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Jeremías 2

comenzamos hoy la segunda división del libro de Jeremías,


titulada "Profecías para Judá y Jerusalén anteriores al reino de
Sedequías", división que se extiende desde el capítulo 2 hasta el
20. Dentro de esta gran división, comenzamos la primera
sección, que hemos titulado "Doble condenación de Judá", que
abarca desde el capítulo 2:1-3:5. Veremos que esa condenación
doble se debió a que rechazaron al Señor, y a que crearon sus
propios dioses.
Y en nuestro estudio anterior, cuando considerábamos el
capítulo 1, vimos allí el impresionante llamado al servicio y la
misión encomendada al profeta. Dios llamó a Jeremías cuando
era un joven de unos 20 años de edad. También sabemos que el
rey Josías tenía 21 o 22 años de edad cuando Dios llamó a
Jeremías. Así que aquí tenemos a dos jóvenes en la tierra de
Israel; un rey joven y un profeta joven.
Jeremías dejó bien en claro que él se sentía incapaz e indigno de
semejante llamado divino. Sintió que no estaba a la altura de
ese ministerio de profeta y presentó este sentimiento como una
excusa. Dios le respondió que El pondría Sus palabras en la
boca del profeta. El estaría comunicando las palabras de Dios y
no las suyas propias.
Los capítulos 2 al 6 ofrecen el relato de los primeros 5 años del
ministerio de Jeremías. Y considerando que él comenzó a
profetizar en el décimo tercer año del reinado de Josías, estos
mensajes fueron pronunciados en aquellos 5 años transcurridos
antes del descubrimiento del libro de la Ley en el templo. Los
mensajes de los capítulos 7 al 9 tenían que ver con la limpieza
del templo y el descubrimiento del libro de la Ley, que tuvo
lugar en el décimo octavo año del reinado de Josías. Después,
entre los capítulos 10 y 12 se encuentran los mensajes que
surgieron en el período de reforma y renovación que tuvo lugar
después del descubrimiento del libro de la Ley. Encontraremos
que la renovación fue más bien superficial porque no se colocó
un énfasis adecuado sobre la Palabra de Dios.
Estimado oyente, tenemos que recordar que nunca se producirá
una gran renovación o reforma hasta que se coloque un énfasis
verdadero sobre la Palabra de Dios.
Para orientarnos en este período de historia, necesitamos
estudiar la misma, junto con los libros proféticos. Por lo tanto
retrocederemos hasta el capítulo 34 de 2 Crónicas, para encajar
los mensajes de Jeremías en este momento específico de la
historia. Dice 2 Crónicas 34:1-2, 1Tenía Josías ocho años
cuando comenzó a reinar, y treinta y un años reinó en
Jerusalén. 2Hizo lo recto ante los ojos de Jehová y anduvo en
los caminos de David, su padre, sin apartarse a la derecha ni a
la izquierda. Aquí tenemos a un rey sobresaliente que reinó en
el ocaso del reino de Judá.
Continúa diciendo 2 Crónicas 34:3, 3A los ocho años de su
reinado, siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de
David, su padre; y a los doce años comenzó a limpiar a Judá y a
Jerusalén de los lugares altos, imágenes de Asera, esculturas e
imágenes fundidas. Entonces vemos que los primeros 5 años de
profecía de Jeremías, transcurrieron durante este período.
Y el relato continúa. Dice 2 Crónicas 34: 4-8, 4Fueron
derribados en su presencia los altares de los baales, e hizo
pedazos las imágenes del sol que estaban puestas encima;
despedazó también las imágenes de Asera, las esculturas y
estatuas fundidas, las desmenuzó y esparció el polvo sobre los
sepulcros de los que les habían ofrecido sacrificios. 5Quemó
además los huesos de los sacerdotes sobre sus altares y limpió
a Judá y a Jerusalén. 6Lo mismo hizo en las ciudades de
Manasés, Efraín, Simeón y hasta Neftalí, y en los lugares
asolados alrededor. 7Después de derribar los altares y las
imágenes de Asera, quebrar y desmenuzar las esculturas, y
destruir todos los ídolos por toda la tierra de Israel, volvió a
Jerusalén. 8A los dieciocho años de su reinado, después de
haber limpiado la tierra y la Casa, envió a Safán hijo de Azalía, a
Maasías, gobernador de la ciudad, y a Joa hijo de Joacaz, el
canciller, para que repararan la casa del Señor su Dios. Fue
durante este tiempo de limpieza y reparaciones en la casa del
Señor que el sacerdote Hilcías encontró un libro de la Ley tal
como había sido dado a Moisés. En aquellos días había
probablemente solo 2 copias, una era para el rey y la otra para
el sumo sacerdote. Es que, antes de que Josías llegara al trono,
Judá había descendido a un nivel aun inferior bajo los reinados
malvados e impíos de su abuelo Manasés, y de su padre Amón.
Ellos no habían tenido ningún interés por Dios o por Su Palabra,
y la copia o copias de la ley en existencia finalmente acabaron
perdidas entre la basura y escombros que se acumularon en un
templo descuidado y abandonado.
El primer mensaje de Jeremías (2:1-3:5) fue dirigido a este
pueblo que había abandonado al Dios vivo y verdadero. Sería
difícil encontrar alguna porción de la Biblia que la supere en
patetismo y ternura. Es una súplica elocuente y ferviente a Dios,
quien había sido olvidado e insultado. Su gracia y compasión
hacia la nación culpable, se mezclaron con advertencias
solemnes sobre los terribles días que vendrían, si sus corazones
no se volvían a El. Este es una de los grandes discursos de la
Palabra de Dios. El joven rey Josías estaba buscando
verdaderamente al Señor, pero él no disponía de la Palabra de
Dios. Sin embargo, sabía que la idolatría debía ser eliminada. En
ese momento el profeta era un hombre joven un profeta joven
que le animaría a solucionar su problema.
Comencemos nuestra lectura de este segundo capítulo de
Jeremías con los versículos 1 al 3, que empiezan el párrafo
titulado,
El Señor rechazado
"Vino a mí palabra del Señor, diciendo: Anda y proclama a los
oídos de Jerusalén, diciendo que así dice el Señor: Me he
acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu
desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en
tierra no sembrada. Santo era Israel al Señor, primicias de sus
nuevos frutos. Todos los que lo devoraban eran culpables; mal
venía sobre ellos, dice el Señor."
Dios estaba haciendo verdaderamente hermoso. Le estaba
pidiendo a Israel que recordara la época de la primavera de su
relación con El, cuando El los sacó de la tierra de Egipto, como
siguieron a la columna de fuego por la noche y la columna de
nube durante el día. Y en aquel desierto terrible y espantoso
ellos buscaron al Señor y Dios se lo recordó. Después de que
Dios les había bendecido y entregado una buena tierra, se
apartaron de El. Como dijo el profeta Oseas hablando del reino
del norte, En Deuteronomio 32:15 encontramos esta expresión,
hablando de Israel Pero engordó Jesurún, y tiró coces. En su
sociedad cómoda y sofisticada, ellos se apartaron del Dios vivo
para servir a los ídolos.
Amigo oyente, aquí no podemos evitar el notar, que existe una
analogía aquí entre el reino de Judá y la sociedad
contemporánea de las naciones que suelen vivir en la
abundancia, sociedades en las que Dios ha sido puesto a un
lado. Y así como en los tiempos Bíblicos y como relató Hechos
19:28, los Efesios gritaban "¡Grande es Diana de los Efesios!",
multitudes de personas de nuestro tiempo aclaman al dios del
dinero, el poder y el consumismo, y se inclinan ante todos los
ídolos que esta sociedad crea continuamente.
En el pasaje que hemos leído, en el versículo 2, Dios dijo Me he
acordado de ti. Ellos se habían olvidado de Dios, pero El no los
había olvidado. Aquí vemos la magnitud de la compasión de
Dios.
Y también destacamos Su nostalgia, Su anhelo en estas
palabras del versículo 3: Santo era Israel al Señor, Dios les
estaba recordando su condición pasada, cuando eran
conscientes de que pertenecían al Señor, le seguían y eran
guiados por El. Dice el versículo 4 de este segundo capítulo de
Jeremías:
"¡Oíd la palabra del Señor, casa de Jacob y todas las familias de
la casa de Israel!"
Aunque las diez tribus habían sido llevadas conquistadas y
cautivas por los Asirios, aun se encontraban por allí. No se
perdieron como algunos creen, solo que es casi imposible
encontrarlas hoy. Aquí en este pasaje, Dios se dirigió a la casa
de Jacob y a todas las familias de Israel. El mensaje de Dios fue
para ellos en aquel tiempo aunque estuvieran viviendo bajo el
cautiverio de los Asirios. Y el versículo 5, de este capítulo 2 de
Jeremías, dice:
"Así dice el Señor: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres,
que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se volvieron
vanos?"
Sin ninguna duda, este es uno de los grandes pasajes de las
Sagradas Escrituras. Observemos la forma tierna en que Dios se
dirigió a ellos, al decirles: "¿Qué mal les hice para que se
apartaran de mí?"
Y en lo que se refiere a nuestro tiempo, ¿Qué problema hay con
Dios para que tantas personas no estén interesadas en El? ¿Por
qué tantas personas en el día de hoy no le están sirviendo?
¿Está Dios haciendo algo mal en el día de hoy? En aquel día de
Jeremías Su pregunta fue: ¿Qué maldad hallaron en mi vuestros
padres? Continuemos leyendo el versículo 6:
"No dijeron: "¿Dónde está el Señor, que nos hizo subir de la
tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra
desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte,
por una tierra por la cual no pasó varón ni habitó en ella
hombre alguno?"
La gente simplemente no acostumbraba a pasar por aquella
tierra, y tampoco hay muchos que pasan por allí hoy. Pero Dios
mantuvo a Su pueblo en aquella región inhóspita por 40 años, y
allí les cuidó.Leemos en el versículo 7:
"Os introduje en tierra de abundancia, para que comierais su
fruto y sus bienes; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e
hicisteis abominable mi heredad."
En la actualidad se oye hablar mucho sobre la ecología y la
necesidad de aumentar y preservar la higiene de la tierra. Y ello
es bueno, y muy necesario. Pero reconozcamos que se está
acumulando a nuestro alrededor una gran cantidad de suciedad,
de impureza moral, un enorme nivel de degradación y un
deterioro del carácter de las personas. Y este fue el tema que
Dios estaba tratando en este pasaje. Ellos habían contaminado
la tierra de Dios. Dios tenía la intención de que ellos fueran
testigos de El; en cambio, fueron tan malvados como la gente
que se encontraba con ellos en esa tierra. Y continúa diciendo el
versículo 8:
"Los sacerdotes no dijeron: "¿Dónde está el Señor?", y los que
tenían la Ley no me conocieron; los pastores se rebelaron
contra mí, los profetas profetizaron en nombre de Baal y
anduvieron tras lo que no aprovecha."
Aquí vemos que Dios hizo responsables a los líderes espirituales.
Creemos que el problema de un país comienza en la actitud o
condición de los cristianos en su conjunto. Ninguna nación cae,
hasta que primero cae espiritualmente. Primero se produce una
apostasía espiritual, después una degradación moral y
finalmente un estado de anarquía política. Esa es la forma en
que cada nación deja de ser una gran nación.
Observemos la frase: Los sacerdotes no dijeron: "¿Dónde está
el Señor?" Lamentablemente puede darse el caso que cristianos
que ocupen un lugar de liderazgo en la enseñanza no conozcan
bien la Palabra de Dios. Y como resultado, personas que no
conocen la Palabra de Dios, tampoco conocen realmente a Dios.
Es necesario conocer la Palabra de Dios para conocerle a El. Y el
versículo 9 nos dice:
"Por tanto, pleitearé aún con vosotros, dice el Señor. Con los
hijos de vuestros hijos pleitearé"
Dios dijo: "Aún no he roto mis relaciones con vosotros. Aún voy
a continuar rogando". ¡Que grandeza vemos aquí en la actitud
de Dios! Y Dios continuó diciendo en el versículo 13:
"Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente
de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no
retienen el agua."
Aquí se resumen los dos males cometidos por los israelitas. En
primer lugar, habían rechazado al Señor, la fuente del agua de
vida. En segundo lugar, cavaron cisternas para ellos mismos,
cisternas rotas que no podían retener el agua.
¡Cuántas personas hoy han cavado sus pequeñas cisternas, y
beben el agua de sus propias cisternas! Por supuesto, no están
encontrando satisfacción. Algunos son buscadores de dinero, y
otros de la fama. Pero una vez que prueban lo uno y lo otro,
nunca encuentran lo suficiente como para satisfacerse.
En este pasaje vemos que Dios continuó tratando con esa
gente, mencionándoles por primera vez su recaída, su
reincidencia. Finalmente por hoy, leamos el versículo 19 de este
segundo capítulo de Jeremías:
"Tu maldad te castigará y tus rebeldías te condenarán;
reconoce, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú
al Señor, tu Dios, y no tener temor de mí, dice el Señor, Dios de
los ejércitos."
En el capítulo 3 veremos que la resistencia se menciona en un
solo capítulo tantas veces como en el resto de la Biblia; así que
debe tratarse de un tema importante para Dios.
Los versículos 20-37, último párrafo de este capítulo, podría
resumirse en la frase
Ellos crearon sus propios dioses
Y es que el resto del capítulo 2 constituye una polémica contra
la idolatría, que continuará en el capítulo 3. Antes que citar
detalladamente esta sección, estimado oyente, recomendamos
que usted la lea en su totalidad. A medida que usted se
familiarice con la profecía de Jeremías, se sorprenderá al ver
que este pasaje se convierte para usted en un mensaje hermoso
y apropiado.
Resulta interesante comprobar que cuando un ser humano
rechaza a Dios, siempre creará un ídolo. Cuando las personas
elaboran su propio dios, lo hacen a la medida de sus deseos, de
sus pasiones, de sus inclinaciones. Ellas hacen un dios cuyas
demandas puedan satisfacer. En otras palabras, ese dios es
realmente una proyección de la viaje naturaleza del ser
humano.
Nos detenemos, pues, en nuestro estudio, en el final del capítulo
2. En nuestro próximo programa comenzaremos a estudiar el
capítulo 3 de este libro de Jeremías y esperamos contar con su
compañía. Como usted mismo ya habrá observado, este libro
contiene un mensaje sorprendentemente actual para nuestro
tiempo, para nuestra generación. Este mensaje divino y sus
advertencias para aquella generación, tiene una vigencia para
nosotros en el día de hoy y nos lleva a enfrentarnos con
conclusiones muy serías en cuanto a nuestra condición de
cristianos, y en relación con el estado de la sociedad en que
vivimos.

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