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Conectando Ideas para la Sociedad

RELACIÓN ENTRE LA DISPOSICIÓN A FLUIR EN EL TRABAJO, BURNOUT Y


BIENESTAR PSICOLÓGICO EN UNA MUESTRA MULTIOCUPACIONAL VENEZOLANA

Millán, Anthony1; D’Aubeterre, María Eugenia; Garassini, María Elena


1
Universidad Metropolitana. Maestría de Psicología (USB).
anmillan@unimet.edu.ve

I. INTRODUCCIÓN

De acuerdo con la División 14 de la Asociación de Psicología Americana (APA), la investigación


y praxis en el contexto de salud psicológica ocupacional, supone la aplicación de la psicología general
con el objeto de mejorar la calidad de vida en el ámbito laboral y para proteger y promover la
seguridad, la salud y el bienestar de los trabajadores (Fox y Spector, 2002; Landy, 2006); sin embargo
la incorporación de temas relacionados con el Bienestar y la Salud Mental en este contexto, si bien no
es nueva porque por ejemplo, de acuerdo con la Organización Mundial para la Salud (OMS, 2010a), ya
para 1986 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) consideraba necesaria la protección de los
trabajadores con respecto a los riesgos psicosociales del trabajo, los cuales los concebía como aquella
interacción entre el contenido propio de la labor que se ejecutase en el trabajo, la organización del
trabajo y su gestión, las condiciones ambientales donde se ejecutase el mismo, así como las
competencias y necesidades de los empleados, que de acuerdo a sus características, tuviesen una
influencia peligrosa sobre la salud de los trabajadores, por medio de sus percepciones y experiencias.

Si bien ello es así, también es cierto que en la actualidad el asegurar tales condiciones de Bienestar
y Salud Psicológica para los trabajadores; siguen siendo una materia pendiente o un elemento a
desarrollar en muchas de las realidades nacionales de países occidentales, tal como lo señala la misma

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OMS en su Declaración de Salud Mental para Europa (OMS, 2005a), en el Plan de Acción de Salud
Mental para Europa (OMS, 2005b), en el Plan de Acción Mundial sobre la Salud de los Trabajadores
2008-2017 (OMS, 2007), en el Pacto Europeo por la Salud Mental y el Bienestar (OMS, 2008) y más
recientemente en el último informe relativo a la Salud Mental y el Bienestar de los Trabajadores
(OMS, 2010).

Este vacío en la promoción del bienestar, no solo sucede a nivel de la implementación y/o la
masificación de estrategias organizacionales específicas, sino que también sucede de acuerdo con
Schui y Krampen (2010), a nivel de la investigación académica, ya que a partir de su análisis
bibliométrico sobre las bases de datos PsycINFO y PSYNDEX durante los años 2000 – 2008,
descubrieron que tan solo el 5,2% de las investigaciones publicadas en ellas, estaban relacionados con
este constructo.

Por otro lado y de acuerdo con Sánchez – Cánovas (2007), el Bienestar Laboral es tan solo uno de
los componentes de un constructo mucho más amplio denominado Bienestar Psicológico (BP); que de
acuerdo con Kozman, Stones y McNeil (1991), es lo suficientemente general como para abarcar tanto
el humor como el grado de satisfacción vital de las personas. Esta generalidad y amplitud de la BP,
hace que autores como Oramas, Santana y Vergara (2006) o Viera, López y Barrenechea, (2006)
señalasen que este pueda ser considerado como un indicador de Salud Mental Positiva o Salutogénica
de las personas y en ese sentido, el BP se entendería como la capacidad del ser humano para mantener
relaciones dialécticas y transformadoras con el mundo, que le permiten resolver sus contradicciones
personales y las de este con el contexto social al que pertenece (incluyendo el laboral), con lo cual
existe una innegable unión de este constructo al concepto de sí mismo (self) y una relación funcional
de este proceso como un regulador del desarrollo sano de la personalidad.

Por su parte, Ryan y Deci (2001); Keyes, Shomtkin y Ryff (2002); Lent (2004) y Millán y
D’Aubeterre (2011a), señalan que el abordaje más reciente del BP comienza en la década de los años
sesenta; y con ella se generan dos grandes tradiciones filosóficas a saber: la hedónica y la
eudaemónica. La primera de ellas, se ocupa de su estudio del Bienestar bajo la noción de satisfacción
de necesidades y prosecución de placeres; en consecuencia, su atención se limita exclusivamente a la
búsqueda de experiencias y sentimientos agradables para el individuo y la procura de alejarlo de
situaciones que le sean adversas; es decir, un equilibrio entre su afecto positivo y negativo. En cambio,

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la tradición eudamónica, está más centrada en la noción de Bienestar Subjetivo (BS) y por ello ofrece
una postura más trascendental del constructo, entendiéndolo como aquel proceso de construcción
significativa del self o del autoconcepto, inclusive dentro de contexto de demandas y contradicciones.

Sandvik, Diener y Seidlitz (1993), señalan que a finales de los años ‘90, se incrementa el interés por el
BS; en parte por la posibilidad que tuvo el constructo de concretarse en una opción de medida válida y
confiable a través del uso de cuestionarios psicológicos y por el otro lado, por la diversidad de áreas en
las que se ha comprobado su utilidad, incluyendo la sociología, la investigación geriátrica, la
psicología clínica, el estudio de la personalidad y el desarrollo cognitivo.

Adicionalmente, autores como Nave, Sherman y Funder (2008), King y Hicks (2007) o Ryff,
Singer y Dienberg (2004) señalan que al comparar ambas tradiciones (hedónica vs., eudamónica),
existe evidencia de ciertas diferencias entre ellas; por ejemplo: el primer grupo de autores comentan
que si bien es cierto que investigaciones previas como la de Ryan y Deci (2000; 2001, c.p., Nave y
cols., 2008), sugieren que ambos enfoques tienden a superponerse entre sí, no quiere decir esto que son
intercambiables, y lo explican a partir de que los resultados obtenidos por estas investigaciones, se
basaron en el uso de registros anecdóticos, autoinformes y de auto-reportes; por otro lado, King y
Hicks (2007) señalan al respecto que dicha superposición se debe a que el bienestar hedónico es
sensible a la dinámica del bienestar eudamónico y no al contrario; es decir, las personas cuando se
dedican a la vida significativa (bienestar eudamónico), son de hecho hedónicamente más felices, más
no quiere decir que sucede de la misma forma cuando las personas se dedican solamente a desarrollar
su componente de bienestar hedónico.

Esta es la misma lógica la siguen Maslow (1954/1991) y Seligman (2003), al concebir al bienestar
como un plan de desarrollo que va desde lo meramente hedónico hasta lo eudamónico; a partir de la
satisfacción de necesidades o placeres básicos, hasta ir creciendo cada vez más en aspectos netamente
trascendentales del self, que una vez consolidados abarcan la satisfacción de los estadios anteriores.

En este sentido, Millán y D’Aubeterre (2010) afirman que es de vital importancia comprender que
para lograr la Auténtica Felicidad (Bienestar Psicológico) que promueve Seligman (2003)1, no se debe

1
La Autentica Felicidad según este autor, se subdivide en dos estados denominados Vida con Sentido y Vida Significativa,
según se logre la estabilidad temporal de la satisfacción del self y su trascendencia. La denominación que él hace del
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esperar a que las personas intenten cotidianamente alejarse de todas las preocupaciones que se le
presenta; puesto que además de ingenuo y poco realista, sería paradójicamente un aspecto
contraproducente para su salud, porque el individuo se genera un grado de expectativa tal que al no
concretarse en el día a día, se generan estadios de frustración, ansiedad y/o estrés. Adicionalmente,
también se genera en este mismo individuo, una moral de corte más nihilista y una mayor probabilidad
de corrosión de su carácter (Sennet, 2000).

Por otro lado y siguiendo con la comparación entre el Bienestar Hedónico y el Eudamonico, Ryff
y cols. (2004) señalan la presencia de un mayor correlato entre las mediciones de Bienestar
Eudamónico con diversos indicadores de salud biológica a saber: cortisol y noradrenalina en saliva
(indicadores neuroendocrinos), citocinas proinflamatorias de tipo sIL-6r (indicador inmunológico), así
como también en indicadores relacionados con un menor riesgo cardiovascular como lo son: el peso, la
razón cintura – cadera, el colesterol HDL y la glicosilada HG. Finalmente, también revelan la
presencia de una correlación significativa entre este tipo de Bienestar con indicadores de sueño
profundo (tiempo promedio en cama, duración del sueño, total de movimientos del cuerpo durante el
sueño, duración del 1er período del sueño REM, duración del sueño REM); en cambio al correlacionar
estos mismo indicadores con el puntaje obtenido en instrumentos que registran el grado de Bienestar
Hedónico, la relación obtenida no es significativa o simplemente es de menor grado en comparación a
los registrados por los indicadores de Bienestar Eudamónico.

Para entender mejor este aspecto, basta con profundizar las implicaciones sobre la salud física que
tienen cada uno de estos indicadores biológicos. Por ejemplo, el aumento de la concentración de
cortisol salivar, ha sido documentado como un correlato fisiológico de la presencia de un estado de
estrés constante (Crespo y Labrador, 2003; Labrador, Crespo, Cruzado y Vallejo, 1995), o de la
presencia de estados depresivos (Campagne, 2003); y ello es así porque este glucocorticoide, forma
parte de lo que Crespo y Labrador (2003) y Labrador y cols., (1995) denominan como el eje endocrino
(adrenal – hipofisiario) de la activación fisiológica del estrés. Este eje sería entonces el responsable del
incremento de la glucosa en sangre, la supresión del apetito, la irritación gástrica, la reducción (y en
algunos casos la supresión) de los mecanismos inmunológicos, la aparición de sentimientos de

concepto Felicidad (nótese que no posee el adjetivo de Auténtica) o Buena Vida, supone la simple satisfacción de placeres
(Bienestar Hedónico), con mucha menor vigencia en el tiempo para el individuo.

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depresión e indefensión, el incremento en la liberación de ácidos grasos en la sangre, entre otros
aspectos relacionados con la actividad reproductiva y la actividad cardiovascular.

En este mismo orden de ideas, Campagne (2003) señala que una medición más precisa sería la
razón cortisol/sulfato de dehidroepiandrosterona (DHEA-S), pues ella detecta mejor el grado de
depresión biológica registrada en el individuo de estudio, porque la DHEA-S es una variable
moduladora (moderadora) de la función inmunológica del organismo, actuando como un antagónico
natural de las acciones del cortisol en el cerebro (es decir, a valores más bajos de DHEA-S, habrán
concentraciones funcionales más elevadas de cortisol y por ello la importancia de medir en próximas
investigaciones la razón cortisol/DHEA-S). Por todo lo anterior, cuando Ryff y cols., (2004) cuando
señalan que con puntuaciones altas de Bienestar Eudamónico, se observó una tendencia disminuir la
concentración de cortisol en la saliva (tanto al comenzar el día como a lo largo de este), se puede decir
que hay un mayor correlato de la medición de la BS con la salud física.

Por su parte y centrando el análisis en el contexto laboral (que es el contexto de interés de este
estudio), Steptoe, Cropley, Griffith y Kirschbaum (2000) señalan que existe igualmente una asociación
entre la presencia de un contexto laboral de alta tensión, con la aparición de concentraciones elevadas
de cortisol libre a tempranas horas de la jornada laboral (8:00 - 8:30 a.m.)2. Asimismo, el estudio de
Melamed, Ugarten, Shirom, Kahana, Lerman y Froom (1999), revelan igualmente una correlación
estadísticamente significativa y positiva entre las altas concentraciones de cortisol salivar y el grado de
estrés crónico laboral (burnout).

Siguiendo con el análisis de los resultados de Ryff y cols. (2004), cuando estos señalan la
presencia de una correlación significativa e inversa entre el Bienestar Eudamónico y la concentración
de noradrenalina en plasma, se puede inferir que a mayor puntaje de Bienestar, existe una tendencia a
poseer una mayor propensión a la activación corporal (Alcaraz, 2001), la atención y la vigilia
(Etchepareborda, 2001; Alcaraz, 2001), e igualmente una menor propensión a manifestar estados
afectivos depresivos (Alcaraz, 2001; Etchepareborda, 2001). La razón de esto, está en que de acuerdo
con Bustamante (2007), la noradrenalina es un neurotransmisor que interviene en la respuesta
fisiológica del organismo ante estados de activación corporal y cognitiva.

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No se registró la concentración de cortisol salivar los días lunes y viernes para controlar mejor el efecto de las demandas
del contexto laboral, ya que estos días están más cercanos a los días de descanso por ser fin de semana.

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Asimismo Gómez (2006), revela que cuando se genera un incremento experimental de la
concentración de noradrenalina a un nivel agudo, aumenta la respuesta inmune del organismo,
registrada ésta como el número y/o la actividad de las células sanguíneas NK y los linfocitos T CD8+
en sangre. Paradójicamente, cuando se realiza el incremento a un nivel de concentración crónico, se
generaba un efecto contrario; es decir, la disminución del número y/o la tasa de actividad de las células
NK. Esta evidencia empírica es coherente con los hallazgos de Hebb (1955; cp., Reeve, 1994) y
(Selye, 1975), quienes señalan que a niveles moderados de activación física y mental del organismo
(Arousal), existe una tendencia a tener un mejor performance al ejecutar una actividad y una mejor
adaptación biológica ante situaciones de estrés; en cambio cuando estos niveles de activación son
extremos (ya sean porque son muy bajos o muy altos), la evidencia revela la presencia de niveles más
bajos de rendimiento y adaptación al estrés.

Siguiendo con el análisis de los otros indicadores de salud señalados por Ryff y cols., (2004), se
puede observar la presencia de una correlación lineal, estadísticamente significativa e inversa entre la
concentración de citocinas (o citoquinas) pro-inflamatorias de tipo IL-6 y el puntaje de Bienestar
Eudamónico. Ello supondría que de acuerdo con Abbas, Lichtman y Pillai, (2004), al ser estas
citocinas, unas proteínas polipéptidas que aparecen como una reacción inmunológica innata (también
conocida como natural o espontáneo), en momentos de defensa del cuerpo ante los microbios, puede
señalarse entonces que al tener mayor Bienestar Eudamónico, el organismo se encuentra en un estado
mucho más saludable porque no se encuentra bajo un ataque a nivel inmunológico y por ello no
aumenta la producción de esta citocina en particular.

Por el contrario, concentraciones altas de la citocina pro-inflamatoria IL-6, está asociada con la
presencia de procesos de inflamación, de hematopoyesis, y de oncogénesis (SBH Sciences, 2011). En
específico tal aumento en su concentración, está asociado con la aparición de cáncer de mama, de
cáncer pancreático y del mieloma múltiple. Con respecto a los desórdenes inflamatorios, su incremento
se asocia a la aparición de artritis reumatoide, de artritis crónica juvenil, de osteoartritis, de asma, de la
enfermedad de Crohn, de la enfermedad pulmonar intersticial, de la enfermedad inflamatoria intestinal,
de la esclerosis sistémica, de la inflamación intraocular, de la enfermedad de Graves y finalmente de la
endometriosis. Con respecto a las condiciones neurológicas, su aumento de concentración también se
asocia con la aparición de estados depresivos, de la aparición de esclerosis múltiple, esquizofrenia,
manías y de estados de estrés psicológico. Finalmente, con respecto a las infecciones por patógenos, su

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mayor concentración está asociada con la aparición del HIV, la infección del tracto urinario y la
malaria cerebral.

Por su parte Black (2003, cp., Ryff y cols., 2004), revela que altas concentraciones de citocinas
IL-6, está asociada con la respuesta fisiológica a estados mantenidos de estrés, así como también a la
respuesta del organismo a procesos inflamatorios crónicos como son: la arterosclerosis, la resistencia a
la insulina, la diabetes tipo II y el síndrome metabólico X. Finalmente, se puede señalar de acuerdo
con Cañones y cols. (2003), en el adulto promedio, la alternancia sueño – vigilia es de
aproximadamente 8 horas de sueño por 16 horas de vigilia. En este período de 8 horas, suceden dos
tipos de sueño a saber: el No-REM, que se subdivide a su vez en el sueño superficial (compuesto por
las fases 1 y 2) y el sueño profundo (compuesto por las fases 3 y 4) y finalmente el REM o paradójico.
El primer periodo REM (latencia REM), se presenta aproximadamente a los 80 ó 90 minutos del inicio
del sueño y la fase REM como tal, tiende a durar unos 20 minutos y en ella se produce una gran
actividad cerebral (medida por electroencefalograma o EEG), movimientos oculares rápidos y la
mayor parte de la actividad onírica (aunque esta última también se puede encontrar en la fase 4 del
sueño profundo, especialmente cuando surgen las pesadillas). Una vez terminado el ciclo REM
comienza nuevamente el ciclo NO – REM, con la característica particular que a medida que avanza la
noche, las fases REM aparecen cada vez con mayor rapidez; es decir, las sucesivas latencias para los
sucesivos periodos REM se acortan, de forma tal que en la segunda parte de la noche exista mayor
proporción de sueño REM que en la primera.

Ahora bien, estos autores también señalan que los periodos de sueño constituyen un mecanismo
reparador esencial sobre el sistema nervioso y cualquier alteración en los ciclos son característicos de
ciertos trastornos como son la depresión endógena, la narcolepsia y un trastorno de ansiedad
generalizada o simplemente un mecanismo de reacción ante una situación de estrés, sin contar que por
otra parte, la secreción de cortisol, prolactina y melatonina, por ejemplo, son sincrónicas con el sueño;
en este sentido el estudio de Ryff y cols. (2004), reveló que en la medida que las personas tenían un
puntaje más alto en los indicadores de Bienestar Eudamónico, tendían a mantener un mayor duración
del sueño, una menor tasa de movimientos del cuerpo durante el sueño (asociado con la aparición de
actividad onírica negativa), una menor duración del 1er período del sueño REM y finalmente una
mayor duración del sueño REM que en general se interpretó como una mayor eficiencia del sueño en
su capacidad restauradora.

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Una última diferencia que vale mencionar entre la noción de Bienestar Hedónico y Bienestar
Eudamónico, es la que comentan Millán y D’Aubeterre (2010), quienes luego de un profuso análisis
hermenéutico del articulado legal de Venezuela y de algunos instrumentos internacionales, concluyen
que la noción de Bienestar que les subyace, está más emparentado con la noción Eudamónica que con
la Hedónica. Adicionalmente, si bien es cierto que la evidencia empírica sugiere una asociación entre
el Bienestar Eudamónico y diferentes indicadores de salud física; también es cierto que la importancia
del constructo, no depende de si se logra o no emparentarlos, puesto que este razonamiento lo que
revelaría en realidad, es la intensión (consiente o no) de concretar un reduccionismo biológico sobre un
constructo psicológico, lo cual es propio de la epistemología del modelo médico tradicional, cuyo
objetivo es la legitimación de esta área del saber por encima de otras aproximaciones epistemológicas
no vinculadas exclusivamente a lo bio-químico o lo fisiológico cuando aborda el tema de la salud (Piña
y Rivera, 2006; Gil, 2004; Brannon y Feist, 2000).

En contraposición a esto en la actualidad, está por un lado el hecho de que de acuerdo con
Campbell y Tetrick (2003), a partir de la redefinición que hiciese en 1946 la Organización Mundial
para la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sobre la noción de salud, se
amplía el rango de los saberes vinculados a ella; más aún cuando en dicha modificación se incorpora al
Bienestar (físico, mental y social) como eje organizador del concepto; con lo cual el abordaje de la
sociedad sobre el tema de la salud, fue evolucionando más allá del plano meramente biológico o de
una aproximación simplista desde la perspectiva de la existencia de una dicotomía salud – enfermedad.

Por el otro lado están la jurisprudencia y el hecho legal, ya que tal como comentan Millán y
D’Aubeterre (2010), en Venezuela el Bienestar de los ciudadanos es por mandato Constitucional, un
eje organizados de la vida dentro de la República y se le impone por esta vía al Estado Venezolano
como parte de uno de los fines que lo rigen.

En tercer lugar y en relación con lo anterior, estos mismos autores señalan que el Artículo 3 de la
Constitución Nacional (1999, c.p., Millán y D’Aubeterre, 2010) contempla que para la prosecución de
sus fines (incluyendo el Bienestar del Pueblo y el desarrollo de la persona), el Estado Venezolano debe
valerse del contexto Educativo y del Laboral. Finalmente, al inicio de este capítulo se señalaron
diversos instrumentos de impacto sobre la política internacional de las naciones, que colocaban a la
evaluación y promoción del Bienestar Psicológico como una meta a consolidar dentro del contexto del

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Trabajo; por lo que el constructo, no solo cobra legitimación política e independencia académica, sino
que se vuelve una necesidad social, que dentro del plano de la academia, invita a su análisis empírico y
su revisión y desarrollo teórico, lo cual es el interés del presente estudio, circunscribiéndolo al
contexto organizacional. La razón de ello y la pregunta y objetivos de investigación a los que este
estudio se adhiere serán presentados a lo largo de los próximos apartados del capítulo.

II. BIENESTAR PSICOLÓGICO EUDAMÓNICO EN EL ADULTO:

Como ya se señaló anteriormente, Oramas y cols., (2006) describen como el Bienestar Psicológico
de tipo Eudamónico, está emparentado con el desarrollo sano de la personalidad (self) y en este
sentido, diferentes autores han denominado con diferentes calificativos al mismo constructo; tal es el
caso de Seligman (2003) y su noción de Auténtica Felicidad (compuesto por un estilo de Vida con
Sentido y otro estilo de Vida con Significado para el individuo), la noción de Autorealización de
Maslow (1954/1991) o la Experiencia Óptima de Csikszentmihalyi y Csikszentmihalyi (1998).

Y en todos los casos, todos los autores revelan que el proceso para la manifestación de este estado
psicológico (también llamado subjetivo), depende de un camino difícil en donde el sujeto (self), debe
aprender tener control un control voluntario sobre los contenidos de la propia conciencia. Para
Seligman (2003), se resume en la siguiente fórmula:

Felicidad = Rango Fijo (R) + Circunstancias Externas (C) + Control Voluntario de las
Circunstancias Internas (V)

Como puede observarse, de todos los componentes, solamente la V está en manos del control del
sujeto y hace referencia a la noción de Carácter dentro de un modelo dinámico de personalidad; tanto
el Ambiente (C), como el Temperamento (R), están fuera del control del sujeto y son moduladores de
su grado de bienestar. De hecho, Csikszentmihalyi (2007a) comenta que al generar placer (Bienestar
Hedónico), lo que se logra es generar una respuesta refleja que se halla preconfigurada
epigenéticamente en el temperamento (R) y que es aprovechada por el ambiente externo (C) para
coaccionar al self para acometer sus propios fines. Por ello, la diferencia conceptual entre Bienestar y
Calidad de Vida, puesto que la primera hace referencia a aquellos aspectos mucho más subjetivos y

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trascendentales, mientras que la segunda se limita a aspectos exclusivos de manutención del
organismo.

En este sentido, en la etapa adulta del desarrollo, el Ambiente (C), está caracterizado entre otros
aspectos por el trabajo y por lo tanto merece una atención especial la dinámica que se dibuja en la
relación “personalidad – trabajo”. En tal sentido, Millán y D’Aubeterre (2010) comentan que el
trabajo representa una crisis normativa que es propia de este período, una paradoja que le impone al
individuo la necesidad de superar los retos que le impone su adquisición o ingreso al mercado laboral
(adolescencia y adultez temprana), su mantenimiento y promoción (adultez media) y finalmente, su
desvinculación con la jubilación (adultez tardía - senectud).

Rísquez (2005) por su parte señala que la realización vocacional del adolescente, se concreta en el
trabajo del adulto, cuando este logra ejecutar en este período aquello para lo cual se ha distinguido a
través del llamado interior (vocación) y la facilidad que para él le supone el poder ponerlo de
manifiesto (aptitud), una conjunción entre el ser y el poder hacer.

De hecho García y Carvajal (2007), señalan que en el contexto laboral contemporáneo se


estimulan las características propias de la salud mental, tal como es la autonomía en las decisiones, la
competencia (en el sentido de ser competente y no bajo la noción de de ser competitivo), la
responsabilidad, el compromiso (y con ello trascendentalidad), y la capacidad para manejar la
incertidumbre; pero para que esto sea así, de acuerdo con Millán, Boada y Di Alesio (2010), debe
existir una coherencia entre lo exigido por el trabajo y el perfil vocacional de cada individuo.

En este orden de ideas, Caillois (1958) señala que el juego posee un impacto importante en la
conformación posterior de la personalidad del adulto, especialmente en el carácter y en este sentido
Csikszentmihalyi (2007a), señala que uno de sus impactos está en la relación juego – trabajo, puesto
que por un lado el juego representa la expresión lúdica del temperamento y por lo tanto, la selección
voluntaria de un tipo de juego en particular; ya sea Agon (competencia), Alea (Azar), Ilinx (Vértigo) y
Mimesis (imitación), revela la expresión del self, más allá de cualquier coacción del refuerzo externo.
Por el otro lado, el juego al ser jugado, desempeña una función de práctica que desarrolla las aptitudes
diferenciales del individuo durante la infancia.

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Por lo tanto, es a partir del juego o más bien la proyección de la experiencia lúdica del juego en el
trabajo cuando se logra que se manifieste la motivación intrínseca hacia el desarrollo de un rol laboral
específico; puesto que ejecutarlo es en sí mismo una recompensa interna (Caillois, 1986;
Csikszentmihalyi y Csikszentmihalyi, 1998; Csikszentmihalyi, 2007a), y su recompensa va más allá
de lo que este pueda generar a partir del sueldo y el salario. En otras palabras, cada trabajo cuando
logra reproducir el tipo de juego ejecutado en la niñez, logra que en el trabajador se manifieste una
mayor implicación (engagement) con el rol ejecutado; pero como el desarrollo del trabajo moderno, no
depende de la subjetividad del individuo, sino de su organización sistemática dentro de una estructura
organizacional, es más lógico que el proceso de selección considere esta información al momento de
aceptar a un aspirante dentro de un cargo; pues como señala Millán y cols., (2010), el bienestar
psicológico sucede más fácilmente cuando en el proceso de selección se consideran las condiciones
internas (subjetivas) del individuo, en comunión con sus competencias.

En resumen, el Bienestar desde esta perspectiva supondría una conjunción entre el querer ser, la
capacidad de ser y el poder hacer del individuo, con la consecuencia de que cuando alguna de estas
falla, aparecerían las manifestaciones psicológicas que son propias de lo que Sennet (2000) denomina
como corrosión del carácter.

III. FLUJO, DISPOSICIÓN A FLUIR EN EL TRABAJO Y BIENESTAR PSICOLÓGICO

De acuerdo con Csikszentmihalyi (2007a), el Flujo (Flow) es una sensación de que las propias
habilidades son adecuadas para enfrentarse a los desafíos que se nos presentan; regularmente sucede en
actividades dónde se exige a los sujetos que dirijan su comportamiento hacia unas metas específicas y
que además, se encuentran reguladas por normas que funcionan como pistas claras para que la persona
que ejecuta la actividad sepa si la está haciendo bien o no.

En tales contextos este autor señala que la concentración (atención) se hace tan intensa que se
enfoca exclusivamente sobre la tarea que se esté ejecutando; fenomenológicamente quienes la han
vivido la describen como estado en que se percibe una desaparición de la conciencia y aparece una
sensación de distorsión del sentido del tiempo (en algunos casos acelerándose o en otros casos
enlenteciéndose).

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Como tales experiencias son tan agradables de por sí, actúan como reforzador por lo que la
persona desea volverla a hacer, no por las posibles consecuencias que esta acarrea (como por ejemplo
un salario), sino simplemente por el placer que le produce hacerla.

Ahora, el estado de Flujo se concibe de forma similar al modelo transaccional de Lázarus y


Folkman (1986) y Lázarus (2000), pues ambos suponen un estado dinámico entre las demandas del
medio y los recursos personales para afrontarlas, pero en el caso específico del Flujo, la valoración de
las demandas y los recursos es moderada y fenomenológicamente supone una cualidad diferente, pues
en ella hay un carácter lúdico que hace que esta se perciba más como una demanda externa, como un
desafío, un reto impuesto desde lo interno a sobrepasar Csikszentmihalyi y Csikszentmihalyi (1998).

Sin embargo, la asociación entre Flujo y Bienestar ha sido más bien desde una perspectiva
cualitativa y por lo tanto de acuerdo con Seligman (2003), requiere por los postulados epistemológicos
de la psicología positiva, ser confirmada con un método menos fenomenológico, de manera asegurar la
estabilidad de los resultados y la aceptación de la comunidad académica.

Por otro lado, diversos autores como Aguilera (2010), Rodríguez, del Líbano, Cifre, Llorens y
Bresó (2005), Rodríguez, del Líbano, Cifre, Llorens y Salanova (2006) y Castañeda (2010), han
señalado que existe una importante relación entre las variables que componen la experiencia del fluir
(flow) y las variables características de los adictos al trabajo (workaholics) y cuestionan a partir de esto
si los futuros adictos al trabajo no comenzarían realmente a partir de las experiencias positivas que le
generan el estado de flujo de forma continua durante su jornada laboral; es decir, señalan que el flujo
logra establecer un mecanismo de recompensa hacia el trabajo que escapa posteriormente del control
del trabajador, haciéndolo adicto al trabajo.

En el presente capítulo, se indaga la posible relación existente (validez de criterio) entre la


Disposición a Fluir en el Trabajo (DFT) y dos indicadores de Salud tales como el Bienestar
Psicológico (BP) y Burnout, como parte de la lógica en el proceso de validación del instrumento que
mide a la DFT, luego de haber sido construida y validada (validez de constructo) por Millán,
D’Aubeterre y Garassini (2011).

La razón de todos estos análisis está en lo incipiente de la variable Disposición a Fluir en el


Trabajo (Millán y D’Aubeterre, 2010a; Millán D’Aubeterre y Garassini, 2011) y a la necesidad

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descrita por Nora (2009) de evaluar la validez ecológica del Flujo en contextos específicos y que en
este caso se explora dentro del contexto del trabajo.

IV. METODOLOGÍA:

IV.1. Participantes.

La selección de los participantes que conformaron la muestra de estudio, se realizó con apoyo
logístico de los estudiantes de la asignatura de psicometría correspondiente a los períodos lectivos del
año 2009 - 2010 C, de la Escuela de Psicología de la Universidad Metropolitana (UNIMET), ubicada
en Caracas: Venezuela.

El muestreo utilizado fue de tipo no aleatorio y propositivo (Kerlinger y Lee, 2002), como
estrategia de Maximización de la Varianza Primaria (Arnau, 1979), se utilizó la selección de muestras
heterogéneas (Aron y Aron, 2001; Anastasi y Urbina, 1998) y balanceadas en cuanto a el sexo y el
sector laboral (público y privado).

En total se obtuvo una muestra de 312 participantes; todos ellos pertenecientes al sector formal de
empleo, por lo que los resultados se circunscriben al mismo. También, se consideró que los
participantes tuviesen al menos 3 meses de antigüedad laboral; ya que de acuerdo con lo planteado en
el artículo 103, párrafo 2do, numeral b, de la Ley Orgánica del Trabajo (1997), ello supone la presencia
legal de estabilidad laboral. Adicionalmente Gracia, Martín, Rodríguez y Peiró (2001), señalan que la
antigüedad tiene una relación directa y es uno de los componentes más estables con el valor que pueda
atribuírsele al trabajo.

Con respecto al nivel educativo, la muestra estuvo conformada por egresados del pregrado ya sean
estos Licenciados o Ingenieros (59,75%), Bachilleres (20,76%), Técnicos Superiores Universitario
(10,59%), Estudiantes de Pregrado con un Empleo Formal (4,66%), Trabajadores con Educación
Primaria Completa (2,12%) y Finalmente con estudios concluidos de Postgrado (2,12%).

En relación a la Estratificación Social, la muestra estuvo compuesta por trabajadores con un Nivel
Socioeconómico Medio (47,13%), Medio – Bajo (34,43%) y finalmente Alto (18,44%), lo cual es una

Gerencia y Desarrollo Organizacional 13 | P á g i n a


limitación en la generalización de los resultados para otros niveles de estratificación no registrados. La
edad se distribuyó entre los 18 y 69 años de edad; (promedio de 36,91 años, con un Coeficiente de
Variación Media de 31,89%). La muestra se consideraron multiocupacional porque abarcó las
siguientes áreas de empleo: Administración y Gerencia (37%), Ingeniería (22%), Legal o Derecho,
Arquitectura y/o Diseño, Informática y Salud (5% respectivamente), Educación, áreas técnicas y
profesionales de la Comunicación, Publicidad o Mercadeo (4% respectivamente), profesionales de
Economía o Finanzas (3%) y finalmente, el porcentaje restante provienen de áreas de apoyo
administrativo y de ventas.

IV.2. Instrumentos:

A. Escala de Disposición a Fluir en el Trabajo (EDFT-2):

Es la Segunda versión de la Escala elaborada por Millán, D’Aubeterre y Garassini (2011); quienes
adaptan este instrumento a partir de los trabajos de Jackson y Marsh (1996); Jackson y Eklund (2002);
López (2006) y García, Jiménez, Santos – Rosa y Reina (2008), realizado originalmente para medir
disposición a fluir en los deportes.

Millán y cols., (2011) señalan que la DFT supone el grado en que un trabajador se encuentra en un
estado psíquico óptimo (self) para realizar su actividad laboral, el cual se compone de la sensación de
control y experticia (autoeficacia) que este perciba sobre su rol laboral, la capacidad que tiene el
trabajo de generarle una experiencia autotélica, la posibilidad de que este genere en el trabajador una
fusión entre la ejecución del rol con su estado de conciencia, la posibilidad que tiene el trabajador de
percibir una alteración del estado del tiempo mientras que realiza su labor y finalmente la percepción
que tiene el trabajador sobre su posibilidad de mantener su atención focalizada en el trabajo y poder a
su vez monitorear su ejecución (auto feedback) para asegurarse un funcionamiento a total capacidad.

La EDFT-2 se valida a partir de una muestra multiocupacional venezolana de 312 participantes, y


sus autores originales reportan un coeficiente de consistencia Alfa de 0,90 para el instrumento en
general y para cada dimensión, oscila entre los 0,68 puntos., y los 0,857 puntos. También reportan la
presencia de una distribución normal (Kolgomorov – Smirnov = 0,20), la presencia de una estructura
factorial aceptable (KMO = 0,90 y Esfericidad= 0,000) y la adecuación de dicha estructura a la
organización teórica del constructo, lo cuales son indicadores de la validez del instrumento (Muñiz,

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1998). Este estudio presentará indicadores de la validez convergente (al asociarse significativamente
con la Escala de Bienestar Psicológico) y divergente (al asociarse con la Escala de Burnout para
Profesionales en General).

B. La segunda edición de la Escala de Bienestar Psicológico (EBP):

Elaborada por Sánchez Cánovas (2007), en la Universidad de Valencia en España y cuya


validación en Venezuela fue realizada por Millán y D’Aubeterre (2011a); quienes reportan un
coeficiente Alfa de 0.923 para la Escala Combinada de 65 ítems y con respecto al alfa por dimensión,
reportan valores que oscilan entre los 0,706 ptos., y los 0,925 ptos.

La EBP, es un cuestionario de administración individual o colectiva que puede ser aplicable, tanto
a adolescentes como a adultos de ambos sexos, entre 17 y 90 años de edad. Evalúa el grado de
felicidad y satisfacción con la vida que la persona tiene, a partir de 65 ítems distribuidos en forma
diferencial en 4 subescalas: Bienestar Subjetivo, Bienestar Material, Bienestar Laboral y Bienestar en
las Relaciones con la Pareja. La escala de respuesta es de gradación tipo Likert de cinco puntos, con
dos sistemas de valoraciones distintas que van desde 1 punto (Nunca o Casi Nunca) hasta 5 puntos
(Siempre) para el caso de las subescalas de Bienestar Subjetivo, Material y Laboral, y una valoración
desde 1 punto (Totalmente en desacuerdo) hasta 5 puntos (Totalmente de acuerdo) para el uso de la
subescala de Bienestar en las Relaciones con la Pareja. La norma original de la EBP permite hacer una
estimación independiente de cada una de las subescalas, a excepción de las de Bienestar Psicológico
Subjetivo y Bienestar Material, las cuales siempre deben aplicarse conjuntamente; también permite
hacer una valoración global del grado de Bienestar Psicológico de una persona a partir de un índice
general que depende de la combinación de estos cuatro componentes

C. Escala Graffar:

Versión de la Fundación Centro de Estudios sobre el Crecimiento y Desarrollo de la Población


Venezolana (FUNDACREDESA, cp., Seijas, 2003), que mide el Nivel Socioeconómico (NSE) de la
población venezolana. El NSE, es calculado a partir del Método que establece la Gerencia de
Estadísticas Económicas del Banco Central de Venezuela (BCV, 2007) y se refiere a un índice
socioeconómico mediante el uso de puntajes asociados a un conjunto de variables, tales como:
Profesión del Jefe del Hogar, Nivel de Instrucción de la Madre, Principal Fuente de Ingreso y

Gerencia y Desarrollo Organizacional 15 | P á g i n a


Condiciones de Alojamiento. De acuerdo con Seijas (2003), la clasificación mediante el Método
Graffar de la Fundación Centros de Estudios Biológicos sobre Crecimiento y Desarrollo de la
Población Venezolana (FUNDACREDESA), esta escala determina 5 estratos a saber: Alta (Nivel I),
Media (Nivel II), Media Baja (Nivel III), Obrera (Nivel IV) y Marginal (Nivel V).

La confiabilidad del instrumento fue realizada por Contasti (1975) y Laxage, Noguera y Méndez
(1986); este último utilizó el método de consistencia interna por correlación inter–ítems, obteniendo
coeficientes que varían entre los 0,62 y 0,75 puntos. Su validación se realizó de acuerdo con Mendoza
(2007) en diferentes instancias; por un lado, a partir de la prosecución de una estructura unifactorial
por medio del análisis de componentes principales; la estabilidad de la segmentación en cinco clases
sociales a partir del análisis de una muestra original de 3850 personas y finalmente por su correlación
con diversas variables antropométricas y clínicas realizadas por múltiples estudios del Proyecto
Venezuela elaborado por FUNDACREDESA (1994, c.p., Mendoza, 2007).

Asimismo, López y Landaeta – Jiménez (2003), señalan que estos estudios no se limitaron al
análisis transversal de la escala, sino que continuaron con diseños longitudinales dentro del área
metropolitana de Caracas. Finalmente Aguilera (2009), destaca que en la actualidad la Fundación
Centro de Estudios Sobre el Crecimiento y Desarrollo de la Población Venezolana
(FUNDACREDESA), tiene el requerimiento de la evaluación psicométrica de este Método Graffar a
fin de establecer una nueva actualización del indicador.

D. Maslach Burnout Inventory – General Survey (MBI-GS):

Validada en Venezuela por Millán y D’Aubeterre (2011b) a partir de la versión para


Latinoamérica hecha por Oramas, González y Vergara (2007), quien la adaptó al ámbito
latinoamericano a partir de la validación española de Moreno–Jiménez, Rodríguez – Carvajal y
Escobar (2001). La MBI-GS, evalúa la presencia del Síndrome de Burnout para personal
multiocupacional a partir de tres dimensiones, a saber: Desgaste Emocional, Cinismo y Eficacia
Profesional. Esta última dimensión es de carácter positivo, ya que está relacionada con las expectativas
que se tienen en relación con la profesión que se desempeña, y se expresa en las creencias del sujeto
sobre su capacidad de trabajo, su contribución eficaz en la organización laboral, la realización de cosas
que realmente valen la pena y su realización profesional; por ello, su valoración dentro de la
manifestación del Síndrome es inversa a la de las dimensiones de Desgaste Emocional y Cinismo.
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Los datos obtenidos de una muestra multiocupacional de 122 sujetos cubanos (Oramasy cols.,
2007), señalan una adecuada consistencia interna del instrumento entre 0,70 y 0,80, los cuales a su vez
son correspondientes con los encontrados en el manual del MBI-GS de 0,73 y 0,89. En el caso de la
validación Venezolana, Millán y D’Aubeterre (2011b), señalan a partir de una muestra de 233
trabajadores de diferentes ocupaciones, la necesidad de eliminar el ítem 2 de la versión de Oramas y
cols., (2007), por no tener suficiente capacidad discriminativa.

También reportan indicadores de consistencia interna que oscilan entre los 0,70 puntos y los 0,84
puntos, manteniendo la tendencia de los estudios previos a este. También brindan evidencia de la
normalidad de la prueba y de la coincidencia entre la estructura empírica (identificada por medio del
Análisis Factorial Exploratorio) y la estructura teórica de la misma, siendo estos indicadores de calidad
de los test psicológicos (Muñíz, 1998). Asimismo detallan información con respecto a la validez
divergente entre la MBI-GS y la EBP (r=-0,46; p=0,00).

IV.3. Procedimiento:

Se conformó un cuadernillo de aplicación con los instrumentos antes señalados y una carta de
presentación explicativa del propósito del estudio. Se contó asimismo con el apoyo de los estudiantes
de la Escuela de Psicología de la UNIMET en el levantamiento de información. Los datos
recolectados se analizaron con el paquete estadístico PASW Statistics 18 (antiguo SPSS), el Microsoft
Excel 2007 y el SPAD 5.5; llevándose a cabo el análisis descriptivo de la muestra, el análisis de
confiabilidad y validez de constructo del instrumento (Millán, D’Aubeterre y Garassini, 2010); para
finalizar con el análisis exploratorio de las relaciones estadísticas entre ellas. Con respecto al análisis
bivariado, dado lo incipiente del constructo de Disposición a Fluir en el Trabajo, se decidió explorar el
tipo de relación presente entre las variables, indagando el valor del coeficiente de correlación en
ecuaciones de corte lineal, inversa, cuadrática, cúbica, compuesta, en forma de S, de crecimiento y
exponencial (Pardo y Ruiz, 2005) y eligiendo de estas aquella que fuese estadísticamente significativa
(Sig., ≤ 0,05) y con mayor valor en el coeficiente R2; para luego hacer la inspección visual del
diagrama de dispersión (Dispersigrama) de la forma de la relación obtenida entre las variables.
Asimismo, se caracterizó a la muestra por medio del análisis de clúster; identificando del conjunto de
variables sociodemográficas y laborales a aquellas que realmente permitían diferenciarlos
estadísticamente. Finalmente y una vez identificada la forma en cómo se relacionan las variables de

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forma bivariada, se realizó un análisis multivariadao para identificar la posibilidad de generar un
modelo general a partir del estadístico de regresión lineal por pasos hacia adelante (Pardo y Ruiz,
2005); tanto para el grupo en general, como para cada uno de los Clúster que caracterizaron a la
muestra. Para finalizar, se realiza con un análisis comprehensivo del estado del arte entre las variables
del estudio.

V. ANÁLISIS Y DISCUSIÓN DE DATOS:

Tal como se observa en la Tabla 1, la relación entre la Disposición a Fluir en el Trabajo y el


Bienestar, es mucho más fuerte en su componente Laboral (0,36), lo cual es lógico dada la naturaleza
específica del instrumento para este contexto de la vida adulta, asimismo resalta que el indicador más
bajo de correlación se observe con respecto al Bienestar Material, lo cual es igualmente lógico dada la
cualidad de la DFT a desarrollarse y mantenerse a partir de los aspectos intrínsecos de su motivación
para con el trabajo que se ejecuta.

Tabla. 1: Correlaciones DFT-2 y EBP.


Variable Sig. R
Psicológico Subjetivo 0,000 0,29
Material 0,025 0,20
Bienestar
Laboral 0,000 0,36
Índice General 0,000 0,31
Fuente: Elaboración propia
En términos de los estándares internacionales para valorar la calidad de la validez de criterio
(convergente) de este instrumento (Prieto y Muñiz, 2000), puede señalarse que esta correlación es
suficiente para aceptar al test (0,20 > r < 0,35).

Tabla. 2: Correlaciones DFT-2 y MBI-GS.


Variable Sig. R
Cinismo 0,000 -0,45
Burnout Eficacia profesional 0,000 0,30
Agotamiento o Desgaste emocional 0,002 -0,24
Fuente: Elaboración propia

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Igualmente en la tabla 2 se detalla la aceptabilidad de la EDFT-2, con respecto a la validez de
criterio (divergente), y basados en los estándares internacionales señalados por Prieto y Muñiz (2000),
en el caso de las subdimensiones de Cinismo y Agotamiento Emocional de la MBI-GS y de validez
convergente al asociarse la EDFT-2 con la dimensión de Eficacia Profesional del MBI-GS. También
resalta el hecho que en el caso de la dimensión de Cinismo, aumenta la calidad de la asociación
observada, ya que la misma puede tipificarse como Buena, en comparación con la observado con el
resto de las dimensiones del MBI-GS y de la EBP, los cuales llegaron a ser solamente suficientes.

En ambos casos los resultados son coherentes con la teoría, ya que en el caso del Cinismo y de la
Eficacia Profesional, guardan una relación inversa desde el punto de vista epistemológico con el
Estado de Flujo, puesto que como señala Csikszentmihalyi (2007a), para que este estado (de Flujo) sea
saludable, la personalidad del trabajador debe poseer una dimensión de integración con la labor que
ejecuta y gracias a esta vinculación de tipo autotélica, este busca autónomamente la actualización de
sus habilidades (competencias laborales en este caso), cuando las demandas del medio lo desbordan.

Esta tendencia a la auto – actualización, hace que por un lado el trabajador no caiga en un estado
de estrés (Lázarus y Folkman, 1986; Lazarus, 2000), que supondría la aparición de estrategias de
afrontamiento no saludables como lo es la tendencia a mantener una relación cínica con las cuales se
mantiene una relación laboral o a las personas a las cuales se le presta un servicio, así como una
percepción de mayor eficacia personal en la prosecución de las metas laborales.

Si bien esta auto actualización del trabajador lleva consigo su indiscutible superespecialización, y
es evidencia de que estando en un estado de Flujo de la concreción de su vocación (Rísquez, 2005) o
del refuerzo del yo laboral (García y Carvajal, 2007), por medio de la sensación de eficacia profesional
(r=0,30) y Bienestar Laboral (r=0,36) presentes como correlato con este.

Por otro lado, también es cierto que si el trabajador se quedase exclusivamente con esta dimensión
de diferenciación de su personalidad (Csikszentmihalyi, 2007a), este correría el riesgo de reforzar una
personalidad individualistas, egoísta y envilecida, dada la presencia de una percepción de autonomía
excesiva, que lo llevaría entonces a tener comportamientos cínicos contra sus compañeros de trabajo y
contra los solicitantes del servicio que este presta; y he aquí dónde los resultados son alentadores en la
calidad del instrumento; puesto que de acuerdo con Csikszentmihalyi (2007a) el otro componente de la
personalidad autotélica que hace que el desarrollo del self sea sano, es su capacidad de integración, lo
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cual supone la capacidad que tiene el self del trabajador para unirse de forma empática, con el self de
las otras personas a su alrededor; con sus ideas y emociones logrando así el sentido de
trascendentalidad descrito anteriormente en autores como Maslow (1954/1991) y Seligman (2003); lo
cual es completamente contrario a la noción de cinismo que según Oramasy cols., (2007), supone la
actitud de actuar con indiferencia, devaluación y distanciamiento ante el propio trabajo y las personas
con que se relaciona gracias a este.

De acuerdo con estos resultados y dada la vinculación epistemológica entre el componente de


diferenciación de la personalidad Autotélica con la dimensión de Eficacia Profesional y de integralidad
de la misma personalidad con las dimensiones de Cinismo y Agotamiento Emocional, podría
considerarse que una combinación entre ellas podría servir como un indicador de la capacidad de
resiliencia o protección ante los embates y demandas del Trabajo; más aún porque Csikszentmihalyi
(2007b) lo nombra como elemento indispensable para el desarrollo saludable de la personalidad.

Tabla. 3: Modelo de regresión lineal jerárquico con inclusión por pasos hacia adelante.

Modelo: Variable Coeficientes no Estadísticos de


Durbin - estandarizados Colinealidad
dependiente: Bienestar R Sig.
Watson
Psicológico General B Error típ. Tolerancia FIV
Paso 3 (Constante) 69,720 4,470 ,000
Cinismo -,258 ,047 ,000 ,748 1,337
,538 1,929
Eficacia profesional ,177 ,044 ,000 ,838 1,193
EDFT-2 ,054 ,029 ,066 ,876 1,141
Fuente: Elaboración propia.

Buscando dar respuesta a lo anterior, se llevó a cabo una regresión múltiple por pasos hacia
adelante entre las diferentes dimensiones del Burnout y la Disposición a Fluir en el Trabajo, sobre el
Bienestar Psicológico en General, obteniéndose un modelo general compuesto por tan solo 3 variables
como predictoras a saber: Cinismo, Eficacia Profesional y Disposición a Fluir en el Trabajo;
suponiendo una relación muy buena (r= 0,538), de acuerdo con los estándares internacionales descritos
por Prieto y Muñiz (2000).

Este modelo cumple con los criterios estadísticos de independencia de los residuos y no
colinealidad entre las variables; ya que el valor del coeficiente Durbin – Watson (DW = 1,929), se
encuentra entre los 1,5 y 2,5 ptos, y porque los valores de Tolerancia son altor y los factores de

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inflación de la varianza (FIV) son pequeños, lo cual es lo contrario que se esperaría si existiera
colinealidad entre las variables (Pardo y Ruiz, 2005).

Estos resultados refuerzan la idea expresada con anterioridad, referente a la necesidad de combinar
los resultados de Cinismo y Eficacia Profesional, para así agregar valor a la medición de la
Disposición a Fluir en el Trabajo, en tanto que ellas pueden funcionar como indicadores de
diferenciación e integración de la Personalidad Autotélica; ya que los resultados demuestran que
cuando se tiende a poseer un menor puntaje de cinismo y un mayor puntaje de eficacia profesional y
Disposición a Fluir en el Trabajo, aumenta el Bienestar Psicológico General.

VI. CONCLUSIONES O RECOMENDACIONES FINALES:

El presente estudio ha revelado por un lado, la validez predictiva que tiene la EDFT-2 en la
predicción del grado de Bienestar Psicológico, en particular sobre su componente de Bienestar
Laboral; pero por otro lado, resalta el hecho de que un modelo bivariado resulta incompleto para lograr
con mayor eficiencia esta labor, sino que se requiere más bien de perfiles multivariados que den cuenta
de la expresión de bienestar de los trabajadores venezolanos. En tal sentido, el modelo obtenido resulta
congruente con la conceptualización epistemológica del la expresión de la personalidad sana del adulto
(personalidad autotélica), el cual supone al mismo tiempo la capacidad de diferenciación del self,
mediando la vinculación afectiva de este con el trabajo y por medio de este la búsqueda constante de la
superación en las competencias personales; pero al mismo tiempo, también supone una tendencia a la
integración, la cual en principio resulta contraria, pero queda en evidencia que tanto a nivel teórico
como en el empírico es posible su combinación para la expresión de la Salud Psicológica de la muestra
de Trabajadores. Al igual que Nora (2009), se recomienda indagar aún más la forma en cómo se
relacionan estas variables, considerando contextos laborales más específicos como sería el sector
educativo, el sector salud, el sector comercial, etc., así como también seguir explorando cómo afectan
otras variables del contexto organizacional en la magnitud de estas relaciones, tal como recomiendan
Millán y D’Aubeterre (2010).

Gerencia y Desarrollo Organizacional 21 | P á g i n a


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