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Relación entre motivación, emoción y salud mental

Partiendo de que la motivación y la emoción son procesos psicológicos fundamentales


para comprender la conducta humana, y que la salud mental incluye nuestro bienestar
emocional, psicológico y social. Entendemos que estas tienen conexiones que funcionan
todas en conjunto.

Cuando un individuo le nace la motivación de lograr algo, luchara hasta conseguirlo, si no


lo logra, eso le generará una emoción, ya sea negativa o positiva, dependiendo de este
proceso entra a jugar un papel importante la salud mental, si el individuo no maneja de
manera correcta las emociones generadas, esto puede afectar su estado de ánimo, por
ende, su bienestar emocional se verá afectado y su salud mental no será la mejor.

Las emociones son reacciones psicofisiológicas que todos experimentamos


a diario, aunque no siempre seamos conscientes de ellas. Son de naturaleza global,
completamente independientes de la cultura y provocan cambios en la
experiencia emocional, la excitación fisiológica y el comportamiento expresivo. Surge en
situaciones de peligro, amenaza, daño, pérdida, éxito, novedad... y nos prepara para
poder dar una respuesta adaptativa a la situación... esa situación. A lo largo de nuestra
evolución como especie, gracias a nuestras emociones, hemos sido capaces de responder
rápidamente a estímulos que amenazan nuestra salud física o psíquica,
asegurando nuestra supervivencia.
Además de esta función adaptativa primaria, las emociones también realizan funciones
sociales y motivacionales. A través de los primeros, facilitan la interacción
social, permiten la comunicación de estados emocionales y promueven conductas
psicosociales. Por otro lado, las emociones son las encargadas de impulsar la
conducta motivadora, que se caracteriza por su dirección e intensidad. El
comportamiento emocionalmente “cargado” se hará más fuerte y se llevará a
cabo de manera más eficiente, adaptándose a cada solicitud.

Si hablamos de la actualidad, la salud psicológica ha sido un tema muy relevante en los


últimos tiempos después del cataclismo sin precedentes que fue la emergencia sanitaria
por el COVID 19 y las restricciones sociales y culturales que esto conllevo. Lo cual, ha
desestabilizado las emociones de muchos individuos, llevándolos a un estado de estrés y
ansiedad, que finalmente los impulsa a la actuación equivocada para la toma de
decisiones en su vida. Estas tomas de decisiones van ligadas a las emociones que de una u
otra forma motivan al individuo en la búsqueda de su bienestar, ya sea social, cultural,
político, así como también en el cuidado de su integridad física y mental.
Cada suceso en la vida de una persona lo llevará a un estado emocional relevante paralelo
a la situación, que en definitiva lo motivará o inducirá para tomar decisiones y completar
logros, permitiéndole así conseguir un equilibrio en su salud mental.

En definitiva, existe una relación estrecha entre emociones y salud. La reacción ante


determinadas situaciones y las emociones son diferentes en cada individuo. Hay personas
que ante un exceso de carga emocional tienen problemas físicos cognitivos o
conductuales. Por tanto, hay un síntoma de alarma diferente para cada persona.
El modo en que respondemos a las demandas de nuestra propia vida dependerá de la
forma en que esto repercuta en nuestra salud.
Está probado que las personas que responden en la vida con negatividad y
ansiedad tienen mayores probabilidades de sufrir efectos físicos tales como el enojo, la
culpa, nerviosismo, frustración y miedos.
Estas emociones causan, a su vez, hipertensión, alta presión, que pueden converger en un
ataque al corazón. Existen otras complicaciones como úlceras, asma y otras
enfermedades.

Cuando hablamos de sentirnos bien o de ser felices, normalmente pensamos en hacer lo


que nos gusta y nos hace sentir realizados, pero muchas veces olvidamos la importancia
que tiene la mente y el papel que juega en nuestra felicidad, si no, piensa en un momento
en el que hayas sentido mucho dolor emocional o simplemente no tenías ánimo,
¿hubieses querido hacer algo que te apasiona en ese momento, viajar, salir a cenar,
bailar…? Al hablar de salud mental, normalmente surge algo pesado y desagradable
asociado a este concepto, pero en realidad es algo cotidiano, la tienes o no.

La pandemia Covid-19, nos ha enfrentado al confinamiento y a la muerte y ha aumentado


la ansiedad y la depresión en la población, y la población, eres tú, soy yo, mi familia, la
tuya y la de todos. En concreto, en la sociedad española ha provocado una mayor visión
negativa del futuro y de los sentimientos de desesperanza y soledad (Infocop 2020).
Pero antes de que llegase esta pandemia, ya teníamos otra muy silenciosa, la pandemia
mundial de los trastornos mentales y enfermedades asociadas, que llevan un ritmo de
crecimiento preocupante, tanto que hasta los dirigentes mundiales se empiezan a
preocupar. 
La salud mental incluye la salud emocional, psicológica, biológica y social, lo que significa
que muchas variables interactúan y nos ayudan a mantener esta salud o, por el contrario,
nos ayudan a perderla. Esto demuestra que para alcanzar la felicidad debemos cuidar
todas las áreas que nos hacen como el ser humano, el cuerpo, lo que consume y cómo
lo cuida, así como limpiar la mente y el cuerpo.
Las emociones negativas son un detonante para la afectación de la salud mental, Cuando
la frecuencia, intensidad o duración de la ansiedad como respuesta emocional es excesiva
puede dar lugar a la aparición de afectaciones a la calidad de vida. En estos casos
hablamos de ansiedad patológica o de un trastorno de ansiedad.
La presencia de fuertes reacciones o estados de ansiedad no solamente va a estar en la
base de los denominados trastornos de ansiedad, sino también asociada frecuentemente
a la depresión y en general a los trastornos considerados tradicionalmente como
neuróticos, a buena parte de los psicóticos y a una amplia variedad de los psicofisiológicos
(American Psychiatric Association, 2000). Como puede observarse por esta amplia gama
de problemas relacionados con la ansiedad, podríamos afirmar que ésta va a ser un
elemento central en psicopatología y en buena parte de otros problemas relacionados con
la salud, dando lugar a un considerable costo emocional y económico para cualquier
sistema sanitario.

La depresión es un trastorno del estado de ánimo o trastorno afectivo. El estado de ánimo


deprimido es una de las condiciones psicopatológicas más frecuentes de los seres
humanos. El estado de ánimo puede entenderse como la tendencia básica del ser humano
para aportar a los estados psíquicos un tono agradable o desagradable, o como el estado
emocional subjetivo del individuo. Evidentemente, en la depresión el estado de ánimo
estaría asociado al polo desagradable, la tendencia a la negatividad. La depresión, por
tanto, debe entenderse como un trastorno del estado de ánimo que se manifiesta
mediante un conjunto de síntomas característicos. Una de las características principales es
el descenso del estado de ánimo, aunque el estado de ánimo deprimido no debe ser el
único criterio a tener en cuenta para diagnosticar depresión. “Esta distinción es muy
importante porque la depresión-síntoma está presente en la mayor parte de los cuadros
psicopatológicos.

La ira está ampliamente reconocida como problema de salud mental significativo. A


diferencia de lo que ocurre con la ansiedad y la depresión, la ira persistente todavía no
está reconocida como una categoría diagnóstica en ninguna clasificación psiquiátrica
oficial. Además, la ira persistente tiene ramificaciones psicológicas, conductuales e incluso
médicas significativas, ya que causa sufrimiento emocional significativo tanto en la
persona que experimenta la emoción como en las personas implicadas. También puede
representar un peligro desde el punto de vista de la seguridad pública, ya que puede
conducir a la violencia doméstica u otras formas de violencia.

Los primeros trabajos señalaron la existencia de vínculos entre el asco y la psicopatología


general, especialmente con la ansiedad. Varios estudios de revisión (Cisler, Olatunji &
Lohr, 2009; Rozin et al., 2000) han sintetizado los estudios que demuestran relaciones
significativas entre ambos aspectos. Así, algunos estudios sobre diferencias individuales en
sensibilidad al asco hallaron que éste era mayor en pacientes psiquiátricos que en la
población general, así como que se relacionaba con puntuaciones mayores en varias
medidas de psicopatología.
El hombre es una "entidad integrada", y la separación entre cuerpo y alma
abre la puerta a la desintegración, a la devaluación, y nos hace cada vez
más susceptibles a la enfermedad. Ahora que sabemos que todas las enfermedades
son un fenómeno mental o ultrasónico, la experiencia más clara de esta
realidad surgirá cuando entendamos la profunda integración que existe
entre las emociones, los sistemas nervioso, inmunológico y endocrino. La aparición de
cualquier amenaza al equilibrio de nuestra salud nos invita a enfrentarla desde todos
los ángulos posibles a la luz de la inmensa complejidad humana.
La salud y la enfermedad no se limitan a quienes desean recibir tratamiento; Junto a esta
percepción tradicional, es necesario reenfocar la comprensión de la salud sobre la base
de la experiencia humana y social, sobre el sentimiento de que uno es el único
propietario y responsable de la misma. Finalmente, hay que dejar claro que en
todo desequilibrio o enfermedad existe un conflicto interior inconsciente y una
urgente necesidad de reconciliar el desequilibrio emocional.
La motivación y la emoción van agarradas de la mano junto con la salud mental, la
motivación es un impulso involuntario que te va a generas una serie de emociones y
impartirás unas conductas que definirán el resultado que trajo a ver logrado o no logrado
satisfacer ese impulso, por lo que esto si no tienes inteligencia emocional va a
desestabilizar tu estado emocional y con el tiempo a corto o largo plazo tu salud mental se
verá afectada por esos desbalances emocionales que genera el no haber logrado lo
propuesto gracias a la motivación.

Samir freile Valdez

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