Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Drama musical en un prólogo y tres actos con texto y música de Richard Wagner.
Antecedentes
Aunque fuera la primera en su concepción literaria en abril de 1848, durante la época
en que Wagner participara en la Revolución de Dresden, EL CREPÚSCULO DE LOS
DIOSES es la última jornada de EL ANILLO en haber sido compuesta.
Después de la larga ausencia en la que el compositor tuvo que huir a Suiza en el año
1850 por motivos políticos, la concepción musical de EL CREPÚSCULO DE LOS
DIOSES transitó un largo y penoso camino de espera, pero luego que Wagner
retomara la labor en 1869, ya con toda la experiencia compositiva de las jornadas
anteriores, la tarea se hizo más fácil. Una vez que la partitura de SIEGFRIED fuera
terminada en 1871, nuestro músico se abocó plenamente a la composición de EL
OCASO, ya como residente en su pacífica Villa Wahnfried de Bayreuth, culminando la
partitura orquestal completa en noviembre de 1874.
La escena final, que originalmente reflejaba la influencia del filósofo alemán Ludwig
Feuerbach, fue revisada varias veces antes de quedar en su versión definitiva. En su
primer boceto de 1852, Brunhilda proclamaba la destrucción del mundo de los dioses,
y la sustitución por la sociedad humana, gobernada por el amor.
Los personajes del mito, que han sostenido elocuentemente la acción de las jornadas
anteriores ceden aquí su puesto a los seres humanos, como se indica en el tercer acto
de SIEGFRIED , que prosiguen en la tierra la dura lucha iniciada en la segunda
escena de EL ORO DEL RIN, al enterarse Wotan, por el relato del dios Loge, de la
existencia de los tesoros de Alberich.
En esta versión que presentaremos, cabe destacar la presencia del célebre bajo
finlandés Matti Salminen, un veterano del Festival de Bayreuth, encarnando aquí a su
primer Hagen en disco, imprimiendo al personaje todo el aspecto siniestro y primitivo
que merece.
Argumento
Prólogo
Sobre la montaña en la que Sigfrido despertó a Brunilda del profundo sueño en el que
Wotan la había sumergido, las tres Nornas tejen el destino de los hombres y de los
dioses, en la noche apenas alumbrada por un vago reflejo de las llamas que circundan
la cima. Mientras tejen murmuran acerca de recuerdos y vaticinios. Pero de improviso
el hilo de oro se rompe. ¿Será quizás éste el presagio del eminente fin de los dioses?
Aterrorizadas, las Nornas se introducen en las profundidades de la tierra en búsqueda
de Erda, la madre eterna.
Lentamente surge el sol con todo su esplendor. Desde la caverna salen Sigfrido y
Brunilda, radiantes de felicidad. El héroe está próximo a partir, y recibe de Brunilda el
maravilloso caballo Grane, que en otras épocas llevaba a la Valquiria a las batallas. A
su vez, Sigfrido, le da el anillo mágico que le había quitado a Fafner, como prenda de
su fidelidad.
Acto Primero
En el reino de los Gibicungos, a la orilla del Rhin, viven los hijos de Gibich y Krimilde:
Gunther y Gutruna. También se encuentra Hagen, su hermanastro, producto de la
violencia ejercida por Alberich sobre Krimilde, quien continúa la maldición lanzada por
su padre y ansía el anillo mágico. Es él quien inculca en el ánimo de Gunther el deseo
sobre Brunilda, ocultándole que la valquiria es la esposa de Sigfrido. Además le
manifiesta que sólo él podrá atravesar la cortina de llamas y conquistar a Brunilda.
Pero además, en su maléfico plan Hagen deberá hacer que Sigfrido beba un filtro que
lo haga olvidar su pasado y encenderse de pasión por Gutruna.
Cuando Sigfrido llega al palacio, Gutruna, instigada por Hagen, le ofrece la copa
encantada y, bajo los efectos del filtro, el recuerdo de Brunilda poco a poco se va
perdiendo en la mente del héroe. Conquistado por Gutruna, la solicita cono esposa a
su hermano Gunther. Y entonces un pacto queda sellado: Sigfrido tendrá a Gutruna,
pero deberá, a su vez, conquistar a Brunilda para Gunther, desafiando una vez más el
fuego de Loge.
Pero en el hombre que avanza entre las llamas Brunilda no reconoce a Sigfrido, ya
que gracias al yelmo mágico éste ha tomado la forma de Gunther. Llena de terror la
valquiria trata de resistirse, pero Sigfrido, totalmente olvidado de su pasado, le arranca
el anillo y la conduce consigo a la gruta, mientras jura sobre su espada custodiarla
como hermano para entregársela a Gunther.
Acto Segundo
En la orilla del Rhin, delante del palacio de los Gibicungos, el enano Alberich incita a
su hijo a Hagen a apoderarse del anillo custodiado por Sigfrido, para que el poder
pase a manos de los Nibelungos. Después de haberse alejado Alberich, llega Sigfrido,
quien ha tomado su forma. Anuncia el éxito de su empresa y la próxima llegada de
Brunilda y Gunther, y ante este anuncio Hagen hace sonar su trompa para que los
guerreros y vasallos den la bienvenida a los esposos. El encuentro entre Brunilda y
Sigfrido hace precipitar el drama. La valquiria reconoce a su verdadero esposo y
advierte en su dedo el anillo. Lo acusa entonces de habérselo quitado y se declara
esposa del traidor. Nublado por el filtro, el héroe niega y jura sobre la punta de la
espada que le presenta Hagen: morirá sobre ella si ha manchado el honor de Gunther.
Quedan solos Brunilda, Gunther y Hagen, y deciden que Sigfrido debe morir. Al día
siguiente, durante la cacería Hagen herirá de muerte a Sigfrido en la espalda, la única
parte vulnerable del héroe, secreto que revela Brunilda, y en cambio ella tendrá el
anillo.
Acto Tercero
En las orillas del Rhin, mientras resuenan fanfarreas de caza, las tres hijas del río
ruegan a Sigfrido que devuelva el anillo, pero ni siquiera la predicción de su cercana
muerte convence al héroe de acceder a sus ruegos. Mientras tanto bajan de las
colinas circundantes Gunther y Hagen con su séquito. Mientras descansan de la
cacería, interrogan a Sigfrido y é cuenta su historia, pero cuando llega a la muerte del
dragón su mente se nubla, y entonces Hagen le da una poción que despierta sus
recuerdos adormecidos. Con creciente emoción el joven recuerda su odisea victoriosa
para conquistar a Brunilda; Gunther, estupefacto y hasta ahora ignorante del engaño,
comienza a comprender. En ese momento los dos cuervos de Wotan vuelan alrededor
del héroe y mientras él se da vuelta para mirarlos, Hagen a traición le hunde su
espada en la espalda, y las últimas palabras de Sigfrido, recuperada su memoria, son
en recuerdo de su amada Brunilda.
Así muere Sigfrido. Al son de la famosa marcha fúnebre, los guerreros colocan el
cuerpo sobre sus escudos y lo transportan en triste cortejo hacia el palacio. En la
tragedia que va llegando a su epílogo, frente a Gutruna desesperada, Gunther acusa a
Hagen, y éste lo mata. Pero cuando el hijo de Alberich pretende sacar el anillo del
dedo de Sigrido, la mano de éste se levanta amenazadora en medio del terror de los
presentes.
Angustiada por no haber comprendido que el héroe había sido víctima de un hechizo,
Brunilda reivindica para si el honor de seguir a su amado en la muerte. Toma el anillo
fatal y se lo coloca en el dedo, y después ordena que se prepare una pira: el Rhin
volverá a tener el anillo conjuntamente con sus cenizas. Con una antorcha prende
fuego a la pira y se tira sobre ella con su caballo Grane. Las llamas envuelven el
palacio, mientras las aguas del Rhin invaden la escena llevándose a Hagen en sus
remolinos. Ahora las Hijas del Rhin han recuperado el oro y las llamas llegan hasta el
cielo, incendiando el Walhalla, donde los dioses, reunidos en una sala del castillo,
esperan su final La maldición que pesaba sobre el oro se ha cumplido: el supremo y
Humano sacrificio de amor ha redimido al mundo mientras llega a su fin el imperio de
los antiguos dioses.
Reparto