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Nicolás Bonomi Gadea

4ºB Historia
Seminario de Historia Nacional
Profesor Carlos Demasi

El olvido está lleno


de memoria
Terrorismo en democracia:
acercamiento a un atentado

Instituto de Profesores Artigas


2019
Introducción
El presente trabajo se enmarca dentro del Seminario de Historia Nacional de 4°
año de la carrera de profesorado de Historia en el Instituto de Profesores Artigas, a
cargo del profesor Carlos Demasi. Según el corte cronológico marcado por el docente
debía buscarse una columna de opinión escrita en la década de 1990 para estudiarla. Es
a partir de estas bases que la columna seleccionada fue una escrita por Samuel Blixen y
publicada por el Semanario Brecha en enero de 1991. En ella el autor analiza un
atentado sufrido por el diputado del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) Hugo
Cores, histórico militante de izquierda, y realiza un interesante análisis que desemboca
en su teoría de que en realidad este ataque estaba dirigido al Presidente de la República
Luis Alberto Lacalle Herrera, y su objetivo era que este cediera a las presiones de los
sectores más radicales del ejército.
Como marco teórico para este trabajo se utilizó el artículo del politólogo alemán
Norbert Lechner Nuestros miedos (1999), donde conceptualiza tres tipos distintos de
miedos poderosos en las dos últimas décadas del siglo XX en América Latina. Se
profundiza puntualmente en el Miedo al Otro, puesto que la columna de Samuel Blixen
constituye un ejemplo perfecto para aplicar las tesis de Lechner a un caso concreto. El
Miedo al Otro, que hasta el día de hoy tiene un peso enorme en nuestras sociedades 1, es
una muy útil categoría de análisis para estudiar este caso que, a pesar de que no tuvo
consecuencias notables, demostró que el final de la dictadura y la existencia de la Ley
de Caducidad no habían hecho olvidar a nadie lo sucedido.

El atentado
El verano de 1991 estuvo marcado por el inminente comienzo de la Guerra del
Golfo. Todos los periódicos del país se preparaban para la invasión estadounidense a la
Irak de Saddam Hussein, que pocos meses antes había anexionado al Estado de Kuwait.
Mientras el mundo veía con temor el comienzo de la primera guerra posterior a la caída
del Muro de Berlín, acontecimiento que simbólicamente señaló el final de la Guerra

1 Es casi profético un fragmento escrito por Lechner que afirma "Los miedos (...) son presa fácil de la
manipulación. Hay `campañas del miedo´ que buscan instrumentalizar y apropiarse de los temores
para disciplinar y censurar. Más difusos son los temores y más tentador exorcizarlos mediante
drásticas invocaciones de la seguridad" (p.182). Aunque escrito hace más de 20 años, esto puede
verse en el Uruguay de hoy sin necesidad de realizar grandes esfuerzos.
Fría, Uruguay despertaba el 11 de enero con la noticia de que el automóvil de Hugo
Cores, diputado por el Partido por la Victoria del Pueblo, había explotado en la
madrugada. En un Uruguay en el que luego del referéndum por la anulación de la Ley
de Caducidad2 el tema de la violación de los derechos humanos durante la dictadura
había perdido su centralidad3, el atentado contra una figura política de izquierda, y
reivindicado por un comando que autodenominó Juan Antonio Lavalleja, revivió miedos
y situaciones que se creían olvidadas, o al menos superadas. El Comando Juan Antonio
Lavalleja exigió en un comunicado posterior al atentado la devolución de la bandera de
los 33 orientales al Museo Histórico Nacional, y amenazó con la realización de más
atentados, explícitando incluso quienes serían los siguientes políticos en ser atacados: en
esa lista se encontraban Eleuterio Fernández Huidobro, Líber Seregni y Francisco
Rodríguez Camusso, entre otros.
Este atentado ocurre poco tiempo después de que el diputado del Foro Batllista
Luis Bernardo Pozzolo denunciara en el Parlamento al PVP por la desaparición de la
famosa bandera de los 33 orientales, robada del Museo Histórico Nacional en 1969.
Aunque el PVP no existía aún cuando ocurrió ese suceso, sí lo hacía la Organización
Popular Revolucionaria 33 Orientales (OPR-33) que, ya disuelta en 1975, traspasó la
bandera al recién fundado PVP, como afirma Hugo Cores en otra nota publicada en
Brecha por Blixen el 12 de abril del mismo año. Al poco tiempo, y en el marco de la
intensa represión existente en Buenos Aires a partir de 1976, la bandera salió de manos
del PVP y sigue sin conocerse hasta hoy su paradero.

El Miedo al Otro
Samuel Blixen, en una columna publicada el 25 de marzo en Brecha, analiza el
suceso y logra llegar a una conclusión que, a primera vista, parece difícil de entender.
Blixen asevera que el atentado contra el automóvil del diputado Hugo Cores sí fue

2 El 22/12/1986 el Poder Ejecutivo promulgó la Ley de caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado,
aprobada anteriormente por las Cámaras de Senadores y de Diputados. Esta ley impide a la justicia
juzgar la actuación de los militares entre 1973 y 1985, negando así la posibilidad de investigar lo
sucedido acerca de las violaciones a los derechos humanos.
3 El triunfo de la papeleta amarilla, generó un aplacamiento general de la lucha relacionada con las
violaciones a los DDHH por parte de los agentes de la dictadura. El tema de la desaparición forzada
dejó de ocupar el lugar central que había ocupado desde 1985 en la agenda político social. La
posibilidad de la justicia había caducado (p.72). Demasi, C. y Yaffé, J. (2005). Vivos los llevaron...
perpetrado por un grupo de militares4, pero difiere de otros en el hecho de que plantea la
hipótesis de que el objetivo principal del ataque no fue Hugo Cores, sino el Presidente
Lacalle. Blixen defiende esta teoría aludiendo a la interna del ejército, donde ciertos
sectores (a los que define como “sectores duros”) veían con preocupación algunas
medidas que el gobierno del Partido Nacional estaba promoviendo. Estrictamente los
recelos de estos sectores castrenses tenían que ver con la confirmación de la
responsabilidad militar en el secuestro de la maestra Elena Quinteros por parte del
canciller Héctor Gros Espiell, y la decisión del Ministro de Defensa Mariano Brito de
acordar con algunas de las víctimas que estuvieron recluidas en Automotoras Orletti
para evitar una investigación más profunda por parte del Poder Judicial. Estas dos
situaciones habrían generado descontento en parte del ejército que, según afirma el
propio Blixen, estaba convencido de que Lacalle al final se ablanda. Al mismo tiempo,
se aproximaban los ascensos anuales de los cuadros superiores del ejército, por lo que
los grupos que se consideraban desplazados luego de la caída de la dictadura podrían
apelar a acciones violentas para recuperar su poder e influencia, al ver que
democráticamente no accedían a los altos mandos.
Norbert Lechner estudia por qué la modernización objetiva ocurrida en América
Latina en las dos últimas décadas del siglo XX provoca malestar social en la población.
Se centra puntualmente en el caso de Chile, pero muchas de las características que
estudia en el caso de aquel país pueden traspolarse sin necesidad de realizar muchos
cambios al caso uruguayo, puesto que se trata de dos países relativamente pequeños,
que solían ser considerados bastiones de la democracia en América Latina pero que
experimentaron largos gobiernos dictatoriales (que en ambos casos comenzaron su
retirada tras la convocatoria a plebiscito para legitimar su existencia 5) que culminaron
4 En la nota Blixen afirma que si las conclusiones de Bomberos ya reducían el área de sospechosos a
quienes tengan “un amplio conocimiento en el manejo de explosivos de alto potencial destructivo”,
las referencias al Trotyl y a los explosivos plásticos circunscriben aún más el círculo: los explosivos
plásticos (entre los que se encuentra el Trotyl) son materiales de manejo estrictamente militar, de
circulación reducida y muy controlada, a cuyo acceso fue siempre imposible, pero más todavía desde
que los servicios de inteligencia, después del golpe de 1973, procedieron -además de desarticular a
las organizaciones armadas de izquierda- a desmontar las células de extrema derecha que, desde la
aparición de los Escuadrones de la Muerte, expresaron cierta inclinación por una “autonomía
anárquica”. En este párrafo el autor descarta la posibilidad de que el atentado haya sido perpetrado
por grupos de extrema derecha no integrados por militares, o por grupos de extrema izquierda, como
declaró a La República (16/1/91) el diputado colorado Daniel García Pintos.
5 En Uruguay la dictadura convocó a un plebiscito en el año 1980 para votar a favor o en contra de la
aprobación de una nueva Constitución que permitiera a los militares permanecer en el poder, mientras
que en Chile el dictador Augusto Pinochet impulsó un referéndum en 1988 para habilitar su
continuidad al mando de la presidencia de aquel país hasta 1997. En ambos casos la convocatoria tuvo
cuando tuvieron la garantía de que sus crímenes no serían juzgados. La principal
diferencia entre ambos países en estas dos décadas radica en el rápido crecimiento
económico de Chile, puesto que el Uruguay atravesó situaciones económicas complejas,
tanto en los gobiernos colorados como en el gobierno blanco, mientras que la situación
chilena fue de mayor crecimiento, aunque con más altos índices de desigualdad.
Lechner plantea, al estudiar la relación entre modernización y subjetividad, tres
grandes miedos, sobre los que afirma que son una motivación poderosa de la actividad
humana y, en particular, de la acción política. Ellos condicionan nuestras preferencias
y conductas tanto o más que nuestros anhelos (p.180). El miedo al Otro, el miedo a la
exclusión social y económica, y el miedo al sinsentido son los tres tipos de miedos que
identifica el autor. El aporte de Lechner útil para este trabajo es el miedo al Otro.
Lechner comienza el apartado sobre este miedo con una frase que si bien está pensada
para el caso chileno, aplica perfectamente para el Uruguay:

nuestros miedos tienen historia. A veces una historia muy reciente: el significado actual del
delincuente no está lejano de lo que representaba ayer el “extremista” o el “delator”. La
experiencia traumatica de Chile ha dejado heridas sin cicatrizar. El tupido velo del silencio
no las hace desaparecer. Es tanto el miedo a los miedos del pasado que los negamos. Es
imposible vivir sin olvido, pero ni siquiera percibimos lo compulsivo de nuestros olvidos
(p.181).

El miedo al Otro tiene su expresión más clara en el miedo al delincuente. En toda


América Latina la delincuencia es percibida como la principal amenaza a la seguridad.
Incluso en el caso de Uruguay, cuyos índices de criminalidad son inferiores a los de la
mayor parte de América Latina, la delincuencia es percibida como uno de los
principales problemas del país6. Pero, tal como plantea Lechner, en este caso el miedo al
delincuente se transforma de manera veloz en miedo al extremista, a la violencia
política armada que en Uruguay había aparecido en la década de 1960 y que no había
desaparecido aun en 1991. Sin embargo, esta violencia política no era igual, puesto que
se encontraba dentro de los marcos regulados por la Constitución: puede decirse que se

un resultado negativo para el régimen gobernante y aceleró la transición a la democracia.


6 Un estudio del Proyecto de Opinión Pública de América Latina, publicado por el sitio web
insightcrime.org muestra que la percepción de inseguridad en el Uruguay está al mismo nivel que en
países como Honduras, Guatemala y Colombia, cuyas situaciones son indudablemente más complejas
que las del Uruguay.
transforma después de 1985, cuando el gobierno vuelve a ser electo de manera
democrática7, y la actitud coercitiva del Estado se reencauza dentro de los marcos
legales, más allá de ciertas situaciones en la que claramente se sobrepasan esos límites.
Samuel Blixen se acerca al miedo al Otro planteado por Lechner, un miedo que
está estrechamente relacionado a la impunidad existente en el Uruguay luego de la
dictadura, a la imposibilidad de juzgar a aquellos que violaron, secuestraron y mataron,
y están en libertad, y que son defendidos por una ley que impide su juicio, y que además
fue refrendada por la ciudadanía uruguaya en 1989. En su nota Blixen realiza un
análisis que podría ser tachado hasta de paranoico, pues no sólo asume que el atentado
fue perpetrado por militares (lo que es aceptado por casi todos debido al origen del
explosivo utilizado), sino que, a partir de ciertos observadores políticos de la situación
militar, que nunca son nombrados, llega a relacionar el atentado con una serie de
decisiones del Poder Ejecutivo que iban en contra de los deseos de algunos sectores
castrenses. Al mismo tiempo asume que estos grupos están convencidos de que Lacalle,
a diferencia de lo que había sucedido con Julio María Sanguinetti en el período
presidencial anterior, cedería a sus reclamos. Aquí cabe preguntarse cuáles fueron esos
pedidos a los que Sanguinetti, defensor de la Ley de Caducidad, no accedió, y por qué
creen que la situación con Lacalle sería distinta.

Los nostálgicos de la dictadura


Blixen escribe esta nota alarmado por la existencia de un acto de terrorismo en
democracia, realizado no sólo por la extrema derecha sino por integrantes de las propias
Fuerzas Armadas, y con un reclamo (la devolución de la bandera de los 33 orientales)
que parece difícil aceptar como objetivo real. Entonces Blixen plantea la tesis de que se
trata de un ataque al Presidente Lacalle por parte de militares nostálgicos de la dictadura
que desean retornar al poder. Es evidente que Blixen, quien integró el Movimiento de
Liberación Nacional – Tupamaros (MLN-T), no tiene ninguna afinidad política o
personal con Lacalle, y no intenta realizar una defensa del mismo, sino que se limita a
denunciar la participación militar en un acto realizado por militares que desafía

7 Más allá de que en las primeras elecciones democráticas convocadas luego de la dictadura se le haya
impedido presentarse a Wilson Ferreira Aldunate y Líber Seregni, candidatos naturales de dos de los
tres partidos mayoritarios del país.
explícitamente la democracia.
Ivonne Trías publicó en 2008 un libro titulado Hugo Cores: pasión y rebeldía en
la izquierda uruguaya. Allí menciona el atentado y recoge algunos puntos de lo
sucedido ulteriormente. Por ejemplo destaca que el 9 de abril la Cámara de Diputados
votó por unanimidad una moción que de rechazo a los ataques, en la que se realizaba un

enérgico rechazo a esta nueva manifestación de una sucesión de preocupantes actos de


violencia y de amenazas, que no solo afectan los fueros parlamentarios sino al resto de
las instituciones del Estado, a la sociedad civil en su conjunto y a la convivencia
democrática del país (p.299).

A la vez que señala que en esa misma sesión de Diputados Cores planteó lo que él creía
le podía haber sucedido a la reclamada bandera. La primera teoría señala que la bandera
desapareció puesto que los integrantes del PVP que conocían su paradero no lo
revelaron, a pesar de las torturas; la segunda implica que la bandera se perdió durante
las acciones represivas de militares uruguayos en Argentina; la tercera hipótesis señala
que la bandera puede haber sido destruida durante los allanamientos; y la cuarta que la
bandera se encuentra en poder de los militares que realizaron los operativos en Buenos
Aires. Es importante señalar esto puesto que muestra que, salvo Blixen, nadie evaluó la
posibilidad de que el atentado a Cores haya tenido como destinatario final a Lacalle,
aunque también es posible pensar que el PVP aprovechó la oportunidad para insistir en
el hecho de que la bandera no estaba en posesión suya.
La existencia del Comando Juan Antonio Lavalleja es puesta en duda por varias
figuras del gobierno. Por ejemplo, el Inspector Osvaldo Ramón Díaz dijo a La
República el 13 de enero que los servicios de Inteligencia del Estado no tenían ninguna
información acerca de la existencia del mismo, a la vez que afirmaba que era poco serio
que la reivindicación se hiciera por medios de prensa y no por los medios
correspondientes; resulta casi cómico que el jefe de la policía se queje de que los
perpetradores de un acto terrorista no envíen sus exigencias por los "medios
correspondientes" ¿Existe acaso un canal oficial por el cual el Gobierno se encarga de
dialogar con grupos terroristas? Posteriormente Díaz declara a La República en relación
a la falta de seriedad del supuesto grupo terrorista que cualquier persona toma un
teléfono y hace una denuncia, y promueve una alteración en cuanto a la opinión
pública, que es muy difícil de contrarrestar. Sin embargo, la realización de un atentado
en un momento en que la democracia uruguaya parece estar consolidándose después de
un largo período de transición, o de democracia tutelada, es algo que encendió las
alarmas tanto de los sectores de izquierda como de los integrantes del gobierno.
Una nota publicada por El Observador en abril de 2013 8 muestra que, a pesar de
que no hubo repercusiones judiciales por esto, y oficialmente nunca se supo quienes
integraban este Comando, ciertos políticos sí sabían, o al menos sospechaban, quienes
eran. La noticia señala que Julio María Sanguinetti estaba convencido de que quien
organizó los atentados9 había sido el Jefe de la Compañía de Contrainformación Tomás
Casella, y que por esa razón el líder colorado había vetado su ascenso a Coronel durante
su segunda presidencia10. No es sorpresa que Sanguinetti no haya realizado ninguna
denuncia contra Casella, ya que desde el retorno a la democracia el colorado ha sido un
gran defensor de la idea de "no tener ojos en la nuca" y defendió la Ley de Caducidad,
pero esta situación demuestra que al menos las figuras más importantes de la política
sabían quienes estaban detrás de los atentados.

El Ejército en un Uruguay democrático


La profesora Selva López Chirico (1985) identifica dos etapas en el perfil de las
Fuerzas Armadas entre 1904 y 1973, año en que culmina su análisis. La primera
transcurre entre 1904 y 1955, y se caracteriza por el escaso poder administrado por el
Ejército, que visualiza con dificultad su lugar y objetivos dentro del conjunto nacional,
que abriga dudas acerca de su papel en la sociedad (p.85). Esta etapa es sucedida por
otra en la que las Fuerzas Armadas adquieren un rol protagónico dentro de la sociedad
uruguaya, transformación que ocurre según la autora a mediados de la década del 50,
pero que se intensifica a partir del impacto de la revolución cubana y de la crisis de los
60. Es entonces cuando las Fuerzas Armadas se transformarán en un cercano aliado de
los sectores dominantes, identificados fuertemente con los sectores ganaderos y los

8 https://www.elobservador.com.uy/nota/sospechoso-de-haber-atentado-contra-sanguinetti-y-hugo-
cores-2013418520
9 El atentado contra Hugo Cores se enmarca dentro de una serie mayor de ataques, entre los que se
encuentra una bomba colocada en el estudio jurídico del propio Julio María Sanguinetti.
10 La nota plantea que a raíz de una reunión entre Sanguinetti y el senador colorado Pablo Millor el
Presidente permitió a Casella ascender en el año 2000 al grado de Coronel. Ni Millor ni Sanguinetti
han hablado públicamente sobre lo que trataron ese día.
colorados no batllistas. Finalmente, el gobierno de Jorge Pacheco Areco termina
otorgando amplísimos poderes a las Fuerzas Armadas fusionándolo con la policía para
crear las Fuerzas Conjuntas en un Uruguay que atravesaba una crisis económica y social
casi sin precedentes.
Si las Fuerzas Armadas ya habían obtenido poder a lo largo de dos décadas, es
en 1973 que consolidan su posición. Primero en febrero, cuando obtienen del Presidente
Juan María Bordaberry la creación del Consejo de Seguridad Nacional, y luego en
junio, cuando junto a Bordaberry disuelven las Cámaras e imponen un gobierno de
facto. A lo largo de 12 años el Ejército fue la principal fuerza del país en todos los
ámbitos11.
Cuando en 1985 el poder político retorna a manos de civiles tras las elecciones
de 1984, el Ejército pareció aceptar la situación, a cambio de la impunidad de los
participantes del gobierno dictatorial12. Sin embargo, este atentado deja en claro que
ciertos sectores de las Fuerzas Armadas no aceptaron devolver el poder a los civiles, y
buscaron a través de la violencia conservar el poder del que hicieron uso y abuso entre
1968 y 1985. Después de 1985 el Ejército parece haber retornado a la situación de la
primera mitad de siglo, en que no tiene un papel claro, pero ahora es consciente de su
poder y reclama, de distintas maneras, participación en la toma de decisiones, además
de, por supuesto, la continuidad de la impunidad para quienes cometieron delitos de lesa
humanidad durante la dictadura.

Reflexiones finales
Las Fuerzas Armadas poseen hoy día en Uruguay una importante cuota de poder,
probablemente la más alta en varias décadas. Una encuesta realizada por
Latinobarómetro de noviembre de 201813 señala que se trata de la institución que recibe
mayor confianza de los ciudadanos, y un partido político de extrema derecha liderado
por un ex-militar obtuvo el 10% de los votos en las elecciones nacionales de octubre de

11 Muestra de esto es que, generalmente, los conflictos entre civiles y militares se saldaron con el triunfo
de estos últimos, como sucedió en 1976 cuando forzaron la renuncia de Juan María Bordaberry.
12 Uno de los argumentos utilizados no oficialmente para votar a favor de mantener la Ley de Caducidad
era que en caso de que la población resolviera anularla, podría producirse un nuevo Golpe de Estado,
por lo que puede observarse que seguían conservando algo de poder.
13 http://www.lr21.com.uy/comunidad/1384820-confianza-latinobarometro-partidos-politicos-fuerzas-
armadas
2019 y fue clave para la conformación de la coalición opositora. Este resurgir del
ejército como actor político relevante nos obliga a tener siempre claro que su
readaptación a la democracia, luego del Golpe de Estado perpetrado por Juan María
Bordaberry y las propias Fuerzas Armadas, no solo no fue sencillo durante el primer
gobierno democrático14 sino que a lo largo de la década de 1990 hubo sectores que no
aceptaron las reglas de la democracia. La realización de atentados con explosivos solo
accesibles a militares, sumada a la reiterada negativa de aportar información que
pudiera esclarecer el paradero de los detenidos desaparecidos durante la dictadura civil
militar, muestra que existen amplios sectores dentro de las Fuerzas Armadas que no
creen en la democracia como sistema político, a la vez que no condenan lo sucedido en
el Uruguay en el período comprendido entre 1973 y 1985.
La investigación de la profesora López Chirico es útil para estudiar el
funcionamiento de las Fuerzas Armadas hasta 1973, pero hoy se impone la necesidad de
escribir un libro que describa y analice el funcionamiento de este actor tan relevante
luego de la dictadura, cuando ya alejado de los principales focos siguió influyendo de
manera relevante en la política uruguaya. La falta de bibliografía acerca del Ejército en
el período posterior a la restauración democrática y esta es, sin duda, una de las futuras
líneas de investigación que abre este trabajo.
Es indiscutible que gran parte de la sociedad uruguaya entendió que las
violaciones a los derechos humanos realizadas durante la dictadura debían ser olvidadas.
Los referéndums de 1989 y 2009 parecen ser prueba de esto. Sin embargo, es inocente
creer que un período tan oscuro puede ser simplemente obviado, como si nunca hubiera
existido. Porque como decía Mario Benedetti Hay quienes imaginan el olvido como un
depósito desierto, una cosecha de la nada y sin embargo el olvido está lleno de
memoria.

14 Puede incluso debatirse si el primer gobierno después de 1985 no se trató de una especie de
democracia tutelada, en la que las Fuerzas Armadas tenían aun peso en la toma de decisiones.
Bibliografía
-Demasi, C. y Yaffé, J. (coord.) (2005). Vivos los llevaron... Historia de la lucha de
Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos. Trilce, Montevideo.
-Lechner, N. (1999). Nuestros miedos. En Perfiles Latinoamericanos, núm. 13. Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales, Ciudad de México.
-López Chirico, S. (1985). El Estado y las Fuerzas Armadas en el Uruguay del siglo
XX. Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo.
-Trías, I. (2008). Hugo Cores: pasión y rebeldía en la izquierda uruguaya. Trilce,
Montevideo.

Fuentes hemerográficas
-Brecha (1991).
-El Observador (2013).
-La República (1991, 2018).

Webgrafía
-Gurney, K. (2014). Percepciones de inseguridad aumentan en América Latina.
InSightcrime.org. Recuperado de:
https://es.insightcrime.org/noticias/analisis/percepciones-inseguridad-aumentan-
latinoamerica-informe/
-Los uruguayos tienen más confianza en las Fuerzas Armadas que en los partidos
políticos. La República, 11/11/18. Recuperado de:
http://www.lr21.com.uy/comunidad/1384820-confianza-latinobarometro-partidos-
politicos-fuerzas-armadas
-Sospechoso de haber atentado contra Sanguinetti y Hugo Cores. El Observador,
1/4/13. Recuperado de: https://www.elobservador.com.uy/nota/sospechoso-de-haber-
atentado-contra-sanguinetti-y-hugo-cores-2013418520

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