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-de
TOMÁs SEGQVIA
revisada
con la colaboración del AUTOR
y de JUAN DAVID NASIO
nuevamente revisada
por
ARMANDO SUÁREZ
quien tradujo los ensayos
no incluidos anterior-m ente
íNDICE GENERA L
)J(()
siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.
CERRO OEL AGUA 2<18, DELEGACIÓN COYOACÁN, 04310, MEXleo, D.f.
Uno
Dos
De nuestros antecedentes 59
Más a llá del "principio de real idad" 67
.EI estadio del espejo como formador d e la función del yo
lie] tal como se n os revela en la experien cia psi coa nalítica 86
La agresi vidad en psicoanálisis 94
Introducción teór ica a las funciones del psicoanálisis en
crimin ol ogía 117
Acerca de la causalidad psíquica 142
Ík
'1 íNDICE CENE.RAL INO IC !:: CENEAAL ' lO
TOMO 2
Cinco
Seis
Apéndices
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564 l "R.o\T AM IF.NTO POS Ull.E DE LA PS ICOSIS
a rti cul ada con cincuenta aií.os de a nticipación por la teodi cea LA DIRECCIÓN D E Le\ CURA Y LOS PRINCIPIOS
con la que se enfrenta Schreber: " Dios es un a p... " .'IQ DE SU PODERl
Término en el que cu lmin a el proceso por el cu al el signi fi-
cante se ha " dese ncadenado" en lo real, después de qu e se abrió
la quiebra del Nombre-del-Padre - es decir del signifi ca nte que
e n el Otro. en cuanto Jugar de l signi fi ca nte, es e l signifi ca nte de}
Otro en cuanto Jugar de la ley.
Dejaremos aquí por ahora esta cuesti ón prelimin ar a todo l. ANALIZA HOY?
tra tamiento posible de la psicosis, que introduce, como se ve,
la concepción que hay que (orm arse de la maniobra, en este 1. Que un análisis lleve los rasgos de la persona del analizado,
tr a tamiento, de la tra nsferencia. es cosa de la q ue se hab la como si cayese por su propio peso.
Decir lo qu e en es te terre no pod emos hacer sería prematuro, Pero quie n se interese en los e fectos que tendría sobre él la per-
porque sería ir ahora "más allá de Fl'eud", y la cuestión de son a del analisla pensa ría estar dan do pruebas de audacia. Tal
su perar a Freu d ni se plantea siquiera cuand o el psicoaná lisis es por lo me nos el estremecimiento que nos recorre ante las ex -
de después ha vuelto, como hemos dicho, a la etapa de a ntes. presio n'es de moda referentes a la contratra ns[erencia , contribu.
Es por Jo menos Jo qu e nos aparta de todo o tro o bje to que yendo sin duda a enmasca rar su improp iedad conce ptual: pensad
el de rest aurar el acceso de la experiencia que Freud descub rió. qu é tes tim o ni o da mos de e levac ión de alma al mostrarn os en
Pues utilizar la técni ca que él institu yó, (uera de la experiencia nues tra arcilla como hechos de la mi sma que aque llos a quien es
a la que se aplica, es tan eS lúpido como echar los bofes e n el amasamos.
remo cuando el navío es tá e n la arena. A cabo de 'escribir una mala pal abra. Es ligera para aque ll os
a quie nes ap un ta, siend o as í qu e h oy ni siqui era se gu ard an las
Diciembre de 1957-enero de 1958 formas para confesar qu e bajo el no mb re de psicoanálisis mu-
chos se dedican a uu a "reeducaó6n emocio na l del paóente " [22).2
Situar 'en es te nivel la acció n del ana li sta acarrea un a posició n
de pr in cipio, con respecto a Ja cual tod o lo qu e pued e decirse
de la contratrans[erenóa , incluso si no es vano, tendrá una
[unción de diversió n . Porque es más a ll á d onde se encu'entra
desde ese momento la impostura que queremos desaloj ar aquí. 3
No por eso de nun ciamos lo que el psicoanálisis d'e hoy ti ene
de an tifr eudi a no. P ues en esto h ay que agradece rle el qu e se
haya quitado la máscara, pu es to que se jacta de :iup'e rar lo que
por otra parte ignora, no habiend o retenido de la doctrina de
donde sus pri meros. retozo s enCOlllraron su conejo, por cuanto la ley de Freud sino justo Jo sufi ciente para sentirse has ta qu é punto 10
la si mboliladón en la qu e debe enLrar su deseo lo pcend e en su red por qu e aca ba de enunciar de su eXIJ"eriencia es disonante con eHa.
la posición de obj eto pa rcial en la que se ofrece al llega r al mundo. a UII
mundo don de ct deseo del O tro h ace la ley. I Primer informe del Coloq uio Internacional de Royaumont re un ido del
Es ta relación poi' supues to es ani culada claramente por Schreber en lo 10 al 13 de julio de 1958, a in vita ción de la Soci edad },':ancesa de Psicoa na-
que él refi ere, para decirl o sin de jar ninguna ambigüedad, al acto d e ca ... lisis. a parecido en l .a Psyehanalyu , yol. G.
- concretamente el hecho de semir reunirse en es te acto los elemem os : Las cifra s enlre corc hetes remi len a la s referencias colocada s al (inal de
su ser cuya di spen; ión en el infinit o de su t1eliri o luce su sufrimi ento. este informe.
:lO naja la forma : D ie SOfln e ¡si ei'le H ure (S. El 501 es para :. Para "o h 'er co ntra el espiritu d e una soci edad un término a cu yo precio
Sc hreber el aspec to centra l de Di os, La experien cia interior de qu e se tra la se la puede a preciar, cuando la se ntencia en que Freud se igu ala a los Pl'e-
.aqut es el titulo de la obra ce ntral de Georgcs Batai ll e. En Madam e Edwa1'fia socr¡h icos: Wo es war, soll ¡ eh werden, se tradu ce en ell a por 13s b uenas
<Ie$cri be el ex.lremo singtlla r de es ta experiencia. r.
al uso fran cés, por: el Yo debe desalojar al Ello [Le M oi doi! d¿l oge r le a}-
[565]
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600 LA DIRCCCIÓ:-.l OE l.A Cl'RA 1..\ Om1::CC1ÓN DE LA CUilA
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604 l ." OIRI:CCIÓf'l DE L\ CURA LA DiRECC iÓN DE. 1.A CU RA
nías la empuja a ello, aparle de que se cena bien allí, sino el que el leva ntamiento de ese ve lo se iguale con el que se realiza.
hecho del que nuestra carnic'era no pierde el hilo: y es que su ba al fin al de los antiguos misterios.
marido habla siempre de ella ventajosamente. Ahora bien , fla ca Ser el falo, aunque fuese un falo un poco flaco . ¿No es ésta
como es, no está muy hecha que digamos para gustarle, a él a la identificación última con el significante del deseo?
quien no le gustan sino las redondeces. No parece tan obvio para una mujer, y hay entre nosotros
¿No tendría el también un deseo que se le ha quedado atrave. quieues prefieren no tener que habérselas más con 'ese logogrifo.
sado, cuando todo en él está satisfecho? Es el mismo resorte que, ¿Tendremos que deletrear el papel del significante para qu-e se
en el su'eño, va a hacer del deseo de su amjga el fracaso de su nos vuelvtl a venir encima el complejo de castración, y esa en-
demanda. vi dia del pen'e del que Dios nos libre, cuando Freud, llegado
Pues por muy precisamente simbolizada que esté la demanda a esa encrucijada, no sabia para dónde tirar, pues no veía m ás
por el accesorio del recién nacido teléfono, es en va no. La lla- a11;', sino el desierto del análisis?
mada de la paeieo te no ti'ene éxi to; bueno sería ver a la otra Si, pero los ll evaba hasta allí, y era uu lugar menos apest.do
engordar para que su marido la paladee. que la neurosis de transfel'eucia, que lo reduce a usted a echar al
Pero ¿cómo puede ser amada otra (¿acaso no basta para que la paciente, rogándole que salga despacito para que se lleve a sus
paciente lo piense con que su marido la considere?) por un moscas.
hombre qU'e no podría satisfacerse con ella (él, el hombre de la
reba nada de trasero)? Ahí está puesta en su punto la cuestión,
que es muy generalmente la de la identificación histérica. 9. Ar ticulamos sin embargo lo que estructura al deseo.
El deseo 'es lo que se manifiesta en el intervalo qu e cava la
demanda más acá de ella misma , en la medida en que el sujeto,
8. Es en esta cuestión en la que se convierte el sujeto aquí mis- al articular la cadena significante, trae a la luz la caren cia de ser
mo. En lo cual la mujer se identifica con el hombre, y la reba- con el ll amad o a recibir el complem'ento del Otro, si el Otro,
nada de sa lmón ahumado viene a tomar el lugar del deseo del lugar de la palabra, es también el lugar de esa carencia.
Otro. Lo que de este modo al Otro le es dado colmar, y que es pro·
Como este d'eseo no aJeanza para nada (¿cómo recibir a toda piamente lo que no ü ene, puesto que a él también le falta el
esa gente con esa única rebanada de salmón?) , no tengo ser, es lo que se llama el amor, pero es también el odio y la
remedio al final de los finales (y del sueño) que renunciar a ignorancia.
mi deseo de invitar a cenar (o sea a mi búsqueda del deseo de Es también, pasiones del ser, lo que evoca toda demanda más
Otro que es el secre to del mío). Todo ha fall ado, y usted dice a ll á de la necesidad qu'e se ar ticula en ella, y es sin duda aq uello
que el sueño es la realización de un deseo, ¿Cómo arregla usted de que el sujeto queda privado, tanto más propiamente cuanto
eso, profesor? m<is saLisfecha queda la necesidad articulada en la demanda.
Así interpelados, hace un buen rato que los psicoanalistas ya Más aún, la sa tisfacción de la necesidad no aparece allí sino
no contestan, habiendo renunciado ellos mismos a int'errogarse como el engaño coutra el que se estrella la demanda de amor,
sobre los deseos de sus pacientes: los reducen a sus demandas, enviando al sujeto al sueño donde habita el limbo del s-er, de·
lo cual simplifica la tarea para converti rlos en los suyos propios. jándole en él hablar. Pues el ser del lenguaje es el no ser de
¿No es ésa acaso la vía de lo razonable, que 'es la que han los objetos, y que -el deseo ha ya sido descubierto por Freud en
adop tado? su lugar en el sue ño, desde siempre escándalo de todos los es·
Pero sucede que el deseo no se esca motea tan fácilmente, por [uerzos del pensamiento por situarse en la realidad, basta para
ser demasiado visible, plantado en plena mitad del esceuario in struirnos.
sobre la mesa d e los ágapes como aquí, bajo el aspecto de un Ser · o no s'er, dormir, soñar acaso, los sueños aparentemente
sa lmón, lindo pescado afortunadamente, y que basta con pre. más simples del niño ("simple" como la situación analítica sin
sentar, como se hace en los restaurantes, bajo una tela fina, para duda), muestran simplemente objetos milagrosos o prohibidos.
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Tuda\. An toine : 27R 1. ilhoorg. Crcgory: 229 El lógico y el aserIo de rerl.idurnhe anticipada
Redactado en marzo de 19'15. Apareci do en Les Cahien d'Arl: " 1944·
1945".
Vl agresivido.d en psicoanálisis
Informe teórico presentado a l Xl Congreso de psicoanalistns de len·
gl1a francesa reu nid o en Bruselas a mediad os de mayo de 1948. Apa.
recido en la ReiJUe dc Psychorlolyse, Ol'Jffi, 3, julio.sep ti em-
bre de 194·8, pp . 367·388.
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