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TEOTIHUACAN

URBANISMO
La ciudad de Teotihuacán creció en torno a un plan urbano estructurado en torno a dos ejes
axiales. La calzada de los Muertos es el eje norte-sur, mientras que hay otra avenida que
inicia en La Ciudadela y es considerada el eje este-oeste. El río San Juan fue desviado de su
curso natural para que atravesara perpendicularmente la calzada de los Muertos. Los ejes
principales de Teotihuacán se cruzaban perpendicularmente, y en torno a ellos se trazó una
retícula que sirvió de base para la construcción de los edificios.
La planificación urbana de Teotihuacán debió adquirir la forma definitiva alrededor del siglo
III d.C., cuando ya se habían construido la cuarta etapa de la pirámide de la Luna, La
Ciudadela y la pirámide del Sol. Los ejes de la calzada de los Muertos y la avenida Este-Oeste
habían sido definidos durante la fase Tzacualli, que va abarca aproximadamente de 1 a 150
d. C.
La calzada de los Muertos es una amplia vía que atravesaba la ciudad. Comienza en la plaza
frente a la pirámide de la Luna y se prolonga dos kilómetros hacia el sur, cerca de
Teopancaxco. La avenida está orientada 15° 30' hacia el este con respecto al norte
astronómico. Esta desviación es la misma que, con algunas variaciones, se observa en todas
las construcciones teotihuacanas. En torno a esa gran avenida se encuentran los más
importantes conjuntos monumentales de la ciudad, dedicados principalmente a las
actividades religiosas. Entre otros, se encuentran sobre la calzada de los Muertos la
pirámide del Sol, el templo de los Animales Mitológicos y el templo de Quetzalcóatl. El
corazón de Teotihuacán estaba constituido por estas y otras edificaciones dedicadas al
culto. Asociados a ellos se encuentran en las inmediaciones los complejos residenciales
destinados a la élite. Entre estos se encuentra el palacio de Quetzalpapálotl y los conjuntos
habitacionales de Yayahuala, Tetitla, Xala y Zacuala.
En torno a la zona central se organizaban los barrios donde vivían los estratos bajos de la
sociedad, los trabajadores agrícolas y artesanos, comerciantes y extranjeros. De acuerdo
con las investigaciones arqueológicas, la ciudad llegó a tener alrededor de dos mil conjuntos
habitacionales en su momento de mayor apogeo, que ocurrió entre los siglos II y V. Estas
edificaciones fueron constantemente ampliadas y remodeladas para satisfacer las
necesidades de la creciente población. La superficie urbana creció rápidamente durante la
fase Tzacualli, cuando llegó a alcanzar aproximadamente 20 km2 de superficie y una
población de 25 mil a 30 mil habitantes. Teotihuacán contaba con un sistema de servicios
urbanos muy adelantado. Destaca el sistema de manejo del agua, tanto de aquella
destinada al consumo cotidiano como de las aguas residuales. La ciudad contó con una gran
red de alcantarillas que contribuyó a sanear el ambiente de la urbe y sus decenas de miles
de habitantes.
La integración arquitectónica del plan urbano de Teotihuacán está relacionada con la
cosmovisión de la sociedad que lo creó y con el entorno. La traza urbana exhibe dos
orientaciones ligeramente diferentes, que resultaron de una combinación de criterios
astronómicos y topográficos. La parte central de la ciudad, incluyendo la Calzada de los
Muertos, se ajusta a la orientación de la Pirámide del Sol, mientras que la parte sur
reproduce la orientación de La Ciudadela. Las dos construcciones marcaban las salidas y
puestas del Sol en ciertas fechas, permitiendo el uso de un calendario observacional
destinado para facilitar una programación adecuada de labores agrícolas y las ceremonias
asociadas. El hecho de que ambas orientaciones pertenecen a los grupos ampliamente
difundidos en Mesoamérica puede explicarse sólo con el uso de las referencias
astronómicas sobre el horizonte. Además, la Pirámide del Sol está alineada hacia el Cerro
Gordo al norte, lo que significa que el lugar para su construcción debió ser cuidadosamente
premeditado. La cueva artificial bajo la pirámide representa un indicio adicional de la
importancia de este lugar. También es evidente la relación que existe entre las
construcciones más importantes y las formas de la sierra de Patlachique que rodean el valle
de Teotihuacán.

Teotihuacán se distinguió por su urbanismo y arquitectura; no sólo por ser el primero y


mejor planeado asentamiento urbano de la época, sino por el peculiar estilo arquitectónico
que se conoce como tablero-talud, el cual caracterizó la presencia o la influencia de esta
cultura en otros sitios arqueológicos.
La técnica de dicho estilo consiste en una plataforma baja denominada talud, inclinada
según el ángulo del deslizamiento natural de los cúmulos de tierra o arena, e igual en todas
las pirámides. El cuerpo cuadrangular que se encuentra sobre el talud, en cuyo corte vertical
sobresale un enmarcamiento, constituye el tablero de cada uno de los cuerpos
superpuestos que forman las construcciones y que se remataban en recintos destinados a
templos, santuarios o residencias habitacionales para sacerdotes o personajes de la casta
dirigente.
El acomodo de las edificaciones se realizó entre los conglomerados habitacionales que se
encontraban distribuidos en estructuras cerradas, delimitadas por las calles; podrían ser
equivalentes a la división en “manzanas” de nuestra actual nomenclatura urbana.
La iluminación y la ventilación interior para estos conjuntos en cerrados en grupos de 60×60
m, se lograba mediante plazas interiores que separaban las unidades habitacionales. En las
plazas había patios abiertos, pasillos destechados y espejos de agua, todo ello entre los
cuartos con pórticos provistos de techo de mampostería construidos a base de vigas,
morillos y terrado.

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