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El documento proporciona información sobre el peronismo y Eva Perón. Resume que el peronismo fue un movimiento político de masas en Argentina liderado por Juan Perón en la década de 1940. Describe que Eva Perón se convirtió en una figura popular e influyente como esposa de Perón, desarrollando trabajos sociales y políticos, pero renunció a postularse como vicepresidenta en 1951 por razones personales.
El documento proporciona información sobre el peronismo y Eva Perón. Resume que el peronismo fue un movimiento político de masas en Argentina liderado por Juan Perón en la década de 1940. Describe que Eva Perón se convirtió en una figura popular e influyente como esposa de Perón, desarrollando trabajos sociales y políticos, pero renunció a postularse como vicepresidenta en 1951 por razones personales.
El documento proporciona información sobre el peronismo y Eva Perón. Resume que el peronismo fue un movimiento político de masas en Argentina liderado por Juan Perón en la década de 1940. Describe que Eva Perón se convirtió en una figura popular e influyente como esposa de Perón, desarrollando trabajos sociales y políticos, pero renunció a postularse como vicepresidenta en 1951 por razones personales.
El Movimiento Nacional Justicialista o Peronismo es un
movimiento de masas argentino creado alrededor de la figura de Juan Domingo Perón que desde mediados de la década de 1940 es un protagonista importante en el país. El nombre formal del partido fue el de Partido Peronista y, posteriormente, Partido Justicialista.
¿Quien fue Maria Eva Duarte?
María Eva Duarte nació en el pueblo de Los Toldos,
provincia de Buenos Aires, el 7 de mayo de 1919. Ella, su madre Juana Ibarguren, y sus cuatro hermanos formaban la familia irregular de Juan Duarte, quien falleció cuando Evita tenía seis o siete años.
En esa época, se trasladaron a la ciudad de Junín, donde
Eva permaneció hasta 1935.Se sentía asfixiada por el ambiente pueblerino y entonces, con tan sólo 15 años, decide mudarse a Buenos Aires buscando convertirse en actriz. Sola, sin recursos ni educación, se enfrenta con un mundo hostil y duro, cuyas reglas desconoce. Pero triunfa: llega a ser actriz de cierto nombre, a salir en tapas de revistas y a encabezar un programa de radio muy escuchado. Evita, como el pueblo la bautizó, fue una figura que rompió todos los precedentes históricos y definió una modalidad política nunca vista hasta entonces. Durante el breve período de su actuación, al lado de Perón, fue el centro de un creciente poder y se convirtió en el alma del movimiento peronista, en su esencia y en su voz. Adorada y a la vez odiada por millones de argentinos, lo que jamás provocó fue la indiferencia.
Sin embargo, su destino era otro. En enero de 1944, María
Eva Duarte conoce al coronel Juan Domingo Perón en un festival que la comunidad artística realizaba en beneficio de las víctimas de un terremoto que había destruido la ciudad andina de San Juan pocos días antes. En el mes siguiente, ya vivían juntos y dos años más tarde regularizaron la relación, contrayendo matrimonio en una ceremonia íntima y que no trasciende al público. En febrero de 1946, tras una campaña electoral en que la presencia de Evita fue marcante, Perón es electo presidente de la Argentina.
La oposición le trasladó a ella la antipatía y el rechazo que
sentían por Perón. El ascenso vertiginoso de “esa mujer” de orígenes humildes, pasado dudoso y de tan sólo 27 años fue para muchos argentinos un motivo más de repudio.
En su rol de primera dama, Eva Perón desarrolló un
trabajo intenso, tanto en el aspecto político como en el social. En cuanto a la política, trabajó intensamente para obtener el voto femenino y fue organizadora y fundadora de la rama femenina del peronismo. Esta organización se formó reclutando mujeres de distintas extracciones sociales por todo el país. En el aspecto social, su trabajo se desarrolló en la Fundación Eva Perón, mantenida por donaciones de empresarios y de los propios trabajadores. Creó hospitales, hogares para ancianos y madres solteras, dos policlínicos, escuelas e incluso una Ciudad Infantil. Durante el año, brindaba asistencia a los necesitados y organizaba torneos deportivos infantiles y juveniles.
El otro bastión, y tal vez eje principal de su popularidad,
fue constituido en torno a los sindicalistas y a su facilidad y carisma para conectarse con las masas trabajadoras, a quienes les llamaba sus “descamisados”.
Eva Perón falleció el 26 de julio de 1952, con tan sólo 33
años y sin dejar hijos, por ocasión de un cáncer de útero. El dolor popular no la abandonó en un velatorio que duró más de 15 días, y no la abandonaría jamás. En el imaginario popular, Evita se convirtió para muchos en una especie de santa patrona.
El voto a la mujer -Discurso Evita-
A mediados del siglo XX, por primera vez en la historia
del país, las mujeres argentinas pudieron depositar su voto en las urnas. Era 11 de noviembre de 1951. Entonces, lograba la reelección Juan Domingo Perón. El voto femenino era un reclamo histórico de los movimientos feministas, que exigían la igualdad de derechos, deberes y oportunidades entre las mujeres y los hombres. Nueva Zelanda, Australia, Noruega, Uruguay y Rusia, entre muchos otros países, lo habían aprobado a fines de la Primer Guerra Mundial. En Argentina, con excepción de la breve experiencia sanjuanina de 1927, se seguía demorando. Varios proyectos legislativos de los socialistas dormían en las cámaras parlamentarias cuando, durante la campaña presidencial de 1946, el Partido Laborista, que presentaba a Perón como candidato a presidente, prometió su aprobación. En agosto de aquel año, el Senado dio media sanción al proyecto. Pero la polémica se encendió en Diputados, que recién lo aprobó el 9 de septiembre de 1947. Entonces, la única disidencia real provenía de algunos sectores conservadores, pero en la Cámara baja fue aprobado finalmente por unanimidad en general. La ley llevó el número 13.010, estableciendo que“las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos…”. El 23 de septiembre, Perón y su ministro Ángel Borlenghi firmaron el decreto de promulgación; cuatro años más tarde, las mujeres votaban por primera vez.
“Mujeres de mi patria: recibo en este instante de
manos del gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo entre vosotras con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas, sintiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria. Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas. Por eso hay en ella crispación de indignación, sombra de ataques amenazadores pero también alegre despertar de auroras triunfales. Y eso último se traduce en la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional.”
El renuncio de evita
No se habían cumplido cinco años desde que había asumido Juan
Perón la presidencia de la república, aquel 4 de junio de 1946, cuando comenzó a gestarse una inédita movilización popular para pelear el cargo de la vicepresidencia del próximo período, descontando un segundo mandato de Perón. Los que de inmediato se movilizaron con mayor ímpetu, ya hacia febrero de 1951, cuando todavía faltaban nueve meses para las elecciones presidenciales, fueron los sindicatos. La CGT hizo un planteo oficial a Perón para proclamar la candidatura de Evita a la vicepresidencia de la nación: la fórmula buscada era nada menos que Perón-Perón. El Partido Peronista Femenino (las mujeres votarían por primera vez en la historia del país) y centenares de agrupaciones políticas se sumaron al pedido cegetista. La respuesta –evasiva, por cierto- fue que era muy temprano para anuncios oficiales, por lo que se llamó a esperar hasta último momento para las proclamaciones. El 22 agosto, recién conocida la fórmula radical competidora, sería el gran día. Centenares de miles de personas se congregaron en el Ministerio de Obras Públicas, frente de un balcón ministerial del cual colgaba un cartel que rezaba: “Juan Domingo Perón-Eva Perón – 1952-1958, la fórmula de la patria”. Finalmente, Eva salió al balcón y habló ante la multitud, pero lejos de confirmar lo que todos buscaban escuchar, pidió algunos días para decidir una cuestión tan importante. En verdad, los recelos de importantes sectores de la alianza gobernante –entre ellas nada menos que las Fuerzas Armadas-, coincidían con Perón en que aquella fórmula no era la mejor opción para gobernar por aquellos años. A pesar de horas de vigilia, los millares de movilizados no volvieron a escuchar a Evita aquel día, ni la semana siguiente. Recién nueve días más tarde, el 31 de agosto de 1951, la mujer de los “descamisados”, por cadena nacional de radiodifusión, anunció su “irrevocable decisión”: renunciaba al honor que los trabajadores y el pueblo de su patria quisieron conferirle. Quien reemplazó su candidatura, por decisión de Perón, fue el viejo radical antipersonalista Hortensio Quijano, quien falleció a causa de un cáncer antes de asumir el cargo. Perón asumió su segundo mandato presidencial sin compañero de fórmula. -Discurso-
“Ya en aquella misma tarde maravillosa que nunca
olvidarán ni mis ojos y mi corazón yo advertí que no habría cambiado mi puesto de lucha en el Movimiento Peronista por ningún otro puesto. Ahora quiero que el pueblo argentino conozca por mí misma las razones de mi renuncia indeclinable. En primer lugar declaro que esta determinación surge de lo más íntimo de mi conciencia y por eso es totalmente libre y tiene toda la fuerza de mi voluntad definitiva. Porque el 17 de Octubre formulé mi voto permanente, ante mi propia conciencia: ponerme íntegramente al servicio de los descamisados, que son los humildes y los trabajadores; tenía una deuda casi infinita que saldar con ellos. Yo creo haber hecho todo lo que estuvo en mis manos para cumplir con mi voto y mi deuda. No tenía entonces, ni tengo en estos momentos, más que una sola ambición, una sola y gran ambición personal: que de mí se diga, cuando se escriba el capítulo maravilloso que la historia dedicará seguramente a Perón, que hubo al lado de Perón una mujer que se dedicó a llevar al presidente las esperanzas del pueblo y que, a esa mujer, el pueblo la llamaba cariñosamente Evita.”