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UNIVERSIDAD NACIONAL DE RIO CUARTO FACULTAD DE CIENCIAS

HUMANAS
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS POLÍTICAS JURÍDICAS Y SOCIALES
CATEDRA: HISTORIA POLÍTICA ARGENTINA II
Apunte de Cátedra 1
Eduardo Hurtado1
UN PAÍS TERRITORIALMENTE DESEQUILIBRADO, ECONÓMICAMENTE
DEPENDIENTE Y SOCIALMENTE DESIGUAL 1880-1930

INTRODUCCION
La construcción del Estado Nacional comenzó con la sanción de la constitución de 1853 y se
consolidó en 1880 con la apropiación de los territorios patagónicos, y la federalización de la ciudad
de Buenos Aires. En 1879 el general Roca culminó su campaña militar contra los pueblos
originarios que fueron sometidos y logró derrotar militarmente a la provincia de Buenos Aires
sancionándose la ley que estableció que la ciudad de Buenos Aires se transformaba en la Capital
Federal.
En Argentina, a partir de 1880, se produjeron transformaciones estructurales que terminaron por
delinear la sociedad y la economía de las décadas siguientes. El ordenamiento jurídico institucional
y la orientación económica que vinculó a la región pampeana con el mercado mundial
caracterizaron este tiempo histórico. La organización del Estado nación fue un proceso complejo, en
el que se debió contemplar los intereses y voluntad de un conjunto de amplios actores del territorio.
Las clases dominantes argentinas se propusieron la construcción de un proyecto modernizador e
impulsaron la unificación del país a través de la subordinación socio – económica de vastos sectores
sociales. La base estuvo en la unidad de la oligarquía porteña con sus socios provinciales y en torno
al general Roca, figura símbolo del periodo. El régimen oligárquico fue cuestionado políticamente
por la Unión Cívica Radical que alcanzó el gobierno en 1916 con Hipólito Yrigoyen. La hegemonía
radical se extendió hasta 1930, tuvo como bandera que las instituciones de la nación se rigieran por
el sufragio universal masculino y el cumplimiento de la Constitución Nacional.

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Profesor Adjunto Departamento de Historia y Ciencias Políticas, Jurídicas y Sociales. Magister en Desarrollo y
Gestión Territorial. Licenciado en Historia. Profesor de Historia. ehurtado@hum.unrc.edu.ar

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Argentina: Color Claro las Provincias. Color Oscuro Territorios Nacionales

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ESTADO NACIÓN, CONSERVADORISMO Y DEMOCRACIA RESTRINGIDA 1880-1916
Estado y Política
El Estado nación se convirtió en un instrumento de la clase dominante que lo utilizó para favorecer
a un núcleo limitado de intereses y de individuos privilegiados de la oligarquía. El Estado asumió
una serie de funciones y capacidades operativas que lograron dominar las resistencias provinciales y
consolidaron un conjunto de competencias que permitieron ejercer ampliamente el control sobre el
territorio y la sociedad que reconocía como sujetos a su jurisdicción. Desde el Estado se procedió a
construcción de una red de transportes y comunicaciones (ferrocarriles, telégrafos y correos), la
captación de inversiones externas y la implementación de una política financiera, monetaria y fiscal.
Se produjo la creación de un aparato burocrático para poner en funcionamiento las estructuras
ministeriales, el sistema judicial federal, el rentístico y el educativo entre otros. La expansión y
especialización del aparato estatal derivó en la organización y profesionalización de un ejército
nacional que pasó a monopolizar la fuerza militar de la nación. El Estado fue vital resolviendo
cuestiones como la unificación monetaria en 1881, la afirmación de un sistema tributario basado en
el comercio exterior, la sanción de leyes aduaneras que protegieron determinadas actividades
económicas, la contratación de empréstitos, la creación del Banco Nación Argentina 1891. La
ampliación de sus funciones, en algún caso arrebatadas en parte a las provincias y a la Iglesia (Ley
1420 de Educación Común y Ley 2393 de Matrimonio Civil), implicó la necesaria creación de una
burocracia crecientemente capacitada en su nivel jerárquico, esos cargos fueron ocupados por
jóvenes profesionales egresados de la Universidad que provenían no sólo de las clases altas sino
también de los sectores medios en ascenso. Con el control del Estado, se creó una organización
piramidal manejada desde la Casa Rosada por el presidente de la República a través de los
gobernadores provinciales, el régimen constitucional federal argentino fue ahogado por el
centralismo ejercido desde la Capital Federal y la Provincia de Buenos Aires.
El poder económico se confundía con el poder político y esa coincidencia fue denominada con una
palabra que tendría un poderoso simbolismo: oligarquía. Oligarquía es una palabra polisémica. En
esa condición refiere tanto a la capacidad de gobernar derivada del control y poder económico como
a un grupo político corrupto y, al mismo tiempo, a un grupo gobernante que se considera superior
(notables). En la época el uso de la palabra se apoyaba en una mirada nostálgica y optimista del
pasado: era el presente de corrupción y marginación de los buenos ciudadanos, de la opinión
pública sana, lo que originaba a la oligarquía. Con el tiempo, las críticas al espíritu mercantilista del
período reforzarían la imagen de una minoría que se apropió de los resortes fundamentales del
poder en perjuicio de las mayorías; ya en la década de 1930, se transformó en la causa de todos los
males de la Nación.

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Al finalizar el siglo XIX, un grupo selecto (oligárquico) fue el que ocupó los cargos de gobierno
más relevantes ejerciendo una hegemonía cuyo sostén eran los acuerdos entre diferentes grupos de
notables, garantizados por el fraude electoral y el control de los nombramientos de los gobernantes,
tanto en el nivel provincial como en el nacional. Con esta dinámica de la política, las negociaciones,
las recompensas que se ofrecían y las sanciones que se establecían entre quienes estaban habilitados
para ejercer el poder fueron importantes. El Partido Autonomista Nacional fue expresión política
dominante y se construyó a partir de estancieros, comerciantes y capitalistas de todo el país ansioso
por prosperar a la sombra de la “paz y la administración” que propuso el presidente Roca. Bajo su
primera presidencia (1880-1886) su accionar buscó consolidar la centralización del poder político
mediante la disminución de la autonomía de las provincias y municipios, un fuerte control y
coerción sobre la participación de la sociedad, evitando las turbulencias de la vida política.
El presidente y los gobernadores aplicaban decididamente su influencia y su poder para la provisión
de cargos electivos y judiciales, con la designación de sus sucesores buscaban proteger su propio
futuro político. Estas relaciones-personales más que orgánicas- se completaban con la acción de
notables y caudillos de influencia y prestigio local que tenían la capacidad de movilizar a una
clientela en determinadas coyunturas políticas.
Desde el gobierno la clase dominante estableció un régimen políticamente conservador cuyas
normas electorales imposibilitaban el triunfo de la oposición y desalentaba la inclusión de los
nuevos sectores sociales. El sistema político funcionó bajo la órbita presidencial con fuertes
restricciones a la participación y respondió al interés de la elite dirigente en todo el territorio
nacional, basado en prácticas políticas excluyentes que impidieron el desarrollo de la ciudadanía
política. En la base del pensamiento y la acción de los gobiernos estuvo el supuesto de que orden y
progreso sólo serían alcanzables al precio de restringir el acceso de la mayoría a las decisiones
políticas. En correspondencia con las con las prácticas políticas del siglo, las candidaturas
electorales fueron resueltas en exiguos espacios políticos con cooptación de los sujetos. A la sombra
frondosa e impenetrable del PAN un número restringido de hombres denominados notables, de
acuerdo a su patrimonio y supuestos méritos resolvieron la composición de los elencos
gubernamentales del país. El voto no fue secreto sino cantado, los electores fueron presionados y
obligados a votar en contra de su voluntad o a candidatos impuestos, en muchos casos por las
policías y el Ejército. Como resultado del accionar político de la elite gobernante nuestro país a
fines del siglo XIX y principios del XX estuvo políticamente dividido y convulsionado. Los
partidos políticos eran una simpe reunión, no siempre coherente ni duradera, de gente que era
convocada por algún personaje referente. Por consiguiente surgieron diversas agrupaciones con
rupturas y conciliaciones de la mayoría de la dirigencia política de este periodo, aquel dirigente que

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no logra permanecer en el elenco de gobierno o era desplazado, se torna opositor. En general las
facciones no tuvieron principios que delinearan orgánicamente a la fuerza política sino que
expresaron algunos valores genéricos, el inconveniente esencial que los disoció es el control del
poder y los beneficios de todo orden que él acuerda a quienes lo tienen en sus manos. Durante el
proceso histórico las facciones políticas que aparecieron no se formaron como fracciones de
ninguna clase de la sociedad argentina, sino como empresas políticas destinadas en primer término
a usufructuar el aparato estatal, similar composición social e idénticos programas. Las agrupaciones
de políticos buscaron el triunfo electoral y el Estado como un negocio, como un medio de vida para
sus clientelas. No representaron los intereses de ninguna clase o sector de clase, aunque desde luego
no pueden menos que reflejar y realizar la política de las clases dominantes. Como sostuvo
Milciades Peña “los partidos políticos no encarnaron la representación de grandes ideas, sino
simples individuos, que buscaron obtener beneficios personales. Es imposible encontrar diferencias
de fondo en sus banderas de lucha y en la composición social de sus cuadros dirigentes, por eso es
tan rápida la descomposición de lo que impropiamente se llamaron partidos en la República
Argentina, no era sorpresa ver a los principales hombres hoy en un partido, exaltadísimos, mañana
en las filas enemigas, exaltadísimo también”.
Roca culminó su mandato en 1886 y designó a Juárez Celman, su concuñado, como sucesor, en la
década de 1880 era casi imposible impedir la continuidad de los miembros del P.A.N en el
gobierno, la sólida organización política montada sobre la maquinaria electoral desalentaba la
actividad política de los opositores. Una oposición muy amplia y heterogénea se agrupó en el año
1889 en la Unión Cívica de la Juventud, y un año más tarde creó la Unión Cívica. (Alem-Mitre)
El año 1890 fue el escenario de una doble crisis: la económica y la política. La debacle económica
unida a la resistencia generada por la concentración de poder, el “unicato”, en manos del presidente
abrió el camino a un movimiento cívico-militar liderado por Leandro Alem y Bartolomé Mitre,
conocido como “revolución del parque”. La rebelión no logró su objetivo, pero obligó a Juárez
Celman a renunciar, su mandato lo completaría el vicepresidente Pellegrini. Los rebeldes
impugnaban al régimen, denunciando la ausencia de comicios libres en razón del control de voto
que se había en ese momento. La libertad de sufragio fue uno de los reclamos centrales junto a la
restauración de la Constitución Nacional. Este movimiento se autoproclamaba no como obra de un
partido político sino como un movimiento popular e impersonal. Los integrantes de este
movimiento en general eran de las elites políticas y sociales y su perspectiva ideológica era la del
republicanismo cívico liberal, ya existente desde hacía algunas décadas. Las tensiones dieron lugar
a la formación de representaciones socio -políticas democráticas, la Unión Cívica Radical y el
Partido Socialista (1896).

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La Unión Cívica se dividió, Leandro Alem formó la Unión Cívica Radical y Bartolomé Mitre la
Unión Cívica Nacional. Así la revolución del parque termino siendo la etapa inicial de la Unión
Cívica Radical. La creación de la U.C.R es vista como el episodio que marca la aparición de un
partido político moderno en la Argentina. Partido político moderno visto como una agrupación más
estable que las que se presentan solo en las elecciones, con recursos independiente del estado y con
reglas internas más o menos formalizadas.
Por estos años nació el Partido Socialista, con mucho arraigo con el movimiento obrero. Este
partido desde un comienzo combinó la participación electoral y la actividad parlamentaria con la
organización sindical que reclamaba una definición como partido de clase. En 1904 Alfredo
Palacios se convirtió en el primer diputado socialista.
El radicalismo intentó la rebelión armada en dos ocasiones: 1893 y 1905. En ambos casos las
consignas centrales eran la libertad del sufragio y la honradez en la administración. La U.C.R hizo
de la constitución nacional su propio programa. Luego de la muerte de Alem, Hipólito Yrigoyen
quedó al frente del partido. El nuevo referente continuaría la objeción a la legitimidad del orden
conservador, “la causa contra el régimen”.
Cuando cumplió su labor de consolidar el poder de la oligarquía, el PAN se disolvió por su
incapacidad de innovación y su reticencia a convertirse en una fuerza política conservadora
organizada como partido nacional y estable. Así, a principios del siglo XX comienzan a esbozarse
partidos conservadores provinciales que no lograron crear esa centralidad política nacional
conservadora.
En el año 1912 se sancionó la Ley 8871, conocida como Sáenz Peña, que estableció el voto
universal, secreto y obligatorio, que posibilitó descomprimir la tensión política concentrada en la
demanda de universalizar la ciudadanía política. Entre su sanción y el golpe militar de 1930, el
mejor modo de describir la política argentina es como un ejercicio del poder informal compartido
entre las élites tradicionales y las clases medias urbanas.

EL TIEMPO HISTÓRICO DE LA UNIÓN CÍVICA RADICAL 1916-1930


Estado y Política
La ley Sáenz Peña modificó el régimen político y amplió la participación en el sistema de decisión
política, aun manteniendo sustanciales restricciones, tales como la exclusión de las mujeres y de los
inmigrantes. Entre 1916 y 1930 hubo tres presidentes pertenecientes a la Unión Cívica Radical, el
primero fue Hipólito Yrigoyen (1916-1922), durante el periodo 1922 – 1928 le correspondió a
Marcelo T. de Alvear ejercer la presidencia y nuevamente Yrigoyen (1928-1930). La llegada del
radicalismo al gobierno fue el triunfo del sufragio libre que produjo un cambio en el régimen

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político, de democracia restringida a democracia ampliada. La concepción de Yrigoyen del
radicalismo como un movimiento consolidó el presidencialismo, no obstante es necesario decir que
él mismo ya estaba presente en el régimen conservador, ejemplo Roca, los conservadores que eran
opositores olvidaron sus prácticas del pasado para defender el sistema republicano y federal.
La dirección impresa por el nuevo gobierno estaba determinada por el pensamiento de Yrigoyen
que concebía a la Unión Cívica Radical como la expresión misma de la nación, la “causa”, mientras
que los conservadores y sus aliados eran el “régimen”, con sus formas políticas tradicionales,
identificadas por el fraude y la manipulación de los derechos ciudadanos. Esta concepción
polarizada de la política y del gobierno iba a generar enormes dificultades para alcanzar acuerdos
entre los distintos partidos que integraban el sistema político. Este hecho quedaría evidenciado en
las malas relaciones que el Poder Ejecutivo tuvo con el Poder Legislativo y con las provincias.
Como consecuencia de esta situación se produjeron diversas intervenciones federales.
La configuración social del radicalismo fue poli-clasista ya que en sus filas encontramos viejas
familias conservadoras, sectores vinculados a la actividad rural, grandes y medianos propietarios,
vastos sectores medios. Es por definición y en los hechos un movimiento político socialmente
heterogéneo, un partido de masas que reagrupa a la mayoría de los que no aceptan el monopolio
político del grupo dominante de las grandes familias. Es un partido fuertemente arraigado en las
capas medias, particularmente en los sectores urbanos. El partido radical está apoyado por una
multitud de modestos empleados de comercio y de la administración, por casi todo el magisterio,
por innumerable cantidad de personas dedicadas a profesiones liberales, por millares de jóvenes
egresados de las universidades, y por la gran masa de hijos de los inmigrantes. Tiene el apoyo de lo
que podría llamarse gente humilde más que la clase obrera propiamente dicha. Esta composición
influye en las relaciones hacia el interior del partido. La actitud política del partido no escapo a la
tradición de la época contaminada por prácticas clientelares, listas sabanas, punteros barriales. El
estilo personalista de Yrigoyen y sus diferencias con los sectores conservadores del partido
produjeron la división del mismo en personalistas y anti personalistas en 1924.

El Congreso: Cuando Yrigoyen asumió el gobierno, sus partidarios eran minoría en diputados y
senadores, mientras que en el resto de su primer mandato, 1918-1922, el líder radical logró una
mayoría en la Cámara baja pero nunca la tuvo en el Senado. Esta situación explica la dificultad para
concretar sus proyectos. La creación de un Banco de la República, en 1917, el ministro de Hacienda
de Yrigoyen, Domingo Salaberry, propuso la conformación de un Banco de la República sobre la
base de capitales estatales y la garantía por parte de la Nación de todas sus operaciones. La
intención era practicar políticas contra cíclicas regulando la cantidad de dinero y de crédito para que

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no escaseara en épocas de iliquidez ni sobrara en coyunturas de auge. Para enfrentar a la oposición,
que le impedía gobernar, Yrigoyen presentó en el Congreso, en 1921, un proyecto de ley que
sometía a la Corte Suprema la posibilidad de dirimir esta cuestión basado en los términos de la
misma Constitución, que permitía al Poder Ejecutivo dictar las leyes necesarias para ejercitar los
poderes concedidos al gobierno de la Nación. Otro proyecto fue la creación de un Banco Agrícola,
cuyo objetivo era llevar a los trabajadores del campo la posibilidad de movilizar y aprovechar sus
capitales sin disminuir sus propias energías. Estaba dirigido especialmente a los agricultores de
menores recursos que no disponían de líneas de crédito accesibles. También propuso la creación de
una marina mercante nacional y un plan de vinculación ferroviaria entre las provincias de norte y
del oeste. El proyecto de impuesto a los réditos. Para el Poder Ejecutivo el sistema argentino basado
en los gravámenes aduaneros era deficiente y dependía en forma exclusiva de los avatares del
comercio exterior. Frente a la difícil situación financiera y el creciente déficit fiscal, se propuso
obtener nuevos recursos evitando cualquier reducción de gastos basada en la eliminación de
empleados públicos o en la disminución de las prestaciones sociales públicas, evitando políticas de
ajuste. El proyecto aplicaba una cuota fija progresiva sobre las personas físicas y jurídicas. La
escala progresiva variaba del 0,5 por ciento para las rentas más bajas al 7 por ciento para las
mayores. La imposición de derechos a la exportación, aplicaba derechos a la exportación mediante
una suma fija del 5 por ciento sobre el valor de los frutos o productos del país y del 2 por ciento
sobre mercaderías de origen extranjero, sustituyendo el engorroso y poco productivo sistema de
aforos, que se calculaban mensualmente y daban lugar a la subvaluación de los productos, por un
derecho fijo fácilmente realizable. Este proyecto fue en principio rechazado, pero luego se aplicó
durante un año. En 1927, ya con Alvear en la presidencia, se aprobó la apertura de la Caja de
Conversión, por la cual presionaban los intereses agroexportadores a fin de detener la revaluación
del peso que se había producido debido a una reactivación coyuntural de la economía. El retorno a
una tasa de cambio fija impulsaba de hecho una devaluación de nuestra moneda. Pero la medida
resultó un fracaso y el propio Yrigoyen, de nuevo en el gobierno en 1928, tuvo que cerrar la Caja
frente a la fuga de capitales hacia Wall Street impulsada por el auge previo a la crisis mundial que
estallaría en octubre de 1929. El tema del petróleo fue clave en este periodo durante el mismo se
creó Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).
Las Intervenciones Federales: Otra cuestión conflictiva estuvo en el marco de las intervenciones
federales, de las veinte en el periodo, solo cinco fueron por ley del Congreso. Esta situación fue
denunciada por los opositores como un agravio a la democracia. No es una situación sencilla: por
un lado, Hipólito Yrigoyen percibió, durante su primer mandato, el entrampamiento en que se
encontraba en razón de la continuidad de componentes del régimen político oligárquico en el

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democrático en el caso del Senado, un verdadero garante del pacto de dominación oligárquica. De
allí la estrategia del presidente —por lo demás, coherente con la autopercepción de apóstol de la
causa regeneradora— tendiente al mayor aprovechamiento posible del recurso constitucional de la
intervención federal a las provincias mediante decreto presidencial. Con la convicción de la
necesidad de proceder a la "reparación nacional", devolviendo a los pueblos de las provincias los
derechos usurpados por la oligarquía, Yrigoyen procedió a intervenir las provincias dominadas por
los conservadores o afectadas por disidencias internas del propio radicalismo, con el objetivo
práctico, entre otros principistas, de modificar la composición del Senado nacional. Se buscaba,
también, legitimar a la totalidad de los gobiernos de provincias a partir del ejercicio del sufragio
libre, asegurando así las autonomías de éstas, las cuales pertenecían al pueblo y eran para él, no para
los gobiernos.
La neutralidad: En el plano de la política internacional se sostuvo la política de no intervención y
la neutralidad en la primera guerra mundial. Al no participar de la Sociedad de las Naciones se
estuvo muy cerca del aislacionismo.
El ejército: Aunque el radicalismo gozaba de simpatías en algunos sectores del ejército, sobre todo
en los cuadros medios e inferiores, y si bien algunas actitudes de Yrigoyen agradaron a las fuerzas
armadas, sobre todo su firme posición neutral ante el conflicto europeo, pero no puede decirse que
las relaciones entre la Casa Rosada y las instituciones castrenses transitaran por carriles cordiales.
La primera cuestión fue la designación de Elpidio González, un civil, como ministro de Guerra, la
tradición reservaba este a cargos a un General. La segunda cuestión grave fue la decisión del
presidente de reincorporar, aunque en condición de retiro, a los militares radicales dados de baja a
raíz de su participación en las rebeliones radicales de 1890, 1893 y 1905. Yrigoyen realizaba una
“reparación” con aquellos comprometidos con la “causa”, reconociendo antigüedades, modificando
órdenes de méritos, ascendiendo oficiales en situación de retiro o fallecidos y concediendo
pensiones. Para los militares esto era premiar la insubordinación, la desobediencia y la indisciplina.
Otro tema de controversia fue el presupuesto. Los militares demandaron un aumento presupuestario
para renovar equipos y armamentos, Yrigoyen lo desestimo con el argumento de su buena relación
con los presidentes de los países limítrofes, posibles enemigos en una guerra. También molestaron
al sector castrense la solicitud a participar en las intervenciones provinciales y la intervención en los
conflictos sociales.
A partir del año 1921 los militares comenzaron a organizarse para ejercer su poder originándose la
Logia San Martín, que obtuvo la conducción del Círculo Militar. Detrás de los jóvenes militares de
la Logia se movía el Coronel Agustín P. Justo, cauto y astuto alentaba sólidas ambiciones. Cuando
Alvear asumió la presidencia el Círculo Militar le hizo llegar un petitorio con tres puntos: a) Que su

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primera visita oficial como mandatario fuera al Círculo Militar, como desagravio de lo realizado por
el gobierno anterior, b) Que en ningún momento delegara el gobierno en su vicepresidente Elpidio
González, c) Que no nombrara ministro de Guerra al general Dellepiane, amigo de Yrigoyen y
enfrentado a Justo.
Alvear pensaba designar a José Félix Uriburu viejo amigo personal, pero los altos mandos franceses
le hicieron conocer su desagrado por la germanofilia de Uriburu, así que el ministro de Guerra fue
el hombre de la Logia, Agustín P. Justo.
Alvear accedió al pedido del Círculo Militar con lo cual su poder y su influencia política fueron en
aumento.
El Final: Luego de la presidencia de Alvear, Hipólito Yrigoyen retornó al gobierno en 1928, desde
el ejecutivo buscó alcanzar el bienestar social y mantener el contacto con el pueblo. Su objetivo era
la integración política y una armonía entre las clases, manteniendo la estructura socioeconómica
existente pero promoviendo la participación política institucionalizada fuera de los marcos de la
clase gobernante tradicional. En procura de su meta, el líder radical, se comprometió con dos grupos
claves: la clase media de profesionales dependientes, que ya antes de 1916 se había convertido en
un elemento importante dentro del radicalismo, y la clase obrera urbana. Los contactos que tuvo el
gobierno con estos grupos modelaron su relación con la oligarquía y el capital extranjero. Cuando el
gobierno radical se alineó en demasía con los grupos urbanos se desencadenó el conflicto político.
En este período le ocurrió lo mismo que en su primera etapa, salvo que a sus opositores de siempre,
en especial los conservadores, se les sumaron los radicales anti personalistas, que venían del mismo
tronco político pero se transformaron en sus enemigos más acérrimos. Además, tendría en forma
casi permanente la prensa en contra, –La Nación o La Prensa– Crítica –.y fundamentalmente el
ejército en sus dos vertientes la línea liberal conservadora de Justo y la vertiente autoritaria
corporativa de Uriburu.

EL MODELO DE ACUMULACIÓN CAPITALISTA AGROEXPORTADOR 1880-1930


En relación al Mercado, la clase dominante impulsó la economía a través de la producción primaria,
basada en la demanda externa de cuero y lanas. Propició el desarrollo de la actividad en el área de
Buenos Aires y el litoral. En el nuevo orden mundial Argentina desempeñó el papel de productora
de carnes y cereales. El periodo se caracterizó por un proyecto de acumulación de capital centrado
en la producción primaria exportadora, sesgado por su alta dependencia de las fluctuaciones del
comercio internacional y la carencia de un proyecto a favor de un proceso industrial generador de
un desarrollo económico autónomo.

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La estancia se convirtió en la unidad productiva dedicada a la actividad ganadera; la base
económica estuvo ligada al sistema de producción y acumulación y a las formas de apropiación
vigente. Entre 1880 y 1914 el mercado europeo, principalmente Inglaterra, aumentó su demanda de
alimentos baratos, los adelantos tecnológicos permitieron transportar grandes volúmenes de granos
y carnes refrigeradas a menor costo, la economía de la región pampeana comenzó a especializarse
para satisfacer esa demanda.
La realización de esta actividad fue posible debido a las condiciones internas favorables, entre las
cuales consideramos las ventajas comparativas ofrecidas por la pampa húmeda para producir
justamente las materias primas y los alimentos de demanda creciente en Europa. La limitada
disponibilidad de capitales locales fue subsanada por los capitales ingleses, éstos ocuparon todos los
sectores vinculados con la actividad primaria: los frigoríficos, los silos de cereal, las líneas
ferroviarias, las principales casas comerciales, varias de las modernas estancias pampeanas y
patagónicas. Inglaterra al mismo tiempo que se aseguró alimentos baratos, obtuvo importantes
ganancias con la construcción y administración de esta infraestructura.
Los beneficios que el país obtuvo por la venta de productos agropecuarios permitieron pagar la
importación de los bienes manufacturados para el consumo interno. Argentina no solo necesitó la
importación de bienes manufacturados sino que se transformó en consumidora de tecnología en su
área de explotación, lo que implicó una mayor dependencia de la metrópoli británica.

Desequilibrios Territoriales
No todo el territorio del país se incorporó al mercado mundial, los territorios tuvieron distintas
escalas de producción y relación con el mercado, así se pueden diferenciar tres áreas:
a) El área nuclear: La pampa húmeda, el área central del país compuesta por la flamante Capital
Federal y las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, eran, a principios del
siglo XX, el núcleo dinámico y dominante en la formación económica – social argentina. Su
relación fue con el mercado internacional.
b) El área periférica: Las provincias y territorios periféricos presentaron características socio
productivas capitalistas pero su mercado de relación era el local. A través de acuerdos políticos
consiguieron algunas protecciones y fue posible seguir produciendo, como en Mendoza el vino, en
el Noroeste el azúcar y en el Noreste la yerba mate.
c) El área marginal: Las provincias y territorios se caracterizaron por una producción pre capitalista
y mono producción semiartesanal de baja productividad, requerían para sobrevivir de subsidios y
protecciones del gobierno central. Las economías de las distintas regiones del interior decayeron por
la competencia de las manufacturas importadas y de los alimentos pampéanos más baratos. Esto

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marcó aún más diferencia entre el Litoral próspero y el resto del país estancado. Los nuevos
territorios también se organizaron según estas reglas. En el Chaco se inició la explotación forestal,
para producir tanino para la exportación, maderas y leña para el consumo interno. La Patagonia se
ocupó con la ganadería ovina que había sido desplazada de la región pampeana por los cultivos y
por el ganado vacuno; su producción se destinó a la exportación, directamente a través de los
puertos patagónicos.

Desigualdad en las Relaciones Sociales de Producción


El modelo presentó limitaciones propias de su dependencia; en primer lugar, el modo de
acumulación del capital se centró sobre ventajas de la renta diferencial y el comercio exterior, que
lo hizo vulnerable a la crisis del mercado y por otra parte, el excedente económico no se aplicó para
desarrollar el mercado interno de acuerdo a los ritmos que exigió el crecimiento cualitativo de la
población y la demanda de bienes industriales intermedios y finales por las ciudades y el campo.
En nuestro país, la impronta agraria tuvo un alcance profundo, como resultado de esta huella
tenemos un producto que no siempre fue redistribuido en forma equitativa. Los beneficios de la
economía agroexportadora no abarcaron a toda la población ni a todo el territorio. La estructura
social quedó definida por la concentración de la riqueza y el poder en los propietarios rurales; la
prosperidad se derramó en una porción del territorio cuya imagen se identificó con el país en un
acto de percepción no del todo coincidente con la realidad.
Lo producido socialmente generó estructuras sociales que interactuaron con los procesos de
producción mediante la determinación de las reglas para la apropiación, distribución y usos del
excedente. Estas reglas constituyeron modos de producción y estos modos definieron las relaciones
sociales de producción, determinando la existencia de clases sociales que se constituyeron como
tales mediante su práctica histórica. En consonancia con el modelo económico implementado se
produjo una organización social donde la clase dominante basándose en su posición en el proceso
de producción, decidió la apropiación y distribución de la renta, determinando el uso de la misma en
lo referente al consumo y la inversión.
El mercado europeo exigió el refinamiento del ganado, lo que llevó a la introducción más
sistemática de reproductores de la raza Shorthorn y al reemplazo de las pasturas tradicionales por
los campos alfalfados. Esto produjo una mayor complementación entre la ganadería y la agricultura
bajo el sistema de arrendamiento. Dentro de la producción ganadera se fueron configurando dos
grupos, criadores e invernadores, que generaron tensiones y conflictos intensos. Los primeros
estaban encargados de la cría del animal y soportaban gran parte del riesgo empresarial, mientras

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que los últimos terminaban por mejorar el producto en los campos de invernada y eran quienes
tenían mayor capacidad de negociar los precios de la carne con los frigoríficos.
La política de clase dominante en cuanto a la tenencia jurídica de la tierra fue restringir las
posibilidades de acceso a la propiedad, fundamentalmente a los inmigrantes que arribaron de
Europa. Según el Censo Agrícola de 1914, los propietarios de más de 1000 hectáreas sumaban el
85% de las explotaciones agrícolas en la pampa húmeda, y se dedicaban en un 93 % a la cría de
ganado. En el espacio pampeano los inmigrantes que se dispusieron a establecerse como
productores agrícolas tuvieron que recorrer un arduo camino, fueron obligados a producir como
arrendatarios, en aparcería y en mediería. La situación social en el espacio rural no originó igualdad
de oportunidades para que todos fueran agricultores prósperos. Entre1900 y 1929 los contratos de
arrendamiento de tres años o menos suman el 70 % de los mismo en la cerealicultura. Esta forma de
reglamentar la actividad, mediante contratos de arriendo excesivos en cuanto al elevado costo de los
cánones y escasos tiempos de alquiler, fue el origen de la huelga rural que se conoció con el nombre
de grito de Alcorta. El 25 de junio 1912, en el pueblo santafecino de Alcorta, un grupo de 300
colonos chacareros, en su mayoría de origen italiano, encabezados por Francisco BULZANI y
apoyado por los hermanos NETRI (uno sacerdote y el otro abogado), se reunió en la Sociedad
Italiana de Alcorta e iniciaron lo que fue la primera huelga agraria que se produjo en el país y que
tuvo luego, decisiva importancia para erradicar el sistema de “contratos de arriendo” que
consideraban abusivos e injustos. Conocida como el “Grito de Alcorta”, esta huelga, cuyo
detonante fue la pésima cosecha de 1910 y el derrumbe de los precios, mientras que los arriendos,
pactados en tiempos de bonanza, permanecían elevados, muy pronto se extendió por 90 localidades
del sur de Santa Fe, el sudeste de Córdoba y las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y La
Pampa. Durante casi cuatro meses, más de 3.000 chacareros, arrendatarios, pequeños empresarios
familiares de la llamada “pampa gringa”, en la primera época de la expansión agrícola, se negaron a
trabajar los campos, en protesta contra la explotación de los terratenientes y las grandes empresas
comercializadoras, como Dreyfus o Bunge y Born, exigiendo reducción de los arriendos de la tierra
y contratos más largos, libertad para contratar la maquinaria para la cosecha y poder criar animales
domésticos. La huelga originó el nacimiento de una entidad gremial representativa de los medianos
y pequeños productores: La Federación Agraria Argentina que confrontaría con la entidad de los
grandes propietarios de tierra: la Sociedad Rural Argentina. Sólo un pequeño grupo de inmigrantes
logró colarse y dar origen a la pampa gringa.
Finalmente, dentro del mundo rural existía una masa de peones y jornaleros sometidos a precarias
condiciones laborales y contractuales. Parte de ellos se trasladaban en función de las tareas

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estacionales requeridas. A ello se sumaban los inmigrantes “golondrinas” que llegaban al país para
los meses de la cosecha de cereales y lino.
En relación al ambiente en los primeros años la roturación de las praderas vírgenes produjo
rendimientos notables de granos que impulsaron a los productores a aumentar las áreas bajo cultivo,
sin tomar -por falta de asesoramiento técnico adecuado- las más simples medidas de precaución
para evitar el desgaste de los suelos que ya se insinuaba a los pocos años de explotación. El manejo
equivocado de ese recurso determinó la desaparición de los escasos elementos de cohesión de que
naturalmente estaba provisto (materia orgánica y coloides minerales), facilitando así la acción
erosiva del viento. En este proceso el arado de vertedera fue uno de los instrumentos responsables
de la destrucción del suelo. Desde la primera década del siglo XX (1900-1910) el problema de la
erosión eólica y los cambios climáticos se presentaron como una terrible realidad por las pérdidas
de las cosechas y la destrucción del suelo agrícola. Hacia fines de la década de 1920 se incrementan
las superficies afectadas por el fenómeno erosivo, que llegó a conmover la estabilidad económico-
social de grandes núcleos de la población. La erosión eólica había alcanzado para esa época la
categoría de un problema grave y permanente. Las causas de la erosión tienen dos orígenes: las
naturales y las económico-sociales. Las primeras derivan de las características ecológicas que
prevalecen en la región afectada, especialmente gravitantes son el tipo de suelos y el clima. En
cuanto a las causas socioeconómicas se manifestó un manejo equivocado del suelo, la destrucción
de la vegetación nativa, la tala de bosques, la labranza del suelo a destiempo, sobrecarga de potreros
de haciendas, destrucción de la escasa materia orgánica que daba cierta cohesión a las tierras
sueltas, etcétera. Esta actitud fue motivada por falta de asesoramiento técnico, la exigua superficie
de explotación que asignaron las compañías de colonización, y la llamada “acción de fomento” de
ciertas empresas de ferrocarriles.
En torno al centenario la Argentina tuvo un poderoso crecimiento económico y demográfico. Su
principal centro productivo y de población se concentró en la región pampeana, esta predisposición
debilitó la importancia de otras regiones y condenó durante décadas al olvido a buena parte del
territorio. El modelo económico adoptado tuvo un momento de esplendor y no se pensó en
alternativas para optimizarlo ya que se supuso un desarrollo económico en constante aumento, sin
examinar la dependencia a la que estuvo expuesto.
La primera guerra mundial (1914-1919) alteró en forma dramática los equilibrios sobre los que
se basaba la economía argentina, tributaria directa de un sistema internacional centrado en Gran
Bretaña. Las dificultades de importar y exportar se expresaron en una brusca disminución del
comercio que afectó el tipo de producción, la actividad de los frigoríficos se volcó a la carne
envasada que alimentaba a los ejércitos en combate. Más grave resultaría la caída de las

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importaciones, como fruto, tanto de la disminución de la capacidad de compra, como las
restricciones a las exportaciones impuestas por los países en guerra que destinaban su capacidad
industrial a la producción bélica. En nuestro país esta situación produjo una fuerte disminución de
los ingresos, aumento de la desocupación y un persistente incremento de los precios que deterioraría
considerablemente el salario real.
Al finalizar la guerra, el mundo había cambiado, fundamentalmente el desplazamiento de Gran
Bretaña por Estados Unidos. Argentina seguiría vendiéndole materias primas a Gran Bretaña pero
debía importar desde los Estados Unidos. Argentina estuvo entonces en un triángulo económico
conformado por dos de las grandes potencias mundiales de la época que tenían, por su parte,
conflictos y dificultades. En la década del veinte comenzaron a llegar empresas de capitales
norteamericanos impulsando la actividad industrial, la inversión fue en perfumería, metalurgia,
textiles, cemento, maquinarias, la radicación de estas empresas en nuestro país les permitía eludir
las barreras arancelarias y competir desde adentro con las importaciones británicas. Después de
1921 la economía mundial tuvo un ciclo ascendente y con este las exportaciones argentinas se
recuperaron. La agricultura a partir de 1923 tuvo un ciclo de buenos precios que culminaría en
1929.

EL IMPACTO INMIGRATORIO Y LA DISCIPLINA SOCIAL 1880-1930


En relación a la Sociedad se observó en la política demográfica que impulsó la llegada de
inmigrantes europeos y le cupo al Estado la responsabilidad de integrar a esa mano de obra que
llegaba al país. La inmigración masiva y el crecimiento vegetativo fueron las principales causas de
aumento de la población. Entre 1869 y 1914, se pasó de 1.730.000 habitantes a 7.880.000
habitantes. Los inmigrantes se asentaron en la región económicamente más dinámica, lo que
acentuó aún más el poder del área pampeana. La mayoría de los inmigrantes llegaron de regiones de
Italia y de España, pero también llegaron franceses, rusos, eslavos y sirio-libaneses. El Estado había
fomentado la llegada de los mismos con la Ley de Inmigración y Colonización 1876. La
prosperidad del modelo económico permitió el avance educativo y la consiguiente posibilidad de
ascenso social, pero lo que se concretó fue una sociedad pastoril en contradicción con la naciente
sociedad de masas. En principio se buscaba que la migración se radicara en el espacio rural pero las
dificultades para acceder a la tenencia jurídica de la tierra y las duras condiciones laborales
produjeron la migración del campo a la ciudad, allí crecieron los conventillos y se modificó el
paisaje urbano. Los migrantes se organizaron en Sociedades de Socorros mutuos (italiana, española,
francesa, etcétera) y en gremios. Un análisis socio-histórico buscó enfatizar bajo el concepto de
crisol de razas la progresiva fusión de esas identidades. Una mirada posterior señala que sería más

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preciso el concepto pluralidad cultural, es decir, los grupos siguieron conservando rasgos y
comportamientos de su identidad de origen. El Estado a través de la educación buscó su
homogenización e integración. El grupo político dominante adhirió ideológicamente al positivismo,
se caracterizó por su liberalismo económico y religioso. La elite gobernante buscó construir la
nación; para alcanzar este propósito utilizó como herramienta la socialización de los sujetos, en un
país en el cual hacia 1914 el 50% de la población urbana era extranjera. Mediante el sistema de
educación laica masiva se propuso eliminar el analfabetismo y, al mismo tiempo, nacionalizar la
inmigración, pero sin extenderles el derecho al voto, por tanto la inserción política de los
inmigrantes fue mucho más problemática. Desde fines de la década de 1880 una masa creciente y
heterogénea de trabajadores comenzó a movilizarse y organizarse para hacer oír sus demandas a
través de las huelgas. Las reivindicaciones apuntaron a la reducción de la jornada laboral a 8 horas
diarias y aspectos relativos a la seguridad y a la salud. La situación política y la exclusión social se
combinaron con el descontento sociolaboral. Las condiciones miserables de los trabajadores, con
salarios bajos, sin protección social y laboral, trabas a la participación política; aceleró el desarrollo
de la acción sindical de las organizaciones conducidas por el anarco –sindicalismo. Esas
representaciones socio-políticas actuaron y su accionar se tradujo en huelgas generales obreras. Los
trabajadores conformaron un amplio espectro del mundo sindical, en su mayoría se expresaron por
ideas que traían de la vieja Europa: anarquistas, socialistas y sindicalistas, aunque en un número
menor no faltó la adhesión al comunismo y al círculo obrero católico. Los anarquistas descreían del
sistema político partidario por considerarlo burgués, por tanto rechazaban la vía de acción
parlamentaria y ponían su acento en la huelga revolucionaria. Los socialistas creían en la vía
parlamentaria, no rechazaban la huelga, pero como instrumento de negociación, buscaban
fortalecer su posición a través del Partido Socialistas y promover reformas de las condiciones
laborales mediante leyes sancionadas en el congreso.
En 1890 se produjo otro acontecimiento importante: se celebró el primer “1º de mayo”, una
iniciativa de la Segunda Internacional reunión de obreros y socialistas, en aquella ocasión se
reclamaron medidas que protegieran al trabajador (jornada de 8 horas, descanso dominical, etc.).
Los trabajadores ya comenzaban a unirse en asociaciones y comenzaron a protestar con la
movilización callejera. Desde fines del siglo XIX los trabajadores crearon sociedad de resistencia y
sindicatos, así como periódicos y publicaciones, que fueron los elementos iniciales de organización
del movimiento obrero. Desde 1901 los trabajadores protagonizaron varias huelgas generales, en un
periodo de mucha conflictividad social que se extendería hasta los años del Centenario. En 1901 se
creó La Federación Obrera Argentina, en 1903 los socialistas crearon La Unión General de
Trabajadores 1903 y en 1904 se creó la Federación Obrera Regional Argentina (F.O.R.A), de

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estirpe anarquista. En 1909 la Confederación Obrera Regional Argentina (C.O.R.A) – sindicalismo
revolucionario. El Estado respondió a través de la represión sancionando la Ley de Residencia de
1902, que permitía la expulsión de los extranjeros que produjeran conflictos. En 1910 se completó
con la ley de Defensa Social que posibilitaba la expulsión de los habitantes conflictivos.
A partir de 1916 la Unión Cívica Radical desde el gobierno buscaría modificar la relación del
Estado con los sectores urbanos, entre los propósitos del gobierno radical estaba la democratización
de la sociedad de los estancieros racionalizando y mejorando el sistema de relaciones políticas y
sociales que había surgido de ella. La propuesta económica era implementar una política
distributiva, incrementando el consumo a través del gasto público. Para Yrigoyen la democracia no
consistía solo en la garantía de la libertad política, entrañaba a la vez la posibilidad de todos para
poder alcanzar un mínimum de bienestar siquiera.
En relación con esta idea se propuso avanzar en materia de derechos políticos y la democratización
científico cultural. En ese sentido un hito esencial fue “La Reforma Universitaria” que modernizaba
los contenidos de la enseñanza y facilitaba el ingreso de una clase nueva en las aulas superiores.

La Reforma Universitaria de 1918 de Córdoba, fue un movimiento protagonizado por los


estudiantes universitarios para democratizar la universidad y otorgarle un carácter científico, se
inició con una rebelión estudiantil durante los meses marzo y octubre de 1918, durante el cual se
produjeron violentos enfrentamientos entre reformistas y católicos. Su fecha simbólica es el 15 de
junio de 1918, momento en el cual los estudiantes irrumpieron en la Universidad para impedir que
se consumara la elección del rector que sostendría la situación tal como estaba hasta entonces y
declararon una segunda huelga general. Tuvo su pico culminante el 9 de septiembre cuando
la Federación Universitaria de Córdoba asumió la dirección de la Universidad y el gobierno ordenó
al Ejército reprimir la ocupación. Durante el curso del conflicto y a pedido de los estudiantes, el
presidente Hipólito Yrigoyen intervino dos veces la Universidad para que se reformaran los
estatutos y se realizaran nuevas elecciones de sus autoridades. La revuelta estudiantil cordobesa
tuvo su expresión en el célebre Manifiesto liminar de la Federación Universitaria de Córdoba,
redactado por Deodoro Roca y titulado "La Juventud argentina de Córdoba a los Hombres Libres de
Sudamérica", que finaliza diciendo: La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a
exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes.
Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las
conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.
21 de Junio de 1918.

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La recuperación del dinamismo económico en la década de 1920 afianzó la movilidad social
ascendente como rasgo típico de la sociedad. Esta dinámica se tradujo en un dominio numérico de
las clases medias. Además de los oficios tradicionales rurales y urbanos se sumaron los
profesionales liberales, se desarrollaron sectores cuentapropistas, se incrementaron las actividades
de comercio y servicios. Empleados de oficinas, los llamados trabajadores de cuello blanco. La
educación contribuyó decisivamente a esta experiencia urbana, ya que aumentó el número de
institutos primarios y secundarios.
El intento del radicalismo apuntaba a lograr una integración política y una situación de armonía de
clases, manteniendo la estructura socio económico existente pero promoviendo la participación
política institucionalizada fuera de los marcos de la clase gobernante tradicional. Estos objetivos
comprometieron al gobierno con dos grupos claves desde antes de 1916, los sectores conservadores
desplazados políticamente del poder y la clase media urbana. La relación del gobierno con los
sectores medios modeló su relación con la élite y con el capital extranjero. La aproximación del
gobierno a los grupos urbanos de clase media tensionó la relación con la élite desencadenando el
conflicto político.
Durante su primera presidencia Yrigoyen tomó algunas medidas en favor de los trabajadores
(arbitraje en los conflictos, limitación del trabajo de las mujeres y de los niños, retiro para los
empleados del Estado…) pero la coyuntura económica (La Primera Guerra Mundial) promovió el
descontento socio-laboral, en algunos casos potenciados por las condiciones miserables de los
trabajadores, con salarios bajos, sin protección social y laboral. Esto aceleró el desarrollo de la
acción sindical de las organizaciones conducidas por el anarco –sindicalismo. Esas representaciones
socio-políticas actuaron y su accionar se tradujo en huelgas generales obreras. Las huelgas más
significativas fueron la semana trágica de 1919 y los sucesos de la Patagonia en 1922.
Se conoce como “Semana Trágica” la represión sufrida por trabajadores a raíz de una protesta y
movilización social en los primeros días del año 1919. El desencadenante fue una huelga de los
trabajadores de los “Talleres Metalúrgicos Vasena”, en Nueva Pompeya, ciudad de Buenos Aires.
La inestabilidad económica y social, el alza del costo de vida condujo a los obreros a realizar una
serie de demandas, reducción de la jornada laboral de 11 a 8 horas, la vigencia del descanso
dominical y aumentos de sueldo, la huelga se desarrollaba de manera pacífica. El día 7 de enero se
produjo un enfrentamiento que desató en la ciudad una terrible ola de violencia, la policía intervino
reprimiendo a los huelguistas. Desde el 10 de enero, se organizaron «pogroms», grupos de civiles,
que habían organizado la “Liga Patriótica Argentina”, se sumaron a la represión. Estos grupos
parapoliciales asaltaban las viviendas en los barrios donde predominaba la población rusa,
consideraban como tal a la colectividad hebrea, que fue la victima principal del descontrol de esos

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grupos. Atacaron comercios y asociaciones judías del barrio de Villa Crespo, convencidos que
judíos, rusos y comunistas eran la misma cosa. Bandas de exaltados asaltaron e incendiaron
viviendas, destruyeron sedes sindicales, periódicos y bibliotecas populares. La ciudad se convirtió
en un campo de batalla, por lo que el Congreso declaró el estado de sitio, el presidente Hipólito
Yrigoyen ordenó la intervención del ejército. Por fin, el 14 de enero, cuando los propietarios de los
Talleres Vasena, aceptaron las demandas, la FORA canceló las medidas de fuerza que había
tomado. Cálculos extraoficiales destacaron que hubo 700 trabajadores y agentes del orden muertos
y más de 3.000 heridos. Las huelgas rurales en la Patagonia se desarrollaron en el final del periodo
gubernamental de Hipólito Yrigoyen. Los peones demandaban por las deplorables condiciones de
trabajo que incluían la escasa salubridad y falta de higiene. También reclamaban por los bajos
salarios. La situación era muy especial, la mayoría de los peones no eran nativos tampoco lo eran
los dueños de estancias, muchos ingleses o conducidas por mayordomos, ya que sus propietarios
residían en Inglaterra. Luego de algunas movilizaciones y enfrentamientos, el ejército reprimió a los
huelguistas produciendo numerosos muertos del sector trabajador rural.

BIBLIOGRAFÍA:

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ROUQUIE, ALAIN.1982. Poder militar y sociedad política en Argentina tomo II. Emece.
Anexo
Presidentes “Proceso de Organización Nacional 1862-1880”
Periodo Presidente
1862-1868 Bartolomé Mitre
1868-1874 Domingo F. Sarmiento
1874-1880 Nicolás Avellaneda

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Presidentes Modelo Agro exportador 1880-1930
Periodo Presidente
1880-1886 Julio Roca
1886-1890 Miguel Juárez Celman
1890-1892 Carlos Pellegrini
1892-1895 Luis Sáenz Peña
1895-1898 José Evaristo Uriburu
1898-1904 Julio Roca
1904-1906 Manuel Quintana
1906-1910 José Figueroa Alcorta
1910-1914 Roque Sáenz Peña
1914-1916 Victorino De la Plaza
1916-1922 Hipólito Yrigoyen
1922-1928 Marcelo T. de Alvear
1928-1930 Hipólito Yrigoyen

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