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Responsabilidad penal

de las personas jurídicas:


una mirada al modelo de
culpabilidad constructivista
Gustavo Balmaceda Hoyos
Doctor en Derecho Penal de la Universidad de Salamanca
Director del Departamento de Derecho Penal
de la Universidad Andrés Bello (Chile),
(Chile)
Rodrigo Andrés Guerra Espinosa
Magíster en Derecho Penal de los Negocios y de la Empresa de la
Universidad de Chile, Magíster en Derecho Público de la
Universidad de los Andes (Chile), Magíster en Derecho Internacional
de la Universidad de Heidelberg (Alemania)
(Chile)

Sumario
La responsabilidad penal de las personas jurídicas
es una materia a la que se ha prestado atención en
los últimos tiempos en el Derecho Penal chileno. Sin
embargo, es necesario detenerse nuevamente sobre
las posibilidades reales de apreciar en la Ley 20.393
una hipótesis material de responsabilidad autónoma
de las personas jurídicas. Lo anterior, considerando
los desarrollos dogmáticos del modelo de culpabili-
dad constructivista en la interpretación del artículo 5º.

Temas relacionados
Heterónomo; Autónomo; Defecto de organización;
Buen ciudadano corporativo.

Gustavo Balmaceda H. - Rodrigo Andrés Guerra E.  5


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

1. Introducción
Los programas de cumplimiento o modelos de pre-
vención exigen ser diseñados e implementados según
las características “propias” de cada empresa. Para lo-
grar dicho propósito se debería considerar no solo la
Ley Chilena de Responsabilidad Penal de Personas
Jurídicas (en adelante LChRPPJ), sino también otras
normas vincu­ladas al lavado de activos, al cohecho,
y al financiamiento al terrorismo (esto, según el siste-
ma numero clausus existente en Chile).
De conformidad con lo expresado, una política de
prevención (en adelante P.d.P.), cuya materialización
estribe en la institucionalización de un programa de or-
ganización eficaz, debería responder al grado de com-
promiso en que la empresa gestiona los riesgos pena-
les y, de esta manera, abordar el cumplimiento de la
normativa vigente.
Así, la sola adopción formal de un código de con-
ducta o de un modelo de prevención (en adelante
M.d.P.), al tenor de lo dispuesto en el artícu­lo 4º de la
LChRPPJ, no necesariamente liberará de responsabi-
lidad penal a la empresa, pues también será necesa-
rio el establecimiento de una P.d.P. que sea capaz de
orientar y monitorear los procedimientos internos del
M.d.P. en su conjunto.
Esta política preventiva debería permitir la iden-
tificación de las formas de adecuación de comporta-
miento de los distintos miembros de la empresa en
sus diversos escalafones —democratización del ries-
go y del sistema de impu­tación—. Así, estas formas
de adecuación de comportamiento no solo se dirigen
a los altos mandos (administradores, controladores,
ejecutivos principales, etc.), sino también a las perso-
nas físicas situadas en el medio y en la base de la es-
tructura organizativa.
Adicionalmente, el obje­to de un proceso penal ini-
ciado en contra de una persona jurídica se debería cen-
trar tanto en la existencia o inexistencia de responsa-
bilidad de las personas naturales que intervinieron en
el delito, como en los defectos de organización de los
que adolezca la empresa para atribuirle responsabili-
dad penal.

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A continuación expondremos brevemente las dife-


rentes formas de atribuir responsabilidad penal a las
personas jurídicas, desde un modelo de impu­tación
centrado en las actuaciones de las personas naturales
(heterónomo), hasta aquellos que centran principal-
mente su atención en los defectos organizativos de la
persona jurídica (autónomo).

2.  Modelo de responsabilidad


heterónomo
Un modelo de estas características requiere, para
atribuir responsabilidad penal a la empresa, determi-
nar a la persona natural que ha cometido el ilícito para
su beneficio(1). En este sentido, si se cometiera un de-
lito de lavado de activos, financiamiento del terroris-
mo o cohecho en beneficio de la empresa, será nece-
sario establecer la participación de la persona natural
que ha cometido el delito, en beneficio de la empresa,
para atribuirle responsabilidad penal(2).
Entonces, para que la empresa responda se nece-
sita que dicha acción constitutiva de delito haya sido
cometida directamente en interés o provecho de la or-
ganización, como consecuencia del incumplimiento
de los deberes de vigilancia, dirección y supervisión.
El fundamento de este razonamiento se centra en la
circunstancia de que las personas jurídicas deben con-
trolar su organización, es decir, que sus miembros ade-
cúen su comportamiento según los límites del riesgo
permitido dentro del contexto empresarial.
En este sentido, la normativa chilena se caracteri-
zaría, según Hernández, por ser “un modelo atenua-
do de responsabilidad derivada, que, además de la co-
nexión entre individuo responsable y su hecho con la
persona jurídica, requiere que esta haya contribuido
al hecho por la vía de haberse organizado de un modo
que favorece o, en todo caso, no impide ni dificulta la

(1) Gómez-Jara Díez, Carlos. Fundamentos modernos de la responsabilidad


penal de las personas jurídicas. Bases teóricas, regulación internacional y
nueva legislación española. Buenos Aires: Editorial B de F, 2010a; p. 441.
(2) Gómez-Jara, ob. cit., p. 442.

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realización de ese tipo de hechos, esto es, la llamada


responsabilidad por defecto de organización, en con-
sideración de los requisitos del artícu­lo 3º de la ley”(3).
La deficiencia organizativa de la empresa se pre-
tende evitar a través de los programas de cumplimien-
to o modelos de prevención, los cuales tienen el pro-
pósito de vigilar y controlar la comisión de delitos al
interior de la empresa. Estos defectos de organización
apuntan, en términos generales, a la “falta de selec-
ción, formación y seguimiento de la actividad desa-
rrollada por los administradores o representantes le-
gales […]”(4).
Por ende, para atribuir responsabilidad a la empre-
sa, desde la interpretación de un modelo de responsa-
bilidad heterónomo, es necesario que la comisión del
ilícito se dé por una persona natural producto del no
ejercicio de los deberes de dirección y supervisión por
parte de la empresa(5). Sin embargo, la organización
puede anteponerse a la infracción de estos deberes por
medio de la implementación de un M.d.P. de delitos(6).
Este deber de supervisión recaería en un amplio
círcu­lo de suje­tos, enunciados en el artícu­lo 3º de la
LChRPPJ, vincu­lados a la dirección administrativa de

(3) Hernández, Héctor. La introducción de la responsabilidad penal de las


personas jurídicas en Chile. En: Revista Política Criminal. Vol. 5, n.º 9 (2010);
p. 217. Por otra parte, no podemos desconocer que, en la actualidad, la mayor
parte de los modelos comparados han adoptado uno de responsabilidad deri-
vada, aparentemente porque sería más sencillo determinar la responsabilidad
de una persona jurídica desde el comportamiento de la persona natural, véase
Gómez-Jara, ob. cit., p. 459.
(4) Zugaldía Espinar, José Miguel. La responsabilidad criminal de las personas
jurídicas, de los entes sin responsabilidad y de sus directivos. Análisis de los
arts. 31 bis y 129 del CP. Valencia: Ed. Tirant lo Blanch, 2013; p. 91. Por otra
parte, respecto a la llamada responsabilidad por defectos de organización,
debería señalarse, siguiendo a Jesús-María Silva Sánchez, “que resulta más
que dudoso si la culpabilidad por defecto de organización es una expresión de
una culpabilidad en sentido estricto de la persona jurídica o, por el contrario,
una regla de transferencia de responsabilidad a la persona jurídica por el
hecho culpable de las personas físicas que, en el seno de la misma, infringen
los deberes de organización y vigilancia que recaen sobre ellos”, véase Silva
Sánchez, Jesús María. La responsabilidad penal de las personas jurídicas y
las consecuencias del art. 129 del código penal español. En: García Cavero,
Percy (Coord.). La responsabilidad penal de las personas jurídicas, órganos y
representantes. Mendoza: Ediciones Jurídicas Cuyo, 2002; p. 127.
(5) Hernández, ob. cit., p. 218.
(6) Ibíd., p. 218.

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la empresa. Por ello, uno de los problemas clave que


deberán enfrentar los jueces será determinar cuándo
se han infringido esos deberes de supervisión y con-
trol por parte de los miembros de la alta dirección(7).
Por otra parte, y como ya lo hemos expuesto, pre-
venir la infracción de los deberes de vigilancia y su-
pervisión implica contar con una política corporativa
que manifieste una nueva cultura organizativa de fi-
delidad al Derecho en los diferentes niveles operati-
vos de la empresa(8).
Asimismo, contar con un departamento de preven-
ción será esencial en la tarea de difundir una nueva
cultura de prevención de delitos en la empresa(9). Este
departamento no solo deberá intervenir en la capacita-
ción y vigilancia del personal, sino también informar
a la alta dirección de la organización sobre cualquier
irregularidad, así como establecer redes de prevención
en conjunto con la auditora y clasificadora de riesgo
o entidad que vaya a certificar el modelo en cuestión.
Ahora bien, respecto a la responsabilidad autóno-
ma de las personas jurídicas, Hernández es categóri-
co al señalar que “la ley chilena no conoce nada que
merezca llamarse ‘responsabilidad autónoma’ de las
personas jurídicas. Más bien, al contrario, cabe pre-
guntarse si esta subordinación tan marcada a la con-

(7) Lo anterior, da lugar a dos cuestiones primordiales a tratar: a) los modelos


de compliance y b) al desarrollo dogmático de la imprudencia. Los modelos
de compliance se fundamentan en el hecho de velar porque el cumplimiento
genérico de las actividades o procesos de la empresa estén en conformidad
con la normativa vigente, por lo cual si una acción de un empleado es aprobada
por su superior y es informada al director de compliance y este no ejerce su
función de control de manera adecuada, de conformidad con los protocolos
del modelo preventivo de la empresa, la persona jurídica puede ser penalmente
responsable. La falta de control por parte de los directivos de la empresa
lleva a que haya conductas de tipo imprudente. Por ello, es fundamental que
la “relación debiera establecerse entre el delito cometido por el empleado y
el fallo de supervisión del directivo a cuya autoridad se encuentra sometido.
La mera constatación de que todo ello se haga por cuenta y en provecho de
la persona jurídica no debería ser suficiente. Entre ambos elementos debería
establecerse una relación de impu­t ación objetiva, de tal manera que el riesgo
que se genera por el fallo de supervisión es el que se tiene que concretar en
la actuación del empleado —y no otro—. El mero incremento del riesgo no
debería ser suficiente para el establecimiento de responsabilidad a estos
efectos”, véase Gómez-Jara, ob. cit., pp. 487-489.
(8) Zugaldía Espinar, ob. cit., pp. 91-92.
(9) Ibíd., p. 92.

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dena del suje­to individual, desconocida en los modelos


de referencia e inconveniente desde el punto de vista
político-criminal, puede considerarse satisfactoria des-
de la perspectiva del cumplimiento de los compromi-
sos internacionales de Chile, más si se tiene en cuen-
ta la preocupación especial al respecto por parte de
los entes de la Organización de Cooperación y Desa-
rrollo Económi­co, OCDE”(10).
Finalmente, el modelo heterónomo considera clave
vincu­lar el comportamiento de la persona natural a la
empresa para atribuirle responsabilidad. No obstan-
te, este comportamiento no puede ser el único factor
para determinar la responsabilidad de la empresa(11).
Así las cosas, este comportamiento delictivo debería
estar en interés de la entidad, producto de un defecto
de organización, debido a la infracción de los deberes
de vigilancia, supervisión y control establecidos en el
artícu­lo 3º de la LChRPPJ.

3.  Modelo de responsabilidad


autónomo
El modelo autónomo de responsabilidad observa a
la empresa como un suje­to capaz de responder penal-
mente. De esta forma, la responsabilidad de la orga-
nización no puede determinarse por el hecho ajeno,
es decir, por la acción delictual de una persona natu-
ral que forma parte de su estructura organizacional(12).
Así, admitir la posibilidad de transferir responsabili-
dad a la empresa por el comportamiento ilícito de una
persona natural, al interior de su estructura organiza-
cional, constituiría una responsabilidad objetiva que
vulneraría sus garantías(13).

(10) Hernández, ob. cit., pp. 224-225.


(11) Gómez-Jara, ob. cit., p. 490.
(12) Así el “núcleo común a todas estas posiciones [de responsabilidad autó-
noma] puede quizá sintetizarse en que, a la hora de determinar la culpabilidad,
se intenta profundizar en la realidad empresarial alejándose de los parámetros
que pretenden ‘transferir’ la culpabilidad individual a la empresa” véase Gómez-
Jara Díez, Carlos. La responsabilidad penal de las personas jurídicas en Estados
Unidos de América. Perú: ARA Editores, 2010b; pp. 139-140.
(13) Respecto de la posibilidad de considerar en Chile garantías fundamentales
para las personas jurídicas, véanse los fallos del 30/06/2008, 5857 - 2006, y
del 14/03/2005, 546 - 2004, de la ilustrísima Corte Suprema, que reconocen que

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La posibilidad de admitir un modelo de respon-


sabilidad autónomo en la legislación chilena se des-
prendería, a nuestro juicio, del inciso final del artícu­
lo 5º de la LChRPPJ, disposición que permitiría la
introducción de otros modelos de impu­tación que di-
fieran de los que se basan en la transferencia de res-
ponsabilidad (heterorresponsabilidad) de la persona
natural a la jurídica.
Si bien existen diversas variantes del modelo de
impu­tación de responsabilidad autónoma, estimamos
que a este respecto el modelo a seguir es el de “cul-
pabilidad constructivista”(14). Lo anterior, porque este
responde, en nuestra opinión, a un Derecho Penal mo-
derno que recoge las tendencias más actuales en mate-
ria de responsabilidad penal empresarial, acercándose
de mejor manera a la identidad normativa de la legis-
lación chilena —y de los países de su órbita cultural.
A continuación, expondremos brevemente las po-
sibilidades de aplicación del modelo de culpabilidad
constructivista en la legislación chilena. Cabe adver-
tir que, si bien aún no existe jurisprudencia que res-
palde la aplicación de este modelo, creemos que su
armonización sería posible a partir de una lectura co-
herente de conformidad con el “valor objetivo de la
norma”(15). Así, con el propósito de desentrañar la iden-

(Cont. nota 13)


la persona jurídica puede ser obje­t o de daño moral objetivo al ser menoscabada
en su honor, imagen y prestigio comercial. Asimismo, esta lectura se puede
complementar con la mirada del modelo de culpabilidad constructivista, para
estos efectos véase Gómez-Jara Díez, Carlos. Fundamentos..., ob. cit., p. 45;
También en Gómez-Jara Díez, Carlos. ¿Qué modelo de responsabilidad penal
de las personas jurídicas? Una respuesta a las críticas planteadas al modelo
constructivista de autorresponsabilidad penal empresarial. En: Ontiveros
Alonso, Miguel (coord.). La responsabilidad penal de las personas jurídicas.
Valencia: Ed. Tirant lo Blanch, 2014; pp. 187 y ss.
(14) Para obtener información o una descripción general de estos modelos de
impu­tación de responsabilidad autónoma, véase Artaza Varela, Osvaldo. La
empresa como suje­to de impu­tación de responsabilidad penal. Fundamentos
y límites. Buenos Aires: Ed. Marcial Pons, 2013; pp. 260 y ss. Sobre la argu-
mentación en relación con el modelo a seguir, además del argumento relativo
a un asunto de identidad normativa, creemos coherente ser consecuentes
con la historia legislativa de la LChRPPJ, donde se hace alusión al sistema
defendido en esta obra.
(15) Nuestra metodología de interpretación, si bien da prioridad al valor ob-
jetivo de la norma, no deja de lado la voluntad subjetiva del legislador. Así,
normas recientes que no datan de los orígenes del código necesitan de una

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tidad normativa a la que hacemos referencia, el méto-


do que utilizaremos será una interpretación teleológi-
ca, centrada en una perspectiva lógico-sistemática, le-
gislativa comparada e histórico-dogmática.

3.1.  Perspectiva lógico-sistémica


El modelo de responsabilidad autónoma de la per-
sona jurídica, consagrado en el inciso final del artícu­
lo 5º de la LChRPPJ, establece que subsistirá la res-
ponsabilidad, “incluso si no es posible determinar el o
los responsables individuales que cometieron el ilíci-
to en su favor”. De esta manera, resulta familiar afir-
mar la existencia de una responsabilidad penal autó-
noma. Sin embargo, Hernández señala que los casos
del artícu­lo 5º solo son autónomos “desde un punto de
vista procesal, porque materialmente no hay ninguna
hipótesis de responsabilidad de la entidad sin perso-
na natural responsable”(16). Igualmente, este autor es
de la idea de que el artícu­lo 5º no altera el modelo de
responsabilidad derivada atenuado del artícu­lo 3º de
la LChRPPJ. El inciso final de esta última disposición
estaría establecido en términos que “restringen signifi-
cativa e innecesariamente esa posibilidad, reforzando
aún más el carácter derivado y dependiente de la res-
ponsabilidad del ente”(17). En este sentido, esta dispo-
sición exigiría, de todas formas, la comisión del ilíci-
to por parte de una persona natural para poder atribuir
responsabilidad penal a la persona jurídica.
Disentimos de la opinión de Hernández, ya que
nos parece difícil poder comprender al inciso final
del artícu­lo 5º de la LChRPPJ como una circunstan-
cia meramente procesal que no contiene ninguna hipó-

(Cont. nota 15)


interpretación integral que considere los aspectos mencionados. No obstante
lo anterior, la doctrina mayoritaria es la de considerar solo el valor objetivo de
la norma, debido a que, en el contexto de las democracias modernas, es muy
difícil identificar la voluntad de un solo legislador. Gimbernat Ordeig, Enrique.
Concepto y método de la ciencia del Derecho Penal. Madrid: Ed. Tecnos, 1999;
pp. 77 y ss.; Larenz, Karl. Metodología de la ciencia del Derecho. Barcelona:
Ed. Ariel, 2001, pp. 331 y ss.
(16) Hernández, ob. cit., p. 221.
(17) Ibíd., p. 222.

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tesis material de responsabilidad autónoma. En efec-


to, desde nuestro punto de vista, aquí se establecería
una hipótesis material de responsabilidad autónoma.
Ahora bien, antes de entrar en detalle, tendremos
en cuenta que el encabezado del citado artícu­lo seña-
la que “[l]a responsabilidad de la persona jurídica será
autónoma de la responsabilidad penal de las personas
naturales y subsistirá cuando, concurriendo los demás
requisitos previstos en el artícu­lo 3º […]”.
El hecho de que no sea posible impu­tar responsabi-
lidad a la persona jurídica (LChRPPJ, art. 5º, num. 1º)
por la muerte del responsable (C.P., art. 93, num. 1º) y
en caso de prescripción de la acción penal en su contra
(art. 93, num. 6º, ib.), no significa, en nuestra opinión,
que no se pueda aplicar la responsabilidad autónoma
cuando en el proceso penal seguido en contra de la(s)
persona(s) indicada(s) en el artícu­lo 3º (incs. 1º y 2º),
se decretare sobreseimiento temporal de uno o más
impu­tados, según las causales de incomparecencia y
rebeldía o en caso de enajenación mental.
Para seguir con nuestra argumentación, la dispo-
sición del artícu­lo 5º LChRPPJ, en su inciso final,
señala que: “[…] también podrá perseguirse dicha res-
ponsabilidad cuando, habiéndose acreditado la exis-
tencia de alguno de los delitos del artícu­lo 1º y concu-
rriendo los demás requisitos previstos en el artícu­lo 3º,
no haya sido posible establecer la participación de el
o los responsables individuales(18), siempre y cuando
[que] en el proceso respectivo se demostrare fehacien-
temente que el delito debió necesariamente ser come-
tido dentro del ámbito de las funciones y atribuciones
propias de las personas señaladas en el inciso prime-
ro del mencionado artícu­lo 3º”.
De acuerdo con nuestro planteamiento, la voz “tam-
bién” del inciso final del artícu­lo 5º, desde una lectu-
ra lógica-sistemática, pretende resaltar una excepción
respecto de los casos mencionados en sus numerales
1º y 2º. De lo contrario, no tendría sentido su inciso fi-
nal, puesto que reproduciría lo dispuesto en el artícu­

(18) Énfasis añadido.

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lo 3º LChRPPJ, aludiendo nuevamente a una respon-


sabilidad heterónoma.
Cuando la expresión hizo referencia a haber acre-
ditado la existencia del delito, debió haberse utilizado
la expresión “habiéndose acreditado la existencia de
antecedentes calificados de la comisión de alguno de
los delitos del artícu­lo 1º […]” para no generar dudas
interpretativas respecto a la existencia de la hipótesis
de una responsabilidad autónoma, aunque esta parez-
ca ser una interpretación forzada(19).
Por otra parte, cuando el artícu­lo 5º, inciso final,
señala que “concurriendo los demás requisitos pre-
vistos en el artícu­lo 3º, no haya sido posible estable-
cer la participación de el o los responsables individua-
les(20) […]” estos requisitos serían, a nuestro entender,
los siguientes:
a)  Que se cuente con antecedentes calificados que
acrediten la existencia del hecho delictivo de los con-
templados en el artícu­lo 1º de la ley;
b)  Que el hecho delictivo sea cometido en inte-
rés o beneficio directo de la persona jurídica, es de-
cir, “dentro de sus fines”; y,
c)  Que la comisión del ilícito sea producto del
incumplimiento de los deberes de dirección y super-
visión de la persona jurídica, o sea, a partir de un de-
fecto de organización.
En este orden de ideas el inciso final del artícu­lo
5º dejaría fuera el requisito de impu­tar la responsabi-
lidad al o los responsables de la comisión del ilícito
en favor de la persona jurídica Si bien la disposición
podría haber sido formu­lada en términos más preci-
sos, como en el caso de los modelos [autónomos] sui-
zo, italiano o australiano, creemos que permite dar

(19) Se incurre en un error legislativo simi­lar en la disposición del artícu­lo


229 del Código de Procedimiento Penal chileno. Esta norma, para definir
el concepto de formalización (lectura de los hechos que se investigan en el
proceso), utiliza la expresión “delito” en vez de “hechos investigados”, véase
Blanco Suárez, Rafael et al. Litigación estratégica en el nuevo proceso penal.
3ª ed. Santiago: Ed. Lexis Nexis, 2005; p. 57; Caroca Pérez, Alex. Manual el
nuevo sistema procesal penal. 3ª ed. Santiago: Ed. Lexis Nexis, 2005; p. 143.
(20) Énfasis añadido.

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lugar a una hipótesis de responsabilidad autónoma al


utilizar la expresión “los demás”.
Así pues, la expresión “los demás” dejaría fue-
ra el requisito de impu­tar responsabilidad a una de
las personas naturales mencionadas en el artícu­lo 3º
LChRPPJ. Por ello, la disposición final del artícu­lo 5º
centraría la responsabilidad en un defecto de organi-
zación, producto del cual se da lugar a un hecho de-
lictual en favor de la empresa.
Por último, desde una perspectiva procesal, la dis-
posición del artícu­lo 22 de la LChRPPJ permite al
Ministerio Público solicitar la formalización de la in-
vestigación en contra de la persona jurídica, cuando
lo considere oportuno, debiendo pedir al juez de ga-
rantía la citación de su representante legal.
Así las cosas, es “requisito previo para proceder
de esta forma, al menos, que se haya solicitado una
audiencia de formalización de la investigación o pre-
sentado un requerimiento de acuerdo con las reglas
del procedimiento simplificado, respecto de la perso-
na natural que pudiese comprometer la responsabi-
lidad de la persona jurídica(21) según lo disponen los
incisos primero y segundo del artícu­lo 3º, salvo en los
casos establecidos en el artícu­lo 5º(22)”.
En este sentido, siguiendo lo dispuesto en el artícu­
lo 22 LChRPPJ, se podría formalizar al representan-
te legal de la empresa, sin solicitar una audiencia de
formalización o presentar un requerimiento de proce-
dimiento simplificado en relación con la persona na-
tural que pudiese comprometer la responsabilidad de
la empresa, al estar—en nuestra opinión— frente a la
hipótesis del inciso final del artícu­lo 5º(23).

(21) Énfasis añadido.


(22) Énfasis añadido.
(23) Véanse los comentarios de Miguel Soto Piñeiro acerca del artícu­lo 22
LChRPPJ en: Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. Proyecto de res-
ponsabilidad penal de las personas jurídicas (Historia de la ley). 2009; p. 44.
Disponible en http://www.Leychile.cl/Navegar?idNorma=1008668&buscar
=20393. Consultado: 10/12/2013 Respecto a la admisión de un supuesto
procesal en el artícu­lo 22 para los casos de responsabilidad autónoma del
artícu­l o 5º, véase Aguirrezábal Grünstein, Maite. Algunas precisiones en torno
a los intereses supraindividuales (colectivos y difusos). En: Revista Chilena de
Derecho. Vol. 33, n.º 1 (2012); p. 61.

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3.2.  Perspectiva legislativa-comparada


Desde este escenario, el modelo chileno utiliza el
término “participación” para determinar la responsa-
bilidad autónoma. Este término no se recoge de ma-
nera literal del modelo suizo, italiano o australiano(24),
sin embargo, estos últimos estarían redactados en un
sentido simi­lar al de la disposición del inciso final del
artícu­lo 5º, en lo referente a los casos en que “no haya
sido posible establecer la participación de el o los res-
ponsables individuales”.
Para reforzar nuestra argumentación, tenemos que
decir que la voz “participación” no es baladí como pre-
supuesto para poder afirmar la responsabilidad autó-
noma en el sistema chileno por varias razones. Con
ella se está aludiendo a la teoría de la autoría y par-
ticipación criminal y, más concretamente, a la parti-
cipación propiamente tal, la cual solo es conceptual-
mente admisible tratándose de “personas naturales”
(lo que reafirmaría, según pensamos, que el sistema
de la LChRPPJ es “autónomo”).
En este sentido, la participación criminal exige,
para poderse constatar, la concurrencia de los siguien-
tes requisitos: (a) accesoriedad, (b) convergencia y (c)
[no] comunicabilidad(25). Por lo anterior, la catego-
ría en estudio hace alusión a la ejecución de un delito
donde intervienen “varias personas que se dividen en-
tre sí la tarea de realizar el hecho típico”(26), cuestión
que quedaría fuera de la hipótesis de la norma en es-

(24) Para consultar la traducción al español de las normas que citamos aquí,
véase Gómez-Jara Díez, Carlos. Fundamentos..., ob. cit., pp. 465 y ss.
(25) El primero está en relación con la necesidad de la existencia de un hecho
principal —del autor—; el segundo se refiere a la constatación de un “doble dolo”,
es decir, de una coincidencia del conocer y querer la realización de los elementos
del tipo objetivo por parte del autor y del partícipe. Por último, hablamos de “no
comunicabilidad” —la mayoría se refiere al principio de “comunicabilidad”—,
puesto que en nuestra opinión al respecto seguimos una teoría de la no comu-
nicabilidad limi­t ada, en el sentido de que la autoría jamás se podría comunicar,
pero la calidad de la participación sí, siempre y cuando se cumpla con ciertos
requisitos. En extenso, con múltiples citas doctrinales y jurisprudenciales, véase
Balmaceda Hoyos, Gustavo. Comunicabilidad de la calidad del suje­to activo
en los delitos contra la función pública. Especial referencia a la malversación
de caudales públicos y fraude al fisco. En: Revista de Derecho. Vol. 19, n.º 2
(2012); pp. 45-81. Chile: Universidad Católica del Norte, Coquimbo; pp. 56 y ss.
(26) Cury, Enrique. Orientación para el estudio de la teoría del delito. Santiago:
Ediciones Nueva Universidad, 1972; pp. 255 y ss.

16   Responsabilidad penal de las personas jurídicas


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tudio, subsistiendo, por ende, los defectos de organi-


zación en la empresa para poder atribuir responsabi-
lidad. Lo anterior, desligándose, de esta manera, por
completo de la persona natural, e, incluso, desde un
punto de vista colectivo.
De acuerdo con lo anterior, la legislación italiana,
en su Decreto-Ley 8, de junio del 2001, establece, en
su artícu­lo 8º, —respecto a la autonomía de la respon-
sabilidad— que “la responsabilidad del ente subsiste
aun cuando: a) El autor de la infracción penal no ha
sido identificado o no es impu­table
[…]”. Asimismo, el Código Penal sui-
zo del 2003 establece, en su artícu­
Las características lo 100, quáter 1, que “[c]uando en el
enunciadas del desarrollo de los asuntos empresa-
riales se cometa en una empresa un
modelo suizo delito o una falta en el marco del fin
e italiano se de la empresa, y este hecho no pueda
ser impu­tado a ninguna persona físi-
encontrarían ca concreta debido a la deficitaria or-
recogidas tanto ganización de la misma, entonces se
en el artículo 3º, impu­tará el delito o la falta a la pro-
pia empresa”.
como el 5º de la
Asimismo, este código penal
legislación chilena estipu­la, en su artícu­lo 100, quáter
2, que “[c]uando se trate de un delito
contemplado en los artícu­los […], la
empresa será castigada, con independencia de la puni-
bilidad de las personas físicas, si se le debiera repro-
char que no haya adoptado todas las precauciones or-
ganizacionales necesarias y exigibles para evitar este
tipo de delito”.
Podemos observar que el modelo italiano utiliza la
expresión “identificado” o “impu­table”, que concuer-
da con el sentido del modelo suizo. Igualmente, es in-
teresante mencionar que el modelo suizo indica que
se debería identificar un defecto de organización para
impu­tar responsabilidad penal a la persona jurídica.
Es así que las características enunciadas del mo-
delo suizo e italiano se encontrarían recogidas tanto
en el artícu­lo 3º, como el 5º de la legislación chilena.
De esta forma, cuando el artícu­lo 5º hace remisión, en

Gustavo Balmaceda H. - Rodrigo Andrés Guerra E.  17


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

su inciso final, a los requisitos del artícu­lo 3º, se esta-


ría enfocando en que el delito sea en beneficio de la
empresa, es decir, dentro de sus fines y como resulta-
do de un defecto de organización. Lo anterior, apor-
tando antecedentes calificados que acrediten la exis-
tencia del hecho delictivo en el ámbito de las funcio-
nes y atribuciones de los suje­tos del artícu­lo 3º, donde
no sea posible identificar a la persona natural res-
ponsable.
Por otra parte, el Código Penal Federal de Aus-
tralia de 1995 establece, en la sección 12.1, relativa a
los principios generales, en el numeral 1º que “[e]ste
código se aplica a las entidades corporativas de la
misma manera en que se aplica a los individuos […]
por el hecho de que la responsabilidad penal se está
imponiendo en entidades empresariales y no en indi-
viduos”; además, en la sección 12.3, referente al tipo
subjetivo, en el numeral 1º, estipu­la el método para
determinar la responsabilidad de las personas jurí-
dicas(27).
Lo anterior difiere del modelo chileno porque este
no se declara abiertamente autónomo, como sí lo hace
el australiano. Sin embargo, en cuanto a la determi-
nación de la existencia de indicios que acrediten la
comisión de un delito en el “ámbito de funciones y
atribuciones propias de las personas señaladas en el
inciso primero del mencionado artícu­lo 3º” habría que
definir la metodología para realizar esta tarea. En este
sentido, nos parece que dicha metodología se encuen-
tra descrita en el modelo australiano y se echa de me-
nos en el modelo chileno. No obstante lo anterior, la
jurisprudencia chilena la podría construir mediante la
resolución de casos concretos, con base en los siguien-
tes fundamentos dogmáticos e históricos.

(27) El modelo australiano se declara abiertamente autónomo. Sin embargo,


esto aparentemente no se da con plenitud en el caso de la legislación chi-
lena. Ahora bien, el modelo australiano establece un método de atribución
de responsabilidad que se define en la sección 12.3, referente al elemento
subjetivo del actuar empresarial, que apunta al conocimiento o la imprudencia,
centrándose en el actuar del consejo de administración de la empresa, los
altos directivos y el funcionamiento de la cultura empresarial con el obje­to
de atribuir responsabilidad a la persona jurídica. Es importante señalar que
se permite atribuir responsabilidad al ente por actos expresos o tácitos de
los órganos enunciados.

18   Responsabilidad penal de las personas jurídicas


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

3.3.  Perspectiva histórico-dogmática


El sistema chileno de responsabilidad penal de las
personas jurídicas ha sido influenciado por el nortea-
mericano y el italiano. En Chile, el modelo de atribu-
ción en estudio se presenta como uno de carácter es-
tructural, frente al desafío de impu­tar responsabilidad
a una organización, considerando la división de fun-
ciones en su interior, su impacto delictual como co-
lectivo ante a la sociedad y la complejidad inherente
a la información que produce, lo que dificulta su per-
secución(28).
En este orden de ideas, el modelo chileno daría
cuenta de las actuales tendencias del Derecho nortea-
mericano, europeo e italiano, siendo su principal ob-
jetivo que las empresas colaboren en la prevención
del delito, detectando aquellos procesos más riesgo-
sos para su comisión en su organización, establecien-
do programas de prevención, cuya implementación
efectiva debería impedir que las personas jurídicas se
vean expuestas a sanciones penales.
Por otra parte, el modelo chileno tiene una orien-
tación práctica que busca definir los problemas y dar-
les una solución desde una lógica preventiva(29). Es
así que la LChRPPJ constituye un aporte a la auto-
rresponsabilidad empresarial, es decir, un incenti-
vo para la generación de modelos de prevención que
sean idóneos desde la perspectiva del buen ciudadano
corporativo(30). Por lo anterior, pretende que todas las
empresas colaboren en la prevención de delitos al in-
terior de su organización para evitar una reacción tar-
día frente a la comisión de tales hechos(31).

(28) En este sentido, véanse los comentarios de Fernando Londoño en Biblioteca


del Congreso Nacional de Chile, ob. cit., p. 423.
(29) Véase a este respecto los razonamientos de Fernando Londoño, Biblioteca
del Congreso Nacional de Chile, ob. cit., p. 37.
(30) En esta línea, véase Gómez-Jara, Carlos. ¿Responsabilidad penal de todas
las personas jurídicas? Una antecrítica al símil de la ameba acuñado por Alex
van Weezel. En: Política Criminal. Vol. 5, n.º 10 (2010c); p. 457, disponible
en: http//www.politicacriminal.cl/vol_05/n_10/vol5n10d1.pdf; También ver
los comentarios de Fernando Londoño en ob. cit., p. 38.
(31) Véase al respecto la discusión sobre este punto presente en el congreso,
en el primer trámite constitucional del proyecto de responsabilidad penal de
las persona jurídicas: Londoño, Fernando, Biblioteca del Congreso Nacional
de Chile, ob. cit., p. 128.

Gustavo Balmaceda H. - Rodrigo Andrés Guerra E.  19


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

Ahora bien, se ha señalado por parte de la doctri-


na chilena que el modelo referido sería mixto(32), pues
estos sistemas admitirían tanto la presencia de un mo-
delo autónomo, como de uno de naturaleza heteróno-
ma, lo cual daría paso a un camino intermedio entre
ambos(33). Sin embargo, Hernández indica que cuan-
do hablamos de modelos mixtos, “no es más que una
variante más o menos morigerada de las consagracio-
nes históricas emblemáticas de modelos de responsa-
bilidad derivada […](34). Por ende, en nuestra opinión,
la responsabilidad penal de la empresa en estos segui-
ría dependiendo de la persona natural.
Por otra parte, Jorge Bofill, respecto los artícu­los
3º y 5º de la LChRPPJ, indica que “el primero esta-
blecía un sistema de responsabilidad heterónoma, es
decir, se atribuía responsabilidad a la persona jurídi-
ca por un hecho ajeno, no por el hecho propio y, el se-
gundo, consagraba un sistema de responsabilidad au-
tónoma”(35). Asimismo, en lo referente al artícu­lo 5º
hizo énfasis en que
“de no haber sido posible establecer la participa-
ción del o de los responsables individuales, no sería
compatible con el sistema del artícu­lo 3º, porque si
no estuviera identificada la persona natural responsa-
ble del hecho, tampoco sería posible determinar si se
trató de un hecho voluntario o involuntario, doloso o
no, por lo que atribuir responsabilidad a la empresa
en tal caso, constituiría un mecanismo de responsa-
bilidad objetiva”(36).
En este sentido, no podemos desconocer que, ante
las dudas del alcance de la responsabilidad autónoma
en el proyecto de la ley, “los representantes del Eje-
cutivo precisaron que la regla general en materia de

(32) Véanse en este sentido los comentarios de Jean Pierre Matus Acuña en
Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, ob. cit., p. 47..
(33) Véase Matus Acuña, Jean Pierre. Presente y futuro de la responsabilidad de
las personas jurídicas por los delitos cometidos por sus directivos y empleados.
En: Revista de Derecho. Santiago: Consejo de Defensa del Estado (2009); p. 65.
(34) Hernández, ob. cit., p. 217.
(35) Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, ob. cit., p. 50
(36) Ibíd., p. 52.

20   Responsabilidad penal de las personas jurídicas


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

responsabilidad de la persona jurídica se encontraba


en el artícu­lo 3º […]”(37). Por ello, para establecer una
responsabilidad en la persona jurídica, se requería que
la comisión del delito, ejecu­tado en interés o prove-
cho de la misma, fuera impu­table a alguna de las per-
sonas establecidas en el artícu­lo 3º. Además, el delito
cometido debía ser resultado del incumplimiento de
los deberes de dirección y supervisión de la empresa,
no obstante admitir de forma excepcional la respon-
sabilidad autónoma(38).
Sostenemos, a diferencia de lo expresado, una opi-
nión en favor de considerar un modelo autónomo en
la legislación chilena, puesto que, en nuestro concep-
to, el inciso final del artícu­lo 5º es coherente con una
hipótesis material de responsabilidad autónoma. En
este sentido, rescatamos que Medina haya señalado
lo siguiente:
“[s]er partidario de la solución que daba el artícu­
lo 5º, es decir, consagrar la responsabilidad autónoma
de las personas jurídicas, por cuanto la única forma
de enfrentar la llamada ‘irresponsabilidad organiza-
da de las empresas’ sería por medio de la responsabi-
lidad penal directa de las personas jurídicas, porque
[…] resultaba imposible identificar a los responsables
individuales al interior de ellas”(39).
De conformidad con lo anterior, pensamos que del
inciso final del artícu­lo 5º LChRPPJ es posible rescatar
la idea de Medina, en otras palabras, podemos decir
que existe en Chile una responsabilidad autónoma que
responde frente a la imposibilidad de identificar el o
los responsables materiales de la comisión del delito.
Esta interpretación se puede aceptar desde la perspec-
tiva lógico-sistemática y legislativa-comparada que he-
mos presentado, siguiendo los razonamientos histórico
-dogmáticos de esta sección.

(37) Ibíd., p. 69.


(38) Ibíd., p. 69. En este sentido, no podemos desconocer que el artícu­lo 3º
LChRPPJ consagra “un doble estatuto de responsabilidad: la derivada de los
hechos de los directivos de la empresa y la de quienes trabajan supervisados
al interior de ella” según lo expresado por Gonzalo Media en Biblioteca del
Congreso Nacional de Chile, ob. cit., p. 54.
(39) Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, ob. cit., p. 54.

Gustavo Balmaceda H. - Rodrigo Andrés Guerra E.  21


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

En línea de lo expuesto, Szczaranski, en el primer


trámite constitucional del proyecto de la LChRPPJ,
ante la Cámara de Dipu­tados, indicó que a las perso-
nas jurídicas puede atribuírseles una “voluntad pro-
pia”(40). Sin embargo, muchas sociedades no cuentan
con un nivel de complejidad suficiente para atribuir-
les voluntad y responsabilidad penal. Así, las socie-
dades pantalla, pequeñas empresas o con fines pu-
ramente delictuales no podrían ser comprendidas
dentro del marco del proyecto(41).
Si bien estas entidades podrían responder civil-
mente, no correspondería introducirlas en este ré-
gimen de responsabilidad, aunque puedan interpo-
nerse medidas interdictivas respecto de aquellas que
resulten inimpu­tables(42). Lo anterior no incluiría a
las sociedades que operan en el mercado accionario,
con fondos de pensiones o instituciones bancarias, ya
que cuentan con la capacidad suficiente para respon-
der por sus actos, al estar dotadas de identidad y vo-
luntad corporativa propia(43).
Así las cosas, nos parece interesante la idea de
fundar la culpabilidad penal de las personas jurídicas
desde un equivalente funcional al de las personas físi-
cas(44). Esta idea, planteada por Szczaranski en la His-
toria de la Ley, es recogida aparentemente del modelo
de culpabilidad constructivista. No obstante, debemos

(40) Ibíd., p. 33. Respecto a la idea de facilitar la identificación de un estado


mental empresarial para atribuir responsabilidad a las empresas, véase
Gómez-Jara Díez. La responsabilidad..., ob. cit., p. 133.
(41) Véanse los comentarios de Szczaranski en Biblioteca del Congreso
Nacional de Chile, ob. cit., p. 33.
(42) De esta forma, el Derecho Penal Empresarial debería comenzar a con-
templar sanciones penales fundamentadas en la propia culpabilidad de la
empresa en sus defectos de organización y medidas de seguridad (sanciones
interdictivas) fundadas en el nivel de peligrosidad de la organización. Por ello,
este nuevo Derecho Empresarial “debería ser un sistema de doble vía, donde se
contemplen sanciones penales basadas en la culpabilidad de la organización
empresarial (impu­t able) y sanciones interdictivas fundamentadas en la peli-
grosidad de aquella (inimpu­t able)”, Gómez-Jara Díez. Fundamentos..., ob. cit.,
pp. 463 y ss.
(43) Véanse los comentarios de Szczaranski en Biblioteca del Congreso
Nacional de Chile, ob. cit., p. 33.
(44) En esta línea, “se trata de determinar cuál es la función que cumple una
determinada categoría en el Derecho Penal Individual y, a continuación, se
establece el equivalente funcional en el seno del Derecho Penal Empresarial”,
Gómez-Jara Díez. Fundamentos..., ob. cit., p. 461.

22   Responsabilidad penal de las personas jurídicas


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

aclarar que las personas jurídicas no tienen voluntad


propia, sino una libertad de auto determinación que
permite atribuirles responsabilidad penal por sus de-
fectos de organización(45). Lo anterior, con el fin de
resguardar los parámetros conceptuales del modelo
de culpabilidad constructivista(46).
De acuerdo con lo expuesto, las consideraciones
de Szczaranski nos acercan al modelo de culpabili-
dad constructivista. En esta línea, el rol de la perso-
na jurídica se definiría en términos de un ciudadano
fiel al Derecho(47). Así, la acción de la persona natu-
ral “constituye únicamente una expresión de sentido
individual”(48), por lo que se requiere de una culpabi-
lidad propia de la persona jurídica para atribuirle res-
ponsabilidad penal(49). Por ende, la libertad de la cual
gozan las personas jurídicas “no se entiende como una
libertad de voluntad, libertad de decisión en un mo-
mento concreto, sino libertad de (auto) organización,
libertad de auto administrarse”(50)(51).

(45) Ibíd., p. 491.


(46) En cuanto a este punto, interesante se torna volver a la distinción entre
“persona” e “individuo”. Así, desde la perspectiva funcionalista no deberíamos
reservar el concepto “persona” a la persona física o natural. El concepto im-
plica representar un rol o papel en la sociedad. Por ende, la palabra “persona”
representa una competencia social que es atribuida a la persona física. En este
sentido, sí sería posible identificar un defecto de organización en la función o
atribución de competencia de las personas del artícu­l o 3º LChRPPJ y acreditar
la existencia de antecedentes calificados de un hecho delictivo en beneficio
directo de la empresa, siendo posible atribuirle responsabilidad aunque no
sea viable impu­tar responsabilidad a una persona natural; Piña Rochefort,
Juan Ignacio. Rol social y sistema jurídico. Una aproximación a la función del
Derecho Penal. Lima: ARA Ediciones, 2010; pp. 333 y ss.
(47) De esta manera, cuando hablamos del concepto de ciudadano fiel al
Derecho, como fundamento material de la culpabilidad, hacemos referencia
(en el modelo de culpabilidad constructivista) a tres elementos: a) “la fideli-
dad al Derecho como condición para la vigencia de la norma; b) la igualdad
objetivada entre las personas y, por último, c) la posibilidad de cuestionar,
mediante un procedimiento conforme a Derecho, la vigencia de la nor-
ma”; según Gómez-Jara Díez, Carlos. La culpabilidad penal de la empresa.
Madrid: Marcial Pons Ediciones Jurídicas y Sociales S.A., 2005; pp. 248 y ss.
Estos elementos permiten identificar a la persona jurídica dentro del rol del
ciudadano corporativo fiel al Derecho, acudiendo a los aportes de la doctrina
norteamericana del buen ciudadano corporativo y de la dogmática alemana.
(48) Gómez-Jara Díez. Fundamentos..., ob. cit., p. 445.
(49) Ibíd.
(50) Ibíd., p. 55s.
(51) Gómez-Jara Díez, Carlos. ¿Qué modelo..., ob. cit., pp. 179-181.

Gustavo Balmaceda H. - Rodrigo Andrés Guerra E.  23


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

Ahora bien, para poder estar en presencia de una


verdadera responsabilidad autónoma, en los términos
del inciso final del artícu­lo 5º LChRPPJ, es necesario
entender qué requisitos del injusto empresarial se re-
lacionan con una organización y cómo la culpabilidad
de las personas jurídicas se vincu­la con una determi-
nada cultura de fidelidad al Derecho(52).
En este escenario, como expresa Carlos Gómez-
Jara,
“[…] el injusto empresarial estaría vincu­lado con
la organización de la empresa; la culpabilidad empre-
sarial estaría referida a la cultura de la empresa. De
esta manera, la impu­tación objetiva y subjetiva toma-
ría como marco de referencia la configuración que la
empresa ha realizado de su ámbito de organización;
la impu­tación personal tendría en cuenta la existen-
cia o inexistencia de una cultura empresarial fiel al
Derecho”(53).
Como consecuencia de lo anterior, la impu­tación
objetiva se determinaría en relación con la existen-
cia o inexistencia de un M.d.P., mientras que la sub-
jetiva tendría lugar en consideración al concreto
conocimiento del riesgo empresarial que llevan apa-
rejado los procesos internos de la compañía. Y, Fi-
nalmente, la impu­tación personal se enfocaría en la
adhesión a una cultura empresarial de fidelidad al
Derecho(54)(55).

(52) Gómez-Jara Díez. Fundamentos..., ob. cit., pp. 58 y ss.


(53) Ibíd., pp. 58 y ss.
(54) Ibíd., p. 494. No deja de ser interesante reflexionar sobre el concepto de
“personas” comprendido en el inciso final del artícu­l o 5º LChRPPJ. Creemos
que este concepto no tendría sentido desde una perspectiva ontológica, sino
más bien desde la teoría del rol social. Conforme con lo anterior, la respon-
sabilidad penal de las personas jurídicas cifra sus expectativas sociales sobre
la empresa y las funciones o atribuciones de sus integrantes en la tarea de
prevención de delitos. Dichas expectativas forman parte de una estructura
social que es percibida por la empresa en cuanto persona. Así, la empresa
solo puede defraudar estas expectativas en la medida que se identifique el
defecto de organización “dentro del ámbito de funciones y atribuciones propias
de las personas señaladas en el inciso primero del […] artícu­l o 3º LChRPPJ.
Por lo anterior, la empresa puede perturbar con su comportamiento la norma
(defecto de organización), aunque no sea posible impu­tar el delito a una
persona natural, Piña (2010) p. 505.
(55) Gómez-Jara Díez, Carlos. ¿Qué modelo..., ob. cit., p. 181.

24   Responsabilidad penal de las personas jurídicas


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

En este contexto, las posibilidades de una verda-


dera responsabilidad autónoma son tan reales que in-
cluso Juan Carlos Dörr Zegers indicó que el proyecto
de ley de la responsabilidad penal de las personas ju-
rídicas en Chile no solo era “un gran retroceso en el
progreso del Derecho”(56), sino que “aún más, el mis-
mo proyecto permitía sancionar penalmente a las per-
sonas jurídicas, aun cuando no se determinara a las
personas naturales del delito”(57).
Por otra parte, cabe agregar que concordamos con
Jorge Bofill, quien afirmó “que la iniciativa en estu-
dio constituía una innovación, por lo que no estaba de
acuerdo con la aseveración del mensaje en el sentido
que respetaba la tradición jurídica del país”(58). De esta
forma, la LChRPPJ constituye una renovación cultu-
ral en Chile, que permite, en nuestra opinión, la apli-
cación del modelo de culpabilidad constructivista.
Por otra parte, el dipu­tado Harboe señaló que esta
disposición (LChRPPJ, art. 5º, inc. final) “hacía sub-
sistir la responsabilidad de la empresa, aun cuan-
do no se hubiera identificado a la persona responsa-
ble, pero que, en razón del modelo de organización
que esta tenía, dicha responsabilidad debería corres-
ponder a alguna de las personas mencionadas en el
artícu­lo 3º”(59). Al parecer, según Harboe, “la diferen-
cia entre ambas indicaciones estaría en relación con el
alcance que se asigna al principio de la responsabili-
dad autónoma […]”(60).
Por tanto, se podría llegar a pensar que el legis-
lador chileno habría tenido en consideración los pro-
blemas estructurales de organización de las empresas,
optando por establecer una responsabilidad de la per-
sona jurídica autónoma. Sin embargo, una declaración
de este tipo, como señaló Bofill en la Historia de la
Ley, puede traer consigo el problema de una respon-

(56) Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, ob. cit., p. 45.


(57) Ibíd.
(58) Ibíd., p. 50.
(59) Ibíd., p. 60.
(60) Ibíd., p. 69.

Gustavo Balmaceda H. - Rodrigo Andrés Guerra E.  25


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

sabilidad objetiva para la persona jurídica(61). No obs-


tante lo anterior, el problema puede evitarse creando
un Derecho Penal Empresarial que respete las garan-
tías de las personas jurídicas(62).
Por otro lado, el inciso final del artícu­lo 5º
LChRPPJ, al exigir los “demás” requisitos del artícu­
lo 3º, nos obligaría a considerar como tales(63):
a)  Estar en presencia de antecedentes calificados
que acrediten la comisión del hecho delictivo de algu-
na de las figuras del artícu­lo 1º;
b)  Que el delito sea cometido en provecho de la
persona jurídica (esto es, dentro de sus fines); y,
c)  Que el incumplimiento de los deberes de di-
rección y supervisión en la empresa sea producto de
un defecto de organización.
Todo lo anterior recae en las posibilidades de in-
terpretar el inciso final del artícu­lo 5º LChRPPJ des-
de un modelo autónomo por el hecho. En nuestra opi-
nión, el hecho de la propia persona jurídica “debería
relacionarse necesariamente con un fallo organizati-
vo […]”(64), lo que no es fácil de aceptar frente a “una
tradición jurídica de la teoría del delito que se ha cen-
trado en la persona física”(65).
Es así que tanto los académi­cos, como la jurispru-
dencia, se encuentran “ante un dilema: o se vulneran
los principios tradicionales del Derecho Penal y se
imponen penas en contravención del principio de res-
ponsabilidad por el hecho propio, o se adapta la teo-
ría jurídica del delito a las características propias de
las personas jurídicas”(66), dilema al cual se hizo alu-
sión en la dogmática chilena hace bastante tiempo(67).

(61) Ibíd., p. 52.


(62) Gómez-Jara Díez, Carlos. Fundamentos..., ob. cit., p. 491.
(63) Ibíd., p. 50.
(64) Ibíd., p. 491; En el mismo sentido Gómez-Jara Díez, Carlos. ¿Qué mo-
delos..., ob. cit., p. 179.
(65) Gómez-Jara Díez, Carlos. Fundamentos..., ob. cit., p. 491.
(66) Ibíd., p. 491.
(67) Silva, Sánchez, ob. cit., p. 107.

26   Responsabilidad penal de las personas jurídicas


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

Sin embargo, si reconocemos la influencia del mo-


delo norteamericano en Chile, no es extraño conside-
rar que parece predominar en la práctica de ese país
la idea de que las empresas son tratadas como indivi-
duos(68). Teniendo en cuenta lo anterior, Walt y Laufer
niegan la posibilidad de aceptar como alternativa tra-
tar al régimen de responsabilidad criminal de las cor-
poraciones desde el ámbito de la persona natural e
incluso adaptarlo a sus características(69). En este sen-
tido, concordamos en que Laufer “puede considerarse
el mayor especialista en el ámbito de la responsabili-
dad penal estadounidense […]”(70). Además, su plantea-
miento trae como consecuencia consideraciones esen-
ciales para el modelo de culpabilidad constructivista
y expone las deficiencias de un modelo vicarial(71).
Asimismo, la discusión dogmática de la culpabi-
lidad, tanto de las personas jurídicas, como la de las
naturales, no está zanjada e, incluso, los planteamien-
tos más recientes, relativos a la materia, harían alu-
sión a la posibilidad de relacionar la culpabilidad de
la empresa con una cultura de incumplimiento(72). Por
ello, el indicador más importante de la implementa-
ción de una cultura relacionada con el funcionamiento
tanto de los deberes de dirección, como de dirección
y supervisión, se manifestaría en el modelo preventi-
vo que adopte la empresa(73).
Aquí cabe recordar que la legislación chilena esta-
blece en el artícu­lo 4º LChRPPJ los requisitos mínimos
de un M.d.P., mientras que en el artícu­lo 6º, numeral
3º LChRPPJ, la atenuante de responsabilidad por la
adopción, antes del comienzo del juicio, de medidas
eficaces para prevenir la reiteración de la misma cla-
se de delitos obje­to de la investigación; medidas que,

(68) Walt, Steven y Laufer, William. Why personhood doesn’t matter: Corporate
criminal liability and sanctions. En: 18 AM. J. Crim. L. 263 (1991); p. 263.
Disponible en: Heinonline. Vol. 18, n.º 263, versión online: http//heinonline.
org. Consultado: 15/12/2013.
(69) Ibíd., p. 264.
(70) Gómez-Jara Díez, Carlos. La responsabilidad..., ob. cit., p. 132.
(71) Ibíd., pp. 132 y ss.
(72) Gómez-Jara Díez, Carlos. Fundamentos..., ob. cit., p. 492.
(73) Ibíd., p. 493.

Gustavo Balmaceda H. - Rodrigo Andrés Guerra E.  27


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

en consonancia con el artícu­lo 3º LChRPPJ, se de-


ben considerar esenciales para demostrar una cultura
de cumplimiento. Dicha cultura se encuentra íntima-
mente relacionada con el concepto de culpabilidad de
la empresa, como hemos señalado con anterioridad.
Quien observara lo anterior de modo diferente, de-
berá aceptar de igual forma que “se considerará que
los deberes de dirección y supervisión se han cumpli-
do cuando, con anterioridad a la comisión del delito,
la persona jurídica hubiere adoptado e implementado
modelos de organización, administración y supervi-
sión para prevenir delitos, conforme a lo dispuesto en
el artícu­lo 4º [LChRPPJ]”(74). En consecuencia, para
demostrar la aplicación efectiva de este M.d.P. se debe-
rá, idealmente, contar con la debida certificación según
lo dispuesto en el artícu­lo 4º a) de la mencionada ley.
Por lo anterior, el hecho de implementar las medi-
das mencionadas en los artícu­los 3º, 4º y 6º numeral
3º LChRPPJ debe ser considerado como una causal
de exclusión de responsabilidad de la empresa(75). De
este razonamiento se desprende que la empresa no ha
sido responsable de la actuación delictiva de sus miem-
bros al ejercer correctamente su posición de garante
de vigilancia(76).

(74) Artícu­l o 3º inciso 3º de la LChRPPJ.


(75) Por ende, adoptar un modelo preventivo que permite reflejar una cultura
empresarial de fidelidad al Derecho, en el ejercicio de los deberes en su
posición de garante [de vigilancia], debería ser considerado como una causal
de exclusión de responsabilidad, Gómez-Jara Díez, Carlos. La culpabilidad...,
ob. cit., p. 273. De esta forma, “si en el momento de la comisión del hecho,
dichos programas estaban vigentes de manera efectiva, el delito del empleado
no se considerará a su vez delito de la corporación. En definitiva, se abre la
posibilidad de exculpación a la empresa si cumple con su rol de ciudadano
corporativo fiel al Derecho institucionalizando una cultura corporativa que
no cuestiona la vigencia del Derecho, sino que promueve el cumplimiento del
Derecho”, ibíd., p. 254.
(76) Sin embargo, determinar cuál va a ser el peso de la certificación de dichos
modelos (LChRPPJ, art. 4º, num. 4b, inc. 2º), para acreditar ante un tribunal
la presencia de una causal de exclusión de su responsabilidad, será algo que
deberá ser determinado por la jurisprudencia, en atención a la cultura del buen
ciudadano corporativo. Asimismo, surgen otras dudas en torno a qué pasará en
el caso de que una auditora certifique un modelo de una empresa que resulta
penalmente responsable. Así, ¿esta auditora debería responder como un coautor
o cómplice o encubridor? ¿Cómo determinar cuál es el criterio de atribución de
responsabilidad más correcto?; y, ¿qué pasa si se puede determinar que la persona
física que participó en tal acción está dentro de la auditora en cuestión? Estas
son algunas de las interrogantes que se nos ocurren ahora y que no tienen una
respuesta expresa en Chile y que no podrán ser abordadas aquí por razones de

28   Responsabilidad penal de las personas jurídicas


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

Finalmente, nos gustaría terminar nuestra tesis re-


lativa a la afirmación de un modelo autónomo en Chile,
haciendo alusión a un argumento sistemático, esto es,
un tema que está en relación con las circunstancias
modificatorias de la responsabilidad penal: de acuer-
do con la ley chilena, es imposible transferir dichas
circunstancias desde la persona física a la persona ju-
rídica, por lo tanto, si las circunstancias atenuantes o
agravantes no son transferibles, “entonces la premisa
lógica es que la culpabilidad de la persona física es in-
dependiente de aquella de la persona jurídica”(77). Por
ello, “no resulta coherente argumentar que no se pue-
den transferir dichas circunstancias modificativas de
la responsabilidad, por un lado, pero, por otro, sí lo
es afirmar que la culpabilidad de la persona física es
transferida a la persona jurídica”(78).

4. Conclusión
Si bien parece que en Chile domina la opinión de
que la legislación vigente sigue un modelo de respon-
sabilidad derivada atenuada, es posible interpretar,
desde nuestra perspectiva, en el inciso final del artícu­
lo 5º de la Ley 20.393 una hipótesis material de res-
ponsabilidad autónoma, siempre y cuando se admi­ta
el supuesto procesal que hemos planteado respecto de
su artícu­lo 22. Conforme con ello, será esencial evitar
los defectos de organización al interior de la empresa.
En consecuencia, los alcances de la responsabilidad
autónoma quedan abiertos a la interpretación dogmáti-
ca, sin restringirse el modelo chileno a una responsa-
bilidad heterónoma por el hecho ajeno, hasta que sea
obje­to de modificaciones en el futuro que apunten en
uno u otro sentido. De esta manera, aunque resulte inu-
sual pensar que en el proceso penal se trata de efec-

(Cont. nota 76)


extensión. Por otra parte, el elemento principal del modelo de responsabilidad
penal de la persona jurídica en Chile responde al incumplimiento de los deberes
de dirección y supervisión de la alta dirección de la empresa, así Hernández,
ob. cit., p. 225. Por ello, la normativa chilena establece a la persona jurídica
como un “garante de vigilancia”, utilizando la terminología de Gómez-Jara.
(77) Gómez-Jara Díez, Carlos. Fundamentos..., ob. cit., p. 494.
(78) Ibíd., p. 494 [énfasis en el original].

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DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

tuar un juicio sobre una empresa o corporación, los


nuevos parámetros de impu­tación penal de un Dere-
cho Penal moderno obedecen a la perspectiva de un
suje­to corporativo capaz de autorregularse.
De ahí que se haya expuesto la posibilidad de apli-
car el modelo de culpabilidad constructivista. Así pues,
si bien es cierto que las empresas no cuentan con ca-
pacidad de acción, como sí lo hacen lo seres huma-
nos, tienen una capacidad propia de auto organiza-
ción, es decir, un equivalente funcional a la voluntad
individual. Por ello, en la medida en que se les reco-
nozca dicha libertad, también se les podrá exigir su
uso responsable.
Finalmente, un uso responsable de la libertad em-
presarial implica adoptar un M.d.P., aunque no sea una
exigencia legal en Chile. Las sanciones a las que pue-
de verse expuesta la empresa son de tal entidad que
crean esta necesidad. De esta manera, una P.d.P. que
logre condensar las exigencias de la normativa chile-
na, permite no solo fomentar una cultura empresarial
de cumplimiento, sino también preparar una estrate-
gia de defensa que recupere los valores de una gestión
responsable en los negocios.

30   Responsabilidad penal de las personas jurídicas


DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO – Revista Internacional

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