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Cómo gestionar las relaciones de pareja con tu hijo adolescente:

1. Hablar con naturalidad sobre ello. Será importante encontrar un


momento tranquilo donde se pueda mantener una comunicación fluida.
Debemos escuchar activamente lo que quiera contarnos, manteniendo una
actitud abierta y asertiva, sin interrumpirle y sin juzgar la decisión que ha
tomado de comenzar una relación sentimental con otra persona.

2.Conocer a la pareja. En ocasiones, los padres y madres no quieren conocer


a la pareja de sus hijos porque no saben si sería adecuado validar esa
relación en casa. Lo cierto es que, al interesarnos por sus parejas, se
sentirán más cómodos y confiarán más en nosotros para contarnos
aspectos de su relación. De esta manera, podremos conocer a la pareja,
saber quién es, cuántos años tiene, a que colegio o instituto acude, si
comparten círculo social o intereses, etc. Así, se facilita que, en un futuro, se
encuentren más predispuestos a hablar sobre cómo están viviendo su
relación de pareja.

3. No obligar a romper el noviazgo. A veces, podemos pensar que son muy


jóvenes o que no es la persona idónea para ellos, pero es inadecuado
prohibir sin una justificación coherente y de peso una relación afectiva. Si se
considera que hay aspectos de la relación que son “tóxicos” o alarmantes,
será más adecuado hablarlo directamente con el adolescente, aclarar cómo
se está sintiendo con la relación de pareja, qué espera de ella y qué le
aporta dicha relación; intentando reconducir a un diálogo en el que el
propio adolescente llega a verbalizar por sí mismo que la relación no es del
todo sana.

4. Hablar sobre las relaciones sexuales. Más tarde o más temprano


comenzarán a experimentar sus primeras relaciones sexuales, por lo que es
conveniente tratarlo de manera natural. Es importante generar una
situación de confianza en la que ellos sientan la libertad necesaria para
contarnos sus dudas respecto a este tema. Además, de alguna manera,
debemos mantenerlos informados de su responsabilidad a la hora de
mantener una vida de relaciones sexuales consentidas, satisfactorias para
ambos y en la que se protejan de enfermedades de transmisión sexual y
embarazos no deseados.

5. Empatizar y hablar con ellos desde nuestras experiencias en pareja.


Mostrar que también hemos sido adolescentes y que entendemos la etapa
de cambios y emociones que están viviendo ayudará a que se abran con
nosotros. Y quizás, ciertas experiencias que las madres y padres hayan
vivido en esa etapa pueden ayudarles a gestionar algunas situaciones que
estén viviendo.

6. Aceptar su espacio e independencia. Seguramente, siempre haya una


parte de su vida y su mundo interno que no quieran compartir con sus
padres. Tener espacio propio es necesario y vital en esta etapa. Por eso, la
labor como adultos es acompañarles sin intentar controlar sus relaciones
afectivas.

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