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Administración De Hospitales Y Salud Publica
Bioética 133-C
Desarrollo
El Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos decidió realizar un estudio financiado con fondos federales
sobre el desarrollo de la sífilis en la población negra de Tuskegee. Se seleccionaron negros sifilíticos y no
sifilíticos. Su objetivo era comparar la salud y la longevidad de las poblaciones sifilíticas. A los sujetos
seleccionados para el estudio se les ofrecieron algunos favores materiales, incluidos beneficios para la salud,
pero ningún tratamiento para la sífilis. No fueron informados sobre la naturaleza de su enfermedad. Nunca se
curaron, a pesar de que la penicilina ya estaba disponible en la década de 1940, y luego se descubrió que sin
el antibiótico, su esperanza de vida se redujo en un veinte por ciento.
El Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos decidió encargar un estudio financiado por el gobierno
federal disfrazado de estudio de control sobre el desarrollo de la sífilis en la población negra de Tuskegee. Se
seleccionaron negros sifilíticos y no sifilíticos. Su objetivo era comparar la salud y la longevidad de las
poblaciones sifilíticas. A los sujetos seleccionados para el estudio se les ofrecieron algunos favores
materiales, incluidos beneficios para la salud, pero ningún tratamiento para la sífilis. No fueron informados
sobre la naturaleza de su enfermedad. Nunca se curaron, a pesar de que la penicilina ya estaba disponible en
la década de 1940, y luego se descubrió que sin el antibiótico, su esperanza de vida se redujo en un veinte
por ciento. La investigación continuó sin mayores cambios y se publicaron trece artículos en revistas médicas
hasta que el periodista J. En 1972, Heller publicó un artículo al respecto en The New York Times, momento en
el que estalló un escándalo y el experimento fue cancelado. Los investigadores justificaron esto por el hecho
de que solo estaban observando el curso natural de la enfermedad. Se consideran dos aspectos, la ética del
orden y la cuestión de la raza.
La enfermera que trabajó en el estudio aparece como oradora durante su testimonio ante la comisión del
Senado que investiga el caso. Miss Evers, una enfermera negra, comienza leyendo correctamente la Promesa
de Enfermería de Florence Nightingale. Intenta justificar la investigación con sus beneficios para la población
negra de Tuskegee: Por primera vez, el gobierno estadounidense se preocupó por los negros y ofreció
atención médica gratuita. Originalmente, la investigación fue financiada por una fundación de Chicago y una
población negra seleccionada fue tratada con exfoliantes de mercurio después del diagnóstico. Se les oculta
el nombre de la enfermedad y se decide que su sangre está envenenada.
En 1932, aún no existían normativas que regularan la experimentación con sujetos humanos y hasta después
de la Segunda Guerra Mundial, cuando se conocieron las experiencias nazis en los campos de concentración,
no apareció el código de Nuremberg donde se plasman por primera vez los conceptos riesgo/beneficio y
consentimiento informado. Uno de los protagonistas que consigue enterarse de todo, pide explicaciones sobre
esta ausencia de información, resaltando el paternalismo del personal sanitario.
La falta de información deviene en un engaño cada vez más manifiesto, pues las friegas de mercurio son
sustituidas por linimento y se practican punciones lumbares diagnósticas haciendo creer a los enfermos que
ambas maniobras son terapéuticas. Ante esto, el médico negro codirector del estudio apela al principio: “ante
todo no causar daño”, el de más alto rango en la ética profesional. Sin embargo, como también sucedió
realmente, aunque se le dice al personal sanitario implicado que el tratamiento se empezaría a administrar
después de seis u ocho meses, cuando se hace evidente que no va a ser así, este mismo médico manifiesta
que lo más importante es demostrar que no hay diferencias biológicas en la evolución de la enfermedad entre
blancos y negros y que, además, los médicos negros están igualmente capacitados para investigar.
Convencido de lo correcto de su actuación, cree estar haciendo historia. El problema moral se agrava a partir
de 1942 en que se hace extensivo el uso de penicilina. Este antibiótico se empieza a emplear para tratar
distintas infecciones en el mismo Hospital de Tuskegee, pero se niega su aplicación a los participantes en el
estudio sobre la sífilis. Incluso se elabora una lista con sus nombres para evitar que les sea administrada por
personal sanitario ajeno al ensayo.
Para justificar la continuación de la investigación se apela a que la penicilina puede desencadenar una
reacción mortal en los sujetos ya infectados, en una actitud todavía frecuente en la asistencia médica y que se
manifiesta en la frase: “está demostrado”, no suele decirse donde ni por quien. Sin embargo, algunos
accedieron al tratamiento sin obtener respuesta.
Uno de los personajes recibe penicilina como resultado de ir al ejército. En 1947 se publicó el Código de
Nuremberg y desde 1964 la investigación biomédica ha buscado ser regulada por la Declaración de Helsinki,
la cual, además del consentimiento informado, explica que, en toda investigación en humanos, el bienestar de
la prueba el tema siempre debe prevalecer sobre los intereses de la ciencia y la comunidad es grande. El
médico, no el investigador, debe ser el protector de la vida y la salud de su paciente, y el sujeto que participa
en la investigación debe recibir el mejor trato. Ninguno de estos estándares éticos se aplicó a la investigación
realizada en Tuskegee, aunque continuó hasta 1972
Entre los incentivos otorgados a los sujetos experimentales en Tuskegee se encontraban pagos económicos
para los pobres.
La enfermera Evers además de su actitud emocional hacia los personajes principales de la historia y la
incidencia de la enfermedad en sus vidas, también exhibe un comportamiento completo. Por un lado, vio
ventajas, sobre todo sociales, ante la cuestión de la raza y, en su afán de seguir experimentando, llegó incluso
a poner patas arriba la noción de secreto profesional que, lógicamente, debía referirse a a la protección de la
intimidad de los pacientes y, por el contrario, considera una obligación moral mantener en secreto el engaño
al que se les trata, por otro lado, reconoce el daño de no recibir tratamiento y aboga por que se les
administren antibióticos, al tiempo que considera abandonar el programa por razones de conciencia.
Al final roba penicilina para aplicársela a uno de los sujetos, y en esta escena es curioso notar sus intentos de
informarle de la posibilidad de efectos secundarios y su preocupación de que sea el paciente quien tome las
decisiones. recibiendo tratamiento, cuando ya estaba en medio de una enfermedad que afectaba su
entendimiento. Sorprendentemente, en su declaración, Evers terminó justificando la experiencia de Tuskegee.
También cree que ha vivido un momento histórico y argumenta que el daño causado a los pacientes puede
justificarse por los beneficios para la comunidad negra en general.
Esta actitud pragmática, defendiendo que es legal sacrificar los derechos individuales por el bien común,
presidió gran parte de la investigación médica previa a la Segunda Guerra Mundial. Cuarenta años después
de su creación, un comité especial dio por terminado el estudio después de su publicación en la prensa. Los
sobrevivientes fueron tratados y compensados por el gobierno, y los familiares de los fallecidos también
recibieron este dinero. Ninguno de los investigadores fue sancionado.
Conclusión
Años después de haber salido a la luz pública el estudio de Tuskegee, la película transmite el conflicto
bioético una investigación no ética llevada a cabo en una población racialmente discriminada y marginada.
Al poco tiempo de que fuera hecho público, y con el antecedente del artículo publicado por Beecher en el
New England Journal of Medicine donde, en 1966, da cuenta de algunos experimentos que se estaban
llevando a cabo al margen de los requisitos éticos, se consideró que ya no era suficiente regular la
investigación con los códigos deontológicos y la Declaración de Helsinki y que unas mínimas normas de
conducta debían plasmarse en una legislación.
Con este objetivo, en 1974, el Congreso Estadounidense crea una comisión para abordar el problema de la
experimentación con sujetos humanos, formada, no sólo por científicos, sino también por otros profesionales:
filósofos, juristas, teólogos, sociólogos, etc. Cuatro años más tarde esta comisión da a conocer sus
conclusiones en el llamado Informe Belmont, donde aparecen por primera vez los que, posteriormente, van a
ser universalmente conocidos como Principios Bioéticos.
COMENTARIOS: La película muestra la perspectiva de muchas cosas rudas que pudieron existir personas
con tan pocos valores y sin ética, hay que resaltar el abuso del gobierno estadounidense. La vida de un ser
humano pagada solo con dinero. Es una gran película cruel pero real, la recomendaría mucho porque te hacer
ser más sensible y una persona más humanitaria, muestra características como discriminación, engaño,
desilusión, desesperación entre otros factores, así mismo un poco de optimismo y humor ante la crisis jamás
perdieron la esperanza de ser curados motivados a seguir a delante.
Bibliografía:
Título: El experimento Tuskegee Título original: Miss Evers' Boys País: Estados Unidos
Año: 1997 Director: Joseph Sargent Música: Charles Bernstein Guion: David Feldshuh y Walter Bernstein Intérpretes: Alfre
Woodard, Thom Gossom, Von Coulter, Laurence Fishburn Duración: 113 Minutos Género: drama/ histórico