.

1) La cooperación en la Carta de la OEA

291
Guiñazú, María Virginia

La Carta establece el Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral (CIDI), que tiene como finalidad
“promover la cooperación entre los Estados americanos con el propósito de lograr su desarrollo integral y, en
particular, para contribuir a la eliminación de la pobreza crítica”. Abarca los campos económico, social,
educacional, cultural, científico y tecnológico”.

Las metas a alcanzar no son de la OEA, sino las que se fije cada país miembro.

i) Las reuniones cumbres

El presidente Clinton invito a los otros presidentes de las Américas a un nuevo sistema continental que se ha
denominado “Cumbre de las Americas”, que se reunirá cada cuatro años. La primera Cumbre se reunió en
Miami en 1994, la segunda en Santiago de Chile en 1998.

El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca. Partes contratantes. Obligaciones generales que


asumen. Casos que regula el Tratado y mecanismo aplicable para cada uno de ellos. Zona de aplicación. El
concepto de agresión: caracterización. Medidas aplicables.

3.- La Organización del Atlántico Norte (OTNA).

Antecedentes. Fines. Miembros. Estructura orgánica. Naturaleza Jurídica.

292
Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 14: Cooperación Económica y Financiera Internacional

1.- Fondo Monetario Internacional (FMI). Antecedentes. Fines. Miembros.

1. ANTECEDENTES

El FMI nace de los acuerdos logrados en la Conferencia de Bretton Woods, celebrada entre en 1944, donde
los estados reunidos discuten el “Proyecto Preliminar de Estatuto para la creación de un Fondo Monetario
Internacional”, elaborado fundamentalmente por EEUU y Gran Bretaña. Hubo dos posiciones claramente
diferentes, expresadas por Harry Dexter White, delegado norteamericano, y John M. Keynes, representante
británico.

La posición de Keynes presentaba algunas ideas innovadoras e interesantes: 1) El principio del adelanto en
descubierto, y la creación de un procedimiento para otorgar créditos a países en dificultades de liquidez. 2) La
creación de una Unión Internacional de Compensación, facultada para dar asistencia financiera y para emitir
moneda según las necesidades del comercio mundial. 3) Otorgamiento de manera automática a los países
deficitarios de un medio de pago internacional que se llamaría “BANCOR”. 4) Tanto los países deficitarios como
los superavitarios serían co-responsables del ajuste y cargarían proporcionalmente con sus consecuencias. En el
caso de los países excedentarios se gravarían sus saldos acreedores con bancos. 5) La aceptación de los
controles de capitales en casos necesarios.

La posición de White era menos ambiciosa y proponía: 1) La creación de una unidad de cuenta llamada
“Unitas” que a partir de una escritura contable permitía adquirir divisas. 2) Creación de un Fondo de
Estabilización de los tipos de cambio, con capacidad reducida para dar créditos. 3) Los créditos no serían
concedidos automáticamente. 4) Rechazo a que los países excedentarios sean co-responsables del ajuste. 5) La
prohibición y reducción de los controles de capitales.

El plan de Keynes no se concretó porque la hegemonía política ya residía en Norteamérica, y su plan era
demasiado complejo y audaz para la época. Se concretó el proyecto de White debido a esas mismas razones, y
porque EEUU era absolutamente consciente de que tenía la divisa más fuerte de la pos-guerra, enormes
reservas de oro, y era el principal aportante a la nueva institución, por lo que pretendía mantener esta posición
y limitar sus responsabilidades.

Conclusiones de Bretton Woods: La mayor parte de las cláusulas importantes fueron elaboradas por la
delegación norteamericana. Se convinieron tres principios básicos y fundamentales del nuevo sistema: 1)
Igualdad entre los países miembros sin distinguir entre desarrollados y no desarrollados u otras distinciones
similares. 2) Estabilidad de los Tipos de Cambio entre los estados miembros, respetando los valores acordados
en la conferencia y prohibiendo las devaluaciones competitivas. 3) Libertad de Cambios, prohibiéndose los
controles de capitales.

Para el cumplimiento de estos principios, se acordó un nuevo sistema monetario internacional con un nuevo
esquema de tipos de cambio de las monedas más importantes del mundo, que estaría basado en el patrón oro-
dólar, y que sería el siguiente: todas las monedas del mundo tendrían un tipo de cambio respecto al dólar y al
oro, pero solo el dólar sería convertible directamente al oro, cuya paridad fue acordada en U$S 35 por onza de
oro. Se resolvió que el dólar sería la moneda central o activo de reserva.

Así, cada uno de los países del mundo, defendiendo el tipo de cambio de su moneda respecto al dólar
liberaba a EEUU de preocuparse por vigilar el tipo de cambio del dólar respecto a todas las demás monedas, y a

293
Guiñazú, María Virginia

éste solo le quedaba la obligación de defender el precio de su moneda respecto al oro. La paridad del dólar en
relación al oro era el eje sobre el que giraría el nuevo sistema monetario internacional durante 20 años.

A mediados de los años sesenta, EEUU ya había dejado escapar la inflación, y fuera de sus fronteras, se
almacenaba una masa de dólares equivalente al total de sus reservas de oro, lo que ponía en peligro el sistema.
Este proceso de deterioro culminó cuando en 1971 el presidente norteamericano decidió la suspensión de la
convertibilidad del dólar en oro; luego, el propio estado norteamericano dispone una primera devaluación del
dólar respecto del oro de un 7,9%, que fue seguida de una segunda devaluación en 1973 que acabó con todo el
sistema monetario de posguerra.

Los acuerdos de Bretton Woods dieron nacimiento al marco jurídico que estructuró al sistema monetario
internacional y a la institución intergubernamental encargada de ejecutar esos principios jurídicos y vigilar su
aplicación. Además, expresaron la voluntad de EEUU de organizar jurídicamente las relaciones comerciales y
monetarias internacionales acorde a sus propios principios, ideas e intereses permanentes o coyunturales.

2. INTRODUCCIÓN

El Convenio Constitutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) se aprobó junto con el del Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento en la Conferencia de Bretton Woods, en 1944. El Fondo comenzó su
existencia el 27 de diciembre de 1945, cuando los representantes de los 29, países cuyas cuotas ascendían al
80% de las cuotas aceptadas en la Conferencia de Bretton Woods, depositaron sus ratificaciones al Convenio.

El Fondo comenzó sus operaciones el día 1 de marzo de 1947. En ese mismo año pasó a ser Organismo
Especializado de las NU, tras la aprobación de la Asamblea General. Tiene su sede en Washington. El convenio
ha sido reformado en tres oportunidades (en 1969, 1978, 1992).

3. PRINCIPIOS Y FINES

El FMI tiene tres principios básicos, algunos de los cuales son mencionados también dentro de sus fines:

1) IGUALDAD ENTRE LOS MIEMBROS: El estatuto no prevé diferencias de trato en base al grado de desarrollo
de cada estado, ni entre países retrasados y desarrollados. La única distinción que hace, pero de manera
subrepticia (de manera oculta), es entre países deficitarios y los que no lo son, ya que aquellos tienen derecho a
asistencia financiera.

2) ESTABILIDAD DE LOS TIPOS DE CAMBIO: El estatuto busca el respeto de los estados miembros al esquema
de tipos de cambio convenido, con eje en U$S 35 por cada onza de oro. Prohíbe las devaluaciones competitivas
como una herramienta válida en el comercio internacional.

3) LIBERTAD DE CAMBIOS: El estatuto busca que los estados miembros se abstengan de imponer controles a
la entrada y salida de capitales, impulsando la erradicación de los controles de cambio y el desmantelamiento
de los existentes.

Los fines del Fondo Monetario son amplios y están dirigidos a dos grandes objetivos: favorecer los
intercambios internacionales sobre una base monetaria multilateral y ayudar a los Estados miembros a
equilibrar sus balanzas de pagos. Según el art.1 del Estatuto del Fondo, los objetivos son:

a) Promover la cooperación monetaria internacional por medio de una institución permanente, mediante un
mecanismo de consultas y de colaboración en materia de problemas monetarios internacionales.

294
Guiñazú, María Virginia

b) Facilitar la expansión y el desarrollo armonioso del comercio internacional, contribuyendo así a la


instauración y al mantenimiento de altos niveles de empleo y de ingresos reales y de un desarrollo de los
recursos productivos de todos los estados miembros, como objetivos primordiales de la política económica.

c) Promover la estabilidad de los tipos de cambio, procurar que los estados miembros mantengan relaciones
cambiarias ordenadas a evitar depreciaciones cambiarias competitivas.

d) Ayudar al establecimiento de un sistema multilateral de pagos para las transacciones corrientes entre los
estados miembros y a la eliminación de las restricciones de cambios que entorpezcan la expansión del comercio
mundial.

e) Inspirar confianza entre los estados miembros poniendo a su disposición, mediante garantías adecuadas,
los recursos del Fondo y procurando así corregir los desequilibrios de sus balanzas de pagos sin recurrir a
medidas ruinosas para la prosperidad nacional o internacional.

f) Acortar la duración y aminorar el grado de desequilibrio de las balanzas de pagos de los estados
miembros.

Estructura Orgánica del FMI. Constitución, atribuciones y forma de funcionamiento de cada uno de los
órganos principales.

4. ESTRUCTURA ORGÁNICA

Hay cinco órganos principales, de los cuales dependen un grupo numeroso de dependencias técnicas:

1. Junta de Gobernadores: Es la autoridad máxima del FMI y está formada por un gobernador titular y uno
suplente designado por cada estado miembro (son 184) para un período de cinco años, y pueden ser renovados
a voluntad de los estados a quien representan. El gobernador es el Ministro de Hacienda o Economía del país o
el presidente de su Banco Central. El presidente es nombrado por la propia Junta.

Este órgano está investido de todos los poderes del FMI, pero delegó la mayoría en el Directorio Ejecutivo, a
excepción de la admisión y suspensión de miembros, la aprobación de la revisión de cuotas, la modificación
uniforme de la paridad de las monedas de todos los países miembros, la distribución de los ingresos netos del
Fondo y la disolución del mismo.

Se reúne generalmente una vez al año.

2. Directorio Ejecutivo: Es el órgano permanente del FMI. Se reúne varias veces por semana en la sede. Está
integrado por 25 miembros: el Director Gerente y 24 Directores Ejecutivos, de los cuales cinco son permanentes
y designados directamente por EEUU, Japón, Francia, Alemania y Gran Bretaña, quienes tienen suscritas las
mayores cuotas. Los diecinueve miembros restantes son elegidos por 19 grupos de países. Cada uno de los
grupos elige un director titular y uno suplente, teniendo en cuenta una serie de normas no escritas sobre
rotación entre ellos, con claro predominio de los países más grandes. Tres de esos 19 grupos están formados
por un solo país (Rusia, Arabia Saudita y China), lo que los transforma, de hecho, en miembros permanentes.

Tiene a su cargo la gestión cotidiana de las operaciones del Fondo y las facultades que en él delegue la Junta
de Gobernadores. Se ocupa de la política, el funcionamiento y la administración del FMI, incluida la supervisión
de la política cambiaria de los países miembros; decide sobre la prestación de asistencia financiera, la

295
Guiñazú, María Virginia

aprobación de las cartas de intención y los acuerdos stand-by; el contenido y alcance de la condicionalidad
exigida en acuerdos de asistencia financiera; hace el análisis de los aspectos sistémicos de la economía mundial,
etc. Eleva informes a la Junta de Gobernadores.

3. Director Gerente: Es elegido por el Directorio Ejecutivo. No podrá ser ni gobernador ni Director Ejecutivo,
y, por un acuerdo tácito no escrito, el cargo recaerá siempre en un ciudadano europeo. Es el representante
legal del FMI y la cabeza visible de la organización, que cuenta con 2.660 funcionarios procedentes de 140
países.

Entre sus atribuciones están las de presidir las reuniones de los Directores Ejecutivos, aunque sin derecho a
voto, salvo en los casos de empate. Bajo la autoridad del Directorio Ejecutivo, dirige y ejecuta las actividades
ordinarias del FMI. Su mandato dura cinco años y puede ser reelegido indefinidamente.

4. Comité Provisional: (También llamado Comité Monetario y Financiero Internacional de la Junta de


Gobernadores). Es un órgano asesor integrado por 24 gobernadores, ministros u otros funcionarios de similar
jerarquía y reproduce en su composición al Directorio Ejecutivo. Se reúne dos veces por año. Sus
responsabilidades son guiar al Directorio Ejecutivo; vigilar la evolución, gestión y adaptación del sistema
monetario; hacer recomendaciones y propuestas para reformar el Convenio Constitutivo; y notificar a la Junta
de Gobernadores sobre cuestiones vinculadas con disturbios repentinos que puedan amenazar el sistema
monetario y financiero internacional.

5. Comité para el Desarrollo: Está integrado por 24 miembros, ministros de hacienda u otro similar, asesora e
informa a las Juntas de Gobernadores del FMI o BM, sobre aspectos relativos al desarrollo y sus problemas,
transferencia de recursos hacia los países más rezagados, asuntos sobre la cooperación para el desarrollo, etc.

El Comité Provisional y el Comité para el Desarrollo son órganos tanto del FMI como del Banco Mundial, y
asesoran a ambas instituciones.

296
Guiñazú, María Virginia

Las cuotas de los países miembros del FMI. Elementos que se consideran para la fijación de su valor.
Procedimiento para su determinación. Efectos del valor de la cuota. Integración de la misma.

5. LA CUOTA

Cuando ingresan al FMI, los países miembros se comprometen al pago de una cuota que se expresa en DEG
(Derechos Especiales de Giro). La cuota inicial de un país se sitúa dentro de la gama de cuotas de los países
miembros de magnitud y características económicas similares. Las cuotas determinan las relaciones financieras
e institucionales de los países miembros con el FMI, de cuyas relaciones es el eje central.

a) Cómo se calcula la cuota: A intervalos no mayores de cinco años, la Junta de Gobernadores debe llevar a
cabo una revisión del tamaño de las cuotas y determinar, en función de la evolución de la economía mundial y
los cambios en la situación económica de los países miembros, si es necesario proponer un ajuste de las cuotas,
quedando siempre a salvo la facultad de un estado miembro a solicitar el ajuste de su propia cuota.

Las cuotas se estiman en base a la importancia económica relativa de cada país en el conjunto mundial, que
se establece en función de determinados datos macroeconómicos: el PBI; las reservas externas; la relación
entre PBI y exportaciones; la variabilidad de las exportaciones y el promedio de las importaciones, etc.

En base a estos datos se establece una magnitud provisoria de la cuota, que luego es comparada con la
cuota de otro país de similares características y potencialidad económica, a fin de equipararlos entre sí, y fijar
así la cuota definitiva.

Este procedimiento y cálculo técnico es hecho por una comisión técnica de expertos, que eleva una
recomendación sobre la cuota y otras condiciones a la Comisión de Admisión del Directorio Ejecutivo. Esta
Comisión evalúa la recomendación presentada y, previa conformidad del país solicitante, confecciona un
informe para ser estudiado por el Directorio Ejecutivo en pleno; este, a su vez, elabora una resolución de
admisión que presentará para su aprobación a la Junta de Gobernadores.

b) Suscripción de la cuota: En sus orígenes, los países que ingresaban al FMI, suscribían (pagaban) el 25% de
su primera cuota en oro y el 75% restante en su propia moneda nacional. A partir de la década del 70, se

297
Guiñazú, María Virginia

modificó el sistema y ahora el 25% en oro puede ser abonado en DEG o en otras monedas duras convertibles
(dólar, yen, euro etc.).

c) Efectos de la cuota: La fijación del valor de la cuota tiene tres consecuencias importantísimas:

1) Número de votos: La magnitud de la cuota de un país determina el número o cantidad de sus votos.
Cada país miembro tiene derecho a un básico de 250 votos, más un voto por cada 100.000 DEG de su cuota.
Si un país tiene una cuota de 1.500.000 DEG, tendrá 15 votos por su cuota más sus 250 básicos (=265 votos).

2) Acceso al financiamiento: El monto máximo de financiamiento que puede obtener un país del FMI
(límite de acceso) está basado en la cuota. Un país puede solicitar un préstamo de hasta el 300% de su cuota
en servicios normales; y dentro de los servicios especiales, hasta el 500% de la misma. Significa que un país
que tiene una cuota de 1.500 millones de DEG, podrá obtener un préstamo de hasta 4.500 millones de DEG
en los servicios ordinarios y hasta 7.500 millones de DEG en los especiales.

3) Asignación de DEG: Cada país tendrá asignado una cantidad de DEG proporcional a la magnitud de su
cuota.

Mecanismo de acceso a los recursos del FMI. Razones que motivan su utilización por los Estados
miembros. El mecanismo básico. La condicionalidad como requisito de acceso a los fondos.

MECANISMOS Y SERVICIOS DE AYUDA FINANCIERA DEL FMI

A través de estos mecanismos y servicios de asistencia financiera, el Fondo cumple su objetivo principal, que
es dar apoyo financiero a los países miembros que padezcan un déficit en su balanza de pagos para que, por
esta causa, no se vean tentados a tomar medidas distorsivas que obstaculicen el libre comercio internacional.

I.- REQUISITO BÁSICO, TRÁMITE Y MECANISMO:

a) El requisito básico para que un país miembro del FMI pueda obtener ayuda financiera es que esté
sufriendo, o en peligro de sufrir, un DÉFICIT DE BALANZA DE PAGOS. Si un país no padece un déficit en su
balanza de pagos, no podrá obtener su asistencia financiera.

b) El trámite administrativo más común, y el principal, consiste en el Acuerdo Stand-By, también llamado
Acuerdo Contingente o Acuerdo de Derecho de Giro. Su naturaleza jurídica es la de un acuerdo internacional
entre el organismo y el país miembro, en donde se concede una línea de crédito, con modalidades especiales y
el derecho del FMI a vigilar y controlar su cumplimiento.

El país solicitante escoge el mecanismo o servicio de ayuda financiera de entre todos los que el FMI pone a
su disposición. Este país hace su elección en base a la cantidad o volumen de ayuda financiera que necesita;
debe escoger entre los servicios en donde el monto a otorgarse le alcance para cubrir ese déficit.

Comienza el trámite con la presentación de una Carta de Intención firmada por el gobernador del país ante
el FMI, donde solicita el préstamo a través de un determinado servicio de ayuda del FMI, declara la necesidad
de financiamiento por déficit de balanza de pagos, y lo acompaña con un programa económico para superar la
situación. Este programa implica generalmente la condición de alcanzar metas macroeconómicas y cumplir
determinados criterios de ejecución, que llevan siempre a un ajuste estructural en su economía.

298
Guiñazú, María Virginia

Esta Carta de Intención es negociada previamente con un equipo de técnicos enviados por el FMI, quienes,
cuando están de acuerdo con el programa económico, confeccionan un Memorándum de Entendimiento que
acompaña a la Carta Intención presentada, y sin el cual ésta nunca será aprobada.

La Carta de Intención, junto al Memorándum de Entendimiento, son entregados al Director Gerente: si éste
lo acepta, son elevados a consideración y aprobación del Directorio Ejecutivo, único órgano facultado a dar la
conformidad definitiva.

c) El mecanismo por el cual se conceden todos los servicios de ayuda financiera del FMI se llama Sistema de
Compra y Recompra, y funciona así: cuando un país recibe la aceptación de la ayuda financiera solicitada,
significa que puede proceder a COMPRAR con su moneda nacional un monto equivalente en otra moneda
estable o dura: por ejemplo, dólar, euro, yen, libra esterlina, DEG, etc., con la obligación de que en un tiempo
acordado, RECOMPRE su moneda nacional que entregó, con el equivalente en la moneda dura que compró. En
esta operación se abonan cargos e intereses por el préstamo.

II. CLASES DE SERVICIOS O MECANISMOS: Los servicios o mecanismos de ayuda financiera se clasifican en
ordinarios y especiales:

a) MECANISMOS Y SERVICIOS FINANCIEROS ORDINARIOS:

1. TRAMO DE RESERVA: Un país miembro puede solicitar en cualquier momento un préstamo por un
monto equivalente a su Tramo Reserva, que es igual al 25% de su cuota, el que es otorgado de manera
automática e incondicional, y sin obligación de pagar cargos ni de efectuar recompras.

2. TRAMOS DE CRÉDITO (TC): Estos se dividen en Primer Tramo de Crédito y en Tramos Superiores de
Crédito. El 1° TC es equivalente al 25% de la cuota, está sujeto a condiciones leves y es otorgado de forma
escalonada. Exige acreditar que se hicieron esfuerzos razonables para superar el déficit de balanza de pagos.
Los TSC son equivalentes a un monto mayor al 25% de la cuota, son también condicionados y escalonados.
Implican un acuerdo para el cumplimiento de determinados criterios de ejecución convenidos con el FMI y el
pago de cada cuota del préstamo está subordinado a que los criterios de ejecución se realicen.

Con este servicio puede obtenerse entre el 100% y el 300% de la cuota, pagando la Tasa Básica y con la
obligación de comenzar su reembolso (devolución) en un plazo de 3 a 5 años contados desde la concesión del
préstamo y en 8 cuotas trimestrales.

3. ACUERDOS DE DERECHOS DE GIRO: También llamados Acuerdos Stand- By, son la manera habitual
mediante el cual el FMI acuerda con los países miembros la asistencia financiera. Comprende la aplicación de
un programa económico de ajuste acordado con el Fondo, donde el país se obliga a llevar a cabo un conjunto de
medidas macroeconómicas claves, llamadas criterios de ejecución. Así el país asume el compromiso de aplicar,
en cada trimestre o semestre, determinados criterios de ejecución preestablecidos con el FMI, y, como el
préstamo dado es escalonado o en cuotas, la cuota del préstamo del trimestre o semestre próximo depende del
cumplimiento del criterio de ejecución aceptado para el período anterior. Este servicio supone un
condicionamiento mayor a los anteriores y está sujeto a una supervisión periódica del FMI.

También con este servicio puede obtenerse entre el 100% y el 300% de la cuota, pagando la Tasa Básica y
con la obligación de comenzar su reembolso (devolución) en un plazo de 3 a 5 años contados desde la
concesión del préstamo y en 8 cuotas trimestrales.

299
Guiñazú, María Virginia

4. SERVICIO AMPLIADO: la asistencia es por un período más largo (de 3 años) con la posibilidad de
prorrogarlo por un cuarto año más. La condicionalidad de este servicio es aún mayor que los servicios
anteriores, ya que se trata de un verdadero programa económico de ajuste estructural, donde el cumplimiento
de los criterios de ejecución comprometidos lleva a un cambio estructural de la economía del país.

Supone un préstamo de hasta el 300% de la cuota, por un plazo máximo de cuatro años, pagando la Tasa
Básica y con un plazo de devolución de entre cuatro y diez años contados desde la concesión del préstamo y en
doce cuotas semestrales.

b) MECANISMOS Y SERVICIOS FINANCIEROS ESPECIALES:

1. SERVICIO DE COMPLEMENTACIÓN DE RESERVAS (SCR): Está destinado a aquellos países con


dificultades excepcionales de balanza de pagos, causada por una necesidad de financiamiento de corto plazo y a
gran escala, originada en una corrida especulativa de los mercados financieros en contra de sus reservas.
Supone la aplicación de medidas de ajuste estructural enérgicas y es otorgado para complementar los recursos
que el Fondo ya se comprometió a prestar mediante otros servicios, como los derechos de giro o el servicio
ampliado.

Con este servicio puede obtenerse entre el 300% y el 500% de la cuota, pagando la Tasa Básica más un
recargo y con la obligación de reembolso (devolución) en un plazo de 2 a 2½ años contados desde la concesión
del préstamo y en 2 cuotas.

2. LÍNEA DE CRÉDITOS CONTINGENTES (LCC): Con este servicio, los países que aplican sólidas medidas
económicas, que satisfagan rigurosos criterios de habilitación y que a su vez sean fácilmente vulnerables al
contagio de una crisis financiera (pero que no estén en crisis al momento de requerir este servicio), pueden
solicitar un financiamiento a corto plazo, que estará pendiente y solo será desembolsado cuando se produzca el
contagio y el país caiga en una crisis que le provoque un déficit de balanza de pagos.

Tiene las mismas condiciones que el Servicio de Complementación de Reservas, es decir, puede obtenerse
entre el 300% y el 500% de la cuota, pagando la Tasa Básica más un recargo y con la obligación de reembolso
(devolución) en un plazo de 2 a 2½ años desde la concesión del préstamo y en 2 cuotas.

3. SERVICIO DE FINANCIAMIENTO COMPENSATORIO (SFC): Este servicio está destinado a aquellos


países cuyos ingresos son dependientes de las exportaciones de un determinado producto; o por carecer de
materias primas, la alimentación de su población depende de la importación de productos primarios o cereales;
por causas ajenas a su voluntad, el precio del producto que exporta ha bajado de manera extraordinaria o el
precio de las materias primas que importa, ha subido estrepitosamente, provocándole un severo déficit de
balanza de pagos.

Se puede obtener entre el 10% y el 20% del costo excesivo o del déficit de ingreso, pagando la Tasa Básica y
con la obligación de reembolso (devolución) en un plazo de 3 a 5 años desde la concesión del préstamo y en 8
cuotas trimestrales.

4. SERVICIO PARA EL CRECIMIENTO Y LA LUCHA CONTRA LA POBREZA (SCLP): Este servicio está
orientado a aquellos países que el FMI considera pobres o de muy bajos ingresos, y que son aproximadamente
80 al año 2000. El país deberá acordar con el Fondo y el BM un programa de lucha contra la pobreza, que
obviamente supone objetivos y medidas macroeconómicas y estructurales que llevan a un verdadero ajuste
económico, el que, hipotéticamente, traerá aparejado la disminución o extinción de la pobreza en ese país.

300
Guiñazú, María Virginia

Supone un préstamo de entre el 140% y el 185% de la cuota, por un plazo de máximo de tres años, pagando
una tasa subsidiada del 0,50% anual y con un plazo de devolución de entre cinco y diez años desde la concesión
del préstamo en diez cuotas semestrales.

5. ASISTENCIA DE EMERGENCIA: con este servicio se otorga asistencia financiera en caso de


catástrofes naturales, disturbios civiles o conflictos armados que provocan en el país un déficit de balanza de
pagos. Por esa razón, su otorgamiento tiene un trámite absolutamente urgente y rápido. Su condicionalidad
está enmarcada en la obligación de colaborar con el FMI en la solución del déficit teniendo en cuanta la
situación del país. Luego de superada la emergencia, se acuerda con el Fondo asistencia financiera dentro de
alguno de sus servicios.

Supone un préstamo inmediato de hasta el 25% de la cuota, pagando la Tasa Básica y con un plazo de
devolución de entre tres a cinco años en ocho cuotas trimestrales.

6. FINANCIAMIENTO DE EMERGENCIA: Este no es un servicio propiamente dicho, sino la facultad de


imprimirle el carácter de trámite urgente y rápido al otorgamiento de uno de los varios servicios de ayuda
financiera ordinarios. Es en realidad el pedido de tratamiento rápido y urgente de una solicitud de préstamo. La
exigencia es que se esté ante una verdadera emergencia que obligue a una respuesta rápida del FMI.

LA CONDICIONALIDAD

Este es un punto central dentro del esquema del FMI y la razón oculta que explica su razón de ser.

La condicionalidad es el conjunto de medidas y objetivos macroeconómicos, que generalmente constituyen


un verdadero programa de ajuste económico completo y acabado, que el país se obliga a ejecutar dentro del
servicio de ayuda financiera que concede el Fondo. Este programa de ajuste económico contiene los llamados
Criterios de Ejecución, que son objetivos macroeconómicos que debe ejecutar dentro de un plazo de tiempo
(tres o seis meses) y de cuya ejecución depende el desembolso de la próxima cuota del préstamo. Por ej., un
criterio de ejecución podría ser la privatización del sistema jubilatorio y de pensiones del país en un plazo fijado.

La característica principal de la condicionalidad es que siempre es un ajuste estructural en la economía del


país de tal envergadura que inevitablemente repercute en la vida del ciudadano común, condicionando su nivel
de vida y sus perspectivas de progreso, y afectándolo por varias generaciones. Como tal, modifica los
lineamientos básicos y la estructura misma del sistema económico, financiero, social y productivo de un país
por mucho tiempo.

La razón oculta es que el estatuto original del FMI no establece condiciones de este tipo para el
otorgamiento de la ayuda financiera. El art. 5 solo dispone que para recibir asistencia, el país solicitante deberá
hacer una declaración en donde afirma que “necesita la ayuda para pagos compatibles con las disposiciones del
estatuto”. El único requisito es la mera declaración del país, pero luego, mediante un proceso largo de
construcción jurídica al margen del estatuto y desarrollada en base a resoluciones del Directorio Ejecutivo, se
fue configurando el esquema de la condicionalidad que actualmente rige.

La condicionalidad trae implícita las consultas, donde el país debe dar toda la información y estadísticas
necesarias al grupo de expertos del FMI que están negociando la Carta Intención; también comprende la
facultad del FMI de supervisar, vigilar y verificar periódicamente el cumplimiento de los criterios de ejecución
acordados.

301
Guiñazú, María Virginia

El derecho especial de giro. Caracterización general. Modos de utilización.

DERECHOS ESPECIALES DE GIRO (DEG)

El DEG es un ACTIVO DE RESERVA internacional y UNIDAD DE CUENTA para las operaciones y transacciones
del FMI. Fue creado en el año 1969 para complementar las reservas del Fondo. Debido a sus características
especiales como unidad de cuenta por la gran estabilidad de su valor, el DEG fue adoptado por algunos países
como referente de sus monedas y empresas privadas han emitido instrumentos financieros en DEG.

DETERMINACION DEL VALOR: Esta unidad de cuenta es “la moneda del FMI”, y su valor está dado
diariamente en función de una cesta de monedas integrada originalmente por el marco, franco, yen, libra
esterlina y el dólar, hasta que en 2001 el marco y el franco fueron reemplazados por el EURO, por lo que
actualmente la cesta está integrada por solo cuatro monedas. Esto hace que las fluctuaciones del tipo de
cambio de una de las monedas que la componen tenderán a ser contrarrestadas en parte o en su totalidad por
las de las demás monedas. Por consiguiente, el valor del DEG suele ser más estable que el de cada una de las
monedas de la cesta, lo que le convierte en una unidad de cuenta muy útil y necesaria.

Las monedas que integran la cesta se eligen por ser las que más se utilizan en las transacciones
internacionales, y cada 5 años se revisa la composición de la cesta a fin de que las ponderaciones asignadas
reflejen la importancia relativa de cada moneda en el comercio y las finanzas internacionales. La última
modificación se produjo en 2001, cuando se introdujo el euro. La cesta está integrada por el dólar de EE.UU., el
euro, el yen japonés y la libra esterlina.

De la cesta de monedas, un equipo de técnicos del FMI, a través de una operación técnica económica
compleja, todos los días fijan el valor del DEG, o sea su tipo de cambio, basándose en los tipos de cambio del
medio día del mercado de Londres, y se publica en el sitio web del FMI.

DETERMINACIÓN DE LA TASA DE INTERÉS: Estos técnicos también establecen la Tasa de Interés del DEG, que
se fija semanalmente y que es el resultado de la ponderación promedia de las tasas de interés de ciertos
instrumentos financieros a corto plazo de los cinco países cuyas monedas integran la cesta.

La tasa de interés del DEG es la base para calcular los intereses que se cobran por el financiamiento
ordinario del FMI y la tasa de interés que se paga a los países acreedores de la institución, y se publica cada
semana en el sitio web del FMI.

ASIGNACIÓN DE DEG: Con la creación de esta unidad de cuenta el FMI ha buscado aumentar las reservas del
sistema, y para ello está autorizado a asignar DEG a los países miembros, en el momento que considere
oportuno y a causa de la existencia de una necesidad consistente de aumentar la liquidez del sistema.

El FMI asigna DEG a los países miembros en proporción a sus cuotas.

Las asignaciones de DEG no constituyen préstamos; los países pueden utilizarlos para financiar necesidades
de balanza de pagos sin tener que tomar medidas de política económica ni contraer obligaciones de reembolso.
No obstante, cuando un país utiliza sus DEG debe pagar intereses sobre el monto en el que sus asignaciones
superan sus tenencias. Cuando un país mantiene DEG por un monto superior a su asignación devenga intereses.

302
Guiñazú, María Virginia

FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA DEL DEG: Al crearse el DEG en 1969, se estableció que a cada país miembro
o que ingrese en el futuro, se le asignaría contablemente una cantidad de DEG proporcional a su cuota. Cada
país entonces comenzaría a tener a su favor una cantidad determinada de DEG y que es de libre disponibilidad.

a) Uso del DEG: Así es como se aprovisiona de DEG un país, pero es necesario comprender cómo los puede
usar o sacarles provecho. Para ello el FMI ha establecido una lista de 15 países e instituciones internacionales
que son Tenedores Autorizados de DEG y contra ellos y el FMI un miembro puede usarlos de 3 formas distintas:

1.- Por Acuerdo: Que es cuando el país poseedor del DEG negocia y acuerda voluntariamente con uno de los
Tenedores Autorizados o con otros países miembros, la compra o cambio de sus DEG por una moneda dura,
como dólar, yen, etc., y de esta manera el país solicitante transfiere sus DEG y recibe a cambio la moneda
seleccionada, mediante el pago de un cargo o interés.

2.- Por Designación: Que es cuando el país u organismo que recibirá los DEG, es designado por el propio FMI,
pudiendo ser únicamente un Tenedor Autorizado. El designado no podrá negarse a la operación, salvo que
acreditase que sus tenencias de DEG han sobrepasado el límite fijado por el Fondo.

3.- Con el FMI: Un país miembro también puede usar sus DEG en el pago de sus obligaciones con el Fondo,
como ser cargos impuestos, recompras, pago de cuotas, etc., para lo cual transfiere sus tenencias a favor de
este organismo y por el monto suficiente para cancelar la obligación.-

El Banco Mundial de Reconstrucción y Fomento (BIRF). Antecedentes. Fines. Miembros. Estructura


orgánica.

La Asociación Internacional de Fomento (AIF). Antecedentes. Fines. Miembros. Estructura orgánica.

Cooperación Financiera Internacional (CFI). Antecedentes. Fines. Miembros. Estructura orgánica.

303
Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 15: (bibliografía https://es.scribd.com/document/109125204/Derecho-Internacional-Brotons-


Ramiro)

1.- Desarme. Concepto general. Ámbitos institucionales para impulsar el desarme. Etapas y prioridades
para su consecución. La no proliferación vertical.

El desarme es todo proceso de reducción, supresión o renuncia a la producción de armamentos y/o fuerzas
militares realizado, generalmente, de conformidad con lo dispuesto en tratados internacionales y con la
finalidad de fortalecer la seguridad y la paz internacionales.

No hay normas generales de DI que impongan a los Estados prohibiciones o limitaciones en su política de
armamento, debiendo estarse a las obligaciones consentidas por cada uno de ellos, habitualmente mediante
tratados, salvo los embargos de armas y las medidas sancionadoras decididas por el C. de S.

La Carta trató de servir políticas de desarme y regulación de armamentos al disponer que la asamblea
general podría hacer recomendaciones sobre los principios rectores, y puso a cargo del C. de S. el
establecimiento de un sistema de regulación que permitiese mantener la paz y la seguridad, con la menor
desviación posible de recursos humanos y económicos.

1) Ámbitos institucionales para impulsar el desarme

a) Órganos deliberantes: la asamblea general y la comisión de desarme, que es un órgano subsidiario de


composición plenaria que en la medida de lo posible actúa por consenso; b) Órganos de negociación: el comité
de desarme, Conferencia de Desarme (de 1982) que es un órgano técnicamente ajeno a la ONU, que presenta
informes a la asamblea y le dirige recomendaciones. Coexiste con ámbitos de negociación: el bilateral
representado por las negociaciones sobre desarme nuclear entre EEUU y la URSS como el tratado Start 1, y el
multilateral restringido, conocido como el Tratado de Tlatelolco para Latinoamérica.

Etapas y prioridades para su consecución

Limitación, reducción y eliminación de armas nucleares, armas de destrucción en masa, armas que causan
sufrimientos inútiles o efecto indiscriminado y armas convencionales hasta el mínimo necesario para el
mantenimiento, dentro de cada Estado, del orden interior y la protección de sus ciudadanos, y para facilitar los
efectos requeridos a una fuerza internacional de paz, con capacidad preventiva y represiva, bajo la autoridad de
la ONU.

La no proliferación vertical

Para lograr el desarme nuclear, se pretende actuar una política de no proliferación horizontal ni vertical. Con
la primera, se sellarían las puertas del Club Atómico, y con la segunda, los Estados que poseen armas nucleares
deberían adoptar las medidas necesarias para cesar en la carrera de armamentos, poniendo fin a su
perfeccionamiento cualitativo y a su aumento cuantitativo y renunciando a la producción para ir reduciendo
gradual y equilibradamente el número y despliegue de armas. Los mecanismos para lograr la no proliferación
vertical son la cesación de pruebas nucleares, y la limitación de armas estratégicas.

2.- El desarme nuclear.

304
Guiñazú, María Virginia

La no proliferación nuclear

En cuanto a las armas nucleares, el desarme es un objetivo prioritario. Para lograrlo se pretende actuar una
política de no proliferación horizontal y vertical. Con la primera se sellarían las puertas del Club Atómico; con la
segunda, los miembros del Club deberían cesar en la carrera de armamentos, poniendo fin a su
perfeccionamiento cualitativo (nuevas armas) y a su aumento cuantitativo, y renunciando a su producción para
ir reduciendo gradual y equilibradamente su número y despliegue.

La no proliferación horizontal se consagró en 1968 con el TNP (Tratado sobre la No Proliferación de las
Armas Nucleares), que es la piedra angular de los esfuerzos mundiales para prevenir la propagación de las
armas nucleares, fomentar la cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear y promover el objetivo del
desarme nuclear y el desarme general y completo.

El TNP estructura sus equilibrios sumamente discriminatorios sobre una diferenciación básica que permite
reconocer dos tipos de Estados partes: los poseedores de armas nucleares, que además hayan fabricado o
hecho explotar ingenios nucleares antes del 1 de enero de 1967, y los demás.

En el primer grupo se encuentran los miembros del Club Atómico: Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña,
China y Rusia. India, Israel y Pakistán, que están al margen del TNP, disponen actualmente de armamento
nuclear, igual que Corea del Norte. Otros estados con capacidad nuclear que renunciaron a sus políticas
proliferadoras adhiriéndose al TNP son Sudáfrica, Bielorrusia, Kazajstán, Ucrania, Argentina e Irán.

Los miembros del Club Atómico, partes del TNP, se comprometen a no traspasar armas nucleares a nadie ni
directa ni indirectamente, y a no alentar inducir o ayudar en forma alguna a otros para que las fabriquen o
adquieran, pero no renuncian a desplegar y emplazar sus propias armas en el territorio de otros estados si lo
consienten sus gobiernos.

Los estados no poseedores de armas nucleares partes en el TNP se obligan a no recibirlas, no fabricarlas y no
recabar o recibir ayuda para su fabricación, pero conservan el derecho inalienable a desarrollar la investigación
y las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear, según sus necesidades, intereses y prioridades,
comprometiéndose a facilitar el más amplio intercambio de equipo materiales e información científica y
tecnológica.

Tratado sobre la no proliferación de armas nucleares.

Los Estados que conciertan este Tratado, denominados en adelante las "Partes en el Tratado",

Considerando las devastaciones que una guerra nuclear infligiría a la humanidad entera y la consiguiente
necesidad de hacer todo lo posible por evitar el peligro de semejante guerra y de adoptar medidas para
salvaguardar la seguridad de los pueblos,

Estimando que la proliferación de las armas nucleares agravaría considerablemente el peligro de guerra
nuclear,

De conformidad con las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que piden que se
concierte un acuerdo para prevenir una mayor diseminación de las armas nucleares,

305
Guiñazú, María Virginia

Expresando su apoyo a los esfuerzos de investigación y desarrollo y demás esfuerzos por promover la
aplicación, dentro del marco del sistema de salvaguardias del Organismo Internacional de Energía Atómica, del
principio de la salvaguardia eficaz de la corriente de materiales básicos y de materiales fisionables especiales
mediante el empleo de instrumentos y otros medios técnicos en ciertos puntos estratégicos,

Afirmando el principio de que los beneficios de las aplicaciones pacificas de la tecnología nuclear, incluidos
cualesquiera subproductos tecnológicos que los Estados poseedores de armas nucleares puedan obtener del
desarrollo de dispositivos nucleares explosivos, deberán ser asequibles para fines pacíficos a todas las Partes en
el Tratado, sean estas Partes Estados poseedores o no poseedores de armas nucleares,

Convencidos de que, en aplicación de este principio, todas las Partes en el Tratado tienen derecho a
participar en el más amplio intercambio posible de información científica para el mayor desarrollo de las
aplicaciones de la energía atómica con fines pacíficos y a contribuir a dicho desarrollo por si solas o en
colaboración con otros Estados,

Declarando su intención de lograr lo antes posible la cesación de la carrera de armamentos nucleares y de


emprender medidas eficaces encaminadas al desarme nuclear,

Pidiendo encarecidamente la cooperación de todos los Estados para el logro de este objetivo,

Recordando que las Partes en el Tratado por el que se prohíben los ensayos con armas nucleares en la
atmósfera, el espacio ultraterrestre y debajo del agua, de 1963, expresaron en el preámbulo de ese Tratado su
determinación de procurar alcanzar la suspensión permanente de todas las explosiones de ensayo de armas
nucleares y de proseguir negociaciones con ese fin,

Deseando promover la disminución de la tirantez internacional y el robustecimiento de la confianza entre los


Estados con objeto de facilitar la cesación de la fabricación de armas nucleares, la liquidación de todas las
reservas existentes de tales armas y la eliminación de las armas nucleares y de sus vectores en los arsenales
nacionales en virtud de un tratado de desarme general y completo bajo estricto y eficaz control internacional,

Recordando que, de conformidad con la Carta de las NU, los Estados deben abstenerse en sus relaciones
internacionales de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia
política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas, y
que han de promoverse el establecimiento y mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales con la
menor desviación posible de los recursos humanos y económicos del mundo hacia los armamentos,

Han convenido en lo siguiente:

ARTICULO I. Cada Estado poseedor de armas nucleares que sea Parte en el Tratado se compromete a no
traspasar a nadie armas nucleares u otros dispositivos nucleares explosivos ni el control sobre tales armas o
dispositivos explosivos, sea directa o indirectamente; y a no ayudar, estimular o inducir en forma alguna a
ningún Estado no poseedor de armas nucleares a fabricar o adquirir de otra manera armas nucleares u otros
dispositivos nucleares explosivos, ni el control sobre tales armas o dispositivos explosivos.

ARTICULO II. Cada Estado no poseedor de armas nucleares que sea Parte en el Tratado se compromete a no
recibir de nadie ningún traspaso de armas nucleares u otros dispositivos nucleares explosivos ni el control sobre
tales armas o dispositivos explosivos, sea directa o indirectamente; a no fabricar ni adquirir de otra manera
armas nucleares u otros dispositivos nucleares explosivos; y a no recabar ni recibir ayuda alguna para la
fabricación de armas nucleares u otros dispositivos nucleares explosivos.

306
Guiñazú, María Virginia

ARTICULO III. 1. Cada Estado no poseedor de armas nucleares que sea Parte en el Tratado se compromete a
aceptar las salvaguardias estipuladas en un acuerdo que ha de negociarse y concertarse con el Organismo
Internacional de Energía Atómica, de conformidad con el Estatuto del Organismo Internacional de Energía
Atómica y el sistema de salvaguardias del Organismo, a efectos únicamente de verificar el cumplimiento de las
obligaciones asumidas por ese Estado en virtud de este Tratado con miras a evitar que la energía nuclear
destinada a usos pacíficos se desvíe hacia armas nucleares u otros dispositivos nucleares explosivos.

2. Cada Estado Parte en el Tratado se compromete a no proporcionar: a) materiales básicos o materiales


fisionables especiales, ni b) equipo o materiales especialmente destinados o preparados para el tratamiento,
utilización o producción de materiales fisionables especiales, a ningún Estado no poseedor de armas nucleares,
para fines pacíficos, a menos que esos materiales básicos o materiales fisionables especiales sean sometidos a
las salvaguardias exigidas por el presente artículo.

3. Las salvaguardias exigidas por el presente artículo se aplicarán de modo que se cumplan las disposiciones
del articulo IV y que no obstaculicen el desarrollo económico o tecnológico de las Partes o la cooperación
internacional en la esfera de las actividades nucleares con fines pacíficos, incluido el intercambio internacional
de materiales y equipo nucleares para el tratamiento, utilización o producción de materiales nucleares con fines
pacíficos y con el principio de la salvaguardia enunciado en el preámbulo.

4. Los Estados no poseedores de armas nucleares que sean Partes en el Tratado, individualmente o junto con
otros Estados, de conformidad con el Estatuto del Organismo Internacional de Energía Atómica, concertarán
acuerdos con el Organismo Internacional de Energía Atómica a fin de satisfacer las exigencias del presente
artículo.

ARTICULO IV. 1. Nada de lo dispuesto en este Tratado se interpretará en el sentido de afectar el derecho
inalienable de todas las Partes en el Tratado de desarrollar la investigación, la producción y la utilización de la
energía nuclear con fines pacíficos sin discriminación y de conformidad con los artículos I y II de este Tratado.

2. Todas las Partes en el Tratado se comprometen a facilitar el más amplio intercambio posible de equipo,
materiales e información científica y tecnológica para los usos pacíficos de la energía nuclear y tienen el derecho
de participar en ese intercambio. Las Partes en el Tratado que estén en situación de hacerlo deberán asimismo
cooperar para contribuir, por sí solas o junto con otros Estados u organizaciones internacionales, al mayor
desarrollo de las aplicaciones de la energía nuclear con fines pacíficos, especialmente en los territorios de los
Estados no poseedores de armas nucleares Partes en el Tratado, teniendo debidamente en cuenta las
necesidades de las regiones en desarrollo del mundo.

ARTICULO V. Cada Parte en el Tratado se compromete a adoptar las medidas apropiadas para asegurar que,
bajo observación internacional apropiada y por los procedimientos internacionales apropiados, los beneficios
potenciales de toda aplicación pacífica de las explosiones nucleares sean asequibles sobre bases no
discriminatorias a los Estados no poseedores de armas nucleares Partes en el Tratado y que el costo para dichas
Partes de los dispositivos explosivos que se empleen sea lo más bajo posible y excluya todo gasto por concepto
de investigación y desarrollo. Los Estados no poseedores de armas nucleares Partes en el Tratado deberán estar
en posición de obtener tales beneficios, en virtud de uno o más acuerdos internacionales especiales, por
conducto de un organismo internacional apropiado en el que estén adecuadamente representados los Estados
no poseedores de armas nucleares. Los Estados no poseedores de armas nucleares Partes en el Tratado podrán
asimismo obtener tales beneficios en virtud de acuerdos bilaterales.

307
Guiñazú, María Virginia

ARTICULO VI. Cada Parte en el Tratado se compromete a proseguir negociaciones de buena fe sobre medidas
eficaces relativas a la cesación de la carrera de armamentos nucleares en fecha cercana y al desarme nuclear, y
sobre un tratado de desarme general y completo bajo estricto y eficaz control internacional.

ARTICULO VII. Ninguna disposición de este Tratado menoscabará el derecho de cualquier grupo de Estados a
concertar tratados regionales a fin de asegurar la ausencia total de armas nucleares en sus territorios.

ARTICULO VIII. 1. Cualquiera de las Partes en el Tratado podrá proponer enmiendas al mismo.

2. Toda enmienda a este Tratado deberá ser aprobada por una mayoría de los votos de todas las Partes en el
Tratado, incluidos los votos de todos los Estados poseedores de armas nucleares Partes en el Tratado y de las
demás Partes que sean miembros de la Junta de Gobernadores del Organismo Internacional de Energía Atómica.
La enmienda entrará en vigor para cada Parte que deposite su instrumento de ratificación de la enmienda al
quedar depositados los instrumentos de ratificación de una mayoría de las Partes, incluidos los instrumentos de
ratificación de todos los Estados poseedores de armas nucleares Partes en el Tratado.

3. Cinco años después de la entrada en vigor del presente Tratado se celebrará en Ginebra, Suiza, una
conferencia de las Partes en el Tratado, a fin de examinar el funcionamiento de este Tratado para asegurarse
que se están cumpliendo los fines del Preámbulo y las disposiciones del Tratado. En lo sucesivo, a intervalos de
cinco años, una mayoría de las Partes en el Tratado podrámconseguir que se convoquen otras conferencias con
el mismo objeto de examinar el funcionamiento del Tratado.

ARTICULO IX. 1. Este Tratado estará abierto a la firma de todos los Estados. El Estado que no firmare este
Tratado antes de su entrada en vigor podrá adherirse a él en cualquier momento.

2. Este Tratado estará sujeto a ratificación por los Estados signatarios. Los instrumentos de ratificación y los
instrumentos de adhesión serán entregados para su depósito a los Gobiernos de los Estados Unidos de América,
el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que por el
presente se designan como Gobiernos depositarios.

ARTICULO X. 1. Cada Parte tendrá derecho, en ejercicio de su soberanía nacional, a retirarse del Tratado si
decide que acontecimientos extraordinarios, relacionados con la materia que es objeto de este Tratado, han
comprometido los intereses supremos de su país. Deberá notificar a todas las demás Partes y al Consejo de
Seguridad de las NU con una antelación de tres meses.

2. Veinticinco años después de la entrada en vigor del Tratado se convocará a una Conferencia para decidir si
el Tratado permanecerá en vigor indefinidamente o si se prorrogará por uno o más periodos suplementarios de
duración determinada. Esta decisión será adoptada por la mayoría de las Partes en el Tratado.

El rol de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). La utilización pacífica de la energía nuclear.

Los estados no poseedores ponen en montaje y explotación de sus instalaciones nucleares bajo la
supervisión de esta Agencia, que es un organismo autónomo dentro del sistema de Naciones Unidas, creado en
1957 con sede en Viena, que realiza el control, verificando el diseño de las centrales, y revisando todas sus
operaciones y movimiento e inventario de materiales mediante inspecciones en el lugar y el examen de
informes periódicos elaborados por los gobiernos con base en detallados registros que son preceptivos.

308
Guiñazú, María Virginia

No le corresponde asegurarse de si el estado adquiere armas nucleares, sino que tiene como finalidad
verificar el cumplimiento de las obligaciones convenidas para impedir que la energía nuclear se desvíe de usos
pacíficos hacia armas nucleares y otros dispositivos nucleares explosivos.

El tratado tiene carácter discriminatorio en el sentido que exige renuncia a los Estados no poseedores, sin
garantizar que estos reciban los beneficios de la aplicación pacífica de la energía nuclear, porque su principal
objetivo es contrarrestar la multiplicación de los países poseedores del arma atómica. Por eso no exige a los
países poseedores que cesen de perfeccionar su arsenal o engrandecerlo.

3.- Las zonas desnuclearizadas. Concepto general. Las zonas desnuclearizadas en la actualidad. El caso de
la Antártida.

Las zonas desnuclearizadas o libres de armas nucleares existentes tienen su fundamento en otros tratados.

Es una zona desnuclearizada aquella en la que un grupo de Estados conviene mediante tratado la ausencia
total de armas nucleares bajo control internacional, y es reconocida como tal por la asamblea general. Son
complemento del TNP, que reconoce el derecho de cualquier grupo de Estados a concertar tratados regionales
a fin de asegurar la ausencia total de armas nucleares en sus respectivos territorios

En la actualidad existen seis zonas desnuclearizadas: tres de esas, Antártida, espacio ultraterrestre y fondos
marinos, corresponden espacios despoblados a los que el hombre ha tenido acceso en virtud del progreso
científico y tecnológico, que se desean preservar para actividades pacíficas y son patrimonio común de la
humanidad. Las otras tres afectan a áreas de población: América Latina, el Pacífico sur y África.

La Antártida y el espacio ultraterrestre, además de zonas desnuclearizadas, son zonas desmilitarizadas.

La situación de América Latina. El Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina
(1967) (Tratado de Tlatelolco).

Preámbulo
En nombre de sus pueblos e interpretando fielmente sus anhelos y aspiraciones, los Gobiernos de los Estados
signatarios del Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe,

Recordando que las zonas militarmente desnuclearizadas no constituyen un fin en sí mismas, sino un medio
para alcanzar en una etapa ulterior el desarme general y completo;

Recordando que la Carta de la Organización de los Estados Americanos establece como propósito esencial de
la Organización afianzar la paz y la seguridad del hemisferio;

Persuadidos de que:

Las armas nucleares, cuyos terribles efectos alcanzan tanto a las fuerzas militares como a la población civil,
constituyen, por la persistencia de la radiactividad que generan, un atentado a la integridad de la especie
humana y aún pueden tornar finalmente toda la Tierra inhabitable;

La proliferación de las armas nucleares dificultaría enormemente todo acuerdo de desarme y aumentaría el
peligro de que llegue a producirse una conflagración nuclear;

309
Guiñazú, María Virginia

El establecimiento de zonas militarmente desnuclearizadas está íntimamente vinculado al mantenimiento de


la paz y la seguridad en las respectivas regiones;

La desnuclearización militar de vastas zonas geográficas, adoptada por la decisión soberana de los Estados
en ellas comprendidos, habrá de ejercer benéfica influencia en favor de otras regiones, donde existan
condiciones análogas;

La situación privilegiada de los Estados signatarios, cuyos territorios se encuentran totalmente libres de
armas nucleares, les impone el deber ineludible de preservar tal situación, tanto en beneficio propio como en
bien de la humanidad;

La existencia de armas nucleares en cualquier país de la América Latina y el Caribe lo convertiría en blanco de
eventuales ataques nucleares y provocaría fatalmente en toda la región una ruinosa carrera de armamentos
nucleares, que implicaría la injustificable desviación hacia fines bélicos de los limitados recursos necesarios para
el desarrollo económico y social;

Convencidos, en conclusión, de que:

La desnuclearización militar de la América Latina y el Caribe –el compromiso de mantener sus territorios
libres para siempre de armas nucleares – constituirá una medida que evite a sus pueblos el derroche, en
armamento nuclear, de sus limitados recursos y que los proteja contra eventuales ataques nucleares a sus
territorios; y de que

La América Latina y el Caribe, fiel a su tradición universalista, no sólo debe esforzarse en proscribir de ella el
flagelo de una guerra nuclear, sino también empeñarse en la lucha por el bienestar y progreso de sus pueblos,
cooperando paralelamente a la realización de los ideales de la humanidad, o sea a la consolidación de una paz
permanente fundada en la igualdad de derechos, la equidad económica y la justicia social para todos, de
acuerdo con los Principios y Propósitos consagrados en la Carta de las NU, y en la Carta de la OEA,

Han convenido en lo siguiente:

Obligaciones

Artículo 1

1. Las Partes Contratantes se comprometen a utilizar exclusivamente con fines pacíficos el material y las
instalaciones nucleares sometidos a su jurisdicción, y a prohibir e impedir en sus respectivos territorios:

a. El ensayo, uso, fabricación, producción o adquisición, por cualquier medio, de toda arma nuclear, por sí
mismas, directa o indirectamente, por mandato de terceros o en cualquier otra forma, y

b. El recibo, almacenamiento, instalación, emplazamiento o cualquier forma de posesión de toda arma


nuclear, directa o indirectamente, por sí mismas, por mandato a terceros o de cualquier otro modo.

2. Las Partes Contratantes se comprometen, asimismo, a abstenerse de realizar, fomentar o autorizar,


directa o indirectamente, el ensayo, el uso, la fabricación, la producción, la posesión o el dominio de toda arma
nuclear o de participar en ello de cualquier manera.

310
Guiñazú, María Virginia

Definición de territorio. Artículo 3. Para los efectos del presente Tratado, deberá entenderse que “territorio”
incluye el mar territorial, el espacio aéreo y cualquier otro ámbito sobre el cual el Estado ejerza soberanía, de
acuerdo con su propia legislación.

Zona de aplicación. Artículo 4. La zona de aplicación del presente Tratado es la suma de los territorios para
los cuales el presente instrumento esté en vigor.

Definición de las armas nucleares. Artículo 5. Se entiende por “arma nuclear” todo artefacto que sea
susceptible de liberar energía nuclear en forma no controlada y que tenga un conjunto de características propias
del empleo con fines bélicos. El instrumento que pueda utilizarse para el transporte o la propulsión del artefacto
no queda comprendido en esta definición si es separable del artefacto y no parte indivisible del mismo.

Órganos. Artículo 8. Se establecen como órganos principales del Organismo una Conferencia General, un
Consejo y una Secretaría.

Sistema de Control. Artículo 12.

2. El Sistema de Control estará destinado a verificar especialmente:

a. Que los artefactos, servicios e instalaciones destinados a usos pacíficos de la energía nuclear no sean
utilizados en el ensayo y la fabricación de armas nucleares;

b. Que no llegue a realizarse en el territorio de las Partes Contratantes ninguna de las actividades prohibidas
en el artículo 1 del presente Tratado, y

Salvaguardias del OIEA. Artículo 13. Cada Parte Contratante negociará acuerdos – multilaterales o
bilaterales – con el Organismo Internacional de Energía Atómica para la aplicación de las Salvaguardias de éste
a sus actividades nucleares.

Informes de las Partes. Artículo 14.

1. Las Partes Contratantes presentarán al Organismo y al Organismo Internacional de Energía Atómica, para
su conocimiento, informes semestrales en los que se declare que ninguna actividad prohibida por las
disposiciones del presente Tratado ha tenido lugar en sus respectivos territorios.

2. Las Partes Contratantes enviarán simultáneamente al Organismo copia de los informes enviados al
Organismo Internacional de Energía Atómica en relación con las materias objeto del presente Tratado, que sean
relevantes para el trabajo del Organismo.

3. La información proporcionada por las Partes Contratantes no podrá ser divulgada o comunicada a
terceros, total o parcialmente, por los destinatarios de los informes, salvo cuando aquéllas lo consientan
expresamente.

Inspecciones especiales. Artículo 16. El Organismo Internacional de Energía Atómica tiene la facultad de
efectuar inspecciones especiales.

Uso pacífico de la energía nuclear. Artículo 17. Ninguna de las disposiciones contenidas en el presente
Tratado menoscaba los derechos de las Partes Contratantes para usar la energía nuclear con fines pacíficos, de
modo particular en su desarrollo económico y progreso social.

Explosiones con fines pacíficos. Artículo 18

311
Guiñazú, María Virginia

1. Las Partes Contratantes podrán realizar explosiones de dispositivos nucleares con fines pacíficos – inclusive
explosiones que presupongan artefactos similares a los empleados en el armamento nuclear – o prestar su
colaboración a terceros para los mismos fines, siempre que no contravengan las disposiciones del presente
artículo y las demás del Tratado, en especial las de los artículos 1 y 5.

2. Las Partes Contratantes que tengan la intención de llevar a cabo una de tales explosiones, deberán
notificar al Organismo y al Organismo Internacional de Energía Atómica, con la antelación que las
circunstancias lo exijan, la fecha de la explosión y presentar simultáneamente las siguientes informaciones:

a. El carácter del dispositivo nuclear y el origen del mismo;

b. El sitio y la finalidad de la explosión en proyecto;

c. Los procedimientos que se seguirán para dar cumplimiento al párrafo 3 de este artículo;

d. La potencia que se espera tenga el dispositivo, y

e. Los datos más completos sobre la posible precipitación radiactiva que sea consecuencia de la explosión o
explosiones, y las medidas que se tomarán para evitar riesgos a la población, flora, fauna y territorios de otra u
otras Partes.

3. El Secretario General y el personal técnico designado por el Consejo, así como el del Organismo
Internacional de Energía Atómica, podrán observar todos los preparativos, inclusive la explosión del dispositivo,
y tendrán acceso irrestricto a toda área vecina del sitio de la explosión para asegurarse de que el dispositivo, así
como los procedimientos seguidos en la explosión, se ajustan a la información presentada de acuerdo con el
párrafo 2 de este artículo y a las disposiciones del presente Tratado.

Prerrogativas e inmunidades. Artículo 23.

1. El Organismo gozará, en el territorio de cada una de las Partes Contratantes, de la capacidad jurídica y de
las prerrogativas e inmunidades que sean necesarias para el ejercicio de sus funciones y la realización de sus
propósitos.

2. Los Representantes de las Partes Contratantes acreditados ante el Organismo, y los funcionarios de éste,
gozarán asimismo de las prerrogativas e inmunidades necesarias para el desempeño de sus funciones.

Solución de controversias. Artículo 25. A menos que las Partes interesadas convengan en algún otro medio
de solución pacífica, cualquier cuestión o controversia sobre la interpretación o aplicación del presente Tratado,
que no haya sido solucionada, podrá ser sometida a la Corte Internacional de Justicia, previo el consentimiento
de las Partes en la controversia.

Reservas. Artículo 28. El presente Tratado no podrá ser objeto de reservas.

312
Guiñazú, María Virginia

BOLILLA 16:

1.- Derecho Internacional Humanitario. Origen. Definición y desarrollo del Derecho Internacional
Humanitario.

Desde los orígenes del DI se vislumbraba la convicción de que era necesario, desde el punto de vista de los
propios intereses de los Estados, someter la relación bélica a un régimen de derecho, a fines de hacerla
compatible con los principios fundamentales de la convivencia internacional, mantenerla razonable y que la
guerra no tuviera el aspecto de total barbarie.

La historia del derecho de la guerra determina la trayectoria del propio DIP.

La fundación del DI como disciplina distinta de las ciencias jurídicas fue, más que nada, debida a la
transferencia del debate sobre la guerra justa (guerra legítima) y la que no Io era.

Definición: el DIH es un cuerpo de normas internacionales, de origen convencional y consuetudinario,


específicamente destinado a ser aplicado a los conflictos armados internacionales o no internacionales, y que
limita el derecho de las partes en conflicto a elegir libremente los métodos y los medios utilizados en la guerra
(derecho de la haya) o que protege a las personas y a los bienes afectados (derecho de Ginebra).

Fuentes formales del Derecho Internacional Humanitario (DIH): los tratados internacionales, bi, pluri y
multilaterales; las normas del DI de la guerra, que tienen carácter consuetudinario; los principios generales del
derecho. Fuentes subsidiarias: jurisprudencia internacional y nacional; doctrina (especialmente la “doctrina de
la Cruz Roja”, que es un conjunto de reglas que elabora el Comité para dar coherencia a su actuación
internacional humanitaria); instrumentos aprobados en el las Conferencias Internacionales de la Cruz Roja.

Fundamentos materiales del DIH: consenso internacional, la idoneidad e identidad de los intereses que
fundamentan las actitudes de los Estados al contemplar la elaboración de la normativa aplicable al conflicto
bélico.

El bien protegido del DIH es la humanidad, percibida como un conjunto de seres humanos que tiene que
seguir existiendo, superando los peligros de la guerra.

Funciones del DIH: el DIH tiene como propósito someter al dominio de las leyes una situación de violencia
actual, no potencial. Sirve también de complemento internacional a las insuficiencias, carencias y falencias del
derecho interno del propio Estado, que aparezcan a raíz de la existencia de un conflicto bélico en su territorio.

Este derecho se fundamenta en los intereses que los estados están dispuestos a concertar a nivel
internacional para mejorar la protección ante una situación en que ya no confían en la eficacia de sus propios
sistemas jurídicos internos.

El derecho internacional humanitario tiene una función organizadora: organiza las relaciones entre los
estados, o dentro de un estado, entre las partes en conflicto, en la situación del conflicto armado.

Tiene también una función preventiva.

313
Guiñazú, María Virginia

La tercera función es la función protectora, que consiste en brindar amparo a las personas humanas. Esta
función le permite ser el primer cuerpo de normas internacionales específicamente destinado a proteger a la
persona humana.

El DIH constituye una limitación a la soberanía del estado. Se trata de limitarla en lo que atañe a la
conducción de las hostilidades y respecto a los individuos implicados en las mismas.

Este derecho tiene dos vertientes, que corresponden a sus dos objetivos: el de limitar el recurso a ciertos
métodos y medios de combate en las hostilidades, y el de proteger a las víctimas del conflicto. Estas dos
vertientes se denominan, por razones históricas, el derecho de La Haya (de la guerra) y el derecho de Ginebra
(humanitario), respectivamente.

El derecho de la haya es el sistema de prohibición y limitación del uso de medios y métodos de combate.

Carácter imperativo del derecho internacional humanitario: Su carácter fundador de todo el DIP, su
anterioridad y la universalidad actual del DIH a nivel convencional y consuetudinario hacen aparecer en la
doctrina la convicción de que este derecho es ius cogens (derecho imperativo y no derogable). Los principios del
derecho humanitario tienen carácter imprescindible para la supervivencia de la comunidad internacional. Este
derecho es el núcleo irreductible de todo el sistema de protección de la persona humana, son normas de
esencial importancia para la comunidad internacional y para la humanidad

Contenido del Derecho Internacional Humanitario.

Al alcanzar el nivel multilateral en 1864 con el primer convenio de Ginebra por lo que atañe al derecho de
Ginebra, y en 1868 con la declaración de San Petersburgo respecto al de La Haya, la tendencia de considerar los
principios del DIH como fundamentados en las leyes naturales del hombre se transformó en la doctrina de DIP
el DIH integrado plenamente a la normativa internacional formalmente vigente.

- Más importantes codificaciones:

Principales instrumentos del derecho de La Haya: según su preámbulo, las necesidades de la guerra deben
detenerse ante las exigencias de la humanidad. Se codifican las costumbres internacionales y se aprueban
nuevas normas en el marco de las dos conferencias internacionales de paz. La mayoría de esas reglas tienen hoy
carácter consuetudinario.

Entre las dos guerras mundiales se adoptan una serie de instrumentos con el propósito de excluir del campo
de combate las armas de destrucción masiva (como las armas químicas y bacteriológicas).

En 1977 se unifican el derecho de la haya y el derecho de Ginebra en un solo instrumento internacional

- Codificaciones del derecho de Ginebra

El primer convenio de 1864 se amplió en 1906 en la forma de un nuevo convenio de Ginebra, con el mismo
propósito de proteger a los heridos militares en el campo de batalla. Luego se incluyeron a los heridos y
enfermos militares y más tarde a los prisioneros de guerra.

La última codificación sobre este derecho de protección de las víctimas de los conflictos bélicos consta de
cuatro convenios en 1949: el primero, sobre la protección de los enfermos y de los heridos en situación de

314
Guiñazú, María Virginia

guerra terrestre; el segundo, sobre la protección de heridos, enfermos y náufragos en situación de guerra naval;
el tercero, el trato debido a los prisioneros de guerra; y el cuarto, la protección a la población civil en poder del
enemigo. Todos ellos regulan el comportamiento en situación de guerra internacional

Sin embargo, luego de 1945 los conflictos eran dentro del territorio de un estado, las fuerzas armadas se
enfrentan a las fuerzas opositoras. La situación de conflicto armado no internacional fue contemplada en los
convenios de 1949 y en 1974 se adicionan dos protocolos; el segundo de ellos es aplicable en situación de
conflicto armado no internacional, salvaguardando expresamente el derecho del gobierno de mantener o
restablecer el orden público con todos los medios de derecho.

Ámbito de aplicación del Derecho Internacional Humanitario.

Son tres: en el ámbito situacional, en el ámbito temporal y en el ámbito personal.

1. Ámbito de aplicación situacional

Tiene 4 situaciones. Las dos primeras son el conflicto armado internacional y no internacional, donde las
reglas del DIH son directamente aplicables e invocables. En las dos últimas (disturbios interiores y tensiones
internas), se las invoca o aplica de manera indirecta o por analogía.

1. Conflicto armado internacional: definido como la guerra declarada o cualquier otro


conflicto armado que surja entre dos o varias Altas Partes contratantes, aunque el estado de guerra no
haya sido reconocida por alguna de ellas. Es una definición objetiva y evita las referencias a la calificación
de la situación bélica por las partes.

Dentro de la guerra interestatal se encuentran las guerras de liberación nacional, donde los
pueblos luchan contra una dominación colonial, ocupación extranjera o contra los regímenes fascistas
con el propósito de alcanzar la independencia política. Tiene carácter internacional por la interpretación
del principio de autodeterminación de los pueblos de la carta de N. Son aplicables todas las reglas del
DIH.

2. Conflicto armado no internacional: se define como el conflicto que tiene lugar en el territorio
de una alta parte contratante entre sus fuerzas disidentes o grupos armados organizados que, bajo la
dirección de un mando responsable, ejercen sobre una parte de dicho territorio, un control tal que les
permite realizar operaciones militares sostenidas y concertadas.

3. 4. Disturbios interiores y tensiones internas. Sin que haya conflicto armado no internacional
propiamente dicho, hay dentro de un estado un enfrentamiento que represente cierta gravedad e
implica actos de violencia, desde actos espontáneos de rebelión hasta la lucha entre sí de grupos más o
menos organizados o contra las autoridades que están en el poder. Las autoridades en el poder recurren
a fuerzas policiales y fuerzas armadas para restablecer el orden, ocasionando con ello muchas víctimas y
haciendo necesario la aplicación de reglas humanitarias. Es una situación de nivel inferior de violencia
donde no ocurren, sino esporádicamente, enfrentamientos violentos. Es una situación de grave tensión
en un estado de origen político, religioso, racial, social, económico, de un conflicto armado o de
disturbios interiores. Suceden arrestos en masa, un elevado número de detenidos políticos, probables
maltratos o condiciones inhumanas de detención, suspensión de las garantías judiciales y alegaciones de

315
Guiñazú, María Virginia

desapariciones. Basta que presentes sólo una de estas características para que se considere como tal. Se
aplican los convenios de Ginebra por analogía, y también la aplicabilidad indirecta del DIH.

2. Ámbito de aplicabilidad temporal

Tres situaciones:

1. El comienzo de la aplicabilidad corresponde al inicio de las hostilidades entre las partes en conflicto,
y el fin de aplicabilidad corresponde al cese de hostilidades activas. Tiene carácter objetivo: la mera existencia
de hostilidades implica el compromiso de las partes de aplicar las normas humanitarias hasta el término de las
mismas.

2. Normas que tienen una temporalidad ilimitada: son aquellas reglas aplicables de manera
permanente desde la entrada en vigencia de los tratados. Ejemplo: que los estados hagan difusión del DIH.

3. Normas que por razones de su finalidad jurídica deben poder surtir sus efectos hasta que se cumpla
con sus objetivos. Por ejemplo las actividades de la Agencia Central de Búsquedas, cuyo propósito es el de
preservar los vínculos sociales y familiares de las víctimas de los conflictos armados. Esta tarea puede superar la
duración del conflicto armado o sus secuelas inmediatas, por lo que necesita un régimen jurídico que no
desaparezca al fin de las hostilidades.

3. Ámbito de aplicación personal

Concepto de víctima: puede ser víctima cada persona efectiva o potencialmente afectada por un conflicto
armado, sea una persona civil o un combatiente fuera de combate por haber sido herido, estado enfermo o
hecho prisionero. Este término de víctima no conlleva un juicio moral o ético, sino que se refiere a una
característica de facto de la persona como protegida por los regímenes jurídicos en situaciones de conflicto
bélico.

Por el principio de inalienabilidad, las personas protegidas no pueden en ningún caso renunciar parcial o
totalmente a los derechos que se les otorgan por los convenios y protocolos.

Hay categorías de víctimas: los heridos y los enfermos; los heridos, los enfermos y los náufragos; los
prisioneros de guerra y los civiles en el poder del enemigo (según cada Convenio – son 4).

Hay personas que tienen derecho a una protección máxima: el personal sanitario y religioso en el primer y
segundo convenios, los menores de edad y las mujeres en el tercer convenio, las mujeres, los niños y refugiados
y apátridas en el cuarto convenio.

También existe un sistema de protección mínimo en el cual una persona, sin tener derecho a la protección
completa, puede beneficiarse de algunas garantías. Es el caso de los espías y mercenarios.

Por el primer convenio de Ginebra de 1949, están protegidos los heridos y enfermos, y los militares que
necesiten asistencia médica y se abstengan de todo acto de hostilidad y los civiles.

En el segundo convenios se agrega a esas mismas víctimas la situación de guerra naval y a los náufragos. Se
protege al personal sanitario y religioso, militar o civil.

316
Guiñazú, María Virginia

En el tercer convenio de 1949 se protege a los prisioneros de guerra. Es prisionero de guerra todo miembro
de las fuerzas armadas de una de las partes en conflicto que cae en poder del adversario. También los
participantes de levantamientos en masa, es decir, la población de territorio ocupado que, al acercarse el
enemigo, toma espontáneamente las armas para combatirlo. También prevé la protección de periodistas que
efectúan misiones profesionales en la zona del conflicto armado.

En el cuarto convenio se protege a los miembros de la población civil, es decir, todas las personas que no
forman parte de las fuerzas armadas. Algunos gozan de protección particular como los extranjeros refugiados,
apátridas y personas que se encuentran en situación de internamiento civil.

Protección de los bienes

El sistema de Ginebra protege también a los bienes afectados por el conflicto, con el fundamento de que es
necesario poner fuera de los efectos de las hostilidades a ciertos bienes indispensables para la supervivencia de
las personas protegidas y para el desempeño de las reglas de protección personal.

Protege las unidades sanitarias, es decir, edificios y establecimientos fijos o móviles como hospitales, centros
de transfusión de sangre, hospitales de campaña, transporte sanitario, etc.

También las pertenencias personales de los prisioneros de guerra y los bienes de la población civil, es decir,
todo lo que no son objetivos militares.

También se protege a los bienes culturales y los que componen el medio ambiente.

2.- Implementación del Derecho Internacional Humanitario. Procedimientos propios de aplicación del
Derecho Internacional Humanitario.

A. Medidas de implementación nacional

Para surtir realmente efectos, las reglas internacionales necesitan plasmarse en la normativa interna del
estado y recibir en ella medios jurídicos adecuados a esta finalidad. Cada estado tiene la obligación general de
tomar medidas de implementación nacional al ratificar un tratado, para no exponerse a las sanciones previstas.

Obligaciones a cumplir:

- según el primer convenio: zonas y localidades sanitarias, protección del personal de la Cruz Roja y de la
media luna roja, limitación del empleo del signo, excepciones, sanciones penales, abuso del signo,
prevención de empleo abusivo del signo.
- segundo convenio: definición de las personas protegidas, tarjetas de identidad para el personal sanitario
y religioso, características de los barcos hospitales, señalamiento de aeronaves sanitarias.
- tercer convenio: definición de personas protegidas (quienes forman parte de las fuerzas armadas),
tarjetas de identidad para sus miembros, leyes y reglamentos relativos a la liberación tras palabra dada,
medidas para la correspondencia de prisioneros, creación de un servicio de tumbas.
- para población civil: sanciones penales, estatuto de internamiento, designación de zonas de
seguridad, protección de hospitales civiles, empleo del signo de la Cruz Roja, identificación de los niños de corta
edad.

317
Guiñazú, María Virginia

El derecho interno debe modificarse o tomar nuevas medidas para la aplicación de los protocolos y
convenios.

Medidas sobre personal calificado: protección de las unidades sanitarias, protección general de la misión
médica, identificación, buques hospitales, protección de aeronaves sanitarias, restos de personas fallecidas,
armas nuevas, fuerzas armadas, protección de personas que han tomado parte en las hostilidades, protección
de las obras e instalaciones que contienen fuerzas peligrosas, zonas desmilitarizadas, protección civil, reunión
de familias dispersas, garantías fundamentales, protección de mujeres y niños, evacuación de niños, medidas
de protección de periodistas, medidas de ejecución, asesores jurídicos en las fuerzas armadas, difusión,
represión de las infracciones del protocolo, asistencia mutua judicial en materia penal.

B. Medidas preventivas, de control y represivas

Se pueden distinguir tres categorías de mecanismos de implementación: las medidas preventivas, las
medidas de control y las medidas represivas/sanciones del DIH. Existe interdependencia entre estás categorías.

B.1. Medidas preventivas

Son las condiciones para prevenir las inobservancias o violaciones. La fundamental es la obligación de
difusión del contenido de los convenios hacia todos los órganos destinatarios y beneficiarios. Implica la
inclusión del estudio de los tratados de Ginebra en los programas de instrucción militar, y la promoción del
fomento del conocimiento del contenido de estos tratados de la población civil. Sin el conocimiento del
contenido de las disposiciones de los tratados, las normas internacionales resultan improcedentes en la
realidad de los hechos.

B.2. Medidas de control

Los convenios no iban a tener la incidencia deseada si no se les proporcionaba un aparato de control.

Un conflicto armado entre dos estados provoca la ruptura de sus relaciones diplomáticas. Los súbditos de
uno de ellos que se encuentran en el territorio del otro, así como sus intereses comerciales, carecen del amparo
jurídico normalmente a cargo de la misión diplomática de su país de origen. Para paliar los efectos negativos de
tal suceso, el derecho consuetudinario conocía el instituto de Potencia Protectora, un país neutral frente al
conflicto al que una de las partes le encarga proteger sus intereses en el territorio de la otra.

Los convenios de Ginebra recetaron este sistema para aplicarlo como una estructura de control en el
conflicto armado internacional, estipulando la posibilidad de designar un estado ajeno al conflicto,
encargándole precisamente la salvaguarda de los intereses de una parte contendiente en el país enemigo y
velar por la aplicación de los convenios de Ginebra. La designación de estas potencias está sometida a la
aprobación de la potencia donde la cual ha de cumplir su misión.

Si se trata de la potencia protectora encargada únicamente de representar los intereses diplomáticos de un


estado parte en un conflicto, hablamos de mandato de Viena, mientras que si se trata de una potencia
designada para velar por la observación de los convenios de Ginebra, hablamos de mandato de Ginebra.

318
Guiñazú, María Virginia

Si por razones políticas no es factible ponerse de acuerdo sobre la designación de la potencia protectora, el
comité Internacional de la Cruz Roja puede ser llamado a asumir las tareas de control con el acuerdo de los
estados partes en el conflicto.

El protocolo 1 agregó un nuevo procedimiento de control, con un ámbito limitado: el de la averiguación de


hechos que constituirían infracciones graves a los convenios de Ginebra (la comisión internacional de encuesta).
Se trata de poder averiguar de manera imparcial la verosimilitud y el carácter fidedigno de los sucesos alegados
con efecto determinante para las partes que hubieran expresado la competencia de la comisión que hubieran
aceptado. Este procedimiento entrará en vigor al ser aprobado por 20 estados, cifra que todavía no fue
alcanzada.

Cuando las medidas preventivas y de control no hayan logrado anticipar o reparar las violaciones del DIH, se
recurre a las medidas represivas es decir sanciones.

B.3. Medidas de represión del DIH (sanciones)

La existencia de las sanciones acondiciona su eficacia. Su propósito es punitivo, pero tiene ante todo un
propósito preventivo.

El primer tipo de infracción es que los estados tienen que sancionar los actos no conformes a las
disposiciones de los convenios y de los protocolos adicionales. Las acciones son idénticas a las que contiene el
DIP para los actos contrarios y las violaciones de tratados internacionales. Pueden ser sanciones
administrativas, disciplinarias o judiciales que a nivel internacional involucran los mecanismos de
responsabilidad internacional en materia de no cumplimiento de los tratados.

Un caso distinto al del sistema de Ginebra son las infracciones graves calificadas de crímenes de guerra. Son
violaciones que representan un peligro especialmente grave, significa la total quiebra de todo el sistema.

Se entienden por infracciones graves las que los convenios y protocolos enumeran de manera exhaustiva.
Son crímenes de guerra los siguientes actos si se cometen contra personas o bienes protegidos: el homicidio
internacional; la tortura, incluido tratos inhumanos y experimentos biológicos, el hecho de causar
intencionalmente grandes sufrimientos o atentar contra la integridad física; toda misión deliberada que ponga
gravemente en peligro la integridad física o mental de una persona en proceder de una parte contraria de
aquella de la que depende; la deportación o los traslados ilegales; la detención ilegal; el hecho de obligar a una
persona protegida a servir en las fuerzas armadas de la potencia enemiga; el privar una persona de su derecho
a ser juzgada regular e imparcialmente; la toma de rehenes; la destrucción y apropiación no justificada de
bienes por necesidades militares llevadas a cabo de manera arbitraria.

Constituyen también crímenes de guerra los siguientes actos, si se cometen de manera intencional y
ocasionan la muerte o perjudican gravemente la integridad física o salud de los protegidos: ataques contra la
población civil, las personas civiles y los bienes civiles; ataques indiscriminados o los ataques contra obras o
instalaciones que contengan fuerzas peligrosas, a sabiendas de que causará pérdidas en vidas humanas, heridos
entre las personas civiles o daños a bienes civiles que sean excesivos en relación con la ventaja militar concreta
y directa prevista; ataques contra localidades no defendidas y zonas desmilitarizadas; ataques contra las
personas reconocidas fuera del combate; el uso perfil del signo de la Cruz Roja y otros signos protectores
reconocidos.

También son infracciones graves: el traslado por la potencia ocupante de parte de la propia población civil al
territorio que ocupa; la deportación de la totalidad o una parte de la población desde territorio; toda

319
Guiñazú, María Virginia

injustificada demora en la repatriación de prisioneros de guerra o personas civiles; la práctica de apartheid y


demás prácticas análogas; los ataques dirigidos contra bienes culturales claramente reconocidos.

Luego de calificar los crímenes de guerra, el sistema de Ginebra obliga a los gobiernos a que tomen las
medidas necesarias para determinar las sanciones penales adecuadas a aplicarse a las personas que
impartieron la orden de cometer esos actos. Con respecto a los crímenes de guerra, se constituye en el sistema
del derecho de Ginebra el recurso a la competencia penal universal de todos los estados partes en los tratados
de Ginebra. Como consecuencia, el estado que no haya hecho comparecer al inculpado de los crímenes de
guerra ante sus propios tribunales, debe extraditarlo para que sea juzgado bajo todas las garantías del debido
proceso judicial. Es decir, se excluye la posibilidad que los crímenes de guerra queden sin un apropiado juicio.
La regla “juzgar o dar a juzgar” garantiza la universalidad del funcionamiento del aparato represivo de los
tratados de Ginebra.

El funcionamiento y eficacia de este sistema de sanciones depende de la voluntad política de los Estados, es
decir, los medios de implementarlo en el derecho interno y hacerlos respetar en las relaciones internacionales.
Esto no impide la posibilidad de crear un tribunal internacional con competencia para conocer las infracciones
del derecho internacional, como la Corte Internacional de Justicia de la haya

El Comité Internacional de la Cruz Roja como instrumento de actuación internacional humanitaria.

1. Mandato del comité Internacional de la Cruz Roja

La institución a la cual incumben diversas tareas específicas de la puesta en marcha de la acción


internacional humanitaria es el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). El elemento fundador de todo el
Movimiento de la Cruz Roja, creada en 1863, fue inicialmente esta institución, un organismo de beneficencia
privado establecido por 5 ciudadanos suizos con el fin de dar cuerpo a las generosas ideas de Henry Dunant.

El primer propósito del comité de Ginebra se limitó a desarrollar actividades en favor de los militares heridos
en el campo de batalla. Un año después, el comité de Ginebra instrumentó la convocatoria, por el gobierno
suizo, de una conferencia diplomática en Ginebra, propiciando la aprobación del primer sistema universal de la
protección jurídica internacional de las víctimas de conflictos armados (Convenio de Ginebra 1864).

A partir de ahí, al comité de Ginebra se le atribuyeron tareas internacionales cada vez más amplias,
abarcando nuevas categorías de víctimas y extendiendo su acción de protección y asistencia. En 1906, se
extendió el amparo del derecho de Ginebra a las víctimas del conflicto naval: los náufragos; luego a los
prisioneros de guerra en 1929; a los civiles en poder del enemigo, etc. También se le otorgó la posibilidad de
actuar en los conflictos armados no internacionales.

Hoy en día el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) tiene las siguientes competencias: la de agente de
implementación de los tratados de Ginebra, la de custodio del DIH y de los principios de la Cruz Roja, la de
promotor y propagador del DIH, la de actor de la acción internacional humanitaria por su propia iniciativa, la de
gestor de las actividades humanitarias por encargo de la comunidad internacional, y la de componente y
elemento fundador del movimiento de la Cruz Roja (se desarrollan a continuación en puntos 2.1, 2.2, etc.)

320
Guiñazú, María Virginia

Estas funciones configuran una situación jurídica sui generis y constituyen la personería jurídica de la
entidad.

El CICR procura evitar que se registren nuevamente o limitar las consecuencias de guerras, conflictos,
desórdenes, hambre, éxodos, separaciones. Su evolución sigue de cerca la de los acontecimientos políticos,
militares, económicos y sociales que tejen la trama de la historia y que la modelan.

Busca garantizar la primacía del derecho humanitario ante la escalada de la violencia y la tecnología de la
destrucción

2. Competencias y funciones del CICR

A cada una de las competencias le corresponde una función determinada. Estas ccompetencias son
reconocidas por los protocolos y los convenios. La siguiente clasificación no puede ser considerada rígida o
dividida en compartimientos estancos.

2.1 el CICR como agente de implementación de los convenios de Ginebra

Su particularidad es que él mismo, compuesto únicamente por ciudadanos suizos, se ha vuelto por la
voluntad de los estados una institución con la competencia de una organización internacional gubernamental.

Sus competencias propias son: la de poder emprender actividades humanitarias en favor de las víctimas, así
como los socorros para con ellas; la de actuar como sustituto de la Potencia Protectora; la de poder
beneficiarse de la protección del emblema protector; la de poder actuar a favor de los prisioneros de guerra y
de las personas civiles; la de visitar a las personas, a los prisioneros de guerra y a las personas civiles internadas
o detenidas; las tareas de la Agencia Central de Búsqueda; la de mantener listas de personal calificado;
emprender su iniciativa humanitaria en las situaciones de conflicto armado no internacional.

2.2 El CICR como custodio del DIH y de los principios de la Cruz Roja

Reconocimiento a la institución de la autoridad en la materia de aplicación, así como la de las modalidades


de implementación e interpretación del DIH (derecho de Ginebra). Esta autoridad es jurídica y efectiva. Se
reconoce al CICR la facultad de poner en práctica lo dispuesto por el DIH.

El CICR es custodio de los principios fundamentales de la Cruz Roja, que son: la humanidad, imparcialidad,
neutralidad, independencia, carácter voluntario, unidad y universalidad.

El CICR es neutral e independiente de todos los intereses que puedan surgir en el marco en el que actúa, a
fines de hacerlo de manera Imparcial

2.3 El CICR como promotor y propagador del DIH

A partir del primer convenio de Ginebra en 1864, fue el CICR el que propició el proceso de la preparación,
negociación y concertación de los instrumentos del derecho de Ginebra. En la primera etapa, esta función
consiste en iniciar una reflexión y estudio intrínseco dentro de la institución acerca de la necesidad y

321
Guiñazú, María Virginia

oportunidad de adaptar y desarrollar la normativa humanitaria. En la segunda, la institución se dedica a


consultar a expertos privados o gubernamentales; organizar sesiones de trabajo, incluso reuniones
internacionales preparatorias, proporcionándoles documentación y apoyo logístico. En la última fase del
proceso, incentiva la convocatoria de una conferencia diplomática de los estados (aunque formalmente
provenga del gobierno de Suiza) y pone al servicio de ellos su pericia jurídica y experiencia práctica.

Este rol de promotor del DIH vigente, se adecua a las reglas de su propia doctrina, la “doctrina del CICR”.

Esta doctrina son las reglas de conducta, elaboradas en base a un proceso de reflexión, interna para
asegurar la coherencia de la gestión. Esta institución, junto a las demás entidades que puedan relacionarse con
ella (los estados, otras partes en los conflictos armados, los organismos internacionales gubernamentales y no
gubernamentales y hasta las propias víctimas), conforma un cuerpo de reglas de comportamiento con vigencia
interna, pero también lleva el carácter de las reglas del DIH, puesto que muchas veces ellas tienen la
potencialidad de trascender a nivel de normas de tratados internacionales

Ocupa el CICR un lugar propio en cuanto a la difusión del DIH y los principios de la Cruz Roja al establecer la
difusión como una obligación de los estados partes en los convenios de Ginebra y protocolos. Necesita esta
tarea de dar a conocer lo más ampliamente posible el contenido de los convenios y protocolos para preparar
debidamente a todos los que tienen que aplicarlos, y asegurar su cumplimiento. Entre estas tareas se
encuentran asesorar a las naciones de la Cruz Roja, dar a conocer sistémicamente sus informes y publicaciones,
organizar o participar en seminarios orientados a la formación de especialistas en DIH, la formación de las
fuerzas armadas y el personal de la Cruz Roja.

2.4. El CICR como actor de la acción internacional humanitaria por su propia iniciativa

La comunidad internacional no sólo le atribuyó al CICR competencias por los Convenios de Ginebra, sino que
también le reconoció la posibilidad de actuar a nivel internacional y con efectos de derecho, por vía de otros
procedimientos:

- posibilidad del CICR de actuar por su propia iniciativa. Es el derecho de iniciativa humanitaria extra
convencional o estatutario (posibilidad del CICR de ofrecer por propia iniciativa sus servicios humanitarios a los
gobiernos en cuyos territorios ocurran situaciones de conflicto, invocando su derecho de iniciativa
humanitaria). Los Gobiernos sólo deben señalar la existencia de las categorías de víctimas, por lo que no es una
injerencia indebida en los asuntos internos del Estado.

En el caso de disturbios interiores o tensiones internos, la actuación principal es en razón de los detenidos. El
CICR le solicita a los Gobiernos que acepten las modalidades siguientes: poder ver a los detenidos, entrevistarse
con ellos libremente y sin testigos, poder volver a visitarlos, establecer la lista de los detenidos y organizar la
transmisión de mensajes entre los detenidos y sus familiares. Mediante el principio de confidencialidad, el CICR
garantiza a las Autoridades que no pondrá en conocimiento de la opinión pública nada que sus representantes
hayan visto en los lugares de detención. Se realizan informes confidenciales exclusivamente para las
Autoridades de la Potencia detentora, sin divulgar nada.

- posibilidad de actuar mediante la concurrencia de la voluntad de los Estados o demás sujetos del DI, por
medio de acuerdos internacionales bilaterales. Se destacan los acuerdos sede, en los Estados en cuyos
territorios se establece el CICR.

322
Guiñazú, María Virginia

2.5 El CICR como gestor de las actividades por encargo (o por delegación) de la CI

Son las obligaciones que el CICR asume a raíz de los acuerdos especiales en que se estipulen competencias
en favor de ello.

2.6 El CICR como componente y elemento fundador del Movimiento de la Cruz Roja

En la estructura actual del Movimiento de la Cruz Roja, el CICR ocupa un lugar determinado por dos factores:
por una parte, su carácter de institución con competencias internacionales pero de composición uninacional, y
por otro, su antecedencia cronológica, al ser su componente fundador.

Se rige esta situación del CICR por los “Estatutos del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media
Luna Roja”, que determinan sus atribuciones, garantizándoles su especificidad y autonomía.

El CICR se halla en el seno del Movimiento, habiendo sido los “Estatutos” del mismo aprobados por el CICR.

Funciones específicas del movimiento: mantener y difundir los Principios Fundamentales del Movimiento,
trabajar por la aplicación del DIH, la protección y asistencia de víctimas militares y civiles, garantizar el
funcionamiento de la Agencia Central de Búsquedas, contribuir en la formación de personal médico y en la
preparación del material sanitario.

Derecho Internacional Humanitario y Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

Los DDHH nacieron en la normativa internacional con la Carta de las NU en 1945. Se enuncia su primer
catálogo en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre en 1948.

En la primera época de coexistencia de nuevo derecho de los DDHH con el viejo derecho humanitario, se
encontraron algunas controversias sobre la ubicación respectiva de ambas ramas en el derecho internacional,
así como sobre sus interrelaciones.

Los Derechos Humanos aparecían como el sistema representativo de las nuevas ideas de la comunidad
internacional, y como un concepto jurídico que debería fundamentar la posibilidad de conseguir los demás
objetivos de la Carta. No se podía conceptuar cuáles serían las relaciones entre lo que quedaba del derecho de
la guerra, o sea, el derecho humanitario y los Derechos Humanos.

Surgieron tres actitudes:

A. La escuela integracionista, que considera que los Derechos Humanos constituyen la parte integrante
del DIH como el primer sistema específicamente destinado a proteger al ser humano. Consideraba al
derecho de los Derechos Humanos como parte del DIH, mientras que el derecho humanitario
propiamente dicho permanecería humanitario. Los derechos humanos se basan, en último recurso, en
el derecho humanitario.
B. La escuela separatista, que separaba a los dos derechos. Para los que se referían a la naturaleza y
origen de estas dos ramas, era inaceptable abarcar dentro del mismo molde jurídico a las normas

323
Guiñazú, María Virginia

precedentes del derecho de la guerra y las que deberían ser la base misma de la normativa de la paz.
Primaban los Derechos Humanos sobre el derecho humanitario después de la prohibición de la guerra.
C. La escuela complementarista. Al desarrollarse estas dos ramas del derecho y en el marco de la
elaboración de sus nuevos instrumentos (pactos universales, convenios y protocolos), se descubrió
que ambas tienen varias interacciones y perspectivas en común. Esta escuela refleja adecuadamente
las relaciones entre ellos tal como se presentan en la realidad.

Elementos principales de convergencia y divergencia entre el ámbito de aplicación del DIH y los Derechos
Humanos

Aunque son las personas humanas los beneficiarios de los derechos de normativa humanitaria, son
fundamentalmente los estados los titulares de los derechos que en ella se estipulan. Las situaciones en las
cuales la persona humana puede directamente beneficiarse de derechos o verse obligada son poco frecuentes
en el derecho humanitario. En cambio, en la esfera de los Derechos Humanos, los individuos poseen derechos
propios y su titularidad los constituyen en sujetos de esta rama del derecho, al mismo nivel que lo son los
estados partes.

Existe una diferencia notable entre el ámbito de aplicación personal de las dos normativas. El propósito de
los Derechos Humanos es garantizar al individuo la posibilidad de desarrollarse como persona para realizar sus
objetivos personales, sociales, políticos y económicos; es un derecho promocional de la persona humana. El
derecho humanitario tiene como finalidad suprema hacer posible que un ser humano, en toda su condición de
persona, atraviese los gravísimos peligros del conflicto armado y situaciones de violencia salvaguardando su
integridad personal y la de su entorno social. Ambos derechos sirven para proteger a la persona humana pero
no tienen los mismos propósitos.

Complementariedad del DIH y los Derechos Humanos

Los Derechos Humanos contienen dos niveles de reglas: las que los estados partes tienen derecho a
suspender en las situaciones previstas por los instrumentos jurídicos mismos, y las que se mantienen en plena
vigencia en toda circunstancia. Esta segunda categoría, el núcleo interior, sigue surtiendo sus efectos en
cualquier situación de crisis del estado, donde los Derechos Humanos mantendrán su vigencia.

Son derechos inderogables: el derecho a la vida, la prohibición de la tortura, la prohibición de la esclavitud,


la prohibición de la retroactividad de medidas penales, la libertad de conciencia y culto, derechos de la familia,
derechos del niño, derecho a la nacionalidad, derecho a la participación en la vida pública.

El DIH es un derecho de excepción, de emergencia, que tiene que intervenir en caso de ruptura del orden
internacional o interno, mientras que los derechos humanos se aplican en tiempos de paz, aunque algunos de
ellos permanezcan irrefragables en cualquier circunstancia.

Conclusiones

Los derechos humanos y el derecho humanitario tienen respectivamente: distintos propósitos jurídicos de
protección, diferencias de origen respecto de su conformación jurídica e histórica, diferencias entre sus

324
Guiñazú, María Virginia

respectivos ámbitos personales y materiales de aplicación, y distintos ámbitos de aplicación en lo que atañe a
las reglas suspendibles de los derechos humanos y las reglas propias del derecho humanitario.

En cambio, las normas inderogables de los Derechos Humanos pueden aplicarse al mismo tiempo y en las
mismas situaciones en que surten efectos las normas humanitarias, teniendo además algunas el mismo
contenido o uno muy similar. Las dos ramas suelen tener una relación complementaria.

Observaciones finales

El DIH se trata de una normativa internacional autónoma, dedicada a la protección de la persona humana,
con sus propias bases jurídicas, su propio ámbito temporal, personal y material de aplicabilidad, y su propio
aparato de implementación. Es un sistema necesario para que en las situaciones de conflicto armado y violencia
no se agoten las posibilidades de protección jurídica internacional y exista un sistema específicamente
adecuado a las necesidades del amparo al ser humano. Es una normativa específica de su propia índole que
puede ser complementaria de otros sistemas de normas internacionales de protección a la persona humana y
del derecho internacional de los Derechos Humanos.

La finalidad primordial del derecho humanitario es tratar de hacer escuchar la voz de la razón y de la ley en
aquellas situaciones en que las armas puedan alcanzarlas, recordando que un ser humano, incluso un enemigo,
siendo si sigues siendo una persona digna de respeto y protección.

325
Guiñazú, María Virginia

UNIDAD 17: Derecho Internacional del Medio Ambiente

Noción y evolución del Derecho Internacional del Medio Ambiente.

Concepto de Derecho Ambiental Internacional

El Derecho Ambiental Internacional (DAI) constituye el ordenamiento jurídico destinado a regular las
relaciones de coexistencia, cooperación e interdependencia, institucionalizada o no, entre los actores, que tiene
como objetivo la protección internacional del ambiente; o, el conjunto de normas jurídicas de carácter
internacional destinado a la protección del ambiente en cualquiera de sus formas.

En las dos últimas décadas se ha acudido a un progresivo desarrollo en el ámbito jurídico referido a lo
"ambiental", como así mismo a lo "internacional". En el primer caso, la abundancia de normas jurídicas
nacionales que protegen el ambiente ha generado el nacimiento de una nueva rama del derecho, el derecho
ambiental y, en el segundo, la profusa cantidad de tratados, convenios, declaraciones, acuerdos,
recomendaciones, resoluciones e informes de carácter internacional destinados a proteger el ambiente en
cualquiera de sus manifestaciones: recursos naturales, orgánicos e inorgánicos; tecnologías, como la energía
nuclear o la explotación y exploración de los espacios exteriores, incluyendo la Luna y otros cuerpos celestes, o
acuerdos sobre geografías determinadas, como el Tratado Antártico y su Protocolo del Medio Ambiente de
1991, o aquellos más abstractos como el Compromiso Ético de las ONGs para una actitud y conducta ecológica
global de 1972 o el de los compromisos de los ciudadanos con respecto a la biodiversidad; han dado nacimiento
al Derecho Ambiental Internacional.

El derecho ambiental invade todas las ramas del derecho, tanto públicas como privadas, pudiendo
conceptualizarlo como un sistema orgánico de normas que contemplan las diferentes conductas agresivas para
con el Ambiente, bien para prevenirlas, reprimirlas o repararlas, y que trasladado al plano internacional
constituye el Derecho Ambiental Internacional.

Definición: se trata de un conjunto de normas de derecho internacional, que tiene por objeto el
aseguramiento de la vida y la continuidad de las especies que habitan el planeta, mediante la protección y
preservación de los ambientes naturales y de aquellos otros espacios a los que la vida se puede proyectar. De
hecho, esta amplitud de ningún modo mengua sino por el contrario acentúa la consideración del ser humano
como centro de la Creación. Adquiere relevancia, entonces, la universalidad del DIA, ya que abarca no solo los
espacios terrestres en que se desarrolla todo tipo de vida, sino también los ultraterrestres a los que poco a
poco se van trasladando actividades humanas por ahora de carácter científico.

ANTECEDENTES

Los autores mencionan distintas etapas en la evolución de los antecedentes históricos, que culminan en lo
que hoy consideramos el Derecho Internacional Ambiental.

Julio Barboza realiza una distinción en cuatro períodos. Un primer período en que la protección de los
recursos naturales constituía un tema particular de los estados. La segunda etapa arranca con la convocatoria
del ECOSOC de 1949, en la cual la actividad de la ONU empieza a ser decisiva en materia de protección
ambiental, que concluye con la Declaración de Estocolmo sobre el Medio Humano y la creación del PNUMA,
ambas de 1972. Un tercer período incorpora la concepción en relación con el desarrollo humano, habilitada en
la Cumbre de Río de Janeiro de 1992. Al cuarto tramo lo denomina “Protección sistémica del ambiente

326
Guiñazú, María Virginia

humano”, cuya nota distintiva es un interés sistémico de integración, donde las preocupaciones ambientales se
deberían integrar, como tema de derecho y política internacionales, a todas las actividades humanas. En esta
etapa nos encontramos y en ella ya está comprometida toda la comunidad internacional: es el momento de los
instrumentos de regulación global.

Otra manera de considerar las normas del derecho ambiental internacional es en función del alcance de las
normas: a) “Instrumentos internacionales destinados a proteger elementos ambientales que pertenecen a toda
la humanidad” (mar, Antártida, biodiversidad, espacio aéreo y estratosfera, desertificación, entre otros); b)
“Instrumentos internacionales que protegen elementos ambientales que pertenecen a dos o más estados”
(cuencas hídricas, yacimientos de hidrocarburos); c) “Instrumentos internacionales que se refieren a los efectos
extraterritoriales del uso de recursos naturales o elementos ambientales nacionales” (alta mar, contaminación
atmosférica, incendios forestales, sida, epizootias).

A medida en que avanzaba el conocimiento científico, el estudio de los daños que a corto, mediano y largo
plazos ocasionan acciones y omisiones de todo tipo, llevó a la comunidad internacional a poner en el tope de su
agenda los problemas del medio ambiente. Si bien esa preocupación genérica no era una materia desconocida,
la decisión de abordarla globalmente arrancó “oficialmente” con la Declaración de Estocolmo, en 1972, aunque
ya había suficiente inquietud a causa de la amenaza más temible, la nuclear, dada su proliferación durante los
años duros de la Guerra Fría. A esa Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente le siguió, veinte años
después, la Conferencia de Río de Janeiro sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en 1992, conocida como Cumbre
de la Tierra, inaugurando una nueva etapa del multilateralismo al incorporar el concepto de desarrollo
sustentable, definido previamente como aquel que satisface las necesidades de las generaciones presentes, sin
comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.

En 2002 se realizó en Johannesburgo la última gran reunión, la Cumbre Mundial sobre Desarrollo
Sustentable, precedida de escepticismo por los demasiado escasos avances durante la década anterior,
concluyendo con indisimulable pesimismo respecto del futuro inmediato por su falta de resultados. En esa
ocasión quedó lamentablemente acreditado que cada país tiene su percepción del desarrollo sustentable en
función de sus propios recursos de poder nacional.

Fuentes del DIMA: principios y obligaciones. Protección convencional y sectorial del medio ambiente.
Aplicación y justiciabilidad del DIMA.

FUENTES FORMALES DEL DIMA

Enunciación, características y fundamento de las fuentes formales del DIMA

1. Tratados internacionales

Las convenciones internacionales son compromisos celebrados entre dos o más sujetos internacionales de
conformidad al Derecho internacional. Son “un acuerdo celebrado por escrito entre Estados y regido por el
Derecho internacional, ya conste en un instrumento único o en dos o más instrumentos conexos y cualquiera
que sea su denominación particular”.

Hasta la fecha, no se ha alcanzado un acuerdo general multilateral de tipo codificador en materia de


protección ambiental, construyéndose los consensos multilaterales en ámbito universal pero con dimensión
sectorial o local.

327
Guiñazú, María Virginia

Otra dificultad que se señala para la codificación del derecho del medio ambiente es la no utilidad de un
acuerdo general cuando los mecanismos de aplicación y control se enfrentan diferencias entre Estados
desarrollados y los en desarrollo. Esas diferencias pueden hacer que un mismo tratado deba dar lugar a
distintos tipos de exigencia en el cumplimiento de sus normas, a distintos plazos para el logro de los objetivos, a
distintas vías de financiación, etc. Además los Estados en desarrollo presentan cuestiones condicionantes de la
protección ambiental en base a alegaciones de pobreza, crecimiento poblacional, peso de sus deudas externas,
dificultades para desarrollarse, riquezas naturales aún no explotadas que hacen a su desarrollo y que los
Estados desarrollados pretenden regular internacionalmente como recursos naturales de la humanidad, tras
haber explotado y agotado los propios en interés particular. Es necesario adoptar disposiciones especiales para
atender a las necesidades de los países en desarrollo, incluidos el suministro de recursos financieros nuevos y
adicionales y el debido acceso a las tecnologías pertinentes”.

Una de las características del DIMA en materia de tratados es la no reciprocidad de cumplimiento de las
obligaciones asumidas por las partes. Si un sujeto internacional ha violado una obligación esencial de un
tratado, no se admite la terminación o suspensión del mismo por la violación de una obligación esencial por una
de las partes. La creciente convicción de que la preservación del ambiente concierne a toda la humanidad,
desdibuja las relaciones de reciprocidad en el cumplimiento de los tratados.

2. Costumbre internacional

Sobre la base de la costumbre y los principios generales del derecho se han construido los principios
generales del DIMA.

La práctica de los Estados ha llevado al reconocimiento de normas consuetudinarias en el plano ambiental,


entre ellas, el deber de no causar perjuicio a los legítimos intereses de otros Estados, lo que implica la
prohibición de la realización de prácticas de gestión que pudieren causar perjuicio sensible transfronterizo; la
obligación de cooperar, entendida como expresión genérica abarcativa de distintos comportamientos, en
particular, los de informar y, en su caso, negociar de buena fe a los fines de llegar a un acuerdo en caso de
aprovechamiento de recursos naturales compartidos. Las más importantes normas consuetudinarias en materia
ambiental internacional se ven reflejadas en los denominados “principios generales del derecho internacional
ambiental”.

3. Principios generales del derecho

Los principios generales del derecho son máximas enunciativas de valores fundamentales a preservar en las
relaciones humanas individuales o colectivas. Con relación al origen de los principios generales del derecho
como fuente del derecho internacional del derecho del medio ambiente, éstos surgen a partir de una
comparación y sistematización de distintos derechos internos y del transporte del espíritu común de esos
derechos al DIMA.

Entre los principios generales del derecho aplicables en materia ambiental figuran: pacta sunt servanda,
buena fe, no abuso de derecho, equidad, obligación de reparar el daño causado, etc.

4. Otras Fuentes

a. Actos Jurídicos Unilaterales

Se lo conceptuapliza como “manifestación de voluntad de un sólo sujeto del DI, cuya validez no depende
prima facie de otros actos jurídicos y que tiende a producir efectos -creación, modificación, extinción o

328
Guiñazú, María Virginia

conservación de derechos y obligaciones- para el sujeto que la emite y para terceros en determinadas
circunstancias.

Ciertos Estados, hace más de doscientos años, mediante actos jurídicos unilaterales han asumido posición y
compromiso con relación a ciertos recursos naturales compartidos. Ejemplo: “Siendo el Río Mosa un río común
a Bélgica y Holanda, sobreentendemos que ambos Estados tienen derecho a utilizar naturalmente el curso de
agua, pero al mismo tiempo, de acuerdo a los principios generales del derecho, cada uno está obligado a
abstenerse de toda medida que pudiera perjudicar al otro” (1862- Gobierno de Holanda).

b. Estoppel

Cuando una persona, con sus palabras o con su conducta, produce voluntariamente a otra la creencia de la
existencia de un determinado estado de cosas y la induce a actuar de manera que altere su previa posición
jurídica, el primero no puede alegar frente al segundo que en realidad existía un estado de cosas diferentes”.
Un Estado no puede ser autorizado a beneficiarse de sus propias contradicciones en perjuicio de otro Estado

c. Actos de Organizaciones Internacionales Intergubernamentales

d. Jurisprudencia internacional

e. Doctrina internacional

PRINCIPIOS

El Derecho Ambiental Internacional posee principios que son propios de la protección internacional del
Ambiente. Muchos de ellos son compartidos por otras ramas del derecho, inclusive por el DI.

a) Interdependencia ecológica: En un mundo donde la deforestación en un Estado reduce la riqueza


biológica de toda la Tierra, en que los productos químicos y las emanaciones de gases tóxicos liberados a la
atmósfera en un continente provocan efectos que producen cáncer de piel en otro, en que las emisiones de
dióxido de carbono aceleran el cambio climático mundial, en donde el consumo desenfrenado de las sociedades
opulentas agrava la pobreza en los países menos industrializados, la reorientación de las decisiones a nivel
planetario hacia la preservación ecológica y el desarrollo sostenible deben consensuarse y compartirse,
requiriendo esfuerzos adicionales que deben ser soportados por todos, principalmente, por los países
industrializados (Principios 2, 6 y 25. Declaración de Río).

b) Solidaridad: Deviene del anterior. Los países deben ser solidarios en la pobreza y en la riqueza. La riqueza
es menos riqueza si existe hambre y miseria en el mundo o se daña la belleza de los parques naturales y se
contamina las aguas de los ríos y de los mares. (Principios 7, 5 y 27. Declaración de Río).

c) Cooperación ambiental: No supone la ayuda económica sino la ambiental sostenible, que consiste en la
colaboración para prevenir la degradación ambiental y para evitar contaminación de las aguas, el suelo y la
atmósfera, como así también la cooperación para promover un sistema económico internacional favorable y
abierto que permita llegar al desarrollo sostenible y al crecimiento económico preservador (Principios 7, 9, 12 y
27. Declaración de Río).

c) Obligación de informar e informarse: Mandato imperativo de la CNUMAD Río´92. Este principio tiene dos
sentidos: la información para abajo y la información para arriba. La primera, la obligación por parte de los

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Guiñazú, María Virginia

Estados de crear las condiciones para que todos los individuos tengan acceso adecuado a la información sobre
el Ambiente igual que el que dispongan las autoridades públicas, incluida la información sobre los materiales y
las actividades que ofrecen peligro en sus comunidades, así como la oportunidad de participar en los procesos
de adopción de decisiones. Y la segunda, es que los Estados tienen la obligación de notificar inmediatamente a
los otros Estados de los desastres naturales u otras situaciones de emergencia que puedan producir efectos
nocivos al Ambiente (Principios 10, 18 y 19. Decl. de Río).14

d) Universalidad: La Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados de 1974 estableció la


responsabilidad común para la comunidad internacional sobre los fondos marinos y oceánicos y su subsuelo
fuera de los límites de la jurisdicción nacional; los recursos de la Zona, considerándolos como patrimonio
común de la humanidad; como, también, la protección, preservación y mejoramiento del Ambiente para las
generaciones presentes y futuras -principio más tarde receptado en la Convención del Mar de Montego Bay
(1982). Esta idea, de que los bienes naturales pertenecen a la Humanidad y no pertenecen a ningún Estado en
el sentido de propiedad, se está arraigando como principio universal estableciendo que la Humanidad en sus
actuales generaciones -como nuevo sujeto de derecho internacional público contemporáneo- posea entre sus
atributos el derecho de utilizar los recursos naturales sin poner en peligro la capacidad para servirse de ellos de
las generaciones futuras y el deber de velar por su existencia y permanencia en el tiempo. El Ambiente es
patrimonio común de todos los habitantes de la Tierra porque la Humanidad debe respetar y obedecer las
inmutables leyes naturales.

e) Regulación jurídica integral: Este principio consiste en la armonización y unificación de las legislaciones a
nivel internacional, la tendencia a uniformar los regímenes jurídicos de los diferentes Estados y regiones de la
Tierra en relación a las normas jurídicas ambientales internacionales destinadas a la prevención, represión,
defensa, conservación, mejoramiento y restauración. Por otro lado, es la capacidad tanto del legislador como
del juez de tener una perspectiva macroscópica e integradora del ambiente debido a la fragmentariedad de las
normas ambientales (Principios 11 y 13. Decl. de Río).

f) Responsabilidad común pero diferenciada: El principio de responsabilidad común pero diferenciada


significa que las responsabilidades deben ser compartidas por todos los Estados debido a las alteraciones
causadas al ambiente como consecuencia del ejercicio de actividades dañinas realizadas tanto por persona
físicas y/o jurídicas dentro de sus jurisdicciones. Pero en vista de que han contribuido en distinta medida a la
degradación del ambiente, la responsabilidad debe ser diferente. Los países industrializados reconocen la
responsabilidad que les cabe teniendo en cuenta las presiones que sus sociedades ejercen en el Ambiente y de
las tecnologías y los recursos financieros de que disponen. Este tipo de responsabilidad referido a la protección
del ambiente deviene en responsabilidad colectiva, mancomunada o solidaria (Principio 7. Declaración de Río).

g) Principio precautorio: Significa que los Estados y demás sujetos del DIPC no pueden ampararse en la falta
de certeza científica absoluta para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para
impedir la degradación del ambiente. El desconocimiento científico no debe ser utilizado como razón para
trasladar a las generaciones futuras las decisiones que se deben tomar ahora en precaución de eventuales e
inexorables daños al ambiente (Principio 15. Declaración de Río).

h) Principio de conjunción: Tradicionalmente el DI distingue en doctrinas denominadas Monismo y Dualismo


según como se incorpora la norma internacional al orden jurídico interno. Para la primera, no hay existencia de
dos órdenes jurídicos separados y autónomos, para la segunda sí. Estas doctrinas resultan ahora superadas por
el desarrollo del Derecho Ambiental Internacional, sobre todo a raíz de las normas supranacionales establecidas
en el plexo normativo de la Unión Europea en materia ambiental y de las derivadas de la Declaración de Río y la

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Guiñazú, María Virginia

Agenda XXI -el Programa de Ación de la Conferencia de Río’92-, verdaderas constituciones ambientales
mundiales, con derechos y obligaciones que resultan insoslayables para los Estados. Allí surge que en el DAI
convergen normas de derecho administrativo, de derecho penal, de derecho procesal, de derecho civil y
comercial, pero también de prescripciones de las ciencias naturales, las biológicas, las físicas y las económicas,
de allí que el ordenamiento ambiental se caracteriza por ser sistémico. El principio de conjunción significa la
unión en un mismo orden jurídico, el Ambiental, de la norma internacional y la nacional debido a que la
internacional es cada vez más nacional y viceversa, la nacional es cada vez más internacional. Además, la norma
ambiental internacional es «ius cogens» una norma imperativa de carácter internacional que no puede ser
dejada de lado sino por otra norma de la misma naturaleza (Agenda XXI y Declaración de Río).

i) La variable ambiental: Significa la introducción de la variable ambiental como principio en el proceso de


toma de decisiones, tanto internacional como nacional. La variable ambiental o el factor ambiental surge
inevitablemente puesto que la problemática ambiental se politiza cada vez más porque exige la intervención
directa de los Estados a través de acciones prioritarias y preferenciales en el campo de la protección del
Ambiente. El Estado como sujeto primario del derecho internacional público tiene una influencia decisiva en
relación a la actuación u omisión en la materia. De allí la necesidad de incluir al factor Ambiente en la globalidad
de los actos y conductas que incidan directa o indirectamente en ejercicio del poder. La variable ambiental o
el factor ambiental incorporado en el proceso de toma de decisiones tanto a nivel horizontal como vertical está
configurado y comprendido dentro de la interdependencia ecológica existente entre los Estados. Ambiente y
política internacional se hallan esencialmente interconectados. Las decisiones económicas y de planificación
global contribuyen al fortalecimiento de las responsabilidades en la protección del Ambiente y éste constituye
un problema global que no puede ser resuelto por un sólo Estado, ni una sola región o continente, necesitando
imperiosamente la participación de todos los Estados. Del grado de incorporación del factor ambiental al
proceso de toma de decisiones depende en gran parte el futuro de la humanidad (Principios 3, 4, 8, 9, 12 y 21.
Declaración de Río).

j) Transpersonalización de la norma jurídica ambiental: La razón de este principio se encuentra en la


naturaleza del Derecho Ambiental que al hacer referencia al derecho del hombre y del Ambiente significa que
toda violación al derecho ambiental lesiona tanto a la persona humana como al Ambiente dando lugar al
derecho-deber de su reparación. La Declaración de Río expresa que los seres humanos constituyen el centro de
las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible teniendo derecho a una vida saludable y
productiva en armonía con la naturaleza (Principio 1). Y, paralelamente, el hombre tiene el deber de proteger y
mejorar el entorno para las generaciones presentes y futuras (Principio 3).

k) No contaminar: El principio no contaminar surge como reacción a la increíble recepción en la Declaración


de Río del principio «el que contamina paga» (Principio 16). Este error u horror jurídico, atribuido a la presión
ejercida por el establishment en la Conferencia de Río’92, en realidad, ha servido para cristalizar en los
instrumentos internacionales la cómoda y complaciente figura del "pagador-contaminador" extendida por toda
la Tierra. La regla, la norma, debe ser «no contaminar» y la excepción que confirma la regla es la posibilidad de
contaminar pero en determinadas condiciones perfectamente reguladas y bajo el control de gestión de la
autoridad de aplicación responsable y de los responsables de la toma de decisión de autorizar dicha emanación
o desecho y no como erróneamente se establece en el principio 16 de la Declaración de Río «el que contamina
debe pagar». Y para colmo, la Agenda XXI no sólo no se animó a erradicar el principio "el que contamina
paga" sino que se lo incluyó en el capítulo 8 de la Sección I del Programa de Acción referido a la «Formulación
de Políticas para el Desarrollo Sostenible», encontrándolo como una buena solución para resolver
inmediatamente los problemas ambientales globales, cuando en la práctica industrial es uno de los

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Guiñazú, María Virginia

coadyuvantes de la contaminación industrial, porque en definitiva las industrias terminan pagando sus tasas por
contaminar, transformando el tan deseado desarrollo en el «mal desarrollo».19

L) Utilizador-pagador: Recientemente se ha comenzado a elaborar el principio "utilizador-pagador". Este


principio consiste en que quien usa los recursos debe pagar y responde al criterio de la internacionalización
total de los costes asociados a las distintas fases de explotación, transformación y uso de los recursos naturales,
así como de los efectos ambientales derivados. El principio es relevante porque subsume al mal llamado
principio "contaminador-pagador".

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Guiñazú, María Virginia

UNIDAD 18: CORTE PENAL INTERNACIONAL

Orígenes. Antecedentes del Tratado de Roma.

Hace algunos años, un grupo de países (integrado por 60 Estados de todas las regiones del mundo, y
coordinado por Australia, fue el verdadero motor de la adopción del Estatuto de Roma. Actualmente continúa
promoviendo el establecimiento y puesta en marcha de la Corte), integrado por la Argentina, y una coalición de
organizaciones no gubernamentales, cerraban filas para lograr hacer realidad la aspiración de crear una Corte
Penal Internacional, que logró concretarse el 17 de julio de 1998 con la adopción del Estatuto de Roma en la
Conferencia Diplomática de Roma. La adopción del Estatuto con el voto favorable de 120 Estados produjo
escepticismo en juristas y politólogos prestigiosos que dudaban de las posibilidades de lograr consenso en
torno al Estatuto, por la fuerza conservadora de la doctrina de soberanía de Estado. A pesar de que no tiene
una aceptación universal, constituye una base de apoyo muy amplio.

La gran mayoría de sus disposiciones fueron adoptadas con el consenso de todos los participantes en la
Conferencia, esto es más de 160 Estados. En Roma, la comunidad internacional dio un masivo “no” a la cultura
de la impunidad y dio un “paso gigantesco hacia adelante en la marcha hacia los derechos humanos universales
y el imperio del derecho”.

Con la aprobación del Estatuto de Roma culminó la larga marcha del camino a Roma, que estuvo plagado de
obstáculos, y empezó el recorrido del camino a la Haya, donde se establecerá la Corte cuando se logren las 60
ratificaciones necesarias para su entrada en vigor.

El Estatuto tiene instrumentos complementarios para su interpretación y aplicación y para el diseño de


medidas prácticas que marcan el rumbo y la orientación de la Corte.

La Corte tiene carácter permanente, y ejerce su jurisdicción sobre personas respecto de los crímenes más
graves de trascendencia internacional de conformidad con el Estatuto y tendrá carácter complementario de las
jurisdicciones penales nacionales.

Su sede está en La Haya, Países Bajos.

Caracterización jurídica.

Por el art. 4, la Corte tiene personalidad jurídica internacional, y tiene la capacidad jurídica necesaria para el
desempeño de sus funciones y realización de sus propósitos.

La Corte constituye una herramienta para la promoción de los derechos humanos pero no es en sí misma
una Corte de Derechos Humanos ni una institución destinada a monitorear el respeto de los derechos humanos
por los Estados. La protección de los derechos humanos continúa siendo una obligación impuesta a los Estados
con relación a los individuos sujetos a su jurisdicción; su no cumplimiento compromete su responsabilidad
internacional.

En cambio, son los individuos y no los Estados los que estarán sentados en el banquillo de los acusados
aunque, por la naturaleza de los crímenes de competencia de la Corte, es muy posible que muchas veces los
individuos acusados sean agentes del Estado o personas que actuaron en su nombre. En este sentido, la Corte
Penal Internacional hace suya la herencia de los tribunales de posguerra y de los magistrados del Tribunal de
Nuremberg quienes, en su decisión contra los jerarcas nazis, recordaron que las atrocidades no las cometen

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Guiñazú, María Virginia

entidades abstractas sino personas de carne y hueso. La Corte Penal Internacional procura hacer efectiva la
responsabilidad de estas personas individualmente responsables de crímenes atroces, contra quienes podrán
presentar denuncias no solamente entidades abstractas, los Estados y el Consejo de Seguridad, sino también
otras individuos, incluyendo a las propias víctimas, a través de información proporcionada al Fiscal de la Corte.

La Corte no entenderá en controversias entre Estados, dejando esta importante tarea a la Corte
Internacional de Justicia.

En su tarea de hacer efectiva la responsabilidad penal individual por gravísimos crímenes internacionales, el
Estatuto continúa los precedentes abiertos por los tribunales de posguerra y, más recientemente, de los
tribunales especiales creados por el Consejo de Seguridad para la ex Yugoslavia y Rwanda, pero difiere
fundamentalmente de aquéllos por su propia génesis. Todos los tribunales citados fueron creados ex post facto
para administrar justicia por situaciones ya ocurridas en el pasado, y fueron creados por el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas.

La Corte Penal, con carácter general y permanente fue creada para cualquier situación que pueda producirse
en el futuro en cualquier parte del mundo. Es el producto de una negociación multilateral profundamente
democrática que culminó en un tratado multilateral abierto a la adhesión de todos los Estados del mundo. Esto
explica sus falencias pero también su gran fortaleza.

Competencia.

La competencia muy reducida de la Corte Penal Internacional confirma y hace operacional la responsabilidad
penal individual por solamente aquellos pocos crímenes internacionales que ofenden a la conciencia universal
en su conjunto y respecto de los cuales fue posible lograr un común denominador aceptable para los principales
sistemas jurídicos, políticos y religiosos del mundo. Esta competencia refiere a los crímenes de genocidio, lesa
humanidad, crímenes de guerra y, bajo ciertas condiciones, agresión.

La Corte no pretende substituirse a los tribunales domésticos. Por el contrario, es un sistema de


complementariedad que no solamente apunta a salvaguardar el derecho de los Estados a investigar crímenes
internacionales y de juzgar a sus autores. El Estatuto reafirma además la responsabilidad que cabe a los Estados
en esta materia recordando en su preámbulo que es deber de todo Estado ejercer su jurisdicción penal contra
los responsables de crímenes internacionales. Esto significa que el Estatuto no excluye la posibilidad de que se
lleven adelante procesos nacionales. Por el contrario, presupone que éstos tendrán lugar y establece las
condiciones para que cuando sean realizados en forma imparcial y adecuada, tengan absoluta precedencia.

La Corte solamente podrá ejercer su competencia cuando sean partes del Estatuto o consientan
ulteriormente, o bien el Estado en cuyo territorio se haya cometido el crimen o bien el Estado del que sea
nacional el acusado del crimen.

Artículo 11. Competencia temporal

1. La Corte tendrá competencia únicamente respecto de crímenes cometidos después de la entrada en vigor
del presente Estatuto.

2. Si un Estado se hace Parte en el presente Estatuto después de su entrada en vigor, la Corte podrá ejercer
su competencia únicamente con respecto a los crímenes cometidos después de la entrada en vigor del presente

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Guiñazú, María Virginia

Estatuto respecto de ese Estado, a menos que éste haya hecho una declaración de conformidad con el párrafo
3 del artículo 12.

Artículo 12. Condiciones previas para el ejercicio de la competencia

1. El Estado que pase a ser Parte en el presente Estatuto acepta por ello la competencia de la Corte respecto
de los crímenes a que se refiere el artículo 5.

2. La Corte podrá ejercer su competencia si uno o varios de los Estados siguientes son Partes en el presente
Estatuto o han aceptado la competencia de la Corte de conformidad con el párrafo 3:

a) El Estado en cuyo territorio haya tenido lugar la conducta de que se trate, o si el crimen se hubiere
cometido a bordo de un buque o de una aeronave, el Estado de matrícula del buque o la aeronave;

b) El Estado del que sea nacional el acusado del crimen.

3. Si la aceptación de un Estado que no sea Parte en el presente Estatuto fuere necesaria de conformidad
con el párrafo 2, dicho Estado podrá, mediante declaración depositada en poder del Secretario, consentir en
que la Corte ejerza su competencia respecto del crimen de que se trate. El Estado aceptante cooperará con la
Corte sin demora ni excepción de conformidad con la Parte IX.

Artículo 13. Ejercicio de la competencia

La Corte podrá ejercer su competencia respecto de cualquiera de los crímenes a que se refiere el artículo 5
de conformidad con las disposiciones del presente Estatuto si:

a) Un Estado Parte remite al Fiscal, de conformidad con el artículo 14, una situación en que parezca haberse
cometido uno o varios de esos crímenes;

b) El Consejo de Seguridad, actuando con arreglo a lo dispuesto en el Capítulo VII de la Carta de las Naciones
Unidas, remite al Fiscal una situación en que parezca haberse cometido uno o varios de esos crímenes; o

c) El Fiscal ha iniciado una investigación respecto de un crimen de ese tipo de conformidad con lo dispuesto
en el artículo 15.

Interrelación con las Naciones Unidas.

En su art. 2 se establece que la Corte estará vinculada con las Naciones Unidas por un acuerdo que deberá
aprobar la Asamblea de los Estados Partes en el presente Estatuto y concluir luego el Presidente de la Corte en
nombre de ésta.

El Estatuto reafirma en su preámbulo la observancia de los Propósitos y Principios de la Carta de las


Naciones Unidas, destacando que nada de lo dispuesto en el Estatuto puede entenderse en el sentido de
autorizar a un Estado Parte a intervenir en una situación de conflicto armado en los asuntos internos de otro
Estado. Por el Estatuto se reconoce que el Consejo de Seguridad es la autoridad primordial encargada de
determinar las amenazas y quebrantamientos a la paz y los actos de agresión y de adoptar las medidas
necesarias para responder a éstos. No obstante, la creación de una Corte Penal Internacional refleja la
aceptación, por parte de la comunidad internacional, de que la justicia es condición imperativa de una paz
estable. Desde esta perspectiva, la Corte Penal Internacional, en el ejercicio de las competencias que le son

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Guiñazú, María Virginia

propias, está llamada a aportar una valiosa contribución de la paz internacional. Es un instrumento destinado a
complementar y fortalecer el sistema de seguridad colectivo ideado en San Francisco con la Carta de la ONU.

Relación de la Corte Penal con el Consejo de Seguridad de la ONU

La relación entre la Corte Penal Internacional y el Consejo de Seguridad continúa siendo uno de los aspectos
más controvertidos del Estatuto de Roma. Durante las negociaciones, algunos Estados propiciaron que la Corte
y el Consejo de Seguridad ejercieran sus atribuciones propias sin establecer ningún contacto entre ambos. Lo
contrario podía politizar la Corte y afectar su independencia.

Sin embargo, el Estatuto articula una relación por la cual el Consejo retiene dos llaves en su relación con la
Corte: una que le permite activar la jurisdicción de la Corte. Otra, más controvertida, que le permite desactivar
tal jurisdicción, al menos temporariamente.

2.1. La posibilidad de “activar” la competencia de la Corte. El Estatuto prevé que la Corte podrá ejercer su
competencia cuando el Consejo de Seguridad remite al Fiscal una situación en que parezca haberse cometido
uno o varios crímenes.

La Corte solamente podrá ejercer su competencia cuando sean partes del Estatuto o consientan
ulteriormente, o bien el Estado en cuyo territorio se haya cometido el crimen o bien el Estado del que sea
nacional el acusado del crimen. En caso de intervención del Consejo de Seguridad, se alteraría radicalmente
este sistema ya que el Consejo de Seguridad podría someter a la Corte crímenes cometidos en cualquier parte
del mundo con independencia del consentimiento o participación en el Estatuto de los Estados concernidos.
Así, el sometimiento de asuntos a la Corte sería necesariamente selectivo por estar sujeto al veto del Consejo
de Seguridad y conducir a la politización de la Corte Penal Internacional.

El Estatuto receptó finalmente la posición favorable al Consejo de Seguridad. Se otorga a la Corte el poder
de ejercer su competencia cuando el Consejo, actuando de conformidad con sus propias facultades bajo el
Capítulo VII.

Asimismo, a fin de salvaguardar la independencia de la Corte, el Consejo de Seguridad, al igual que los
Estados nacionales, solamente somete al Fiscal “situaciones” en las que parezca haberse cometido uno o varios
de esos crímenes. Es el Fiscal quien decide libremente, si existe fundamento razonable para iniciar una
investigación y, posteriormente, si hay base suficiente para proceder al enjuiciamiento de individuos
determinados.

2.2. La posibilidad de “desactivar” la competencia de la Corte. El artículo 16 prevé que en caso de que el
Consejo de Seguridad, de conformidad con una resolución aprobada con arreglo a lo dispuesto en el capítulo VII
de la Carta de las NU, pida a la Corte que suspenda por un plazo de doce meses la investigación o el
enjuiciamiento que haya iniciado, la Corte procederá a esa suspensión. La petición podrá ser renovada por el
Consejo de Seguridad. Esta disposición se basa en la premisa de que en algunas circunstancias excepcionales la
actuación de la justicia puede obstaculizar la búsqueda de la paz. Sin embargo, redactada sobre la base de la
denominada ‘’propuesta de Singapur’’, mejora sensiblemente la formulación contenida originalmente, que
disponía que la Corte no podía iniciar ningún procesamiento derivado de una situación de la que se estuviese
ocupando el Consejo de Seguridad, a menos que el Consejo de Seguridad decidiese otra cosa. La disposición
constituía una salvaguardia exorbitante que podía menoscabar seriamente la independencia y capacidad
operativa de la Corte. La ‘’cláusula Singapur’’ invierte la carga de la prueba. No basta que el Consejo se esté

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Guiñazú, María Virginia

ocupando de una cuestión, resulta necesario que el Consejo solicite expresamente la suspensión temporal de
los procedimientos como consecuencia de una decisión positiva de la mayoría de sus miembros.

Relación de la Corte con los sistemas nacionales

El régimen que regula la interacción entre la Corte y los Estados nacionales está basado sobre dos pilares
fundamentales: 1) el principio de complementariedad que concierne tanto a los Estados Parte del Estatuto
como a los no Parte; 2) la obligación de cooperar con la Corte que concierne solamente a los Estados Parte.

1. 1. Principio de Complementariedad. El sistema diseñado en el Estatuto de Roma es sustancialmente


diferente del contemplado en los Estatutos de los tribunales especiales para la ex Yugoslavia y Rwanda. Estos
dos tribunales creados por el Consejo de Seguridad tienen primacía sobre los sistemas nacionales. Si así lo
deciden estos tribunales, los Estados deben desistir de ejercer su propia competencia en favor de aquéllos,
abstenerse de juzgar a los supuestos autores que se encuentren en su territorio y entregarlos para su
juzgamiento por parte de estas instancias internacionales. En cambio, la Corte Penal Internacional no tiene
primacía sobre los sistemas nacionales ni está llamada a sustituir a los tribunales domésticos. Por el contrario,
es complementaria de las jurisdicciones nacionales y solamente puede intervenir en aquellos casos
excepcionales en que, por diversas razones, los Estados no pueden o no están dispuestos a juzgar a los
responsables. La Corte Penal Internacional fue diseñada sobre la base de un delicado equilibrio entre dos
objetivos que coexisten en tensión. Por una parte el objetivo de resguardar el normal funcionamiento de los
sistemas nacionales que son los que deben normalmente juzgar y sancionar a los responsables de los crímenes.
Por otra parte, la creación de una Corte Penal Internacional implica que la Comunidad internacional acepta que
el juzgamiento de ciertos crímenes concierne a la comunidad internacional en su conjunto y no solamente a un
sistema nacional determinado. Esto implica reconocer que si los sistemas judiciales nacionales no satisfacen
ciertos parámetros mínimos para su investigación y juzgamiento, deben ser retirados de dicha órbita para pasar
a la órbita internacional.

Jurisdicción.

Desde un comienzo, la cuestión de la relación de la Corte con los sistemas nacionales fue considerado crucial
en la redacción del Estatuto, al punto que resultó claro que la posibilidad misma de establecer una Corte Penal
Internacional dependería de la habilidad de las delegaciones para lograr una adecuado equilibrio en la
repartición de competencias que preservara suficientemente los sistemas nacionales sin vaciar de todo
contenido y eficacia a la Corte Penal Internacional. Aceptado el principio de la complementariedad, había que
definir las causales o razones que habilitarían a la Corte a intervenir. Una Corte con demasiadas competencias
podía interferir innecesariamente en la órbita nacional y obstaculizar la participación universal en el Estatuto.
Pero, un principio de complementariedad definido en términos demasiado estrictos podía debilitar
excesivamente la Corte Penal Internacional hasta hacerla prácticamente inoperante.

En los debates se enfrentaron dos enfoques principales.

A. Por un lado los Estados que preferían un papel muy limitado para la Corte Penal Internacional
argumentando que la relación Corte-Estados debía basarse sobre una fuerte presunción en favor de éstos
últimos. Se argumentaba que los sistemas nacionales ofrecen ventajas indudables para la investigación y
desarrollo del proceso judicial y continúan siendo la forma más eficaz de ejercer jurisdicción. Los partidarios de

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Guiñazú, María Virginia

este enfoque aceptaban que la Corte Penal Internacional actuara en casos de inexistencia o colapso
generalizado de los sistemas penales nacionales o inclusive en casos de mala fe manifiesta pero rechazaban la
posibilidad de que la Corte pudiera actuar en otras circunstancias vinculadas a la “ineficacia” del sistema
nacional (tales como demora o colapso o inexistencia parcial del sistema de administración de justicia).

B. Un enfoque opuesto ponía el acento en evitar crear una Corte Penal Internacional puramente residual y
casi irrelevante. EI necesario respeto de las prerrogativas nacionales no debía convertirse en la consagración de
cualquier decisión nacional, incluyendo aquéllas destinadas a escudar a los autores nacionales de graves
crímenes internacionales.

EI sistema de “complementariedad” diseñado en el Estatuto procura una solución intermedia entre estos
dos enfoques. Es recogido en varias disposiciones del Estatuto, en particular los artículos 17, 18 y 19 relativos a
las cuestiones de admisibilidad y en el artículo 20 referido al principio “ne bis in idem”. De conformidad con
este sistema, la Corte no debe y no puede substituirse a los sistemas nacionales cuando éstos puedan funcionar
adecuadamente pero si debe poder cumplir con sus funciones cuando aquellos demuestren incapacidad o falta
de disposición para hacerlo. Es la Corte quien deberá efectuar en definitiva esta determinación de conformidad
con los criterios establecidos en el Estatuto. El Artículo 17 del Estatuto parte de una presunción favorable a los
sistemas nacionales, estableciendo como principio que la Corte declarará un asunto inadmisible, entre otras
razones, cuando i) el asunto sea objeto de una investigación o de acción penal por parte del Estado competente
o ii) el asunto haya sido investigado por un Estado y el Estado haya decidido no entablar una acción penal o iii)
la persona de que se trate haya sido enjuiciada por la conducta a que se refiere la denuncia.

Esta presunción no es absoluta. Aún en las circunstancias descriptas, la Corte podrá declarar un asunto
admisible cuando el Estado no pueda realmente llevar a cabo la investigación (criterio objetivo) o no esté
dispuesto hacerlo (criterio subjetivo).

El criterio objetivo se vincula a la incapacidad del Estado para actuar. A fin de evaluar tal incapacidad, la
Corte examinará si debido al colapso total o sustancial de su administración nacional de justicia o que carece de
ella, no puede hacer comparecer al acusado, no dispone de las pruebas y testimonios necesarios o no está por
otras razones en condiciones de llevar a cabo el juicio.

El criterio subjetivo se vincula a la falta de voluntad o disposición del Estado para actuar en un asunto
determinado. La Corte deberá examinar las siguientes circunstancias:

-si la decisión nacional ha sido adoptada con el propósito de sustraer a la persona de que se trate de su
responsabilidad penal,

-ha habido una demora indebida que no condice con la intención de hacer comparecer a la persona ante la
justicia, o

-el proceso no está siendo sustanciado de manera independiente o imparcial o ha sido sustanciado de
forma que dadas las circunstancias no condice con la intención de someter a la persona a la acción de la justicia.

EI Artículo 17, párrafo 1 c) dispone que la Corte determinará la inadmisibilidad de un asunto cuando “la
persona de que se trate haya sido ya enjuiciada por la conducta a que se refiere la denuncia, y la Corte no
pueda incoar el juicio con arreglo a lo dispuesto en el párrafo 3 del artículo 20: “la Corte no procesará a nadie
que haya sido procesado por otro tribunal en razón de hechos también prohibidos en virtud de los artículos 6, 7
u 8...” (salvo las excepciones contempladas en el mismo artículo).

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El sistema de complementariedad concierne a todos los Estados y no solamente a los Estados Partes.
Cualquier Estado que tenga jurisdicción en la causa porque está investigando o enjuiciando o ya lo haya hecho
puede impugnar la admisibilidad de la causa o la competencia de la Corte Penal (artículo 19). Por ello, cuando el
Fiscal de la Corte inicie una investigación, deberá notificarlo, no solamente a todos los Estados Partes sino
también a aquellos Estados que, teniendo en cuenta la información disponible, ejercerían normalmente la
jurisdicción sobre los crímenes de que se trate (artículo 18).

Cooperación de los Estados Partes.

Una vez declarada la competencia de la Corte sobre un asunto concreto, los Estados Partes del Estatuto
quedan obligados a cumplir con su deber general de cooperar plenamente con la Corte Penal Internacional en
relación con la investigación y el enjuiciamiento de crímenes de competencia de ésta (artículo 86). La Corte
Penal, a diferencia de tribunales nacionales, no forma parte integrante de un sistema penal determinado,
carece de poderes directos de coerción y no tiene poder de policía ni régimen carcelario propio. Para poder
llevar a juicio a individuos situados bajo la competencia de Estados soberanos, la Corte dependerá
esencialmente de la cooperación de éstos. Esta cooperación es esencial para investigar los hechos, citar a
testigos, arrestar individuos, obtener su entrega para someterlos a juicio y ejecutar las sentencias.

El régimen de cooperación contiene obligaciones detalladas y precisas para los Estados.

Existen diferencias esenciales basadas en la naturaleza de la Corte Penal Internacional que impiden una
extrapolación completa de la experiencia y normativa aplicable a las relaciones de cooperación entre Estados.
Se distinguen el modelo horizontal, que caracteriza la cooperación entre Estados, del modelo de cooperación
vertical de tipo supranacional, que vincula a los Estados con el Tribunal. La relación de cooperación horizontal
entre Estados no es obligatoria dado que, en ausencia de tratado o acuerdo, no existe un deber general en
derecho internacional de prestar asistencia o entregar personas. En el modelo vertical o supranacional se
otorga a los tribunales el poder de “ordenar” a los Estados que presten asistencia judicial y entreguen personas.

Otro rasgo esencial de este modelo vertical de cooperación es el carácter absoluto e incondicional del deber
de cooperar. Los Estados no pueden invocar su derecho nacional para rechazar cooperación ni las causales
tradicionales de denegación de asistencia tales como razones de soberanía, orden público o intereses
esenciales.

El régimen de cooperación judicial del Estatuto de Roma instituye un sistema sui generis a mitad de camino
entre el modelo horizontal y el modelo vertical. El sistema, que se nutre tanto de disposiciones de un modelo
supranacional como de otras que son típicas de la relaciones entre Estados, tiene numerosas cláusulas
relacionadas con la necesidad de efectuar consultas y de concertar el mejor procedimiento a seguir, para
fomentar un sistema de diálogo permanente a fin de concertar la mejor manera de proceder y evitar las
negativas o imposiciones unilaterales.

A fin de marcar las diferencias que existen entre las obligaciones de cooperación con la Corte y los sistemas
horizontales que rigen entre Estados, se evitó utilizar ciertos conceptos, como el de “extradición”, que se
reservó para el sistema interestatal, y se lo reemplazó por el de “entrega” de personas a la Corte (art. 102). Este
reemplazo subraya la diferente naturaleza de la relación que se plantea entre los Estados y la Corte, no
asimilable a la que existe entre Estados entre sí. El término de asistencia “mutua” fue reemplazado por el de
asistencia “judicial”, porque la relación Corte-Estados no es recíproca. Los Estados pueden eventualmente

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Guiñazú, María Virginia

solicitar asistencia de la Corte pero ésta no está obligada a prestarla. La Corte está facultada para formular
solicitudes de cooperación a los Estados, que obligatoriamente deben ser satisfechas por los Estados Partes. El
artículo 86 dispone la obligación general para los Estados de cooperar plenamente con los Estados. Los Estados
deben específicamente cumplir con las solicitudes de detención y entrega (art.89) y otras formas de asistencia
(art.93). En varias disposiciones se señala que la cooperación se efectuará de conformidad con los
procedimientos internos pero la ausencia de procedimientos internos no puede ser utilizada como justificación
para denegar asistencia.

Al igual que los tribunales especia les, en el caso que un Estado no cumpla su deber de cooperar, la Corte no
tiene facultades para sancionar directamente pero si podrá hacer una constatación sobre la falta de
cooperación y remitir la cuestión a la Asamblea de Estados Partes o al Consejo de Seguridad (art.87.7).
Solamente subsiste la posibilidad para el Estado de denegar asistencia si la solicitud se refiere a la presentación
de documentos o a la divulgación de pruebas que afecten a su seguridad nacional (art. 93 pár. 4). Sin embargo,
aún en este caso, el Estado no puede limitarse a rechazar asistencia sino que deberá tomar todas las medidas
razonables para resolver la cuestión por medio de la cooperación. El Estatuto provee algunas medidas
alternativas (art. 72, pár. 5).

Con respecto a otras formas de cooperar, el art 93 menciona: a) Identificar y buscar personas u objetos; b)
Practicar pruebas, incluidos los testimonios bajo juramento, y producir pruebas, incluidos los dictámenes e
informes periciales que requiera la Corte; c) Interrogar a una persona objeto de investigación o enjuiciamiento;
d) Notificar documentos, inclusive los documentos judiciales; e) Facilitar la comparecencia voluntaria ante la
Corte de testigos o expertos; f) Proceder al traslado provisional de personas, de conformidad con lo dispuesto
en el párrafo 7; g) Realizar inspecciones oculares, inclusive la exhumación y el examen de cadáveres y fosas
comunes; h) Practicar allanamientos y decomisos; i) Transmitir registros y documentos, inclusive registros y
documentos oficiales; j) Proteger a víctimas y testigos y preservar pruebas; k) Identificar, determinar el
paradero o inmovilizar el producto y los bienes y haberes obtenidos del crimen y de los instrumentos del
crimen, o incautarse de ellos, con miras a su decomiso ulterior y sin perjuicio de los derechos de terceros de
buena fe; y l) Cualquier otro tipo de asistencia no prohibida por la legislación del Estado requerido y destinada a
facilitar la investigación y el enjuiciamiento de crímenes de la competencia de la Corte.

La cooperación de los Estados se extiende a la fase de la ejecución de la pena. Dado que la Corte Penal
Internacional está desprovista de sistema carcelario propio, las penas privativas de la libertad se cumplirán en
un Estado designado sobre la base de una lista de Estados que hayan manifestado su disposición a recibir
condenados (art. 103).

Análisis del Tratado. Funcionamiento.

Artículo 5. Crímenes de la competencia de la Corte

1. La competencia de la Corte se limitará a los crímenes más graves de trascendencia para la comunidad
internacional en su conjunto. La Corte tendrá competencia respecto de los siguientes crímenes:

a) El crimen de genocidio;
b) Los crímenes de lesa humanidad;
c) Los crímenes de guerra;
d) El crimen de agresión.

340
Guiñazú, María Virginia

Artículo 6. Genocidio

Se entenderá por “genocidio” cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la
intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal:

a) Matanza de miembros del grupo;


b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;
c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción
física, total o parcial;
d) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo;
e) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.

Artículo 7 Crímenes de lesa humanidad

1. Se entenderá por “crimen de lesa humanidad” cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como
parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil (comisión múltiple de actos contra una
población civil, de conformidad con la política de un Estado o de una organización de cometer ese ataque o
para promover esa política) y con conocimiento de dicho ataque:

a) Asesinato;

b) Exterminio (imposición intencional de condiciones de vida, entre otras, la privación del acceso a alimentos
o medicinas, entre otras, encaminadas a causar la destrucción de parte de una población);

c) Esclavitud (ejercicio de los atributos del derecho de propiedad sobre una persona, o de algunos de ellos,
incluido el ejercicio de esos atributos en el tráfico de personas, en particular mujeres y niños);

d) Deportación o traslado forzoso de población (desplazamiento forzoso de las personas afectadas, por
expulsión u otros actos coactivos, de la zona en que estén legítimamente presentes, sin motivos autorizados
por el derecho internacional);

e) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de


derecho internacional;

f) Tortura (causar intencionalmente dolor o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, a una persona
que el acusado tenga bajo su custodia o control; no se entenderá por tortura el dolor o los sufrimientos que se
deriven de sanciones lícitas o que sean consecuencia normal o fortuita de ellas);

g) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado (confinamiento ilícito de una mujer a
la que se ha dejado embarazada por la fuerza, con la intención de modificar la composición étnica de una
población o de cometer otras violaciones graves del derecho internacional), esterilización forzada o cualquier
otra forma de violencia sexual de gravedad comparable;

h) Persecución (privación intencional y grave de derechos fundamentales en contravención del derecho


internacional en razón de la identidad del grupo o de la colectividad) de un grupo o colectividad con identidad
propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género, u otros
motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional ();

i) Desaparición forzada de personas (aprehensión, la detención o el secuestro de personas por un Estado o


una organización política, o con su autorización, apoyo o aquiescencia, seguido de la negativa a admitir tal
privación de libertad o dar información sobre la suerte o el paradero de esas personas, con la intención de
dejarlas fuera del amparo de la ley por un período prolongado);

341
Guiñazú, María Virginia

h) Por “el crimen de apartheid” se entenderán los actos inhumanos cometidos en el contexto de un régimen
institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial sobre uno o más grupos raciales y
con la intención de mantener ese régimen;

Artículo 8 Crímenes de guerra

1. La Corte tendrá competencia respecto de los crímenes de guerra en particular cuando se cometan como
parte de un plan o política o como parte de la comisión en gran escala de tales crímenes.

2. Se entiende por “crímenes de guerra”:

a) Infracciones graves de los Convenios de Ginebra: i) El homicidio intencional; ii) La tortura o los tratos
inhumanos, incluidos los experimentos biológicos; iii) El hecho de causar deliberadamente grandes sufrimientos
o de atentar gravemente contra la integridad física o la salud; iv) La destrucción y la apropiación de bienes, no
justificadas por necesidades militares, y efectuadas a gran escala, ilícita y arbitrariamente; v) El hecho de forzar
a un prisionero de guerra o a otra persona protegida a servir en las fuerzas de una Potencia enemiga; vi) El
hecho de privar deliberadamente a un prisionero de guerra o a otra persona protegida de su derecho a ser
juzgado legítima e imparcialmente; vii) La deportación o el traslado ilegal o el confinamiento ilegal; viii) La toma
de rehenes;

b) Otras violaciones graves de las leyes y usos aplicables en los conflictos armados internacionales dentro del
marco establecido de derecho internacional: i) Dirigir intencionalmente ataques contra la población civil en
cuanto tal o contra personas civiles que no participen directamente en las hostilidades; ii) Dirigir
intencionalmente ataques contra bienes civiles, es decir, bienes que no son objetivos militares; iii) Dirigir
intencionalmente ataques contra personal, instalaciones, material, unidades o vehículos participantes en una
misión de mantenimiento de la paz o de asistencia humanitaria de conformidad con la Carta de las Naciones
Unidas; iv) Lanzar un ataque intencionalmente, a sabiendas de que causará pérdidas incidentales de vidas,
lesiones a civiles o daños a bienes de carácter civil o daños extensos, duraderos y graves al medio ambiente
natural que serían manifiestamente excesivos en relación con la ventaja militar concreta y directa de conjunto
que se prevea; v) Atacar o bombardear, por cualquier medio, ciudades, aldeas, viviendas o edificios que no
estén defendidos y que no sean objetivos militares; vi) Causar la muerte o lesiones a un combatiente que haya
depuesto las armas o que, al no tener medios para defenderse, se haya rendido a discreción; vii) Utilizar de
modo indebido la bandera blanca, la bandera nacional o las insignias militares o el uniforme del enemigo o de
las Naciones Unidas, así como los emblemas distintivos de los Convenios de Ginebra, y causar así la muerte o
lesiones graves; viii) El traslado, directa o indirectamente, por la Potencia ocupante de parte de su población
civil al territorio que ocupa o la deportación o el traslado de la totalidad o parte de la población del territorio
ocupado, dentro o fuera de ese territorio; ix) Dirigir intencionalmente ataques contra edificios dedicados a la
religión, la educación, las artes, las ciencias o la beneficencia, los monumentos históricos, los hospitales y los
lugares en que se agrupa a enfermos y heridos, siempre que no sean objetivos militares; xi) Matar o herir a
traición a personas pertenecientes a la nación o al ejército enemigo; xii) Declarar que no se dará cuartel; xiv)
Declarar abolidos, suspendidos o inadmisibles ante un tribunal los derechos y acciones de los nacionales de la
parte enemiga; xvii) Emplear veneno o armas envenenadas; xviii) Emplear gases asfixiantes, tóxicos o similares
o cualquier líquido, material o dispositivo análogos; xix) Emplear balas que se ensanchan o aplastan fácilmente
en el cuerpo humano, como balas de camisa dura que no recubra totalmente la parte interior o que tenga
incisiones; xx) Emplear armas, proyectiles, materiales y métodos de guerra que, por su propia naturaleza,
causen daños superfluos o sufrimientos innecesarios o surtan efectos indiscriminados en violación del derecho
internacional de los conflictos armados; xxi) Cometer atentados contra la dignidad personal, especialmente los
tratos humillantes y degradantes; xxii) Cometer actos de violación, esclavitud sexual, prostitución forzada,

342
Guiñazú, María Virginia

embarazo forzado, y cualquier otra forma de violencia sexual; xxiv) Dirigir intencionalmente ataques contra
edificios, material, unidades y medios de transporte sanitarios, y contra personal que utilice los emblemas
distintivos de los Convenios de Ginebra de conformidad con el derecho internacional; xxv) Hacer padecer
intencionalmente hambre a la población civil como método de hacer la guerra, privándola de los objetos
indispensables para su supervivencia; xxvi) Reclutar o alistar a niños menores de 15 años en las fuerzas armadas
nacionales o utilizarlos para participar activamente en las hostilidades.

Artículo 50. Idiomas oficiales y de trabajo

1. Los idiomas oficiales de la Corte serán el árabe, el chino, el español, el francés, el inglés y el ruso. Las
sentencias de la Corte, así como las otras decisiones que resuelvan cuestiones fundamentales de que conozca la
Corte, serán publicadas en los idiomas oficiales.

2. Los idiomas de trabajo de la Corte serán el francés y el inglés. En las Reglas de Procedimiento y Prueba se
determinará en qué casos podrá utilizarse como idioma de trabajo otros idiomas oficiales.

3. La Corte autorizará a cualquiera de las partes o cualquiera de los Estados a que se haya permitido
intervenir en un procedimiento, previa solicitud de ellos, a utilizar un idioma distinto del francés o el inglés,
siempre que considere que esta autorización está adecuadamente justificada.

Composición.

Artículo 34. Órganos de la Corte

La Corte estará compuesta de los órganos siguientes:

a) La Presidencia;

Artículo 38. Presidencia

1. El Presidente, el Vicepresidente primero y el Vicepresidente segundo serán elegidos por mayoría


absoluta de los magistrados. Cada uno desempeñará su cargo por un período de tres años o hasta el
término de su mandato como magistrado, si éste se produjere antes. Podrán ser reelegidos una vez.

2. El Vicepresidente primero sustituirá al Presidente cuando éste se halle en la imposibilidad de


ejercer sus funciones o haya sido recusado. El Vicepresidente segundo sustituirá al Presidente cuando
éste y el Vicepresidente primero se hallen en la imposibilidad de ejercer sus funciones o hayan sido
recusados.

3. El Presidente, el Vicepresidente primero y el Vicepresidente segundo constituirán la Presidencia,


que estará encargada de:

a) La correcta administración de la Corte, con excepción de la Fiscalía; y

b) Las demás funciones que se le confieren de conformidad con el presente Estatuto.

4. En el desempeño de sus funciones enunciadas en el párrafo 3 a), la Presidencia actuará en


coordinación con el Fiscal y recabará su aprobación en todos los asuntos de interés mutuo.

b) Una Sección de Apelaciones, una Sección de Primera Instancia y una Sección de Cuestiones Preliminares;

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Guiñazú, María Virginia

Artículo 39. Las Salas

1. Tan pronto como sea posible después de la elección de los magistrados, la Corte se organizará
en las secciones indicadas. La Sección de Apelaciones se compondrá del Presidente y otros cuatro
magistrados, la Sección de Primera Instancia de no menos de seis magistrados y la Sección de
Cuestiones Preliminares de no menos de seis magistrados. Los magistrados serán asignados a las
secciones según la naturaleza de las funciones que corresponderán a cada una y sus respectivas
calificaciones y experiencia, de manera que en cada sección haya una combinación apropiada de
especialistas en derecho y procedimiento penales y en derecho internacional. La Sección de Primera
Instancia y la Sección de Cuestiones Preliminares estarán integradas predominantemente por
magistrados que tengan experiencia en procedimiento penal.

2. a) Las funciones judiciales de la Corte serán realizadas en cada sección por las Salas;

b) i) La Sala de Apelaciones se compondrá de todos los magistrados de la Sección de Apelaciones;

ii) Las funciones de la Sala de Primera Instancia serán realizadas por tres magistrados de la Sección
de Primera Instancia;

iii) Las funciones de la Sala de Cuestiones Preliminares serán realizadas por tres magistrados de la
Sección de Cuestiones Preliminares o por un solo magistrado de dicha Sección, de conformidad con el
presente Estatuto y las Reglas de Procedimiento y Prueba;

c) Nada de lo dispuesto en el presente párrafo obstará a que se constituyan simultáneamente más


de una Sala de Primera Instancia o Sala de Cuestiones Preliminares cuando la gestión eficiente del
trabajo de la Corte así lo requiera.

3. a) Los magistrados asignados a las Secciones de Primera Instancia y de Cuestiones Preliminares


desempeñarán el cargo en esas Secciones por un período de tres años, y posteriormente hasta llevar a
término cualquier causa de la que hayan empezado a conocer en la sección de que se trate;

b) Los magistrados asignados a la Sección de Apelaciones desempeñarán el cargo en esa Sección


durante todo su mandato.

4. Los magistrados asignados a la Sección de Apelaciones desempeñarán el cargo únicamente en


esa Sección.

c) La Fiscalía;

Artículo 42. La Fiscalía

1. La Fiscalía actuará en forma independiente como órgano separado de la Corte. Estará encargada
de recibir remisiones e información corroborada sobre crímenes de la competencia de la Corte para
examinarlas y realizar investigaciones o ejercitar la acción penal ante la Corte. Los miembros de la
Fiscalía no solicitarán ni cumplirán instrucciones de fuentes ajenas a la Corte.

2. La Fiscalía estará dirigida por el Fiscal. El Fiscal tendrá plena autoridad para dirigir y administrar
la Fiscalía, con inclusión del personal, las instalaciones y otros recursos. El Fiscal contará con la ayuda
de uno o más fiscales adjuntos, que podrán desempeñar cualquiera de las funciones que le

344
Guiñazú, María Virginia

correspondan de conformidad con el presente Estatuto. El Fiscal y los fiscales adjuntos tendrán que
ser de diferentes nacionalidades y desempeñarán su cargo en régimen de dedicación exclusiva.

3. El Fiscal y los fiscales adjuntos serán personas que gocen de alta consideración moral, que
posean un alto nivel de competencia y tengan extensa experiencia práctica en el ejercicio de la acción
penal o la sustanciación de causas penales. Deberán tener un excelente conocimiento y dominio de al
menos uno de los idiomas de trabajo de la Corte.

4. El Fiscal será elegido en votación secreta y por mayoría absoluta de los miembros de la
Asamblea de los Estados Partes. Los fiscales adjuntos serán elegidos en la misma forma de una lista de
candidatos presentada por el Fiscal. El Fiscal propondrá tres candidatos para cada puesto de fiscal
adjunto que deba cubrirse. Eel Fiscal y los fiscales adjuntos desempeñarán su cargo por un período de
nueve años y no podrán ser reelegidos.

5. El Fiscal y los fiscales adjuntos no realizarán actividad alguna que pueda interferir en el ejercicio
de sus funciones o menoscabar la confianza en su independencia. No podrán desempeñar ninguna
otra ocupación de carácter profesional.

7. El Fiscal y los fiscales adjuntos no participarán en ningún asunto en que pueda razonablemente
ponerse en duda su imparcialidad. Serán recusados de conformidad con lo dispuesto en el presente
párrafo, entre otras razones, si hubiesen intervenido anteriormente, en cualquier calidad, en una
causa de que la Corte estuviere conociendo o en una causa penal conexa sustanciada a nivel nacional
y que guardare relación con la persona objeto de investigación o enjuiciamiento.

d) La Secretaría.

Artículo 43. La Secretaría

1. La Secretaría, sin perjuicio de las funciones y atribuciones del Fiscal, estará encargada de los
aspectos no judiciales de la administración de la Corte y de prestarle servicios.

2. La Secretaría será dirigida por el Secretario, que será el principal funcionario administrativo de la
Corte. El Secretario ejercerá sus funciones bajo la autoridad del Presidente de la Corte.

3. El Secretario y el Secretario Adjunto deberán ser personas que gocen de consideración moral y
tener un alto nivel de competencia y un excelente conocimiento y dominio de al menos uno de los
idiomas de trabajo de la Corte.

4. Los magistrados elegirán al Secretario en votación secreta por mayoría absoluta y teniendo en
cuenta las recomendaciones de la Asamblea de los Estados Partes. De ser necesario elegirán, por
recomendación del Secretario y con arreglo al mismo procedimiento, un Secretario Adjunto.

5. El Secretario será elegido por un período de cinco años en régimen de dedicación exclusiva y
podrá ser reelegido una sola vez. El Secretario Adjunto será elegido por un período de cinco años, o
por uno más breve, si así lo deciden los magistrados por mayoría absoluta, en el entendimiento de
que prestará sus servicios según sea necesario.

6. El Secretario establecerá una Dependencia de Víctimas y Testigos dentro de la Secretaría. Esta


Dependencia, en consulta con la Fiscalía, adoptará medidas de protección y dispositivos de seguridad
y prestará asesoramiento y otro tipo de asistencia a testigos y víctimas que comparezcan ante la

345
Guiñazú, María Virginia

Corte, y a otras personas que estén en peligro en razón del testimonio prestado. La Dependencia
contará con personal especializado para atender a las víctimas de traumas, incluidos los relacionados
con delitos de violencia sexual.

Artículo 35. Desempeño del cargo de magistrado

1. Todos los magistrados serán elegidos miembros de la Corte en régimen de dedicación exclusiva y estarán
disponibles para desempeñar su cargo en ese régimen desde que comience su mandato.

2. Los magistrados que constituyan la Presidencia desempeñarán sus cargos en régimen de dedicación
exclusiva tan pronto como sean elegidos.

3. La Presidencia podrá, en función del volumen de trabajo de la Corte, y en consulta con los miembros de
ésta, decidir por cuánto tiempo será necesario que los demás magistrados desempeñen sus cargos en régimen
de dedicación exclusiva.

Artículo 36. Condiciones que han de reunir los magistrados, candidaturas y elección de los magistrados

1. La Corte estará compuesta de 18 magistrados.

2. a) La Presidencia, actuando en nombre de la Corte, podrá proponer que aumente el número de


magistrados y señalará las razones por las cuales considera necesario y apropiado ese aumento. El Secretario
distribuirá prontamente la propuesta a todos los Estados Partes;

b) La propuesta deberá ser aprobada en la sesión por una mayoría de dos tercios de los Estados Partes,
entrará en vigor en la fecha en que decida la Asamblea;

3. a) Los magistrados serán elegidos entre personas de alta consideración moral, imparcialidad e integridad
que reúnan las condiciones requeridas para el ejercicio de las más altas funciones judiciales en sus respectivos
países;

b) Los candidatos a magistrados deberán tener:

i) Reconocida competencia en derecho y procedimiento penales y la necesaria experiencia en causas penales


en calidad de magistrado, fiscal, abogado u otra función similar; o

ii) Reconocida competencia en materias pertinentes de derecho internacional, tales como el derecho
internacional humanitario y las normas de derechos humanos, así como gran experiencia en funciones jurídicas
profesionales que tengan relación con la labor judicial de la Corte;

c) Los candidatos a magistrado deberán tener un excelente conocimiento y dominio de por lo menos uno de
los idiomas de trabajo de la Corte.

4. a) Cualquier Estado Parte en el presente Estatuto podrá proponer candidatos en las elecciones para
magistrado de la Corte.

b) Un Estado Parte podrá proponer un candidato que no tenga necesariamente su nacionalidad, pero que en
todo caso sea nacional de un Estado Parte. Los magistrados serán elegidos por un mandato de nueve años.

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Guiñazú, María Virginia

Normativa penitenciaria internacional.

Teniendo en cuenta las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (Reglas
Nelson Mandela), aprobadas en 2015 por la Asamblea General de la ONU, todos los reclusos serán tratados con
el respeto que merecen su dignidad y valor intrínsecos en cuanto seres humanos. No serán sometido a tortura
ni a otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, contra los cuales se habrá de protegerlos. Se velará
en todo momento por la seguridad de los reclusos, el personal, los proveedores de servicios y los visitantes.

No debe tampoco haber discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o
de cualquier otra índole, origen nacional o social, fortuna, nacimiento o cualquier otra situación. Deberán
también respetarse las creencias religiosas y preceptos morales de los reclusos.

Los objetivos de las penas y medidas privativas de libertad son principalmente proteger a la sociedad contra
el delito y reducir la reincidencia. Esos objetivos solo pueden alcanzarse si se aprovecha el período de privación
de libertad para lograr, en lo posible, la reinserción de los ex reclusos en la sociedad tras su puesta en libertad,
de modo que puedan vivir conforme a la ley y mantenerse con el producto de su trabajo. Para lograr ese
propósito, las administraciones penitenciarias deberán ofrecer educación, formación profesional y trabajo, así
como otras formas de asistencia apropiadas y disponibles.

También se establece la separación por categorías. Los reclusos pertenecientes a categorías distintas
deberán ser alojados en establecimientos diferentes o en pabellones diferentes dentro de un mismo
establecimiento, según su sexo y edad, sus antecedentes penales, los motivos de su detención y el trato que
corresponda aplicarles. Los hombres serán recluidos en establecimientos distintos a los de las mujeres y, en los
establecimientos mixtos, el pabellón destinado a las mujeres estará completamente separado del de los
hombres; los reclusos en espera de juicio estarán separados de los penados; los encarcelados por deudas u
otras causas civiles estarán separados de los encarcelados por causas criminales; y los jóvenes estarán
separados de los adultos.

Las celdas o cuartos individuales deberán ser ocupadas por un solo recluso, y deberán cumplir todas las
normas de higiene, de superficie mínima, iluminación, calefacción y ventilación.

Además, todo recluso que no desempeñe un trabajo al aire libre dispondrá de al menos una hora al día de
ejercicio físico adecuado al aire libre. La prestación de servicios médicos a los reclusos es una responsabilidad
del Estado.

Régimen de Ejecución de las penas. Casos.

PARTE VII. DE LAS PENAS

Artículo 77. Penas aplicables

1. La Corte podrá, con sujeción a lo dispuesto en el artículo 110, imponer a la persona declarada culpable de
uno de los crímenes a que se hace referencia en el artículo 5 del presente Estatuto una de las penas siguientes:

a) La reclusión por un número determinado de años que no exceda de 30 años; o

b) La reclusión a perpetuidad cuando lo justifiquen la extrema gravedad del crimen y las circunstancias
personales del condenado.

347
Guiñazú, María Virginia

2. Además de la reclusión, la Corte podrá imponer:

a) Una multa con arreglo a los criterios enunciados en las Reglas de Procedimiento y Prueba;

b) El decomiso del producto, los bienes y los haberes procedentes directa o indirectamente de dicho crimen,
sin perjuicio de los derechos de terceros de buena fe.

Artículo 78. Imposición de la pena

1. Al imponer una pena, la Corte tendrá en cuenta, de conformidad con las Reglas de Procedimiento y
Prueba, factores tales como la gravedad del crimen y las circunstancias personales del condenado.

2. La Corte, al imponer una pena de reclusión, abonará el tiempo que, por orden suya, haya estado detenido
el condenado. La Corte podrá abonar cualquier otro período de detención cumplido en relación con la conducta
constitutiva del delito.

3. Cuando una persona haya sido declarada culpable de más de un crimen, la Corte impondrá una pena para
cada uno de ellos y una pena común en la que se especifique la duración total de la reclusión. La pena no será
inferior a la más alta de cada una de las penas impuestas y no excederá de 30 años de reclusión o de una pena
de reclusión a perpetuidad de conformidad con el párrafo 1 b) del artículo 77.

Artículo 79. Fondo fiduciario

1. Por decisión de la Asamblea de los Estados Partes se establecerá un fondo fiduciario en beneficio de las
víctimas de crímenes de la competencia de la Corte y de sus familias.

2. La Corte podrá ordenar que las sumas y los bienes que reciba a título de multa o decomiso sean
transferidos al Fondo Fiduciario.

3. El Fondo Fiduciario será administrado según los criterios que fije la Asamblea de los Estados Partes.

Artículo 80. El Estatuto, la aplicación de penas por los países y la legislación nacional

Nada de lo dispuesto en la presente parte se entenderá en perjuicio de la aplicación por los Estados de las
penas prescritas por su legislación nacional ni de la legislación de los Estados en que no existan las penas
prescritas en la presente parte.

PARTE X. DE LA EJECUCIÓN DE LA PENA

Artículo 103. Función de los Estados en la ejecución de las penas privativas de libertad

1. a) La pena privativa de libertad se cumplirá en un Estado designado por la Corte sobre la base de una lista
de Estados que hayan manifestado a la Corte que están dispuestos a recibir condenados;

b) En el momento de declarar que está dispuesto a recibir condenados, el Estado podrá poner condiciones a
reserva de que sean aceptadas por la Corte y estén en conformidad con la presente Parte;

c) El Estado designado en un caso determinado indicará sin demora a la Corte si acepta la designación.

3. La Corte, al ejercer su facultad discrecional de efectuar la designación prevista, tendrá en cuenta:

348
Guiñazú, María Virginia

a) El principio de que los Estados Partes deben compartir la responsabilidad por la ejecución de las penas
privativas de libertad de conformidad con los principios de distribución equitativa;

b) La aplicación de normas de tratados internacionales generalmente aceptadas sobre el tratamiento de los


reclusos;

c) La opinión del condenado;

d) La nacionalidad del condenado; y

e) Otros factores relativos a las circunstancias del crimen o del condenado, o a la ejecución eficaz de la pena.

4. De no designarse un Estado de conformidad con el párrafo 1, la pena privativa de libertad se cumplirá en


el establecimiento penitenciario que designe el Estado anfitrión, de conformidad con las condiciones
estipuladas en el acuerdo relativo a la sede a que se hace referencia en el párrafo 2 del artículo 3. En ese caso,
los gastos que entrañe la ejecución de la pena privativa de libertad serán sufragados por la Corte.

Artículo 104. Cambio en la designación del Estado de ejecución

1. La Corte podrá en todo momento decidir el traslado del condenado a una prisión de un Estado distinto del
Estado de ejecución.

2. El condenado podrá en todo momento solicitar de la Corte su traslado del Estado de ejecución.

Artículo 105. Ejecución de la pena

1. La pena privativa de libertad tendrá carácter obligatorio para los Estados Partes, los cuales no podrán
modificarla en caso alguno.

2. La decisión relativa a cualquier solicitud de apelación o revisión incumbirá exclusivamente a la Corte. El


Estado de ejecución no pondrá obstáculos para que el condenado presente una solicitud de esa índole.

Artículo 106. Supervisión de la ejecución de la pena y condiciones de reclusión

1. La ejecución de una pena privativa de libertad estará sujeta a la supervisión de la Corte y se ajustará a las
normas generalmente aceptadas de las convenciones internacionales sobre el tratamiento de los reclusos.

2. Las condiciones de reclusión se regirán por la legislación del Estado de ejecución y se ajustarán a las
normas generalmente aceptadas de las convenciones internacionales sobre el tratamiento de los reclusos.

3. La comunicación entre el condenado y la Corte será irrestricta y confidencial.

Artículo 107. Traslado una vez cumplida la pena

1. Una vez cumplida la pena, quien no sea nacional del Estado de ejecución podrá, de conformidad con la
legislación de dicho Estado, ser trasladado al Estado que esté obligado a aceptarlo o a otro Estado que esté
dispuesto a hacerlo, teniendo en cuenta si quiere ser trasladado a éste, a menos que el Estado de ejecución lo
autorice a permanecer en su territorio.

2. Los gastos derivados del traslado, de no ser sufragados por un Estado, correrán por cuenta de la Corte.

349
Guiñazú, María Virginia

3. El Estado de ejecución también podrá, de conformidad con su derecho interno, extraditar o entregar por
cualquier otra vía a la persona a un Estado que haya pedido la extradición o entrega para someterla a juicio o
para que cumpla una pena.

Artículo 108. Limitaciones al enjuiciamiento o la sanción por otros delitos

1. El condenado que se halle bajo la custodia del Estado de ejecución no será sometido a enjuiciamiento,
sanción o extradición a un tercer Estado por una conducta anterior a su entrega al Estado de ejecución, a
menos que, a petición de éste, la Corte haya aprobado el enjuiciamiento, la sanción o la extradición.

2. La Corte dirimirá la cuestión tras haber oído al condenado.

Artículo 109. Ejecución de multas y órdenes de decomiso

1. Los Estados Partes harán efectivas las multas u órdenes de decomiso decretadas por la Corte en virtud de
la Parte VII, sin perjuicio de los derechos de terceros de buena fe y de conformidad con el procedimiento
establecido en su derecho interno.

2. El Estado Parte que no pueda hacer efectiva la orden de decomiso adoptará medidas para cobrar el valor
del producto, los bienes o los haberes cuyo decomiso hubiere decretado la Corte, sin perjuicio de los derechos
de terceros de buena fe.

3. Los bienes, o el producto de la venta de bienes inmuebles o, según proceda, la venta de otros bienes que
el Estado Parte obtenga al ejecutar una decisión de la Corte serán transferidos a la Corte.

Artículo 110. Examen de una reducción de la pena

1. El Estado de ejecución no pondrá en libertad al recluso antes de que haya cumplido la pena impuesta por
la Corte.

2. Sólo la Corte podrá decidir la reducción de la pena y se pronunciará al respecto después de escuchar al
recluso.

3. Cuando el recluso haya cumplido las dos terceras partes de la pena o 25 años de prisión en caso de
cadena perpetua, la Corte examinará la pena para determinar si ésta puede reducirse.

4. La Corte podrá reducir la pena si considera que concurren uno o más de los siguientes factores:

a) Si el recluso ha manifestado desde el principio y de manera continúa su voluntad de cooperar con la Corte
en sus investigaciones y enjuiciamientos;

b) Si el recluso ha facilitado de manera espontánea la ejecución de las decisiones y órdenes de la Corte en


otros casos, en particular ayudando a ésta en la localización de los bienes sobre los que recaigan las multas, las
órdenes de decomiso o de reparación que puedan usarse en beneficio de las víctimas; o

5. La Corte, si en su examen inicial, determina que no procede reducir la pena, volverá a examinar la
cuestión con la periodicidad y con arreglo a los criterios indicados en las Reglas de Procedimiento y Prueba.

Artículo 111. Evasión

Si un condenado se evade y huye del Estado de ejecución, éste podrá, tras consultar a la Corte, pedir al
Estado en que se encuentre que lo entregue de conformidad con los acuerdos bilaterales y multilaterales

350
Guiñazú, María Virginia

vigentes, o podrá pedir a la Corte que solicite la entrega de conformidad con la Parte IX. La Corte, si solicita la
entrega, podrá resolver que el condenado sea enviado al Estado en que cumplía su pena o a otro Estado que
indique.

351
Guiñazú, María Virginia

UNIDAD 19

PROCESOS DE INTEGRACION REGIONAL

Mercosur: la integración argentino – brasileña. Estructura institucional. Fuentes y Derecho del


MERCOSUR. Sistema de Controversias.

Los antecedentes más próximos están en el Programa de Integración y Cooperación Económica (PICE, 1985),
la declaración de Iguazú del 30 de noviembre de 1985 (fundamental), así como en el Tratado entre la Argentina
y Brasil de Integración, Cooperación y Desarrollo de 1988 (crear un espacio económico común). Otro
antecedente fue el Acta de Buenos Aires (1990, Argentina y Brasil), que favorecía la creación de una zona de
libre comercio. Finalmente se firmó el Tratado de Asunción, el 26 de marzo de 1991, que dio origen al
Mercosur. Desde 1991 y hasta fines de 1994 se desarrolló el llamado Período de Transición.

En 1996, Chile, y en 1997, Bolivia, pasaron a formar parte de una Zona de Libre comercio con el Mercosur.

Desde un punto de vista jurídico esta inquietud integracionista viene a manifestarse como la prevalencia de
lo regional frente a lo bilateral. En lo económico, que es la razón que ha movido a los Estados a iniciar esta
política de integración, se sostiene que ella producirá un incremento del comercio internacional que, a su vez,
mejorará el bienestar general, ya que las uniones aduaneras, primera etapa de la integración, conducen a un
mejoramiento si los miembros poseen economías competitivas pero potencialmente complementarias.

El Mercosur es un acuerdo subregional de integración de carácter intergubernamental cuyo objetivo es la


constitución de un mercado común que nace en el Tratado de Asunción en 1991. Al día de hoy (2021) no
lograron armar un mercado común; es una uniñón aduanera imperfecta.

El Mercosur es, en rigor, una unión aduanera que se ha fijado como meta avanzar hacia la creación de un
mercado común. La unión aduanera es, teóricamente, una forma de discriminación comercial en cuanto rebaja
los aranceles dentro de la unión y establece una barrera arancelaria externa común, con lo cual combina libre
comercio con proteccionismo. Una forma más avanzada de integración es el mercado común, una unión
aduanera que además permite el libre movimiento de los factores de producción entre los países miembros.
Desde 1991 y hasta diciembre de 1994 (periodo de transición), el Mercosur ha sido más bien una Zona de libre
comercio. De acuerdo a los plazos fijados en el Tratado de Asunción, debía constituirse un Mercado común a
partir de aquella última fecha. Pero en realidad, no ha pasado de ser una Unión Aduanera, y aun así algo
imperfecta, por no tener un arancel externo común para la totalidad de los productos.

Los acuerdos con Chile y Bolivia de 1997, con duración de diez años, crearon Zonas de libre comercio de esos
Estados con el Mercosur a través de un Programa de Liberalización Comercial de desgravaciones progresivas y
automáticas sobre los aranceles para terceros países.

Para llegar al establecimiento del objetivo final (el mercado común) e impulsar la integración se fijan los
instrumentos que serán:

- un programa de liberación comercial;

- la coordinación de políticas macroeconómicas;

- un arancel externo común, y

- la adopción de acuerdos sectoriales.

352
Guiñazú, María Virginia

El artículo 2 define la política básica: la reciprocidad de derechos y obligaciones, que se flexibiliza al


reconocer diferencias puntuales al Paraguay y al Uruguay. Así, aparece una asimetría que establece un ritmo
para Paraguay y Uruguay y otro diferente para Argentina y Brasil, mientras dure el período de transición.

El Protocolo de Ouro Preto del 17 de diciembre de 1994 dispone que el Mercosur posee personalidad
jurídica internacional.

i) Estructura

Está formado por órganos intergubernamentales, que no disponen de un poder autónomo, sino que está
integrado por funcionarios de sus propios gobiernos que actúan y votan según las instrucciones de sus propios
gobiernos.

Estructura orgánica del Mercosur durante el período de transición: el Consejo del Mercado Común (CMC) y
el Grupo Mercado Común (GMC). Por el Protocolo de Ouro Preto se actualizó la estructura básica del Tratado
de Asunción y se incorporaron nuevos órganos. El Programa Mercosur 2000 agregó nuevas instituciones.

El órgano superior es el Consejo de Mercado Común, creado en 1991 e integrado por ocho miembros: los
ministros de Economía y de relaciones Exteriores de los Estados partes. Se reúne cada vez que así lo decidan sus
miembros y, por lo menos, una vez al año, con la participación de los presidentes de los Estados. La presidencia
del Consejo se rota entre los cuatro países. Tiene capacidad decisoria.

El Grupo Mercado Común (GMC) es el órgano ejecutivo del Mercosur y posee la facultad de iniciativa de
cuanto juzgue necesario para la marcha de la institución. Está integrado por cuatro miembros titulares y cuatro
alternos por cada país, que representan a los Ministerios de Relaciones Exteriores y Economía y al Banco
Central respectivos. Las decisiones se toman por consenso. Tiene capacidad decisoria.

La Comisión de Comercio, tiene por objeto vigilar la aplicación de la política comercial común y asistir al
GMC. Se encarga del arancel externo común. Tiene capacidad decisoria.

Hay otros órganos sin capacidad decisoria, como el Parlamento del Mercosur, que representa los intereses
de los ciudadanos del Mercosur. Está constituido por parlamentarios de los estados partes. Es el único órgano
donde se toman decisiones sin que sean unánimes.

El Foro Económico y Social es un órgano de consulta con representantes de la actividad privada, económica y
social, y que tiene igual cantidad de representantes de cada estado parte.

La Secretaria administrativa (SAM) con sede en Montevideo, ya no desempeña solo funciones


administrativas. Difunde las normas adoptadas, coordina traducciones, edita el Boletín Oficial del Mercosur,
etc.

El Tribunal administrativo laboral del Mercosur, para conflictos con el personal.

Asimismo, existe la Comisión de Representantes permanentes del Mercosur (CRPM) y su Presidente, que
representa al Mercosur frente a terceros.

El Mercosur también funciona habitualmente mediante Reuniones de Ministros (RM), Reuniones


Especializadas (RE), Conferencias, y Reuniones ad-hoc.

Cada Estado actúa en representación de sí mismo y sus intereses, a diferencia de la UE.

353
Guiñazú, María Virginia

ii) Miembros

Para serlo, los Estados deben adherirse al Protocolo de Ushuaia sobre compromiso democrático y a la
declaración presidencial sobre compromiso democrático en el Mercosur. Los cuatro Estados que suscribieron
originariamente el Tratado de Asunción: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

iii) Estados asociados al Mercosur

Chile (1996) forma parte de una categoría intermedia. Más tarde también se asoció Bolivia (1996).

Otros Estados asociados son Perú (2003), Colombia (2004), Ecuador (2004), y Venezuela (2004), estados
integrantes en ese entonces de la Comunidad Andina (CAN). La condición de Estado asociado responde a
acuerdos bilaterales entre el Mercosur y cada país asociado, acuerdos donde se indica el cronograma para la
creación de una zona de libre comercio con los miembros del Mercosur y la creciente reducción de aranceles
entre el Mercosur y los firmantes, además de participar como invitados a las sesiones de los organismos del
Mercosur.

Venezuela pasó de Estado asociado a miembro, de pleno derecho, al firmar el Protocolo de adhesión al
Mercosur en 2006, pero hoy (2021) se encuentra suspendido desde 2017 porque viola las disposiciones del
Protocolo de Ushuaia sobre compromiso democrático.

El Mercosur prevé la incorporación de otros Estados de la región, ya sea como asociados o como miembros
plenos.

Objetivos y mecanismo.

Objetivos: Art. 1 del tratado de Asunción: el mercado común implica la libre circulación de bienes, servicios y
factores productivos mediante la eliminación de los derechos de aduana y restricciones no arancelarias a la
circulación de mercancías y cualquier otra medida equivalente. También el establecimiento de un arancel
externo común respecto de las importaciones de países extranjeros, la adopción de una política comercial
común y la coordinación de posición en foros económicos comerciales, regionales, etc.; también la coordinación
de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los Estados partes de comercio, agrícola, inversión, etc. Y el
compromiso de los Estados de armonizar sus legislaciones vigentes para fortalecer el proceso de integración.

Mecanismos para alcanzar los objetivos: ARTICULO 5. Durante el período de transición, los principales
instrumentos para la constitución del Mercado Común serán:

a) Un programa de Liberación Comercial* (libre circulación de bienes), que consistirá en rebajas arancelarias
progresivas, lineales y automáticas, acompañadas de la eliminación de restricciones no arancelarias o medidas
de efectos equivalentes, así como de otras restricciones al comercio entre los Estados Partes, para llegar al 31 de
diciembre de 1994 con arancel cero, sin restricciones no arancelarias sobre la totalidad del universo arancelario
(Anexo I); SPOILER: NO SE LOGRA

b) La coordinación de políticas macroeconómicas que se realizará gradualmente y en forma convergente con


los programas de desgravación arancelaria y de eliminación de restricciones no arancelarias indicados en el
literal anterior;

c) Un arancel externo común, que incentive la competitividad externa de los Estados Partes;

354
Guiñazú, María Virginia

d) La adopción de acuerdos sectoriales, con el fin de optimizar la utilización y movilidad de los factores de
producción y de alcanzar escalas operativas eficientes.

* Programa de Liberación Comercial: por el transcurso del tiempo se iba produciendo el incremento de las
desgravaciones para llegar al 31 de diciembre de 1994 para que la desgravación llegase al 100%, el arancel
fuese 0, y el bien originario circulase con arancel 0. Este programa fue consensuado entre los Estados partes;
cada uno debía decir de los bienes originarios de su país, cuáles eran los que se encontraban en condiciones de
entrar al programa de liberación, porque estaban en condiciones de soportar la competencia. Cada país
elaboraba esas listas.

Como un funcionó hasta 1994, se prorroga el plazo con el régimen de adecuación.

Al 1 de enero de 1995 se aplica dentro del Mercosur, salvo los productos que se encuentren dentro del
régimen de adecuación, el régimen automotriz y el sector azucarero, los demás bienes circulan con arancel 0.
Hoy día solo queda con arancel el azúcar. El resto circulan con arancel 0.

También se necesitaba establecer un arancel externo común (fuera del Mercosur) para las importaciones
procedentes de 3eros estados.

A partir de 2010 el Mercosur constituye una unión aduanera imperfecta (se logra fijar el arancel externo
común) porque entre los países hay que eliminar el cobro del doble arancel externo común y solucionar el
problema de la renta aduanera

Fuentes

El Protocolo de Ouro Preto enumera las fuentes normativas:

• El Tratado de Asunción, como tratado-marco y sus instrumentos tanto complementarios como adicionales.

• Los acuerdos posteriores en su marco.

• Las decisiones del Consejo y del Grupo Mercado Común, así como las directivas fijadas por la CCM.

La internalización de las normas del Mercosur y su rango respecto de las normas del derecho nacional de
cada Estado miembro es una cuestión aparte que depende de la modalidad adoptada por cada uno de dichos
Estados. En Argentina y Paraguay los tratados y protocolos ratificados se ubican por encima de las leyes
nacionales, en tanto que en Brasil y Uruguay los tratados y protocolos tienen el mismo nivel que las leyes, y por
ende la norma de fecha posterior prevalece. Lo importante es que cada Estado miembro ha establecido
procedimientos que facilitan la incorporación de las normas del Mercosur a sus legislaciones domésticas.

Sistema de solución de controversias

En el Anexo III del Tratado, y luego en el Protocolo de Brasilia del 11 de diciembre de 1991, se establece un
sistema de solución de controversias. Hoy está reglado por el Tratado de Olivos del año 2002. En el se
establecen dos mecanismos de solución de controversias:

355
Guiñazú, María Virginia

1 Entre los estados partes: cuando haya problemas de interpretación y aplicación del derecho originario y
derivado

2 Entre los particulares (personas físicas o jurídicas): por medidas legales restrictivas o discriminatorias. Esos
particulares son representados por su propio país, no pueden ellos como particulares efectuar el reclamo ante
el Grupo Mercado Común. Se prohíjan en la sesión nacional de su país contra otro estado.

La legitimación activa y pasiva es siempre de los Estados.

El Protocolo dispone de etapas, que comienzan con las negociaciones directas entre las partes en conflicto,
que son obligatorias. Duran 15 días. Si no se llega a una solución, se somete la cuestión de común acuerdo
entre las partes al GMC, que formula recomendaciones con la asesoría de expertos. También se puede optar
por iniciar el procedimiento ante la Comisión de Comercio del Mercosur, pudiendo luego ir ante el GMC. Las
recomendaciones de estos órganos no son obligatorias. Si no se logra una solución satisfactoria para las partes,
está previsto el procedimiento arbitral por tribunales compuestos por tres miembros elegidos de las listas que
avanzaran las partes, diez por cada Estado. Consta de dos etapas: la primera ante el tribunal arbitral ad hoc, y
en la segunda se interpone un recurso de revisión ante el tribunal permanente de revisión, que sólo revisa
cuestiones jurídicas, no los hechos o nuevas pruebas. Las partes pueden obviar la primera instancia y, a través
del per saltum, recurrir directamente al tribunal (esta posibilidad es nueva). Los laudos que resuelven el
problema son obligatorios para las partes, definitivos y hacen cosa juzgada.

El tribunal permanente de revisión puede también emitir opiniones consultivas, siempre que se vinculen con
causas que estén bajo trámites en el Poder Judicial del Estado Parte

Asimismo se prevén los reclamos de particulares, que deberán formalizarse ante la sección nacional del
GMC, que decidirá. Si su decisión no fuera aceptada, el asunto pasara al GMC principal, que deberá convocar a
un grupo de expertos para que emita un dictamen.

Si se aceptara el reclamo en contra de un Estado parte cualquier otro Estado Parte podrá requerirle la
corrección de la medida cuestionada o su anulación. De no prosperar el requerimiento el Estado parte
recurrente podrá acudir directamente al procedimiento arbitral.

Hay un tribunal permanente de revisión, antes no era permanente, que tiene sede en Asunción, Paraguay.

Unión Europea: orígenes.

Después de las guerras mundiales, los Estados europeos buscaron establecer una cooperación entre ellos
para superar los perjuicios generados por las guerras. Se crea el Consejo Europeo en 1949, independiente y
previo a la UE. Era una propuesta de Francia de generar un proceso más profundo, progresivo, de integración
en el sector económico, que se plasma en la declaración Schumann, y que da origen a las 3 comunidades
europeas que son los antecedentes directos de la UE. Cada una de esas 3 son autónomas e independientes pero
comparten instituciones y miembros.

La primera en aparecer es la Comunidad del Carbón y del Acero (CECA) entre Alemania, Francia, Bélgica,
Italia, Luxemburgo y Países Bajos, por el Tratado de Paris, en 1951. Tenía como objetivo generar la libre
circulación del carbón y del acero. Una de sus novedades era la estructura institucional: la Alta Autoridad
(integrada por funcionarios independientes de los Estados que administraban la CECA y regulaban el

356
Guiñazú, María Virginia

funcionamiento con normas obligatorias para los Estados partes), el Consejo de Ministros (estaban
representados los funcionarios de los Estados), una Asamblea Parlamentaria y un Tribunal de Justicia.

Deja de existir en 2002, sustituida por los tratados que hoy regulan a la UE.

Posteriormente, por el Tratado de Roma de 1957, se da nacimiento a las otras dos comunidades: la
Comunidad europea de la energía atómica (EUROATOM, donde los Estados buscaban coordinar el uso pacífico
de la energía atómica, con un ámbito de aplicación limitado, y que constituye una de las bases de la UE), y la
Comunidad Económica Europea (CEE- organización económica general). Esta última tiene dos modificaciones
importantes: la primera, la del Tratado de Maastricht en 1992, donde pasa a ser un mercado común y a
llamarse Comunidad Europea, y el tratado de Lisboa de 2007 donde la CE es sustituida finalmente por la UE.

Los objetivos generales que persiguen esos tratados que constituyen la UE son la integración económica y
unión política progresiva de sus miembros. En el campo económico el progreso es considerable.

Para llegar a la cantidad de miembros que hoy la conforman, se firmaron 6 tratados de adhesión, que le da a
cada uno el poder de veto. En 1952 se incorporan los 6 miembros originarios: Reino Unido, Irlanda y Dinamarca,
en 1979 se incorpora Grecia, en 1985 España y Portugal, en 1974 Austria, Finlandia y Suecia, en 2003 se
incorporan masivamente los países de la ex URSS: Estonia, Lituania, Letonia, Polonia, República Checa,
Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Malta y Chipre. En 2005, Bulgaria y Rumania. Reino Unido hoy ya dejó la UE.

Se busca abarcar mayores ámbitos de acción y competencias de los órganos, que los Estados de
incorporación más reciente profundicen sus obligaciones y deberes.

Caracterización jurídica.

La UE es una organización internacional creada por un grupo de Estados por un tratado internacional en el
que se le otorgan atribuciones y se crean órganos para ejercer su competencia.

Responde al paradigma de la integración, donde los Estados crean esta organización con la finalidad de
ceder competencias a un órgano supra nacional para cumplir objetivos como la paz, la democracia, el desarrollo
económico, el bienestar, avanzar de manera conjunta, etc.

Sus competencias en ámbitos materiales son: comercio, pesca, agricultura, transporte, medio ambiente,
investigación y desarrollo, inmigración, política social, política monetaria.

Otras competencias:

- Normativa: emitir normas de alcance general

- Administrativa: emitir normas de alcance individual

- Convencional: celebrar tratados con otros Estados u OI

- Judicial: Tribunal de Justicia con competencia exclusiva para conocer determinados tipos de
litigios, no sólo entre Estados sino también entre personas físicas o jurídicas.

Estas competencias se desempeñan en base a principios:

357
Guiñazú, María Virginia

 Ppio de atribución: la UE no puede actuar en ámbitos distintos a los que les han sido atribuidos,
porque la titularidad de las competencias las tienen los Estados. La atribución se hace de manera
específica.

 Ppio de subsidiariedad: 1 competencias exclusivas para la UE, 2 competencias en coordinación entre


Estados y la UE, donde ésta va a ser apoyo de las competencias de los Estados, y 3 competencias
compartidas entre la UE y los Estados. Cuando actúa la UE, los Estados deben abstenerse. En general lo
hace como último recurso, como control de la legislación (anterior a la emisión de la norma), y de
modo posterior, con la posibilidad de presentar un recurso de nulidad respecto a la normativa.

 Ppio de proporcionalidad: la acción de la UE está limitada estrictamente a lo necesario (ppio de la


subsidiariedad).

 Ppio de suficiencia de los medios: atribuirle a la UE los medios necesarios para el ejercicio de sus
competencias.

Es una organización de carácter mayoritariamente supranacional. Su estructura institucional está pensada


en ese marco, los órganos tienen composición supranacional.

Estructura Institucional.

Es una organización de carácter mayoritariamente supranacional. Su estructura institucional está pensada


en ese marco, los órganos tienen composición supranacional.

Se integra por: a) La Comisión, representa el interés comunitario; b) El Consejo, representa el interés de los
Estados miembros; c) El Parlamento Europeo, representa el interés de los ciudadanos de la UE; d) El Tribunal de
justicia, representa el interés por el respeto al derecho comunitario; e) El Tribunal de Cuentas, que fiscaliza el
presupuesto de la Comunidad Europea.

Las instituciones comunitarias son la Comisión, el Consejo, el Tribunal de Justicia y el Parlamento Europeo.

• La Comisión

Tiene una composición de personas independientes, actúa en interés comunitario. Es supraestatal.

Es un órgano ejecutivo, políticamente independiente. Es la instancia responsable de elaborar propuestas de


nueva legislación europea y de aplicar las decisiones del Parlamento Europeo y el Consejo de la UE.

Desempeña un papel central en el proceso de integración, está compuesta por 27 personas, una por cada
país de la UE. La designación de sus miembros es el producto de un complicado proceso: en primer término, los
Estados, previa consulta con el Parlamento europeo, designan al Presidente. Luego, en consulta con este, se
designa a los demás miembros. Es necesario un voto de aprobación del Parlamento. La Comisión es
independiente de los Estados, ya que defiende los intereses de Europa como un todo.

Tiene iniciativa legislativa y presupuestaria; competencias de ejecución de normas establecidas por el


Consejo; así como ciertas competencias en materia de relaciones exteriores.

358
Guiñazú, María Virginia

Es la encargada de defender el interés general de la comunidad. Se trata de un órgano colegiado compuesto


por 27 miembros, que ejercen funciones con independencia de los intereses de la Comunidad, ya que los
Estados se comprometen a no influir en las decisiones de los miembros de la Comisión y estos no pueden
solicitar ni aceptar instrucción de ningún gobierno. Los comisarios son designados uno por cada Estado.
Procedimiento: a) Los Estados miembros, tras consultar al Parlamento, designan a un Candidato a Presidente;
b) Los Estados miembros, tras consultar al presidente propuesto, designan a los demás miembros de la
Comisión; c) El Parlamento Europeo aprueba el Colegio de los Comisarios; d) Se produce el nombramiento
formal de los miembros de la Comisión.

Funciones

- Proponer nuevas leyes

La Comisión es la única institución europea que presenta, para que el Parlamento y el Consejo las aprueben:

 leyes que protegen los intereses de la UE y a sus ciudadanos en aspectos que no pueden
regularse eficazmente en el plano nacional

 leyes correctas en sus detalles técnicos gracias a consultas con expertos y ciudadanos.

- Gestionar las políticas europeas y asignar los fondos de la UE

 Fija las prioridades de gasto de la UE conjuntamente con el Consejo y el Parlamento.

 Elabora los presupuestos anuales para que el Parlamento y el Consejo los aprueben.

 Supervisa cómo se gasta el dinero bajo el escrutinio del Tribunal de Cuentas.

- Velar por que se cumpla la legislación de la UE

 Conjuntamente con el Tribunal de Justicia, la Comisión garantiza que la legislación de la UE se


aplique correctamente en todos los países miembros.

- Representar a la UE en la escena internacional

 Habla en nombre de todos los países de la UE ante los organismos internacionales, sobre todo
en cuestiones de política comercial y ayuda humanitaria.

 Negocia acuerdos internacionales en nombre de la UE.

• Parlamento Europeo

Es el órgano legislativo de la UE. Es elegido directamente por los votantes de la UE cada cinco años. Las
últimas elecciones se celebraron en mayo de 2019.

Representa a los pueblos de los Estados miembros y se compone de representantes elegidos directamente
por sufragio universal. Los eurodiputados son elegidos por voto directo y universal por los ciudadanos de c/u de
los países.

359
Guiñazú, María Virginia

Su misión principal es aprobar las leyes europeas. El Parlamento Europeo comparte esta responsabilidad con
el Consejo de la UE, mientras que las propuestas legislativas provienen de la Comisión Europea. El Parlamento y
el Consejo también comparten la responsabilidad de aprobar el presupuesto anual de la UE.

Tiene 705 miembros. El número de eurodiputados por cada país es aproximadamente proporcional a su
población, pero siguiendo una proporcionalidad decreciente: ningún país puede tener menos de 6 ni más de 96
eurodiputados, y el número total no puede ser superior a 705 (704 más el Presidente). En el seno del
Parlamento, los representantes suelen agruparse por afinidades políticas, no por nacionalidad.

Tiene 3 funciones principales:

+ Competencias legislativas

 Aprobar la legislación de la UE, junto con el Consejo de la Unión Europea, a partir de las
propuestas de la Comisión Europea

 Decidir sobre acuerdos internacionales

 Decidir sobre ampliaciones

 Revisar el programa de trabajo de la Comisión y pedirle que elabore propuestas de legislación

+ Competencias de supervisión

 Control democrático de todas las instituciones de la UE

 Elegir al Presidente de la Comisión y aprobar a la Comisión como colegio. Posibilidad de


aprobar una moción de censura, que obligue a la Comisión a dimitir

 Aprobar la gestión del presupuesto, es decir, la aprobación de la manera en que se han


gastado los presupuestos de la UE

 Examinar las peticiones de los ciudadanos y realizar investigaciones

 Debatir la política monetaria con el Banco Central Europeo

 Formular preguntas de la Comisión y del Consejo

 Observación electoral

+ Competencias presupuestarias

 Establecer el presupuesto de la UE junto con el Consejo

 Aprobar el presupuesto de la UE a largo plazo («marco financiero plurianual»)

• El Consejo de la Unión Europea

Tiene la función de representar a los Gobiernos de los Estados miembros, adoptar la legislación europea y
coordinar las políticas de la UE.

360
Guiñazú, María Virginia

El Consejo es el principal órgano de decisión de la UE junto con el Parlamento Europeo. No debe confundirse
con:

 el Consejo Europeo (cumbres trimestrales en las que los líderes de la UE marcan las grandes
líneas de las políticas europeas)

 el Consejo de Europa (organismo ajeno a la UE).

Llamado anteriormente Consejo de Ministros, comparte la responsabilidad de aprobar las leyes junto con el
Parlamento, así como la de adoptar decisiones políticas. Los votos con que cuenta cada Estado miembro están
en proporción, en líneas generales, con su población, aunque en el reparto de votos resulten algo más
favorecidos los países chicos. Las decisiones se adoptan por votación mayoritaria, pero en algunos asuntos
especialmente importantes (inmigración, asuntos fiscales, política exterior) se requiere la unanimidad de los
miembros. Representa a los Estados miembros siendo simultáneamente una entidad de carácter comunitario.

Sus miembros son los ministros de cada país, que cambian según el tema que se vaya a tratar: serán a veces
los ministros de economía los que se reúnan, o los de agricultura, etc. Cada ministro tiene competencias
para asumir compromisos en nombre de su Gobierno.

Los ministros de relaciones exteriores forman el Consejo general, que coordina a los que se forman con
ministros de otros ramos.

Cada Estado miembro ejerce la Presidencia por turnos de seis meses.

Funciones:

 Negocia y adopta la legislación de la UE, junto con el Parlamento Europeo, a partir de las
propuestas de la Comisión Europea.

 Coordina las políticas de los Estados miembros.

 Desarrolla la política exterior y de seguridad, siguiendo las directrices del Consejo Europeo.

 Celebra acuerdos entre la UE y otros países u organizaciones internacionales.

 Junto con el Parlamento Europeo, aprueba el presupuesto de la UE.

• El Consejo Europeo

Órgano de gran importancia. Es una reunión de jefes de Estado o de Gobierno. También la integra el
presidente de la Comisión y el del Consejo Europeo. Es el nivel más elevado de la cooperación política entre los
países de la UE. Tiene la función de definir la orientación y las prioridades políticas generales de la Unión
Europea, establece la agenda política. Tiene competencia y composición intergubernamental, se representan
los intereses de los estados parte.

Se reúne en cumbres trimestrales.

Funciones:

 Decide sobre la orientación y las prioridades políticas generales de la UE, pero no legisla.

361
Guiñazú, María Virginia

 Se ocupa de cuestiones complejas o sensibles que no pueden resolverse en instancias


inferiores de la cooperación intergubernamental.

 Establece la política exterior y de seguridad común, teniendo en cuenta los intereses


estratégicos de la UE y las implicaciones en materia de defensa.

 Designa y nombra a los candidatos elegidos para determinados puestos destacados de la UE,
por ejemplo en el BCE y en la Comisión.

Con respecto a cada una de las cuestiones, el Consejo Europeo puede:

 pedir a la Comisión Europea que elabore una propuesta.

 someterla al Consejo de la UE para que se ocupe de ella.

• El Tribunal de Justicia de la UE (TJUE)

Función: Garantizar que la legislación de la UE se interprete y aplique de la misma manera en c/u de los
países miembros; garantizar que los países miembros y las instituciones europeas cumplan la legislación de la
UE. Resuelve los litigios entre los gobiernos nacionales y las instituciones europeas. En determinadas
circunstancias, también pueden acudir al Tribunal los particulares, empresas y organizaciones que crean
vulnerados sus derechos por una institución de la UE.

Miembros: cuenta con dos órganos.

o Tribunal de Justicia: un juez de cada país miembro y 11 abogados generales. Resuelve


las cuestiones prejudiciales planteadas por los tribunales nacionales, ciertos recursos
de anulación y los recursos de casación.

o Tribunal General: 2 jueces por cada país de la UE. Resuelve los recursos de anulación
que interponen los particulares, las empresas y, en algunos casos, los gobiernos
nacionales.

Están representados todos los Estados y tiene la aplicación del derecho comunitario.

Tiene jurisdicción obligatoria en las materias de su competencia y es responsable de que el derecho


comunitario se aplique en manera uniforme en todo el ámbito de la Unión.

Funciones:

- Interpretar la legislación (decisiones prejudiciales): los tribunales nacionales deben garantizar que la
legislación europea se aplique correctamente, pero a veces los tribunales de distintos países interpretan las
normas de distintas maneras. Si un tribunal nacional tiene dudas sobre la interpretación o validez de una norma
europea, puede pedir una clarificación al Tribunal de Justicia europeo. El mismo mecanismo puede utilizarse
para determinar si una normativa o práctica nacional es compatible con la legislación europea.

362
Guiñazú, María Virginia

- Aplicar la legislación (procedimientos de infracción): este tipo de acción se emprende contra una
administración nacional por incumplir la legislación europea. Puede entablarla tanto la Comisión Europea como
otro país miembro. Si se comprueba que un país ha incumplido las normas, tendrá que poner remedio o
afrontar nuevas acciones y una posible multa.

- Anular normas europeas (recursos de anulación): si se considera que una norma europea vulnera los
tratados de la UE o los derechos fundamentales, los gobiernos de los países miembros, el Consejo de la UE o (en
algunos casos) el Parlamento Europeo pueden solicitar al Tribunal que la anule.

También los particulares pueden solicitar al Tribunal que anule una norma europea que les afecte
directamente.

- Garantizar que la UE actúe (recursos por omisión): en determinadas circunstancias, el Parlamento, el


Consejo y la Comisión deben tomar decisiones. Si no lo hacen, los gobiernos nacionales, otras instituciones
europeas o (en determinadas circunstancias) los particulares o empresas pueden recurrir al Tribunal.

- Sancionar a las instituciones europeas (acciones por daños y perjuicios): puede recurrir al Tribunal
cualquier persona o empresa que se considere perjudicada en sus intereses por acción u omisión de la UE o de
su personal.

•Comité de las regiones y Comité económico social

Son dos órganos de naturaleza consultiva, donde participan representantes de los Estados

•Banco Central Europeo

Función: gestionar el euro, mantener la estabilidad de los precios y dirigir la política económica y monetaria
de la UE.

Miembros: el presidente y el vicepresidente del BCE y los gobernadores de los bancos centrales nacionales
de todos los países de la UE.

Funciones:

 Establece los tipos de interés a los que presta a los bancos comerciales de la zona del
euro (eurozona), controlando así la oferta monetaria y la inflación.

 Gestiona las reservas de divisas de la eurozona y la compra o la venta de divisas para equilibrar
los tipos de cambio.

 Garantiza que las instituciones y los mercados financieros sean objeto de una buena
supervisión por parte de las autoridades nacionales, y que los sistemas de pago funcionen
bien.

 Vela por la seguridad y solidez del sistema bancario europeo.

 Autoriza la producción de billetes en euros por parte de los países de la zona del euro.

363
Guiñazú, María Virginia

 Vigila las tendencias de los precios y evalúa los riesgos para la estabilidad de los precios.

Es una estructura muy particular, que se articula en función de la representación de intereses: la comisión
representa el interés comunitario, el Consejo y el Consejo europeo son de naturaleza intergubernamental y
representan básicamente los intereses de Estados miembros, aunque siempre con la ambivalencia expuesta
que le confiere su simultaneo carácter de institución comunitaria. El Parlamento representa a los pueblos. El
Tribunal es neutral y asegura el imperio del derecho.

El funcionamiento es igualmente complejo. La función legislativa corresponde a tres órganos; la iniciativa es


de la Comisión, el Parlamento da su dictamen y la decisión final es del Consejo. En cuanto a la función ejecutiva,
esta pertenece al Consejo, quien la delega en la Comisión. Las competencias presupuestarias son compartidas
entre el Consejo y el Parlamento, aunque también participa la Comisión.

Fuentes y Derecho de la UE.

La UE tiene su propio régimen jurídico, creado por el Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea, creado
por las 3 comunidades originarias. Tiene 4 fuentes:

- El derecho originario primario: es jerárquicamente superior, la punta de la pirámide jurídica. Es


el derecho de los tratados constitutivos, de revisión (que modifican la estructura y competencias
de la UE), de adhesión, decisiones adoptadas por el Consejo de la UE (que deben ser ratificados por
los Estados miembros), principios generales del derecho de la UE (derecho no escrito – ejemplos:
seguridad jurídica, tutela judicial efectiva, la proporcionalidad, los derechos fundamentales).

- El derecho derivado: las medidas que emanan y adoptan las instituciones de la UE en el ejercicio
de sus competencias. Se clasifican en dos tipos de actos: típicos y atípicos, según estén o no en el
artículo 288 del Tratado de funcionamiento de la UE.

o Actos típicos: 1. Reglamentos (normas típicas de la UE, obligatorios, de alcance


general, aplicación directa a los Estados miembros. Son equivalentes a las leyes de los
ordenamientos nacionales, uniforman el ordenamiento jurídico), 2. Directivas
(obligatorias en relación al objetivo que persiguen, son específicas – Estados miembros
tienen facultades para decidir cómo alcanzarlo – no son directamente aplicables a los
Estados Miembros, necesitan transposición –acto del derecho interno-), 3. Decisiones
(tienen destinatarios específicos, son obligatorias y de alcance general o individual), 4.
Recomendaciones (invitaciones a actuar) y dictámenes (manifestación de opinión de las
instituciones de la UE de carácter no vinculante).

o Actos atípicos: se definen por exclusión, no contemplados en art. 288. Están


previstos en los tratados.

A partir de las modificaciones del tratado de Lisboa, hay una nueva clasificación: actos legislativos y actos no
legislativos, según el procedimiento con el que se adoptan.

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Guiñazú, María Virginia

Los actos del derecho derivado entre sí no tienen jerarquía, solo están subordinados al derecho
originario/primario. Las normas de los órganos de ejecución y funcionamiento están subordinadas al acto que le
da la causa.

- El derecho convencional: capacidad de la UE para cerrar y celebrar tratados o acuerdos


internacionales con terceros Estados u OI. La política exterior y la seguridad común están
EXCLUIDAS de la competencia de la UE. Procedimiento: Comisión solicita al Consejo la apertura de
las negociaciones, y luego que se han negociado, la conclusión de ese acuerdo va a ser decidida
por el Consejo y aprobada por el Parlamento. Todos los tratados van a estar subordinados al
derecho primario, pero tiene jerarquía superior al derecho derivado.

- El derecho complementario: son los acuerdos o tratados celebrados entre los Estados
miembros en materias de su competencia (no cedidas a la UE) para coadyuvar a la consecución de
los objetivos de la UE.

Control de legalidad del derecho de la UE

Los Estados deben subordinar su ordenamiento jurídico, incluso sus constituciones, a lo dispuesto por los
tratados constitutivos (derecho primario).

Control de legalidad del derecho derivado: lo lleva adelante el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE). Vías
jurisdiccionales:

 Recurso de anulación: controlar la legalidad de las instituciones de la UE: Comisión, Consejo,


Parlamento. Legitimación activa: los particulares, Estados miembros, Consejo, Comisión,
Parlamento, Tribunal de cuentas, Banco Central.

 Cuestión prejudicial de validez: mecanismo de colaboración jurisdiccional entre los tribunales


nacionales y el TJUE. Los jueces nacionales, cuando tienen que dirimir cuestiones sobre una norma
de la UE o un acto de una institución de la UE que están siendo cuestionados, y para poder
interpretar su validez, van a pedir al TJUE que determine la validez de esa norma. Cuando el TJUE
emite una resolución, los jueces nacionales van a poder dictar sentencia.

 Excepción de ilegalidad: es una excepción previa que se hace, incidental, de base procesal, donde
se está dirimiendo un proceso principal y alguna de las partes invoca la nulidad de una norma que
afecta ese proceso principal. Previo a la resolución del proceso principal, se va a analizar la
legalidad o no de esa norma.

Principios de aplicación del derecho de la UE

 Eficacia directa: controversia sobre si los ciudadanos podían invocar frente a sus órganos
nacionales las normas de la UE y si éstos estaban obligados a hacerlas valer y aplicarlas en sus
sentencias. Se resuelve que sí, siempre que esas normas impongan obligaciones a los particulares
de manera directa, que sean claras y precisas, y que no estén sometidas a condición, reserva o
plazo.

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Guiñazú, María Virginia

 Interpretación conforme: tanto los Estados como los órganos de los Estados parte están obligados
a interpretar y actuar conforme a la normativa del derecho comunitario europeo. La interpretación
de los ordenamientos internos debe darse en el marco del derecho europeo. Sin embargo, nunca
debe dejarse de lado la seguridad jurídica.

 Primacía: viene de la jurisprudencia. En caso de conflicto entre una norma del derecho interno y
del derecho de la UE, prevalece esta última, no importando el rango de la norma que está en
juego, porque los Estados tienen la obligación de adaptar sus ordenamientos al derecho de la UE.

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