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UN RECORRIDO POR LA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN ESPECIAL

En un mundo lleno de diferencias,


la normalidad no existe.
Vlachou, 1999

PARA REFLEXIONAR

ACTIVIDAD 1

A partir de sus conocimientos previos y experiencias, elabore una definición de lo que


considera que es la Educación Especial. ¿Cómo podría definirla y qué objetivos
generales cree que tiene como modalidad educativa en la actualidad?

Antes de introducirnos con profundidad en el tema que da título a este curso, “La
inclusión escolar de alumnos con discapacidad”, resulta necesario repasar brevemente el
recorrido histórico de la Educación Especial en el mundo y en nuestro país hasta la
actualidad, vinculado directamente a los diferentes paradigmas que atravesó el concepto de
discapacidad. Entendiendo que las instituciones se originan para dar respuesta a una
necesidad de la sociedad, nos plantearemos qué se le demandó a la escuela especial en
sus orígenes y cómo se fueron modificando esos requerimientos en su devenir histórico.

A lo largo de la historia, la respuesta del entorno frente a las personas con


discapacidad ha ido cambiando, desde una postura de rechazo o aislamiento absoluto,
pasando por una amplia variedad de “actitudes” por parte de la sociedad, hasta llegar a su
reconocimiento como sujetos de derechos y deberes en la actualidad.

Desde el comienzo de la humanidad han existido personas con impedimentos y


existen documentos que hablan acerca del trato inhumano al que fueron sometidas,
llegando incluso al infanticidio. El período comprendido entre el siglo XVII y XVIII, conocido
en la historia como la Era de las Luces, para las personas con discapacidad puede ser
denominado como el período del gran encierro, porque todo aquel que no cumplía con los
dictámenes impuestos por la Razón no era considerado digno de vivir junto a los que
gozaban de esta condición necesaria, prescrita por la Ilustración. Por lo tanto, los locos, los
deficientes mentales, los delincuentes, los pobres, los ancianos, eran hacinados por igual en
asilos y manicomios, dado que estaban perdidos para la sociedad por no demostrar la luz de
la Razón que iluminaba sus pensamientos (García García, 1988).

Tomando los aportes de M. Angélica Lus (1995) nos remontaremos al siglo XIX, que
es considerado el período de las Instituciones. En esos años, tanto en Europa como en
Estados Unidos, se mantenía a las personas “indeseables” y físicamente “defectuosas”,

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fuera de la vista pública, es decir, recluidas en asilos. Estas instituciones albergaban
personas con toda clase de dificultades (sordos, ciegos, enfermos mentales, seniles, etc.)
que debían permanecer allí hasta su supuesta curación, lo cual en la mayoría de los casos
significaba hasta la muerte, ya que la curación no ocurría. Estos asilos estaban bajo la
atención de médicos, por lo que al decir de Lus (1995) podemos considerar que la
educación especial surge del intento frustrado de la medicina por curar estas patologías.

EL MODELO MÉDICO

Muntaner (1998) señala que en el siglo XIX se inicia un movimiento encabezado por
médicos que comienzan a trabajar con el propósito de encontrar alternativas de intervención
en relación con las personas con discapacidad en general. Si bien este trabajo fue aislado,
abre un camino que dejará huellas en la educación especial.

Un aporte importante enmarcado en este movimiento es de Gaspar Itard (1774-


1836), quien encontró un niño en estado semisalvaje, en el bosque de Aveyron (Francia), al
que llamó Victor, lo llevó a vivir a París y obtuvo su custodia. Comenzó a trabajar con él en
un programa educativo y 5 años después pudo lograr que Víctor conociera rudimentos del
lenguaje y manejara algunas habilidades sociales, llegando a “disciplinar” sus sentidos y su
memoria. Así, Itard demostró que las personas con deficiencias mentales, tienen
posibilidades de ser educadas.

Esta obra iniciada por Itard fue llevada a una técnica pedagógica por su sucesor
Edouard Seguin (1812-1880). Proudhommeau (en Lus, 1995) señala que se construye así el
primer sistema pedagógico basado en una teoría científica, al que se llamó “sensualismo”.
Este sistema fue elaborado por Condillac (1714-1780) y su objetivo era mostrar cómo las
sensaciones determinan las actitudes espirituales del hombre. Pretendía reconstruir el
desarrollo del espíritu humano desde la sensación más simple hasta los conocimientos más
complejos.

Dentro de esta orientación y según lo entendieron los hombres de la época, era


esencial aprender a discriminar, porque en la base del conocimiento están las sensaciones.
La pedagogía que desarrollan Itard y Seguin, al igual que otros precursores de la época,
conserva la idea de curación de la medicina y la ejercitación sensorial como camino de
acceso a la cura.

Merecen mencionarse también los aportes de Guggenbuhl, quien en 1844 funda un


centro que tenía como propósito la enseñanza y el tratamiento médico de niños deficientes
mentales. Muntaner (1998) destaca la importancia de su obra ya que tuvo mucha difusión
hasta que dos razones provocaron su descrédito: por un lado, el fracaso en la cura de los
sujetos tratados, y por el otro, la desorganización del centro.

Además, Muntaner (1998) explica que estos médicos, considerados pioneros de la


educación especial, demostraron que se podía educar a las personas con discapacidad con
las intervenciones adecuadas, y esto condujo a una mejora en el trato social hacia estas
personas, ya que dejó de considerárselas “inhumanas”. Sin embargo, estos intentos
educativos tenían objetivos muy ambiciosos y terminaron fracasando, lo cual intensificó la
idea de irrecuperabilidad de las discapacidades.

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El mismo autor indica que, en el último tercio del siglo XIX, la creación de escuelas
para deficientes, promovidas por el movimiento médico, fue degenerando en asilos o
centros, donde a las personas discapacitadas se les brindaba un cuidado asistencial,
proteccionista y aislante de la sociedad, que en realidad reforzaba la imagen de “amenaza
social” que de estas personas se tenía. Pero además, al mismo tiempo que ocurría esto al
interior de las instituciones, hubo tres factores que, según Muntaner (1998), marcan un
cambio social que aun hoy repercute en las actitudes de muchas personas.

Uno de estos factores es la aparición de la genética como ciencia y el desarrollo de


la teoría de la evolución de Darwin, que sostenía la extinción de las especies más débiles y
menos preparadas. Considerando ese dato, la educación de las personas con discapacidad
no tendría sentido. Otro factor, son las ideas difundidas acerca de la relación entre pobreza,
crimen y deficiencia, que suponían a esta última como un problema hereditario. Surgen
entonces, diferentes movimientos sociales que fomentan la marginación, creando
instituciones donde se albergaba a los internos con una peligrosa deshumanización.

El tercer factor, fundamental en la historia de la educación especial, es la aparición


del test de inteligencia de un médico llamado Alfred Binet, que posibilitaba la detección de
los deficientes mentales: así se descubrió que un 2 o 3% de la población en esa época, se
encontraba dentro de esa categoría (Muntaner, 1998).

EL MODELO ESTADÍSTICO

Alfred Binet (1857-1911) pasó a la historia como el creador de la prueba de


inteligencia que lleva su nombre. Podríamos considerarlo el primer representante del
llamado modelo psicométrico o estadístico dentro de la educación especial. Según Lus
(1995) él interpretaba que el desarrollo de algunos niños se daba en cámara lenta. Si ese
desarrollo se desenvolvía a un ritmo que podía considerarse la mitad del correspondiente a
su edad, había que acelerarlo hasta que llegara al ritmo normal. Esta recuperación para
Binet debía hacerse a través de los ejercicios sensoriales, de los que ya hablaban los
médicos de su época.

Con Binet se inició un período cualitativamente diferente en la educación especial, ya


que no era el asilo la institución que demandaba la intervención profesional, sino la escuela
primaria. Veamos los motivos de esta demanda.

Lus (1995) hace referencia a que cuando la escuela primaria toma carácter de
obligatoria y gratuita, mucha gente que no había recibido ninguna educación ingresa al
sistema educativo, al que hasta ese momento sólo había tenido acceso formal la nobleza a
través de algunos preceptores. Binet fue entonces llamado a estudiar un fenómeno social
nuevo: ocurría que algunos niños no aprendían como esperaba la institución escolar.

La autora señala que Binet comenzó estimando el desfasaje entre la propuesta de la


escuela y el rendimiento de los niños a través de lo que llamó “retardo pedagógico”: él
consideraba que había una correspondencia entre lo que un niño debía aprender a cada
edad y esto era válido para todo el transcurso de la escolaridad. Si bien hoy entendemos
que este retardo pedagógico podía obedecer a múltiples factores y sobre esta cuestión
existen en la actualidad infinidad de datos empíricos provenientes de distintas disciplinas,

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para Binet la discordancia entre las exigencias del medio y las posibilidades del sujeto para
dar respuesta a esas demandas debía explicarse por el déficit de la inteligencia. Concibió
entonces la idea de apreciar la capacidad intelectual por observaciones directas sobre la
inteligencia misma, y para ello era necesario tener un instrumento de medición, por lo cual
creó la primera de las pruebas psicométricas (Lus, 1995).

Así, en 1905 Binet y su colaborador Simon crearon la escala métrica de la


inteligencia de cuya aplicación nació el concepto de nivel mental. Sugirieron que el grado
que alcanzaba la deficiencia mental podía ser traducido en término de edad mental y
clasificaron la deficiencia según el lenguaje clínico de la época: idiocia, imbecilidad,
debilidad mental.

La obra de Binet inicia la instalación de un nuevo modelo en educación especial, al


que llamamos modelo estadístico y que dará lugar a la pedagogía especial. Este modelo
reemplaza al modelo médico pero aun así, sigue nutriéndose de él para explicar algunas
cuestiones, como las causas de los desvíos de la inteligencia de la “media normal”. La
pedagogía especial entonces, sería la destinada a la atención de los niños que difieren de la
media.

A partir de esto, Lus (1995) afirma que en el rechazo al concepto pluricausal de


retardo pedagógico y su reemplazo por el de retardo mental leve (concepto sobre el que se
sugerirá una lectura específica) está quizás el origen del malentendido en que cayeron la
educación común y la especial, hasta hace poco tiempo. Este supuesto malentendido trajo
como consecuencia la marginación y exclusión de aquellos que no aprendían como lo
esperaba la escuela.

Posteriormente se empezaron a buscar pruebas de medición más exactas y surgió la


noción de cociente intelectual (el muy famoso y utilizado hasta el día de hoy “CI”) creado por
Stern en 1915, cuya cifra se obtiene al dividir la edad mental por la edad cronológica y
multiplicarla por 100.

Poco a poco la aplicación de estas pruebas comenzó a ser generalizada


(especialmente la revisión de Standford realizada por Terman-Merril) a las diferentes
discapacidades y se realizaron adaptaciones para emplearlas con niños paralíticos
cerebrales, con niños ciegos, con niños sordos, etc.

Como consecuencia de la noción de CI, se realizó una nueva clasificación de los


deficientes mentales en: custodiables, entrenables y educables. Y a partir de esta
clasificación, se diversificó la oferta educativa teniendo en cuenta el nivel de discapacidad
del sujeto: a través del resultado de los tests, se determinaba el destino educativo de los
niños. Esta influencia llegó también a la escuela común, donde se reforzó la aspiración de
trabajar con grupos homogéneos y separar a los que no tenían un CI medio.

Muntaner (1998) señala que se observó un cambio en las actitudes de la sociedad


después de la década del 40, por un lado, debido a nuevos avances en las investigaciones,
y por otro, por la influencia de ciertos acontecimientos políticos. Al finalizar la segunda
guerra mundial, se incorporaron a la sociedad gran cantidad de personas minusválidas de
guerra, principalmente en Europa, que no podían ser marginados, sino que debían vivir en la
comunidad. Surgió así la necesidad de ofrecerles distintos servicios de apoyo y de

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programas de seguridad social, que beneficiaron también a otras personas con
discapacidad.

Además, tanto desde el campo de la medicina como desde la psicología y desde la


pedagogía, comienzan a ampliarse los aportes para el trabajo con personas discapacitadas,
a través de nuevas investigaciones y teorías.

Lus (1995) indica que diferentes estudios posteriores pudieron demostrar las
limitaciones de una educación basada en la confianza absoluta en el CI, así como los pocos
beneficios que ofrecía una educación segregada. Por ejemplo, la autora hace referencia a la
tesis doctoral de Inhelder (en 1947), quien efectuó un estudio de un grupo de niños con
retardo mental, utilizando el método clínico elaborado por Piaget, en lugar de emplear las
pruebas psicométricas. Este método tiene la característica de presentar situaciones de
prueba que permiten, además de obtener un resultado, conocer el recorrido del niño para
obtener ese resultado. A través de sus estudios, Inhelder arriba a tres conclusiones
importantes: en primer lugar, todo niño con retardo sigue un desarrollo, que aunque sea
retrasado, presenta el mismo orden que el del niño normal, es decir, sigue un paralelismo
psicogenético; en segundo lugar, los niños retardados tienen regresiones cognitivas, es
decir, que pasan de un nivel determinado de desarrollo a otro menos avanzado,
característica que Inhelder denominó viscosidad genética; por último, habla de un
inacabamiento del desarrollo, ya que según sus observaciones los niños débiles mentales
se detienen en algún momento de la evolución del período de las operaciones concretas.

La misma autora menciona los aportes de Zazzó, quien aplicó una batería de tests
destinada a medir distintos aspectos de la inteligencia y llegó a explicar el concepto de
“heterocronía”, que caracteriza a la debilidad mental y que definió como el déficit de
integración entre la edad mental y la edad cronológica.

Diversos trabajos han demostrado que el CI sufre variaciones durante el desarrollo


de un niño y que el ambiente incide en esa variación. Pero el prestigio del CI continúa
influyendo en la educación especial. Lus (1995) explica que:

La década del 60 fue el período de auge en la investigación y el trabajo de campo en


estimulación temprana. La educación especial durante ese período vio en la
intervención pedagógica precoz la estrategia ideal para revertir los magros resultados
que obtenía la educación en la edad escolar, particularmente en el área del retardo
mental. Esto significó valorizar la acción exógena planificada, sin limitarse, como
hasta entonces, a la sola constatación del déficit. (p.30)

Se pensó entonces que si los niños ingresaban al sistema educativo habiendo sido
atendidos previamente, los resultados de las escuelas especiales serían mejores.

LOS MOVIMIENTOS INTEGRACIONISTAS

Es importante destacar la influencia que tuvieron a partir de la década del 60 los


movimientos realizados desde diferentes asociaciones de padres e incluso de las mismas
personas discapacitadas, a los que se unieron movimientos gubernamentales y no
gubernamentales. Estas organizaciones tenían como objetivo lograr un mayor

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aprovechamiento y enriquecimiento en pro de la educación de los discapacitados. La
mayoría de ellos surgieron cuestionando la educación que estaban recibiendo estas
personas.

En los países del norte de Europa, ya a fines de la década del 50, se definió el
principio de “normalización”, que indica la necesidad de que la persona discapacitada
desarrolle una vida tan normal como le sea posible. Dicho concepto promueve el de
“integración” (que desarrollaremos en las siguientes clases).

El surgimiento de estos conceptos dio lugar a una serie de movimientos que se


oponían principalmente a la educación del discapacitado en las escuelas especiales y
pedían para ellos intervenciones educativas menos segregadoras.

Durante la década del 70 tiene lugar en Inglaterra la elaboración de un informe, hoy


conocido como Informe Warnock –publicado en 1978-. En este documento se introducen
una serie de conceptos que cambian el eje de la educación especial, permitiendo descentrar
la atención de las personas discapacitadas y sus dificultades y llevarla hacia los elementos
con que cuenta el medio para su educación. De esta forma, se empieza a darle relevancia al
entorno. Del informe surgen los términos: necesidades educativas, necesidades educativas
especiales, adaptaciones curriculares, entre otros, ampliamente difundidos en los años
posteriores.

El informe Warnock es el antecedente más próximo al “Proyecto marco de acción


sobre necesidades educativas especiales”, elaborado en Salamanca en 1994, documento
que ha servido de base a distintos países que han intentado modificar el sistema educativo,
aunando los sistemas educativos especial y común.

LECTURA OBLIGATORIA N°1

UNESCO. 1994. Ministerio de Educación y Ciencia de España. “Declaración de


Salamanca y Marco de Acción sobre Necesidades Educativas Especiales. Acceso y
Calidad”. Salamanca. España. (Desde pág. 5 hasta pág. 42) (Se adjunta en ANEXO
BIBLIOGRÁFICO)

ACTIVIDAD 2

A partir de la lectura del informe de la Declaración de Salamanca:

a) ¿Cuáles serían las características de una escuela integradora? Desarrolle.


b) ¿Qué función se establece para las escuelas especiales?
c) ¿Qué plantea en relación a la función de las familias y la participación de la
comunidad?

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LECTURA COMPLEMENTARIA N°1

Lus, M. A. (1995). “El pesado tema del retardo mental leve”, en De la integración
escolar a la escuela integradora. Buenos Aires. Paidós. Capítulo 2.

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