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Por lo cual. Esta conjunción une los versos anteriores con lo que va a
enseñarnos a continuación, como dijimos, esta dando continuidad al tema de la
perseverancia.
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Como dice el Espíritu Santo. Uno de los recursos estilísticos que usa el escritor
para introducir una cita del Antiguo Testamento es la fórmula Dios dice o el
Espíritu Santo dice. El escritor se refiere al escritor del Antiguo Testamente sólo
como portavoz de Dios. Sabemos que Dios es el autor primario de la Escritura, y
el hombre es el autor secundario por medio del cual Dios habla.
David, el autor del Salmo, no es quien habla. Es el Espíritu Santo quien habla,
dirigiéndose tanto al pueblo de Dios de la época del Antiguo Testamento como a
Desde el primer hasta el último año, cuarenta en total, el pueblo de Israel puso a
prueba la paciencia de Dios. La historia de los cuarenta años que los judíos
viajaron por el desierto está repleta de ejemplos de incredulidad e infidelidad
tanto de jóvenes como de ancianos. Sin embargo, en medio de la rebeldía del
pueblo de Israel, Dios exhibió sus obras poderosas: una columna de fuego
durante la noche para protegerlos del frío del desierto, una nube durante el día
para protegerlos de los quemantes rayos del sol, maná para satisfacer su
hambre, y agua de la roca para calmar su sed; además, su ropa y calzado no se
gastaron Ex. 13:21; 16:4–5; 17:6; Dt. 29:5. El Señor Dios de Israel fue su roca y
escudo durante cuarenta años.
La paciencia de Dios había sido probada hasta el límite por esa gente rebelde.
Su ira estalló. Dios estaba exasperado con esa generación. Dos veces se dirigió
Dios a estos obstinados israelitas y les habló directamente.
Los israelitas se rebelaron contra Dios una vez: tras el regreso de los espías,
pusieron a prueba a Dios diez veces Números 14:22 y se negaron a escuchar su
voz. Sus corazones estaban llenos de incredulidad y sus ojos estaban ciegos a
los milagros que hacía Dios así que no podían ni querían andar en los caminos
del Señor, es decir no le obedecían para nada.
Puesto de que el pueblo de Israel trataba a Dios con desdén, éste juró
solemnemente: “Ningún hombre de esta malvada generación verá la buena tierra
que juré que daría a vuestros padres”; Números 14:23. Deuteronomio 1:35. Dios
le quitó la promesa de reposo a los incrédulos israelitas y les dijo que morirían en
el desierto. Los hijos de ellos que tuvieran veinte años o menos podrían entrar en
la tierra que Dios les había prometido a sus antepasados.
La tierra que los israelitas iban a poseer es llamada reposo, ya que allí ellos
tendrían una morada permanente y segura Deuteronomio 12:9. La tierra de Israel
le sería dada a aquellos que no habían despreciado a Dios. En su ira Dios juró
que todos los demás no verían la tierra, sino que morirían en el desierto. Dios
decía que dejaría de ser Dios, por así decirlo, antes que dejar que esos israelitas
rebeldes entrasen en la tierra de Canaán.
Conclusiones y aplicación. 4
Como podemos darnos cuenta, nuestro autor anónimo sigue muy preocupado
por sus lectores, los está exhortando con un fuerte ejemplo, que sin lugar a
dudas como hebreos conocían, con la historia del pueblo de Israel, su propia
historia nacional, la cual ellos sabían de memoria, pero no solo eso, entendían
perfectamente las palabras del Salmo que estaba citando, entendían
perfectamente a que se refería, Dios los deshecho, no los dejó entrar en la tierra
prometida, al menos no a esa generación, por eso vagaron 40 años en el
desierto.
Tal vez pensamos mal del esa generación, tal vez pensamos, como al menos yo
lo hice algunas veces, que como era posible viendo tan grandes señales de
parte del Señor, que desobedecieran y tentaran a Dios, sin embargo, antes de
apresurarnos a juzgarlos, sería bueno echar un vistazo a nuestro interior, no
vaya a ser que al igual que ellos, tengamos un corazón endurecido.
Puede ser que por un tiempo hayamos sido muy tiernos hacia Dios y
frecuentemente afectados o movidos en nuestros corazones por Su Palabra.
Pero ahora, lamentablemente, las cosas hayan cambiado y ahora podamos
Tal deseo pecaminoso necesita ser tratado con la misma seriedad con la cual un
buen doctor trata una herida antigua y descuidada. El doctor sabe que tales
heridas siempre son peligrosas y frecuentemente fatales y las trata con urgencia.
Quizás el peligro de este deseo pecaminoso puede ser visto mejor considerando
la siguiente solemne pregunta: ¿Seguro que realmente has nacido de nuevo si te
entregas a este deseo constantemente?