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INFORME DE
LECTURA
Curso: 5º “B”
Introducción:
El libro del que se hablará en el siguiente informe, trata de la realidad y la
ficción. El autor de ésta es Abel Posse.
Resumen:
En primer lugar, hay que hacer una diferencia entre los europeos que han
tenido un profundo contacto con la civilización indígena y aquellos que no
la comprenden por desinterés o desconocimiento.
En ese sentido, Álvar considera a los americanos como seres libres del
pecado original (América tiene un ambiente similar al paraíso bíblico) y va
a apoyar su opinión a lo largo del relato. En su última alusión al tema,
resume la idea que enunció anteriormente: “No, [dice Álvar] los
americanos no tienen nada que ver con Adán. [...] Somos sólo nosotros
quienes los hemos sacado de la eternidad y los hemos metido en sayal de
los pecadores.”
Por otra parte, están los que no conocen a fondo la cultura indígena, y no
ven más que a bárbaros e idólatras. Sin embargo, dentro de este mismo
grupo existen aquellos que, sin conocerlos, no niegan la existencia de una
civilización indígena, de un mundo americano anterior a la intrusión
europea.
Aquí, Cabeza de Vaca coincide con él: “No era un nuevo mundo. Era otro
mundo.” Y luego dice: “No fuimos a descubrir, que es conocer; sino a
desconocer”. De esta manera, Álvar determina una cierta independencia
entre América y España: el Nuevo Mundo no es gracias a la llegada de los
colonizadores, sino que ya era, mucho antes de que los extranjeros
pusieran su pie en una de sus costas. Muy por el contrario, los
conquistadores de su época, están haciendo que la América precolombina
pierda su esencia (sus costumbres, su religión, y, junto con ellas, su
inocencia).
Pero la idea que predominaba era la del Nuevo Mundo, la Nueva España;
continente para descubrir, no para conocer.
El punto de vista indígena sobre los españoles fue cambiando a medida
que crecía un desengaño generalizado, según cuenta el protagonista: “...se
tenían, desde el mar de los Caribes, noticias muy contradictorias que
oscilaban entre la creencia en un retorno de dioses barbados civilizadores
–reencarnación de Quetzacóatl- y una invasión de detestables y
criminosos tzizimines, demonios enanos venidos del mar, capaces de todo
crimen, acosados por una lujuria insaciable, entusiastas ladrones, guiados
por un dios que había sido condenado a muerte, mediante la tortura de la
cruz por algún motivo muy poco claro o por entonces muy mal entendido,
ya que el mismo pueblo, según la leyenda que repetían los blancos
barbados, habían preferido dejar en libertad al ladrón, al asesino, y no a
él.”. Muestra claramente la consternación y el descreimiento que la
religión cristiana causaba en los indios. Aunque fuera el Verdadero, no
podían aceptar a un Dios que trajera tantos males para su gente y que
quebrara con las creencias de sus antepasados. Esta última visión es la que
finalmente adopta el protagonista.
Naufragios
La inquisición
Otredad
Los otros determinados por el tiempo son tres: uno, joven, esbelto,
glorioso. El verdadero caminante y náufrago.
Hasta aquí, encontramos tres Álvar Núñez que se diferencian por sus
acciones. Podríamos decir, entonces, que esta distinción se da desde el
punto de vista de Álvar, el escritor, el narrador y protagonista. Sus otros
no son tales sino sólo para él. Cualquier persona vería a un mismo Álvar
Núñez, que es responsable de las tres acciones.
Pero, además de esto, existe un Álvar Núñez Cabeza de Vaca que está
relacionado con su negación a su propia identidad, a ser español. Aunque
ésta también es una distinción desde su punto de vista, puesto que nadie
ha tomado muy en cuenta su identificación con los indígenas, existe una
diferencia muy profunda entre estas dos personalidades y las tres
anteriores, y es que si alguien supiera que él cree en tres Álvar, lo creería,
posiblemente, un viejo loco. En cambio, si descubrieran su personalidad (y
su familia) india, podrían condenarlo a muerte por herejía. Y él lo sabe. En
parte por eso mantiene sus nuevos escritos en secreto.
Lo mismo le ocurre a Cieza de León, que, como el narrador nos cuenta, fue
llevado a las Indias cuando era aún muy niño: “A su modo, se transformó
en un ´otro´. Ni tan español ni indio.”. Esto es, exactamente, lo que Álvar
Núñez piensa en sí mismo: que no es uno, sino muchos, que se juntan
para morir en un largo atardecer.