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Revista húngara de psicología, 2019, 74.3/6. 361-373


DOI: 10.1556/0016.2019.74.3.6

DE LOS RETOS DE LA AUTOACEPTACIÓN A LOS


MOVIMIENTOS CORPORALES POSITIVOS - LAS
IMÁGENES CORPORALES EN LA PSICOLOGÍA
POSITIVA

MÁRTA CSABAI

Universidad de Szeged, Instituto de Psicología

Correo electrónico: marta.csabai@psy.u-

szeged.hu

Recibido: 15 de octubre de 2019 - Aceptado: 16 de octubre de 2019.

Aunque la imagen corporal, junto con la autoimagen, es un componente fundamental de nuestra relación
con nosotros mismos y con el mundo, las investigaciones anteriores sobre el tema se han centrado
principalmente en la imagen corporal negativa. La imagen corporal positiva como concepto propio también
ha surgido relativamente tarde en la psicología positiva. Las investigaciones de los últimos años han
demostrado que la imagen corporal positiva no es un reflejo de la imagen corporal negativa, sino una
dimensión por derecho propio, vinculada a una serie de factores que influyen en el bienestar subjetivo y la
orientación positiva general. Entre ellos, la autoaceptación desempeña un papel destacado. El documento
resume el desarrollo transnacional del concepto de imagen corporal positiva y muestra cómo la imagen
corporal positiva y negativa están relacionadas con la premisa psicológica positiva de que la dimensión
del bienestar tiene un contenido autónomo y no representa simplemente la ausencia de disfunción y
contenido negativo. El movimiento de positividad corporal arroja una luz especialmente aguda sobre
las cuestiones y los dilemas crecientes de la relación entre los componentes del constructo de imagen
corporal positiva y el control y la autonomía individuales. Como estudio de caso, el movimiento de
positividad corporal también sirve para reflexionar sobre algunos de los importantes retos
contemporáneos de la psicología positiva, tanto en términos de construcción teórica como de práctica.

Palabras clave: imagen corporal positiva, autoaceptación, bienestar subjetivo, movimiento de positividad
corporal

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Creemos que está demostrado que la relación con nuestro cuerpo es parte integrante
de nuestro bienestar subjetivo. La forma en que tratamos, nos movemos,
alimentamos, vestimos, decoramos y nos relacionamos con nuestro cuerpo influye en
los diversos componentes del bienestar. Sin embargo, hasta hace poco, pocas
investigaciones se habían ocupado de estas relaciones. La teoría de la orientación
positiva de Caprara (2019), la teoría contemporánea más prometedora de la
psicología positiva por los principales expertos (como Oláh, 2019), considera las
actitudes positivas hacia el yo como un componente importante, pero no ha
destacado específicamente los aspectos físicos de esto. En lo que sigue, exploraremos
cómo ha surgido la imagen corporal, que, junto con la autoimagen, es un componente
inseparable de la relación con el yo, y su lugar en la teoría y la práctica de la psicología
positiva.

LA RELACIÓN ENTRE LA IMAGEN CORPORAL Y EL BIENESTAR SUBJETIVO EN


PSICOLOGÍA

Aunque el problema del cuerpo ha surgido en las ciencias sociales en las últimas
décadas, la teorización y la investigación empírica se han centrado principalmente en
los efectos y síntomas de estar en el cuerpo, los debates sobre la apariencia, el miedo al
envejecimiento y las técnicas relacionadas, las contradicciones de la cultura de la
salud y el modo en que éstas vienen determinadas por la sociedad de consumo, la
cultura mediática globalizada y la sociedad como entorno general. En este contexto,
también se ha planteado la cuestión de hasta qué punto los mensajes enviados por el
cuerpo -señales conscientes e inconscientes- pueden expresar (u ocultar) de forma
eficaz y precisa las experiencias de identidad subjetivas y experimentadas
internamente, el estado emocional del individuo y los roles articulados por las
diferentes expectativas ambientales y sociales (Csabai y Erős, 2000).
La investigación sobre la imagen corporal como constructo psicológico por derecho
propio tiene una historia más larga que la introducción general del cuerpo como tema
en las ciencias sociales. El principal punto de partida de la investigación psicológica
sobre la imagen corporal fue que una imagen corporal estable era un requisito previo
para que un individuo tuviera una imagen precisa de su relación con los demás, para
poder distinguir entre relaciones corporales externas e internas, entre posiciones
activas y pasivas, y para definirse como sujeto autónomo (Schilder, 1935). Tras el
desarrollo de conceptos teóricos básicos, aparecieron estudios sobre la relación de la
imagen corporal con la salud y el estado psicológico. Sin embargo, dado que el
enfoque de la psicología positiva no ha cobrado fuerza hasta las últimas décadas,
tradicionalmente los investigadores no han buscado vínculos con indicadores de
bienestar subjetivo, sino que se han centrado en comprender la relación entre la
imagen corporal (negativa) y el comportamiento disfuncional o la enfermedad (Tylka,
2011). Han descubierto que una imagen corporal valorada negativamente y menos
aceptada o directamente rechazada por el individuo -descrita en términos generales
en la bibliografía como "imagen corporal negativa"- se asocia con trastornos
alimentarios, depresión, emociones negativas, ansiedad social, falta de confianza,
conductas de riesgo; en suma, niveles más bajos de bienestar psico- lógico (Avalos,
Tylka y Wood-Barcalow, 2005). El énfasis en la imagen corporal negativa (frente a la
positiva) también puede deberse al hecho de que varios autores clave han destacado
la creciente alienación e indiferencia hacia el cuerpo en nuestra época (Frank, 1998),
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así como la creciente ansiedad y asociación negativa entre el cuerpo y el yo

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De hecho, una de las consecuencias de todo ello es el aumento de la imagen corporal


negativa, que se refleja, entre otras cosas, en el uso de técnicas de modificación
corporal, cirugía estética o el aumento de conductas autolesivas (Favazza, 2011).
Durante décadas, las intervenciones sobre la imagen corporal (n e g a t i v a ) se
han basado en las pruebas y correlaciones mencionadas, pero cada vez más se
considera que las terapias sobre la imagen corporal son eficaces sobre todo para
reducir la imagen corporal negativa, y no ayudan adecuadamente a mejorar la imagen
corporal positiva, sino más bien a conseguir una imagen corporal "neutra" y sin
problemas. Aunque esto pueda parecer un resultado positivo, cada vez hay más
pruebas de que no existe una relación neutra con el cuerpo, ya que éste puede ser
uno de los puntos de partida del estado de alienación que engendra ansiedades
relacionadas con el cuerpo y comportamientos disfuncionales y autodestructivos
(Frank, 1998). Otra consecuencia perjudicial de las intervenciones dirigidas a reducir o
"neutralizar" la imagen corporal negativa puede ser que "adormezcan" la atención de
la persona hacia su cuerpo, reduciendo el autocuidado, el cuidado del cuerpo, la
motivación para el mantenimiento de la salud y la percepción de síntomas y signos
disfuncionales (Hefferon, 2015). Por lo tanto, es muy importante que la psicología no
sólo sea capaz de investigar el contenido cognitivo tradicionalmente analizado de la
imagen corporal, sino también el afecto subjetivo, los procesos y experiencias del
cuerpo vivido. Esto se enmarca en el concepto de embodiment, que se ocupa del
fenómeno de la conciencia y la capacidad de respuesta a las experiencias corporales
(Piran y Teall, 2012). Entre estos factores destaca la conciencia corporal, que tiene un
impacto significativo en las percepciones y juicios de un individuo sobre las
situaciones y en su capacidad para relacionarse de forma precisa y segura con sus
propias sensaciones y emociones corporales. Vinculado a esto se encuentra un pilar
de la experiencia corporal positiva, la percepción y recepción adecuadas del tacto, que
se ha demostrado que contribuye a sentimientos subjetivos de bienestar, a través de
procesos fisiológicos como la reducción de los niveles de cortisol y la presión arterial,
y el aumento de los niveles de serotonina, dopamina y oxitocina (Hefferon, 2015). La
investigación también ha encontrado otras correlaciones positivas entre la dimensión
de la conciencia corporal y el bienestar subjetivo, lo que reafirma la necesidad de que
el cuerpo desempeñe un papel aún más destacado en el paradigma de la psicología
positiva (Hefferon, 2013). En la práctica, esto también significa que, además de
abordar los síntomas de los trastornos de la imagen corporal, hay un cambio gradual
en el enfoque hacia la valoración, el respeto y la apreciación del cuerpo, lo que puede
tener una serie de efectos positivos sobre la salud y el bienestar psicológico. No
obstante, estos vínculos deben apoyarse en teorías bien establecidas y pruebas
empíricas exhaustivas.

EL CONCEPTO DE IMAGEN CORPORAL POSITIVA

Aunque el marco conceptual y los conceptos básicos de la psicología positiva ya


estaban disponibles en la década de 1990, la investigación sobre la relación entre la
imagen corporal positiva y el bienestar comenzó algo tarde, a principios de la década
de 2000. Gracias sobre todo a la labor del redactor jefe Thomas Cash, la revista Body
Image, fundada en 2004, se convirtió en el primer foro científico que dio mayor
visibilidad al tema. La revista es esencialmente

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tiene tres objetivos principales: 1. investigar los factores que influyen en el desarrollo
de una imagen corporal positiva, 2. explorar los procesos adaptativos de la imagen
corporal y sus implicaciones clínicamente relevantes para el funcionamiento
psicológico y la calidad de vida, y 3. desarrollar y demostrar intervenciones que
promuevan una imagen corporal positiva (Cash, 2004).
Un hito en la historia de la investigación sobre este tema fue la publicación del
primer estudio de Williams, Cash y Santos (2004), que demostró que la imagen
corporal positiva es un concepto distinto y unificado. Este estudio es la continuación
del de Cash y Fleming (2002), que fue el primero en describir el impacto positivo de la
imagen corporal en una serie de ámbitos de la vida de las mujeres jóvenes, de los
cuales los autores examinaron diecinueve. Se trataba de un hallazgo novedoso y
significativo, ya que anteriormente era un dogma en la comunidad profesional que la
imagen corporal tendía a tener un impacto negativo en el comportamiento y la
calidad de vida de las mujeres jóvenes. Sin embargo, un estudio posterior descubrió
que los niveles más altos de calidad de vida relacionada con la imagen corporal
estaban asociados a los hombres, a las mujeres afroamericanas (a diferencia de las
mujeres blancas) y a las mujeres con un índice de masa corporal más bajo (Cash,
Jakadtar y Williams, 2004). Al mismo tiempo que se realizaban las primeras
investigaciones sobre la imagen corporal positiva, también surgía el desarrollo de
intervenciones. Entre ellas destaca el programa de terapia cognitivo-conductual de 8
pasos de Cash, en el que los participantes practican actitudes positivas hacia su
cuerpo, hablan positivamente de su cuerpo y se presentan a sí mismos (Cash, 2008).
La Escala de Apreciación Corporal (BAS; Avalos et al., 2005), la herramienta de
medición más utilizada desde entonces, también se desarrolló durante este
período.Su adaptación húngara se publicó en 2013 (Béres, Czeglédi y Babusa, 2013), y
recientemente sirvió de base para un Cuestionario de Apreciación Corporal, también
desarrollado en Hungría (Obál, Hamvai y Pikó, 2019). Una versión internacional más
reciente del cuestionario original, conocida como BAS-2, se diseñó específicamente
para a) medir las actitudes positivas hacia la imagen corporal, independientemente de
la apariencia física, b) explorar el grado de aceptación del cuerpo
independientemente de los ideales de los medios de comunicación, y c) proporcionar
una imagen de la estima corporal, las necesidades y el comportamiento de protección
de la salud, y d) la defensa del cuerpo contra los ideales de belleza poco realistas
(Tylka y Wood-Barcalow, 2015b).
Tras los avances de la primera década de los 2000, descritos anteriormente, la
definición más utilizada de imagen corporal positiva nació en 2010: "La imagen corporal
positiva es un amor y un respeto integrales por el cuerpo que permite a los individuos (a) apreciar la
belleza y la función únicas de sus cuerpos que les sirven, (b) aceptar e incluso admirar sus
cuerpos, incluidos aquellos rasgos que no se ajustan a las imágenes idealizadas, (c) sentirse
bellos (d) destacar las virtudes de su cuerpo y no sus imperfecciones y, por último, (f) valorar la
información recibida en términos de protección del cuerpo, es decir, interiorizar la
información positiva y rechazar o reformular la información negativa." (Wood-Barcalow,
Tylka y Augustus-Horvath, 2010, p. 112)
Cabe preguntarse hasta qué punto es generalizable a distintos grupos
sociodemográficos y culturas, ya que los propios autores admiten que la definición se
basa en investigaciones y consultas a expertos y expertas en el cuerpo. Según la escala
de valores corporales, la aceptación y el respeto del cuerpo es un factor destacado
tanto en las poblaciones occidentales como en las no occidentales. Sin embargo, en
las muestras orientales (Malasia, Indonesia, Brasil y
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Corea), la importancia de la autonomía sobre el cuerpo y la inversión en el mismo es


también un factor de peso en la valoración positiva del cuerpo (Swami y Jaafar, 2012,
Swami, Kanaan y Furnham, 2012). Esta diferencia cultural, junto con otros muchos
aspectos, debe estudiarse más a fondo.
El estudio de los componentes de la imagen corporal positiva comenzó con un
estudio de la imagen corporal de los chicos y chicas adolescentes y, de forma similar,
las entrevistas con chicas y mujeres constituyeron la base del modelo de desarrollo de
la corporalidad de Piran (Piran y Teall, 2012), en el que la base de la imagen corporal
positiva se consideraba en la integración cuerpo-yo, en la que el individuo "se siente
uno con su cuerpo". Este estado incluye un sentido de competencia y de que la
individualidad es libre de expresarse a través del cuerpo, y que los retos
socioculturales son libres de ser desafiados. El modelo también considera la relación
con los deseos y necesidades del yo, así como la relación con los deseos de los demás.
Se puede observar que existe un gran solapamiento entre los conceptos de imagen
corporal positiva y corporalidad, lo que refuerza en parte la base fenomenológica del
constructo de imagen corporal positiva, pero también llama la atención sobre la
necesidad de aclarar más los conceptos y examinar más de cerca los solapamientos y
las diferencias entre los constructos (Menzel y Levine, 2011).
Como suele haber malentendidos al respecto, es importante subrayar que la
imagen corporal positiva no significa falta de insatisfacción con el cuerpo, sino
actitudes, evaluaciones y emociones positivas. Esto se evidencia, por ejemplo, en el
hecho de que la imagen corporal positiva aumenta con la edad, mientras que la
insatisfacción corporal es independiente de la edad (Tiggemann y McCourt, 2013). La
imagen corporal positiva es un constructo multidimensional y complejo, por lo que no
solo se refiere a si alguien está satisfecho con su cuerpo. Menzel y Levine (2011)
identificaron tres componentes principales de una imagen corporal positiva: 1) la
apreciación de cómo se ve y funciona el cuerpo; 2) la conciencia y la atención a las
experiencias y necesidades corporales; y 3) la creación de un estilo cognitivo positivo
para procesar los mensajes relacionados con el cuerpo, con un enfoque en la
protección corporal.

IMAGEN CORPORAL POSITIVA Y NEGATIVA

Cada vez hay más pruebas científicas de que la imagen corporal positiva y negativa
son constructos independientes, es decir, que tienen efectos separados en las
variables de resultado (Tylka y Wood-Barcalow, 2015a; Gillen, 2015). Esto significa
que, contrariamente al consenso profesional y lego, no están en un continuo y no son
mutuamente excluyentes. Así que la correlación de que "si la imagen corporal
negativa es baja, entonces la imagen corporal positiva es alta" no es correcta. Esto se
confirmó, por ejemplo, en un estudio de Williams, Cash y Santos (2004), que
distinguieron entre tres grupos: los que tenían una imagen corporal positiva (54%), los
que tenían una imagen corporal negativa (23%) y los que no pertenecían a ninguno de
los dos grupos pero estaban insatisfechos con su cuerpo (23%). Los dos últimos
grupos tenían niveles similares de insatisfacción corporal, pero el grupo con una
imagen corporal negativa experimentaba un mayor malestar emocional, y la imagen
corporal tenía un impacto más negativo en la calidad de vida. El grupo con una imagen
corporal positiva tenía una mejor calidad de vida y consideraba que su imagen
corporal tenía un buen impacto en sus vidas. En pocas palabras, se deduce que una de
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las diferencias entre la imagen corporal positiva y la negativa es que, con una imagen
corporal positiva, la persona acepta su cuerpo -aunque no es en absoluto seguro que
todas las posesiones corporales sean

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está satisfecho con su rendimiento. Con una imagen corporal negativa, uno no acepta
su cuerpo tal y como es. Así que la diferencia entre una imagen corporal positiva y una
negativa no es lo satisfecha que está una persona consigo misma, sino cuánto acepta
su cuerpo.
Suelen encontrar una relación negativa fuerte o moderada entre la imagen
corporal positiva y la negativa, por lo que esto podría significar que son conceptos
espejo. Sin embargo, todavía hay más pruebas de que son constructos separados. Así
lo indica también su relación única y diferencial con otras variables (Gillen, 2015). Por
ejemplo, la estima corporal se correlaciona positivamente con las evaluaciones
externas favorables y la estima corporal, pero negativamente con la insatisfacción
corporal, el control corporal y la vergüenza corporal tanto en mujeres como en
hombres. Los primeros estudios ya han demostrado que, por ejemplo, la
insatisfacción se asocia con la afectividad negativa en las mujeres jóvenes, pero la
estima corporal no se relaciona con la depresión después de controlar el apego y el
perfeccionismo (Stice, 2001). Sin embargo, estas relaciones deben investigarse más a
fondo, ya que varios investigadores han sugerido que las razones de medición y
metodológicas pueden subyacer a las diferencias (Halliwell, 2015).
Una imagen corporal positiva está relacionada con el comportamiento, la calidad
de vida, el bienestar y el bienestar psicológico, ya sea directa o indirectamente, por
ejemplo evitando influencias sociales perjudiciales. Por lo tanto, las intervenciones
que consideran la imagen corporal positiva y negativa por separado como
dimensiones ofrecen un enfoque más holístico para optimizar la salud y el bienestar
que las que sólo tienen en cuenta el valor, las características o la relación con la
imagen corporal como constructo general. En el ámbito de la salud mental, cada vez
hay más pruebas de que una imagen corporal positiva está directamente relacionada
con una serie de indicadores como el optimismo, las emociones positivas, la
autoestima, la satisfacción vital y la felicidad. Varios estudios también han demostrado
que la imagen corporal positiva se asocia con una autoimagen positiva y una mayor
autoestima (Gillen, 2015; Tylka y Wood-Barcalow, 2015b). Sin embargo, ciertos
factores también pueden limitar nuestra comprensión de la relación entre la imagen
corporal y el bienestar. En primer lugar, aunque la imagen corporal positiva es un
fenómeno complejo, existe un solapamiento conceptual mínimo entre sus diferentes
dimensiones. Para complicar aún más la comprensión de las relaciones complejas, la
inmensa mayoría de las investigaciones suelen centrarse en un único factor. Entre
ellos, destacan los factores relacionados con la valoración del cuerpo, con
Otros aspectos de la imagen corporal positiva están menos explorados.
Varios autores también han señalado que la investigación sobre el bienestar y la
imagen corporal juntos se ha centrado principalmente en el bienestar hedónico, que
hace hincapié en la dimensión emocional (felicidad, autoimagen positiva, emociones
positivas) (Swami, Weis, Barron, y Furnham, 2018). Cada vez más, sin embargo, existe
la necesidad de una visión tridimensional del bienestar para comprender la relación
entre el cuerpo y el bienestar subjetivo, en la que el bienestar hedónico (emocional,
subjetivo), eudaimónico (autorrealizador, psicológico, existencial) y el buen
funcionamiento en el espacio social puedan representarse simultáneamente
(Hefferon, Ashfield, Waters, y Synard, 2017). Este modelo holístico, que también
representa mejor la orientación positiva general (Capara, 2018), también podría
ayudar a comprender el papel de la imagen corporal positiva en la autorrealización y
el funcionamiento social. Esto es particularmente importante hoy en día, cuando la
construcción de la identidad personal y la presentación del rendimiento
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son las redes sociales, donde la autopromoción y el intercambio de información


personal se hacen muy a menudo a través de mensajes visuales, con todas las
complejidades que ello conlleva en términos de imagen corporal y autoimagen.

LOS LÍMITES DE LA IMAGEN CORPORAL POSITIVA: LOS DILEMAS DE LOS


MOVIMIENTOS BODY POSITIVE

Una característica importante del discurso sobre la imagen corporal positiva es que se
ha extendido muy rápidamente, no sólo desarrollando y generando nuevas preguntas
y dilemas en el marco académico, sino también convirtiéndose en un tema
importante del discurso público y de los medios de comunicación populares. Por un
lado, esto confirma que no se trata de un problema ajeno a l'art pour l'art, reservado
a los académicos, sino de una cuestión que afecta a la existencia cotidiana en varios
niveles. Por otra parte, demuestra que las teorías científicas y las representaciones
cotidianas interactúan en un ciclo constante y dinámico para formar la base de nuevos
conceptos. Desde el punto de vista de la imagen corporal positiva, lo ilustraré a través
del ejemplo de los movimientos de positividad corporal, destacando todas las
diametrales que arrojan una luz aguda sobre la cuestión de lo que significa
"positividad", no sólo en relación con la imagen corporal y la salud, sino también en
relación con el marco conceptual general de la psicología positiva.
Los movimientos de protesta contra el ideal de belleza y su apariencia normativa
socialmente esperada llevan apareciendo desde finales del siglo XIX, normalmente
vinculados a distintas oleadas del movimiento feminista (Butler, 1993). Una novedad
de los últimos años es que el movimiento ha ido más allá de la retórica feminista y se
ha convertido en un poderoso foro cívico y de activismo, sobre todo a través de las
redes sociales, bajo el nombre de "positividad corporal".
Esta tendencia ha recibido un impulso especialmente fuerte por la fuerte presencia del
movimiento body-positive en Instagram desde 2012. En particular, las mujeres que
promueven el "tes- tat no normativo" utilizan la plataforma, publicando selfies para
desafiar los ideales dominantes sobre, por ejemplo, la piel lisa, la forma del cuerpo o el
rechazo de la grasa corporal. Los medios de comunicación también se han puesto a
menudo de su lado, a veces retratando a mujeres como heroínas por exponer sus
trastornos alimentarios, contraatacando a los oradores que estigmatizan la imagen
corporal, desafiando el mito del "cuerpo bikini" y las expectativas del cuerpo perfecto
después del parto. En 2012, la modelo feminista de tallas grandes Tess Holiday fundó la
cuenta de Instagram @effyourbeutystangards, donde lanzó una campaña en la que pedía
a las mujeres que respetaran sus cuerpos aunque fueran más grandes que una talla 10.
Tess Holiday es ahora la más conocida
activista "body positive" con 1,3 millones de seguidores. En 2015, fue la primera
modelo de más de talla 20 en aparecer en la portada de la revista People. También
lanzó su propia marca de ropa con la empresa estadounidense Penningtons.
El movimiento de positividad corporal ha adoptado muchas formas en los últimos
años. Su objetivo fundamental es cuestionar los ideales poco realistas sobre el cuerpo,
aumentar la autoaceptación y la autoestima mejorando la propia imagen y ayudar a
conseguir el amor propio (Skiba, 2016). El movimiento hace hincapié en su apoyo a
todas las personas que se salen de las normas de belleza. Esta autodefinición es muy
fuerte

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el solapamiento con el concepto de imagen corporal positiva: objetivos casi idénticos. Esta
impresión se refuerza aún más al leer la definición más detallada: "La positividad corporal
incluye cualquier mensaje visual o verbal que desafíe el marco de visión dominante del
cuerpo como un ideal bello y apoye la experiencia corporal vivida y el control de la imagen
corporal. La positividad corporal incluye cualquier actividad individual o movimiento que
se oponga a la creación de normas corporales y a las influencias sociales y, en su lugar,
promueva el amor y la aceptación de cuerpos de todas las formas, tamaños y apariencias,
incluidos los gorditos, los abollados, los celulíticos, los acnéicos, los peludos, los
sangrantes, los gordos, los flacos y los demacrados". (Cwynar-Horta, 2016, 37.)
La lucha contra la obesidad y la estigmatización de los cuerpos más grandes sigue
siendo uno de los principales objetivos de los movimientos body-positive, pero
también incluye, por ejemplo, el rechazo del afeitado, la negativa de ciertos medios
de comunicación a aceptar imágenes retocadas y el rechazo de los cambios corporales
tras el embarazo como una cuestión estética (Money, 2017). Pero algunos integrantes
del movimiento han llegado incluso a adoptar posturas extremas como que la imagen
corporal ya no es importante en la autodefinición del individuo (Murray, 2007).
Los principales conectores del movimiento son los hashtags. El más popular de
ellos es #plus- size#, utilizado por millones de mujeres para mostrar su talla corporal
no ideal. La talla grande también se utiliza cada vez más en el fitness y el yoga (Impett,
Daubenmier y Hirschman, 2006), lo que por un lado tiene un efecto muy positivo en la
aceptación del cuerpo y el desarrollo de una imagen corporal positiva, facilitando la
participación en actividades deportivas con una apariencia diferente a la ideal de
belleza, pero también puede sugerir a través de imágenes que la obesidad no es algo
de lo que preocuparse, dando a entender que la belleza también es salud.
Sin embargo, los hashtags de los movimientos body-positive tienden a promover
un concepto positivo y holístico de la salud, como "Reduce el odio, no tu peso". (Están
apareciendo sitios donde la gente comparte sus propias experiencias e historias de
haber sido tratados de forma prejuiciosa o incluso maltratados por el servicio
sanitario a causa de su peso (por ejemplo, #Diagnosisfat#).
En las plataformas de las redes sociales hay numerosas manifestaciones de
rebelión contra los prejuicios relacionados con la obesidad, exigiendo igualdad de
trato y luchando contra todas las formas de discriminación, ya sea el acoso en la
escuela o la discriminación en el trabajo: #effyourbodystandards# o #riotsnotdiets#,
#fightfatp- hobia# (Phelps, 2016). El lenguaje de los hashtags ayuda a llamar
poderosamente la atención sobre el hecho de que el sobrepeso no equivale a pereza,
irresponsabilidad o debilidad moral (Tomiyama et al., 2018). También está vinculado a
la transformación del lenguaje visual, con la aparición de arte body-positive e incluso
libros para colorear sobre el tema.
La retórica body-positive suele presentar el sobrepeso como una adicción, similar al
alcoholismo y al tabaquismo, y culpa a la sociedad de consumo y a la industria
alimentaria, presentando a los afectados como víctimas y al sobrepeso como un
derecho humano. Llegados a este punto, cabe reiterar el dilema de si la aceptación del
sobrepeso no implica también la aceptación de los riesgos para la salud asociados a él.
Esta cuestión es especialmente importante desde un punto de vista práctico, dada la
reciente concienciación popular sobre la

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que, de forma preocupante, propaga explícitamente que la obesidad no es un riesgo


para la salud (Bacon, 2010). Los críticos, por su parte, consideran que la obesidad es
responsabilidad del individuo, argumentando que el resto de la sociedad no debería
pagar los costes sanitarios adicionales, y destacando el peligro de que el movimiento
body-positive, al promover una autoaceptación excesiva, pueda devaluar las
conductas promotoras de la salud y reforzar las conductas de riesgo (Robinson,
Haynes, Sutin y Daly, 2017; Muttarak, 2018).
También hay cada vez más investigaciones sobre cómo se ha comercializado el
movimiento y cómo Instagram se ha convertido en una plataforma publicitaria donde
se muestran los principales mensajes de positividad corporal (Cwynar-Horta, 2016).
Algunos críticos sostienen que a las empresas les interesa llegar a una base de clientes
lo más amplia posible, y por eso recurren a los influencers de Instagram (modelos de
tallas grandes, anunciantes sin maquillaje, etc.) La enorme multitud de Instagram en
realidad ha beneficiado a la industria de la moda, ya que les permite dirigirse a los
usuarios con anuncios. Algunas marcas de moda
se anuncia como "body positive" simplemente porque incluye en su colección
modelos sin maquillaje o de tallas grandes. Las empresas de relaciones públicas se
acercan a los influencers y les ayudan a crear su propio perfil y, por supuesto, a que se
les vea en productos que pertenecen a su marca. Así, lo que el público ve de estos
influencers suele ser una "marca de identidad" bien construida (a menudo
manipulada). Los influencers trabajan entonces, no necesariamente de forma
consciente, para ajustarse a esta identidad. Por otro lado, también hay ejemplos
positivos de industrias cosméticas y de belleza que crean campañas de color y
programas educativos de apoyo a la aceptación del cuerpo, vinculados a movimientos
positivos para el cuerpo y basados en los fundamentos científicos de la psicología
positiva. Un ejemplo es el Programa de Autoconfianza de la marca de cosméticos
Dove, que está disponible en muchos países y se ha lanzado recientemente en
Hungría (https:// www.dove.com/hu/dove-self-esteem-project.html).

PERSPECTIVAS: NUEVAS CUESTIONES PARA LA INVESTIGACIÓN SOBRE LA


IMAGEN CORPORAL POSITIVA

Como hemos podido vislumbrar en el proceso anterior, hemos visto que en las últimas
casi dos décadas se ha producido un cambio significativo, pasando de un enfoque
científico sobre la investigación de los trastornos de la imagen corporal, a una
exploración más detallada de las características de la imagen corporal positiva y una
descripción de los aspectos generales de la imagen corporal, hasta llegar a los
movimientos corporalmente positivos que popularizan y agudizan el debate sobre la
imagen corporal positiva. La investigación sobre la imagen corporal positiva trae
consigo la cuestión de cómo se puede mejorar el bienestar psicológico y la salud
general y reducir el estrés aumentando el conocimiento y las intervenciones
relacionadas con la imagen corporal. En la actualidad, la investigación tiene una base
empírica sorprendentemente sólida y ha empezado a estudiar específicamente los
aspectos relacionados con la edad, el sexo y la cultura, así como la cuestión del
desarrollo de una imagen corporal positiva.
Existen pruebas convincentes de que la medición corporal indica una mayor
variación en el bienestar subjetivo tras controlar la satisfacción corporal. Esto
contribuye a nuestra comprensión de cómo los efectos positivos y negativos
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imagen corporal son dimensiones independientes, pero se necesita mucha más


investigación para confirmar este conocimiento y convertirlo en la base de la
aplicación práctica y el punto de partida de los programas de intervención. Los
dilemas y contradicciones de los movimientos body-positive, entre otros, llaman la
atención al respecto, mostrando a la psicología positiva que los conceptos de
"positividad" y "orientación positiva" pueden estar bien integrados en el marco
cotidiano del trabajo corporal, donde incluso pueden ser herramientas de
concienciación, control y autonomía. Por otro lado, estas herramientas, si se usan mal
o no se usan bien, también pueden poner en peligro el bienestar y la salud del cuerpo.
Otra área importante y difícil de mejorar es la cuestión de los instrumentos de
medición. En el pasado, cuando se abordaba principalmente la imagen corporal
negativa, se utilizaban varios instrumentos de medición y constructos que se creía que
eran intercambiables en la consulta, cuando no era así. También existe la necesidad
de una única herramienta de medición para la imagen corporal positiva, pero, de
hecho, el propio concepto de imagen corporal positiva todavía no es uniforme; como
hemos visto, los componentes no están bien definidos. Dado que la Escala de
Evaluación Corporal (BAS) es una de las principales herramientas de medición
utilizadas en la mayor parte de la literatura sobre imagen corporal positiva, ésta
puede proporcionar una forma de establecer un concepto general y también de
obtener una mejor comprensión de la relación entre imagen corporal positiva y
negativa. Otra cuestión es si la imagen corporal positiva es un rasgo estable o una
variable situacional.
Por último, quizá el mayor reto radique en la dimensión evolutiva, es decir, cómo
desarrollar teorías y aplicaciones prácticas que puedan adaptarse a la edad de los
usuarios. Cada vez hay más investigaciones sobre la imagen corporal (negativa) entre
los niños, y esto debería ampliarse a la imagen corporal positiva (Halliwell, Jarman,
Tylka y Slater, 2017), lo que vincularía la investigación y la aplicación al principio de
que la propia imagen corporal positiva es un constructo que implica crecimiento y
desarrollo y, por lo tanto, no puede tratarse como una variable estática, sino que solo
puede investigarse y desarrollarse de forma flexible, con una apertura al cambio
continuo.

IRODALOM
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Psicología positiva e imagen corporal 373
DE LOS RETOS DE LA AUTOACEPTACIÓN A LOS MOVIMIENTOS
CORPORALES POSITIVOS: LA IMAGEN CORPORAL EN LA PSICOLOGÍA
POSITIVA

CSABAI, MARTA

Aunque la imagen corporal y la autoimagen son determinantes básicos de nuestras conexiones con nosotros
mismos y con el mundo, los estudios anteriores se habían centrado principalmente en la imagen corporal
negativa. La imagen corporal positiva, como constructo independiente, apareció con relativo retraso también
en la psicología positiva. Las investigaciones de los últimos años han demostrado que la imagen corporal
positiva no es el reflejo de la imagen corporal negativa, sino una dimensión única e independiente. Está
relacionada con varios factores que influyen en el bienestar subjetivo y con otros factores relacionados con
la orientación positiva. Uno de los componentes emergentes es la autoaceptación. El artículo ofrece un
resumen sobre el desarrollo internacional del concepto de imagen corporal y también explica cómo el
constructo de imagen corporal positiva representa el principio básico de la psicología positiva, según el cual
la positividad no es una mera ausencia de disfunciones o estados negativos. Las cuestiones y los dilemas de la
imagen corporal positiva, relacionados con el control y la autonomía, quedan vívidamente de manifiesto en el
movimiento de positividad corporal. Este movimiento es un ejemplo de caso adecuado para ayudarnos a
reflexionar sobre algunos de los retos contemporáneos más importantes de la psicología positiva, tanto desde
el punto de vista de la teoría como de la práctica.

Palabras clave: imagen corporal positiva, autoaceptación, bienestar subjetivo, movimiento corporal positivo

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