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Selección bibliográfica de
la cátedra (2022)
Navarro, Marysa (2002), «Evita», en Torre, Juan Carlos (direc.), Nueva Historia Argentina,
Buenos Aires, Sudamericana, Tomo VIII.
“Evita fue la primera esposa de un presidente argentino que usó su condición de primera dama
para hacer política. La carrera política de Evita, es tanto más notable puesto que a principios de
los años 40 las mujeres argentinas ni siquiera podían votar y la política era una actividad del
ámbito público normalmente reservada a los hombres”
“Sin tener en cuenta las críticas de las que fue objeto Evita por su origen social, por su
profesión y su relación amorosa con Perón – un político que desató tantas pasiones
encontradas como ella - no son de extrañar las fuertes reacciones que desencadenó su ingreso
al mundo de la política desde un primer momento. Su presencia, no sólo desafiaría el
estereotipo de la “mujer argentina” sino también el de la “esposa del presidente”. Aquí vale la
pena mencionar un hecho irónico y es que, a pesar de las profundas diferencias entre Evita y el
grupo de mujeres socialistas antes mencionado (Alicia Moreau de Justo, Sara Justo, etc.) había
en varias de ellas un elemento común: al igual que Evita estaban unidas a dirigentes políticos
que avalaron sus actividades políticas”
“Por lo general, dentro de la bibliografía sobre el peronismo, si bien se toma nota con mayor o
menor entusiasmo de la presencia de Evita durante la primera presidencia peronista y se critica
o se avala su gestión social en favor de los sectores populares y su apoyo al peronismo, no hay
una preocupación mayor en explicar cómo y por qué se produjo su inserción en el sistema
político argentino. Se soslaya el tema […] Además de no tomar en cuenta el problema histórico
que plantea Evita, muchas veces esta interpretación da origen a una interpretación simplista,
por lo cual Evita en tanto figura política, aparece como resultado de su propia voluntad o la de
Perón, o la de ambos, esto no queda demasiado claro. En este caso, la explicación depende
otra vez de la postura de los autores o las autoras con relación al peronismo. Así la voluntad de
Perón puede ser manipuladora y dictatorial o la expresión de su extraordinario genio político,
mientras que la de Evita es por lo general fruto de su profundo resentimiento y de su ambición
desenfrenada o de su infinita vocación de sacrificio”.
“El tono del debate parlamentario fue muy distinto del que había predominado en la década
del 30. En ambas cámaras los legisladores ya no hicieron hincapié en las debilidades mentales o
físicas de las mujeres (especialmente su falta de musculatura) o en sus deficiencias
educacionales, sino que, muy por el contrario, recalcaron sus contribuciones, su participación
en la fuerza de trabajo y su presencia en los momentos importantes de la historia argentina”
Barry Carolina (2011) Eva Perón y la organización política de las mujeres. UdeSA. Selección de
la cátedra. https://www.udesa.edu.ar/sites/default/files/paperbarry.pdf
“Durante la campaña electoral de 1946 que llevó a Perón a la primera presidencia de la Nación,
el tema del voto femenino no encabezó las prioridades de la agenda electoral, aunque fue
incorporado en los programas de los sectores principales que apoyaron a Perón. Mientras
tanto, comenzó a cobrar visibilidad, aunque tímidamente, una nueva figura en la escena
política: Evita, en un proceso lento que la transformaría en el personaje político más
importante de la Argentina peronista, después de Perón.
El 8 de febrero de 1946 el CUF organizó, junto con otras entidades, una gran convocatoria
femenina en el estadio Luna Park para proclamar la fórmula presidencial Perón - Quijano, a la
que asistieron unas 25.000 mujeres que aclamaban vivamente a Perón.
Cuando Perón asumió la presidencia, el sufragio femenino formó parte del conjunto de leyes
del Plan de Gobierno A partir de ese momento el gobierno peronista inició una fuerte campaña
que tuvo en Eva Perón su portavoz privilegiada. El voto femenino era un tema social y
políticamente aceptado por la mayor parte de la dirigencia nacional, y difícilmente encontraría
obstáculos para su implantación, salvo algunas excepciones, tal como queda demostrado en los
debates parlamentarios. Sin embargo, la campaña a favor del voto femenino fue una de las
aristas en que se apoyó Eva Perón para la construcción de su todavía incipiente liderazgo.
María Eva Duarte de Perón, en su novedoso papel de Primera Dama y fidelísima colaboradora
de su marido, comenzó a introducirse en el ambiente político. Si bien su influencia no era aun
lo que supo ser años más tarde, su poder iba acrecentándose día a día.
La campaña a favor del sufragio femenino comenzó en enero de 1947 con una serie de
discursos que pronunció Eva Perón y que fueron transmitidos por la Radio del 3 La Época
(Buenos Aires), 15 de enero de 1946. A medida que transcurrían los meses, éstos fueron
aumentando en intensidad y presión. Los discursos de Evita la convirtieron en la portavoz de un
movimiento de mujeres cuyo origen social era muy diferente al de las primeras feministas. Por
eso, cuando se colocó al frente de la campaña, capitalizó toda una historia de luchas
infructuosas de grupos feministas y sufragistas que desde hacía varias décadas atrás
presionaban sobre el Estado y ayudaban a mantener el tema sobre el tapete. Tanto en el
imaginario popular de peronistas como de antiperonistas ha quedado grabado que Eva Perón
otorgó el voto femenino, lo cual es cierto en parte, puesto que ella constituyó el último eslabón
de numerosas luchas de feministas y sufragistas que se gestaron desde el inicio de siglo XX.
Ella, también, se ocupó de señalarlo en La razón de mi vida, diciendo: “¿qué podía hacer yo,
humilde mujer del pueblo, allí donde otras mujeres más preparadas que yo, habían fracasado
rotundamente?… Lo primero que tuve que hacer en el movimiento femenino de mi Patria, fue
resolver el viejo problema de los derechos políticos de la mujer”. El 9 de septiembre de 1947 se
sancionó la Ley de Sufragio Femenino, que fue el primer paso en la incorporación formal de las
mujeres al ámbito político, aunque sería insuficiente decir que la incorporación se produjo a
partir de dicha ley. Con su sanción, las mujeres obtuvieron los mismos derechos y deberes
cívicos que la reforma electoral de 1912 había garantizado sólo a los varones, es decir, la
obligatoriedad de votar en las elecciones a partir de los 18 años y el derecho a ser candidatos a
puestos electivos.
No era la primera vez que se trataba un proyecto de ley de sufragio femenino en el Parlamento.
Entre 1919 y 1942 se presentaron más de una decena de proyectos, pero ninguno llegó a buen
puerto. El debate parlamentario de la ley 13.010 tuvo ribetes diferentes a los planteados en la
década del 30 ‘En ambas cámaras los legisladores ya no hacían hincapié en las debilidades
mentales o físicas de las mujeres (especialmente su falta de musculatura) o en sus deficiencias
educacionales, sino que, muy por el contrario, recalcaban sus contribuciones, su participación
en la fuerza de trabajo y su presencia en los momentos importantes de la historia argentina’
(Navarro) Amén de ser un tema ampliamente consensuado por el cuerpo legislativo, la presión
ejercida por Eva Perón produjo también su efecto. Al día siguiente de la sanción, Democracia
publicó un mensaje suyo en el que señalaba que la promesa del líder se había cumplido:
“Nuestra voz ha sido escuchada. Gracias a la revolución y a nuestro líder se han reconocido al
fin los derechos políticos que durante tanto tiempo nos fueran negados. Ahora podemos votar.
Mujeres compatriotas, amigas mías, ¡sepamos también votar!”. Con esas palabras, Eva Perón
inauguraba la segunda etapa de la incorporación de las mujeres a la política. A esta altura de
las circunstancias, ella era una figura tangencial dentro del poder peronista y fuera de la
estructura formal del gobierno. Si bien ya había comenzado su programa de ayuda social,
faltaba aún un año para que la Fundación Eva Perón, el más formidable organismo benefactor
creado por el peronismo al margen de las estructuras formales del Estado, fuese organizada
formalmente.
Sin embargo, Eva no estaba sola en esta “cruzada”. Numerosas mujeres se congregaron en
distintas instancias organizativas y se hicieron eco de la campaña a favor del sufragio femenino,
y también de la incipiente obra de ayuda social encarada por Evita. Mientras aumentaba su
presencia pública y su liderazgo, se hacía más notable también la aparición en escena de las
mujeres, primero de forma inorgánica y luego organizándose en centros cívicos femeninos que
paulatinamente se denominaron Evita, Eva Perón, María Eva Duarte de Perón. Su presencia
comenzó a notarse a partir de 1946, también de manera inorgánica al principio, y organizados
por Eva Perón después. A principios de 1947 hubo una segunda tanda de inauguraciones de
centros cívicos, pero propiciados ahora directamente por Evita, y mucho más activos. Estaban
presididos, en general, por alguna mujer del barrio que apoyaba vivamente a Perón o por las
esposas de los dirigentes políticos barriales. Algunos funcionaban dentro de los comités o
centros partidarios del peronismo y, la mayoría, en la casa de alguna vecina del barrio. Los
centros cívicos femeninos, a diferencia de las secciones o ramas femeninas, no tenían relación
alguna con la Junta Central del, por entonces, novel Partido Peronista, ni con ninguna facción
política. Se constituyeron con la única intención de “cooperar con la esposa de Perón en su
campaña de obra y justicia social”, asegurar los derechos políticos de la mujer y afiliar a las
simpatizantes. En 1948, por indicación de Evita, las llamadas “Agrupaciones Femeninas de Obra
Social María Eva Duarte de Perón” pasaron a denominarse “Centros Cívicos Femeninos María
Eva Duarte de Perón”. Todas las manifestaciones políticas surgidas desde fines de 1945,
organizadas o no, cimentaron de alguna manera un campo propicio para la creación del PPF, lo
que da cuenta de un clima de efervescencia política más o menos manifiesta. La sanción de la
ley de voto tuvo una significación especial para el peronismo: la coronación de Evita como la
propulsora indiscutida del ingreso de las mujeres en la política, situación que ayudó a construir
su liderazgo. La ley de voto fue fundacional para las mujeres, pero sobre todo para Evita, pues
ella se erigió como la intérprete indiscutida de un sector postergado hasta ese entonces. Si
Perón lo fue de los trabajadores, Evita lo sería de las mujeres. La ley era un paso formal, pero
no era suficiente para incorporar o crear espacios en los partidos políticos que incluyeran a las
mujeres. Esto llevó a desacuerdos por desinterés, incapacidad o ignorancia respecto de la
manera de implementar su inclusión partidaria, así como también produjo cierto temor acerca
de cuál sería el comportamiento electoral de la mitad de la población. Es decir, cómo
imbricarían en el nuevo esquema político y cuáles serían las vías que les permitiesen ejercer su
ciudadanía. Se produjo un quiebre en todas las fuerzas políticas que llevó a plantearse cuáles
serían los caminos adecuados para la inclusión. En este sentido el peronismo se colocó en la
palestra, y la situación fue diferente a la de otras fuerzas políticas, ya que posibilitó la
ampliación de sus bases de sustentación política al incluir a sectores sociales que antes no
habían sido incluidos”
“Conocedora de la burocracia y de las urgencias del pueblo que ella misma había padecido,
organizó la Fundación Eva Perón porque entendió que los trabajadores podían conseguir sus
avances sociales a través de la CGT, pero el resto del pueblo, los que estaban fuera del circuito
regular del trabajo – como niños, ancianos, mujeres jefas de hogar – debían tener otro ámbito
para canalizar sus pedidos. Y exigir sus derechos”
“La Fundación nació el 8 de julio de 1948, a través del decreto 20.564 firmado por Perón. […]
Su financiamiento inicial provino de un fondo instituido por el ministro de Hacienda Ramón
Cereijo, quién abrió una cuenta especial en el Banco Nación. El primer depósito fue un
donativo de 10.000 pesos de la propia Evita. Poco después el gobierno decretó que iría
directamente a la cuenta de la Fundación el aporte obligatorio proveniente de los descuentos
efectuados a todos los trabajadores del país por los feriados del 1 de mayo y el 17 de octubre.
A esto se sumaban los aportes, a veces voluntarios otras no tanto, de industriales y
empresarios.”
“A fines de 1948 el capital de la Fundación llegaba a 23 millones de pesos. […] Dice Cereijo ‘Yo
firmaba 35 mil cheques por año, por eso al morir la señora, ordené una verificación a fondo de
las finanzas y presentamos una memoria completa y al día. Así seguimos hasta septiembre de
1955, en que la Libertadora encontró un activo de 3.500 millones de pesos` El nuevo gobierno
no integró ese dinero a la caja de jubilaciones (como previa el estatuto de la Fundación en caso
de disolución) […] Señala Alicia Dujovne Ortíz: ‘Una dama católica, doña Adela Caprile que
formó parte de la comisión liquidadora de la Fundación, instaurada tras la caída del peronismo,
nos ha confesado haber sentido una expresión similar: ‘Nunca hubiera creído que se podía
reunir semejante cantidad de raquetas de tenis. Era un despilfarro y un delirio, pero no era un
robo. No se ha podido acusar a Evita de haberse quedado con un peso. Me gustaría poder decir
lo mismo de los que colaboraron conmigo en la liquidación del organismo’”
“La Fundación contó con expertos en el área sanitaria como prestigioso cirujano Ricardo
Finochietto. En su escuela de enfermeras regenteada por Teresa Fiora, se graduaban unas 1300
enfermeras por año, que cumplían funciones en todos los hospitales del país, reemplazando en
muchos casos a las tradicionales monjas samaritanas. […] La obra de la fundación fue
monumental: hogares de ancianos, pensiones a la vejez, barrios enteros con todos los
servicios, la ‘Ciudad infantil Amanda Allen’ y la Ciudad estudiantil en Capital, La República de
los niños de Gonnet, hogares para madres solteras, policlínicos, el tren sanitario que recorría el
país ofreciendo asistencia médica en los lugares más remotos, hogares de tránsito, colonias de
vacaciones, campañas intensivas de vacunación, etc.”
“Sus enemigos se indignaban cuándo veían la magnitud de sus logros y decían que la ayuda
social era demagógica y ‘excesiva’, partiendo del primitivo y mezquino concepto de que todo
aquello era demasiado para ‘esa gente acostumbrada a conformarse con poco’, por la que
sentían un indisimulable desprecio, que se iba tornando cada vez más recíproco.
Esa mentalidad egoísta y clasista se expresó claramente en el informe hecho por la comisión
que investigó a la Fundación después del derrocamiento de Perón en 1955. Allí se decía ‘Desde
el punto de vista material la atención de los menores era múltiple y casi suntuosa. Puede
decirse, incluso, que era excesiva, y nada ajustada a las normas de la sobriedad republicana
que convenía, precisamente, para la formación austera de los niños. Aves y pescado se incluían
en los variados menús diarios. Y en cuento al vestuario, los equipos mudables, renovados cada
seis meses, se destruían’ […] Evita, que los conocía muy bien, tenía en claro lo que estaba
haciendo y por qué lo hacía: ‘Yo no tengo ningún escrúpulo en hacer las obras que construye la
Fundación, incluso con lujo. Tal vez podría cumplir igualmente su misión con menor arte y
menos mármoles, pero yo pienso que, para reparar en el alma de los niños, de los ancianos y
de los humildes el siglo de humillaciones vividas, sometidos por un sistema sórdido y frío, es
necesario tener algo de mármoles y de lujo. Es decir, pasarse si se quiere un poquito al otro
extremo en beneficio del pueblo y de los humildes’”
Las primeras intervenciones claras del Estado dentro del campo de las políticas sociales
comienzan en nuestro país a partir de 1943. Los intentos anteriores se muestran como
esporádicos, mal organizados y con un bajo nivel de impacto real en las necesidades de
la población. La Política Social empezará a dar un nuevo sentido a las instituciones de
salud, acción social o educación, incorporando nuevas modalidades de intervención y
generando una nueva simbolización de éstas, que aún hoy permanece en el imaginario
colectivo. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, el Estado asume un papel de
mediador entre el capital y el trabajo, ordenando esa relación y por otro lado gestando lo
que más tarde será denominado como Derechos del Trabajador. El Estatuto del Peón es
uno de los antecedentes más destacados. La puesta en marcha de una clara demarcación
de la jornada de trabajo en los convenios que se van elaborando, la extensión del sueldo
anual complementario, la jubilación, gestión de Juan D. Perón al frente de esa
Secretaría. Años mas tarde, los Derechos del Trabajador se incluirán dentro de los
Derechos Sociales y tendrán forma constitucional (1949). Esas primeras medidas
novedosas para le época son a su vez un anuncio de las 309 leyes laborales y 109 de
seguridad social dictadas entre 1945 y 1955. Por otra parte, debido a una marcada
política proteccionista en la economía sumada a favorables factores externos, entre 1943
y 1947 se llegó a la ocupación plena, pasándose de 846.111 obreros ocupados en 1943 a
1.553.309 en 1947. El mismo crecimiento se da en la sindicalización de los
trabajadores, que pasan de 80.000 a la agremiación casi total en 1947. A su vez, el
salario obrero se incrementó entre 1943 y 1947 un 99.8%.
A partir de 1946, el Dr. Ramón Carrillo, ya a cargo del recientemente creado Ministerio
de Salud, llevará adelante políticas sanitarias que en principio buscaban extender la
cobertura de salud a prácticamente todo el país. Pero la elaboración y aplicación de
éstas son definidas por Carrillo como subsidiarias de la Política Social: "Los problemas
de la medicina como rama del Estado no podrán ser nunca resueltos si la política
sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede
existir una política sin una economía organizada en beneficio de la mayoría, tampoco
puede existir una medicina destinada a la protección de la colectividad sin una política
social bien sistematizada para evitar el hambre, el pauperismo y la desocupación. De
qué le sirve a la medicina resolver los problemas de un individuo enfermo, si
simultáneamente se producen centenares de casos similares por falta de alimentos, por
viviendas antihigiénicas, que a veces son cuevas, por salarios insuficientes que no
permiten subvenir debidamente las necesidades".
Desde una perspectiva eficientista, hoy se podría decir que los gastos eran innecesarios
o excesivos. Diseñar un Policlínico como el Eva Perón, incorporarle una sala de
cinematógrafo para los pacientes internados, gastar dinero en la decoración de las salas
de internación, incrementar el personal, etc., o sin ir más lejos, los ejemplos de
instituciones que ya mencionamos, nos marcan de alguna manera la relación Politica
Social-Subjetividad. Porque es en estos detalles, digamos más ligados a la cotidianidad,
desde donde se construyó una Acción Social que impactó en forma relevante en la
subjetividad. Las Políticas Sociales del Gobierno Peronista no sólo coadyuvaron para
lograr indicadores sanitarios o sociales importantes, sino que transformaron la vida
cotidiana. Es decir, estructuraron un modelo de país atravesado por la idea de Justicia
Social. Esta nos plantea tal vez una nueva forma de relación con el Estado, donde una
necesidad se transforma en un derecho social no cumplido. Hasta ese momento, las
necesidades estaban fuera del lugar de lo legal, del "derecho" y eran cubiertas por la
filantropía, la caridad y el asistencialismo. En el caso de la Asistencia Legitimada, tanto
las necesidades como los derechos se mantuvieron fuertemente en ese espacio definido
como legal y ratificado desde la Constitución cuando ya estaban en marcha y no en
forma declamativa. Las prácticas, de esta forma, funcionaban como articulantes entre
los derechos sociales y la política social. Ahora bien, si nos ubicamos en el plano de lo
formal, la capacitación de los asistentes sociales, como así también de otras prácticas, se
encontraba alejada de esa perspectiva, con influencia (en el caso de la asistencia social)
de las escuelas Belgas, Francesas y el Social Work de los EEUU, (originado en la
década de los 40). Desde esta perspectiva, la formación de los asistentes sociales pasaba
por la detección de problemas y el armado de estrategias de socialización o
resocialización, desde una mirada más microsocial y vinculada a la idea de sociopatía.
Si analizamos este proceso, veríamos que desde las ideas, si se quiere "académicas" de
la época, se planteaba a la pobreza como asociada a la "desviación social". Pero, ¿eran
las prácticas los únicos articulantes? Tal vez podríamos responder en forma afirmativa si
analizamos esto desde un plano únicamente técnico, ahora, desde una lectura centrada
en las nuevas relaciones de la cotidianidad, las nuevas formas organizativas, la
movilización y el nuevo impacto simbólico del Estado (asociado a la soberanía nacional
y a la independencia económica como camino hacia el bienestar) genera un nuevo
lenguaje, si se quiere institucional, que va a impactar en el imaginario social.
Posiblemente por este camino podamos hallar la ratificación de la relación Política
Social-Subjetividad. Por otro lado, tal vez el fuerte impacto de este tipo de Política
Social está asociado a correr a la Acción Social del lugar de la asociación
pobreza-desviación. De esta forma, la pobreza no se penalizaba al universalizarse las
acciones. Mientras que se valorizaba la cotidianidad cultural de los desposeídos, no se
ponía el acento en cambiar el ethos popular, solamente se hacía hincapié en la cuestión
de la dignidad. Pero tampoco se trataba del modelo jurídico de la soberanía al estilo de
los enunciados contractualistas, si bien los sujetos eran entendidos desde una
perspectiva de derecho natural -en este caso de derecho social- no era la ley la
manifestación fundamental del poder. La manifestación del poder se expresaba en
términos de cotidianidad. Siguiendo a Focault en "Genealogía del Racismo", podríamos
plantearnos que estas nuevas relaciones dentro del Estado Social Argentino
determinaban los elementos por donde los extremos del contrato se debían mover,
dándole nuevos sentidos, generando nuevos entrecruzamientos, teniendo ellos múltiples
conformaciones en las que prevalece una revalorización del ethos popular en términos
de dignidad-acción social. Es en este punto, digamos intermedio, donde el sujeto se
resignifica y se funde en lo colectivo; donde quizás podamos hallar una idea de
Comunidad, donde los nuevos juegos y significaciones van avanzando y dejando de
lado los conceptos de Sociedad, Contrato e Individuo. La Comunidad reemplaza a la
Sociedad, es en este punto transitorio de inflexión y lucha donde pueden aparecer los
conflictos, que más tarde se llamaron de oposición entre el "país formal" y el "país real"
o, en la historia, la puja entre civilización y barbarie. Ese sujeto no aparece creado a
través del contrato o el derecho natural, sus nuevos derechos sociales son producto de
una irrupción inesperada y conflictiva en la historia, pero continuará en el medio del
conflicto reafirmándose o desvaneciéndose en la medida que las condiciones de la lucha
le sean favorables o adversas. Su condición será asimétrica, por fuera de verdades
universales o del derecho general. Es desde las relaciones de poder donde podemos
analizar esta irrupción de nuevos sujetos en la historia. Considerando que los derechos
enunciados en la Constitución de 1949 son producto de una puja permanente y no de la
finalización de la construcción de un estado de derecho social. Ese sujeto se moviliza,
litiga, apoya, y básicamente se posiciona en forma diferente dentro de la sociedad, de
ahí que esos derechos no sean estáticos, fijos o firmes. Es la Comunidad la que aparece
como reaseguro posible de un desarrollo favorable en la lucha. Pero esa idea de
Comunidad, enunciada por el peronismo, no es algo fundado dentro de la ley, sino que
como la Justicia Social es algo a conseguir, a través de la lucha de la puja entre intereses
opuestos o a veces aliados. De ahí la figura de la asimetría, de la posibilidad de analizar
las relaciones de poder en términos de relaciones fuerza y no desde el esquema jurídico
de la soberanía. La política laboral iniciada desde la Secretaría de Trabajo y Previsión
Social en 1943, impactó desde lo formal, pero a su vez desde la generación de nuevas
formas de litigar, organizarse y obtener fuerzas desde el sector del trabajo, ahí las
nuevas relaciones de poder que se construyen. La referencia a la dignidad y los derechos
sociales que plantea la práctica de la Fundación Eva Perón, hablaría enunciativamente
de "derecho natural", pero en definitiva es un llamado al litigio, justamente dentro de las
relaciones de poder. Ahora esa lucha se presenta nuevamente como un camino hacia la
idea de "comunidad organizada". Pero, tengamos en cuenta que esta misma es un nuevo
enunciado, una situación de Justicia Social a conseguir, una nueva sociedad, una nueva
conformación social. Si intentamos pensar el poder en términos de relaciones de fuerza,
podríamos visualizar la conformación de estos nuevos sentidos. Es desde ese juego que
se va construyendo una nueva subjetividad, que delimita los diferentes espacios de la
lucha, territorializando a los oponentes, construyendo nuevas representaciones. Si
dejamos de lado la posibilidad de analizar y estudiar al poder desde su localización
central, podemos ver cómo en este período que estamos analizando, aparecen en la
sociedad argentina nuevas manifestaciones del poder y que éstas se relacionan con la
vida cotidiana, la movilización y el Estado Social. Esto no quiere decir que nuevos
actores poseen poder, sino que éste se ejerce dentro de relaciones que cambian de
sentido y que éstas tienen conformaciones desiguales que torcerán la realidad hacia uno
u otro lado. Es quizás en la oposición entre necesidades y derechos donde se recrean los
espacios de la lucha y de nuevas relaciones de poder. Siendo la relación la que
determina los elementos entre los cuales se mueve. Y es justamente esa relación la que
conforma nuevos sujetos que posteriormente pueden ser enunciados en términos de
derecho. En definitiva, estos procesos son los que fueron construyendo una nueva
subjetividad, relacionada con el Estado Social, pero fundamentalmente con esas luchas
en cada institución, en cada conflicto, en cada movilización, pero direccionada hacia la
idea de Justicia Social.
Conclusiones
Hemos tratado de sistematizar las formas de la acción social y en parte, la vinculación
de éstas con el Trabajo Social, en un período de nuestra historia. Las fuertes
impresiones de este modelo de acción social en los sectores populares, nos llevaron a la
necesidad de reflexionar sobre éstas, intentando algunas explicaciones, generando
nuevas preguntas. Podríamos plantearnos si la adhesión de importantes sectores de la
población al peronismo se debe sólo a la existencia de un Estado asistencialista que
otorgaba derechos y daba beneficios, o a una nueva conformación de la Argentina, que
implicó nuevas relaciones de poder. Entendemos que estas expresiones del Estado
Social Argentino, contextualizadas en un período de importante participación política,
sirvieron para generar nuevos espacios de poder, para inaugurarlos, para abrir nuevas
expresiones de litigio, de confrontación. A su vez, el Estado queda ligado a la nación,
dentro de un proyecto concreto que le hace retomar sentido o refundarlo, ahora desde
una nueva construcción donde las instituciones comienzan a cargarse de proyectos,
comienzan a hablar un nuevo lenguaje que las articula en forma diferente con toda la
sociedad. Nuevas significaciones, nuevos espacios de poder, nuevas formas de lucha,
conllevan a una nueva subjetividad. No nos interesó en este trabajo enumerar acciones,
logros o realizaciones, éstas están aún impresas en la memoria colectiva. Nuestro interés
fue tratar de analizar este período en relación a su significación en la trama social, como
fundamentalmente generador de sentidos, que hoy se mantienen presentes. Por otro
lado, el Trabajo Social debe una investigación sistemática de este período tan discutido
de nuestra historia. Tal vez este trabajo sirva como aporte a nuevas discusiones y
reflexiones.