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DE LA CÁTEDRA DE SOCIOLINGUISTICA
“Poder” no es un término técnico muy satisfactorio, pero su uso cotidiano será adecuado
para ponernos en marcha. Digamos que poder es la capacidad de personas e instituciones
para controlar el comportamiento y las vidas materiales de otros. Es obviamente un
concepto transitivo que entraña una relación asimétrica: X tiene más poder que, o tiene
más poder sobre Y. es también un concepto muy general: una abstracción escogiendo un
rasgo en un número indefinidamente grande de diversos tipos de relaciones. Cuando
hablamos acerca del poder podemos estar refiriéndonos a relaciones entre padres e hijos,
empleadores y empleados, doctores y pacientes, un gobierno y sus súbditos, etc. Los rasgos
de las relaciones, incluyendo aquellos que contribuyen a tener o no tener poder, son
marcadamente diversos. Claramente, no será posible discutir más que un puñado de los
tipos específicos de relaciones involucrados.
Estas relaciones de poder no son naturales ni objetivas: son realidades intersubjetivas,
artificiales, socialmente construidas. Las personas (especialmente aquellas con poder)
pueden comportarse como si esas relaciones fueran inevitables e inmutables, pero ellas son
parte del proceso llamado por Berger y Luckman, en el título de su libro (1976), “La
construcción social de la realidad”. Desde nuestro punto de vista, la intuición más
importante, reconocida hasta cierto punto por Berger y Luckman, es que el lenguaje es un
mecanismo principal en este proceso de construcción social. Es un instrumento para
consolidar y manipular conceptos y relaciones en el área del poder y el control (como así
también en otras áreas de la estructura social e ideológica). Podemos resumir esto
caracterizando al lenguaje como una práctica social. No sólo es usado para reforzar y
explotar posiciones existentes de autoridad y privilegio de manera obvia ( órdenes,
reglamentaciones, etc.); el uso del lenguaje constituye continuamente los estatus y roles que
parecen requerir subordinación.
El lenguaje es una práctica social creadora de realidad. Insistimos en este punto de vista en
“Lenguaje y control” ( Fowler, Hodge, Kress y Trw, 1979), no sólo porque enfatiza la
necesidad de estudiar el lenguaje en relación con el poder, la represión y la desigualdad
sino también corrige la formulación incorrecta que prevalece en la sociolingüística
tradicional, la cual teoriza al lenguaje y a la sociedad como entidades distintas. Las
instituciones sociales, roles, status y desigualdades son consideradas como originadas
independientemente del lenguaje. Los socio lingüistas generalmente no se interesan por los
medios por los cuales afloran las formaciones sociales, y así tienden a dar por supuestas
cuestiones tales como clases socioeconómicas e instituciones oficiales. Las variaciones en
la estructura lingüística son observadas y correlacionadas con inferencias en la estructura
social: los hablantes de las clases más altas en Nueva Cork poseen más competencias en su
habla. El habla negra americana usa más las generalidades y variedades y sus significados .
La estructura
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El estudio pionero de Brown y Gilman acerca del uso del pronombre (1960/1972) es más
amplio que el estudio relacional al que hemos aludido, en su voluntad de interpretar la
distribución variante de ítems lingüísticos en términos semánticos e ideológicos. Es un
informe acerca de los pronombres de segunda persona usados para dirigirse a individuos
particulares en algunas lenguas europeas. Mientras que el inglés moderno usa
invariablemente you (aparte de los usos religiosos, especializados arcaicos de thou y thee),
el francés, el alemán, español, italiano, ruso y otras lenguas presentan una opción: entre tú
y vous del francés, da y sie en alemán. Cualquiera que haya aprendido uno de estos idiomas
sabe que no es una opción: decir tu o vous depende de la relación que se tenga con la
persona a la que se está hablando. Brown y Gilman trataron de establecer qué clase de
relaciones determinan la elección del pronombre en las distintas lenguas. Los padres se
dirigen a sus hijos por medio de tú, los soldados se dirigen a sus oficiales por medio de
vous, etc. Más que hacer una lista de tales oposiciones en las comunidades elegidas, Brown
y Gilman postularon dos principios sociales abstractos subyacentes, a partir de la
intersección de los cuales la semántica social de cualquier sistema particular podría ser
generada. Los llamaron “poder” y “solidaridad”: el primero tiene las dimensiones
“superior”, “inferior” e “igual”; el último “solidario” y “no solidario”
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En “Lenguaje y control” llamamos la atención sobre dos tipos de procesos lingüísticos por
los cuales el control es ejercido por el poderoso; los llamamos “directivo” y “constitutivo”.
Las prácticas directivas incluyen actos de habla explícitamente manipulativos, tales como
órdenes, pedidos y proclamaciones y prácticas interpersonales que aunque no son actos de
habla, de todos modos conllevan significados sociales reconocidos en el área del poder,
como los usos pronominales recién discutidos. Las prácticas lingüísticas directivas son muy
claramente visibles en la conversación cara-a-cara, especialmente en géneros de discurso
que están directamente implicados en la estructura del poder, tales como las entrevistas y en
discursos oficiales escritos, dirigidos a una gran comunidad. No hay nada más para ser
explicado aquí acerca de las prácticas directivas, reaparecen más adelante.
Las practicas constitutivas necesitan un poco más de comentario: su base es la idea de la
construcción social de la realidad introducida antes. En este caso, lo que son construidas
son las instituciones, roles y status que preservan la estructura jerárquica de la sociedad,
protegiendo las oportunidades de explotación de las clases dominantes y manteniendo a los
órdenes inferiores en voluntaria o involuntaria subordinación.
El rol del lenguaje en esto es articular ideología continuamente insistir en sistemas de
creencias que legitimen las instituciones de poder. El lenguaje comparte esta tarea con otros
sistemas semióticos (vestimenta, las artes, el deporte, la decoración, etc.) pero es el sis
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