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Autor: Walter Arellano Hobelsberger.

Licenciado, Maestro y Doctor en Derecho por la

UNAM. Magistrado de Circuito del Poder Judicial de la Federación}

Título: Declaratoria General de Inconstitucionalidad en el Juicio de Amparo.

Edificio Sede del Poder Judicial de la Federación, en San Lázaro, Eduardo Molina N° 2,

Colonia del Parque, Delegación Venustiano Carranza México, D.F. C.P. 15960

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Correo walterarellanohobelsberger@hotmail.com
DECLARATORIA GENERAL DE INCONSTITUCIONALIDAD EN EL JUICIO DE

AMPARO. 1.- Palabras previas. 2.-Breve referencia histórica. 3.- Naturaleza jurídica y

concepto. 4.- Regulación jurídica. 5.-Importancia. 6.- Perspectiva.

1.- Palabras previas.

Una de las características del momento en que nos toca vivir, es sin duda el

notable dinamismo del fenómeno jurídico que se presenta en los últimos años.

Nuestro país entró indiscutiblemente en una etapa de rompimiento de un

prolongado letargo jurídico, que en un relativo corto tiempo nos permite alternativas

para redimensionar el Derecho en sus facetas de creación, interpretación, aplicación,

investigación y también en el proceso de enseñanza y aprendizaje de nuestra disciplina

científico social. En lo general, no se trata de aspectos que en automático cambien

radicalmente nuestros sistemas, procedimientos y esencias, sino más bien es un

proceso de transformación paulatino que tiene pretensiones valiosas, en donde

prevalecen elementos anteriores que habrán de armonizar con los nuevos.

El contexto en el que se enmarca el tema que nos hemos propuesto desarrollar

comprende fundamentalmente la reforma al juicio de amparo y es, sin lugar a dudas, la

declaración general de inconstitucionalidad un tema toral de dicha reforma.

A nuestro parecer, aunque la reforma constitucional en materia de amparo de 6

de junio de 2011 mantiene en lo general la estructura del juicio de amparo, son cinco

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ejes fundamentales que implican ciertas transformaciones de relevancia en cuanto a la

concepción y funcionamiento de nuestro juicio de amparo, a saber:

a).- El amplio objeto protector del nuevo juicio de amparo, esto es, el

señalamiento destacado de los derechos humanos en sedes nacional e internacional

como actos reclamados en el juicio de amparo, con todas las repercusiones y

trascendencia que ello conlleva, ampliando al mismo tiempo el espectro de posibles

quejosos con la incorporación del denominado interés legítimo, así como la existencia

del la figura de los particulares como autoridades responsables.

b).- La nueva regulación de la suspensión, que busca hacer más eficiente y

asegurar la materia de fondo de los amparos para proteger más cabalmente derechos

tutelados por nuestro ordenamiento jurídico, evitando concesiones de suspensión que

generen consecuencias indeseables o protecciones temporales carentes de

fundamento o injustas, contrarias al orden público y al interés social.

c).- El acceso amplio a las tecnologías de la información, que comprende la

demanda y demás promociones en firma electrónica, con lo cual se pretende alcanzar

la actualización, agilización y modernización en el trámite del juicio constitucional de

derechos humanos y sus garantías.

d).- La agilización de la tramitación del juicio de amparo por medio de la

obligación de analizar todas las violaciones procesales; la inclusión del amparo

adhesivo; la creación de plenos de circuito para acelerar la resolución de contradicción

de tesis y la solicitud de las Cámaras o del Ejecutivo para analizar prioritariamente

determinados asuntos. así como el perfeccionamiento del procedimiento de ejecución

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de las sentencias de amparo para materializar con prontitud lo resuelto en las

ejecutorias de amparo, con la inclusión de un catálogo amplio de sanciones ante la

omisión de las autoridades; y,

e).-La declaratoria general de Inconstitucionalidad, que justamente es la materia

del tema que ahora se analiza.

Es decir, conforme al anterior catálogo temático, se pone en evidencia que justo

dicha declaratoria general forma parte de uno de los ejes fundamentales de las

reformas al juicio de amparo, que permite su evolución, a partir de una tradicional

rigidez de la fórmula Otero o principio de relatividad, hacia una flexibilización que, si

bien no la erradica absolutamente de nuestro juicio constitucional, sí experimenta un

importante matiz en todas las materias, exceptuando solamente a la tributaria, en la

que permanece sin cambio alguno.

Por lo relativamente reciente de la reforma constitucional del año 2011 en

materia de amparo, en este momento no existe en nuestro país una producción

bibliográfica que pudiéramos calificar de suficiente en torno a la declaración general de

inconstitucionalidad y, al mismo tiempo, tampoco se cuenta con una experiencia judicial

en los órganos federales que haya terminado de delinear todos los aspectos formales

sobre dicha declaratoria, así como los efectos y consecuencias que puede llegar a

producir en nuestro medio jurídico, no obstante los lineamientos contenidos en la Carta

Magna, así como en la Ley de Amparo vigente, con inclusión de los acuerdos generales

que al respecto ha emitido la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

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Lo anterior significa obviamente que, en los años venideros, se irá construyendo

y consolidando, desde los puntos de vista interpretativo e integrador, esta novedosa

figura jurídica regulada ya expresamente en el Texto Fundamental y secundariamente

en nuestra nueva la Ley de Amparo.

2.-Breve referencia histórica.

La declaratoria general de inconstitucionalidad no es una concepción jurídica

doméstica, sino que su origen y evolución se encuentran establecidos y delineados

desde hace muchos años en el ámbito internacional, sin que ello nos deba producir

incomodidad o desconfianza, sino que más bien, nos ha de permitir meditar sobre su

conveniencia como parte del sistema jurídico mexicano, y sobre todo como factor de

mejoramiento de la realidad nacional.

Es de señalarse además, que tampoco es posible afirmar que se trate de una

institución completamente ajena y desconocida en el sistema jurídico mexicano, pues

como lo veremos más adelante, en distintos momentos de la vida jurídica del país se

ha contado con figuras que si bien no son idénticas a la declaratoria general de

inconstitucionalidad en la forma que hoy la conocemos, sí podemos encontrar algunos

rasgos que en muchos aspectos evidencian notables coincidencias.

A partir del siglo XIX existieron en diversas partes del mundo disposiciones

normativas, procedimientos y mecanismos diversos para hacer efectiva la supremacía

constitucional, como fue el caso de la Constitución de Cádiz de 1812, que en lo

conducente buscaba anular a través de un órgano legislativo actos contrarios a la

Constitución.

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Ese mecanismo europeo, específicamente español, que se acerca más

cabalmente hacia lo que es la actual declaratoria general de inconstitucionalidad de

una norma general, tuvo obviamente injerencia en países latinoamericanos, como fue

el caso mexicano, donde en las Leyes Fundamentales de 1836 se estableció el

Supremo Poder Conservador, mientras que en los demás Documentos Fundamentales

de nuestro país permeó esencialmente el sistema americano, en donde solamente se

dejan de aplicar las normas generales en los procesos en los que se planteé la

cuestión de inconstitucionalidad y exclusivamente en cuanto hace a las partes que en

ellas intervinieron.

Ahora bien, desde el punto de vista histórico, el establecimiento claro,

contundente y formal de la declaratoria general de inconstitucionalidad se suele ubicar

en la Constitución Federal de Austria, en el año de 1920, con la inclusión de la

denominada Corte Constitucional, cuyo acuñamiento suele atribuirse al jurista Hans

Kelsen, quien integró la comisión de elaboración de ese documento constitucional.

Esa Corte Constitucional austriaca, que podríamos decir, era un Tribunal

Constitucional constituido en forma semejante a como hoy concebimos e este tipo de

tribunales, tenía como característica ser un órgano judicial, que al declarar la

inconstitucionalidad de una norma, sus efectos eran generales o erga omnes, esto es,

como es bien sabido, oponible a todos. Con base en ello, la norma general declarada

inconstitucional hacía inaplicable la norma para todos, situación que puede ser

considerada como un mecanismo de mayor justicia social protector de la Constitución.

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Otros tribunales constitucionales aparecieron igualmente en la época de la

posguerra como ocurrió en Checoslovaquia, Alemania, Italia y Portugal, entre otras

naciones.

En un interesante estudio que años atrás realizó el Doctor Héctor Fix Zamudio

sobre la declaratoria general de inconstitucionalidad, se refiere al Primer Congreso

Iberoamericano de Derecho Constitucional, llevado a cabo en el año 1975 en la ciudad

de México, en donde se estableció, dentro del punto quinto de conclusiones, que en la

realización del control de constitucionalidad de las leyes, los tribunales

latinoamericanos deben superar el principio adoptado por razones históricas de la

desaplicación concreta de la ley, para consignar el de la declaración general de

inconstitucionalidad, tomando en cuenta las particularidades y experiencias de cada

régimen jurídico, con el objeto de darle verdadera eficacia práctica.

También refiere el maestro Fix Zamudio, que en las Constituciones de Colombia

y Venezuela existe un antecedente de gran importancia, que es una institución

conocida como acción popular de inconstitucionalidad, consistente en el derecho que

tiene toda persona, sin que requiera demostrar interés jurídico, para solicitar

directamente a la Corte Suprema, que declare con efectos generales la

inconstitucionalidad de las normas legislativas que considere contrarias a la Carta

Suprema.

Como antecedente mexicano insoslayable, debe recordarse que en nuestro

medio jurídico, en la tramitación y resolución las acciones de inconstitucionalidad se

previó, desde hace casi una década atrás, la declaratoria general de

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inconstitucionalidad, e incluso, debe recordarse, que desde entonces se estableció la

posibilidad de la conexidad entre acciones de inconstitucionalidad, controversias

constitucionales y juicios de amparo, de tal manera que, bajo esas condiciones

especiales, la posibilidad de una declaración general de inconstitucionalidad en el juicio

de amparo, en ese supuesto, ya existía con anterioridad. Incluso, conforme al artículo

71 de la Ley Reglamentaria de las fracciones I y II del artículo 105 constitucional, la

Suprema Corte podrá fundar su declaratoria de inconstitucionalidad en la violación de

cualquier precepto constitucional, haya sido o no invocado en el escrito inicial.

Esos alcances, sobra decir, no están contemplados expresamente respecto de la

declaratoria general de inconstitucionalidad en materia de amparo, sin que por la forma

en que opera en este procedimiento pudiera pensarse en la posibilidad de que

jurisprudencialmente pueda tener esa extensión.

Los indicados elementos históricos dan cuenta de que el proceso de

consolidación de la institución de la declaratoria general de inconstitucionalidad se fue

gestando a lo largo de varios años, y con el tiempo fue impulsado decididamente por la

Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien propició una amplia consulta a la

sociedad mexicana a nivel nacional, donde acudieron profesionales del derecho y otras

disciplinas para opinar sobre la conveniencia de una nueva Ley de Amparo y sobre

todo de los temas más sensibles que pudieran significar que el juicio de amparo se

abriera a un mayor acceso a la justicia.

Es importante señalar que la iniciativa de reforma constitucional correspondiente

analizada en el Senado de la República justificó la declaración general de

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inconstitucionalidad de normas generales, con excepción de las normas tributarias,

bajo el reconocimiento de que uno de los principios fundamentales sobre los cuales se

encontraba construido el juicio de amparo en México hasta antes de la reforma

constitucional, era el de relatividad de las sentencias de amparo, conforme al cual, la

sentencia que otorga el amparo se limita a amparar al quejoso sin hacer una

declaración general sobre la inconstitucionalidad de la norma reclamada.

Igualmente, se sostuvo la importancia que ha tenido la vigencia del principio de

relatividad para el desarrollo del juicio de amparo en nuestro país, en la actualidad no

tiene justificación y por lo mismo se hacía impostergable su modificación, en aras de

garantizar el principio de supremacía constitucional y la regularidad del orden jurídico

mexicano; pero también se hizo alusión al principio de igualdad ante la ley, dado que

en un país con serias desigualdades económicas y sociales resultaba una injusticia la

permanencia de normas inconstitucionales y su obligatoriedad para la inmensa mayoría

de los gobernados, por el solo hecho de que no promovían un juicio de amparo, a

pesar de haber sido declarada inconstitucional determinada norma jurídica por nuestro

Máximo Tribunal Constitucional.”

3.- Naturaleza jurídica y concepto.

Junto con otros principios que por muchos años han regido dentro del juicio de

amparo, como son el de definitividad, el de agravio personal y directo, el de

prosecución judicial, el de estricto derecho y el de suplencia de la queja, el principio de

limitación de recursos, el principio de relatividad de las sentencias de amparo ha

caracterizado por muchos años a nuestro juicio constitucional.

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La declaratoria general impacta directamente en este último principio del juicio de

amparo, conforme al cual las sentencias solamente podrán ocuparse de los individuos

particulares, limitándose a ampararlos en el caso especial sobre el que verse la queja,

sin hacer una declaración general respecto de la ley o acto que la motivare.

Un sector de la doctrina especializada en materia de amparo, ha considerado por

muchos años que este principio reproduce ideológica y gramaticalmente la denominada

fórmula creada por Don Mariano Otero, que comprende dos aspectos o vertientes, a

saber: a).- La sentencia constitucional debe concretarse a amparar a la persona que

solicite el amparo, sin extender su protección a otras personas que no solicitaron el

amparo; y, b).- En cuanto a sus efectos, la sentencia sólo puede hacer una declaración

particular del acto reclamado, nunca una declaración general.

El solo hecho de que conforme a la reforma constitucional y en la nueva Ley de

Amparo se imponga hoy una modalidad o atemperamiento a este principio centenario

de nuestro juicio de amparo pudiera resultar para muchos estudiosos del Derecho

sumamente significativo, puesto que lo más trascendente de las instituciones jurídicas

son ciertamente los principios sobre los que descansan y operan.

Sobre esa base, habrá quienes consideren que, justamente por haber trastocado

un principio fundamental del juicio de amparo, dicho juicio constitucional ha quedado

desnaturalizado y por tanto tendremos que hablar de un enteramente diferente juicio de

amparo.

Esa postura que podría llegar a tomarse no sería a nuestra consideración

correcta, puesto que, en primer lugar, lo cierto es que el indicado principio de

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relatividad en realidad no ha desaparecido de nuestro sistema jurídico, sino que, en el

mejor de los casos, se ha matizado en algunos supuestos y, en otros, permanece

exactamente igual como se concebía anteriormente, además de que en la actualidad

se enfrenta a ciertas modalidades y circunstancias especiales, sujeto incluso a una

sanción o determinación superior por parte del Máximo Tribunal del país, sin cuya

intervención o decisión, el principio continuará prevaleciendo materialmente en el

pronunciamiento de la sentencia de amparo.

En segundo lugar, no debe pasarse por alto el hecho de que, por varios años, la

Suprema Corte de Justicia de la Nación había realizado diversas interpretaciones que

conformaron jurisprudencia, a virtud de las cuales se habían establecido alcances

diversos a los tradicionales en torno al susodicho principio de relatividad de las

sentencias de amparo.

Ciertamente, antes de la reforma constitucional al juicio de amparo,

concretamente en la Novena Época, el Máximo Tribunal del país no ha seguido una

interpretación completamente rígida al ocuparse de algunos casos especiales en

relación con la relatividad de los fallos de amparo, en aras de una mejor impartición de

justicia Tal es el caso, por ejemplo, de lo resuelto en cuanto a la inconstitucionalidad

de las leyes o los códigos procesales que regulaban arrestos por más de 36 horas

como medidas de apremio, que se consideraron violatorios del artículo 21

constitucional. En este contexto, a pesar de que no fueron señalados como actos

reclamados la totalidad de normas de distintas entidades federativas, se aludió a una

declaración de inconstitucionalidad de la totalidad de los códigos que consagraran un

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término mayor al de 36 horas de arresto, sin importar que no hubieran acudido al juicio

de amparo eventuales quejosos.

En otras palabras, la Suprema Corte estableció jurisprudencialmente, desde

hace casi una década atrás, una especie sui generis de declaración general de

inconstitucionalidad, pues su determinación de inconstitucionalidad abarcó no

solamente los códigos referentes a la impugnación específica que se dio, sino también

a todos los ordenamientos jurídicos que establecieran un término mayor de 36 horas de

arresto como medida de apremio.

Otra muestra jurisprudencial clara de lo que de alguna manera podríamos llamar

como atemperamiento del principio de relatividad que se había presentado antes de la

reforma constitucional del año 2011, tiene que ver con los casos del litisconsorcio

pasivo necesario, donde la Suprema Corte de Justicia de la Nación consideró que los

efectos del amparo que le corresponden a un litisconsorte quejoso, necesariamente

deben alcanzar al otro aunque no hubiera acudido al juicio, lo que nuevamente significó

una importante modalidad, ajuste o matiz al mencionado principio de relatividad de las

sentencias de amparo.

Todo ello nos lleva a considerar que el principio de relatividad de las sentencias

de amparo, no operaba antes de las reformas a la Constitución y a la Ley de Amparo

de una forma radical o absoluta. Ello aunado a una suplencia de la queja prevista en la

regulación de amparo anterior, donde se establecía la suplencia de la deficiencia de la

queja cuando se tratare de una inconstitucionalidad declarada por jurisprudencia firme.

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La declaratoria general de inconstitucionalidad tiene como esencia la igualdad

jurídica y su finalidad práctica esencial es el aseguramiento de la aplicación del

principio de supremacía constitucional, que por cierto también es un principio que para

conocidos autores de amparo constituye igualmente un importante principio del juicio

constitucional. Esta declaratoria acaba con la igualdad tradicional a nivel legal, que

desde la revolución francesa fue concebida, pero que en realidad implica un lamentable

individualismo, que en nada abona en pro de un régimen jurídico democrático.

Con dicha declaratoria, en armonía con el principio de supremacía constitucional,

se lleva a cabo la ampliación de los efectos que le corresponde a una ejecutoria de

amparo, para que lo resuelto en ella tenga trascendencia no solamente en el asunto

particular del que haya emanado la determinación de inconstitucionalidad, sino que su

alcance es del rango erga omnes, que en un sentido coloquial significa darle eficacia

general a la inconstitucionalidad.

La multicitada declaratoria está a cargo de un órgano jurisdiccional, que en

nuestro medio jurídico es el máximo intérprete de la Constitución y de la ley, es decir, la

Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo cual es muy significativo, en virtud de la alta

jerarquía que le corresponde a este órgano de impartición de justicia en nuestro

sistema jurídico, cuya misión fundamental como verdadero Tribunal Constitucional es

garantizar formal y materialmente la regularidad constitucional en todo el sistema

normativo.

Procesalmente, hay un cambio significativo de los esquemas tradicionales, pues

la cosa juzgada ya no es solamente entre las partes que intervinieron en el juicio, e

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incluso ahora ya no se habla en términos absolutos de una norma individualizada en el

sentido acostumbrado, ni se dirime solamente el conflicto planteado.

Lo anterior significa obviamente un cambio esencial en la forma de ver, desde el

punto de vista procesal constitucional, al juicio de amparo, con una mayor apertura y

una mejor perspectiva de justicia social en términos de igualdad.

También acorde con su naturaleza jurídica, es posible identificar a la multialudida

declaratoria como un procedimiento, es decir, como una serie de etapas y formalidades

que se siguen con la finalidad de consolidar los efectos generales de una norma

jurídica.

En este último supuesto, estamos ante un mecanismo jurídico complejo que

debe seguirse previamente, pues no se trata de una simple declaración judicial, sino

que es más bien la indicada declaratoria la última etapa del susodicho procedimiento,

ya que de lo contrario no podrían darse los efectos generales que se pretenden.

A la luz de los anteriores elementos, bien podríamos señalar, a manera de

concepto, que la declaración general de inconstitucionalidad es una institución

fundamental del juicio de amparo, que por medio de un procedimiento legalmente

establecido, tiene como finalidad que con la intervención de la Suprema Corte de

Justicia de la Nación, lo resuelto en las ejecutorias que concedan el amparo y

protección de la Justicia Federal por considerar inconstitucional una norma jurídica ,

alcancen efectos generales y con ello se genere una mayor igualdad social.

Esta novedosa concepción jurídica dentro del amparo, es un adecuado enfoque

derechohumanista, que tiene gran trascendencia práctica, al generar condiciones para

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un más cabal acceso a la justicia en favor de los gobernados, sin que se condicione su

eficacia a la promoción de un juicio de amparo, al que no todos están en condiciones

de acudir en identidad de circunstancias.

Finalmente, es sumamente importante no perder de vista que hoy se habla de

normas generales, de tal manera que la declaratoria general de inconstitucionalidad no

está referida exclusivamente a leyes, sino que su ámbito o espectro de protección es

muchísimo más amplio, pues abarca, según la Ley de Amparo, a una serie de actos de

autoridad, no necesariamente legislativos, como se advierte de lo que se expone en el

siguiente inciso.

4.- Regulación jurídica.

En el artículo 107, fracción II, de la Constitución, se establece:

“…II.- Las sentencias que se pronuncien en los juicios de amparo sólo se

ocuparán de los quejosos que lo hubieren solicitado, limitándose a ampararlos y

protegerlos, si procediere, en el caso especial sobre el que verse la demanda.

Cuando en los juicios de amparo indirecto en revisión se resuelva la

inconstitucionalidad de una norma general por segunda ocasión consecutiva, la

Suprema Corte de Justicia de la Nación lo informará a la autoridad emisora

correspondiente.

Cuando los órganos del Poder Judicial de la Federación establezcan

jurisprudencia por reiteración en la cual se determine la inconstitucionalidad de una

norma general, la Suprema Corte de Justicia de la Nación lo notificará a la autoridad

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emisora. Transcurrido el plazo de 90 días naturales sin que se supere el problema de

inconstitucionalidad, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, emitirá, siempre que

fuere aprobada por una mayoría de cuando menos ocho votos, la declaratoria general

de inconstitucionalidad, en la cual se fijarán sus alcances y condiciones en los términos

de la ley reglamentaria.

Lo dispuesto en los dos párrafos anteriores no será aplicable a normas generales

en materia tributaria. …”

Por otra parte, los artículos 61, fracción VIII, 73, 78, 107, fracción I, 231. 231,

233, 234, 235 y 268, todos de la Ley de Amparo regulan lo relativo a la declaratoria

general de inconstitucionalidad de la manera siguiente:

“Art. 61.- El juicio de amparo es improcedente:

VIII. Contra normas generales respecto de las cuales la Suprema Corte de

Justicia de la Nación haya emitido una declaratoria general de inconstitucionalidad en

términos de lo dispuesto por el Capítulo VI del Título Cuarto de esta Ley, o en términos

de lo dispuesto por la Ley Reglamentaria de las Fracciones I y II del Artículo 105 de la

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Art. 73.- Las sentencias que se pronuncien en los juicios de amparo sólo se

ocuparán de los individuos particulares o de las personas morales, privadas u oficiales

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que lo hubieren solicitado, limitándose a ampararlos y protegerlos, si procediere, en el

caso especial sobre el que verse la demanda.

El Pleno y las Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, así como los

Tribunales Colegiados de Circuito, tratándose de resoluciones sobre la

constitucionalidad de una norma general o sobre la convencionalidad de los tratados

internaciones y amparos colectivos, deberán hacer públicos los proyectos de

sentencias que serán discutidos en las sesiones correspondientes, con la misma

anticipación que la publicación de las listas de los asuntos que se resolverán a que se

refiere el artículo 184 de esta Ley.

Cuando proceda hacer la declaratoria general de inconstitucionalidad se

aplicarán las disposiciones del Título Cuarto de esta Ley.

En amparo directo, la calificación de los conceptos de violación en que se legue

la inconstitucionalidad de una norma general, se hará únicamente en la parte

considerativa de la sentencia.

Art. 78.- Cuando el acto reclamado sea una norma general la sentencia deberá

determinar si es constitucional, o si debe considerarse inconstitucional.

Si se declara la inconstitucionalidad de la norma general impugnada, los efectos

se extenderán a todas aquellas normas y actos cuya validez dependa de la propia

norma invalidada. Dichos efectos se traducirán en la inaplicación únicamente respecto

del quejoso.

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El órgano jurisdiccional de amparo podrá especificar qué medidas adicionales a

la inaplicación deberán adoptarse para restablecer al quejoso en el pleno goce del

derecho violado.

“Art. 107.- El amparo indirecto procede:

I. Contra normas generales que por su sola entrada en vigor o con motivo

del primer acto de su aplicación causen perjuicio al quejoso.

Para los efectos de esta Ley, se entiende por normas generales, entre otras, las

siguientes:

a) Los tratados internacionales aprobados en los términos previstos en el

artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos;

salvo aquellas disposiciones en que tales tratados reconozcan derechos

humanos;

b) Las leyes federales;

c) Las constitucionales de los estados y el Estatuto del Gobierno del Distrito

Federal;

d) Las leyes de los estados y del Distrito Federal;

e) Los reglamentos federales;

f) Los reglamentos locales; y

g) Los decretos, acuerdos y todo tipo de resoluciones de observancia general.

...

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“Art. 231.- Cuando las salas o el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la

Nación, en los juicios de amparo indirecto en revisión, resuelvan la inconstitucionalidad

de una norma general por segunda ocasión consecutiva, en una o en distintas

sesiones, el presidente de la sala respectiva o de la Suprema Corte de Justicia lo

informará a la autoridad emisora de la norma.

Lo dispuesto en el presente capítulo no será aplicable a normas en materia

tributaria”.

“Art.232.- Cuando el pleno o las salas de la Suprema Corte de Justicia de la

Nación, en los juicios de amparo indirecto en revisión, establezcan jurisprudencia por

reiteración, en la cual se determine la inconstitucionalidad de la misma norma general,

se procederá a la notificación que se refiere el tercer párrafo de la fracción II del

artículo 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Una vez que se hubiere notificado al órgano emisor de la norma y transcurrido el

plazo de 90 días naturales sin que se modifique o derogue la norma declarada

inconstitucional, el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitirá la

declaratoria general de inconstitucionalidad correspondiente siempre que hubiera sido

aprobada por mayoría de cuando menos ocho votos.

Cuando el órgano emisor de la norma sea el órgano legislativo federal o local, el

plazo referido en el párrafo anterior se computará dentro de los días útiles de los

períodos ordinarios de sesiones determinados en la Constitución Federal, en el

Estatuto de Gobierno del Distrito Federal, o en la Constitución Local, según

corresponda”.

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“Art.233.- Los plenos de circuito, conforme a los acuerdos generales que emita la

Suprema Corte de Justicia de la Nación, podrán solicitar a ésta, por mayoría de sus

integrantes, que inicie el procedimiento de declaratoria general de inconstitucionalidad

cuando dentro de su circuito se haya emitido jurisprudencia derivada de amparos

indirectos en revisión en la que se declare la inconstitucionalidad de una norma

general”.

“Art.234.- La declaratoria en ningún caso podrá modificar el sentido de la

jurisprudencia que le da origen, será obligatoria, tendrá efectos generales y

establecerá:

I. La fecha a partir de la cual surtirá sus efectos; y,

II. Los alcances y las condiciones de la declaratoria de inconstitucionalidad.

Los efectos de estas declaratorias no serán retroactivos salvo en materia penal,

en términos del párrafo primero del artículo 14 de la Constitución Política de los Estados

Unidos Mexicanos”.

“Art. 235.- La declaratoria general de inconstitucionalidad se remitirá al Diario

Oficial de la Federación y al órgano oficial en el que se hubiera publicado la norma

declarada inconstitucional para su publicación dentro del plazo de siete días hábiles”.

“Art. 268.- Se impondrá pena de uno a tres años de prisión o multa de treinta a

trescientos días y, en ambos casos, destitución e inhabilitación de uno a tres años para

desempeñar otro cargo, empleo o comisión públicos a la autoridad que dolosamente

aplique una norma declarada inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de la

Nación, mediante una declaratoria general de inconstitucionalidad.”

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En el acuerdo general número 15/2013, de veintitrés de septiembre de dos mil

trece, emitido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se regula detalladamente

la declaratoria general de inconstitucionalidad.

5.- Importancia.

Se suele hablar del juicio de amparo como un freno a los actos de autoridad que

vulneren los derechos fundamentales de las personas; sin embargo, en esta nueva

etapa del amparo, hoy no solamente hablamos de un freno a los actos de autoridad,

sino que la pretensión va directamente a la reconstrucción real de la infracción

cometida por inobservancia de la Constitución cuando se trate de un problema de

inconstitucionalidad, que con motivo de la declaratoria general de inconstitucionalidad

habrá de ser reparado o restituido en beneficio de toda la sociedad.

En este sentido, no habrá duda de que, en este aspecto, el juicio de amparo fue

fortalecido y con ello alcanza una mayor legitimidad y un mejor prestigio social, sobre

todo en consideración de su eficacia hacia una justicia más cabal. Con la declaratoria

general de la que nos ocupamos, se le retira al amparo de una carga histórica en

muchos sentidos ya inadmisibles que lo limitaba, que no permitía que las ejecutorias

que conceden el amparo por inconstitucionalidad de una norma jurídica de amparo

tuvieran una eficacia de gran envergadura y fortalecimiento del principal medio de

control de la constitucionalidad, que además es el más popular y de mayor

reconocimiento social.

6.- Perspectiva.

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A unos cuantos años de la entrada en vigor de la reforma constitucional al juicio

de amparo, no se cuenta con elementos que permitan diagnosticar y menos pronosticar

cuáles serán las condiciones formales y materiales que se lleguen a presentar en la

práctica respecto de la declaratoria general de inconstitucionalidad.

Es difícil medir objetivamente el impacto que en el futuro puede producir la

aplicación cotidiana de dicha declaratoria frente a los particulares, en los tribunales y

ante las autoridades no judiciales.

Naturalmente no se puede saber de antemano, por ejemplo, cuál será la

reacción, de la autoridad emisora de la norma general que ha sido declarada

inconstitucional, y qué actitud tomará dicha autoridad en caso de que se le conceda el

término previsto para que enmiende la infracción constitucional en la que incurrió.

No podemos conocer en qué porcentaje la autoridad creadora de la norma

acatará la instrucción de la Corte sobre la reparación constitucional, y si, de una u otra

manera, esa actividad se verá como una injerencia a la actividad legislativa, que atente

contra el principio constitucional de poderes, como lo han dejado entrever algunos

opositores a ella, o bien, si con el tiempo formará parte de una tradición debidamente

aceptada en beneficio de la regularidad constitucional.

Será también muy interesante saber de qué manera se irá en su caso

construyendo, desde el punto de vista interpretativo, la jurisprudencia temática en

materia de declaratoria general de inconstitucionalidad.

A pesar de que, conforme a lo apuntado, se cuentan con pocos elementos de

medición práctica de lo que podrá ocurrir en los hechos con esta nueva institución de

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amparo; sin embargo, el panorama es desde nuestro punto de vista positivo, porque

los valores implícitos que están de por medio son de considerable alcance, valor, y

apreciación.

Los resultados que se han obtenido en otras latitudes con la aplicación de la

tantas veces mencionada declaratoria general han sido positivos, lo que constituye un

síntoma adecuado para esperar que en nuestro medio jurídico ocurra algo semejante.

En pocas palabras, con la declaratoria en cuestión se va de lo que en el medio

jurídico conocemos como una norma individualizada, es decir, de una sentencia firme

que resuelve una controversia de amparo, a la creación de una norma general con

repercusiones favorables para toda la sociedad, Materialmente, significa que lo que se

resuelve a favor de dos quejosos, si el asunto proviene de la Suprema Corte de Justicia

de la Nación, o de cinco quejosos si proviene de Tribunales Colegiados, tendrá un

beneficio para toda la sociedad.

Uno de los grandes temas que no pueden soslayarse, tiene que ver con la obvia

crítica que se hace en el sentido de que la declaratoria general en cuestión no tiene

aplicación en materia tributaria.

Si lo que se pretende con la declaratoria general de inconstitucionalidad es la

depuración del sistema normativo mexicano subordinado indefectiblemente a la

Constitución, no se puede justificar la excepción que se hace para las cuestiones de

carácter fiscal.

Me parece que hoy puede conservarse la esperanza de que, en un futuro no muy

lejano podría revertirse este sinsentido jurídico, que hoy, como lugar común, solamente

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encuentra su justificación por razones presupuestarias inherentes al erario público,

pero tal vez aprovechando la experiencia de otros países, como Alemania, que en este

aspecto fue previendo con años de anticipación la posibilidad de que se declarara de

manera general de inconstitucional una norma tributaria, y que eventualmente se

tuvieran que enfrentar las consecuencias de devolver impuestos que muchas veces ya

se habían destinado al gasto público, se contara con los fondos suficientes para su

devolución.

Sea bien recibida esta novedosa institución del juicio de amparo dentro de

nuestro sistema jurídico mexicano.

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