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Realidad social y económica de la población

En la actualidad, la Depresión Momposina comprende cerca de once municipios (Magangué,


San Benito Abad, Sucre, Caimito, San Marcos, Majagual, Ayapel, Guaranda, Achí, San
Jacinto del Cauca y Nechí) cuyas poblaciones son menores a 56.000 habitantes, con
excepción de Magangué (Bolívar) que cuenta con cerca de 123.000 habitantes (Fondo de
Adaptación, 2014, p. 79-81). la dinámica social y realidad económica de los mojaneros se
basa en el groso de su población por caracterizarse como una sociedad anfibia definida por
Borda como:

“Recordemos nuestra concepción de la cultura anfibia como aquella producida por


los versátiles habitantes de laderas, caseríos y pueblos de los ríos, ciénagas, caños,
playones y bosques de la depresión [momposina], aquellos que combinan
estacionalmente la explotación agrícola, pecuaria y selvática con la fluvial y
pesquera en el mismo hábitat o territorio” Fals Borda 2002, 29B)

Los conflictos de usos de tierra entonces versan en la imposición de la ganadería y la


privatización predial sistemática, que obligó a la sobre explotación de playones en un tiempo
por parte del campesinado, pues debían cultivar y pescar en un área limitada, desgastando
el recurso pesquero como el del suelo. No obstante, estas áreas serían posteriormente
reclamadas por los mismos ganaderos, la segregación desaparición forzada y
desplazamiento obligaron a las poblaciones regionales al desaceleramiento económico.

tomado de plan de acción (Fondo Adaptación,2016)


El mal uso y modificación de los canales en la búsqueda de áreas pastoriles, contribuyó a
las sucesivas emergencias invernales, por desbordamiento de los ríos Cauca y San Jorge,
acentuando la disminución del recurso pesquero. pues una de las estrategias más
empleada era la creación de diques que impiden la circulación del agua al interior de
terrenos en procesos de desecamiento, además del de desmonte (roza y quema) de zonas
que deberían ser de reserva forestal, introduciendo coberturas de pastos(kikuyo). La escasa
agricultura presente es en su mayoría de subsistencia y obliga a los cultivadores a la venta
ambulante en las áreas urbanas, su indebida tecnificación y asentamiento en áreas no
efectivas, aceleran junto a las prácticas de suelo mencionadas; la erosión, empobrecimiento
de la calidad del suelo, tránsito y aptitud para cultivar.

En ese sentido, un denominador común de los municipios de esta área es la situación de


pobreza en la región; sintomática de hacinamiento, falta de acceso a la vivienda, la tierra,
educación y privación de servicios básicos como salud que abarca el 98% de la población,
una tasa de analfabetismo del 82%, un 35% de hacinamiento y serias afecciones por la falta
de alcantarillado y saneamiento del 69%. (Fondo de Adaptación 2016). En estos municipios
se albergan los índices más elevados de pobreza en Colombia. Lo anterior indica que los
pobladores de La Mojana se encuentran en desventaja respecto a los habitantes de las
capitales del país y enfrentan limitaciones en sus niveles de bienestar (Fondo de Adaptación,
2014, p. 79-81).

Actualmente, la región de La Mojana incluida como parte de los Proyectos de Interés


Nacional Estratégicos (PINES), constituye un objetivo prioritario para el Gobierno Nacional
de acuerdo al Plan de Desarrollo Nacional 2018-2022. Para ello se viene ejecutando
acciones para la mitigación del riesgo ante inundaciones y de ordenamiento territorial, con
las cuales se busca regular los asentamientos de la población y los usos de la tierra y el
agua, considerando medidas que minimicen el impacto social y económico en la población.
Otra de sus metas es la producción sostenible, la creación y acceso a agua potable bajo la
construcción de acueductos y alcantarillados; además de la promoción del “turismo
tradicional” (PND, 2018 - 2022, 178), esto podría implicar ecoturismo y turismo cultural.

En este sentido, el Fondo de Adaptación lidera la ejecución de un plan de acción cuyos


objetivos son: 1) “La evaluación regional de amenaza por inundaciones, la identificación e
implementación de las medidas estructurales y no estructurales para la reducción del riesgo
ante tal amenaza, y 2) El análisis de sus implicaciones en el ordenamiento del territorio
desde el punto de vista ambiental y socio-económico, teniendo presente la evaluación
costo-beneficio de dichas intervenciones”.

En esta dirección se articulan igualmente los planes de desarrollo departamentales,


municipales y planes de gestión ambiental de las Corporaciones Autónomas Regionales de
la zona: Corporación para el desarrollo sostenible de la Mojana y el San Jorge
(Corpomojana), Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS)
y Corporación Autónoma Regional del sur de Bolívar (CSB).

Para comprender la realidad del área actual es necesario entender las raíces del conflicto
en la tenencia de tierras, pues a este fenómeno es posible asociar una parte importante de
las condiciones sociales y ambientales que actualmente configuran el paisaje socio
económico y ecológico de la región. En este problema recaen la mayoría de las
consecuencias que actualmente configuran el paisaje socioeconómico y ecológico de la
región.
Tradicionalmente en la historia nacional, las sabanas de Bolívar se consolidaron como el
emporio ganadero del país pues la expansión de esta data de la segunda mitad del siglo
XIX y fue allí donde se iniciaron las dinámicas económicas desiguales, pues leyes como la
ley 200 de 1936 dieron cabida al expansionismo ganadero con descendientes del pajuno
andaluz (Borda, 2002;57A). Pues determinó la función social de la tierra y la necesidad de
que la misma fuera destinada para quien la trabajara. (Camargo, 2010) de modo que se
tenía el propósito de convertir las extensiones de tierras improductivas en la despensa de
la nación. Durante este proceso se generan las condiciones para dar inicio al repartimiento
de las guerras de independencia,la heredad de los sistemas agrícolas, una creciente
comercialización del recurso pesquero y una agricultura orientada al algodón, caña de
azúcar, café y banano.(Silva et al, 2013) Sin embargo, una plaga de langostas a finales de
siglo dio apertura al sector pecuario y su crecimiento. La ganadería de esta época está
marcada por ganado angus y red polled. Sin embargo, hacia la primera década del Siglo
XX, es introducido en la región el ganado Cebú y se crea en la colectividad las festividades
de las corralejas, así como se instaura la ganadería como una actividad de prestigio. (Silva
et al, 2013, 59)

La ley de tierras entonces permitió que la próspera actividad ganadera, lograra ganar
importancia a nivel nacional, sin embargo, la relación predial y acceso a tierras presentó
grandes conflictos pues la ganadería extensiva, se definió como actividad privada mientras
que la explotación pesquera y agrícola estaban instauradas en la colectividad campesina.
Este cambio generó una batalla de legitimación predial en la que la violencia se estableció
como agente rector en la propiedad del suelo. El alineamiento en esta época era ambiguo
y las condiciones ecológicas complejizan este tema pues, bien se podían tener unas tierras
con un cuerpo de agua y en tiempo de verano la superficie terrestre se expandía. Los títulos
y acuerdos sobre la tierra se hacen a palabra y en la mayoría de los casos no se
conservaban ni existían documentación oficial que diera titularidad al propietario.

A esto se sumó la ley 135 de 1961, bajo la reforma agraria de la década del 60, en la que
se estipulaba que las tierras sin explotar pueden ser expropiadas por el estado y
reasignadas para aprovechamiento económico, a este proceso de civilizar la tierra se
agrega que el recién creado INCORA, al final de la década del 60 y mediados del 70
adelantó procesos de desecamiento de ciénagas agregando estos nuevos terrenos como
baldíos de la nación, que podían ser prescriptibles y embargables, no obstante las ciénagas
en el código civil de la época figuraban como bienes de uso público.(Camargo, 2010, 24)

Es entonces esta ambigüedad legal la que desató la violencia posterior principalmente


ejercida por los hatos ganaderos hacia el modelo campesino de carácter comunitario, pues
mientras existieran los cuerpos de agua, la figura de la tierra tenía la categoría de bien
público. esto provocaría una alteración no sólo en la producción agrícola si no a la pesca, y
la caza de fauna silvestre pues, estos propietarios se dieron a la tarea de crear terraplenes
y camellones con el fin de ganar terrenos secos e impedir la circulación regular de los
cauces, acentuando el régimen de lluvias y sequías y el acceso al recurso pesquero, pues
la estacionalidad está asociada a los periodos de desove entre enero y abril, momento en
que los peces bajan de los grande cuerpos de agua y se pueden hallar en los playones y
caños, mientras que en invierno las actividad se traslada al interior de las ciénagas.

Producto de esta problemática la comunidad campesina se organiza y se crean las ANUC


en los 70, y que por medio de esto se logra recuperar algunas de las tierras, en Sucre,
Majagual y Achí (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2017), en disputas por ciénagas
como la de San Benito Abad y Caimito. A pesar del apoyo estatal por medio de inspecciones
visuales en busca del deslinde predial de propietarios acaparadores, este fue omitido y
destruido. Posteriores reclamos, del campesinado en otras áreas se vieron desprovistos del
apoyo estatal pues se daba a su vez el efecto de desalojo por parte de la fuerza pública y
grupos armados privados (paramilitares). Otra ley que apoyaba el trabajo comunal y el
desarrollo de unidades familiares campesinas fue la ley 30 de 1988 en la que se
determinaba la adjudicación de tierras para el fomento del desarrollo económico, si las
reclamadas no presentaban una debida explotación o se consideran ociosas.

El efecto de esta normativa esperaba la desarticulación de los grandes latifundistas y


terratenientes, a pesar de los índices de desigualdad evidenciados a través de herramientas
como el índice Gini, es evidente que, aunque exista una parcelación de predios y
titularidades diferentes, la vocación y actividad que allí se emplean obedecen a una misma
directriz. Otras evidencias suscitadas en la falta del ejercicio en la regulación y delimitación
predial se ejemplifican con la renuente negativa de los propietarios en asumir lo establecido
por la ASPROCIG en apoyo de la CVS, al momento de requerir la destrucción de
terraplenes por obstrucción de una fuente hídrica como el caso del curso del caño Viejo de
los González. (Camargo, 2010, 80)

A ello se agregan las sucesivas persecuciones, amenazas y asesinatos de líderes sociales


asociados a las ANUC entre las décadas del 70 e inicios de los 90, terminaron por
fragmentar el tejido social y la capacidad organizativa en tema jurídico y de gobierno sobre
la tierra. de modo que un número significativo de individuos se vio obligado a abandonar
sus tierras.

Años más tarde la progresiva contaminación de las fuentes hídricas, la falta de acceso a
ellas por la mayor parte de la población y la creciente preocupación ambiental global dieron
como producto la convención RAMSAR de 1997 en la que las ciénagas entraron a ser parte
de áreas para preservación.

Esta es entonces la pauta en los modos de vida de las gentes de la región heredadas desde
la época prehispánica y que fueron degradadas, transformadas y sometidas a la presión de
la colonia, la república y la violencia, llevando a sus habitantes a la miseria y posiblemente
a la desaparición como modos de subsistencia. La vocación del suelo, la disponibilidad de
tierras y los auges económicos marcaron los componentes de la emergencia social,
ambiental y sanitaria que en la actualidad convergen.

La población rural está constituida principalmente por familias de pescadores o agricultores


que viven en pequeños poblados extendidos en la ciénaga en zonas que hasta hace dos
décadas no se veían afectados por el desborde de los ríos, al estar en terrenos arriba de la
cota de inundación y que coincidían con plataformas construidas en tiempos prehispánicos.
También existen familias con un patrón de asentamiento disperso que se ubican a lo largo
de los diques naturales, pero que están obligados a migrar durante la estación húmeda. Las
familias están integradas en promedio por cuatro o cinco personas que basan su sustento
en la actividad de la pesca y de la agricultura estacional de pequeña escala.

No obstante, los habitantes se encuentran en su mayoría en una situación de pobreza


extrema, debido a las dinámicas, en la tenencia de terrenos y el acceso a recursos, pues
grandes extensiones de terreno se concentran en un número reducido de propietarios.

A ello se suma la problemática en el deterioro medio ambiental, pues la ganadería extensiva,


la sobreexplotación de recursos, la deforestación, la contaminación de fuentes hídricas y el
incremento en la sedimentación agravan la situación medio ambiental y calidad de vida de
la población circundante. (Montejo, 2008). Esta dificultad se ha visto institucionalizada por
los ganaderos y terratenientes que, por medio del usufructo de baldíos, desde la década de
los 60 se han agudizado con actores armados estatales y al margen de la ley despojando
y estigmatizando a la población rural desarticulando cualquier intento organizativo a nivel
regional y municipal. Así se desmembró la ANUC, y otros intentos colectivos de agrupación
u organización rural que permitiera afrontar las condiciones de pobreza a las que
sometieron a las poblaciones de la Mojana (San Benito Abad, Sucre, Achí) (Centro Nacional
de Memoria Histórica,2017)

índice de pobreza multidimensional. DANE (2005)

a. Planes de Ordenamiento Territorial y uso actual del suelo

Algunos de los POT (Planes de Ordenamiento Territorial) de la Mojana, se encuentran


desactualizados o la información suministrada por los documentos en sí mismo replica de
manera idéntica lo consignado en años anteriores, así es como se pueden ver proyecciones
poblacionales basadas en censos del 2005. Sin embargo, existen constantes como la
generalización de conflictos en el uso de suelo. especialmente entre áreas forestales,
ganadería y agricultura, como el caso de San Marcos (Sucre) o Guaranda (Bolivar).

Para el caso de la producción agrícola el impacto del desmonte, la intensificación de la


producción de las tierras agrícolas existentes y la sustentabilidad de los proyectos agrícolas
son preocupaciones centrales para los entes territoriales. Por su parte, la ganadería ha
traído un proceso de deforestación y el deterioro de importantes recursos como el suelo, el
agua y la biodiversidad. La ganadería extensiva incluso se practica en áreas con otra aptitud
de uso como lo son los denominados ecosistemas de áreas especiales que incluyen zonas
de reservas forestales, territorios faunísticos, parques forestales recreacionales, zonas de
desarrollo y de reserva turística y parques arqueológicos.

Por otro lado, es posible mencionar que en algunos de estos documentos de ordenamiento
reconocen la existencia e importancia de los vestigios hidráulicos prehispánicos presentes
en La Mojana. De esa manera, para el caso de San Marcos. En estos suelos se plantean
como usos la reforestación, recuperación de áreas de reserva, actividades de recreación,
turismo ecológico, se prohíbe la construcción de viviendas y la instalación de procesos
industriales y se tiene un uso restringido comercial y residencial.

San Marcos (Sucre):

El municipio cuenta con 3175 hectáreas, registradas ante el SINAP como áreas de
protección biológica, sin embargo, se resalta que existen otras áreas de humedales a las
que deberían adelantarse el trámite de declaratoria de área protegida. No obstanteel 62%
del territorio está destinado para ganadería concentrada en producción avícola y bovina,
26.21% corresponden a cuerpos de agua, para la agricultura corresponden apenas un
3.37% principalmente arroz y maíz, finalmente forestal apenas cubre el 6.75%. Actividades
como la explotación de canteras, (Cayo de la Cruz, El Llano, Bélen) afectan los biomas y
las fuentes hídricas por contaminación y degradación del suelo. (PMD, San Marcos Avanza,
2020-2023)

La comunidad del municipio está conformada por 57672 habitantes de los cuales se
distinguen comunidades indígenas con 7389 habitantes y afrocolombianos 7389.
Finalmente se resalta la importancia de desarrollar investigaciones arqueológicas en el área
y se establecen como suelos protegidos culturalmente los lugares “donde se han
encontrado vestigios de la cultura Zenú”, no obstante, no se establecen polígonos concretos
(POT San Marcos, 2001, p. 44) entre los programas orientados hacia la identidad cultural
destaca el de San Marcos territorio con identidad planeado para la gestión actual del
municipio.

Entre el año 2012 - 2014 se otorgaron licencias mineras con el fin de explotación de
materiales de construcción a Union Temporal San Marcos y minería de oro y platino, está
bajo la titularidad de un particular con tres títulos. En 2013 - 2016 se dieron otras dos
licencias en explotación de materiales de construcción (ANM, 2012, 2013)
Sitios Arqueológicos reportados en el Atlas arqueológico, municipio de San Marcos

En el Municipio se registran 12 sitios arqueológicos por medio de proyectos de investigación


y de arqueología preventiva, listados en el Atlas Arqueológico de Colombia: dos para la
línea de flujo Oboe, 7 asociados al caño Carate y ciénaga de la Cruz,1 para el pozón, 1
para caño Pimienta y 1 para hacienda negritos. todos ellos relacionados a la dinámica
anfibia ancestral. (Atlas arqueológico de Colombia, 2021)

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