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D E P R E S I O N

INFANTIL Y
los desórdenes mentales se consideran un problema de salud pública en casi todo el mundo. El trastorno depresivo,
también conocido, como depresión clínica, es un desorden mental caracterizado por largos periodos de tristeza, que
afectan la conducta; así como, la manera de pensar del individuo. La ocurrencia de depresión en niños y adolescentes se
ha incrementado en los últimos cincuenta años. Cualquier persona puede sufrir depresión, sin importar su edad, grupo
étnico o género, estudios epidemiológicos indican que este desorden se presenta en alrededor de un 3 a 8% de los
adolescentes, mientras que en los adultos se presenta en promedio un 4.5% de la población. Esta enfermedad produce
aislamiento social y puede en casos muy severos culminar en el suicidio. Los factores de riesgo para la depresión incluyen:
antecedentes familiares, género, así como situaciones de alto estrés. El criterio de diagnóstico para la depresión está bien
establecido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales (DSM-IV-TR). Un tratamiento efectivo y
seguro requiere de un diagnóstico exacto; sin embargo, existe el riesgo que la depresión en la población infantil pueda ser
subdiagnosticada debido a que algunos niños y adolescentes pueden tener dificultad para identificar y describir los
síntomas.

La sintomatología de depresión infantil tiene características propias, por ejemplo, en los niños y adolescentes el estado de
ánimo puede ser irritable en lugar de triste. La depresión afecta el crecimiento y desarrollo del individuo, provocando bajo
rendimiento escolar, aislamiento social, baja autoestima, desesperanza, tristeza frecuente, dificultad para concentrarse,
desórdenes alimenticios y en los ciclos de sueño. En los adolescentes, el trastorno depresivo mayor es la principal causa
del comportamiento suicida. El mayor problema de estos trastornos es que más del 70 % de los niños y adolescentes no
reciben un diagnóstico ni tratamiento adecuado, debido a que esta puede generar consecuencias posteriores en la salud
emocional de los individuos.

EPIDEMIOLOGIA
los trastornos depresivos son raros en niños, estudios epidemiológicos indican que
este desorden se presenta en edad pre-escolar (0.3 – 0.9%). En los niños en edad
escolar, la prevalencia es de aproximadamente el 1% y de un 3 a 8% de los
adolescentes, mientras que en los adultos se presenta en promedio un 4.5% de la
población, y las tasas de adolescentes de sexo femenino doblan las de los de sexo
masculino.

MANIFESTACIONES CLINICAS
la fenomenología básica de la depresión mayor en niños y adolescentes es similar a la de los adultos, aunque con algunas
variaciones relacionadas con el nivel madurativo. En estas etapas, por ejemplo, la irritabilidad constituye un síntoma
característico de la depresión, y también varía la frecuencia de los distintos síntomas. Las principales manifestaciones
sintomáticas están marcadas por la edad del niño, y pueden agruparse según su desarrollo evolutivo.

Así, los trastornos depresivos en edad preescolar (3-6 años) presentan los mismos síntomas típicos que caracterizan a la
depresión más tardíamente, aunque con las manifestaciones que corresponden a su nivel de desarrollo. Los trastornos
depresivos en los niños pueden pasar inadvertidos y hacerse notar hasta que se afecta el rendimiento escolar, se deteriora
la relación con los compañeros (retraimiento o aumento de los conflictos), hay cambios de conducta repentinos o el niño
presenta perdida en el interés de las actividades deportivas.

Los trastornos depresivos entre los adolescentes tienen a menudo un curso crónico, con remisiones y recurrencias.
Aunque la mayoría de los episodios depresivos remiten en unos 7 a 9 meses, la frecuencia de recurrencias es alta (un
40 % en los primeros dos años y de alrededor del 50 % a los 5 años), y también la continuidad en la edad adulta (hasta el
60 %, (53). Las posibilidades de recurrencia son mayores si el episodio depresivo inicial es grave, si
existen comorbilidades, si ha habido episodios previos, si no hay respuesta al tratamiento inicial o es parcial, y si existen
factores individuales o familiares de riesgo.
DIAGNOSTICO
los criterios diagnósticos de depresión más utilizados, tanto en la clínica como en la investigación, son los de la
Clasificación Estadística Internacional de  Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-10) y los de la
clasificación de la Asociación Americana de Psiquiatría (Manual Diagnóstico y  Estadístico, DSM-5).

Más del 70 % de los niños y adolescentes con trastornos depresivos no han sido diagnosticados correctamente ni reciben
el tratamiento adecuado (67). Las razones podrían ser varias:

*Distintas manifestaciones clínicas de la depresión en niños que en adultos o presentaciones atípicas.

*Mayor dificultad de los niños y adolescentes para definir la tristeza y otros síntomas depresivos y dificultades de
comunicación con los allegados sobre estados emocionales.

*No creencia entre los padres o familiares de la existencia de depresión en estas edades, no querer reconocerla por el
estigma que produce o creer que podría deberse a un fracaso como educadores, aunque no sea cierto.

*Falta de formación o entrenamiento adecuado en la evaluación de niños y adolescentes con problemas mentales por parte
de los profesionales
sanitarios.

*Ausencia de criterios clasificatorios específicos para la infancia y adolescencia.

*Existencia de diferencias culturales que afectan no solo a la manifestación y experiencia de la depresión, sino también a la
búsqueda de ayuda, la comunicación médico-paciente y a la percepción de las distintas alternativas terapéuticas.

CLASIFICACIÓN INTERNACIONAL DE ENFERMEDADES, DÉCIMA REVISIÓN (CIE-10) clasifica la depresión mayor dentro
los trastornos del humor o afectivos (En las categorías: F30-F39). La categoría F32 incluye el episodio depresivo y la F33 la de
trastorno depresivo recurrente, y la primera se subdivide a su vez en:

*F32.0 Episodio depresivo leve.

*F32.1 Episodio depresivo moderado.

*F32.2 Episodio depresivo grave sin síntomas psicóticos.

*F32.3 Episodio depresivo grave con síntomas psicóticos.

*F32.8 Otros episodios depresivos.

*F32.9 Episodio depresivo, no especificado.

En cualquiera de los casos, el episodio depresivo debe tener una duración de al menos dos semanas y siempre deben
estar presentes como mínimo dos de los tres síntomas considerados típicos de la depresión:
MANUAL DIAGNÓSTICO Y ESTADÍSTICO DE LA ASOCIACIÓN AMERICANA DE PSQUIATRÍA, QUINTA EDICIÓN
(DSM-5)
La característica esencial continúa siendo un período de al menos 2 semanas consecutivas en el que la persona manifiesta
un mínimo de 5 síntomas de los cuales al menos uno tiene que ser estado de ánimo depresivo o disminución del interés o
placer por todas o casi todas las actividades (tabla 9). El trastorno depresivo mayor puede dividirse en leve, moderado o
grave, con códigos específicos para la remisión parcial, total o no especificada
DIAGNOSTICO DIFERENCIAL
El desarrollo adolescente supone importantes cambios físicos, cognitivos y sociales, que constituyen un reto de
adaptación considerable, y favorecen la frecuente aparición de desasosiego, sentimientos de malestar, incomprensión o
cambios de humor. Tales manifestaciones suelen remitir con el tiempo conforme se avanza a la edad adulta, pero en estas
edades plantean con frecuencia a los clínicos la necesidad de distinguir aquellas expresiones emocionales que son propias
de un desarrollo normativo de las que caracterizan un trastorno depresivo.
Existen fármacos y drogas que pueden causar sintomatología depresiva, y que también han de tenerse en cuenta a la hora
de realizar el diagnóstico diferencial. Por todo ello la anamnesis de un niño o adolescente con sintomatología depresiva
debe incluir una pregunta sobre los medicamentos que toma o ha estado tomando recientemente, y en los adolescentes en
particular debe investigarse la posibilidad de consumo de tóxicos, puede ser oportuno en ocasiones solicitar una analítica
de sangre y orina con hemograma completo, glucemia y pruebas de función tiroidea, renal y hepática, que permite valorar
la patologías orgánicas más frecuentes
DEPRESION EN EL ADULTO MAYOR
La depresión en el anciano se está convirtiendo en un importante problema de salud pública. Caracterizada por una mayor
gravedad, un elevado riesgo de suicidio y dificultades a la hora de identificarla, es una enfermedad que, con todo, puede y
debe ser tratada.

El envejecimiento conlleva una serie de modificaciones que afectan a los distintos sistemas corporales; en lo que respecta
al sistema nervioso, se produce una pérdida de conectividad nerviosa, y aunque hay evidencias de una cierta capacidad
regeneradora del tejido nervioso, caracterizada por una hipertrofia de las células que se encuentran próximas a las
dañadas y un aumento de su árbol dendrítico, tal capacidad está disminuida en la población anciana.

La depresión es, junto con la demencia, la enfermedad mental más frecuente en los ancianos. El impacto de este trastorno
está siendo cada vez más reconocido, aunque, desafortunadamente, se trata aún de una enfermedad que pasa con
frecuencia desapercibida. Sin embargo, es la responsable no sólo de un importante sufrimiento para el paciente y su
entorno, sino también de un incremento en la prevalencia y mala evolución de otras complicaciones médicas y,
secundariamente, con un claro impacto en el consumo de recursos sanitarios.

FACTORES DE RIESGO EN LA DEPRESION SENIL


 Crisis propias de la edad
 Abandono
 Sentimientos de desesperanza
 Aislamiento
 Violencia
 Muertes de familiares y allegados
 Situación socioeconómica
 Discapacidad
 Dependencia

MANIFESTACIONES CLINICAS
En algunas personas mayores, la depresión puede pasar sin diagnosticarse o puede diagnosticarse erróneamente porque
la tristeza no es su síntoma principal.

Estado de ánimo constantemente triste o ansioso

 Sentirse “vacío” gran parte del tiempo


 Pérdida de interés o de placer en los pasatiempos y las actividades
 Pesimismo o falta de esperanza
 Sentimientos de culpa, falta de auto-estima e impotencia
 Fatiga o tener menos energía, sentir que se mueve o habla más lentamente
 Dificultad para concentrarse, recordar detalles o tomar decisiones.
 Problemas para dormir, incluyendo despertarse muy temprano o dormir demasiado.
 Cambios en el apetito o el peso, sin proponérselos.
 Pensamientos sobre la muerte o el suicidio o intentos de suicidio.
 Sentirse inquieto o irritable.
 Dolores y molestias físicas, como dolor de cabeza, calambres o trastornos digestivos sin ninguna causa física
aparente y que no se alivian ni siquiera con tratamiento.

DIAGNOSTICO
El diagnóstico de la depresión senil sigue siendo fundamentalmente clínico, el cual se basa, a su vez, en la anamnesis
y en la exploración del paciente para identificar los síntomas depresivos. Un importante factor que interfiere
negativamente a la hora de establecer el diagnóstico de depresión senil es la creencia muy extendida, no sólo en la
comunidad, sino también entre el colectivo sanitario, de que la depresión es la consecuencia lógica del envejecimiento,
creencia que en absoluto es respaldada por datos clínicos y epidemiológicos. La historia clínica deberá recoger los
antecedentes de enfermedad depresiva que haya tenido el anciano o sus familiares de primer grado. Es conveniente
también que esta historia incluya los principales rasgos de la personalidad del anciano, especialmente si la
personalidad de éste ha sido una personalidad basada en la necesidad de orden y perfeccionismo.

Finalmente, conviene destacar el alto riesgo de suicidio detectado en los enfermos con depresión senil, estimado en
cuatro veces mayor que en individuos deprimidos de menor edad. La alta prevalencia de enfermedad depresiva en los
ancianos con tentativas suicidas, en comparación con otras enfermedades, justifica el compromiso de los profesionales
de la salud para detectar la posible presencia de conducta autolítica y proceder a un tratamiento vigoroso y a la
vigilancia estrecha a cargo de los familiares del enfermo. Factores que se asocian con un alto riesgo suicida son:

ausencia de apoyo familiar, mala salud física, alcoholismo asociado, sentimiento de culpa, historia de anteriores
intentos suicidas y presencia de anestesia afectiva (sentimiento de falta de sentimiento).

TRATAMIENTO
Las principales opciones de tratamiento de la depresión incluyen medicamentos y psicoterapia. Es importante recordar
que, debido a que los médicos y los terapeutas preparan un plan de tratamiento personalizado para cada paciente, a
veces es necesario intentar diferentes tratamientos o combinaciones de ellos hasta encontrar uno que surta efecto para
usted.

 Farmacoterapia antidepresiva

Los antidepresivos son medicamentos que pueden dar buenos resultados para el tratamiento de la depresión. Aunque
algunos síntomas pueden comenzar a mejorar al cabo de un par de semanas, es posible que estos productos tarden varias
semanas para que obren totalmente. Como sucede con la mayoría de los medicamentos, muchas personas tienen algunos
efectos secundarios que, en la mayoría de los casos, se pueden tratar o reducir al mínimo. Los efectos secundarios más
comunes de los antidepresivos incluyen:

 Náuseas y vómitos
 Aumento de peso
 Diarrea
 Somnolencia
 Problemas sexuales

Entre estos fármacos tenemos:

 Inhibidores no selectivos de la recaptación (ADT) Este grupo también recibe el nombre de antidepresivos
tricíclicos, e incluye compuestos tan clásicos como imipramina, amitriptilina, clomipramina, nortriptilina, maprotilina
y lofepramina.
 Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) Este grupo incluye en la actualidad los siguientes
fármacos: escitalopram, citalopram, fluoxetina, fluvoxamina, paroxetina y sertralina. Su mecanismo de acción
condiciona una mejor tolerancia, menos efectos secundarios y un rango terapéutico amplio. Estos efectos
secundarios incluyen molestias gastrointestinales (náuseas, vómitos, diarreas, dispepsias), que suelen aparecer en
los primeros días y tienden a remitir en las primeras semanas; en el sistema nervioso central los más frecuentes
son las cefaleas, el nerviosismo, el insomnio, la somnolencia y el aumento de la ansiedad, que aparece sobre todo
al inicio del tratamiento.
 Inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina Venlafaxina y duloxetina son los 2 fármacos con que
cuenta este grupo.
 Inhibidores selectivos de la recaptación de noradrenalina (ISRNa) Este grupo incluye, como único compuesto
comercializado actualmente, la reboxetina, cuyos efectos adversos más frecuentes son cefalea, boca seca
náuseas, estreñimiento y aumento de la sudoración.

 La psicoterapia (o “terapia de diálogo”)


También puede ser un tratamiento eficaz para la depresión. Ayuda al enseñar nuevas formas de pensar y de comportarse
y al cambiar los hábitos que pueden contribuir a la depresión. La psicoterapia puede ayudarle a entender y a resolver las
relaciones o situaciones difíciles que pueden causar o empeorar la depresión. La investigación muestra que la terapia
cognitivo-conductual, que incluye la llamada terapia de resolución de problemas, puede ser un tipo de psicoterapia
particularmente útil para tratar a las personas mayores y mejorar su calidad de vida. Las investigaciones también sugieren

que la psicoterapia puede ser un tratamiento de primera instancia tan eficaz como los antidepresivos para tratar la
depresión en las personas mayores. Algunas personas mayores prefieren recibir orientación psicológica o psicoterapia
para la depresión en lugar de añadir más medicamentos a los que ya toman para tratar otras afecciones. Sin embargo, si
su depresión es grave o si se enfrenta a otras enfermedades graves, la medicación o una combinación de medicamentos
con psicoterapia puede ser un método más eficaz.

 Tratamientos complementarios

Algunos ejemplos de tratamientos complementarios para la depresión incluyen yoga, ejercicios y ciertos suplementos
alimentarios. Estos tratamientos pueden ofrecer algunos beneficios a las personas con depresión. Sin embargo, no deben
reemplazar una conversación con un profesional de atención médica y usted no debe de suspender el plan de tratamiento
determinado junto con ese médico.

Trate de hacer cosas que solía disfrutar antes de entrar en la depresión. Hay varios estudios que han demostrado que
hacer esas cosas, aun cuando no espere disfrutar de ellas, puede ayudarle a levantar el ánimo. No se exija demasiado.
Otras cosas que pueden ayudar incluyen:

 Divida las tareas grandes en tareas más pequeñas y haga lo que pueda cuando pueda. No trate de hacer
demasiado a la vez
 Pase tiempo con otras personas y hable con un amigo o familiar sobre sus sentimientos.
 Cumpla su plan de tratamiento. Tomará tiempo hasta que surta efecto.
 Discuta las decisiones con otras personas que lo conozcan bien. No tome decisiones importantes hasta que se
sienta mejor

QUE HACER Y QUE NO


Lo que no se debe hacer

 Pedirle que levante el ánimo y ponga algo de su parte.


 Aconsejarle que se vaya de viaje o de vacaciones para olvidar.
 Intentar convencerle si su estado es delirante.
 Persuadirle de que hay mejoría, aunque no la haya.

Lo que sí se debe hacer

 Explicarle el carácter temporal de la depresión.


 Comentarle la frecuencia del trastorno.
 Comunicarle la buena evolución si ésta se produce.
 Reconvenir su tendencia a ver todo lo negativo.
 Mantenerse siempre en una postura dialogante y flexible con el enfermo.
 Dejarle expresarse.

PREVENCION DEL SUICIDIO


Antes de entrar en el tema en específico debemos tener claro diferentes términos para denominar las diferentes
situaciones

- Suicidio: es el acto deliberado de quitarse la vida.

- Intento de suicidio: es el comportamiento que no causa la muerte y se refiere a intoxicación autoinflingida, lesiones o
autoagresiones intencionales, que pueden o no tener una intención de resultado mortal.

- Conducta suicida/comportamiento suicida: engloba una diversidad de comportamientos como pensar en el suicidio (o
ideación suicida), planificar el suicidio, intentar el suicidio y cometer un suicidio propiamente dicho.

Diferentes investigaciones han mostrado que la conducta suicida constituye un problema complejo y multifactorial, que no
se debe a una causa única, y en la que intervienen factores psicológicos, sociales, biológicos, culturales y ambientales

Mitos sobre la conducta suicida

Hay muchos conceptos erróneos y prejuicios con respecto a la conducta suicida, que se contradicen con la evidencia
científica. A continuación se presentan algunos de los más comunes (OMS 2014).
Suicidios en la Infancia y adolescencia

La adolescencia es un factor de riesgo para la aparición de comportamientos suicidas y en las últimas décadas se ha
observado un aumento en esta edad y en la infancia.

Los factores de riesgo en la población infanto- adolescente son:

- Las familias disfuncionales con conflictos y pobre comunicación.

- La enfermedad mental y los comportamientos suicidas dentro de la familia.


- La exposición a comportamientos suicidas en su entorno.

- Experimentar estados de desesperación y/o comportamientos impulsivos, incluyendo agresiones.

- Bajo concepto de sí mismo. - Víctima de abusos sexuales recientes en la familia o en la infancia.

- Víctima de maltrato físico y psicológico reciente o en la infancia

Mujeres víctimas de violencia de género.

Las mujeres que sufren violencia producida por la pareja tienen casi el doble de probabilidades de sufrir depresión
posterior y, de la misma manera, las mujeres que tienen depresión, mantienen casi el doble de probabilidades de ser
víctimas de violencia de género.

El comportamiento suicida puede asociarse a mujeres que están sufriendo la violencia de género, que no encuentran otra
salida, sumidas en la desesperanza y en la angustia, y esto afecta también a sus hijos e hijas que sufren la exposición a la
violencia de género. Esta exposición a la violencia en la infancia se asocia significativamente con problemas de salud
mental en la vida adulta

Personas mayores.

Las personas mayores de 60 años tienen un especial riesgo asociado al suicidio que aumenta conforme va aumentando la
edad. Los factores de riesgo que se asocian al suicidio en las personas mayores tienen que ver con las enfermedades
crónicas, terminales, con la discapacidad, las hospitalizaciones prolongadas, el deterioro cognitivo y la demencia, la
soledad, la inactividad, la ausencia de proyectos vitales y la carencia de relaciones sociales. La depresión es el principal
factor de riesgo en este grupo de edad, siendo el 15-20% de las personas mayores con depresión las que consuman el
suicidio

PREVENCION
Los suicidios son prevenibles y existen medidas eficaces que se pueden adoptar. Entre las medidas que propone la OMS,
para la prevención del suicidio, se encuentran: reducir el acceso a medios para autolesionarse o suicidarse, realizar una
praxis informativa responsable por parte de los medios de comunicación, implementar la protección de las personas con
elevado riesgo de suicidio, detectar precozmente el riesgo suicida y abordar y tratar adecuadamente las conductas
suicidas. En términos operativos, el objetivo será reducir, la tasa de suicidios y de tentativas, comparada con la tasa media
anual de los últimos 5 años (7.36 casos por cada 100.000 habitantes en el periodo 2011-2015), en el periodo 2016-2020.

Estrategias universales, selectivas e indicadas de promoción y prevención.

 Potenciar la realización de talleres específicos para prevenir la depresión en centros educativos.

 Mejorar la información de la población sobre el suicidio

 Mejorar la lucha contra el estigma de los problemas de salud mental.

 Mejorar la atención de Bullying y Ciberbullying

La mejora en la detección precoz del riesgo suicida.

 Mejorar la detección del riesgo de suicidio en las mujeres en situación de violencia de género.

 Mejorar la detección de la violencia de género en mujeres a las que les ha sido detectado riesgo de suicidio
 Mejorar la detección de la depresión en población infanto-adolescente en el ámbito educativo.

 Mejorar la detección del riesgo de suicido de hijos e hijas en edad infanto-adolescente de víctimas de violencia de
género.

Las actuaciones en el ámbito sanitario ante la conducta suicida.

 Mejorar la atención y detección de los problemas de salud mental de las personas mayores

 Mejorar la atención a las personas con trastornos depresivos

 Mejorar la atención a las personas con problemas de salud mental graves

 Mejorar la detección y atención de las personas con conductas suicidas

 Mejorar la continuidad asistencial de las personas con conductas suicidas.

 Mejorar la atención a las personas supervivientes del suicidio

La formación de profesionales

 Desarrollar acciones formativas para profesionales de Atención primaria, Urgencias y Emergencias dirigidas a mejorar la
detección del suicidio.

 Desarrollar acciones formativas para profesionales de Salud mental dirigidas a la detección y la atención de las personas
con conductas suicidas.

 Desarrollar acciones formativas para profesionales de otros sectores (educación, servicios sociales, policía…)

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