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Ayuno 2016: Día 1

Bienvenidos al ayuno de 2016 para el período de arrepentimiento. El tema de este año es: “la
Reedificación y la Restauración”, y se enfocará en el libro de Nehemías. Pero comenzaremos
dando un vistazo al contexto histórico para entender mejor.

Contexto

El pueblo de Dios había caído en cautiverio y exilio. ¿Por qué Dios permitió eso? Por su
desobediencia. Durante cien años, el Señor envió profetas llamándolos al arrepentimiento, pero
no escucharon. El cautiverio no sólo fue el resultado de su desobediencia, sino que la única forma
en que entenderían.

Para entonces, Israel estaba dividido en dos reinos. Las 10 Tribus del Norte fueron llevadas
cautivas por los asirios, y luego fueron dispersadas y se asimilaron entre las naciones paganas a
donde fueron. El Reino del Sur (Judá, Benjamín y Levi) siguieron el mal ejemplo de sus hermanos
del norte (Jer. 3), y finalmente fueron llevados cautivos por Babilonia. Estos son los judíos, que a
diferencia de sus hermanos del norte, lograron guardar su identidad. Esta es la parte del pueblo
de Israel que tuvieron la oportunidad de regresar a su tierra.

Dos Tipos de Cautiverio

En la Biblia vemos dos tipos de cautividad que ha sufrido el pueblo de Dios:

a. La Esclavitud en Egipto.

Los Hijos de Israel cayeron en esclavitud en Egipto por el simple hecho de haber nacido allí.

En un sentido espiritual, ésta es la esclavitud al pecado con la cual todos nacemos.

(Juan 8:33) Le respondieron: Simiente de Abraham somos, y jamás fuimos esclavos de nadie.
¿Cómo dices tú: Seréis libres? (34) Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo: Todo aquel
que hace pecado, esclavo es del pecado.

Todos hemos pecado, pero podemos ser libres de esta esclavitud cuando creemos en la sangre del
Cordero de Dios (Rom. 3:23-26).

(Rom. 6:16-18) ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois
esclavos de aquel a quien obedecéis; ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para
justicia? (17) Mas a Dios gracias, que aunque fuisteis esclavos del pecado, habéis obedecido de
corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; (18) y libertados del pecado,
vinisteis a ser siervos de la justicia.

(Rom. 6:22-23) Mas ahora, libertados del pecado, y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro
fruto la santidad, y por fin la vida eterna. (23) Porque la paga del pecado es muerte; mas el don
de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

La salida de Egipto y el camino por el desierto ejemplifican nuestra salvación y el camino de


transformación hacia un nuevo hombre.
Pero luego que el pueblo de Israel llegó y se estableció en la Tierra Prometida, lamentablemente
ellos se alejaron de Dios. Su desobediencia y su falta de arrepentimiento los llevaron a otro tipo
de cautiverio…

b. El Cautiverio en Babilonia.

A pesar de décadas de mensajes proféticos y advertencias, el pueblo de Dios no se arrepintió.


Como consecuencia, Dios permitió que los babilonios los conquistaran y los llevaran cautivos.

En un sentido espiritual, éste es el cautiverio en el que los creyentes pueden caer si pecan y no se
arrepienten; si tienen “ídolos” que ocupan el lugar de Dios. Lo engañoso de este cautiverio es que
puede esconderse detrás de la religiosidad, con apariencia de piedad, pero con pecados ocultos.

Los libros de Esdras y Nehemías hablan de la salida de este cautiverio. Es la salida de Babilonia, y
el retorno a Sión. Éste será el tema de este ayuno.

Tema del ayuno: Reedificación

En ayunos pasados nos hemos enfocado en el tema del arrepentimiento. Hemos analizado
nuestras vidas en busca de pecados ocultos para arrepentirnos y pedirle al Señor que nos sane y
nos libre. “Arrepentirse” en hebreo es: “teshuvá”, que literalmente significa: regresar. Es un
regreso a Dios, a la forma en que Él quiere que hagamos las cosas y que vivamos.

Este año, el enfoque del ayuno será: la reedificación (en sentido espiritual: la restauración).

¿Hay algo en tu vida, en tu familia, que se encuentre en ruinas o destruido por el enemigo? ¿Hay
alguna área en la que te sientes cautivo—que quieres cambiar, pero no puedes?

Puedes estar seguro que el Señor quiere sanarte, restaurarte y traer libertad. Conforme el Señor
vaya trayendo sanidad a tu corazón, también te ayudará a reedificar lo que haya sido destruido.

Nehemías 1:1-11

Hasta ahora hemos mencionado dos retornos del pueblo de Dios, que salieron de Babilonia para
regresar a la Tierra Prometida.

1. Primer Retorno: fue dirigido por Zorobabel y el sumo sacerdote Josué. Ellos comenzaron la
reedificación del Templo, pero se detuvieron al encontrar oposición. Luego del llamado de
atención de los profetas Hageo y Zacarías, regresaron a levantar el Templo, y lo terminaron.

2. Segundo Retorno: fue dirigido por Esdras, cuyo llamado fue edificar espiritualmente al Pueblo
de Dios, que es aún más importante que levantar las paredes físicas.

Luego de esto, el Señor llamó a un tercer retorno, que se narra en el libro de Nehemías…

3. Tercer Retorno: Nehemías era uno de los judíos que habían permanecido en Babilonia. Él había
sido elegido por el rey de Persia como su copero personal. Él era el encargado de probar el vino
del rey antes de que éste lo bebiera, para asegurarse de que nadie envenenara al regente. Era un
puesto de mucha confianza, y el rey no podía prescindir de él.

Tal vez en el fondo del corazón de Nehemías estaba el deseo de regresar a la Tierra Prometida,
pero no podía dejar su puesto. Sin embargo, él estaba pendiente de las noticias de los retornados.

(Nehemías 1:1-2) …Aconteció que en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en la


fortaleza de Susa, (2) vino Hananí, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá, y les
pregunté por los judíos, los que habían escapado y habían sobrevivido a la cautividad, y por
Jerusalén.

La respuesta que recibió no era la que esperaba.

(Nehemías 1:3) Y me dijeron: El remanente, los que sobrevivieron a la cautividad allí en la


provincia, están en gran aflicción y oprobio, y la muralla de Jerusalén está derribada y sus puertas
quemadas a fuego.

Aunque ya estaba levantado el Templo, el pueblo todavía estaba vulnerable, porque no tenían
muros ni puertas que los protegieran. En cualquier momento podrían perder todo aquello que
habían logrado edificar, tanto el Templo como sus propias casas.

Esto nos puede pasar también a nosotros, en un sentido espiritual. Luego de la salvación,
comenzamos a crecer espiritualmente. Aprendemos a orar, leemos la Biblia, vamos a la iglesia.
Esto es el equivalente a edificar el Templo. Pero, ¿es esto suficiente? Aún podemos estar
vulnerables a ataques que vienen de afuera, y retroceder todo lo que hemos avanzado. No
hablamos de perder la salvación, sino la bendición que Dios tiene disponible para Su Pueblo.

El libro de Nehemías comienza con la pregunta del estado del pueblo de Dios, y nosotros nos
debemos hacer la misma pregunta hoy. En este tiempo de ayuno debemos preguntarnos: ¿Están
nuestros muros levantados o caídos? ¿Acaso tenemos “puertas abiertas” por donde se pueda
colar el enemigo? Esa es la lección que nos enseña el libro de Nehemías.

Oración y Ayuno

¿Cuál fue la reacción de Nehemías ante las noticias de que Jerusalén tenía muros caídos y puertas
quemadas?

(Nehemías 1:4) Y cuando oí estas palabras, me senté y lloré, e hice duelo algunos días, y estuve
ayunando y orando delante del Dios del cielo.

Así como Nehemías, nosotros también debemos levantarnos a orar y ayunar por la Iglesia, que
está en un estado vulnerable. Aunque está de pie, la Iglesia tiene muros caídos ya que, en lo
individual o en lo colectivo, muchos han abierto puertas al pecado.

A lo largo de este ayuno iremos descubriendo cuales son estos muros caídos que debemos
levantar, y cuáles son las puertas abiertas que debemos cerrar.
Nehemías 2:1-8

Nehemías pasó tres meses (desde Quisleu hasta Nisán) preocupado por el remanente del pueblo
de Dios que había retornado a la Tierra Prometida. Todo ese tiempo estuvo orando y ayunando,
mientras que seguía trabajando como copero del rey. Pero su carga interna se le reflejaba en el
rostro, al punto que hasta el mismo rey se dio cuenta.

(Nehemías 2:1-2) Aconteció que en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, estando
ya el vino delante de él, tomé el vino y se lo di al rey. Yo nunca había estado triste en su presencia,
(2) y el rey me dijo: ¿Por qué está triste tu rostro? Tú no estás enfermo; eso no es más que
tristeza de corazón. Entonces tuve mucho temor…

Nehemías temía incomodar al rey, quien no debía ser molestado con los problemas personales de
sus siervos. Pero ante la pregunta, él le respondió:

(Nehemías 2:3) y dije al rey: Viva para siempre el rey. ¿Cómo no ha de estar triste mi rostro
cuando la ciudad, lugar de los sepulcros de mis padres, está desolada y sus puertas han sido
consumidas por el fuego?

Cuando el Señor quiere que hagamos algo, Él nos abre puertas, aun las que antes estaban
cerradas. Nehemías no había podido dejar su puesto antes, pero ahora estaba a punto de
abrírsele una ventana de oportunidad. El Señor le dio gracia ante el rey, quien se mostró
dispuesto a dejarlo ir…por un tiempo.

(Nehemías 2:4-5) El rey me dijo: ¿Qué es lo que pides? Entonces oré al Dios del cielo, (5) y
respondí al rey: Si le place al rey, y si tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la
ciudad de los sepulcros de mis padres, para que yo la reedifique.

Nótese que Nehemías le habló al rey, pero también oró al Señor. Él sabía que quien está en
control de las circunstancias, y aun del corazón del rey, es Dios. Si la carga que él sentía por
Jerusalén venía de Dios, Él abriría camino para hacer algo al respecto.

Hay cargas que nosotros mismos nos ponemos, ya sea por inseguridad o miedo. Éstas son cargas
humanas que nos frenan y no nos permiten avanzar. Pero también hay instancias en que Dios
pone en nosotros una carga para que actuemos o para que intercedamos. Es un peso divino que
nos empuja a hacer la Voluntad de Dios. Pero si uno no responde, Dios usará a alguien más.

Ventana de Oportunidad

El Señor le abrió una ventana a Nehemías. No era una puerta para que regresara
permanentemente a Jerusalén, sino que le abrió una ventana de oportunidad para que cumpliera
el propósito de Dios en un espacio de tiempo determinado [12 años].

Dios tocó el corazón del rey de Persia para permitirle a su copero ausentarse de su puesto el
tiempo necesario para reconstruir la ciudad de Jerusalén.

(Nehemías 2:6) Entonces el rey me dijo, estando la reina sentada junto a él: ¿Cuánto durará tu
viaje, y cuándo volverás? Y le agradó al rey enviarme, y yo le di un plazo fijo.
Pero el rey no sólo le otorgó tiempo, sino también recursos para que su siervo llevara a cabo el
plan.

(Nehemías 2:7-8) Y dije al rey: Si le agrada al rey, que se me den cartas para los gobernadores de
las provincias más allá del río, para que me dejen pasar hasta que llegue a Judá, (8) y una carta
para Asaf, guarda del bosque del rey, a fin de que me dé madera para hacer las vigas de las
puertas de la fortaleza que está junto al templo, para la muralla de la ciudad y para la casa a la cual
iré. Y el rey me lo concedió, porque la mano bondadosa de mi Dios estaba sobre mí.

De nuevo vemos que Nehemías reconoce que Dios es quien está en control, y Él había tocado el
corazón del rey. El Señor le abrió paso a Nehemías para ir a Jerusalén, y le proveyó de los recursos
que necesitaría.

Hay personas que quieren hacer “muchas cosas” para Dios, pero se frustran porque no tienen los
recursos para hacerlo. Tal vez su intención es buena, pero lo más seguro es que lo que desean
hacer no es precisamente lo que Dios espera de ellos. Si Dios quiere que hagamos algo, Él nos
abrirá camino, aun en el desierto, y nos dará todo lo que necesitemos para alcanzar Su propósito.

Nehemías 2:11-13

Cuando se abrió la ventana de oportunidad, Nehemías no perdió tiempo. De inmediato él se puso


en acción, y fue directamente a Jerusalén.

¿Tomaremos nosotros la oportunidad que nos está dando el Señor en este ayuno?

Inspección de la Ciudad

Luego de presentarse ante las autoridades (2:9) y recuperarse del largo viaje, lo primero que
Nehemías hizo cuando llegó a Jerusalén fue realizar una inspección del lugar. Pero no lo hizo a la
vista de todos.

(Nehemías 2:11-13) Y llegué a Jerusalén y estuve allí tres días. (12) Y me levanté de noche, yo y
unos pocos hombres conmigo, pero no informé a nadie lo que mi Dios había puesto en mi corazón
que hiciera por Jerusalén, y no había ningún animal conmigo excepto el animal sobre el cual iba yo
montado. (13) Salí de noche por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y hacia la puerta
del Muladar, inspeccionando las murallas de Jerusalén que estaban derribadas y sus puertas que
estaban consumidas por el fuego.

Nehemías quería analizar cuál era el estado de la ciudad, viéndolo con sus propios ojos. No quería
dejarse influenciar por lo que los demás decían.

De igual forma, el análisis de nuestra vida lo debemos hacer en la privacidad delante del Señor.
Los demás ven lo superficial, pero sólo uno mismo y Dios pueden ver el corazón.

¿En qué estado estaba la ciudad de Jerusalén? ¿En qué estado está nuestro corazón?

El día de hoy no estudiaremos más… ya que lo dedicaremos a meditar y a inspeccionar cómo está
nuestra vida. ¿Hay algo que no está bien? ¿Hay algo que puedes mejorar?

Para poder sobreedificar, primero se debe limpiar el terreno. Esto aplica también a lo espiritual.
(Jeremías 1:10) Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y
para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.

Nehemías 2: Los Muros

Ayer vimos que Nehemías salió de noche a inspeccionar el muro de Jerusalén. Él quería saber
cuáles murallas estaban caídas y qué puertas estaban abiertas. De igual manera lo estamos
haciendo nosotros en nuestras vidas.

Antes de entrar a ver el detalle de lo que Nehemías apreció en su inspección, es necesario


entender la importancia de lo que los muros simbolizan en la Biblia.

Muros alrededor de una Ciudad

En la antigüedad, la muralla alrededor de una ciudad representaba su protección. Sin ella, estaban
expuestos a que cualquiera entrara a robarles o hacerles daño.

En una ciudad amurallada, la población entraba y salía por las puertas, pero éstas eran contadas, y
estaban vigiladas por guardas. A los desconocidos se les detenía y se les pedía identificarse antes
de autorizárseles su entrada. En las entradas se reunían las autoridades de la ciudad para juzgar y
gobernar; ellos decidían quien entraba a la ciudad y con qué. Por las noches, las puertas se
cerraban, y la población podía dormir con tranquilidad.

En un sentido espiritual, los muros representan nuestra obediencia al Señor. El ejemplo más claro
de esto es Job. El llevaba una vida justa, como Dios manda. Por ello, tenía un muro de protección
a su alrededor. El enemigo no podía tocarlo, a menos que Dios se lo permitiera [para un bien
mayor, porque Dios es bueno].

(Job 1:8-10) Y el SEÑOR dijo a Satanás: ¿Te has fijado en mi siervo Job? Porque no hay ninguno
como él sobre la tierra, hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. (9)
Respondió Satanás al SEÑOR: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? (10) ¿No has hecho tú una valla
alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene, por todos lados? Has bendecido el trabajo de
sus manos y sus posesiones han aumentado en la tierra.

El concepto del muro de protección está escondido en la historia del Jardín del Edén.

(Génesis 2:15-17) Entonces el SEÑOR Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para
que lo cultivara y lo cuidara. (16) Y ordenó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del
huerto podrás comer, (17) pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque
el día que de él comas, ciertamente morirás.

Cuando Dios puso a Adán en el Edén, Él le dijo que “cultivara y cuidara” el Jardín.

La palabra hebrea para “cultivar” es “Abad”, que significa: Trabajar.


La palabra hebrea para “cuidar” es “Shamar”, que literalmente significa: “Poner un cerco de
espinos alrededor” con el propósito de proteger.

Adán trabajó en el jardín, pero se olvidó de poner el cerco de protección, dejando así la puerta
abierta para que la serpiente entrara y tentara a Eva. Nada hubiera pasado, si hubieran obedecido
la instrucción de Dios de “NO comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal”. Pero
en lugar de cerrarle la puerta a la serpiente, Adán comió también del fruto, y la consecuencia fue
la expulsión del Jardín del Edén. La obediencia hubiera sido su cerco.

Lo mismo sucedió con Caín. El Señor le advirtió que cerrara la puerta al pecado, pero no lo hizo y
terminó asesinando a su hermano.

(Génesis 4:6-7) Entonces el SEÑOR dijo a Caín: ¿Por qué estás enojado, y por qué se ha demudado
tu semblante? (7) Si haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces bien, el pecado yace a la
puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo.

La tendencia al pecado está dentro de nosotros, pero el Señor dice que podemos dominarlo. La
clave está en el temor de Dios que nos lleva a la obediencia. Si obedecemos, el Señor se encargará
de protegernos. Pero si hacemos cada uno lo que queremos y botamos por la borda la instrucción
de Dios, con ella botaremos los muros de protección y quedaremos expuestos a cualquier ataque
del enemigo.

(Eclesiastés 10:8) El que cava un hoyo cae en él, y al que abre brecha en un muro, lo muerde la
serpiente.

Esto fue lo que le ocurrió al pueblo de Dios. Se rebelaron contra el Señor y no se arrepintieron.
Botaron así sus muros espirituales, y luego cayeron también los muros físicos.

(Ezequiel 22:29-31) Las gentes de la tierra han hecho violencia y cometido robo, han oprimido al
pobre y al necesitado y han maltratado injustamente al extranjero. (30) Busqué entre ellos
alguno que levantara un muro y se pusiera en pie en la brecha delante de mí a favor de la tierra,
para que yo no la destruyera, pero no lo hallé. (31) He derramado, pues, mi indignación sobre
ellos; con el fuego de mi furor los he consumido; he hecho recaer su conducta sobre sus cabezas--
declara el Señor DIOS.

Sabiendo esto Nehemías, es natural que se haya sentido triste al ver los muros caídos de
Jerusalén. Pero ahora Dios les había dado otra oportunidad para reedificar.

Zorobabel levantó el Templo físico. Esdras llegó a levantar el Templo espiritual, enseñándoles el
orden y la ley de Dios. Pero no bastaba sólo con el conocimiento, sino que les faltaba ponerlo por
obra. Por eso Dios llamó a Nehemías, para guiar al pueblo a dar el siguiente paso. Él fue llamado a
levantar los muros caídos y a cerrar las puertas abiertas, para protección del pueblo.

Levantemos nuestros muros y cerremos las puertas abiertas obedeciendo la Palabra de Dios.

Nehemías 2:11-18

Inspección de Noche.
Casi tan pronto como llegó a Jerusalén, Nehemías fue a inspeccionar los muros y las puertas de la
ciudad. Lo curioso es que lo hizo de “noche”.

(Nehemías 2:11-12) Y llegué a Jerusalén y estuve allí tres días. (12) Y me levanté de noche, yo y
unos pocos hombres conmigo, pero no informé a nadie lo que mi Dios había puesto en mi corazón
que hiciera por Jerusalén, y no había ningún animal conmigo excepto el animal sobre el cual iba yo
montado.

Es extraño que haya escogido la noche para explorar la condición de la ciudad, ya que en la
oscuridad no se puede ver bien. Una de las razones era para mantenerlo en secreto.

(Nehemías 2:16) Los oficiales no sabían adónde yo había ido ni qué había hecho, ni tampoco se lo
había hecho saber todavía a los judíos, ni a los sacerdotes, ni a los nobles, ni a los oficiales, ni a los
demás que hacían la obra.

En lo espiritual, la noche representa los momentos difíciles en la vida. Cuando estamos en medio
de problemas, no podemos ver bien las cosas; todo se mira oscuro. Sin embargo, en la adversidad
es cuando la gente busca más a Dios. En esos momentos nos preguntamos por qué nos pasan esas
cosas. Así como Nehemías examinó la situación de Jerusalén “en la noche”, también nosotros
podemos buscar en medio de “los momentos oscuros” cuál ha sido la raíz y la causa de nuestros
problemas.

La Trayectoria en la Noche

¿Qué fue lo que vio Nehemías en su inspección nocturna?

(Nehemías 2:13-14) Salí de noche por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y hacia la
puerta del Muladar, inspeccionando las murallas de Jerusalén que estaban derribadas y sus
puertas que estaban consumidas por el fuego. (14) Pasé luego hacia la puerta de la Fuente y hacia
el estanque del Rey, pero no había lugar para que pasara mi cabalgadura.

Nehemías comenzó su inspección en la "Puerta del Valle". Lo que se traduce como “valle”, en
hebreo es “Gay”, que en español se puede traducir como barranco. No se trata de un “ancho”
valle, sino de un profundo cañón. Cuando inspeccionamos nuestra vida, debemos ir a lugares
profundos.

En el camino, nos topamos con la serpiente (en sentido figurado, “la fuente del Dragón”), que
quiere acusarnos y condenarnos por lo malo que hemos hecho (Apoc. 12:10; Zac. 3:1-2). Pero
sabemos que esa no es la intención de Dios. Si Él confronta, es para levantarnos, no para
hundirnos.

Nehemías se dirigió luego a la “Puerta del Muladar”. El muladar es el lugar donde se echa el
estiércol o basura de las casas. No es un lugar agradable, sino apestoso. Éste es el lugar donde
nos damos cuenta que las cosas no estaban tan bien como parecían. Así sucede cuando
comenzamos a destapar cosas del pasado. Pero, aunque este proceso sea desagradable, es
necesario. El propósito de examinar nuestros corazones no es condenarnos, como lo hace
Satanás, sino limpiarnos, pues el Señor quiere traernos restauración. Esto es lo que queremos
hacer en este ayuno. Si queremos limpiar nuestras vidas, debemos examinar y destapar lo que
está podrido para luego limpiarlo en “la Fuente”.

Nehemías quería seguir adelante, pero el muro estaba en tal estado de ruina que ya no pudo
avanzar más. Ya no pudo llegar al “Estanque del Rey”. ¿No nos pasa esto a nosotros también?
Estamos en tan mal estado, que no encontramos la salida ni la solución.

Nehemías ya no pudo avanzar más en su recorrido, y tuvo que regresar por donde vino, pero no
sin antes pasar por el “Torrente”.

(Nehemías 2:15) Y subí de noche por el torrente e inspeccioné la muralla. Entonces entré de
nuevo por la puerta del Valle y regresé.

Antes de regresar a la puerta del Valle, Nehemías pasó por un río conocido como el “Torrente de
Cedrón”. Este era conocido en la Biblia como el lugar donde los israelitas iban a botar sus ídolos
cuando hacían limpieza nacional (II Reyes 23:4-6). En momentos de limpieza espiritual, debemos
escudriñar nuestros corazones para ver si tenemos ídolos escondidos. Si los descubrimos,
debemos deshacernos de ellos.

Llamado a Reedificar

Tal vez también nosotros nos encontremos con paredes que no podemos superar en el momento
en que nos disponemos a limpiar nuestras vidas. Pero eso no quiere decir que la inspección haya
sido de balde. Ahora ya sabemos lo que tenemos que hacer y lo que debemos limpiar, y todo lo
que resta es iniciar la obra, como lo hizo Nehemías.

(Nehemías 2:17-18) Entonces les dije: Vosotros veis la mala situación en que estamos, que
Jerusalén está desolada y sus puertas quemadas a fuego. Venid, reedifiquemos la muralla de
Jerusalén para que ya no seamos un oprobio. (18) Y les conté cómo la mano de mi Dios había sido
bondadosa conmigo, y también las palabras que el rey me había dicho. Entonces dijeron:
Levantémonos y edifiquemos. Y esforzaron sus manos en la buena obra.

Viendo el mapa de la antigua ciudad de Jerusalén, vemos que Nehemías no avanzó ni siquiera la
mitad del recorrido alrededor de la muralla. Tampoco nosotros vamos ni siquiera a la mitad del
ayuno, pero vamos avanzando, poco a poco, con paso seguro. ¡Ánimo!

Nehemías 2:19-20: Los Enemigos

Desde el principio hemos visto que tan pronto como el pueblo de Dios se levanta a construir, de
inmediato se levanta oposición.

¿Por qué es esto? Porque el enemigo no quiere que nos vaya bien ni que prosperemos. El se
deleita en vernos mal. Esta no fue la excepción en tiempos de Nehemías.

(Nehemías 2:10) Cuando se enteraron Sanbalat horonita y Tobías el oficial amonita, les disgustó
mucho que alguien hubiera venido a procurar el bienestar de los hijos de Israel.
Los Enemigos

Los principales enemigos del pueblo judío en tiempos de Nehemías eran los siguientes:

a. Sanbalat

Su nombre significa “fuerza”.

Él era un moabita, los enemigos de Israel que habitaban al otro lado del Río Jordán.

Él era un hombre muy rico, con mucha influencia y poder en la región.

Sanbalat era la fuerza detrás de casi todos los ataques en contra del pueblo de Dios.

Su fortaleza estaba en la intimidación, y así lograba sus propósitos.

b. Tobías

Él era amonita, también de otro lado del Jordán.

Curiosamente, su nombre significa “Yah es bueno”.

El representa lo que parece bueno, pero no lo es. Entre ello, está la religiosidad.

c. Gesem

Su nombre significa literalmente “lluvia”, y también “cuerpo”.

Representa lo carnal y mundano. Él era árabe.

Sus ataques son más sutiles; él actúa cuando los otros enemigos han fallado.

Estos enemigos no querían ver que los judíos prosperaran (2:10). Por lo tanto, hicieron todo lo
posible por arruinar sus planes de reconstrucción.

Acusación del Enemigo

Tan pronto como se comienza a hacer algo bueno, el enemigo va a querer frenar nuestro esfuerzo.
Las tácticas del enemigo son: las acusaciones, la condenación, la burla, el desprecio, la
intimidación, crítica, desánimo, etc.

El enemigo usa la mentira para engañarnos. Pero no debemos creerle, porque lo que quiere es
nuestra destrucción.

(Juan 8:44) … el diablo…fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad


porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es
mentiroso y el padre de la mentira.

Su objetivo es hacernos sentir mal (no para arrepentimiento, sino para condenación). El fin de sus
ataques es limitarnos, condenarnos, frenarnos de avanzar, dejarnos limitados y hacernos cautivos.
Esto es lo opuesto a lo que Dios quiere, porque cuando nos confronta es para arrepentimiento,
para que mejoremos, y para que seamos libres y restaurados.

Respuesta al Ataque

Nehemías conocía las tretas del enemigo, y no se dejó intimidar.

(Nehemías 2:19-20) Pero cuando se enteraron Sanbalat horonita, Tobías el oficial amonita y
Gesem el árabe, se burlaron de nosotros, nos despreciaron y dijeron: ¿Qué es esto que estáis
haciendo? ¿Os rebeláis contra el rey? (20) Y yo les respondí, y les dije: El Dios del cielo nos dará
éxito; por tanto, nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, pero vosotros no tenéis
parte ni derecho ni memorial en Jerusalén.

Cuando uno sabe que está haciendo la voluntad de Dios, uno puede estar seguro que el Señor lo
apoyará. Nehemías tenía esta seguridad, y su fe estaba puesta en Dios, no en las circunstancias.

De igual forma debemos pararnos nosotros ante los ataques del enemigo.

(1 Pedro 5:8-10) Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho
como león rugiente, buscando a quien devorar. (9) Pero resistidle firmes en la fe, sabiendo que
las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el
mundo. (10) Y después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que os
llamó a su gloria eterna en Cristo, El mismo os perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá.

En la lucha contra el enemigo, uno no debe enfocarse en éste, pues podemos perder la
perspectiva. En quien uno debe enfocarse es en Dios. Si el diablo nos dice que no podemos, no
nos quedemos hablando con él; más bien, volteémonos a Dios y preguntémoste que piensa Él. Lo
único que nos debe importar es lo que el Señor dice, y lo demás podemos ignorarlo. Por lo tanto,
la mejor forma de vencer al enemigo es someterse a Dios.

(Santiago 4:7) Por tanto, someteos a Dios. Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros.

Nehemías 3: Puerta de las Ovejas

En el capítulo tres de Nehemías vemos el comienzo de la reedificación de los muros y las puertas
de Jerusalén.

Iremos estudiando puerta por puerta, para descubrir qué nos revela Dios a través de cada una de
ellas. Iremos descubriendo que el orden de las puertas describe la progresión en el camino de la
Redención. Cada puerta revela los pasos que los creyentes pasamos en nuestro progreso
espiritual.

Un salmo dice que el Señor ama las puertas de Jerusalén, y nos habla a través de ellas.

(Salmo 87:1-3) En los montes santos están sus cimientos. El SEÑOR ama las puertas de Sion más
que todas las otras moradas de Jacob. Cosas gloriosas se dicen de ti, oh ciudad de Dios.
1. Puerta de las Ovejas

La primera puerta que comenzaron a reconstruir es la Puerta de las Ovejas.

(Nehemías 3:1-2) Y se levantó Eliasib el sumo sacerdote con sus hermanos los sacerdotes, y
edificaron la puerta de las Ovejas. Ellos aparejaron y levantaron sus puertas hasta la torre de
Meah, aparejándola hasta la torre de Hananeel.

Esta puerta no estaba destruida, pero sí necesitaba ser alineada. Quien realizó dicha restauración
fueron los sacerdotes, liderados por el sumo sacerdote, cuyo nombre era Eliasib, que literalmente
significa: “Dios restaura o hace regresar”.

La Puerta de las Ovejas estaba cerca del Templo. Recibía este nombre porque por allí entraban las
ovejas destinadas a ser sacrificadas en el Templo, provenientes de Belén.

Belén es un pequeño pueblo vecino de Jerusalén. Era una ciudad levita dedicada principalmente a
la crianza de ovejas para sacrificio. No es casualidad que Dios haya determinado que Jesús
naciera precisamente allí.

En los Evangelios está registrada una ocasión en la que Jesús entró por esta puerta, y sanó a un
paralítico.

(Juan 5:1-9) Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. (2) Y
hay en Jerusalén, a la puerta de las Ovejas, un estanque, que en hebreo es llamado Betesda, el
cual tiene cinco pórticos. (3) En éstos yacía gran multitud de enfermos, ciegos, cojos, secos, que
esperaban el movimiento del agua. (4) Porque un ángel descendía a cierto tiempo al estanque y
agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua,
quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. (5) Y estaba allí un hombre que hacía treinta
y ocho años que estaba enfermo. (6) Cuando Jesús le vio postrado, y entendió que hacía mucho
tiempo que estaba enfermo, le dijo: ¿Quieres ser sano? (7) Señor, le respondió el enfermo, no
tengo hombre que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; pues entre tanto que yo
vengo, otro desciende antes que yo. (8) Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho y anda. (9) Y al
instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era sábado aquel día.

Esta puerta representa la salvación.

Algunos comentaristas dicen que esta puerta no tenía cerrojo ni llave. Permanecía sin llave, para
que cualquiera pudiera entrar por ella en cualquier momento. Todos estamos invitados a pasar
por la puerta de la salvación.

Jesús es la puerta a través de la cual podemos entrar al Reino de Dios, la cual está abierta para
todo el que crea en Él.

(Juan 10:7-11) Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las
ovejas. (8) Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las
ovejas. (9) Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
(10) El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y
para que la tengan en abundancia. (11) Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las
ovejas.

Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Como tal, Él es la puerta
para que entremos en el Reino. Pero Él también es el Pastor, y quien cree en Él será Su oveja.

El primer paso en la progresión de nuestra relación con Dios es reconocerlo a Él.

(Salmo 100:3-5) Reconoced que Jehová es Dios: Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos.
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. (4) Entrad por sus puertas con acción de gracias, por
sus atrios con alabanza; dadle gracias, bendecid su nombre. (5) Porque Jehová es bueno; para
siempre es su misericordia, y su verdad permanece por todas las generaciones.

Habiendo hecho este reconocimiento y esta declaración, podemos seguir avanzando…

Nehemías 3: Puerta del Pescado

2. Puerta del Pescado.

La puerta que seguía a la de Las Ovejas era la del Pescado. Recibía así su nombre porque allí era
por donde los pescadores de Galilea entraban para vender el fruto de su pesca.

En un sentido espiritual, el paso que sigua a nuestra confesión de fe es el testimonio delante de los
hombres. Es natural que cuando uno acaba de entregarse al Señor, uno quiera compartir esa
bendición con todos los que le rodean.

(1 Juan 4:14-15) Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió al Hijo para ser
el Salvador del mundo. (15) Todo aquel que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece
en él y él en Dios.

Jesús usó la figura del pescador como analogía de alguien que atrae a los hombres hacia Dios. Esto
fue lo que les dijo a sus discípulos cuando los llamó:

(Mateo 4:18-20) Y andando junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y
Andrés su hermano, echando una red al mar, porque eran pescadores. (19) Y les dijo: Seguidme, y
yo os haré pescadores de hombres. (20) Entonces ellos, dejando al instante las redes, le
siguieron.

Si realmente hemos creído en el Señor, no debe avergonzarnos hablar de Él a los demás.

(Mateo 10:32-33) Por tanto, todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le
confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. (33) Pero cualquiera que me niegue delante
de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.

Cuando demos testimonio del Señor a los del mundo que no lo conocen, algunos oirán y también
seguirán al Señor…pero no todos.
(Juan 10:25-27) Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en el
nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí. (26) Pero vosotros no creéis porque no sois de
mis ovejas. (27) Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen.

Por otro lado, Jesús nos enseñó que el testimonio no sólo debe ser de “palabra”, sino también de
obra. En realidad, la gente se convence más lo que ve que de lo que oye decir. No sólo se trata
de “salir a las calles a evangelizar”, sino de dar testimonio con la vida. Jesús dijo:

(Juan 5:33-36) Vosotros habéis enviado a preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
(34) Pero el testimonio que yo recibo no es de hombre; mas digo esto para que vosotros seáis
salvos. (35) El era la lámpara que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis regocijaros por un
tiempo en su luz. (36) Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan; porque las obras
que el Padre me ha dado para llevar a cabo, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí,
de que el Padre me ha enviado.

Profecía del Día del Señor

Sofonías hace una referencia profética acerca de la Puerta del Pescado. El profeta recibió
revelación de lo que ocurriría antes de la Venida del Señor (el Día de YHVH). Cuando se acerque
ese Día, ya no habrá mucho tiempo para arrepentirse; por lo tanto, será urgente compartir el
mensaje del Señor a tantos como se pueda, antes que sea demasiado tarde.

(Sofonías 1:7-12) Calla en la presencia del Señor Jehová, porque el día de Jehová está cercano;
porque Jehová ha preparado sacrificio, ha llamado a sus convidados. (8) Y será que en el día del
sacrificio de Jehová, haré visitación sobre los príncipes, y sobre los hijos del rey, y sobre todos los
que visten ropa extranjera. (9) Asimismo haré visitación en aquel día sobre todos los que saltan la
puerta, los que llenan de robo y de engaño las casas de sus señores. (10) Y habrá en aquel día,
dice Jehová, voz de clamor desde la puerta del Pescado, y aullido desde la segunda, y grande
quebrantamiento desde los collados.

Las cosas se pondrán difíciles antes del Día de YHVH (Sofonías. 1:13-18). El Señor permitirá esto
para darles a todos los habitantes de la Tierra una última oportunidad para que se arrepientan.

(Sofonías 2:1-3) Congregaos, congregaos, oh nación sin pudor, (2) antes que entre en vigencia el
decreto (como tamo pasa el día), antes que venga sobre vosotros el ardor de la ira del SEÑOR,
antes que venga sobre vosotros el día de la ira del SEÑOR. (3) Buscad al SEÑOR, vosotros todos,
humildes de la tierra que habéis cumplido sus preceptos; buscad la justicia, buscad la humildad.
Quizá seréis protegidos el día de la ira del SEÑOR.

Nehemías 3: La Puerta Vieja

3. La Puerta Vieja

Algunos creen que la Puerta Vieja era la entrada a la primera ciudad que se construyó allí, la cual
llevaba el nombre de Salem. No se sabe nada más de esta ciudad, sólo que su rey se llamaba
Melquisedec (lit. Rey de Justicia). Ese rey también era sacerdote del Dios Altísimo, y a quien
Abraham le dio su diezmo (Gen. 14:18).

Detrás de la Puerta Vieja hay muchos misterios y secretos, tal como la historia de Melquisedec y
Salem (Heb. 7:1-3). Era una puerta anticuada, tal vez no muy atractiva ni deseable, pero dentro de
ella se encontraban secretos antiguos, muy valiosos.

La Puerta Vieja representa las sendas antiguas. Es la verdad y la sabiduría que existen aun antes
que la Tierra fuera formada. Son los secretos de la vida que están escondidos en la Palabra de
Dios. Pero para encontrarlos, debemos buscarlos, porque no están a simple vista.

(Proverbios 3:13-23) Bienaventurado el hombre que halla sabiduría y el hombre que adquiere
entendimiento; (14) porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus utilidades
mejor que el oro fino. (15) Es más preciosa que las joyas, y nada de lo que deseas se compara con
ella. (16) Larga vida hay en su mano derecha, en su mano izquierda, riquezas y honra. (17) Sus
caminos son caminos agradables y todas sus sendas, paz. (18) Es árbol de vida para los que de ella
echan mano, y felices son los que la abrazan. (19) Con sabiduría fundó el SEÑOR la tierra, con
inteligencia estableció los cielos. (20) Con su conocimiento los abismos fueron divididos y los
cielos destilan rocío. (21) Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos, guarda la prudencia y la
discreción, (22) y serán vida para tu alma, y adorno para tu cuello. (23) Entonces andarás con
seguridad por tu camino, y no tropezará tu pie.

El día de hoy, el hombre contemporáneo se deja impresionar por lo nuevo y lo moderno. Lo


“viejo” es rechazado como anticuado, y lo nuevo es considerado lo mejor. Muchos quieren reducir
la sabiduría eterna a algo simple, atractivo y moderno que entretenga a las masas. Pero, como dice
el refrán: “no todo lo que brilla es oro”, ni tampoco todo lo nuevo es bueno.

El hombre cree que sabe lo que le conviene y que puede tomar las mejores decisiones con su
propia inteligencia. Pero, ¿a dónde le ha llevado esto?

(Jeremías 18:15) Pero mi pueblo me ha olvidado, quemando incienso a las vanidades, y éstas les
han hecho tropezar en sus caminos, desviándoles de las sendas antiguas, para que caminen por
sendas, por camino no preparado.

La Puerta Vieja representa las Sendas Antiguas, el camino que nos lleva a la Verdad.

(Jeremías 6:16) Así dice Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas
antiguas, cuál es el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma…

La sabiduría y la verdad de Dios son antiguas, pero más que eso, son eternas. La verdad no se
inventa, más bien se descubre. La verdad no ha cambiado; ha sido la misma desde el principio, y
allí la debemos buscar.

El camino de Dios parece “anticuado”, pero es el más seguro. Éste nos lleva a la Verdad. Si
conocemos la verdad, seremos libres y encontraremos reposo.

(Juan 8:31-32) Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en El: Si vosotros permanecéis
en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos; (32) y conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres.
Puerta a las Generaciones Pasadas

Sin desestimar la primera interpretación, quiero que exploremos otra interpretación de lo que
representa la “Puerta Vieja”. Ésta también puede representar la indagación a las generaciones
pasadas. Es la puerta que abrimos hacia el pasado, para descubrir lo que hicieron nuestros
antepasados.

Por lo general, muchos cierran la puerta del pasado con cerrojos y candados, porque a nadie le
gusta darse cuenta de los errores que cometieron los antepasados. No quieren descubrir
“esqueletos en el closet”. Pero si queremos limpiar nuestra vida, debemos contemplar la sanidad
del pasado y cortar líneas de iniquidad que muchas veces nos tienen atados, sin darnos cuenta, y
no nos permiten avanzar.

A todos nos llega el día en que el Señor nos lleva a la puerta de los antepasados, porque es
necesario limpiar y sanar si queremos seguir avanzando en la vida espiritual.

(Job 8:8-10) Porque pregunta ahora a la edad pasada, y disponte a inquirir de los padres de ellos;
(9) porque nosotros somos de ayer y nada sabemos, pues nuestros días sobre la tierra son como
una sombra. (10) ¿No te enseñarán ellos, te hablarán, y de su corazón sacarán palabras?

(Deuteronomio 32:7) Acuérdate de los tiempos antiguos; considera los años de muchas
generaciones: Pregunta a tu padre, y él te declarará; a tus ancianos, y ellos te dirán.

Nehemías 3: Puerta del Valle

4. Puerta del Valle

La cuarta puerta que fue reconstruida en Jerusalén fue la del Valle.

(Nehemías 3:13) Hanún y los habitantes de Zanoa repararon la puerta del Valle. La edificaron y
asentaron sus hojas con sus cerrojos y sus barras, y mil codos de la muralla hasta la puerta del
Muladar.

Quienes repararon esta puerta fueron Hanun y los de Zanoa. Los significados de sus nombres son
diametralmente opuestos:

Hanun significa: favorecido, lleno de gracia.

Zanoa significa: rechazado.

Esta es una puerta de contrastes. Cada uno llega a esta puerta en circunstancias diferentes, pero
todos aprendemos algo de este paso en nuestro camino espiritual.

El Valle de la Vida
En la vida, todos pasamos por altibajos; a veces estamos arriba, y otras abajo. Las glorias y triunfos
son los “altos”, que se representan por las montañas y las cimas; pero el Valle representa los
“bajos”, los momentos difíciles y las adversidades.

¿A quién no le gustaría ir de “gloria en gloria”? Pero la realidad de la vida es que, como seres
humanos, vamos a equivocarnos. La buena noticia es que aun de esos momentos podemos sacar
provecho.

(Santiago 3:2) Porque todos tropezamos de muchas maneras. Si alguno no tropieza en lo que dice,
es un hombre perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.

No debemos menospreciar los momentos que pasamos en el valle, pues algo tenemos que
aprender de ellos. En la adversidad sale a luz lo que realmente tenemos en el corazón, y se ve con
claridad lo que debemos cambiar o mejorar. Esto no quiere decir que fallemos adrede; pero
cuando fallemos, sepamos que algo bueno puede salir de ello.

(Santiago 1:2-4) Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, (3)
sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, (4) y que la paciencia tenga su perfecto
resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada.

Tal vez los primeros valles por los cuales pasamos nos asustan, porque sentimos que estamos
perdiendo todo lo que habíamos logrado avanzar. Pero con la experiencia nos daremos cuenta
que el camino espiritual es una secuencia de montes y valles, y cada uno sirve su propósito. Hay
lecciones espirituales que sólo podemos aprender en los valles, y otras que sólo se asimilan en los
montes.

No debemos tener miedo de los valles, sino que debemos tener expectativa de lo que el Señor
hará en esos tiempos. Pero, mientras más dóciles seamos, más rápido podremos salir de esos
valles, los cuales son necesarios para que maduremos espiritualmente.

(Santiago 1:12) Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha
sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que le aman.

Mañana veremos los diferentes tipos de valle que menciona la Biblia, porque nos revelarán mucho
acerca de esta etapa en el camino espiritual…

Nehemías 3: Tipos de Valles

Hoy seguimos con el tema de la Puerta del Valle, estudiando los diferentes tipos de valle
mencionados en la Biblia:

Tipos de Valles

a. Emek (heb.) Literalmente significa: profundo.

Representa aquellos momentos en que el Señor nos lleva a profundizar en un área de nuestra
vida. Si queremos sanar ciertas heridas o cambiar conductas, es necesario reconocer cuál es la
raíz. Si sólo podamos las ramas que están dando mal fruto, con el tiempo volverán a surgir. Pero
si arrancamos la raíz del mal árbol, ya no volveremos a ver los malos frutos. Por eso es necesario ir
profundo.

(Salmo 130:1-5) Desde lo más profundo, oh SEÑOR, he clamado a ti. (2) ¡Señor, oye mi voz! Estén
atentos tus oídos a la voz de mis súplicas. (3) SEÑOR, si tú tuvieras en cuenta las iniquidades,
¿quién, oh Señor, podría permanecer? (4) Pero en ti hay perdón, para que seas temido. (5)
Espero en el SEÑOR; en El espera mi alma, y en su palabra tengo mi esperanza.

Aunque hayamos caído en un valle profundo, podremos salir, porque Dios es nuestra esperanza.

(Salmo 84:5-7) ¡Cuán bienaventurado es el hombre cuyo poder está en ti, en cuyo corazón están
los caminos a Sion ! (6) Pasando por el valle (heb. Emek) de Baca (lit. llanto) lo convierten en
manantial, también las lluvias tempranas lo cubren de bendiciones. (7) Van de poder en poder,
cada uno de ellos comparece ante Dios en Sion.

b. Nahal. Literalmente significa: torrente o arroyo.

Es un tipo de barranco en cuyo fondo hay agua.

Esto representa aguas espirituales que sólo podemos acceder si profundizamos en lo que el Señor
nos quiere enseñar (Salmo 69).

(Salmo 36:5-9) Tu misericordia, oh SEÑOR, se extiende hasta los cielos, tu fidelidad, hasta el
firmamento. (6) Tu justicia es como los montes de Dios; tus juicios son como profundo abismo. Tú
preservas, oh SEÑOR, al hombre y al animal. (7) ¡Cuán preciosa es, oh Dios, tu misericordia! Por
eso los hijos de los hombres se refugian a la sombra de tus alas. (8) Se sacian de la abundancia de
tu casa, y les das a beber del río de tus delicias. (9) Porque en ti está la fuente de la vida; en tu luz
vemos la luz.

c. Bik’a (lit. hacer una hendidura o rasgar)

Es un valle entre montañas. Es una especie de cañón que se han abierto en un terreno.

Representan espacios que se han abierto en la vida, pero donde Dios nos da la oportunidad de
dejar allí enterrados nuestros ídolos o cualquier estorbo que no nos permita avanzar.

d. Gay (viene de una palabra que significa: arrogancia u orgullo)

Estos son valles que Dios nos permite pasar para tratar con nuestro orgullo y soberbia.

(Santiago 4:6) …Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes.

(Isaías 2:5-12) Casa de Jacob, venid y caminemos a la luz del SEÑOR. (6) Ciertamente has
abandonado a tu pueblo, la casa de Jacob, porque están llenos de costumbres del oriente, son
adivinos como los filisteos, y hacen tratos con hijos de extranjeros. (7) Se ha llenado su tierra de
plata y de oro, y no tienen fin sus tesoros; su tierra se ha llenado de caballos, y no tienen fin sus
carros. (8) También su tierra se ha llenado de ídolos; adoran la obra de sus manos, lo que han
hecho sus dedos. (9) Ha sido humillado el hombre común, y ha sido abatido el hombre de
importancia; pero no los perdones. (10) Métete en la roca, y escóndete en el polvo del terror del
SEÑOR y del esplendor de su majestad. (11) La mirada altiva del hombre será abatida, y humillada
la soberbia de los hombres; el SEÑOR solo será exaltado en aquel día. (12) Porque el día del
SEÑOR de los ejércitos vendrá contra todo el que es soberbio y altivo, contra todo el que se ha
ensalzado, y será abatido.

Mañana daremos un vistazo de cuáles son los valles que rodeaban Jerusalén, pues estos nos
revelan mucho…

Nehemías 3: Valles en Jerusalén

Jerusalén es una ciudad asentada en colinas, y está rodeada de valles y hondonadas. Para poder
subir a la Ciudad Santa, forzosamente uno debe cruzar por uno de esos valles.

Al estudiar ciertos detalles de los valles de la Ciudad Santa, veremos que están relacionados con
pruebas, pero también con juicio y muerte. Esto no es casualidad, pues esto también se refleja en
lo espiritual, ya que los valles espirituales son los lugares en que somos puestos a prueba para ver
qué hay en nuestro corazón.

(Deuteronomio 8:2-7) Y te acordarás de todo el camino por donde el SEÑOR tu Dios te ha traído
por el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probándote, a fin de saber lo que
había en tu corazón, si guardarías o no sus mandamientos. (3) Y te humilló, y te dejó tener
hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte
entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del
SEÑOR. (4) Tu ropa no se gastó sobre ti, ni se hinchó tu pie durante estos cuarenta años. (5) Por
tanto, debes comprender en tu corazón que el SEÑOR tu Dios te estaba disciplinando así como un
hombre disciplina a su hijo. (6) Guardarás, pues, los mandamientos del SEÑOR tu Dios, para andar
en sus caminos y para temerle. (7) Porque el SEÑOR tu Dios te trae a una tierra buena, a una
tierra de corrientes de aguas, de fuentes y manantiales que fluyen por valles y colinas.

Los valles son los lugares donde el Señor nos invita a botar nuestros ídolos y a morir a nosotros
mismos, para poder subir a un nivel más alto en nuestro caminar espiritual.

Los valles de Jerusalén son tres:

a. Valle de Hinom

b. Valle de Cedrón

c. Valle de Tiropeón

a. Valle de Hinom

En hebreo se conoce como “Gey Hinnom” (Gey: barranco; Hinnom, lamentación). En griego se le
llama “Gehenna”, que es uno de los nombres que se le da al infierno (Mat. 10:28; Mat 18:7-9; Mat
23:29-33).

Esta referencia negativa no es porque sea un lugar feo, sino por las atrocidades que se cometieron
allí.
(Jeremías 7:30-31) Porque los hijos de Judá han hecho lo malo ante mis ojos, dice Jehová;
pusieron sus abominaciones en la casa sobre la cual mi nombre es invocado, amancillándola. (31)
Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para quemar al
fuego a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no les mandé, ni subió en mi corazón.

Ese lugar se convirtió en un lugar de matanza, tanto en tiempos de paz como en guerra. Llegó un
tiempo en que se quemaban tantos cadáveres, de personas y animales, al igual que basura de
todo tipo, que el fuego nunca se apagaba.

En ese valle, los israelitas cometieron la abominación de sacrificar a sus hijos a Moloc. Lo hicieron
imitando a las naciones paganas.

(II Crónicas 28:1-5) Veinte años tenía Acaz cuando comenzó a reinar, y dieciséis años reinó en
Jerusalén; mas no hizo lo recto ante los ojos de Jehová, como David su padre. (2) Pues anduvo en
los caminos de los reyes de Israel, y además hizo imágenes de fundición a los Baales. (3) Quemó
también incienso en el valle de los hijos de Hinom, y quemó sus hijos por fuego, conforme a las
abominaciones de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel. (4)
Asimismo sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, y en los collados, y debajo de todo árbol
frondoso. (5) Por lo cual Jehová su Dios lo entregó en manos del rey de los sirios, los cuales le
derrotaron, y se llevaron cautiva una gran multitud que llevaron a Damasco. Fue también
entregado en manos del rey de Israel, el cual lo batió con gran mortandad.

Hoy en día no podríamos pensar en hacer tal barbaridad, pero tristemente se hace de otras
maneras. La más evidente es el aborto. Pero también aplica cuando nos dejamos influenciar por
lo que hace el mundo, y empujamos a los hijos a hacer lo mismo para ser aceptados en la
sociedad. Aunque no mueran en lo natural, algunas influencias mundanas pueden llevarlos a su
muerte espiritual.

El rey Acaz no fue el único que sacrificó a sus hijos en el valle de Hinom. El caso más célebre fue el
del rey Manasés.

(II Crónicas 33:1-9) Doce años tenía Manasés cuando comenzó a reinar, y cincuenta y cinco años
reinó en Jerusalén. (2) Mas hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a las abominaciones
de las naciones que había echado Jehová delante de los hijos de Israel: (3) Porque él reedificó los
lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a los Baales, e hizo
imágenes de Asera, y adoró a todo el ejército del cielo, y les sirvió. (4) Edificó también altares en
la casa de Jehová, de la cual había dicho Jehová: En Jerusalén será mi nombre perpetuamente. (5)
Edificó asimismo altares a todo el ejército del cielo en los dos atrios de la casa de Jehová. (6) Y
pasó sus hijos por fuego en el valle del hijo de Hinom; y observaba los tiempos, miraba en agüeros,
era dado a adivinaciones, y consultaba adivinos y encantadores; hizo mucho mal ante los ojos de
Jehová, provocándole a ira. (7) Además de esto puso una imagen de fundición que hizo, en la
casa de Dios, de la cual había dicho Dios a David y a Salomón su hijo: En esta casa y en Jerusalén, la
cual yo elegí sobre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre; (8) y nunca más
quitaré el pie de Israel de la tierra que yo entregué a vuestros padres, a condición que guarden y
hagan todas las cosas que yo les he mandado, toda la ley, estatutos, y ordenanzas, por mano de
Moisés. (9) Y Manasés hizo que Judá y los moradores de Jerusalén se desviaran, para hacer más
mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel.

Ante tan terribles pecados, Dios llamó a Su pueblo al arrepentimiento.


(II Crónicas 33:10-11) Y habló Jehová a Manasés y a su pueblo, pero ellos no escucharon; (11) por
lo cual Jehová trajo contra ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales
aprisionaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia.

Como consecuencia de su pecado, el rey cayó cautivo. Aunque cayó muy bajo, en la tragedia
aprendió de sus errores, y Dios le dio otra oportunidad. Manasés logró subir del valle.

(II Crónicas 33:12-16) Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado
grandemente en la presencia del Dios de sus padres. Y habiendo orado a Él, fue atendido de Él,
pues oyó su oración, y lo volvió a Jerusalén, a su reino. Entonces conoció Manasés que Jehová era
Dios. (14) Después de esto edificó el muro de afuera de la ciudad de David, al occidente de Gihón,
en el valle, hasta la entrada de la puerta del Pescado, y amuralló Ofel, y levantó el muro muy alto;
y puso capitanes del ejército en todas las ciudades fortificadas de Judá. (15) También quitó los
dioses ajenos, y sacó el ídolo de la casa de Jehová, y todos los altares que había edificado en el
monte de la casa de Jehová y en Jerusalén, y los echó fuera de la ciudad. (16) Reparó luego el
altar de Jehová, y sacrificó sobre él sacrificios de ofrendas de paz y de alabanza; y mandó a Judá
que sirviesen a Jehová Dios de Israel.

No importa cuán bajo caigamos en el Valle, o en el barranco, aún del fondo nos podemos levantar
si nos arrepentimos, porque Dios es misericordioso. Si nos castiga, es para darnos la oportunidad
de corregir nuestras sendas. Cuando Manasés se arrepintió, él regresó a edificar los muros, como
lo hicieron en tiempos de Nehemías, y como lo queremos hacer el día de hoy en nuestras vidas.

Nehemías 3: Valle de Cedrón y Tiropeón

b. Valle de Cedrón

Este valle viene del norte, y desciende por todo el este de la ciudad de Jerusalén, pasando
enfrente del Templo, justamente en la puerta principal, al oriente. En el fondo de valle, cuando
llovía, se formaba un río que se conoce como “el Torrente de Cedrón”.

Según la tradición, los sacerdotes construyeron una canaleta que llevaba el exceso de sangre
proveniente del Altar de Holocaustos, y era vertida en el torrente de Cedrón.

En relación con ese río, Ezequiel profetizó que cuando el Mesías regresé a Jerusalén, del Templo
en Jerusalén saldrá un río de aguas vivas, que caerá en el valle del Cedrón hasta convertirse en un
gran río, el cual desembocará en el Mar Muerto. Esas aguas tendrán poder sanador, al punto que
la vida regresara a dicho mar y hará fértil a la región entera (Eze 47:1-12).

Tanto la sangre como el agua representan vida, y esos dos elementos se relacionan con este valle.
Irónicamente, en ambas orillas del valle se encuentran una multitud de tumbas. Esto se debe a
que los judíos creen que, cuando el Mesías llegue a Jerusalén y entre por la Puerta del Este, los
que estén allí enterrados serán los primeros en resucitar.
Contrario al valle de Hinom, este valle de Cedrón trae un mensaje de resurrección; lo que estaba
muerto vuelve a la vida, gracias a la sangre de los holocaustos y las aguas vivas provenientes del
Templo. ¡Qué bello mensaje espiritual! Aunque estemos muertos, la sangre del Cordero nos
resucita a una nueva vida, y el Agua de la Palabra nos nutre para dar fruto.

Montes y Valles de Jerusalén antigua

El Valle de Cedrón separa el Monte Moriah del Monte de los Olivos. Este es el valle que Jesús
cruzó cuando se dirigió a orar al Jardín del Getsemaní (en el Monte de los Olivos) antes de morir
en la cruz. Él fue a entregar allí su voluntad, para que el Padre hiciera la Suya.

(Juan 18:1-2) Cuando Jesús hubo dicho estas palabras, salió con sus discípulos al otro lado del
arroyo de Cedrón, donde había un huerto, en el cual Él entró, y sus discípulos. (2) Y también
Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar; porque Jesús muchas veces se había reunido allí
con sus discípulos.

De igual manera, en este valle debemos nosotros morir a nosotros mismos para vivir para el Señor.
Es un lugar de entrega, ya que para vivir, debemos morir.

(Juan 12:24-26) En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere,
queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto. (25) El que ama su vida la pierde; y el que
aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna. (26) Si alguno me sirve, que me
siga; y donde yo estoy, allí también estará mi servidor; si alguno me sirve, el Padre lo honrará.

El valle es el lugar donde morimos a nosotros mismos, y donde vamos a enterrar todo aquello que
se ha convertido en nuestro ídolo, ocupando en lugar del Señor en nuestro corazón.

No es casualidad que fue en el Torrente de Cedrón donde los reyes justos fueron a botar los
ídolos, en un esfuerzo por limpiar Jerusalén de la contaminación en la que habían caído.

[El rey Asa (I Reyes 15:11-13), el rey Josías (II Reyes 23:5-6; I Reyes 23:12), y el rey Ezequías (II
Crónicas 29:1-5)]

En Su Segunda Venida

Cuando Jesús ascendió al Cielo, no lo hizo desde cualquier lugar. El fue al Monte de los Olivos,
cruzando de nuevo el Valle de Cedrón. Desde allí partió, y allí mismo regresará.

Algunos comentaristas creen que el Valle de Cedrón es el que Joel se refiere como “Valle de
Josafat”, el cual es el sitio desde donde el Mesías juzgará a las naciones.

(Joel 3:1-2) Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré volver la
cautividad de Judá y de Jerusalén, (2) reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de
Josafat, y allí entraré en juicio con ellas a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a los cuales
esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra.

Josafat significa: “Dios juzgará”.


Joel también le da el nombre de “Valle de la Decisión”, ya que será el momento de la última
decisión para las naciones: se unen al Señor, o pelean a muerte contra Él.

(Joel 3:11-17) Juntaos y venid, gentes todas de alrededor, y congregaos; haz venir allí, oh Jehová,
tus fuertes. (12) Las gentes se despierten, y suban al valle de Josafat; porque allí me sentaré para
juzgar todas las gentes de alrededor. (13) Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid,
descended; porque el lagar está lleno, rebosan las lagaretas; porque grande es la maldad de ellos.
(14) Multitudes, multitudes en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el
valle de la decisión. (15) El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor.
(16) Jehová rugirá desde Sión, y dará su voz desde Jerusalén, y temblarán los cielos y la tierra; mas
Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel. (17) Y conoceréis que
yo soy Jehová vuestro Dios, que habito en Sión, monte de mi santidad; y será Jerusalén santa, y
extraños no pasarán más por ella.

Hay instancias en que nosotros también llegamos a estos “valles de decisión”. Son momentos en
que debemos tomar una decisión: unirnos al propósito de Dios o seguir por nuestro propio
camino.

Valle de Cedron (hoy)

c. Valle de Tiropeón

Este es el último valle de Jerusalén, pero pocos lo conocen hoy dado que ya no existe. Éste era un
valle que se encontraba dentro de la ciudad. Era una hondonada que separaba el Monte Sión del
Monte Moria, donde estaba el Templo. En la antiguëdad, estos dos montes estaban conectados
por un puente. Pero luego que los romanos destruyeron Jerusalén, ese valle fue rellenado con los
escombros del Templo y la ciudad.

Nehemías 3: Puerta del Muladar

5. Puerta del Muladar

La quinta puerta que reconstruyeron en tiempos de Nehemías fue la Puerta del Muladar.

(Nehemías 3:14) Y Malquías, hijo de Recab, oficial del distrito de Bet-haquerem reparó la puerta
del Muladar. La edificó y asentó sus hojas, sus cerrojos y sus barras.

Como ya mencionamos, ésta era la puerta a través de la cual se sacaba la basura y el estiércol de la
ciudad. Por eso, algunas traducciones la llaman: Puerta del Estiércol.

Aunque no suene como algo “bonito”, en realidad esto es muy necesario. El cuerpo se deshace de
la parte de los alimentos que ya no le sirven en forma de excremento; si no lo hace, el cuerpo se
intoxica. De igual forma, una ciudad debe tener una vía de escape para sacar aquello que no sirve,
de lo contrario se contamina.

El estiércol es el excremento de los animales. En la antigüedad, la gente usaba animales grandes


como medio de transporte, carga y trabajo. Cuando entraban a las ciudades, estos animales
dejaban excremento por donde pasaban, pero era necesario limpiarlo, de lo contrario se apestaba
la ciudad y se contaminaba.

En un sentido espiritual, el estiércol representa ciertos pecados que se manifiestan externamente


con actitudes desagradables. Así como el estiércol apesta, también nuestras malas actitudes
ahuyentan a la gente. Es necesario que los saquemos para no contaminar a la comunidad. Entre
estos pecados están: el odio, el resentimiento, la arrogancia, la soberbia, el chisme, la envidia, el
egoísmo, la maledicencia, etc.

(Colosenses 3:8-10) Pero ahora desechad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia,
maledicencia, lenguaje soez de vuestra boca. (9) No mintáis los unos a los otros, puesto que
habéis desechado al viejo hombre con sus malos hábitos, (10) y os habéis vestido del nuevo
hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de aquel
que lo creó.

Lo interesante es que si se echa el estiércol en el muladar, con el tiempo éste se convierte en


abono. De la misma manera, al deshacernos de nuestras malas actitudes, se abre paso a que
adoptemos buenas actitudes que se convertirán en un buen testimonio al mundo.

(Col 3:12-14) Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión,
bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; (13) soportándoos unos a otros y perdonándoos
unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo
vosotros. (14) Y sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo de la unidad.

El origen del estiércol es interesante, porque proviene de los alimentos que son necesarios para
nuestra supervivencia. Cuando uno come, el sistema digestivo asimila los nutrientes, y desecha
todo lo demás. Eso es lo que debemos aprender a hacer también nosotros.

(I Tesalonicenses 5:21-22) Antes bien, examinadlo todo cuidadosamente, retened lo bueno;


absteneos de toda forma de mal.

Otro tipo de Basura

Hay otro tipo de basura que debemos desechar en esta puerta espiritual. Es la auto-justificación.
Cuando vamos avanzando en el camino espiritual, llegamos a un punto que nos creemos tan
buenos, que eso nos ciega de ver la obra de Dios en nosotros. Pablo se refiere a esta actitud como
“estiércol”.

(Filipenses 3:4-9) Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne, si alguno piensa que tiene
de qué confiar en la carne, yo más; (5) circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu
de Benjamín, hebreo de hebreos, en cuanto a la ley, fariseo; (6) en cuanto a celo, perseguidor de
la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. (7) Pero cuantas cosas eran para
mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor a Cristo. (8) Y ciertamente, aun estimo
todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por el
cual lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, para ganar a Cristo, (9) y ser hallado en Él, no
teniendo mi propia justicia, que es de la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de
Dios por la fe.
Cuando uno cree que es justo por uno mismo, esa actitud nos aleja de Dios, porque uno llega a
pensar que no lo necesita. Pero cuando uno reconoce que todo lo bueno que uno pudiera tener
proviene de Dios, uno lo busca a Él con desesperación y pasión.

Todo aquello que nos robe de la oportunidad de conocer más al Señor, debemos botarlo en la
Puerta del Muladar, para poder seguir avanzando.

Un Arma Espiritual

El Señor instruyó a Su Pueblo a dejar todo excremento fuera del campamento.

(Deuteronomio 23:12-14) Y tendrás un lugar fuera del campamento, y saldrás allá fuera. (13)
Tendrás también una estaca entre tus armas; y será que, cuando estuvieres allí fuera, cavarás con
ella, y luego al volverte cubrirás tu excremento: (14) Porque Jehová tu Dios anda en medio de tu
campamento, para librarte y entregar a tus enemigos delante de ti; por tanto, será santo tu
campamento; para que Él no vea en ti cosa inmunda, y se vuelva de en pos de ti.

Es interesante ver que el instrumento que se usaba para cubrir el excremento era una estaca, la
cual iba junto con las armas. Mantener nuestra vida limpia, tanto acciones como actitudes,
constituye un arma espiritual que mantendrá lejos al enemigo, y cerca la Presencia del Señor.

Nehemías 3: Puerta de la Fuente

Luego de haber pasado por el valle y descubrir lo que había en nuestros corazones, fuimos a botar
todo lo malo al muladar. Ahora seguimos avanzando por las puertas de Jerusalén. Las puertas
anteriores iban en descenso, pero a partir de este momento las puertas van en ascenso, subiendo
poco a poco.

Después de habernos deshecho de la basura, es natural desear bañarse y limpiarse con agua.

(Zacarías 13:1-2) Aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de
Jerusalén, para lavar el pecado y la impureza. (2) Y sucederá aquel día--declara el SEÑOR de los
ejércitos-- que eliminaré de la tierra los nombres de los ídolos, y nunca más serán recordados;
también yo quitaré de la tierra a los profetas y al espíritu inmundo.

6. Puerta de la Fuente

La sexta puerta es la de la Fuente. Esta es la primera en el ascenso.

(Nehemías 3:15) Salum, hijo de Col-hoze, oficial del distrito de Mizpa, reparó la puerta de la
Fuente. La edificó, la revistió y asentó sus hojas, sus cerrojos y sus barras, y la muralla del estanque
de Siloé en el jardín del rey hasta las gradas que descienden de la ciudad de David.

“Fuente” en hebreo es “Ayin”, que literalmente significa: ojo. En relación con agua, se refiere a un
manantial (en español: “ojo de agua”). Un manantial es una fuente continua de agua.

La Puerta de la Fuente daba acceso al estanque de Siloé, y por ello recibía su nombre. Este
estanque recibía el agua a través de un conducto subterráneo cortado entre las rocas, proveniente
de una fuente subterránea muy profunda. También nuestra fuente de agua espiritual procede de
la Roca.
Manantial Espiritual

Hay varias referencias bíblicas sobre lo que representa la fuente:

· La sabiduría (Prov. 13:14)

· El temor de Dios (Prov. 14:27)

· La boca del justo (Prov. 10:11; Prov. 18:4)

Éstas se pueden resumir en uno, quien nos da todas ellas: el Espíritu de Dios.

(Isaías 44:3-5) Porque derramaré agua sobre la tierra sedienta, y torrentes sobre la tierra seca;
derramaré mi Espíritu sobre tu posteridad, y mi bendición sobre tus descendientes. (4) "Ellos
brotarán entre la hierba como sauces junto a corrientes de agua." (5) Este dirá: "Yo soy del
SEÑOR", otro invocará el nombre de Jacob, y otro escribirá en su mano: "Del SEÑOR soy" y se
llamará con el nombre de Israel.

Juan lo confirmó cuando Jesús dijo que quien creyera en él, fluiría un manantial.

(Juan 7:37-39) Y en el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz,
diciendo: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. (38) El que cree en mí, como ha dicho la
Escritura: "De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva." (39) Pero Él decía esto del
Espíritu, que los que habían creído en El habían de recibir; porque el Espíritu no había sido dado
todavía, pues Jesús aún no había sido glorificado.

El Espíritu Santo es la parte de Dios que vive dentro de nosotros. Es el regalo que Jesús nos dejó
cuando subió al Cielo. Mientras que Él venga, tendremos Su Presencia en la forma del Espíritu
Santo, quien nos alienta, nos exhorta, nos guía, nos da entendimiento y sabiduría. Lo que no
podíamos hacer por nosotros mismos, Él nos ayuda a hacerlo.

Con el Espíritu Santo de nuestro lado, podemos comenzar el camino de ascenso hacia el Monte de
Dios.

(Romanos 8:11-17) Pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en
vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, también dará vida a vuestros
cuerpos mortales por medio de su Espíritu que habita en vosotros. (12) Así que, hermanos, somos
deudores, no a la carne, para vivir conforme a la carne, (13) porque si vivís conforme a la carne,
habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. (14) Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. (15) Pues no habéis
recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un
espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (16) El Espíritu mismo da
testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, (17) y si hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con El a fin de que también
seamos glorificados con El.

Luego de que las pruebas de la vida sacan a luz nuestra basura, Dios nos trae a la Puerta de la
Fuente. Nos llena de su Santo Espíritu, quien nos limpia, nos guía a la verdad y nos capacita para
vivir una vida recta.
(Salmo 36:6-9) Tu justicia es como los montes de Dios; tus juicios son como profundo abismo. Tú
preservas, oh SEÑOR, al hombre y al animal. (7) ¡Cuán preciosa es, oh Dios, tu misericordia! Por
eso los hijos de los hombres se refugian a la sombra de tus alas. (8) Se sacian de la abundancia de
tu casa, y les das a beber del río de tus delicias. (9) Porque en ti está la fuente de la vida; en tu luz
vemos la luz.

La Puerta de la Fuente era la entrada para los que querían ir al Estanque de Siloé en Jerusalén. Allí
fue donde Jesús sanó al ciego. Él le echó lodo en los párpados, y después le dijo que se fuera a
lavar al estanque de Siloé, la fuente de aguas vivas.

(Juan 9:6-7) Habiendo dicho esto, escupió en tierra, e hizo barro con la saliva y le untó el barro en
los ojos, (7) y le dijo: Ve y lávate en el estanque de Siloé (que quiere decir, Enviado). El fue, pues,
y se lavó y regresó viendo.

De la misma manera, hoy, tenemos enlodados los ojos con lo terrenal, y sólo eso podemos ver.
Pero si nos lavamos los ojos en la fuente de las aguas vivas del Espíritu Santo, Él nos abrirá los ojos
para que podamos ver la realidad espiritual.

Puerta en Ruinas

Esta fue la puerta que Nehemías vio en tal estado de ruina que no pudo pasar (2:14). No pasó
porque iba de noche, y necesitaba reconstruir primero las otras puertas para poder hacerlo. Este
tramo estaba en tal mal estado porque fue uno de los puntos más atacados por los babilonios (II
Reyes 25:4). De la misma manera, esta puerta espiritual es una de las que recibe más ataques del
enemigo.

Esta puerta también parece estar “en ruinas” el día de hoy. Muchos creyentes tienen edificios y
doctrinas, pero no tienen al Espíritu Santo que nos capacita para ser lo que no podemos ser por
nosotros mismos. Muchas denominaciones se quedan en la puerta anterior sin poder avanzar,
puesto que han rechazado al Espíritu Santo. Por eso muchas iglesias están “muertas”.

(Jeremías 17:13-14) Oh SEÑOR, esperanza de Israel, todos los que te abandonan serán
avergonzados. Los que se apartan de ti serán escritos en el polvo, porque abandonaron al SEÑOR,
fuente de aguas vivas. (14) Sáname, oh SEÑOR, y seré sanado; sálvame y seré salvo, porque tú
eres mi alabanza.

(Jeremías 2:13) Porque dos males ha hecho mi pueblo: me han abandonado a mí, fuente de aguas
vivas, y han cavado para sí cisternas, cisternas agrietadas que no retienen el agua.

¿En quién hemos puesto nuestra confianza? Cuidemos de no rechazar al Espíritu de Dios, quien es
nuestra Fuente de Aguas Vivas.

Nehemías 3: Puerta de las Aguas

7. Puerta de las Aguas

La séptima puerta mencionada en Nehemías es la Puerta de las Aguas.


(Nehemías 3:26) Y los sirvientes del templo que habitaban en Ofel hicieron reparaciones hasta el
frente de la puerta de las Aguas, hacia el oriente y hasta la torre sobresaliente.

Quienes repararon la Puerta de las Aguas fueron los sirvientes del Templo. Estos eran ayudantes
de los levitas, que vivían en un lugar llamado Ofel, que se encontraba en la ladera sur del Templo.
Ellos eran los encargados de cargar agua y leña para ser usada en el Templo (Josué 9:24-27).

Esta puerta permanecía cerrada casi todo el año, y sólo se abría durante las celebraciones de las
últimas fiestas bíblicas del mes séptimo. En el último día de la Fiesta de Tabernáculos, se llevaba a
cabo la “Ceremonia del Agua”. Los sacerdotes sacaban agua del manantial de Siloé, pasando por
la Puerta de la Fuente, y luego la entraban por la Puerta de las Aguas, que quedaba cerca del
Templo.

En la celebración de la fiesta de Tabernáculos, Jesús dijo lo siguiente:

(Juan 7:37-38) Y en el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz,
diciendo: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. (38) El que cree en mí, como ha dicho la
Escritura: "De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva."

Inmersión en Agua

Sobre la Puerta de las Aguas, se encontraba un estanque de inmersión (heb. Mikvá). Éste era
especial, ya que usado sólo por el sumo sacerdote una vez al año, en el Día de Expiación. El sumo
sacerdote se sumergía en las aguas cinco veces en ese día, en preparación para entrar al Lugar
Santísimo, donde él iba a pedir perdón por los pecados de toda la nación de Israel.

El Mikvá es el lugar de inmersión en agua. Ésta representa la muerte y el inicio de una nueva vida
espiritual. Esto fue lo que Jesús le explicó a Nicodemo:

(Juan 3:3-8) Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo
no puede ver el reino de Dios. (4) Nicodemo le dijo*: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya
viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? (5) Jesús
respondió: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar
en el reino de Dios. (6) Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu,
espíritu es. (7) No te asombres de que te haya dicho: "Os es necesario nacer de nuevo." (8) El
viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es
todo aquel que es nacido del Espíritu.

Más que una limpieza corporal, el bautismo representa una transformación espiritual. La
inmersión en agua es una señal externa de un compromiso interno a cambiar. Dejamos en el agua
al viejo hombre para salir como una nueva criatura, comprometida a actuar como Dios manda, en
lugar de seguir las pasiones carnales como antes.

(1 Pedro 3:21) Y correspondiendo a esto, el bautismo ahora os salva (no quitando la suciedad de
la carne, sino como una petición a Dios de una buena conciencia) mediante la resurrección de
Jesucristo.

(Romanos 6:1-4) ¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde?
(2) ¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? (3)
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en
su muerte? (4) Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a
fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros
andemos en novedad de vida.

En el agua dejamos al viejo hombre, y salimos del agua a una nueva vida en el Señor.

[Nota: Para más información sobre la Mikvá, les sugiero leer el siguiente artículo: “La Mikvá y la
Senda Antigua”, que lo encuentran en el siguiente enlace:
http://saliendodelacaja.blogspot.com/2011/09/la-mikva-y-la-senda-antigua.html

El Agua y la Palabra

En la Biblia, el agua también representa la Palabra de Dios. Conforme vamos conociendo más la
Palabra, vamos así limpiando nuestra vida.

(Efesios 5:25-27) …así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella, para santificarla,
habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, (27) a fin de presentársela a sí
mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que
fuera santa e inmaculada.

No es casualidad que cuando el pueblo de Dios se reunió a oír a Esdras leer la Torá, lo hicieron en
la Puerta de las Aguas, la cual estaba abierta porque ese día iniciaban las fiestas del séptimo mes.

(Nehemías 8:1-3) Se reunió todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que estaba delante
de la puerta de las Aguas, y pidieron al escriba Esdras que trajera el libro de la ley de Moisés que el
SEÑOR había dado a Israel. (2) Entonces el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la asamblea de
hombres y mujeres y de todos los que podían entender lo que oían. Era el primer día del mes
séptimo. (3) Y leyó en el libro frente a la plaza que estaba delante de la puerta de las Aguas,
desde el amanecer hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de los que podían
entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley.

La Cámara Avtinus

En la parte interior de la Puerta de las Aguas, se encontraba un salón conocido como “la Cámara
Avtinus”, que era el lugar donde se preparaba el incienso especial que se quemaba en el
Incensario de Oro, localizado en Lugar Santo del Templo. Avtinus era el nombre de una familia
ilustre que se dedicó por generaciones a la preparación de del incienso santo.

El incienso representa la oración.

(Salmo 141:2) Sea puesta mi oración delante de ti como incienso, el alzar de mis manos como la
ofrenda de la tarde.

(Apocalipsis 8:3-4) Otro ángel vino y se paró ante el altar con un incensario de oro, y se le dio
mucho incienso para que lo añadiera a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que
estaba delante del trono. (4) Y de la mano del ángel subió ante Dios el humo del incienso con las
oraciones de los santos.

Todo creyente debe establecer una comunicación personal e íntima con el Señor a través de la
oración.
Nehemías 3: Puerta de los Caballos

8. Puerta de los Caballos

La siguiente puerta en el recorrido alrededor de Jerusalén era la llamada Puerta de los Caballos.

(Nehemías 3:28) Más arriba de la puerta de los Caballos, los sacerdotes hicieron reparaciones
cada uno frente a su casa.

En la antigüedad, los caballos realmente no servían como medio de transporte ni para trabajo
agrícola, ya que para ello usaban a los camellos y los burros para lo primero y a los bueyes y vacas
para lo segundo. Los caballos eran usados principalmente para la guerra, ya sea para halar los
carros de guerra o para llevar a los oficiales del ejército.

Los ejércitos que contaban con caballos tenían ventaja comparativa sobre aquellos que iban a pie,
tanto por la altura como por la velocidad de movimiento que éstos animales les daban. Si un
ejército tenía caballos de guerra, fácilmente podía vencer a su opositor.

El ejército egipcio era muy conocido por sus carros y caballos de guerra. El Faraón mandaba
emisarios por todo el mundo en búsqueda de los mejores ejemplares para mantener la
superioridad militar sobre sus oponentes. Por eso fue tan importante la señal que el Señor hizo en
el Mar Rojo:

(Éxodo 15:19) Porque los caballos de Faraón con sus carros y sus jinetes entraron en el mar, y el
SEÑOR hizo volver sobre ellos las aguas del mar; pero los hijos de Israel anduvieron por en medio
del mar sobre tierra seca.

Los israelitas aprendieron que el Faraón, a quien consideraban la persona más poderosa del
mundo, no era nada ante Dios. Ésta es una de las lecciones que aprendemos en esta puerta.

La Biblia claramente enseña que no debemos poner nuestra confianza en “los caballos”, es decir,
en la fuerza ni en el poder humano.

(Salmos 20:5-9) Nosotros cantaremos con gozo por tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios
alzaremos bandera. Que el SEÑOR cumpla todas tus peticiones. (6) Ahora sé que el SEÑOR salva a
su ungido; le responderá desde su santo cielo, con la potencia salvadora de su diestra. (7)
Algunos confían en carros, y otros en caballos; mas nosotros en el nombre del SEÑOR nuestro Dios
confiaremos. (8) Ellos se doblegaron y cayeron; pero nosotros nos hemos levantado y nos
mantenemos en pie. (9) ¡Salva, oh SEÑOR! Que el Rey nos responda el día que clamemos.

(Isaías 31:1-3) ¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda! En los caballos buscan apoyo, y
confían en los carros porque son muchos, y en los jinetes porque son muy fuertes, pero no miran
al Santo de Israel, ni buscan al SEÑOR. (2) Pero El también es sabio y traerá el mal, y no se
retractará de sus palabras; sino que se levantará contra la casa de los malhechores y contra la
ayuda de los que obran iniquidad. (3) Pues los egipcios son hombres, y no Dios, y sus caballos son
carne, y no espíritu; el SEÑOR, pues, extenderá su mano, y el que ayuda tropezará, y el que recibe
ayuda caerá…
¿En quién pones tu confianza: en Dios o en el poder humano? La respuesta a esta pregunta hará
una gran diferencia en la forma en que llevas tu vida y en las decisiones que tomas cada día.

(Deuteronomio 20:1-4) Cuando salgas a la batalla contra tus enemigos y veas caballos y carros, y
pueblo más numeroso que tú, no tengas temor de ellos; porque el SEÑOR tu Dios que te sacó de la
tierra de Egipto está contigo. (2) Y sucederá que cuando os acerquéis a la batalla, el sacerdote se
llegará y hablará al pueblo, (3) y les dirá: Oye, Israel, hoy os acercáis a la batalla contra vuestros
enemigos; no desmaye vuestro corazón; no temáis ni os alarméis, ni os aterroricéis delante de
ellos, (4) porque el SEÑOR vuestro Dios es el que va con vosotros, para pelear por vosotros contra
vuestros enemigos, para salvaros.

En esta puerta aprendemos lo que es la guerra espiritual...

Batalla Espiritual

Tarde o temprano tendremos que enfrentar batallas espirituales. Pero no debemos tener miedo
porque el Señor está con nosotros. Él nos ha dado armas espirituales para vencer al enemigo, las
cuales están basadas en la confianza en Dios.

(Efesios 6:11-18) Revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las
insidias del diablo. (12) Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes
espirituales de maldad en las regiones celestiales. (13) Por tanto, tomad toda la armadura de
Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes. (14) Estad,
pues, firmes, CEÑIDA VUESTRA CINTURA CON LA VERDAD, REVESTIDOS CON LA CORAZA DE LA
JUSTICIA, (15) y calzados LOS PIES CON EL APRESTO DEL EVANGELIO DE LA PAZ; (16) en todo,
tomando el escudo de la fe con el que podréis apagar todos los dardos encendidos del maligno.
(17) Tomad también el YELMO DE LA SALVACION, y la espada del Espíritu que es la palabra de
Dios. (18) Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así, velad con toda
perseverancia y súplica por todos los santos.

Muchas veces tratamos de luchar en lo natural, con nuestras propias fuerzas, pero eso es confiar
en carros y caballos. La lucha no es carnal, sino es espiritual, y nuestras armas son: la verdad, la
justicia, la fe, la salvación, la Palabra de Dios y la oración.

(II Corintios 10:3-6) Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne; (4) porque
las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas; (5) destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el
conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo, (6) y
estando preparados para castigar toda desobediencia cuando vuestra obediencia sea completa.

Sacerdotes Frente a Su Casa

Al inicio vimos que quienes repararon la Puerta de los Caballos fueron los sacerdotes, y lo hicieron
frente a su casa (Neh. 3:28). Esto nos revela dos importantes verdades espirituales:

* La reparación comienza en la casa. No podemos pretender “arreglar” el mundo, sin primero


comenzar a arreglar la vida propia.
* Quienes hacen la guerra espiritual no son los recién convertidos, ya que se debe tener cierta
madurez espiritual para hacerlo. Como la lucha es espiritual, debemos haber recibido al Espíritu
Santo.

Nehemías 3: Puerta Oriental

9. Puerta Oriental

La penúltima puerta alrededor de Jerusalén era la Puerta Oriental.

(Nehemías 3:29) Después de ellos Sadoc, hijo de Imer, hizo reparaciones frente a su casa. Y tras él
hizo reparaciones Semaías, hijo de Secanías, portero de la puerta Oriental.

Esta era la puerta que daba directamente al Templo. Así como el Tabernáculo, también la puerta
de entrada del Templo debía dar al oriente.

Ésta es una puerta profética, relacionada con la segunda venida del Señor. Cuando el Mesías
venga, Él pondrá Sus pies en el Monte de los Olivos, desde donde partió en su primera venida
(Hechos 1:9-12). Directamente frente al monte se encuentra la Puerta del Oriente, y el Mesías
entrará por allí a Jerusalén. Sin embargo, hoy en día, esa puerta está cerrada…

Puerta Cerrada

Luego que el Templo y Jerusalén fueron destruidas por los romanos en el año 70 d.C., la ciudad
quedó desolada. Poco a poco fue ocupada por los vecinos árabes. Luego del nacimiento del
islamismo en el siglo VII, los musulmanes construyeron en el Monte Moriah (donde antes estaba el
Templo) la Mezquita de Al-Aksa, y el Domo de la Roca (en el sitio que se cree que etá la roca sobre
la cual Abraham iba a sacrificar a Isaac).

Para evitar que cualquier persona pudiera tener acceso a los edificios musulmanes, ellos sellaron
la Puerta Oriental en el año 810 d.C. Desde entonces ha permanecido cerrada.

Sin duda los musulmanes tenían sus razones naturales para cerrar esa puerta, pero hay una
profecía bíblica que habla de esto:

(Ezequiel 44:1-2) Entonces me hizo volver por el camino de la puerta exterior del santuario que da
hacia el oriente, y estaba cerrada. (2) Y el SEÑOR me dijo: Esta puerta estará cerrada; no se abrirá
y nadie entrará por ella, porque el SEÑOR, Dios de Israel, ha entrado por ella; por eso
permanecerá cerrada.

Esta profecía habla del Tercer Templo, que aún debe ser edificado.

No se conoce el diseño de la Puerta Oriental en tiempos de Nehemías, pero en la actualidad tiene


dos puertas (aunque selladas). Curiosamente, los musulmanes también reconocen que esta
puerta está relacionada con el juicio final, y por ello les pusieron los siguientes nombres a las dos
puertas: a una la llaman “la Puerta del Arrepentimiento”, y a la otra “la puerta de la misericordia”.

En el Valle de Cedrón
Justamente delante de la Puerta Oriental, hacia abajo, se encuentra el Valle de Cedrón, entre el
Monte de los Olivos y el Monte Moriah. Ese es el valle que cruzará Jesús en su entrada triunfal a
Jerusalén. Ese también es el valle donde se llevará a cabo el Juicio a las Naciones.

(Zacarías 14:1-11) He aquí, viene el día del SEÑOR cuando serán repartidos tus despojos en medio
de ti. (2) Y yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén; y será tomada la ciudad y
serán saqueadas las casas y violadas las mujeres; la mitad de la ciudad será desterrada, pero el
resto del pueblo no será cortado de la ciudad. (3) Entonces saldrá el SEÑOR y peleará contra
aquellas naciones, como cuando El peleó el día de la batalla. (4) Sus pies se posarán aquel día en
el monte de los Olivos, que está frente a Jerusalén, al oriente; y el monte de los Olivos se hendirá
por el medio, de oriente a occidente, formando un enorme valle, y una mitad del monte se
apartará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur. (5) Y huiréis al valle de mis montes, porque el
valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis tal como huisteis a causa del terremoto en los días
de Uzías, rey de Judá. Y vendrá el SEÑOR mi Dios, y todos los santos con El. (6) Y sucederá que en
aquel día no habrá luz; las luminarias se oscurecerán. (7) Será un día único, conocido sólo del
SEÑOR, ni día ni noche; y sucederá que a la hora de la tarde habrá luz. (8) En aquel día sucederá
que brotarán aguas vivas de Jerusalén, una mitad hacia el mar oriental y la otra mitad hacia el mar
occidental, será lo mismo en verano que en invierno. (9) Y el SEÑOR será rey sobre toda la tierra;
aquel día el SEÑOR será uno, y uno su nombre. (10) Toda la tierra se volverá como una llanura
desde Geba hasta Rimón, al sur de Jerusalén; pero ésta se levantará y será habitada en su lugar
desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la puerta Primera, hasta la puerta del Angulo, y
desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey. (11) Y habitarán en ella y no habrá más
maldición; y Jerusalén habitará en seguridad.

Pero antes que venga la restauración, ése será el Valle de la Decisión.

(Joel 3:11-14) Apresuraos y venid, naciones todas de alrededor, y reuníos allí. Haz descender, oh
SEÑOR, a tus valientes. (12) Despiértense y suban las naciones al valle de Josafat, porque allí me
sentaré a juzgar a todas las naciones de alrededor. (13) Meted la hoz, que la mies está madura;
venid, pisad, que el lagar está lleno; las tinajas rebosan, porque grande es su maldad. (14)
Multitudes, multitudes en el valle de la decisión. Porque cerca está el día del SEÑOR en el valle de
la decisión.

Allí el Señor juzgará a las naciones que quisieron juzgar a Israel.

Nota: “Casualmente” (pero sabemos que no hay casualidades), hoy se va a plantear en la


Asamblea de las Naciones Unidas (ONU) el caso palestino. Se está pidiendo que las naciones
decidan si se reconoce a Palestina como un estado soberano e independiente. Si ese fuera el caso,
Israel ya no podría asegurar sus fronteras, y los palestinos podrían cumplir libremente sus
promesas de sacar al pueblo judío de su tierra. Estén atentos a lo que pasa en Israel, porque eso
nos revela mucho de los tiempos de Dios.

Puerta La Hermosa

Por su posición, se cree que la Puerta Oriental era la que llamaban “la Hermosa” en tiempos de
Jesús.

(Hechos 3:2) Y había un hombre, cojo desde su nacimiento, al que llevaban y ponían diariamente
a la puerta del templo llamada la Hermosa, para que pidiera limosna a los que entraban al templo.
Allí fue donde ocurrió el milagro…

(Hechos 3:3-10) Este, viendo a Pedro y a Juan que iban a entrar al templo, les pedía limosna. (4)
Entonces Pedro, junto con Juan, fijando su vista en él, le dijo: ¡Míranos! (5) Y él los miró
atentamente, esperando recibir algo de ellos. (6) Pero Pedro dijo: No tengo plata ni oro, mas lo
que tengo, te doy: en el nombre de Jesucristo el Nazareno, ¡anda! (7) Y asiéndolo de la mano
derecha, lo levantó; al instante sus pies y tobillos cobraron fuerza, (8) y de un salto se puso en pie
y andaba. Entró al templo con ellos caminando, saltando y alabando a Dios. (9) Todo el pueblo lo
vio andar y alabar a Dios, (10) y reconocieron que era el mismo que se sentaba a la puerta del
templo, la Hermosa, a pedir limosna, y se llenaron de asombro y admiración por lo que le había
sucedido.

El cojo estaba pidiendo dinero, pero lo que el Señor tenía para él era mucho mejor. Igualmente
nosotros le pedimos muchas cosas al Señor: típicamente, salud, dinero y amor. Tal vez son cosas
buenas, pero Dios tiene algo mucho mejor para nosotros. El Señor trae consigo la restauración de
todas las cosas.

Un Nuevo Amanecer

Como ya mencionamos, la Puerta Oriental está relacionada con la segunda venida del Mesías. En
ese día, el Señor traerá juicio, pero también restauración.

La palabra en hebreo para “oriente” es: Mizraj, que viene de la raíz “Zaraj”, que significa: irradiar,
irrumpir, levantarse como el sol.

Así como el Señor se levantará y entrará por el oriente, también a la Novia de Cristo se le llama a
levantarse.

(Isaías 60:1-3) Levántate, resplandece, porque ha llegado tu luz y la gloria del SEÑOR ha
amanecido sobre ti. (2) Porque he aquí, tinieblas cubrirán la tierra y densa oscuridad los pueblos;
pero sobre ti amanecerá el SEÑOR, y sobre ti aparecerá su gloria. (3) Y acudirán las naciones a tu
luz, y los reyes al resplandor de tu amanecer.

El Día del Señor será el más terrible, pero también el más glorioso. Será el día de juicio para quien
no se haya arrepentido; pero para los que aman a Dios y le han esperado, será el día de salvación y
restauración. La historia de la humanidad cambiará en un solo día.

Nehemías 3: Puerta de la Inspección

10. Puerta de la Inspección

La última puerta mencionada en el capítulo 3 de Nehemías es la “Puerta de la Inspección”.

(Nehemías 3:31) Después de él, Malquías, uno de los orfebres, hizo reparaciones hasta la casa de
los sirvientes del templo y de los mercaderes, frente a la puerta de la Inspección y hasta el
aposento alto de la esquina.
Esta puerta también se ha traducido como “Puerta del Juicio”. Pero la palabra exacta que se usa
en hebreo es “Mifkad”, que literalmente significa: una tarea asignada, hacer un nombramiento,
asignar un cargo o mandato.

En esta puerta, los guardias y atalayas se presentaban para recibir órdenes y dar reporte a la
autoridad.

Esta puerta también está relacionada con la segunda venida del Señor. En un sentido espiritual,
esta puerta representa el día en que daremos cuentas al Señor por lo que hayamos hecho con lo
que nos encomendó a cada uno (Mat. 25:14-46), y luego recibiremos la asignación de lo que
haremos durante los mil años que el Señor reine sobre la Tierra.

a. Daremos cuentas

Luego que el Señor juzgue a las naciones que se levanten contra Él, entonces se volverá hacia Su
pueblo, y lo llamará a la Puerta Mifkad.

(Salmo 50:1-6) El poderoso Dios, el SEÑOR, ha hablado, y convocado a la tierra, desde el


nacimiento del sol hasta su ocaso. (2) Desde Sion, perfección de hermosura, Dios ha
resplandecido. (3) Que venga nuestro Dios y no calle; el fuego consume delante de El, y a su
derredor hay gran tempestad. (4) El convoca a los cielos desde lo alto, y a la tierra, para juzgar a
su pueblo, (5) y dice: Juntadme a mis santos, los que han hecho conmigo pacto con sacrificio. (6)
Y los cielos declaran su justicia, porque Dios mismo es el juez.

Este no es el “juicio final”, sino el tribunal del Señor, donde daremos cuenta por nuestras obras,
sean buenas o malas. Es el momento del reporte antes de que se nos asigne la siguiente tarea.

(Romanos 14:10-12) Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O también, tú, ¿por qué
menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Dios. (11)
Porque está escrito: Vivo Yo—dice el SEÑOR—que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua
alabará a Dios. (12) De modo que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí mismo.

(I Corintios 4:5) Por tanto, no juzguéis antes de tiempo, sino esperad hasta que el Señor venga, el
cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios
de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios.

Es interesante que quien restauró la parte del muro en donde estaba esta puerta fue Malquías. En
hebreo es Maljiyá, que significa: Mi Rey es YHVH. Su oficio era orfebre, que es un artesano que
trabaja con oro.

En este punto del camino espiritual, el Señor pondrá a prueba nuestras obras, para ver si están
hechas de oro o de paja. En el fuego, el oro se purifica, pero la paja se quema.

(I Corintios 3:10-15) Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como sabio arquitecto,
puse el fundamento, y otro edifica sobre él. Pero cada uno tenga cuidado cómo edifica encima.
(11) Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo.
(12) Ahora bien, si sobre este fundamento alguno edifica con oro, plata, piedras preciosas,
madera, heno, paja, (13) la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer,
pues con fuego será revelada; el fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno. (14) Si
permanece la obra de alguno que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. (15) Si
la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque
así como por fuego.

(Eclesiastés 12:13-14) El fin de todo el discurso oído es éste: Teme a Dios, y guarda sus
mandamientos; porque esto es el todo del hombre. (14) Porque Dios traerá toda obra a juicio,
juntamente con toda cosa encubierta, ya sea buena o sea mala.

b. Recibiremos la nueva asignación

Luego que demos cuenta, el Señor nos asignará la misión que cumpliremos durante el Milenio que
Él reine sobre la Tierra.

De las pocas veces que aparece la palabra Mifkad en la Biblia, una se encuentra en Isaías. Allí
habla del día en que el Señor alistará a Su ejército para acabar con Babilonia, que representa el
reino del hombre. Cuando el Señor regrese, Él vendrá como Juez y como Rey. Quien no se someta
ni se arrepintiere, morirá.

(Isaías 13:3-4) Yo he dado órdenes a mis consagrados, también he llamado a mis guerreros, a los
que se regocijan de mi gloria, para ejecutar mi ira. (4) Ruido de tumulto en los montes, como de
mucha gente. Ruido de estruendo de reinos, de naciones reunidas. El SEÑOR de los ejércitos pasa
revista (heb. Mifkad) al ejército para la batalla.

Nehemías 3: Regreso a la Puerta de las Ovejas

Regreso a la puerta de las Ovejas

Luego de dar una vuelta completa alrededor de Jerusalén, regresamos a la Puerta de las Ovejas.

Esta es la puerta del inicio, el punto de partida. Pero el regreso a la Puerta de las Ovejas también
representa una promesa profética para los últimos tiempos…

(Ezequiel 34:11-15) Porque así dice el Señor DIOS: He aquí, yo mismo buscaré mis ovejas y velaré
por ellas. (12) Como un pastor vela por su rebaño el día que está en medio de sus ovejas
dispersas, así yo velaré por mis ovejas y las libraré de todos los lugares adonde fueron dispersadas
un día nublado y sombrío. (13) Las sacaré de los pueblos y las juntaré de las tierras; las traeré a su
propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las barrancas y por todos los lugares
habitados del país. (14) Las apacentaré en buenos pastos, y en los altos montes de Israel estará
su apacentadero. Allí reposarán en apacentadero bueno, y apacentarán en ricos pastos sobre los
montes de Israel. (15) Yo apacentaré mis ovejas y las llevaré a reposar--declara el Señor DIOS.

La Puerta de las Ovejas también representa el retorno a Sión.

(Isaías 40:9-11) Súbete a un alto monte, oh Sion, portador de buenas nuevas; levanta con fuerza
tu voz, oh Jerusalén, portadora de buenas nuevas; levántala, no temas. Di a las ciudades de Judá:
Aquí está vuestro Dios. (10) He aquí, el Señor DIOS vendrá con poder, y su brazo gobernará por
Él. He aquí, con Él está su galardón, y delante de Él su recompensa. (11) Como pastor apacentará
su rebaño, en su brazo recogerá los corderos, y en su seno los llevará; guiará con cuidado a las
recién paridas.

El pueblo de Israel es el rebaño de Dios.

(Ezequiel 34:31) Vosotras, ovejas mías, sois el rebaño de mi prado, hombres sois, y yo soy vuestro
Dios--declara el Señor DIOS.

Jesús habló también de “otras ovejas”.

(Juan 10:16) Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es necesario traerlas,
y oirán mi voz, y serán un rebaño con un solo pastor.

Muchos creyentes no son israelitas, pero han creído en el Dios de Israel, y son contados como
pueblo de Dios, pues han sido “injertados” en el olivo natural (Rom. 11).

(Efesios 2:11-18) Recordad, pues, que en otro tiempo vosotros los gentiles en la carne, llamados
incircuncisión por la tal llamada circuncisión, hecha por manos en la carne, (12) recordad que en
ese tiempo estabais separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos
de la promesa, sin tener esperanza, y sin Dios en el mundo. (13) Pero ahora en Cristo Jesús,
vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo. (14)
Porque El mismo es nuestra paz, quien de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared
intermedia de separación, (15) aboliendo en su carne la enemistad, la ley de los mandamientos
expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así
la paz, (16) y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo
dado muerte en ella a la enemistad. (17) Y vino y anuncio paz a vosotros que estabais lejos, y paz
a los que estaban cerca; (18) porque por medio de El los unos y los otros tenemos nuestra entrada
al Padre en un mismo Espíritu.

Tanto judíos como cristianos de todas las naciones, ambos pueblos serán uno solo. La Biblia
identifica a los creyentes gentiles como “Efraín” (o la Casa de Israel, también conocidas como las
“10 Tribus Perdidas”…¡pero a Dios no se le ha perdido ni una!). También ellos regresarán a
Jerusalén.

(Jeremías 31:8-14) He aquí, yo los traigo del país del norte, y los reuniré de los confines de la
tierra, entre ellos los ciegos y los cojos, la mujer encinta y también la que está dando a luz; una
gran compañía volverá acá. (9) Con llanto vendrán, y entre súplicas los guiaré; los haré andar
junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy un padre para
Israel, y Efraín es mi primogénito. (10) Oíd, naciones, la palabra del SEÑOR, anunciad en las costas
lejanas, y decid: El que dispersó a Israel lo reunirá, y lo guardará como un pastor a su rebaño. (11)
Porque el SEÑOR ha rescatado a Jacob, y lo ha redimido de manos más fuertes que él. (12)
Vendrán y gritarán de júbilo en lo alto de Sion, y radiarán de gozo por la bondad del SEÑOR: por el
grano, por el vino y por el aceite, y por las crías de las ovejas y de las vacas. Su alma será como
huerto regado, y nunca más languidecerán. (13) Entonces la virgen se alegrará en la danza, y los
jóvenes y los ancianos a una; cambiaré su duelo en gozo, los consolaré y los alegraré de su tristeza.
(14) Y llenaré con abundancia el alma de los sacerdotes, y mi pueblo se saciará de mi bondad--
declara el SEÑOR.

(Jeremías 50:17-20) Rebaño descarriado es Israel; los leones lo han ahuyentado. Primero lo
devoró el rey de Asiria, y después Nabucodonosor, rey de Babilonia, quebró sus huesos. (18) Por
tanto, así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: "He aquí, castigaré al rey de Babilonia y a
su tierra, como castigué al rey de Asiria. (19) "Y volveré a traer a Israel a su pastizal, y pacerá en el
Carmelo y en Basán, y se saciarán sus deseos en la región montañosa de Efraín y en Galaad. (20)
"En aquellos días y en aquel tiempo"--declara el SEÑOR-- "se buscará la iniquidad de Israel, pero
no habrá ninguna, y los pecados de Judá, pero no se hallarán; porque perdonaré a los que yo haya
dejado como remanente."

Este día del perdón será el cumplimiento del Día de Expiación (heb. Yom Kipur), que también se
conoce en la Biblia como el “Día del Señor”.

Seamos judíos o gentiles, todo aquel que crea en el Cordero de Dios y haya hecho a Dios como rey
de su vida, entrará por la Puerta de las Ovejas en la Segunda Venida del Señor. El profeta Miqueas
le fue revelado esto en una visión:

(Miqueas 2:12-13) De cierto te reuniré todo, oh Jacob; ciertamente recogeré el remanente de


Israel; los reuniré como ovejas de Bosra, como rebaño en medio de su aprisco; harán estruendo
por la multitud de hombres. (13) Subirá rompedor delante de ellos; romperán y pasarán la
puerta, y saldrán por ella: y su rey pasará delante de ellos, y a la cabeza de ellos Jehová.

Nehemías 3: Panorama de las Puertas

Panorama de las Puertas

Veamos ahora el panorama general de todas las puertas alrededor de Jerusalén, y lo que ellas
representan:

1-Puerta de Las Ovejas: Hacer la confesión de fe en Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo (Juan 1:29).

2-Puerta del Pescado: Dar testimonio de Jesucristo a los demás, en palabra y obra.

3-Puerta Vieja: Regresar a las sendas antiguas y la sanidad del pasado.

4-Puerta del Valle: Aprender las lecciones que nos traen las pruebas y los errores.

5-Puerta del Muladar: Deshacerse de todo pecado que el Señor vaya sacando a luz.

6-Puerta de la Fuente: Recibir el Espíritu Santo, y permitir que fluya como fuente de agua viva en
nuestro ser.
7-Puerta de las Aguas: Inmersión en agua, para dejar al viejo hombre atrás y resucitar a una nueva
vida en el Señor.

8-Puerta de los Caballos: Intercesión y guerra espiritual.

9-Puerta de Oriental: La Segunda Venida del Mesías, cuando venga a juzgar a las naciones y a
reinar sobre toda la Tierra.

10-Puerta de la Inspección: Daremos cuenta al Señor de lo que hicimos en nuestra vida con lo que
Él nos dio, y recibiremos la nueva asignación para el Milenio.

El Retorno a la Puerta de las Ovejas:

el Retorno a Sión.

...Meditemos en cuál puerta nos encontramos para seguir avanzando...

Nehemías 3: Entre puerta y puerta

Muros entre Puerta y Puerta

Algo que no hemos mencionado aún es que, entre puerta y puerta, los retornados también iban
edificando los muros.

Por lo general, quien colaboraba en la construcción de cada sección del muro eran los que vivían
cerca.

(Nehemías 3:10) Asimismo restauró junto a ellos, y frente a su casa, Jedaía hijo de Harumaf; y
junto a él restauró Hatús hijo de Hasabnías.

(Nehemías 3:23) Después de ellos restauraron Benjamín y Hasub, frente a su casa; y después de
éstos restauró Azarías, hijo de Maasías hijo de Ananías, cerca de su casa.

(Nehemías 3:28-30) Desde la puerta de los Caballos restauraron los sacerdotes, cada uno enfrente
de su casa. (29) Después de ellos restauró Sadoc hijo de Imer, enfrente de su casa: y después de
él restauró Semaías hijo de Secanías, guarda de la puerta Oriental. (30) Tras él restauró Hananías
hijo de Selemías, y Hanún hijo sexto de Salaf, el otro tramo. Después de él restauró Mesulam, hijo
de Berequías, enfrente de su cámara.

Eso nos enseña que la edificación debe comenzar cerca, en un mismo y en la casa propia…antes de
pensar en ir a “salvar al mundo”. Hasta que uno ya ha limpiado su parte, podría uno considerar
ayudar a los otros.

(Mateo 7:3-5) ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, pero no consideras la
viga que está en tu propio ojo? (4) ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y
he aquí hay una viga en tu propio ojo? (5) ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo,
entonces mirarás claramente para sacar la paja del ojo de tu hermano.
¿Quiénes participaron?

Aquí vemos que todo tipo de persona se unió al proyecto de reconstrucción, tanto sacerdotes
como mercaderes, desde perfumistas hasta plateros, hombres y mujeres.

Pero hubo unos pocos que no querían ensuciar sus manos.

(Nehemías 3:4-5) Y junto a ellos restauró Meremot hijo de Urías, hijo de Cos, y al lado de ellos,
restauró Mesulam hijo de Berequías, hijo de Mesezabeel. Junto a ellos restauró Sadoc hijo de
Baana. (5) E inmediato a ellos restauraron los tecoítas; pero sus nobles no prestaron su cerviz a la
obra de su Señor.

Tal vez los nobles se creían “demasiado especiales” para manchar sus vestidos y arruinarse las
uñas. Pero sabemos que no debía ser así. En la obra de Dios, todos debemos trabajar. Cada uno
debe hacer su parte.

El texto dice que los “nobles no prestaron su cerviz a la obra del Señor”. La cerviz es el cuello, y
representa la voluntad. Ellos no quisieron doblegar su voluntad a la del Señor. Es impresionante,
pero hay gente que cree estar “sobre la ley”, aun la de Dios. Esto es un gran engaño, porque todos
tendremos que dar cuentas a Dios por lo que haya hecho o haya dejado de hacer.

El Señor nos dijo que nos pusiéramos “Su yugo” sobre nuestra cerviz. Es decir, aceptar hacer Su
voluntad.

(Mateo 11:28-30) Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
(29) Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas. (30) Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

Por lo general, el yugo se pone sobre dos animales que son similares; de lo contrario, uno trabaja
más que el otro. Pero al Señor no le importa llevar la carga sobre Sus hombros, porque Él puede.
Por lo tanto, si nos ponemos el yugo del Señor, será fácil.

En lugar de ser “carga”, la obediencia al Señor nos permite descansar. Primero, porque no
tenemos que “adivinar” lo que es bueno o malo, como lo hace el mundo. Segundo, porque todo lo
que el Señor espera es que hagamos lo que podamos, y Él nos ayuda al resto. Pero si
endurecemos la cerviz y nos quitamos el yugo para hacer lo que queremos, todo el peso caerá
sobre nuestros hombros.

El día de hoy, todos los creyentes estamos llamados a edificar a la Iglesia, comenzando por uno
mismo.

¿Estamos haciendo cada uno nuestra parte?

No olvidemos que lo que hace cada creyente afecta a toda la congregación.

Nehemías 4:1-6

El Enemigo Busca Desanimar


Como ya vimos, el enemigo no puede soportar ver que el pueblo de Dios se levante, edifique,
prospere y sea bendecido. Por lo tanto, no debe sorprendernos que cuando los muros de
Jerusalén comenzaron a ser reedificados, el enemigo volvió a atacar.

(Nehemías 4:1-2) Y sucedió que cuando Sanbalat se enteró de que estábamos reedificando la
muralla, se enfureció y se enojó mucho. Y burlándose de los judíos, (2) habló en presencia de sus
hermanos y de los ricos de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿La restaurarán para
sí mismos? ¿Podrán ofrecer sacrificios? ¿Terminarán en un día? ¿Harán revivir las piedras de los
escombros polvorientos, aun las quemadas?

Toda burla duele cuando se hace a la cara, pero cuando se hace en público es mucho peor.
Sanbalat se burló de los judíos ante la sociedad de aquellos tiempos. No es difícil imaginar que
todos se reían al oír sus comentarios.

Ciertamente esto aplica también a nosotros el día de hoy. Cuando comenzamos a hacer las cosas
como Dios manda, el enemigo incita a alguien para que se burle de uno. Sin duda duele, pero no
olvidemos que el propósito de la burla es frustrar nuestra edificación.

En el momento en que alguien se burle de nosotros, tendremos que tomar una decisión: quedar
bien con la gente o con Dios. Si estamos claros que lo que hacemos es la voluntad de Dios,
debemos seguir adelante, aunque quedemos mal “en sociedad”.

La voz de Sanbalat es la de la intimidación y burla. Ataca con sus palabras para desanimar, frustrar
y aún destruir. Lo más engañoso de este enemigo es que usa la razón. Lo que los judíos
pretendían hacer parecía humanamente imposible. Aquí es donde algunos caen, porque ponen
sus ojos en las circunstancias en lugar de en Dios. Pero no olvidemos que, si el Señor nos manda a
hacer algo, Él nos capacitará para lograrlo, aunque parezca imposible. Cuando se trata de cumplir
el propósito de Dios, no hay consejo humano ni circunstancias naturales que puedan frenarlo.

También Tobías se unió a la burla.

(Nehemías 4:3) Tobías el amonita estaba cerca de él, y dijo: Aun lo que están edificando, si un
zorro saltara sobre ello, derribaría su muralla de piedra.

Como vimos antes, Tobías significa: “YHVH es bueno”. Su nombre da la apariencia de ser alguien
bueno, pero en el fondo es un enemigo. Tobías representa la religiosidad. Los religiosos se creen
“tan buenos”, que nada de lo que hacen los demás les parece bien. Critican todo, y con su boca
destruyen lo que los demás están tratando de edificar.

Respuesta ante la Burla

Nehemías nos enseña la forma en que debemos responder a la burla y las críticas.

(Nehemías 4:4-6) Oye, oh Dios nuestro, cómo somos despreciados. Devuelve su oprobio sobre sus
cabezas y entrégalos por despojo en una tierra de cautividad. (5) No perdones su iniquidad, ni su
pecado sea borrado de delante de ti, porque han desmoralizado a los que edifican.

Nehemías no se defendió ante sus críticos ni se puso a dar explicaciones. Él puso sus ojos en Dios,
no en los hombres. Llevó su carga ante el Señor, y le pidió que Él se hiciera cargo de sus enemigos.
¿No han notado que cuando uno se defiende o se excusa ante los demás, uno termina
enredándose más? Cuando estamos haciendo la obra de Dios, no hay que darle razones a nadie;
al único que debemos rendirle cuentas es al Señor…y a nadie más.

La oración de Nehemías es fuerte, pero también seria era la consecuencia de las burlas de los
enemigos, pues lo que querían era desanimar la reedificación de Jerusalén. Igualmente fuertes
son las palabras que Jesús habló contra los que son piedra de tropiezo, y así frenan la edificación
de la Iglesia:

(Mateo 18:6-7) Pero al que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le
sería que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogara
en lo profundo del mar. (7) ¡Ay del mundo por sus piedras de tropiezo! Porque es inevitable que
vengan piedras de tropiezo; pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!

En la parábola, Jesús dijo lo que hará con aquellos que sean piedra de tropiezo.

(Mateo 13:40-43) Por tanto, así como la cizaña se recoge y se quema en el fuego, de la misma
manera será en el fin del mundo. (41) El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su
reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad; (42) y los echarán en el
horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes. (43) Entonces los justos resplandecerán
como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga.

Esto es algo que Él hará—no nosotros. Uno debe hacer su parte y seguir edificando lo que le
corresponde, y Dios hará Su parte.

Nehemías hizo a un lado la burla y escarnio, y siguió edificando, para cumplir con la misión que
Dios le había encomendado.

(Nehemías 4:6) Y edificamos la muralla hasta que toda la muralla estaba unida hasta la mitad de
su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.

Igualmente debemos hacer nosotros…!

Nehemías 4:6-13: el Enemigo contraataca

El Enemigo Contraataca

El pueblo de Dios no se dejó desanimar por la burla de los enemigos. Ellos siguieron edificando
con ahínco, y lograron llegar a la mitad del muro, a todo el derredor de la ciudad.

(Nehemías 4:6) Y edificamos la muralla hasta que toda la muralla estaba unida hasta la mitad de
su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.

Por supuesto, los enemigos no estaban contentos con tal progreso, y buscaron otra forma de
frenarlos. Como la burla no les funcionó, probaron usar amenazas y aún la fuerza.

(Nehemías 4:7-8) Aconteció que cuando Sanbalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los de Asdod
se enteraron que continuaba la reparación de las murallas de Jerusalén, que las brechas
comenzaban a ser cerradas, se enojaron mucho. (8) Y todos ellos conspiraron juntos para venir a
luchar contra Jerusalén y causar disturbio en ella.

La Defensa

Todos los enemigos se unieron en contra del pueblo de Dios, pero Nehemías siguió firme, puestos
sus ojos en Dios.

(Nehemías 4:9) Entonces oramos a nuestro Dios, y para defendernos montamos guardia contra
ellos de día y de noche.

Ciertamente la mejor defensa es la oración. Es el arma espiritual más eficaz. Pero orar no sólo
significa “pedir o clamar”. En la oración, no sólo nos encomendamos a Dios, sino que también
recibimos Su dirección. Orar es comunicarse con Dios, de dos vías: hablando y escuchando. Al
comunicarnos más, le conoceremos mejor, y así nuestra fe crece. Orar no implica “quedarse con
los brazos cruzados”. Es hablar con Dios, y luego hacer lo que Él nos diga.

Nehemías montó la guardia día y noche. Esto es lo mismo que hacen los creyentes ante un estado
de guerra espiritual. Se forma una “cadena de oración” para que en todo momento haya alguien
que está orando por determinada situación. En lo individual no podemos pasar todo el día en
oración, pero ciertamente sí podemos orar en la mañana y en la noche. Esto es algo que no
podemos dejar de hacer (I Tes. 5:17; Col 4:2). Luego de enumerar las armas espirituales, Pablo nos
exhorta a perseverar en la oración:

(Efesios 6:18) Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así, velad con toda
perseverancia y súplica por todos los santos.

El Ánimo Decae

Cuando uno comienza un proyecto, es fácil estar animado y lleno de esperanza. Aun es
emocionante cuando uno está a punto de concluir el proyecto. Pero, ¿qué podemos decir cuando
uno va por la mitad? Allí es cuando muchos se dan por vencido.

(Nehemías 4:10) Pero se decía en Judá: Desfallecen las fuerzas de los cargadores, y queda mucho
escombro; nosotros no podemos reedificar la muralla.

No todos tenían la fe de Nehemías. Ante la presión del enemigo, algunos del pueblo comenzaron
a flaquear. En este caso, se menciona específicamente a los cargadores. Ellos eran los encargados
de limpiar el terreno y llevarse los escombros lejos. Su trabajo era crucial, porque si no se
limpiaba primero el terreno, los demás no podían edificar.

En un sentido espiritual, debemos entender es que la obra de limpieza no la debemos hacer solos;
es decir, debemos pedir la ayuda del Espíritu Santo. Si lo hacemos con nuestras propias fuerzas,
nos vamos a “cargar”. Esto es lo que representan los “cargadores”. Hay personas que se
condenan por el escombro que descubren en su vida, y luego llevan ese peso sobre sus hombros.
Otros se cargan creyendo que ellos pueden salvar sus propias vidas. No es difícil adivinar que,
llevando tales cargas, muy pronto se agotarán, flaquearán y caerán.

Por eso es importante aprender a depositar las cargas en Dios y descansar en Él.
(Mateo 11:28-30) Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar.
(29) Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
hallaréis descanso para vuestras almas. (30) Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera.

Entró la Duda

Los primeros en desfallecer fueron los “cargadores”. Y cuando uno está cansado, cede con mayor
facilidad. Cansados del trabajo y la lucha, el pueblo comenzó a dudar.

(Nehemías 4:12) Y sucedió que cuando los judíos que habitaban cerca de ellos vinieron y nos
dijeron diez veces: Subirán contra nosotros de todo lugar adonde os volváis.

Nótese que la duda entró por aquellos de los judíos que vivían lejos, en los pueblos del enemigo.
Estos representan a los creyentes que tienen un pie en el mundo y el otro en la iglesia. Estando en
esa posición, más que oír la voz de Dios, oyen la voz del enemigo.

Los judíos que vivían en los pueblos cercanos (donde vivían también los enemigos), comenzaron a
dudar. No sólo eso, sino que comenzaron a hablar y a confesar. Dieron ese reporte 10 veces.
Diez es el número de “congregación”. Al final, su duda contaminó al resto del pueblo.

Cuando uno abre la puerta a la duda, entran como torrente los pensamientos negativos.

El enemigo nos habla mentiras para que dejemos de creer en Dios. Si uno no pone un alto a esas
mentiras con la espada de la verdad de Dios, uno puede perder la fe.

(Nehemías 4:12-13) Y sucedió que cuando los judíos que habitaban cerca de ellos vinieron y nos
dijeron diez veces: Subirán contra nosotros de todo lugar adonde os volváis, (13) entonces aposté
hombres en las partes más bajas del lugar, detrás de la muralla y en los sitios descubiertos; aposté
al pueblo por familias con sus espadas, sus lanzas y sus arcos.

Lo que hizo Nehemías como defensa fue unir al pueblo, armarlo y poner guardias en lugares
estratégicos. Mañana veremos la diferencia que hace la unión…

Nehemías 4:13-21: Estrategia de Defensa

Estrategia de Defensa

Ayer comenzamos a ver cuál fue la estrategia de Nehemías para defenderse de los enemigos.

(Nehemías 4:13) entonces aposté hombres en las partes más bajas del lugar, detrás de la muralla
y en los sitios descubiertos; aposté al pueblo por familias con sus espadas, sus lanzas y sus arcos.

a. Lugares Estratégicos
Primero, Nehemías colocó guardias en los lugares más vulnerables. De la misma manera, nuestra
guerra espiritual e intercesión debe darle prioridad a aquellas áreas más vulnerables de la Iglesia,
pues allí es donde más se necesita.

b. Por Familia

Nehemías armó los grupos de defensa por familias. ¿Quién lo conoce mejor a uno que la propia
familia? Para poder luchar contra el enemigo en una forma más efectiva, es mejor si uno conoce
bien al guerrero que pelea a la par. La intercesión comienza por los miembros de nuestra familia
inmediata…luego podemos ir a interceder por el mundo entero.

Nehemías les dio armas a las familias. De la misma manera, nosotros debemos enseñar a nuestros
hijos con cuáles armas espirituales contamos y cómo batallar en el espíritu.

c. No Pelear Solos

Así como los enemigos se unieron para atacarlos, el pueblo de Dios debía unirse para defenderse.
Uno no debe pelear solo.

¿A quién ataca el león? Al animalito que queda solo, que se aparta de la manada. Pero si ese
pequeño permanece con el grupo, el león no se atreve a tocarlo. Lo mismo sucede con el
enemigo, que como león rugiente busca a quien devorar.

(1 Pedro 5:8) Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho
como león rugiente, buscando a quien devorar.

Por eso es importante que permanezcamos conectados con la comunidad de creyentes.

(Hebreos 10:23-25) Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel
es el que prometió; (24) y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas
obras, (25) no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino
exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca.

“Congregarse” no sólo es compartir la misma banca de la iglesia el día domingo. Más bien implica
una relación cercana que promueva el mutuo interés, apoyo, ánimo, exhortación, y aún
confrontación cuando sea necesario—en resumen, la mutua edificación.

(I Tesalonicenses 5:11) Por tanto, alentaos los unos a los otros, y edificaos el uno al otro, tal como
lo estáis haciendo.

¿Por qué es tan importante la unión? Porque la debilidad de uno es la fortaleza de otro. Unos se
complementan con los otros para ser completos. En el tiempo de Nehemías, unos trabajaban de
día, y otros hacían guardia de noche, pero todos trabajaban y todos llevaban su espada al costado.

(Nehemías 4:19-21) Y dije a los nobles, a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y
extensa, y estamos separados en la muralla, lejos el uno del otro. (20) En el lugar que oigáis el
sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros. (21)
Hacíamos el trabajo con la mitad empuñando lanzas desde el despuntar del alba hasta que salían
las estrellas.
Cuando Nehemías puso en acción su plan estratégico de defensa, los planes del enemigo se
vinieron abajo.

(Nehemías 4:15-18) Sucedió que nuestros enemigos se enteraron que lo sabíamos y que Dios
había desbaratado sus planes; entonces todos nosotros volvimos a la muralla, cada uno a su
trabajo. (16) Y sucedió que desde aquel día la mitad de mis hombres trabajaban en la obra
mientras que la otra mitad portaba las lanzas, los escudos, los arcos y las corazas; y los capitanes
estaban detrás de toda la casa de Judá. (17) Los que reedificaban la muralla y los que llevaban
cargas llevaban la carga en una mano trabajando en la obra, y en la otra empuñaban un arma.
(18) Cada uno de los que reedificaban tenía ceñida al lado su espada mientras edificaba. El que
tocaba la trompeta estaba junto a mí.

A pesar de la victoria, Nehemías no bajó la guardia. Tampoco nosotros debemos hacerlo hoy.
Sabemos que el enemigo quiere desanimar la edificación de la Iglesia, por lo tanto debemos
mantenernos en alerta, con la espada de la Palabra a la mano y orando en todo tiempo, al mismo
tiempo que seguimos trabajando en nuestras vidas.

Mañana veremos otras dos estrategias de Nehemías…

Nehemías 4:22-23: Otra Defensa

Otras estrategias de defensa que Nehemías implementó son las siguientes:

e. No Se Desnudaron

Además del apoyo mutuo, hay otra estrategia relacionada que menciona Nehemías al final del
capítulo:

(Nehemías 4:22-23) También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado se quede dentro de
Jerusalén, para que de noche nos sirvan de centinelas, y de día en la obra. (23) Y ni yo, ni mis
hermanos, ni mis mozos, ni la gente de guardia que me seguía, desnudamos nuestra ropa; cada
uno se desnudaba solamente para lavarse.

Los guardias tenían que estar alertas en todo tiempo. No podían con nada, ni aun cambiándose la
ropa. Pero, ¿por qué menciona Nehemías esto es particular? Nehemías lo menciona en un
sentido natural, pero también tiene una aplicación espiritual.

“Desnudarse” es quitarse lo que nos cubre las partes privadas. En un sentido espiritual,
“desnudar” implica hacer pública una vergüenza privada. La única razón por la que debe
exponerse un pecado oculto es para lavarlo, y para nada más. Sobre todo en un tiempo de guerra
espiritual, es importante que el pueblo esté unido. Pero la crítica y el chisme no sólo distraen, sino
que traen división y desunión.

Un problema serio en la Iglesia es la crítica a aquellos que piensan diferente a uno. Por eso hay
tanta división en el Cuerpo de Cristo. Pero es importante que hagamos a un lado las diferencias y
nos concentremos en lo que tenemos en común. Primero está Dios, y Él puede reconciliarnos.
Pero también tenemos un enemigo en común, y él quiere dividirnos. Contra ese enemigo
debemos pelear, no entre los hermanos.
La lengua es capaz de edificar o destruir. Tiene poder de vida o de muerte.

(Proverbios 18:20-21) Del fruto de la boca del hombre se saciará su vientre; del producto de sus
labios será saciado. (21) La muerte y la vida están en poder de la lengua; y el que la ama comerá
de sus frutos.

Cuidemos que lo que salga de nuestra boca sea para edificación, no destrucción.

(Efesios 4:29) Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca; sino la que sea buena y sirva
para edificación, para que dé gracia a los oyentes.

e. Temor a Dios, no al hombre

Una de las principales armas de defensa en contra de los ataques del enemigo es la FE en Dios.

(Efesios 6:16) Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de
fuego del maligno.

Lo opuesto a la fe es el miedo. El miedo nos desarma, y aún nos lleva a hacer locuras que nunca
hubiéramos pensado hacer. Por eso es crucial superar el miedo cuando vamos a pelear.
Nehemías lo sabía, y por eso dijo:

(Nehemías 4:14) Cuando vi su temor, me levanté y dije a los nobles, a los oficiales y al resto del
pueblo: No les tengáis miedo; acordaos del Señor, que es grande y temible, y luchad por vuestros
hermanos, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestras mujeres y vuestras casas.

¿Cómo podemos quitarnos el miedo el enemigo? Volviendo los ojos a Dios. Si vemos Quién es Él y
de lo que es capaz, el miedo se desvanecerá. Mientras más conocemos a Dios, menos miedo del
hombre tendremos.

Esta lección la aprendió el rey Ezequías, y por eso pudo decir lo siguiente:

(II Crónicas 32:7-8) Sed fuertes y valientes; no temáis ni os acobardéis a causa del rey de Asiria, ni
a causa de toda la multitud que está con él, porque el que está con nosotros es más poderoso que
el que está con él. (8) Con él está sólo un brazo de carne, pero con nosotros está el SEÑOR
nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo confió en las palabras de
Ezequías, rey de Judá.

Nehemías 5:1-13: Problema Interno

Problema Interno

Nehemías pudo enfrentar a los enemigos externos, pero luego salió a luz ciertos problemas
internos que estaban minando al pueblo desde adentro.

El principal problema es que la gente no tenía suficiente dinero ni recursos para vivir. De una
forma u otra, todos tenían problemas económicos. La gente se quejaba de lo siguiente:
(Nehemías 5:1-4) Y hubo gran clamor del pueblo y de sus mujeres contra sus hermanos judíos. (2)
Había quienes decían: Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas somos muchos; por tanto, que se
nos dé trigo para que comamos y vivamos. (3) Había otros que decían: Nosotros tenemos que
empeñar nuestros campos, nuestras viñas y nuestras casas para conseguir grano, a causa del
hambre. (4) También había otros que decían: Hemos pedido dinero prestado para el impuesto del
rey sobre nuestros campos y nuestras viñas.

La gente se estaba viendo forzada a pedir prestado para poder vivir. Lo más frustrante era que
aun esos préstamos no iban a solucionar sus problemas, sino que sólo iban a cubrir las
necesidades inmediatas. Esto significa que después de haberse comido el préstamo, no iban a
tener nada para poder saldar las deudas, por consiguiente, iban a caer en esclavitud.

(Nehemías 5:5) Ahora bien, nuestra carne es como la carne de nuestros hermanos, y nuestros
hijos como sus hijos. Sin embargo, he aquí, estamos obligando a nuestros hijos y a nuestras hijas a
que sean esclavos, y algunas de nuestras hijas ya están sometidas a servidumbre, y no podemos
hacer nada porque nuestros campos y nuestras viñas pertenecen a otros.

¿Por qué el pueblo estaba en tal crisis económica? La raíz del problema era que los prestamistas
se estaban aprovechando de la necesidad de los que pedían prestado, pues les estaban prestando
con intereses altísimos que les iba a ser prácticamente imposible pagar. Esto suele suceder en
tiempos de crisis, como las guerras o calamidades naturales. Hay gente que se enriquece a costa
de la necesidad de los demás. Esto es deleznable e inmoral, y por eso Nehemías se enojó mucho
cuando oyó sobre esto que se estaba dando entre el pueblo.

La Biblia claramente enseña en contra de la usura, que es el cobro excesivo de interés por un
préstamo.

(Éxodo 22:25) Si prestas dinero a mi pueblo, a los pobres entre vosotros, no serás usurero con él;
no le cobrarás interés.

(Deuteronomio 23:19) No cobrarás interés a tu hermano: interés sobre dinero, alimento, o


cualquier cosa que pueda ser prestado a interés.

(Levítico 25:35-43) En caso de que un hermano tuyo empobrezca y sus medios para contigo
decaigan, tú lo sustentarás como a un forastero o peregrino, para que viva contigo. (36) No
tomes interés y usura de él, mas teme a tu Dios, para que tu hermano viva contigo. (37) No le
darás tu dinero a interés, ni tus víveres a ganancia. (38) Yo soy el SEÑOR vuestro Dios, que os
saqué de la tierra de Egipto para daros la tierra de Canaán y para ser vuestro Dios. (39) Y si un
hermano tuyo llega a ser tan pobre para contigo que se vende a ti, no lo someterás a trabajo de
esclavo. (40) Estará contigo como jornalero, como si fuera un peregrino; él servirá contigo hasta
el año de jubileo. (41) Entonces saldrá libre de ti, él y sus hijos con él, y volverá a su familia, para
que pueda regresar a la propiedad de sus padres. (42) Porque ellos son mis siervos, los cuales
saqué de la tierra de Egipto; no serán vendidos en venta de esclavos. (43) No te enseñorearás de
él con severidad, más bien, teme a tu Dios.

Cuando Nehemías oyó sobre la situación del pueblo, se enojó mucho. Ellos no habían logrado su
libertad para caer de nuevo como esclavos, y peor aún, de manos de los mismos hermanos. Por
eso Nehemías convocó al pueblo para llamarles la atención
(Nehemías 5:6-11) Entonces me enojé en gran manera cuando oí su clamor y estas palabras. (7)
Se rebeló mi corazón dentro de mí, y contendí con los nobles y con los oficiales y les dije: Estáis
cobrando usura cada uno a su hermano. Y congregué contra ellos una gran asamblea. (8) Y les
dije: Nosotros, conforme a nuestras posibilidades, hemos redimido a nuestros hermanos judíos
que fueron vendidos a las naciones; y ahora, ¿venderéis a vuestros hermanos para que sean
vendidos a nosotros? Entonces se quedaron callados y no hallaron respuesta. (9) Y agregué: No
está bien lo que hacéis; ¿no debéis andar en el temor de nuestro Dios a causa del oprobio de las
naciones enemigas nuestras? (10) También yo y mis hermanos y mis siervos les hemos prestado
dinero y grano. Os ruego, pues, que abandonemos esta usura. (11) Os ruego que hoy mismo les
devolváis sus campos, sus viñas, sus olivares y sus casas; también la centésima parte del dinero y
del grano, del mosto y del aceite que estáis exigiendo de ellos.

¿Cómo reaccionaron los prestamistas ante este llamado de atención?

(Nehemías 5:12-13) Entonces ellos dijeron: Lo devolveremos y no les exigiremos nada; haremos
tal como has dicho. Y llamé a los sacerdotes y les hice jurar que harían conforme a esta promesa.
(13) También sacudí los pliegues de mi manto y dije: Así sacuda Dios de su casa y de sus bienes a
todo hombre que no cumpla esta promesa; así sea sacudido y despojado. Y toda la asamblea dijo:
¡Amén! Y alabaron al SEÑOR. Entonces el pueblo hizo conforme a esta promesa.

Nehemías no sólo demandó esto del pueblo, sino que lo vivía. A pesar que él era gobernador, él
no cargó al pueblo con impuestos. Más bien, en lugar de pedir para su beneficio, él compartía de
lo suyo con los demás (Neh. 5:14-19).

Sigamos el ejemplo de Nehemías amando al prójimo con hechos, no sólo con palabras.

(1 Juan 3:16-18) En esto conocemos el amor: en que El puso su vida por nosotros; también
nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. (17) Pero el que tiene bienes de este
mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor
de Dios en él? (18) Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

Nehemías 6:1-14

Conforme Nehemías levantaba los muros de defensa, los enemigos se molestaban cada vez más.
Habían tratado de frustrar los planes de reedificación, pero no lo habían logrado. Hasta el
momento, ninguna de sus tretas había funcionado. Lo único que les quedaba era deshacerse de
Nehemías.

(Nehemías 6:1) Y aconteció que cuando se les informó a Sanbalat, a Tobías, a Gesem el árabe y a
los demás enemigos nuestros que yo había reedificado la muralla y que no quedaba ninguna
brecha en ella, aunque en aquel tiempo yo no había asentado todavía las hojas en las puertas.

Nehemías ya había logrado cerrar las brechas en el muro. Por lo tanto, el enemigo no lo podía
tocar. De la misma manera, el adversario tampoco nos puede hacer nada si nosotros no hemos
abierto puerta al pecado (a menos que Dios lo permita por un propósito especial, como el caso de
Job).

Trampa de los enemigos


Dado que no podían hacerle nada a Nehemías, gracias a que la ciudad estaba protegida por sus
muros, entonces los enemigos hicieron planes de sacar a Nehemías “fuera” de la ciudad.

(Nehemías 6:2) Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: Ven y reunámonos juntos en alguna de las
aldeas en el campo de Ono. Pero ellos habían pensado hacerme mal.

Si él salía de Jerusalén amurallada, estaría expuesto y podrían hacer con él lo que quisieran. Con
esto en mente, lo mandaron a llamar. También nosotros, si nos salimos del orden de Dios (de los
muros de obediencia), nos exponemos a que el enemigo nos haga daño.

La respuesta de Nehemías nos enseña cómo debemos responder cuando el enemigo nos “invite” a
salirnos del orden de Dios.

(Nehemías 6:3-4) Y les envié mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir; porque
cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros. (4) Y enviaron a mí con el mismo asunto por
cuatro veces, y yo les respondí de la misma manera.

El enemigo es insistente, porque sabe que algunas personas ceden ante la presión. Pero
Nehemías no iba a ceder porque sabía lo que era bueno y correcto. Él iba a permanecer dentro de
los muros. ¿Qué hacemos nosotros ante la presión? Haremos bien en perseverar en la voluntad
de Dios, en lugar de ceder ante la voluntad del hombre.

Denuncia pública

Aun así, el enemigo no se dio por vencido, e insistió aún una quinta vez. En esta ocasión lo hizo
mandando una carta abierta, que hoy equivale a una denuncia pública.

(Nehemías 6:5-7) Envió entonces Sanbalat a mí su criado, a decir lo mismo por quinta vez, con una
carta abierta en su mano, (6) en la cual estaba escrito: Se ha oído entre las naciones, y Gasmu lo
dice, que tú y los judíos pensáis rebelaros; y que por eso edificas tú el muro, con la mira, según
estas palabras, de ser tú su rey; (7) Y que has puesto profetas que prediquen de ti en Jerusalén,
diciendo: ¡Hay rey en Judá! Y ahora serán oídas del rey las tales palabras; ven por tanto, y
consultemos juntos.

Esta era una acusación falsa, a ojos de todos. La intención era presionar a Nehemías a salir a
defenderse y aclarar la situación. Esta trampa es más sutil, porque parece algo justo y necesario.
Pero Nehemías pudo ver más allá, y sabía que las intenciones eran torcidas.

¿Cuántas veces el enemigo nos lanza golpes bajos para hacernos reaccionar? Y, ¿cómo
reaccionamos a esas provocaciones: Acaso salimos a la “defensa de nuestra dignidad”, o hacemos
lo que es correcto? Muchas veces el enemigo nos provoca para que salgamos del lugar seguro,
pues quiere rebajarnos a su nivel.

Nehemías no salió a defenderse, sino sólo envió un mensaje:

(Nehemías 6:8-9) Entonces envié yo a decirles: No hay tal cosa como dices, sino que de tu corazón
tú lo inventas. (9) Porque todos ellos nos intimidaban, diciendo: Se debilitarán las manos de ellos
en la obra, y no será hecha. Ahora, pues, oh Dios, fortalece mis manos.
Se requiere de mucha firmeza y confianza en Dios para no ceder ante las acusaciones falsas,
especialmente si son públicas. Pero hay instancias en que es mejor quedar callado y seguir
haciendo lo que uno debe hacer, y pedirle a Dios que nos ayude.

La Prueba de Fuego

La prueba más difícil que Nehemías tuvo que enfrentar fue la última, ya que fue la traición de
personas cercanas, dentro del pueblo de Dios: por Semaías y falsos profetas.

(Nehemías 6:10-14) Vine luego a casa de Semaías hijo de Delaías, hijo de Mehetabel, porque él
estaba encerrado; el cual me dijo: Reunámonos en la casa de Dios dentro del templo, y cerremos
las puertas del templo, porque vienen para matarte; sí, esta noche vendrán a matarte. (11)
Entonces dije: ¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Y quién, que fuera como yo, entraría al templo
para salvar su vida? ¡No entraré! (12) Y entendí que Dios no lo había enviado, sino que hablaba
aquella profecía contra mí, porque Tobías y Sanbalat le habían alquilado por salario. (13) Porque
fue sobornado para que yo fuese intimidado e hiciese así, y que pecase, y les sirviese de mal
nombre con que fuera yo infamado. (14) Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sanbalat, conforme
a estas sus obras, y también de Noadías profetisa, y de los otros profetas que trataban de
intimidarme.

Semaías le estaba tendiendo una trampa. Pero el mayor peligro no era quedar encerrado con el
enemigo. El verdadero problema era que él le estaba aconsejando a Nehemías que hiciera algo
indebido, ya que él no podía entrar en el Templo (probablemente porque era eunuco). Si hacía
algo indebido, aunque sea dentro de las murallas de Jerusalén, quedaría expuesto al enemigo por
haber abierto una brecha espiritual.

El enemigo puede usar a personas cercanas, y aún a personas que parecen santas, para hacernos
caer. Algunos se prestan para recibir algún beneficio personal, pero en realidad le están haciendo
un favor al enemigo. Sin embargo, así como Nehemías, el Señor nos puede dar discernimiento
para no dejarnos engañar.

Nehemías 6:15- 7:3

Milagro y Testimonio

A pesar de todas las adversidades, la muralla alrededor de Jerusalén fue levantada.

(Nehemías 6:15) Así que el muro fue terminado el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos
días.

La terminaron en tiempo record, lo cual sirvió de testimonio del poder del Dios de Israel ante
todas las naciones.

(Nehemías 6:16) Y sucedió que cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las
naciones que estaban en nuestros alrededores, y se sintieron muy humillados ante sus propios
ojos, y conocieron que esta obra había sido hecha por nuestro Dios.
De la misma manera, cuando el Señor comienza a obrar en nuestros corazones, nuestras vidas se
transforman, más rápido de lo que podríamos imaginar. Sólo el Señor puede hacer el milagro de
sanar corazones y cambiar vidas. Al ver esto, muchos creerán (Juan 20:30-31).

Guardianes en los Muros

Nehemías no se durmió en sus laureles. Él sabía que no sólo se deben levantar los muros, sino que
se deben cuidar.

(Nehemías 7:1-3) Y aconteció que, cuando el muro fue edificado, y hube colocado las puertas, y
que fueron señalados porteros y cantores y levitas, (2) di a mi hermano Hanani, y a Ananás el
príncipe del palacio, cargo sobre Jerusalén (porque éste era un hombre fiel y temeroso de Dios,
más que muchos); (3) y les dije: No se abran las puertas de Jerusalén hasta que caliente el sol; y
aun ellos presentes, cierren las puertas, y atrancad. Y señalé guardas de los moradores de
Jerusalén, cada cual en su guardia, y cada uno delante de su casa.

Lo que más se debe cuidar en una ciudad amurallada son las puertas, porque por allí se entra y se
sale al exterior. En un sentido espiritual, las puertas son los puntos de contacto que los creyentes
tienen con el mundo. Jesús dijo que no somos de este mundo, pero estamos en este mundo (Juan
17). Debemos aprender a relacionarnos con todos, pero también debemos poner ciertos límites, y
no permitir que nada malo entre a nuestros hogares, ni al pueblo de Dios.

La asignación de los guardias comienza de una forma natural: “cada uno delante de su casa” (7:3).
El hombre de la casa debe guardar la parte del muro que está delante de su hogar. En el orden de
Dios, los padres son estos guardias que cuidan qué o quién entra y sale de sus casas. El padre,
quien es la cabeza del hogar, tiene la llave de la puerta de su casa, y él determina lo qué entra en
su hogar. Él es el guardián, el atalaya en el muro, que protege a su familia. Él es quien debe
guardar que los muros de su casa estén levantados, y cuidar que por las puertas no entre algo
malo, no sólo a su casa sino al pueblo de Dios (la Iglesia).

Nehemías también asignó levitas y cantores. El padre de familia también es el sacerdote del
hogar, y quien lleve a la familia a alabar y a honrar a Dios. En nuestra cultura, ese rol se le ha
delegado a la madre, pero en realidad el responsable es el padre. El hombre no sólo tiene la
responsabilidad de traer pan a la mesa, sino también el pan espiritual.

Claro Como la Luz del Día

Nehemías ordenó que se mantuvieran cerradas las puertas hasta que el día estuviera claro. Esto
nos enseña que no debemos abrir las puertas de nuestro hogar a cualquiera que llame, mucho
menos si está oscuro, en tinieblas, cuando las cosas no se ven claras. Antes que algo entre a la
casa, debemos examinarlo antes; para ello, es necesario que haya “luz”, es decir, debe estar claro
“como la luz del día”, y ser lo correcto “a la luz de la Palabra”.

Nehemías 8:1-12.

Cinco días después de haber terminado la reconstrucción de los muros de Jerusalén, todo el
pueblo se reunió en Jerusalén para celebrar, ya que era día de fiesta.
(Nehemías 8:1-2) Y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de
la puerta de las Aguas. Y dijeron al escriba Esdras que trajese el libro de la ley de Moisés, que
Jehová mandó a Israel. (2) Y Esdras el sacerdote, trajo la ley delante de la congregación, así de
hombres como de mujeres, y de todo entendido para escuchar, el primer día del mes séptimo.

En el primer día del mes séptimo se celebra la Fiesta de Trompetas, que hoy se conoce más como
Rosh Hashana (lit. cabeza de año). Se considera como el “año nuevo”, pues en ese día fue creado
el hombre. Antes que el Señor cambiara el calendario (en Exodo 12:1-2), ese día marcaba el inicio
de un año nuevo. En tiempos de Nehemías, los judíos estaban celebrando precisamente un nuevo
inicio. Los muros de Jerusalén estaban levantados, y ahora podrían vivir en paz.

Dios les había dado gracia para reconstruir la ciudad en tiempo record, pero no había sido fácil.
Dado que les costó, lo apreciaban más. Ahora querían aprender a vivir como Dios manda, para
que no volviera a pasarles lo mismo. Por eso era significativo leer la Torá en ese día.

También nosotros, que hemos pasado estos días de ayuno y hemos limpiado nuestras vidas,
seguramente no queremos volver atrás. Lo que hemos avanzado y ganado, no lo queremos
perder; lo que hemos aprendido, no lo queremos olvidar.

A lo largo de este estudio hemos aprendido que los muros caídos representan áreas de pecado
que dejan espacios abiertos por donde el enemigo puede entrar. En este tiempo hemos estado
levantando los muros caídos. Cuando estén levantados, vamos a querer guardarlos así. ¿Cómo
lograrlo? Igual que en tiempos de Nehemías, debemos oír la Palabra de Dios, y ponerla en
práctica.

Reacción del Pueblo

Tal vez damos por sentado que los judíos conocían la Ley, sólo por el hecho de ser judíos. Pero la
realidad es que no estaban muy familiarizados con la ley de Dios. Los retornados reconstruyeron
la ciudad de Jerusalén y levantaron sus muros, y ahora debían aprender a vivir como Dios manda
en la Ciudad que Dios escogió para poner allí Su Nombre.

(Nehemías 8:3-6) Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas,
desde el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y entendidos; y los oídos de
todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley. (4) Y Esdras el escriba estaba sobre un púlpito de
madera, que habían hecho para ello… (5) Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo
(porque estaba más alto que todo el pueblo); y como lo abrió, todo el pueblo estuvo atento. (6)
Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén!
alzando sus manos; y se humillaron, y adoraron a Jehová con el rostro a tierra.

Todo el pueblo estuvo muy atento a la lectura de la Palabra de Dios. A pesar de las largas horas,
permanecieron escuchando. Estaban interesados en oír, porque sabían que lo que les enseñaban
les iba a servir para sus vidas…para que les fuera bien.

Rol de los Levitas

Todo el pueblo escuchó la lectura de la Torá, pero tal vez no todos entendían. Pero Dios lo tenía
todo contemplado, y proveyó de personas que les explicaban.
(Nehemías 8:7-9) … levitas, hacían entender al pueblo la ley; y el pueblo estaba en su lugar. (8) Y
leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la
lectura.

Lo mismo nos pasa a nosotros, pues leemos la Biblia pero no comprendemos todo. Pero siempre
que uno busque y muestre interés por aprender de la Palabra de Dios, el Señor pondrá en nuestro
camino gente que nos instruya.

¿Cómo reaccionó el pueblo al oír la lectura de la Torá (la instrucción de Dios)?

(Nehemías 8:9) Y Nehemías el Tirsata, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían
entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Día santo es a Jehová nuestro Dios; no os
entristezcáis, ni lloréis: porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley.

¿Por qué lloraba el pueblo? Seguramente por la emoción, pero principalmente porque la Palabra
los estaba confrontando. Al oír la Ley, se estaban dando cuenta que habían estado viviendo
alejados del orden de Dios. Estaban siendo confrontados con la Palabra.

(II Timoteo 3:16-17) Toda Escritura es dada por inspiración de Dios, y es útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, (17) para que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra.

Diferencia entre Remordimiento y Arrepentimiento

Hay una diferencia entre remordimiento y arrepentimiento. Ambas reacciones humanas


reconocen que uno ha hecho algo indebido, pero la diferencia consiste en lo que hacemos con
ello. El arrepentimiento nos lleva al cambio, pero el remordimiento o “cargo de conciencia” sólo
condena, y eso nos hunde más en la falta porque nos hace creer que somos “malos”.

La confrontación de Dios no es para condenación, sino para edificación. Dios no quiere que nos
“carguemos”, sino que echemos las cargas sobre Él, recibamos Su perdón y tomemos esa nueva
oportunidad para hacer bien las cosas.

El pueblo estaba triste por la confrontación, pero los levitas les decían que no se entristecieran,
sino que celebraran esta nueva oportunidad que Dios les daba.

(Nehemías 8:10-12) Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a
los que no tienen nada preparado; porque este día es santo a nuestro Señor; y no os entristezcáis,
porque el gozo de Jehová es vuestra fortaleza. (11) Los levitas, pues, hacían callar a todo el
pueblo, diciendo: Callad, que es día santo, y no os entristezcáis. (12) Y todo el pueblo se fue a
comer y a beber, y a enviar porciones, y a gozar de grande alegría, porque habían entendido las
palabras que les habían enseñado.

Nehemías 8:13-18: Tabernáculos (Sucot)


Ayer vimos que Esdras leyó la Ley de Dios (Torá, lit. instrucción) delante de todo el pueblo en
Jerusalén precisamente en un día de fiesta: la Fiesta de las Trompetas. En ese día, el pueblo
aprendió que otra fiesta importante se aproximaba.

(Nehemías 8:13-14) Al segundo día los jefes de casas paternas de todo el pueblo, los sacerdotes y
los levitas se reunieron junto al escriba Esdras para entender las palabras de la ley. (14) Y
encontraron escrito en la ley que el SEÑOR había mandado por medio de Moisés que los hijos de
Israel habitaran en tabernáculos durante la fiesta del mes séptimo.

Fiesta de Tabernáculos

Del 15 al 21 del mes séptimo, en el calendario bíblico, se celebra la Fiesta de los tabernáculos (en
hebreo, Sucot). Esta es una fiesta muy rica en significado, pero ahora veremos sólo el panorama
general y lo que la Biblia habla acerca de ella.

(Deuteronomio 16:13-15) Durante siete días celebrarás la fiesta de los tabernáculos, cuando
hayas recogido el producto de tu era y de tu lagar. (14) Y te alegrarás en tu fiesta, tú, tu hijo y tu
hija, tu siervo y tu sierva, el levita y el forastero, el huérfano y la viuda que están en tus ciudades.
(15) Siete días celebrarás fiesta al SEÑOR tu Dios en el lugar que escoja el SEÑOR; porque el
SEÑOR tu Dios te bendecirá en todos tus productos y en toda la obra de tus manos; por tanto,
estarás realmente alegre.

(Levítico 23:34-36) Habla a los hijos de Israel, y diles: El día quince de este mes séptimo es la fiesta
de los tabernáculos; se celebrará al SEÑOR por siete días. (35) El primer día es santa convocación;
no haréis ninguna clase de trabajo servil. (36) Durante siete días presentaréis al SEÑOR una
ofrenda encendida. El octavo día tendréis una santa convocación, y presentaréis al SEÑOR una
ofrenda encendida; es asamblea solemne. No haréis trabajo servil.

(Levítico 23:39-43) El día quince del séptimo mes, cuando hayáis recogido el fruto de la tierra,
celebraréis la fiesta del SEÑOR por siete días, con reposo en el primer día y reposo en el octavo
día. (40) Y el primer día tomaréis para vosotros frutos de árboles hermosos, hojas de palmera y
ramas de árboles frondosos, y sauces de río; y os alegraréis delante del SEÑOR vuestro Dios por
siete días. (41) Así la celebraréis como fiesta al SEÑOR por siete días en el año. Será estatuto
perpetuo para todas vuestras generaciones; la celebraréis en el séptimo mes. (42) Habitaréis en
tabernáculos por siete días; todo nativo de Israel vivirá en tabernáculos, (43) para que vuestras
generaciones sepan que yo hice habitar en tabernáculos a los hijos de Israel cuando los saqué de la
tierra de Egipto. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios.

Esta es una fiesta que no era únicamente para los israelitas de antaño, sino que también se
celebrará en el Milenio, cuando el Señor Jesús esté reinando al mundo entero desde Jerusalén.

(Zacarías 14:16-17) Y sucederá que todo sobreviviente de todas las naciones que fueron contra
Jerusalén subirán de año en año para adorar al Rey, SEÑOR de los ejércitos, y para celebrar la
fiesta de los Tabernáculos. (17) Y sucederá que los de las familias de la tierra que no suban a
Jerusalén para adorar al Rey, SEÑOR de los ejércitos, no recibirán lluvia sobre ellos.

En síntesis, la Fiesta de Tabernáculos nos recuerda dos cosas:


a. Esta vida es temporal, así como lo son los tabernáculos. Aun el Milenio será temporal, pero
esperamos la Ciudad eterna, la nueva Jerusalén, donde viviremos con el Señor para siempre.

b. El fruto de lo que produzcamos en esta Tierra se debe a la ayuda de Dios; y debemos


reconocerlo y agradecerle.

Se Prepararon para Celebrar

En tiempos de Nehemías, cuando leyeron la Torá delante de todo el pueblo, se dieron cuenta que
esta fiesta estaba cerca. Dos semanas después de la Fiesta de Trompetas, se celebra la Fiesta de
los Tabernáculos, (en hebreo, Sucot). Era tiempo de celebrar, por lo tanto se prepararon.

(Nehemías 8:13-16) Y al día siguiente se reunieron los príncipes de las familias de todo el pueblo,
sacerdotes, y levitas, a Esdras escriba, para entender las palabras de la ley. (14) Y hallaron escrito
en la ley que Jehová había mandado por mano de Moisés, que habitasen los hijos de Israel en
cabañas en la fiesta solemne del mes séptimo; (15) Y que hiciesen saber, y pasar pregón por
todas sus ciudades y por Jerusalén, diciendo: Salid al monte, y traed ramas de olivo, y ramas de
pino, y ramas de arrayán, y ramas de palmas, y ramas de todo árbol frondoso, para hacer cabañas
como está escrito. (16) Salió, pues, el pueblo, y trajeron, y se hicieron cabañas, cada uno sobre su
terrado, y en sus patios, y en los patios de la casa de Dios, y en la plaza de la puerta de las Aguas, y
en la plaza de la puerta de Efraín.

Así como no habían cumplido muchos de los mandamientos, el pueblo de Dios tampoco habían
guardado las fiestas del Señor, las cuales dan testimonio de Plan de Redención divino. Pero ahora
que lo habían aprendido, se dispusieron a hacerlo.

(Nehemías 8:17-18) Y toda la congregación que volvió de la cautividad hicieron tabernáculos, y en


tabernáculos habitaron; porque desde los días de Josué hijo de Nun hasta aquel día, no habían
hecho así los hijos de Israel. Y hubo alegría muy grande. (18) Y leyó Esdras en el libro de la ley de
Dios cada día, desde el primer día hasta el postrero; y celebraron la fiesta por siete días, y el
octavo día fue de solemne asamblea, según lo establecido.

Nehemías 9

Luego de pasar casi un mes oyendo la lectura de la Palabra, sobre el pueblo de Dios vino una ola
de arrepentimiento.

(Nehemías 9:1-3) El día veinticuatro de este mes se congregaron los hijos de Israel en ayuno,
vestidos de cilicio y con polvo sobre sí. (2) Y los descendientes de Israel se separaron de todos los
extranjeros, y se pusieron en pie, confesando sus pecados y las iniquidades de sus padres. (3)
Puestos de pie, cada uno en su lugar, leyeron en el libro de la ley del SEÑOR su Dios por una cuarta
parte del día; y por otra cuarta parte confesaron y adoraron al SEÑOR su Dios.

La Palabra de Dios es la verdad. Al leerla, nos confronta y saca a luz lo más profundo de nuestros
corazones.

(Hebreos 4:12-13) Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada
de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es
poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. (13) Y no hay cosa creada
oculta a su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de aquel a
quien tenemos que dar cuenta.

Con esta confrontación, Dios no quiere condenarnos, sino perdonarnos, llevándonos al


arrepentimiento y dándonos otra oportunidad. Pero para recibir el perdón, debemos reconocer
en qué hemos fallado.

(1 Juan 1:8-9) Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad
no está en nosotros. (9) Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los
pecados y para limpiarnos de toda maldad.

Esto les pasó a los judíos en tiempos de Nehemías, y nos puede pasar hoy, si nos exponemos a la
luz de la Palabra.

Hoy vamos a hacer algo diferente: Vamos a leer el llamado que hicieron los levitas en ese tiempo
de arrepentimiento. Los levitas hicieron un resumen de la historia de Israel, y en esta ocasión,
quiero que te pongas en su lugar. Es decir, en lugar de pensar en los israelitas de antaño, piensa
en tu vida para ver el camino por el cual te ha traído Dios. Aplícalo a tu vida el día de hoy, y en
cada paso ora dando gracias o pidiendo perdón, según el Espíritu Santo te lo vaya mostrando…

Leer (Nehemías 9:5-38).

Nehemías 10:28-29: Día de Expiación

En el calendario bíblico, hoy es una cita divina: es el Día de Expiación (heb. Yom Kipur). Esta es una
fiesta que representa el Día del Señor en el cumplimiento mesiánico. Es el día en que el Señor
vendrá a juzgar, perdonando a todo aquel que se haya arrepentido. La sangre del Cordero de Dios
cubre los pecados de aquellos que hayan creído en Él. Pero quienes no hayan creído ni se hayan
arrepentido, tendrán que dar cuentas ante el Juez y Rey eterno.

El Señor nos ha citado en este día para tener un encuentro con Él.

(Lev. 23:27-32) A los diez días de este séptimo mes será el día de expiación; será santa
convocación para vosotros, y humillaréis vuestras almas y presentaréis una ofrenda encendida al
SEÑOR. (28) Tampoco haréis ningún trabajo en este día, porque es día de expiación, para hacer
expiación por vosotros delante del SEÑOR vuestro Dios.

¿Qué se hace en este día, en esta cita divina? Es un día de reposo, no para divertirse sino para
ponerse a cuentas con Dios.

(Levítico 23:31-32) No haréis, pues, trabajo alguno. Estatuto perpetuo será para vuestras
generaciones dondequiera que habitéis. (32) Será día de completo reposo para vosotros, y
humillaréis vuestras almas; a los nueve días del mes por la tarde, de una tarde a otra tarde,
guardaréis vuestro reposo.

En un sentido espiritual, el trabajo representa nuestras obras, y el reposo representa el descanso


que encontramos al saber que no son nuestras propias obras las que nos salvan, sino la obra de
Dios en nuestras vidas. Nadie es lo suficientemente justo para salvarse a sí mismo (Rom. 3:24; Gal.
2:16). En los días de reposo y en las fiestas esto es lo que reconocemos, y nos presentamos a Dios
con una actitud de humildad y agradecimiento por todo lo que Él ha hecho por nosotros. El
reposo físico es una manifestación externa del reposo espiritual (Heb. 4:8-10).

Arrepentimiento del Pueblo

En tiempos de Nehemías, todo el pueblo se arrepintió cuando escucharon la ley de Dios. La


Palabra confronta, y por eso muchos no la leen ni mucho menos la estudian porque no les gusta
sentirse condenados. Pero eso es un grave error. Como ya mencionamos, la confrontación de la
Biblia no es para condenarnos sino para enderezarnos e instruirnos…para que nos vaya bien. Es
una tristeza que trae alegría, como dice Pablo:

(II Corintios 7:8-11) Porque si bien os causé tristeza con mi carta, no me pesa; aun cuando me
pesó, pues veo que esa carta os causó tristeza, aunque sólo por poco tiempo; (9) pero ahora me
regocijo, no de que fuisteis entristecidos, sino de que fuisteis entristecidos para arrepentimiento;
porque fuisteis entristecidos conforme a la voluntad de Dios, para que no sufrierais pérdida alguna
de parte nuestra. (10) Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un
arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce
muerte. (11) Porque mirad, ¡qué solicitud ha producido en vosotros esto, esta tristeza piadosa,
qué vindicación de vosotros mismos, qué indignación, qué temor, qué gran afecto, qué celo, qué
castigo del mal! En todo habéis demostrado ser inocentes en el asunto.

La tristeza del día de hoy producirá un gozo profundo y duradero.

Renovación del Pacto

El arrepentimiento del pueblo de Dios en tiempos de Nehemías, los llevó a renovar el pacto con
Dios.

(Nehemías 9:38) A causa de todo esto, nosotros hacemos un pacto fiel por escrito; y en el
documento sellado están los nombres de nuestros jefes, nuestros levitas y nuestros sacerdotes.

Arrepentimiento no es sólo sentir “cargo de conciencia”. Más bien, es una conciencia que nos
lleva al cambio. En hebreo es “Teshuvá”, que literalmente significa: “Regresar”.

El arrepentimiento comienza con reconocer que nos hemos desviado, y luego nos lleva a dar los
pasos necesarios para regresar al Buen Camino. Es regresar a vivir de la forma que Dios quiere,
dejando nuestros propios deseos y voluntades.

¿Es esto lo que hemos hecho en estos 40 días de ayuno? Si nuestro arrepentimiento ha sido
genuino y firme, el paso que nos toca es renovar el pacto con el Señor como lo hicieron en
tiempos de Nehemías.

(Nehemías 10:28-29) Y el resto del pueblo, los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores,
los sirvientes del templo, y todos los que se han apartado de los pueblos de las tierras a la ley de
Dios, sus mujeres, sus hijos y sus hijas, todos los que tienen conocimiento y entendimiento, (29)
se adhieren a sus parientes, sus nobles, y toman sobre sí un voto y un juramento de andar en la ley
de Dios que fue dada por medio de Moisés, siervo de Dios, y de guardar y cumplir todos los
mandamientos de DIOS nuestro Señor, y sus ordenanzas y sus estatutos.

Si no conocemos los mandamientos de Dios, entonces propongámonos hacerlo este año. Pero
aun así no está de más renovar el pacto con Dios. Los israelitas aceptaron los mandamientos en el
Monte Sinaí, aun antes de conocerlos, porque confiaban que Dios es bueno y que cualquier cosa
que venga de Él es para nuestro bien.

Mañana cerramos el ayuno y concluimos el estudio de Nehemías…

Nehemías 13

Aunque nos hayamos arrepentido genuinamente en estos 40 días, eso no significa que mañana
seremos perfectos. Lo bueno es que vamos en camino del perfeccionamiento, acercándonos cada
día más a la medida de Cristo.

(Efesios 4:13-15) hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo
de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
(14) para que ya no seamos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo
viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error; (15) sino
que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es
decir, Cristo.

Lo importante es ir aprendiendo para avanzar y mejorar poco a poco. Por ello, es importante
cultivar tanto el estudio de la Biblia como la oración. Es algo que debemos convertir en costumbre
y no descuidarlo. La Palabra nos mantiene centrados y la oración nos mantiene conectados con
Dios.

Mandamientos Olvidados

En el último capítulo de Nehemías vemos que el pueblo siguió estudiando la Palabra. Un día se
toparon con un mandamiento que no estaban guardando (Deu. 2:3-5).

(Nehemías 13:1-3) Aquel día leyeron del libro de Moisés a oídos del pueblo; y se encontró escrito
en él que los amonitas y los moabitas no debían entrar jamás en la asamblea de Dios, (2) porque
no recibieron a los hijos de Israel con pan y agua, sino que contrataron contra ellos a Balaam para
maldecirlos; pero nuestro Dios convirtió la maldición en bendición. (3) Y sucedió que cuando
oyeron la ley, excluyeron de Israel a todo extranjero.

Los retornados se habían comenzado a mezclar con las naciones paganas que habitaban en la
región. La mayoría de estos matrimonios se habían dado en el tiempo en que Nehemías retornó a
Persia.

(Nehemías 13:23-24) Vi también en aquellos días a judíos que se habían casado con mujeres
asdoditas, amonitas y moabitas. (24) De sus hijos, la mitad hablaban la lengua de Asdod, y
ninguno de ellos podía hablar la lengua de Judá, sino la lengua de su propio pueblo.

En tan solo una generación, los hijos de los judíos ya estaban olvidando sus raíces. Si no sabían el
idioma hebreo, mucho menos conocía el orden de Dios. Este es el gran peligro de unirse en yugo
desigual. Todo lo que habían logrado avanzar, lo estaban perdiendo con la siguiente generación.
Por eso Nehemías reaccionó tan fuerte al confrontarlos:
(Nehemías 13:25-27) Y contendí con ellos y los maldije, herí a algunos de ellos y les arranqué el
cabello, y les hice jurar por Dios, diciendo: No daréis vuestras hijas a sus hijos; tampoco tomaréis
de sus hijas para vuestros hijos ni para vosotros mismos. (26) ¿No pecó por esto Salomón, rey de
Israel? Sin embargo, entre tantas naciones no hubo rey como él, y era amado por su Dios, y Dios le
había hecho rey sobre todo Israel; pero aun a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras. (27) ¿Y
se debe oír de vosotros que habéis cometido todo este gran mal obrando infielmente contra
nuestro Dios casándoos con mujeres extranjeras?

Lo peor es que también el sumo sacerdote había caído en este grave error.

(Nehemías 13:28) Aun uno de los hijos de Joiada, hijo del sumo sacerdote Eliasib, era yerno de
Sanbalat horonita, y lo eché de mi lado.

El sumo sacerdote se había emparentado con el enemigo…pero no sólo Sanbalat, sino también
con Tobías.

(Nehemías 13:4) Y antes de esto, Eliasib sacerdote, siendo superintendente de la cámara de la


casa de nuestro Dios, había emparentado con Tobías.

Al hacer alianza con el enemigo, el líder espiritual provocó una crisis en el servicio del Templo. El
enemigo llegó a desplazar y a ocupar el lugar que le pertenecía a los levitas y servidores.

(Nehemías 13:5) y le había hecho una grande cámara, en la cual guardaban antes las ofrendas, y
el perfume, y los vasos, y el diezmo del grano, y del vino y del aceite, que estaba mandado darse a
los levitas, a los cantores, y a los porteros, y la ofrenda de los sacerdotes.

El pueblo dejó de dar ofrendas, y las bodegas comenzaron a quedar vacías. Los levitas, servidores
y cantores ya no recibían ofrenda para vivir, por lo que se vieron obligados a ir a trabajar al campo
en lugar de servir en el Templo. El espacio vacío que dejaron lo ocupó Tobías, el enemigo (Neh.
6:17-19). La religiosidad ocupó el lugar de un servicio genuino al Señor.

Todo esto sucedió en ausencia de Nehemías. Pero tan pronto regresó, hizo que las cosas
cambiarán.

(Nehemías 13:6-11) Mas a todo esto, yo no estaba en Jerusalén; porque el año treinta y dos de
Artajerjes rey de Babilonia, vine al rey; y al cabo de días obtuve permiso del rey. (7) Y vine a
Jerusalén, entendí el mal que había hecho Eliasib en atención a Tobías, haciendo para él cámara en
los patios de la casa de Dios. (8) Y me dolió en gran manera; y eché todos los enseres de la casa
de Tobías fuera de la cámara; (9) y dije que limpiasen las cámaras, e hice volver allí los utensilios
de la casa de Dios, las ofrendas y el perfume. (10) Entendí asimismo que las porciones de los
levitas no les habían sido dadas; y que los levitas y cantores que hacían el servicio se habían huido
cada uno a su heredad. (11) Y reprendí a los magistrados, y dije: ¿Por qué está la casa de Dios
abandonada? Y los junté, y los puse en su lugar.

Otro mandamiento que no se estaba respetando era el día de reposo.

(Nehemías 13:15) En aquellos días vi en Judá algunos que pisaban los lagares en sábado, y que
acarreaban gavillas, y cargaban asnos con vino, y también de uvas, de higos, y toda clase de carga,
y traían a Jerusalén en día de sábado; y les amonesté acerca del día que vendían el
mantenimiento.
Habían convertido el día del reposo en un día de mercado.

Nehemías les llamó la atención, y cerró la puerta.

(Nehemías 13:17-19) Y reprendí a los señores de Judá, y les dije: ¿Qué mala cosa es ésta que
vosotros hacéis, profanando así el día del sábado? (18) ¿No hicieron así vuestros padres, y trajo
nuestro Dios sobre nosotros todo este mal, y sobre esta ciudad? ¿Y vosotros añadís ira sobre Israel
profanando el sábado? (19) Sucedió, pues, que cuando iba oscureciendo a las puertas de
Jerusalén antes del sábado, dije que se cerrasen las puertas, y ordené que no las abriesen hasta
después del sábado; y puse a las puertas algunos de mis criados, para que en día de sábado no
introdujesen carga.

¿Cómo habían caído en esto? Aparentemente los levitas, quienes eran los encargados de enseñar
la Torá, no estaban instruyendo al pueblo. En poco tiempo, ya se estaban “abriendo puertas”
entre el pueblo. Por eso Nehemías les dijo a los levitas que se santificaran y que fueran a “guardar
las puertas”.

(Nehemías 13:22) Y dije a los levitas que se purificasen, y viniesen a guardar las puertas, para
santificar el día del sábado. También por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la
muchedumbre de tu misericordia.

En estos 40 días de ayuno hemos descubierto puertas abiertas en nuestras vidas, y con
arrepentimiento las hemos estado cerrando. Ahora no es tiempo de dormirse, sino de velar para
que sigan así, cerradas al enemigo. Cuidemos que lo que hemos ganado ahora no lo perdamos,
sino que sigamos avanzando aún más.

Hoy terminamos el ayuno, orando el Salmo 51…

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