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LEONARDO CRUZ BOLÍVAR

12:
l. PRESENTACIÓN

A. LA DOGMÁTICA

Una interesante definición tratadista alemán Claus Roxin nos


en el estudio de este tema: "La dogmática jurídico penal es la disciplina que se
ocupa de la interpretación, sistematización y elaboración y desarrollo de las dis-
posiciones legales y opiniones de la doctrina científica en el campo derecho
penaP".
El ocuparse la dogmática del delito como objeto estudio ha generado un
avanzado desarrollo desde tiempo atrás, para estructurar lo que se conoce como
"la teoría del delito", que ha dado paso a la configuración de la estructura, presu-
puestos, clasificación y diferenciación del delito desde los fundamentos previstos
en la parte general del Código Penal.
La dogmática y la teoría del delito han originado variadas formas de enten-
der su objeto como sistema ordenado de conceptos, y para ello frecuentemente
han utilizado herramientas tomadas del pensamiento científico en los diversos
momentos.
Pero no podemos aproximarnos a la dogmática sin entender que ella se com-
prende y desarrolla a partir del método. De ahí que, más allá de estudiar las
estructuras o esquemas del delito, lo que se hará en adelante consistirá en anali-
zar las diferentes tendencias dogmáticas desde el método que utilizan para fun-
da-mentar sus conclusiones.

B. UBICACIÓN EN EL TEMA

El delito como construcción, como estructura lógica, organizada y sistemática ha


tenido diversas formas de aparición. Entre ellas sobresalen en su influencia sobre
el sistema colombiano tanto la tradición alemana como la italiana.
Ambas han inspirado la legislación colombiana en diferentes momentos his-
tóricos. Así ocurrió con el llamado "positivismo italiano" para el Código Penal de
1936, y con la marcada influencia que tuvo el "esquema del causalismo neoclásico
alemán" para la legislación de 1980.
Teniendo como referencia que a partir de los años 80 del siglo xx hasta la
actualidad predomina una construcción tendiente a seguir los fundamentos de la

Claus Roxin. Derecho penal. Parte general, Madrid, Civitas, 1997, p. 192.

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dogmática germana, se centrará la presente introducción al método dogmático


en lo que sido las bases de construcción de la sistemática del delito en el siglo
xx en Alemania, para perfilar en la medida de las posibilidades la ac-
que ella ejerce sobre la legislación colombiana y a fundamento se adscri-
be, si es que lo hace, el Código Penal de 2000.

Il. TRANSFORMACIÓN DEL MÉTODO DOGMÁTICO

A. EL POSITIVISMO O NATURALISMO

Este término designa un método, una forma de entender la ciencia que surgió
con posterioridad a la revolución industrial en Europa y que pretendió demos~
trar cómo sólo las ciencias físicas podían acceder a un grado de certeza, por enci-
ma de las llamadas ciencias sociales, de las que esta corriente de pensamiento incluso
trató de prescindir en la medida que quiso imponer a ellas una de sus bases con-
ceptuales, cual era el sistema inductivo experimental, en el que se parte de la
observación de fenómenos concretos para hacer surgir de ellos las premisas ge-
nerales o leyes.
Científicos como Augusto Comte, Emile Durkheim o Darwin fueron los
gestores de una verdadera revolución de la ciencia a finales del siglo XIX y co-
mienzos del xx en toda Europa, que creyó rendir a sus pies corrientes de la talla
del idealismo o la metafísica, para los primeros verdaderas entelequias que de-
bían ser superadas por el método "infalible" de las ciencias fisicas 2 •

I. EL POSITIVISMO EN EL DERECHO PENAL.


EL ESQUEMA CLÁSICO ALEMÁN

Desde luego este gran cambio no se hizo esperar para influir en la ciencia del
derecho en Alemania, y en general en toda Europa. El primer jurista que reclama
fundamentarse en ideas positivistas es para algunos Rudolph von Ihering3.
En la generación inmediatamente posterior un alumno de Ihering, el tam-
bién alemán Franz von Liszt, ya para finalizar el siglo xrx, inicia la construcción,
en compañía de otros tratadistas del derecho penal, con fundamento en la ideo-
logía positivista y su método inductivo, de un planteamiento del delito que per-

2 Cfr. Hans Welzel. Introducción a la jilosoffo del derecho. Derecho natural y justicia material, Madrid,
Civitas, 1979, p. I 92.
3 Cfr. Karl Larenz. Metodología de la ciencia del derecho, Barcelona, Ariel, 1994, p. 46.
del método 1 97

mitió su desarrollo como el lo manera sistemática,


organizada, llegando a premisas generales a las que se adaptaran las
posibilidades del
Desde esta perspectiva, la del a de las bases
positivismo fue la de organizarse, hacerse coherente por medio de construc-
ciones generales que un desarrollo del delito como entidad jurídica
de la norma escrita.
tener en cuenta que históricamente podemos nombrar varios
positivistas, como el ya mencionado von Liszt o Emst Beling, mas ello no
quiere decir necesariamente que ellos idénticas posturas y conclusiones
respecto del derecho penal, sino que su método, el inductivo experimental, esta-
ba presente en todos ellos.
Precisamente por la utilización de este método propio de las ciencias fisicas,
en las que la relación causa-efecto se tenía como base de cualquier construcción
científica, surge la denominación de "causalismo", pues para tal esquema el deli-
to descansa sobre una, para ellos, sólida base: la acción humana causante de un
fenómeno que modifica el mundo exterior de manera perceptible por los senti-
dos.
La aplicación del método inductivo al ordenamiento tuvo consecuencias
para la organización de los conceptos, y tales construcciones en verdad dieron al
delito una dimensión organizada, coherente, clasificada, que se fundamenta en
conceptos generales surgidos del análisis de la norma penal. Con base en dichos
planteamientos se llegó a la definición de la tipicidad como la objetiva descrip-
ción general y abstracta que el legislador hace de una conducta; la anti juridicidad,
elemento igualmente objetivo, comprendió la contradicción entre el hecho y el
ordenamiento; y la culpabilidad, único aspecto subjetivo, consistió en la relación
sicológica entre el hecho y el autor.
El positivismo, como sistema emprendedor de un método experimental
inductivo para el derecho penal, que tuviera sólo la norma jurídica como ele-
mento nuclear y dato empírico, finalmente sucumbió, pero ello no quiere decir
que su huella no sea perdurable en el derecho penal. Por el contrario, a partir de
dicho momento histórico se comenzó un camino que aún en la actualidad no
podemos decir que se ha terminado de recorrer.
Si bien no es prudente sostener de manera tajante que a partir del positivis-
mo nació la dogmática, sí resulta viable afirmar que el grado de elaboración de la

4 Jesús María Silva Sánchez. Aproximación al derecho penal contemporáneo, Barcelona, Bosch, 1992, p.
53.
Leonardo Cruz Bolívar

sistemática del positivismo5 llevó al derecho penal a un punto de que


marcó a los estudiosos del siglo xx y que perdura en el xx16, pues el positivismo
jurídico en la teoría del delito permitió que éste entendido como un
típico, antijurídico y culpable.

B. EL NEOKANTISMO O VALORATIVISMO

A pesar de las pretensiones de claridad, organización y universalidad de las cons-


trucciones positivistas, ellas fueron perdiendo su vigencia tan pronto como se
comenzó a desconfiar de lo infalible de la exactitud que supuestamente tenían las
ciencias fisicas o naturales. Ello, aproximadamente, para la tercera década del
siglo xx.
Principalmente en Alemania se retomó el camino de lo valorativo en el dere-
cho, bajo el método del neokantismo. Este término indica el regresar a las cons-
trucciones epistemológicas del filósofo alemán Inmanuel Kant, relegadas a un
segundo plano durante un largo tiempo ante el auge del método positivista. Di-
cha tendencia buscó regresar al contenido valorativo potencialmente existente en
el derecho7, aunque ello sin separarse del concepto de ley como dato fundamen-
tal que se concibiera en el positivismo, lo que para algunos constituyó un gran
error.
Sobre un marco legalista-formal y aun causal del delito se reconoce la vali-
dez de la valoración que sobre dicha "realidad formal" pueda hacer el intérprete,
reconociendo así el neokantismo lo importante de la valoración de los elementos
sociales, culturales e históricos que pueden tener relevancia para el mejor desa-
rrollo de la dogmática.
Se desarrollaron elementos normativos en la tipicidad, en mayor medida el
concepto de "anti juridicidad material", y la culpabilidad dejó de ser la simple
relación sicológica para entrar en el ámbito de la concepción llamada "normati-
va" de la culpabilidad, que se fundamenta en el ámbito de la valoración que se
hace de la conducta del autor.
Este cambio resulta no ser tan elemental como en un principio parece, pues
incluir los elementos valorativos en la dogmática implicó "abrir" el sistema de

5 Cfr. Carlos Santiago Nino. Introducción al análisis del derecho, Barcelona Ariel, 1994, p. 335.
6 Cfr. Miguel Polaino Navarrete. Derecho penal, Parte general, T. n, "Teoría jurídica del delito'', Bar-
celona, Bosch, 2000. En el mismo sentido, Hans-Heinrich Jescheck. Tratado de derecho penal,
Colmares-Granada, 1993, p. 181.
7 Este moYimiento se desarrolla desde la llamada "escuela sudoccidental alemana"; al respecto cfr.
Santiago Mir Puig. Introducción a las bases del derecho penal, Barcelona, Bosch, 1976, p. 233.
Ti·ansfarmacíón del método dogmátirn 199

interpretación, lo que esencial para el de la sis-


temática de la teoría del en razón de que más relieve a planteamientos
como el del bien jurídico, eje la antijuridicidad material, que según algunos
tratadistas contemporáneos es básico para el entendimiento lo que debe ser la
función derecho penal.
El problema que afrontó el neokantismo, más allá de otras consideraciones,
consistió en que se limitó a elementos valorativos en el delito, pero sin
especificar de forma contundente hacia dónde o desde qué perspectiva se hacía
esa valoración: si desde el jurídico, desde la constitución o los fines Esta-
do, o acaso desde la ética o la moral, o de la cultura, como se llegó a exponer con
base en un concepto bastante ambiguo.
Desde esta perspectiva la denominación con la que en ocasiones se conoce a
esta corriente, es decir, "relativismo", fue precisamente uno de sus principales
defectos, pues se repitió de modo insistente la importancia de valorar, pero no se
dijo en concreto nada convincente acerca de cómo, por qué y desde qué perspec-
tiva hacerlo.
A pesar de lo anterior, el método del neokantismo marcó la dogmática, so-
bre todo aquella que se impondría a partir de los años 70. Luego su aporte es
decisivo en las concepciones del derecho penal contemporáneo.

C. EL FINALISMO

Terminada la Segunda Guerra Mundial, el derecho penal busca justificarse más


allá de la simple norma positiva. Ello en reacción a los abusos que con ella se
conocieron dentro de la llamada "perspectiva totalizadora" o "irracionalismo",
protagonizado por el derecho penal nacionalsocialistas.
Era entonces de esperarse que el derecho penal alemán de la posguerra en-
contrara su "razón de ser" fuera de la ley como expresión del legislador; por ello
el finalismo, antes que construcción dogmática, es una especie de grito de inde-
pendencia respecto del positivismo y una apuesta a los conceptos prejurídicos.
Parte el finalismo de un planteamiento filosófico, pues así e.orno los posi-
tivistas le "apostaron" a Comte, Durkheim o Darwin, y los neoclásicos o
neokantianos se fundaron en Kant y la escuela sudoccidental alemana, Hans
Welzel, profesor de la Universidad de Bonn, comienza su construcción del delito

8 Cfr. Bernd Schunemann. El sistema moderno del derecho penal. Cuestiones fundamentales, Madrid,
Tecnos, p. 54, y Mir Puig. Introducción, cit., p. 256.
200 Leonardo Cruz Bolívar

basado en un método fenomenológico9 y una visión aristotélica del que


se considera por dicho tratadista como génesis del derecho naturaFº.
El legislador debe partir de una concepción -objetiva- de ser éste
es su límite infranqueable. Luego del entendimiento de dicho concepto depen-
derá el derecho, y en especial el derecho penal. En esa concepción el hombre es
libre, per se, naturalmente: luego el legislador no puede impedir este hecho o
variarlo, tiene que aceptarlo y acomodar la ley a ese orden natural.
De esta conceptualización, básicamente fenomenológica, como se ha dicho,
viene el concepto de "estructuras lógico objetivas", que son aquellos predicados
no susceptibles de modificación que permiten que se integre 11 la idea de hombre
para el derecho.
Este razonamiento hace surgir el desarrollo de la teoría de la acción final,
que ha sido tal vez el mayor aporte del finalismo, desde el punto de vista estruc-
tural, al derecho penal contemporáneo.
Se entendió la acción, estructura lógico-objetiva, como final. Ello quiere
decir que la acción en su naturaleza es necesariamente final. Si una manifesta-
ción corporal humana no es final, pues no es acción. Aquí se refleja toda la cons-
trucción de Welzel. El legislador tiene que partir del ser de la cosa sin modificarla,
y si la acción es final el legislador no puede considerarla de manera diferente.
Entonces llega el finalismo a la demostración de lo que considera la gran equivo-
cación del causalismo: considerar que la acción no es final sino, como ya se ha
expuesto, una simple modificación del mundo exterior.
Realizar toda esta readecuación de la acción cambió de contera el contenido
de la tipicidad, en algunos aspectos la antijuridicidad, y en gran medida la culpa-
bilidad, originando una estructura de la que no se separará ya el derecho por lo
menos en mucho tiempo.

D. EL TELEOLOGISMO O FUNCIONALISMO

I. EL FUNCIONALISMO MODERADO DE ROXIN

El teleologismo se origina con las tendencias del neokantismo de los años 30 y 40


del siglo xx: no es un movimiento de última generación 12 , como podría pensarse.

9 Cfr. en extenso, sobre el método fenomenológico y sus exponentes, dentro de los que se resalta a
Welzel, Larenz. lVIetodología, cit., p. 133.
ro Welzel. Introducción, cit., p. 253.
r r Silva Sánchez. Apro).'.imación, cit., p. 58
Transformación del método 20I

La tendencia teleologista adquiere mediados de años


60 del siglo xx cuando causalistas y finalistas sostenían una encendida polémica
en torno a cuál de estructuras era la más para el
penal.
dicha discusión algunos tratadistas, encabezados por el profesor de la
universidad de München Claus orientaron la discusión derecho penal
a una pregunta que, por más sencilla y que parezca, se había perdido
en la decadente rencilla entre causalistas y finalistas: dara qué sirve y qué fimción
cumple el derecho penal?
En efecto, por pensar demasiado en estructuras que conformaban el de-
lito, el derecho penal había perdido autodefinición y no se llegaba a cuestionar el
porqué y el para qué de la pena, así como tampoco la finalidad que el derecho
penal cumplía en el Estado 1 3.
Desde una perspectiva neokantiana, es decir valorativista y abierta, el siste-
ma teleológico pretende, sin mayores modificaciones estructurales, modificar cada
uno de los elementos del delito: tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad -esta
última se denomina responsabilidad-, en su contenido, para que se orienten en
sentido político-criminal. De tal manera, más que simples estructuras, deben ser
el reflejo de la justicia material que el Estado democrático quiere desarrollar. De
aquí surge la idea de funcionalismo, en la medida que todo el esquema del delito
gira en torno a una idea fundamental de la cual no puede separarse: la política
criminal del Estado, que emana de la Constitución Política y busca realizar los
fines de este. Ningún elemento de la teoría del delito en sus contenidos, defini-
ción o aplicación puede contrariar la política criminal, pues en tal caso sería asis-
temático.
En este planteamiento el bien jurídico tutelado -concepto ligado nece-
sariamente al de política criminal- ocupa un lugar decisivo y sobre él descansa
buena parte del sistema, al punto que a partir de éste organiza Roxin el concepto
de teoría de la imputación objetiva, que originó una gran discusión en torno a los
conceptos de causalidad e imputación en el derecho penal, y que en la estructrura
del delito planteada por dicho autor complementa el tipo objetivo.

12 !bid., p. 67, y Schunemann. El sistema moderno del derecho penal, cit., p. 19.
13 J\!lomento fundamental de este ataque a la forma tradicional de ver el derecho penal lo encontramos
en 1966 al liderar Claus Roxin el conocido proyecto alternativo que influyó sobre la reforma al
derecho penal de ese país. Al respecto, en extenso, cfr. Claus Roxin. Problemas básicos del derecho
penal, Madrid, Reus, 1976.
202 Leonardo Cruz Bolívar

De otro lado, un elemento que adquiere especial· en Roxin, aun-


que también lo tendrá para Günther Jakobs, es el binomio culpabilidad-preven-
ción. La culpabilidad, como máxima exigencia del Estado al ciudadano, sólo puede
entenderse y desarrollarse desde la función preventiva de la pena14, y para
efecto debe tenerse muy en claro cuál es la finalidad de la pena, que
criminalmente tiene el carácter de integradora preventiva.
síntesis, esta modalidad de funcionalismo pretende construir una teoría
del delito desde la política criminal, es decir, desde el uso democrático -o sea
constitucional-y racional del ius puniendi del Estado, sin que las estructuras dog-
máticas por sí mismas impidan el desarrollo real de las pretensiones de un dere-
cho penal acorde con los fines del Estado social y democrático de derecho. La
influencia de una visión como esta en la teoría del delito está dada en conceptos
como la imputación objetiva o la culpabilidad fundamentada en la necesidad de
pena.

2. EL FUNCIONALISMO RADICAL DE GÜNTHER JAKOBS

Criticado por muchos y aceptado por otros, tal vez menos los primeros, el polé-
mico Jakobs profesor de la Universidad de Bonn y discípulo de Hans Welzel,
desarrolla un esquema básicamente funcional de la teoría del delito, con el plan-
teamiento general de que el derecho penal tiene una función simbólica consis-
tente en mantener la vigencia de la norma penal, entendida esta vigencia no en
sentido formal sino social.
Cuando alguien realiza alguna de las conductas sancionadas por la ley penal
está haciendo una propuesta a la sociedad en cuanto a que, para el autor, la norma
no está vigente, defraudando así las expectativas sociales. La labor del derecho
penal está precisamente en aplicar la pena y demostrar que la norma, expresión
del querer de la sociedad, está vigente. En palabras de Jakobs, la norma queda
"estabilizada" para el conglomerado 1 5.
En tal perspectiva, la exigencia de la ley penal es "ser fiel al derecho" 1 6, en
otras palabras, un deber. Por ello, el derecho penal no debe girar en torno a la
protección de bienes jurídicos -como en buena parte ocurre en Roxin- sino en
relación con el incumplimiento de deberes.

14 Cfr. en extenso Claus Roxin. Culpabilidad y prevención en derecho penal, Ivladrid, Reus, 1980.
15 Cfr. Günther Jakobs. "Imputación jurídico-penal, desarrollo del sistema con base en condiciones
de vigencia de la norma", en Revista del Poder Judicial, Nº 49, 1998, pp. 288 y 289.
16 Cfr. Schunemann. El sistema moderno del derecho penal, cit., p. 70.
de! método dogmático 203

En armonía con lo Jakobs una absoluta


del derecho penal, lo que se traduce en la separación completa de conceptos
provenientes de del sistema jurídico. este autor con-
cepto según le sea útil para el derecho penal, así como no coincida con las
concepciones que en el resto del se tengan como verdaderas: es el caso de
acción, causalidad, imputación, responsabilidad, etc. Esto es reconocido como
llevar el neokantismo hasta su más elevada expresión, aunque a la
llamada teoría de los sistemas o teoría sistémica derecho penal.
de este derecho, dado que se fundamenta en una sociedad funcional
que asigna deberes de comportamiento, generado airadas críticas en contra
del planteamiento que se expone, tildándolo de "funcionalismo radical", que para
algunos es reaccionario 1 7. Incluso críticas de "grueso calibre" en materia de jus-
tificación del ius puniendi del Estado han llovido sobre Jakobs 18 .
Al entender el delito como violación de deber y plantear la absoluta
normativización del sistema de derecho penal puede Jakobs desarrollar una dog-
mática en la que sus elementos cambian su noción y varían de lo que hasta ahora
habían sido, originándose una concepción y un desarrollo muy particular, aun-
que ello en manera alguna quiera decir que se separe por completo de la dogmá-
tica contemporánea.
A pesar de las duras críticas que se erigen contra las tesis de Jakobs, y sin
entrar en la discusión referente a si los contradictores del llamado "funcionalismo
radical" tienen razones fundadas o no, este autor ha logrado un reconocido lugar
en la doctrina contemporánea junto a Roxin, quien pareciera tener más acepta-
ción en la doctrina en general, y principalmente en la de habla hispana.

III. ESTADO ACTUAL DE LA DISCUSIÓN DOGMÁTICA

Lo que se busca con unanimidad por los autores contemporáneos no es otra cosa
que configurar una dogmática que permita al derecho penal cumplir una función
concreta 1 9 sin que ello sea simple utilitarismo.
En la discusión actual no puede prescindirse del debate acerca de la misión
del derecho penal y de una armonización de la dogmática en relación con el
cumplimiento de tal objetivo. La argumentación, en estas condiciones, comienza

17 Cfr. Silva Sánchez. Aproximación, cit., p. 70.


18 Cfr. Muñoz Conde. Derecho penal y control social, Bogotá, Temis, 1999, pp. lO y ss.
19 Cfr. Carlos Pérez del Valle. "Las categorías dogmáticas en el funcionalismo penal", en Sentido y
contenidos del derecho penal en la civilización, Bogotá, Fiscalía General de la Nación, p. 309.
204 Leonardo Cruz Bolívar

por una definición de la teoría de la pena, pues ella es la consecuencia la


cación de la dogmática al ciudadano.
Luego si el derecho tiene una misión político criminal basada en la Consti-
tución, que se traduce en la protección de bienes jurídicos, la dogmática se aco-
modará a ella y desarrollará sus principios 20 ; o, si acaso el primero sirve para la
estabilización de la norma como expresión social, allí igualmente se desarrollará
una dogmática que dé dinámica a este postulado 21 •
Entonces la dogmática se ve a sí misma, en la actualidad, como instrumento
de lo que se quiere que sta el derecho penal. En este punto se centran las más
agudas polémicas acerca de la dogmática, buscando además organizar los concep-
tos de la teoría del delito en cuanto puedan proyectarse para lograr su objetivo 22 .

IV. LA TRANSFORMACIÓN DOGMÁTICA


Y EL DERECHO PENAL COLOMBIANO

Luego de expedido el Código de 1936, que siguió de cerca los planteamientos del
positivismo italiano en Colombia, se llevaron a cabo los proyectos de Código
Penal de 1974 y 1976, y finalmente el de 1978 se convirtió en ley de la república
en 1980.

A. EL CÓDIGO DE 1980

Esta normatividad fue dogmáticamente organizada y coherente, adoptando en


términos generales el concepto del causalismo valorativo. A dicha conclusión se
llega analizando algunos de sus preceptos fundamentales.

I. LA TIPICIDAD

El Código de 1980 incluyó los elementos normativos y subjetivos del injusto, que
apuntan a un esquema de valoración en el tipo.
A pesar de ello, el tipo es auténticamente causal al excluirse la posibilidad
de que dolo y culpa sean elementos del tipo subjetivo, aunque algunos doctrinantes
desarrollaron otros esquemas 2 3.

20 Cfr. Roxin. Derecho penal, cit., p. 5i.


21 !bid., nota 14.
22 Cfr. Jesús María Silva Sánchez. Política criminal y nuevo derecho penal, Barcelona, Bosch, 1997,
p. 17.
del método dogmáticn 205

2. LA ANTIJURIDICIDAD

El código, como la "antijuridicidad material" en su


articulo 4 °, desarrollando así un postulado muy al esquema
o neoclásico

3'- LA CULPABILIDAD

Así mismo, el estatuto proscribe toda forma de responsabilidad objetiva en su


artículo 5º. Incluye el dolo y la culpa dentro de sus "formas" en el artículo
acoge así una culpabildad cercana a la teoría normativa, exhibiendo algunas in-
coherencias en la parte negativa de esta categoría del delito, al regular de manera
confusa la teoría del error 2 4.

B. LA PERSPECTIVA DOGMÁTICA DE LA LEY 599 DE 2000

En la exposición de motivos del Código Penal por parte de la Fiscalía se sostuvo:

Con este proyecto se logrará la consecución de una política criminal coherente,


que parte de una realidad social y que permite la interpretación a través de la
normatividad constitucional, lo que proporciona una adaptabilidad permanen-
te a los cambios de nuestra sociedad [ ... ]Por esa razón, el proyecto que hoy se
presenta, nos va a permitir contar, en un futuro próximo, con un verdadero
sistema penal congruente con un Estado social de derecho 2 5.

Al margen de si la altruista pretensión del Código Penal se llega a cumplir, se


denota en la manifestación de los autores del proyecto que se busca tener un
derecho penal acorde con fines determinados. Unido a ello se observa, en la mis-
ma exposición, una referencia expresa a la política criminal del Estado, lo que nos
lleva a pensar que existe una marcada tendencia del Código a seguir un método
teleológico funcional, en donde la idea fundamental sobre la que gira la dogmá-
tica está contenida en los principios fundamentales de la Carta.

23 Cfr. Juan Fernandez Carrasquilla. Derecho penal fundamental, Bogotá, Temis, 1989; Fernando
Velásquez Velásquez. Derecho pena!. Parte general, Bogotá, Temis, 2000.
24 Fernando Velásquez Velásquez. La problemática de! error en la doctrina y jurisprudencia actuales,
Bogotá, Nuevo Foro Penal yTemis, 1984, p. 187.
25 Proyecto de ley por la cual se expide el Código Penal, Bogotá, Fiscalía General de la Nación, p. l l.
206 Leonardo Cruz Bolívar

Y ello pese a que en el proyecto del Código Penal se sostuvo:

Se orientó el proyecto, principalmente, por no encasillar la normatividad en


alguna corriente dogmática en especial. Reflejo de ello es la no división en capí-
tulos y utilización de expresiones constitutivas de camisas de fuerza. La idea
general es que la jurisprudencia y doctrina flexiblemente la adecua-
ción de la interpretación a la evolución de modernas corrientes 26 .

Lo anterior no obsta para que se puede identificar en la Ley 599 un deseo


de dotar de sentido y orientación a la dogmática desde la norma fundamental,
además de tratar el legislador constantemente de acomodar diferentes elementos
de la teoría del delito a pronunciamientos de la Corte Constitucional.
Se trata pues de una legislación con orientación a los fines del derecho penal
que son dados por la Constitución, valorativista, en la medida que pretende te-
ner un sistema relativamente abierto en donde conceptos amplios como los de
bien jurídico o política criminal deben ser utilizados y definidos con alguna inde-
pendencia por el intérprete, quedando siempre como correctivo, y de ahí la pers-
pectiva funcional que puede tener el estatuto, que ninguna intepretación pueda
ir mas allá o en contra de algún principio constitucional, ya que ello implicaría
salirse del "sistema".
Tal vez en la cita inmediatamente anterior de la exposición de motivos se
quiso significar el hecho de no comprometer el Código en una estructura del delito
específica, hecho que también puede ser objeto de serias discusiones; pero que,
dado el objeto de este análisis, no es menester entrar a estudiar en detalle.

26 !bid., p. 20.

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