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Por su parte Johnson (1970) considera que el currículo es algo más que el conjunto
de las experiencias de aprendizaje; se refiere al aprendizaje terminal del alumno
como resultado de la enseñanza. El currículo especifica los resultados que se
desean obtener del aprendizaje, los cuales deben estar estructurados previamente;
de esta manera hace referencia a los fines como resultado del aprendizaje.
Díaz Barriga (1981) considera que el currículo como un proceso dinámico que se
adapta a los cambios sociales en general y al sistema educativo en particular. Así
como un conjunto de fases y etapas que se deberán integrar en la estructuración
del currículo, el Diseño Curricular es una respuesta no sólo a los problemas de
carácter educativo, sino también a los de carácter económico, político y social
(Metodología de Diseño Curricular para Educación Superior, 1990).
a. Metas y objetivos Las metas y los objetivos del plan de estudios son el núcleo
del diseño curricular. Son aquellos que deben alcanzarse, es decir, un
aprendizaje específico, los profesores quieren que los alumnos aprendan;
además proporcionan una guía para la selección y la organización de la
materia y las actividades.
e. Claridad en los objetivos Los objetivos del plan de estudios deben ser claros y
precisos.
PRINCIPIO DE REALIDAD
“Se refiere al conjunto efectivo de actividades que se decide hacer en una escuela”.
PRINCIPIO DE RACIONALIDAD
PRINCIPIO DE SOCIALIDAD
Recomienda la búsqueda del consenso entre las divergencias mostradas por
padres y profesores, unos profesores con otros, con directivos etc., debido a
tópicos y enfoques.
El modelo debe convertirse en espacios de comunicación – negociación social.
PRINCIPIO DE PUBLICIDAD
PRINCIPIO DE INTENCIONALIDAD
• curriculum de planificación
• curriculum de investigación.
PRINCIPIO DE ORGANIZACIÓN
PRINCIPIO DE SELECTIVIDAD
Este modelo sigue una línea en gran medida conductista, por lo que Stenhouse
presenta algunas objeciones al respecto las cuáles son:
De Ketele (2008), Roegiers (2000) y Jonnaert (2006), citados por Zabala (2014),
se sabe que una competencia es un conocimiento especializado, integrado y
aplicado a las situaciones y contextos sociales diversos, teniendo en cuenta que
determinada competencia permitirá actuar en determinados contextos, es decir,
una competencia es específica, por lo que no puede servir de manera unívoca
en cualquier contexto, se trata de buscar la especificidad de la actividad. La
competencia implica una interacción con el entorno y el contexto desde la
reflexión crítica, la participación colaborativa y la integración compleja y creativa
de conocimientos que dan lugar a acciones de innovación que transforman
intencionadamente la manera como el estudiante interactúa con sus contextos
de relación.
Una competencia amerita, por tanto, una integración de todos los factores que
se inmiscuyen en la formación del sujeto, no solo lo psicológico -de ahí el
desarrollo que va más allá del constructivismo, sino también lo político,
económico, familiar, cultural, pedagógico, racional, ideológico, moral y ético,
mismos que se encuentran implícitamente en las acciones guiadas por estas
competencias y llevadas a cabo en la incertidumbre social. Sin esta
aplicabilidad, el conocimiento conceptual, procedimental y operativo
representarían por sí mismos saberes aislados que podrían observarse
conductualmente pero que no representarían aprendizajes para la vida y los
contextos de relación del estudiante. Es la aplicabilidad la que hace del
aprendizaje un acto intencionado.
Para Habermas (1989) citado por Zabala (2014), la acción educativa es una
acción comunicativa e intencionada que tiene sentido si es entendida desde el
contexto socio histórico cultural y ético moral en el que tiene lugar y orienta las
interacciones e intersubjetividades, de esta forma la acción refleja la realidad
social. Las competencias o conocimientos aplicados son precisamente acciones
de sentido y lo que se busca evaluar es el acto con propósito que el estudiante
ha construido para aplicar a su realidad social teniendo como base sus
conocimientos conceptuales, procedimentales y operativos.
Por su parte, el término currículo proviene de la palabra latina currere, que hace
referencia a carrera, a un recorrido que debe ser realizado. Es la guía del
proceso a transitar para el logro de objetivos y propósitos, por ello el currículo
es una secuencia que regula la práctica de la enseñanza para el logro de
determinados objetivos y propósitos, una serie estructurada de objetivos
pretendidos de aprendizaje.5
Un currículo por competencias por tanto debe posibilitar la movilización interna
de un conjunto integrado de recursos (conocimientos) de orden diverso
(cognitivo, afectivo, procedimental, otros) en función a resolver una familia de
situaciones complejas,6 así lo cita Goñi (2014) a Roegiers (2007).
Por ello, las políticas educativas públicas que se construyen sobre este modelo
ofrecen lineamientos curriculares lo suficientemente amplios y abocados al
desarrollo de determinadas competencias para que, luego, cada comunidad,
opere recortes situados conforme las características que la particularizan.
Los docentes, por su parte, deben estar atentos a los indicadores que evalúan
las competencias para avanzar y detenerse conforme sea necesario.