Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. Introducción
La cultura de Teotihuacán pertenece al período clásico de Mesoamérica,
diferenciándose del periodo preclásico de los olmecas en el hecho de que los
monumentos aumentan su tamaño como podemos ver en la pirámide de Teotihuacán.
La palabra Teotihuacán proviene de los aztecas, cuando estos llegan a esta zona y
fundan su ciudad, Teotihuacán estaba abandonada y en ruinas, y la ven tan grande que
piensan que debe ser una obra de los dioses. La llamaron así porque significa “la
ciudad de los dioses”, consideran que es donde se reunieron los dioses para recrear el
mundo, pues los aztecas pensaban que eran la última de las generaciones, que se
había destruido el mundo 4 veces. De hecho, los aztecas fueron los primeros
arqueólogos de la ciudad, puesto que se consideraban herederos de esta cultura.
Durante parte de la historia, se pensó que Teotihuacán fue elaborada por gigantes,
idea apoyada en los grandes restos óseos encontrados que realmente pertenecieron a
la megafauna americana.
Estaba orientada hacia el volcán de Cerro Gordo, lo que le daba ciertas connotaciones
mágicas al ser morada del dios del fuego y del dios Tlaloc, el dios de la lluvia.
La cultura Teotihuacán comprendió desde el 1 d.C. hasta el 650/750 dc, momento en
el que se concluyó el abandono de la ciudad.
2. Geografía
Teotihuacán está en un lugar diferente a los olmecas. Estaba ubicada cerca de un lago,
aunque se evitó estar junto a las orillas para evitar una posible destrucción de la
ciudad como ocurrió con Cuicuilco. Ubicada en el valle fértil del río San Juan,
posteriormente renombrado como San Lorenzo.
Contaba con montes cercanos de los que podía sacar madera para la construcción,
elaborar hogueras y quemar caliza para cubrir los monumentos con cal. También podía
encontrarse sal gracias a los entornos salinos del río y piedras para la construcción.
Pero la mayor de las ventajas de Teotihuacán estaba en los yacimientos de obsidiana
ubicados en el Cerro de Olivares en Otumba (a 20km) y en el Cerro de las Navajas en
Pachuca (a 50km). La obsidiana es un material magnífico, se le llama el acero
mesoamericano, porque todos los instrumentos punzantes o cortantes están hechos
de ella.
Otra ventaja es que es un lugar de comunicación entre valles, conecta el de México
con el de Pachuca.
Tiene un clima semiárido, con lluvias torrenciales y localizadas.
3. Estructura de Teotihuacán
Sólo se ha excavado el centro ceremonial de esta ciudad porque el resto está habitado
actualmente. La parte excavada está conformada por la Ciudadela (zona alta con un
templo donde estaría el palacio de los gobernantes) y la Calzada de los muertos (no
había tumbas) que concluye en la Pirámide de la Luna y, en el lateral de la calzada está
la Pirámide del Sol. Todos los nombres son contemporáneos puesto que se
desconocen los nombres que tuvieron. Es la ciudad más grande de Mesoamérica,
ocupando 25km ² de superficie y habitada por 125.000 habitantes aproximadamente,
aunque se pudo haber llegado a los doscientos mil.
3.1. Cronología de Teotihuacán:
La parte más antigua conservada del templo cuenta con unos mascarones que
representan a los dioses fundamentales tanto en Teotihuacán como en Mesoamérica:
Quetzalcóatl y Tlaloc. Quetzalcóatl es uno de los dioses más antiguos y que más ha
cambiado en cuanto a forma y significado según la cultura mesoamericana (es una
serpiente emplumada enroscada que sufre metamorfosis, también se considera un
pájaro serpiente por la cola que ondula al volar). Se le considera el dios del viento que
atraía a la lluvia soplándole a las nubes.
El dios Tlaloc habita en el interior de las montañas donde nace el agua, por lo que
podría decirse que es una evolución del monstruo olmeca. El diseño lo completan unos
cuerpos de serpientes ondulantes y elementos como caracolas y conchas que indican
que el templo está dedicado al agua.
Hay un pozo delante de la plataforma previa al templo de Quetzalcóatl, del que surge
un túnel que va al centro de la pirámide donde se han encontrado centenares de
conchas del Caribe y cerámica dedicada a Tlaloc, pelotas de hule, piezas de jade y
semillas usadas como ofrendas. En el centro del templo, se han encontrado esculturas
que representan a hombres y mujeres de rostros inexpresivos, trozos de piel humana y
espejos de pirita y jade.
Al contrario de lo que sucede en el mundo egipcio, la Pirámide del Sol es accesible y
tiene una plataforma arriba, pues se trata de un basamento del templo, aunque las
pirámides también pueden ser empleadas como tumbas como ocurre en el área maya.
La pirámide del sol esta rellena de tierras, adobe y cascote. Todo recubierto por un
cemento a base de cal y grava volcánica, y el exterior estucado.
La pirámide se levantó entre el 1 y el 150 d.C. En las esquinas de la construcción, se
encontraron esqueletos de niños, que seguramente sirvieron como sacrificio al dios de
la lluvia. Fue construida de una vez, siendo el elemento clave para la construcción de la
ciudad.
Leopoldo Batres restauró la pirámide entre 1905 y 1910, provocando que apareciera
un quinto cuerpo a los cuatro primitivos. En 1971, se encontró una cueva en el interior
con entrada por la fachada principal que da al Oeste. Esta cueva tiene 103 metros de
largo y se ha especulado que se trataba de la gruta sagrada, es decir, la residencia del
dios Tlaloc. Por tanto, estaría considerado una especie de monte sagrado que atraía a
las nubes.
La Pirámide de la Luna comenzó a construirse entre los años 50 y 100, llegando a los
23’5 metros de altura. No fue hasta el 350 cuando alcanzó su altura actual (140 metros
de altura). Se trataba del corazón de la ciudad, algo reflejado en su entorno rodeado
de palacios. Está a la misma altura que la del sol porque esta sobre una rampa, pero es
mas pequeña. Es una pirámide compleja con varias fases.
A mediados de la etapa Teotihuacán II, entre el 250 y 300, la ciudad cambió su forma
de organizar el espacio y se llenó de más de 2000 recintos de habitación amurallados.
En ellos vivían varias familias (entre 50 y 100 individuos). Existían talleres de obsidiana
y de artesanía, mas de 1/3 de la población de la ciudad son artesanos, lo que
demuestra que es una gran ciudad. Además, el 35% de la población se dedicaba a la
extracción, la transformación y la distribución de la obsidiana.
En cuanto a la estructura de los recintos habitacionales, contaban con una sola puerta
de acceso al interior y había diferentes patios interiores que podrían estar dedicados a
los dioses tutelares.
Algunos de estos recintos estaban ocupados por extranjeros, como zapotecas o
huastecas, que se reunían en barrios y se dedicaban al comercio. Estos “barrios”
contaron con una población de 1000 a 2000 habitantes y estaban situados en las zonas
más alejadas del centro de la ciudad.
La gente se enterraba en el suelo de sus casas, en hoyos donde también se enterraban
ofrendas.
Una de las zonas artesanales más importantes excavadas hasta el momento es “La
Ventilla”, conformada por tres conjuntos habitacionales (A, B y C) situados al oeste del
Gran Conjunto y dedicados a la transformación de objetos de concha, obsidiana y
“piedras verdes”.
La Ventilla A tenía veinte unidades familiares y su nivel económico bajo se denota
porque se enterraban con deshechos de las mismas piezas que fabricaban y sus
instrumentos de trabajo. Eran gente humilde que producían objetos de lujo para gente
importante.
En los recintos de apartamentos existían talleres de lapidaria en los que se hacían las
máscaras teotihuacanas. Todas estas máscaras están elaboradas en piedra y tienen
orejas perforadas para ponerles orejeras o sujetarlas a algún objeto mayor. No sirven
para ser llevadas por los vivos en ceremonias. Por tanto, la teoría es que cubrían
estatuas de madera que representaban al difunto o a antepasados poderosos que se
veneraban en los altares.
Los recintos de apartamentos funcionaban también como talleres de cerámica. Se
hacia cerámica de gran calidad. El vaso típico es cilindro decorado con brillante colores,
una autentica obra de arte, era un objeto de lujo demandado en toda Mesoamérica,
eran típicas de un rey.
En cuanto a los “Palacios” de Teotihuacán, contaron con muros estucados y cubiertos
de brillantes colores que no se han conservado en la actualidad. Sólo se han
conservado las pinturas de los zócalos (parte más baja) porque los muros y los techos
se colapsaron y derribaron las pinturas de las partes altas.
4. Sociedad de Teotihuacán
Hasta el momento no han aparecido ni tumbas reales ni representaciones de ninguna
autoridad individual, llegando a la conclusión de que la sociedad estaba dirigida por
una oligarquía, jefes sacerdotes.
El palacio más interesante es el de Tepantitla; hay pinturas con una colección de
gobernantes, con una riqueza en sus vestimentas, con orejeras, llamativos tocados de
borlas y las anteojeras, símbolo del dios Tlaloc, que aparecen como el dios regando la
tierra con gotas de lluvia. Aparecen siempre de manera colectiva.
El palacio de Quetzalpapalotl, hecho con pilares con representaciones del pájaro
quetzal, con los ojos de obsidiana, y un cascabel en la cola. No hay pinturas.
- La religión del Estado estaría representada por unas pocas divinidades mayores:
Quetzalcóatl (derivación del monstruo olmeca, pero como una serpiente); Tlaloc (dios
de la tormenta, del rayo, de las semillas, la agricultura, la fertilidad y de la guerra) y
Chalchiuhtlicue (diosa de las aguas, esposa de Tlaloc y dualidad del dios fuego). Los
dioses tenían muchas facetas. No representan en sus monumentos más importantes a
seres humanos, sino a dioses.
En el Palacio de Tepatitlán, se encuentra el mural del Tlalocán dedicado al dios Tlaloc
(paraíso del dios de la lluvia). Está dividido en un doble espacio, arriba se representa a
Tlaloc arrojando gotas de agua sobre la gente de abajo, y a su lado hay dos ayudantes
llamados tlaloques (realmente son dos ayudantes teotihuacanos que se han disfrazado
para ayudarlo), pues estos gobernadores convencieron a la población de que eran
ayudantes del dios de la lluvia y actuaban como intermediarios para conseguir que la
lluvia llegase a tiempo.
Hay un mito de los tlaloques que viene de los aztecas, en la que los dioses tenían dos
facetas, una buena y otra mala, y cuando Tlaloc estaba contento daba jarras de agua
hasta la mitad y la rompía para que cayera, pero cuando estuviera enfadado o estaba
vacía o estaba llena, provocando o sequias o inundaciones. Para tenerlo contentos
había que sacrificar a lo más preciado de la sociedad, los niños.
Representados en la parte inferior, estarían los muertos que acababan en el paraíso de
Tlaloc, denominado Tlalocan. Se trata de una pintura expresionista, pero sin
perspectiva, colorista pero plana, e ingenua pero con intención aleccionadora. Hay una
montaña de cuyo interior sale agua, con personas ya fallecidas bañándose en el
paraíso. Son figuras sensuales pero asexuadas. Se trata de arte simbólico, pero como
no entendemos todos los símbolos, parece un canto a la vida cuando realmente es una
representación de la muerte. Al Tlalocan sólo iban aquellos que han tenido una muerte
especial y relacionada con Tlaloc: ahogados, muertos por un rayo o por enfermedades
relacionadas con el agua. Es un paraíso en el que se goza de la naturaleza, de las flores,
el agua…, en el que se juega o se descansa, similar al Edén.