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El alcohol, cualquier tipo de alcohol, incluso el que contiene la cerveza o el vino como
aperitivo, es cancerígeno y cada trago aumenta el riesgo de cáncer de mama en las
mujeres. ¿Como? Probablemente actuando a través de varios mecanismos: el acetaldehído
puede causar daños en el ADN y en las proteínas que regulan el funcionamiento de
nuestras células; las especies reactivas del oxígeno (moléculas altamente reactivas que se
generan en la transformación del etanol en ácido acético) dañan el ADN, las proteínas y los
lípidos, oxidándolos; y el consumo de alcohol aumenta los niveles de estrógeno circulante,
aumentando el riesgo de cáncer de mama. No es casualidad que ya en 1988, la Agencia
Internacional para la Investigación del Cáncer y la Organización Mundial de la Salud
incluyeran al etanol en la lista de cancerígenos de primer nivel, es cancerígeno es decir,
aquellas sustancias, como por ejemplo el amianto o el benceno, para las cuales la
correlación entre la sustancia y la inducción de tumores en el ser humano es cierta.
Si todo esto no fuera suficiente para desincentivar el consumo de alcohol con fines lúdicos,
no hay que olvidar los efectos del consumo moderado de etanol sobre el cerebro. Solo para
citar un trabajo reciente publicado en la revista Nature Communications, los investigadores
han demostrado de manera muy sólida que las personas que beben uno o dos vasos de
bebidas alcohólicas al día tienen un volumen cerebral más pequeño y tienen alteraciones
estructurales visibles en comparación con quienes nunca beben. Entonces, incluso el
consumo moderado daña el cerebro, no solo el abuso.
En conclusión, lo que podemos decir es que, cuando hablamos de alcohol, no existe una
dosis que pueda definirse como segura. Por supuesto, beber mucho es definitivamente peor
que beber poco, pero eso se aplica a todas las sustancias tóxicas y no es un argumento
válido para negar los hechos. Hoy en día, nos resulta difícil transmitir este mensaje, mucho
más de lo que lo fue para el tabaco. Hay muchas razones: está la tradición enológica de
nuestro país, el hecho innegable de que el vino forma parte de nuestra cultura; y están los
intereses económicos legítimos de toda una categoría de productores y comerciantes. Pero
todo esto no se defiende negando la realidad, mintiendo a los consumidores y
exponiéndolos a graves riesgos para la salud.-