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CONCEPTO DE FILOSOFÍA:

La filosofía es una disciplina académica y un conjunto de reflexiones y conocimientos de carácter


trascendental que, en un sentido holístico, estudia la esencia, las causas primeras y los fines
últimos de las cosas. Trata de responder a una variedad de problemas fundamentales acerca de
cuestiones como la existencia y el ser (ontología y metafísica), el conocimiento (epistemología y
gnoseología), la razón (lógica), la moral (ética), la belleza (estética), el valor (axiología), la mente
(fenomenología, existencialismo, filosofía de la mente), el lenguaje (filosofía del lenguaje) y la
religión (filosofía de la religión). A lo largo de la historia, muchas otras disciplinas han surgido a raíz
de la filosofía, y a su vez es considerada la base de todas las ciencias modernas por muchos
autores

Historia de la filosofía:

La filosofía como la conocemos, entendida como filosofía occidental, tiene sus orígenes en la
antigua Grecia.

Quienes se dedican a la historia de la filosofía muchas veces discrepan respecto al comienzo o final
de tal o cual período, pero, a grandes rasgos, todos coinciden en la división general de cuatro
grandes bloques: filosofía antigua, filosofía medieval, filosofía moderna y filosofía contemporánea.

Esta es la periodización clásica de la filosofía, desde sus orígenes y tal como se desarrolló, durante
más de dos mil años, hasta hoy

Filosofía antigua

Desde Tales de Mileto, alrededor del año 600 a. C., hasta los neoplatónicos del siglo VI d. C., el
pueblo griego y otras civilizaciones mediterráneas ejercieron la filosofía como una forma de
conocimiento y también como un estilo de vida.

Se considera que los primeros filósofos fueron los llamados “presocráticos”, por haber vivido y
pensado antes de Sócrates. Se los conoce por haber dado el paso del mito al logos (el pensamiento
racional), ya que buscaron explicaciones racionales, basadas en sus observaciones de la
naturaleza, del origen de todo lo que es. Entre ellos encontramos a Tales de Mileto, Anaximandro,
Anaxíemenes, Jenófanes, Heráclito, Pitágoras, Parménides, Zenón, Anaxágoras, Empédocles y
Demócrito.

A los presocráticos sigue lo que se conoce como el período clásico griego. Este comienza con
Sócrates, contemporáneo al grupo de los sofistas (maestros de la retórica), que fue maestro de
Platón, quien a su vez enseñó a Aristóteles. Tanto Sócrates como Platón y Aristóteles son
considerados los filósofos más importantes de la antigüedad y se los conoce como los “socráticos
mayores”. Todos sus trabajos siguen siendo objeto de estudio y discusión en la actualidad.

El período helenístico sucedió a los socráticos mayores. Este período va desde la muerte de
Alejandro Magno a la invasión de Macedonia por parte de los romanos. En esta época convivieron
las escuelas de Sócrates y de Platón, que fueron continuadas por muchos de sus discípulos.

Filosofía medieval
La filosofía medieval se dio entre los siglos V y el VI, con la caída del Imperio Romano en el 476, y
VI d. C., con el surgimiento del Renacimiento. Su principal característica es la inclusión de las ideas
clásicas a los dogmas de las grandes religiones monoteístas (el cristianismo, el judaísmo y el islam).

Este intento de conciliación entre filosofía y religión se desarrolló por un periodo de casi mil años.
Tras la aparición de Jesús de Nazaret, en el siglo I, y la posterior evangelización del mundo
occidental por sus discípulos, el cristianismo se volvió la religión oficial del Imperio romano. Esto
significó que la filosofía se vio forzada a un segundo plano respecto de la teología: las
herramientas filosóficas estaban a disposición de las inquietudes teológicas y religiosas.

El trabajo de Aristóteles, por su parte, era todavía desconocido para la mayoría del mundo
occidental. Quienes llegaron a leerlo lo hicieron por medio de las traducciones al latín de Boecio
(477-524), quien tradujo Categorías, de Aristóteles, e Isagoge, que es el comentario de Porfirio a
Categorías.

Tras el decreto de 787 de Carlomagno, que estableció escuelas en todos los monasterios de su
imperio, apareció en el mundo medieval lo que se conoce como “escolástica”. El mayor
representante de este período fue Juan Scoto Eriúgena (815-877), quien tradujo el trabajo de
Pseudo-Dionisio.

La escolástica, que vio su apogeo entre los siglos XIII y XIV, surgió de manera oficial luego de
Eriúgena, con el trabajo de Anselmo de Canterbury (1033-1109). San Anselmo es conocido por
haber escrito el primer argumento ontológico (basado en el ser) para probar la existencia de Dios.

Filosofía renacentista

La filosofía renacentista o del Renacimiento es aquella que se desarrolló entre los siglos XV y XVI.
Durante este periodo se trabajó con mayor énfasis en las problemáticas que conciernen a la
filosofía natural, el humanismo y la filosofía política.

Sus principales pensadores fueron Nicolás Maquiavelo, Erasmo de Róterdam, Tomás Moro, Michel
de Montaigne, Giordano Bruno, Nicolás de Cusa y Francisco Suárez, entre otros.

A este período se lo considera de transición por ubicarse entre la Edad Media y la Edad Moderna.
Estos períodos tuvieron no solo una mayor extensión en el tiempo, sino también una mayor
radicalidad respecto a las problemáticas tratadas y la forma en que se las trabajó.

Filosofía moderna

La filosofía moderna se caracterizó por ser un período en el que sus pensadores trabajaron de
manera autónoma respecto a los poderes políticos y religiosos. Figuras como Hume o Descartes
buscaron dar respuesta a muchas inquietudes separándose de los criterios científicos y filosóficos
de la mayor parte de la Iglesia.

El pensamiento moderno se desarrolló entre los siglos XVII y XX. Aun cuando hay algunas disputas
al respecto, se considera de manera casi unánime que la filosofía moderna comienza con el
pensamiento de René Descartes (1596-1650), padre de la modernidad y del racionalismo, una de
las principales corrientes modernas de pensamiento. En esta corriente encontramos también a
filósofos de la talla de Baruch Spinoza y Gottfried Leibniz, entre otros.

Filosofía del siglo XIX

La filosofía del siglo XIX, al igual que la del Renacimiento, es difícil de clasificar. Con ella aparece el
pensamiento de Immanuel Kant, quien reconcilió al racionalismo con el empirismo, y también el
pensamiento de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, padre del idealismo alemán.

Tanto los trabajos de Kant como los de Hegel revolucionaron de manera absoluta la forma en que
se hacía filosofía. La Crítica de la razón pura, de Kant, y Fenomenología del espíritu, de Hegel, son
obras que al día de hoy se estudian de manera exhaustiva, y se encuentra en ellas nuevas formas
de pensar no solo cómo conocemos la realidad, sino lo que ella es en sí misma.

El siglo XIX, prolífico en pensadores e ideas propias y revolucionarias en más de un sentido, fue
también el siglo en el que vivió, pensó y escribió Friedrich Nietzsche. La figura de Nietzsche, desde
su aparición, es sumamente controversial, y ha logrado dividir a la filosofía en grandes grupos
según se fuera su detractor o defensor.

Filosofía contemporánea

La filosofía contemporánea tuvo su inicio en el siglo XX y continúa hasta el día de hoy. Por esta
razón, y por ser un pensamiento vivo y en desarrollo, es difícil trazar sus límites o características
propias. Sin embargo, hay algunos elementos posibles de mencionar.

El siglo XX fue el escenario donde surgieron las tradiciones filosóficas más significativas de la
filosofía contemporánea: la filosofía analítica y la continental. La primera se desarrolló
principalmente en el mundo anglosajón, mientras que la segunda se dio en la Europa continental.
Ambas corrientes fueron contemporáneas al surgimiento del positivismo lógico, la fenomenología,
al existencialismo, el postestructuralismo y el materialismo filosófico.

Todas estas corrientes fueron partícipes de lo que se conoce como el “giro lingüístico”, que
consistió en una importante discusión respecto a la relación entre el lenguaje y la filosofía. A su
vez, este giro se dio en paralelo a la publicación de los trabajos de Martin Heidegger, en la
tradición continental, y Ludwig Wittgenstein, a quien se ubica del lado de la tradición analítica. La
figura de Heidegger generó muchísimas polémicas en el mundo filosófico por su aparente y
sospechada adhesión al nacismo hitleriano de la Alemania de la Segunda Guerra.

Filósofos más Famosos

1. Sócrates

Este gran maestro de la filosofía y las ciencias, nació en el año 470 a.C. en la ya extinta Alopece en
lo que ahora es Atenas. En el seno de una familia muy común, sin tanto renombre, donde su padre
fue albañil, la cual fue la primera “profesión” del este filósofo en sus comienzos.
Eso sí, Sócrates demostró a muy corta edad, una habilidad sobresaliente para el análisis, el
razonamiento y el discurso, lo que sin dudas le abrió las puertas académicas en casa de muchos
grandes maestros de la antigua Grecia, como, por ejemplo: Damón, Anaxágoras o Arquelao.

De este filósofo famoso no se tienen registros literarios sobre sus aportes, ya que más que todo, su
labor estuvo del lado de la ética. La cual, fue el motor que movió su vida y el área desadores en
afirmar que la ignorancia era la causa de los males y los vicios en las personas.

2. Platón

Un gran pensador nacido en una familia muy acomodada en el año 427 a.C. bajo el nombre de
Aristocles.

Fue el precursor de la denominada escuela filosófica milesia o la Escuela Jónica junto a


Anaximandro su discípulo y a Anaxímenes, discípulo de Anaximandro.

Tales de Mileto

fue reconocido por muchos años como uno de los Siete Sabios de Grecia, gracias a sus
conocimientos prácticos de la filosofía. Asimismo, se caracterizó por realizar aportes en el área de
la astronomía, prediciendo eventos como eclipses, la determinación de la magnitud del sol, así
como el calendario de 365 días y las 4 estaciones del año.

4. Heráclito

Fue uno de los filósofos famosos con mayor mérito, debido a su capacidad autodidacta para
adquirir conocimientos a través de los años. De hecho, fue llamado “El Oscuro de Éfeso” a causa
de su soledad, oscuridad y la misantropía de su filosofía, es decir, lo contrarío a filantropía que es
el amor por la raza humana.

Fue un crítico recurrente de las creencias y costumbres religiosas de su época, y creyente de que el
fuego era el elemento principal de los fenómenos del mundo.

Heráclito acuñó el concepto de “devenir”, que lo consideró como la realidad básica y universal que
el responsable de todas las cosas. Asimismo, afirmó que todas las cosas que nos rodean están en
constante cambio y que todo lo que naciere, tendría que destruirse en algún punto.

5. Aristóteles

Quizá es, junto con Sócrates y Platón, parte de los 3 filósofos famosos más importantes de todos
los tiempos y que tuvieron una estrecha relación académica y personal a través de décadas. Y,
siendo Aristóteles el más joven de los 3 y el responsable de culminar todos los esfuerzos y definir
la influencia filosófica y científica que se conserva aún en estos días.
Nacido en el año 384 a.C. en la antigua Macedonia, fue una persona con intereses marcados desde
muy pequeño en disciplinas como la medicina, la ciencia y la investigación.

De hecho, desde muy temprana edad, se manifestó en contra de muchos conceptos acuñados por
Platón, como “sustancia”, “forma” o “materia”. Las cuales redefinió como parte de sus
aportaciones al mundo filosófico.

Muchos historiadores afirman que fue el maestro de Alejandro el Grande o Alejandro Magno, el
rey de Macedonia y Faraón de Egipto, aunque esto no está comprobado hasta el día de hoy.

Fue fundador del Liceo de Atenas, donde comenzó a expandir su pensamiento y visión filosófica a
través de publicaciones y revisión de obras ya escritas y difundidas. En efecto, fue el
conceptualizador de las ciencias como la matemática, la física o la teología.

Estos filósofos famosos, todos nacidos hace más de 2300 años marcaron con sus conocimientos y
sabiduría el camino que aún siguen miles y cientos de miles de profesionales de filosofía,
matemáticas, física y otras tantas disciplinas científicas y humanísticas.

Etica

La ética o filosofía moral es la rama de la filosofía que estudia la conducta humana lo correcto y lo
incorrecto lo bueno y lo malo,la moral, el buen vivir, la virtud, la felicidad y el deber. La ética
contemporánea se suele dividir en tres ramas o niveles: la metaética estudia el origen, naturaleza
y significado de los conceptos éticos, la ética normativa busca normas o estándares para regular la
conducta humana, y la ética aplicada examina controversias éticas específicas.

El estudio de la ética se remonta a los orígenes mismos de la filosofía en la Antigua Grecia, y su


desarrollo histórico ha sido amplio y variado. A lo largo de la historia ha habido diversas maneras
de entender la ética y distintas propuestas morales orientadoras de la vida humana.

Aunque la ética siempre fue una rama de la filosofía, su amplio alcance la conecta con muchas
otras disciplinas, incluyendo la antropología, biología, economía, historia, política, sociología y
teología.

Historia de la ética

Edad Antigua

Desde el inicio de la reflexión filosófica ha estado presente la consideración sobre la ética. Platón
afronta la temática ética en diversos lugares y desde contextos diferentes. Así, por ejemplo, en el
Gorgias busca superar el hedonismo y la ley del más fuerte. En el Fedón evidencia la importancia
de lo que exista tras la muerte para regular el propio comportamiento. En La República aborda
juntamente la ética individual (desde la perspectiva de una justicia dentro del alma) y la ética
pública, con una compleja teoría del Estado, que encuentra complementos y puntos de vista
diferentes en otras dos obras, el Político y las Leyes. En la segunda mitad de la obra Fedro, uno de
los temas principales es la ética.[60]

Edad Media

Es un momento en el que la ética asume elementos de las doctrinas clásicas de la felicidad (el fin
del actuar humano consiste en obtener el bien que nos hace felices) y los une a la doctrina
cristiana (vista como Revelación divina), especialmente según la normativa que recogen los
mandamientos. El fin último del actuar humano es la caridad, que se consigue al vivir desde el
Evangelio, y que permite al hombre acceder a la visión de Dios (en el cielo), donde el ser humano
alcanza su máxima plenitud y el bien supremo.

Diversos autores hablan de ética y según perspectivas diferentes. Es oportuno recordar dos
grandes nombres, san Agustín de Hipona y santo Tomás de Aquino (especialmente en la segunda
parte de la Suma de teología, en la que se recogen numerosos elementos de la ética de
Aristóteles).

Posteriormente, y tras las huellas de las ideas de Tomás de Aquino, se desarrolla en el ámbito
católico lo que luego será conocido como principio de doble efecto.

Edad Moderna

Los filósofos éticos modernos trabajan con la mirada puesta, sobre todo, en el mundo antiguo
(estoicos, epicúreos, Platón, Aristóteles), si bien con algunos elementos heredados de la
Escolástica medieval. Descartes tiene algunos elementos de ética en su famoso Discurso del
método. Dentro del racionalismo, es Baruch Spinoza quien elaboró de modo más amplio y
sistemático una propuesta ética. En el ámbito del empirismo, David Hume trabajó en diversos
momentos para comprender los motivos profundos de las acciones humanas.

La gran revolución ética moderna se realiza a través de Immanuel Kant, que rechaza una
fundamentación de la ética en otra cosa que no sea imperativo moral mismo (deontologismo
formal), pues si la moral se orienta a buscar la felicidad no podría dar ninguna norma categórica ni
universal. Los filósofos idealistas desarrollaron esta moral del imperativo categórico. Hacen frente
así al utilitarismo, al afirmar que el principio de utilidad no es el único criterio de corrección de las
acciones.

Edad Contemporánea

La ética del siglo xx ha conocido aportes muy importantes por parte de numerosos autores: los
vitalistas y existencialistas desarrollan el sentido de la opción y de la responsabilidad, Max Scheler
elabora una fenomenología de los valores. Autores como Alain Badiou han intentado demostrar
que esta principal tendencia (en las opiniones y en las instituciones), la cuestión de «la ética» en el
siglo xx, es en realidad un «verdadero nihilismo» y «una amenazante denegación de todo
pensamiento».
Recientemente, y desarrollando un análisis en profundidad de los orígenes y fundamentos de la
ética, han aparecido diversos estudios sobre el papel de las emociones en el desarrollo de un
pensamiento ético antifundacionalista, como ha indicado Richard Rorty. En las últimas dos
décadas, el filósofo escocés MacIntyre establece nuevas herramientas de análisis histórico-
filosófico de distintas versiones rivales de la ética.

David Couzens Hoy afirma que los escritos de Emmanuel Levinas sobre el rostro del Otro y las
meditaciones de Derrida sobre la relevancia de la muerte para la ética son signos del "giro ético"
en la filosofía continental que se produjo en los años ochenta y noventa. Hoy describe la ética
poscrítica como las "obligaciones que se presentan como necesariamente para ser cumplidas pero
que no se imponen ni son exigibles".[63]

El modelo de poscrítica de Hoy utiliza el término "resistencia ética". Ejemplos de esto serían la
resistencia de un individuo al consumismo en un retiro a un estilo de vida más simple pero quizás
más duro, o la resistencia de un individuo a una enfermedad terminal. Hoy describe el relato de
Levinas como "no un intento de usar el poder contra sí mismo o de movilizar a sectores de la
población para ejercer su poder político; la resistencia ética es en cambio la resistencia de los
impotentes".[64]

Moral

La moral es el conjunto de costumbres y normas que se consideran "buenas" para dirigir o juzgar
el comportamiento de las personas en una comunidad.[1] También es la diferenciación de
intenciones, decisiones y acciones entre las que se distinguen como propias (correctas) y las
impropias (incorrectas).[2] Se distingue de la ética en que ésta es una moral transcultural o
universal, aunque suelen confundirse. La moral permite distinguir cuáles acciones son buenas y
cuáles son malas con criterios objetivos. Otra perspectiva la define como el conocimiento de lo
que el ser humano debe hacer o evitar para conservar la estabilidad social.

Los conceptos y creencias sobre la moral llegan a ser considerados y codificados de acuerdo a una
cultura, religión, grupo, u otro esquema de ideas, que tienen como función la regulación del
comportamiento de sus miembros. La conformidad con dichas codificaciones también puede ser
conocida como moral y se considera que la sociedad depende del uso generalizado de esta para su
existencia. En la práctica, suelen ser conductas morales basadas, no en planteamientos religiosos,
sino coherentes con un determinada antropología. Pueden llegar a darse situaciones equívocas si
se pretende negar valor ético a comportamientos que tengan su origen en la religión.[4]

El concepto de la moral se diferencia de la filosofía moral o ética en que esta última reflexiona
racionalmente sobre los diversos esquemas morales con la finalidad de encontrar ideas principales
racionales que determinen las acciones de la ética correcta y las acciones de las éticas incorrectas,
es decir, la ética busca principios absolutos o universales, independientes de la moral de cada
cultura.
Todas las sociedades tienen conductas que son el núcleo de una concepción moral ampliamente
compartida por los individuos del grupo. En Occidente han sido importantes las concepciones
morales de las religiones como el judaísmo, y el cristianismo. En Oriente el confucianismo o el
budismo también han ejercido un fuerte influjo en el núcleo moral de sociedades asiáticas.

Ocupa importante lugar en las enseñanzas de Pitágoras, Sócrates, Platón, Aristóteles, Epicuro y,
sobre todo, entre los estoicos (Cicerón, Séneca, Epicteto, Marco Aurelio, etc.). Los neoplatónicos
se inspiraron en Platón y los estoicos cayeron en el misticismo. Los modernos han profundizado y
completado las teorías de los antiguos.[7]

¿Qué son los valores?

Los valores son las cualidades o virtudes que tiene un sujeto. Aquel que actúa en base a los
valores, obra de forma justa y positiva para sí mismo y para el entorno.

Los valores tienen una connotación positiva y guían el actuar de individuos o grupos ya que
definen la manera en la que una persona se relaciona consigo misma, con un tercero y con el
entorno. Algunos de los valores más destacados son la responsabilidad, la justicia, la lealtad y la
paz.

Existen diferentes tipos de valores que se relacionan con diversos aspectos de la persona, muchos
son cualidades innatas al ser humano que pueden practicarse hasta convertirse en hábito. Además
de los valores universales (que se busca que sean respetados por todos), cada individuo tiene su
propia escala de valores, ya que por su personalidad o experiencia de vida puede tender a buscar
o actuar en base a valores determinados.

Para qué sirven los valores?

Las sociedades tienen valores diferentes.

Los valores sirven de guía en el accionar de los individuos y grupos dentro de una sociedad.
Fomentan el accionar positivo para la mejora interior de cada persona y la convivencia y armonía
social, por lo que es recomendable que se inculquen desde la primera infancia, en el hogar y en la
escuela, para criar niñas y niños respetuosos/as de los valores fundamentales.

Se define a los valores como históricos, es decir, que su origen se relaciona con un contexto social
y cultural, que influye directamente en su concepción y formación. De este modo, las sociedades
tienen valores diferentes sobre los modos de actuar, de comportamiento, morales y de
convivencia.

A la vez que se da esta diferencia, también existen muchos valores llamados “universales”, que se
espera que sean respetados por todos los seres humanos, como el valor de la paz, la solidaridad, la
tolerancia y el respeto.

Tipos de valores

Los distintos valores se clasifican según criterios específicos en:


Valores personales. Son los que guían el actuar de una persona en su vida. Muchas veces,
provienen de la experiencia directa que tiene cada individuo. Por ejemplo: la lealtad.

Valores socio-culturales. Son los cánones generales que funcionan dentro de una sociedad y guían
el comportamiento de sus miembros. Se debe tener en cuenta que coexisten una variedad de
valores en una sociedad y momento histórico dado. Por ejemplo: la solidaridad.

Valores familiares. Son los que se desarrollan dentro de una familia en particular y suelen ser
transmitidos de generación en generación. Por ejemplo: la perseverancia.

Valores materiales. Son depositados sobre los objetos y bienes que utiliza el ser humano para
subsistir. Por ejemplo: la vestimenta.

Valores intelectuales. Son aquellos que potencian al individuo desde el ámbito del conocimiento.
Por ejemplo: la sabiduría.

Valores espirituales. Son aquellos que se basan en aspectos inmateriales y aluden a la importancia
que el sujeto le da a aspectos como la expresión artística o religiosa. Por ejemplo: la fe.

Valores profesionales. Son los que se llevan adelante en un contexto laboral. Por ejemplo: la
puntualidad.

Valores políticos. Son aquellos que se relacionan con el ámbito político. Por ejemplo: la
honestidad.

Valores morales. Son las conductas que una sociedad acepta y entiende que son indispensables
para mantener el orden social. Por ejemplo: la justicia.

Ejemplos de valores

Algunos de los valores más representativos son:

Responsabilidad. Capacidad de cumplir y respetar las obligaciones, acuerdos o promesas.

Respeto. Capacidad de aceptar la dignidad ajena.

Justicia. Capacidad de dar a cada uno lo que le corresponde.

Honestidad. Capacidad de comportarse y responder con sinceridad y justicia.

Gratitud. Capacidad de reconocer el beneficio recibido.

Perseverancia. Capacidad de continuar una labor a pesar de la fatiga o los fracasos.

Empatía. Capacidad de reconocer y aceptar las emociones y sentimientos de los demás.

Fidelidad. Capacidad de cumplir promesas y permanecer firme en los vínculos.

Lealtad. Capacidad de mantenerse fiel a principios, personas o causas.

Paciencia. Capacidad de hacer frente a los contratiempos con entereza.


Tolerancia. Capacidad de aceptar las opiniones o puntos de vista ajenos.

Sinceridad. Capacidad de decir y actuar según lo que se cree y piensa.

Prudencia. Capacidad de actuar con justicia, coherencia y moderación.

Leyes

La ley es una norma jurídica dictada por el legislador, es decir, un precepto establecido por la
autoridad competente, en que se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia, cuyo
incumplimiento conlleva a una sanción.[1]Según el jurista panameño César Quintero, la ley es una
«norma dictada por una autoridad pública que a todos ordena, prohíbe o permite, y a la cual todos
deben obediencia». Por otro lado, el jurista venezolano Andrés Bello definió la ley como «una
declaración de la voluntad soberana que, manifestada en la forma prescrita por la Constitución,
manda, prohíbe o permite». Para Bello, lo decisivo para calificar un acto de ley es la forma en que
se gesta y no la naturaleza de la disposición en él contenida.[2]En general, las leyes son normas
que regulan la convivencia social de una nación.

Qué es el socialismo?

El socialismo es una corriente filosófica de pensamiento económico, social y político, así como un
conjunto diverso de teorías políticas, movimientos y sistemas socioeconómicos que en dicho
pensamiento se han inspirado.

Todas ella tienen en común la defensa de la propiedad pública, colectiva o cooperativa de los
medios de producción de la sociedad, en lugar de su propiedad en manos privadas. Además,
propone la planificación y organización de la vida social y económica desde las fuerzas que
componen al Estado.

Es decir, se trata de un conjunto de modelos filosóficos, políticos, sociales y económicos cuyo


objetivo es construir una alternativa al capitalismo y a la acumulación de capitales y de propiedad
privada que lo caracteriza. Esto con el deseo de construir una sociedad sin clases, percibida como
una sociedad más justa y con una distribución más justa de las riquezas.

No hay, sin embargo, una forma única de socialismo. Ni siquiera hay un consenso respecto de qué
es exactamente o cómo se debería implementar en lo político, social o económico.

Así, existen formas más radicales (que suelen llamarse comunistas) que proponen la abolición de
la propiedad privada, y otras en cambio que proponen la convivencia con la economía de
mercado, aunque bajo formas de control y espíritu social. Lo mismo ocurre en lo político con el
respeto a la democracia y a la diversidad de los partidos: hay quienes proponen la dictadura del
proletariado, y otros que defienden la socialdemocracia.

Características del socialismo


Si bien los rasgos del socialismo pueden variar enormemente de acuerdo a su puesta en práctica,
generalmente se consideran como sus características las siguientes:

Debilitamiento de la propiedad privada en favor de modelos sociales o comunitarios de propiedad,


especialmente en lo referido a los medios de producción (fábricas, por ejemplo).

Modelo económico que apunta a la producción, más que en la generación y acumulación de


capitales y está dirigido por el Estado.

Aplicación de diversos métodos de redistribución de la riqueza, como impuestos a los que más
tienen y planes de ayuda para quienes menos tienen, para tratar de uniformar económica y
socialmente a la sociedad.

Empoderamiento del Estado que, dependiendo del caso, puede o no ir en detrimento de la


democracia y de los partidos políticos.

Fuerte intervención del Estado en los asuntos económicos y sociales.

En las variantes más utópicas, plantea la sociedad sin clases sociales: ni pobres ni ricos, sino una
gran masa trabajadora autogestionada.

Historia del socialismo

El socialismo nació como movimiento en el seno de la sociedad industrial, aunque su filosofía


posee antecedentes muy anteriores. Se pueden rastrear ideas socialistas o comunistas en textos
tan antiguos como los escritos sobre la República de Platón (c. 427-347 a. C.), en las prácticas
comunitarias de los primeros cristianos, o en la forma de organización socioeconómica del Imperio
Incaico (1438-1533).

El uso del término “socialista” con el sentido contemporáneo data de alrededor de 1830. Se usó
para describir al ala más radical de los diversos movimientos y filosofías políticas nacidos durante
los estallidos revolucionarios del siglo XVIII, que asociaban al capitalismo naciente los malestares
sociales de la época, en especial los seguidores de Robert Owen y Henri de Saint-Simon.

Algunos más pragmáticos y otros más idealistas, estos movimientos compartían visiones
mayormente agrarias del socialismo, y fueron bautizados con ese nombre por Pierre Leroux en su
artículo Del individualismo y el socialismo en Revue encyclopédique de 1833.

Con la Ilustración, que abogaba por el uso de la razón humana en la comprensión y el


mejoramiento de la sociedad, nació el primer socialismo moderno, industrial, que hoy en día
conocemos como socialismo clásico. Sus dos cunas fueron Francia e Inglaterra. Aunque carecieron
de un cuerpo de ideas en conjunto, contaron con importantes pensadores y militantes que
allanaron el camino para la llegada en el siglo XIX del marxismo.

El socialismo marxista revolucionó para siempre el modo de comprender la sociedad y la historia.


A su vez, le dio al socialismo una teoría unificadora y de espíritu racional, “científico” en palabras
del revolucionario alemán Federico Engels (1820-1895). Desde entonces, el socialismo o
comunismo cobró vigencia dentro de numerosos partidos y organizaciones obreras de Europa.
Alcanzó su apogeo político a inicios del siglo XX, con la Revolución Rusa de 1917 que, bajo la
conducción de Vladimir Ilych Lenin (1870-1924), puso fin para siempre a la monarquía zarista. Así
se fundó el primer país socialista (marxista-leninista) de la historia, la Rusia soviética, que después
se convirtió en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS).

Los acontecimientos de Rusia avivaron los sentimientos reaccionarios europeos. Así, fueron
utilizados para justificar ideológicamente el nacimiento del fascismo, un movimiento político
dictatorial y fundamentalmente anticomunista, que desencadenó la Segunda Guerra Mundial.

Al término de la guerra a mediados del siglo XX el mundo asumió formalmente la división en dos
bloques, a lo largo de lo que se llamó la Guerra Fría: el bloque capitalista liderado por Estados
Unidos e Inglaterra, y el bloque comunista o socialista liderado por la URSS y China, que tras la
Revolución Comunista China (1949) había instaurado su propia visión del socialismo, el maoísmo.

Eventos semejantes ocurrieron en otras naciones del mundo, como Vietnam (la Revolución de
Agosto de 1945), Corea (tras la Guerra de Corea de 1950-1953), Cuba (la Revolución cubana de
1959), Camboya (tras la Guerra Civil Camboyana de 1967-1975), entre otros.

Nacidos en la violencia, muchos de estos regímenes dictatoriales estuvieron involucrados en


guerras, o cometieron genocidios y atrocidades en nombre del “hombre nuevo” o de la sociedad
utópica futura.

Sin embargo, hacia el término del siglo XX, y sobre todo tras la disolución de la Unión Soviética en
1991, la mayoría de los países socialistas se habían sumergido en la crisis y se habían visto
obligados a reinventarse y asumir más o menos formalmente una economía de mercado. La última
década del siglo XX anunció la muerte del socialismo y el supuesto “Fin de la historia”, en palabras
del pensador japonés Francis Fukuyama.

Aun así, un nuevo experimento político tomó el título de “Socialismo del siglo XXI”, un término del
economista alemán Heinz Dietrich Steffan. Comenzó a ganar renombre mundial gracias a su
evocación en el V Foro Social Mundial por parte del entonces presidente venezolano, Hugo Chávez
Frías (1954-2013), en el marco de su autodenominada Revolución Bolivariana.

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