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UNA PRIMERA APROXIMACIÓN A LA PROBLEMÁTICA DE LA EFICACIA JURÍDICA DE LAS LEYES

DE REFORMA CONSTITUCIONAL

La contundente afirmación de que la constitución que establece y regula los fundamentos de


orden de la vida del Estado, tan sólo puede desarrollar su función si aparece dotada de una
cierta estabilidad; es uno de los conceptos que gozan de mayor aceptación y gran linaje
histórico en la Teoría Constitucional. Es por este hecho de que es inherente a la misma la
necesidad de que sea configurada como una norma duradera, estable; con la verdadera
intención que su aprobación sea eterna.

Fue precisamente el deseo de perpetuar la Ley Fundamental el cual, a la postre, determinó el


nacimiento de las llamadas «Constituciones escritas». Con ellas, en palabras del filósofo
jurídico alemán Carl Schmitt, se introduce la demostrabilidad y estabilidad; produciendo, en
efecto, un importante avance en la definitiva consolidación del Derecho Constitucional.
Se debe tener en cuenta que si el constitucionalismo, nacido en frontal oposición dialéctica a
los presupuestos políticos del Antiguo Régimen, tiene como primigenia finalidad la limitación
del poder de los gobernantes para, de este modo, asegurar a los gobernados la existencia de
una esfera de libertad individual frente al Estado, evidente que, a estos efectos, la escritura
permite que los gobernados puedan exigir de los gobernantes el cumplimiento de unos
mandatos constitucionales fácilmente demostrables. Pero, además —y esto es lo que aquí
interesa—, al aparecer la Constitución recogida en un documento escrito, formal y solemne, lo
que sucede es que su contenido deviene estable y, en definitiva, protegido frente a posibles
modificaciones innecesarias y caprichosas.

No obstante, esto no nos debe convertir en unos necios negados a admitir que los constantes
cambios en las realidades locales y regionales, hacen que las Constituciones – con el preciso fin
de mantener su vigencia- deban adecuarse las nuevas circunstancias, para que la normalidad y
la normatividad logren convivir sin resquebrajar el sistema de derecho. De este modo, la figura
de la reforma constitucional se convierte en un instrumento primordial en esta tarea de
actualización obligatoria para los Estados.

Es es precisamente el cuerpo de esta obra. El escrito de los constitucionalistas: Dr. Carolina


León Bastos, Dr. Víctor Alejandro Wong Meraz y Dr. Juan Luis Sosa Carrero, recoge las diversas
formas de presentarse la reforma constitucional en tres continentes distintos, sus aciertos, sus
problemas y las soluciones que se han dado o través del tiempo en diversos países.

Como ya afirmo el Maestro De Vega, la historia del constitucionalismo no es más que la


historia de las transformaciones del intento de los hombres de reconocer la ciudadanía libre a
lo largo de la historia. Por lo tanto, se podría establecer que el régimen constitucional existió
desde que los hombres comenzaron a agruparse en asociaciones políticas.
Pero esta tesis, se ha descubierto que no es más que una mera falsificación de la historia y
que, en realidad, el concepto de constitución propiamente dicho es un concepto sumamente
moderno. Esto se debe a que resulta inasumible la equiparación de Constitución y los
instrumentos de gobierno.
Para que el constitucionalismo moderno pudiese dar paso a la aparición del Estado
Constitucional debió de producirse una transformación en la sociedad. Su máxima expresión la
podemos ver con Nicolás de Maquiavelo, el cual, al proclamar que recaía en los ciudadanos el
poder de decidir el futuro de la República, lleva a cabo una de las más importantes
exaltaciones de la soberanía del pueblo.
Pese a lo citado anteriormente, el proceso e implantación del concepto de Constitución
todavía tardó en gestarse del todo; éste, encontró su culmen en los procesos liberales
burgueses de finales del siglo XVIII como la Revolución Francesa. Estos procesos además
sirvieron como base y precedentede grandes constituciones como la estadounidense o la
francesa.
Según el profesor Ruipérez, la resolución por parte del Tribunal Supremo de la revisión
constitucional de 2011, declarando nula la petición, no denota más que un claro retroceso a
los viejos esquemas de la burguesía del siglo XIX; y la transformación del Estado de Derecho en
un mero Estado jurídico.

Existe una gran diferencia entre las tradiciones constitucionales estadounidenses y europeas,
la cual parte del siglo XIX debido a que mientras que en los Estados Unidos de América se
respetaban y reconocían pacíficamente todas las consecuencias y normatividad de la
Constitución, que se estaba gestando en el momento; en la Europa decimonómica no fue así.
Todo esto, influenciando con posterioridad nuestra historia hastala actualidad; haciéndonos
cuestionar si verdaderamente estos documentos de Gobierno, que rigieron la vida de los
diferentes Estados europeos, podrían ser reconducidos hacia una Constitución (entendiéndola
como el concepto moderno de la misma). Debido a su falta de eficacia tanto en el ámbito de
establecer una soberanía popular como la eficacia del dogma jurídico de supremacía
constitucional, la respuesta a esta pregunta, no pudo ser sino negativa; y es que como ya
indico el Maestro Pedro de Vega, este hecho no sucedió porque las constituciones no fueran
leyes; sino porque al ser concebidas no fueron configuradas, entendidas ni realizadas como
Constituciones propiamente dichas.
El constitucionalismo del S.XIX pretendió convertir lo que tendría que ser una Lex Superior en
una ley ordinaria; por lo tanto, llegamos a la conclusión, que ni las Constituciones sirvieron
como leyes ni realizaron de forma correcta las funciones que se les quería atribuír.

Es preciso hablar de lo denominado “monarquia constitucional” alemana, la cual destaca por


su profundo “anticonstitucionalismo” e intentaba reestablecer los principios del Estado
absoluto, según sus partidarios debido a que se trataba de un mal menor que era totalmente
necesario para logar la unidad de Alemania.

La Ley Fundamental Alemana de 1949, en su artículo 79, ya expuesto, presenta un


procedimiento de reforma constitucional de marcado carácter rígido, exigiendo una mayoría
en las votaciones parlamentarias a la equivalente para el procedimiento agravado de la
Constitución Española, pero sin exigir disolución posterior de las cámaras. La Ley Fundamental
Alemana también prohíbe en una cláusula de intangibilidad reformas que atenten contra la
forma de la división federal de los estados

Por más que en Alemania, como ya cite anteriormente, se estableciese con el artículo 78 de su
Constitución que la modificación formal del Código Constitucional tan solo podía ser verificado
mediante un procedimiento normativo previamete indicado, lo cierto es que en el marco de la
monarquía constitucional se admitió la posibilidad de que lanormativa fundamental pudiese
ser modificada a través de una mera ley ordinaria.

Haciendo referencia a una línea historica en cuanto a los países más destacables en lo que al
Derecho Constitucional atañe destacamos la constitución italiana y la francesa, y sus procesos
históricos de intento de reforma d ela Constitución o creación de la misma.
La constitución italiana de 1948 dedica a la reforma constitucional los artículos 138 y 139. El
primero de ellos establece el procedimiento de reforma, y exige expresamente la aprobación
en ambas cámaras, en votación final, por mayoría absoluta.87 En cambio, el procedimiento
legislativo ordinario únicamente exige una mayoría simple.88 Puede observarse cierta similitud
con el proceso simple de reforma recogido en la Constitución española. La Constitución
Italiana, del mismo modo que la constitución francesa, prevé expresamente en su artículo 139
una cláusula de intangibilidad, cuando dice que no podrá cambiarse la forma republicana del
estado.

En cuanto a la constitución francesa de 1958, la posibilidad de reforma está prevista en el


artículo 89, que a diferencia del sistema italiano o español, remite al procedimiento legislativo
ordinario89, con dos únicas diferencias. Primero, podrá ser necesaria la convocatoria de
referéndum para la ratificación de la nueva ley constitucional y segundo, se establecen plazos
más largos para las lecturas en ambas cámaras, con el fin de conseguir un consenso absoluto.
Además, de una interpretación extensiva del artículo 11 se la existencia de un segundo
mecanismo de reforma, pero casi sin uso.

De las tres constituciones analizadas en este apartado, y en comparación con la Constitución


española de 1978, es interesante resaltar que a pesar de que todas sean rígidas en mayor o
menor medida, sólo la española y la francesa contemplan dos procedimiento diferenciados de
reforma, si bien es discutible la virtualidad del segundo proceso de reforma francés, mientras
que tanto la constitución alemana como la italiana presentan un único procedimiento. Por otro
lado, es necesario recalcar que las tres constituciones traídas a colación contienen al menos
una cláusula de intangibilidad expresa, de lo que la Constitución Española carece en todo caso.

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