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Antropología teológica
Por tanto, el hombre como creatura llamada a la divinidad debe focalizar su existir y su
actuar en dignificarse y dignificar al otro ¿Cómo? Valorando a cada sujeto sin importar su
grandezas, debilidades o limitaciones, antes bien, debe buscar el potencial que se haya en la
“debilidad” de tal modo que esta sea el punto de inflexión que genera la hermandad y la
valoración por el que es distinto venciéndose a si concepciones de superioridad bilógica o
religiosa que nada dicen del llamado divino a ser Imagen y semejanza de Dios.
En este orden de ideas lo primero será: el hombre como Imagen de Dios, la dimensión
comunitaria del hombre, y la dignidad de este.
Afirma Gelabert Ballester, que el hombre es un alter ego de Dios, por tanto, atentar contra
el hombre es atentar contra Dios, esto permite dimensionar el valor del hombre y señalar
que solo es posible la realización de este si está en relación, ya que la alteridad dinamiza el
existir y permite al amor salir de si en forma de donación. Ejemplo de ese darse al otro es
la paternidad, capacidad que permite al hombre romper el eesteriotipo de pensar solo en si
por darse de forma plena al otro.
Por ende, como ser social y dado a la realización por medio de otro, el ser humano no debe
s concebible y mucho menos dar legitimidad una sociedad que excluye a sus miembros por
no cumplir parámetros de perfección. Las sociedades o modelos políticos que promueven la
eugenesia desdicen de lo que es el hombre, cuando el cardenal Ratzinger recuerda las
atrocidades del régimen nacional socialista (Nazi) le esta recordando a la humanidad que no
reconocer al otro tal como es, no solo implica no reconocer a Dios, implica dar apertura a la
tiranía que desfigúrala la condición del hombre como imagen y olvida la dimensión
comunitaria de la trinidad que vive el hombre como ser social.
A todo esto hay que unir que la grandeza del ser humano esta dada por la semejanza con
Dios, un Dios trino que vive en relación y de esta relación se hace eco el hombre con el fin
de hacer de su mundo un lugar de relación que donde todos caben. Pensar entonces que el
hombre puede hallar su existir por si solo es un olvido de Dios, y un olvido de si mismo
que tiene por consecuencia una no realización de la plenitud humana, se es hombre, más no
se es pleno por no existir interacción, no existir reconocimiento y no dar paso a la
construcción del lenguaje universal de relación.
En el mundo moderno muchos juzgan la dignidad del hombre como algo que se puede
perder a la luz de sus actos, sin embargo, el hombre creyente debe saber que esto no es así,
la dignidad del ser humano no se acaba, no depende de los hechos que realiza el hombre
por acción u omisión su existir se determina por la imagen divina de la es reflejo el hombre.
Esto aplica para todo ser humano, el enfermo en especial es un buen ejemplo de cómo la
dignidad refleja la dimensión comunitaria del ser humano y el valor que tiene en la
comunidad, pues si este es connatural a todos y perceptible a todos es señalar de que todos
pueden hacer suyo ese dolor y desde el yo personal darlo como signo de entrega por el otro.
No es una acción fácil de entender sin embargo la cruz es una buena forma de entenderlo,
en el madero el Dios humanado expresa su amor, expresa su dolor y ambas realidades
tienen un fin hacer del pecado del hombre sea borrado y todos alcances la salvación, en este
punto imagen, ser a partir del otro toman pleno sentido; los hombres son hijos en el Hijo
que seda por todos dando así ejemplo de amor por la alteridad.
Conclusión
El valor del hombre ante Dios es inmensurable, la antropología teológica tiene mucho que
decirle a una sociedad que cada vez es más tecnificada, donde el otro pasa a segundo plano
por ser la producción lo que importante, olvidando que es el hombre el que permite a la
inteligencia funcionar, como creyente la relación Dios -hombre y este con su semejante me
hace ver que lo realmente valioso no esta en lo que construimos sino en lo que hacemos por
entablar puestes de relación.