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Es un trastorno del desarrollo en el que hay un deterioro que se produce en el curso de varios
meses en la esfera intelectual, social y de la función verbal, a la edad de 3 y 4 años, con un
desarrollo previo normal, instaurándose finalmente un cuadro clínico similar al observado en el
trastorno autista.
El comienzo de la sintomatología suele ser insidioso, durante varios meses, pero puede
aparecer también de forma muy brusca, en días o semanas. En estos primeros momentos, el
niño puede manifestar hiperactividad o ansiedad ante la pérdida de funciones. Se incluyen
pérdida de las conductas de comunicación, en las habilidades de autocuidado, con pérdida de
control de esfínteres vesical y anal, movimientos estereotipados y crisis epilépticas. Son
frecuentes los síntomas afectivos, sobre todo, los de ansiedad.
Ésta enfermedad tan sumamente rara y tardía fue reconocida por Theodore Heller en
1908 antes de que Kanner investigará el autismo, pero su reconocimiento no llegó hasta
hace algunos años.
La aparición de este síndrome suele ser abrupta durante el cual el niño puede empezar a
estar inquieto, ansioso, hiperactivo e irritable.
Sintomatología
Como ya se expresó, sea que las habilidades se pierdan repentina o
lentamente, afecta diversas áreas, además de las del lenguaje y las motoras.
Respecto de la conducta, el niño suele rechazar el contacto físico con otros,
además de manifestar agresividad, irritabilidad, acciones estereotipadas y
repetitivas, ausencia de juego, destructividad y el rechazo intenso de toda
actividad social, lo que conduce al aislamiento.
Algunos de los afectados han descripto lo que parecen ser alucinaciones,
aunque ello se da en un número relativamente pequeño de sujetos.
Si bien se ha señalado una leve tendencia a la microcefalia, al padecimiento de
infecciones de oído, problemas en el ciclo del sueño y algunas otras dolencias
en los portadores de SH, no existen signos somáticos apreciables que
permitan alertar sobre esa posibilidad, por lo que la prevención es casi
imposible.
Causas
Aunque no se tiene certeza sobre cuál es el origen del SH, existen algunas
teorías para tratar de comprenderlo.
Una de ellas señala que existen dos tipos de riesgos, los ambientales y los
genéticos.
Dentro de los primeros, se señalan como fuentes posibles: la exposición viral,
generalmente intrauterina (toxoplasmosis, rubeola, citomegalovirus, herpes,
etc.); traumas perinatales; exposición a toxinas; prematuridad y la
teratogenicidad, es decir, la capacidad de algunos medicamentos, como la
talidomida, para producir malformaciones o anomalías como efecto secundario.
Acerca de los genéticos, se menciona: posible susceptibilidad al rompimiento o
disrupción cromosómica; antecedentes familiares de autismo o Asperger y/o de
epilepsia, además de problemas de autoinmunidad, entre otros.
También se atribuye su ocurrencia a la exposición a ciertos tóxicos como el
mercurio, a la existencia de tumores cerebrales, a la exposición a sustancias
organocloradas (pesticidas, por ejemplo), al Síndrome de Rett, al virus del
SIDA y a problemas metabólicos y/o neurodegenerativos raros.