Está en la página 1de 2

La marcha del domingo 26 de febrero de 2023 constituyó una gran demostración del

músculo de la oposición al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sin importar o no


que la gente que participó fuera acarreada o manipulada, como pretendió descalificar el
oficialismo y la prensa que lo respalda. Lo cierto es que, al igual que la marcha de
noviembre (a la que liga un mismo tema: la defensa del INE), la concentración de febrero
constituyó un punto de encuentro entre diversos personajes de tendencias ideológicas y
políticas que en otros momentos se habían enfrentado. En efecto, convocó o estuvo
presente gente con una sólida trayectoria democrática como Guadalupe Acosta Naranjo,
Jesús Zambrano, Alejandro Alito Moreno, Rubén Moreira, Marko Cortés, Vicente Fox o
Felipe Calderón.

Esta manifestación mostró, además, que por fin la oposición encontró una causa común
que la acerca a la ciudadanía: la defensa de la institución que nos proporciona
identificación a los mexicanos y que organiza las elecciones.

No fue, como se pretendió descalificarla, una manifestación de apoyo a Genaro García


Luna (secretario de Seguridad durante el gobierno de Felipe el Espurio Calderón hpoy en
plena fuga), recién condenado en una corte de nueva York por cinco delitos. Aunque
forma parte de un contexto que no se puede soslayar (su sombra se cernió sobre el Zócalo
en diversas mantas que los manifestantes destruyeron con rabia), fue un exceso querer
ligar la defensa de García Luna con la defensa del INE.

Al margen del tema de la convocatoria (EL INE no se toca), la manifestación dio pie a la
exposición de muestras de inconformidad con una transformación que nomás no
terminado de arrancar y que en 2018 representó la gran esperanza de cambio de la vida
pública de México. A pesar de que el exministro de la Corte expresara en entrevista con
Carmen Aristegui que él sólo escuchó expresiones respetuosas relacionadas con el tema d
ela covocatoria, varias crónicas señalan que “lanzaron consignas contra el ejecutivo”, una
de ellas ya de sabor clásico: “¡Fuera López!”. Recuerdo una pancarta: “¡Exigimos
destitución de AMLO!” y otra en que López Obrador parace como una rata (con dientes
bigotes y prejas). Una muestra de descontento.

El significado también es simbólico: la oposición mostró que puede llenar de gente la Plaza
de la Constitución, un espacio casi reservado a las concentraciones de lo que se
denominaba izquierda y que por mucho tiempo ha ejercido el jerarca. En palabras del
pueblo (bueno o malo): el tirano recibió una sopa de su propio chocolate con la
congregación de más de cien mil personas (o de quinientas mil, según algunos
organizadores; Kenia López afirmó que fueorn setecientas mil).

Sin embargo, a la vez que un gran triunfo, la concentración también mostró una gran
debilidad: la falta de un proyecto claro de la oposición más allá del corto o mediano plazo,
pues queda la duda: si, como es de esperar, la Corte falla en contra del plan B, ¿qué unirá
a la oposición? ¿O definitivamente se resignará a seguir siendo sólo eso, una oposición
que está contra de las grandes decisiones de AMLO y Morena, entre el triunfalismo ante
los logros y la rabieta y decepción ante lo que no puede modificar?

Por otro lado, ¿es válida la defensa del INE? ¿Está realmente amenazada la independencia
del organismo? ¿Es tan perfecro el INE que no debe tocarse? ¿O sólo no debe tocarse a
inciativa del titular del ejecutivo? ¿Quiénes lo controlan lo hacen relamente en favor de la
democracia o defienden también

También podría gustarte