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Alumno: Luis Eduardo Ureña Castro

Especialidad en Psicología Jurídica

Materia: Derechos Humanos

Maestro: Egdar René Bertín Olachea

ENSAYO:
“SALUD MENTAL COMO DERECHO HUMANO”

La Paz Baja California Sur a 03 de octubre del 2021


ENSAYO: SALUD MENTAL COMO DERECHO HUMANO

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como "el estado de


bienestar físico, mental y social y no como la mera ausencia de enfermedad"
(OMS, 2021).

Basados en esta definición, podemos deducir que la atención en lo que a salud


refiere, implica un aspecto integral del individuo, abordado desde la perspectiva
de cada área de estudio de la salud, abarcando tanto a la medicina desde su
perspectiva biológica, la psicología dedicada a estudiar principalmente el
comportamiento de los individuos y su relación con procesos cognitivos y
emocionales, así como la sociología, enfocada a las condiciones
socioeconómicas de la población. Aunque dentro de un análisis más estricto, la
salud puede verse influenciada por factores más allá de los mencionados, la
interrelación entre todos estos tiene como finalidad la salud integral, considerando
al individuo como un ser biopsicosocial que, por lo tanto, para lograr la salud
plena del individuo, esta debería ser abordada de una forma multidisciplinaria. Por
consiguiente, podemos definir a la salud mental como: El bienestar integral que
incluye factores emocionales, cognitivos y sociales y cómo estos influyen en la
forma en como interactuamos y nos adaptamos a nuestro entorno cotidiano. Esto
también determina nuestra capacidad para manejar el estrés, ansiedad,
frustración y resiliencia, así como la forma en que nos relacionamos con los
demás y tomamos decisiones. Dejando en claro que el cuidado y la atención de la
salud mental es importante en cualquier etapa de nuestras vidas.

Como lo mencionamos en el párrafo anterior, el área de la salud en su


parte biológica, es el área de estudio principal de la medicina y aunque esta
influye directamente en factores de afectación psicológica, ya sea por la misma
patología de la enfermedad o por consecuencias secundarias a la medicación que
influyen en factores biológicos de regulación cognitiva o emocional, en la
actualidad, se le da mayor importancia a lograr como finalidad principal el
bienestar físico del paciente, dejando de lado los factores psicológicos que, en
variadas ocasiones, estos pudieran ser el causante principal del agravamiento o el
desencadenante primario de la sintomatología fisiológica presentada o una
limitante importante para la mejoría del paciente médico.

Si nos adentramos a conceptos de análisis psicológico sobre la estructura


del ser humano, este se define como la interrelación, interdependencia y balance
entre cuatro áreas principales: área biológica; área cognitiva; área conductual y
área emocional. Si necesitamos explicar cómo funciona la interrelación e
interdependencia entre estas cuatro áreas, la forma más sencilla y posiblemente
más clara sería con un ejemplo:

Supongamos que presentamos inicios de un cuadro depresivo sin factor


biológico relevante que lo genere, sabiendo que la base principal de la
depresión es el sentimiento de desesperanza y de culpa, esto nos genera
una tristeza profunda y sentimiento de minusvalía (área emocional), que nos
lleva a tener pensamientos pesimistas y distorsionados respecto al futuro y
un autoconcepto devaluado (área cognitiva), lo que genera a su vez
conductas de aislamiento, de autocastigo o auto lesivas (área conductual), lo
cual genera también malestar físico como dolor estomacal, pérdida de
apetito, náuseas, cefaleas, taquicardia, hiperventilación entre otras (área
biológica).

En el ejemplo anterior notamos como un área puede influir en todas las


demás, en el caso hipotético presentado, el desencadenante es de una posible
depresión generada muy probablemente por un factor ambiental y la relación de
nuestra percepción respecto a este, que desencadena una serie de
modificaciones en nuestra estructura psíquica que termina en la expresión
fisiológica del malestar, es ahí donde asistimos a consulta médica y recibimos un
tratamiento farmacológico para aliviar dichos síntomas, pero solo en muy pocas
ocasiones resolvemos la raíz del problema. Si lo analizamos, la salud integral del
ser humano depende de la sana interacción de sus cuatro áreas de atención,
siendo una, la biológica, la que atiende directamente la medicina, mientras que las
otras tres áreas son atendidas en gran parte por la psicología.

La Comisión Nacional de Los Derecho Humanos nos dice: “Toda persona


tiene derecho a la protección de la salud, si las personas hacen uso de los
servicios de salud tienen el derecho de obtener prestaciones oportunas,
profesionales, idóneas y responsables.” y si regresamos a la definición de salud
que nos da la OMS donde dice que: "La salud el estado de bienestar físico,
mental y social y no como la mera ausencia de enfermedad". Entonces, podemos
deducir que la salud mental, por ende, es un derecho humano que todo ciudadano
mexicano tiene. Pero que en pocas ocasiones lo priorizamos como lo hacemos
con la salud física.

La salud mental es importante porque nos ayuda a enfrentarnos al estrés


de la vida, a conocernos y aceptarnos, nos ayuda a estar físicamente saludables,
aprendemos a entablar relaciones sanas, trabajar productivamente y a alcanzar y
desarrollar un completo potencial y así, contribuir en forma significativa a nuestra
comunidad. Un mal estado de salud mental o una inestabilidad emocional puede
ocasionar ausencias a la escuela o trabajo y el deterioro del correcto desempeño
de nuestras responsabilidades en nuestra vida diaria. A pesar de la evidencia tan
amplia que existe en la actualidad sobre la importancia de la salud mental y el
hecho de que no puede haber salud sin una adecuada salud mental, la realidad
es que en ningún lugar de nuestro país la salud mental se encuentra en un plano
de igualdad con la salud física, pero, ¿a qué se deberá esto?

Vivimos aun en una cultura donde los estereotipos y dogmas siguen


cobrando gran relevancia en nuestras relaciones sociales y estos sesgos juegan
un papel importante en nuestra cultura del autocuidado, vivimos en un ambiente
donde le damos demasiada importancia en cumplir las expectativas de los demás,
que en variadas ocasiones ponemos por encima de nuestra lógica y sentido
común algunas creencias que pueden catalogarse hasta peligrosas para la
integridad física de las personas, como son por ejemplo, algunas religiones donde
sus creencias no permiten la intervención quirúrgica o el trasplante sanguíneo o
donde algunos trastornos psicológicos severos como son la psicosis o neurosis,
se atienden primeramente por medio de la religión o por técnicas de origen
supersticioso.

Por otro lado, nos enfrentamos también a una notable cultura del prejuicio y
el señalamiento social, donde factores tan básicos como lo son nuestras
preferencias, conductas, situación económica o salud física y mental entre otros,
generan un negativo y explosivo fenómeno de ataque o enjuiciamiento social, el
cual, más allá de encontrar una solución o fomentar el bienestar común, fomenta
la interiorización de nuestros problemas, los cuales en algún momento tendrán
que expresarse y muy probablemente esto se dé por medio de conductas
asociales, inestabilidad emocional, frustración, trastorno de ansiedad, depresión,
conductas autolesivas o alguna otra psicopatología. Nuestra sociedad con su
idiosincrasia juega un papel importante en nuestra manera de enfrentar las
dificultades en general y la forma en que detectamos, aceptamos, enfrentamos y
resolvemos un problema de salud mental, aun así, a pesar de todo este arraigo
cultural, no podemos culpar a la sociedad misma por la falta de prevención y
atención en lo que a salud mental se refiere, pues el derecho a la salud, incluido
el de salud mental, se encuentra claramente estipulado en el artículo cuarto de
nuestra constitución política.
El Estado tiene la obligación de respetar, proteger, garantizar y promover
los derechos humanos, por lo mismo, este es el principal responsable de la
carencia social en lo que a salud mental se refiere, iniciando con una notable
carencia en la atención a la salud mental de primer nivel en nuestras instituciones,
aunado a esto, nos enfrentamos a un pobre mecanismo de prevención y
tratamiento de enfermedades mentales, considerando que en este punto, la
atención temprana ante cualquier síntoma de deterioro cognitivo o emocional,
podría evitar en gran medida futuras complicaciones en lo referente a la salud en
general, donde además del bienestar físico y mental personal, se lograría reducir
el ausentismo laboral y escolar lo que se traduce a una economía y educación
más estable. Aunque contamos con mecanismos de atención a posibles
problemas mentales como son la línea de la vida o el 911, la función principal de
estos es la atención a personas que ya se encuentras con el problema
desarrollado y en estado de crisis.

Cabe señalar que, aunque en la actualidad existe más apertura social en lo


que a salud mental se refiere, puedo deducir por experiencia personal que los
sectores socioeconómicos que en general buscan, en mayor medida, la atención
psicológica con el fin de lograr bienestar personal, prevención o contención
emocional, son los sectores medio alto y alto, mientras que los sectores medio y
bajo regularmente su atención psicológica es condicionada por el estado o por
situaciones sociales o escolares. Con esto podríamos deducir, y reitero que es
una deducción personal, que el acceso a la información, en todas sus
modalidades, referente a la salud mental, el tener acceso a diferentes alternativas
de atención, el nivel educativo en general, el poder adquisitivo y el poder romper
estereotipos desde una edad temprana, tienen un papel predominante en la
mejora de nuestra percepción referente a la salud mental y por lo mismo, fomenta
nuestra exigencia ante el estado, buscando lograr una atención digna e integral.

El Estado nos queda debiendo mucho en lo que al derecho a salud mental


se refiere, aún tiene mucho por hacer para poder fortalecer los mecanismos de
salud integral en todos los niveles y a nosotros, como sociedad, aún nos queda un
largo camino para entender que los derechos se exigen y las barreras de
cualquier índole, culturales, sociales o religiosas, deben de romperse siempre en
busca del sano crecimiento, beneficio y la estabilidad social.

Luis Eduardo Ureña Castro


Especialidad en Psicología Jurídica
Materia: Derechos Humanos
Universidad Mundial
03 de noviembre del 2021

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