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Era un hombre de mediana edad, de complexión recia, buena talla, ancho de espaldas, resuelto
de ademanes, firme de andadura, basto de facciones, de mirar osado y vivo, ligero a pesar de su
regular obesidad, y (dígase de una vez aunque sea prematuro) excelente persona por doquiera
que se le mirara. Vestía el traje propio de los señores acomodados que viajan en verano, con el
redondo sombrerete, que debe a su fealdad el nombre de hongo, gemelos de campo pendientes
de una correa, y grueso bastón que, entre paso y paso, le servía para apalear las zarzas cuando
extendían sus ramasllenas de afiladas uñas para atraparle la ropa.
l hablar, emitimos sonidos que, en general carecen de significado. Sin embargo, si los
combinamos entre sí obtendremos una palabra. Por ejemplo, los sonidos /a/ /m/ /s/ /e/ no
significan nada de manera independiente. No obstante, si los unimos unos con otros
obtendremos la palabra mesa, que sí tiene un significado claro en nuestra lengua. Por ello,
definimos la palabra como un conjunto de sonidos que articulados entre sí expresan una
idea.
Si combinamos distintas palabras seremos capaces de transmitir una idea más compleja.
Por ejemplo, si combinamos la palabra mesa con otras como la, está y rota, obtendremos
la oración la mesa está rota. A este conjunto de palabras que tienen un sentido completo lo
llamamos oración.
Si unimos mediante puntos y seguido la oración la mesa está rota con otras que giren en
torno al mismo tema obtendremos un párrafo.
Ejemplo:
- La mesa está rota. Se nota que hace mucho tiempo que la casa fue abandonada. Las
persianas no cierran bien y la humedad del mar cercano ha penetrado hasta el último
rincón.
- El salón entero huele a podrido.
Ejemplo:
- La mesa está rota. Se nota que hace mucho tiempo que la casa fue abandonada. Las
persianas no cierran bien y la humedad del mar cercano ha penetrado hasta el último
rincón. - El salón entero huele a podrido.
- Estoy a punto de salir corriendo de aquel sitio desolado e incómodo pero recuerdo por
qué estoy aquí. Lo hago por ella, por su sonrisa, por su compañía.
Introducción
Definitivamente, la mayor dificultad a la que se enfrenta una persona cuando se dispone a
escribir es romper el silencio de la página en blanco. A pesar de haber construido un plan de
redacción previamente, es muy común que, al intentar verter todas las ideas generadas en
esta etapa previa, se termine con la sensación de no haber expresado, de la manera más
exacta, lo que se había pensado. Esta insatisfacción no siempre debería representar un
problema; si se presenta, significa que existe la oportunidad de perfeccionar la redacción y
que estás pensando en facilitarle la comprensión a un eventual lector.
Serna, J. M. (2014). Las propiedades textuales [ilustración]. Tomada de
https://gonzalezserna.wordpress.com/2014/12/20/las-propiedades-textuales/
La oración
La unidad más pequeña en que vamos a dividir el texto es la oración, puesto que la palabra
ya tuvo su propio tratamiento en la elaboración de un bosquejo. Partamos desde el supuesto
de que ya lo hemos hecho; en él, ya tenemos designados todos los apartados que queremos
tratar, junto con sus subtemas. Todo eso que se imagina, se piensa o se reflexiona todavía
es una imagen mental que no se ha materializado más que en pequeñas oraciones, frases o,
incluso, sólo en palabras clave.
¿Cómo se concreta una idea en una oración tangible? A partir de la estructura, que sirve
como base para la formación de oraciones en la lengua en que nos expresamos; en el caso
particular del español, su estructura siempre sigue el mismo patrón: sujeto, verbo y
complementos (SVC).
Algunas veces se usan formas sencillas, en otras, unas más elaboradas, dependiendo de
qué tan complejo sea el asunto que queremos comunicar. Siempre será preferible que todas
las oraciones sigan la estructura más simple, en la medida de lo posible; cuando se
practique lo suficiente este ejercicio, se hallará un estilo propio para poder encontrar otra
forma de ordenar los elementos de la oración.
Así, una vez que se haya esclarecido la idea central, se determinará si su núcleo es un
sustantivo o un verbo. Cuando se identifica la categoría gramatical de éste, se buscará la
información que nos ayude a complementar una oración; si la palabra clave fuera un
sustantivo, se preguntará qué acción realiza o cuál es su atributo; por ejemplo, supongamos
que la palabra clave es “contaminación”:
Por otro lado, si la palabra clave fuera un verbo, lo más lógico es preguntar sobre quién
realiza la acción. Este elemento se coloca al principio de la oración; si hubiera otro
complemento que fuera la respuesta a otras preguntas —qué hizo el sujeto, para o a quién,
cómo, cuándo—, se coloca posterior al verbo. Cuando se sigue esta estructura para formar
oraciones, se asegura que el mensaje se transmita de manera adecuada.
Generalmente, las imprecisiones suceden cuando las palabras elegidas tienen un significado
muy amplio y, por lo mismo, representan uno vacío, igualmente, cuando se tiende a las
generalizaciones o a una estructura diferente a la SVC, como la voz pasiva; por ejemplo, en
la oración:
1. Ten cuidado con las frases largas. Vigila las que tengan más de 30 palabras. Comprueba que se lean
fácilmente.
2. Elimina las palabras y los incisos irrelevantes. Quédate sólo con lo esencial.
3. Sitúa los incisos en la posición más oportuna, que no separen las palabras que están relacionadas.
4. Busca el orden más sencillo de las palabras: sujeto, verbo y complementos. Evita las combinaciones
rebuscadas.
5. Coloca la información relevante en el sitio más importante de la frase: al principio.
6. No abuses de las construcciones pasivas, de las negaciones ni del estilo nominal, que oscurecen la prosa.
7. Deja actuar a los actores: que los protagonistas de la frase suban al escenario, que actúen de sujeto y
objeto gramaticales.
8. No tengas pereza de revisar las frases. Tienes que elaborar la prosa, si quieres que sea enérgica y que se
entienda (2016, p. 120).
Sigue en todo momento estas recomendaciones que te ayudarán a resolver el punto más
importante de la redacción: el arranque.
El párrafo
El párrafo es el siguiente nivel que se crea a partir de la unión de oraciones. Cada uno de
los párrafos debe tener una estructura definida y coherente, por lo que es necesario seguir
un método que nos ayude a escribir un buen párrafo.
Lo más esencial es iniciar por determinar la proposición inicial; ésta puede ser la oración
que formamos en el apartado anterior, siempre y cuando resuma con toda claridad el punto
medular, el problema central que convertiremos en un párrafo; es decir, que pueda fungir
como una idea principal.
Una vez escrita la oración definitiva que funcionará como proposición inicial, hay que buscar
otros apoyos que logren expandir o desarrollar esta idea; entre estos elementos, se puede
recabar una cita, un ejemplo, una explicación o un argumento.
Proposición inicial
Cita
Argumento
Explicación
Los estudiantes que han obtenido mejores notas en matemáticas mostraron un desempeño
favorable en otras materias relacionadas.
Cuando se determina, por escrito, cuáles son los elementos que ayudan a expandir nuestra
idea en un párrafo, se tendrá que buscar el orden en que podrá hilarse, discriminando la
información que nos sirve y la que no, a la hora de la escritura:
Los estudiantes que han obtenido mejores notas en matemáticas mostraron un desempeño favorable en otras
materias relacionadas; incluso, la directora de la Escuela Nacional Preparatoria 5, María Dolores Valle Martínez,
expresó: “Los alumnos del turno matutino que se inscribieron a las clases extracurriculares de matemáticas
anterior se debió gracias a que, en la clase de matemáticas, se enseñó a los alumnos un método de resolución de
problemas que se puede aplicar en otras situaciones, fuera del ámbito matemático.
El ejercicio de este método te puede ayudar a reconocer y a acostumbrarte a una forma fija
para elaborar un párrafo, con una estructura sólida para que, por la repetición, puedas
Con el seguimiento de este método, al mismo tiempo que obtienes un escrito mucho más
efectivo, también aseguras tener las tres cualidades de la redacción moderna: la claridad,
que se encontrará en la precisión del léxico y en la adecuada escritura de cada oración, la
coherencia, que veremos en la estructura de los párrafos, y el orden lógico, con que se
construye el texto.